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BIBLIOTECA DE. FILOSOFIA ‘DMuoIDA TON EE, PROFESOR JUAN ADOLFO VAzquRZ NICOLAL HARTMANN LA FILOSOFIA EL IDEALISMO ALEMAN Traduccién de Fano Esnit Tomo UL HEGEL EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES IMPRESO EN LA ARGENTINA Queda hecho el depéatio que pre- Sone la Tey. © 1960, Ediarial Sudomericana Sociedad Andnima, calle” Aina 500, Buenos Aires TiTULO DEL ORIGINAL EN ALEMAN: “Dis Pamosoran prs DEUTSCHEN IprALIsMus. ‘Hecen.” PROLOGO Dos razones han retrisado durante tanto ticmpo la apa- ricién de esta segunda parte de La {ilosofia del idealismo ale- man y han aumentado su extensién mds alld de los limites plancados al comienzo: Ia intrinseca dificultad de exponer objetivamente y sin compromisos los filosofemas hegelianos, y Ia actual situacin de la investigactén sobre Hegel, esen- cialmente modificada en los tiltimos decenios. En lo referente al primer punto, se sabe que es modalidad propia de Hegel la de introducir en su cosmovisién filosofi- ca el contenido entero del saber. Tal circunstancia no p mite que el expositor se limite a las tesis y fundamentaciones, pues éstas sélo empiczan a hablar cuando se les permite la palabra dentro de ta plenitud de su contenido. Es preciso seleecionar y conservar, sin embargo, la riqueza de lo parti- cular; dividir y no interrumpir la continuidad del pensamien- 10; ceitirse al texto y mantenerse a distancia de él. El éxito de la tarea sélo puede ser aproximado. Pero los diversos ensayos intentados tanto propios como ajenos— proporcio- nan una medida de aproximacién bastante exacta. Después de haber luchado por mas de veinte afios con un enorme ma- terial creo que, en los limites de mi propia perspectiva, hi tenido éxito, pues espero poder ofrecer al lector una apro- vechable mano en el estudio de Hegel. En lo que se refiere al segundo punto, es un hecho su ficientemente conocido que cl estado de la investigacién so- bre la filosofia hegeliaw ha variado, Hasta se habla, en nuestros dias, de un “renacimiento de la filosofia de Hegel”. La expresién es acertada, siempre que se refiera a la circuns- 8 PROLOGO tancia de que numerosas inteligencias sistemiticas han co- menzado a recoger en sus investigaciones el patrimonio con- ceptual de Hegel. Pero seria precipitado pensar en una vuelta 4 su filosofia. No creo que nos encontremos en Ta Tinea de ur renacimiento de su sistemitica, El desarrollo vivo de la inves- tigacidn va hacia adelante, no hacia atras: actualmente se “retorna a Hegel” en tan poca medida como hace cincuenta Giios se “retorné a Kant”. Lo que Hegel ha de significar para nosotros no cs et perdido paraiso de la autonoméa de Ta razin —que por perdido debiéramos reponer— sino un rein de problemas por él intuidos y configurados y que siguen siendo nuestros; es decir, significa para nosotros la fuente de recursos de un trabajo intelectual ya realizado y que, ni literaria ni sistemdticamente, estd agotada, Cuanto mds criticamente To consideremos, tanto més podremos aprender de él, Criticarlo es actualmente una tarea no menos urgente que comprenderlo, Pero justamente esta urgencia demuestra del mejor modo posible la vitalidad de su filosofia, Quien crea, todavia hoy, que el positivismo del siglo xix agoté de una vez para siempre la critica, mantendrd su pensamiento en el siglo xrx. Aquel positivismo no se movia por naturale- za en el nivel problemético necesario para comprender a Hegel. ¢Cémo podria, entonces, haber agotado el trabajo critico? Tal tarca esté ante nosotros, no detrds de nosotros. Sin embargo, debe ocupar un segundo puesto. La primera exigencia, anterior a la critica, es la comprensién. misma. Nuestra exposicién esté exclusivamente dedicada a ella, aun- que no oculte el comienzo de una posible critica. No obstante €s0, la he evitado, fuera de pocas indicaciones que me pa- recieron obligatorias cuando la comprensién del mismo pen- samiento de Hegel estaba amenazada por su propia audacia especulativa, Para poder apreciar afirmativamente lo nega- tivo, se lo tiene que amar con su nombre. En este punto ‘me opongo, en cierta medida, a los mejores trabajos de la actual investigacién hegeliana, es decir, a las valiosas intro- PROLOGO 9 ducciones de Georg Lasson, a las apreciaciones profunda- ‘mente penctrantes de la Fenomenologia y de la Légica de Richard Kroner (contenidas en el segundo volumen de su libro Von Kant bis Hegel) y también a la instructiva Theorie der Dialectik de Jonas Cohn que, a pesar de no tratar de Hegel, sigue sistemdticamente su camino. Todo To que debo a estas dos tiltimas obras creo poder expresarlo del mejor modo posible al decir hasta qué punto me he opucsto a cllas en mi trabajo. En los capitulos de contenido mis sistemd- tico (II. 2, III, 2 y 8, IV. 2), este contraste saltaré a los ojos del conocedor. Dicha oposicién es de importancia, porque concicrne a la concepcidn y valoracién misma de Hegel —y especialmente de su dialéctica—: expone esa relacién incvi- tablemente critica de la actual problemética de ta dialéctica hegeliana de la razin, que nos obliga a aprender de él y, al mismo tiempo, nos impide seguirlo. Colonia, Febrero de 1929. Nicorat HarrMann CAPITULO I EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA 1. Acti SA DE LA LECTURA Y COMPRENSION DE HEGEL Entre los pensadores de la épaca modema, Hegel es cl filb- sofo del espiritu. Pero el ser espiritual es interioridad, pl nitud, amplitud, Quien quiera entender la filosofia de Hegel tendré que entenderla a partir de lo que ella tiene de més jntimo: desde su plenitud y contenido, tan grande como noble. De otro modo serfa incomprensible. Nada es tan extraiio ni resistente a un espfritu comim como tal exigencia, pues a nada falsea éste tan ficilmente como al miicleo, a Ia totalidad, a Ta visién simultinea. La constitu- cién del hombre actual no es favorable a Ta valoracién del patrimonio de Hegel. Aisla los hilos, y pone sobre Ia balanza Jo que en si mismo carece de peso, puesto que éste reside en un todo que, justamente, no alcanza a ver. De esta ma- nera, el espiritu comém no halla la plenitud: retiene formas vacias, y se extraiia por su caricter dialéctico y abstracto; y, después de haberlas hecho artifieiales, se aparta de ellas con indiferencia. En su pensamiento no se cumple lo que se ha realizado en el de Hegel: la vida del concepto. Sélo oye el monétono ritmo de} propio y huero pensar, sélo escucha “el yermo parloteo de la dialéctiea” —eomo se ha dicho— y creé que eso es Ta dialéectica hegeliana, No faltan exposiciones de Hegel que nos ensefien emo no 12 LA FILOSOFEA DEL. IDEALISMO ALEMAN debemos leerlo. Son dignas de agradecimicnto; pero hoy na- die se puede engaiiar sobre el sentido negative de su valor doctrinal. Como todo Io defectuoso y negativo, también ellas tienen, sin embargo, su valor positive, pues no se equivocan al destacar Ja Jenta maduracién que exige nuestra compren- sién, Pero histéricamente estin mis ci de la comprensién propiamente dicha, es decir, de la comprensién positiva de una filosofia que ¢s interioridad, plenitud, contenido, y cuya divisa reza: “la verdad es el todo”. ‘Atin no hemos aprendido a “leer” a Hegel. No es facil leer- Jo; y, mucho menos, vencerlo y exponerlo, La époea para Ia que él escribié gozaba todavia de In tranquilidad que permi- te una intima meditacién y de Ta calma que posibilita un desarrollo interior y total. Todavia era posible presentar pro- osiciones que tinicamente aettian por su propia importancia, por sus paradojas o por su profundidad; es decir, proposi- Giones qii¢ suponen un modo de ser acorde con ellas, y que revelan un mundo que va mis alli de Io ya impnesto y dicho. Es cierto que Hegel sabia —y se lamentaba de cllo— que los Tectores de su época fracasaban ante las exigencias propia de la palabra cientifiea, Pero, sin embargo, conocia el vuclo y la robustez del espiritu, pues se encontraba en medio del elevado sentimiento de Ja gran poca del pensamiento al min, cuya cima fue éI mismo. Tenfa profunda confianza en sus Contempordneos, puesto que a sus lectores Jes proponia esta gravosa exigencia: “Tenemos que convencemos de que lt naturaleza de la verdad es la de triunfar, cuando Je ha Ilega- do su momento, y debemos estar persuadidos de que silo en- tonces aparece. Jamés se presenta demasiado pronto, es decir, cuando no tiene todavia un piiblico maduro.” + Tales pala- ras son de su Prélogo a ta Fenomenologia del espiritu. Di- ficilmente se podria hablar asi en nnestra época. Pero lo 1 Hegel, II, 57. [Los niimeros romanos remiten al tomo, los arbi gos a las’ piginas, de la edioién alemana de Obras Completas de Hegel.) EL CONCEPTO HEGELTANO DE LA FILOSOF{A 13 seguro es que su filosofia no podria haber “aparecido” en nuestro tiempo, pues lo hubiera hecho a deshora. Y, segin Jo antes dicho, seria histéricamente imposible. Luego, puesto que Hegel no ha escrito para nosotros, ¢de- berfamos sacar Ja consecuencia pesimista de que hoy no po- demos entenderlo? Cuando pensamos en Jo muy obstruido que nos esti cl acceso viviente a sus escritos principales —a la Fenomenologia y a la Légica—, en el fatigoso estudio de afios enteros que dichas obras nos exigen para que empiece ‘a sonar en nosotros el secreto ritmo de sus proposiciones, po- driamos, en verdad, ercerlo, Sin embargo, {no es justamente ahora cuando ciertos aspectos de su espiritu cobran nueva vida? gAcaso no experimentamos, en nuestros propio pensar ¢ investigar, que nuestros problemas nos evan inevitable- ‘mente a concepciones que, para nuestro asombro y para sor- presa del mundo contemporineo, resultan ser motivos pen- sados por Hegel? ¢Cémo podriamos interpretar estos hechos sino fuera apelando a la circunstancia de que, justamente en nosotros, comienza a madurar una nueva eoncepcin de Hegel? Mas, si es asi, godmo hemos de renunciar a la espe- ranza de que aquella fatiga, lejos de ser el sintoma del fra- caso, sea la garantia do un proximo éxito? Tenemos que atre- yernos a ensayar una y otra ver, hasta alcanzar la meta, Esta exposicién pretende ser un paso en el camino; tan s6lo tun paso, porque tiene ante los ojos los limites de su hacer. Lo que molesta al lector de Hegel, sobre todo al de su Légica, es el inaudito “caricter abstract” de sus concep- tos, Pero es necesario que se Je presenten asi, mientras no haya desprendido su sentido, No advierte que en estos con- ceptos late algo eminentemente conercto y vivo, algo cuya “vida” distiende constantemente Ia forma plasmada y rompe Jo conceptualmente acufiado; es decir, algo que de continuo ‘cambia, varia y se desarrolla, haciendo del concepto una forma fluida y viviente, Este hecho exige que el lector reali- ce en su propio pensamiento el mismo proceso de fluidez y 4 LA FILOSOFA DEL IDEALISMO ALEMAN vitalidad; es decit, que dé vida a sus conceptos y los expe- rimente en su dinimica. Pero la aportacién del lector es muy otra. El pensamiento no-especulativo es, precisamente, el pensamiento “abstracto”. No por ser ajeno a la intuicién, sino porque sus conceptos estrechos, inméviles, fijados en aspectos unilaterales, se resi ten a la fluidez, y no quieren acompafiar a la cosa ni pene- trar en lo interior de su vida. No es nada raro, pues, que el lector, en lugar de Hegar a algo viviente, tropiece con mer abstracciones. Le falta lo que Hegel Iamaba “el esfuerzo conceptual”, os decir, la fuerza que hace estallar los fijos esquemas de los eonceptos y penetra asi en Ia “estructura conereta” que “se mueve por si misma”. He aqui cémo el mismo Hegel carac- teriza este hecho: “En lo que se refiere al estudio de la ciencia, es preciso aceptar el esfuerzo conceptual, que exige atoncién al concepto como tal, a las simples determinaciones, por ejemplo, al ser-en-si, al ser-para-si, a la identidad consigo mismo, ete; pues todas ellas son automovimientos que se po- drian lamar almas, si no fuese que su concepto designa algo amis alto que esto. El habito de perseguir representaciones hace que la interrupcidn introdueida por el concepto favo- rezca mucho al pensar formal, que razona a Ja deriva, con pensamientos no-reales.”* Ahora bien, la representacién estit y permanece hindida en el contenido; pero el pensamiento Formal, mediante la acuiiacién de sus conceptos, se imagina clevado por encima de todo contenido y, de esta manera, se balancea con equivoca libertad. Lo que se exige al pensa- miento y a la lectura filoséficos es, justamente, “xenunciar a esta libertad y hundirlo en el contenido, en lugar de hacerlo su arbitrario principio motor; la libertad debe dejarlo mover por su propia nataraleza, es decir, por su propia intimidad, y debe considerarlo en este movimiento”. La aportacién de Ia “vida” del concepto sélo puede ser TY, 46. EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOriA 15 conocida de modo concreto; sélo se tiene una idea de él cuando, por ejemplo, al Ieer el texto de la Légiea, se acepta cl “esfuerzo conceptual”, Al pensamiento perezoso y pasivo, que no carga sobre si semejante trabajo, el concepto Je mos- tari su eterno rostro de esfinge. El texto dialéctico seri para él una serie de eniginiticos signos, carentes de sentido. Oird palabras muy conocidas; pero advertiré que dicen algo extratio, y no entender Io que dicen. Sin embargo, la clave del cnigma no reside en un oculto sentido de los signos, sino que esti en el regre 0 a su significado propio y origi- drarios consiste en liberarlos de la ngider de la absteaceion, Claro esti que scmejante liberacién es “esfucrzo” y exige ser conquistuda: no nos apoderamos del concepto viviente de una vez. para siempre y con repentina irrupcién, sino paso a paso, es decir, con nuevos “esfuerzos”. Pero esto significa ‘que sélo podremos conquistarlos cuando poco a poco le qui- temos a Jos propios conceptos su fijacién abstracta, Hevindo- Jos a su peculiar naturaleza, a su mévil dinimica; es decir, cuando no sélo los conozeamos sino que también sepamos cempleatlos. Sin esta poderosa —y, al comienzo, violenta e intima des- orientacién—, nadic Hega s penetrar en el sentido de las ideas de Hegel, pues ninguna traduccién a otro lenguaje puede una falsifieacién de su pensa- miento, Tampoco al expositor se le ofrece camino alguno, Puede, por cierto, crear accesos y mostrarle caminos al prin- wwxiliarlo, Tal traduceidn seri jos de una inte rior disposicién que le puede ser aclarada al lector, pe jams ahorrada. Desde el principio, su trabajo estar pe dido para aquellos que s6lo quieren recibir algo pasivamen- te, sin colaborar con el propio esfuerzo. Pero para que fuera asi, para que el mismo Hegel no pudie- 1 ofrecer su mundo conceptual mas que a través de una cons- Linte mirada al otro rostro del concepto, hubo todavia otra fancia, Su clave se halla en la diferenciacién, por 16 LA PILOSOPIA DEL IEALISMO ALEMAN i establecida, entre el “pensar razonante” 0 “formal” y el “pensar conceptual”. En el primero, el sujeto del juicio es algo firme, una “base” sobre la que se apoya el contenido, dado como “predicado”. Pero en tales predicacos no se con. cibe, en modo alguno, el sujoto como tal, que sigue estando fuera del concepto, Si el sujeto debe ser aprchendido —y tiene que serlo, puesto qne es lo que se ha de concebir— él sentido mismo del concepto ha de variar; tiene que desapa- recer la exterioridad del predicado, y asi su diversidad e- gard a ser entendida como la esencia del objeto (del sujeto) que se despliega. Inclusive esta esencin del objeto —justa- mente lo que rige para todo pensar no-especulativo como lo cternamente extenio y trascendente al concepto— se ti que manifestar como siendo el concepto mismo, como lo r {intimo de él, esto es, como su verdad. El hecho de qu tal pensar sea “pensamiento que concibe” es de suyo com- prensible, pues todo otro pensamiento no coneibe en sus pre- dicados al sujeto, sino que pasa por encima de él; y si cree que lo ha concebido, se equivoca, El “pensar razonante” esti condenado a fracasar ante la esencia de la cosa. Comenzé por excluisla de sus conceptos y, después de eso, no podni en- contrarla en ellos “Con cl pensar conceptual ocurre otta cosa. Por ser cl concepto Ja propia intimidad del objeto expuesta en devenir, no es un sujeto quieto que, inmévil, soporta los accidentes, sino que es el concepto en movimiento, el concepto que recoge en si mismo a sus determinaciones.” * Aqui se muestra la esencia de Ia cosa. El otro rostro del concepto, st rostro dialéctico, esta en. su relacién con el objeto que, como juicio Y proposicién, reside —mis all de todo lo formal y de toda elacién mutua— en otra dimensién, Io cual hace que el con- cepto sea lo que por definicién es: “concept que concibe”, Pero lo que concibe no es una estructura formal y fija, sino tuna multiplicidad de formas que recorren lo diverso y los 21, 48 silo EL CONGEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA W i se Ins quiere coneebir en Jo que son, se las puestos. ¥ si se Ins quiere conecbir en lo a tone aque conesbie como. tensito, como "movimiento", es decir, como vitalidad. Claro esti que no es fécil asir su umidad, Formas fijas sélo pueden conducir @ una fja unidad, y ésta no proposes na el objeto tal como es, ¥ puesto que s6lo el objeto e verdadero sujeto del predicado, aquélla no podra propor: Gionar —desde un punto de vista filoséfico— el eoncepto de No] idad; slo que est en un lugar en No por eso falta a unidads slo que est en um lugar en qne ef pensar abstracto no Ia busca: no se halla en wn su puesto y de antemano admitido concepto de sujeto, sino ex Ja diversidad y objetividad de sus predicados. Fl sujet se transforma en sus predicados. No hay otra cosa por dett as cllos, fuera de su totalidad, de su integridad, 0 sea, de snGuil unidad, De este modo, ol concepto ge reaimente eon “ibe es fluente y en él desaparcce la solidificacién de sus de- sucumbe; ingresa en lo aiforente y en el contenido, nome As bie la determinabilidad; es decir, en luga Tae riety ental, comttuye el contenido die perinanecer quiel wie Pnciado, y también sw movimicnto. Por tanto, tien lat firme suelo que el razonar tenia en el quieto sujetos y s6lo este movimiento es cl objeto.” se nes no eso i ca grandes Tineas no es origina- Lo que aqui Hegel traza en gra i 7 - Tidscl saya, sno algo propio del pensar dialdctico. Es, o ae biera serlo, el cardcter fundamental de todo pensar filos6fico, Pues cualquiera sea el objeto que se elija, se eseapard sem ore que se pretenda abarcatlo con fijos conceptoss pero eu Tp éitos se-adaptan a su movilidad, los objetos se ofrecen por si mismos y se dan sin resistencia. Hegel se aproximé a esta oncepeién como nadie. La altura extraordinatiamente espe- ulativa de st objeto le permitié experimentarla, desde sus primeros ensayos, en una medida tan eminente que, por un Inomento, desorient su pensamiento, por competo entre- 18 LA FILOSOF{A DEL IDEALISMO ALEMAN gado a esa concepeién; més tarde la domind hasta el pun- de que todavia ahora nos es inaleanzable, y quien hoy ten- ga la fuerza de leer sus obras, se desorientard también ante su propuesta de un “esfuerzo conceptual” En esto Hegel tiene un significado fundamental para nuestra época; aqui hay algo que nosotros —en nuestros dias— no podrfamos conocer de modo inmediato y en las fuentes, si no fuese por él, También nuestro pensamiento, como el de todos los tiempos, esti afectado por el defeeto del “razonar”. Se extraiia del objeto, en Iugar de apropiai- selo. El pensar conceptual no puede proceder de este modo. EL hecho de que, frente a los textos de Hegel, sélo se vea el rostro de esfinge, y no el otro, el del concepto, es un defecto histérieo, euya peor consecuencia esti en la exterioridad de su mera comprensién histérica, Pero el hecho de que el x nar esté desarmado ante sus propias tareas, es decir frente a las que histéricamente le eorresponden; la circunstancia de que, también desde el punto de vista sistemitico, sélo las pueda dominar cuando se atiene a Jos limites que él mismo se ha trazado y al uso de sus conceptos compactos, en ugar de aceptar el esfuerzo conceptual que lleva al dominio del objeto, es un capitulo de suma gravedad. Aqui nuestro pen- samiento esté obligado a volver a Ja escuela para aprender a despertar la “vida del concepto”. Y Ia escuela superior del pensamiento que coneibe esti en Hegel. Al mismo tiempo que cl sentido del concepto, también varia el significado del juicio y su forma: la proposicién, eyo predicado se afiada simplemente al sujeto, la relax cin entre ambos sigue siendo externa. El sujeto tiene un contenido més rico, que no se agota en el predicado; pero éste es més general y, por eso, no se agota en el sujeto. Semejante exterioridad cesa en la “proposicién especulativa’ EI sujeto se despliega en sus predicados, y su contenido se realiza en ellos. Al lado de “sus” predicados no pueden haber otros “predicados o accidentes”. A su vez, los predicados que EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOF{A 19 constituyen su contenido no difieren de él. No son algo “uni- versal, libremente agregado al sujet”. En ese caso se podrian coneebir con palabras que, en el discurso, tienen significa- ‘cign universal; pero con cl pensar especulativo concluye se- mejante universalidad. Su significacién no puede ser sus- tituida por otros significados convencionales, tomados de otras esferas, pues no le convendrian. Sélo es posible encon- trar Ja significacién en la misma relacién de contenido. Y se la tiene que admitir en la validez que éste le impone. Con el discurso ocurre Jo contrario. Alli las significacio- nes de las palabras son fijas y le dan sentido a la tesitura de la proposicién. Aqué la tesitura de contenido, que ha de expresar la proposicion, ya esta fija de antemano y Te con- code a las palabras una significacién tinica, irrepetible y es- pecifica. Al contenido del concepto le corresponde su cone- xidn con el todo. La comprensién va del todo a los miembros, y no a la inversa, pues éstos no estin fuera de él. El concepto ts lo que es s6lo como predicado de un juicio determinado. Pero, puesto que el juieio afirma que el sujeto “es” el predi- cado (S es P), el concepto no es otra cosa que el sujeto del juicio. De este modo, a partir de la exterioridad del juicio formal, se Hega a una relacién esencial, fuera de Ia cual los miembros no son nada. Ya hay una justificacion de To dicho eundo, refinigndose a este caricter de la proposicién especulativa, Hegel afirma: “De esta manera, el contenido no es, en efecto, el predicado del sujeto, sino la sustancia, la esencia y el concepto de lo que se habla.” ” Se ve claramente que el concepto no existe antes que el juicio; se advierte cémo el concepto relaciona su contenido a partir de algo que no esti implicito ni en el sujeto ni en el predicado, sino que aparece en ambos. Fse algo es la “sustancia” del juicio, es decir, To vivo y fluente, lo que no se puede fijar: es aquello “de lo que” en verdad se habla, Pero lo que aparece en el hablar es el sentido de las palabras. Ast se entiende por qué este significado es fluente, 20 LA FILOSOFfA DEL IDEALISMO ALEMAN y no susceptible de ser munca gencralizado en los termini. También se entiende por qué el “concepto” no reside en uno © en otro de los termini, pues sélo se cumple en el juicio. Su contenido —Io verdadero~ es el todo, es decir, la indlivisa uni- dad de la sustaneia del juicio. El cambio de su significado modifica el caricter del per sar. El pensamiento “representativo” (comin) se detiene ante los accidentes 0 predicados; por eso esti obligado a tras- Pasarse y, por cierto, lo hace “con derecho, porque sélo son predicados y accidentes”. Pero “lo que en Ia proposicién tie- ne In forma de un predicado, y que es la sustancia misma, es obstaculizado en su marcha hacia adelante, Padece... un choque”. El pensar comtin parte del sujeto, como si éste per- maneciera intacto; pero, al Hegar al predicado, encuentra que sélo en él el sujeto tiene su determinacién, Advierte que “el sujeto se ha trasladado al predicado y, con cllo, superado”. Ahora aparece en el predicado el peso 'de la sustancia; y, ante su peso, el pensar se atiene a ella, Aqui ocurre algo muy extraiio, Puesto que la proposicién formal y la especulativa emplean las mismas palabras, su diferencia residiria en el contenido, que sélo se anuncia en el predicado con voces contrarias a la del sujeto. En seme- jante conflicto se “destruye”, la naturaleza de la proposicién y, en su lugar, entra una configuracién més alta, en la que ambos aspectos se conservan, Se superponen dos micmbros por completo inconmensurables; pero Jo hacen de tal modo que, a pesar de no alcanzar a cubrirse, se subordinan entre si y uno aparece en el otro. “Este conflicto entre la forma de‘una proposicién en general y la unidad del concepto que la destruye, es parecida a la que se efectia, en el ritmo, entre el metro y el acento. El ritmo resulta de un flotante término medio ‘asi como también de la rennién de ambos extremos.” Lo que Hegel nos dice con esta oportuna imagen se re- fiere al misterio de Ja proposicién especulativa y, al mismo EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILosoriA an tiempo, nos da la piedra de toque para que el lector In en- tienda. Su estilo filoséfico ha sido celebrado por muchos; inclusive —y quiz especialmente por los que no supicron descifrarlo filosdficamente, Ocurre con él algo semejante a Jo que acontece con la poesia que, no obstante estar recar- gada conceptualmente por la palabra, actiia directa y sen- timentalmente sobre el que tiene un aguzado sentido de la Jengua. El fundamento de este hecho se encuentra en esa ocuita profundidad de Ia palabra que difiere, con sus propias y contrarias voces, de Ia estructura plasmada en el primer plano y que, por eso, produce un “ritmo” regido por doble ley. La interior tensidn de esta relacién es tan poderosa, que ni siquiera el lector que la entiende por su contenido puede escuchar su rica melodia. Por eso el sutil ofdo lingtiistico tiene que Hegar a una especie de comprensibn intuitive de Ta cosa, pues ésta, es decir, el objeto, es la “sustancia” que se delata en ella, El ritmo de la palabra, oculta y al mismo tiempo revela: de este modo documenta, que es Ia adecuada expresién lingiiistiea de la cosa. Tanto en lo pequeiio y perficial, como en la mayor profundidad y en grandes di- mensiones, el ritmo es idéntico: es léctico. Pues también Ja dialéctica tiene el destino de ocultar lo que hace visible y de hacer en absoluto visible lo que oculta. No se puede separar del contenido que comunica, como tampoco el estilo lingiifstico que ella se crea se puede separar de ella misma. 2. HecEt, ¥ NosoTRos Ya tenemos una primera nocién de To que el estudio de Hegel nos exige. Que se nos dé algo para cumplir tal exi- gencia, es otra cuestién. Si se asiste a tan dura escuela, sera Dreciso tener tma meta ante los ojos; pero, en realidad, no cs fécil poseer una idea de ese fin, Del patrimonio concep- tual de Hegel Ia historia ha transmitido siempre una parte 22, LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN mezquina y parcial de su poderosa riqueza, y de nigiin modo Jo mejor, ni siquiera lo central. No todo lo ensefiado y pensado por Hegel ha resistido a la etema prueba de la historia, No todo lo suyo es, para el investigador actual, una precisa indicacién de su camino. El hecho de que también en él haya algo de “vivo y de muerto” igtin In famosa divisa de Benedetto Croce, que vio exac- tamente el problema; pero que, en Ia mayor parte de los ‘casos, no encontré el criterio para juzgarlo— es, en el fondo, algo de suyo comprensible. Serfa mejor decir que en su mundo conceptual hay que establecer una diferencia entre Io histérico y lo suprahistérico. Pero también Jo meramente histérico tiene interés para nosotros, por cuanto Hegel fue un tipico representante de su tiempo. Fue la cima del trabajo intelectual de toda una época; y también, en no menor me- dida, cre6 un sistema filoséfico como no hubiera otro antes 0 después de él: amplio, rotundo, arménico y elaborado hasta el fin, Lo avasallador de este sistema no ha dejado de impre- sionar, y mantiene su importancia, con absoluta independen- ia de Ta cuestién de saber si ann hoy puede pretender tener alguna validez. A los hijos de una época caracterizada por su actitud his- térica, Jes basta con asombrarse ante la gigantesca construc- én, con deseribir e imitar la estructura del sistema, 0 con valorar —desde puntos de vista mis 0 menos felices— una forma del ser espiritual que es tépica. Todo esto tiene poco que ver con Ia filosoffa, Muchos han seguido este camino, @ pesar de que jamés conduce a la comprensién de Hegel. Pero semejante corriente ha variado, y ese historicismo ya no es la forma decisiva de nuestra comprensién histérica. Hoy se considera que también el historiador de las cosas del es- piritu sélo comprende de su objeto lo que, en general, puede comprender en forma objetiva y sistematica; se estima que la problemética del pasado se abre al que tiene y persigue actualmente el mismo problema; dicho en pocas palabras: EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOF{A 23 se establece que el historiador de In filosofia esti siempre y eternamente en actitud sistemiitiea ante las euestiones su- premas de su época. De esta manera, cambia la imagen. La relacién “Hegel y nosotros” pasa a’otro plano. Ya no s¢ trata de una vision 5 de un pasivo asombro, sino de una adarada valoracién. Flasta se considera que, desde un punto de vista riguroso, no existe, en absoluto, tna comprensidn puramente pasiva; pues Ja contemplacién no valorativa sélo es una distrafda mirada, mientras que Ia dave de Ia comprensidn histérica esti en Jn propia inferencia de In cosa. ; Con este criterio, y a pesar de no tener un propésito pre- ciso, se aleanza de modo conseeuente el punto a que habia Tleaado Ia conciencia histérica del mismo Hegel, que fine jus- tamente el primero en abrir el camino de esta comprensién histéviea. Por primera vez revivié el lejano pasado del pen- samiento occidental: a él Tos grados del curso historico le ‘terno valor, que por set Io suprahistérico dentro revelaron s de Ia historia, tuvieron importancia para sw propio pensa- miento sistematico, Con este procedimiento ejemplar, que Jo cra peculiar, Hegel Hegs a ser cl descubridor propiae mente dicho del patrimonio histérico, y al mismo tiempo el cereador de uma idea de Ia historia de kn filosoffa que en vano todavia espera wn maestro, ; ‘También, y mo en menor medida, nos a indieado —= nosotros y al tiempo por venir— el camino, la manera y el punto de partida que necesitamos para considerarto histb- Hicamente; es decir, nos ha seiialado la base suprahistériea de que 4 misino habia partido al juzgar a sus antecesores. Por @s0, Ia cuestiin acerca de lo que hoy podemos aprender de Hegel nos Teva al centro de la tarea de entenderlo histé- ricamente. Se desprende de aqui lo que la investigacién lis- torica del siglo xix no entendid: que la vision hist6rica y la valoracién acabada y sistemiitica no son dos tareas subsis~ tentes de por sf, que siguen caminos diferentes, sino una y la 24 LA YILOSOFYA DEL IDEALISMO ALEMAN misma labor, cuyos aspectos y “momentos” pueden variar mucho en sus vineulos reciprocos, pero no separarse uno del otro. Se entiende que el saber histérico, sin cl sentido que le confiere Ta conciencia viva y sistemitica del problema, no ¢s comprensién histérica. Asi, en el umbral de esta comprensién es importante saber como se debe separar en Hegel Io histérico de lo suprahis- rico. No nos esforzamos por partir de un punto de vist ni necesitamos introducirlo arbitrariamente, puesto que nues. tra historia no lo prescribe y menos aun Io impone por fuerza. Ninguna época puede tener por base puntos de ta que no sean los suyos, Naturalmente, éstos no son absolu- tos, sino histérieamente condicionados, y otras épocas ten- dan razén si los abandonan y reempla: zat por los suyos. Pero también ellos estarin, a su vez, igualmente condicionados. Sin embargo, todos estos puntos de vista se justifican cuando son suficientes para hacer vivir, por lo menos, una parte del patrimonio intelectual de Hegel y cuando sin cllos no se habrian despertado. Aqui no hay dificultud alguna, siempre que se considere Ia propia condicionalidad y que no se tenga Ta utépica pretensién de poseer la “conciencia histériea absy- Tata”. Pero nuestra propia posicidn histérica debe ser euidadosa- mente bosquejada frente a la de Hegel. No porque éste se haya convertido, para nosotros, en algo por completo “his- térieo”. Al contrario, no lo es en modo alguno. Pero hi de poner cierta distancia entre nosotros y él. La encom en el conocido derrumbe de lt filosofia hegeliana, que ocu- mrié inmediatamente después de su muerte y que, por reac. cién general contra Ja época del idealismo’ alemin, levé una radical ruptura con Ja tradicién especulativa. Este derrumbe no corresponde, en manera alguna —como antes y todavia hoy creen muchos=, al todo del mundo in- telectual de Hegel. En verdad, sélo cayeron algunas tesis de su filosofia de Ja naturaleza, del derecho, de la historia ANODE LA FILOSOFIA ry EL CONCEPTO HIEGE! la religién; pero no los cimientos. Como esas tesis es- Taba, ate bs ojos de amplios efreutos, en primer plano, y como el gusto de In gpocs so apartaba radieslmente de lo culative, pudo parecer que la filosofia de Hegel habia nbido, Por cierto que esto es un error de interpretacién mpuso con necesaria facilidad cuando otra época volvié a tener contacto con las capas problematicas que es- taban en Ta base de Hegel. Tal époea se hizo esperar; pero Megs. Estamos en medio de ella, o quiz en sus eomienzos Para los epigonos no es dificil reconocer en aquel “derrum- be” un gran error histérico. Pero no sélo fue un error. Lo que entonces cays, realmente cay6 con razén, porque histéri- camente habia agotado sus recursos. Bi progreso de ls clen- cias positivas habia ido mis alla, Querer volver a erigir Io eaido, es desconocer Ia de Ia historia universal. Y en cfecto, a nadie se le ocurriria hoy semejante empresa; en esto no hay conflieto algun, Pero tal tito @ manifesto reconocimiento de la justicia a nos permite actual- mente salvar lo suprahistérico de Jas ruinas de Ia historia. Ella traza 1a Linea divisoria, a cuyo establecimiento concu- rrfan los esfuerzos de la comprension valorativa, Ast, pues, en interés de dicha comprensién, hemos de estar agradecidos a aquel derrumbe. Naturalmente, no por eso se ha decidid en modo alguno la cuestidn de saber si la linea divisoria ha sido correcta mente trazada para todos los tiempos, o si mucho de lo que entonces no eayé no Negeri a ser, mis tarde, algo mera- mente histérico, Sélo la ulterior investigacién nos podri ins- truir sobre este punto. Y también dejamos abierta Ia cues tibn de saber en qué medida estamos en sitnacién de ofre a un punto de vista suficiente para valorar hx gran masa de lo que ha quedado en pie. Confiamos ambos problemas al ul- terior curso de la historia Pero no puede haber duds alguna de que en 0 conser vado hay un riquisimo contenido conceptual, y de que la que se 26 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN situacién de los problemas de muestra época ha aleanzado Ja madurez suficiente para eneararlos; por eso se nos pro: pone la tarea de hacer valer nuestro puesto, EL signo de la filosoffa de mestros dias es el de una radical desorientacién, que también afecta —al lado de otras cues- tiones— al mismo positivismo que antes habia creido trinn- far sobre cl “derrumbado” Hegel. Por eso es natural ahora lo soterrado salga a luz. Lo que hoy vuelve a vivir en Ja comprensién sistemitiea es, ante todo, el sentido por lo profundo, no por Jo que est al alcance de Ia mano; por To que es en absoluto inaprehensible a un pensamiento no- speculative; dicho en pocas palabras: por lo metalisico. Esta situacién no sélo emerge en alguna direeciém determi. todas las corrientes y proble- mas, y en el fondo de todas’ las disciptins. Fste. veh significa que volvemos a ver tal como Hegel vela; que en el Aerecho y en la historia, en la maturaleza y en la religion, en Ia légica’ y en Ia vida animica, rige Ia “sustancia”, entendl como To peculiar, como lo verdadero. Al pensamiento filosé- fico, que lentamente vuelve a reflexionar en profindidad, se Je muestra sin esfuerzo ni bésqueda— un amplio aspecto de To que en Hegel hay de suprahistérico. La teoria del “es- piritu objetivo” ha vuelto a probar su derecho: hoy afirma st posicién de por si, y no necesita introduccién alguna que Ja jnstifique. Algo semejante ocurre con el significado, peculiar- mente estable y auténomo, de lo légico. Desde la caida del psicologismo, ya no se diseute sobre este punto. La psicologia orientada por la ciencia natural ha cadueado, La interioridad dle lo psiquico, imaccesible al experimento asi como Ta vida propia y la estructuza peculiar de sus actos, vuelve a estar presente, en su plenitud y abismitica hondura, ante los ojos de todos: sin quererlo nos hallamos en el mismo plano en que se movian los problemas de la Fenomenologta del espiritu de Hegel. La filosofia de la historia, entendida de un modo nada; Ia vemos levantarse ¢ entendida EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA aT puramente metodolégico —que pretendia fundar ana cfencia Ge la cultura a partir de los limites de In conceptuacién cientifico-natural— ha fracasado ante los temas actuales de Ia investigacién histérica. En su lugar se encuentra el esfuer- zo todavia oscuro, pero radical y consciente— por llegar a Ja conquista del sentido del acontecer hist6rieos sobre todo no se pasa por alto Ia insuperable profundidad de su pro- Dlema. Por contraria que la actual investigacién pueda ser a determinadas posiciones hegelianas, se encuentra ante los mismos y eternos problemas que determinaban Ia filosofia de la historia de Hegel. La circunstancia de que en la So- ciologia, en la Estética y en Ja Filosofia de la religién ocurra fexactamente Jo mismo, es un hecho tan conocido que nadie que esté en esas investigaciones se puede engafiar. E] retorno a la plenitud problemitica de Hegel, que se delata por todos Indos, ya no es una tarea, sino um hecho. La cirennstancia de que cn muchos falte Ia conciencia his- toriea, no quiere decir nada contra esta afirmacién. No co- rresponde apclar al nombre de Hegel sino .ctivo tra- bajo de Ia filosofia en su espiritu y sentido, Pero existen partes constitutivas de la filosofia de Hegel a las que no se puede retomar; inclusive nuestra época ape- nas nos proporciona algin acceso a ellas. De esta clase son —para mencionar los ejemplos mis citados— el idealismo, el panlogismo, la dialéctica. Tampoco el renovado espiritw de Ta metafisica tiene ji tendencia. Mas no hay que olvidar dos cosas. En primer término, no sabemos de antemano si estos ingredientes se deben contar entre los suprahist6ricos. Podria ocurrir que pertenezcan a Jo que ha caido de wna ver, para siempre y no merezcan ser resucitados. De un modo equitative habria que aguardar tuna madure. capaz. de decidir la enestién, aunque se tnviese que esperar um siglo. Pero tal circunstancia no detiene, en modo alguno, cl retorno de otros aspectos. En segundo tér- mino, hay que tener en cuenta que en esos conceptos, acufia- 28 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN dos en titulares dignos de una frase hecha, esti implicita toda una serie de prejuicios e interpolaciones, ajenas a Ta cosa misma, Desde este punto de vista ha sido particularmente daiioso el Namado “panlogismo”, concepto que no procede de Hegel Y que se le adapta mal. La mayor parte de las veces se piensa que Hegel hubiese querido imponer, con rigido esque- ma, el predominio de las formas “légicas”, inclusive para los problemas que por su contenido son mas heterogéneos a cllas. Ademés, tal afirmacién se basa en un concepto que 1e de Ia vieja logica escokistica, Cudn poco que ambas circunstancias corresponden a Ja cuestién, se aclara tan pron- to se dirige la mirada a la Logica de Hegel. En ella trope: mos, a cada paso, con cosas que, en el sentido de la légica escolisticn, tendriamos que lamar en absolute “ilég Semejante “légiea” es una pura metafisica, y Hegel la llamé asf porque conocia un significado del logos diferente del tra- dicional. En efecto, las categorias de esta Légica son lo su- ficientemente vastas y diversas como para hacer justicia a los problemas coneretos y préximos a Ia vida. Pero, en el desarrollo de su sistema, Hegel no se limits a cllas, Todo nuevo dominio de problemas encontré en é sus nuevas y propias eategorfas, y el retorno de las determinaciones fun- damentales, claboradas por Ia Légica, a los contenidos mis plenos y altos, seria para ellos como una camisa de fuerza. Al contrario, Ias determinaciones mismas se combinan con éstos de nn modo tan diverso que seria posible perder de vista el caricter unitario de Jos fundamentos. ¥ todavia mas. Se piensa que el panlogismo es algo asi como un racionalismo universal. Se pone en el mundo el esquema conceptual de la “razén” humana, y con ello se cree poder mantener la tesis de Hegel, segiin Ja cual slo lo ra- cional es real. Pero seincjante tesis hubiera debido hacer pal- pable el hecho de que con ella no se pensaba en Ta razén hu- muna y finita y que “real” no debia ser tan sélo lo que esa EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA 29 rain jlominaba. Peso sien su base est wn mis anplio con cepto de la xazén especulativa, dicha tesis no sostendré mada de particularmente atacable ni tampoco un racionalismo, en- tendido en sentido propio. Pues, un racionalismo de ka razén divina o “absoluta” es una tesis inofensiva desde el punto de visti metafisico, porque no exclaye ht exstencia de Jo irracional para nosotros; por eso no puede, de ningim modo, hacer peligrar el ctemo residuo problemitico de los funda- entos iltimos. geliano de trata los problemas, tenlremos muy otra opinion del puesto que Hegel ocupa frente a lo imacional, Nada encontramos en él acerca de un encubrimiento o negacién de lo incognoseible, Antes bien, ocurre lo contravio: hay: o s11 modal un particular amor de perseguit lo desconoeido como tal y un método ejemplar de desarrollar los probl mas, Cuando surge alguna contradiceién, Jejos de espan- tarse, dicho mmétodo a acepta de wn moxlo eminentemente positivo, y la contradiccin rige de manera incondicionada. Justamente, la forma general de la dialéetica consiste en el descubrimiento de las contraclieciones y en el reconoci- miento de su gravedad. El hecho de que cllas vuelvan a ser superadas antitticamente no signifiea —por lo menos. se- gin Ja tendencia— que se Tas destruya; al contrario, las con- tradic destruyen el concepto de Ia ratio finita, Hacen cstallar a los conceptos solidificados, con Jo que se favorece fa Ia cosa que se trata de concebir. Y cuando el concepto se transforma, de acuerdo con ellas, y se convierte en una forma “fluente”, es decir, cuando Mega a ser concepto es- peculativo, inffuye Ja inracionalidad, en vex de rechazarla, La vide del eoneepto, tal como Hegel ks entiende, ost muy lejos de ser una vida racional, en el sentido de Ja razén finita, Con pleno derecho se podria hablar de Ia pro- funda ieracionaidad de los conceptos hegelianos. Y st se quisiera aplicar este ambiguo titulo a un mundo conceptual, 30 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMOALEMAN que a ojos vistas va mas alli de semejante denominacién, con ignal derecho a como se habla del racionalismo de He. gel se podria hablar también de su irracionalismo.t Gon In dialiéctica curse otra cosa. También sobre ella se han generalizado tantas visiones erréneas que es dificil Hegar a una posicién justa. Pero de cualquier mode que se la entienda o deje de entender es y sigue siendo el método realmente claborado por Hegel y el procedimiento que ha impuesto su sello a todos los contenidos, El hecho de que Hegel no sdlo haya visto en ella el acceso a la cost sino también a Ia cosa misma, 2 su movimiento peculiar y propio, del que el pensimiento toma su curva particular, s6lo este hecho, tendria que evar a la cautela'y a It mayor seriedad de su valoracién, Pero, en verdad, la cuestién es mucho més vasta Por una parte, sabemos que en este punto Hegel no esti solo. Fichte y Schelling han sido tambien dialéetcos, y- no menos lo fucron Platén, Plotino y Proclo. Por tanto, la’ dia- Ketica nos presenta un fendmeno que se repite histérica: mente. Y por diferentes que sean sus formas, ciextos carae teres fundamentales se encuentran siempre, por ejemplo ka gran altura expeculativa, la movilidad de los conceptos, las antitesis le los momentos, ln acabada Se tegorias fundamentales y de Tas leyes categoriales. Es mani- fiesto que estas notas se vinculan de un mnodo esencial su aparicién, Esta cireunstancia sugiere la idea de que cier- tos dominios problemiticos exigen la dialéctica, dle que sin ella no se podrian desarrollar. ° Por otra parte, es fiicil mostrar que cualquier intento de separar los temas especiales de la dialéetica de Hegel de st forma dialéetica esti condenado al fracaso. Es cierto que muchos de ellos también se podrian captar de otro modo, claboracién de las ca- * Gfr. la tesis de Richard Kroner, Von Kant bis Hegel, Il. Tiib. 1924, ig. 271. “Sin duda Hegel es el’ mayor irraci pig, 27) Guda Hegel es el’ mayor itracionalista que eonoce la EL, CONGEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA 3h pero no sin desventaja para Ia cosa. Quedarfan por detriis aspectos muy esenciales, ya que no se pueden agotar con una forma que les es heterogénea. También esto se debe entender, en el fondo, como una advertencia, La dialéctic no se puede separar arbitrariamente del patrimonio con- ceptual de Hegel Pero si es asi, deber tener, di nificacién suprahistérica, por lo m pnede reemplazar por otra cosa del mismo valor. sible penetrar en su esencia, y —en caso afirmativo— saber cul es el grado de esa penetracién, son cuestiones de las que no podemos hacer depender su valoracién. Si no Mega- mos hasta ef micleo esencial de 1a dialéetica tendremos que in embargo, que rija su necesidad objetiva, sin » modo innegable, una sig- nos en cuanto no se la es po- dejar que Sepamos en qué consiste, Si atendemos a la inabarea- ble plenitud de los contenidos plasmados, y que elkt torna visibles, podriamos ercer realmente —por fantistico que le parezea al sobrio pensar— que lo dialéctico es algo asi como lo divino del pensamiento humano; es decir, una revela- cin de lo eterno en Jo temporal y en Jo temporalmente condicionado, el anuncio y el Lenguaje de una razén abso- uta en Ia razén subjetiva’ y finita, Sin embargo, estas gruides palabras como tales no se han de cargar con un peso metafisico independiente. Todas Jas reminiscencias misticas son arriesgadas, pues una situa- cién dada como Tano hecho objetivo se toma ambigua. Pero la euestiin es en si misma por completo unfvoca. Y ya de por si, sin necesidad de atribuirle confusos accesorios, és un hecho muy extrafio, Su importancia es tan prepon- derante que una vez que se Ja ha captado, no puede ser abandonada. Y la rebajariamos demasiado si estableciéramos que Ja carencia de un punto de vista para valorarla en la actualidad es casual, Semejante apreciacién negativa seria un arma de doble filo: podria significar que la dialéctica de nuestro pensamiento fracasa; y tunbién que nuestro pensar 32 LA FILOSOF{A DEL IDEALISMO ALEMAN fracasa frente a la dialéctica, ¥ teniendo en cuenta su asom- broso rendimiento en el pensar de Hegel, no andariamos erra- dos al suponer que en esta alternativa nuestro pensamiento no-dialéctico sale perdiendo. Pero esta cireunstancia nos pro- poreiona un ejemplo palpable del derecho que actualmente hos asiste para tener couciencia de los limites que a his- toria impone a nuestra concepeién. Mas hay otro punto, Si Ia dialéetica es, on efecto, un ingrediente necesario e irreemplazable de la filosofia; os de- cir, si realmente significa un particular acercamiento a Ja cosa, que otras formas del pensar no podrian procurar, nunca hubiera podido ser la forma cientifiea universal de la filo. sofia. Pues en la dialéctica reside algo exclusivo e inefable; algo que en cualquier época ha sido entregado a unos pocos Y aun esos pocos fueron incapaees de penctrar en st esen- cia. La dialéctica se Je impone al individuo como un don del cielo, y auxiliado por ella erea obras que los demas apenas pueden seguir y comprender, y teje una trama de conceptos que el pensamiento sélo con dificultad y rodeos puede entender. El don del pensar dialéetico es compara. ble al que tiene el artista o el genio. Por ser un don del espiritu, la dialéetica es rara; no es cognoscible; no. tiene en cuenta ni conoce sus leyes, y sin embargo, os profunda- mente legal, objetiva e incontrastable: como en Ja auténtica creacién artistica, todo en ella es necesario. En esto habria una justificacién de la idea de Schelling, cuando afirmaba que entre el artista y el filésofo habia afinidad espiritual Pero esta afinidad no la tuvo Schelling, sino Hegel. Para éste, la dialéctica tuvo un valor en absoluto auténomo y dominante, mientras que para Schelling fue algo ocasional. Pero, en todos los casos, se puede entender muy bien por qué nuestra época no muestra idéntica tendencia a la dia Keetica, como tampoco a otros muchos rasgos fundamental del pensamiento hegeliano. Pero no sélo es nuestra época a que no muestra esa inclinacién; en ningiin tiempo se la EL. CONCEPTO HECFIJANO DE LA FILOSOFiA 38 ha plasmado colectiva y cfentificamente. Al parecer, la dia- léctica nunca seri un bien comin, sino que seguird siendo el caricter primordial de lo genial, Nosotros podemos, gra- cias a ellos, ensefiarla, pero no aprenderla En cuanto al “idealismo” de Hegel, nuestra posicién es muy otra. En todo caso no constituye un motivo de retomno. Nuestro tiempo acaba de dejar atris al idealismo neokan- tiano, y es manifiesto que cada vex nos alejamos mis de &, Por otra parte cl idealismo no se puede, como el pan- logismo, separar de Hegel, Bste es el producto de una com- prensién equivocada, el idealismo no. Ademés, nos enfrey tamos con un idcalismo muy preciso: con el de In “razén absoluta”. Tiene poco que ver con. sus conocidas. form, subjetvas e inclusive con el traseendental de Kant, Sin on bargo, no es un pensamiento que sélo pertenezea a Hegel. Ein los maduros Piehte y Schelling, el idealismo habia le- gado, segim la modalidad de cada uno, al mismo punto. Se trata, pues, de algo comin a la época; pero Hegel presé esta idea, conductora de su tiempo, con mayor prec sién y la elaboré de un modo mas universal. El fundamento idealista y el principio que configura el sistema hegeliano esté en la conviccién de que lo “Absolute no es otra cosa que la “rizén” y de que, por es0, el hom bre tiene un acceso inmediato a él, posibilitado por su razén finita; de que Ja filosofia no es mis que cl estallido de ésta, provocado por Ia razén absoluta y por su elevacién hasta ella, El sistema como tal no se puede separar del idcalismo; pero justamente cl sistema no se identifica con In filosofia hegeliana. te en ella mucho que no estt condicionado por Ja forma sistemitica y que, por tanto, es independiente de Ja misma. Tal autonomia se reconoce facilmente en la Hana objetividad, en la indiferencia frente al idealismo y realismo. En una medida que ni siquiera los grandes comparten con ot LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN 4, tiene la maravillosa objetivi 7 awvillosa objetividad de dejar hablar al con- cepto mismo, de iluminarlo desde dentro, sin imponerle sus puntos de vista, sin considerarlo a Ja Inz, de una determinada teoria. El hecho de haber clegido, para su primer feaxlamental, el titulo de Fenosnenotonin, wo ed cave; prea slo queria caracterivar, deseubrir y separar unas de Ta formas fenoméaicay del espiitn’Y neliad cate propeita en ume medida macho mis amplia que Ia que Tos née Brees eats le torts y po de sta ea Ante todo, ol eareter de su dialéctica ex el de una flo- tante objetividad, que se mantiene mis acd del idealisino y del realismo. De ningiin modo es cierto, como todavia hoy se sigue afirmando, que a dialGetica solo es la forma sistemitica del pensamiento de Hegel, que con violencia plasma su contenido dindole unidad. Mas bien, es todo Jo contrario: tiene plena indifereneia frente al sistema y al punto de vista, es pleno abandono al objeto, un sutil movil estrecharse a él en lo que tiene de mis fino, Por ese tod To esquemitico fracasa cn ella, pues de problema problema, de contenido a contenido, va siendo tra; a cada Paso —para desesperacién de todo cémodo modo de pensar generlizador— cambia el punto de ists mea se ata a inguno. Naturalmente esto no rige en igual medida par Jas partes de las investigaciones cata Thay Ree ae que el idealismo surge claramente, otros en que se lo des, arrolla en principio. Pero este hecho no esti en Ia esencia de la dialéctica, sino en el caricter sistematico de Ia con- cepeién hegeliana del mundo. Ocurre con Hegel lo que sucede con Kant y muchos otros: el sentido y la importa, cia de Io intuido’no se agota en la estrecho del sistem: acuiiado desde un principio fijo. Es independiente de él, porque esté por encima de todo sistematico punto de par. tida: lo intuido hace estallar cl sistema. Nada es amis nas EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA 85 tural que esto. Un sistema silo es la concepeién del pensa- miento, es admision 0 busqueda ~por imponente que pueda ser la construccién—; Jo intuido en el problema singular, al contrario, proviene del objeto, es el fruto de una penetracién en él, Eso es lo que en Hegel rige de manera suprema; su modo de persegnir los problemas, sin turbarse, es de una peculiarisima fuerza y desconsideracin, puesto que, ante todo, es desconsiderado para su propio sistema. Si It teoria hogeliana del ser, de In cualidad y de Ja infinitud depe dicra de su idealismo de la razén, se habria derrumbado con él, y actualmente sélo tendria para nosotros un mero interés histérico. En verdad, dicha teoria es por completo indiferente a su idealismo; tal como Hegel la ha desarro- lado dialécticamente en la Légica, hasta en su misma ex posicién no depende de él. No es preciso trasladar Ta alu dida teoria a otra forma para que muestre su rostro extraio ‘un punto de partida sistemético, puesto que ya Hegel la coneibe por encima de él. En Ios dos primeros tomos (la “Légiea objetiva”) tor de la Légica de Hegel, hace una peculiar experienc ¢s dificil que rastree algo del tan celebrado idealisino he- geliano, y si lo advierte es en las partes complementarias, ratorias y preparatorias y no en el curso propiamente dicho de Ja investigacién. Estos dos tomos podrian titularse perfectamente bien “Ontologia”. Y, en verdad, son el deta- lado desarrollo de una ontologia. En ellos encontramos Ja base ontoldgica de la filosofia, puesto que constituyen el fundamento de todo Io demas. Quien hoy se inqniete por Jas cuestiones ontolégicas —por diversas que sean las pers- encontraré aqui To que no hallaria en otro lado Con igual plenitud: uma inesperada y rica fuente para el tratamiento puramente objetivo del problema, La investi facién de Hegel se relaciona al objeto enfrentado por Leib- iz. y Wolff, que habia sido elaborado por Toms de Aquino y Duns Escoto, ¢ inicindo por Platén y Aristételes; pero, el lec- peetiv: 36 LA PILOSOFEA DBE. IDEALISMO ALEMAN con conciencia de su dependencia, fue més decesores. Hay buenas razones para hablar de una ontologia de Hegel, lo cual arroja una muy peculiar Iwz al desarrollo total del idealismo alemsn. EI idealismo va siendo cada vez mds objetivo. En los comienzos de Fichte y Schelling es- taba todavia muy teftido por la subjetividad, es decir vincu- Jado a un concepto del Yo, que aunque distinto del yo empirico estaba, sin embargo, entendido por analogia con 41. En las posteriores Teorias «de la ciencia y en el Sistema de la identidad, tal idealismo ya esti superado. Pero en Hegel este proceso Iega a su conclusién, No por ceder su puesto a un nuevo realismo igualmente unilateral, sino por- que la investigacién sale del plano dado por el contraste de los puntos de partida sistemiticos, y, al elevarse por et cima de ellos, hace justicia al cartcter ontolégico, es decir, en si, de su objeto, Justamente cn cl punto mas alto de su desarrollo se pro- duce el velco del idealismo a Ja Ontologia. Es la antosu- peracién histérica del idealismo, cumplida por sus propios problemas y conducida por sus peculiares ¢ intrinseeas cone secuencias, También se podria decir que este hecho es la dialéctica adecuada a su esencia, su consecuente clevacién por encima de si misma, su autosuperacién en la nds vasta esencia de Ia filosofia como tal, que no se puede dejar absorber por los aspectos parciales de un punto de partida sistemitico. Encontramos el retomo —que también reside en el sentido de toda investigacién presente— a la gran corriente de la philosophia perennis. El hecho de que el idealismo alemén haya tenido la fuerza de Hogar hasta su autosuperacién constituye el supremo tes- timonio histérico de su grandeza. Y la circunstancia de que este paso de madurez y perfeccién se haya dado en la filo- sofia de Hegel, es lo qne le confiere sw particular dignidad, que asombra, todavia hoy, a los espiritus comunes, aunque It de sus pre- CONCEPTO FIRGRLIANO DE LA FILOSOFIA 3T Estos consideren que el titinico trabajo que con esfuerz0 condujo a semejante encumbramiento pertenezea a un pa sado histérico. 3, HEcEL ¥ LA CIENCIA DE SU TIEMPO Es cierto que la época en que vivid y escribié Hegel tampoco sabia nada de esta superacién. Estuvo pr de sus formas de pensar, que eran las del pensamiento sis- tomitico del idealismo. Pero su gran perfodo habia comer nar: la impetuosa serie de Jos “sistemas” des fallecia; el acorde final de su madurez. se estructuraba con calma, armonfa ¢ intimidad, pero no por eso carecia de vigor. Justamente, por Ia fuerza de pereusién ninguno de aquellos impetuosos sistemas iguala al de Hegel, que crecia despacio y brotaba de aclaradas profundidades, se considera la filosofia hegeliana como un mero fend- meno histérico, se presentaré como una sintesis de las fe cundas y positivas tendencias de su época. Y no sélo de Jas filosdficas, Con mayor hondura que cualquier otro de los idealistas, Hegel desciende a las raices de las ciencias de su tiempo. En primer lugar esti la teologia. La direccién de los intereses de Hegel, més que en Fichte y Schelling, estuvo desde el comienzo determinada {coligicamente Des- = sus primeros ensayos cstuvo impulsada por la especu- tho rlijons, De esta dhveceién conceptish provino, ante todo, Ja estructura teleolégica de su imagen del mundo. ‘También en esto impera el idealismo de Ia “razén absoluta”, No combatié por defender esa tesis, tampoco Ia diseutié: ante él estaba firme. El mundo es un sistema tmico y conexo de formas en el que domina Ia tendencia de Jo inferior « Jo superior. Todo ser material, es decir, fisico y sin vida, tiene implicita la direccidn a la vida; todo To que vive, tien- de a Ja concieneia; toda conciencia al ser espiritual; todo ser espiritual subjetivo, al espiritu. objetivo. Y ast sucesiva- zado a de 38 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN mente, hasta llegar a la absoluta penetracién, al “sor-para- si” de todo lo que es. La comprensién de Hegel depende de una justa inter- pretacién de este “ser-para-si”, que significa mas de lo que el sentido formal de los términos dicen. Los conceptos he- gelianos no descubren sus secretos al primer embate, Cuan- do por primera vez tropezamos con el “ser-para-si”, en Ia parte “objetiva” de la Légica, pareceria que su sentido se agotara en ser lo cerrado hacia afucra, en el estar separado, en Ja autonomfa. No seria otra cosa que el joriston. de los antiguos. Pero sdlo es su lado externo. Por detris se enc bre otro sentido, en el que el “para” ha de ser tomado al pie de la letra. “Ser-para-si” es un ser que se capta a si mismo; por tanto, una reflexién recorrida por completo y que se posee a si misma. En su perfeccién, el ser para si es la autoconciencia, entendida en el sentido fucrte de Ia palabra; es decir, que un ente no sélo “es” lo que es, sino que también sabe lo que es, y sabiéndose participa de si mismo, Ahora bien, si Hamamos a la verdadera con: titucidn ontoligica de un ente —por tanto, a lo que en él no es una manifestacién para alguien— su. “ser-en-sf son su ser-para-si residiré el grado supremo de sex, puesto que Io que cs “en-st", es también “para-si”. Con una expresién cuyo sentido apenas nos cs hoy audi- ble, Hegel denomina a la sintesis del ser-en-si y del ser- para-si “ser-en y para-si”. Significa la sapiente penctracién de un ente en su propia esencia, Es natural que con esta plena significacién, el ser-en y para-st s6lo se encuentre en un ser consciente, y aun en éste, en sus formas espirituales més altas. Pero la tesis hegeliana sostiene que todo ente leva implicita la tendencia hacia esas formas mis altas de Jo espiritual, que todo impulsa a la conciencia de sf inismo, ¥ que por eso en toda la estructura del mundo domina la tendencia de pasar por grados de lo inferior a lo superior. Expresado en términos de Hegel, significa que todo lo que EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOsoFiA 39 en-sf aleanza su plenitud en su ser-para-si, es deefr, que en se eal iy ae ‘iba, El scr-parasi es la “verdad” del ser consi El mero ser-en-si es algo a medias, incompleto: es disposicién. Pero la verdad es el todo, el seven y paras Hs fill ver que la teleologie de Tas founas aqui est Dlecida, y toda ella construida de modo muy peculiar en una sola direccién “hacia arriba” (hacia Jo més alto), no es mis que el predominio de la razén absoluta, que impei sobre el todo; por decirlo asi, es su tendencia a penetrarse, Feo, al misno tempo, es su tendencia a realise 3 jisma, puesto que la esencia de la razon est en conocerse. sin tal i vtopentacién no seria real. Y de este modo, la Acleologia de sw ser-para-si es, en el fondo, wna imagen sit maria del proceso universal “se pods decir de ls ereactin de universo— en enanto el Hogar a ser del mundo, es decir. su devenir continuo y jams interrumpido, es el devenir de la razén absolut misma. ; a por otra parte, It razén absoluta es igual a Dios, su deveni en ef devenir del mundo es el devenir de Dios, y el proceso rivers s la realiracion de Dios. I penst- micnto religioso de la filosofia de Hegel reviste In forma de este panteismo diniimico, que es tan esencial a su_sis- tema como el idealismo y Ta dialéetica tcleolbgicamente as- Inclusive, desde cl punto de vista del contenido, avanza porque conde e vi es el reverso de ambas. Pues la dialécti en su eumso imita ef curso de la razén absoluta hacia si isma que ella “es” el curso de Ja razén finita del Fombae Tack la tazén. absoluta, y porque Je conciencia filoséfica, enya forma es 1a dialéetica, es la razin absolute que se aleanza a si misma, El idealismo de Hegel consiste én eomprensin de ls formas y diversos grados del rm do entendidos como el proceso del despliegue o de la reali- acién de la razén. ; oe este modo, el panteismo: de Hegel es un caracter i damental y orginico del sistema y no su forma 0 uno de 40 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN sus componentes. Y la filosofia de la religién, que en el sistema aparece como una parte, esti lejos de serlo, De antemano todo el sistema es una filosofia de la religién: Jo es en cada una de sus partes, sélo que en los aspectos parciales se disfraza o cubre por el problema especial que oeupa el primer plano. Pero para el que lo sabe, le es facil oir cl fundamental tono teologico en la filosofia de la na turaleza, del derecho y de Ia historia, y hasta en Ia L gion. Cada uno de Ios objetos de las diferentes diseiplin son formes, gradnalmente ordenadss, de la manifesta La medida en que esta posicién de Hegel satisfaga a Ta doctrine de wna tologa pont, es une Suction fe cone pleto diferente. Eu su Filosofia de ta religién encontramos tun intento de semejante satisfaccién, Y este ensayo llega tan lejos que, mis que ala dogmitica cristiana positiva, problematiza los fundamentos de su propio sistema, El am, plio desarrollo de las escuclas teoligicas posteriores a Hegel muestra otro aspecto. En el conflieto entre la “dlerccha’”y tu “izquierda” hegeliana, la dogmética tradicional se le opus y Jn violencia de’ sintesisintentada por Hegel mostis su lado som La relacién con In cieneia matural de su época es muy diferente, Ni remotamente ocupa el mismo puesto central Desde el “derrumbe” del sistema hegeliano es comin afir. mar que Hegel no se ha prescupado por los resultados de la ciencia natural; que ha subestimado, desde las alturas de la especulacién, el prudente camino de la experiencia, el finico que Tleva a Io positivamente conocido y_probade, Su filosofia de Ia naturaleza trataria de “dedueie” Io qu sélo la experiencia puede enseiiar; por eso, no es extraiio que, en Ingar de Tas conexiones reales de la naturaleza, haya dado una imagen desde su raiz construida y axbitraria, En este juicio se mezclan lo verdadero y lo falso. El re. EL CONCEPTO HEGELIANO DE L.A FILOsOFiA aL proche que se refiere a su ficil desdén por los resultados de la ciencia no carece de fundamento; pero no sdlo con- viene a Hegel, sino a Ja filosofia de la naturaleza de toda su 6poca. Aqui Hegel no esté solo. Los rominticos, Baader, Schelling y sus discipulos, habfan ido todavia més lejos que &. Por Io demis, no se le debe aplicar el eriterio de Ta ciencia natural posterior, y menos el de la actual. La Epoca de los grandes descubrimientos y del vuclo de Ia in- vestigacién exacta, que caracterizan al siglo xix, se iniciaba entonces, y los resultados, todavia modestos, estaban muy lejos de ser un bien comin, y menos todavia podian darle a la filosofia una clara indicacién de su camino, Por otra parte, Hegel estaba intimamente lejos de Ia cieneia natu- ral. Desde el comicnzo fue el fildsofo del espiritu, no el de Ia naturaleza. Jamis Ia consideré desde una perspectiva quo no fuera Ja del ser espiritual. Sus propias determina- ciones de los fundamentos de la filosofia natural son una prucha muy precisa de ello. Todavia hay mis, Los temas de una rigurosa filosofia ba- sada en Ia ciencia exacta no se desconocian en esa época. En los siglos xv y xvur eran habituales; Leibniz, Wolff, Grusins y Ja muchedumbre de los wolfianos ln habjan ejer- cido. En forma mas rigurosa fue realizada por Kant, que eonscientemente se sentia un newtoniano. Pero en él se mostraron los Iimites del método que tenfa su punto de par- tida en lo matemiticamente exacto. Incluso Ja Gritica del juicio ya se habia impuesto estos limites a si misma, deter- minados por un punto de vista critico. La filosofia de la naturaleza de Schelling habia partido de aqui y, aunque en el trayecto descarrilara, acertd con bastante rigor en el resto del problema. Ya hoy no es secreto alguno que la investigacién exacta tiene, en general, sus Himites; que existe una esencia in- terna de innumerables fendmenos a los cuales no Mega; que en las fantisticas ocurrencias de los roménticos, como en LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN. las manifestaciones —Ilenas de presentimientos— de Goethe, se oculta un miicleo de auténtico saber de ciertos aspectos de la naturaleza, para los que vamos lentamente recobrando el sentido, ante todo para los complicadtisimos problemas de lo orginica. No nos interesa saber hasta dénde se podria inquitir en Hegel tal profundidad de visién. Lo eidvto cs que no se Ia podrfa busear sin eleceién, en cnalquier parte, © en ciertas definiciones suyas, con frecuencia my ashi, trarias, Pero dentro de la corriente enter, él stabs en el mismo puesto que Goethe y Schelling. Y esta posicién lo hace participe de las fallas’ fundamentales criticables, de esta tendencia; pero. tambi ¥ poco valorada fuerza muy visibles y nde su oculta _Hegel tiene, en cambio, una relacién positiva con la cien= cia histériea y el ereciente sentido histdrioo dest Gpoce No solo se manifiesta esto contacto en la Filosofia de la historia; también en la Fenomenologia se aplica en amplia medida un punto de vista de la historia del spirit, Pero ante todo, el mismo Hegel ha sido un historiador como no lo fuera ningiin otro filésofo sistematico anterior a cl, por Gierto, en el dominio de au profesin, es deci, nla Historia de la filosofia; pero aqui lo fue con un sentido verdadera- mente nucvo y orientador . No sélo lo ha sido porque iluminara a los pensadores antigaos que tenfan signifieactén para su. propio sistema Gon frecuencia su aportacién ha sido interpretada ash, pero no se ha sido justo con él. Precisamente, dens dep resarse ¢ pendent Ta valoracién total, Hegel interes ines por el curso istrico camo tal No se splice sor Tamente a lo que la posteridad considers y explics como Tegitimo; es decir: el suyo no fue wn interés dirigido dnies. mente a Ia mera fijacién de los hechos. El primer plano To ocupa, segiin Hegel, el problema del sentido de to fee. tivo, de su significacién filosdfica, de su valor etemo. Y ANO DE LA FILOSOFIA 43 como esta cuestién nunca puede ser contestada con los fend- menos sigulares, estuvo obligado a poner el peso sobre Tas conexiones, sobre el desarrollo de los filosofemas en la his- toria, sobre Ia pugna de tesis y sistemas y sobre su legalidad en la serie sucesiva. Si en Jos puntos particulares su visién ha sido justa, si ha interpretado Jos hechos y los ha vinculado bien, es cosa aparte. Si se lo midiera con el gusto posterior de 1a inves tigacién histérica, naturalmente habria interpretado y vincu- lado demasiado y sin reparos —por un exceso de familia ridad con la lectura— y no habria atendido suficientemente a lo efectivo. Pero hay algo que no se debe olvidar: poseta To que les hha faltado a lt mayor parte de los historiadores posteriores de la filosoffa, es decir, una concepeién objeti- Vamente cjemplar, una visién congenial por Io que en el pensamiento es, en sentido propio, intemporal, y por la 16- gica interna de ese pensar. Y al trasponer los limites de Jo que las fuentes le ofrecen, se enfrentaba con el sentido as alto de los nexos de la efectividad histérica. Pero He- gel pndo To que en todas las épocas han podide muy pocos: pudo “leer”, en el sentido que es condicidn del concebir filoséfico, esto es, en el significado intenso del “reconocer”. Lo que esta lectura que concibe implica se Hega a medir como se ha mostrado antes por la propia lectura de la Légica de Hegel, que janis se puede efectuar sin el “es- fuerzo conceptual”. Al concebir, Hegel tenia la extra fia ca- pacidad de ir mis alli de los conceptos acufindos por él mismo, de permititles que muestren su significado dentro del contexto en que aparecen, sin substituirlos por términos ajenos. Por todas partes se le manifiesta el otro rostro del concepto. Su historia de Ia filosofia antigua es un ejemplo de lo dicho. Y justamente para la comprensién de este punto, nuestra época deberia estar madura, La circunstancia de que el registro de Jos hechos no sea una historia de la filosofia, ni en general historia alguna del espiritu, Ia hemos “4 TA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN tenido que experimer fenido que experimentar amargamente desde Ice mucho tiempo, Tenemos eoncienci de que nosotios ya no entende- mos a Platén nia Aristteles, que In “historia dle I flosofia™ ~Aparentemente tan accesible en tantos dignos eompencios- es todavia tarea del futuro y que para realizarla se nece- teria un procedimiento nievo, separado de Ia teilicn no sin asombro, tenemos que recono , ie eer que Hege ha antecedido en este camino. te Tegel mos 4, Hern y La rnosoria pe sur MPO Los roménticos despertaron Ia concien complet su conquista histérica; Hegel relcin con el Iomantichno. cs ey wate ana cambargo, se i pe contiurlo: entre Jos romanticos. Roman- eos fron, en todo caso, Scheling y Schleiermaches. Mee] los sobrepasa, En Ingar de fiitéstca eoncepeién que confi Tos timites entre poesia y Ia files, paso ui sciplina muy sobria y rigurosa, un método de precisién conceptul predominaitemente objetivo y two wit real desprecio por toda vaguedad. En medio ‘del torrentoso rio de la dialéctica, que todo lo pone en fluir, domina una tendencia de retorno a la clatidad elisica. Sin embargo, no se puede desconocer lo romintico en Hegel. Por habey conduckdo tas tendencias filosifieas. del Romanticismo st plenitud, su pensamiento es una profw yeculian sintesis del exptta cisicn y del omangieg, 2 eet sites No es dificil mostrar en ella los motiyos re: le cl manticismo, resumidos en la férmubt, con trccuoncis rapes tida, de lo “infinito en lo finito”. cnyo reverso reside. aquel reencuentro del hombre en el cosmos, que ya habi expuesto la filosofia de la naturaleza de Schelling Ambos motivos fundamentales lograron en Hegel una orginica ples macién, una objetivacién y concentracién que no pide. ser | CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFEA 45 sobrepujada. En Io que existe, lo verdadero es tinicamente 1 todo, Ia razbn absoluta. Pero Jos caracteres de sus mani- festaciones particulares son Jos de la finitud y Ja limitacién, Toda forma fenoménica del espiritu —cuyos grados se des- arrollan en la Fenomenologia— s6lo es un aspecto parcial de lo verdadero y encuentra su complemento 0 realizacién total fuera de si, 0 mejor, por encima de si misma: en primer lugar, en el grado inmediato superior, y después Faehido a que tambicn éste tiende a elevarse~ en todos los grados superiores de la cadena, y finalmente en la auto- penetracién del espiritu absoluto, De este modo, lo Abso- Iuto es lo infinito en lo finito. Y cada grado del ser, si penetra en su verdadera esencia, se yuelve 3 encontrar en todos los otros. Es mis: se tiene que encontrar, porque el mero ser-en-si necesita clevarse hasta el ser-para-si. Y el ser- para-si consiste en la aprehensidn de si mismo, Io eual no és inherente al modo de manifestarse, sino a la esencia. ‘Trasladado esto al problema de Ja naturaleza, significa Ja universal transpareneia de las formas naturales para el espirita que las concibe. Pero lo que el espfritu Mega a captar en Jas formas vitales y materiales que le som tran parentes, es, en abyoluto, él mismo, tal como es cuando ho se conoce a si mismo, La naturaleza es el “ser-fuera-de- si del espiritn”, “la Idea en la forma del ser-otro”®, en Jo que ella se exterioriza a si misma; por eso la “exterioridad” 6 la determinacién “en la cual Ja Idea es naturaleza”. Ahora bien, si el espiritu conseiente del hombre, es decir, el es- piritu que se ha aleanzado a si mismo, atiende al espiritu “que esti fucra-de-si” en Ia naturaleza, se vers a si mismo, pero tal como es “fuera-de-si”, De este modo, se produce dentro del rigor de la sistemitica filoséfica lo mismo que > ensefiaba en los “Discfpulos de Sais’.° en forma pottica ® VII, 23, © Die Lehulinge =u Sais (10s disefpulos de Suis) es el titulo de ama fragmentaria novela filosfiea de Novalis. (N. det 1) 46 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN Pero Hegel va mis all. En el fondo, el hombre no puede mirar nada sin ver su propio rostro, el espiritu de su es- piritu, la razén de su razén, En todo lo relativo esté el mismo Absoluto, en todo Io finito, el mismo infinito. Sélo en un punto esta relacién se desplaza y se traslada ast el acento del valor. Para Novalis lo que en el hombre apa- recfa en realizacién finita, en Ja naturaleza era infinito. Para Hegel es al revés: ambos, hombres y naturaleza, son grados limitados; pero el hombre ocupa un puesto inmensamente imds alto, se aproxima mas a lo Absoluto, tanto que, en principio, se puede elevar hasta él. Frente al hombre, la naturaleza —aunque pueda aventajarlo por la brutalidad de sus poderes~ es un reino estrecho y subordinado, En este desplazamiento del acento sobre el hombre, la tendencia propia ¢ intima del Romanticismo se expresa mucho mejor que en sus representantes posticos. Por eso es justo consi- derar a Hegel como la plenitud del Romanticism. Por interior que esta relacidn sea, no constituye, con todo, Jo decisivo para ubiear a Hegel en la filosofia de su tiempo. Para ello seri preciso tener en cuenta sus relaciones con Fichte y Schelling. tos puntos lo vinculan objetivamente a Fichte que histérieamente empalidece lo que Hegel consideraba un gran contraste. Los caracteres comunes hubiesen sido mucho ms visibles si Fichte Imubiera publieado sus posteriores teorlas de la ciencia. El limite que los seguiria separando seria Ta actitud de Fichte unilateralmente interesada en la concicu- cia, Pero esta limitacién fue también su fuerza. Desde tem- prano Fichte estavo bajo el signo de una filosofia del esp ritu: sus temas eran el derecho natural, la ética, la pedago- gia, In historia, el Estado, la religién. Es el plano en que se moverd Ia teorfa hegeliana del espfritu objetivo. El mismo Hegel ha suministrado, en su Fenomenologia del espiritu, el intermediario histérico. En ella todavia hay mucho de la forma de la Doctrina de ta ciencia; pero se diferencia BL CONCEPYO UECELIANO DE LA FILosoFiA 4a de ésta de un modo esencial por la manera descriptiva, no deduetiva, con que procede. ; EL hecho de que exista un ser espititual no sélo en el su- jeto, sino también por encima de él, es una idea fundamen- tal que maduré Tentamente en Fichte. Las categorfas, a las cuales se atuvo con mayor rigor, ya estaban elaboradas. La primera Doctrina de la ciencia tenia el concepto central y fundamental del ser-para-si, Lo que el Yo es por si, tam- bién tiene que serlo “para-st”: los grados de Ja conciencia se superponcn segi esta formula, Pero semejante fecundo concepto no esti totalmente valorado. Fichte no lo aplica a la esencia suprasubjetiva del espiritu, por eso no Tlega a circunscribirlo. En Hegel esa rigurosa descripcién se intro- duce como algo de suyo comprensible, gracias a las cate- gorfas fichteanas. ‘Algo semejante se podria mostrar de muchos otros con- ceptos. Fichte Jos tuvo en sus manos, pero no supo em- plearlos. Lo que le impidié st uso fue el esquema demasiado deductive, la earencia de libertad de su dialéctica y su modo esporidico de trabajar en dominios diferentes. Las partes constitutivas y eseneiales de Ta dialéetica existian en 4 en su totalidad; fe era familiar la conciencia de la tras- cendencia del Yo, propia del pensar especulativo, pues en general Ja filosofia no puede ser impulsada descle Ia con- Ciencia, sino a partir de Ja “razon pura y en sf”. Pares ofrse a Hegel, para quien Ja dialéctica es'la voz de Ja razén aboluta en a finita. ; Pero lo que para Hegel estaba en primer plano, no era Jo que lo unfa a Fichte, sino lo que lo separaba. El con- traste adquirié brusquedad en la nocién del deber ser. Tam- ign en esto sélo tuvo ante los ojos a la primera Doctrina de Ia ciencia, En ella Fichte consideraba al Yo prictico como premisa del tedrico, y habia puesto al deber por en- cima del ser. La deduceién del mundo material se basaba cn cl hecho que el obrar necesita algo “con lo cual” obrar. 48 LA FILOSOFIA DEL IDKALISMO ALEMAN El mundo, tal como es, no tiene otro sentido que el de ser lo que no deberia ser, a fin de que el obrar lo trans- forme y lo cree tal como debe ser. Ast por lo menos, vio al pensamiento de Fichte una simplificacién que le propor- cioné cierta popularidad. Hegel se opone a esta idea. El mundo es Jo que es; cierto que no es perfecto; pero, por ser un grado de ln perfe: ibn, est4 colmado por la plenitud de un sentido. Su desvi lorizacién, cumplida por el punto de partida del deber ser, es una ciega presuncién del hombre, es la grotesca y risi- ble “superioridad del saber” de la razén finita frente a la absoluta, No significa esto que Hegel haya querido quitarle el sentido que el deber tiene para lo moral, Pero este sentido cesta limitado a la finitud de un ser que efectivamente no esti realizado; cl iundo, en cambio, carece de ese Kite. Antes bien, el deber-ser se dirige contra Jos limites de la mis razén que pretende, onfrentada a la absoluta, ser la pe feecionadora del mundo. “Aquellos que ponen tan en alto el deber de la moral y ereen que al no reconocerlo como algo tiltimo y verdadero, la moral se destruiria, sostienen Jo mismo que Ios razonadores, cuyo entendimiento se pro cura la incesante satisfaccién de alegar un deber-ser contra todo lo que cs y, con ello, un saber mejor que no esti dispuesto a dejarse arrebatar el deber-ser; pero no ven que Jo reconocen por a finitud de su efreulo.” Pues, precisa- mente, no son lo que deberian ser pero se equivocan al evar este deber desde ellos mismos al mundo, porque “en Ja realidad misma, la racionalidad y Ia ley no estan en tan tristes condiciones como para que deban sex”.* Si la razin es, en todas las cosas, Ja esencia fundamental, si es lo tinico “real”, en Ia efectividad del proceso unive sal tendrd que acertar con el recto camino y haberse preocu- pado por la realizacién del bien. Por cierto, no de un modo que excluya el auxilio del hombre. Las formas superiores em, 146, EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA 49 del ser estin unidas al ser del hombre, a la conciencia y al espititu, cuyo portador es él. Por eso le corresponde un puesto central con relacién a la Idea, y el deber ser mantiene su significacién, Pero lo “iltimo y verdadero” no esté aqui, pues el hombre no es garantia ‘de su realizacién, El sen- tido del deber reside, en cambio, en su realizacién, y ésta cs su superacién, En la propia osencia del deber reside la circunstancia de aniquilarse, de trasladarse a la perfeccién, y no —como querfa Fichte— la de subsistir a perpetuidad y, en virtud de si mismo, existir como deber “eterno”. También en esto se muestra cl gran impulso del pensa- iniento de Hegel, Supera las ideas que Fichte habia hecho culminar de un modo unilateral; pero no por ello las ani- quila, sino que las introduce en un concepto mis amplio y central en cl que por ser un momento esencial se jus tifican, En st relacién con Schelling, encontramos esta misma po- sicién, sélo que més universalmente referida al todo, En ella se toca cl fundamento del sistema completo y, al mismo tiempo, el intimo destino del idealismo alemdn, Simultinea- mente se interpreta sw grandeza histériea y sus limites. En todas las exposiciones de esta época encontramos, como un dogma, la unidad de la linea que va de Fichte a Hegel pasando por Schelling; pero rara vez hallemos una justi- licacién objetiva de tal aserto. Casi siempre los expositores satisfacen con los hechos externos del “sistema” realizado por Hegel, con cl fin de tomar verosimil tan importante afirmacién, Pero no satisfacen al que quiere estimarlo filo- séficamente, pues apenas si discuten sw interior situacién, Para ellos el sistema realizado no es algo tmico y caracterts tico, No han penetrado hasta Ja rafz de su cumplimiento, sino que se detuvieron ante los pilares del todo, ante la Légica, que es a creacién mas propia y original de Hegel. cl desarrollo del idealismo alemsin oeupa el puesto que 50 LA PILOSOF{A DEL IDFALISMO ALEMAN, Jos antecesores habian dejado abierto, La Légica capta um problema que éstos hubieran podido elaborar; pero se de vieron frente a él por carecer de un método adecuado. En este punto hay que recordar que In filosofia de la naturaleza de Schelling surgié de un vacio de la primera Doctrina de la ciencia de Fichte. Este no sélo habia partido del Yo, sino que le habia sido fiel. Segim 1 era preciso combatir por el ethos y la libertad, no por el cosmos y Ja naturaleza. Con los grados de la concicncia ofrecié una evolucién del espfritu que iba desde sus fundamentos hasta Ja autoconciencia. Pero el ser espiritual, entendido como totalidad, flotaba en el aire. No se podia entender por qué el hombre, en cuanto ser espiritual, se encuentra traspkin- tado en un mundo de cosas y acontecimientos que se le oponen al obrar. Ahora bien, Schelling prolongé Ja linea hacia atris, Puso a la naturaleza con su larga cadena de formas “antes” de la conciencia y sus fases evolutivas. De este modo, cambia Ja cuestién. La conciencia (“Yo”) ya no es lo primero, ener ge en medio de un proceso de formas mayor, y dentro de & sdlo es la continuacién de Ia serie gradual que va desde Ja materia amorfa a las estructuras mecinicas, quimicas, v getales, animales. Pues “antes” que Ja conciencia esti ¢ espiritu inconsciente”. Para Schelling es cl mismo espirita que lega a ser espirita humano cuando aleanza conciencia de si, Por tanto, como pura “inteligencia”, puede también existir sin conciencia. El hecho de que este mismo pensiumien- to haya sido aceptado por Hegel en su teoria del “ser-fuer- de-si del espfritu”, no necesita ser desarrollado. Hegel se atic: ne, pues, a la disposicién de Ia gradacién césmica y a las disciplinas que Ie cortesponden establecidas por Schelling. Pero no est de acuerdo con el comienzo y origen de esa gradacién, En este punto, Schelling se habfa ausiliado con el sumario y de ningiin modo aclaraclo concepto de lo “Abso- luto”, Lo que de él experimentamos (en Schelling) esti lejos Ef, CONCEPTO IIECELIANO DE LA FILOSOFiA. 51 de ser su posicién como “principio”. La filosofia de Ja iden- tidad caracteriza lo Absoluto como la “indiferencia” de lo subjetivo y objetivo y también lo denomina “razén absolut”. Pero no sabemos como lo indifcrente llega a diferenciarse, cémo se separa en Ta diversidad de las formas naturales. Claro esté que también desde este punto de vista objetivo, no exis- te posibjlidad alguna de derivar una diversidad partiendo de una indistinta unidad. El limite de la especulacién de Schel ing es el mismo con cl que habia trope7*«lo el pensamiento de Plotino y que constituye el aspecto dé! il de todo monismo metafisicamente absoluto: lo Uno, como tal, no puede pro- porcionar la multiplicidad; tendria que contenerlt de ante- mano y, en ese caso, ya no seria, con rigor, Uno. Se puede afirmar que la diversidad procede de él, pero no se lo puede mostrar. Lo afirmado sigue siendo algo inconcebible. Schel- Jing tuvo en cuenta esta conseeuencia; por eso, le sustrajo al pensamniento conceptual el saber de lo Absoluto, que re- servaba a Ja “intuicidn intelectual”. Aqui se introduce la Logica de Hegel. No lo puede ji tificar, porque justamente el punto mas importante de toda comprension del mundo esta sin aclararse. O se tendria que “concebir” lo Absoluto -y concebirlo en su contenido, estrne- tura y poder de producit Io diverso— o se tendria que renun- ciar a ello y, de este modo, a la coneepcin de lo demas. Pero la filosofia no puede aceptar Io iiltimo; por tanto, tiene que admitir lo primero. Pero entonces, el “pensar conceptual” debe ocupar el pues- to de la intuicion intelectual. El hecho de que cl poder det concepto especulativo se agote en Ta concepeidn de Ia natura- leza; la circunstancia de que no pueda penetrar en lo Absolu- to, que esti al principio de todas las cosas, es tn supnesto ea rente de todo sostén. La “necesidad del concepto” no tiene limite algano; pero seguirla, significa aceptar el “esfuerzo conceptual”, Tal exigencia es la condicién que permite en- tar con seriedad en el problema de Io Absolute. Se debe 52 LA FLOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN abandonar el “antimétodo del presentimicnto y del entusias- no que es desidia del pensamiento, rechazo de su propio destino. El desnudo concepto de lo Absoluto, tal como Jo presenta Ja intuicidn intelectual, es una abstraccién, una esencia amor- fa, sin determinabilidad, Por tanto no es extraiio que con él nada se pueda concebir. Puesto que él mismo es ineonee- bible no podra hacer concebible a las otras cosas. Pero s se lo pudicra concebir, si se penetrase en sus determinacio- nes, éstas estarfan separadas, y se podria conccbir lo Abso- Juto con Ja propia diversidad contenida en él. El mismo He- gel tiene una conciencia muy eritica de la exigencia que presenta aqui: “el principio, lo originario o lo Absoluto, tal como es expresado en primer término ¢ inmediatamente, s6lo es lo universal. Asi como si yo digo: ‘todos los animales’, estas palabras no cquivalen a una Zoologia, tampoco d la atencidn el hecho de que las palabras ‘divino’, ‘Absohuto, ‘cterno’, ete., expresen nada de Jo que ellas contienen; y tales palabras sélo exponen, de hecho, la intuicién entendida como algo inmediato, Lo que es mis que tales palabras, cl paso a una proposicidn, es un alterarse que se tiene que aceptar, es una mediacién”. Por eso se recela de la exposicién de lo Absoluto en sus categorias — como si no pudieran contener ln plenitud de los predicados, en los cuales reside Ia deter- minabilidad de todo lo posterior y relativo. Sin embargo, Ia tarea consiste en desarrollar esos predicados, en librar el eon- cepto de lo Absoluto de su caricter abstracto, en aleanzar su verdadera y viviente esencia, es decir, en desplegar el sis- tema de sus Categorias. En esto esti el sentido de la “proposicién especulativa”, pues los predicados delatan lo que el sujeto es; pero tal ‘cosa nunca ha sido rectamente entendida por la metafisica. Se lo advierte con claridad en el ejemplo que nos da Spinoza, tomado del principio de su Etica. “En proposiciones de esta 7M, 16. be Thamar CONCERTO HEGELIANO DE LA FiLosoria 53 especie se comienza con la palabra ‘Dios’; por si misma es una voz sin sentido, un mero nombre; sélo el predicado dice Jo que es, sélo él es su realizacion y su significacién; tan sdlo con este final el vacuo principio llega a ser un saber real’ Luego, los predicados corresponden a lo Absoluto. Pero esto significa que lo inmediato se concibe en su mediacién, Es preciso iluminar los predicados desde dentro, hacer que se “teflejen en si mismos”, es decir, en sus determinaciones. La “reflexién en sf” es una autoaclaracién. De este modo, la interior diversidad de Io Absoluto Hega a ser visible, y el pensamiento puede recorrerla poco a poco, con un movimien- to metédico, La mediacién se crecienta hasta constituir ul sistema entero, a partir de wna ciencia especial, de la Ciencia de la Légica. Y al téxmino de este recorrido se obtiene el peculiar concepto de lo Absoluto, expuesto y pensado acaba- damente. Por tanto, al comienzo no estaba alli; s6lo se encon- traba de manera “anticipada”. Segtin eso, no esti donde en general se Io “ponia”, es decir, al principio, sino al final, donde es concebido como “el todo”. Las siguientes palabras cl han de ser referidas, para su comprensién, a lo que acabamos de ver: “s6lo el saber es real y se puede presentar ia 0 como sistema”; y estas otras: “la realizacién propia y positiva del principio es, al mismo tiempo ¢ inver- samente, un comportamiento negativo frente a él... En todo ‘aso se puede acdmitir como refutacién de aquello que cons- tituye el fundamento del sistema; pero, con miis precisién, se In debe considerar como un indice de que el fundamento © principio del sistema es, en efecto, su principio”.® Ahora bien, la “realizacién’”, el “indice” de su provisionalidad, la re- lacién entre principios y continuacién, se modifican efec- tivamente, y sélo In totalidad de Jas categorias, tal como Ia Légica las desarrolla, es la verdad de lo Absoluto. Una cien- mente Jo recorre desde el prinei- cia de lo Absoluto necesa SH 18. of 19. 54 LA FiLosoria DE IDEALISMO ALEMAN pio al fin. ¥ de este modo, Ia intuicién intelectual se re- suelve en la dialéctica de los conceptos fundamentales y torna visible lo que aquélla silo anticipaba sin ver EI miicleo de Ia filosofia hegeliana reside en el penetrante pensamiento de las categorfas de lo Absoluto. No basta con acentuar este punto, Los conceptos mis diffciles de Hegel, tales como los de “reflexin en si” y el de ka “mediatizacién de lo inmedtiato”, encuentran aqui su ackaracién, También es posible entender, partiendo de este punto, la relacién entre Jo Absoluto y lo relativo, os decir, ht total inmersién de éste en aquél, que es Ja superacién de su opuesto. Su relacién es ahora Ia del todo a lt parte, Ia del sistema a los miembros. Lo relativo, tomado en su totalidad, es lo Absoluto mismo; eb conjunto de los predicados es el mismo sujeto, esto es, su verdadero contenido; la serie dialéeticamente desurrollada de las categorias no es Ia serie de los accidentes do la sustancia, sino In sustancia misma, , Tales proposiciones, en un comienzo paraddjieas cl eanicter de tales, tan pronto como se Tas considera d damente, Derivan del criterio del “pensar razonante” aplieado a lo especulativo; criterio éste que es falso y que necesaria- mente tiene que parccer paraddjico, La piedra de toque de Ja capacidad del pensar especulativo estit en ef hecho de que Jas paradojas se desvanecen y las proposiciones se aclaran. $i se quieren entender kus palabras programaticas de Hegel que, cn el Prilogo de Ix Penomenotogia snmetn toto eee gaira, hay que suponer cumplida tal transformacién: “Lo verdadero es el todo, Pero éste silo es uma esencia completa mediante su desarrollo. De Jo Absoluto se debe decir. que esencialmente es resultado, que lo que en verdad es slo lo es al final; y su naturaleza consiste en ser Jo real, el sujeto, 0 el llegar a ser él mismo.” : Estas proposiciones que, en primer lugar, conciemen a la esencia de la filosofia y, por decitlo asi, proponen su ley di- 1116, FL. CONCEPTO ILECELIANO DE LA FILOSOriA 55 déctica, no rigen tan sélo en ella sino, sobre todo, en su objeto, es decir, en Jo que es, en el mundo, Si no fuera asi gcémo podria efectuarse el conocimiento det cosmos? Cuan- fo se describe este punto, se olvida que Jo Absoluto es el mismo espiritu, 1a misma razén que, como filosoffa, se con cibe a si misma al coneebir el mundo. De otro modo, wna ovolucién de las categorias de lo Absoluto seria un ocioso juego y, al mismo tiempo, imposible, pues 1x razén filoso- fante solo puede exhibir categorias que residen en general en la esencia de la razGn, y que ebrresponden a Jo Absoluto en Ja medida en que muestra raz6n y la razén del mundo son tuna y la misma razén, y en tanto el conecbir filoséfieo es, al mismo tiempo, coneepeidn de si mismo y del mundo. Este, en Ia totalidad de sus grados entitativos, no se realiza antes de ser coneehido en nosotros anismos. También en él lo Abso- Into sdlo existe en el resultado, y lo verdadero esta, también en él, en el todo. Si desde Ia altura de esta atalaya volvemos a Schelling, se nos abro una perspectiva muy clara, Fichtc habia dejado en el aire a los grados de la conciencia desarrollados desde ella mnisma, Schelling los hizo anteceder por los grados de lo in consciente que, a través de Ia gradual serie de las formas de Ja naturaleza, tendian a la conciencia; pero lo Absoluto es- taba todavia situado delante de dicho proceso. Hegel pe- netré en lo Absohito mismo; mostrd cémo se constituye y iza en si para entender, partiendo de él, la produceién de Ja naturaleza y del espiritu. De aqui se desprenden una larga serie de formas: las categorias (predicados) de lo Abso~ Into, Nada podria surgir de él si no estaviese en sus deter- minaciones. Las categorias de ka naturaleza y del espirite en Jas que ya estin necesariamente Jas categorias origina~ rias de lo Absoluto— tienen que ser, en tltima instancia, sns categorias. Ahora Dien, si las desarrolla una légica de lo Abso- Tuto, habra una disciplina mas amplia y fundamental, ante- rior a la filosofia de la naturaleza, tal como para Schelling 56 LA FILOSOFEA DEL 1p eMAN IsMO Al ésta era previa a la Doctrina de la ciencia. Hegel prolongé esta linea, que es una parte sistematica del todo, hacia atris; y, de este modo, aleanzé el dominio fundamental en que la haturaleza y el espirita son todavia indistintos y en que el mundo es todavia indi La unidad del sujeto y del objeto, que en vano Schelling habia tratado de captar como flotante indiferencia y cuya potente formula estaba en su tesis de la identidad, no sdlo fue aleanzada por Hegel, sino también desarrollada como un ncia sobresaliente, De este modo se cumplié Ia oculta y radical tendencia del idealismo alemin que, desde el co- inienzo, era la de umn regreso a Io fundamental. Pero sdlo se pudo realizar en una ciencia cuyo objeto fuese el funda- ‘mento origario de todo fundamento y que expusiera sus caracteres esenciales. En la Ciencia de la Légica de Hegel se cumplié ol gran desideratum, EV hecho de que esta ciencia —como su objeto, es decir, lo Absoluto— sea, al mismo tiem- po, la primera y Ia diltima, que el circulo del todo se cicrre en ella, reside en su esencia. No es por stt ambigiiedad, sino por kn umivoca ley de lo Absoluto, que en ella esti implicita, por lo que Ia Légica desarrollt sus propios supuestos en a serie que va separando los predicados que la constituyen. La totalidad de los predicados de lo Absoluto, entendido por el contenido, no es mas que Ia totalidad del mundo, de Ta naturaleza y del espiritu — la “cosa en sf misma” (cosa, entendida en amplisimo sentido). Pero puesto que “la cosa” cs la misma razén —que como razén pensante y filosofante tiene su “légica” en nosotros, Ia misma Idea que se realiza a través de las formas de Ia naturaleza y del espfritu, el mismo pensamicnto que trabaja dialécticamente para conocer el mundo, en esti cieneia se tendra que cumplir “la liberacién de lo opuesto a Ja conciencia”. También en ella el objeto y el sujeto tienen que ser uno; el mundo y Ia concieneia del mun- do coinciden. Es el explicitado ser-par-si de todo lo que es en-si. Esto debe ser entendido al pie de la letra: es la forma TO HEGELIANO DE LA FILOSOFLA 57 de ser en Ia que todo ente es para-si lo que es en-si. Hegel Jo dice en sn introduceién a la Edgied: “Ella contiene el pen- satniento, en cuanto también es la cosa en st misma, 0 sea la cosa en si misma en cuanto ésta es el pensamiento puro. Como ciencia, Ia verdad es la pura autoconciencia que se desarrolla, y tiene Ja forma del Si-mismo*; es decir, que el ente que os en-st y para-si es concepto sabido y el concepto como tal es cl que es en y para si.” It Forma y materia del saber, pensamiento y objeto, razén y percepcidn, mundo y conciencia del mundo, se identifiean, El autodesarrollo de la razén ex Ja Leigica es, al mismo tiem- po, autodesarrallo dle la razén en el cosmos. Su objeto es el principio de todas las cosas: Ja razén misma, entendida como elsaber y término de cllas. Bs la plenitud de su propio objeto, tanto que éste silo coincide eonsigo mismo, es decir, se rea- liza, en ella: el saber del mundo cs un miembro que perte- nece al mundo, y éste se completa en el saber. “Segtin esto, Ja Légica se debe entender como el sistema de Ia razén pura, ¥ into puro, Este reino es la verdad, en y para si misma, Por eso, se EL CON como el reino del pensiu tal como ella, sin velos, n c puede decir que su contenido es la exposieién de Dios, ta en sit eterna esencia, anterior a la creacién de la piritu finito.” como 3 naturaleza y del c © Sclbst. He optado por esta traduceién, que en rigor corresponde- ria a sich-scbst, pore me parece aes pessamiento de Hegel E] Si-mismo ex lo potencial, como principio, y, al mismo tiempo, el paras, como desarrllo cumplido, Ysi-mismo sugiere, en oble siguificaca: ser punto de partida y descubrimiento de Ia propia subjetividad. La version ms exact sori ois pero inevitalemente Implicaria st complemnento: mismo = a Si-mismo. El traduetor italian no Arturo Moni, traduee Selbst por Sis la misma version encontramos en Ia traduccid del voeablo en Jean Hyppolite (Soi). En bio se decidicron por Mismo, entre otsos, Enrico de Negri (Stesso) y X. Zubiri (el Mismo). En los’ pasajes transeriptos. por Hartmstrn de Fenomenologia de Vege! —donde Selbst imports mmucho— tradueiré Si-mismo, que significa “desde y hasta si mismo”. (N. del.) WH, 85 y s. francesa 58 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN El aspecto teoligico de las ‘iltimas palabras patentiza, mas que el rigor de los conceptos dialécticos, el radical avance de Hegel sobre sus predecesores. Lo Absoluto es lo divine. Lo que Hegel se propuso en In Ldgica es penetrar, mediante la fuerza del pensamiento y con el sobrio rigor del concepto, en la esencia de Dios, cosa que ni una pisdosa vision ni una conciencia critica de los limites conceptuales jamits han al- canzado. Y aunque su tarea se pueda considerar como us éxito 0 un fracaso, como osadia prometeiea o como blasfe mia, el sentido de la cuestién conservari su derecho. En cfecto, el anhelo filosdfico de todos los tiempos garantiza su valor eterno, puesto que tinicamente ve el sentido del ente y del mundo aquel que no lo mira en sus limitadas manifes- taciones fenoménicas, sino tal como radican en Ia profanda esencia de Io Absoluto. La exigencia propuesta por Schelling, pero que no supo dominar filoséficamente, segtin la cual wabria que considerir todas las cosas “tal como son en lat xaz6n absoluta”, esta ahora cumplida, dentro de los limites del poder humano. En qué gran medida la filosofia hegeliana es, desde su r y en su totalidad, una filosofia de la religién, nunca se pued ver con tanta claridad como en la empresa de su Légica, que sobrepasa la medida humana. El hombre no podria evar mis lejos su pretensién de conocer a Dios. Se le exige que, en cl logos del propio suber, Io penetre, que eseuche sus decre tos y aprese su esencia y gobiemo. $i la Légica, que tiene Ja forma de la palabra, ‘es la “exposicién de Dios”, en ella estar necesariamente la pura palabra divina; por tanto ser, en cierto modo, el tercer Testamento, que ya no es trans- mitido y objeto de fe, sino el testimonio de Ia revelacién de Ja raz6n eterna, conocida en lo recéndito de Ja razén finita, Hegel no escapé por su moderacién al temido odio que su audaz actividad conjuraba sobre é —como habia ocurrido antes, entre los osados pensadores de la mistica y la escoliis- tica— sino por la limitada comprensién de sus contrincantes osoria, 59 0 HEGELIANO DE LA EL CONE dogmaticos. Precisamente fue la exorbitancia de st preten- sién la que la dispensé del conflicto; pues lo Hevé a una al- tara intelectual en que nadie podia seguirlo. El eonflicto, que se produjo mis tarde, se limité a sus lamadas leceiones de Filosofia de la religién, Pero en esta obra Ja posicién funda mental esta tan encubierta por los detalles que sélo podia ser captada por los que tenian una formacién esotérica. Los tedlogos ~a pesar de Tas muchas contradiceiones que encon traban— pasaban con los ojos vendados ante el gran blasfe- mo. Les faltaba el érgano para concebir, en toda su impor- tancia, lo que Hegel pretendia. uosoria 5, Heces, ¥ LA Tisronta DE Con lo dicho silo hemos caracterizdo a medias el puesto que Hegel ocupa en la historia de Ia filosofia, Su relacién no se agota en la que tuvo con Ios pensadores de su época. Encontramos un testimonio de esto en el hecho de que en sus escritos haya ainplias referencias a los filosofemas antiguos Pero si descendemos hasta el fondo de ellos, nos encontramos: con que son mucho mas que meras referencias: en realidad, constituyen los pilares de su sistema. Hallamos en Hegel una gran sintesis histériea, mayor que la que permitirian suponer Jos motivos conceptnales de su tempo. Hegel es el primer filésofo en quien Ia historia de Ia filo sofia revive de ese modo: no eclécticamente, sino desile den- tro, segin el principio del contraste y de la totalizacién progresiva, que es propio del curso histérico mismo. El fw damento de este hecho, mas que residir en la amplitud uni yersal del sistema, se halla en la peculiar modalidad de Ja sintesis Esto se comprenderi mejor si en Iugar de atender a lo efectivo se considera lo esencial de los hechos. Si en todo ser spiritual esta implicita una raz6n cterna y tinica, s6lo habré 60 LA FILOSOFIA EL IDEALISMO.ALEMAN un tinico camino que con necesidad Megue a captarla en su autoconcepcién. Tanto en la historia como en el pensamiento sistematico tiene que ser el mismo. No porque en el curso histérico pucdan existir también, como en el sistematico, errores y extravios; no porque en ambos lados el camino no 10 Ileno de unilaterales exageraciones y equivo- caciones. Sin embargo, todos esos hechos son instructivos, ¥ a veces hasta necesarios. También en ellos esté el poder de a consecuctén conceptual, y con frecuencia, los problemas eternos se descubren con mayor facilidad cuando en ellos predominan las soluciones dogmatic Como epigonos es facil ejercer Ia critica, Pero para ver en el error su niicleo de verdad se necesita otro tipo de pene- tracién. El supuesto consiste en afirmar que en toc opinién doctrinariamente filoséfica hay un niicleo de verdad. Esto no se puede probar de antemano, sino que es un hecho que se debe mostrar por si mismo en su realizacién, es decir, en Ta acabada valoracién. Con relacién a este tema, Hegel es el maestro inaleanzado de Ia visidn histéries, Captar lo verdac 0, donde s y aplicarlo al propio sistema, eran en él una y Ia mis Por eso, st sistema es, siempre, Ia mostracién de la verdad histériea. En cl fondo, se trate de un principio muy simple imposible que la razin de una inteligencia cualquie conciba algo que realmente es, siempre que haya adoptado una posicién frente a la cosa, Los errores histéricos munea residen en las concepciones propiamente dichas ni en los pensamientos fundamentales, sino en las conscenencias esta- Dlecidas, demasiado estrechas 9 demasiado aimplias. La ma yor parte de las veees no son mas que el apresurado trasla- do de algo, en si mismo bien visto, al dominio de un contenido heterogéneo, es decir, son generalizaciones arbitra- rias. Quien esté dominado por um mnevo pensamiento, por una idea que acaba de concebin, ser’ prisiouero de ella; erce- x4 reencontrarla por todas partes, sin saber que todo paso IANO DE LA FILOSOFiA 61 EE CONCERTO HE: ulterior exige una nueva y auténoma penctracién. Pero el niicleo de la verdad se conserva, aunque se hayan trasgredido Jos Himites, aun cuando el sucesor histérico, que parte de otra inteleccién igualmente justificada, rechace al predecesor. La refutaci6n s6lo es justa contra la trasgresin de los limites, no contra lo intuido como tal, es decir, contra To que se man- tiene en sus propios limites. En realidad es una repercusi6n, y Ia repercnsién no aniquila lo verdadero no podria ser aniquilado, sino que s6lo limita y totaliza, aunque parezca anular. La razén de In historia es mgs sabia que ka de las inteligencias individuales, a Jas cuales ella impulsa hacia ade- ant ; El clemento polémico de los sistemas, que en la historia se suceden unos a otros y se combaten reeiprocamente, sélo es Ja mitad de la verdad. La otra mitad coresponde al deseu- brimicnto. mas propio de Hegel, segin cl cual cl caricter “antitético” de la serie de los sistemas es algo eminentemente positivo: ¢s Ja interior necesidad y Ja ley del desarrollo hist rico mismo. Pues en su lucha por la verdad, ef pensamiento no puede abrazar todo de golpe; tiene que ir ganando te- reno poco a poco, y cada paso ser necesariamente unikite- ral; pero la mnilateralidad tienc que provocar la sintesis, y ésta, en todos los casos, estar mis cerea de la verdad que In tesis y In antitesis. Por eso, cuando He sgel describe el enrso histérico de la fi- losofia como “dialéetico”, no se atiene a ningtin arbitrario esquematismo. Mais bien encuentra que la dialéetica es la forma esencial de la historia, Y aunque ocasionalmente ex- tienda demasiado su hallazgo, el nicleo de lo intuide por é sigue intacto, La prueba de lo dicho esté en Ia utilizacion de Jo visto dentro del propio sistema. Aqui se delata una sabia economia del pensamiento. En efecto: zedmo el fildsofo individual podrfa tener la esperanza de dominar, él solo, la totalidad de los problemas, cuya ri- queza es cxorbitanto? En todos Tos dominios se necesita un 62 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO.ALEMAN trabajo cientifico previo. Sin tal preparacidn jams el indivi- duo puede dominar su tarea. Ahora bien: ese trabajo previo esti alli, Una larga serie de generaciones ha aplicado lo mejor de sus fuerzas al cumplimiento de semejante tarea. gCémo lh posteridad podria renunciar a ellas? El primer es- iuerzo debe ser el de la conquista. Hegel la realiza fielmen- te: en él encontramos una cuidadosa recoleceiin de lo que se ha adqnirido en Ja historia, por decirlo asi de lo que son los pilares del sistema, ya anteriormente desbastados y adap- tados entre si, Es cierto que semejante adaptacién pare- cerla deberse a la gracia de un milagro. Pero pierde su cardcter enigmitico cuando a Ia dialéctica histérica se Ia vuelve a hallar en el sistema, y no como un esquema traido de otra parte, sino como una propia consecuencia del pen- samiento, que sin coacciones alcanza su despliegue auténomo. Pues, en todo pensamicnto, la razbn es una, tanto en el curso « dos que se desenyuelven sistematicamente. Hegel cmplea esta ley. También él, en cuanto individuo, slo tiene una razén finita. Pero puesto que la filosofia es el pensar de Ja razén absoluta en la finita, ella, al encontrar Ja razén absoluta, tend que captarla en su. manifestacién, Y Ia encuentra en un doble curso: en lo intimo del propio pensar y en lo extemo del pensar de Ia humanidad claborado historicamente. La concordaneia no se da porque los grados coinciden, sino porque ellos permiten reconocerla; y para el propio edificio es més fecundo el parcial alejamiento de ambas Tineas. Lo que a la razén finita se Ie escapa de una, lo retiene en la otra. Donde el pensamiento las separa sis- mente, la historia lo auxilia para qué vaya mas alli e si mismo, y cuando el pensamiento fracasa histéricamente Ja consecuencia sistemitica le muestra el camino de la com- prensién. Esta interpenetracién de dos caminos heterogéneos sirve de apoyo y complemento mutuo y se extiende hasta las mis se desarrolla histéricamente como en los cont PEPTO UIEGELIANO DE LA FILOsOFiA 63 EL CON sutiles particularidades, En este punto se encuentra la fuente de la riqneza conceptual del inmenso edificio hegeliano, es decir, en su universalidad, en su tensa unificacién de la mul tiplicidad, en su resuelta tendencia hacia el todo. En efecto, en cada imo de sus pasos, Hegel se ve a si mismo --esto es, ve su pensamiento~ como término de un desarrollo histérico; a cada instante esti apremiado por la exigencia de tener en cuenta el curso histérico del filosofema; y, al mismo tiempo, considera Jos mismos pensamientos en su encadenamiento sis- temitico y se somete a una no menor exjgencia de realizarlos ordenadamente. Por tanto, siempre atiende a dos dimensio- nes, y todo lo que formula tiene, de antemano, un doble valor, dependiente de su posicién, El autodominio que cl pensamiento necesita para esto es, naturalnente, de miiximo rigor. Y aunque tal doble sentido es, para los principiantes, causa de las mayores dificultades, para el que se le consagra y lo entiende, es el apoyo y el indicador mis sélido, no por al rigor de las consecueneias, sino porque le abre, también, su propio pensamiento, dos caminos en la consideracién de cada punto. En cualquier momento de la historia tiene que haber un camino directo hacia Hegel, y todo sistema es una intro- duceién a su filosofia. Y de cada pensamiento de Hegel parte un camino directo a Ja historia de la filosofia; cada uno de ellos —prescindiendo de su propia importancia especulati- va~ es, al mismo tiempo, una introdaccién al pasado y a lo que no vuelve. La filosofia es el pensamiento de la filosofia misma y de su proceso. Es Ja ctema actualizacién de lo pretérito, el in- temporal presente del pensamiento. Pues éste siempre es algo intemporal dentro de Jo temporal. La filosofia no hace mas que documentar su propia esencia, es decir, de ser Io Absoluto en Io relativo, lo en sf mismo eterno en lo que esti en el tiempo. Esto rige en general, Pero en Ia historia hay ciertos per sadores individuales frente a los cuales Hegel tomé una po- 64 LA FILOSOWIA DEL IDEALISMO ALEMAN sicién que Io caracteriza. Sélo con respecto a pocos encon- tramos en él un tratamiento consciente: ante todo, para Atistételes y Kant y, con ciertas limitaciones, también para Platén. Los demas sélo se recuerdan por motivos implicitos en el contenido; pero se los puede destacar, Unicamente men- cionaremos a los ms ianportantes La posicién de Hegel con respecto a Kant estuve al uniso- no determinada por la que adopté frente a Fichte. Tal es Jo que en primer Ingar rige para su critica del deber ser, Pero ello no agota su relacién con Kant, El pensamiento de Kant habfa considerado una serie de cuestiones; pero se aparté de ellas con repugnancia critica, Justamente son lis que Hegel considerd de modo positive. Para él tuvieron Ja fuerza de ica capaz de Tevarlo al centro. Ya Fichite y Schelling habian roto cl hechizo de la “critica”; pero en He. gel, a partir de la tendencia contraria, Hegé a ser algo com- pletamente opuesto Desde este punto de vista, los “concepts de reflesién”, considerados por Kant como “anfihdlieos” y por eso excluidos de Ja construccién de la Analitica trascendental, son un ins- tructivo ejemplo. Los dos primeros pares, unidad y multipli cidad, concordancia y oposicion, tuvieron en Hegel un papel predominante. Lo mas sorprend. atraccién meta te ocurre con el concepto de contradiccién, anfibslico por excelencia, que para él es el conductor de Ja dialéctica. Por todas partes, Hegel encuentra tesis y antitesis y siempre las Heva al colmo de su contradic cién. Bused y desarrollé, con singular preferencia, todo To que se contradice y le dio el valor esencial, esto es, filoséfi- camente positive. Y se podria afiadir: lo que Kant rechazaba, Ia anfibélico como tal, es lo valioso para Hegel, Pues todos os conceptos especulatives son multivocos, tornasolados, fluentes, es decir... anfibélicos. La contradiccién es aqui extrema, porque se rompen los limites de los conceptos fijos. Mas, justamente por eso, merecen ser conceptos fundamen- EL CONCKPTO HEGELIANO DE LA FILOsoriAa 65 tales y especulativos. Entre los mas bellos ejemplos de la dialéctica hegeliana se encuentra el tratamiento de Ia rela- cién entre “Io interno y lo externo”. Kant se habia aproxi- mado a su positiva valoracién, en su nota a la “Anfibolia”; pero Hegel, al hacer culminar la ambigiiedad, logré un sen- tido claro y simple de los dos conceptos: lo idéntico en su oposicién. Esto sélo es un preludio, pero profundamente simbdlico, para toda relacién histérica entre Hegel y Kant. Otros con- ceptos son mis accesibles. Para Kant la “dialéetiea” es el ‘gran campo de It apariencia y contra ella se tiche que Tevan- tar la critica que impone sus limites, Para Hegel es el método universal de la filosofia, pues es el que descubre la esenci de todas las cosas. Kant trata de resolver Tas antinomias ¢os- molégicas con prudente mano: las dlisensiones de la razén tionen para él algo de chocante, de inquietante. Para Hegel las antinomias son los clementos vitales de la filosofia: las descubre por todas partes y clay nunca obstruyen cf camino que lleva a la sintesis, es decir, a lo que va may allt de lo antinémico, Las “ideas” constituyen en Kant un_proble- ma metédico, su sentido positive es “regulative”; Hegel, al centenderlas como infinitas —en su significacion plenamente kantiana— las convierte en el fundamento de todo lo real. La teleologia, que Kant, con limpio andlisis y com ciertas reser- vas, limitaba a ciertos problemas, es convertida por Hegel en cl principio universal de las formas del ser, puesto que es maba que las formas inferiores tienden a las superiores, Kant no habia tratado Jos problemas de la Ontologia tradicional (salvo cuando se constituia en teologia, cosmologia y psico- logia especulativas). Sélo habfa objetado su caricter dedu livo; pero no se atrevié a entrar on ella; Hegel la tratd este siamente en los primeros dos tomos de su Légica y, por cierto, on cuanto sistema: su método no sélo es deductivo, sino tan hin puramente dialéctico y a priori. En su Deduccién de los conceptos puros del entendimicnto, Kant habla impuesto al 66 LA FILOSOVIA DEL IDEALISMO ALEMAN apriorismo de Ja razén pura una ley, entendida como limite sélo podia haber conocimiento @ priori de los objetos de la “experiencia posible”. Hegel no sélo deriba este limite, sino que supera otras vallas erfticas. El apriorismo vuelve & tener la universalidad que tenia en Leibniz; no hay objeto alguno a que no se extienda; y, por cierto, no se trata del “entendi- iniento intuitivo”, repudiado por Kant, sino del coneepto, de um coneehir por completo discnrsivo. Seria ficil prolongar esta serie de oposiciones. Pero el mite deo objetivo no reside en los detalles, sino en lo principal, que se expone del modo mas visible en el concepto de “eosa on si”. Kant le habia asignado un puesto que traseendia los Iimites del conocimiento. Es el “noiimenon en sentido negn- tivo”, una totalidad que cl entendimiento finito no puede captar. Para Hegel también es, en rigor, um notimenon (ob- jeto del pensar), pero en “sentido absolutamente positive’; también para él es una totalidad y, por cierto, universal, es decir, un “todo”, pero es Tey universal de fa realidad que la verdad sea el todo, Hegel admite um conocimiento que esti is aci “de To en si de las cosas’; ef del “pensar rezonante”, y atm mas cl del “pensar representative”, Pero sabe que hay un conocimiento que Io capta: el “pensar especulative”, que otorga finidez y movimiento a Ios conceptos de otro modo fijos, y que intuye Jo {ntimo en lo externo: en el fendmeno Jo que se manifiesta (lo que cs en si). El “pensar espee Iativo” esté tan seguro de ello que en In esencia del fem meno concibe « priori su ley fundamental, a saber: que en eneral sélo puede “manifestarse” aquello que es en si, que émeno sin un ente en si miso que se manifiesta en él, Lo que este conocimiento sabe de antemano es precisamente «ue tode Jo que se manifiesta es también en sf mismo y que ex impo- sible conocer fenémenos sin conocer entes que son en si mismos. Si atendemos a este punto central, Ia imagen del todo varia el no seria manifestacidn, sino um vaelo aparec EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA, 67 fundamentalmente, Lo “empiricamente real”, como decia Kant, es también real en si mismo: bastaré con penctrarlo especulativamente. Todos los “objetos” trascendentales, don- dequiera que yesidan 0 sean ~y todos los objetos filoséticos son trascendentales—, son susceptibles de ser captados por el concepto especulative, puesto que no son objetos trascen- dentes al émbito del conocimient. Y con esto Hegamos al punto que a todos Hana Ia atencién, aunque no sea por si mismo comprensible: «t la oposicién en- tre critiea y sistema, 0 como también se podrig decir, entre critica y metafisica. El trabajo que ocupé Ja vida de Kant, desde el comienzo de su periodo eritico, estuvo al servicio de la critica, y Ia posteridad ha interpretado eso como una condena de Ia metafisiea, El aspect negative de la Dialéeti- ca trascendental parceeris afirmarlo, Hegel es visto como el gran reincidente, como el que no ha entendido Ia Jabor de kt critica y que, por eso, y construir “dogmiticamente” uma metafisica; es decir, un cas- Allo de naipes, como todo sistema dogmatico. Pero quici vea aqui tan sdlo cl contraste y no Ta sintesis 0 Ta eon dad, 0 se enfrentaré, en general, con el auténtico He olvidar que Kant habia pensado su critica como los. prole: gémenos a uma futura metafisica; que él, a To largo de toda su vida, tayo ante los ojos el plan de un sistema de la rezin pura basada en la critica; que cl camino que va de Kant a Schelling estaba cruzado, desde hacia mucho, por fecundos senderos que el trabajo de Kant habia dejado abiertos, y que el sistema de Hegel no es mas que Ja consecuencia tiltima de tal desarrollo. También desde cl punto de cién es positiva, En primer término, Kant habla encontrado en Ia razin prictica el acceso a Ja metafisica; Pichte, basn- «lose en ella, cre6 un sistema fundado en el deber ser, que Schelling trasladé al cosmos y Hegel universaliz6. Y pudo hacerlo porque de las propias tesis de Kant saed las mis ra- 1 preocuparse de ella, ha vuelto a sta del contenido, esta rela- 68 LA FILOSOFIA DEL. IDEALISMO ALEMAN dicales consecuencias, Lo que al pensamiento antiespeculati- vo le aparece como una refutacién —Ia serie de antitesis antes mencionadas a las tesis de Kant— constituye, justamente, su propia consecuiencia, su necesaria totalizacién, pues mediante ellas son “verdaderas” al llegar a ser “totales”. Por sw forma, las tesis de In critica son negativas. Pero el sentido de la negacién no se encuentra en Ja aniquilacién, sino en el avance hacia algo positivo. El oculto “poder de To negativo” consiste en que la negacidn involucra alyo positivo. Kant habfa realizado las negaciones sin advertir en ellas st poder, La mirada de Hegel las penetrd y valoré: de sus ma- nos surgié el “sistema de la razin pura” esperado por Kant, es decir, la nueva metafisicn que es 1a sintesis de la antigua y de su critica. La relacién de Hegel con sus antecesores no siempre fue tan fntima, aun cuando salte a los ojos, como ocurre con Spi- noza. La unicidad de la , el panteisino, Ia tensa forma sistemitica, pare afar una profunda concor dancia, Pero Hegel juzga estas cosas con bastante rigor. Con- sidera que Ia sustancia de Spinoza no es vital; y, por tunto, encuentra inconcebible que de ella pueda surgir algo. El jui cio de Fichte, segiin cl cual Spinoza habia “matado” a Dios, ¢s también el de Hegel. Con respecto a Ja naturaleza y al espiritu, Hegel acepté lo que habia de positive en la téoria de los atributos, pero incluyéndola en uma relacién de mis amplio contenido, es decir, en la concepeién de lo Absolute. La exposicién de las categorias de lo Absoluto, que Hegel a en su Légica, puede ser sin ms considerada como la rea que deseaba Spinoza: como una “geometria” que desarrolla los atributos y modos divinos segiin una deduccién rigarosa- mente metédica, y que de este modo produce, a partir de su viviente diversidad, la abigarrada riqueza del mundo. En esta produccién hay una rignrosa necesidad, concebida a priori, aunque no por eso sea una necesidad “matemitica” EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FiLosoria 69 Desde este punto de vista, la filosofia de Hegel se presenta como el spinocismo consecnente y Hevado hasta el fin, Leibniz, ponetré con mayor profundidad en su pensamien- to; pero st relacién con él no es tan inmediatamente visible. Para las ménadas, en riguroso sentido, no hay en Hegel es- pacio alguno. Lo que Leibniz, habia desprendido de ellas, es decir, cl reino graduado de Jas formas del mundo y su unidad; Ia interior participacién de Ia totalidad del mundo mediante cl concepto de representacion —que en los grados mas altos y por una autopenetracién (la “reflexién en sf” de Hegel) llega a ser conciencia—; el puro apriorismelel cono- cimiento, y ¢l tener en si mismo, como destino, a la propia determinacién, que al desplegarse exterioriza Jo intimo: todos estos puntos, son partes indiscutiblemente esenciales de la imagen hegeliana del mundo que, con pleno derecho, hacen posible considerarlo como um leibniciano, y por cierto, como €l primero consccuente y congenial. Pero esto no es todo, Con Leibniz, por lo menos en su primera fase, se extinguié ima parte de la Filosofia medieval de los universales. La scientia generals, segim su plan, no sélo es un sistema de categorfas ontolégicas, sino tunbién un intento por comprender sus relaciones, sus sintesis ys netraciones a partir de leyes. El ensayo siguié siendo externo; en lo esencial, no fue mas alla del esquema de la combina- toria. Por decirlo asi, agnardaba todavia cl sentido propio de la cuestién, que sélo se podfa encontrar en una total Te- galidad capaz. de constituir, por detrés del aspecto externo (Ja combinatoria), Ia vida interior de los conceptos que se com- binan. Semejante legalidad no sdlo se encuentra en la dialéc- tica de Hegel, sino que también es recorrida a Jo largo de todo cl reino de los principios. La combinatoria se incluye en cl flujo viviente, en cl movimiento propio de las eategorfas. Ya no se trata de un nexo suplementario, sino de un origina- zamiento y de su dindmica. Pero en su forma de Ja combinatoria sigue existiendo en el is pe- manifestacién exte 70 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN entendimiento finito, Puesto que Leibniz habfa Tamado a la totalidad de las ideas “entendimiento de Dios”, resulta que Ia Légica de Hegel no es otra cosa que el pensamniento de este “entendimiento diving”, Hegel es afin a Leibniz. en lo mas fntimo, es decir, por su multilateralidad, su poder receptivo y valorativo; pero la universalidad es, en ambos, diferente. Leibniz no pride, en manera alguna, hacer converger los diversos elementos his- tories que en él se reunian, En el pensamiento de Tegel dichos clementos convergfan de modo efectivo, aque como es natural, de una manera mis complicada, E] fundanento de este resultado se debe buscar, en primer término, en fa mencionada relacién entre la combinatoria y la dialéetica; y cen segundo lugar, en el cardcter ontoldgico de la Légica de Hegel, que es la teoria racional del ser, la scientia gencralis almente universal, al par que la philosophia prima, que si bien dificre de la de Christian Wolff enmple, en eb trata- miento de la mayor parte de las ewestiones fundamentales, las intenciones de éste. : _ De aqui se puede inferir que ciertas tendencias del rex mo conceptual, como existian en Ja alta Escolistica, deben revivir y aleanzar justificacién en Hegel. Ellas lo impulseron a la ontologia, ante todo a la clasica, basada en Ia ligiea, EI supuesto fundamental de tal realisimo —annque no siempre expresado— es que los conceptos del pensamiento. pueden captar las esencias (essentiae) de las cosas porque éstas se hallan inmediatamente contenidas en ellos, Lat sustancia for mal y cl contenido conceptual se aproximan entre sf al panto de eoineidir sustancialmente. La consecuencin de semejante teorfa fue Ia gran importaneia dada al conocimiento coneep- tual légicamente configurado, que desde cl punto de vista objetivo y por su esquema en lo fundamental dechictivo— involucraba un total apriorismo. Pero en Hegel esta funda mentacién légiea Mega a sus consecuencias extremas: 1a on tologia se imcluye, de manera radical y absolnta, en la légica; EL CONCEPTO HECELIANO DE LA PILOSOFIA 7 €l curso dialéctico del despliegue conceptual ¢s, al mismo tiempo, ol curso real del despliegue del mundo. Dicho es- cokisticamente: es el mis extremo y osado realismo concep- tual que conoce la historia de Ja filosofia: ni siquiera en Ta Edad Media fne sofiado con mayor radicalidad. La rehabili- tacidn, contra Kant, de In prueba ontoldgiea de In existeneia de Dios, sélo es ima consecuencia de su posiciin, pues Hegel no vio en este argumento la ultima ratio de nuestro conoci- miento de Dios. Sin embargo, también hay espaeto en Hegel para Ta tesis contraria, la del nominalismo. Pues existen conceptos arti- ficialmente forjados y secundarios, que filosifieamente cxfe- cen de valor y que sélo son “palabras”. Se trata de los cor ceptos abstractos, y rigidos, propios del “pensar razonante”. c esta clase. Inclusive nuestros conceptos son, por Io comtin, dl cl pensamiento especulativo es capa, del eoncepto «ue Je, del coneepto fuente y que jams puede ser fijado por los téxminos; s6lo el concepto movil coincide con In cosa Ast pues, en mas de una direceién, Hegel es in escokistico, tanto como un leibniciano o wn kantiano, En @ hay una sintesis del realismo y del nominalismo, que el pensimiento medieval, con suis teorias extremas, no pudo aleanzar. No es facil encontrar un término para las tendencias histd- ricas que convergen en Hegel, como en un gran foco. Los tignos estin presentes en sti pensamiento en mayor medida de lo que lo estavieron en sus sucesores. EI diakéctico bused, y encontrs, su modelo en Platén. Lo sabia y lo tuvo en euen- ta, Es cl primer lector moderno del Parménides platénico que descubricra cl sentido oculto de este dificil didlogo. Tampoco es extrafio que haya sido el primero en quien reviva la esen- cia de Jas “Ideas” platénicas. Platn concibié y fij6, por pii- mera vez y patra todos los tiempos, la determinacién funda mental del ser ideal: éste es “lo que siempre ¢s”, “lo no-sen- sible” (suprasensible); Io dado, tan sélo, a una visidn espi- 2 LA FILOSOMA DEL IDEALISMO ALEMAN ritual; es lo que el “alma” encuentra en ella misma al contem- plar su propia profundidad. Sin embargo, el ser ideal no es lo que el alma infiere 0 lo puesto por ella; no es “pensamiento” alguno, 0 mero “objeto de pensamiento”, que existirfa 0 se extinguirfa con el pensar (0 el “intuir”), Es el “ejemplar” de todo lo real, sin ser real, en modo alguno; es algo que esti por encima de Ia realidad, algo “que es siendo”; es lo “que en sf” en todo lo que aparece, nace y muere. Desde antigo se han separado, por su relacién con la esencia de Tas Tdeas tal como Platén lo habia profetizado— “los buscadores del saber” de los “incultos artesanos”. La eterna picdra de toque para determinar cl sentido “filosé- fico” de algirien, esti en saber si es capa de entender aqui Ila tercera forma de ser como un “ente en si mismo”, a pesar de que no sea real, ni tampoco pensada. Pues el que tenga Ja capacidad de entenderla, también entender’ ¢l mundo: real y el pensado; pero al que no la comprenda, le ser’ negada Ia esencia de ambos mundos, Quiz nadie haya sido tan congenial de Platon como Hegel, pues no siempre los que, por representar algunas tesis platénieas, se han Hamado durante siglos platénicos, han tenido una comprensién con- genial de G. Al comienzo del segundo tomo de su Légica Hegel setiala, como munca se habia mostrado antes, cl ca- mino que conduce a las Ideas en el sentido de la profundidad (hasta su “raiz”). Pero ademis de indicarlo, lo transit6, 1 “teoria de la esencia” es la de las Ideas, vista en dad y desarrollada en todos sus contenidos. La relacién entre Hegel y Aristételes constitaye un ca- pitulo aparte. A pesar de la inmensa influencia de Aristéte- les en 1a historia, son muy pocos y solitarios los que se han vinculado con él de un modo viviente, es decir, no tradicio- nal. Aristételes fue un punto culminante de la Antigiedad y el nimero de los que en cualquier época se pusieron a se- mejante altura es muy limitado. Son muy pocos, por decirlo asi, los que por encima de los jefes de los innumerables pe- EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA 73 quefios espfritus, se pueden salndar entre si de cumbre a cumbre, y sean capaces de verlo en su plena magnitud. Plo- tino, Santo Tomas y Leibniz encabezan a los que estén en tan alta perspective. Pero quiz haya ciertos hilos que con- ducen aun mis directamente de Aristételes a Hegel, en cuyo caso éste haba visto Ja talla originaria del antigno maestro, pasando por encima de tales intermediarios, Para comprender a Aristételes disponemos actualmente de un camino mucho mis estrecho que para entender a Hegel. Pero para Ia reclaboracién histérica, ambos pensadores nos ofrecen una relacién complementaria, que resulta de su jn- terna prosimidad: frente a Ja lejania histérica de Avistétefes, Hegel —por la menor distancia a que esti de nosotros— es una clave; y frente a la superioridad especulativa de Hegel, Aristételes que siempre se sitta ante Io inmediatamente dado— es un acceso, No sin razén, muchos intérpretes han considerado a Aristételes como empirista; pero su magnitud especulativa no siempre ha permitido valorar en su aleance cl punto de partida empirico, Aqui hay una particular supe- dad de Aristételes sobre Hegel, pero no un contraste, Vedmoslo con un cjemplo, La induccién es, en Aristéte- Tes, “conduecién” a Ta esencia de Ta cosa; pero ésta no “nace” de ella. La esencia es el cidos, lo universal. El caso particu- lar puede “conducir” a lo universal porque ya lo contiene, Segiin Aristéiteles no existe, en manera alguna, un universal que exista “por sé. En ninguna parte Jo universal se ofrece “en” To individual, en las cosas, sino que Io universal lo es “de ellas”. El pensamiento que lo percibe por si mismo, en su aislamiento, es abstraccién. Y, precisamente, tal es Ia tesis de Hegel: lo universal abstracto no es lo “verdaderamente universal”, que siempre es um universal “concreto”. La profunda afinidad entre ambos pensadores radica en sus métodos. A primera vista la aporética y la dialéctica pa- recen ser en extremo diferentes. Aquélla es facultativa, es decir, un procedimiento conscientemente provisional; ésta

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