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HABIA UNA VEZ UN MARINERO
FIESTA POR LOS 40 ANO
In , Conjunto,, n. 137, 2005, pp.98-99
Miguel Rubio Zapata
para Juba
uno
Si Hans Christian Andersen thubiera conoddo a
Eugenio Basha ya su grupo, el Odin Teatret, quizis
habria escrito fa historia del marinero que se debutia
entre el teatro y el mar, y que un dia, después de tanto
navegar, decidid buscar un lugar donde fundar un tea
tro, y fue asi que buscando y buscando y después de
tanto buscar, encont un pequeno pueblo en Dina-
marca, donde junto a un grupo de actores construye-
ron una cabafa y se encerraron a jugar. Se la pasaban
todo d dia adentro, saan tan poco que los habisantes
dal lugar comentaban curiosos.
Conforme pasaba el tempo, fue también creciendo
la curiositad y la gente del pueblo tenia muchos deseos
de saber lo que pastba dentro de la cabana. Ver salir a
los actores sdlo de vez en cuando incrementaba la intri-
a todos estaban muy pendientes imaginando lo que
hhacian tanto tiempo juntos, Se especulaba mucho, por-
que camo dive el cicho, en pueblo chico et infierno es
arande. Solo se escuchaban canciones y misicas de pai
ses lejanos, seguramente recogicas en sus vigjes,
gente del pueblo hacia turnos para espiarlos y unos a
otros se contaban historias de lo que pasiba adertro.
Unos aseguraban verlos crecer, aggantane, y ores
decian haberlos viso volar con tambores y cintas de
colores.
Algunas veces la cabaia se abria porque legaban via~
jeros y'se quecaban un tiempo a vivir con ellos y cuan-
do estos salian rumbo a sus tierras, la gente corria a
reguntarles, pero los visitantes seguéan su camino de
regreso y nadie contaba nace.
1a iintriga crecia y erecta. Hasta que un buen dia, 4
‘marinero y los artistas decidieron invita a todo el pue=
blo, La gente no demons mucho en pasarse la vez y
ripidamente fueron Fegando para asisir al esperado
momento en que se abririan las puertas del misterio, La
gente Ilegabu y legata, incluso de otras pueblos cerca
nos fueron llegando,
dos
He venido en tren a Holstebro y deste que llego me
siento personaje de un cuento maravilloso, En la esta-
cn del ferrocarl me espera un Rolls Royce negro
con las banderas de Dinamarca a los costados, es un
automévil de coleccién, que alguien de la ciudad ha
oftecido para recibir los amigos que venimos ala fes-
1a por los cuarenta afios del Odin Teatret.
Atravieso br ciudad cémodamenie seniado en
asiento de atris del coche, y el ondear de las banderas
a os lados del automévil me hace sentir en “mision
oficial”, como si fuera embzjador de algtin pais imagi-
nario o mejor, Ge una ila flotante siuada en algin lago
dela América del Sur. Cuando nos acercamos a la casi