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Guy Debord Comentarios sobre la sociedad del espectaculo seguido de Prélogo a la cuarta edicién italiana de «La sociedad del espectaculo» Traduccién de Luis A. Bredlow FA EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA 36 Estos Comentarios no tardar4n, sin duda, en ser conocidos por unas cincuenta o sesenta personas; lo cual ya es decir mucho en los tiempos que vivimos y traténdose de asuntos de tamafia gravedad, Pero tam- bién se debe a que en ciertos ambientes tengo fama de entendido. Ademds, hay que considerar que, de esa Alte que se interesaré por ellos, la mitad 0 poco me- nos se compone de gente que se dedica a defender el sistema de dominacién espectacular, y la otra mitad, de gente que se obstina en hacer todo lo contrario. ‘Ast que, debiendo tener en cuenta a unos lectores muy atentos ¢ influyentes en distintos sentidos, ob- yiamente no puedo hablar con entera libertad. Sobre todo debo cuidarme de no ensefiar demasiado sin mi- rar a quién. La desdicha de los tiempos me obligard, pues, a estrenar una vez més una nueva forma de escribir. Ciertos elementos se omitirdn deliberadamente; el plan no debe quedar demasiado claro. Se podré en- 13 37 contrar algtin que otro engafio: es el sello de la época. Con tal de insertar ac y aculld algunas pdginas més, puede que aparezca el sentido del conjunto: asf se * afiadfan a menudo cldusulas secretas a lo que ciertos uratados estipulaban abiertamente, y asimismo ocurre que clertos agentes quimicos revelan una parte desco- nocida de sus propiedades s6lo cuando se hallan aso- ciados a otros. Por otra parte, atin quedardn en esta obrita demasiadas cosas que serdn, por desgracia, fAci- les de comprender. 0 3195) demon en un libto, La sociedad del er [/ 2ecedeuloTo que el €5pectdculo modeiitoyera ya esen- cialmente:_el dominio sutocrtito—de la economia mercantil que habfa alcanzado un starus de soberania irresponsable y el conjunto de las nuevas técnicas de gobierno que acompaian ese dominio, Las revueltas de 1968, que en varios palses se prolongaron a lo lar- go de los afios siguientes, en ningiin lugar derribaron la, izacién existente de la sociedad, de la que el Geet oi como espontineamente; de mado que ®t ha continuado reforsdndose por doquier, es decir, expandiéndose por los extremos hacia todos la- dos, al mismo tiempo que aumentaba de densidad cn el centro, Incluso ha aprendido algunos nuevos proce, diniientos defensives, cosa que les suele suceder alos poderes atacados. Cuando inicié la critica de la soci 14 dad espectacular, se repard sobre todo, dado ef mo- mento, en el contenido revolucionario que cabla des- cubrir en tal crftica y en el cual se vela, como es natu- ral, el aspecto mds molesto de la misma. En cuanto al propio tema, se me ha acusado a veces de habérmelo inventado de cabo 2 rabo, y en todo caso, de haberme excedido en mi apreciacién de la profundidad y la unidad de dicho especticulo y de su accién real, Debo admitir que quienes después han publicado li- bros sobre el mismo asunto han demostrado perfecta- mente que se podia decir menos. No Jes hacia falta mds que reemplazar el conjunto y su movimiento por un solo detalle estético de la superficie del fendmeno; Ia originalidad de cada autor se complacta en escoger oto detalle distinto y, por ende, tanto meaos inquie- tante. Ninguno de ellos quiso viciar la modestia cien- uffica de su interpretacién personal mezclndola con remerarios juicios histéricos Pero, en fin, la sociedad del especticule no por ello dejé de proseguir su marcha. Y va deprisa, puesto que en Oe tenfa apenas mds de cuarenta afios, unque muy bien aprovechados. Y por su propio mo- vimiento, que nadie se tomaba ya lz molestia de estu- diar, demostrarfa luego con admirables proezas que su naturaleza efectiva era exactamente la que yo decla. Dejar eso bien sentado tiene algo més que un valor académico; pues es indispensable, sin duda, haber re- conocido la unidad y la articulacién de la fuerza ope- rante que es el espectéculo para ser capaz de indagar, a partir de ahi, en qué direcciones esa fuerza, siendo lo que era, se ha podido desplazar. Son cuestiones de 15 cw?) gran interés: se trata de las condiciones en las que ne- cesariamente se ha de jugar de ahora en adelante el conflicto en la sociedad, Dado que el especticulo es choy en dia indudablemente mds poderoso de Jo que __era antes, jqué hace con ese poder suplementario? @Hasta dénde ha Megado que no hubiera legado an- tes? {Cuéles son, en suma, sus [near de operaciones en este momento? La vaga sensaciéa de que se trata de una especie de invasin répida, que obliga a la gente a llevar una vida muy diferente, estd actualmente muy difundida; pero eso se experimenta mas bien a la ms- nera de una modificacién inexplicada del clima 0 de otro equilibrio narural, modificacién ante Ja cual la ignorancia sélo sabe que no tiene nada que decir. Y lo que es més, muchos la aceptan como una invasién ci- /Wilizadora, a mds de inevitable, ¢ incluso sienten an- sias de colaborar en ella. Prefieren no saber para qué sirve exactamente esa conquista ni adénde va. Voy a mencionar algunas [tonsecuencias prdcticas, poco conocidas atin, que resultan de ese ripido des- pliegue del _especticulo durante Jos uilkimos veinte afios. No me ptopongo entrar en polémicas, demasia~ do ficiles ya a estas alturas y demasiado intitiles, sobre ningtin aspecto de la cuestién; ni tampoco me pro- pongo convencer a nadie. Los presentes ‘comentarios no tienen afin alguno de moralizar. No encaran lo que es deseable 0 simplemente preferible. Se limiran a observar lo que es. 16 39 TL Ahora que nadie puede razonablemente dudar de la existencia del espectéculo ni de su poderfo, sf cabe dudar, por el contrario, de que sea razonable afiadir algo més a una cuestién que la experiencia ha zanjado de modo tan draconiano: El diario Le Monde del 19 de septiembre de 1987 ilustraba felizmente la formula «De lo que existe, ya no es necesario hablar», verdadera ley fundamental de estos tiempos espectaculares que, en este aspecto al menos, no han dejado atrasado a ningiin pals: aE! que la sociedad contempordnea es tuna sociedad de espectdculo es cosa obvia. Pronto ha- brd que sefialar a quien no quiera sefialarse. Son in- contables ya las obras que describen un fenémeno que ha acabado por caracterizar a las naciones indus- triales, sin perdonar a los paises atrasados con respec- to’ su tiempo. Pero_lo gracioso es que también los libros que analizan ese fenémeno, en geieral para de- lorarlo, deben'rendit tributo al especticulo para dar- 'se a conocer» Es cierto que esa ciitica Sard lar del especticulo, que llegé tarde y para colmo quiere «dar- se 2 conocer» en el mismo terreno, s¢ limitard forzosa- mente a vanas generalidades o a lamentos hipécritas; y Mo menos vana parece esa sabiduria desencantada que hace el payaso en un periédico. La vacua discusién sobre el espectdculo, es decir, ( sobie To que hacen los propietarios del mundo, Iz or- ia, pues, el espectdeulo mismo: se insiste én los grandiosos medios del espectdculo, a fin de no decir 7 nada acerca de su grandioso uso. A menudo se prefie te hablar, mds que de espectéculo, de «medios de co municacién». Con eso se pretende designar un simple instrumento, una especie de servicio puiblico que ad- minisura con imparcial «profesionalidad» la nueva ri- queza de la comunicacién entre todos debida a los mass media; comunicacién que ha accedido finalmen- te ala pureza unilateral, donde la decisién ya tomada se deja admirar tranquilamente. Lo gue se comunica sol Aly no deja de ser muy armonioso que | quien fan impartido sean los mismos que dirin notable tenacidad. Asi como la légica de la mercancia prevalece sobre las diversas ambiciones rivales de co- dos los comerciantes, 0 como la légica de la guerra domina siempre las frecuentes modificaciones del ar- mamento, asf la severa légica del espectéculo domina por todas partes Ta creciente diversidad de las extrava- gancias medidticas. . Dentro de todo lo que ha sucedido a lo largo de Jos ultimos veinte afios, el cambio més importante re- side en le propia continuidad del espectéculo. Su im- \ Jo que opinan de ellas. El poder del espectdculo, tan esencialmente uni. tario, centralizador por la fuerza misma de las cosas y perfectamente despético en su espfritu, se indigna 2 menudo al ver gue bajo su dominio se van constini- yendo_una_politica-espectéculo, una justicia-espec- taculo, una medicina-espectdculo y otros no_menos __sorprendentes «excesos de los media». El espectdculo, Por tanto, no parece ser otra cosa que un exceso de los medi, cuya naturaleza indiscutiblemente buena, ptesto que sirven para comunicar, conduce a veces a excesos. Con bastante frecuencia los amos de la socie- dad declaran que sus empleados mediticos los atien- den mal; més.a menudo reprochan aila plebe de los espectadores su proclividad a entregarse a los placeres medidticos sin recato alguno, casi bestialmente. Tras una multicud virtualmente infinita de supuestas di- vergencias medigvicas se disimula asi lo que es, por el contrario, el resultado de una convergencia espectacu- lar que se viene persiguieado deliberadamente y con 18 portancia no ¢s un resultado del perfeccionamiento de su instrumentacién medidtica, que habia alcanza- do ya ances un estadio de desarrollo muy avanzado, sino que consiste sencillamente en que Jy dominacién espectacular ha logrado criar a una generacidn some- tida a sus leyes. Las condiciones sobremanera novedo- sas en las que esa generacién, en su conjunto, ha efec- tivameate vivido, constituyen un resumen exacto y suficiente de todo lo que el espectéculo esté impidien- do a partir de ahora, y también de todo lo que per- mite. Iv En el plano simplemente teérico, no tengo que afiadir a lo que habfa formulado anteriormente més que un deralle, pero de mucho peso. En 1967 distin- gui dos formas sucesivasy rivales del poder espectacu 19 (lifysa) Una y otra planeaban Teal, como su meta y su faue colocaba en un primer pla- as ide en tomo_a uha pesonalidad 0 como concentrado y difuso, y a partir de tan prove- mentira. La%prirn / chosa unificacién ha sabido utilizar ambas cualidades no la ideologfa re dictatorial, habjé acompafiado la contrarrevolucién || mis a lo grande. Su modo de aplicacién anterior ba rotalitaria, tango la nazi como [a estalinista. La otra, [\,cambiado mucho. En cuanto al lado concentrado, el que incitaba los asalariados a escoger libremente en- | “(centro dirigente ha pasado a estar oculto: no lo ocu- re una gran variedad de mercancfas nuevas que rivali-C® | Spa ya nunca un jefe conocido ni una ideologia clara. ‘zaban unas con otras, representaba aquella americani- \ Yen cuanto al lado difuso, Ja influencia espectacular zacidn del mundo que en algunos aspectos-espantaba, [jainds habla marcado hasta tal extremo la casi towali- pero también seducta a Jos paises en donde se habfan | dad de las conductas y de los objetos que se producen conservado durante mds tiempo las condiciones de las \socialmente. Pues el sentido final de lo espectacular democracias burguesas de tipo tradicional. Desde en- integrado es que se Ka integrado en la realidad misma tonces se ha venido constimyendo una tercera forma, a medida que hablaba de ella, y que la reconstruyé tal por combiniacién equilibrada de las dos precedentes y Oo y como de ella hablaba. De manera que esa realidad sobre la base general del triunfo de Ia que se habla" ahora ya no permanece frente a lo espectacular como de lo (x algo que le furese ajeno. Cuando lo espectacular estaba /concentrado, se le escapaba la mayor parte de la socie- dad periférica; cuando estaba difuso, una parce muy pequefia; hoy en dla, no se le escapa nada. Fl especté- Bl lugar predominante que ocuparon Rusia y Ale- culo se ha entremezclado con toda realidad, por efec- mania en la formacién de lo espectaciilar concentrado o de ‘én, Como en teorla era facil de prever, y los Estados Unidos en Ja de lo espectacular difuso _ In experiencia prictica del cumplimiento desenfrena- parece haber corzespondido a Francia e Italia a la hora do de las voluntades de la razén mercantil demostra- sla r4pidamente y sin excepcién que el hacerse mundo Ja falsificacién era también un hacerse falsificacién el mundo. Excepto un legado todavia importante, pero destinado a menguar cada vez més, de libros y edifi- mostrado_més fuerte, la forma difusa, Se trat ‘espectacular integrado| que hoy tiende a imponerse en’ “V /"elmundo entero. | i | \ + instaurar Jo espectacular integrado, debido al juego fe una serie de factores histéricos comunes: el papel importante de los partidos y sindicatos estalinistas en ia vida politica ¢ intelectual, una débil tradicién de- mocrética, la prolongada monopolizacién del poder cios antiguos, por lo demés con cada vex mayor fre- por un solo partido de gobierno, y la necesidad de cuencia seleccionados y puestos en perspectiva segiin ‘acabar con una contestacién revolucionaria que habla las conveniencias del espectéculo, no existe ya nada,(ds") aparecido por sorpresa. nien la cultura ni en Js nacuraleza, que no haya sido 20 an 41 / \ transformado y contaminado conforme a los medios y.los intereses de Iz industria moderna. Incluso la ge- nética se ha vuelto plenamente accesible a las fuerzas dominantes de la sociedad. El gobierno del espectéculo, ‘que ostenta actual- mente todos los medios de falsificar el conjanto tanto dela produccién como de la percepciéa, es ducio absoluto de los recuerdos, asf como es duefio incon- yrolado de los_proyectos que forjin el porvenir mds jgjano. Reina solo en todas partes; gecuta sus juicios samarios. En tales condiciones, vemos desencadenarse_re- pentinamente y con alegrfa carnavalesca una parodia del fin de la divisién del trabajo, que halla tanto me: jor acogida en cuanto que coincide con el movimien- to genetal de desaparicién de toda comp: rer dadera.. Un financiero se pone a cantar, un abogado se mete a informante de la policfa, un panadero expone sus preferencias literarias, un actor se mete a gobernar, un cocinero se lanza a filosofar sobre los momentos de coccién como hitos de la historia universal. Cada\ cual puede salir en el especticulo para entregarse en ‘public ~a veces por haberse dedicado a ella en secre- to— a una actividad enteramente distinta de la especia- __lidad por Ja cual se habfa dado a conocer inicialmen- “te. Alli donde la posesién de un «starus medidtico» ha adquirido una importancia infinitamente mayor que aquello que uno haya sido capaz de hacer realmente, €s normal que tal starus sea facilmente transferible y que otorgue el derecho a brillar de igual modo en 22 otro sitio cualquiera. Las més de las veces, esas parti- culas mediticas aceleradas persiguen simplemente su carrera dentro de lo admirable que el reglamento ga- rantiza, Pero también suicede que la transicién me- didtica sirve de rapadera a multiples empresas oficial- mente independientes, pero en realidad’ secretamente vinculadas por diferentes redes ad hoc. De manera” que a veces la divisién social del trabajo, asf como la solidaridad por lo general previsible de su empleo, re- aparecen bajo formas eriteramente novedosas: hoy en dia se puede, por ejemplo, publicar una novela para preparar un asesinaro, Esos ejemplos pintorescos sig- nifican también que’ uno no puede ya fiarse de nadie en raz6n de su oficio. Pero la mayor ambicién de lo espectacular inte grado sigue siendo que los agentes secretos s= hae gan revolucionarios y que los revolucionarios se hagan) agentes secreto’ < ¥ La sociedad modernizada hasta llegar al estadio de Jo espectacular integrado se caracteriza por el efec- to combinado ds since spor pxncipales la-novs- cién tecnolégica incesante; la fusién de la economfa y eS el Estado; el secreto generalizado; la falsedad si Puesta; un presente perpetuo. 23 (o5ges }) El movimiento de innovacién tecnolégice viene de Iejos'y es constitutivo de la sociedad capicalista, 2 Yeces lamada industrial o posindustrial. Pero desde faue inicié su aceleracién mds reciente (inmediata- Imente después de Ia Segunda Guerra Mundial), viene ‘reforzando la autoridad espectacular con mucho ma- [yor eficacia, ya que de resultas de tanta irinovacién [cada uno descubre que se halla enteramente entrega- do al conjunto de los especialistas, a sus célculos y a |sus juicios, satisfechos siempre, acerca de esos edleu- los. La fusién de la economia y el Estado es Ja tenden- cia més manifiesta de este Sz por (5; por lo menos se ha convertido en motor de su desarrollo econémico més reciente. La alianza defensiva y ofensiva entre las dos potencias, la economia y el Estado, les ha asegurado los més pingiies beneficios comunes en todos los 4m- bitos: cabe decir que una de ellas posee a la otra; es |absurdo oponerlas o distinguir sus razones y sus sinra~ |zones, Ese unin se ha mostrado asimismo muy favo- rable al desarrollo de la dominacién espectacular, que “desde su formacién no habfa sido otra cosa que preci samente esolLos tres 1ilrimos rasgos_son los efectos firectos de esa dominacién en su estadio integrado. El secreto generalizado ested decrds del espectécu- Jo. como complemento decisivo de lo.que muestra y, si vamos al fondo de las cosas, como su operacién mds importante. | | El solo hecho de no tener respuesta ha dado ala falsedad una cualidad enteramente nueva. En el mis- mo acto, Jo verdadero ha dejado de existir en casi to~ 24 faledad S/respuesta das partes 0, en el mejor de los casos, se ha visto redu- cido a la condicién de una hipéresis que no puede de- mostrarse jamds, La falsedad sin respuesta ha logrado hacer desaparecer Ja opinién publica, que primero se vio incapaz de hacerse ofr y luego, muy pronto, inclu- so de formarse siquiera. Lo cual trae obviamente con- sigo importantes consecuencias para la politica, las clencias aplicadas, Ia justicia y el conocimiento del ante, ®O La _constriccién de un presente en el cual la méda misma, desde la ropa hasta los cantantes, se ha z 2 € & ( 43 Inmovilizado, un presente que quiere olvidar el pasa- “Go y.que_ya nada la.impresién de creer en ua parve- nin, ge obtiene mediante el incesante trdnsito circular “de Ja informacién, que vuelve a cada instante sobre una lista muy suicinta de las mismas sandeces que se anuncian apasionadamente como noticias importan- tes; mientras que sdlo raras veces se transmiten, como _a tirones, las noticias verdaderamente importantes, re- lativas a lo que cambia efectivamente. Estas se refieren siempre a la condena que este mundo parece haber dictado contra su propia existencia, Jas etapas de su aurodestniccién programada. rime? designio de la dominacién espectacular era hacet desaparecer @l conocimiento histérico en ge- 25 neral, empezando por casi toda la informacién y to- dos los comentarios razonables acerca del pasado més reciente, No hace falta explicar evidencia tan flagran- te. El espectdculo organiza con maestria la ignorancia acerca de lo que estd pasando, y acto seguido el olvido de cuanto a pesar de todo acaso se haya llegado a sa- , ber.Lo mds importante es lo més oculto. A lo largo / 4 los iltimos veinte afics, nada ha sido ocultado bajo tantas mentiras decretadas como la historia del mayo de 1968. Aun asi se han podido sacar lecciones utiles de algunos estudios desengafiados sobre aquellas jor- nadas y sus orfgenes; pero eso es secreto de Estado, En Francia, hace unos diez afios, un presidente de la repiblica, olvidado después pero que por entonces \ flotaba en la superficie del especticulo, expresd inge- \nuamente Ia alegrfa que sentfa al «saber que a partir le ahora viviremos en un mundo sin memoria, donde una imagen sigue a otra indefinidamente, como en la superficie del aguan, Eso es ciertamente cémodo para quien tiene la sartén por el mango y sabe cémo no (soltarla. El fin de la historia oftece un plicido repos a todo poder presente. Le garantiza sin falta el éxito del conjunto de sus empresas, 0 cuando menos el rui- do del éxito. Un poder absoluto suprime la historia de modo tanto mds radical cuanto més imperiosos sean los in- tereses 0 las obligaciones que lo impulsaa a ello, y so- bre todo ey funcién de las mayores o menores fuci- lidades précticas de ojecucién que encuentre. Trin Shi-Huang-Ti mandé quemar los libros, pero no con- 26 44 siguis eliminarlos todos. En auestzo siglo, Stalin llevé més lejos la realizacién de semejante proyecto, pero pese a las complicidades de toda clase que hallara allende las fronteras de su imperio, una vasta zona del mundo quedabs inaccesible a su policia, y ahf la gente sevrefa de sus imposturas. Lo espectacular integrado ha tenido mayor éxito, al emplear procedimientos su- mamente novedosos y operando esta vez a escala mundial. Ya no estd permitido reise de la necesidad que se hace respetar en todas partes; y, en todo caso, ya no hay manera de dar a conocer que uno se esté tiendo de ella. [dominio de ls historia era To memorable; te to- talidad de los acontecimientos cuyas consecuencias se harian sentir durante largo tiempo. Era también, de modo indisociable, el conocimiento que habla de du- rar y que ayudarfa 2 compzender, al menos en parte, lo nuevo que iba a suceder: «Una adquisicién para siempre», dice Tuctdides. De abi que la historia fuera la medida de la verdadera novedad; y quien vende la novedad tiene todo el interés’del mundo en hacer de- saparecer el medio de medisla. Cuando lo importante se hace reconocer socialmente como Jo que es inst Mineo y lo seguird siendo al instante siguiente, que ¢& “owo y el mismo, y que reemplazard cada ver a otra importancia instantdnea, entonces cabe decir también que el medio utilizado garantiza una especie de eter- nidad a esa insignificancia que grita tanto. La precios ventajaque el espectdculo ha obteni- do de haber colltada filera de la ley a Ia historia, de ha- 27 ber-condenado ya a toda Ia historia reciente 2 pasar‘a a clandestinidad, y de haber logrado relegar al olvido, en general, el espiritu histérico de la sociedad, consis ] ve, en primer lugar, en ocultar su propia historia: el | movimiento mismo de su reciente conquista del mun \ ~do, Sa poder parece ya familias, como si hubiera es “tado all desde do ahi desde siempre. “Todos Jos _usi isurpadores han \ querido hacer olvidar que acababan de legar. ‘VII Con la destruccién de la historia, incluso el aconte- cimiento contempordneo se pierde inmediatamente en una Jejanfa fabulosa, entre relatos: imposibles de verifi- car, estadisticas incontrolables, explicaciones inveros(mi- les y argumentos insostenibles. A todas las necedades que se difanden de manera espectacular, no cabe més respuesta que alguna que otra rectificacién o adverten- cia respenuosa por parte de otros colaboradores de !os media; y aun ésas las escatiman, pues, dejando a un lado su ignorancia supina, su solidaridad de oficio y de corazén con la autoridad general del espectdculo y con Ia socie- dad de la que es expresién los hace sentir que es un de- ber, ¢ incluso un placer, no discrepar nunca de dicha autoridad, cuya majestad no se debe ofender. No hay que olvidar que todo personaje de los media tiene si pre un duefio, y a veces varios, tanto en razén del salario de otras recompensas y pratificaciones, y que cada 1s sabe que es reemplazable. / 45 Todos los expertos pertenecen alos media y al Bs—_ tado: por eso se los reconoce como expertos. Todo ex- perto sirve 2 un duefio, puesto que cada una de las antiguas posibilidades de independencia ha quedado reducida a casi nada por las condiciones'de organiza- cién de la sociedad presente. El experto que mejor sir- ve es, desde luego, el experto que miente, Quienes ne- . cesitan_al_experto_son, por’ motivos distintos, el falsificador y el ign Alli donde reconoce ya nada por s{ mismo, el experto Jo trang Tizard terminantemente. Antes era normal que hubie- Ta expertos en arte etrusco; y eran siempre competen- tes, ya que el arte etrusco no est en el mercado. Pero tuna época que encuentra rentable, por ejemplo, falsi- ficar quimicamente diversos vinos célebres, no logrard venderlos sino a condicién de haber formado a unos expertos en vino que ensefien a las abmas de cdntaro a cobrarles aficidn a los nuevos aromas, que son més féciles de reconocer. Cervantes observa que «debajo de mala capa suele haber buen bebedors. Quien en- tiende de vinos ignora a meniido las reglas de la in- dustria nuclear; pero la dominacién espectacular cree que si algtin experto ha conseguido tomarle el pelo aun buen catador de yinos en materia de industria nuclear, otro experto conseguird facilmente hacer lo mismo en materia de vinos. También es sabido, por ejemplo, que el experto en meteorologfa tlevisiva que anuncia las temperaturas o las luvias previstas para las siguientes cuarenta y ocho horas debe hablar con mucha cautela, debido a Ja obligaci6n de man- tener los equilibrios econédmicos, ruristicos y regiona- 29 les, con tanta gente circulando tan a menudo por tan- tas carreceras, entre lugares igualmente desolados; de modo que se ve obligado a brillar més bien como ani- mador. Un aspecto de Ia desaparicida de todo conoci- miento histérico objetivo se manifiesta en el hecho de que cualquier reputacién personal se ha vuelto malea ble y rectificable a discrecin por quienes controlan toda Ja informacién: la que se recibe y aquella otra, muy distinta, que se difunde; ellos tienen, pues, licen- cia ilimitada para falsificar. Y es que una evidencia histérica de la que en el espectéculo no se quiere saber nada ya no es evidencia. Allf donde nadie pose ya més renombre que el que se le ha otorgado como un favor por la benevolencia de una corte espectacular, cualquiera puedé caer en desgracia en cualquier, ins- tante. La notoriedad anti-espectacular se ha converti- do en algo extremadamente raro. Yo mismo soy uno de los iltimos seres vives que la poseen y que jams tuvieron otra. Pero eso se ha hecho también extraor- dinariamente sospechoso. La sociedad se ha procla- mado oficialmente espectacular. Ser conocido al mar- gen de las relaciones espectaculares, cso equivale ya a ‘ser conocido como enemigo de la sociedad. Esté permitido cambiar de cabo a rabo el pasado de alguien, modificarlo, recrearlo al estilo de los pro- cesos de Mosca, sin que ni siquiera haga falta cargar con el peso de un proceso. Se puede mater a menor coste. Los falsos testigos, torpes tal vez —pero :qué ca- pacidad de percibir tal torpeza podria quedarles a los 30 espectadores que serén testigos de las proezas de esos testigos falsos?—, y los documentos falsos, estupendos siempre, no les pueden faltar a quienes gobiernan lo espectacular integrado ni a sus amigos. Por consi- guiente, no se puede ya creer nada acerca de nadic, excepto lo que uno haya comprobado directamente por s{ mismo. Pero en realidad muchas veces ni hace falta Jevancar acusaciones falsas contra alguien. Desde que(elos!controlan el mecanismo que rige la tinjca | \eacion yerificacioa sotial que goza de un reconocimiento pleno y universal, ellos dicen Io que quieren. El movi- miento dela demostracién espectacular se confirma Por el sencillo expediente de girar sobre sf mismo: volviendo y repitiéndose, afirmando una y otra vex lo mismo en el tinico terreno en donde reside hoy lo que puede afitmarse puiblicamente y ser crefdo, puesto que eso ¢s Jo unico de Jo cual todo el mundo seré tes- Ugo. La utoridad espectacular puede asimismo negar lo que sea, Una vez, wes veces, y decir que no hablard mis de ello, y bablar de otra cosa, a sabiendas de que no ha de temer ya ninguna respuesta en su propio 10, ii en otf0 tampoco. Es que ya no existe el Gers) la comunidad general, ni tan siquiera unas co- idades limitadas a organismos intermedios o ins- tiuciones auténomas, a Jos salones 0 @ los cafés, a los trabajadores de una sola empresa; no queda sitio en donde el debate sobre las verdades que conciernen a quienes estén ahi pueda librarse a la laxga de la apabu- llante presencia del discurso medidtico y de las distin- tas fuerzas organizadas para aguardar su turno en tal discurso. No existe ya el juicio, con garantfas de rela- tiva independencia, de quienes constirufan ef mundo 31 < erudito; por ejemplo, de quienes antafio cifraban su orgullo en una capacidad de verificacién que les per- mitfa aproximarse a lo que se Iamaba la historia im- parcial de los hechos, o al: menos creer que sta mere- cfa ser conocida, No queda ya ni verdad bibliogréfica incontestable, y los resiimenes informatizados de los ficheros de las bibliotecas nacionales borrarén sus huellas con tanto mayor facilidad. Uno andarfa desca- rriado si pensara en lo que fueron, en un pasado no muy lejano, los magistrados, los médicos, los historia- dores, y en las imperiosas obligaciones a las que a me- nudo se somerfan, dentro de los Itmites de sus incum- bencias respectivas: Los hombres se parecen mds a su tiempo que a su padre. Aquello de lo que el espectdculo puede dejar de hablar durante tres dias es como si no existiera. El es- pectéculo habla entonces de otra cosa, que a partir de ‘umidas cuentas, existe. Como'se ve, las as précticas son inmensas. Crefamos saber que la historia habla hecho su aparicién en Grecia, junto a la democracia. Se puede verificar que est4 desapareciendo del mundo junto a ella. Con todo, hay que afiadir a esta lista de tiunfos del poder un resultado negativo para él: un Estado en cuya direccién se instala a la larga un gran déficit de conocimienros histéricos ya no se deja conducir estra- répicamente. @ VIL Cuando la sociedad que se proclama democratic ha Ilegado al estadio de lo espectacular integrado, pa- rece que se la acepta en todas partes corno realizacién de una, As{ que ya no sé la debe atacar orgui por lo dems, ya no es posible atacar- fg porguetes can peiSectg Hosa Iasnd baba acta Es una sociedad frdgil porque le cuesta dominar su peli- grosa_expansién tecnoldégica. Pero es una sociedad perfecta para gobernarla; la prueba es que todos cuan- tos aspiran a gobernar quieren gobernar precisamente esta sociedad, con los mismos procedimientos, y con- servarla casi exactamente tal como est4. Por primera vez en la Europa contempordnea, ninguin partido ni fragmento de partido intenta ya ni tan siquiera fingir “ue pretende cambiar algo importante, Nadie puede vya criticar Ja mercancfa: ni en cuanto sistema general, ni tan sélo como baratija determinada que a los jefes de empresa les haya convenido lanzar al mercado en ¢s¢ momento. . En todas partes donde reina el espectéculo, las linicas fuerzas organizadas son las que quieren el es- pectdculo. Ninguna de ellas puede ser ya, por tanto, enemiga de lo que existe ni transgredir la omern? que jafecta a todo. Se ha acabado con aquella inguieante /concepcién, que habla prevalecido durante mas de | doscientos afios, segin la cual una sociedad podfa ser \ criticable y transformable, reformada o revoluciona- \ria. Y eso no se ha conseguido gracias a la aparicién 33 Osfectador de nuevos argumentos, sino simplemente porque los argumentos s¢ han vuelto inutiles. Por tal resultado se medird, mds que la felicidad general, la fuerza formi- dable de las redes de la tiranta. jams hubo censura mds perfecta. Jamés la opi- nidn de aquellos a quienes en algunos palses se les hace creer todavia que siguen siendo ciudadanos li- bres ha estado menos autorizada a darse a conocer cuando se trata de decisiones que afectan a su vida real, Jamés estuvo permitido mentirles con tan perfec- ta impunidad. Se cree que el espectador lo ignora todo y no merece nada. Quien siempre mira para sa- ber cémo continiia, no actuard jamds: asf debe ser el espectador, Se oye mencionar frecuentemente la ex- cepcién de los Estados Unidos, donde Nixon acabé por sufrir un dfa Jas consecuencias de una serie de evasivas de una torpeza excesivamente cinica; pero esa excepcién enteramente local, que obedecia a viejas causas histéricas, ha dejado muy a las claras de ser cierta, pues hace poco Reagan ha podido hacer lo mismo impunemente. Todo lo que no se sanciona ja- més estd verdaderamente permitido. Hablar de escdn- dalo seria, por tanto, un anacronismo. A un estadista italiano de primera fila que habfa oficiado a la vez en el ministerio y en el gobierno pzralelo llamado P 2, Potere Due, se le atribuye una frase que resume con la mayor profundidad posible el periodo en el cual ha entrado, poco después de Italia y los Estados Unidos, < mundo entero: «Habfa escdndalos, pero ya no los ayn 34 48 ‘pio rural cualquiera, hasta los ferrocarriles, las propi En Fl 18 de Brumario de Luis Bonaparte, ) describfa el papel invasor del Estado en la Franca segundo Imperio, que contaba por entonces con me- dio milidn de funcionarios: «Ast todo se convierte en objeto de la actividad gubernamental, desde eI pues Ja propiedad comunal dé un mu te, la escuela dades nacionales y las universidades provinciales.» La famosa cuestién de !a financiacién de los partidos po- ticos se planteaba ya en aquel entonces, pues Marx observa que «los partidos. que luchan alternativamente por la supremacta yefan en la toma de posesién de este enorme edificio el principal botin del vencedor». Lo cual, sin embargo, suena un poco bucélico y, como se suele decir, desfasado, en tanto que las espe- culaciones del Estado de hoy se ocupan mds bien de las ciudades satélite y las autopistas, la circulacién subterrénea y la produccida de energfa electronuclear, la exploracién petrolera y los ordenadores, la adminis- tracién de ios bancos y los centros socicculturales, las modificaciones del «paisaje audiovisual» y las exporta- ciones clandestinas de armas, la promocién inmobi- liaria y Ja industria farmacéutica, el sector agroalimen- tario y la administracién de los hospitales, los créditos militares y los fondos secretos del departamento siem- pre creciente que administra los numerosos servicios de proteccién de la sociedad. Ast y todo, Marx go por desgracia, de una demasiado prolongada actuali- dad cuando alude, en el mismo libro, 2 aquel gobie: “ho «que no toma por la noche las decisiones que quiere ejecutar durante el dfa, sino que decide de dia yejecuta de noche». 35 / K Esta democracia tan perfecta fabrica ella misma su_inconcebible eneinigo, el Grrorismdy En efecto, piefiere que se la juague por sus enemigos mds que por sui resultados. La historia del terforismo la escribe el Estado; por tanto, es educativa. Las poblaciones es- pectadoras no pueden, por cierto, saberlo todo acerca del terzorismo, pero siempre pueden saber lo bastante como para dejarse persuadir de que, en comparacién con ese terrorismo, todé lo demés les habré de pare- cer mds bien aceprable 0, en todo caso, mds racional y mds democrético. Le modemnizacién de la represién ha acabado por introducis, primero en Ja experiencia piloto de Italia, bajo el nombre de «arrepentidoss, a unos acusadores profesionales jurados; 0 sea lo que, con ocasién de su primera aparicidn en el siglo XVIl, tras las revueltas de la Fronda, se Iamaba «testigos patentados». Ese pro- greso espectacular de la Justicia ha Ienado las cérceles italianas de miles de condenados que expfan una gue- rra civil que no tuvo lugar, una especie de vasta insu- rreccién armada que por casualidad nunca vio legar su hora, un golpismo tejido de la materia de los sue~ fios. Cabe observar que la interpretacién de los miste- tios del terrorismo parece haber introducido una si- metrfa entre opiniones contradictorias, como si se tra- tara de dos escuelas filosdficas que profesan. unas 36 49 construcciones metafisicas enteramente antagénicas. ‘Algunos no quieren ver en el terrorismo nada mds que evidentes manipulaciones de los servicios secre- tos; otros, por el contrario, juzgan que lo tinico que se les debe reprochar a los terroristas es su falra total de sentido histérico. Con una pizea de Idgica histérica no se tardarfa en concluir que no.hay nada de contra- dictorio en suponer que unas personas que carccen de todo sentido histérico también pueden ser manipula- das, y aun con mayor facilidad que otras. Asimismo es mas facil convertir en «arrepentido» a alguien a quien se puede demostrar que se sabfa de antemano todo lo que él crefa estar haciendo libremente. Un efecto inevitable de las formas de organizacién clan- destinas de tipo militar es que basta con infilerar 2 poca gente en ciertos puntos de la red para hacer ac- tuar ~y caer— a muchos. En esas cuestiones de valora- cin de las luchas armadas, la critica debe analizar de vez en cuando alguna de esas operaciones en particu- las, sin dejarse distraer por la semejanza general que acaso revistan todas ellas. Por lo demés, por probabili- dad légica habrfa que contar con que Jos servicios de proteccién del Estado piensen en aprovechar todas las ventajas que encuentran en el terreno del espectéculo, que justamente para eso se ha venido organizando desde hace tiempo; lo asombroso, lo que suena a falso es, por el contrario, que les cueste tanto darse cuenta de eso. En este dmbiro, el interés de la justicia represiva consiste actualmente, sin duda, en generalizar lo mas deprisa que se pueda. En esa clase de mercancfa lo 37 importante es el embalaje 0 la etiquera: el cédigo de barras. Todos los enemigos de la democracia especta- cular son iguales, como iguales son todas las democra- cias espectaculares. Asi no puede haber ya derecho de asilo para los tertoristas, ¢ incluso cuando no se les re- procha haberlo sido, estaban seguramente a punto de conyertirse en terroristas, y la extradicién se impone. En noviernbre de 1978, respecto al caso de Gabor ‘Winter, un joven obrero tipégrafo a quien el gobierno de Iz Republica Federal Alemana acusaba principal- mente de haber redactado algunas octavillas revolu- cionarias, la sefiorita Nicole Pradain, representante del ministerio puiblico ante la sala de lo criminal del tribunal de apelaciones de Paris, demostré répi- damente que no se podfa alegar «motivaciones palf- ticass, que el convenio franco-alemdn del 29 de noviembre de 1951 contemplaba como tinica justifi- cacién para denegar la extradicién: «Gabor Winter no ¢s un delincuente politico sino un delincuente social. Rechaza las constricciones sociales. Un verdadero de- lincuente politico no alberge sentimientos de rechazo hacia la sociedad. Ataca las estructuras polfticas y no Jas estructuras sociales, como hace Gabor Winter» La nocién de un delito politico respetable no fue recono- cida en Europa sino a partir del momento en que la burguesia atacé con éxito las esteucturas sociales ante- riormente vigentes. La calidad de delito politico era indisociable de las diversas intenciones de la critica social. Eso valfa para Blanqui, Varlin y Durruti. Aho- ra se finge una voluntad de conservar, como un lujo nada costoso, un delito puramente politico que sin duda nadie tendré ya ocasién de comerer, puesto que 38 50 el tema ya no interesa a nadie, exceptuando a los pro- pios profesionales de la politica, cuyos delitos no se persiguen casi nunca ni tampoco se llaman ya delitos polfticos. Todos los delitos y todos los crimenes son, efectivamente, sociales. Pero de todos los crimenes so- ciales ninguno debe considerarse peor que la imperti- nente pretensién de querer todavia cambiar algo en esta sociedad, que cree que hasta ahora ha sido dema- gde.pacier.cey demasiado buenas péra que io gidere yi que se la siga crisicarido x La disolucién de Ja Iégica se ha logrado, confor- mae a loa inarese? Findamentiles del fuevo. sissema de dominacién, por diferentes medios que operaban prestindose siempre apoyo mutuo. Algunos de esos medios se relacionan con la instrumentacién técnica \ que el espectéculo ha ensayado y popularizado; pero hay otros que estdn vinculados més bien a la psicolo- \\ gia de masas de la sumisidn. En el plano de las récnicas, cuando Ja imagen “} construida y elegida por otro se ha convertido en la principal relacién del individuo con el mundo que 1 antes contemplaba por s{ mismo, desde cualquier lu- gar adonde pudiera ir, entonces se sabe, obviamenté, que Ja imagen lo aguanta todo, ya que dentro de una misma imagen se puede. yuxtaponer lo que sea sin 39 contradiccién alguna. La corriente de las imagenes lo arrastra todo consigo, y también ese resumen simplifi- cado del mundo sensible lo gobierna otro a su antojo; Jotro decide adénde ird esa corriente y elige el ritmo de Io que se ha de manifestar, como una perperua sor ptesa arbitraria, sin dejar tiempo alguno para la refle- xign, y con entera independencia de lo que el especta- dor pueda comprender o de lo que pueda pensar acerca de ello. En esa experiencia concreta de la sumi- sién permanente se halla la rafz psicolégica de la adhesidn tan general a lo que hay, hasta el punto de atribuirle ipso facto un valor suficiente. El discurso es- pectacular se calla obviamente, ademds de lo propia- mente secreto, todo lo que no le conviene. Lo que muestra lo afsla siempre del entorno, del pasado, de las intenciones y de las consecuencias. Por consi- guieate, es totalmente ilégico. Como nadie Jo puede ya contradecir, el espectéculo tiene derecho a contra- decirse a sf mismo, a rectificar su pasado. La alranera actitud de sus servidores a la hora de dar a conocer una nueva versién de algin hecho, tal yez mds menti- rosa atin que la anterior, es la de quien corrige ruda- mente la ignorancia y las malas interpretaciones que , (alles auibuyen a su pblico, cuando ellos mismos se { ‘habfan afanado el dia antes, con el acostumbrado aplomo, en difundir ese mismo error, Asf las ensefian- |zas del especticulo y la ignorancia de [os espectadores | pasan indebidamente por ser dos factores antagéni- cos, cuando en realidad lo uno nace de lo ovo. El en- guaje binario del ordenador es otra incitacién a-acep- tar sin reserva y a cada instante aquello que otro ha programado como le daba la gana y que luego se hace 40 51 pasar por fuente intemporal de una légica superior, imparcial y roral. {Cudnto se gana en rapide, y en vo- cabulario, para juzgar todas las cosas! ;Politico? ;So- cial? Hay que elegir. Lo que es una cosa no puede ser la otra, Mi eleccidn se impone. Nos silban, y se sabe para qui¢nes son esas estructuras. No sorprende, pues, que los escolares empiecen con facilidad y entusias- mo, desde la infancia, por el Saber Absoluto de la in- formdtica, mientras ignoran cada vez mis el arte de leer, que requiere a.cada Ifnea un verdadero juicio y que es, por lo demés, lo tinico que puede abrizles el acceso a la vasta experiencia humana anterior al ¢s- pectdculo, Pues Ja conversacién estd casi muerta, y pronto estarin muertos muchos de los que sabfan ha- blar._ En el plano de las capacidades intelectuales de las poblaciones contempordneas, la: primera causa de Ja decadencia reside claramente en el hecho de que nin- guno de los discursos que se exhiben en el espectéculo deja lugar para la respuesta; y la Idgica no se formd socialmente sino en el didlogo: Pero ademds, cuando sc ha difundido el respeto hacia lo que s¢ habla en el espectaculo, que se tiene por importante, rico y pres- tigioso, y que es /a autoridad misma, entonces se di funde también entre los espectadores la tendei “querer ser tan ilégicos como el espectdculo, para alar- dear de un reflejo individual de tal autoridad. En fin, la légica no es cosa facil, y nadie ha querido ensefidr~ sela. Los drogados no estudian Idgica, porque ya no les hace falta y porque ya no pueden. Esa pereza del especrador es también Ja de cualquier ejecutivo inte- 4 Jecmual, del especialista de formacién acelerada que ea todo caso intentard oculkar los estrechos limites de sus conocimientos mediante la repeticién dogmatica de algin argumento ildgico de autoridad. XI Se cree generabgente que quienes han mostrado Ia mayor incapacidad\gn materia de Iégica son preci- samente quienes se prdciaman, revolucionarios. Ess reproche injustificado proViene de una época anterior n la que casi todo el mundo\ensaba con un minimo ad Jégica, con la ostentosa excepeidn de los cretinos y 10s, iba mezclado logos a la mayoi sdlo a sacudidas y We manera fragmentaria. La faka de légica, es decir, la pexdida de la capacidad de recoho- cet al instante lo que eXimportante © menos y lo qu, es del todo irrelevante; lo yue es incompatible y aque- lio que, por el contrario, Puede ser complementario sin més; todo lo que implica\tal consecuencia o tal ota y lo que ésta, en el mismo ‘acto, impide: esa en- fermedad ha sido inoculada a la Seblacién delibera- damente y en grandes dosis por los destesistas-reani- madores del espectéculo. Los contestatirios en modo 42 32

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