siglogKX:
ees eee
Paar
cretatia de Relaciones
Santacilia se plan-
fa un problema similar al que habria
enfrentado Nicolis Mariscal 20 afios cuando
ampliacién del edificio. Diré Obre
de su propio proyecto: *...respecio al estilo adoprado,
todavia en aquellos tiempos se discutia qué estilo de
Luis deheria tener el edificic” (eligié el Xtv). Esto no
La orientacion del pais después de la Rey-
olucién exigia nuevos horizontes culturales,
esperar. En 1923 Obregn iniciab
otra vertiente del historicismo ahora nacionalista-, la
escuela de estilo neocolonial “Benito Juarez” (en 1906
se habjan dado los primeros paso
I ampliar la
es, Carlos Obreg:
hizo la primer
éstas se hicie
en esta direccién: no
habia nada nuevo al respecto). En 1925, ef mismo
Obregon abordaba el interior del Banco de México en.
el epidérmico lenguaje del art deco y emprendia de
manera simultinea el proyecto de la Secretaria de
Salud, a partir de_un esq
ciones neocoloniales y ciertas auda
ema académico con evoca-
6 teen
s, sin
olvidar una austera ornamentacién deco,
Nueve Juan O'Gorman
erabaja en la oficina de aquél hasta la conclusién del
liltimo pr
primera obra de arquitectura contemp
ico, Asi, mientras Obregén podia preg
sobre el estilo correcto de Luis para hacer un proyecto,
¢ anos después un arquitecto salido de su oficina
liquidaba para siempre ¢
s menor que Obregs
ecto, en 1929, El mismo afo constraye la
en Me
intarse en 1922
a clase de cavilaciones. La
Escuela de Arquitectura de la década de 1920, en plena
efervescencia intelectual, propiciaba la discusién de las
nuevas ideas provenientes del exterior, per
mane cl terreno tedrico. Con la construccién de
O'Gorman cambiaron las cosas, y él mismo lo recor-
daria: “La casa que construt causé sensacién porque
jamas sc habia visto cn México una construccién cn la
gue la forma fuera completamente derivada de la fun-
ia". Y agregaba: *..aplicando el sistema de
construccién de concrete armado en el edificio su apa-
Viendo esta obra, Diego Rivera
enearga a O'Gorman su casa y la de Frida Kahlo, con-
nse per
riencia era extrana.
Patrimonio
Melee(iicectura mexicana del
de los anos heroicos
aM ae oO actual / Victor Jiménez
Arquitecto. Protesor de la Facultad de
Arquitectura, UNAM,
sciente del efecto propagandistico que esto tendria. Y
no sélo Diego corrfa estos riesgos: incluso Manuel Tow
ssaint, el historiador del arte colonial, cligié a O'Gor-
man para que proyectara su casa en 1934, De esta mag-
nitud eran los cambios que vivia el mundo, y México
no era la excepeién.
Si vemos la forogratia de una mujer en 1910 al lado
‘otra en 1920, no podemas creer que hubiese pasado
apenas una década entice ambas, Advertimos que ha
transcurrido toda una era histérica. En anquitectura se
venia preparando, al menos desde hacfa un siglo ~en la
tecnologia de la construcci6n, por ejemplo, el suelo
que permitiria que Le Corbusier, la Bauhaus, De Stijl y
el Consteuctivismo hicieran su aparicién en los afos
veime. En México esa misma décad
ia propicia, por
pas, para una aceleracion
que durante
nuestras condiciones int
historica propia, y tal sincronia perm
algunos lustros la van, I no cesara de
iniluir en nuestros arquitectos. Aungue se repita que
Barragin serfa, sobre todo, color local, Y habria que
recordar la influencia en México no sole de Le Corbu-
En unos veinte afos, los
que van de las casas de
O'Gorman a la Ciudad
Universitaria -y que ahora
podriamos |lamar heroicos-
México aporté a nuestro
patrimonio arquitecténico
una cuota nada desdenable
de obras maestras.
0sier, la Bauhaus y Mies, sino de figuras hoy olvidadas
como Neutra, Rudolph, et
En unos veinte afios, los que van de las
as de
O'Gorman a la Ciudad Universitaria -y que ahora
podriamos llamar *heroicos’~ México aporté a nuestto,
patrimonio arquitecténico una cuora nada desdefable
de obras maestras. Pero-no debemos olvidar que
mismo lapso la atmésfera culcural del pais, segura de sf
d
misma, abierta al mundo y a lo nuevo, era el contexto
propicio para el ejercicio de la creatividad de los arqui-
tectos: sin éta tales obras no se hubiesen. producido
jams, Con lo anterior me quieto refer, si, a la impor.
tancia de preservar las obras mayores de la arquitectura
contempordnea mexicana, labor en la que se han dado
ya pasos dignos de comarse en
como en las cons:
trucciones més importantes de
Luis Barragin o en las casas de
O'Gorman Diego y
Trida, La semana pasada, Toyo
ko me decia en un fax que
acaba de publicar en Japén su
segundo articulo sobre O'Gor
agregab
de Juan O'Gorman como ar-
para
man, “la postura
quitecto cjerce cada ver. mayor influencia en mi pensa
miento sobre la arquitectura moderna”. Pero tambign
quiero decir que los arquitectos que tienen hoy menos,
de teinta aos, como O'Gorman en sus. primeras
obras, ne
Vimiento. No son estos, sin embargo, buenos momen-
tos para allo,
A finales de la década de 1960, México se precipita
en una crisis que desde entonces alterna o suma los
tropiezos politicos a los econdémicos, y no es extrafio que
dos estos eumbos tun amplio sec
sitan un clima cultural propicio a su atre-
atreinta afios de i
tor de la sociedad mexicana haya perdido la confianza en
el futuro, al que se asoma mé
rasta de manera notable con el espiritu que prevalecta
en nuestro pais en las décadas de 1930 a 1950, y ha
tenido un costo muy alto para México también en el
is bien con temor. Esto con-
campo de la cultura, El miedo a lo desconocide
evo, adoptando en al-
» del amor por la historia,
También en la arquitectura se comenzé a despertar
en México, a finales de los 60, un interés muy grande
por la historia y la intervencién en edificios an
que no dejamos de advertit los profesores de histor
esta escucl
situacién,
convertido en aversiéa a lo
guinos el engafioso vest
, quienes reaccionamos con cautela ante esta
Temiamos que el historicismo anduviese
El miedo a lo desconocido se ha convertido en
aversion a lo nuevo, adoptando en algunos el
engafioso vestuario del amor por la historia.
merodeando por alli. No olvidabamos tampoco que
para intervenir en edificios o contextos antiguos se ne
cesitan, basicamente, buenos arquitectos contempo-
uis
gunos buenos cursos de
raneos, como dijo entonces, cientos de veces, José
Benlliure, quien agregaba que al
historia podrian ayudarles a serlo, si bien
para José Luis una condicién sine gua non—de manera
indirecta. Benlliure también consideraba a
y esta era
los amantes
cencarnizados del pasado como sospechosos de no tener
‘ente confianza en su capacidad como arquitectos
enfrentar el mundo actual.
Mario Pani, Enrique del Moral (directo
res dal proyecto) Ciudad Univewitaria, México D.E, 1949-54Félix Candela, Planta cmborslladors Bacardi, Mesice, 1959-60
El aio pasado recorria cl érca central de Francfort en
compania de una discipula de Theodor W. Adorno na-
cida en esa ciudad. Por ella supe que los edificios re-
construidos bajo los gobiernes democristianos eran esos
melancolicos pastiches tomados de viejas postales en
sepia (reproducidos ahora a todo color en las nuevas)
que armenizaban tan bien con una politica que queria
olvidar tanco la guerra como las causas que la habian
originado, Al lado de éstas recteaciones se levantan los
edificios hechos por los socialdemécratas, de formas
contemporineas. Es decir, no se pucden ocultar las mo-
ivaciones ajenas a lr arqutitectura que Geterminan una
manera de hacer arquitectura. Por ello no me asombra
que algunos sectores de la sociedad —incluyendo arqui
fectos, con argumentos que se habrin escuchado en
Prancfort bajo los gobiernos que preferian reconstruir
edificios falsamente medievales antes que hacer cons-
rucciones de hoy. hayan atacado intervenciones como
la de Teodoro Gonzalez de Ledn en El Colegio Nacio-
nal, o la de Ondarza y Santos en la Biblioteca del Sin
dicato de la SEP (los profesores de historia de los afos
60 considerabamos esta clase de intervenciones como
las Ginicas posibles en casos similares), ni me extrafia que
estos mismos fundamentalistas ratasen apenas ayer de
impedir los nuevos edificios de oficinas en Paseo de la
Reforma o la avenida Judrez (sin conseguitlo, por fortu-
na), y saborearan después (consiguigndolo, por desgra-
cia) la Torre de Cuicuilco. Como no creo que se pueda
hablar de dos momentos en la arquitectura contem-
porinea el primero, que corresponderia a los “afios
heroicos”, objeto de todos nuestros desvelos, y el actu
al, del que nos preocuparemos dentro de medio siglo~
creo que debemos ampliar nuestra nocién de lo que sig-
nifica “patrimonio” para incluir en este concepto no
sélo las obras ya construidas, sino también la creativi-
dad de los arquitectos vivos de hoy, especialmente cuan-
do se pretende usar, falarmente, la historia para inhibir-
la, Conviene por ello citar aqui al gran hiscoriador
francés Lucien Febvre, cofundador con Marc Bloch de
la revista Anales, en su mensaie a los jévenes historia.
dores de su pais: “No aplascemos el esfuerzo humane
bajo el peso esterilizador del pasado. Hay que repetir en
vor alta, historiadores -y precisamente en cuanto que
historiadores~ que cl pasado no obliga,” Y agregaba, «
propésito de quienes quisieran certar el paso al mundo
de hoy con el argumento de la historia: ésta, decia, debe
“dejar de ser maestra de siervos y de perseguit un sueio
mortifero en todos los sentidas de la palabra: imponer
1 los vivos la ley dictada, pretenciosamente, por los
muertos de ayer.
(Quiero insistis: no se puede defender la arquitectura
mexicana de este siglo y hacer justicia al verdadero
espiritu de la misma desentendiéndose de los ercadores,
de hoy. Recordemos que a O'Gorman lo quisieron des:
pedazar por hacer “una Fabrica’ en San Angel. Para ter
minar quiero citar una vee mis —lo he hecho en otros
escritos~ a Marc Bloch: “La incomprensi6n det presente
nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero quiza
es igualmente vano esforzarse por comprender el pasa
do sino se sabe nada del presente. Ya he recordado en
Henry Pirenne (el
gran historiador belga de las ciudades medievales) en
Estocolmo. Apenas habfamos legado me dijo: *;Qué
vamos a ver primero? Parece que hay un ayuntamiento
oro lugar la angedota: acompafiabs
nuevecito. Empecemos por él.’ Después, como si qui
siera evitar mi asombro, anadid: ‘Si fuera anticuario, no
rendria ojos mis que para las cosas antiguas. Pero soy
historiador. Por eso amo la vid