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" ENSAMIENTO CRITICO/PENSAMIENTO UTOPICO José Rubio Carracedo Coleeién drilda por José M." Ortega ~ ~N x 220), 51 PARADIGMAS DELA POLITICA Del Estado justo al Estado legitimo (Platon, Marx, Rawls, Nozick) 2 Prologo de José Luis L. Arangurer Paradigmas de la politica: Del Bstado justo al Estado legftino (Paton, Marx, Rawls, Nozick) / José Rubio Careacedo; prlogo de José Luis L Aranguren,— Barcelona: Anthropos: Malaga; Universidad de Mélags, 1990. — 278 p.; 20 cm, —(Pensatniento Critica! Pensarmiento Utdpico; 51) ISBNE#-7656205:0 Aranguren, José Luis L, pr. Th Titulo UL. Coleccion 1. Fllowotia politica s2101 ‘auoreck LU ANGEL pnoctsae TECHIES Ba wa, Preven mn a 2H Primera edicin: Febrero 1990 (© José Rubio Carracedo, 1990 © Editorial Anthropos, 1990 Edita: Editorial Anthropos. Promat, 8. Coop. Lida, ‘Via Augusta, 64, 08006 Barcelona En coedicidn con ol Secretariado de Publicaciones fc Intercambio Cientifico dela Universidad de Malaga ISBN: 84-7658-208-0 Deposito Legal B. 453-1990 Fotocomposicién: TGS, S.A, Esphigues Impresion: Novagrafik. Puigcerda, 127. Barcelona Impreso en Espatia- Printed in Spain “Taos os derechos eserves, Eta publican no pusde ser reproduc, en too mon parte Teper cm nf warcn por un sta 3 ‘ecuperacn de infermacgn en ingura forma por Rng met, sa ‘mecinin, neque, lsténico magne electra, por fatocopla © ‘Salgir ot tne! permis revo poreserto dela edtoral ara los maestros que hubiera deseado tener, para los maestros que, pese a todo, he tenido legitimo, Otros autores, como Habermas y Dworkin, slo son abordados de rebilén, Por tltimo, un trabajo sobre Rousseau, tenel que estudio el transite deun paradigmaal otro, hacrecido tanto que exige una publicacién aparte, en su momento. ‘Agradezco al prof. Aranguren su prélogo, leno de benevo- lencia, asi como a los colegas y alunos que se han interesado vivamente por este trabajo y han urgido, de diversas formas, Su publicact6n, ademas de apuntarme, en algunos casos, vaio Sas sugerencias, De todos modos es obvio que el inieo respon sable final soy yo. Malaga, septiembre de 1987 1 LA RECUPERACION DE LA FILOSOFIA POLITICA 1, Un muerto con buena salud En 1956, en la introducci6n al primer volumen de su cono- cida serie Philosophy, Politics, and Society, Peter Laslett se Sintié obligado a reconocer como infructuosos los intentos analiticos de Plamenatz y otros autores para revitalizar la filosofia politica ydeclaraba enfaticamente: Por l momento, de todos modos, la filosofia politica estd muerta» (Laslett, 1956, VIEXIV). Pocos aos después, sin embargo, I. Berlin salia'en su defensa,’ contra lo que piensa F. Vallespin (1985,11), y exponfa con vigor su perennidad indestructible, aunque enfatizaba la carencia de alguna obra verdaderamente sobresaliente en los diltimos lustros (Berlin, 1961). Al afio siguiente, Laslett y Runciman, al introducir su segunda serie, Ja declaraban nuevamente viva (Laslett y Runciman, 1962, VIEX). ¥ en 1979, al introducir la quinta serie, confirmaba Laslett una recuperacién formidable de la flosofia politica hhasta el punto de poder satisfacer ya la carencia de una gran F, Bnrealidadseleadeant6J Pimenst (1960), aungue desde wn enfoque snaligo aus resinga we . 13 ‘obra reclamada por Berlin; A Theory of Justice, de J. Rawls (Laslett y Fishkin, 1979, 1), En efecto, a obra de. Rawls, cuyos aciertos y deficiencias| ‘examinaré en el capitulo correspondiente (capftulo 5), ha ser- vido en todo caso como auténtico catalizador de un renacl ‘miento pluralista de la filosofia politica y este papel no se lo discuten ni sus erticas més radicales. Asi Nozick la considera Ja contribucin mas importante a a filosofia moral y politica desde los tiempos de JS. Mill (Nozick, 1974, 183-231; 344), y B. Banry, tras haberia denunciado como un intento enmasca rado de legitimar el liberalismo (1973), reconoce que eal final resulta secundario el que uno piense que su teoria es falsa o verdadera>, dado el gran empuje que ha propicindo dela teoria politica (1980, 284). Segin F. Vallespin (1985, 12-13), «el ‘enorme acierto de Rawls radicaria en haber sabido combinar ¥y unificar en una compleja y completa teorfa sustantiva normativa algunas de las principales cuestiones que, desde siempre, han formado parte del objeto dela filosofia politica, fen especial «su reconciliackén, casi sin fisuras, de los proble- ‘mas de la libertad y de la igualdad. Poraue, en efecto, no habjan fatado obras de importancia ceincluso de resonancia internacional. Baste citar los nombres dde Popper (The open society and its enemies), F. Hayek (The constitution of liberty), Schumpeter (Capitalism, socialism, and democracy), Marcuse (One dimensional man), B. de Jou- venel (Sovereignity), L. Strauss (Natural Right and History) o Berlin (Four essays om liberty). Pero lo cierto es que Ia teoris, Liberal no habia logrado su rehabilitacién te6rica. Por supuesto que la obra de Rawls no supuso el consenso; al contrario, contra sus previsiones, uscité una gran cantidad deréplicas 0 rectificaciones parciales. Baste citar los nombres de R. Nozick (Anarchy, State, and Utopia), R. Dworkin (Taking rights se riousiy), J. Buchanan (Zhe limits of liberty), M. Oakeshott (On human conduct) ¢ 1. Melden (Rights and persons), por un lado, yy las recopilaciones editadas por N. Daniels (Reading Rawis), J Paul (Reading Nozick) y M. Cohen (R. Dworkis: and conten. porary jurisprudence). Obviamente, seria injusto no reconocer que a esta onda predominantemente rawlsiana (aunque es claro que cada uno “4 de los autores citados mantiene su propia posicién inde- pendientemente de Rawls) se han sumado otras, en especial la, herencia frankfurtiana capitaneada por J. Habermas, as{ como, los representantes de la wnueva izquierda; es més, estas nue- vvas ondas han tomado en buena parte el relevo en el protago- hismo durante los ahos echenta, y en particular I Habermas, {que es el principal catalizador actual. Las fuentes y los proce dimientos on distintos, perolosresultados no son ian dispares, (R del Aguila y F. Vallespin, 1984). Rawls y los autores anglo sajones él asociados de algdn modo seinspiran ens clasicos {el contrato social, incluyendo a Kant, asi como alla tradicién, Liberal (Lanto en su versién europea como, sobre todo, en la version estadounidense). Habermas y la enueva izguierda» tienen fuentes mas amplias: ademas de la tradicién contrac” tualista y liberal, realizan reconstrucciones de Hegel, Marx, Nietasche, Freud, etc; en Habermas es perceptible, incluso, el Influjo de la teorta de sistemas y del funcionalismo estructural (Parsons). Claro es que la llamada tradicién liberal ineluye plantes iientos y posiciones bastante diversficados: desde el Libera lismo «duro» de Popper y Berlin hasta la versién liberal-social de Rawls,pasando por el liberalism conservador de Hayek y Friedmann, el liberalismo radicalizado de Nozick, el liberalis- ‘mo utilitarista de Hart, la version deontologica de R. Dworkin yet modelo liberal capitalista (wde mercado») de J. Buchanan, y demas representantes de la Escuela de Virginia (Vallespin, 1985; Calsamiglia, 1984; Muguerza, 1984; Fernandez, 1984; ete) tra diferencia notable entre ambos grupos el tratarmien to que dan al fendmeno capitalista: mientras que los liberales, anglosajones intentan legitimarlo en diferentes versiones (en- tre las cuales Rawls es el tnico en legitimas el Welfare State), los autores asociadosa Habermas (con la curiosa convergencia de D. Bell) denuncian el déficit de legitimacin que padece et capitalismo y pugnan por formas mas 0 menos moderadas de estado social hasta versiones mas radicalizadas (Offe y Ia smueva jequierda» americana: Schroyer, Aronowitz) (Rode. sguez Ibanez, 1978). Unrasgo distintivo dela nueva filosofia politica es su apues- 15 ta decidida contra toda forma de cindividualismo metodol6gi- ‘o>, «solipsismo metédico» o racionslidad «monoldgica», en beneficio de procedimientos constructive-dialégicos 0 delibe rativos, especialmente claros en Jos casos de Rawls y, sobre todo, de Habermas, cuyo cognitivismo consensual tiene un corte netamente rousseatinlano, que choca frontalmente con, Ja sensibilidad ylos modos post-modernos. ‘La dificil conciliacién entre el émbito piblico y el privado, por una parte, y entrelos presupuestoso procedimientos cu trascendentales e historiistas, por la otra, constituyen otros tantos rasgos distintivos, aunque compartidos en muy diferen- tes grados y formas por los diferentes autores (los casos més radicales son los de Apel, Habermas y el mismo Rawls, como ‘quedé expuesto en la primera parte), Porlo demas, el nuevo enfoquefilosofico-politio ha conse- guido fragmentar la hegemonia cast avasalladora de los enfo: {ques de Political Science, que se estaban generalizando, sobre todo en los Estados Unidos. Hoy parecen coexistir, con trata- :mientos paralelos (y por lo mismo, nunca convergentes), dos cenfoques de la politica: uno de corte analftico-funcional (Poli tical Science) y otto filos6fico-radical (Political Philosophy), ‘cuya colaboracién es minima, contrael parecer de F. Vallespin (1985, 31. Eleaso de I. Plamenatz, enquien convergian ambos enfoques, es ciertamente excepcional (Miller y Siedentop, 1984, 3-15) En Espatia asistimos también, aunque con el retraso habi- tual, a un clerto renacimiento de la flosofia politica, que se hhace notar en las «Semanas de ética y de filosofia politicas, «Encuentros hispano-mexicanos de filosofia moral y politica» {animados por 5. Muguerza),te, trasla labor pionerade LLL. ‘Aranguren (Erica y politica} también en este campo. La vine laci6n administrativa yacadémica de estos estudios con los de filosofia del derecho puede propiciar considerablemente la consolidacisn del mencionado renacer. Hoy esté-ya realizin- dose un vasto proyecto, coordinado por V. Camps, de una Historia del pensamniento moral y politico en tres woldmenes, con Ia colaboracién de més de treinta especialistas. Tarmbién hhay que constatar la existencia de una seccién de filosofia politica en el nuevo Instituto de Filosofia del CSIC, Por dtimo, 16 también es perceptible una mayor aproximacién de los espe- cialistasen filosofia del derecho planteamientos més abiertos, de filosofia del estado y otras cuestiones fronterizas més o menos directamente relacionadas con la obligaciGn politica (y no meramente jurdiea), con especial atencidn a las cuestiones de legitimidad y legitimacién. Pese a todo, todavia en 1984, FR. Dallmayr, al iniclar st monografia Polis and Praxis, se siente obligado a justificar st planteamiento filossfico-politico bajo el epigrafe de «Political Philosophy today» (Dallmayr, 1984, 15-46). No deja de ser amativo que busque apoyo en Heidegger y en Merleau-Ponty para refutar a Leo Strauss y su neo-lusnaturalismo, a fin de conseguir depurar las efueries tensiones internas» que cocxis. ten en la disciplina y que dan lugar a «antinomias insolublese, ‘Yes que, en electo, nos hallamos en plena tarea de reconstit: cidn de una disciplina en cuyo seno confluyen tradiciones y cenfoques muy diversos y hasta incompatibles, Seecha particu - Jarmente en falta ese minimo de tesis compartidas por Ia comunidad cientifica que constituyeloscimientos de cualquier disciplina. John Rawls ha trabajado denodadamente en esta, direccién a fin de obtener un consenso sobre las dos principios de justicia para la estructura basica de la sociedad, Ciertamen te, ha fracasado en su tarea; ha dejado claro, no obstante, que {odavia nos asentamos politicamente sobre los principios po liticos ilustrados de la libertad y de la igualdad, aunque no ‘hayamos conseguido ponernos de acuerdo sobre sureconcilia- ci6n de un modo preciso, 2. Btlea y politica Porcuantoconecemos, tanto por via delahistriacomo por viadelaantopologia culturaly sot, asic la polenta fiero estechamente ociadasydifientederencibles fn la uribre sola uc, segda modelos geeraimente Pa Uareales ya raves de las res del parenteso, precelé formacléndslosestadosproplamentaichos (Belanier 1976 Uber, 1979) Bs det, el nvidunhumano sencucita nz mers dese el primer momento en instctones please. ” ciales, queno anulan, sin embargo, suindividualidad personal. Puede decirse, incluso, que en un sentido lato, clestadacansti- tuye el Urphanomen o fenmeno originario a partir del cual _guede observarse —o reconstruirse—- un proceso Ristorics de iferenciacion personal creciente; portanto, én este sentids,1o ‘moral surge como ua variable dependiente de las vinculacio- nes politico sociales yreligiosas, que slo a través den largoy titubeante proceso histérico lograré su diferenciacién y auto rhomia, aungue sin perder nunca su estrecha conexién con la realidad socio-politica, aun siendo ya capaz de crticarla. » 'E] mundo clésico griego constituye, también en este punto, unexcelentelaboratorio para observar aquellos procesos. Sue- Te ctarse a Aristételes como al autor de la sintesis mas equili- bbrada entre ética y politica. La Politia continta la investiga- cidn ética de la Ftica Nicoynaguea, hasta el punto de que el programa de la primera se ofrece ya al final de la segunda, ‘conto las dos partes (diferenciadas, pero mutuamenteimplica- fdas) de una misma Investigacion (X, 9, 1.180b-1.181b). La Politia se plantea, pues, como la investigacton de la virtud y de la justicta(identificadas helénicamente con la vida buena) llevada ahora a las leyes y 2 las instituciones politicas de la polis. Como escribe en el libro tercero: «Bs claro, pues, que la Ciudad no-es tina comunidad de lugar, ycuyo fin sea evitar la Injusticia mutua y facilitar el intercambio», sino «tina com nidad decasasy de familias conel finde vivirbien, deconseguir la vida perfecta y suficiente> (II, 1280b-1.281a). Es deci ‘aceptaba en lo esencial el enfoque de Plat6n, aunque lo mode- raba, ala vez que le confer‘a un desarrollo mésrealista. El texto ‘itado se hace eco de la diatriba de Platén contra los sofistas (precursores del liberalismo en tantos aspectos) y defiende el ileal ético del estado, Aunque, como es bien conocido, su ‘mistna experiencia politica en Asos y el estudio comparativo elas constituciones vigentes o hist6ricas contribuyen a que él programa trazado se interrumpa (libros 1-3 y7-8),y cuando lo Teanuda ya no es lavida perfecta y uficiente el ideal de a polis, ‘ino la estabilidad y la seguridad Qibros 4-6), que constituyen cl pensamiento final del estagirita (Marias, 1983, XXXII- LxID. Es, en realidad, Platén, especialmente en la reconstruccién 18 uc hace ene! Prodgoras del mito de Prometo, quien orece IM expresion mds acabada del sentido antropegenio que a persamnionogriego clisic otrgaba ai dualied unienda {e ein y polis, como ya expondré en momento mds adelante (cap 3, apd, 1), Baste resumitel mito en sus fees tmacstras:llegado el momento previsto por les doses fa la txistencia dels sores vos, eneargaren a Prometeoy a Epi reco que distibuyeran as cuales necesarn entre todos tlos de modo comveniente. El impuisivo Fpimeteo (el que Pensa desputs, eto es tarde) omdl inate yeneomendo suprevsor hermano uc selimitaea pervs su are, De este modo, dat a unos animales de fuera tte de Velo dad, a otrosdefecundidad et, demod qu todas las espesis pada sbrevvr, Pro ago todas las poiblidades oda tia quedaba la especie humana, Prometcohubo de intetar tel robles ieetoct feo ye Aen as Glencas yas artes De este todo el hombre fue equip con cualdadesdvinas pores invents la eign, Tengu tivienda los clos, ln artes tiles los saber, Peo Fro. Ineo no habia tendo tiempo de bara poten, propided Ge Zeus 9 sin la los hombres no podian vir send 3¢ fespedazaban mutuamente (el estado de nturleza hobbe- Siano). Zeus se compadecioentonces dela raza humana ¥ ncargé a Hermes quel proporcionarae! pudorl jana Pero debia hacerlo, adem, no segun la dision del trabajo, com las demas tes, sno «a todos y cada uno» ya ques solamente las tuveran alge, las chads podria subs Sst, pues agutno cout como en las demas ares Y adie Zeus cAderds, extabloceré en mi nombre esa ey que todo hombre ines de participa del pudory del justia Ache sercondenadoa miertecomo una paga dela cad. Y carly Pat: oreo. en dems tes eres "ols especiales peso ven laut en pera, la ‘red plea todo los hombres partlpeny,porio mise pueden opinarIbremente sobre lo justo y lo injusto, Porque Sin viru pola ap aes hombre Potdgons, 32003230) Etica y politica, conjuntamente (pues «el pudor» ha de desc onsestido moral genio), peroconcopecal en Si levied paca, consiayen fos rags dontoe 19 _méximos, los atributos necesavios para alcanzar la condicién Jumana, Por lo mismo son inberentes ala misma yo pueden nl ensefiarse ni delegarse en espectalistas, como acontece con Jos saberes y las artes. No obstante la fascinacién que le produce esta teoria antropogenética de la ética-politica, Platén hho dudaré en proponer en su Politeia o Republica un modelo fistoerético-ilustrado dela misma, loque implica una restric- cién injustticable, al introducir dos niveles de participacion: fel de la elite gobernante (sunque haya sido especialmente preparada) y el de la «clase econémicas, que subviene a las pevesidades materiales de los eguardianes» y participa en la justicia mediante su obediencia a las leyes, estoes, através de Tamediacién de los «mejores. “Por qué esta restricci6n injustficable? Posiblemente, por- ‘que Platen fue, a través del caso de Sdcrates, un tesigo privi- legiado de las tensiones dramaticas hasta la tragedia— entre la tica yla politica real. Ami juicio, pes6 mas sta experiencia desoladora de su juventud que su aftoranza reaccionaria del sistema aristocritico en su opelén final por este modelo. En efecto, tanto en él Critén como en el Gorgias acepta Platén sin pleno convencimiento la solucién ética de Sécrates: més-vale padecer la injustica que cometeria, porque la primera actitud thos hace virtuosos, mientras qué Ia segunda nos hace injustos, } Platsn trata de encontrar la solucién teérica que permita ‘garantizarla reconeclliacion dejusticiay felicidad, pero ala vez, ‘nivel vivencial, busca la formula para garantizar que el c2s0 Ge Socrates no pueda repetirse. Tal garantia sélo puede obte nerse mediante la unificacién de ética y politica en la utopia del estado justo, donde una constitucion perfecta segin el ‘modelo ontologico de las ideas, elaborada e interpretada por ‘unos «guardians» justoseilustrados (formados en la filosofia para ello), acta como guia segura y vinculante para todos. Es fa solucién a la tensién insuperable entre ética y politica ‘mediante la subsuncién de la segunda por la primera. Los sofistas, en cambio, optaron por la subsuncién de la primera ‘en a segunda, En el mundo helénico no caba una disyuncién entre ambas, aunque el Aristételes maduro la iniciard. Desde tentonces, a tentacin de suprimir la inevitable tension entre Gtica y politica por tno de estos tres procedimientos seré 20 permanente, con resultados siempre peligrosos operfudiciles el estado justo deviene inevitablemente en un totalitarismo, aunque sca ilustrado;e realismo politico no encontraré limites, ala razén de estado; y la disyuncidn liberal entre lo privado y lo pablico conduce aia doble moral ya la esquizofrenia civica No obstante, como ha puesto de relieve G. Ritter, entre otros, el problema ético del poder s6lo se vive radical y mayo- ritariamente tras la gran revolucién politica (monarquias ex: pansivas), econdmica (revolucion comercial), religiosa(refor- ‘ma protestante) y cientfica produeida por el Renacimiento, com la consiguiente transformacién social y espiritual. Surge uunnuevomundo ileno de posibilidades, pero sehaderrumbado la cosmovisi6n medieval yteocéntrica. El hombrerenacentista, fascinado por el descubrimiento de Ia individualidad, se en. ‘cuentra a solas con su razén para rehacer el orden social y politico sobre bases cientificas. Es entonces cuando se toma plena conciencia del caricter esencialmente =polémico> del poder politico. Se inician entonces dos grandes lineas de res- puesta: mientras que Maquiavelo-Bodin-Hobbes racionalizan, unilateralmente la nueva realidad etatal que enarbola larazén, de-estado.-para~preseindir de toda atidira moral, Erasmo- ‘Moro-Bacon critican duramentéla injustcia del nuevo orden social ypresentan modelos alternativos de organizacién racio- nal de la sociedad, en los que se conjugan — sabre la base normativa de la razén— el interés comtin y los intereses privados (cuya dificil armonizacién conocen, a diferencia de los enfoques clisico y medieval). No es tanto el componente "utépico que incluyen como la advertencia de que el poder no cs éticamente neutral ni se autolegitima en st mismo, sine due es preciso evitar la arbitrariedad tirgnica de las mona uias absolutas mediante la apelacién al orden normativo racional.. Peseala consolidacién de os estados absolutistas, sera esta segunda tendencia la que, al ser asumida por la burguesia, ascendente en todos los drdenes, termine por imponerse a través de la srevolucién puritans, en una primera fase, y'de las revoluciones americana y francesa, definitivamente, al asu- ‘mir polticamente los ideales morales dela libertad, lagualdad, vyls solidaridad (Ritter 1972, 15-48), 2 Ahora bien, la Tstracién constituye una tercera fase en Ia conciencia de la tensidn irremediable entre los ideales éticos y Jas realidades politcas y enarbola su propia solucién, el mode- lo republicano, que termaina por adoptar la modalidad demo- créticamente restringida de la representacién politica. Bs la institucion del parlamento como 6rgano supremo de reconci- liacién de los intereses de todos los representados (modelo anglosajén) o de los intereses supremos del estado con los intereses de los particulares (modelo europeo). Pero fruto de Ja Hustracién es también el modelo democritico directo 0 semidirecto (Rousseau), como una nueva forma radical de reconciliar(y no meramente negociar) mediante un «contrato social» los intereses generalizables de todos los contratantes, (Coma consiguiente subordinacién deo privado a lo ptblico), hherencia que luego reconstrulrs el socialism. E tnmersos en Ja herencia ilustrada nos encontramos todavia, sto es, sobre ‘sus presuptestos més o menos actualizados, casi siempre a través dela mediacién kantiana, Todaviano hemosencontrado la férmala para compaginar 0, al menos, evitar las tensiones entre ética y politica, sin daar irremediablemente a la una 0 ale otra. Lo cual no significa que haya fracasado el plantea Imiento de la Hustraci6n, como piensa Macintyre (1981); es probable que nunca demos con tal formula justamente porque no existe, porque tales tensiones son inevitables e, incluso, fuente de fecundidad para ambas. Mas adelante volveré sobre ‘eltema al tratarsobrelas dos tradiciones, legitimista yrealista, de a filosofta politic. ‘Ahora, dejando de lado por el momento os condicionamien tos historicos, cules son las posibilidades de sla cuestionabi- lidad moral de la politica», como dice Aranguren (1962, 63 y 5), esto es, cules son los modos de relacién posibles entre tica y politica? Creo que mantiene su vigencia el enfoguedado hhace veinticinca afios por el «padres de la actual generacién, de fl6sofos morales espafoles, Segin Aranguren, la cuestio- nabilidad «originarias de la relacién ética-politica ha sido vivida y pensada de cuatro modos fundamentales: 1.2) El «realism politicos. Considera que la ética tiene su dmbito exclusivoento privado, mientras que a poltticalo tiene fen Io pablico; es més, el enfoque moral y el politico son 2 incompatible, poraue la dca no deja de ser una forma de ‘tealsmos ce inromistn ena potas causa elec tos perturbadores. Arenguren dstingue pstrirmente tres Tras de elo) a chen bsada fntopologia del una de poder, qu cubretodala gama de relaciones sociales, pablics y prvadas 5) el tealsmo ‘antdticos, que limita la voltad de poderalmbito politico, del gue exclye de anemane toda consideraion moral come impertinent yc) wna fortaitgndadelanteror, qu excuye intoraldnletvente elas laces exerires omcracio. tales. Por lo demés, los pensadore adscrios al realism politico desde Maguiavelon Mosca y Pareto y desde Weber a Morzenthaa) han cltivado mde bien aseincia pleas que lacflosfia politica Porotrapareaujuelo, sola primera Aes res formas de ello poco es onsecvnte.aunaue no dee de reconooer quel stinion weberiana ene soon ticcionessy Seencuentraasfcon ‘Sibno puede preterm, y tampoco puede wpreseind>. Eo ‘Efi cet hombre neq ser mor ne bin ae spel, no puede sels conjuntamenes Vive la exigen- ix oral dla plea como necesariaempostble la ver por eso es una vivenciatrgles.Aranguren considera exta Petal como tpica de lov tesiogos ¥ de los metaiics, ghlonesnverenetlema Kentiano: «No puede, pro debese Bivtambien propia cela smocal existencab: dado que St {deal dea sauteticidads es imposible, ha de resignarse ala “Thora def ambighedads, Anouk Antigone), Sarre (Las ‘anos sucias) 9 Merleaw-Ponty (Humansom 9 teror) soa Comps iusttadoes de esta strdgca nmbignedad moral de Inpolite TR) eSontido dramitico del elacion éice police Eta sc meh a arses po ue se “Srtgcon por la viveniasdramaticas Ge las relaciones ca. Julies, Ee electo, nos trata ya de a Incompatbildad ena ni de una impostbiiad abla, sino de una eproble- Taaiidad constttivay de lo eco elo politic. Se ata de Un -tnsigne nunca eolublenre las exencisigualmente trrenmetables dela ticay dl police cuyaconivencia hoy divtamos scohabitaclons) es siempre problemen dilic, Slempre sn cestion logue obliga a una tena sdramat- Sarde sa relacion. Porto dens, tambienl vida moral en el Sebi miu es lucha moral, com la vida politica os onsitutivamente plemice, cro es sucha plea, Solos flnateos de cular signovten st eisony sin tensiones problemas: de ahi su pligrosdad tanto en el ito moral Eoin en el politico Todavia abe ma actiud no dramética ena compatibiiza- cidnddela ic yl politica aque legs que sa problematica Surelacign Ee lo att adoptad porlaraicion sin del “Sata aston, dela que la Pate patnicnes suas radcal paradigma: to bueno concise ontogirente con lo justo 4 por tanto, no hay base real para problematizar la relacion, ftica-politica ‘tra variante de la anterior reconoce el problema, pero no sutensién lramstica: fueel stacitismos delossiglosXVi y XVI, {gue entra en dislogo con el realisma politico, pero que sostie- neque sla verdadera razin de estado» engloba necesariamente lavirtud moral; de otro modo, los «gobernantes malos» termi ‘nan por ser también emalos gobernantes»; es decir, se trata de tun enfoque utilitarista de la moral en la politica, aunque de signo teologico-metafisico, Aunque es més Irecuente la version, secularizada: se trata de cacomodare la conciencia moral ala realidad politica mediante una «casuisticas enmascarante. Por dltimo, también cabe strivializar» el problema y redu cirloa sus tértninos socio-antropoligicos. En efecto, sired mos el ebien» al «bienestar» y el «maby al umalestare desapa ze0e toda tensién y todo drama dela relacion ética-politica. La fopcién reciente por el «estado del bienestar» pudo ocultar durante mucho tiempo las verdaderas exigencias del estado social. Pero esté claro que trivalizar tn problema no es resol- verloni «superarlos. Encierta medida se puede encuadrar aqui la resolucién por Hegel de la «moralidad» en la «eticidad> concreta y objetiva, esto es, en al curso real de la historia, ca- paz de reabsorber el vdeber-sers en el «ser; y lo mismo cabe decir dela subordinacién marxista de la moral al triunfo delos objetivos revolucionarios, pretendiende pasar de una moral individual burguega a una moral social, ‘Queda clara, pues, la posibildad de una relacion étiea-po- litca, aunque sea una relacién siempre dramstica y llena de problemas, Se trata, entonces, de examinar cual es la efectivi- dad de tal relacién, esto es, los diversos modos en que puede darse (Aranguren, ibid, 115 y ss). El primer modo seria la pretensién de «moraltzacién del «estado por los individuos» 0 ciudadanos. Esta opcion se ha intentado ejercer por dos vias principales 4) La «vialiberal» de Montesquieu, quien moraliza lestado ‘mediante si famosa divisién de poderes, a fin de impedir el, ‘despotismo monérquico. ¢Cémo? Inscriblendo la libertad en. la realidad juridico-politica, esto es, institucionalizandola y sarantizéndola mediante el equilibrio y scontrapeso» de los, 25 tes poderes. No se cuenta de partida ni con fa virtud del ‘gobernante ni cor Ia del gobernado; se confia, en cambio, en Ja virtud estructural de las instituciones. Por eso se trata, en, realidad, le una moralizaci6n institucional dela politica. Pero, de hecho, la via liberal iniciada por Montesquieu asimilard ‘cada vez tnds el modelo econémico-social de mercado, por lo {que la politica acabaré por ser la mera negociacién de los intereses particulares. b) La evia democriticas de Rousseau, quien vaa intentarla rmoralizacién del estado a partir de li conversion del hombre privadoen ciudadano u hombre piblico, mediante un contrato social orientado, no ya ala seguridad individual (Hobbes), sino ala plena realizacién personal mediante la participacién ibre ¢igvalitaria en los astmtos pblicos, desautorizando los intet~ ‘mediarios politicos (representacién politica). De este modo, Rousseau se proponia traspasar al plano pablico las virtudes de los individuos en cuanto ciudadanos. Bsa moralizacién del ‘estado mediante la democracia directa o patticipativa. Pero esta conversién del «hombre» en , esto es, la emoralizacién del poder por su autolimitacién. El poder «siatal se trueca en eautoridad» cuando reconoce unos Hmites morales infranqueables..con lo que se legtima y obtiene el consenso de Jos ciudadanos. Es la via constitucional y Ta Institucionalizacién del estado de derecho, Pero resulta obvio aquese trata de una moralizacién meramente formaly negatva, que no lmpie la corrupcion dels bjetinos democratic delosindividuos particulares, eneuadrados en partidos polit cos, cuyo anlcoobjeio esa conquista del poder yu perp tuaciénen +b) Mediante la ceticidad positiva del estado», En cierto odo se trata otra vez de la utopia dl estado justo, pero su versin actual consisteen la planificacion socal. En todo caso, se trata siempre de la wética de la aliedad (relacién social), Aificlmente compatible con el sentido mismo de la moral. Se hhan dado tres formas principales de planiicacion social: la planificacién totaitaria comunista 0 fascista (con todos los ¥icios caracteristitas del organicismo u holismo social; la planificacin liberal de la sociedad del bienestar (Welfare Sta fe), que somete a los individuos una doble manipulacion: econdinica y politica; y por tltimo, el estado de justicia social del que slo contamos con proyectos, auspiciados por ciertas tendencias desocialismomoderado, conlaconsiguiente demo ratizaci6n real delavida politica, econémica, cultural ysocial, ‘fin de obtener un delicado equilibrio entre ética y politica, ‘moral de la «alteridads y moral de la ealiedad>, dimension privada y dimensién pablica de la persona, Obviamente, se trata de un enfoque analitico y Aranguren «sperfectamente consciente de queen la realidad se han dado yse dan inevitablemente mezclas o combinaciones de varios ‘modos a Ia vez, y que, en el mejor de los casos, la relacion Fa Atica-politica es siempre «draméticay, provisional, dificil y ‘quebradiza. Ante relacién tan problematica no cabe, sin em- Dargo, aceptar Ia tentacion del retiro alo privado, estoes, ala actitud moral de la critica sin compromiso de la politica rel El estado y la politica estan ahi como realidades includibles. Por tanto, la cuestion actual no es xestado sfo estado no», sino aque estado? esto es, con gué forma y con qué instituciones, ‘Con que limites y condiciones: cudl ha de ser, en definitiva, su ‘elaci6n com la sociedad civil en cuyo servicio encuentra st le- sitimacion. 3, Clenela politica y filosofia politica Enel primerapartado del presente capitulo hacia referencia alarecuperaciéa actual de a Filosofia poltica tanto en Europa ‘como en América, después de que algunos de sus mismos caultivadores hubieran legado a considerarla imemediable- ‘mente difunta, La responsabilidad de tal defuncion y, ala vez, Ja justificacion de la misma seatribufa precisamente al esplen dor delaciencia politica, quela habia desplazado, generalmen tecon ventaja, de su dominio tradicional: la reflexion sobre l ppoder y las condiciones de Ia obligacién politica. En adelante estos estudios se realizarfan a nivel exclusivamente empirico, (overlapping consensus) (ibid., 225+ 226) 32 Lociertoes que Ravls, pese al enorme crédito de sueorta, no ha logrado un consenso vinculante sobre su teoria de la Justicia como equidad y que por consiguient, el econsenso a elapo> alcanza tambien @ las constituciones e institueiones palticas fundamentales, De abi los diferentes tipos de demo: Eocia exstentes y, sobre todo, la diversidad de propuestas ‘rormativas para su reforma que se han planteado cn la ctima Gscada y que van desde su reconversion neta en democracia, econémica 0 «de mercado» (Buchanan, Downs, Dabl), hasta Su transformacién en un sistema democritico participative ¥ uasi-directo (Pateman, Barber, Levine, et) A la flosofia poltica actual le incumbe la tarea inacabable de debatir la mayor o menor plausbiidad normativa de los modelos demo- {ratios altemativos, como yo mismo apunto mas adelante (cap. 5. apo. 8, al final. ‘Conviene diferenciar, no obstante, dos orientacones muy distintas ena flosoia politica actual, que se han desarollado de modo paralelo (por tanto, sin interferencias, pero también sin conexiones) y con metodologias casi contrapuestas. La primera acusa notablemente el infljo de la filosliaanalitica y se centra en el estudio ligico-cateporial de los eonceptos ‘ormativos fundamentals, acercandose notablemente al en foque anaiftico dominante en la ciencla politica. La segunda, encambio, que veces es denominada «radical porlosrepre- sentantes dela primera, ela heredera del enfoque clésicamen: tehalista de la ilosofa politica y se expresapreferentemente mediante categoriasidalistas, marxistas fenomenol6gicasyo hhermenéuticas. Es la orientacion dominante en la Europa continental, mientras que es minoritaria ene Ambit anglosa- 6m, donde se la asocia genéricamente con sla nueva inquier- das. Esdenotar quesélo muy recientementesehan formulado ropuestas para promover el necesaro didlogo entre ambos enfoques (wanse las referencias que ofrece F. Vallespi, 1985, 51, nota 57, No obstante, un representante bien conocido del enfoque analitco, A. Quinton, no dudaba en 1967 en circunseribie la tarea de i ilsofia politica a wclasifcar y aalizar ls tric nos, aseveraciones y argumentoss, mientras que denominaba ‘ideologia» ala discusion sobre los fines, objetivo primordial 33 del enfogue clésico. Quinton estimaba que esta tradicién cldsica habla llegado a su final con Marx y Mill, aunque todavia surglera esporddicamente algin edinosaurio magni- fico como la Constitution of Liberty, de Hayek. La primera tarea de la filosofia analitica de la politica habria de consistir ‘en separar culdadosamente slas aseveraciones empiricas de Ja clencia politica» y Ins eafirmaciones evaluadoras de la ideologian, Los conceptos centrales de la primera serian el estado y la ley, mientyas que la segunda se ocupa de «los principales valores politicos» (en especial, el problema de la ‘bligacién politica). Quinton terminaba por reconocer que resulta diffe, aunque siempre esclarecedor, el andlisisflos6- fico de los sistemas ideoldgicos de justficacién (andlisis cuya utilidad, sin embargo, ha puesto en duda el mismo Popper) (Quinton, 1974, 7-13). ‘Gabe hablar, sin embargo, ce un pionero en la tarea de conjugar ambos enfoques: John Plamenatz. En efecto, como seftalan D. Miller yL. Siedentop (1984, 1-15), la «teoria politi- ‘cas que se ha consolidado en las dos tiltimas décadas en el ‘universo anglosajén ha partido de una cierta fusion de las dos tradiciones pre-existentes, la de epensamiento politico» (de- partamentos de enfoque administrativo-gubernamental) y la de efilosofia politica» (departamentos defllosofia). Astlanueva filosoffa politica pone menos énfasis en el enfoque historico- genético de las ideas y sistemas politicos, por wna parte, y es ‘menos l6gico-formal, por Ia otra. De este modo se ha consti- ‘wido una teorfa politica de enfoque mixto: combina argumen- tos y andlisis empiricos con propuestas normativas, poniendo su énfasis sobre la justificacién de sistemas politicos, adaptados a sus tradiciones concretas y capacitados para transformazlas. Es decir, es consciente de que «construir con- ot instituciones sociale lamenatz fue probablemente el primero en adoptar este cenfogue sintético en su conocido libro Consent, Freedom and Political Obligation (1938), perspectiva que ha desarrollado, sobre todo, en su magnifico Man and Society (1963). ¥en este ‘eafoque mixto hay que situar las mejores obras de la década de los setenta: Rawls (A theory of justice, 1971}; Nozick 34 (Anarchy, stare and utopia, 1974); Oakeshott (On human con- duct, 1975}; y Dworkin (Taking rights seriously). Entre los autores més destacados de la orientacion de {ilosofia politica analitica cabe citar a D. Easton (The politcal system, 1953), T.D. Weldon, aungue excesivamente hostit hacia clenfogue clisico (The vocabulary of polities, 1953); la obra espléndida de SI. Benn y RS. Peters (Social principles and democratic state, 1959); A. Brecht (Political theory, 1959); RA. Dahl (Moder political analysis, 1963); y la notable obra de BM, Barry (Political Argument, 1965). Por titimo, en el enfoque clasico de la flosofia politica se linean la figuras més conocidas de! liberalismo conservador (Poppet; The open society and its enemies, 1945; Hayek,)The constitution oferty, 1960; Beslin, Four essays on liberty, 1965; Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, 1947;B. de Jouvene!, Sovereignty ant inguiry into political good, 1957; L. Strauss, Natural Right and History, 1953; Buchanan y Tw Hock, The cafculs of consent, 1962; Buchanan, The limits of liber. Between Anarchy and Leviathan, 1974; Hart, The concept of Law, 1961; Arendt, The human condition, 1958; etc) y la totalidad de los autores defensores de tendencias socialistas 0 socializantes (Horkheimer y Adorno; Dialektik der Aufklaruang, 1968; MarciseOne dimensional man, 1964; Habermas Lect timitationsprobleme im Spatkapitalismus, 1973; Theorie des Komunikativen Hendelns, 1981; C. Offe, Sirukturprobleme ses kapitalistischerStaaes, 1972; N. Poulantaas, Pouvoir pole tigue et classes sociales, 1968; FoucaultyLes mots et ls hoses, 1966; 1. Wallerstein, The modem World-System, 1974; Aro- nowite, False promises, 1973; T. Scheayer, The crtigue of do- rmination, 1973; O'Connor, The fiscal criss ofthe state, 1973; D. Bell, The cultural contradictions of capialism, 1976; A. Wolfe, The limits of legitimacy, 1977, ete)? 3. Alnrelacion ha ue adi algunon autores taianasy pats, Etre ts imental de Sell cele eminay gra ra poner de range clad, ad Gann holes sudo, ‘onal sociedad y da ead) a combos entation de M. Garcia Pelayo (Del ‘toy deere aNd pensar pie, 1968; Ls ios Poe, 5980 fea da politic oon eserios,183), 35 Esta simplerelacion deautoresy obras importantes (que no pretende ser exhaustiva, sino representativa) basta ya para dar tuna idea intuitiva dela varedad de enfogues y materiales de Tos que se srve hoy la fllosofia politica (entre los que destaca Tsaportacion sociologica) para realizar su tarea normativo-re- gulativa, Esta intenclonalidad ertico-constructiva es la gue tunifica y da consistencia final a unas investigaciones bastante hreterogéneas como tales ‘Lo decsivo, sin embargo, esque sea posible atribuisle con propiedad a este estudio la definicién que A. Levine propone para mu iberalismo renovados «Una forma de criticismo social radical para el que todas las normas y las prcticas, todas las instituciones yleyes, esti sujetas a continuo examen y reno- vaciéns (Levine, 1981, 108) En forma més o menos radical ‘ada, pro siempre con cardcte erico-normatvo, la filosofia politica tiene el objetivo includible de proporcionar eriterios para una adecuada evaluacién y replanteamiento, en st ca30, de las practicas, las leyes y las instituciones de la sociedad politica. Bibliografia wtilizada AGUILA, R. dl y VALLESPIN,F, La racionalidad dialgea: sobre Rawls y Habermas, Zona Abieta, 31 (1984), 93-125. + ARANGUREN, IL. Ldpee, Etca y poliea, Madrid, Guadarram, sf. (1962?) BALANDIER, G., ntropoogtapoltic, Barcelona, Penfsula, 1976. BARRY, B, «The strange deah of Political Philosophy», Governement ‘& Oppastion, 15 (1980) BERLIN, 1, sLathéorie politique erstetelle? Rev, Franc. Se, Pot, 21961), 309-337; Does Political Theory stllexists, en P. 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