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bs@& Zygmunt Bauman Confianza y temor en la ciudad Vivir con extranjeros CONFIANZA Y TEMOR EN LA CIUDAD VIVIR CON EXTRANJEROS Zygmunt Bauman Traduecisn de Josep Sampere y Enric Tuds ARCADIA 6367 30 UE OL amen Ferea con Caton nr eS ‘Rrcaeespvton onmamcprmeta cha ean hae eee means Sho Shee stn Ym tae Primera iio: nro de 006 (Cura impesin ence des Eden iia Fac pr mle cin Mili: Pri Bruno Mondadori Edo 205 (©2005, Zygmuat Bauman (© 200, Jom Sampere Mart, orl eds de «Conan y enor fla daisy «Embuse de tug enla sede Pandora 1 toe, Eni Td inp, por lrdeein de Vv com exes © seo, AtmArcai SL pork pretence Munters lors Baraens sscaitlentacom Dis decabions Aud Sao Sompovcgn: Foeaomporiis to Inpeesin y encualernacon Bok Pie Digi SA. ISBN: 578843409630 DI:B-rbyp seek Prohibit a reeoducisa too pri de eta pubiain str de cused on cli gu sine porno previo y por ee dele ise del cop ight CONFIANZA Y TEMOR EN LA CIUDAD Ha sido sobre rodo en Europa, y en sus epigonos, ramifica- cones y sedimentos, donde en los itimos aos la propen- sién al miedo y la obsesin por la soguridad han ido ganan- do terreno, a pasos agigantados. Este fendmeno parece un misterio. A fin de cuentas, como sefiala Robert Castel en su incisivo ais del males tar que nos ha ocasionado la inseguridad del mundo actual, nosotros ~al menos en los paises desarollados- vivimos sin duda on algunas de as sociedades mis segures ores] que han existido jams." Aun asi, a pesar de todas las pruchs coneretas, somos precisamente nosotros, ciados ene mi ros y algodones, lor que més amenszados,inseguros y anustados nos sentimos; somos los mit mieosos y Tos mis icionados a todo lo que tenga que ver con la seguridad y la prevencién, mucho més qué los habitantes de la mayorta de las sociedades eonocidas Sigmund Freud ya abord diectamente es enigma, su fitiendo que la solucién debfa buscarse en la {que la mente humana se empeta en desafiar la simple Logica delos hechos. Nuestro sufrimiento (as como el miso a {tio el dolor itrizanteeinsoportable que resulta dl mismo Zrowene Basmane ‘mido) provene de sla supremacia dels Natrafer,laca- dlucidad de vesto propio cuerpo ys invuiienci de aes troe:métodos para reglarlarelacioneshumanas en fami Jef Baad y la sociedad En cuanto a ls dos primera casas mencionadas por Freud de un modo u otro contguimossometeroe i miter de esas facltdessshemos may bien que nunca legaremos dominar del todo le naturalera,y que nuestro ‘ongasisme ne lege ser neortal ni tampoceiamne despiadado transeurso del tiernpo. Asi pues, no tenemos ims remedio que contentanos con lo que hay. Ante cata constatacin no dbemosdescorezonarnos ni perder las pi nas de vivir sno mis bien dejar que now sirva de estoy 10s infunda engi. Aunque no podamoserradicar todo dei ensgnesenos pee clini parciente nots alvarl, La evestin es intenarlo una y oer ve ‘sin desfallecer nunca. , : Sinembergo, ery ditint el ercer po de sutimien- to: ¢l de oxigen social. Todo lo que hemes ereado se puede volveracreaz No estamos dispuetos a acepar ning ini teen lo que respcta a ehacernuetas obras en todo ato, singin limite que no pudirarosrapasar con el debidoe ferzo y buena voluntad: «no llegamos a comprender por aut las insiuciones que nosotros mismos hemos ered no fabian de represemar ms bien protec y bieneta para todos. Si le protecién disponible y los beneicios de que disfatamos no aleanzan el grado ideals ls relaciones no os stifce, sas nscionesno son como debieran ser (o-comoereemos que podria xe) ex probable que empece, ‘moss sospechar que exten itrigny conspiracies host 8 Conran ¥ mon sx 24 e1UD40 Jes, todo tipo de complots urdidos por enemigos ocultos. En definitive, por todas partes veremos malas intenciones,cul- pables, deltos y designios criminales. ‘Caste leg «una conclosién parecia al proponer que la Jnseguridad actual no proviene de la escasez de medios con ‘que nos protegemos, sino dela «vaguedad del radio de ac« . En opinion de Smith, xen vex de re- flejar una ontologi estitica del sr o la colectvidad, este apego a lo que es propio es una construcid din i En efecro, a linea que separa el ambito abseracto situado ‘enalgin pum indefinido, propio de a mentalidad de los due- fos del ciberespaco, de la Grbita material, palpable y sum rentesconeretay precisa des personas de liga slo puc- de trazarsefécilmence en el mundo etéro de las hipétess, donde el contenido confusoy eneelazado de los mundos vita- Jeshumanos se xordena» primero y lnego se archiva y se guar- da en una caja en benefcio del carida, poniendo cada pices en su compartment Las realidades de Is vida urbana, sin embargo tratocan completamente esta clase de divisions n- tides. Las elegantes propuestas de ordenacin dela cudades, ‘ylosconteastes bruscos de que hacen gala sus arfces, pueden, proporcionar tna gran satisfacién intelectual los trios, pero muy pocaorientacinpréctic los urbaistas;ampoco servirin de mucho alos habitantes dels ciudades en su lucha dlria conta las diicukades de la vids wana. Los verdaderos poderes que dan forma ala circunsean- cias que dererminan nuestra vida comtemporines se mueves nel expacio global en cambio, nuestros érganos de actus- cin politica suelen estar sslidamente extablecidos en un si- tio; son, como siempre, locales. ‘Come la mayoria de ellos no dejarin de sero, las orgs siraciones polities que actéan en ls ciudades sucienadole- cer de falta de capacidad de actuacién,y, sobre todo, del po- der de obrar con eficaca y soberantaen el escenario donde se representa cl drama de a politica: Otro resultado, sin em- bargo, cs la escasez de politics en la drbita extraterritorial del ciberespacio, donde jucyan ls porencias mundial. En-un planctaque se mundializa por momentos, a poli- ticatiende a ser cada ver-mis, y de forma mis apasionada y rome Bassas consciente local. Expulsada del iberespaio, o con el acceso vedado la politica welve de rebote los asuntos que estin a sualeance,acuestiones locales, alas rlacionesvecindess La toronto el emp pernmar ue chos asuntos son los snicos en los que podemos interven influren ellos, reprarlos, mejraros, cambiar ss direc [Nocstra acca 0 fala de ella slo puede dejarte sentir en cuestione locales; ls demas cuestones, presuntariente su- pralocales,no tienen remedi. Al menos es lo que no dejan de repetimos nuestros drigensesy dems personas que «si- bben de qué vas, Terminamos sospechando que, ea visa de los medios insufiients y los recursos lamentables de que Aisponemos, ampoco podriatnos cambiar el curso de nada, por mucho que hiciramos o nos propusiéraos hacer den- tro de nucses posibildades iertosasuntos,indudablemente, tienen eausas mun- ales, aces lejanasy recSditas; pero ni siquerséoe en tranen el eampo del inverts politico sing es «través dels repercusiones que generan en un émbito purament lca. Lapresunta contaminaci6n mundial del agua ode aire slo se convierteen un asunco politico cuando se construe un vertdero de residues x6xicos, 0 una cesidencia para refugia- dos en nuestro barrio, a la vuelta des esquins, cerca de ‘nuestra cas (lo eval nos da miedo), pero a nuestro aleance (lo que nos ranquliza. La progresiva comerciaizacin de las exestionessanitaras, efecto evidente dela encarnizada competencia entre gigantesfarmacéuticos supranacionale, salts ata palesta politica cuando derriban el hospital del buacrio o van eliminando progesivamente ls esidencias de ancianos 0 los centro psquiercos. Fueron los haitanes CConrianen v reMon rs ta ctoa0 de una ciudad como Nueva York los que bubicron de ape- protegide de los «delincuentes lobos» por «policias perros pastoress, “Todo ello no puede sino afectar, o ms bien revohuc nar, las circunstancias de la vida urbana, la interpretacién ‘que hacemos de ésay ls esperanzas y temores que solemos sasociar con el ambiente de las ciudades. Y cuando hablamos de ls citcunstancias dela vida urbana, nos referimos de he cho a las circunstancias de la humanidad, Segin las previ nes actuals, dentro de dos décadas, aproximadamente, dos de cada tres personas vivirin en eiudades, y nombres que no se oyen casi nunca, como Chungking, Shenyan, Pune, Ah: ‘maulabad, Surat 0 Yangon, seria sinSnimos de cinco millo- nes de eres husnanos hacinados en una conch l igual ‘que otros nombres, como Kinshats, Abidjan o Belo Hori- ~onte, que actualmente se asocian mas a vacaciones exéticas “4 [Ew sutca oe nzructa am 1a aya ne PaboKa que a a primera linea de las batallas contemporineas por la conguista dela modernizacin. Las ciudades recién legadas «a primera divisin de las aglomeraciones urbanas, casi o- das ellas en quiehea parcial © completa, tendrén al menos {que intentae «resolver en 20 aos la clase de dificultades que Londres o Nueva York s6lo consiguieron abordar a duras ppenas en (50 Lo que sabemos hoy en dia de las consubidas preocupaciones y miedos que acosan a las captales mis an- tiguas, puede verse ecipsado por las vicisinudes a que debe- in enfrentarse los nuevos coloses. ‘Arnucste planeta todavia le falta mucho patallegue a scr Js ealdes global» de que habla Marshall Mean. Flace mu chos aos, después de explorar lo gue quedaba del mundo rural premoderno, Robert Redfield llegs la conclusi6n de que laculeura agricola, siendo como es incompletae incapaz de bastarsea si misma, no puede describirse como es debido, ¥y menos alin comprenderse, a menos que se incluya en e! contexto de una veeindad que comprends un municipio con l que los lugareiios mantengan una relacién de servicio y ependenciareeiprocos. Cien aos mis tarde podemos afir- iar que el nice concexto 2 partir del cual debe estudiarse todo lo rural, para poder ser descrito y explicado correcta mente, eel contexto del planetz. Incluir en ese contexto una ciudad vecina, por muy grande que sea, no servis para nada. ‘Tanto el pueblo como la ciudad son los eseenarios de fuerzas insleanzable, asi como de los provesos que ella mismas po~ nen en marcha fuerzas que nadie comprende ni puede con- ‘rolar,y no s6lo los lugareios afectados y los habitantes de 1a ciudad, sino también sus propiosarifice. El anciguo pro- verbio que dice que el hombre dispara y Dios dirige las ba- 6 Zeowere Banas las dehe formularse de oxro modo: puede que los habitantes de pueblos y ciudades lancen Jos proyectiles, pero son los rmercados mundiales los que los diigen, En su steci6n titulada «Countryside Commentary, el ‘Comer Post publicé un ariculo de Elert van Donkersgoed (asesor estratégico dela Federacién de Agricultores Cristia- ‘nos de Ontario, Canads), con fecha 24 de mayo de 2002, de titulo elocuente: «Los dafios colaterales de Ia globalizae cidar* «Cada ao producimos mis alimentos con menos ‘mano de obra y un uso mas prudente de los recursos, ob- serva Van Donkersgoed. «Los agricultores han empezado a trabajar con ms rapide, invirticndo en maquinaria que les shorts esfuerzo y en mérodos de gestign muy precisos para ‘obtener productos de mayor calidad.» Cada ver se necesitan ‘menos personas para realizar el trabajo. En el espacio de cuatro afios, hata febrero de 2002, 35.000 trabsjadores han Aesaparecido de ls estadsticas de Ontario, redundantes 2 ‘causa del progreso de Ia eéenicay reemplazados por még nas nuevas mucho més eficaces (es decir, que ahorran traba- jo). El hecho, sin embargo, es que segin los libros de econo- iia clisicos, por no hablar de la I6gica mis elemental, un sumento tan espectacular de la productividad tendefa que haber enriquecido los eirculos rurales de Ontario y elevado vestiginosameme ls ganancias de sus agriculzores; con todo, 1no hubo sefal alguna ele que aumentara la opuilencia de la segi6n. Van Donkersgoed formula la nica conclusion que ‘se nos ocuure: «Los benefiios que produce la agricultura se ‘estin acumulando en otros sectores de la economia. Podemos firmar que las causa del peligro se han eala- dado al corazén de la ciudad. Los amigos, los enemigos ys por encima de todo, los extranjeros esquivos y misteriosos qucosilan amenazadoramente entre ls dos extremos, een ‘tremezclan y.se codean en las calles de la ciudad. La guerra contra la inseguridady sus peligros se ibraacualmente ene interior de la ciudad, y es ali donde se esablecen los campos de batalla y se tazan las nas del freee, Las tincherasy los bnkeresacorazados, que tienen por objeto parar los pics Jos inrusose impedes el paso a toda cost, se estén conv tiendo en uno de los aspectos mis vsibles de las eiudades ontemporiness, aunque adoptan numerosss formas y sus creadores hacen lo posible para que sus obras poten desspec- cibidas, normalizando asi el estado deexcepeién en que viven ” Zromvnr Bava 1 diario los ciudadanos obsesionados por la seguridad, Laforma mas comin de muralla defensiva, cada vez mis cde moda, son los barrios cercados (ls folletos de las inmo- bilaras y los mismos residences recalean Jo de weercados», no lo de barrios»), en cuya entrada nunea faltan los guar- dias y as panallas de video. Los barrios cercados en los Es- tados Unidos, superan ya el niimero de 20.000, mientras que sus habitantes rebasan los 8 millones personas. El significa- do de acerca» se vuelve més complejo cada afo que pasa. En California, por ejemplo, existe una comunidad de viviendas llamada «Desert Island [isla desierts), que esté rodeada por tun foso de 25 acres, Brian Murphy construy6 una casa para Dennis Hopper en Venice, con una fachada sin ventanas, de chapa ondulads, parecda lade un binker. El mismo arqui= recto levants otra casa de lujo, también en Venice, entre los rmuros de un edificio en ruinas, cubrigndols primero de pin- tadas para que diera la impresin de que formaba parte del deterioro general de la calle . Las construcciones que pasen inadvertidas, dela manera ‘nds artfciosa y rebuscada posible, son una tendencia eada as en boga de l arquitectura guiada por el miedor ya sea por un exterior de lo més adusto, euys aparienci de for- taleza resulta asin mis desagradable y hunillance a causa de la profusion bien visible de puestos de control y guardias uniformados; o dels ortentacién insoleme y autortaria de adornos y oropeles provacadoramente chillones La arquitectura del miedo y la incimidacién se extiende por los lugares piblicos de las ciudades transformindolos, incansable aunque furtivamente, ea zonas vigiladas y con- troladas «todas horas. La inventiva, en este campo, no tiene 50 [Ey soca DEL #270010 BW LA cal ox PANDORA tes, Nan Ellin menciona varios dispesitivos ~de origen norceamericano algunos de ellos, pero imitados por do- ‘que, como unos bancas (que pueden verse en los parques Los Angeles) en forma de barr, , La inseguridad produce miedo, por lp que no es de ex- trafiar que los urbanista atribuyan la mixims urgenci tentar combatea, o al menos asf lo crcen, o s¢ muestran ‘uy convencidos dello. Lo malo es que, ade auridad, es posible que también desaparezcan de la calles las principales aracciones de a vida urbana, como la espon- ‘tancidad, la flexibildad, la capacidad para spender y ofre- cer aventura, Fl sustiuto de la inseguridad noes el éxtasis de la calma sino Is maldici6n del aburrimienso. zEs posible crradicar el miedo suprimiendo igualmente cl tedio? Cabe sospechar que este enigma va a ser el dilema primordial al que deberdn hacer frente los urbanistas y arquitects; un di- ema al que todavia no se ha encontrado ninguna solucin de lainse- 6 Ey nosca EL axtcto en La ca DE PanDons convincente, satisfactoria ¢ indiscurble; una pregunta a la {que tal ver no pueda contestare de forma rotunds, pero que (acas0 por ese mismo motivo) seguirs impulsando a arqui- ‘een warn aenprineitcon ls pain y pone Desde el principio, las ciudades fueron sitios en que los des- conocidos convivian en estecha proximidad sin dejar de ser desconocidos. Vivir en compaia de desconocidos siempre es un tanto alarmante (aunque no siempre asusta), ya que étos, por naturaleza, ya diferencia de los amigos y enemigos, a berganintenciones, pensamientos y modos de reaccionar ante siuaciones comunes que nos resultan desconocidas, 0 n0 lo bastante conocidas, lo que nos impide anticipar su comporta~ miento. Una muchedumbre de desconocidos provoes uns sensaciéa endémicae incurable de que algo imprevisible pue- de ocurti Dicho de otra manera: los desconocidos som Ia per- sonifieacis del riesgo. El riesgo no puede existir sino hay cierto temor a sufri dafio 0a ser derrotado, pero si no existe el riesgo eampoco hay ninguna posibilided de ganar 0 vencer; or €50 os sitios plagados de riesgos no pueden sino suscitar luna impresién de ambigiedad endémica, que a su vez provo- . Verbipdlwebidreosenler-s376s01-1-D0,TOPIC at 1. Sensno0%, Jeremy, Consuming Cure loblivation and Loa Lie ‘et Troe: New Ttemaonait 204 Eats, Nao, «ear and Ci Bullings,e0 De Hedgehog Review: fo. DUKE, By LAUSTIE, Joho, Zone of Indstineion Sci. Teror tn Bae Lifes om Spe and Cale 52 (gosto 2002). 1s Gia procedete de READER, J. Cites. Loates: Wiliam Heinssnn, 1 Best de comida pid y arson la poruriade Landes ( ase) 1). READER, Job. Cites Op dt. ta Hat, Pree Cites in Cian: Care, Innovation and Urban Onder Landes: Wedel and Nicleon, 1998 ts, Mavi, Jonathan, «acim in he Thee Dinersons: South-Arcn Archtectare and the clog of White Superiority en Soil dente, 1944(2020. 5 MORGnS, Lewis H, Anco Soci Londees 1 ol 188. 9 ‘VIVIR CON EXTRANJEROS* Vivir en una ciudad significa vivir en compat en comp de extanjeros. Nunca dejaremos de ser extanjeros: nos smantendeemos como tale, sn interés en interact, pero, or se vecinos los unos de los oxo, destnados a ensique- cerns recfprocamente. Hay una paradoja que hoy es absolutamente relevant; no se ata de una paradoa psicolégia, sno logics. Cuanto mis reducidos son el espacio y la distancia, mayor impor- tancia les atibuye agente; cuanto ms se desvaorza el e- pasio, menos protector sl distancia y mas obsesvamente Jn gente taza yslterafronteras, Yes en especial en las ciu- dates donde se produce est fuross actividad de erazar yal tera as fonteras entre ls personas Frederik Bathe gran anopélogo noruego contempo- neo, ha puesto de relieve queen contra dela errénea opi- nin conn, las ronteras no etrazan paa separ diferen- cia, sno que, porel conteaio, cuando se trazan fronteras es precisamente cuando surgen de improviso las diferencias, cusndo nos damos cuenta y tomamos conciencia desu exs- tenia, Dicha de un modo ms claro: emprendemos la bi queda de diferencias ustamente para legtimar las ronteras, 6 Zeowont Barna Si miramos a nuestro alrededor veremos a otros indivi- duos iguales que nosotros. Por mucho que busquemos no encontraremos a nadie que sea exsctamente igual a uno mismo. Todos y cada uno de nosotros estamos hechos tan sélo de diferencias; en el planeta hay 6.000 millones de hombres y mujeres, pero cada un de ellos es diferente de Jos dems; no hay individvos absolutamente idénticos, ex imposible. Exisiimos porque somos diferentes, porque te- nemo diferencia, y sin embargo algunas de estas diferen- cist nos molestany nos impiden inceractuay ser amistosos,

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