NOTA SOBRE FILOSOFIA MEDIEVAL
Nimio de Anquin
OVO)
jumanitas|
Revista de la Facultad de Filosofia y Letras, Affo IV - N°. 10 - 1958
Universidad Nacional de Tucumén, Argentina
Separata, serie A: Instituto de FilosofiaNOTA SOBRE FILOSOFIA MEDIEVAL
Nimio de Anquin
ASOCIADO al conocido medievalista francés M. Et. Gitson, el P
Philotheus Béuner, ha emprendido la publieacién de La historia de la
Filosofia Cristiana, desde sus comienzos hasta Nicolés de Cusa), De
Jos tres fasefeulos que abrazaré toda la obra, este primero que tenemos
a la vista se extiende desde Justino martir hasta Boecio.
Damos a continuacién una traduceién compendiada de las 17 pri-
meras paginas, en que los autores exponen, como introduceién, su con-
cepto de filosoffa cristiana. El tema es del mayor interés y rogamos a
los leetores una especial atencién.
Es un hecho histérico que se han dado sistemas filoséficos cuya es
pecificidad la deben a la fe cristiana. Forman en su conjunto un grupo
bien delimitado, que se distingue claramente de otros grupos de sistemas
filoséficos, como el griego, latino, chino o islémico. Dentro de nuestro
grupo hay a veces notables diferencias y hasta contradieciones, pero su
unidad fundamental esté garantida. Este grupo o clase que comprende
(1) Btiene Guson und Philotheus Borner, Die Geschichte der christlichen
Philosophie, von ihren Anfiugen vis Nicolaus von Cues. Zrveite, neubearbeltete
Auflage, 1952, Verlag Ferdinand Schdningh, Paderborn, I, Lieferung, [Geschichte
der patristischen Philosophie] VIII 4 254 pag.los sistemas filoséficos desde los tiempos de los apéstoles hasta nuestros
dias, se Hama “filosofia eristiana”.
No es nuestro propésito el justificar sistematicamente cl concopte
de filosofia cristiana, pues lo entendemos solamente en sentido histéri-
co... “Llamamos cristiana a toda filosofia que haya sido ereada por
cristianos convencidos, que distinguen los érdenes de las ciencias y de
Ja fe, que demuestran sus afirmaciones con razones naturales, pero que
sin embargo, ven en la revelacién cristiana una ayuda valiosa y, en de
terminada medida, hasta un auxilio moral necesario para la razén”.
Para explicar esta definicién debemos distinguir las cualidades esen-
ciales y los signos caractertsticos de la filosofia cristiana.
Cualidades esenciales. 1. La filosoffa cristiana contiene solamente
proposiciones tales que se pueden demostrar eon medios naturales. 2
Una filosotfa cristiana no esté munca en abierta oposicién con la fe cla-
ramente formulada por la Iglesia eristiana. . La filosofia eristiana debe
ser edificada hajo el influjo coneientemente aceptado de la fe eristiana
Este influjo no es de naturaleza sistemética, sino psicolégica. Y se hace
valer de cuatro modos: a) la fe preserva de errores; b) la fe da a la
raz6n determinados objetos de conocimiento; ¢) la fe determina la aeti-
tud cognoseitiva del filésofo cristiano; d) la fe determina el sentido del
filosofar.
Signos caracteristicos. 1. Toda filosofia cristiana esté wida a una
tradieién, pues todo sistema cristiano esté inelufdo en una gran conexién
en la que él es siempre continuacién y desarrollo de algo anterior. 2
Es propio de casi toda filosoffa cristiana, el realizar una determinada
seleccién de problemas. 3. Casi toda filosoffa eristiana tiene una fuerte
tendencia a la sistematizacién.
Surge ahora el gran problema de la filosoffa eristiana y la Sagrada
Eseritura. Ciertamente, cl Cristianismo no ha Iegado a este mundo eo-
mo la filosoffa antigua. Y, en general, no es una filosofia sino una reli-
gién. Objetivamente, aparécenos desde Iuego como la anunciacién de wn
hecho histérieo. Como anunciacién del hecho histérico de nuestra reden-
eién en Cristo, y con Ia exigencia para los hombres de reconstruir su
vida segtin cl ejemplo de Nuestro Sefior y de penetrar en la realidad
mistica de su vida, logrando asi un comportamiento acepto por Dios
que lo hace meritorio de la divina beatitud, el Cristianismo queda como
una religién y no es ninguna filosoffa. Pero aunque no es filosoffa, la
religién cristiana esté en el principio de un desarrollo filoséfico de ex-
traordinaria proporeién. Hl Cristianismo debié ocuparse de filosofia por
188necesidad histériea y psicolégica, pues encontré una filosoffa con la que
debfa de habérselas, y trajo consigo ideas que esperaban un desarrollo
y una estimacién por cabezas especulativas. En tres respectos se ve esta
obra del Cristianismo, a saber: 1. Doctrina de Dios. 2“. Doetrina del Lo-
gos. 3, Doetrina de la Sabidurfa.
I. La doctrina de Dios la podemos considerar: a) en el Antiguo Tes-
tamento y B) en el Nuevo Testamento en cuanto Dios es amor. 4) Rela-
tivamente a Dios en el Antiguo Testamento se puede decir que no es
ficil precisar con seguridad satisfactoria la comprehensin y la extension
de la teologia natural de los filésofos griegos. Si nos limitamos al punto
cenital de la filosofia griega, por lo menos se puede afirmar con segu-
ridad que en vano busearemos en las obras de Platén y Aristételes un
eoncepto de Dios determinado y claro. El pensamiento antiguo estaba
condenado a un fracaso en este respecto, porque nunca pudo tener la
preparacién de un concepto claro de creacién. Nos damos en este punto
con tres problemas: a) el eoncepto de ereacién: en oposicién con Jos an-
tiguos mitos y con la espectlacién filos6fiea posterior, la Revelacién co-
micnza con el versiculo: “En el prineipio eves Dios, los cielos y 1a tierra”.
Los cielos y la tierra, las cosas espirituales y materiales, todas han sido
creadas por Dios, sélo por El, de la nada, por un acto de su yoluntad.
Junto con la verdad fundamental de Ia ereacién del mundo de la nada,
cl primer capitulo del Génesis did también al pensar cristiano poderosos
estimulos para una investigacién ¢ inteleecién de los diversos drdenes
creados y ante todo del hombre. b) Dios como ser. Dios es el ereador.
el protoprincipio, Ja protocosa. Todo lo que recibe de El el ser, perte-
nece al mundo ereado, depende de El y sélo existe por El; existe sola-
mente con el presupuesto de que Dios existe. Pero Dios es el verdadero
-supuesto (anhypotheton). Bl ‘‘es” incondicionado. Lo que con segu-
ridad Aristételes y hasta Platén mismo no pudieron entender, fué la
exclusividad, la plenitud, la completidad y la trascendencia propias del
ser divino. Dios mismo revelé este coneepto del ser divino, cuando Moi-
sés le pregunté su nombre: “Jahvé respondié a Moisés: “Yo soy el que
soy”. Y agregs: Ast debes hablar a los israclitas: el “Yo soy” me ha
enviado a vosotros” (Exodo 3, 14). ¢) La idea de Dios tinico. Si Platon
y Aristételes fueron condueidos a un puro monotefsmo, hasta hoy es dis-
cutido. En cambio, para la especulacién eristiana el problema de Dios
Amico cs desde Inego deeisivo. Cuando Cristo contests a la doctrina acer-
ca del primero y mayor mandamiento: “Oye Tsrael, el Sefior vuestro Dios
es sdlo cl Sefior (Hare. 12, 29), no hizo ms que repetir lo que los judios
189tenfan como algo sobreentendido y como una verdad fundamental de su
religién, B) Veamos ahora la doctrina acerca de Dios del Nuevo Testa-
mento, segiin la cual Dios es amor. El A. T. mostré con toda claridad
la unicidad y la personalidad de Dios creador. Dios es el mayor y el
‘nico Sefior, el Creador de todos los seres, el todopoderoso ordenador del
mundo, el Sefior omnisciente y el soberano de todos los pueblos y na-
ciones, Aquél que en estricta justicia castiga el mal y premia el. bien.
Lo nuevo que el Evangelio agrega a este concepto de Dios, sin afectar
la forma del A. 'T., es que Dios, el Ser, también es Amor y que su ver-
dadero nombre es: Padre. De aqui deducimos dos temas principales: a)
Dios es amor, y b) la ética del amor. Acerca del primer punto: aunque
el A. T. alaba con frecuencia a Dios como el Padre y Pastor de su pue-
blo, y celebra su bondad, sin embargo estos conceptos no adquieren avin
la sobresaliente situacién que tienen en el N. T., el cual, en cambio, es
Ievado por la verdad preponderante de que “Dios es el Amor” (I Jo.
4, Ty 16). “Tanto ha amado Dios al mundo que le envié su Hijo U:
génito, para que todo aquél que en El erea, no se pierda, sino que tenga
la vida eterna” (I Jo. 3, 16). Por ello sobrepasa al A. T. y esté on
oposicién con la filosoffa griega, Acerea del segundo punto: la profun-
dizacién y elevacién del concepto de Dios en el sentido del amor, deter-
miné la transformacién fundamental de la coneepeién de las relaciones
de Dios y del hombre, y de los hombres entre sf, es decir, de toda la
conducta ética.
IL. La doctrina del Logos. Para la historia del pensamiento cristia-
no ha legado a ser tan significativo el prélogo del Evangelio de San
Juan, que aquélla seria ininteligible sin éste. Tres afirmaciones estén
aqui implicitas: a) Hl Logos es Dios, una persona. El Logos es Dios vivo,
no es solamente un Dios y con Dios, sino que es Dios; es el Verbo por el
que el mundo fué creado, por el que el hombre fué creado también y!
el mundo redimido; ¢l Logos es el Hijo de Dios, que reposa en el corazén
del Padre y por el que nos vienen la gracia y la verdad b) Hl Logos es
pensamiento vivo y personal de Dios. Esta proposicién afirma que et
Logos o Dios contiene las ideas. Aunque él prélogo del Evangelio de
Juan no dice una palabra acerea de la doctrina de las ideas platénicas,
sin embargo, invita al pensador cristiano a proyectar en él esta teorfa.
c) El Logos es la luz del mundo. San Juan sittia al Logos como la luz
(légos = zoé + phés) “que ilumina a todo hombre” (I, 9). Puesto que
el Logos s6lo puede ser luz espiritual, afirma cntonces esta nueva deter-
minaeién, que el Logos es la fuente de todo conoeimiento.
190IIL. La doctrina de 1a Sabiduria, De no menor signifieacién que el
prélogo del Evangelio de Juan, han sido para el desarrollo de la filo-
soffa cristiana las Epistolas de San Pablo. Asi como San Juan contra-
pone la realidad del Logos divino a la especulacién greco-judea del Lo-
gos-Mundo, del mismo modo San Pablo, conseientemente, opuso la sabi-
duria cristiana a la pagana. Pablo profesa la sabiduria de Cristo contra
la sabiduria pagana del mundo. En este respecto debemos considerar
tres puntos: a) La sabiduria eristiana es saber saludable. No es elle
ningiin conocimiento filosdtico, ninguna “Cmosis” que desde Inego y ante
todo satisfaga al entendimiento. No, ella es lisa y simplemente el saber
acerea de Jesueristo, el Crucificado, en el que Cristo por intima eomu-
nin de vida opera la salud. b) La sabidurfa eristiana no anula a la ra-
z6n, sino que la supone. Aunque San Pablo contrapone la sabidurie
cristiana a la pagana, no debemos entender esta oposicién como la de
raz6n y fe. La filosofia de los gentiles es en gran parte el resultado
del mal uso de la razén, Pero la razén misma perdura como un don de
Dios. Y si la razén no puede penetrar los profundos misterios de Dios,
puede ella y debe aplicarse con éxito a ciertos problemas que estén en.
su dominio. A éstos pertenecen ciertamente la existencia de Dios y los
mandamientos de la ley ética natural. ¢) La sabiduria eristiana descu-
bre el sentido de la historia. En cuanto Pablo, leal a la doctrina de Je-
sucristo, considera al Antiguo y Nuevo Testamentos como wna unidad
y entiende ello a la luz del plan universal de salvacién, deseubre el
sentido de la historia que aparece como un drama tinieo que abraza todos
los tiempos.
Estas son algunas ideas que han ejereido una gran influencia en el
desarrollo de la filosoffa eristiana. Junto a ellas hay otras muchas, por
ejemplo, la doctrina paulina de gracia y libertad, que en forma no co-
mim han sido fructiferas para la filosoffa occidental. Pero debemos h-
mitarnos. Es seguro que la Sagrada Eseritura 0 la divina Revelacién han
influido profundamente en el pensamiento cristiano especulativo, pero
ella no es ninguna filosotia ni siquiera en estado larval. Juan y Pablo
no intentaron continuar Ja filosofia griega: ambos tenfan para poner en
ver de ella, algo mejor, algo divino.
Hasta aqui los autores. Signe, Inego, la historia de la filosoffa pa
tristica, que es la tiniea tratada en el fasefeulo que resefiamos, Los eris-
tianos euyo pensamiento exponen los sefiores Gilson-Boehner son: Jus-
tino mértir, Clemente de Alejandria, Origenes, Gregorio nacianzeno, Ba-
silio el grande, Cregorio de Nissa, Nemesio de Emesa, el Pseudo-Dionisio
arcopagita, Juan Damasceno, Tertuliano, Agustin y Boecio: es decir,
191una docena. Si de las 254 paginas de todo el volumen se restan las 17
de la Introduceién, quedan 237; de éstas, 80, es decir, la tereera parte.
estén dedicadas a San Agustin y 36 a Origenes, lo cual nos parece muy
bien si se considera la actualidad de ambos. Acerea del sistema inter-
pretativo de la Sagrada letra por Origenes, dicen los autores que falté
al gran tedlogo el correctivo de una tradicién de fe clara y firme, ausen-
cia de que aquél fué consciente y que traté de remediar; y que en se-
gundo lugar influyé también en él negativamente, su educacién griega,
que sumada a la cultura helenistica, no dejé de gravitar en su sistema.
Por ello se esforz6 por hacer inteligibles demasiadas cosas: el peso de su
herencia griega era superior al que podia resistir su cristianismo (pag.
82). En cuanto a San Agustin, la exposicién es un pequefio y excelente
tratado. En primer lugar Agustin pretende ser tedlogo, no filésofo: es
fundamentalmente extrafio a su sistema el intentar una sintesis filos6-
fica separada de su teologia. Para 61 no hay més que un sistema que
comprehende todo el ser transfigurado del cosmos de la verdad, en el
que él se abisma con corazén de creyente y también, en cuanto es posible,
con el entendimiento finito iluminado por la luz de la fe, trata de pe
netrar los misterios del Infinito. Agustin es el maestro de Occidente y
ningin sistema cristiano podré en lo sucesivo prescindir de él. Es el
ereador de la teologia de la historia: el sacrum imperium romanum na-
tionis germanicae, no fué por cierto una idea de San Agustin, pero no
se explica sin una interpretacién de su idea de la Civitas Dei. Si pres-
cindimos por un instante de la obra de San Agustin en la historia es-
piritual de Oecidente, habré solucién de continuidad entre nosotros, es
decir Europa, y los Evangelios inclufdas las Epistolas de San Pablo
(pag. 233).
Aumenta las excelencias de esta historia, el método de exposicién:
cada capitulo est4 sistematicamente dividido en paragrafos y al final de
cada uno de aquéllos se incluye un apéndice textual con transeripcién
bilingiie (texto original y traduceién alemana). De todo ello resulta un
conjunto tipogréfieamente variado y armonioso, que hace agradable la
lectura. Esta historia se halla muy distante del volumen masivo y fati-
goso de La philosophie au moyen age (2e. éd. chez Payot) de M. Gilson,
compuesto en texto corrido y plimbeo. Aparte de este defecto material,
esta obra gilsoniana no destaca suficientemente el sistema de San Agus-
tin, aunque lo que eseribe el docto medievalista sobre el gran tedlogo es,
siempre, fundamental. Pero en La historia de la filosofia cristiana los
inconvenientes han desaparecido y las excelencias subsisten.
o * @
192La segunda entrega (libro II) de esta Historia ‘?), esta dedicada a la
Escoldstica temprana o Friihscholastik, como dicen los alemanes. Los au-
tores estudian a Juan Escoto Eritigena, dialécticos y antidialécticos del
siglo XI, San Anselmo de Canterbury, la imagen medieval del mundo,
San Bernardo de Claraval, Pedro Abelardo, la Escuela de Chartres y
Hugo de San Victor. Todas las exposiciones son muy buenas y algunas
excelentes. El método que se sigue es cl mismo del libro anterior.
Queremos destacar, por su novedad, el cap. 4 titulado “La imagen
medieval del mundo”. Todo filésofo es un hijo de su época y lleva con-
sigo la impronta de su circummundo. La imagen césmica, especialmente,
que la humanidad ha elaborado en los diversos estadios de su desarrollo,
cs el trasfondo sobre el que la especulacién filoséfiea debe entender cada
époea. Para este momento de la edad media, poseemos felizmente el tes-
timonio de un hombre cuya vida es un misterio, Honorio de Autun, seu-
dénimo quizd de un monje de los aledafios de Regensburg, de allé por
Jos albores del siglo XIL. Su Clavis physicae y sus dos otras obras, Dé
imagine mundi y Elucidarium sive Dialogus de Summa totius ch i
theologiae, son fuentes inigualables para reconstruir, a través de ellas,
la imagen del mundo de la edad media temprana.
‘Tres puntos pueden considerarse: 1) el Universo; 2) la Naturaleza;
8) la Historia. 1) Como la palabra “mundus” Jo indica etimolégicamen-
te (mundus viene de “motus”, dice caprichosamente el autor), aquél se
halla en movimiento permanente. Es redondo como un globo y puede
ser comparado eon un huevo. En su parte externa se extiende una cés-
cara, el cielo que rodea todo el mundo. Por debajo esta el puro éter, que
es como la clara, y que envuelve al aire mévil, eual si éste fuera la yema.
Tn lo mas intimo se encuentra la tierra como las gotas germinales en el
huevo, En medio de la tierra est el infierno, Los elementos constitutivos
del universo son la tierra, el més pesado de todo; el agua, de menar
densidad, que ewbre la tierra y la penetra; el aire, palabra eon que ape-
llidamos todo lo que se asemeja al vaefo y que se extiende (el aire) desde
Ja tierra hasta la luna; el fuego,
tiende desde la luna hasta el firmamento, siendo mas sutil y liviano que
todos los otros: se Hama también éter y forma el euerpo de los angeles.
cuando Dios los envia hacia los hombres, La arquitectura del mundo es
la siguiente: a) los planetas: el primero es la luna, y a la vez la menor
ignis, quasi non gignis” y que se ex-
(2) Il Lieferung [Friihscholastik]. Zweite, neubearbeitete Auflage. Ferdinand
Schéningh. Paderborn, 1953. 259-399 pp.estrella, que nos parece tan grande porque se mueve en efrenlo alrededor
de la tierra; en su cuerpo es redondo y de naturaleza ignea pero mezclada
con agua; por ello no tiene luz propia sino que es iluminada por el sol;
de allf su nombre de luna, “quasi Iucina, id est a luce nata”. El Sol es
el euarto planeta (después de Mereurio y Venus). Su nombre significa
“Sol, quod solus luceat caeteris stellis obscwratis, vel quod est super omnia
lucens”, Es estérico, igneo y ocho veees mayor que la tierra. De é1 reei-
ben luz todas las estrellas. Como los otros planetas es arrastrado por el
impetu del movimiento del firmamento, de Este a Oeste, pero sin em
bargo se resiste contra el movimiento cireular del mundo, y pugna por
tomar otra direecién, de donde resulta que recorre al zodiaco en 365
dias. En otras esferas cireulan Marte, Jépiter y Saturno, b) La armonia
de las esferas. El movimiento de las siete esferas origina los tonos més
sublimes y de su acorde resulta la mas admirable misiea. Pero esta ar-
monia de las esferas no llega hasta nosotros, pues sélo podemos percibir
los tonos que se producen en el aire, mientras que aquéllos se originan
mas alla de éste. Ademés, su potencia sobrepasa la capacidad de pereep-
eién de nuestros oidos. La escala de los sonidos de la misica celestial se
extiende desde la tierra hasta el firmamento. ¢) El Cielo. Si aseendemos
més allé del fuego, iiegamos a la octava esfera, el cielo, cuya distancia
de la tierra es de 109375 millas. Se Hama “caelum cuasi casa ilios, id est
domus solis; cwasi vas coelatum, quia est stellis insignitum”. Gira con
enorme velocidad en torno a la tierra, y es en general igualmente distan-
te de su punto medio. Su naturaleza es sutil e ignea. Sobre este cielo
en que existen estrellas, eometas y nubes, se extiende el ciclo espiritual que
es desconocido a los hombres y donde habitan los angeles y las almas
de los bienaventurados: es el Paraiso de los paraisos. Sobre el Paraiso,
en inacecesible lejania, esté el Cielo de los cielos- “Hwic longe superemi-
nens dicitur caelum caelorum, in quo habitat rex angelorum”. Aqui ha-
bita Dios. Este vistazo al universo medieval, nos muestra que él se carac-
teriza por su continuidad, su completidad y su significacién religiosa
Hs una enorme esfera material entre dos polos espirituales: la materia
superior se extiende a la espiritualidad del cielo de los espiritus bien
aventurados; y la inferior al infierno espiritual de las almas condenadas
A las nueve penas o eastigos del infierno, corresponden nueve beatitudes
en el Cielo. Nosotros los hombres estamos inelufdos entre aquellos dos
polos, hasta que la decisién final nos destine a uno u otro.
2) Por cierto que en aquella época no existia una ciencia natural
como hoy. En este respecto, el saber medieval esta en las obras enciclo-
pédieas de Isidoro de Sevilla y Rabano Mauro. En la edad media, enan-
194do se indagaba la esencia de una cosa, no se procedia como hoy, pues
nosotros procedemos por descripeiones, enumeracién de cualidades fisi-
cas y quimicas, composicién molecular, ete. Los medievales crefan que la
esencia de una cosa estaba escondida detrés de su apariencia, y por ello
buseaban la explicacién fuera de ella, Tres eran los grados de explica-
cidn: a) Las etimologias. Por ejemplo, en la Sagrada Eseritura leemos
que Adan impuso nombre a las bestias. Pues bien, en estos nombres esté
escondido el seereto de su esencia y su fuerza mistica. Por ello, el hombre
medieval rastrea la etimologia de los nombres en busea de la esencia de
Jas cosas, Y la cosa misma a menudo le interesa poco para ese fin, lo
interesa poco que exista o no. En Jos hestiarios y lapidarios de la edad
media, con frecuencia se citan cosas que jamais existieron. Lo fundamen-
tal no es ordenar las cosas, sino conocer sus fuerzas mfsticas escondidas
tras sus nombres. b) Las analogfas. Hay “correspondentias” entre las ¢o-
gas, aunque las cosas que las cosas muestren, sean totalmente diversas.
Y estas correspondencias son fundamentales; y por ello una cosa es ex-
plicada sélo cuando se indica su analogia con otras realidades. Ejemplo
de tales correspondencias es el hombre. El es un Microcosmos, un mundo
en pequefio, formado a semejanza del mundo mayor. De la tierra tiene
Ja carne, del agua la sangre, del aire el aliento y del fuego el calor. Su
cabeza es redonda como la esfera celeste, dos linternas resplandecen en
él como las dos linternas del cielo; siete aperturas adornan su cara, como
las siete armonfas del cielo. El pecho en el que hay aliento y tos, se ase-
meja al aire cuando es conmovido por el viento y el trueno, ete. ¢) La
simbélica. Fluye de tales analogias y concordancias el transito a deter-
minaciones simbélicas earacterfsticas. Una realidad material expresa una
realidad espiritual, y de este modo las cosas eorpéreas son signos. Sin
duda, las cosas tienen un sentido religioso, que el Creador les ha dado
a ellas, Hay dos revelaciones de Dios: la Sagrada Eseritura y la natu-
raleza, entre Jas que existe un paralelismo. Asi como las palabras de la
Bscritura signifiean verdades morales o religiosas, asi también las cosas
de la naturaleza tienen wna significacin religiosa y moral.
3) Asi como el mundo se extiende en el espacio, la Historia sé ex-
tionde en el tiempo. A la cosmografia (plus la geografia) corresponde
Ja historia. El hombre medieval asi como encuentra el principio de orde-
nacién de Ja primera fuera del universo, de igual modo también encuen-
tra el principio ordenador de la historia fuera de la historia misma, no
dentro de ella como nos es habitual a nosotros. Su eoncepcién de Ia his-
toria es la “teologia de la historia”. a) Coneepeién de la historia. De-
pende decisivamente de Agustin, pues estamos afin bajo su influencia
195exclusiva. La historia aparece como un gran drama coneebido por Dios,
con el hombre como actor. El marco es dado por la Escritura. Tres
grandes acontecimientos dividen la historia: Creacién, Redencién y Jui-
cio Final. Dentro de este esquema general, habitualmente se distin-
guen siete perfodos diversos. El punto de vista religioso domina abso-
lutamente. b) El método de la historia. Segtm Hugo de San Victor,
primeramente debe atenderse a la eronologfa: hay que reunir datos y
ordenarlos, pero més importante es la interpretacién de estos datos, El
problema consiste en disponer ordenadamente estos datos, de acuerdo al
esquema anticipado de la historia. Es de gran utilidad el método de
eoncordancias y analogias, pues el hombre medieval no es muy inelinado
a conocer hechos, sino que ante todo quiere eaptar su sentido y su sig-
nifieacién. El mejor guia para ello es la Escritura, En efecto, para en-
tender la Escritura distinguimos cuidadosamente la letra y la signifi-
eacién de una palabra. La letra nos da sélo el factum, la historia, el
cual es un signo que debe ser interpretado. Si el signo indica una ver-
dad moral, la explicacién se Mamaré tropolégica. Si indica un misterio
de fe, la explicacién se Ilamar4 alegérica. Por ejemplo: ;por qué huyd
Jestis a Egipto? Las explicaciones geogréficas e histéricas no tienen im-
portaneia, pues la verdadera explicacién es ésta: porque queria mos-
trarse él mismo como el verdadero Moisés. Asi como Moisés liberé al pue-
blo de Dios de las manos del Faraén y lo condujo a la tierra prometida,
asi también Jesueristo liberé al pueblo de los ficles, del diablo y del
infierno. Después de siete afios retorné Jestis al pais de Israel, porque
él nos conducira por los siete dones del Espfritu Santo, desde este mun-
do a la Jerusalén celeste. Tal es, sumariamente expresada, la imagen del
mundo de la edad media. Un siglo mas y el conocimiento de la
aristotélica, cambiarfa este panorama.
Con la publicaciin de la tercera entrega “, termina esta importan-
te obra. Este IIT libro contiene la historia de la alta y de la tardia es-
colistica. Naturalmente que es la parte més copiosa, pero su elaboracién
esté centrada en torno a tres grandes figuras: San Buenaventura, Santo
Tomés de Aquino y Duns Seott. Sin embargo, los otros tedlogos-fildsofos
(8) III Lieferung [Hoch-und Spitscholastik]. Zweite, neubarbeitete Auflage. Pa-
derborn. Ferdinand Schiningh, 1954. 401-656 pp.
196son estudiados en la debida proporeién. De San Buenaventura, los au-
tores previenen que no hay que considerar su pensamiento desde el pun-
to de vista de Santo Tomés, pues aunque ambos parten de la misma fe
a la que permanceen ficles, el espfritu que inspira sus obras los leva por
caminos distintos: mientras Tomas se empefia por utilizar el aristote-
lismo en la interpretacion cristiana del mundo, Buenaventura emprende
la tarea de renovar la visién sistematica del mundo, segim el espiritu de
San Agustin. Por ello para el doctor scrafico “la finalidad de la filo-
sofia es la sabiduria”. La sabiduria es la captacién inmediata y la expe-
riencia de Dios “que es comenzada en el conocimiento y es completada
en el amor, secundwm quod ipse gustus vel saporatio est experimentalis
boni et dulcis cognitio”. El ideal de la sabidurfa buenaventuriana cul-
mina en la visién y sustento misticos: Sapientia, Charitas, Pax, Exstasis,
Eacessus mentalis, significan para él una sola y misma cosa. La mas ele-
vada finalidad del impulso terrenal es el amor de Dios en la sabiduria,
y el camino que conduce a ello es la totalidad del saber que ayudado por
Ja revelacién mediante la filosofia y la teologia, logra constituirse en un
sistema total. Por ello todas las ciencias estén puestas al servicio del
amor, pensamiento que ha expuesto sistematieamente en el “De reduc-
tione artium ad Theologiam’’. La filosofia no tiene otra finalidad que
conducir a Dios. La metafisiea es determinada asf: “et haee est tota
nostra metaphysica: de emanatione, de exemplaritate, de consummatio-
ne, scilicet illuminari per radios spirituales et reduci ad summum”. La
Emanatio, se ocupa del mundo creado por Dios; la Exemplaritas, de Dios
como ejemplar de lo creado; y la Consummatio o Reductio, de Dios como
finalidad de los espfritus creados que, tocados por su luz, vuelven a la
Patria. De esta manera quedan determinadas las tres partes en que se
divide la exposicién del pensamiento buenayenturiano, Todas ofrecen
gran interés, pues dan testimonio de una tentativa por elaborar un sis-
tema con. elementos cristianos, sin el auxilio de la epistemologia aristo-
téliea. En este sentido el pensamiento buenayenturiano es cristianamente
muy auténtico, y por serlo resultaré disonante con el conceptualismo, si
bien no es del todo extrafio a él, debido a su vocacién platénica. Pero
Buenaventura realiza una depuracién de los elementos conceptuales de
tipo aristotélico, y por ello nos ofrece un sistema lleno de interrogantes
y abierto a las efusiones mfsticas. Indica con exactitud el sentido de la
especulacién buenaventuriana, el pasaje del [tinerarivm mentis in
Dewm, eon que se cierra la exposicién: “ne... eredat, quod sibi sufficiat
ine unetione, speculatio sine devotione, investigatio sine admira-
Jectio
tione, circumspectio sine exsultatione, industria sine pietate, scientia sine
197charitate, intelligentia sine humilitate, studium absque divina gratia,
speculum absque sapientia divinitus inspirata”. Esta enumeracién es una
especie de euadro de antinomias del conceptualismo y de la especulacién
eristiana. Naturalmente que los autores no lo dicen.
Y de aqui pasamos a la exposicién del sistema de Santo Tomas do
Aquino, que es realizado de acuerdo a los ednones histérieos ya eonoci
dos, a saber: filosofia y teologfa, teodieea, la ereacién, antropologia, gno-
geologia y moral. Las pruebas demostrativas de la existencia de Dios
que se estudian en la teodicea, son transeriptas y explicitadas eon breves
notas. El conocimiento analégieco de Dios es expuesto con claridad. No
satisface al hombre el camino de la negacién en el conocimiento de Dios,
pues Jo aleja en vez de aproximarlo. Tomas es un conveneido de que un
camente leva
conocimiento puramente negativo es estéril, y de que practi
al agnosticismo. Sin embargo, no aeepta que tengamos wn conocimiento
de Dios como El es, porque ello supone una visién directa de la divina
esencia. Y por ello diee que junto con el conocimiento negative de Dios,
tenemos un conocimiento andlogo; lo cual signifiea que todo nombre que
ni expresa ni implicitamente es dicho de Dios en sentido negativo, le es
aplieado a BI en sentido andlogo. Con ello Tomas afirma que entre Dios
y la creatura hay una infinita e insalvable distancia, pero a la vez que
la ereatura puede expresar enunciados positives. El “doctor communis”
opone esta doctrina de la analogia a Ja de la iluminacién, Analogia in-
eluye semejanza y comparacién: aunque Dios es infinito y distinto de
toda creatura, ésta imita de modo finito la perfeecién infinita de Dios
Segiin la doctrina de la iluminacién, estamos en inmediato contacto con
Dios, y ast nuestras ideas y conceptos acerca de las perfecciones de Dios
y de las eveaturas proceden de dos fuentes, a saber, Ia iluminacién por
Dios y las cosas creadas. De aqui Ja posibilidad de una comparacién, de
manera que predicados como “Ser”, “bueno”, ete., se expresan primero
de Dios, tales como nos fueron dados por la iluminacién; y seeundaria-
mente de las cosas ereadas, tales como nos son dados a través de las
creaturas. Tomas abandona la doctrina de la iluminacién, pero retiene
Ja doctrina de Ja analogia que en ella esté implicita. Cuatro son las afir:
maciones bisieas del Santo en este punto: a) las creaturas gon semejantes
a Dios; b) nada se puede predicar univoeamente de Dios y las creaturas;
¢) existen determinados predicados que se pueden decir de Dios, pero
no con pura equivocidad; d) hay predieados positivos que se dicen de
Dios y las creaturas andélogamente. La posicién de Tomas en este pro-
blema se sintetiza asf: todo témino universal, predieado de Dios y la
creatura, corresponde primero a la ereatura y secundaria 0 andlogamente
198a Dios; pues conocemos a Dios sdlo en analogia con lo creado. En tales
enuneiaciones tenemos, por cierto, una palabra 0 un nombre, pero la sig-
nificacién se cambia segtin se dirija a la ereatura o a Dios: cuando se
dirige a Dios, signifiea siempre algo que infinitamente trasciende a la
creatura. Y de este modo, la doctrina de Santo Tomas acerea de la ana-
logia, no es mas que el enidado de hacer patente en nuestro conocimicnto
de Dios, la infinita distancia entre Dios y las ereaturas, y por ello na
admite que acojamos eonceptos que salven esa distancia. Tampoco dicen
los autores que esta doctrina de la analogia es, en cierto modo, un ensayo
frustrado de la epistemologia aristotéliea por llegar adonde habia llegado
la teorfa de la iluminacién, Porque, por cierto que la construceién ana-
logica os admirable, pero jeudl es su resultado? Al final de cuentas no
cs un resultado positive, sino negative, por mas que ofrezea la propor-
cionalidad que, aunque tal, no se libra de la distancia infinita, y lo que
es infinito es insalvable, es negativo. La analogia es la justifieacién 16-
giea de la imposibilidad de un intento, y al mismo tiempo la prueba de
que las ambiciones de la conciencia cristiana, y atin las tentativas de
sus viejos doctores, no se conciliaban con la impasible severidad de la
epistemologia aristotéliea. Santo Tomis realiz6 esta especie de experien-
cia de laboratorio, 0 de “test” psicolégico, y salv las apariencias de la
finica manera posible.
La teologia cristiana es casi impenetrable por el conceptualismo
griego, cuya capacidad explicativa es muy limitada en comparacién con
el mundo de la revelacién y de Ja gracia, Otra comprobacién de ello nos
la ofrece el problema de la ereacién, que los autores estudian en el § 3.
Dios trajo el mundo a la existencia por un acto libre, el eual es de na-
turaleza espiritual, y presupone que Dios sabe lo que quiere crear. Nos
damos asi con la doctrina de las ideas. Las ideas son las protoformas de
lo creado, existentes en la mente divina, y son idéntieas con la divina
esencin, El conocimiento divino se vuelve primero a su propia divina
esencia, a la que conoce no solamente en su aseidad (Ansichsein), sina
también en su imitabilidad, es decir, cémo puede ser imitado en deter-
minado modo por las ereaturas, Por ello, las ideas son idénticas con la.
divina esencia y no interrampen la simplieidad de Dios. Lo creado, en
euanto idea, no es mas que la eseneia creadora de Dios mismo: “omnis:
essentia derivatur ab essentia divina”. Santo Tomas afirma que se puede
demostrar racionalmente la ereacién del mundo por Dios, y que la epis-
temologia aristotélica no es ineonciliable con esta demostracién. Sin em-
bargo, es curios que cuando cl Angélico considera este problema, su ter-
minologia aristotélica empiece a flaquear, y deba reeurrir, por ejem-
199plo, a un término neoplaténico, emanatio, para denominar la creatio.
Porque la creatio aristotélicamente sélo se puede considerar del punto
de vista de la generacién, y en cuanto tal el problema estaré resuelto
negativamente con sélo plantearlo, como cl mismo Santo Tomas lo re-
conoce. Cuando el Aquinatense demuestra la creacién racionalmente debe
hacerlo —y lo hace— en cuanto emanatio, no en cuanto generatio, es
decir, que demuestra la tesis con elementos extraaristotélicos. Este pr
blema no es tocado por los autores, que se mueven en tan importante
asunto dentro del marco habitual, que trazara Ja conocida tesis de Rou-
NER sobre el problema de Ja ereacién en Maiménides, Alberto el Grande
y Toms de Aquino“), Reiteramos que, segiin nuestra modesta opi-
nidn, se ha exagerado, hasta transformar en un lugar comin, la cristia-
nizacién de Aristételes por Santo Tomas, que nunca fue tanta, como se
dice y repite con sospechosa unanimidad.
Ota deficiencia de la exposicién la encontramos en pg. 541, euan-
do se toce el problema de la abstraccién. Los autores omiten toda refe-
rencia al comentario al De la Trinidad de Boecio, y con ello afectan
gravemente a la exposicién de la fisica y metafisica tomistas, plantea-
das por el Angélico con un sentido aporético que cierta mentalidad se
resiste a sdvertir. Pero es indudable que Ja doctrina de la “separatio”,
abre las pnertas hacia uma perspectiva de sorprendentes posibilidades
para la coneeprién tomista.
Con Duns Scot asistimos a la deseomposicién de la llamada sinte-
sis teolégico-racional tomista, la cual se consumaré —acaso irzemedia-
blemente— con Guillermo Ockham. Precursor habria sido Enrique de
Gante, a quien esta historia presenta como decidido adversario del més
reoderado eristotelismo cristiano (Gegner auch des gemissigter christ-
lichen sAristotelismus, pég. 557), opinién ésta que no concuerda con la
de Jean Pautus (5), en su sesuda tesis sobre Enrique, que los autores con
seguridad conocen. Segiin Bohner-Clilson, el “doctor solemnis” acepta Ja
teoria de Ja iluminacién, fundamenta el argumento demostrative de la
existencia de Dios en el concepto de ser, el cual es andlogo: no identifi-
ea més las ideas con la divina esencia, sino que indican ellas la existen-
cia de la divina esencia: rechaza la distincién real de esencia y existen-
cia; y prepara la doctrina de la distineién formal y también de la “for-
(4) Anselm Rérner 0. Pr., Das Schépfungsproviem vei Moses Maimonides,
Albertus Magnus und Thomas von Aquin. Miinster i, W. 1913.
(5) Jean Paviws, Henri de Gand, Essai sur les tendances de sa métophysique.
Paris, 1938.
200«na corporeitatis”. Paulus dice que el pensamiento del doctor Gantés esta
mis préximo al de Santo Tomas (pag. 379-380), pero si la historia
que resefiamos traduce Ia opinién més moderna de M. Gilson —quien
escribié un prefacio muy laudatorio de la obra de Paulus—, debemos
aceptar como definitivo su eoncepto negativo del pensamiento de Enri-
que que, por lo demés, éructifiearé pronto en el sistema de Duns Scot.
Respecto al sistema eseotista, uno de sus mejores conocedores, Mau-
ritius a Portu, escribié la siguiente caracterizacién: “Favet namque
‘Avieennae inter philosophos ubique, nisi sit contra fidem, et Augusti-
no inter doctores catholicos, et Paulus inter Apostolos, et Ioanni inter
Tyangelistas, et nimirum, quia teste Boetio, omnis similitudo appeten-
da est” (pag. 590). Tales parecen ser las fuentes elementales de Duns
Seot, ¥ de ellas obtuvo una direccién definitiva hacia la metafisiea oran-
te de que da testimonio en el cap. 4 del Dé primo principio. El pen-
samiento de Santo Tom4s culmina en el ideal de la visién beatifica; el
de San Buenaventura y Duns Scot, en el amor que se inflama en la vi-
sién. Pero mientras que el maestro seréfico halla eumplido su ideal en
el fervor del sentimiento que suscita la visién beatffiea, el “doctor sub-
tilis” lo encuentra en el abandono amoroso de la voluntad al amor més
sublime. Una actitud metafisica como la de Scot, exige una fundamenta-
cién en la que el intelecto no aparezca en el primer plano, 0 por lo me-
nos en que se ofrezca sobreelevado: la revelacién es necesaria. En las
Oxonienses, el problema esté planteado asi: jes necesaria en el estado
actual del hombre wna doctrina sobrenatural revelada, que su intelec-
fo no puede lograr con la ayuda de la luz natural? La respuesta es afir-
mativa y por tres razones: 1") porque no poseemos un conocimiento
claro de nuestro propio fin; 2*) porque tampoco poscemos conocimiento
alguno de las tres condiciones necesaria para el logro de este fin, o sea,
émo aleanzarlo, con qué medios y si ellos son suficientes; 3*) finalmen-
te, porque queda clausurado a nuestro intelecto natural, el conocimiento
nids valioso y necesario de determinados aspectos de la esencia del mun-
do espiritual, y sobre todo de Dios. Seot no es un eseéptico, ni un pesi-
mista respecto al valor del conocimiento humano, pero como tedlogo re-
chaza que el estado actual de nuestra naturaleza y nuestro conocimien-
to, sea el finico posible. El pensamiento escotista traspasa los limites
que la vazén natural declara infranqueables, y afirma la posibilidad de
conquistar una mayor perfeccién: “et ultra, dieo aliam eminentiorem
posse recipi naturaliter, Igitur in hoe magis dignificatur natura, quam
si suprema sibi possibilis poneretur illa naturalis; nee est mirum quod
ad maioren perfectionem sit capacitas passiva in aliqua natura quam eius
201causalitas activa se extendat” (Ox. Prol. q. 1. n. 25). Todo el proceso
del escotismo esté signado por este deseo de sobrepasar los limites de la
1az6n natural, o sea de romper la limitacién impuesta por la epistemo-
Jogia aristotélica, para Megar al dominio de las cosas divinas, Aparece
el escotismo como la tragedia del espiritu cristiano, que antes habfa ha-
lado satisfacciones inefables en la teorfa de la iluminacién, y que aho-
ra se veia cautivo en el eireulo de un conceptualismo inflexible.
Esta Historia, que es una feliz alianza de Vesprit de finesse fran-
cés y de la Tiichtigheit germana, ofrece material abundante para re-
flexionar sobre el destino del pensamiento cristiano, que después de
Santo Tomas de Aquino aparece sometido a un proceso incoercible de
descomposicién o de disyuncién erceiente de lo griego-conceptual y de
Jo cristiano-revelado (das Reich der Natur und das Reich der Gnade).
Sociedad Filosdfica de Cordoba (Argentina)
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