Las ideas
socialistas
en ColombiaGAITAN UN MITO FUNCIONAL
Mil Imagenes, Un Hombre
Desde hace treinta arios no ha pasado un dia en que no
haya otdo hablar de mi padre, Jorge Eliécer Gaitdn,
sorprendiéndome siempre por la diversidad variopinta
con la que cada quien lo recuerda o lo interpreta. Exis-
ten mil versiones sobre su significado historico y otras
tdntas explicaciones sobre las razones que le permitie-
ron conmover multitudes y provocar con su asesinato,
el quiebre definitivo de la historia de Colombia.
Es natural. Esto sucede con todo hombre transfor-
mado en mito, como con toda divinidad transformada
en causa de devocion.
En este orden de ideas podemos hacer un intento de
clasificar “‘la imagen” que de Gaitdn se tiene, no par-
tiendo de Gaitdén mismo, sino de la persona que recrea
al lider, con sus ideas y prejuicios, con su peculiar for-
ma de ver el mundo y con la necesidad imperiosa de
enmarcar la historia dentro de su ideologia y sus inte-
reses partidistas y personales. Por ello Gaitén, como
Bolivar, como Sandino, como Marti, como el propio
Jestis, son —tomando una expresién acertadisima de
Marco Palacios— ‘‘mitos funcionales”.
El propio Gaitdn decta al hablar del recuerdo: ‘“‘Con
esto de los recuerdos sucede igual que con los cuerpos
llamados cataliticos; su fuerza, mds que en sf mismos,
°se expresa en otros que reciben su influencia. Como
hay téntos hombres en la vida de un hombre, es poco
menos que imposible lograr que el hombre de hoy in-
terprete con fidelidad la fuerza de la pasion, la calidad
de la idea o la indole de la voluntad del hombre de
ayer, de antier o de mas atrds. Si —por ejemplo— yo
quisiera decir a usted algo de mi nifez o de mi adoles-
cencia, tan sdlo lograria relatarle el juicio que me mere-
ce, con mi criterio y mis ideas actuales”.
De modo que al interpretar hoy a Gaitén, este juicio
de valor se hace con los criterios y las ideas actuales ta-
mizadas —oigase bien— con la deformacién de los re-
latos, eriticas y peculiares transmisiones del recuerdo
que hicieron los ‘‘testigos” de la época, que juzgaron a
Gaitdn a través de sus prejuicios —favorables o desfavo-
rables— o sus limitaciones o posibilidades teéricas,
ideoldgicas, conceptuales, culturales, epistemoldgicas.
Por lo tanto, nieljuicio de hoy, proferido por las gene-
raciones que no le conocieron y solo pueden remitirse
a los testimonios escritos o relatados por los adultos de
la época, ni los testigos que ‘‘conocieron de cerca” al
lider popular, pueden ser referencia inequivoca de su
papel como hombre publico o como pensador acadé-
mico, ya que de estos ultimos, a quienes se les confiere
el papel de testigos indiscutibles, por haber vivido el
momento, sdlo se puede decir que, al igual que los
contempordneos de Galileo, Gauguin y Copérnico, no
fueron sus jueces mds objetivos como nunca son bue-
nos jueces quienes conviven con aquellos hombres
excepcionales que, por su propia genialidad, se colocan
adelante de su tiempo.
De aht la importancia que adquiere este libro Las
Ideas Socialistas en Colombia que al igual que su tesis
de post-grado ‘‘Criterio Positivo de la Premeditacién”
en el delito, se constituyen en los dos tinicos textos
8analiticos que fueron escritos sistematicamente, sin pa-
sar por las deformaciones de transcripcidn, versiones
period tsticas o hilacién de discursos, cuya misma técni-
ca rifie con el desarrollo orgdnico de un plan de temas.
Acercarse a Las Ideas Socialistas en Colombia es
poder ir al texto mismo de lo escrito por Gaitdn a los
26 anos. Es poder descubrir la forma como estructura-
ba su pensamiento y el orden del sentido que a sus ideas
le daba a través de una formacion filosdfica que le
sirvid de trama, no solo a sus posiciones como pensador
e idedlogo, sino a la gestacidn de unas tdcticas que fue-
ron muy suyas, muy pecuiiares, nunca estudiadas y
mucho menos continuadas por nadie mds en Colombia.
Llegar a Gaitdn ‘a partir”, “desde” y “en” el propio
texto y contexto de sus ideas es la posibilidad que nos
ofrece esta valiosa obra para interpretar a un hombre
que marcé el rumbo de la historia de Colombia.
Si quisieramos hacer interpretaciones, incurriendo
en la inevitable y forzosa subjetividad que esto conlleva
y que hemos querido relievar, podriamos decir que al
escribir su obra Gaitdn tuvo en mente afianzar el derro-
tero de su vida, afirmando la viabilidad de las ideas
socialistas en Colombia en el aspecto econdémico y
social, defendiendo las ideas liberales en lo que a la
politica se refiere y respetando la cultura o “quiste
sicolégico’’, como él lo denominara, cuyo conoci-
miento y andlisis le permitid obrar de modo que con-
movio al pais, llegando a doblegar a la oligarquia libe-
ral y conservadora, en una gesta que tampoco nadie ha
podido repetir.
Estos tres elementos que le sirven de tripode al dis-
currir de su vida como conductor de multitudes (ideas
socialistas en lo econdmico y lo social, ideas liberales
9en to potitico y conciencia del valor de la cultura colec-
tiva en la tdctica) se esboza cldramente en esta, su tesis
de grado como estudiante de derecho de la Universidad
Nacional de Colombia, principios que reafirmard anos
mds tarde cuando su figura ya tenta calado nacional,
demostrando ast la continuidad de su pensamiento y la
constancia y firmeza en su ideologia y en su practica:
“En lo econémico y social somos integralmente so-
cialistas yy andan equivocados todos los que pretenden
establecer incompatibilidad entre el liberalismo y el so-
cialismo colombianos. Por el contrario, son movimien-
tos que deben fundirse y luchar al unisono. Digo mas:
son una sola y poderosa fuerza, a cuyo vértice afluye
la doctrina de los principios democrdaticos, de las liber-
tades humanas, eso que en los partidos no puede ser
olvidado ni despreciado, o sea el sentimiento, el pano-
rama sicoldgico en el que se refleja la vida”.
Algunos hechos que no hacen Historia
Es dificil encontrar un libro de historia colombiana
contempordnea sin que se mencione a Gaitdn. No pasa
un mes sin que los periddicos recuerden su nombre.
La imagen mas generalizada: un fogozo luchador, un
orador incomparable, un agitador populista, un hom-
bre sin profundidad ideoldgica. Siempre me he pregun-
tado como puede la gente, ante esta pobre imagen de
clisé, pensar que fue un grande hombre. Tal vez su mar-
tirio y su incondicional fe en el pueblo es lo que los ha-
ce admirarlo, porque inclusive (como lo hiciera hace
poco con frio desconocimiento de los hechos, Alfredo
Vasquez Carrizosa) se le tacha de haberse doblegado a
la oligarquia liberal, olvidando que fue todo lo contra-
rio, ya que Gaitdn se convirtié en jefe unico del Partido
Liberal cuando derrot6é en forma aplastante al ‘‘oficia-
lismo” liberal que lideraban Santos, Lopez y Lleras, en
10unas elecciones donde el gaitanismo barrid con la
mayoria de las curules en todos los cuerpos colegiados.
Qué mas podria hacer la oligarquia sino someterse a la
voluntad de las urnas entregdndole a Gaitdn la jefatura
tunica del Partido Liberal? Vasquez Carrizosa califica
esta imposicion del pueblo gaitanista como una claudi-
caci6n igual a la de Luis Carlos Galdn olvidando que
Eduardo Santos al dia siguiente de su estruendosa de-
rrota electoral, le envio a hurtadillas a Gaitdn las llaves
de la Direccién Liberal y se marché a Parts declarando
que hacia un receso en la politica esperando mejores
momentos. Lopez viajé a Londres y Lleras a Washing-
ton, los ministros liberales del gabinete de Ospina re-
nunciaron iamentandose por ei resuiiado de ias urnas
y los manzanillos de todas las horas se acercaron a Gai-
tdn a felicitarlo y a ponerse a sus drdenes. No hubo
reunion de canapé entre el ex-jefe de una disiden-
cia y un ex-embajador venido del Vaticano. Fue el
triunfo del pueblo en las urnas y la aplastante victoria
del ala revolucionaria del liberalismo contra el dominio
de la oligarquta. Si algunos izquierdistas de hoy a éso
no lo denominan victoria popular y derrota de la pluto-
cracia, solo puede comprenderse porque la distorsién
de la lucha polttica ha hecho creer que solo hay triun-
fos cuando hay armas de por medio o que, si bien es
cierto que Gaitdn se sentd a dialogar con sus adversarios
derrotados en las urnas (Guillermo Herndndez Rodri-
Suez, que hasta ese momento era turbayista, como Pli-
nio Mendoza Niera y Jorge Padilla), es porque Gaitdn
pensd que también podian presentarse didlogos (con-
vergencias, 0 como se las denomine hoy), con la tinica
diferencia de que Gaitdn era el jefe indiscutible del Par-
tido Liberal y el gaitanismo dominaba en el parlamento,
las asambleas y los concejos. Estas condiciones le otor-
gaban a Gaitdn una indiscutible ventaja, porque cuando
de didlogos se trata el que termina por imponerse es
aquel que ademds de sus ideales, detenta instrumentos
reales de poder politico.
11Por qué los llamados ‘te6ricos” de la izquierda se li-
mitan a hacer tibios reconocimientos sobre el valor po-
litico de Gaitén diciendo que era, al fin de cuentas,
revolucionario, pero que cometio muchas equivocacio-
nes como no haber organizado a las masas?
Eso que llaman “no organizacidn” es el error que se
comete cuando se piensa que un aparato politico debe,
para ser organizado, tener la estructura europea que
adopté Lenin para el bolchevismo y que responde a
formas de organizacién social ajenas a nuestros patro-
nes culturales.
En Colombia, como en muchos patses del tercer
mundo o de regiones pobres (como el sur de Italia), la
organizaci6n social responde a una estructura horizon-
tal (diferente a los organigramas de indole euclidiana
adoptados por la administracién publica) que en lo fa-
miliar se sefialan como ‘familia extensa” y en lo social
como ‘“‘mo vimiento de masas;’o “‘polvareda de hombres”
como dirta Antonio Garcia.
Esta estructura no conlleva esquemas de jerarquia
piramidal (centralismo democratico) sino lazos de san-
gre o padrinazgo, donde la autoridad y el liderazgo se
forjan a través del sentimiento y el interés y no en or-
den al saber cartesiano y a las categortas racionalistas,
lo cual no significa que no existan ideas; lo que cambia
es la forma y no el fondo, respondiendo —ademds— al
nivel de cultura politica popular. Es una relacién que
funciona incluso a nivel militar, lo que explica la libera-
lidad, mezclada con disciplina, con que opera la guerri-
Hla en Colombia.
Cuando se han tratado de operativizar organizacio-
nes con esquemas de orden boichevique o europeos,
que es lo mismo, el resultado es el anquilosamiento y la
12carencia de dindmica politica. Pero el etnocentrismo —
que practican con mas rigor los revolucionarios que tie-
nen su ideologia sintonizada con el extranjero— hace
calificar de demagogo y populista todo lo que no se a-
juste en la forma a las estructuras adoptadas para orga-
nizaciones sociales de otras latitudes y dentro de otro
contex to.
En cuanto a la derecha y su visidn frente a Gaitdn,
tendriamos que diferenciar entre liberales y conser-
- vadores y sus correspondientes subgrupos.
Para los jefes liberales que militaron en las filas de
quienes fueron adversarios de Gaitén o fueron ellos
mismos antigaitanistas, lo importante es ‘el valor de
uso” que tiene la figura de Gaitdn, procurando hacer
olvidar sus ideas.
Cualquier persona o grupo que intente estudiar el
ideario de Gaitdn es visto con preocupacion y con rece-
lo, hasta el punto de que el Partido Liberal le ha dado
la espalda incluso a las ideas liberales de Gaitdn. Porque
Gaitdn era, como ya lo dijimos, un socialista en lo eco-
noémico y en lo social y un liberal en lo politico.
Algunos olvidan que esa misma orientacién fue la de
Augusto Sandino, un militante del Partido Liberal de
Nicaragua, que defendia sus ideas liberales.y por ellas
murio.
Cudles son esas ideas liberales de Sandino y Gaitdn
que hoy no logra identificar la juventud porque se con-
funde a los partidos liberales de Somoza y de Ia oligar-
quia colombiana con las ideas liberales a las que consa-
&raron su vida esos dos grandes héroes de la lucha po-
pular? Las suyas, al no ser ideas liberales en lo econo-
mico, dejan fuera de lugar el liberalismo manchesteria-
no. Se trata del liberalismo que piensa que las ideas de
a9
13los hombres dependen de la cultura a la cual pertene-
cen, cultura que sirve de prisma para ver el mundo, va-
lorarlo y juzgarlo.
Por ello se respeta el pensamiento del otro, se de-
fiende la unidad de lo diverso sin confundir “‘lo dife-
rente” con ‘‘lo antagonico”’, lo cual senala la decisién
de entregar la vida en el combate contra el adversario.
En este respeto por el opositor, en esta ninguna clau-
dicacién frente al adversario se enmarca el enfrenta-
miento contra el apresor nacional o extranjero, la lu-
cha contra Ia oligarquia y el imperialismo. De ahi surge
también la defensa del nacionalismo, que nada tiene
que ver con el chovinismo.
En cuanto a la posicién de los dirigentes conservado-
res frente a Gaitdn, también tiene un sentido de “valor
de uso” y no ideoldgico. Gaitdn es util para ellos en la
medida en que fue el enemigo de la clase politica libe-
ral y sise puede atraer a las masas para constituir fren-
tes amplios que contrarresten su calidad de partido mi-
noritario, bienvenido Gaitdn que representa y alienta a
esa masa irredenta, a esa ‘franja”’ inconforme que se
mira como el gran potencial electoral.
Esa posicién de ayer y de hoy por parte de la diri-
gencia oligérquica conservadora, llevd a muchos iz-
quierdistas a decir que Gaitdn, al ser estimulado por
derechistas era, a su vez, fascista.
Frente a ello no cabe sino leer al propio Gaitdn en su
exposicidn sobre ‘‘La Revolucién de Octubre”, recién-
temente publicada por el Centro Gaitdn,y preguntarle
a esa juventud que ‘Trepite”’ tal infundio si es capaz de
encontrar un solo escrito, una sola idea, una sola defen-
sa al fascismo en toda la obra de Gaitdn.
14A los grandes héroes no solo los asesinan fisicamente
sino que los denigran para acabar también con el senti-
do mismo de su raz6n de ser. Esaes la verdadera autor ta
intelectual del crimen.
GLORIA GAITAN
Bogotd, septiembre de 1988
15OBSERVAGIONES PREUMINARES
Por causas diversas nos hemos visto precisados a su-
primir muchas partes del presente estudio, cuidando si
de la integridad ideoldgica. La oportunidad se presenta-
rd de hacer una publicacién completa y relacionada
con varios otros puntos que aqui no aparecen.
Con preconcebida intencién hemos titulado este
nuestro pequeno trabajo — que habra de servirnos para
recibir el doctorado en Derecho y Ciencias Politicas de
la Facultad Nacional— ‘‘Las Ideas Socialistas” y no “El
Socialismo en Colombia”. Tal distincién se explica ple-
namente si ha de tenerse en cuenta que apenas ha sido
nuestro proposito estudiar estas ideas por su aspecto
cientifico, bajo la modalidad técnica del sistema eco-
némico que el socialismo presenta.
Hemos intentado resolver estas preguntas: 3Cudl de
los dos sistemas econdmicos, el individualista o el so-
cialista, consulta mejor los intereses de la justicia, las
necesidades del progreso y los sentimientos de humani-
dad? ;Nuestro pais esta preparado, habida considera-
cién de su medio especifico, para la implantacion del
sistema socialista?
Nuestro estudio no podia tener un cardcter sectario
o banderizo, en el sentido politico de la acepcién, en
primer lugar, porque no pertenecemos a partido socia-
lista ninguno, o a eso que entre nosotros se apellida
como tal. En Colombia hay valiosas unidades que pro-
fesan estas ideas, pero quienes han tratado de dotarlos
de una dinémica de organismo autdctono, quizd no han
sido los mas afortunados en su interpretaci6n, ni en los
medios, ni en la apreciacién de las caracteristicas pecu-
liares a nuestra vida politica; y segundo, porque siem-
pre hemos creido, que antes de concluir en las aplica-
ciones se necesita el estudio técnico, el examen cien-
tifico, la valuacién abstracta de las causas que autori-
zan esas realizaciones en concreto. El empirismo ha
sufrido, ya va para luengos tiempos, una trascendental
16derrota en las ciencias sociales, y no se explicarta la
logica de quienes se empefaran en aplicar medicinas
sin antes haber evidenciado cientificamente la bondad
de estas, y, sobre todo, la indole orgdnica del sujeto a
quien han de ser aplicadas.
Profesamos, pues, con marcado convencimiento y
empinado entusiasmo, las ideas que corren a través de
estas paginas, mas no podriamos considerarnos como
militantes en nuestro pais de un partido socialista,
entre muchas otras razones, por la muy sencilla de que
tal partido no existe. No es destrozando la corriente
politica que en Colombia representa el partido avanza-
do o de oposicién. como mejor se labora por el triunfo
de los altos principios que guian hoy los anhelos refor-
madores de los pueblos; pensamos que es muy mejor
luchar porque las fuerzas progresistas de Colombia ins-
criban en sus rodelas de batalla la lucha integral por las
ideas nuevas, por la salud del proletariado y por la
reivindicacién necesaria de los actuales siervos del
capital, en la forma que se leerd.
17CAPITULO I
LOS SISTEMAS, LAS LEYES Y EL MEDIO
Ha sido brindando hasta la fatiga y acicateando por
el desecho el pegaso nervudo de Montesquieu, como
nuestros hombres Ilegaron a la formulacién del primer
argumento contra la posibilidad de las ideas socialistas
en Colombia.
Por nadie —dicen— puede ser desconocido el princi-
pio evidenciado antes que por otros por Montesquieu,
de que las leyes y los sistemas sociales y politicos de-
hen consultar la i
ser aplicados. Un grave e error de los conductores de
pueblos ha sido el pensar que la fisonomia sociologica
de un determinado conglomerado de individuos pueda
ser transformada o modificada con las disposiciones de
una ley. En la formacién de la individualidad social en-
tran factores de muy diversa indole que estan siempre
mas alld de toda volicion humana: factores de atavis-
mo, de herencia, factores de medio y factores teluricos.
No es lo mismo legislar para la rubia parsimonia de los
nérdicos de Europa que para la inquietud desorbitada
de los hijos del trépico.
La pretensidn de implantar el socialismo entre noso-
tros nace de esa singular modalidad de los pueblos
incipientes: el mimicismo. Es un simple caso de imita-
cién. Ha bastado —subrayan los impugnadores— que el
vientre fatigado de Europa pariese tan descabelladas
doctrinas, para que nos creyéramos en la necesidad de
prestarles nuestra propaganda y nuestra ayuda.
Pero los sistemas y las leyes han de ser algo mas
que una pueril imitacién. Es auscultando nuestro or-
ganismo como podremos mejor determinar nuestras
enfermedades y formular sus remedios.
Hasta aqui la sintesis del tan repetido argumento.
Nunca pretenderiamos negar la base de verdad que sus-
tenta el hecho enunciado. Atin mas, pensamos que en
18su desconocimiento se halla uno de los capitulos de
nuestras mds tristes andanzas de pueblo independiente.
Ya saliendo del campo estrictamente juridico para
llegar al historico, Macaulay sefialaba el mismo proceso
de adaptaciOn. Ni las leyes, ni sus forjadores, los hom-
bres, podran nunca transformar arbitrariamente el alma
de los pueblos. Los hombres providenciales dejan de
serlo en cuanto traten de crear en contra de la idiosin-
crasia mesoldgica. Los sistemas o leyes que llamaremos
radio-activos —en lo humano estan representados por el
Héroe de Carlyle— que dan de si las cosas, que tienen
un ritmo centro-periférico, son sistemas condenados al
fracaso. Las leyes han de ser, igual los hombres, acumu-
ladores de fina sensibilidad, donde el medio, obrando
sobre el centro, registre sus necesidades, lleve sus anhe-
los, formule sus instintos.
No negamos, pues, el principio. Afirmamos si, que
se le ha dado una significacién inexacta y superficial.
Apoydndonos precisamente en él, es como vamos a
encontrar a través de nuestro estudio, un argumento
mas en favor de las transformaciones sociales que
impone la hora de ahora.
Dividfa Benthan las leyes, y hoy es universalmente
admitida tal divisibn, en sustantivas y adjetivas o de
procedimiento. Son las primeras aquellas que consagra
la justicia de un derecho o la necesidad de una obliga-
cion; es ley sustantiva, por ejemplo, la que declara
poseedor regular al que goza de la tenencia de una cosa
con animo de sefior o duefio (animus domini).
Ks ley adjetiva no ya la que establece el derecho en
st mismo, sino la manera de hacer efectivo ese derecho.
Es la que reglamenta los 6rganos jurisdiccionales encar-
gados de favorecer un derecho preexistente, y establece
los requisitos necesarios para lograr la proteccién por
Parte del Estado.
Por eso que las sentencias de los tribunales no cons-
tituyan derechos, sino que los declaren. Su misién es la
19de precisar la forma o denominacién juridica que co-
rresponde a determinadas relaciones sociales.
Las primeras deben consultar la justicia, entendien-
do por tal la conformidad de la ley con los dictados de
la naturaleza. Las segundas deben consultar la comodi-
dad, la viabilidad. Una ley procedimenta] que se exce-
diera en la reglamentacion, harja por la dificultad,
nugatorio el mismo derecho que se quisiera favore-
cer. O como dice Montesquieu: ‘Las formalidades de
la justicia son necesarias para la libertad, pero tantas
pudieran ser que se opusieran al fin mismo de las
leyes que las hubieran establecido; los procesos no
tendrian fin, la propiedad de ios bienes quedaria incier-
ta, se daria a una de las partes la hacienda de otra sin
examen, o quedar{fan arruinadas ambas a fuerza de
examinar”.
E] andlisis no puede ser suspendido aqui. El fenéme-
no requiere profundizarlo mas. Si continuamos en la
investigacion hallaremos que las leyes llamadas sustan-
tivas sdlo lo son de un modo relativo; que ellas se
trocan en adjetivas en relacionandolas con principios
mas fundamentales de un orden biolégico-social. Las
leyes lamadas sustantivas no pueden ser sino la inter-
pretacioOn, errada o exacta, de una tendencia en las
relaciones de los individuos. Son la concrecién en
formulas de fendmenos que se realizan mas alla de
todo cédigo y de toda ley. Cuando el legislador, en lo
que llama mos leyes sustantivas, consagra, por ejemplo,
Ja libertad de contratacion, no hace sino reconocer un
hecho inevitable del orden social presente, cual es el del
cambio, que a su turno nace de la divisién del trabajo.
El legislador que le dice al cafetero que puede vender
su café y comprar con su producto los articulos que le
son necesarios a la subsistencia y a sus negocios, no
consagra propiamente un derecho; se limita a recono-
cerlo. El fenémeno comercial enunciado se realizaria
sin necesidad de una ley y aun adespecho de su prohi-
bicién. La Gnica misién de la ley en este caso es la de
20establecer condiciones que faciliten el intercambio de
los productos, reglamentar las relaciones.
Y aqui se nos aparece claramente como las leyes
sustantivas solo lo son de una manera relativa en cuan-
to las relacionamos con las que se ha convenido en
llamar adjetivas.
Pero si las comparamos con los principios fundamen-
tales de la vida de relacién, serdn a su turno adjetivas,
pues apenas les corresponde como misi6n facilitar los
fendmenos inmanentes del orden social.
Y es que en puridad de verdad la nica base de los
derechos reside en la sociedad y nace del hecho de vivir
en ella. Imaginan un Robinson Crusoe en su isla.
gExistirfan para él derechos? gHabria ley capaz de
créarselos? No. Lo tinico que da y consagra ese derecho
es la sociedad y por creaciones que son ajenas a toda
voluntad individual. Esto dice relacién a los decantados
derechos individuales, como el de la propiedad, que no
pueden ser violados porque dizque son derechos natu-
rales. El hecho evidente y claro es que el individuo no
Mega a la sociedad con derechos que individualmente le
pertenezcan. Por eso ya Comte decia que el unico dere-
cho que el individuo tiene es el de cumplir exactamen-
te con su deber. Es decir, respetar las normas que la
vida de sociedad le impone. Pero, repitamoslo, no es
que el individuo se desprenda de ningun derecho para
entrar en sociedad, es, por el contrario, que la sociedad
le dispensa derechos que é1 no tenfa, y que, por consi-
guiente, no pueden revestir el caracter de inviolables.
Cuando aparezca por lo tanto una colision entre el
derecho del invididuo y el derecho de la gran masa que
constituye la sociedad, debe primar éste sobre aquél.
O, mejor, es que en el primer caso no hay propiamente
derecho, sino una gracia concedida por la sociedad para
el mejor funcionamiento de la misma. Y cuando esa
rectitud de funcionamiento pida la abolicion de un de-
recho individual, ese derecho debe desaparecer, ya que
21ha desaparecido la tinica base que lo explicaba, a saber,
el recto funcionamiento de la vida social.
Le6n Duguit sintetiza admirablemente estos princi-
pios de la siguiente manera: ‘El derecho no es un con-
junto de principios absolutos e inmutables, sino, por el
contrario, un conjunto de reglas que cambian y varian
con el tiempo.
Porque un hecho o una situacién se consideren
como licitos durante un periodo de tiempo, por largo
que sea, no se puede afirmar que lo sean siempre.
Cuando la ley nueva los prohibe, los que vivian con-
formes con la legislacién anterior no pueden quejarse
del cambio, porque la ley nueva no hace més que
. atitmar ia evoiucion del derecho’’(Derecho Constitu-
cional).
La misién del Estado debe, pues, orientarse a disefiar
Ja fisonomia social de un organismo que se desarrolla y
evoluciona sujeto a leyes profundas. Tanto mas exacta-
mente sean interpretadas dichas leyes, mejor y mas
facil serd el desenvolvimiento y relaciones de un pueblo.
Pero, esas relaciones sociales ,en dénde encuentran
su base? Hay en las relaciones sociales factores comu-
nes a todos los pueblos y a todas las razas? ¢Cémo
obra al mismo tiempo sobre las relaciones sociales?
ZEn qué consiste la adaptabilidad de un sistema social
o de una ley?
La observacién de los fenémenos sociales, de su evo-
lucion, de su etiologia y de las leyes que aquellos mis-
mos fendmenos evidencian, nos revelan un funciona-
miento de organismo completo, con leyes autéctonas
y determinadas. Al hablar de organismo social no que-
remos significar que el ente sociedad adquiera, como lo
ha pretendido Schaffle (“Estructura y Vida del Cuerpo
Social”) sensibilidad, cerebro, médula espinal, etc.
Entendemos por organismo social, solamente, la preci-
sion inconfundible de determinadas formas funcionales.
Un examen atento de dichos fenémenos nos hard ver
que las leyes que rigen la dindmica social encuentran
22Y por ultimo nos queda la caracteristica nacional, la
que distingue una nacién de otra, aun por sobre la
igualdad de los factores anteriores. Esta, pensamos,
nace de la posibilidad que los medios materiales exis-
tentes en un determinado pais prestan para el desarro-
lo de esa capacidad biolégica y racial de que hemos
hablado. Es un factor no fundamental, sino adjetivo y
mudable, es una manera de poder obrar, es un modus
operandi. Es como si dijéramos el instinto de comodi-
dad y rapidez en la locomocién que para todos los
tiempos y pueblos existe, pero que segun los medios
tendra que realizarse por la rudimentaria balsa, o la
canoa, o el mederno bares.
Resumiendo, tenemos: Que en la vida social se pue-
den observar tres elementos: lo. Elemento bioldgico,
comin a todos los hombres y los pueblos en sus bases
propiamente constitutivas; 20. Elemento de raza,
proveniente de factores teliricos, que no tienen
influencia fundamental sobre el tipo histérico-social,
pues éste es resultado del desenvolvimiento de ese
estrato biolégico enunciado, y por lo tanto se resuelve
en factor secundario; y, 30. Elemento nacional prove-
niente del medio social, propiamente dicho.
La ley de la evolucién que encarna un perfecciona-
miento continuo, obra sobre todos esos elementos para
someterlos a su filtro purificador y constante.
Ahora, puede que un pais Ilegue a poseer los elemen-
tos —en su mas alta perfeccién— que hemos sefialado
en el tercer grupo, y sinembargo, alin teniendo los
otros caracteres de identidad bioldgica y racial, no
logre el estado de progreso de otro en igualdad de cir-
cunstancias. gSi a un pueblo de Centro-América, por
ejemplo, se le dota de todos los elementos de que dis-
pone un pueblo como Italia, llegara, por la posesién de
dichos elementos, a la misma capacidad en ciencias,
artes, industrias? No, respondemos. Entonces se dira,
hay un elemento sustancial distinto que imposibilita a
unos pueblos para seguir la trayectoria de otros, pues-
24to que existiendo todos los elementos en igualdad de
circunstancias, no se produce el mismo resultado.
Al formular este argumento se olvidarfa una nocién
que es preciso recordar: E] atavismo, la herencia y aun
si queremos darles la importancia que tienen los estu-
dios de Sergi, el que él llama “‘atavismo prehumano’’!
Todos estos factores obran como una poderosa fuerza
de inercia. Un pueblo criado en la desidia, en la indi-
gencia, en la penuria, se ira haciendo incapaz. La caren-
cia de medios atrofia la aptitud. Pero esa herencia no
es fatal; por el momento sera imposible una igualacién
de capacidades, pero en igualdad de medios, el tiempo
daré la igualdad de capacidades. Y precisamente esa
posibilidad de vencer tales resistencias muestra clara-
mente que no hay un hecho esencial que separe a unos
pueblos de otros como se ha querido siempre sostener
en el empefio de frustrar una cooperacién de lucha que
harfa mas rapido el triunfo de los anhelos igualitarios.
Claro es que nos hemos venido refiriendo a los pue-
blos en el estado medio de civilizacion. No seria el caso
de formular argumentos con el ejemplo de los que no
han entrado aun en la escala de los valores culturales
presentes; pues estos casos, como sucede en el orden
individual, son anémalos. Estos son los pueblos atipi-
cos, es decir, inmovilizados en un grado de la natural
escala evolutiva.
Con estas nociones podemos ya plantear el problema
en concreto. ;Cudles leyes y cudles sistemas son adap-
tables de un pueblo a otro? gCudndo un sistema es
inadaptable?
Quien haya leido con atencién los anteriores princi-
pios vera desprenderse la conclusién de la manera mas
légica y mas sencilla.
Solo las leyes o los sistemas sociales que desconoz-
can esos fundamentos esenciales de la existencia
biologica, o contradigan los elementos del medio
creado por la naturaleza, son inaceptables, son absur-
dos y son imposibles. Pero aquellos que se refieren, no
25ya a estos elementos fundamentales, sino a los caracte-
res adjetivos, en paises de una cultura media, son posi-
bles, y aun son necesarios, cuando consultan mas
exactamente los dictados de la justicia. Su Gnica con-
dicion reside en la ley de la relatividad. Puesto que los
elementos cambian de un pais a otro, es necesario que
los sistemas se adapten a esos medios. Es decir, hay una
discrepancia cuantitativa, que no cualitativa. La adap-
tacion no implica la negacion. Reconocer que una cosa
debe adaptarse es reconocer que debe existir. Es muy
distinto decir que una cosa es inadaptable a decir que
es imposible. La imposibilidad implica la inadaptabili-
dad, pero no al contrario.
Y ya hemos visto, io repetimos que s6lo aquellos
sistemas que contradicen las tendencias fundamentales
de la vida son imposibles.
Reclamar que el hombre pueda gozar del fruto de su
trabajo. Reclamar que al hombre por el hecho de ser
hombre no se le trate como bestia. Que no basta asegu-
rarle la subsistencia fisica, sino que es necesario facili-
tarle los medios de cultivar su espiritu. Pedir que los
hombres mientras quieran y puedan trabajar no pueden
ser sometidos a la miseria. Pedir que los hombres que
dieron su salud y su vida al trabajo no tengan que
morir sobre la tarima doliente de los hospitales. Pedir
que mientras existan mujeres que acosadas por la nece-
sidad tengan que oficiar en el tabernaculo pustuloso de
la prostitucién; y que mientras haya nifios que arroja-
dos a la inclusa hayan de ser luego los candidatos del
presidio, no es humano que otros puedan hacer vida de
dilapidacion y de regalo. Decir que a los hombres no se
les puede pedir virtud mientras no tengan los medios
de vivir, porque, como decfa aun el mismo Santo
Tomas de Aquino, “para la practica de la virtud se
necesita un minimum de bienestar temporal”. Decir
que es necesaria la lucha constante porque termine la
carniceria de pueblo a pueblo, donde aquéllos que la
fraguan ritman la danza en el salén, a la par que los
26humildes que la sufren brindan su corazon a la metra-
lla como tributo a una patria que nunca conocieron.
Decir que al patriotismo es necesario darle un sentido
de cooperacion internacional y no de agresividad fratri-
cida. Decir que la seleccién es necesario hacerla, pero a
base de capacidades y virtudes auténticas. Decir que al
triunfo solo debe llegarse por los caminos del personal
esfuerzo. Decir todo esto, y demandarlo con el entu-
siasmo que reclaman los grandes ideales, no es pedir
nada que esté fuera de las condiciones esenciales de la
vida, ni que deba ser patrimonio exclusivo de éste o del
otro pueblo, ni de ésta-o de la otra raza, sino algo qu
pertenece a la conciencia universal, algo que es y tiene
que ser de todos y cada uno de los hombres, de todos y
cada uno de los pueblos.
Y demostrar, como demostraremos, que esta orien-
tacion noble y justa de la vida es imposible dentro de la
actual organizacién rigidamente individualista de la
sociedad, de su libre concurrencia, de su Estado como
representante de la clase pudiente, del privilegio absur-
damente concedido al capital en el desarrollo econémi-
co de la nacién, del concepto secundario en que se ha
colocado al trabajo, es entonces plantear las cosas en
un terreno absolutamente cientifico cuyas funciones
se cumplen por igual en todos los paises.
Pero, gcdmo se explica que los sostenedores de la
actual organizacion social argumenten en la forma que
vimos al principio? ¢Por ventura ellos crearon un siste-
ma especial para el pais? El sistema que ellos implanta-
ron es el mismo sistema de los otros paises sin adapta-
cién ninguna. La ciencia tiene principios que se predi-
can respecto de las relaciones sociales universalmente
considetadas. Y, precisamente, esas relaciones en cuan-
to nacen del juego de los valores econédmicos tienen un
igual desarrollo en todas partes, puesto que sus factores
son los mismos cambiando tan sélo la cantidad.
Sin embargo, los celosos del principio del medio die-
ron al pais leyes copiadas de otros pueblos, cuando
27esas leyes escritas si necesitan cierta fisonomia carac-
teristica de la nacién en que van a aplicarse, por tratar,
atin las sustantivas, como ya lo demostramos, de cues-
tiones simplemente adjetivas, es decir, de caracteres
esenciales de medio, caracteres que no se presentan en
los sistemas que obedecen a normas universales, a
guarismos que cambian en el tiempo, pero que no pue-
den cambiar sino relativamente en el espacio.
Para cuando el socialismo esté en Colombia en capa-
cidad de legislar se le podrd pedir la adaptacidn al
medio; pero hoy, en su faz doctrinaria, es pueril pre-
tenderlo; y mas pueril si se piensa que quienes tratan
de formular este argumento no han sabido cumplirlo
en donde si es indispensable: la ley escrita.
El sofisma es claro: se ha tomado la imposibilidad de
la parte para demostrar la imposibilidad del todo.
Puesto que, se afirma, el socialismo de Alemania, Rusia
e Inglaterra es imposible en Colombia, también, se
concluye, es una imposibilidad el socialismo. Serdn,
contestamos, imposibles los medios alla presentados
para resolver la miseria de las clases oprimidas, puesto
que el medio social es distinto, pero no las doctrinas
en si, el sentimiento profundo que las anima, que es
idéntico en todas partes, ya que en Inglaterra como
en Colombia hay clases, la mayoria, sometidas a la
mas deplorable miseria, miseria que el pensamiento
socialista cree, con innegables fundamentos, que es
debida a una injusta organizacién econdémica.
Las leyes, pues, no deben salir de la sola mente del
lJegislador, sino que deben conformarse al recto fun-
cionamiento de la Naturaleza. Y esa naturaleza es
esencialmente dinamica y mudable. Pues que el
medio cambia es necesario que la ley cambie, porque
como decia Croiset en su discurso de la Sorbona, de
1910: “toda ciencia perece el dia en que se cristaliza
en formulas intocables”. Y si la naturaleza, en su
grado de perfeccién actual, nos muestra las injusticias
del presente sistema individualista, acusando una
28mayor suma de equidad y felicidad bajo el concepto
socialista, no solo no es una imposibilidad reclamar-
lo, sino que es un deber imponerlo.
El espiritu misoneista de nuestro pueblo —maho-
metanamente misoneista— temeroso de toda reforma,
invento ya va para luengo tiempo la muralla china que
le defienda de todo impulso de modelacién, de todo
impulso hacia horizontes de dadivosa fecundidad
espiritual y material. Esa muralla es el medio, nues-
tros caracteres de raza.
Ast se trate de una misién pedagdgica, como ad-
ministrativa, financiera, o de cualquier otro orden,
allf encontraremos la valla insalvable. Es un absurdo,
se dice; la raza, el medio, no permiten la implantacion
de tales sistemas traidos por extranjeros. Y nuestros
proceres del atraso, empinados sobre la barraca de
un patriotismo o nacionalismo incomprensivo, creen
que en nombre de las tradiciones debemos seguir
envenendndonos en los pezones de la rutina los
vastagos de la nueva generacion.
Pero si bien se examinan las cosas y se estudia un
tanto el asunto, hallaremos que esa imposibilidad
racial es un invento, y que las cuestiones del medio
deben reducirse a la simple adaptabilidad dentro del
criterio adjetivo que para ella hemos sefalado.
Nuestra personalidad de pueblo es algo muy rela-
tivo y no puede tener el matiz integral que se le ha
querido atribuir.
Hoy no se puede hablar de sociedades homogéneas
y todas deben ser consideradas como heterogéneas,
porque las relacicnes sociales que existen no son
exclusivamente objetivas —como los habitos de aso-
ciacién, que eran los tnicos existentes en los grupos
sociales primitivos— sino que por razon de la facilidad
en las comunicaciones, de la imprenta y demas pro-
gresos, son también subjetivas; unos pueblos a otros
estan ya ligados por las ideas, los sentimientos y un
interés comin, que es precisamente lo que las dife-
2rencia de las sociedades de animales. Es decir, hoy de
pueblo a pueblo, no sdlo hay sociedad, como en las
formas primitivas, sino que hay sociabilidad.
Y en lo referente a nuestra personalidad social de-
bemos haber hincapié en el hecho de que descende-
mos de un pueblo, Espafia, que no tenia ni mucho
menos esa integridad racial de que hemos hablado.
Nacido de los Celtas y los Galos. Cruzado con la
sangre de los Romanos, invadido por los barbaros
nortefios, mezclado con los moros, a los cuales atin
los miembros de las clases nobles se entregaban,
revolucionado en mil andanzas y conquistas, era
imposible que bajo el impulso de tanto pueblo y tan
diversas razas. st. personalidad se conservara intacta
y no presentara por el contrario, esa caracteristica de
grupo heteréclito, que por haber perdido su fisono-
mia fundamental y auténoma, tiene que oponer
menos resistencia, o mejor ninguna, a los sistemas
extrafios.
Y fue un pueblo de tan débil homogeneidad perso-
nal quien se cruzé con un pueblo como el nuestro, al
cual tampoco podemos considerar como una raza ho-
mogénea en el sentido estricto del vocablo, sino lo con-
trario; pues en ella se habfan elaborado mil intercam-
bios, antes de la conquista de los espafoles, aniquilado-
res de sus relieves de pueblo, o mejor, de raza estricta-
mente homogénea.
En toda la América poblada unas razas y pueblos se
habian sucedido a otros, mucho antes de haber sido
conquistado. Algunos han Hegado a la conclusion,
después de muy detenidos estudios, de que en el Peri
habia, antes de la conquista, una poblacién organiza-
da muy superior a la que hoy habita todo el conti-
nente sudamericano. Todo induce a creer que grandes
naciones habian hecho ya su carrera en este continen-
te antes de la conquista, antes de que los espafioles
Megasen a este “nuevo mundo que es el viejo”. En
medio de los bosques de Yucatén y de la América
30Central se han encontrado vestigios de grandes ciuda-
des olvidadas antes de la conquista. Méjico, cuando
Cortés la descubriera, daba sefiales de ser una raza
que habia tenido una era de florecimiento ante la cual
el tipo encontrado por los espafioles era tipo de deca-
dencia y degeneracién. En las minas de cobre del
Lago Superior de los Estados Unidos se hallan tam-
bién vestigios de civilizaciones superiores a las existen-
tes al tiempo de la conquista.
Muchos caracteres anatomicos incontrastables com-
prueban que estos paises de América habian sufrido
na tica. y..de..otras razas, antes del
atribo de lus espafioles,
Claro esta que al llegar los espafioles encontraron
una raza autOnoma, con relacién a ellos, pero no una
raza homogénea en la acepcién socioldgica. Ella
habya sufrido sus intercambios con pueblos anteriores
del mismo continente y con extrafios pueblos de
diversa idiosincrasia. Y estos intercambios tenian que
aminorar sus caracteres de raza autonoma, sus carac-
teres de individualidad permanente.
Una raza casi despersonalizada como la espafiola,
cruzada con una raza que también habia sufrido
intercambios como la indigena, uniendo a esto los
factores modernos de promiscuidad intelectual y
comercial con todos los pueblos de la tierra, no puede
dar ese tipo antagénico y reacio a los sistemas extran-
jeros, puesto que hay entre ellos elementos de simili-
tud. Es nuestra raza un tipo hibrido sin la fuerza de
repulsion hacia lo extrafio que sdlo presentan los
tipos de homogeneidad racial hoy desaparecida.
Esto se hace tanto mas evidente si consideramos
que basta ese factor de intercambio intelectual y co-
mercial para acabar con el antagonismo de unos
pueblos a otros atin por sobre la diferencia propia-
mente racial. gNo tenemos a la vista el caso de
pueblos como el Japén, que atin teniendo, él si,
Caracteres no contaminados de raza especifica, sin
21embargo han hecho su civilizacién y progreso apro-
pidndose los sistemas y cultura europeas?
La resistencia que un pueblo opone a los sistemas
de otro va en raz6n directa de su homogeneidad racial
e inversa de su heterogeneidad.
Si bien valoramos, pues, este problema tan decan-
tado de la raza, encontraremos que no hay esos carac-
teres esenciales, que son los tnicos imposibles de
vencer momentaneamente, sino que, por el contrario,
se reducen a simples diferencias adjetivas que sdlo
reclaman la adaptaciOn en la forma y alcance que
hemos estudiado.
Son todos estas argumentos del medio, nacides de!
problema de las razas, vallas que el espiritu misoneista
escalona como obstdculos al progreso, y que tan jui-
ciosamente ha analizado Juan Finot en su obra
EI Prejuicio de las razas.
32CAPITULO II
EL PROBLEMA DEL CAPITAL
Vamos a entrar en el examen del argumento dorsal
que se opone a la posibilidad de las ideas socualistas
en Colombia.
Ya se demostro en el capitulo anterior cémo anali-
zando un poco se viene en la consecuencia de que la
inadaptabilidad de tales doctrinas por razon del medio,
sociolégicamente considerado, noes real, sino aparente.
Examinemos ahora si tal imposibilidad por carencia de
elementos tiene una base evidente, o si, por el contra-
rio, todo nace de un error de apreciaci6on.
Entre nosotros a la verdad no ha existido periddico,
ni revista, ni orador, ni parlamentario, ni profesor, que
no haya tenido para todos los momentos la afirmacion
de que Colombia no es un pais capitalista. ,Donde, se
pregunta, esas clases limitadamente poderosas que en
otras partes hacen de la vida del proletariado la gruta
de las mds oscuras tragedias? No tenemos grandes
industrias, y nunca el corazon de nuestras ciudades ha
visto las angustiosas desventuras sociales extranjeras.
Podra explicarse, se agrega, la razon de tales ideas y sus
consecuentes luchas en pueblos como Inglaterra, donde
la superproduccién, por ejemplo, provoca el cierre de
las fabricas, ocasionando agudas crisis que llevan al
desamparo y la tortura a mil hogares, y hacen que los
sobrepujados cuadros brufidos, con nitidez escalo-
33friante, por Nuk Hamsun en ‘“Hambre”’ sean una reali-
dad que se arrastra sobre la ciudad del Tamesis en las
avenidas perfumadas de Viena 0 al pie de los marméreos
palacios berlineses. Pero en Colombia, no. Aqui no
hemos llegado a ese desarrollo industrial, y por lo tanto
el problema no tiene una base evidente. En un pueblo
pobre como el nuestro, antes que favorecer, tales ideas
perjudican. Luchemos por el adelanto del pais, cru-
cémoslo de ferrocarriles, implantemos las grandes em-
presas, facilitemos la llegada de los capitales extranje-
ros, que sdlo ast, y por virtud de esa fuerza capitalista,
podremos levantar el nivel del proletariado. Empe-
fiémonos en la concurrencia de brazos por abundancia
dé capitaies, y entonces el precio del trabajo subira por
una ley natural —Bastiat dirfa por una armonfa eco-
némica— sin necesidad de absurdas contiendas.
En un pais sin capitales no se pueden pedir salarios
altos; y primero que pensar en esto, corresponde a los
hombres de bien y de talento empefiarse en el desarro-
No econdémico general, que sera la manera tnica de
mejorar la situacién de las clases trabajadoras.
Los errores aqui contenidos son tan copiosos y de
aceptacion tan general, que es menester valorizarlos
separada y metddicamente si queremos apropiarnos
de la claridad, precisidn y légica que debe presidir este
problema.
I
Naturaleza del Capital
Y ante todo: ;qué es el Capital? Porque sin un segu-
ro concepto de esto toda discusién es imposible.
Quiza ningan término econémico se haya prestado a
mayores ambigiiedades y eufemismos. En muchas
obras de Economia se llega en la definicion a una
acertada evidencia, pero en haciendo las aplicaciones a
los diversos engranajes de la vida econémica se cae en
34
Ciudadanos imaginarios.: Memorial de los afanes y desventuras de la virtud y apología del vicio triunfante en la República Mexicana -tratado de moral pública-