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EL PUEBLO QUE DOMINO ROMA En una peninsula Italica en la que Roma apenas habia empezado a dar sus primeros pasos, reinaban los etruscos, pueblo de contravertido origen, fascinado por el lujoy la vida enel Mas All. Su influencia se extenderia a todos los ambitos de la civilizacién romana Tiptta JOSE ANTONIO MONGE MARIGORTA ablar del «enigma etrusco» es mn topico ‘que se arrasira desde [a Antigtedad. Pero, bien mirado, el nivel de conoci- rmiengo que tenemos acerea de este puc- bloy de la cvilizacion que desarrollo en Ja Tralia del primer milenio 2.C., sino aleanza el que tenetnos de griesos y romanos s{es muy superior al que poseemos de los dems pueblos shis- {ricos> que habitaron en esa peninsula por ls misma época (ligures, venetos, umbros, sabinos, volscos, samnitas, te), ¥ 1a digamos de los «prehiséricos>(aborigenes, peisgos, as0~ ios seu pede reaea te caval aeL a ta ‘fo largo de ese mien hicieron nocarsu presencia en a par= teoccidental del Mediterrineo, Timense eartagineses, galos 0 foros. Asi que su canicterenigmatioo no deja de ser relativo, ‘Sies verdad que la cuestin de su origen planea problems ain sin resolver con total unanimidad, pero zon cul de los Jos ansiguos el latino, por ejemplo-no oeurreo mismo? in eueuraly politica en el siglo VIta.C. en a region ruscis, etrusco> en latin), entre [os Apeninos y > 0 tirsenos era el nombre con A PESAR DE QUE EL ALFABETO ETRUSCO ES CONOCIDO (SE TRATA DE UN ALFABETO GRIEGO TRANSFORMADO), SU LENGUA NO HA SIDO DESCIFRADA SATISFACTORIAMENTE que los conocian los griegos), y desde el Amo al Tiber, ademas de os raszos orientalizantes “de origen fenicio, lio, chipriota, egipcio— que dominan en las "muchas y ljosas manifestaciones arts- ticas de esa €poca (bronces, cerémica, marfiles, oyas),siguen asombrando y dando quehacer alos historiadores. ‘Como subsisten también hipétesis diferentes sobre la fuente de su pros- peridad econémiea excepeional (clas minas de hierro de la isla de Elba, el dominio del comercio maritimo de la regién, laferacidad de los valles tos- canos, tna mezcla de las tres cosas?), 4que les permitié convertirse en Ia po- tencia hegeménica en Italia, desde el valle del Po hasta el golfo de Napoles durante siglo y medio (VV a.C,). poco esté clara su desaparicién de la éscenahistrca a partir del siglo II aC, absorbidos en el proceso de «nifica- cidn» politica, cultural y lingiistica de Talia impuesta por Roma. LALENGUA PERDIDA ‘Una de las cosas que més han con- twibuido ala fama enigmtica de los etruscos, y no sin razén, es el misterio que se ciemne sobre su lengua. Empe- zanclo porque, a pesar de que su alfa- beto es conocido desde siempre (un alfabeto griego ligeramente trans- formado, del que procede el llamado ~alfabeto latino»), lo eual permite «leer» sin problemas las mis de diez mil muestras escritas conservadas de su escritura sobre toda clase de sopor- tes (piedra, cersmica, metales, paredes), el sistema lingifstico aiin no ha sido descifrado satisfactoriamente, La inmensa mayoria de esas inscripeio- nes tienen cardcter funerario y son muy bre- ves, Hay dos o tres mis largas, pero ninguna supera el centenar de palabras. Bl tinico texto conservado que recuerda a un «libro» de la épo- aes un rollo (volumen) de tela empleado para envolver tuna momia egipcia de época romana, Sus doce trozos ontienen unas 1.500 palabras y, por lo que se ha podi- do entender tras exhaustivos anilisis, se trata de una especie de calendario litirgico, ‘Tito Livio nos dice que historiadores romanos ése era el dela primera Roma, :Quién no ve en las puertas conservadas de las iu- |i fundada por Romulo, llamada por ello la Roma gua rallas de Perugia o Volterra el modelo del arco de ddrata. Pues bien, en la versién recogida por el griego triunfo romano, vigente hasta hoy? PORSENA Y LA CONQUISTA DE ROMA oshistoiadorasantgunesituaban e domino ets .co sore Roma en os aos 616, eta del nam neo dal primer Tarquin como roy.y St 3, fecace laexpulsin del imo.£n este segundo perodo ence lunreloto seg el cual se roc un mente oe reeupera- ‘on do a pada polos esc de lavecina ui, capi ‘aneados por stray Porsena, Rama so pudo se ber da rales as hazaias de res personales que pasaron ‘alpantabamitic romano Horacio Coces tur), ae eto ur oj a rehazrelasalto enenigo soe puen- ‘ede mater que unas dos ora Ter MucioEsc. ‘ole, qe, paademastrara orsena ot temple dens siados, puso su mano ‘erecha sobre un rasero encentxio MNB Escble araun sacrifcio;ylajoven ciee,que, —° Farehae sande prisons burda segura: saws an nes y, haciendo de guia de todas sus esi 9 ae, Compaveras cuxselTbery es dor 4 fen tas -¥0 a5es familias en Rome dehosens LA SUPERVIVENCIA ETRUSCA MAS RECONOCIDA EN ROMA ERA LA ARUSPICINA, LA PRACTICA DE LA ADIVINACION A PARTIR DEL EXAMEN DEL HIGADO DE ANIMALES SACRIFICADOS Lo mismo cabria decir de muchos de los sfmbolos més reconocidos de la romanidad. Asi, Ia estacua original de la famosa Loba, emblema toda- via hoy de la «Ciudad Eterna», es un magnifico ejemplo de bronce etrusco (los gemelos mamando fueron afiadidos en el Renacimiento). 0 las «insig- nias> del poder real que, segin Dionisio de Halicamaso, ino- dujo en Roma el primero de Jos Tarquinios: corona de oro, vestido de pirpura bordado, cetro coronado por un éguila, trono de marfil, manto de pirpura semicircular, «y los doce lictores con hachas y varas que se colocaban junto a él mientras juzgaba y lo precedfan cuando caminaba». HISTRIONES, LANISTAS, ARUSPICES Los lictores eran doce porque éste era el ntimero de la primitiva federacién de ciudades etruscas en Etruria (Veyes, Caere, Tarquinia, Vulci, Rusellae, ‘Vetulonia, Volsinies, Clusium, Peru- sa, Cortona, Arezzo y Volterra). ¥ doce serfan las ciudades de las federaciones que en su época de mayor esplendor se establecieron en la Campania, al sur, yen a llanura del Po, al norte, El tro- zo de marfil era la famosa «silla curul> de los magistrados romanos, tan repe- tida en las monedas, y el manto semi- circular no era sino el antecedente de la toga («a tales ropas los romanos llaman togas y los griegos tebennas»). “También el origen de los diversos tipos de espectéicu- los 0 «juegos» en Roma, sobre todo las representacio- nes teatrales y las luchas de gladiadores, forman parte de la herencia etrusca: las palabras con que se designa- ban a los actores (Histriones), la mascara teatral (perso- na) y el duefio y entrenador de gladiadores (lanista) son etruscas. Para el teatro contamos con un testimonio pormenorizado de Tito Livio (VII, 2): con ocasién de tuna peste en el 364 a.C. «entre otros recursos para apla- car la c6lera divina se organizaron también, dicen, unas representaciones teatrales... Unos ludiones traidos de Etruria danzando al son de la flauta ejecutaban unos movimientos a estilo etrusco». Sobre la aficién de los etruscos a los espectéculos san- srientos hay muchas muestras en las pinturas de vasos y tumbas. Los combates de gladiadores serfan una de- rivacidn de sacrifcios rituales de prisioneros de guerra. Tito Livio, una vez mas, nos da cuenta de uno de ellos a mediados del siglo IV a.C., tras una victoria sobre el LOS BANQUETES FUNERARIOS Las fuentes nos han transmitido luna imagen de los etruscos como Ja de un pueblo aficionado al ujo ya la buena vida, incluso més alla de la muerte. La decoracién de ‘muchas de sus tumbas parece confirmar esa imagen sibaita. Es {2 caso, por ejemplo, dela lama- da «Tumba de los Leopardose (ar ba), en Tarquin, de inicios del sigovac, asi lamada por os fol nos que decoranlaparte superior de sus muros.En sus magnificas pinturas, perfectamente conser: vadas, pueden verse escenas de banguetes, posilemente los que seguian al funeral, amenizados por musicos y canzantes ejército romano: «Los tarqui- nienses sacrficaron a 307 sol- dados romanos hechos prisio- neros». Igualmente, la huella ctrusca ¢s profunda en el cam- ‘po religioso. Basten ejemplos como el de la «trfada capit nna», integrada por Jpiter, Juno y Minerva (que tendrfa su ot igen en la triada etrusca forma- da por Tinia, Uni y Menrva), la estructura arquitect6nica del templo «romano» (derivada del cetrusco),o algo tan sagrado para el Estado romano como los la~ mados Libros Sibilnos, cuya ad~ quisicién se remontaba a los tiempos del rey Tarquinio el Sober ‘Pero quiza la supervivencia etrusca ds reconocida y, por asf decir, «ofi- Galizada>, era la prictica de la adivina- ci6n a partir del examen del higado de los animales inmolados en los sacri ios. Los adivinos de esta especialidad eran siempre etruscos, su nombre era lde baruspce (arispices), otra palabra cetrusea, yel conjunto de normas ritua- ese interpretativas en que se basaban se conocia como «Disciplina etrusca>. El fancionamiento de este «cole- gio» sacerdotal y la formacién de sus miembros estaba regulado por ley. Y a ellos acudian asiduamente tanto los personajes ¢ instituciones puiblicas como los particulares, hasta el final de Ja €poca romana. Aunque no siempre se los tomaban en serio, como hizo Julio César con el anispice Espurina, que intents indtilmente prevenir- le del peligro que le acechaba en los Idus de marzo: «Después de haber sacrificado muchas victimas y en vista de que no podfa conseguir presagios favorables, entré en la Curia despreciando el escripulo religioso, rigndose de Espurina y acussndolo de farsante». El di tador habria de pagarlo con su vid: ‘Busco. M Plt, Eudbe Bueno Aes 1985 + Larte erusco Spey, Dstna arora, 202 + ave covisana de ls etscos 1 Heuer, Teas de Hoy Modi 1991 ‘sto de os eruscos. Te cia Barons, 189 * lamisco. evar Etta, aceon, 2008 + vnaulerthiingoxtim + vauconoog urmondot6 tm

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