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CATECISMO _ PERSEVERANCIA. TOMO Y. B 2 jas de indulgencia a jarios Prelados de Espaka han concedide 2320 dias’ 4 i vos ls que lyprn te oyren Tor wn capital 6 pina de cualqie ra de las publicaciones de la Limagaia RELIGIOSA. ———— - CATECISMO DE PERSEVERANCIA O BXPOSICION MISTORICA, DOGWATICA, MORAL, LITURGICA, APOLOGETICA, FILOSOFICA Y SOCIAL DE LA RELIGION, DESDE BL PRINCIPIO DEL MUNDO HASTA NUESTROS DIAS, POR Et amare J. GAUME, VSGAMO GENERAL DE CA DIGCRSIS DX METERS, CANALLELO DE LA Sn0EN DE SAN SiLYESTRE, socio DE LA ACADEMUA DE CA RELIGION catbticA Dx ROMA, ETC. Sexta edicion, revisada Yaunbalada con notas sobre la geologia, uaa labla'genera} de malerias, *, TRADUOCIDO DEL Francis POR D. FRANCISCO ALSINA ¥ D. GREGORIO AMADO LARROSA. Tesus Christus beri, et hodie : ipse et in saecula. (Hebr. x10, 8). Jesucristo ayer y hoy: él mismo tam- bien en los sigios. Deus charitas est. (J Ioan. ty, 8). Dios es caridad. TOMO V. Con aprobacion del Ordinario, \ \. BARCELONA: BELIGUOSA4— IMPRENTA DE PABLO RIERA, calle de Robador, ntim, 24 y 26, 1857. ES PROPIEDAD. CATECISMO. DE PERSEVERANCIA: —— 00 PARTE TERCERA, LECCION I. “ESTABLECIMIENTO DEL CRISTIANISMO. (SIGLO 1). : Vida de la Iglesia : lucha eterna: — Cuadro del siglo I.— Dia de Pentecostes. —Discarso de san Pedro. —Confirmacion de su doctrina por medio de mi lagros.— Curacion de un cojo.— Pedro y Juan, son puestos en la eércel.— Iglesia de, Jerusalen.— Ananias y Safira. — Eleccion de los siete diaconos. — Martirio de san Estéban.— Ventaja de esta muerte y de la persecucion. — Predicacion del Evangelio en Ia Palestina. —Simon el Mago. —Gonversion de san Pablo. La historia de los cuatro mil aitos que preceden al Mesias esta re- sumida en estas tres expresiones : todo para el Cristo, el Cristo para el hombre ' , y el hombre para Dios. La historia de los diez y ocho siglos transcurridos desde el naci- miento del Mesias y de todos los que transcurriran hasta el. fin de las edades esta resumida tambien. enlas mismas palabras : todo pa- ra el Cristo, el Cristo para el hombre , y el hombre para Dios. Resulta de esta admirable filosofia, con la cual se explica todo, y sin la cual nada puede explicarse, que la salvacion del linaje huma- ho por Jesucristo es el término de Ja accion divina en el tiempo, y ms iEl Cristo para el hombre! Esta yerdad sublime pertenece 4 Ta fe. Te- Iglesia catélica que Heguemos 4 olvidaria, la proclama todas los do~ ‘en todos los puntos del globo : Qui: ipropter nos homines et propter nos- tram salutem descendit de coclis, etc. = = que Iéjos de no ser nada en el mundo el Cristianismo, como lo pre- tende la indiferencia de nuestros dias, es el centro a donde todo converge, es.el eje en torno del cual gira todo el gobierno del uni- verso. ‘Antes de la venida del Redentor, todos los designios de Dios se dirigen 4 que se realice su nacimiento en la época y los lugares va- licinados por los Profetas y determinados desde toda eternidad en los consejos divinos, Despues de su venida, todos los designios de Dios se dirigen aes- tablecer, conservar , esparcir por el universo entero, ¢ individuali- zay en todos los hombres la obra de su redencion. Hemos visto hasta aqui los acontecimientos, los imperios , los re~ yes y los pueblos sirviendo bajo la mano del Sefor, ignorandolo 6 sabiéndolo, queriendo 6 no queriendo, 4 la gloria del Mesias, y el mismo espectaculo nos espera en el largo camino que vamos recor- rer. Pero el establecimiento , propagacion y conservacion del reinado del Mesias no se llevaran 4 cabo sin esfuerzo , pues la vida dela Igle- sia sera una perpélua lucha: establecida para continuar Ja mision de su divino Esposo, es decir, para quilar el pecado del mundo, la Iglesia catdlica hara su paso sobre la tierra con las armas en la ma- no. De esto se deduce que no se le podran imputar las dolorosas con- secuencias de esla guerra 4 muerle, ni las divisiones, odios, tras- lornos y sangre derramada; porque no es ella quien did principio a Ja guerra sino el demonio, el espiritu maléfico, que fué al paraiso terrenal a usurpar el dominio de Dios sobre el hombre y las cria- turas. La Iglesia pudo decirle desde aquel instante lo que dice 4 todos los herejes en la sucesion de los siglos: « g Por qué viniste 4 poner la choz en mi herencia? 2 quién te did el derecho de vivir 4 discrecion cen ella? Bsas almas que has sometido bajo tu yugo, ese mundo «donde has sembrado la zizaiia del error y del vicio me pertenecen, «porque son de Dios, mi esposo y mi padre, pues me los dié al «erearlos para que se los conservara y devolviera intactos en el dia «postrero. Yo soy primera, poseo antes que li, soy la hija del pro- «pielario legitimo, mis titulos son auténticos, y pruebo mi descen- —etee! Pedro, acompaiiado de Jos once, tomé Ia palabra en estos tér- minos delante de {odo aquel pueblo : El prodigio que os asom- bra es el cumplimiento sensible del vaticinio de Joel. Hé aqui, decia el Sefior por boca de este Profeta, que en los postreros dias del rei- nado de la Sinagoga derramaré mi espiritu sobre toda carae, y en- lonces haré aparecer prodigios en el cielo y en la tierra, y vuestros hijos profetizarén. Anuncidles en seguida la ruina préxima de Jeru- salen, aiiadiendo que los que creyeran en el Seiior no serian vieti- tas de lan espantosa calastrofe ; que Jestis Nazareno, 4 quien ha~ bian crucificado , era yerdaderamente el Mesias prometido a sus pa- dres, y les exhort 4 que se bautizasen en su nombre para recibir el perdon de sus pecados y los dones del Espiritu Santo. El efecto milagroso de este discurso fue el convertirse y bautizar- se el mismo dia tres mil personas, y ademas ; qué nuevo prodigio no fue el cambio que obré la gracia en tantos corazones! Veiase & aquellos ficles de un dia, dociles 4 las instrucciones de los Apdstoles ¥ asiduos la oracion, comulgando juntos en la fraceion del pan, es decir, participando en comun del cuerpo y sangre de Jesucrislo, realmente presente bajo la especie del pan, y esparciendo con el en- canto de sus virludes el buen olor del Dios cuya gloriosa adopcion acababan de recibir. j Dios confirmaba la doctrina de los Apéstoles y la fe de los nuevos fieles con un gran nimero de milagros que tenian 4 toda la ciudad en un santo terror. Un dia Pedro y Juan subian al templo a las tres de la tarde, que era un momento de oracion piblica para. los hijos de Israel, y los pobres estaban ya en las puerlasdel templo para pe- dir limosna, pues en todas las épocas se ha supuesto que los que mas frecuentan la casa de Dios son tambien los mas caritativos. it Un hombre de cuarenta aiios, que habia nacido cojo y que no po- dia hacer uso alguno de sus piernas, se hacia trasladar alli todos los dias, yle ponian en la puerta del templo llamada, la Hermosa, don- de pedia limosna 4 los que entraban. Cuando vid venir 4 Pedro ya Juan les pidié limosna ; los dos Apdstoles le miraron , y Pedro ledi- jo: Miranos. Persuadido el coja de que iba 4 recibir alguna cosa, les miraba con atencion. No tengo oro ni plata, le dijo Pedro, pero lo que tengo esto te doy: En nombre de Jess Nazareno levantale y anda. Y, al decir estas palabras, Pedro le tomé por la mano, y le ayudé a levantarse. En el mismo punto se consolidaron sus piernas, =_— , — 44 — empezo a sallar y 4 andar ; seguro de su curacion, entréenel lem- con los Apdstoles, y se puso nuevamente 4 saliar en presencia de todo el pueblo y & bendecir 4 Dios. No hubo jamas un milagro mas inconteslable: la admiracion sé apoderé de todos los corazones, y se convirlid, si asi puede decirse, en un éxtasis general. Reuniéronse en tropel en torno de los dos Apéstoles, y Pedro se aprovechd de este momento para predicar nuc- vamente el Evangelio. Este segundo discurso fue lan eficaz que con- virlié 4 cinco:mil personas. Los sacrificadores y el capitan del templo, exasperados con tan prodigioso triunfo, prendieron los Apéstoles y los pusieron en la earcel. Pedro y Juan pasaron en ella la noche; mas al perder la li- bertad no perdieron nada de su valor , pues no eran aquellos hom- bres 4 quienes’ hacia temblar la presencia de los enemigos de su Maestro 6 la voz de una mujer. Convocése al dia siguiente el Sane- drin 6 Sinedrio, que era el Consejo soberano de la nacion, y haciendo presentar 4 los dos Apéstoles, les pregunto bajo qué autoridad obra- ban. Pedro, lleno del Espiritu Santo, les respondié con seguridad : Pues que se nos interroga hoy por el beneficio hecho 4 ese hombre enfermo, y debemos declarar en nombre de quién le he curado, sea notorio 4 todos vosotros, principes y sacerdotes, y con vosolros & todo Israel, que en nombre de Nuestro Seiior Jesucristo Nazareno, a quien crucificasleis, pero que Dios resucild , por virtud de él ha si- do curado este hombre. Todo el Consejo quedé Ileno de asombro al ver la firmeza de los Apéstoles, pues sabia que no eran mas que hombres del pueblo. Por otra parte el milagro era incontestable. Despues de haber delibera~ do, los jueces les prohibieron que ensefiaran en nombre de Jesus. Pedro y Juan les respondieron con santa intrepidez : Juzgad vosotros mismossi es justo obedeceros mas bien que 4 Dios : g podemos callar lo que hemos visto y oido-cuando Dios nos manda que lo publique- mos? Hiciéronles grandes amenazas, pero sin embargo les dejaron ir libres. Los dos Apéstoles volvicron al lado de los fieles y contaron 1o que acababa de suceder. Toda la asamblea did gracias 4 Dios, animan- dose & publicar mas resueltamente que nunca la divinidad del Sal- vador Jesis. : E] mundo no ha visto nunca espectaculo tan admirable eOmo aque- i i Me =i ila iglesia de Jerusalen, Todas las virtudes brillaban en ella con es- plendor, y la caridad especialmente, esa gran virtud de los Cristia- nos, reinaba alli con imperio absoluto. Los fieles yendian sus bienes, y depositaban su valor a los pies de los Apdstoles que lo ponian en comun. No habia entre ellos ningun pobre ; todos juntos no tenian mas que una fortuna, un corazon y un alma. Sin embargo, uno de estos fieles Hamado Ananias, de acuerdo con su esposa Safira, se hizo culpable de una mentira en apariencia muy leve. Tenia un campo, lo vendid, se reservé secrelamente una parle de la suma, y llevé la restante a los piés de los Apostoles. Pedro le dijo: Ananias, g por qué has permitido 4 Satanas que tentara tu co— razon hasta el punto,de hacerte mentir al Espiritu Santo, y retener una parte del precio que has recibido de tu campo? Esa herencia era tuya y nadie te obligaba 4 venderla, y no. mentiste a los hom- bres sino Dios. En el momento que el culpable oia las palabras del Apéstol, cayo muerto a sus piés. Ya podeis figuraros que santo ler- ror inspiraria esta muerte repentina 4 todos los fieles ; unos mance- bos que se ballaban presentes levanlaron el cadaver , y lo Jlevaron segun costumbre a enterrarlo fuera de la ciudad. Pedro continud su instruccion que duré cerca de tres horas. Esta ba aun hablando cuando se presente la mujer de Ananias que igno- raba todo lo que habia pasado. Dime, le pregunto san Pedro, gla suma que aqui ves es todo el dinero que; os han dado por la venta de vuestro campo? Si, respondid ella, , Por qué, aiiadié el Apéstol. te concerlaste con tu marido para tentar al Espiritu Santo? Hé aqui que oigo acercarse 4 los que han enlerrado 4 tu marido ; estan en la puerla, y van 4 llevarte tambien. Al oir eslas palabras Satfira cay, y murié, y los mancebos que habian dado sepullura @ su esposo la Nevaron @ su lado. Este doble ejemplo de severidad hizo su efecto; todos quedaron penetrados de la grandeza de Dios y del terror desu justicia. Todos los dias se aumentaha el ntimero de los fieles, y Jerusalen cambiaba insensiblemente de aspecto. Tal vez se hubiera hecho enteramente eristiana si los que la gobernaban no hubiesen sido en su mayor par- te hombres impios y maestros sin religion, pues wnicamente trata- ban de derrocar lo que Hamaban la nueva secta. Pero los medios con los cuales ge extendia el Evangelio 4 pesar de sus esfaerzos descon- cerlaban sus medidas, pues eran milagros constantes , visibles y con- cs tinuos. Pedro especialmente los hacia sin saberlo , hasta el punto de que expusieran los enfermos en la calle, y los colocaran sobré Sus camas en las plazas publicas, para que si Pedro Iegaba 4 pasar, SU sombra tocase cuando menos a alguno de aquellos desgraciados y recohrasen la salud. Acudian 4 Jerusalen desde todas las ciudades inmedialas , Hevando Jos enfermos y los posesos, y todos eran cu- yados. 2. Como podia la Sinagoga tolerar estos progresos del Evangelio? El principe de los sacerdoles mando lleno de ira que encerrasen en la carcel a los Apdstoles; pero un Angel los puso en libertad y les mandé que fueran al templo a predicar valerosamente la palabra de Dios. Prendiéronles alli nuevamente para llevarlos ante el Consejo de la nacion. Os hemos prohibido, les dijo el sumo sacerdole, que enseiiarais en nombre de ese hombre, y ved que habeis llenado a Je- yusalen de vuestra doctrina, y quereis que vuelva a caer sobre nues- tras cabezas la sangre de ese hombre. ; Ah! hé aqui la iniquidad minti¢ndose 4 si misma. Caifas, principes de los sacerdotes, 2 no fuisteis los primeros en pedir que su sangre cayese sobre vuestra.ca- heza y sobre la de vuestros hijos? ¢ Por qué impulais & los Apdosto- les como un crimen e] acusaros de la muerte de ese hombre? Si, co- mo lo sosteniais delante de Pilatos y del pueblo, Jestis de Nazareth era un impostor, gpor qué temeis las consecuencias de vuestra justa sentencia? Pedro les respondid sin dejarse intimidar : Es menester obedecer 4 Dios antes que 4 los hombres. Esta respuesla, llena de dignidad y de exactilud, irrité de tal modo 4 aquellos jueces inieuos, que Wa- jaron de mezclar la sangre de los discipalos con la del Maestro ; pe- ro un miembro del Consejo llamado Gamaliel tomo la palabra y les dirigié este razonamiento : Cesad de inquielar a estas gentes ; si su proyecto es obra de los hombres, caera por si propio, y si es obra de Dios, en vano tralaréis de contener sus progresos. Adoptse el parecer de Gamaliel : el Consejo desistié de la senten- cia de muerte que acababa de pronunciar, pero mand6 vergonzosa~ mente azolar 4 los Apéstoles, prohibiéndoles severamente que ha- blasen jams en nombre de Jestis ; despues de lo cual, les volvié @ dejar en libertad. Léjos de sentirse humillados y desanimadas, los Apéstoles se retiraron llenos de alegria por habérseles reconocido dig- nos de padecer un ultraje por el nombre de su Maestro. ¢Quién pue- * = de encadenar las lenguas que el mismo Dios desata? A pesar de los castigos y las prohibiciones de la Sinagoga , los Apéstoles no deja- ron de continuar publicando la divinidad del Salvador. Hasta entonces habian estado encargados de repartir entre losnue~ vos ficles las limosnas de que eran deposilarios; pero el namero de los discipulos aumentaba de dia en dia, y los Apéstoles les dijeron - No conviene que dejemos la predicacion de la palabra de Dios para cuidar del servicio de las mesas y arreglar circunstanciadamente lo que debe darse 4 cada uno; buscad entre vosotros y escoged siete yarones de buena reputacion, Ienos del Espiritu Santo y dulados del don de sabiduria, para que los encarguemos de esta ocupacion , y nosotros emplearémos el tiempo reparti¢ndolo entre la oracion y la predicacion de la palabra, La proposicion de los Apéstoles fue aceplada undnimemente ; se procedié a la eleccion , y cayé la suerte en Estéban , Felipe, Proco- ro, Nicanor, Timon, Parmenas y Nicolas. Los Apéstoles ral ron la eleccion, oraron todos juntos sobre los nuevos elegides, ¢ impo- niéndoles las manos, les confirieron el érden del diaconado , instilui- do por Jesucristo para dar 4 los Obispos y & los presbiteros minis- tros inferiores en las santas funciones anejas 4 su dignidad. Estéban, el primero de los siete diaconos, era un hombre Meno del Espiritu Santo, y Dios hacia por medio de su ministerio una multitud de milagros que propagaban rapidamente el Evangelio. Los miembros de la Sinagoga quisieron disputar con él; pero Esté— ban los confundié de tal modo, que resolvieron perderle, con cuyo objeto pagaron testigos falsos para que dijesen que blasfemaba con- tra Moisés y contra Dios. El Consejo de la nacion se reunié nueva- mente, y el inocente acusado fue condenado 4 muerte. Apoderaron- se de él y le condujeron al lugar del suplicio; mieatras le apedrea- ban, el Martir invocaha 4 Dios y decia : Seiior Jests, recibe mi al- ma. Y cayendo despues de rodillas, clamé en alta vox diciendo : Seiior, no les imputes este pecado, porque no saben lo que hacen. Y habiendo dicho estas palabras, se durmié en el Seior. Asi habia muerto en el Calvario el Jefe de todos los Martires, y asi debia mo- rir el primero de sus imitadores, y el modelo de un millon de otros Martires. Estéban, triunfante en el cielo, no debia llorarse, pues la Iglesia miswa, que perdia con su muerte un ministro digno de ella , se apro- a yecho en cierlo modo de su pérdida; Dios habia dispuesto de tal modo los acontecimientos, que habiéndose alzado con este motive “ana. persecucion , la palabra de salud, aislada desde Pentecostes en el recinto de Jerusalen, se espareié por las provincias , y desde en- fonces se pudo decir con razon que la sangre de los Martires era la semilla de los Cristianos. Se ignora cuanto tiempo daréta persecucion contra la santa igle- sia de Jerusalen, ni cudntas viclimas inocentes sacrificed, y unica— mente se sabe que uno de sus mas ardientes perseguidores fue un joven llamado Saulo que guardaba las vestiduras de los verdugos mientras apedreaban 4 san Estéhan, y que siendo partidario adicto de los Fariseos y de los sumos sacerdotes, aleanzé de ellos Amplios eres. Sabemos por él mismo que iba en Jerusalen a todas las ca- sas que le eran sospechosas de cristianismo, que hacia poner en la carcel 4 los hombres y mujeres que confesaban a Jesucristo,, les ha- cia alormentar con crueldad, y ordenaba sentencias de muerte, cuya ejecucion se apresuraba 4 que se llevase 4 cabo sin tardanza. Tan- tas violencias no tlegaron & intimidar 4 los Apéstoles ; permanecic- Ton constantemente en Jerusalen, pero obligaron 4 los nuevos dis— cipulos 4 que se esparciesen por las diferentes comarcas de la Judea y la Samaria, y su dispersion fue Ja salvacion de los pueblos. Mientras los Apéstoles, que permanecian en Jerusalen, cultivaban sus primeras conquistas, los discipulos d'spersos por el pais predi- caban el Evangelio de Jesucristo. De modo queaquella furiosa tem- pestad, que debia aniquilar la Iglesia naciente, solo fue un viento favorable que esparcié 4 lo Iéjos la buena semilla. Lo mismo suce- dié en todas las persecuciones: asi nos lo demostraran los siglos si— guientes. El diacono Felipe bajé 4 la Samaria y predicéen la ciudad donde se deluvo : sus discursos, sostenidos por milagros diariamente repe- tidos, preparaban los animos al Evangelio; pero un mago famoso Hamado Simon los habia enado de tal suerte de preocupaciones, que se necesité mucho tiempo para que sus ilusiones se desvanecie- sen. Felipe lo consiguié con tan buen éxito que convirtio & los pue~ blos seducidos y al mismo seductor: Simon renuncié 4 la magia, confesé a Jesucristo, y recibié el Bautismo. Luego que el santo Dia- cono vié su obra asegurada, s¢ apresuré a anunciarlo 4 los Apéstoles, 4 quienes colmé de alegria esta noticia; y como Felipe mo tenia fa— | — 1 — cultad de imponer las manos, es decir, de dar la Confirmacion los nuevos bantizados, la iglesia de Jerusalen envid 4 Pedro y @ Juan a la Samaria para administrar este Sacramento. En aquellos primeros dias de la Iglesia naciente Dios ailadia con frecuencia 4 las impresiones visibles de su Espiritu dones sensibles que se manifestaban exteriormente , como el don de profecia y el de Jenguas. Este maravilloso espectaculo excild la curiosidad de Simon, y nada le parecié tan glorioso yapetecible como el poder comunicar ’ los demas aquellos dones extraordinarios. Ofrecié, pues, 4 los Apéstoles una suma de dinero diciendo : Dadme el poder de ha- cer bajar el Espiritu Santo. sobre aquellos 4 quienes imponga yo las manos. Perezca contigo tu dinero, le respondio san Pedro, por- que has creido que el dom de Dios se compraba 4 precio de oro. Ninguna parte tienes Ui en este ministerio, porque tu corazon no es reeto delante de Dios : Simon no se aprovechd de esta amonestacion, y por e! contrario se convirlié en un enemigo personal de los Apos- toles. El baldon de su crimen ha quedado para siempre unido a sa memoria, y despues de mil ochocientos aiios se designa aun con su nombre el trafico de las cosas santas proyectado por aquel impio. Habiendo hecho los Apéstoles en Samaria lo que se habian pro- puesto por la gloria de la Religion, regresaron 4 Jerusalen, y Feli- pe continué sa mision y convirtio 4 uno de los ministros de Candace, reina de Etiopia, que babia ido a adorar en Jerusalen. Despues re- corrié todo el pais desde Azoto hasta Cesarea. Reinaba aun la pazen estas comarcas lejanas, mas no se habia restablecido en la capital, donde estaba igualmente encendido el odio publico, y Saulo conti- nuaba estimuldndolo con el mismo ardor. Un dia en que se hallaba enteramente ocupado en sus proyectos contra los discipalos de Jésus crucificade, sabe que un gran numero de israelitas habian dejado en Damasco 4 Moisés para seguir 4 Je- sus Nazareno; va al punto 4 presentarse al sumo sacerdote, y le pi- de carlas y poderes para las sinagogas de aquella ciudad, con ob- jeto de que se le deje en libertad de hacer prender & los prevarica- dores y de Hevarlos encadenados a Jerusalen. Acéplase su proposi- cion, y parte a Damasco acompaiiado de algunos oficiales bajo sus ordenes ; y cual corre haciael redil un tigre sediento de sangre, del mismo modo Saulo apresura su marcha, norespirando mas que san- gre y exterminio, cuando sitbitamente es detenido. —17— En medio. del dia, dice él mismo contando su conversion al rey Agripa, quedé deslambrado por una luz bajada de! cielo, que me rodeo por todos lados lo mismo que 4 los soldados que guiaba ; y -heridos como de un rayo, caimos todos en lierra. Al mismo tiempo oi una vdz que me decia: Saulo, Sdulo, 4 por qué me persigues? —Seiior, respondi, gquién eres:? — Soy, respondié la voz, Jesus Nazareno 4 quien haces la guerra. No te obslines mas tiempo, por- que te sera funesto cocear contra el aguijon. Trémulo y confuso, so- lo tuye fuerza para decir estas palabras: Sehor, gqué quieres que haga? —Levantate,, me dijo el Sefior, entra en Damasco, y alli sa- bras lo que debes hacer. Me levanté, pero me habia quedado ciego, y los que me acompataban me llevaron por la mano hasta Dathasco, donde estuve tres dias sin beber ni comer. Habia en Damasco un discipulo de Jestis lamado Ananias : el Se- hor se le aparecié y le dijo: Yé 4 la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas 4 uno de Tarso llamado Saulo. Seftor, res- pondio Ananias, sé lodos los males que ha hecho 4 vuestros santos de Jerusalen, y que ha venido a Damasco 4 prender 4 ¢uantos invo- can lu nombre. Ve, Ananias, anadio el] Senor, no temas, porque he hecho de Saulo un vaso de cleecion que destino para llevar mi nombre delante de los gentiles, de los reyes y de los hijosde Israel. Y Ananias, tranguilizado, salié al instante, y habiendo entrado en la casa , puso las manos sobre los ojos de Saulo, y le dijo: Saulo, her- wano mio, el Senor Jestis que te se aparecio en tu camino me ha enviado para que recobres Ja vista y seas leno del Espiritu Santo. Y¥ aun seguia hablando Ananias cuando cayeron de los ojos de Sau- lo unas como escamas, y recobré la vista, y recibid el Bautismo. Oraeion. Dios mio, que sois todo amor, gracias os doy por haber clegido Apostoles para anunciar yaestro Evangelio, no solamente a los ju- dios sino tambien a los gentiles. Dadnos la gracia de recibir vuestra Santa palabra con la misma docilidad que los fieles de Jerusalen. Me propongo amar a Dios sobre todas las cosas , y 4 mi projimo co- mo 4 mi mismo por amor de Dios; y en testimonio de- este amor, estudiar con cuidado esta parte ILI del Catecismo. TOMO Vv. — aR LECCION I. ESTABLECIMIENTO DEL CRISTIANISMO. (SIGLO I, CONTINUACION)- El Evangelio pasa 4 Tos gentiles. — Bautismo del centurion Cornelio. —Misio- nes de san Pedro en Cesarea, en Antioqufa , en Asia, en Roma, donde com- bate 4 Simon el Mago; en Jerus:‘en, donde es puesto en la cércel por man- dato de Herodes Azripa, y libertado por uo Angel; en Roma, donde san Marcos escribe su Evanxelio; en Jerusalen ,donde preside el primer concilio, y finalmente en Roma. — Vida y misiones de san Pablo en Damasco, en Ce~ sarea, en Antioquia, ea Chipre, en Iconio, en Listra y ea Filipos. Los Apéstoles, que habian acompaiiado al Salvador durante su vida piblica, estaban sefialada y especialmente encargados de cul- tivar la Palestina ; pero la Sinagoga se endurecia de dia en dia, y el pueblo deicida colmaba rapidamente la medida de las iniquidades que debian arrastrarlo su rina. Para que asi sucediera , cl Sol de justicia que habia asomado en Judea no debia extinguirse, sino pa- sar @ otros pueblos y alumbrar nuevas regiones. Yanos 4 contar este maravilloso paso del Evangelio. Figuraos un foco luminoso del cual salen doce rayos que partien- do en direcciones opuestas Hegan hasta los confines del mundo, ¥ tendréis una imagen de la propagacion del Evangelio. El foco tumi- noso es ef Cendculo, es la iglesia de Jerusalen, y los doce rayosson Jos doce Apéstoles que partiendo de Jerusalen se dirigen unos ha- cia el Oriente y otros hacia el Mediodia; aquellos van al Norte y estos vienen al Ocaso ; y la tierra entera hasta en sus mas remolos confines recibe la visita de alguno de estos nuevos conquistadores. Tracemos la biografia de cada uno de ellos estudiando sus rapidas excursiones, y sigamosles por la buella de sus beneficios y su san- gre. Principiarémos por sanjPedro. Los judios , como hemos dicho, than 4 ser rechazados, y los gen- liles Hamados al Evangelio , pero era preciso que fuera Pedro quien les abriera la puerla. Jefede todo el rebaiio , y pastor supremo de los extranjeros lo mismo que de los hijos del reino, era el primero en apa- recer en todas partes. Un dia, hallandose en oracion, Dios le dié 4 7" a conocer que habia legado el momento de hacer entrar a Jas naci mes en el redil del divino Pastor. Habia en aquel ena .. rea ua oficial romano, llamado Cornelio, que oandana de | c cobortes de la legion Ialica, y era un hombre religioso mia a de Dios que hacia abundantes limosnas acompanadas de jeviental oraciones. Aparecidsele el Angel del Seor y le dijo: Sielin es “raciones y lus limosnas ban subido hasta el trono de Dios; iia s Joppe & buscar un hombre llamado Simon, que liene por aia bre Pedro; vive en casa de olro Simon, curlidor, cuya casa esla cerca del mar, y él te dir lo que debes hacer. Habiendo desapare— cido e! Angel , Cornelio llamé a dos de sus criados y 4 un ads femeroso de Dios, y los envio inmediatamente a Joppe. Esta ciudad distaba unas quince leguas de Cesarea, y los enviados no pudier llegar hasta el dia siguiente al mediodia. awe El Senor no hab‘a revelado hasta entonces 4 Pedro los designios de su Providencia ; pero estando aun en camino los enviados or melio y acereandose 4 la ciudad, Pedro subio segun su costumbre & lo allo de la casa para pasar alli algun tiempo en oracion anles de tomar su alimento. Terminada su oracion, se sintié con hambre, y pidid de comer. Mientras se lo preparaban le subrevino un raple de espirilu ; vié el cielo abierto, y una cosa que descendia en ae ma de lienzo suspendido por los cuatro cabos, y que bajaba ie el cielo 4 la tierra. Este lienzoestaba lleno de toda clase de aninial 3 cuadrdpedos, de reptiles Lerrestres y de aves del cielo i, Cuando Hegé el lienzo al alcance del Apostol, se oyé una voz que decia zi Levantale , Pedro, mata de esos animales y come sin dis. Aincion ni eleccion. j Ab! Sefor, respondid el Apéstol no lo haré Porque toda mi vida observé la Ley al pi¢ de la letra, y jamas lege 4 comer nada impuro ¢ inmundo, La voz anadié: No ene oe meridad de llamar impuroéinmundo lo que el Seior ha vie ficado La vision se repitid hasta tres veces, y olras lantas recibid Pedro el mismo wandalo, did la misma respuesta y oyé la misma réplica. EB] lienzo se retiré al cielo, y Pedro volvié de su éxlasis. ; Esforzibase 4 comprender el mislerio, cuando se presenlaron en a: el curtidor, los enviados de Cornelio, y pregunta- ee oe . eens por sobrenom bre Pedro. Aunestaban ha- ire ep id el Apéstol » a quien explicaron el objeto de su ae Plicaron que les siguiera 4 Cesarea. La llegada de aque- — 9 — llos gentiles tenia un enlace sensible con ia revelacion, y Pedro com— prendié que en adelante no habria ya distincion entre los judios y los gentiles, y que eslos dos pueblos no debian formar mas que un solo “redil. Pedro recibid & los mensajeros con bondad, y partié con ellos a Cesarea, donde bautiaé al virtuoso oficial y @ toda su familia. Tales fueron las (elices primicias de la Iglesia de las naciones. Pedro sé dirigié desde Cesarea 4 Antioquia, donde. el Evangelio hacia rapidas conquistas , y alli es donde los dis¢ipulos empezaron & llevar el nombre de eristianos. Este nombre era entonces honroso entre los gentiles ; no Hevaba aun en pos de si las persecuciones ni, los suplicios, y mientras los judios lo blasfemaban en Jerusalen, era Honrado en el centro de la idolatria. En.el reparto que los doce pes- eadores hicieron entre st del universo, san Pedro fue destinado 4 lle- var el Evangelio la capital del mundo romano; pero no llevoa.ca- bo tan pronto su designio, porque no habia Ilegado el momento de Ja Providencia. Entre tanto fue institaido , por consentimiento commun de los Apdstoles, obispo de Antioquia, que era la capital de Siria. Se cree que goberné esta Iglesia durante siete ailos; pero eso nO quiere decir que permaneciese en ella conslantemente, porque en efecto, durante este intervalo, el Apéstol predicd a los judios esparcidos por toda el ‘Asia, en el Ponto, en la Galacia, en la Biti- nia y en la Capadocia. A pesar de lam penosos trabajos, el Vicario del Hijo de Dios Hevaba una vida enextremo frugal : san Gregorio Nazianceno nos dice que se’contentaba con comer diariamente un sueldo de allramuces, que eran una especie de guisantes 6 habas*. En lanto Herodes, por sobrenombre Agripa, habia renoyado la persecucion contra los Cristianos, y dado muerte ya a Santiago , her- mano de san Juan Evangelista. Asta muerte tan injusta quiso ana- dir la desan Pedro; el Jefe de la Iglesia fue por consiguiente prese y arrojado en un angosto calabozo, cargado con una doble cadena, y le custodiabam diez v seis soldades, divididos en cuatro partidas, pa~ ‘ya relevarse mutuamente. Dos estaban de noche y de dia cerea del preso, lal vez hasta fe tenian sujeto por las cadenas, segun la cos- fumbre ordinaria de los romanos, y otros dos hacian centinela de- lante de la puerla. Todas las precauciones de Agripa solo sirvieron para hacer mas incontestable el nuevo milagro que Dios queria obrar : la iglesia de 1 Orat. XVI, pag. 241. "e > } - a Jerusalen se habia puesto en oracion para alcanzar Ja libertad de su y padre, y fue oida. La misma noche que i i i wilted precedia al di adi para el suplicio de san Pedro, un Angel -bajé a a a es al Apéstol , 4 quien tan inminente peligro no le privaba del sueno. y le dijo que se vistiese y le signiese, Al mismo tiempo ne ii: eadenas, le abrié las puertas, y le guid al través de los dos he de guardia con una luz que solo él veia hasta la parte exterior dua lllima puerta que era de hierro, levandole ademas a lo largo de aa calle donde desaparecié. San Pedro, que hasta aquel inslante Fabia mirado. como un sueio cuanto pasaba, comprendié wnicamente en- tonces que Dios le habia libertado verdaderamente. Habiendo reconocido dénde se hallaba, fué Hamar a la puerta de fa casa de Maria, madre de Juan Marcos ', donde estaban. en oracion un gran numero de fieles. Una eriada, llamada Rhode, sa- lid & ver quién era, presté el oido, y reconocié la voz de Pedro, Fue lanta su alegria y su sorpresa, que en vez de ir abrir la puerta. cor absorta a decir 4 los Cristianos : Pedro esta en la puerta a Ta eres loca, le dijeron. — No tal, respondié ella, es él. — Te en- gailas, ailadieron, es su Angel bueno, En tanto Pedro a quien Rho- de habia dejado en la calle, continuaba llamando. Abriéronle entré yle Teconocieron. Tndlil es preguntar cuales serian la scrpresa yla alegria de todos los fieles, y podeis formaros una idea recordando el afecto y lealtad que le tenian. Pedro les hizo senal eon la mano para que callasen, y Jes conté como le habia libertado Dios Al asomar el dia fueron noliciar 4 Agripa que su preso se habia fugado 1y aquel mand6 que se interrogase 4 los soldados; pero no pees descubrir nada, decrelé que los lleyasen al suplicio. vaso, que habia pedido Dios la libertad desu jefe con tanlas nes, le da las gracias todos los aiios en el primer dia de agost om he de san Pedro ad vineula. a Be ter Age ais craaane i Ines done vn las iglesias nacienles y establecié Ree dpa Fg mM obispos , sembrando por todas par- cido con tantos despojos ob oe pote deal hei. i oo al demanio, concibié la idea de ir queen die Re “i maravilla! Aquel mismo hombre ee ‘ le de una criada, no teme ahora aventu- era diseipulo y primo de san Bernabé, Ba ee ee ay rarse en una cindad semejante 4 una vasta selva poblada de enco- nadas fieras, y Su valor fue mayor en esta ocasion que cuando mar= ché sobre el mar. Mas g de dénde le procedia tanta intrepidez ? Del amor ardiente que Jesucristo le habia inspirado hacia sus ovejas al confidrselas 4 su direccion. Pedro se dirigié , pues, hacia Roma, se- gun el parecer de los demas Apéstoles , que le habian destinado pa- ra la capital del mundo, para que Ja luz de la verdad se difundiese con mas prontitud y eficacia desde la cabeza 4 todo el cuerpo, pues ninguna parte del Imperio podia ignorar lo que pasaba en Roma. EI peseador galileo entré en la cindad de los Césares en el segun- do aio del reinado det emperador Claudio, y cuadragésimocuarto de Jesucristo; planté el arbol sagrado del Evangelio en el centro mismo de la idolatria; y como esta planta enleramente nueva estaba aun débil, Dios, para darle espacio de erecer en la paz, inspiré & Claudio un espiritu de dulzura y de bondad hacia los pueblos, y le permitié que ahogase en poros dias rebeliones peligrosisimas , dis~ puestas 4 derrocar el Imperio. De modo que hasta el Estado se apro- veché de la gracia que Dios concedia 4 la ciudad de Roma envian- dole su Apéstol. Entre otras conyersiones que obré san Pedro en este primer viaje se cnenta la del senador Pudente con su mujer Priscila, sus dos hi- jos Novato y Timoteo, y sus dos ilustres hijas Praxedes y Puden- tiana '. Hospedado en la casa de esta excelente familia, el Apéstol celebré alli los divinos misterios, ordené presbileros, consagré Ja primera iglesia de Roma, es decir, la primera. casa en que se reu- nieron los Cristianos, y combatié 4 Simon el Mago *. Este impostor, en yer de aprovecharse de las amonestaciones que san Pedro le ha- bia dirigido en Samaria, se habia endurecido mas que nunca, se entregaba con ardor a la magia, ¢ impelido por el demonio, habia ido & Roma bajo el emperador Clandio , para ser el primero en apo- derarse de la capital del mundo. Hizo en ella tan repetidos presti- gios, que fue puesto por el Senado en el ntimero de los dioses *. San Pedro disminuyé el crédito de este impostor , pero su vietoriano fue completa hasta mas adelante. El Apéstol se aproveché en tanto desu permanencia en Roma pa- * Baron. ad ann. 44. * Eusebio, lib, IU, ¢. 14. 4 Just. Apol. I, pag. 69; Eusebio , lib. IT, ¢. £4. Lb ’ = ra escribir su primera epistola, la cual esta dirigida & los fieles del Ponto, de la Galacia, del Asia y de la Capadocia; y aunque es par- ticularmente para los judios converlidos, esparcidos por todas eslas provincias, habla tambien 4 los gentiles que habian abrazado Ia fe. Adviértese en ella una dignidad y un vigor dignos del principe de los Apéstules *. Los principales compaiieros del Jefe de la Iglesia en este primer viaje fueron san Apolinario, 4 quien san Pedro consagré obispo de Ravena ; san Marcial, que envio a las Galias ; Rufo, que instituyé obispo de Capua *; pero el mas conocido de todos es san Marcos Evangelista, quien escribié un Evangelio durante su permanencia en Roma, aruegos de los Cristianos , y particularmente de los caballe~ ros romanos 4 quienes'san Pedro habia anunciado 4 Jesucristo *. Despues de haberlo escrito, en cierto modo dictandole san Pedro, Mar¢os lo llevé 4 Egipto, & donde fue enviado por el Jefe de la Iglesia. El pescador de Galilea trabajaba en tanto hacia cerca de siete aitos en extender el reinado de la cruz en la misma cap tal de los Césares, cuando el aio $1 de Jesucristo , séplimodel emperador Claudio, un edicto obligé & todos los judios 4 salir de Roma. San Pedro partio, pues, 4 Oriente, y fué 4 celebrar las fiestas de Pascua en Jerusalen, donde presidié en el mismo oe enesta ciu~ dad, y queresolvid que no se obligasea Tos gentiles convertidos 4 la fe 4someterse 4 losritos judaicos, como pretend’an cierlos judios hechos cristianos. Los Apdstoles expresaron su decision, a la cual se some- tid toda la Iglesia, con estas memorables palabras : Ha parecido al Espiritu Santo y d nosotros, que indican la omnipotencia y la infali- bilidad: del colegio apostélico. Despues del concilio de Jerusalen, san Pedro continud con el mismo ardor cumpliendo su gran mision de gobernar y apacentar los corderos y las ovejas. Cerca de cinco aiios despues de su partida de Roma, es decir, en el aiio 59 de Jesueristo y tercero de Neron, volvié 4 Roma para no salir mas. La llegada de san Pedro 4 la capilal del mundo aumenté Sobremanera.la Religion; pero furieso el demonio viendo que su im- * Esta observacion es de un protestante. (Véase Grotius in Epist. Pi ; es f - Petr. ed, t. VIL, Critic, Saer. pag. 147). : Baron. ad ann. 44. > Eusebio, lib. I, c. 45. —u=— perio disminuia de dia en dia’, agoté todo su artificio y su odio para contener los progresos del Evangelio. Neron, su digno ministro, en- cendié una persecucion violenta que debia granjear a sal Pedro la eorona del martirio. El Salvador, que despues de su resurreccion le habia revelado.de qué modo debia glorificar 4 Dios en su yejez, le dié 4 conocer mas adelante Ja época y el lugar donde debia acontecer esto. Sabiendo, pues, san Pedro que pronto iba a dejar su cuerpo carnal, quiso apro- vechar el breve iempo que le quedaba para despertar la piedad de los files, y bacerles recordar las verdades que les habia enseiiado. Con este objeto escribié su segunda epistola , que , como la primera, esta dirigida & los fieles del Ponto y del Asia , y forma, por decirlo asi, el testamento del Jefe de la Iglesia. Antes de contar la muerte de san Pedro, vamos a dar 4 conocer al que debia ser su glorioso compaiiero, y participar de su victoria despues de haber parlicipado de sus combates. Este nuevo conquis- tador, salido de la Judea para someter el mundo al imperio de la cruz, se Hama Sgulo. Nacié en Tarso, ciudad de Cilicia, y pertene~ cia a la raza de Abraban y 4 la tribu de Benjamin. Era tambien por sa nacimiento ciudadano romano, porque los habitantes de Tarso, que siempre habian manifestado mucho afecto a la casa de los Cé~ sares, despues de haber padecido cruelmente mientras Casio, uno delos asesinos de Julio César, era soberano del Asia, merecieron que Augusto se creyera obligado 4 recompensarlos; y 4 los honores y hienes con que los gralificd , aiiadié el derecho de ciudadania romana. BI jéven Saulo fue enviado a Jerusalen donde le educé uncélebre doctor llamado Gamalicl. Se acostumbraba comunmente entre los judios hacer aprender un oficio a los que estudiaban las sagradas Le- tras, ya para que tuviesen siempre un medio de ganarse la vida, ya para evitarles los desarreglos que nacen de la ociosidad. Asi pues, puede creerse que en aquella época aprendié el oficio de fabricante de tiendas, que ejercia aun al predicar el Evangelio. Saulo, como celoso fariseo , se declaré perseguidor de los Cristianos ; pero habien- do sido convertido en el camino de Damasco, como hemos visto an- tes, se trocé en el mas ardiente propagador del Evangelio. Su mision fue la conversion de los gentiles. Predicé primero en Damasco, de alli se relird 4 la Arabia, y despues de una permanen- cia de cerea de tres aiios, regresd 4 Damasco. No pudiendo los ju- "| > —%— dios tolevar la ventaja que la Iglesia reportaba de su conversion y desus discursos, tomaron la resolucion de darle muerte. Sapolo Sau- Jo, y los discipulos, que temian por su vida, le bajaron durante la noche en una espuerta por una yenlana que habia en la muralla de la ciudad. Libertado del peligro, Saulo tomé el camino de Jerusa- Jen para ver 4 san Pedro, puesconvenia que antes de partir para su gran mision rindiese homenaje al Jefe de la Iglesia. De Jerusalen se dirigié a Cesarca, despues a Cilicia, y paso al- gun tiempo en Tarso de cuya ciudad era hijo, y la cual fué a bus- carle su amigo san Bernabé, que predicaba en Antioquia, para to- mar parte en sus trabajos. «Fué 4 busearle, dice san Criséstomo, no «solamente como 4 un amigo particular, sino como 4 um general del «ejércilo cristiano, como a un leon, como a una lampara brillante, «como 4 una boca capaz de hacerse oir por toda la tierra '.» Saulo permanecié un aio entero en Antioquia, y multiplicandose sus pre- dicaciones, proporcionaron a esta ciudad un honor que la hace ilus- tre en Lodo el universo. Alli fue donde, como hemos dicho, empe- zaron los discipulos 4 llevar el nombre de cristianos, nombre que les + dieron los mismos Apéstoles. Mientras Saulo estaba en Antioquia, una hambre terrible alligio al Oriente : era el aio cuarto del reinado del emperador Claudio, y el 43 de Jesucristo. Dios, que hacia que todos los acontecimicntos conlribuyesen alestablecimiento del Evangelio, hallo en aquelia ham- bre un medio de hacer recomendables 4 los Cristianos, y de unir & los gentiles, que componian la mayor parte de la Iglesia de Antio- quia, con los judios que habian abrazado la fe en la Judea. Estos habian dejado sus hienes 6 habian sido despojados de ellos, por cu- ya razon los ficles de Antioquia resolvieron acudir en su auxilio, Sau- lo y Bernabé se encargaron de sus limosnas, y partiendo 4 Jerusa- len, las entregaron a los sacerdotes para que las distribuyesen. Cuando regresaron 4 Antioquia, recibieron la imposicion de manos, y resolvieron abandonar aquella ciudad querida , donde la fe estaba planteada para lo sucesivo, y suficientemente asegurada. Los dos aeeste dirigieron hacia Chipre , que tenia entonces por goberna~ py “ein Sergio Paulo, varon sabio y prudente, que deseoso la palabra de Dios envid a buscar 4 Saulo y 4 Bernabé; pero tenia @ su lado un judio ma ie go y falso profela, llamado Bar; tax. a , se oponia # los Apéstoles, y hacia todos los esfuerzos posibles para que el Procdnsul no abrazase la fe. Saulo le hizo perder la. vislay le redujo 4 buscar a alguno para guiarle. El Procénsul se convirtié ad- mirado de este milagro, y se eree tambien que Dios ablandé el co- razon de Barjesus por medio de aquella ceguera que solo debia ser pasajera, y le abrié los ojos del alma con los del cuerpo, para que yiera el sol que alumbra el mundo de las inteligencias y el sol que alumbra el mundo material ‘. En conmemoracion de la conversion del Procénsul, Saulo tomé el nombre de Pablo, y quiso indiear con esto el glorioso triunfo que Jesucristo habia conseguido por medio del débil ministerio del Gltimo de sus Apéstoles. Pablo y Bernabe partieron sin tardanza & hacer nuevas conquis~ las, y despues de haber recorrido evangelizando una parle del Asia Menor, llegaron 4 Iconio, donde el Apéstol de las naciones, segun la radicion comun, convirlié 4 santa Teela y la persuadié a consa- grar 4 Dios su virginidad. En Listra curd un hombre lisiado de sus piernas que nunca habia andado. Hé aqui de qué modo se verified el milagro:: Pablo distinguié 4 aquel enfermo entre sus numerosos oyentes, é iluminado por una luz divina, leyé en su alia su fe y su deseo de conocer la verdadsDe pronto el Apéstol se interrumpié en medio de su discurso, y dijo en alla voz aquel hombre : Levin- tate y sostente derecho sobre tus piés. El lisiado experiment6 al momento cuanta es la eficacia de un Apéstol de Jesueristo que habla en nombre de su Maestro, é hizo aun mas de lo que se le mandara, pues se puso 4 saltar y andar delante de todos. Este milagro produjo un efecto prodigioso; todos los pre- sentes éxclamaron : Son dioses disfrazados bajo figura humana. En un momento esta loca creencia se apaderé de todos los animos, yno fallando mas que darles 4 cada cual un nowbre, lo hicieron facil- mente; Bernabé era de mas edad que Pablo y de mayor estatura, y dijeron que era Jupiter ; y Pablo, que Wevaba la palabra y predi- caba con grande elocuencia, fue reputado como el intérprete del so- derano de los dioses, y le convirtieron en Mercurio. El sacerdote de Japiter se presenté trayendo coronas para los nuevos dioses , y lors para sacrificarlos en su honor. Viendo Pablo y Bernabé lo que pa~ saba, rasgaron sus vestiduras, y lanzandose en medio de la malti- tud exclamaron con grandes voces : Qué haceis? Somos mortales, + Orig. in Eeod, xxi. A) al , eh hombres semejantes 4 vosotros que venimos & suplicaros queTenUun- eieis 4 vuestros vanos idolos, para convertiros al Dios vivo que erie el cielo y la tierra. Estas palabras y el horror que manifestaron hacia el culto sacrilege’ que queriantendirles impidieron 4 duras penas que se les sacrifica- sen victimas. Todo esto era un lazo que-les tendia el demonio , y se libraron de él glorificando 4 Dios con su humildad , como le habian glorificado con su paciencia en las persecuciones. No tardaron en conocer cuan vanas y fragiles cosas son los aplausos populares. Mientras estaban contendiendo con los habitantes idélatras de Lis- tra, Hlegaron unos’ emisarios enviados por las sinagogas de Antio~ quia y de Ieonio, los cuales por medio de sus declamaciones cam- biaron de tal modo el espiritu del pueblo, que toleré que aquellos judios apedreasen 4 san Pablo, & quien sacaron arrastrando de la ciudad creyendo que estaba maerto. Asi le castigé Dios por las pie~ dras que habia lanzado contra san Estéban por manos ajenas , y ex- pidla falta que cometiera entonces incurriendo en el mismo suplicio. Los judios estaban satisfechos; pero Pablo no habia muerto, y aquel mismo dia volvié a entrar en la ciudad. Sin embargo, para no irritar masa sus perseguidores, partié al dia siguiente, dirigiéndose 4 Derbes con san Bernabé, y numerosas victorias coronaron su va- lor. Volvieron 4 pasar por Listra y por Iconio, ordenando presbite- ros en cada iglesia con oraciones y ayunos, exhortando los fieles perseverar en la fe, y recordandoles que debemos sufrir muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. Los dos Apéstoles estaban de regreso en Antioquia el ano 47 de Jesucristo. Pablo no permanecié alli mucho tiempo; llevé el Evan- gelio & la Capodocia, al Ponto, ala Tracia, 4 la Macedonia y hasta a la Hiria, y semejante 4 una nube divina impelida por eb viento de la caridad , aquel vaso de eleccion corria por toda la tierra espar- ciendo el rocio vivificador de la palabra santa. Cinco afios despues se hallaba en Filipos, ciudad de Macedonia, donde convirtié en- tre otros 4 una mujer que comerciaba en pirpura, llamada Lidia, la cual recibié el Bautismo con toda su familia, y obligé 4 san Pa- blo y 4 sus compaiieros 4 hospedarse en su casa, para manifestar que la ereian fiel al Seftor. Pablo se esforzaba desde aquella casa en atraer 4 Jesucristo 4 cuan- los se presentaban para oirle. Un dia, al ir los obreros evangélicos © — 28 — 4 la oracion, los encontré una joven poseida de un demonio que la instruia de las cosas secretas en cuanto es posible al espiritu malig- no. Estaba al servicio de unos impostores, y su maldito talento de adivinacion , de que siempre han sido el engaiio los hombres de to- das las épocas, era un manantial feeundo de riquezas para sus amos. Al pasar, dice el historiador sagrado , vimos a esta. jéven que em- pezd & seguirnos diciendo: Estos hombres son siervos del Dios ex- celso, que os ensenan el camino de la salud. Pablo la dejé que ba- blase, hasta que indignadoal fin de susartificiosas alabanzas , mando al demonio que saliese del cuerpo de la joven, y fue obedecido. Pero la avaricia cruel que dominaba 4 los amos de aquella. pobre criatu- ra los desesperé con su curacion; 00 atreviéndose 4 confesar su pa- sion, la cubricron con la apariencia de un crimen de Estado, y apo- derandose de Pabloy de Silas, los llevaron 4 la plaza publica, donde los presentaron 4 los magistrados. Os traemos , dijeron, dos hombres que alborolan la ciudad ; y sin mas examen , los magistrados los man- daron azolar con varas y meterlos en la carcel. E! careelero los en— cerré en un calabozo apretandoles los piés en el cepo , lo cual les obli- 6.4 permanecer recostados boca arriba sin poder sostenerse en pié. Tanlas ignominias, en vez de abatirles, les llenaron de unaalegria diyina, de modo que 4 media noche se pusieron 4 orar y alabar a Dios con tanto fervor que les oian los otros presos. Dios quiso por su parle manifestar eudnta es ta fuerza de una oracion : subilamente se sintio un terremoto tan grande que se movieron los cimientos de Ja carcel, se abrieron las puertas, y fueron rolas las mismas atadu- ras de todos los presos. Habiéndose despertado el carcelero y viendo las puertas abiertas, creyé que se habian huido los presos, y como él respondia de ellos con su cabeza, cogid su espada para malarse ; pero viéndolo san Pablo, aunque no habian traido aun luz , dijo en alta voz : No te hagas ningun mal, porque todos estamos aqui. El carcelero mand6 traer una luz, y entrando en el calabozo de Pablo y de Silas, se arrojé temblando 4 sus piés. Llevé 4 los Santos 4 su habilacion , lav6 sus lagas y les sirvid de comer : Seiores, les dijo, aqué debo hacer para salvarme? Y ellos le respondieron : Cree en el Seftor Jess. Y crey6, y fue bautizado con toda su familia. Cuando fue de dia los magistrados enviaron alguaciles alacarcel con érden de dejar en libertad 4 los dos presos. El carcelero se apre- suré & anunciarles tan buena noticia, y entonces san Pablo, queno — 9 — "se habia quejado al azotarle con varas y al ponerle en Ja carcel, dijo ue era muy extraio que bubieran ullrajado de aquel modo a ciu— " dadanos romanos, y que despues de hacerlo se pretendiese sacarles de la carcel secretamente y sin ninguna reparacion ‘. No, dijo, no puede pasar asi; es preciso que ellos mismos vengan a sacarnos. Es- taba gozoso de inspirarles temor para que los fieles de aquella ciu- dad gozasen de mas tranquilidad y libertad; los magistrados se pre~ sentaron en la carcel lenos de terror, y suplicaron a los dos Santos que saliesen y se alejasen de la ciudad. Pablo conservé siempre des- de entonces un tierno recuerdo de los cristianos de Filipos, y ellos por su parte le amaban como a un padre. Estos hijos amados fueron Jos que mas adelante fueron Corinto a llevar al grande Apéstol todo To que le faltaba, y observaron igua} conducta mucho tiempo des- pues cuando eslaba preso en Roma. Oracion. Dios mio, que sois todo amor, gracias os doy por el admirable + celo de que llendsteis a san Pedro y 4 san Pablo; dadnos la docili- _ dad de los primeros fieles. Me propongo amar 4 Dios sobre todas las cosas, y 4 mi préjime _ como 4 mi mismo por amor de Dios; y en testimonio de este amor, eseucharé las instrucciones con gran deseo de sacar provecho de ellas. ' Los ciudadanos romanos gozaban de grandes privilegios; las leyes prohi- _ Dian especialmente que los azotasen eon yaras. (S. Chrys. in Act.homil. XLVI). — pas LECCION Il. ESTABLECIMIENTO DEL CRISTIANISNO. (SIGLO 1, CONTINUACION). Misiones de san Pabloen Tesalénica, en Atenas delante del Areopago, en Co- rinto, en Efeso y en Jerusalen.— Le prenden y le envian 4 Cesarea, — P: 4 Roma.—Acogida que recibe.—Aunque preso predica el Evangelio, — Vuelve 4 Oriente, y despues 4 Roma, donde entra con san Pedro. — Muerte de Simon ef Mago. —Martirio de san Pedro y san Pablo. Pablo y sus compaiieros salieron de Filipos para dirigirse 4 Te- salénica, ciudad célebre y capital de la provincia. Pablo era por su mision especial el Apdsto! de los gentiles, y bajo este concepto es- pecialmente los hijos de Jacob, que le miraban como el enemigo na- tural de sus privilegios y de su ley , se declaraban en todas partes los suyos. Sin embargo, no dejaba de buscarlos en todos los puntos donde establecia sus misiones. Predicd tres sabados en la sinagoga de Tesalénica; su palabra no fue vana, pues convirlié algunos ju- dios y un gran numero de gentiles, y estos nuevos crislianos fueron el modelo de todas las iglesias por su conslancia, su piedad y su lierna caridad. EI Apéstol se por'aba con ellos como una afectuosa madre con sus hijos, y en su anor hubiera deseado darles no solamente el conoci- miento del Evangelio , sino tambien su propia vida. Los exhortaha, consolaba y suplicaba que obraran siempre de un modo digno de Dios y de la gloria & que habian sido llamados, y les enseiié 4 san- lificar las mas insignificantes acciones, y en particular el trabajo ma- nual, de lo cual les daba ejemplo. Sin embargo, los judios endurecidos resolvieron dar muerte alos nuevos predicadores. Avisados con tiempo de la borrasca que les amenazaba, Pablo y Silas particron 4 la ciudad de Berea, donde Pronto fructificé el Evangelio; pero habiendo Ilegado emisarios de Tesaldnica para sublevar al pueblo, los crislianos se vieron precisa- dos 4 llevar 4 san Pablo 4 orillas del mar y embarcarlo. Dios per- milié de este modo que el soplo de la persecucion arrojase de ciudad en ciudad aquella bienhechora nube para que esparciese a lo Iéjos , — 2 fa Huvia saludable que Hevaba en su seno, iCudn cierto es que las iones de los hombres contribuyen en manos de la Providenciaal plimiento de sus adorables designios! ' Algunos cristianos de Berea acomphiaron al A péstol hasta Atenas de tenian orden de reunirsele Silas y Timoteo. Atenas habia sido unto general de reunion de los mas distinguidos talentos y de tos is grandes filésofos, y era aun la ciudad mas culta y mas aficio- a 4 las bellas letras; mas todo el fruto que habia sacado de esta ioridad consistia en que no habia’en el mundo , @excepcion de Ha, una ciudad mas llena de idolos y Supersticiones. Adoraha & s los falsos dioses que sabia eran adorados en los demas pueblos, nerosa de haber olvidado alguno que no conociera , habia eri- lo una ara con esta inscripeion : Al Dias desconocido, I celo de los atenienses por el error animaba el de Pablo por la tdad hasta el punto de consumirle de dolor. Hablaba A los judios todos los sabados en las sinagogas y lodos los dias en la plaza & los que alli se hallaban, y no le faltaban oyentes, Los habilantes de A te~ as no parecian tener otra ocupacion que la de pasear su ociosidad a llena de preocupaciones y de argumentos, y la lengua babil hanejar el sofisma ; y se veia de la otra parte 4 un extranjero, un de pequeiia estatura, y en cuyo exterior nada podia imponer el spelo. {Hay cosa mas dramatica y mas asombrosa que semejante lrasle '? Cuandosesentaron todos los jueces , Pablo aparecié en Ja * Tres cosas hay que quisiera haber visto, deeia san Agustin; 4 Roma en es injbunas @Queéva a decir? Para apreciar toda Ja sublime sencillez de su disearso, €s preciso alender 4 que cada una de sus palabras ¢s como un martillazo que reduce & polvo algano y aun varios de los sistemas absurdos sobre Dios, sobre el hombre y sobre el mundo, de que eran los partidarios 6 apéstoles sus jueces- Para no alacarles de frente, Pablo no combate directamente la filosofia ni el Gentilismo. expone la verdad , y deja que sus oyentes saquem las consecudncias. Hé aqui su admirable discurso : «Ciudadanos de Atenas, todo lo que ven mis ojos me anuncia que «sois religiosos hasla el excese , porque al reeorrer vuestra ciudad. «y al examiaar los simulacros de vuestros dioses , he encontrado ona «ara sobre fa cual he leido esta inscripcion : Al Dios desconocido. Voy «pues, 4 anunciaros lo que adorais sin conacerlo ; es el Dios que hizo cel mundo y todo lo que bay en él, que siendo el Senor del cielo y «de la tierra, no habita los templos fabrieados por la mano de los «hombres, y si reeibe los homenajes de los morlales, no es porque cnecesite alguna cosa, pues da a todos la vida, la respiracion y to- «dos los bienes. «El es el que de un solo hombre hizo salir todo el linaje humano «para que habilase la tierra , seialando acada hombre el tiempo de «su vida y a cada pueblo los limites de su posesion. Su designio ere «que los hombres le buscasen en sus obras, y que despues de ha- cberle hallado le rindiesen sus homenajes, porque no esla léjos de «cada uno de nosotres. En él vivimos, nos movemos y somos; y bajo ceste sentido dijeron algunos de yuestros poelas : Somos del linaje ade Dios. «Siendo, pues, hijos de Dios, guardémonos bien de imaginar que «la Divinidad es cosa semejante 4 simulacros de oro, de plata 6 de «piedra, obras del arte y de la invencion de los hombres. «Asi pues, Dios, despues de haber disimulado al parecer aquellos «tiempos de ignorancia y de eeguedad , anuncia abora a los hom- abres en todos los lugares de la tierra que hagan penitencia de sus cextravios voluntarios, porque ha establecido un dia en que juzgara ea todo el universo con soberana justicia por el ministerio del Mm- bre a quien did este poder, lo cual ha puesto fuera de duda resu- —:BOie dad como por sus virludes y milagros. Domiciano le mand6 prender, fae Hevado 4 Roma el aio 98 de Jesucristo ; comparecié delante del Emperador , quien Iéjos de enlernecerse con el aspecto deaquel anciano venerable, tuvo la barbarie de mandar que le arrojaran en una caldera de aceite hirviendo ', Grande fue la alegria del Santo euando oy6é pronunciar su sentencia: jardia en un deseo tan fer- viente de ir al lado de su divino Maestro y pagarle amor con amor ! Pero Dios se contenté con esta disposicion , concediéndole, sin em- hargo el mérito y la shonra del martirio ; suspendié la actividad del fuego, y le conservé la vida, como la habia conservado en otro tiem- po 4 los tres mancebos en el horno de Babilonia. El accite hirviendo seconvirlié para él en un baiio refrigerante, y salid de él mas fuerte y vigoroso que habia entrado. Asombré al tirano este suceso, y no atreviéndose 4 dar muerte al Santo , se content6 con desterrarle 4 la isla. de Patmos *.4 trabajar en las minas. Alli es donde martir, apdstol y profela de la Ley nueva, san Juan escribié sa Apocalipsis. La palabra Apocalipsis significa revelacion ; el Salvador da 4 conocer en ella 4 su virgen discipulo lo que ha de suceder al fin de tas siglos, asi como las maravillasde Ja Jerusalen celestial , conocidas tnicamente hasta entonces de los Angeles, pues tanto se complace auestro Dios en comunicarse a los corazones puros. Condenado al destierro y alrudo trabajo de las mi- nas en una edad muy avanzada, san Juan esperaba que pronto ve- ria terminar su vida con el martirio; pero su divino Maestro le quilé esla esperanza. Habiendo sido asesinado Domiciano el aiio siguiente, Nerva, ador- nado de excelentes cualidades y de un caracter naturalmente paci- fico, fue elevado al imperio|, y'san Juan consignié la libertad de re- gresar Efeso. Tenia 4 la sazon cerca de ochenta y dos afios de edad, pero su extrema vejez no Je impedia ir 4 las provincias vecinas , ya para ordenar obispos, ya para formar nuevas cristiandades. Asi pues, gobernaba como antes todas las iglesias de Asia, y uno de los que ordendé en los wltimos altos de su gloriosa carrera fue el gran Poli- ‘carpo, @ quien inslituyé obispo de Esmirna *. “3 Te-tul, De Praescrip. c. 36. —Existe aun en el dia una capilla erigida en @llugar del martirio, cerca de la Puerta Latina. 2 Unade las islas Esporades, situadas en el mar Egeo 6 el Archipiélago. 2 Tertul. De Praescrip. ¢. 32. Ww > — tL — Por la misma época se manifesto tal como era el corazon del dis- cipulo amado. Habiendo ido el santo anciano 4 una ciudad inme- diata 4 Efeso * lamé al Obispo, y en presencia de todo el pueblolle presento un jéven que 4 las gracias corporalesreunia un natural vie yo y ardiente. Os recomiendo a este jéven, le dijo, en cuanto me es posible, y os le doy en depésito en presencia de Jesucristo y de la Iglesia. El Obispo prometié tener cuidado de ¢1; pero muy pronio descuidé su promesa, y el jéven viviendo en una excesiva libertad se corrompié con el trato de las personas de su edad. Arrebatado por el ardor de su natural, como un caballo fogoso que rompe las rien- das, bien pronto sobrepujé 4 sus compaiieros; y poniéndose a su ea- heza , formé una cuadrilla de bandidos, y nadie era mas violento, mas cruel y mas temible que ¢l. Algunos negocios obligaron en tanto al Apéstol 4 volver a la wis- ma ciudad, y despues de arreglarlos, llaméal Obispo y le dijo : De- volyedme el depdsito que Jesucrislo y yo os hemos confiado en pre- sencia de la Iglesia que presidis. El Obispo quedé asombrado. Os vyuelvo a pedir, afiadié el Apdstol, el joven, elalma de vuestro her- mano que os he confiado. El Obispo , bajando los ojos, le dijo lo- rando : ;Ha muerto! gCémo? replicé el santo anciano, gde qué gé- nero de muerte? Ha muerto para Dios, respondid el Obispo ; se ha hecho un malvado, un perverso, y para decirlo todo, un ladron, En vez de estar aqui en la iglesia, se ha apoderado de un monte, don- de se halla con ena cuadrilla de bandidos como él. Al oir estas palabras el Apdstol desgarré sus vesliduras, y exha- Jando un profundo suspiro, le dijo golpedndose la cabeza: 4 Sera cierto que habeis sido un infiel custodio del alma de vuestro herma- no? Que me traigan un caballo y me dén un guia. Y no prestando oidos mas que 4 su caridad , el vencrable anciano monta a caballo y se dirige al monte indicado. Pronto le detienen los centinelas de los bandidos; pero en vez de huir y de pedirles la vida, exclama en alta voz: He venido para que me prendiérais; levadme 4 la pre+ Sencia de yuestro capitan. ¥ le conducen anleel jéven que le espera on las armas en la mano. Reconoce este al momento 4 san Juan, y Meno de terror emprende la fuga. El Santo olvida su debilidad ysus muchos aiios para correr tras él con todas sus fuerzas gritandd : «| Hijo mio! jhijo mio! gpor qué huyes de mi? gpor qué huyes de * $. Chrys, ad Th. ; Baron. lib. 1, ¢. 98; Eusebio, libs IM;/¢/28. an =— 69 = «iu padre? gqué lemes de un anciano débil y sia armas? {Hijo mio! «ten piedad de mi; no temas, que hay para li esperanza de salva- «cion. Yo responderé por tia Jesucristo, yo padeceré muy gusloso «por tila muerte, yo daré mi alma por la tuya. Detente, créeme : «Jesucristo me envia hacia ti.» El joven no pudo resistir 4 tan tiernas palabras , se detuvo, ar- rojé sus armas, y bajando los ojos provumpié en copioso Hanto Cuando vid que el santo anciano se acercaba, fué 4 abrazarle y le baiié con sus lagrimas; pero tenia cuidado de esconder su diestra. porque estaba manchada con una multitud de crimenes. El santo Apéstol le estreché contra su corazon, le asegurd nuevamente y con juremento que le alcanzaria del Salvador el perdon de sus pecados, y hasta se puso de rodillas delaate de él, tomandole, con una bondad imposible de admirar bastante, la mano derecha que ocullaba, y be- sandola como manifestindole que estaba purificada ya con las lagri- mas de la penitencia- El buen pastor , glorioso con su conquista, volvid al redil aquella oveja extraviada, y la presenté a la asamblea de’ tos fieles. Ni se content6 con esto, pues ofrecié 4 Dios continuas oraciones por aquel joven, se mortificd con él, le suaviad el corazon con diversas pala bras de la Eseritura, como por un santo encanto, y no se separé de él hasta haberle restablecido en la Iglesia por medio de la absolu- cion de sus pecados y la participacion de los Sacramentos. San Juan eseribio tambien su Evangelio en la ciudad de Efeso. despues de su regreso de Patmos, y lo hizo 4 ruegos’ de sus disel- pulos , de casi todas las iglesias de Asia y de todos Jos fieles de las provincias vecinas, que fueron & suplicarle que diera por escrito un iestimonio auténtico de la verdad. Antes de principiarlo ayund ¢ hi- zo oraciones publicas , y despues de una revelacion profunda, pro- nuncié las primeras palabras ': En el principio era el Verbo, y el Verbo eracon Dios, y el Verbo era Dios, etc. Los dermis Evan gelistas habian dado 4 conocer la humanidad del Salvador , mas san Juan nos revela su divinidad ; tal es su principal objeto. El Apéstol amado escribié tambien tres epistolas que consérva~ ‘mos, yson dignas del discipulo predilecto del que es todo amor. Dios permilié que san Juan Megara 4 una avanzada edad para que se con- solidase la obra evangélica ; reducide por causa de su extrema ve- + Véase Tillemont, t. 1. TY — 3 jez & no poder ir a la iglesia, le conducian ella sus discipulos , y no leniendo fuerzas para pronunciar largos discursos , solo decia al ‘pueblo en todas las asambleas estas breves palabras : « Hijos queridos, camaos unos & otros.» Como se fastidiasen de oirle repetir siempre Jo mismo, les did esta respuesta verdaderamente digna del Aposto) del amor ; «Es el mandamiento del Sefor ; con tal que se cumpla, «esto basta '.» Su vejez no era triste ni angustiosa , y queria que se entregasen a inocentes diversiones de que él mismo daba ejemplo. Un dia en que estaba entreteniéndose en acariciar una perdiz domesticada , le vid un cazador que se asombro al parecer de que tan grande hom- bre se rebajase @ tal pasatiempo. «{ Qué teneis en la mano? le dijo «san Juan. — Un areo, le respondio el cazador. — g Por qué no He- «yais siempre la cuerda tirante? — Porque perderia su fuerza. — «Pues bien, aiiadié el santo Apéstol, por la misma razon doy alguna «tregua & mi espirilu.» Cuando llegd, por fin, a los cien alos, en- irego su hermosa alma en brazos de aquel en cuyo seno habia te- nido la dicha de reclinarse. Fue sepultado en Efeso. El sexlo conquistador evangélico es santo Tomas , que como los demas de quienes hemos hablado ora judi de nacimiento, y es aquel a quien el Salvador resucilado permitio que pusiese su mano en la aberlura de sus heridas. Despues de la ascension parlié 4 Orienle y Mev el Evangelio a Persia, 4 Etiopia y a la India *, donde sellé con su sangre la doctrina que habia predicado. Se ignora 4 punto fijo el lugar y el aiio de su martirio, y unicamente se sabe que su cuerpo fue trasladado posteriormente 4 Edesa, ciudad célebre de Mesopotamia *, donde por muchos aiios fue objeto de singular de- vocion. Nada debe admirarnos este culto, cuando se reflexiona que somos deudores de la ventaja de conocer‘ el Evangelio y de ser cris- lianos 4 los esfuerzos y padecimientos de los Apdstoles. El séplimo es Santiago el Menor : era hijo de Alfeo y de Maria, proxima parienta de la Virgen santisima. San Jerénimo y san Epi- fanio nos dicen que el Salvador le encomend6 en el momento de su ascension la iglesia de Jerusalen, y que por consiguiente los Apés~ toles le nombraron Obispo de esta ciudad cuando se dispersaron para ‘8. Hier. én epist. ad Gal. lib, UT, ¢. 6. > S. Chrys. t. VI, homil. XXXI; Baron. 44. 3 San Gregorio de Tours, Gloria martyr. c. 32. — Bi ir 4 predicar el Evangelio. El santo Obispo de Jerusalen obligé 4 los judios 4 que le respetasen pesar del encarnizamiento con que per- seguian los Cristianos. Por los atos de 59 escribié la epistola que Heya su nombre, y que tiene el titulo de catdlica 6 universal, porque no fue dirigida 4 una iglesia particular, sino & todos los judios con- vertidos que se hallaban esparcidos por todo el universo. El Apéstol refuta en ella ciertos falsos doctores que enseiiaban que la fe bas- taba por si sola para Ja justificacion, y que por esta razon eran inu- tiles las butnas obras; da tambien excelentes reglas para llevar una vida santa , y exhorta 4 los ficles 4 recibir en sus enfermedades ¢] sacramento de la Extremauncion. Habiendo burlado san Pablo en Ja misma época con su apelacion al Emperador los perversos designios de los judios, resolvieron es- tos descargar toda su encono sobre cl santo Obispo de Jerusalen. El sumo pontifice Anano, digno hijo del famoso Anas de quien se ha- bla en el Evangelio, convocd el Sinedrio, é hizo comparecer @ San- tiago con otros varios cristianos. Acusaron al Apéstol de haber in- fringido la ley de Moisés, y le condenaron a ser apedreado. Antes de entregarle al pueblo, le llevaron 4 lo alto del templo exigiéndole que renegase alli de su fe, de modo que todo el pueblo oyese su voz. Este sera, le dijeron, el medio de desenganar 4 los que has seduci- do. El Santo, en vez de hacer lo que exigian, empez6 4 confesar & Jesucristo del modo mas solemne. Los Escribas y Fariseos llenos de ira exclamaron : ; Como! gasi se extravia el hombre justo? Y su- bieron precipitadamente al lugar donde estaba, y desde alli le pre- cipitaron. Santiago no murié de la caida ; aun tuvo fuerzas para arrodillar- se, y en este ademan alz6 al cielo los ojos y rogé.4 Dios que perdo- nase @ sus asesinos diciendo como su divino Maestro : No saben lo que hacen. El populacho le arrojé una nube de piedras , hasta que un batanero le acabé de matar descargandole en Ja cabeza un golpe con una palanea de las que le servian para batanar el paiio. Sucedio esto el dia de Pascua, eb 10/de abril del aio 61 de Jesueristo*. Kra Aal la opinion que los judiostenian de su santidad, que alribuyeron su muerte injusta la destruccion de Jerusalen *. El octavo conquistador evangélico es san Felipe. Este nuevo Apés- * Eusebio, pig, 64. a * Josefo, Antig. lib. XX, c. 8. ay v. — b — tol era de Bethsaida de Galilea, y fue uno de los primeros diseipulos del Salvador. Cuando los doce pescadores de hombres se dispersaron por todas las partes del mundo despues de la venida del Espiritu Santo, san Felipe partio a las dos Frigias, donde el glorioso vence- dor del Gentilismo gozé mucho tiempo del fruto de su victoria, pues san Policarpo, que no se convirtio hasta el aiio 80 de Nuestro Seitor, tuvo por algun tiempo Ia dicha de platicar alli con él: Fue sepultado en la ciudad de Hierapolis de Frigia, y mas de una vez se creyé esta ciudad deudora de su conservacion dlos milagros continuos que se obraban por virlud d2 su santo Apéstol. El noveno es san Bartolomé > galileo de nacimiento, fue puesto por el mismo Salvador en el nimero de los Apéstoles , y cuando sus com- paiieros, al salir del Cendculo, se dirigian unos hacia el Occidente, y otros hacia el Mediodia y el Norte, san Bartolomé se propuso re- correr las comarcas mas barbaras de! Oriente , y penetré hasta los confines de las Indias *. Los antiguos entendian algunas veces bajo este nombre no solamente la Arabia y la Persia,-sino tambien la In- dia propiamente dicha. En efecto, hablan de los bracmanes de este pais , famosos en el universo por su pretendido conocimiento de la filosofia y por sus misterios supersticiosos. Cuando san Pantenes fué en el principio del siglo IIT 4 las Indias para refatar 4 los bracma- nes, hallé entre ellos vestigios del Cristianismo, le enseiiaron una copia del Evangelio de san Mateo en hebreo, que le aseguraron ha- bia llevado 4 aquellas comarcas san Bartolomé cuando planté en ellas la fe *. E] santo Apéstol volvié los paises situados al Noroeste del Asia, y vio 4 san Felipe en Hierapolis de Frigia ; de alli se dirigié 4 Li- caonia, donde, segun afirma san Criséstomo, ensefié 4 los pueblos la religion cristiana , y finalmente penetré en la Grande Armenia para predicar la fe 4 una nacion lenazmente adherida 4 las supers- ticiones de la idolatria, y recibié alli la corona del martirio *. Los historiadores griegos y latinos estan acordes en decir que fue cruci- ficado y desollado vivo. Lareunion de estos dos suplicios era usada no solamente en Egipto, sino hasta entre los persas, y los armenios podian haber imitado de estos ultimos pueblos vecinos suyos seme~ ‘ Eusebio, lib. V, ¢. 40. 2 Eusebio, pig. 178. 3 San Gregorio de Tours, lib. 1, c. 34. = i jante género de barbarie. Se eree que la ciudad de Albandpolis, donde fue martirizado, es la ciudad de Albano, situada en las cos tas del mar Caspio confinantes con la Armenia, &Quién puede recordar sin asombro las numerosas ecarceles que los Apéstoles santificaron con su presencia, y las vastas regiones. que Tecorrieron y regaron con su sangre? Pero al admirar el ardor de su celo y el heroismo de su valor, jcudl hemos de humillarnos: al ver nuestra pereza, nosotros que nada 6 casi nada hacemos para ex- tender el reino de Dios entre las naciones, ni para la santificacion de nnestras propias almas ! Mientras san Bartolomé se entregaba 4 tanto trabajo y tantos pa- decimientos en las Indias y en la Armenia, el décimo conquistador evangélico penetraba en Eliopia y en Persia '. Este nuevo Apéstol es san Mateo. Llamado de su oficina de los impuestos al apostolado por el mismo Salvador, nose da otro nombre que el de su primera profesion ; siempre se llama Mateo ef Publicano, Su humildad usa este lenguaje para que admiren todas las generaciones el poder y la misericordia del que hasta de una piedra sabe hacer, cuando le pla- ee, un hijo de Abraban. Antes de partir a sus lejanas misiones es- eribié su Evangelio *, como si obligado 4 separarse para siempre de sus queridos nedfitos de Jerusalen quisiera suplir con su libro la falta de su presencia. Dio a su obra el nombre de Evangelio, es decir, buena y feliz no- licta, y con razon , porque gqué nuevas hay mas felices que, con- tando la vida del Verbo hecho carne, anunciar a todos los hombres; hasta 4 los mas perversos, la reconciliacion del cielo con la tierra, el perdon del pecado, nuestra libertad del inferno, la adopcion de los hijos de Dios, la herencia de su reino-y la gloria de ser herma- nos de su tinico Hijo? San Mateo se detiene en su Evangelio en des- cribir la generacion temporal del Redentor, y deja & san Juan el euidado de completar lo que habia principiado descubriendo su na— cimiento eterno. 4 Qué cosa mas justa, sino que el que se habia con- verlido despues de muchos peeados , fuese el primero en anunciar la miscricordia infinila del Salvador , que vino 4 llamar, no-a los jus~ tos, sino 4 los pecadores? San Mateo vivia muy austeramente y no comia carne, sustentan- Soer. lib. I, ¢. 19, pag. 50; Ruff. lib. X, ¢. 9, pag. 464. 2 Eusebio, pag. 98. —( — dose solo de yerhas, raices y frotas silvesires *, Muri en Luh, 2 el pais de Sennaar, que formaba pone de la antigua Nubia, ¥ que esi entre la Abisinia y el Egipto. Asi es como, por mandato de Ia Providencia, cada apéstol debia descansar despues de su muerte en el pais que se le habia designado para plantar el Evangelio. Po- derosos custodios de nuestra fe, velad por vuestra obra desde los cielos. : Aunque Dios se glorifica haciendo que brillen con esplendor las grandes acciones de sus siervos, se complace a veces en Aenerlas ocultas, queriendo ensefiarnos con esto su infinita sabiduria 4 que amemos nosotros la oscuridad y el olvido del mundo. Tal es la re- flexion que inspira la vida de san Simon, pues todo lo que se sabe de este undécimo Apéstol se reduce 4 que el ardor de su celo por la gloria de su divino Maestro le valid el sobrenombre de Celoso. Los wartirologios de san Jerénimo, de Beda, de Adon y de Usuardo fi- jan su martirio en Persia en una ciudad llamada Suanir, y atribu- yen su muerte al furor de los sacerdotes iddlatras. ~ El duodécimo apéstol es san Judas : tiene por sobrenombre Ta- deo, que quiere decir alabanza , y Lebeo, que significa un hombre de espiritu ; era hermano de Santiago el Menor y préximo pariente de Jesucristo ; elegido como los demas para arrancar el universo del imperio del demonio, salié de Judea despues de Pentecostes , pasd al Africa, y planté la. fe en la Libia *. San Judas volvié 4 Jerusalen el aito 63 de Jesucristo, y asistio & la eleccion que se hizo de su hermano san Simeon para gobernar la iglesia de esta ciudad. Cuén~ tase que murié en Araral de Armenia , y es indudable que los ar- menios honran aun 4 san Bartolomé y 4 san Judas como @ sus pri- meros apéstoles *. Tenemos una Epistola de san Judas dirigida & todas las iglesias y en particular 4 los judios convertidos , y escrila especialmente con el fin de preeayer a los fieles contra las herejias nacientes de los Nicolailas y los Gnosticos. San Judas era easado antes de su vocacion al apostolado ‘. La historia habla de dos nietos suyos, dignos por sus virludes de su ilustre abuelo ; aquellos inocentes cristianos poseian en comun dos * §.Clem. Alexand. Paedag. lib. 11, c. 4. * San Paulino, Carm. 26. 2 Véase Joaquin Schroder, Thes. ling. armen. pag. 149. ‘ Eusebio, Hist. lib. III, ¢. 20, » cou Re fanegas de tierra que cultivaban juntos, y el producto de tan corta herencia les bastaba para pagar los wributos que Domiciano exigia 4 Jos judios con extremo rigor. El receloso tirano no se contenté con esto, y mand6 que se diese muerte 4 todos los descendientes de Da- vid para quilar 4 los judios todo pretexto de rebelion. Denuncii- Tonse por consiguiente los nielos de Judas como de la raza real de David y parientes de Cristo, y fueron presentados 4 Domiciano, El Emperador les interrogo sobre su origen , sus riquezas, sobre el Me- sias y su trono, & Lodo lo cual respondieron con entera sinceridad. Sus manos encallecidas por el trabajo demostraban bastante que era verdad lo que decian de su pobreza ; en cuanto al Mesias, declara- ron que verdaderamente era Rey, pero que su reinado no ostenta- ria todo su brillo hasta el fin del mundo, cuando viniera 4 juzgar & los vivos y 4 los muertos. Admirado de su sencillez y tranquilizado con la bajeza de su condicion actual, el Emperador les despidid co- mo personas que de modo alguno debia temer , y clevados poste- ome al sacerdocio, gobernaron santamente iglesias considera- les *. El nombre de san Matias, de quien vamos 4 hablar, no puede pronunciarse sin despertar un doloroso recuerdo. Judas Iscariote ha- hia dejado con su traicion y su muerte una plaza vacante en el co- legio apostélico , y fue elegido para reemplazarle san Matias algu- nos dias antes de Pentecostes. Se ignoran la historia de sus conquis- tas evangélicas y los pormenores de su muerte, y su vida, como la de san Simon, esta ocullaen Jesucristo y escrita tinicamente por los Angeles en el libro inmortal de la eternidad. Doce de aquellos ilustres peseadores cuya historia’ acabamos de bosquejar fueron enviados directamente para coger en la red de la Iglesia 4 los hijos de Abrahan. Asi como, con una bondad que no Se cansa jamais, Dios habia tenido 4 bien , 4 pesar de Ia muerte de su Hijo, recordar las antiguas promesas heehas 4 los Patriarcas, los judios debian ser los primeros en entrar en el reino de Dios; pero su obstinacion obligo al Omnipotente 4 dar al Mesias un pueblo nue- vo, y los gentiles fueron los herederos de sus promesas. Pablo fue llamado para ellos al apostolado, y su celo correspondié a sn vasta mision. ; Ala historia de los doce conquistadores, 4 quienes los pueblos 1 Tillemont, t. I. = — 9 — modernos no pagaran nunca el tribulo de reconocimiento aque les son acreedores, aiadamos la de san Marcos y san Lucas. Estosdos fieles compaiieros de san Pedro y de san Pablo merecen bajo muchos conceptos los homenajes de las naciones cristianas , en primer lugar porque parliciparon de los trabajos de sus ilustres patronos, y por- que nos transmitieron la historia del Salvador y de las primeras con- quistas evangélicas. ae ’ San Marcos era judio de nacimiento, y atraido 4 la fe por los Apéstoles despues de la ascension, llego @ ser el companero fiel de san Pedro, El Jefe del colegio apostdlico convirtié en su primer viaje 4 Roma un gran mimero de personas , y san Marcos escribid su Evangelio' 4 ruego de estos nuevos fieles, y particularmente de los caballeros romanos. Recopilé todo lo que habia oido al Apdstol,, y for- mé su obra. San Pedro quedé admirado del celo que demostraban los Cristianos por la palabra de vida, aprobé el Evangelio de san Marcos, y le imprimi¢ el sello de su autoridad para que fuera leido en las asambleas de los fieles ; y al partir el Apdstol 4 Oriente, en- vid 4 san Marcos 4 Egipto con el titulo de Obispo de Alejandria, que era, despues de Roma, la ciudad mas célebre del mundo. : San Marcos predieé doce aiios en diversas comarcas de Egipto, despues de los cuales fué 4 Alejandria, donde formé en poco tiempo una iglesia muy numerosa. Los asombrosos progresos del Cristianis- mo excitaron tanto furor 4 los gentiles, que resolvieron dar muerte al instrumento de tantas maravillas; pero san Marcos hallé el medio de librarse de su rabia por algun tiempo. Fue deseubierto, por fin, mientras ofrecia 4 Dios la oracion, es decir , mientras celebraba los sagrados misterios ; los paganos mas enfurecidos se apoderaron de él, le ataron con cuerdas y le arrastraron por las calles diciendo a voces que era preciso llevar aquel buey 4 Bucoles, que era un lugar cereano al mar y erizado de peiiascos y precipicios. Esto sucedio el 24 de abril del aio 68 de Jesucristo y décimocuarto del reinado de Neron. : El Santo fue arrastrado durante todo el dia; la tierra y las piedras quedaron teftidas con su sangre, y se veian por todos lad od pedazos desu carne: El venerable anciano no cesaba de bendecir Diosdu- rante'su espantoso suplicio por haberle juzgado digno de padecer por la gloria de‘su nombre, y cuando Ilegé la noche los'gentiles le 1 Eusebio , lib. HY, ¢. 45. =i) hundigron en un calabozo. Al dia siguiente por la maiiana le arras- traron como cl dia anterior y espiré en este suplicio ; los cristianos recogieron los restos de su cuerpo y los sepultaron en Bucoles, en el mismo sitio donde acostumbraban reunirse para la oracion. San Marcos no hace mas que compendiar en su Evangelio el de san Mateo; su modo de narrar es conciso, ¢ interesa singularmente por los encantos de una elegante sencillez; 4 ejemplo de san Mateo, nos da 4 conocer al Salvador como hombre, como legislador y como modelo, y no cuenta lo que el Hijo de Dios dice de venlajoso para san Pedro, sino que relata su desprendimiento con mucha extension para secundar la humildad del santo Apdstol. Es diferente el estilo narrativo del Evangelista cuya historia va- mos 4 exponer. San Lucas se propuso, 4 lo que parece, por objeto mostrarnos al Salvador como sacerdote y pastor, y solo en su Evan- gelio se halla el relato de varias circonstancias relalivas a la encar- nacion , como la anunciacion de este misterio 4 la Virgen santisima, su visita 4 santa Isabel, la parabola del hijo prédigo, y olras varias particularidades del mismo género. Su estilo es claro, elegante y va- riado; los pensamientos y la diccion de una sublimidad que sor~ prende, y se admira en él al mismo tiempo esa sencillez que forma el caracter distintivo de los escritores sagrados. La energia con que habla el Evangelista de la paciencia , de la mansedumbre y dela ca~ ridad de un Dios hecho hombre por nosotros ; su serenidad de animo al relatar los padecimientos y la muerte del Salvador ; su alencion en evilar las exclamaciones y en abstenerse de esos epiletos duros que tan comun es dar 4 los enemigos del que se ama ; todo tiene un no sé qué de grande, noble, inleresante y persuasivo que vanamen- te se buscarian en los mas bellos adornos del lenguaje. Esta senci- {lez contribuye 4 que las’ grandes acciones hablen , por decirlo asi, por si mismas, y la elocuencia humana solo serviria para disminuir su brillo. Despues de haber dado 4 conocer la obra, demos 4 conocer al au- lor. San Lucas era de Antioquia’, metrépoli de Siria, donde hizo ex- celentes estudios, que perfeccioné viajando por Grecia y Egipto. Su aficion le inclind particularmente 4 la medicina ; pero solo despues de su conversion al Cristianismo la caridad le impulsé, @ lo que pa- rece, @ejercer un arte que no es incompatible con las tareas del mi- nisterio apostélico, San Jeronimo asegura que sobresalia en él, y te ; ante. toda Ja tradicion afiade que no era menos diestro en la pintura. Era ya un perfecto modelo en todas las virludes cuando sat Pa- plo le eligié por cooperador y compaiiero de sus lareas por los afios de 51 de Jesucrislo; y estos dos grandes Santus no se separaron ya sino 4 intervalus, y cuando la necesidad de las iglesias lo exigia. San Lucas siguié 4 Roma al grande Apéstol en 61, cuando fue enviado preso, y no se separé de é1 hasta que tuvo el consuelo de verle libre otra vez en 63. En este mismo aio terminé los Actos de los Apéstoles, preciosa historia que habia principiado en Roma por inspiracion del Espiritu Santo *, y que es en cierto modo ta continuacion de su Evangelio. Se propone refular en ella las falsas revelaciones que se publicaban sobre la vida y trabajos de los fundadores del Cristianismo, y legar con el relalo auténtico de las maravillas de que Dios se habia servido para formar su Iglesia una prueba invencible de la resurreccion del Salvador y dela diyinidad del Evangelio, Despues de la muerte de ‘san Pablo, el Evangelista predicé en Italia y en Dalmacia, y corond su larga carrera con un glorioso martirio *. fis digno de advertirse que Dios mandé escribir su Ley, por de- cirlo asi, & su pesar y como forzado, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento. La lradicion oral es mucho mas conforme a la sencillez ¢ inocencia que Dios desea ver entre los hombres, y es tam- bien mas propia para estrechar los lazos de familia y hacer de todos los hombres un solo pueblo de hermanos. Asi pues, no se ve que Nuestro Seiior encargase 4 sus Apéstoles que extendieran por es- crilo la historia de su vida 6 de su doctrina; y los autores que la die- ron se determinaron 4 hacerlo por diversas circunslancias y por ins- piracion del Espiritu Santo. San Mateo escribid su Evangelio 4 ruc- gos de los judios convertidos de Palestina; san Marcos escribid el suyo & ruegos de los ficles de Roma, y los Obispos de Asia suplica~ ron 4 san Juan que les dejase un testimonio auténtico de la verdad contra las herejias de Cerinto y de Ebion *. San Ireneo, san Jerénimo y san Agustin ven una figura de los Evangelistas en los cuatro animales misteriosos de Ezequiel y del ‘ §, Hier. Catalog. vir iltustr. ¢. 7. * Véase san Gregorio Nazianceno, or. II, y san Paulino, serm, XVI, * Veéase Euscbio, lib. IU, c. 24; lib. Ul, c. 15; sam Jerénino, Prol. in Matth. ” — 6 — Apocalipsis , y por esto el retrato de cada Evangelista va: acompa~- jiado de uno de estos animales simbolicos. Se conviene generalmente en que el dgwila es el simbolo de san Juan, quien desde un princi~ pio se eleva hasta cl seno deJa Divinidad para contemplar en ella la generacion eterna del Verbo ; el buey es la figura de san Lucas, que empieza haciendo mencion del sacerdocio del Hombre-Dios y del sacrificio de Zacarias; san Mateo esti. representado por el animal que tenia la figura como del hombre, porque principia contando la gene- racion temporal del Salvador, y su objeto es darnos & conocer su santa humanidad ; finalmente, el Jeon caracteriza 4san Marcos, por- que explica la dignidad real del Salvador , verdadero leon dela tribu de Juda, y principia por su retiro al desierto, morada ordinaria de! leon. Oracion. Dios mio, que sois todo amor , gracias os doy por habernos trans- mitido yuestra santa doctrina , no solamente de viva voz, sino por escrito ; dignaos iluminar 4 los que aun no os conocen. Me propongo amar 4 Dios sobre todas las cosas, y 4 mi préjimo como 4 mi mismo por amor de Dios; y en testimonio de este amor, quiero leer el Evangelio con el mas profundo respeto. \ el — 6 — LECCION V ESTABLECIMIENTO DEL ORISTIANISMO. (SIGLO I, CONTINUACION ). Lucha del Gentilismo con el Cristianismo. — Roma pagana. El reino de los cielos 6 la Iglesia es semejante 4 un granode mos- taza, que siendo el mas diminuto de todas las semillas, se convierte despues en un arbol tan crecido que las aves del cielo _pueden poner los nidos en sus ramas, y revolotear por entre su follaje : esto es lo que decia el Salvador a sus Apéstoles, cuando recorria pobre y os- euro los pueblos de Palestina, Asi como no hay parte alguna en'la tierra que no visite el sol en su curso diario, del mismo mado no hay pueblo alguno debajo del cielo que no haya oido su voz; hé aqui lo quedecia diez siglos antes el Profeta real al yalicinar las con- © qguislas de los pescadores galileos. La historia de sus misiones es la realizacion literal de estas dos pro- fecias. El Oriente, el Mediodia, el Ocaso y el Norte vieron 4 aque- Nos conquistadores evangélicos que enarbolaron en todos los ambi- tos del globo el pendon victorioso de la cruz; esparcieron por toda Ja tierra la semilla de la verdad ; anunciaron la buena nueva 4 todas las naciones, y estas la recibieron con regocijo, y la excelente se- milla ha dado el ciento por uno. Cuando el ultimo de aquellos doce soles se ocullé en la ciudad de Efeso, Ja luz evangélica brillaba del uno al otro polo, habia cristianos en. ‘todas partes, y era inmenso'su numero. Hé.aqui, pues, una sociedad nueva que se forma en el seno de la antigua, y crece tan rdpidamente , que pronto se hallaran ambas frente 4 frente y trabardn Ja lucha, pues la sociedad vieja querra ahogar 4 la joven. Antes de describir Ja encarnizada lucha que va Aensangrentar el mundo durante tres siglos, es necesario conocer é fondo los dos campos opuestos ; al Gentilismo y al a al De esta nocion resullaran tres principales ventajas. 1° Al ver de una parte el viejo mundo, e] mundo pasa gas- tado por su incredulidad y sus, excesos; hirviendo en furor al ver » — th turbados su volupluosidad infame y su brutal despotismo ; dispo- niendo de toda la fuerza material , lanzando uno tras otro contra sy débil rival como rayos abrasadores sus edictos de proseripcion ge- neral ; armando de hachas 4 sus verdugos y proconsules ; desenca- denando todos los leones , ligres y 080s que podian proporcionark los desiertos de Africa y los bosques de Germania, y llamando ev su auxilio 4 sus legiones vencedoras del universo , su Senado y sus Emperadores ; y al ver de la otra parte la sociedad joven, la socie dad eristiana, compuesta de pequeios y de pobres , fuerte wnica- mente por su fe, y no oponiendo 4 su formidable enemigo mas qui sus angélicas virludes y esta unica palabra : Soy ertstiano, verémos con nuestros propivs ojos y tocarémos, por deirlo asi, con nuestras manos el brazo omnipolente que ha hecho que la debilidad triunfase de la fuerza y la victima del verdugo, y asombrados y confuhdidos adorarémos en silencio y dirémos con Tertuliano ; Esto es incom- prensible ¢ increible, luego es obrade Dios: Incredibile , ergodivinum. 2.* Cuando hayainos estudiado circunstanciadamente el estado det mundo gentil, reconocido cual era la abyeccion y la miseria profun- da del hijo, de la mujer, del esclavo y del pobre, y visto lo que ha hecho por ellos el Cristianismo , sabrémos hacer una diferencia en- tre ambas sociedades, y nuestro corazon se henchira de gratitud ,,y brotaran de nuestros labios continuas bendiciones al Dios salvadoi que habiéndonos arrancado de aquel horrible estado, en el cual hu biéramos nacido y moririamos & no ser por él, nos llamé a la luz a la dulce libertad y 4 los beneficios del Evangelio. 3.° Al conocer 4 los primeros crislianos, nuestros ilustres antepa sados, completarémos la falla de nuestra primera educacion, de esa educacion insensala que solo nos hablo de los héroes gentiles y de los dioses de la mitologia, como si fuéramos tiernos ciudadanos de Atenas y Roma, 6 futurosadoradores de Mercurio y de Jupiter. Las virtudes de nuestros padres nos ensefiaran cual es la santidad de nuestra vocacion, y nos dirémos 4 nosolros mismos : Hé aqui lo que hicieron nuestros padres y lo que ellos nos dicen como el divino Mo- delo : Os hemos dado el ejemplo para que hagais lo que hicinios. Siendo herederos de su sangre y de su nombre, ¢ por qué no hemos de poder hacer lo que ellos hicieron? Ningun cambio ha habido en Ja Religion ; adovamos al mismo Dios, profesamos el mismo Evan- gelio, yesperamos la misma recompensa. Hijos del viejo Adan como " — 6 -— nosotros, nuestros padres fueron débiles , tentados , pobres, perse- guidos y victimas de padecimientos , y solo en nosotros estriba el que seamos, como ellos , hijos del nuevo Adan, sencillos, sinceros, humildes, castos, resignados y carilativos ; &S preciso, si, es preci- 50; 4 este precio se logra el cielo. Para conocer debidamente la diferencia entre el Gentilismo y el Cristianismo, para apreciar la extension de los beneficios de que es acreedor 4 este ultimo el mundo, y para ver de cerca las virludes de nuestros padres en la fe, trasladémonos. 4, mil ochocientos aiios airas, y supongamos que Ilegamos 4 Roma el dia que precedié al martirio de san Pedro y san Pablo, y estudiemos circunstanciada- mente aquella famosa ciudad en la que se reflejaba entonces el mun- do entero como en un vasto espejo. El Gentilismo y el Cristianismo estan alli frente 4 frente : El primero ha llegado 4 su ultimo grado de desarrollo, y el se- gundo esl aun en Ja cuna. Dirijamos primero nuestras miradas al Genlilismo, y considerémosle sucesivamente en su culto, en sus cos- tumbres y en sus leyes; y 4 este triple cuadro opondrémos el culto, Jas costambres y las leyes del Cristianismo. El Gentilismo habita en Ja Roma que se muestra 4 la faz del sol , y el Cristianismo habite en una Roma subterranea. Veamos lo que era la Roma pagana. Tras setecientos anos de continuas guerras , los romanos habian Hegado 4 dominar el mundo. Como todos los pueblos gentiles, solo habian combatido para conquistar botin y esclavos, y para ellos Ja tierra fue una oveja que no se contentaron con esquilmar, sino que tambien la desollaron. Subamos 4 la cuspide del Capitolio, y vea- mos en qué convertian sus inmensos despojos. A nuestros piés se exliende una ciudad inmensa, en cuyo seno hormiguean mas de cinco millones de habitantes. Nada puede igua- larse al numero y magnificencia de sus palacios y templos, y asom- bra el que todo el oro del mundo haya bastado para construirlos y ornarlos. Roma fue edificada sobre siete colinas ; pero con motivo de su sucesivo incremento, comprendia en su recinto bajo los Césares y eoronaba doce de estas alturas *. Dividiase en eatorce barrios * , cu- * Los nombres de los siete collados primitives son : Palatino, Capitolino, Aventino, Celio, Quirinal, Viminal y Esquilino, y los de los demas :Janiculo, Monte-Cavallo, Pincio, Vaticano, Citorio y Giordano. 3 Hé aqui sus nombres : 4.° Puerta Capena ; 2.° Coclimontium; 3.° Isis y 5 TOMO V. — 66 — va eircunferencia total era de doscientos cuatro mil novecientos quin- ce piés ; contabanse cuarenta y ocho mil selecientas diez y nueve ca- sas, en cuyo nimero habia dos mil palacios de la mas increible mag- nificencia ' ; abovedadas hasta cierla altura y construidas de piedra refractaria al fuego , estaban aisladas entre si y sin pared interme- dia, siendo cada ona de ellas una ciudad entera, y veianse tambien foros 6 anchas plazas, circos, pérlicos, hafos, vastos jardines y ri- cas hibliotecas. Para salisfacer la molicie y dar pabulo 4 la ociosidad de sus vo- luptuosos moradores , Roma tenia novecientos establecimientos de baios, trescientos veinte y siele graneros de abundancia, y cuarenla y cinco palacios destinados al libertinaje. Veianse elevarse de su vaslo recinto cuatrocientos setenta templos de idolos en los cualesse adoraban treinta mil dioses. Roma poseia ademias cinco nauma quias, especies de lagos donde se representaban batallas navales ; estatuas y obeliscos sin ntimero; treinta y seis arcos de triunfo de marmol pre~ cioso y adornados de esculturas ; ochenla caballos de bronce dorado y noventa y cuatro de marfil; varios anfiteatros, de los cuales uno solo podia coatener ochenta y siele mil especladores sen tados ; el gran Circo, que contenia ciento cincuenta mil asientos, segun opinan los que le sefialan menos, y cuatrocientos ochenta y tres mil, segun los que le sehalan mas: no habia un solo hospital, y finalmente el pala- cio imperia) edificado por Neron, menas notable por el oro y piedras preciosas que formaban su ornalo, que por los campos, bosques y lagos de que estaba rodeado. De las veinle y cualro puerlas de Ro- ma salian veinte y cuatro vias, enlosadas con anchas piedras y con los margenes adornados de soberbios mausoleos , y que conducian dc ta capital del mundo 4 las provincias *. Bajemosahora del Capitolio y penetremos en lo interior de las ca- Serapis Moneta ; 4.° Templum Pacis; §.° Esquilina cum turre et colle Vimi- nali; 6.° Alta Semita; 7.° Via Lata; 8.° Forum Romanum ; 9.° Circus Flami- nius ; 10 Palatium; 41 Circus Maximus; 12 Piscina publica; 13 Aventinas; 14 ‘Trans Tiberim. 4 En las ediciones anteriores del Catecismo solo hablamos de los palacios. (Véase Onuphre, Descrép. urdis Romae, pig. 105; Nardini, Roma antiea pig, 74). — En esta apreciacion no'se comprenden los arrabalesique ocupaban dio de ta cual esta edificada Roma, | n esté sacada de’ Aurvlio Vicior y de Onupbre, lib. I, pagi- Ba 405.'( Véanise mas pormeaores en las Zres Romas, t. L). aT sas. Antes de llegar hasta el amo, ved esos millares de esclavasbe- dientes 4 todos sus caprichos y que encierram durante la noche en unas como carceles oscuras ¢ insalubres Hamadas ergastuia ; la plebe que hormiguea por las ealles se acuesta bajo los tejados, donde pue- de; durante el dia esla en el anfileatro y en los lugares de liberti~ naje, y no tiene mas que dos deseos : pan y diversiones *. El rico habita en aposentos con las paredes pinladas al fresco, el pavimento formado de ricos mosaicos y los arlesonados adornados de oro, con todo lo que para nosotros constiluiria un palacio de la mayor mag~ nificencia. La historia y los monumentos que subsisten aun nos en~ sefian que se prodigaban en el mueblaje el oro, la plata, el marfil, las piedras preciosas y las maderas mas raras y de mas valor. Ciceron , el modesto Ciceron , tenia una mesa de limonero que costaba doscientos mil sextercios, es decir, veinte y cinco mil francos, y por una casa que compro a Craso did tres millones y mediode sexter- cios, es decir, cualrocientos treinta y siete mil quinientos francos. Julio César tenia dos mesas que le coslaban doscientos cuarenta mil francos, y este mismo César asistia 4 los juegos publicos senta- do en una silla de oro macizo. Conlemos ahora la fortuna de algunos ciudadanos de Roma. Craso poseia dos mil millones de sextercios tanto en haciendas co- mo en dinero, sin conlar sus muebles y sus esclavos. Por esto decia modestamente que no debia llamarse rico al que con sus renlas no podia mantener una legion, y no se ignora que una legion se com- ponia de cerca de diez mil hombres. Séneca el filésofo poseia en bienes raices trescientos millones de sextercios. Otro romano llamado Cayo Cecilio Claudio Isidoro decla- réensu teslamento que, aunque habia tenido muchas pérdidas du- rante la guerra civil , dejaba sin embargo 4sus herederos cuatro mil ciento diez y seis esclavos, tres mil seiscientos pares de bueyes, dos- cientos cincuenta y siete mil animales de olras especies, y.seiscientos millones de sextercios. éPara qué hacian servir tan inmensas riquezas y el mundo entero sometido & sus leyes? En cuanto 4 Dios, para el sacrilegio; en cuanto asi mismos, para la inmoralidad ; y en cuanto 4 los demds, parala mas barbara opresion : todas las criaturas se habian convertido en instrumentos de crimen en las manos de aquellos seres degradados. 1 Duas tantum res ansius optat, panem et circens¢s, Be 25, Su religion cra una grande infamia, sus templos lugares de excesos, sus fieslas eseuclas de libertinaje , y ‘sus dioses todas las pasiones de su corazon. No hablarémos de sus misterios ni de sus iniciaciones secretas, pues toda alma honesta sabe por qué, y uni~ camente dirémos que el ejemplo de los dioses servia para alentar el crimen, y luchaban 4 quién les imitaria mejor. Como si Roma, a pe- sar de la multitud de sus propios crimenes , 10 hubiera:sido bastante rica en este género, adopts todos los de las naciones que sometia & su imperio, de modo que se veian dentro de sus muros divinidades de todos los nombres y figuras, saerificios y religiones de toda es- pecie. Satanas se presentaba alli bajo mil y mil formas 4 la adora— cion de los mortales, y Roma era el centro de su imperio, su tem- plo y su cielo. Ya se adivina lo que podian ser bajoel cielo abrasador de Italia las costumbres de los romanos con pasiones alimentadas por la opulen- via y favorecidas por la religion : su lujo y sus insensatas prodiga~ lidades excedian 4 toda ponderacion. Caligula gast6 en menos deun aio dos mil setecientos millones de sextercios que le habia legado el emperador Tiberio, y simples particulares, de regreso de sus expedi- ciones, sobrepujaban en magnificencia y en lujo los mas grandes monarcas : tal era el famoso Lieulo, quien, ademas de sus jardines tan célebres en- la historia, tenia varios salones 4 cada cual de ellos did el nombre de una divinidad, y este nombre era para su mayor- domo senal del gasto que intentaba hacer. Habiéndole sorprendido un dia Pompeyo y Ciceron, dijo que cenarian en el salon de Apolo, y les sirvieron un banquete que costaba veinte y cinco mil francos; y en otra ocasion aquel hombre se encoleriz6 contra su mayordomo que, sabiendo que habia de cenar solo, mando preparar una comida menos ¢-intuosa de lo ordinario. yNo sabias, le dijo, que Luculo debia comer hoy en casa de Laculo? Los excesos trastornaron su Ta- zon, y murid loco. Tilo Anio Milon muri debiendo cuarenta y dos millones qui- nientos mil francos. Otro, despues de haber consumido en la mesa seiscientos millo- nes de sextercios, se vid precisado 4 examinar el estado de sus ren- tas, y al ver que solo ascendian a doscientos cincuenta mil francos, 1 El sextercio valia dos sucldos y medio. (Véase Usos de los romanos , por Nieuport, lib. VI, pag. 282). " — 69 — se envenend creyendo que semejante cantidad no era suficiente para alimentar 4 un romano. Su cocina tan solo Je habia costado mil mi- Hones de sextercios ‘. Este hombre se llamaba Apicio. Sus titulos de gloria consislieron en ser inventor de guisados que Hevaban su nom= bre, y jefe de una academia de gula. Todos se entregaban mas 6 menos 4 tan repugnantes excesos, y el lujo de las comidas y festines agolaba los tesoros del Estado y la forluna. de las familias. Aquel pueblo de sibaritas necesilaba que le trajesen los pescados mas raros de los paises y costas mas remotos. Habian hallado el medio de servir cerdos enteros asados de un lado y hervidos de otro ; amontonaban juntos sesos de aves y de cerdo, yemas de huevo y hojas de rosa, y formaban del todo una pasta odo rifera, cocida 4 fuego lento con aceite, garo, pimienta y vino; antes de los banquetes comian cigarras para desperlar el apelilo , y recha- zaban los vinos mas exquisitos si no estaban mezclados con perfu- mes y aromas. Los Emperadores, léjos de reprimir este lujo que arruinaba a los ricos y exasperaba 4 los pobres, eran los primeros en dar ejemplo. Hemos visto cudles fueron las prodigalidades de Caligula; pero en ellas casi le igualaron sus sucesores. Vero dié un festin que cost seis millones de sextercios; Heliogabalo sobrepujo a todos sus anteceso— res : mantenia 4 los oficiales de su palacio con entraiias de barbo, sesos de faisanes y de tordos, huevos de perdia y cabezas de papa— gayo; daba a sus perros higados de anade, A sus caballos pasas de Apamenes, y 4 sus leones papagayos y faisanes; él ponia en su me- sa caleaiiares de camello, crestas arrancadas los gallos vivos, len- guas de pavo real y de ruisefior, garbanzos cocidos con granos de oro , habas guisadas con pedazos de mbar y arroz mezclado con per- las; salpimentaba tambien con perlas, en vez de pimienta negra, las trufas y los pescados, y artifice de guisos y bebidas, mezclaba la almaciga con el vino de rosa. Daba en el verano comidas cuyos adornos cambiaban cada dia de color; las estufillas, las ollas y los vasos de plata de cien libras de peso estaban cincelados representando las mas obscenas figuras ; los asientos de la mesa, de plata maciza, estaban cubiertos de rosas, violelas, jacintos y narcisos ; techos giratorios arrojaban flores con tal profusion que casi ahogaban 4 los convidados, y el nardo y los ' Senec. Cons. ad Helviam, c. 10. =W= perfumes alimentaban las lamparas de aquellos festines en que se cu- bria la mesa hasta veinte y dos veces con nuevos manjares. Al lujo de la mesa aiiadian los romanos el de los vestidos, Tam- bien Heliozabalo les servia de modelo; vestia trajes de seda borda- dos de perlas, no levaba nunca dos veces el mismo ealzado , el mismo anillo nila misma tiinica; los almohadones en que se acostaba estaban Henos det plumon arrancado debajo de las alas de las perdices, y se paseaba por entre pérticos sembrados de lentejuelas de oro en earros de oro incrustados de piedras preciosas, pues Heliogdbalo desdeiia- ba las carrozas de plata y de marfil, ¥ Si tales iniquidades y locuras fueran unicamente peculiares 4 un hombre, no se podrian deducir de ellas las costumbres de un pue- blo; pero Heliogabalo no habia hecho mas que reunir en su perso- na todo cuanto se viera antes de él desde Augusto hasta Comodo. E! ejemplo de los soberanos produjo su efecto, encontrando imitadores en todas las clases : las mujeres llevaban en sus adornos el sustento de varias provincias; cuando iba 4 levantarse la indolente matrona, se veia llegar una larga procesion de esclavas que le traian los ins- lrumentos de su tocado : un barreiio de plata i oro, un alfiletero, un espejo, tenacillas de rizar, pomadas y botes llenos de ungiientos para limpiar los dientes, ennegrecer las cejas, teiir y perfumar los cabellos. Parecia aquello el laboratorio de un farmacéutico. Pendian de sus orejas perlas preciosas; rodeaban sus brazos y mufecas bra- zaletes en forma de serpientes de oro; ceiia su cabeza una corona de diamantes y piedras de la India; colgaban de su cuello largas gargantillas; talones de oro adornaban su calzado de purpura, y pintaba con carmin sus mejillas para disimular su palidez. “Cuando no estaba todo 4 gusto de aquellas criminales mujeres, se dejaban llevar contra sus esclavas de extremas violencias; y ¢l toca- do de algunas era mas temible que el tribunal de los tiranos de Si- cilia *. Ademas de esta legion de personas ocupadas en vestirlas y adornarlas, habia otras encargadas tnicamente de decir su parecer, las cuales formaban una especie de consejo, y el tocado se discutia con tanta gravedad como si se tratase de la reputacion y de la vida. Habiendo dicho los médicos que fas lociones de leche de burra bor- Tan las arrugas , suavizan la tez y conservan su blancura, habia mu- jeres que para conservar la belleza de su rostro se lavaban setenta * Javenal, sétira VI. vi | varene nen — Ty — pects al dia (ntimero escrupulosamente observado) con aquel cosme- ; tico, ytodo el mundo sabe que Popea, tan vergonzosamente célebre ~ gn la vida de Neron, llevaba ordinariamente en su comitiva quinien- tas burras de leche, y se baiaba en ella para suavizar su citis t. No se atrevian a salir sin diamanles como un cénsal sin los dis- tintivos de su dignidad. «Yo vi, dice Plinio, y no era en una cere-

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