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ee Midas _ FERNANDO CoDDOU ~, CARMEN Luz MENDEZ. Tete ee peer a iets i moentura Carmen Luz Méndez y Fernando Coddou son psicdlo- fos titulados de la Escuela de Psicologia de Ia Pontificia Universidad Catdlica de Chile. stdin casados hace mis de 40 afios y tienen des hijas Carmen Luc integré un equipo de investigacién para el Departamento de Planificacién del Gobierno de Inglaterra y Fernanda obteve un Master of Science en psicologia clinica, realizado en la Universidad de Leeds. En ese pais ambos desarrollarom um intense rrabajo Tetapéution y de investigacidn. Crearon el Instituto de Terapia Familiar de Santiago, primero en [a formaciin de postitulo en el area sis- témica en Chile. A la fecha han formade a mis de 400 profesionales (psicdlogos y psiquiatras) en terapia familiar y en terapia de pareja, han supervisade unas 600 terapias de familia y/o parejas pobres y de extrema pobreza. En su consulta privada han levade a cabo (ene ambos) mis de tres mil terapias de pareja. Las autores han publicada en diversas revistas cientih cas evel drea de terapia familiar, de pareja e individual, asi como en la temiética de la separacion y segundos matrimenios. (abe mencionar La constituctin de lo petoligicu, esctito en conjunto con el Dr. Humberto Maturana y Famulias simultineas, por su especial aporte en Ja formaciin de terapeutas. Han realicade talleres para psicdloges y psiquiatras en Bogota, Mcdellin, Lima, Londres y Ardbalin fi. Fernando Coddou Carmen Luz Méndez La aventura de ser pareja EI DEBOLS!LLO La avencima de ser pareja Primera edicitin en este formato: febrero de 2006 © 2002, Fernando ( oddou-Carmen Luz Méndez ©) 2002, Random House Mondadori $A. Monjitas 392, of 1101, Sanciago de Chile E-mail: cditotialirandombousermondadesi cl www. randomboutemeondador.cl (Quedan riurosamente prohibidas, sint ba uutorizacin escrita de los titulares del copygrighr, bajo las condiciones escablecidas por Las Leyes, la reproduccidn toral o parcial de esta obra por cualguier ame- dio u procedimienco, comprendides la reproyratia y el tratamicnte information, asi como da diseribucién de epemplares de la misma mediante alyuiler © préstame publicos ISBN: O- H17-35024-% Lost nipe iin ent ef Registro de Propiedad Ineclectual: 125 447 Diiagramacidin: Gloria Rarrcs: Printed in Chile | Impress en (hile Impress por: Imprenta Salesianos $A A nuestros maravillosamente inesperados frutos, Cali, Andrea, Benjamin, Daniel, Ignacia, Xavier, Pascal y Ledn. * hadice ENGR ATOOU MTS an ow dete lae esa eg eelas wi nn iL DSTRODUGOIGH, | Sree wee ee oe epee acs 15 PRIMERA PARTE Carituto I: TA] PAREIA “NORMAL”: occ. 02.0. it Cartno TH: SER © TENER BAREJA... 2.02.2... 41 Carimuno Hl: Papepa ¥ FAMILLA: MuNDOS DIFERENTES <2. ees = Se ht Carimuto TV; ENAMORAMIENTO 2.022.202 .ce04 68 CAPITULO V: (CUANTOS SOMOS EN-LA RELACION DE PARRA <6... 0222. ST Cartuto Viz “GUERRA DE PARHIA" .. 1020.0... 118 SEGUNDA PARTE Cariruto VIL Pareja ¥ FAMILIA DE ORIGEN ..... 159 Carimuco VID: Comunicacton ¥ PAREIA ........ 183 Cariruco DG SEXUALIDAD 2... eee en en 202 Capita &: — INSIpELIMAD. -.. 2. 231 Cariruna Xi: Sen wompre / SER MUJER... .... 253 TERGERA PARTE Carino XIE Esrontanepan TRANSPARENCIA / HONESTIDAD ... Cariruto XID: La curiesmab y a. CONOCERNGS TANTO. .......--+- Capitulo XIV; “Ti RES RESPONSABLE” = Cariruto XV: COMPETENCIA... ...-...000.00 08 Carta XVI Mientras mAs “yo” menos Captruto XVIE: PoTENCIA DE LA RELACION.. 2. Cariruto XVIL:NosoTros ....... lo 265 279 285 297 300 303 316 Agradecimientos En primer lugar y en coherencia con la génesis de este libro, a Francisco Tepper e Isabel Buzera, de Editorial Grijalbo, quienes no sdlo nos solicitaron escribir este libro, sino que lo hicieron dandonos su toral confianza, su pleno apoyo y constante motivacin. Al mismo tiempo, y también de un modo que nos compromete, a todas las parejas que se arre- vieton a creer en nosotros, no sélo invitandonos a la privacidad de sus mundos, sino aceptando caminar juntos en conversaciones muchas veces muy dificiles. Esperamos no defraudarlos al reco- lectar los mas variados mapas que tejieron en su navegar, en la sintesis que hemos intentado para compartir esta enriquecedora experiencia con otros navegantes. A Bemardita Méndez, quien con afecto, cui- dado y claridad, nos dio su visién, que nos resulté muy dil, cuando estabamos dando los primeros pasos de este libro. A Maria Gandolfo, psicdloga clinica, terapeura de pareja y amiga, quien se dio el tiempo para te- visar minuciosamente muchos de los capitulos de este libro, aportandonos su criterio y experiencia. A Claudia Septilveda, secretaria ejecutiva de nuestro instituto ITF (Instituto de Terapia Fami- liar de Santiago) y nuestro primer rostro para la mayoria de las parejas que hemos atendido. Con u su habitual paciencia y efectividad, estuve siempre dispuesta a escribir, reescribir y volver a escribir las innumerables correcciones a las que este libro fue sometido. Aun en su juventud, ya es una vieja compafiera de nuestras aventuras profesionales. A quien nos persiguié por laraos afios apun- tandonos con su dedo y diciéndonos “tienen que esctibir un libto” y que sufié las consecuencias de su constante acecho, Gloria Kunstmann, psicé- loga, terapeuta de pareja, miembro del directorio de nuestro Instituto, supervisora y formadora de nuestros alumnos en entrenamiento por ya cast veinte afos pera por sobre todo una amiga de toda la vida. Transformé su afecto y lealtad en una mitada exigente y critica, corrigiendo, sugiriendo, conversando con nosotros cada una y todas las ideas que eventualmente quedaron plasmadas en este libro. Su disponibilidad, a cualquier hora de cualquier dia, sosreniéndonos y apoyandonos en nuestras vacilaciones y dudas, tetuerzan la aventura de la amistad, que cuando se tiene la suerte de que resulte, puede ser muy plena y fructifera. A Calti y Andrea, nuestras hijas, quienes par- Tieton su existencia viviendo la psicologia. Am- bas nacieron cuando estudidbamos en esa vieja escuela de la Alameda, y tuvieron muchos “tios” estudiantes, hoy famosos profesionales. A sus cortos afios, interactuaron Con furestros colegas J amigos ingleses que, como tales, las trataban como seres tan pensantes como ellos, lo que se ha traducide en que ambas mantienen hasta la fecha contacto con ellos, en su propio terreno. Al asentarnos nuevamente en Chile y con la creacién del ITE nos ayudaron en esta tarea en forma constante y en muy distintos niveles, pu- diendo ellas tener también el “privilegio” de ver pasedndose en piyamas por nuestra casa a las figu- ras internacionales mas influyentes de la terapia familiar. Dado este precoz y largo imprinting, no fue sorpresa para nosotros que ambas decidicran estudiar psicologia. Cali, después de unos afios, tecapacité y coherente con sus motivaciones y aptitudes mas profundas se decidié por los nifios, convirtiéndose en educadora de parvulos. Andrea continué por el camino de la psicologia. Al igual que nosotros, es terapeuta familiar y de pareja, pero, logrando su plena diferenciacién, cred su propio institcuto (Centro de Especialidades Tera- péuticas Neos), dedicdndose a la atencién integral y especializada de adolescentes. Asi, rampoco ella pudo escaparse de ayudamos una vez mas en este tiltimo y trascendente proyecto de escribir un Ii bro. Con la dedicacion sélo esperable de una hija, trabajé a nuestro lado coinspirando las ideas més importantes que logramos desarrollar y escribien- do innumerables capitulos en borrador, robandole muchas de sus escasas horas libres. Extrafiamente, queremos agradecer a un peda- zo de tierra. Este libre fue escrito concretamente en Tunquén, el cual, gracias a su contencidn y Magia, nos ayud6 a encontrar el espacio posible para que estas ideas fluyeran en un tiempo que no teniamos. Por ultimo, agradecemos a nuestra larga re- lacién de pareja que, una vez mas se las arreglé para que no solo logréramos la coordinacién que requiere escribir un libro juntos, otorgando espa- cio a nuestras diferencias, sino también para que distrutéramos haciéndolo. Gracias a Margot, Fernando, Carmen y Enrique. Tunquén, 2002 Introduccion Decidirse a ser pareja con otro, con el propésito de encontrarse en esa danza infnita que es la vida, es una aventura. Intentar escribir y deseribir sus intrincadas complejidades es otra arriesgada aventura. Es intentar contar historias de las que todos son expertos. La inmensa mayoria de las personas ha experienciado esta telacién. La inmensa mayoria ha tenido, tiene o desea tener una pareja. Los seres mas primarios, desposeidas de la posibilidad de una educacidn, las personas més sofisticadas, los jéve- nes, los no tan jévenes, los maduros, los que creen y los agndsticos, los romanticos y los escépticos, se viven en distintas intensidades con un otro. Quién no tiene alguna vivencia de lo que es intentar una conquista... Quién no ha sufrido la incertidumbre de no saber interpretar una mirada, una semisonrisa, una respuesta ambigua; lo que es sentirse enamorada, enamorado; lo que son el deseo, la atraccién, la esperanza, la rabia, la desilusi6n, la impotencia. Cudntas opiniones de- finitivas sobre lo que es esencial del matrimonio, del rol del hombre o la mujer, de c6mo desempe- fiarse frente al dinero, de quién debe hacer que, cuando y cémo, hasta en los ambitos de aquello que se supone mas orientado por el instinto. Pretender, entonces, mostrar los caminos que podrian conducir a los espacios deseados y no a estrellarse en las rocas, intentar sefalar hebras que al ser pulsadas contribuyan a deshilvanar fluidamente la madeja, pretender, al fin, algunos entendimientos que abran, que expandan, que permitan y no cierren espacios, es, lo sabemas, un arriesgado atrevimiento. iEs que por ser psicélogos, por haber estudiado el funcionamiento de lo psiquico, por tener una formacién académica y una larga experiencia clinica pensamos que entendemos mejor, sabe- mos mds, Conocemos este extrafhio mundo mas que otros? No, en absoluro. Seria negar el sello particular idiosineratico ¢ intimo de cada mundo de pareja. Mundo que, por una parte, est cons- tituido por las maravillosas complejidades del encuentro y desencuentro de los infinitos planos que lo configuran y, por otra, por la resultante de innumerables opciones en el uso de la mas plena libertad para vivir la vida como nos parezca. Asu- miimos, por lo tanto, que la construccién de una relacién entre dos seres humanos en su dimensién de seres bio-psico-sociales es de tal complejidad, que pretender que dicha complejidad se ajuste a un modelo de normalidad seria violentarla. {Qué sentido tiene, entonces, escribir un libro de una relacion, que, segiin nosotros MUsmMos, €5 tal, que nadie puede conocer mejor o mas que otros su realidad constitutiva? ;Qué sentido tiene escribir un libro de una relacim que no permite por lo tanto planteamientos respecte a su realidad objetiva o criterios de normalidad? Hemos visto en conjunto, en log mis de vein- ticinco afios de dedicarnos a hacer terapia, a alrededor de tres mil parejas. Cada una de ellas llegé a nosotros porque, al haberse entrampado en su caminar, se encontraba en un sutrimiento que sentia y pensaba que no podia resolver por st misma, donde ambos deseaban explorar la posibilidad de recuperar la relacién para intentar tescatar el fluir juntos en el reciproco disfrute. Todas las parejas han compartide con nosotros, en la construccién de su mundo tnico, sus ideas, sus cmociones, sus explicaciones, sus creencias y, muy especialmente, sus intentos de buscar modos de optimizar su encuentro, asi como de intentar evitar los entrampes, las confrontaciones, los caminos sin salida. En la explicita metafora del navegar, la recu- trencia de estos intentos van dibujando mapas. Son estos mapas de nhavegaciGn por estos com- plejos territorios los que hemos querido recolectar y¥ construir. El mapa es un “dibujo” esquemético y usual- mente sobresimplificado de la realidad mapeada, dibujo que define, las mas de las veces, el intento de registrar un posible caminar en ese territorio, mas que la descripcién de la inmensa y detallada configuracién de este. Lo que los hace atractivos (para nosotros) es su inttinseco respeto hacia quienes deseen utili- zarlos. El mapa no obliga, no subraya, ni siquiera sugiere. Es un esquemiitico intento descriptivo. La posible ventaja de poseerlo es que, siendo la opcién de wansitar por el territoria absolura- mente libre, nos permite saber gue aquel terreno oscuro en el horizonte es en realidad un conjunto de escarpadas tocas 0 que esa pradera suave es un pantano © que ese invitante y cristalino arroyo trae concentraciones metilicas que podrian resul- tar venenosas. Quien desee hundirse en los pan- tanos para tecorrerlos o imtemtar caprinamente saltar por las rocas o beber de esa agua cristalina, lo podra hacer a sabiendas, por ende, en un mejor uso de su libertad. Podriamos a estas alturas, entonces, plantear que lo que este libro pretende no es proponer un modelo en relacién a qué es una pareja “normal”, sino compartir algunos mapas que, sinretizanda las experiencias de un gran nimero de avenrure- ros, facilite el navegar por estos territorios. La construccién de los mapas, sin embargo, no ¢s ingenua. Esta contextuada por las opciones de entendimiento de quienes los construyen. Este libro esta escrito desde la perspectiva de ser psi- cdlogos clinicos, desde la experiencia terapéutica que este oficio permite y desde un conocimiento ordenador basado en un pensamiento sistémico. En la organizacién inicial de este libro y luego de conversar y compartir nuestras visiones funda- mentales (que, la verdad, mas bien fue un puris- mo innecesario por los muchos afios que llevamos trabajando juntos), decidimos que cada cual se haria cargo de poner en el papel ciertos temas. Todas las ideas planteadas aqui sen compartidas per ambos. Sin embargo, cuando estas salen de la mente de cada cual, roman formas diferentes. Asi tal vez sea posible distinguir esas diferencias en el uso del lenguaje, 0 en ciertas caracteristicas de la escritura misma en los distintos capitulos. De acuerdo a Io anterior, se podria pensar que a cada tema le podriamos asignar una autoria. Sin duda es basicamente asi pero, en el camino, cada cual ha incluido o modifeade el capitulo del otro, cambiandolo o precisandolo. El libro es nuestro. Sin embargo, en este desorden ordenado con que funcionamos, no siempre hablamos en plural. En un mismo capitulo se puede encontrar tanto el uso del plural como del singular. Creemos que este desorden simplemente tefleja los distintos ni- veles que comprende toda relacién de pareja; esta danza psicoldgica constante de la expresién de un yo aun nosotros y de un nosotros a un yo. Diferente es lo que nos ocurre en esta intro- duccién; la estamos escribiendo en forma simul- tdnea. Por supuesto estamas coordinados en las ideas, pero desconocemos cual es la forma final que tomard esta invitacién. Este desconocer el final de esta co-construccién, este armar, vivir y hacer simulténeo de minuto a minuto, descono- ciendo el resultado de ese fin es, sin duda, lo que constituye la aventura. En la relacién de pareja la aventura es la ausencia de certeza. Sélo existe la certeza del propio deseo de vivir la vida con ese otro pero sin conocer a priori su desenlace. Es entrar a una historia desconocida y, como todos sabemos, es una aventura riesgosa, independiente de cudn deseosos estén los involucrados de embarcarse en el proyecto de la vida juntos. En la vida de pareja pueden surgir caminos sin salida. No desconocemos tampoco los espacios de inferno que dicho mundo puede generar; las dudas y ambivalencias presentes en ese vivir con otro. Pero conacemos tambien que la experiencia de lograr vivir esa vida con otro desde el amor contiene una potencia y plenitud dificiles de describir. En el intento de facilitar de alguna manera el logro de esa potente aventura es que hemos trazado estos mapas, resistiendo la tentacidn lite- raria, y optando por un lenguaje directo a través de ejemplos concretos que emanan de nuestra experiencia clinica. Considerando ambos que hemos logrado co- construir la descripcién del contexto general desde el cual emerge este libro, queremos sdlo insistir en que este caminar juntos por espacios de emociones y acciones del mundo de pareja, refleja aquellos aspectos que se reiteran en los mundos de quienes hemos tratado. Es asi que la eleccién de estos caminos no emerge de nuestra propia vida de pareja y cl recorrido que estos toman, de nuestro propio recorrido. ' | Cada ejemplo clinico de este libro resume muchas situaciones de un mismo tipo que las personas que consultan nos describen. No representan por le tanto @ parejas o individuos en particular. PRIMERA Parte Capitulo if La pareja “normal” Existe un modelo correcto de ser pareja? 3Cémo debe ser una pareja normal o cual es la relacién normal de pareja? Si uno juzga por las respuestas que la mayoria de las parejas dan a esta pregunta se genera una situacién paradéjica. Las parejas tienden a respon- der que no piensan que exista un modelo Gnico de cémo se debe ser pareja. Que hoy, en nuestra realidad posmodema, las parejas pueden construir la relacién tomando opciones mas personales y escogiendo distintos caminos para desarrollar su relacién. La paradoja radicaria en que plantea- rian, al mismo tiempo, que esta “libertad para ser pareja” estarfa acotada o restringida por limites determinados por criterios de normalidad, inevi- tablemente generando la pregunta “jqué es una pareja normal?”. Y lo que surge es que cuando esa pareja comienza a describir su relacién, mds aun, cuando esto es en torna a sus problemas, plantean con total conviccidn cémo se debe ser pareja, cémo se debe construir el amor, la cantidad de tiempo que se debe desrinar a la relacidn, al comportamiento sexual, al modo de llevar la casa, al tipo de relacién que se debe establecer con los padres y hermanos de cada cual, ete. Hace dos © tres generaciones atras, en las de nuestros abuelos o bisabuelos, la concepcién del matrimonio y la constitucién de la familia posefa caracteristicas bastante definidas y globalmente aceptadas. El rol del hombre come marido y padre, eh tanto a sus responsabilidades y obligaciones, se adscribfa a patrones de comportamiento bastante universales, tanto como el rol de la mujer en su condicién de esposa y madre. El hombre, luego de “vivir la vida un poco” (o mucho en algunos casos) y Hegado a uma edad razonable, “sentaba cabeza” y aceptaba que habfa Ilegado el momento de casarse para formar una familia. La mujer era ensefiada desde nifia para cumplir su rol central de madre y duefia de casa, siendo el objetivo de casarse para formar una familia, una meta esencial de su vida. Fl “guidn” que prescribia la vida mari- tal y familiar era universalmente aceptado y poseia funciones bastante defnidas. El amor romantica era mas bien parte del mundo femenino, que se nutria de novelas y radiotearros, y quedaba fuera del mundo masculino. La motivacién de contraer matrimonio era usualmente decidida por el crite tio de constituir una buena familia con estabilidad en el tiempo. Los roles eran clara y notoriamente complementatios; el hombre era fundamental- mente un proveedor, para quien los asuntos de trabajo, negocios u obtencién del dinero eran, por una parte, su exclusiva responsabilidad y, por otra, su exclusive territorio, donde la mujer, por defini cién, no participaba. El papel de ella, en cambio, era esencialmente el de madre, para quien tener que dedicarse casi con exclusividad a sus nume- tosos hijos era una muestra de su condicién “de buena madre y esposa”. La educacién y la forma- cién de los hijos eran responsabilidad de la mujer, asi como la organizacién y el funcionamiento del hogar. El papel del hombre en estos aspectas ge- netalmente era el de ser la tiltrima autoridad, mis bien lejana y formal. La relacién de este con los hijos era, salvo cuestiones formales de disciplina, usualmente “mediada” por la mujer. Los roles no sélo eran asi de complementarios en su definicion, sino que las vidas de ambos se desenvolvian de manera bastante paralela. Aquel imbito que hoy describiriamos como “amoroso-sexual”, parecia ser en ese entonces una tealidad bastante dicotdmica, donde lo amoroso era un espacio femenino y lo sexual una realidad propia de los hombres. Lo sexual para la mujer era mas bien la via para la maternidad. La sexualidad y su satisfaccién como tal, era algo propio de los hombres que, semioft- cialmente y en coherencia con la no apetencia de las mujeres, se distrutaba fuera del hogar y con otro “tipo de mujeres”. La frecuencia con que se escuchan historias de hombres que, debido a sus actividades laborales —relacionadas usualmente con el quehacer minero o agricola— debian sepa- tarse de sus mujeres ¢ hijos, quienes, a su vez, se trasladaban a otras ciudades para acceder a una mejor educacién para los hijos, generando de hecho separaciones de la vida marital, demuestra que un criterio predominante para la vida en matrimonio era someter a esta absolutamente a las necesidades familiares y, mas expresamente, de los hijos. Es en contra de estos modelos, roles y “guiones ptescritos” que los seres humanos contempora- neos, posmodemos, reaccionaron y quisieron cam- biar de modo bastante radical. E] enamoramiento, el escogerse libremente a partir del amor, pasé a ser la motivacién fundamental para establecer la relacién de pareja y, eventualmente, para casarse. En congruencia con este cambio fundamental de tomar estos asuntos de una manera individual y personal, es que serfan estas personas enamoradas las que decidirian cémo vivir la relacién marital y familiar en todas y cada una de sus dimensiones. Es en este contexto desde donde surge lo que inicialmente describiamos como una parte de la paradoja que apreciamos en la actualidad. Como una reacci6n al “modelo tradicional y preestablecido” es coherente que las parejas pien- sen o declaren que establecer un modo de vida es una tarea personal y, por ende, que existiria una libertad para conformar la relacién que le es propia a cada pareja. La paradoja, sin embargo, se genera al considerar que esta libertad para decidir cémo actualmente se quicre ser pareja, queda condicionada o limitada por los marcos de la normalidad. Asi como antes el modelo que- daba conhyurado por los deberes, obligaciones y derechos que la cultura en sus dimensiones nor- mativas y valorativas dehnia como “un deber ser” sociocultural, hoy en dia, existiria una aparente y mas amplia libertad para configurar un modelo propio, pero adscrito también a lo que se consi- dera “normal”. Aqui, nos parece, se genera una gran trampa, pues, ;¢Gmo determinar qué es lo normal en una relacién de pareja?, y mais especialmente, jquicn o quiénes definen y describen esta normalidad? A muchos, quizds a la mayoria, y he aqui la génesis del problema, esta pregunta pareceria extrafia o innecesaria, pues todos sabemos, de una u otra manera, qué es lo normal. {Camo podriamos ser personas basicamente nomnales, y la mayoria sin duda lo somos o creemos setlo, si no sabemos lo que es ser normal? Veamos cémo, a través de una pareja en parti- cular, se manifesta de un modo mas concreto esta confrontacién de lo que es normal para cada cual. José Luis, un empresario asertive y exitoso, que se declara profundamente enamorado de Maria Luisa, su mujer, se desespera al mismo tiempo con actitudes de su sefiora que él denomina “pataletas feministas”. Maria Luisa también declara ser feliz con José Luis, a quien considera un buen marido, un padre dedicado y carifioso; pero ella, a su vez, se siente cada vez con menos espacio, forzada a una dependencia que la esta empezando a ahogar. Han constituido un hogar mds bien tradicin- nal, con una familia formada por tres hijos y con una situacidin econdémica que les permite vivir con gran comodidad. Se conocieron en la universidad, donde él estaba terminando su carrera de Ingenieria y ella, comenzando la de Disefio. Mantuvieron un no- viazgo por casi tres afios, apasionado y entretenido, no exento de peleas, especialmente al inicio. Decidieron casarse y que Maria Luisa terminara su carrera después de casada. La llegada precoz del primer hijo, que fue prontamente seguida de un segundo, puso fin a ese proyecto, Acordaron, dados los buenos ingresos de José Luis y el deseo de Maria Luisa, que ella se dedicaria a los nifios y la casa, y que José Luis consagraria su energia y tiempo a la empresa que habia creado. Asi, ambos eran bastante auténomes e independientes en el Ambito de las respectivas responsabilidades. Llegé el tercer hijo y, gracias al éxito econémi- co de José Luis, decidieron construir una casa. Este fue el inicio de importantes desencuentros. Maria Luisa, avalada por sus dos afios de estudio de di- sefio y el “buen gusto” que José Luis le reconocia publica y privadamente, tuvo extensas reuniones con el arquitecto para elaborar los primeras bos- quejos de la casa. No pasé mucho tiempo antes de entrentar, con perplejidad, el hecho de que José Luis, sin consultarle a ella, habia tomado una serie de decisiones respecto a cdmo debia ser esta, lo que le provocé frustracién y rabia. Los argu- mentos de José Luis se apoyaban tanto en razones de orden comercial, técnico o arquitecténico, para él cuestiones objetivas que no requerian ser discutidas, como en su profesiém que, por estar indirectamente relacionada con la construccién, lo obligaba a estar al dia en estas materias. Por el contrario, argumentaba que Maria Luisa, por oh haber dejado la universidad hacia mucho tiempo, y haberse dedicado totalmente a los nifos, no tenia conocimiento o informacién actualizada en este aspecto. Esto generé toces y discusiones que fueron superadas a medias, pero que lograron dejar de lado para asi distrurar la casa que, even- tualmente, les resulté muy grata a ambos. Volvié a plantearse con mas intensidad esta situacién de desencuentro con la imposicién de José Luis en cuanto al colegio de los nifios: per ser hombres, lo normal era que ingresaran al mismo colegio donde él habia estudiado. Por su parte, Maria Luisa habia adoptado, sin considerar los deseos de José Luis, un régimen de visitas y al- tmuerzus regulares y sistematicos con la familia de origen de ella, en el entendido de que eso siempre se acostumbré en su familia, y que, por lo tanto, lo normal era que asi se siguiera. Llegaron a la consulta movidos por la suma de peleas producidas como consecuencia de muchas decisiones tomadas unilateralmente, y que los fueron dejando cada vez mas resentidos y con sen- saciones de impotencia y distancia, Los argumen- tos respectivos al inicio de la terapia, expresados de diferente manera, terminaban siempre en des- cripciones de cémo las cosas “deberian ser”. Qué era lo “légico” en el rol de marido o mujer; qué era lo “normal” en la organizacién de una familia; cual era el modo “correcto” de educar a los hijos; cémo se “debia” manejar el dinero o cual era la manera que “correspondia” para relacionarse con las familias de origen. Al observar la historia de esta pareja, se podia ver c6mo, durante el noviaz- go y los primeros afios de matrimonio, habian podido construir una relacién y vivirla con un grado de concerdancia entre ellos, a partir de lo que ambos pensaban, sentian y, muy especialmen- te, querian de la vida. Pero, resulta evidente que, posteriormente, frente a la mayor complejidad de las situaciones a enfrentar, fueron abandoanando este modo de convivir. La conversacién se trans- formé en confrontacién de las distintas formas en que cada cual consideraba la manera normal de proceder, lo que se traducia, al fal, en cémo debia ser una pareja normal, una familia normal y consecuentemente, qué era lo que se debia hacer para vivir la vida normalmente. La gran mayoria de las parejas que hemos tra- tado en terapia, que acuden por los mas diversos motivos de consulta, se ven entrampadas, mds Ttemprano que tarde, en esta confrontacién de etiterios que establecen lo que es normal en la vida en comin. En lo mas intimo, las personas cteen genuinamente que existen estos criterios universales a los que se deben adseribir. Esto trae una consecuencia inevitable a nivel de la rela- cién: como no pueden haber criterios diferentes igualmente correctos, si esto ocurre, uno de los dos tiene que estar necesariamente equivocado. En este comtexto se van tifiendo los didlogos de argumentos razonables, logicos, coherentes para demostrar al otro su error, su equivecaciGn © su ignorancia. Como es de esperar también, a pesar de toda la buena voluntad, paciencia y carino, van descubriendoe y terminan por concluir que, pata su impotencia y desesperacién, el “otro” (cada cual) persiste en su planteamiento respecto de cual es el “comportamiento normal”. A parcir de esto se genera una situaciGn que tiende a per- turbar mucho mas seriamente la relacién en el espacio emocional. Como nos consideramos seres inteligentes y razonables, capaces de ver y en- tender “cémo las cosas son”, y se le atribuye esta misma capacidad cognitiva al otro, no podemos entender por qué se mantiene este desencuentro tan trascendental. Se entra ast en una fase mucho més conflic- tiva y hasta dafima para la relacién. Cada cual intenta entender por qué el otro persiste parfia- damente en “su error”. Inevitablemente, en este intento se acude a “interpretaciones” de por qué el otro insiste en pensar y comportarse de una manera inaceptable. Aqui surge la habilidad y capacidad que tenemos los seres humanos para ser “psicélogos”, barajando hipétesis explicativas en relacién al comportamiento o percepcién anormal del otro: es producto de su inmadurez, es debido a su profundo egoismo, ¢s para mani- pular, o se debe al modo como fue educado en su familia o al “tipo de familia” que ella o él po- seen, o al parecido o influencia de su padre o su madre, y asi se aplican teorias, a veces bastante complejas, de algun tipo de neurosis, trastorno 0 “trauma” que el otro padece, y que insiste en no reconocer. Por supuesto, estas “interpretaciones acerca de si mismo” por parte de su pareja lo 29 hieren, lo indignan y lo apenan. Lo frecuente, para peor, es que cada cual se termina inundando de rabia al considerar la mala fe con que el otro funciona, que llega a utilizar estas interpretacio- nes descalificadoras para resistirse a aceptar su error © equivocacién. La vivencia de que el otro esta empleando la vieja tactica de que la mejor defensa es el ataque, los va dejando cada vez mas Tesentidos con su pareja. Uno, como terapeuta, al observar este proceso dafiino y destructivo, no puede sino sentir pena y hasta desesperacién. Lo mas triste es que, lo ocu- ride en este ambito, no s¢ debe en absoluto a una mala relacidn inicial de la pareja o a los aspectos constitutives de ella, y menos a caracteristicas negartivas, anormales o enfermas de ambos. Se debe, en ultimo término, a la creencia profunda y genuina que cada cual tiene de la existencia de un modelo de normalidad que dehne cémo debe ser la vida marical y familiar. De existir, por lo tanto, ese modelo claro y universal de cémo debemos ser pareja, se debiera manifestar en que la mayoria de las personas vivi- rian sin mayor discusién ni conflicto, de un moda bastante uniforme, estandarizado y homogéneo sus vidas de pareja; vale decir, la conerecién de “In pareja bdsicamente normal”. Basta mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de que esto no es por el contrario, es lo opuesto a esta uniformidad lo que tiende a manifestarse; la di- versidad es propia de los mundos intimos de las parejas. LAS DIFERENCIAS Los seres humanos somos afortunada e inevitable- mente diferentes a partir de nuestra configuracién biolégica, asi como por la formacién en las micro y macroculturas en que nos desarrollamos. Un as- pecto fundamental de la microcultura es nuestra familia de origen. Es asi como el patrén de pareja esta fuertemente influido por aspectos de nuestra experiencia con relaciones de pareja compuestas por personas significativas, especialmente la de los padres. Estos modelos de relacién no siempre los tenemos conscientes en cuanto tales; vale decir, como modelos “particulares” producto de nuestra historia. Como ya lo vimos, la gran mayo- ria de las veces las personas funcionan con la idea de que la relacidn de pareja es de uma cierta ma- nera, por lo tanto, aparece como un sin sentido el tener que explicitar aquellas ideas o conceptos que la configuran. En aspectos que se consideran fundamentales no es admisible, entonces, que estos puedan ser diferentes. Sin embargo, una dindmica central de la pareja que empieza a formarse es, de hecho, el ir concre- tamente confrontando y chequeando los modelos que cada cual trae respecto de la relacién. Habra aspectos en que haya una coincidencia, y que, por lo tanto, ni siquiera requieren de ser conversados pues se asume que “asi es la vida”. Pero habra otros que tresponden a modelos internalizados diferentes y que, al traducirse en conductas de la vida cotidiana, produciran conflictos. Conflictos 1 que, generalmente obligan a la pareja a tener que enfrentarse, conversar, negociar. Y sdlo sera posi- ble conversar y negociar si aquellas diferencias se validan y, por lo tanto, se toman en consideracién en cuanto tales, y ne come expresién del error del otto en su concepcién de cémo dehe ser una telacién de pareja sana o normal. Estos modelos internalizados de vida en co- mun cubren todos los distintos niveles del ser pa- reja; desde cémo se expresa el amor, hasta cémo se inicia la mafiana (conversando en la mesa del comedor tomando desayuno, o levantandose uno de los dos en silencio para no despertar al otro...). Cuando decimos desde “cémo se expresa el amor” nos referimos concretamente al conjunto de ac- ciones esperadas en una persona que ama (acti- tudes, conducts, expresién emocional). Ast, por ejemplo, alguien puede considerar que la expre- sién de amor necesariamente pasa por acciones del plano fisico (carifios, besos) y por un espacio de regalias y sorpresas, Otro puede considerar que amar implica estar siempre “a la mano”, disponi- ble si el otro lo necesita o la necesita, dispuesto a resolver los problemas practicos de la vida. Si una pareja estd compuesta por personas cuya expresién del amor es asi de diferente, y donde ambos creen que, si se ama, este amor se expresa miecesariamente de la forma en que cada cual lo internalizd, inevitablemente se les teaird la relacién con la emocidn de no sentirse amados. Cada cual estar expresando su amor de acuerdo a su propio modelo interno de “que cs amar”, lo que no sera percibide por el otro como tal, confrmin- dole asi su sensacién de que no es amado. La vida en pareja trae a la mano una infinidad de situaciones como estas. Quiero hacerle al otro un exquisito tegalo; preparo una fiesta sorpresa para su cumpleafios, sin embargo, mi festejado se hubiese sentido mucho mas amado si lo hubiera convidado a comer solos, en un espacio de inti- micad. Ahora es mi cumpleafios. Llega un enorme paquete a la casa. Lo abro.. es la coleccién de libros de pinturas carisimos que él siempre quiso tener y que a mi me dejan bastante indiferenre. Le escribo cartas expresindole mi amor, y él nunca lo hace conmigo. La piropeo y le digo lo atractiva que se ve, y ella nunca lo hace conmigo. Si uno de los dos o ambos creen que si se ama este amor debe expresarse bdsicamente de la misma manera en todas las personas, y si esas expresiones no estén presentes en el otro, quiere decir entonces que ese otro “no me ama”, con Io cual Ia historia de esa pareja sera una historia de suftimiento y de destruccién. Y esta no seria consecuencia de un desamor, sino de la errada concepcién de cada cual respecto de la umiversa- lidad de la expresidn amorosa. Si la pareja acepta emocionalmente que sus modelos no son “los correctos”, no son “lo nor- mal”, sino los que tiene cada cual como conse- cuencia de sus historias particulares, se abre a la posibilidad de entender que gu suftimiento nada tiene que ver con un desamor de parte de uno u otro, sino que responde a un desencuentro en la forma en que ambos expresan su amor. Como consecuencia, ambos se abren también a un es- pacio de conversaci6n que permite contrastar la imagen de lo que es amor para cada cual, pu- diendo llegar a entender mejor la forma en que el otto lo expresa. Se abre asimismo el camino para que cada cual pueda adaptar su forma de expre- sidn a los deseos que el otro tiene de ser amado de una cierta manera. Los contlictos en la pareja usualmente tienen que ver con las diferencias, vividas no como diferencias sino como una desviacién del otro respecto de lo correcto o de lo normal. Al mismo tiempo, el atractivo surge muchas veces a partir de estas, Resulta especialmente interesante descu- brir en el otro ciertas caracteristicas que uno no posee y a la vez admira. Lo paraddgico, sin embar- go, es que nuestra mitologia cultural nos empuja a la idea de que “amar y ser amado” es equivalente al encuentro de dos medias naranjas que pasan a constituir un todo espontaneo a partir de un pensar igual, querer o ver lo mismo, mitologia que comentaremos mas adelante (Cap, V). Esta creencia inunda nuestra realidad, invalidando las diferencias como un aspecto intrinseco de la telaciGn de pareja, al nivel de que muchas veces el hecho de que el otre sea distinto a coma yo quiero que sea, se vive como desamor. La conta- minacion de esta mitologia nos obliga a estar es- pecialmente alertas a no negar las discrepancias, a no vivirlas como una agresion, sino, cuando estas sutgen, a movilizarnes para poder establecer una coordinacién para actuar unidos. Este es, tal vez, el aspecto mas dificil de la vida en pareja. Les humanos tenemos una dimensién querida- mente loca, cual es la de amar con tanta intensi- dad como para desear vivir todos los dias con un otro distinte a uno: distinto en lo que nos gusta que sea distinto, y distinto en lo que no nos gusta que sea distinto. Pero asi es. Por lo tanto, vivir en pareja arménicamente implica respetar esas diferencias. Y respetar esas diferencias implica, a su vez, la aceptacién de las mismas en cuanto tales aun cuando’ alteren el “nosotros”. En este caso, cuando se conflictia la vida en comin a partir de nuestras visiones, sélo contamos con nuestra capacidad de generar acuetdos para, desde alli, funcionar coordinados. Esa capacidad, y la poste- rior coordinacidén, necesariamente requiere que se movilicen las pasiciones y/o percepciones origina- les para generar una red diversa de altemativas. jQuiere decir entonces que todas las parejas pueden resolver sus diferencias sino las enfrentan desde la posicidn de cada cual de percibir lo suyo como lo correcto o lo normal? jQuiere decir que si las parejas tienen claras estas diferencias, no tendria por qué coartarse el desarrollo de su relacidn? Tedricamente, la respuesta es si. Apoyados en la emocidn del amor, la gram mayoria de las parejas podria resolver sus diferencias siempre que logren asumirlas en cuanto tales y no en cuanto errores del otro. Pero, como ya vimos, las parejas hoy en dia se encuentran inmersas en la paradoja de, por un lado, creer en la libertad de generar el tipo de relacién que estimen conveniente y, por otro, y al mismo tiempo, estar constantemmente enmarcando esa libertad dentro de criterias que piensan son universales respecto a cOmo deberia ser una rela- cién normal. Esta paradoja por supuesto dificulra mucho la posibilidad de aceptar las diferencias como condicién necesaria para deftnir, a partir de ambos, el tipo de relacién que desean vivir. Peto, supongamos que, efectivamente, una pa- Teja acepta emocionalmente sus discrepancias sin ninguna descalificacién reciproca. ;Querria decir que este solo hecho permite el desarrollo de esa vida en comin! No necesariamente, ya que si la balanza en la relacién empieza a inclinarse basica- mente hacia el lado de tener que estar negociando cada aspecto de la vida, debido a que en cada uno de ellos se piensa y se siente distinto, probable- mente el enamoramiento poco a poco disminuya porque el costo de la relacién pasa a ser mayor que el disfrute, desgastandose y perdiéndose la mati- vacién, hasta destruirla. Y no porque las diferen- cias no se puedan negociar, sino porque la vida se convierte entonces en una negociacidn constante, con lo cual la pareja deja de fluir. Si frente a casi todo pensamos distinto, respecto a casi todo nes encontraremos conversando, negociando y resol- viendo conflictos, haciendo la relacién de pareja agotadora y agobiadora, pudiendo surgir el deseo de uno © de ambos de ponerle fin. Otro caso en que, aun aceptanda la legitimi- dad de las diferencias, la relacién podria no ser it posible, es aquel en que un miembro de la pareja no esta dispuesto a negociar; no tiene el deseo de hacerlo. Y no tiene el deseo de hacerlo, por considerar aquello que sea tan importante pata su vida, que sdlo puede ser de la manera que él/ella quiere y no de otra; no porque considere al otro equivocado en lo que plantea, sino por- que simplemente no quiere que su vida, en ese aspecto particular sea, distinta. Un ejemplo es la dedicacién de Joaquin a la misica. Pertenece a un grupo con el cual se retine a tocar dos o tres veces por semana. El condiciona su relacién de pareja a que esta pase por una plena aceptacién de su mujer respecto a su dedicacién a la musica. Esto para él es un limite absoluto. Su deseo de entregar todo ese tiempo a su desarrolle artistico no es transable ni convertsable, y no porque considere que es una realidad no negociable en cuanto tal, sino porque su ambicidén es mantener la muiisica como un aspecto fundamental de su vida y que, por lo tanto, no lo quiere cambiar. En la historia que presentaban Maria Luisa y José Luis en el momento de consultar, en los innumerables conflictos que estaban surgiendo respecto a la construccién de la casa, colegio para los nifios, etc., lo que aparece, no es el cansancio de tener que negociar todo por ser tan diferentes, o el no deseo de negociar o coordinarse, sino el estar ahogando su amor a partir de la imposici6n mutua de las verdades particulares que cada cual trafa a la relacidn como verdades Unicas, univer- sales y, por lo tanto, no cuestionables por el otro. Consultaron sin embargo en un momento en que primaha la impotencia respecto de la ceguera del otro en relacién a como las cosas “deberian ser”. Aun no surgia la emocién de desconfianza entre ellos, desconfianza que lleva a la interpretacién de que el otro hace lo que hace o dice lo que dice con la intencién de agredir. Con ellos, el trabajo terapéutico se centrd, ini- cialmente, en aquellos aspectos de la vida en que tuncionaban coordinados. Emergié la emocién de placer, gratificacién y alegria que les producia vivir la vida a partir de esta sensacidn de un no- sotros. Fue el contraste entre la emocién de com- partir que nacia de este “nosotros” con la emocidn de rabia ¢ impotencia que surgia desde el intento de imposiciém mutua de sus propias verdades, lo que les permitid vivenciar el sin sentido y alto costo de la lucha por “cémo deben ser las cosas”. Como consecuencia se pudo empezar a recorrer el camino de la legitimidad de las diferencias para ast poder llegar a una construccién conjunta de como querian vivir sus vidas, resolviendo estas diferen- cias sdlo a partir del deseo de ambos, sin verdades externas y universales, sin criterios de normalidad o sanidad mental. La invitacién a aceptar una mirada cualitativamente distinta y salvadora, el que somos seres legitimamente diferentes, nos permite salir del entrampe del modelo de una telacién de pareja normal que supone un impo- sible: la homogeneidad en las visiones Tespecto. de la misma. El unico modelo legitimo, correcto, sano, Coherente para la pareja es aquel generado ct por cada pareja, el uno con el otro, en la profunda aceptacién del derecho de cada qual a aportar su propia e integral realidad personal; para que, sin imposiciones ni mterterencias externas de ningun tipo y sélo considerando al otro, podamos cons- truit, coordinar y eventualmente acordar “nuestra propio modelo para nosotros”. Aceptar estas ideas significa entonces que, para desentrampamos de criterios externos a la relacién, hay que aceptar y validar las diferencias ¥ co-construir (construir solamente con el otro) “nuestra” propia manera de vivir esta realidad. Significa no sélo aceptar que podemos considerar como nomnal cosas diferentes, sino también otor- gar espacio a todo aquello que deseamos hacer, solos a juntos, y que queremos hacer de una cierta manera porque de ese modo seremos mis felices. Cémo llevar a cabo estas coordinaciones, con qué entendimiento operar para poder construir jun- tos, qué explicaciones de la realidad facilitan esta tarea y cudles la interferen, es tan complejo como el universo dinamico que significa ser pareja. Este libro aborda a continuacién temdticas y explicaciones que permitiran explicita e implicira- mente, y respetando aquella complejidad, entregar tespuestas que contribuyan a optimizar este cami- nar juntos por la vida. Se abordara asi el motor de la relacién, el enamoramiento, presentandose un planteamiento muy distinto al que tifie nuestro discurso cultural. Pondremos una vor de alerta en la distincién entre pareja y familia, como realida- des discontinuas; abordaremos el hacerse cargo de a9

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