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200 Margarita Nelken petirse hoy aqui para servir de indicacién a todos Jos que desean y esperan para Espafia dias de ampliacién moral, dias mas justos y mejores y, en una palabra, dias més razonadamente liberales y mis integrados al progreso universal. Por des- gracia, las izquierdas espafiolas y todos nuestros partidos politicos anti-conservadores, anti-reac- cionarios, descuidan esta cuestién de Ia colabora- cién femenina, olvidndose de que la mujer, en cuanto no es colaboradora activa es—o pucde ser en cualquier momento, por su misma pasividad aparente—una temible adversaria, Mas, no ha- bria que confundir esta necesidad de colaboracién mn repentina del feminis- femenina con la acepia mo integral, 0 sea con el reconocimiento de tos derechos politicos de Ja mujer. Hoy por hoy, nada podria ser més funesto al progreso politico de Espafia que el voto femenino. Por ahora, debemos finicamente preocuparnos de preparar el futuro advenimiento de la colaboracién politica femenina, y es menester no olvidar, respecto a esta futura colaboracién, las advertencias hechas hace mas de rat veinte aiios por Leén Bourgeois para pre Ja colaboracién politica de las francesas ¢ impe- dir pudiese ésta significar un retroceso en la mar cha de las ideas sociales. Hacia 1900, préximamente, en Bélgica, los putados del partido catélico-conservador presen- La condicién social de la mujer en Espafia 201 taron un proyecto de ley autorizando el voto de las mujeres, y fueron los jefes del partido socia~ lista quienes mas violentamente se opusieron a ello, {E! socialismo en contra de la mujer! se apresurarin a decir los conservadores, y sacardn a colacién una vez mas el tan manoseado argu- mento del catolicismo redentor de a individual dad femenina. Pero no; el socialismo, tinica doc- trina esencialmente cristiana, después del ideal de Cristo (de Cristo, no de la Iglesia: Cristo, el primer socialista y por eso crucificado por Ios fa- riseos, como lo volveria a ser por los fariseos de hoy), el socialismo que, con la elevacién de la mujer a compaitera es, forzosamente, el ideal fe- minista por excelencia, el ideal y Ia realizacién del feminismo integral—y ahi estin para probarlo las libertades concedidas a la mujer por un ptie- blo que, como el alemin, ha cumplido Ia revoln- n social—el socialismo por su mismo fin de equidad, tiene que defenderse contra todo lo que, nacido al parecer con espiritu paralelo al suyo, pudiera servir después para destruir, retrasar o menguar sti ideal. Y, quien dice socialismo, por ser ésta la doctrina avanzada mas caracterizada, dice también, sencillamente, liberalismo. El mismo. peligro advertido en Béigica en 1900 por Jos par- tidos progresistas, habria de ser hoy advertido en , caso de plantearse en Ia Camara el pro- 202 Margarita Nelken blema feminista: es indudable que, de intervenir nuestras mujeres en nuestra vida politica, ésta se inclinarfa en seguida muy sensiblemente hacia el espiritu reaccionario, ya que aqui la mujer, en su inmensa mayoria, es, antes que cristiana, y hasta antes que religiosa, discipula sumisa de su con- fesor, que es, no lo olvidemos, su director. A los temores de reaccién formulados por los senadores franceses, en junio de 1919, a las delegadas femi- nistas que les presentaban un proyecto de ley con- cediendo el voto a las mujeres, éstas respondie- ron: “Seria cosa de desesperar de la Repiblica, si, tras tantos afios de instruceién obligatoria, sus hijas no fuesen capaces de votar en el sentido re- publicano”, y la clausula mas importante del pro- grama feminista francés (cliusula redactada por Madame Brunschwig, secretaria general de la “Unidn francesa para el sufragio de las mujeres”) comprende “a institucién de la ensefianza tinica, gratuita y obligatoria, sin distincién de sexo ni de religién”, No olvidemos que nuestras mujeres no silo no tienen tras si es0s aftos de instruccién obli- gatoria que permiten redactar tales peticiones, sino que tienen siglos y siglos de educacién dirigida precisamente en sentido netamente contrario: en un sentido que, en lugar de ayudar a la libertad y progreso de las ideas, hace considerar esta Ii bertad como algo nefasto y este progreso como un La condicién social de la mujer en Bspafia 203 mal del cual hay que guardarse... y, en lo posible, guardar a los demas. No olvidemos, por fin, que, por culpa precisamente de la mentalidad femeni- na, la religion ha legado a desvirtuarse por com- pleto de su ideal y sentido primitivos. No deben dejarse armas peligrosas en manos de quienes no saben manejarlas, ;Cual no seria el peligro de un arma tan decisiva como el voto, en manos de per- sonas para quienes la misma discusién de las ideas es cosa, no s6lo desconocida, sino que prohibida? Y no vale ilusionarse con algunas mujeres ya “mundializadas””; por ser la mujer espaiiola, en su inmensa mayorfa, décil instrumento en manos de quienes saben manejatla segiin sus convenien- cias mis practicas, ostentan nuestras obras ben: ficas—es decir, las obras que encarnan Ia accién social de la mujer—tna estrechez de miras y una intolerancia desconocidas en cualquiera de los pai- ses en donde los derechos politicos femeninos son, © estén, en vias de ser una realidad, por muy catélicos, que sean estos paises. Por esto también puede decirse que aqui, al contrario de lo que su- cede en otras naciones, los partidos liberales de- ben ser, por el presente, extremadamente anti- feministas en lo que atafie a la cuestién politica, ¥ por eso mismo, deben ser extremadamente fe- ministas en lo que ataiie a la cuestién social : tinico modo de evitar los futuros peligros de la primera. 204 Margarita Netken Recientemente, el partido laborista inglés pu- blicé un manifiesto proclamando que pediria, en la Conferencia internacional laborista de la paz, la regulacién de la proteccién al trabajo de la mujer, “a fin de hacer desaparecer automatica~ mente la innoble competencia desarrollada entre el trabajo masctilino y el femenino por la explo- tacién de este dltimo”. Ya hemos visto, en los capitulos IV, V VI de qué modo el trabajador se encuentra directamente interesado en que el trabajo de la mujer se efectéte en las mejores con- diciones posibles; las frases antes citadas de Leén Bourgeois dicen claramente el por qué de la trans- cendencia, para el progreso politico, del concurso femenino; e insistiendo sobre este tema, tenemos las palabras de tn inspector general de Enseftanza francés, M. Edonard Petit, que, al tratar de los “cursos para adolescentes”, dice: “La educaciin moral y social no hha sido descuidada. Acaso con- venga insistir mas sobre ella en lo que concierne ala mujer y a la nifia que en lo que concierne al hombre. El hombre tiene mis ocasiones de adqui- rirla por sus frecuentes relaciones y su trato so- cial; en cambio, el aislamiento en que la mujer se encuentra generalmente la predispone a la indi- La condicién social de la mujer en Fspaiia 205 ferencia, al reconcentramiento sobre si misma o a los desvarios misticos. Y es innegable que la que ha de tener mafiana a su cargo ta educacién del nifio, debe estar iniciada en los complejos y os- curos problemas de la vida social, de los cuales no puede desentenderse sin un marcado divorcio entre su manera de pensar y la de aquél con quien, por el casamiento, esté asociada para toda su vida, Y, sin temor a ser tachados de apasionados, nos- otros nos atrevemos a afirmar, rotundamente, que aqui en Espafia el liberalismo politico no sera un hecho, ni siquiera un ideal mayoritario, mientras tenga, como hoy dia, frente a él, a la generalidad de las mujeres de Espaiia; es decir, al décil ins- trumento de una poderosisima influencia. dome Se ha podido decir varias veces, y con justicia, que aqui todo lo mato es atribuido, por una mitad del pais, a los jesuitas, y, por la otra mitad, a los masones. E: to no sucede sélo en Espafia, y, to- cante a las mujeres, también fuera de Espafia existe, junto a la accién feminista fuerte y eficaz, verdaderamente destinada a elevar y a dignificar la condicién social de la mujer, otra accién seudo- feminista que s6lo tiende a hacer proselitismo reli- gioso, préctica ¢ interesadamente religioso, sir- ee Cee 206 Margarita Netken vigndose de las mujeres. Por ejemplo, en Fran- cia, existia hasta la guerra, y desde varios afios antes, tna “Asociacién patridtica del deber de tas mujeres francesas”, cuyo principal objeto, segitn rezaba en sus estatutos, era, nada menos, que ;la lucha contra la masoneria! Una revista, también francesa, titulada “Feminisme Chrétien”, estaba hecha con el tinico propésito de “demostrar a las feministas no catélicas que se pueden defender las, justas reivindicaciones de la mujer y permanecer fiel a Ia Iglesia”; como si el feminismo tuvies algo que ver con la religién, mejor dicho, con cual- quier especie de religibn. Pero, estas son excep- ciones: en el extranjero, la accién feminista se halla dividida, desde mediados del siglo pasado, es decir, desde que “tomé realmente cuerpo”, en dos grandes grupos: el feminismo socialista y el feminismo caidlico, y, lejos de estorbarse uno a otro, estos dos grupos han prosperado paralela- mente, aytdindose para aleanzar un mismo fin legal y econémico, En Alemania Hegaron incluso a dar este magnifico ejemplo: a su entrada en el Reichstag, todas las diputadas, sin distineiin de partido ni de opiniones, decidieron marchar al unisono en las cuestiones directamente relacio- nadas con el feminismo. Pero aqui, por las mis- mas condiciones de st desarrollo, condiciones que pudiéramos llamar de implantacién, y hasta de La eondicién social de 1a mujer en Espaia 207 implantacién un si es no es precipitada; el femi- nismo, implantado en momentos de profunda con- mocién social, ha de tener forzosamente un cardc- ter social antes que nada. Ya no se trata, no puede tratarse dnicamente de un problema econémico y legal limitado a su solucién para con las mismas mujeres: trétase de un derivado del problema que agita todo el espiritu del pais y que, en tin mo- mento dado, pudiera agitar toda su vida. Asi, el feminismo socialista y el feminismo catélico han de ser aqui, forzosamente, antagonicos. Pero es- tos términos, en su sentido literal, son impropios: por feminismo socialista debe entenderse toda ma- nifestacién del espiritu femenino de ideas pro- gresivas, y, por feminismo catélico, toda mani- festacién del espiritu femenino que, so color de defender unos ideales religiosos que nadie ataca, pretende guardar ala mujer espafiola dentro de un circulo trazado por determinadas convenien- cias. Nada mas ingento, dentro de stt mala volun- tad, que este tiltimo feminismo. Un ejemplo entre mil: en un botetin del Sindicato de la Tnmaculada pudieron leerse hace poco unas frases que decian esto: “En nuestro domicilio social va a instalarse el teléfono, y este proyecto ha merecido el aplauso de todas las sindicadas: jluego dirdn que los caté- Ticos somos contrarios al progreso!” EI solo hecho de que puedan escribirse seria- 208 Margarita Netken mente estas cosas, de que haya quien crea que et usar el teléfono es demostrar amplitud de ideas, prueba lo estrecho y cerrado, lo insulso de este feminismo. En el libro que escribié sobre femi- nismo Madame Avril de Sainte Croix, en la “Col- lection des doctrines politiques”, la ilustre socic Joga asegura que, a pesar de las iniciativas obre- smo, en sus periodos de ras catélicas, el femini Iucha, se compone, principalmente, de mujeres es- piritualmente independientes, y se duele de to ti- moratas que se muestran las feministas catdlicass aqué diria si llegase a leer este boletin, en donde se confunde fa instalacién de un aparato de co- modidad, poco menos que con la libertad de con- ciencia? Salvo, quiza, en Norteamérica, el feminismo socialista ha sido siempre, en todas partes, el mas enérgico y el mas numeraso, y esto, que no tiene nada que ver con las ideas religiosas, proviene inicamente de que las mujeres dispuestas a afron- tar la lucha, las mujeres emancipadas sucten, to mismo que los hombres, ser mas a menudo de ideas avanzadas que conservadoras. Y, en lo que nos atafle a nosotros, el llamado feminismo caté- ico no es, en resumen, més que una cualquiera manifestacién conservadora: el feminismo, lo que ellos entienden por feminismo, es tinicamente un medio mis de protegerse contra las mevas co- La condicién so al de fa mujer en Bepafia 209 rrientes. Por eso este feminismo, que siempre se acompaiia de alguna obra benéfica o educativa, a su modo ¢ intencién, es, hoy por hoy, el mayor enemigo de cuanto pueda significar en Espafia evolucién y progreso. eee EI cristianismo mal entendido es el factor mis poderoso del atraso de la mujer espafiola. Mayor es aqui Ia influencia del espiritu de os Padres de Ja Iglesia que reprobaron a la mujer como origen de todos los males—el espiritu de un San Pablo, por ejemplo—o, por lo menos, la condenaron a servir y callar, que no la del espiritu de Quien pro- nuncié el Sermén dela Montafia. Son aiin muchos los pueblos espafioles—en particular en Galicia— en donde el cura prediea desde el ptilpito que Ia mujer no debe aprender a leer ni a escribir, “por- que esto sélo le servird para aprender cosas ma las”, La doctrina de la resignacién pasiva y, por consigitiente, el silencio ante todas las injusticias y todas las arbitrariedades, domina, naturalmente, en la mujer espafiola, sometida al clero por en- cima de todas las reivindicaciones. Por otra parte, al socialismo femenino espafiol, abandonado o descuidado por las directivas del partido, le faltan los elementos cultos y enterados que en otros pai: a“ 210 Margarita Nelken La condicién social de Ia mujer en Espaia arr ses hacen tan importante Ja accién de una Séve- rine o de una Madame Avril de Sainte Croix—y no hablemos de la pobre y grandiosa Rosa Lu- xemburg—como la de cualquier jefe politico. ‘Todo empieza y acaba en socorrer a algunos pre- sos o llevar estandartes en las manifestaciones organizadas por los compafieros. La norma de la mujer burguesa que se ocupard de cualquier cosa antes que de “meterse en politica”, ereyendo to- davia que la politica consiste iinicamente en ha- blar en el Congreso, cttando no en el café, y en ejercer cargos oficiales, y que no ve la accién social que puede haber para las mujeres junto a esa politica, esa norma parece ser atin a de la estudianta, de la doctora o de la maestra, Quizis parezea serlo tan s6lo a causa de ese recato que guarda siempre—por muy emancipada que esté— la mujer espaiiola, Por eso mismo los partidos avanzados deben cuidar de atraer hacia si a esa masa, ya muy grande, pero cada dia mayor, de mujeres deseosas de hacer triunfar, aqui tam- bién, das nuevas leyes que por todo el mundo van apareciendo en su favor como manifestaciones de estricta equidad, El feminismo ha de ser, y serd, sin duda, muy pronto, un hecho en Espaiia como en todas partes; en su desarrollo, teniendo que acogerse a algiin apoyo, lo hard al que encttentre mas cerca, y en apariencia, siempre estaré- mis cerca quien tenga interés en servirse de él, Las palabras de Leén Bourgeois dicen con harta elo- cuencia si vale 0 no la pena de que los progresis- tas espafoles—y en particular los socialistas— ensefien a las mujeres quiénes son los que, por el mismo interés de su ideal, las harian realmente sus compafieras. Aunque no llegara hasta el deseo de que la mujer colabore en el progreso politico, no habré, creemos, ningtin partido celoso de este progreso que no desce poner los medios para no tener que Iuchar con una accién femenina con traria. Resumiendo: en lo que concierne a Ia mujer espafiola y al progreso politico espafiol, se impone una educacién femenina, una preparacién femi- nista que haga posible, dentro de unos afios, una participacién liberal y enferada de la mujer en la vida piblica; pero, tanto como esto, se impone, para todo espiritu anti-reaccionario, la necesidad de alejar, por ahora, es decir, en st actital men- talidad, a la mujer espafiola de toda accién poli- tica. Por consiguiente, es cuestién vital, para el liberalismo espaiiol, guardarse, Io mismo de aque- los que pretenden servirse del feminismo para mantenimiento de un atraso espiritual que les conviene, que de aquellos que, en stt deseo de ra- pido progreso, abogan en pro de un feminismo integral inmediato, sin reparar en lo contraprodu- Netken cente de sus consecuencias. Y, para terminar este capitulo, no creemos inatil reproducir a carta abierta que, en este sentido dirigimos desde las columnas del diario “EI Figaro”, a don José Fran- cos Rodriguez, el 26 de Mayo de 1919: “Muy sefior mio: Con una elocuencia y una perseverancia que, como mujer y como feminista, le agradezco en el alma, se ha erigido usted como el més ilustre de- fensor en Espafia del voto femenino. Reciente~ mente, una conferencia en la Academia de Juri prudencia y un articulo en el “Heraldo de M: drid” pusieron de nuevo de manifiesto su rara competencia y ardiente conviccién en la materia. mias son vana corte- No crea que estas palabras sia; sino reconociera en usted al mas ilustre y notable defensor del feminismo en Espaiia, le aseguro que no trataria, como voy a hacerlo, de presentar algunas objeciones a sus argumentos, Creo que nadie podria poner en duda mis con- viéciones feministas; el haberme dedicado prefe- rentemente al estudio de las cuestiones obrer: femeninas y, sobre todo, el haber estudiado dete- nidamente, hasta en el mismo Departamento de Higiene de la Direceién de Policia, a donde, y mis a menudo de lo que parece, su actual condi- “a la cién social puede conducir, casi diré que fuerza”, a nuestras muchachas del pueblo y de la pequefia burguesia, me ha hecho ser, y cada dia més, una ardiente defensora de los principios feministas. Nadie mas que yo aplatdira, pues, a usted cuando reclama la necesaria igualdad social de los dos sexos. Ahora bien; zesta usted seguro de que esta igualdad puede ser un hecho actwal- mente en Espaiia? ;Esté usted seguro de que hoy dia esta igualdad no seria para Espafia, para el progreso de Espaiia, un gravisimo peligro? Una reforma “humana” de nuestro Cédigo, perfectamente; el considerar legalmente a la mu- jer como una perpetua menor 0 una perpetua de- mente, es un absurdo sencillamente grotesco, y una crueldad que nada justifica; gpero el voto? 2EI voto que hace que las mujeres influyan direc- tamente en la marcha de un pais? ¢Ha pensado usted bien cual es el estado espiritual de la ma- yoria, de Ia casi totalidad de las mujeres espa- fiolas? Ha pensado usted bien en las influencias que directamente guian a casi todas nuestras mu jeres y, en regiones enteras, a todas nuestras mujeres? zHa pensado usted bien en el arma que el voto femenino daria a estas influencias? Me dirijo aqui, rogindole medite mucho este posible, este certero peligro, al politico demécrata, al ex- ministro liberal, al antiguo amigo de Canalejas, que también, en sus deseos de progreso, quiso defender el feminismo, pero que tuvo a la ine a4 Margarita Nelkew mensa mayoria de Jas mujeres en contra cuando quiso implaniar este progreso de todo puteblo ci- Vilizado y libre; es decir, no dominado por influen- cias convenientemente reaccionarias: el divorcio. Y a este politico de historia liberal y demécrata me permito recordar aqui que cuando, pocos afios ha, tratése en Bélgica de implantar el voto feme- nino, fueron los conservadores quienes lo defen- dieron y los liberales quienes lo atacaron. El fe- minismo es un deber de humanidad; pero, antes que el triunfo de un deber esti el progreso total de Ja humanidad entera, EI voto femenino, tan necesario, tan justo, es harto peligroso si se concede sin ese egofsmo ne- santo egoismo!—que antes de inclinar el peso del lado de Ia estricta justicia, no repara primero si esa estricta justicia es conveniente 0 cesario- no. Conveniente 0 no, claro esta que para la colec- fividad 0, por lo menos, para la mayoria, no para un partido, ni siquiera para una idea. Pregunta- mos tan sélo esto: a estas fuerzas vivas que cons- tituyen en todos los érdenes de ideas, lo que ma- yor idea da de vitalidad, de energia potente y de posible progreso en Espafta, de “europeizacién”, en el sentido mds noble de la palabra, jhabrian de sumarse seguramente, para aumentarlas, las actividades del espiritn femenino? 2Estin ya pre- paradas las mujeres espaitolas para afiadir algo La condicién social de la mujer en Espafia 215 a estas fuerzas, 0 siquiera para no restarles nada, para no estancarlas, aunque s6lo fuese moment’- neamente? Aqui no se trata ya de una mujer ex- cepcional, ni del espiritu selecto de unas cuantas mujeres; la accién piiblica no es obra de Ja excep- cidn, sino de la mayoria, Las feministas espafiolas, intelectuales, profesoras en su mayoria, ofrecen, es verdad, tn niicleo espiritual admirable; pero, dentro de la totalidad femenina espafiola, zqué son, qué podrian ser esas mil o dos mil mujeres cultas y enteradas cuando las restantes no suelen ni leer el peribdico? Yo creo firmemente, y stpongo que en esto estoy con usted, que la mujer espaftola tiene ma- teria para ser, por lo menos, tanto como la de cualquier pais; mas, en accién no puede haber crédito, y lo momenténeo, por stt misma actuali dad, puede tener repercusiones perdurables, ¢Esté usted seguro, al pedir el voto femenino, de que este voto no ser Inego una rémora para su ideal mismo? Y no me refiero aqui al ideal de un par- tido determinado, sino al ideal que todo espiritu abierto tiene relacionado con la universidad de los ideales. Sino fuese demasiado atrevimiento, yo me permitiria rogar a usted que, antes de vol- Yer a pedir el voto femenino, viajase por varias regiones de Espa, por todas ellas, por ver como cuanto en Espafia significa atraso, estrechez de 216 Margarita Netken miras y cortedad espiritual es—como en muchos paises—obra de las mujeres. Y esto no va en contra de ellas; no es su culpa, Pensemos que, en aquellos paises en que las mu- jeres votan, ello es justo, porque han sido prepa- radas para ser espiritualmente iguales al hombre. Preparémoslas aqui también; usted, defensor de ellas, tome a gala—y ser una accién que nunca Je agradeceremos bastante—el imponer una cul- tura femenina tan alta como la masculina. Este sera ef mejor feminismo, y é conduciré natural- mente, racionalmente, al voto de fas mujeres. A tun voto que no puede depender de la exaltacién de algunas irreflexivas,” La condicién social de In mujer en Espafia 217 CAPITULO XII Distanciamiento del espiritu universal Diterencias particuorcs a cade gals 9 generdliader one mrunes’a todos Apariomiento. que significa eraso.—Ne- Tend de "arse enentor=ri Congreso Internacional de Ginebra Los delegaciones esfaholnse—Deserétito merce GanntE1 Congreso Internacional tet Trobnjo de Washington ’xmestor asctociones 9 uniones feminsts:—Una frucba Ge aislamiento espinal: —Poraué nase celebrd el Con- greso en’ Madrid El miedo a los wares de fuerd” —Pe- SNintomo eatdicoLo que se puede temor ver em el Yomi ism esbool-—Bases netrorae “La eivilizacién de un pueblo esti en rela~ cin con [a importancia de la mujer en ese pueblo, con st influencia, con su dignidad moral... En toda nacién, en toda raza en que Ta mujer queda apartada del_-movi- tiento social, confinada en el harén, y per- manece en Ia ignoraneia de las cosas de Ia patria y de la humanidad, el progreso Propiamente dicho, el progrese espontinco, auténomo, es imposible.” iuliette Lamber (Mme. Adam): Teas ‘ontiproudhonianas.) Este capitulo deberia, en realidad, lamarse: “La mujer espafiola y el progreso tniversal”, y aparentaria, de este modo, mis palpablemente 28 Margarita Netken (valganos la frase) el sentido complementario del anterior, a que obedece. Pero ello encerraria el peligro de no definir, ante todo, a qué clase de progreso se refiere. Nuestro ilustre amigo Eugenio d’Ors ha defi- nido en una admirable conferencia, prontn- ciada en Valladolid, lo que es, en esencia, la cultura, y la diferencia que existe entre la cultura y Ja profusién del saber; sentimos no tener la agudeza de percepcién y la profundidad de elocucién de Xenius para definir aqui lo que €s, en esencia, esa calidad que debe entenderse por espiritu universal, y la diferencia que existe entre sentirse uno integrado en ese espiritu uni versal y comprender, por ejemplo, algunos pro- blemas universales o estar al tanto de ellos, La comprensién, el conocimiento, son fases o partes todo lo mas de esta calidad, qne radica ante todo en Ia sensibilidad, y hasta, si no temiéramos el aspecto pedantesco (pero, cual otro entonces?) de Ia frase, ditiamos que en Ia facilidad para sen- sibilizarse universaimente. ;Oscura Ia definicién? Quizis, y bastante lo lamentamos; pero... como solo podran percatarse exactamente de esta cali- dad Jos que fa posean, nos atrevemos a dejar ta frase tal como nos fué sugerida por stt sentido mis directo. Mas que nunca, hoy existe un espi itu universal La condicién social de la mujer en Espaia 219 SE seared eee det cual no ptede uno permanecer alejado sin apartarse por completo de las corrientes que Ile- van el mundo, Pasaron los tiempos en que las fronteras eran verdaderas hatreras espirituales; para muchas manifestaciones del espiritu, hablar de nacionalidades resulta hoy una incongruencia, pites ciertas cuestiones, no sélo por la universa~ Tidad de stt repercusién, sino también por lo und- nime de su elaboracién, no pueden ser ya consi: deradas como productos de determinados nacio- nalismos. Claro est que la idiosinerasia particu- lar a cada pueblo no pierde st fuerzas existen ciertas condiciones inherentes a la raza y a la estructura fisica de cada pais que ninguna uni- versalidad podra disimular y mucho menos hacer desaparecer, Pero espiritu universal no quiere de- cir uniformidad, y, por encima de todas las dife- rencias particulares que siempre quedarin (iy cutin terrible seria lo contrario!) existen hoy cier- tas generalidades que, nacidas una vez en un punto, otra vez en otro, a veces en varios puntos simultineamente, de proceso lento ¢ inconsciente unas, de fomentacién rapidisima e inesperada otras, conducen a civilizacién por nuevos derro- teros, de los cuales apartarse significa tan s6lo un atraso, y un atraso cuyos resultados pernicio- sos son incalculables. EI feminismo no hace excepcién; es mas, puede 220 ‘Margarita Nelken La condieién social de Ia mujer en Espafia 220 afirmarse que es una de las nuevas modalidades cuya universalidad sea, desde un principio, mas patente; hablando vulgarmente, podria decirse que “en sus detalles”, el feminismo debe tratar siempre a la mujer segiin su nacionalidad; la es- pafiola, la francesa, la inglesa, etc.; pero que “en sus grandes lineas” debe tratar a la mujer sen- cillamente como mujer. Como mujer, sencilla~ mente, debe considerar la mujer espafiola cuantos problemas, por ser universales, estin por encima de las distinciones de patria; pero para ello no basta con la buena voluntad; es preciso que la mujer espatiola se dé cuenta de lo que son y de lo que significan las manifestaciones generales, y, como esto no es posible de buenas a primeras, y que, por la formacién de su espiritu, la mujer ¢s- pafiola queda completamente apartada del espt- ritu universal, resulta que las manifestaciones del feminismo espaiiol adolecen siempre de esa falta de universalidad, sola capaz, hoy dia, de dar cer- po a las ideas, EI reciente Congreso Internacional de Ginebra ha puesto de manifiesto esa falta de “universali- dad” de nuestro feminismo, ¢Cémo, si no, expli- carse el ridiculo—esta es la palabra—deliberada- mente hecho por nosotras en ese Congreso al cual cada pais habia enviado sus mujeres mas emi- nentes, mujeres especializadas en actividades—so- ciologia, educacién, economia, ete—en las cuales, junto con una autoridad indiscutible, han adqui- tido justamente Ia estima y el respeto de todos, y en el cual Espaiia estaba representada por unas cuantas sefioras de muy buena voluntad, nadie lo duda, pero totalmente ineapaces, no ya de soste- ner tina controversia con las delegadas extranje- ras, sino de seguir a éstas tan siquiera en sus in- formes y conclusiones? Y tanto es asi, que, la finica vez que pidio la palabra en el Congreso tuna de las delegadas espafiolas, fué, no para ha- lar, segiin Ia ocasién del momento, sino para leer dificultosamente en penoso francés unas car tillas que, por no decir nada que ya no se hu- biese dicho hace mucho tiempo, fueron apenas escuchadas con cortesia. Y esto aparte de “la oca- sién perdida” que significa para el feminismo es- pafiol, ocasin que sabe Dios cuando se volver’ a encontrar, echa sobre toda la actuacién de nues- tro feminismo el descrédito del juicio que’ habra merecido en Ginebra, en donde, frente a mujeres eminentes y como tales conocidas de todos los paises, fueron de Espafia dos o tres publicistas ligeramente enteradas, acompafiadas por unas cutantas sefioras, muy respetables sin duda... pero que nadie sabia de dénde salian ni el papel que pintaban, E igual sucedié en el Songreso Internacional aaa Margarita Netken del Trabajo celebrado en Washington en la pri- mavera pasada, en el cual las delegadas espa- fiolas, por ser completamente extrafias a las ma- tetias discutidas, tuvieron qne contentarse con acatar las conclusiones emitidas por los demis, siendo Espafia precisamente uno de los paises en que la reglamentacién del trabajo femenino esta mis necesitada de defensoras conscientes y ¢s- clarecidas. Ese distanciamiento del espiritu universal es el que deja sin valor, 0 da valor negativo, a nues- tras uniones y asociaciones feministas. De algtin tiempo a esta parte—apenas unos afios—éstas cre- cen y se multiplican con un ardor que, desde fuera, puede parecer hasta un verdadero florecimiento; mas, luego est la prictica Nevada a cabo, la rea- lidad... y resulta que todo consiste en buenos de- seos torpemente expresados. O no hacen nada, estas asociaciones, 0, cuando hacen algo, ponen de manifiesto su apartamiento y su ignorancia de cuanto significa hoy dia por el mundo progreso y evolucién, Cuando, en el mundo entero, es con- siderada, por ejemplo, hoy Ia indisolubilidad del matrimonio como arbitrariedad intolerable y fuen- te de las mas vergonzosas inmoralidades, no La condicién social de 1a mujer en Espaila 233 llegé uma de estas asociaciones nuestras a exponer como articulo principalisimo de sus “desiderata”, la prohibicién, para uno de los cényugues, de abandonar el domicilio conyugal sin asentimiento del otro? ¥ esto, que casi puede, por su descono- cimiento de todo problema social, ser considerado como una ingenuidad, dice bien el espiritu im- provisado, aislado, de estas asociaciones, cuyos miembros, en st mayoria, ven el feminismo, no como un progreso universal, sino como cémoda medida ajustada a deseos nacionales o particu lares. Hacen algo, si; pequefias obras, pequefias pro tecciones, mas zqué es eso, sino rebajar un mo- vimiento general a circunstancias especiales, cuan- do no a rencillas y rivalidades? Unicamente el dia que en estas asociaciones se comprenda que el ostentar un titulo de presidenta o el adelan- tarse a la asociacién vecina no es nada en la mar- cha del feminismo colectivo, y que la misma ac- tuacién feminista universal, para ser algo, ha de marchar a compas de la evolucién general, tini- camente ese dia podremos creer que nuestro fe- minismo habra adquirido patente significacién, har Y esta falta de “sent deja nuestro femini lo universal” es Ia que mo a merced de todas las 224 Margarita Netken direeciones y le hace ser inconscientemente te- reno abonado para cualquier impulso— €—que se le quiera dar; y, por ley de contraste natural, que Je hace anularse ante presiones que deberian permanecerle siempre extrafias. Con este mismo tiltimo Congreso Internacional, hemos tenido que sufrir el bochorno de ver tener lugar en Ginebra un acto cya celebracién habia sido decidido que seria en Espaiia: se ofuscaron “ciertos poderes”, temieron para las mujeres es- pafiolas el contacto de “los aires de fuera” pero, cada cual, como dicen nuestros vecinos, predica por su parroquia; en este caso, mas que en ninguno, era natural el apercibimiento a la defensa, ya que esos “aires de fuera” habian de penetrar con fuerza en muestro pais, con la venida a de miles de mujeres entre las més avanzadas del mundo. Natural era la oposicién, pero, lo que no es natural es que, tantas asociaciones y unio- nes feministas como tenemos no hayan sabido imponerse; no hayan tenido siquiera la fuerza o al valor de decir, ante el mundo, porgué y por quignes no se podia celebrar el Congreso en Es- paila, ese mismo Congreso que, desde ta funda- cién del Consejo Internacional en Washington el 31 de mayo de 1888, viene celebrandose, cada cinco afios, en una capital de una nacién distinta, Y no vale hablar aqui de sentimientos particula- La condicién social de Ia mujer en Espafia 225 res a Espafia; aunque no se ha ocupado ntinca de religién, nunca y en ningéin caso, el movimien- to feminista ha tenido en todas partes en contra stya, por lo menos en un principio, a los elemen- tos catdlicos, y es preciso no olvidar que el femi- nismo llamado catélico 0 cristiano viene a ser, con relacién a Ia emancipacién de la mujer, absolt- tamente lo mismo que el socialismo llamado caté- lico 0 cristiano con relacién a la emancipacion del proletariado, En Norteamérica, las primeras feministas, que pusieron su gloria en ser aboli- cionistas, eran naturalmente protestantes;_y Ltt- crecia Moth, con sus campafias anti-esclavajis- tas, hechas en nombre de la igualdad proclama- da por Cristo, levanté contra ella toda Ia opi- nién catélica de los Estados del Sur} en Ingla~ terra, en Alemania, fueron mujeres de los par- tidos radicales las que primero se adhitieron al Consejo Internacional, En Francia, la manifes tacién feminista més importante fué la fundacién, hecha tinicamente por mujeres, del periédico “La Fronde”, en el cual Séverine puso su incontras- table autoridad al servicio del “folletin” politico, y que se clasific, durante “Paffaire Dreyfus”, como uno de los defensores mas ardientes de la libertad. Este historial y el hecho de ser el femi nismo una doctrina haciendo deliberada ahstrac- cién de creencias religiosas, no podia menos de 226 Margarita Nelken alarmar a quienes cuentan en Espafia sobre las mujeres para consolidacién de la Iglesia y aleja- miento de las ideas llamadas “subversivas”, Aho- ra que, también en los demés paises, intentise la lucha; s6lo que ésta no pudo triunfar gracias al “espiritu medio” del elemento femenino, por des gracia, en Espafia, completamente “abotargado”. De no variar en absoluto de tactica nuestras fe- ministas, de no comprender pronto que lo primero que debe hacer el feminismo en Espana es libertar al espiritu de la mujer de manera que ésta, de sér inconsciente, traido y evado a ciegas, pase a categoria de sér con discernimiento capaz de distinguir por si mismo cules son sus intereses y, sobre todo, de no confundir, por ejemplo, ta amplitud de cultura con un ataque a la religién, nuestro feminismo, o no tendré razin de ser, ola tendra tan s6lo como arma natural contra todo progreso. Porque el que no se haya podido cele- brar en Madrid un Congreso tolerado y ayudado por todas las grandes capitales, ya es bastante significativo; pero lo es mas todavia el hecho de haberse celebrado en su lugar tn congreso en el cual e] sefior Vazquez de Mella pudo decir, en tn discurso programa, que en Espafia, gracias a las mujeres, no habia que temer los trastornos acaecidos en otros paises. Y el que ninguna de nuestras asociaciones feministas sea capaz, por La condicién social de la mujer en Espafia 227 stt-actuacién, de demostrar que no serdn las mu- jeres quienes en Espafia servirin de impedimenta a ta natural evolucién de las ideas, ello prueba que no yerran del todo los que temen ver en el feminismo espafiol nna posible réplica de Somate- nes 0 Uniones Cindadanas. Desde aquella mocién de las francesas de la “Tercera Clase”, de la cual ya hablamos a prin- cipios de este libro, la primera manifestacién del ideal feminista ha sido siempre, en todas partes, un deseo vehemente de que el espiritu de Ia mu- jer encontrase las mismas posibilidades de cul- tura que el espiritu del hombre. A esto oponen algunos en Espafia que la coeducacién es peli- grosa en un pais de pubertad tan precoz como en el nuestro; pero, aunque asi fuera, igualdad de instruccién no implica forzosamente coeducaciin, ¥ nifios y nifias pueden educarse muy bien idén- ticamente en locales distintos, Nosotros, en nties- tro feminismo acérrimo, pero desprovisto de acri- tudes 0 de precipitaciones irrazonadas, deseamos: 1, una base de educacién que coloque a a mu- jer espafiola en un plano inicial no inferior al de la extranjera més cultivada. 2°, gracias a esta base educativa, una libertad espiritual que le per- 238 Margarita Nelken mita examinar, sin prejuicios impuestos a priori como articulos de fe, cuanto significa progreso espiritual del mundo, Y, sobre todo, un ejercicio de la razén, de su raz6n, que le permita, sin mer- ‘ma alguna de sus creencias, no mezclar estas creencias en asuntos en que nada tienen que ver. Esto no son cosas que pueden improvisarse; pero son cosas cuyo advenimiento debe prepa- rarse sin pérdida de tiempo. Si nuestras asocia- ciones feministas, en lugar—como hizo una de cllas—de ponerse en ridiculo proclamando a las mujeres espafiolas, cya intervencién en politica no es admitida, adictas a Tanger espafiol!!!; si en lugar de esa patriofada que a nada conduce, hubiesen protestado piiblicamente, en Ginebra, contra la intromisién que impidié la celebracién del Congreso en Madrid, no habria que conside- rar con tal pesimismo nuestro distanciamiento del espititu universal. ‘Actos realizados con el tinico fin de “hacer hablar” no bastan para imponer programas ante la opinién, Y ya pasaron los tiempos en que, para un pais, la opinién se limitaba por sus fronteras. Hoy, los juicios, como las ideas, son internacio- nales y apelan a todo el universo. La condicién social de 1a mujer en Fspafia 229 CAPITULO XIII Posible y necesario desarrollo del feminismo en Espaia Necesidad de considerar serenariente:el problema feminista. —Primer resultado del feminismo—Fin de la competencia entre los dos sexos—Lu que hard desaparecer ef feminis- ‘mo.—Desapariciin de las “ociosas”—Desoparicion de “la Timosna”—Las leyes consideradas como efectos, no como causas—Los quehaceres domésticos y el feminismo—El confort y el desarrollo feministo.—La “Voluntad™, de Azo- rin-—Sentido maternal e independencia de ta personalidad. “ Photwas Ivreopuceréx. EL FEMINISMO EN ESPAN, : Desarrollo del feminismo en Espaiia.—Definieion de este movimiento; sus causas y aus efectos—El Daganismo y el cristianismo.—Los cuatro puntos estdinates “Wet feminismo.—Comienzos extranje: ros-—Bn la América latina—Mary Astell,—*L bestia impura”.— Peticién feminista det si glo XVIII—Sentido reatista del feminismo es. afiolae oe 7 Car. I. LAS CONDICIONES GENERALES DI LAS MUJER ESPAROLA. — Stuart Mill y las condiciones naturales de la mujer—Feministas masculinos—Posibilidades de plenitud—La segun da naturaleza—Imposicién por deber e imposicién por sentimiento—La lectura en tranvia—La fuer: za de Ia dignidad instintiva—En Cataluia y en Galicia —Conclusiones, a Car, I, LA MUJER DE LA CLASE MEDIA—EL maximo problema econémico.—Se agudiza el pro- blema—La prostitucién obligada y el matrimonio como salvacién—Degradacién del matrimonio, por + culpa de Is mujer—La dignidad femenina,—Bt trabajo vergonzante.—Educacién contraproducente, ~La esposa y la madre: Ia influencia pasiva,—Lo mejor y lo peor de la nacién. Car. IIL, LAS CARRERAS. Niimero ereciente de estudiantas.—Desgraciada actuatidad de una opi- nién de Deméstenes—Pedante o hembra Sepa. racién de los estudiantes y de las estudiantas.— ben ae faaive Phoas Autodidacta, a pesar de los profesores—Las mé- dicas del siglo TX.—La teoriade Ia inferioridad cerehral—La efencia femenina? desde Santa Til- degarda hasta Madame Curie-—La “patrona” de Jas estudiantas espaiiolas—Asimilacién y cocina superior.—Desigualdad imperante-—Maestras y Bi- bliotecarias—En Alemania —‘Sefioritas sanita- rias” y enfermeras—Resignacién momenténea. Cap, IV. LAS EMPLEADAS.—Tradiciéa absurda Competencia inicua—La justicia del Estado.—Tele ‘erafistas y telefonistas—La paria—Influencia nor teamerieana—Sueldos de miseria.—La convenien- ia del que emplea—Un peligro para el trabajo del hombre,—Falta de accién.—Pasividad y temor, —Liga de compradoras—Ley de la silla—La vida en casa—La caida inevitable —Progresos “de re- pente”—La, proteccidu a la muchacka en el ex- tranjero—La Residencia de Estudiantes y el asilo del “Servicio doméstico"—E1 derecho a ser pro- tegidas—El verdadero. prog Cap. V. EL TRABAJO EN FABRICA Y EL TRA- BAJO A’ DOMICILIO.—Progreso y organizacién del trabajo femenino-—Designaldad necesaria— La “semana inglesa", derecho natural de la ma jer—La incompleta aplicacién de nwestra legisla- cidn obrera—Embarazo y laetaneia.—Un easo ti pico—El desapego de la obrera por sa oficio— Proteccién fisica y proteccién moral—La inmora- lidad def “contramaestre” en talleres femeninos. —Una reforma que se impone; superintendentas € inspectoras—El trahajo a domicilie—Pintoras de cacharros—La falsa areola del trabajo casero— La ‘nica mejora efieaz es imposible en Espata, —Competencia desigual: asilos y conventos—Ta- bereulosis y sweating system—Propagandas inte- resadas.—Leyes protectoras alemanas-—Ohrera ea sada y obrera soltera—Responsabilidad directa y Photmas responsabilidad indirecta—El engafio de tas me= joras a medias~Una mocién—Reformas oficiales ¥ reformas particulares—"Por bitetias 0 por ma. Is o mn Cap, VEL TRABAJO DE LA MUJER Y LAS ASOCIACIONES.—Cémo debe efeetuarse el tra bajo femenino—EI hombre, enemigo del trabajo de de la mujer.—El “pretexto” de la explotacion fe- menina—Desiguallad en trabajos igtales En Inglaterra: la ayuda de los trabsjadores—La obra de Plora Tristén.—La ‘nica garantia del que tra- baja—La influencia de la religién y el comercio de las conciencias—Obligaciin de reconocer el | Aerecho de asociacion—Cémo se amordazan las 39 reivindicaciones obreras—E] caso de las cigarre. ras-—Nuestra representacién en la Conferencia de Berlin —EI derecho a la proteccidn y el derecho a no necesitar protecciones particulares—En Ingla- terra, Alemania e Italia—Cristo, el primer soca. lista—Por ser ‘mujeres y por ser madres. 35 | —Desvirtuacién del sentido dela naturaleza—La experiencia det primer hijo-—Preparacién a la ma ternidad:—Sabiduria que ‘se impotieOpinién del doctor Doléris, de la Academia de Medicina de Paris-—El peligro de I ignorancia y de la hipo. ‘ eresia sexuales—La obsesién del peeado y la edt cacién sexual, septin Ios mélicos—Un proyecto de la Cémara italiana—La sifilis—Cultura fisiea. <-Mortandad infantil—Los nifios ilegitimos.—- Cursos de maternologia—Trabajos femeninos— Neeesidad de un nuevo espirit. | Cav, VIL. MATERNOLOGIA Y PUERICULTURA. same Car, VIII. LA PROSTITUCION.—Las ex-mujeres, La estructura moral de un pais—La calidad de Ja prostitucién—De la que “se divierte” a la que se vende”.—EI espiritt) de Solén—La farsa de 7 7 ny oe {nice la higiene—FI hijo de la prostituta—Prostitucién clandestina. De donde provienen las prostitutas. En el campo—Prostitucién forsada-—Las me- hnores—La patria potestad arbitraria—Dos ejem- plos monstruosos—Las Damas de la ‘Trata de Blaneas—Castigo, pero no salvacién—En Alema- nia y en los Estados Unidos.—Una obra eficaz— Tneapacidad de nuestras obras—La represién de la trata de blaneas no puede depender del ca- pricho de personas sin preparacién—Lo que es impreseindible, 138 Cap, IX, FEMINISMO, SENTIDO SOCIAL Y BE- NEFICENCIA—El feminismo integral imposible por ahora en Espafia—El voto debe merecerse— La falta de sentido social—La beneficencia piedra de toque para la eapacidad del feminismo—La catidad mala, —“E1 Desayuno Escolar”—Las ‘obras que dan aigo, pero piden mucko—Caridad sin sentido social—Lo que se hace por el pueblo y lo que se hace sirviéndose de él—La confusion fe la religiin con la earidad—EI habito y 1a om- niscencia—Una dolorosisima comparacién.—Va- Hehermoso y la idea de que el pobre, sin derecho a nada, debe agradecerlo todo.—Casas-cunas ex- tranjeras y nurses voluntarias—Un lamamiento a la Cruz Roja espafiola; su contestacién—El Con- greso del trabajo a domicilio en Barcelona y Ia Liga de compradoras—El gran defecto—En Ale mania, ea Francia-—El modo mis directo y eficaz de remediar la miseria—Organizacién del trabajo y sedo-caridad—Los pasos mis importantes del feminismo ... eae 155 Cap. X. LA MUJER ESPANOLA ANTE LA LEY, “La injusticia de Ia justicia. Derecho germinica y derecho romano—La propiedad y el yoto.—En el extranjero—Antiguas votos_parciales—Espi tu latino—Las condiciones desfavorables de Es- indice 279 Paflasy-Indisolubilidad del matrimonio.—El Con- cordato y Ia sumisién forzosa a la Iglesia—El mito de ta separacién.—Un articwlo de Ia ley, inatt- dito—E1 depésito dela mujer.—El adulterio y los hijos—Régimen tan duro para el hombre como para la mujer—Lo que es, no lo que puede ser.— El tinico dique contra 1a’ brutalidad posible del marido—Cultura de odaliseas—Lo que es en el fondo a attoridad marital—La hipocresia de las leyes—Progreso imitil mientras no se reforma ef Civtign—Patria potestad y administracién de. bic- nes—La igualdad da derechos, pero impone debe- res—Lo que no debe olvidar el feminismo—Las particularidades de Ia minoria de edad. ... Car, XI. LA MUJER ESPANOLA Y EL PROGRE. SO POLITICO—Necesidad de la eolaboracién fe- ‘menina—Lo funesto que ahora seria en Espatia— EL ejemplo de Bélgica—El socialismo y el ideal feminista—E1 Senado franeés y el temor al espi- rity reaccionario.—Desvirtuaciéa del sentido relic gioso—E1 partido Iaborista inglés—Liberalismo politico y clericalismo femenino,—Feminismo so- cialista y feminismo catélico—Una prucha de ine sulsez y el teléfono del Sindicato de la Inmacn- lada~*No meterse en politica"—Cuestién vital Una carta, «.. Car, XII. DISTANCIAMIENTO DEL ESPIRITU UNIVERSAL.—Diferencias particulares a cada pais y generalidades comunes a todos—Aparta- miento que signifiea atraso.—Necesidad de “darse euenta”:—EI Congreso Internacional de Ginebra — Las delegaciones espatiolas.—Deserédito merecido, —EI Congreso Internacional del trabajo de Was. hhington—Nuestras asociaciones y uniones femi- nistas—Una prueba de aislamiento espiritual — Porqué no se celebré ef Congreso en Madrid —EI miedo a los “aires de fuera”—Feminismo catoli- 183 199 280 indice Actas co.—Lo que se puede temer ver en el feminismo espaiiol—Bases necessrias. wie ee section ven ee 217 Car, XIIL POSIBLE Y NECESARIO DESARRO- LLO DEL FEMINISMO EN ESPANA Necesi. dad de considerar serenamente el problema femi. nista—Primer resultado del feminismo-—Fin de la competencia entre Ios dos sexos-—Lo que hard desaparecer el feminismo.—Desaparicién de las “ociosas"—Desaparicién de “la limosna”-—Las leyes consideradas como efectos, no como causas, Los quehaceres domésticos y ‘el feminisma Fi contort y et desarrollo feminista—La “Voluntad” de Azorin—Sentido maternal ¢ independencia de la personatidad—Infuencia espiritual de lama. dre—El Migual suyo”. we see nes ae 329 SINTESIS DEL MOMENTO AC. luestra mas viva esperanza—La mujer EI “falso orgullo”.—Traseendeneia de lgunas nievas manifestaciones—E] voto de las belgas—EI ejemplo de 1904—Sufrimientos putrion idos.—E sentimiento del honor ostentosa- Las “valientes, mujeres".—Una pagina de Latzko.—-Las madres-—Espiritaanti-evolueionista—El divorcio ¥ las catdlicas italianas—La verdadera indignidad Para la mujer—Particularisimas cireunstancias de una huelga—EI feminismo y Riotinto--El femi sismo y nuestra campana de Marruccon—El deber de todo ser humana 247 EDITORIAL MINERVA, s. a. eet Aribau, 179 Teléfono G.-27 clon telegrattea: MINERVA, ———— a Biblioteca de Cultura Moderna y Contempordnea OBRAS PUBLICADAS El Comercio del mundo por JAMES DAVENPORT WHELPLEY Un volumen de 440 piginas . , 4 pesetas ——— La Poblacién y el sistema social per FRANCESCO 8, NITTI "iat dl Cag iis aay fee esd Nps Un volumen de 312 paginas... . . 3 pesetas re SOCIEDAD Y SOLEDAD Por R. WALDO EMERSON-(Agotada) Un volumen de £9 paginas , , 3 pesetas EL NACIONALISMO CATALAN Dor ANTONIO ROVIRA Y VIRGILI-(Agotada) Un volumen de 320 paginas «+ 8 pesetas ASPECTOS ECONOMIGOS DE La GRAN GUERRA or FEDBRIGO RAHOLA (Ex-dputedo y Exsenador) Un volumen de 204 paginas + +B pesetas ORIGENES DEL CONOCIMIENTO por R. TURRO ie dl as Mel ep a uel = Ads) Un volumen de 296 paginas... . . 4 pesetas ————$______. Filosofia de la guerra por M. RUBIO BELLVE - Coronel! de Ingenteros Un volumen de 440 paginas pesetas — ee LA UNIDAD FUNCIONAL por el Dr. AUGUSTO PI y SUNER Catedritico de Fisiologia y Diputado - (Agotada) Un volumen de 352 paginas . +. 4 pesetas EL ARTE DRAM ATICO EW EL RESURGIN BE CATALUKA por FRANCISCO de P. CURET -Diceetor de “El Teatro Catelén'= ‘Un volumen de 408 paginas... 8 pesetas PSICOLOGIA DEL PUEBLO ESPANOL or RAFAL ALSAMIRA-Sozadory Ga{editce dela aivesideg Gente Un volumen de 240 paginas - . B pesetas DA HACIENDA ESPANODA - hos impuestos por FRAYUISOD BERNIS Catering dein Uaivrsd de Saamanen Un volumen de 360 paginas . . 4 pesetas LA CIUDAD CASTELLANA :: Enire todos la matamas... ‘or JULIO SERAEOR GONE - Youre de Frits (Patecin) (Proxima a agotarse) Un volumen de 202 paginas . + 3B pesetas HISTORIA Y POLITICA por 2, WALDO EMERSON Un volumen de 220 paginas . «4 pesetas LA CRISIS DEL HUMANISMO oc nes dA, Ube y oi Ta a date ‘por RAMIRO de MARZTU Un volumen de 367 paginas... . . & pesetas Historia de los movimientos nactonallstas por ANTONIO ROVIRA y VIRGIL Autor de «Bl Nasionalismo Catlén> Un volumen de 44 paginas 5 pesetas FOMENTO DE LAS EXPORTACIONES por FRANCISCO BERNIS Un volumen de 233 paginas. + 4 pesetas Ef Tesoro Dramético de Henrik Ibsen por SALVADOR ALBERT Un volumen de 372 paginas, 5 pesetas AMOR Y CASTIDAD « 125 iors pr 10 por ROBERTO MICHELS Un volumen de 320 piginas. 5 pesetas LOS CATALANES EN AMERICA (Guba) por cxRLos wanTl Ua volumen ge 20 piginns sss. B pesetas ESPANA EN Eb ERISO sJerzserse sueny: por itis ansquisrar Un volumen de91 paginas ss B pesetas Felipe a 'y Sor Maria de Agreda or Tun@ci SASCEEE 8 064 - Magenta dl cna dein EL temperament espaol, 1a demecracia y 1a libertad vor AUVARO DE ALRORNOZ ‘OBRAS EN PREPARAGION Exaltacion y crisis del Estado autoritario por FERNANDO DE LOS RiOS Cotetitioe de In Universiad de Granade y Diyatedo oCerter Geografia de las ideas politicas en Espafia por LUIS BELLO - Exdiputado a Cortes —_——_—=_—=~eee—""_@——“— Dinamica de la Riqueza (TEORIA DE LOS PRECIO: por GHRMAK BERSAHR- =rere_eséeev'!t”' ce PROYECCIONES y REFLEJOS de ALMA por GABRIML ALOMAR Catedriico yDipetado «Corts LA CONCEPCION CICLICA DEL UNIVERSO por EUGENIO D‘ORS rico de Ia Unive da Teens ee 7 sentioiento de ‘tristeza en ta literatura contemporénea ‘per JOS DELEIEO-Gatdriico do la Usivoredad da Yalezela eee LOS CONTRASTES DEL ESPIRITU CINDIVIDUO Y COMUNIDAD ) ‘por BLAS RAMOS SODRIND -datedritien do la Universidad de Valencia aa—=~—veee_eSee LIBERTAD Y PROPIEDAD (108 CONFLICTOS soctALWs Y EL DERECHO PRIVADO) ‘por LROPOLBO AGAE ARGGTHLKES-Cstodritin do Ix Univrsiad de Ov LAS ACTIVIDADES DEL ESPIRITU (SU FUNDAMENTO ESTETICO ) par OS0UR ASPLL-Gomporiter-Liaeueado en Filet y Taeas EL IMPULSO ANGLO - SAJON por S, DE MADARIAGA FILOSOFIA DEL ERROR por JOSE ZULUETA Los principlos normativos de la existencla por R, WALDO EMERSON

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