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Martin Hopenbayn | Repensar el trabajo Historia, profusion y perspectivas de un concepto Grape Editorial Norma encs Aires Beco Bago Cares Guatemala Mévce Penand Quito Son Jord ‘Sen fen SenSaloader Santiago (©2001, Derechoe reservados por: Grape Editorial Nonma . A. San Jos 831 (1076) Buenos Aires Replica Argentina Empresa adberid sla Cémara Argentina del Libro Disefo de rapa Arana Jenle Fotografia de taps: Tony Stone, (Clac being taken into store at the party, Impreso en le Argeotina por Ceheat $A Printed in Argentina eimersedicine mayo de 200) Segunda reimpresisn: sil de 2002 ce: 20881 San 997-545-018-9, Prolubida la reproduccin total o parcial por ‘cualquier medio sin permiso escrito dea editorial Hecho e depészo ge marca ley 11,723, Libro de edicion argentina NOTA A LA PRESENTE EDICION I presente libro tuvo una primera versién en 1988, bj el tzulo El trabajo: itinerario de un concepto, publica- da en Santiago de Chile por el Programa de Economia del Trabsjo (PET) y el Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR), Dicha publicaci6n, bastante restringida y de mayor circulacién por via de fotocopias que como libro, fue distribuida sobre todo entre dirigentes sindicales y en carsos de psicologia del trabajo. Diez afios después, y aceptando la oferta de reedicién de la editorial Norma, ne querido aprovechar ia ocasién para revisarlo, actualizsrto e imprimirle algunos cambios que el paso del serpo (y de rai propio tiempo) imponen. En primer lugar, he reducido la extensién de la primera parte, consagrada a una revisin que toma varios hitos en fa trayectoria de! concepto del trabajo en Occidente: la Grecia clésica, ei judeocristianismo, el mercantilismo re- nacentista, el puritanismo, la Revoluciéa Industrial y la economfa politica, Me parece hoy que ia primera parte debe servir de base para una reflexiGn sobre el trabajo, pero no puede absorber el grueso de estas paginas, como ocurria en la primera version. En segundo luga:, otorgué Martin Hopenhayn mayor extensién y dedicacién a los aspectos vinculados con las perspectivas actuales del trabajo, y a la manera en que la Tercera Revoluciér: Industrial obliga a replantear la centralidad del trabajo a lo largo de las revoluciones in- dustriales precedentes y de la modernidad en general. ‘También he querido agregar algunas reflexiones més espe cificas sobre la sitvacin del trabajo en el conzexto de la periféria latinoamericana, He intentado reducir el exceso ca, aungue (espero) lo son en forma menos categd nalmente, introduje muchas correcciones estlisticas, he sido més riguroso en evitar reiteraciones y mas extenso en aquellos aspectos de i reflexi6n que a mi juicio (el actual) son de mayor vigencia o resultan hoy mas problema que hace una década. Todo esto, por tiltimo, con la inten- cién de ampliar el rango de posibles interlocutores hacia ei campo de jas ciencias sociales en general y del debate sobre los incie-tos designios de la modernidad, Martin Hopenhayn, julio de 2000, INTRODUCCION PRIMERA PARTE: HISTORIA DE UN CONCEPTO i| Trabajo y ocio en la Grecia clisica Una democracia con esclavos El ideal aurarc y la desvalorizacién del trabajo Otras valoraciones de! trabajo 11 | Matices de un concepto: caldeos, hebreos, romanos y cristianos Caldeos Hebreos Romanos y prieneros cristianos II | Supervivencia y sentido: el valor del trabajo en la Edad Media De la estructura feud: Bl trabajo en la pa a los gremios de artesanos 13. 27 29 29 32 38 IV] Mercantilismo y bumanismo en el concepto renacentista del trabajo La ética mercantil La cosmovisién humanista V! Profesin y eficacia del trabajo en la ética protestante VII Trabajo en el capitalismo industrial: la consagracién de la ambivalencia El advenimiento del capitalismo industrial Antecedentes ideolégicos y politicos EI nuevo orden laboral Trabajo cxaltado, trabajo cosificado El trabajo y la economia politica clisica SEGUNDA PARTE: PROFUSION DE UN CONCEPTO. vill Hegel y Marx: de la alienacién del concepto de trabajo al concepto de alienacién del trabajo El trabajo como objeto de reflexién critica El trabajo segin Hegel El trabajo segiin Marx El concepto del trabajo alienado Vilt! Entre la administracion cientifica y la organizacién del estrés 71 71 7 85 7 7 101 102 107 110 119 121 121 124 129 135 147 1X| El trabajo, analizado por la psicosociologia industrial Un enfoque emergente Erich Fromm Georges Alsin Touraine X| Otras lineas de reflexién sobre el concepto de trabajo en el siglo XX La Doctrina Social de la Iglesia La teologia contemporanea del trabajo en M.D. Chenu El concepto fenomenoldgico del trabajo en Herbert Marcuse La ambivalencia, una vez més ‘TERCERA PARTE: PERSPECTIVAS DE UN CONCEPTO XI] El trabajo en su perspectiva actual Los fururélogos antes del Gran Desempleo La crisis del trabajo en la era post-industrial AMODO DE CONCLUSION Ambivalencias que van y vienen Final abierto y poblado de preguntas 159 159 165 170 181 181 190 194 199 203 205 210 228 241 243 259 | INTRCDUCCION Si el hombre trabaja desde que es hombre, gpor qué el concepto de trabajo pasa z ocupar ue lugar privilegia- do en el terreno de la zeflexiéa s6lo en los titimos dos si- ghos? Cierto: hay aociones de trabajo que se remontan a Ios textos bfolicos de] Antiguo Testamento y a los fildso- fos de la Grecia clisica. Pero s6lo cuando la historia del pensamiento debe someterse al rigor impuesto por la era industrial y por I racionslidad moderna, el concepto de irabaje se hace realmente critico y se colma de nuevos contenidos, Hasta entonces, y bajo diverses perapectivas, el trabajo fue consideredo un mai necesazio, una activi- dad expistoria o un medio para un bien posible. En esa medida, y por milenios, la reflexidn intelectual le dio ran- go de fendmeno secundario. ‘Una posible respuesta, y en el presente estudio la tra- tareraos en detalle, es que el concepto de trabajo adquie- {. Coarolo vetala Dominique Méda, “el wabsjo no es una categoria ant->- pologica,o ses, na invariance dela caneralera hemanao de as eviieatones| (ue sempre van acompabads por las mismas eepceseatacioees. Estamos, por cleontraio, ante una estegortsradicalmente historia, venrada en cespaesta a ‘ecesdades de una Epoca determinads”. (4a, Dominique, Ef rabsjo. wn va= lor en peligro de extinct (sadacela: Francisco Ochoa Michelera), Gedisa, Barcelona 195, pg. 27.) 15 Martin Hopenhaya, re relevancia con su negacisn. Esto significa que la piedra de toque a partir de la cual el trabajo penetca en distintos Ambitos de la especulacién es la idea de alienaciGn del tra- bajo o trabajo alienado. La conciencia de que el trabajo, condicionado por el marco social y téenico de un mo- mento determinado de la historia, niega una supuesta esencia 0 un potencial de trabajo, obligaria a pensar y concebir esa esencia 0 potencial de trabajo como algo que trasciende a su degradacién en el tiempo. Para algunos, la conclusién que de esto se deriva es concluyente: es la desnaturalizacién del trabajo lo que enajena al hombre y lo somete, y no el trabajo per se. Lo que implica que el concepto de trabajo hasta entonces vigente (el traba- je como un mal necesario, como un medio para el bien posible) era, a su vez, un concepto alienado, pues con- fundia el verdadero sentido del trabajo con la falta de sentido en que éste se desenvuelve bajo determinadas condiciones histéricas. Cuando decimos, pues, que el concepto de trabajo comienza por sui negacién, podemos referirnos a que el trabajo no ocurra como quisiéramos que ocurriera 0 co- mo deberia ocurrir, pero también al hecho de que no se ha entendido por trabajo lo que deberia entenderse. Es esto lo que motiva a repensarlo criticamente, Sin embar- £0, lo “critico” tiene también otro sentido, y no se limi- taaun contraste entre una mentada esencia del trabajo y la negacidn de esta esencia en la actividad laboral dela era industrial. El trabajo y su concepto se vuelven criticos cuando asumen sentidos y connotaciones contrapuestos, e dicho de otro modo, cuando se tornan ambiguos, Hacia fines del siglo XVII, el concepto de trabajo red: ne una pluralidad de sentidos. El concepto cristiano ins- crito en los Evangelios, el concepto calvinista, la vision 16 Repensarel trabajo ‘antropocéntrica y Ia visién economicista de la economia politica clisica conviven sin diluirse y estructuran un con- cepto preiiado de ambivalencias. ,Cémo compatibilizar el trabajo expiatorio del cristianismo con el trabajo con- quistador y expansivo de los comerciantes del Renaci- miento? ¢Qué hay de comin y qué de antagénico entre el concepto ascético del trabajo en la doctrina calvinista y al concepto hedonista del utilitarismo moderno? Por otro lado, la modalidad del trabajo cambia sustanci mente con el advenimiento de la Revolucién Industri la visién que el artesano gremial tenia de su trabajo del verse distorsionada por la nueva divisién det trabajo, el régimen de asalariados y la inseguridad en el empleo, ras- gos que contrastaban en forma aguda con el estilo de tra- bajo de los gremios corporativos. De este modo, no s6lo se suscitaron contrastes entre distintas nociones de tra~ bajo, sino también entre estas nociones y los cambios efectivos y radicales en las modalidades concretas del trabajo, Un desajuste entre el concepto de trabajo y el tra~ bajo propiamente tai debié contribuir a hacer de ese con cepto un problema y, con ello, constituirlo en objeto de estudio. Pero las ambigiiedades van aun més lejos. No sdlo pueden hallarse nociones contrapuestas, 0 contraposicio- hes entre un concepto tradicional de trabajo y la moder- nizacién del trabajo mismo, También hay paradojas que imprime la Revolucién Industrial: por un lado, encontra- mos la maxima socializacién del trabajo, pues nunca antes tantos hombres se habjan reunido en un mismo lugar fisi- co para participar, de manera organizada, en la confeccid. de un producto. Pero, por otro lado, esta socializacién es también su contrario, a saber, la maxima atomizacién del trabajo. Nunca antes la actividad laboral de cada indivi- duo se habia reducido a semejante grado de parcelamien- v Marcin Hopenhayn toy especializacién respecto de la configuracién total del producto del trabajo. Otra ambigtiedad emergid en los origenes de la economia politica forjada al ealor de la in- dustrializacién, pues el propio Adam Smith, ala vez que destacé el trabajo como factor principal de produccién y como motor del crecimiento econémico, no vio sino su aspecto puramente econémico, disolviéndolo en una con- cepcién de la produccién de riqueza donde el trabajo pierde toda connotacién antropoldgica. Concebido co- ‘mo cosa —factor de produccién—, escamotea su carécter de actividad humana, Llegamos, asi, a un escenario actual del trabajo y de sus perspectivas futuras que constituye el momento ex- tremo en este itinerario de ambivalencias. Nunca antes el mundo del trabajo se habia prestado a tantas interpreta- ciones contradictorias. Si consideramos a los profesiona- les y técnicos incorporados exitosamente a la sociedad del conocimiento y al sistema informatizado, podemos irmar que el trabajo ha logrado su mayor nivel hist6ri- code productividad, de uso de facultades de Ia inteligen- cia y de desafios en el plano de la complejidad tecnoldgi- ca y organizativa. Pero, al mismo tiempo, nunca como ahora se habia segmentado tanto el acceso a trabajos es- tables y con salarios dignos. Conviven, en extraiia simul taneidad, e] aumento de la informalidad y precariedad laborales, y las bondades productivas de la Tercera Re- volucién Industrial —Ia de la informacién, la informati- ién y el conocimento—. La mentada flexibilizacion Jaboral promete reduccién en las jornadas de trabajo, pero amenaza con inestabilidad en el empleo y merma en los ingresos, El carécter integrador de las redes infor idticas en el trabajo contrasta con el carscter excluyen- te de los nuevos mercados laborales, La utopfa, tan cara ala modernidad, de un mundo donde se trabaje cada vez 18 Repensar el trabajo menes, convive con la distopia que parece consagrar so- ciedades nacionales —y un orden global— que separen felos que trabajan en empleos modernos y tienen ingre- 0s cada vez mayores versus los que quedaron ala vera del camino del progreso y luchan por la supervivencia y Ia dignidad. En el caso de América latina, la situacién no podria ser més contradictoria, Conviven distintos tiempos his- t6ricos, desde la premodernidad hasta la posmodernidad. ‘Lo que significa que el mundo del trabajo cuenta con fa- bricadores de software, en un extremo, y campesinos que tutilizan su propia energi humana para mantener una mi- rnima agricultura de supervivencia, en el otro. Dentro de ‘esta gama, hay ocupaciones de alto uso de tecnologia que emplean una proporcién muy reducida de la fuerza de tra- bajo; mientras el sector informal de la economia, con muy bjos niveles de valor agregado e ingresos que suelen im- plicar situaciones endémicas de pobreza, absorbe alas ma- sas de desempleados y en muchos paises de la regiGn as- iende a la mitad o mis de la poblacién ocupada. La brecha salarial en Ia periferia fatinoamericana es mayor que en cualquier otra regién del mundo, y a la vez encontramos brechas enormes en el discurso acerca del trabajo. En un extremo, los apocalipticos ven una region fen que se suman todos los males acumulados del pasado y-del presente: insuficiencia dinémica del sistema produc- tivo para incorporar a las grandes masas de jévenes que entran a competir en el mercado laboral; nuevas exclusio- nes generadas por la diseminacién lenta, pero real, de la Tercera Revoluicién Industrials persistencia viscosa de al- imas tasas de subempleo e informalidad; formas de fle- xibilizacién laboral que atomizan las organizaciones de trabajadores y tornan mis precario el empleo; y brecha insalvable entre la esfera de la educacién formal (a la que 19 Martin Hopenhayn todos acceden en su nivel primario) y la esfera del traba- jo. En el otro extremo, los modernos entusiastas procla~ man el advenimiento de nuevas formas de gestién, més flexibles y humanas, que permiten que el trabajo se teor- ganice de modo més horizontal y participati con entusiasmo a los nuevos “sabios” de la sus ideas sobre innovacién productiva, creati- vidad en la empresa y mayor personalizacién en las rela- ciones humanas dentro de las unidades productivas Semejantes ambivalencias han llevado, sin duda, a la reflexién social a considerar y redefinir el trabajo. En un primer momento dijimos que el trabajo comienza a pen- sarse con profundidad a partir de su negacién, o sea, 2 partir del concepto de alienacién del trabajo. Cabria agre- gar que este concepto de ez, debe buena parte de su desarrollo (ex tamente) al es- fuerzo por comprender y superar las ambivalencias sefia~ ladas. Es sobre esta idea capital donde reposa el grueso del estudio que aqui comienza, No aspiro a una articulacién totalizadora ni a un nuevo concepto del trabajo, sino més bien a delimitar y reformular algunas preguntas que tocan lo esencial respiecto del concepto de trabajo en la actuali- dad. Si nos volcamos tanto hacia el pasado como hacia el fasuro, lo hacemos con la tinica pretensién de arrojar ma- yor luz sobre el confuso territorio en que se desplaza la re- flexiéa sobre el trabajo hoy dia. Y si el lector encuentra en estas piginas un énfasis reiterado en enfogues humanistas, ello no obedece tanto a una toma de partido explicita por parte del autor, como al hecho de que son éstos los enfo- {ques que mas han destacado la centralidad del trabajo en [a vida humana, Decia antes que la idea de trabajo alienado es parte indisociable del humanismo moderno y de la critica hu- ‘manista al capitalismo industrial. El concepto mismo de 20 Repensar el trabajo jtido a dicha cxitica situar el trabajo como objeto privilegiado en la reflexién social Segiin la interpretacin humanista, este concepto tiene tun caricter negativo en la sociedad contemporines, en tres sentidos: a) porque promueve la critica de Ja base misma de dicha sociedad, a saber, el modo en que orga- niza su propia produccién y reproduccién: trabajo alie- nado supondria una sociedad marcada por el signo de la alienscién; b) en un sentido dialéctico, en cuanto tema- tiza el trabajo al identificarlo como problema: a partir de ese momento, es preciso hablar sobre el trabajo, pen- sarlo, reformularlo en la teoria; c) en sentido moviliza- trabajo es alienado, y constituye la base de las relaciones sociales, entonces del concepto se deduce la esidad de un cambio en los hechos, una transforma- in estructural de la sociedad que se haga cargo de la critica humanista y la traduzca a nuevos modelos de or- (donde la alienaci6n es la pérdida de una supuesta esen- inherente a la subjetividad); ademis, los paladines de la posmodernidad arguyen que todo el andamiaje te6rico tras la denuncia del trabajo alienado forma partede una era industrial y una visi6n de le historia rebasadas por la nue- va.era de la informaciGn, del “fin del sujeto” y de la glo- econdmica y cultural, Por otro lado, el pensa~ itico se ha ido desplazando desde la denuncia del jenado ala defensa del trabajo en un mundo don- de cada vez faltan mis puestos de trabajo. Si hace escasas dos o tres décadas un empleo fabril podia ser todavia el gjemplo més citado de trabajo alienado, hoy el pensa~ 21 Martin Hopenhayn miento critico parece reivindicar los trabajos estables en las fabricas frente a las crecientes amenazas de desem- pleo tecnolégico. Casi sin darnos cuenta, hemos pasado de criticar el trabajo moderno 2 reivindicarlo frente a las incertidumbres de la emergente flexibilizacién laboral. Finalmente, muchos criticos que hace poco atribuian al individualismo moderno la responsabilidad por los ma- les de la sociedad capitalista, hoy reivindican con espe- cial fuerza los dones del trabajo individualizado como manera de superar la alienacién y devenir mds creativos cena esfera de la produccién, La sociedad del conocimien- to aparece, en su dimensi6n de apertura comunicacional y sus nuevas formas de uso de la inteligencia, como un po- sible relevo de las utopfas colectivistas que ocuparon buena parte del imaginario politico del siglo XX. Los futurélogos, como veremos en el tiltimo capitulo, tien- den con facilidad a sustituir el discurso del trabajo nado y su “redencién comunitaria”, por un discurso que proclama el trabajo en la sociedad del conocimien- xo como forma encarnads del “reino de a iberad y de a creatividad”, Este texto se propone abordar dos objetivos que a primera vista difieren marcadamente entre si. Quisiera presentar, por un lado, una historia del concepto del tra- bajo y detenerme en algunos de los hitos que en Occi- dente modificaron y enriquecieron el concepto en cues tién. Por otro lado, intento definir el trabajo desde una perspectiva multidisciplinaria y actual, abordindolo de manera simulténea desde la filosofia, la psicologia, la so- iologia, la teologia y la economia, Tal esfuerzo esté des- tinado a integrar ambos acercamientos al problema, para Jo cual se presenta el segundo bajo le forma del primero. En otras palabras, mi intencién es remitir el enfoque in- 22 Repensar el trabajo terdisciplinario del concepto de trabajo a su génesis en Ia historia, mostrando cémo y por qué se configuran en la actualidad varios enfoques: uno, desde la economia po- liticas otro, administrativo; o1r0, psicosociolégico; otro, mis especulativo y, finalmente, toda una futurologia res- pecto del trabajo. Una vez. mas, es el concepto negative del trabajo el telén de fondo sobre el cual desfilan estos diversos enfo- ques, La perspectiva filoséfica de la alienacién forjada por Hegel y la perspectiva histérico-econémica desarro- Iiada poco después por Marx, constituyen el material que sis tarde las diversas ciencias sociales habrén de retomar, modificar, rebatir y matizar desde Ia sociologia clésica hasta a futurologia en boga. De alli que a perspectiva in- terdisciplinaria sea, también, hist6rica. Por otra parte, la reflexidn en torno del trabajo que ofrecen las ciencias so- ciales (con la filosofia en un extremo y la economia del trabajo en el otro) es inseparable de determinadas condi- ciones histéricas. Es la situacién del trabajo en el capita- lismo industrial lo que sirve de marco indispensable al concepto marxista de alienacién del trabajo y alas elabo- raciones que més tarde propusieron los pensadores del trabajo. Fenémenos que hicieron su aparicién en el esce- nario de la historia después de Hegel y Marx, como son Ja burocracia y Ia tecnoeracia institucionalizada, los en~ sayos de sociedades socialistas (donde la alienacién del trabajo no parece superada) y la revolucién de la ciber- nética, han forzado a cientistas sociales a adaptar la pers- pectiva frente al problema. La perspectiva multidiscipli- naria ya mencionada no puede, entonees, considerarse soslayando la evoluci6n histérica del trabajo, sino desde esa misma evolucién. La cronologfa del concepto de trabajo, que constitu- ye el primer objetivo de este ensayo, exige el estudio de 23 Martin Hopenhayn Ia génesis y el desarrollo de dicho concepto a laluz de sus condiciones histéricas. Estas condiciones, sean materia- les o culturales, ayudan a explicar como surgen las dis- quisiciones en torno del trabajo en diferentes momentos ¥ sociedades. Reciprocamente, los cambios en las ideas respecto del trabajo humano contribuyen a precipitar di- nimicas hist6ricas, sobre todo en el campo de la produc- tividad del trabajo, el desarrollo tecnolégico y el carécter de los conflictos sociales. No olvidemos que las ideas tam- bign son historia y que, por lo mismo, no sélo reflejan la vida social, sino que ademés la modifican. De modo que la historia del concepto de trabajo que se presenta a con snuacién busca ligarlo a la historia y las condiciones del trabajo. Es parte del presente esfuerzo recoger de distintas cul- turas y momentos de Ia historia, desde la Grecia clisica hasta los origenes del capitalismo industrial, las referen- cias que permiten deducir el concepto de trabajo, sino explicito, al menos latente en otros tiempos. Sélo a la luz de esta disquisicion previa se hard més claro, en términos de continuidad y ruptura de la historia del pensamiento, el empuje intelectual que cobra la reflexidn en torno del trabajo durante el siglo pasado, y cémo se abre en un am- plio prisma de enfoques. El segundo objetivo, como ya se ha seiialado, es sus- citar una perspectiva multidisciplinaria ante el concepto de trabajo sobre la base de la nocién de trabajo aliena- do, que nuclea émbitos propios de la economia politica, la administracién del trabajo, la teoria organizacional; la psicosociologia del trabajo, la especulacida filos6fica (in- cluida la Doctrina Social de la Iglesia) y la fururologia. El desarrollo de la sociedad industrial y sus derivaciones, con sus paradojas, conquistas y contrastes, ha sido un po- deroso detonante que hasta hoy impulsa la interaccién crf 24 Repensar el trabajo tica de cientistas sociales provenientes de distintos conti- nentes de a investigacién, Mi interés es, en esta confluen- cia de puntos de vista, detectar valores, motivaciones y habitos incelectuales con los que puede haber coinciden- cias o bien disensos. Al tratarse del problema del trabajo, fs su cardcter critico en la sociedad moderna o en vias de ‘modernizacién (mecanizada, automatizada o estructural- ‘mente heterogénes, de produccién fabrilo de informacién, desregulada 0 protegida) el sustrato comiin que mueve a Ia reflexién en las distintas ramas de las ciencias sociales. De alli la insistencia en el aspecto critico del trabajo y de su concepto como punto de partida para una perspectiva multidisciplinaria, La investigacién que aqui se presenta no pretende hacer pensar que la historia ofrece distintos conceptos de trabajo que se suceden linealmente en el tiempo. Lo Cierto es que el concepto de trabajo no ha sido homogé- neo en el interior de cada perfodo, y la coexistencia de ‘grupos sociales y/o culturales diferenciados, en distintos momentos y bajo diversas estructuras societales, ha ge- nerado visiones contrapuestas, A esta falta de uniformi- dad debemos agregar el hecho de que los conceptos no se han ido reemplazando entre si, sino que sobreviven, en mayor o menor medida, como sedimento cultural en nuestra actual cosmovisién y en nuestra sensibilidad frente a lo laboral. Queda en nosotros algo del concepto platénico-cristiano, del calvinista, del comunitarista, del ‘economicista y de la aproximacién sociolégica del traba- jo. Como ya se sefial6, nunca el coneepto ha sido tan ambiguo como ahora y, por lo mismo, nunca ha sido un fenémeno que merezca tanta consideracién por parte de la reflexién social como ocurre en la actualidad. Lo cier- to es que coexisten cn el pensamiento contemporineo posturas diversas: Ia cosificacién del trabajo humano, la 25 Martin Hopeshayn reaceién critica que tlama a humanizarlo y kas po: des tecaokdgicas y organizativas que hacen posi lo uno como lo o:r0. Entre esas tesituras antagénicas la reflexin ha dado, como veremos, zniitiples respuestas. PRIMERA PARTE: HISTORIA DE UN CONCEPTO 26 Trabajo y ocio en la Grecia clasica Una democraciz con esclavos En una cultura que asombra por el desarrollo de la reflex tual, como fue la de ia Grecia clisica, no hha de exzrafia: la pobreza de su reflexidn sobre el traba- jo. La base material de la polis griega fue el esclavismo, pilar sobre el cual asegurd st: permanencia y dio a sus eiudadanos las posiblidades de desarrollo personal que puede ofzecer una sociedad pri de ana culture intelectual y fisiea, y cn régi men democritico que, restringido a los ciudadanos, se convirtié en erablema para la historia de Occidente, En un modelo de sociedad asf, la fuerza de trabajo no es un tera digno de reflexién: los esclavos, exclavos son, Los peasadores gregos desvalotizaban el trabajo manual, esclavos, en contraste con la aiea valoracién de! traba sual —exaltado por Pla- t6n y por Aristételes—, que de una u otra forma subsiste alo largo de la historia occidental. Conviene sefalat, sin certbargo, que para los griegos el trabajo sdlo era trabajo ‘manual. La actividad inteleomal era considerada patrinzo- Martin Hopenhayn io del ocio; por lo que su valor resid: desinterés con que se llevaba a cabo, por el més puro amor al conocimiento,|Para Platén, cuanto més desliga- do estuviera el hombre de los apremios provocados por las necesidades bisicas y cuanto mayor fuese su autonomia respecto de las exigencias materiales, mejor seria su dispo- siciSn para esa sublime actividad contemplativa. Pero antes de buscar en los pensadores helénicos tes- timonios sobre el concepto de trabajo, conviene hacer un seguimiento del contexto productivo y socioeconémico de la polis griega. George Thompson y Alfred Sohin-Rethel'li- gan el surgimiento de la produccién de mercancfas en Grecia con el de la filosofia griega. Si aceptamos el prin- i lista de que el pensamiento filosdfico surge en el marco de determinadas condiciones historicas, ha- bria que reconocer que en Grecia surge contra el sistema mercantil mas que con él, En efecto, los filésofos griegos de mayor envergadura aparecen cuando la aristocracia de terratenientes se ve amenazada por las clases mercantiles ‘en auge, situacién que se ve complicada con la existencia, de una masa de esclavos, campesinos y artesanos empo- brecidos. Y “no sdlo la nueva clase comercial llegé a en- trar en conflicto con la aristocracia terratenient que la dependencia cada vez mayor respecto de los mercados de exportacién y el creciente poder del dinero, condujeron al mismo empobreci- miento y a la misma esclavizacion gradual de los cam- pesinos libres que habia indignado a los Profetas del Antiguo Testamento” Londres, 1978, pi 2. Rol, ri, Historie de las doctrine conéics (adc: FM, Tose), Fondo de Cultura Econdmica 1973, pig 23. 30 Repensar el trabajo Como lo sefiala Melvin Knight) el paso de la Grecia fareaica a la Grecia clisica ocurre con la expansién heléni- can el Mediterréneo, cuando la economia rural descrita ten los poemas homéricos y hesiédicos se transforma en tuna sociedad donde la actividad comercial e industrial se ‘vuelve preponderante. La carencia de materias primas y de suficiente produccién agric sanada 0 com- ppensada en la ciudad griega por el comercio interurbano ¢ internacional: “La industria, al suministrar al comercio él elemento de cambio indispensable, se convierte asf en tuna necesidad imperiosa de su estructura”.‘ El desarrollo de la industria exige, a su vez, el de los oficios y de su es- pecializacién, lo cual redunda en una sofisticada divisién del trabajo que tanto Platén como Aristételes exaltaron ‘como necesaria y_positiva De modo que la reflexién sobre el trabajo en la Gre- cia clisica tiene como marco referencial tres fendmenos relevantes: la crisis de la aristocracia terrateniente ante el empuje del comercio y la industria; la progresiva divisién del trabajo, motivada tanto por el lo téenico (el uso del hierro) como por la estructura productiva de la ‘polis (la necesidad de una infeaestructura apropiada para ¢lintercambio comercial); la mano de obra esclava 0 con- formada por artesanos cuyo nivel de vida y estatus social eran muy bajos. La creciente division del trabajo y el desarrollo pro- ductivo harian suponer que el trabajo se convirtié en ob- 0 de reflexién. Pero el hecho de ser los esclavos quienes componian, en su gran parte, el contingente labora, redu- joel trabajo a una mera funcién productiva. El esclavo, en efecto, era sélo eso; fuerza de trabajo. Como tal, carecia de 3. Ciado por Lagos Matus, Gustavo, elo Jurdicn de Chive, Sentago, 1950, pigs 4 Thidem, pig 18 Martin Hopenhayn personalidad y pertenecia a su amo, como una cosa entre tantas, Como objeto de propiedad, escapé del pensamiento antropoldgico que dominé la filosofia sofistica y socritica, El ideal autarquico y la desvalorizacién del trabajo Desde Sécrates, la autarquia se impuso como valor 4tieo supremo: todo aquel que trabaja esté sujet a la mate- ria que lo somete y a otros hombres para quienes trab: en esa medida, su existencia es heternoma y depreciads en su valorfAsi, la valoracién peyorativa que nacié del desprecio por los esclavos se extendid a toda la fuerza de trabajo empleada en tareas manuales: quien brega con la naturaleza para vencer, mediante su trabajo, las resisten- cias que un material le impone, y en esa lucha debe renun- a la pura contemplacién, y se “extravia” en los afanes de su cuerpo y en los imperativos de su supervivencis, se ve impedido de bre y de poseer un cono- cimiento verdadero de la realidad. Este ideal autérquico pregonado por Sécrates y desarro- llado por la filosoffa platonica es consecuente con la posi- 5. Pltéa, Menexene, 1X, 48, ciado por Mondolfe, Rodolfo, El pena ‘mento anrigno, val I, Loseds, Buenos Aires, ed, pig 153, 32 Repensar el srabajo nico, en apatiencis desvinculado de yaivenes politicos y econémicos de la época, podria sin ‘embargo traducirse en los hechos en la no participacién politica de esclavos, comerciantes y artesanos en la polis. En efecto, unos y otros dependen de las condiciones ma- teriales en las que producen ¢ intercambian mercancias ¥, por lo mismo, distan mucho del ideal aurirquico. Sélo quien es capaz de gobernarse a si sostiene Platén, fest en condiciones de gobernar a los demas. Por ende, quien consagra su vida na”, depende mas de los otros que de sf. Quienes, radios del yugo del trabajo, pueden dedicar sus ener vitales a las “nobles labores del espiritu”, a la contem- y ala ciencia, saben, -sigue la argumentaci discernir justo de lo injusto, lo verdadero de lo fal platénica, al menos en su dimensién politic ‘mediante un rodeo de la razén, el gobierno de t6cratas. En su diflogo El politico, esto se hace eviden- te: “Aquellos que se poseen por medio de la compra, y a los que se les puede Hamar sin ninguna discusién es- clavos, no participan en absoluto del arte regia [...). Y todos los que, entre los libres, se dedican esponténea- mente 2 actividades serviles como los anteriormente ci- tados, transportando e intercambiando productos de la agriculvura y de las otras artes; quienes, en los mercados, yendo de ciudad en ciudad por mar y tierra, combiando dinero por otras cosas 0 por dinero, los que llamamos banqueros, comerciantes, marineros y revendedores, gpodrin acaso, reivindicar para ellos algo de la ciencia politica? Pero también aquellos que se hallan dispuestos 4 prestar servicios a todos por salarios o por mercedes, nunca los encontramos participes del arte de gobernar, geon qué nombre los llamaremos? Tal como acabas de Martin Hopenhayn decitlo ahora: servidores, pero no gobernantes de los Estados” En el dualismo platénico, la minimizacién del mundo sensible y el desprecio por el mundo material repercuten también en su desprecio por el trabajo manual: “Los tra- bajadores de la tierra y los otros obreros, dice, conocen \inicamente las cosas del cuerpo. Por lo eval, si sabidurfa es conocimiento de si mismo, ninguno de éstos es sabio en razén de su ofici ‘que éstas parezcan artes manua- les y hui impropias del hombre bueno y bello”. Y en Elpolitico leemos, una vez més: “Ninguno de todos los que se fatigan en los trabajos manuales debe ser nativo o de la familia de algén nativo, pues al ciudadano le corres- ponde un oficio grande, y si alguien se inclina hacia otro oficio mas que el,cuidado.de la vireud, que lo castiguen ‘con vergiienza e\ignominia”’ Como sefiala Eric Roll, pa- n esta divisiGn “se convirtié en una idealizacién del sistema de castas yen un apoyo a la tradicién aristo- crdtica que entonées se encontraban a la defe E] desprecio por el trabajo manual s co tuna democracia esclavista (valga la contradiccién), y que supone un ciudadano exento de las arduas tareas de pro- duccién material y consagrado al ejercicio de lo que llaman virtud: la consecucién de la autarquia, el aprei rico para adquirir criterios adecuados en lo po &tico y en lo cientfico, el uso enriquecedor del ocio, el cultivo dela mente y el cuerpo, y la interiorizacién de va- lores socialmente reconocides como buenos. Todo ello implica una nocién de comunidad, es decir, un grupo IX, 280-80, cuado por Mondolfa, Rodolfo, El ado por Mondelfo, Rodolfo, Elpensaiento ob. 8. Roll Eric, Historia delat docerinatan ob, city pi. 25 Repensar el trabajo relativamente extenso que comparte un modus Wy los valores que lo fundan; pero dicha comuni- excluye el trabajo y la fuerza de trab: Jos suministrar el cimiento material para que el ciu- pueda cjercer sus derechos. Aristételes excluye derecho a la ciudadania no sélo a los esclavos, aquellos que laboran por la produccién material de i en su Politica leemos: “Una ciudad per- jamis dard una ciudadania a.un artesan: ciudadano no es propia de cualquier individuo, en solamente ¢s libre, sino de todos los que se hallan intos de los trabajos necesitados. Los sujetos a los tra- sos necesarios, si se hallan al servicio de un hombre, jon esclavos; si estin al servicio del ptblico, som artesa- y mercenarios”.’ suyeron a una visiGn degradante del trabajo la que Platén hizo de las ideas a expensas del a consecuente determinacién de la vida vvirtuosa centrada en la contemplacién de las Ideas y, por ‘mismo, desligada de los vaivenes de la realidad mate- rial; y la deduccién de pautas de conducta a partir de esta vida contemplativa, Como bien sefiala Felice Battaglia, todo trabajo tiene en comin la resistencia de un material con la cual es preciso bregar, sea para transformarlo o pa- ta encauzarlo, trétese de un objeto que provee la natura- Ieza o de un abjeto-sujeto, es decir, una relacién con otra persona, Este acto mismo de tensi6n, de desgaste, de mo- tricidad transformadora es, bajo la dptica de la virtud platGnica, una degradacién. Lejos de ser la realizaci6n de las potencialidades humanas o la dignificaci6n ético-so- Martin Hopenhayn cial del hombre, el trabajo es, para esta cultura a medias democritica y a medias aristocritica, todo lo contrario: la inhibicidn del ideal autarquico y la exclusi6n del sujeto del trabajo frente a lo ético y lo politico, Llama la atencién que una cultura de tan sorprenden- te desarrollo en el campo del pensamiento haya caido, en la reflexion sobre el trabajo, en un nacuralismo restringi- do, La esclavirud era, em este marco, un fendmeno “natu- ral” y Aristoteles da cuenta de ello en su Politica, donde sostiene que hay quienes estin destinados a hacer s6lo uso de su fuerza corporal y cuyas necesidades se ven satisfe- chas en el restringido ambito de la actividad manual. El esclavo, dice Aristételes, jamés podré llegar a descubrir o inventar nada por sf solo, y en esa medida su naturaleza s libre: requiere de la ayuda de otros de lo falso. La‘gutarquia, fi zo estoico, exige la bendicién de la gracia. Siya desde Platén lo ético y lo intelectual, lo bueno y lo racional (cidético) son inseparables, entonces el trabajo «3, en el mundo griego, una actividad irracional, Resulta extrafio asociar el trabajo a lo irracional, especialmente para nosotros, hijos de la modernidad y habituados a la identificacién utilitarista de racionalidad y productividad, Para un ciudadano ateniense, lo racional tiene su fuente en la actividad contemplativa o, cuanto més, en la disposi- ci6n del cientifico 0 del politicos pero es incompatible con la prictica “contaminante” de quien se halla sometido a du- tas labores fisicas. En su Politica, Aristételes aconseja a los ciudadanos abstenerse de toda profesién mecénica y de toda especulacién mercantil. La primera limita intelec- tualmente, mientras la segunda degrada lo ético, Pero lo &tico y lo intelectual, componentes de lo virtuoso para el ideal griego, forman una unidad indiscernible, y es tan 36 Repensar el trabajo ‘condenable el error de la razén como el acto deshonesto. Por ello, las limitaciones intelecruales del esclavo y la sed ide ganancias del comerciante son condiciones indignas Jo bueno en la nocién grie- gade virtud y el vinculo fuerte entre conocimiento y fal que Platén establece, son consistentes con la di entre trabajo manual y trabajo intelectual y con la valo~ de este ttimo a costa del desprecio por el prime- 0, Sélo el ocio, dicen los filésofos griegos, nos permite ser virtuosos y, por ende, juzgar bien. Este “bien” tiene doble sentido: un sentido gnoscolégico (juzgar sin error) ¥ uno ético (juzgar sin mal). El hecho de que sean esca- 0s los hombres agraciados con el don de la virtud es atri~ buido por Aristételes a designios de la naturaleza, la cual tha generado un orden donde el hombre virtuoso perma- niece por encima de la contribucién de los trabajadores manuales que le despejan el camino a la virtud. a que separ6 la actividad manual dela un fenémeno paradéjico en la cultura Briegs, la que si bien produjo asombrosos avances en el campo de las ciencias exactas y en especial en las marema~ ticas, fue incapaz de traducir el desarrollo de las ciencias fen grandes innovaciones tcnicas. Sin ir més lejos, Eucli- des, en sus Fundamentos de geometria, creé un monu- mento imperecedero de las matemiticas en la cumbre de Ii cultura helenistica. “Semejante trabajo parece haber sgurgido con el solo propésito de probar que la geometria, en tanto estructura de pensamiento deductivo, no obede~ fa mas que a si misma. En el caricter sintético del pen- famiento no se tomé en cuenta el intercambio material del hombre con la naturalezs, ni desde el punto de vista de fuentes y medios, ni desde el punto de vista de fines 0 tws0”" En qué medida la separaci6n del trabajo manual Martin Hopenbayn y al trabajo intelectual —y la premisa de que esto iltimo no era trabajo, sino actividad regida por un ideal de au- tarquia—, impidid, en la cultura griega, que la ciencia eristalizara en técnica? ¢En qué medida contribuyé a ello el hecho de contar con una fuerza de trabajo esclava tan sumerosa que compensaba cualquier estancamiento en el desarrollo técnico? Otras valoraciones del trabajo En la mitologia homérica, los dioses no trabajan, pero se les adjudican todas las pasiones humanas y se mezclan con la vide sensorial de los hombres; se comprometen con los vaivenes mundanos mas no con el trabajo. Por ello, ya en la Grecia de Homero hallamos una actitud de reserva ante el trabajo; los hombres, a semejanza de los doses, han de despreciar las labores manuales y aspirar al goce o a la contemplacién, Sin embargo, no en toda la Grecia arcaica encontramos este desprecios como bien sefiala Battaglia,” también hubo una corriente que reivin- dicaba el trabajo. Hesfodo, tres siglos antes que Platén institucionalizara el desprecio por el trabajo, sefald en Los trabajos y los dias que éste es el necesario y justo cas- tigo de Jupiter al pecado de Promeveo. Precedente del concepto judeocristiano de “caida”, el mito promereico alude a la desobediencia al mandato divino y a la necesa- tia expiacién impuesta como castigo por los dioses para redimir el pecado, Esta expiacién exige el “sudor de la frente”, y leemos a Hesiodo: “Pero los Dioses inmorta- les han mojado con sudor la [via] que lleva al logro de la buena finalidad. Hasta logearla, el sendero es largo y em- 11 Sokn-Rethe, Alfed,Intelecnal. ob. cit pe 103. 12 Battaglia, Felice, Flfia del erabgj, ob, ct. Repensar el trabajo lo, pero, alcanzada la cima, se hace fécil y desapare- Ja fatiga de la jornada, Acuérdate por lo tanto, de mi i6n y trabajo. Los Dioses y los hombres odian mente al que vive inactivo. Se asemeja a Jos znga- que, inactivos, devoran el fatigoso trabajo de las abe- No es vergiienza el trabajo: vergiienza es la falta de joriosidad”.”” La cita de Hesiodo es el reverso de la tacién platdnica del ocio: el trabajo es considerado jacién y exigencia social para todos los individuos, « ‘yer que se condena el usufructo del trabajo ajeno. La valoraciéa positiva del trabajo reaparece tres si- ‘mis tarde en algunos sofistas. Protigoras ubicd el io y el arte (Ia técnica) en un mismo rango, y Anti- inte decia: “los honores y los precios, y toda especie de iciente que Dios ha concedido a los hombres, deben ne~ esariamente resultar de fatigas y sudores”. En cambio, desprecio por el trabajo manual ruvo su origen en la stocracia guerzera dérica, que impuso a los vencidos fagteos el yugo del trabajo sobre las tierras conquistadas. Bn el otro extremo, campesinos desposeidos y vencidos, tin identidad politica y excluidos de la ciudadanta y de fos cargos piblicos, opusieron 2 la filosoffa aristocritica tuna religién de misterios que exalta el trabajo por el cual tin tunidos a la tierra, y le atribuye un valor sagrado. La 2 de Hesfodo, en primer lugar, y Ia de la religion de misterios, més tarde, encarnaron la voluntad del cempe- fino y no la del terrateniente; y “en este Ambito de las dos clases se dieron dos religiones: una, aristocritica, olimpi- ‘2, contemplativa y estética; la segunda, la popula, reli- gidn de misterios y de clase desheredada donde se apre- cia al trabajo, cosa dura y fatigosa, cuyos descansos son las festividades religiosas, cuyo rescate esta en la vida 13, Hesodo, Los trabajo ls dias, pigs 268-97, ctado por Mondolfo, Rodel, pemuamtento wb. ct, vo 39 Martin Hopeahayn eterna, El hombre ligado a la tierra rinde culto ala tierra, advierte sus transformaciones y siente en todo ello Ia 2c- cién de lo divino que universalmente envuelve y levanta todo. El trabajo que lo une a la tierra adquiere para él un sentido sagrado y también, por ello, moral”." Este punto de vista, si bien opuesto al platénico y al aristocrético, compartié con ellos la valoracién divinizante de la natu- ralezas pero es por medio del trabajo, y no de su negacién, como el hombre entra en comunién con la naturaleza y purifica su vida. El trabajo agricola, no el ocio terrate- niente, adquiri6, en este marco, una dimensién ética que Ja filosofia clasica le negara mas tarde. Pero si bien hubo, como vemos, una perspectiva que valorizé el trabajo, se impuso en el pens ura ari que minimiza el rol del trabajo en la vida social y lo condena moralmente, y que puede resu- mise en las acertadas palabras de Battaglia: “El trabajo que parece emanciparnos de las cosas, en cuanto las do- mina y subordina, en realidad representa la prisién de nuestro ser en el cuadro de la naturaleza. Mejor salvarse con el retorno a nosotros mismos, de manera que el pen- samiento nos vuelva al pensamiento[...] la sabidurfa grie- ga concluye en la contemplacién y rechaza el trabajo”. Matices de un concepto: caldeos, hebreos, romanos y cristianos manual en la Grecia ‘en los textos sagrados pueblos que vivieron en el Medio Oriente y cuya exis- ia data también de antes de la era cristiana. Una po- le explicacidn es que la division del trabajo que desa- Ia civilizacién helénica no tuvo paralelo entre los ldeos o hebreos, cuya existencia se mantuvo ligada a actividades agricolas y cuya modalidad social no endié el Ambito de clan familiar 0 de pequefia co- iunidad, Esta diferencia respecto de la sociedad griega 15 también a que consideraran el trabajo desde tuna dptica distinta. La produccidn comunitaria consti- tuyé la base para una estructura social y de relaciones Ihumanas menos compleja que la sociedad de clases pro dela Atenas en el siglo V a. C. Es natural que grupos 10s que convivian y aseguraban su subsistencia en el trabajo agricola, generaran otro pensamiento politico. Y en le medida en que vivieron y se alimentaron del fruto de su propio trabajo, dificilmente llegaron a despreciar el trabajo manual Martin Hopenhayn La division tajante entre actividad manual e intelec- tual y el desprecio de la primera suponian un proceso de acumulacién de capital y la formacién de pequefas ciu- dades donde la comunidad rompe sus lazos familiares. Se constituye asi una sociedad con complejas relaciones in- ternas, di i istituciones estatales que regulan le vida péblica de la ciudad, perpetuando o alterando los roles dominantes, Pero mientras la acumu- lacién no pasa de ser el stack que la cosecha garantiza para no sucumbir al invieno que sigue, y mientras la asociacién de productores es la misma que la de quienes deciden sobre cémo racionar y distribuir ese stock, nada de malo hay en trabajar, Caldeos Asi se hace comprensible, por ejemplo, que en escritu- 115 sagradas de la religién de Zaratustra, entre los caldeos, eamos: “Es un santo aquel que construye una casa, en la que mantiene el fuego, el ganado, su mujer, sus hijos, bue- nas parias. Aquel que hace a la tierra producir el trigo, quien caltiva los frutos del campo, propiamente él cultiva 1a pureza”.' Nada comparable con el desprecio por el tra- bajo en los fildsofos de la pols. En cambio, encontramos una moralizacién del trabajo segtin la cual el mérito resi- dia en la autosuficiencia; pero no se trataba de una autar- quia espiritual autonomia bisica de caricter material, Subsistir con las propias manos y consumir los frutos del propio trabajo, eran, conforme a este parrafo sagrado, précticas de vida dotadas de valor moral. Al aso- 1. Yasra, XOOKI, 2.3. Ciao por Batali, Felice Flonofla del bubajo raduccia: Francisco Elis de Tejeda}, Reva de Derecho Privado, Madtid, 1985, pig 2 Repensar el trabajo trabajo agricola con la purificacién espiritual, el tex- smpafid el escaso desarrollo de la divisién del traba- Ja comunidad de la que es expresién, Dotar al tra- ‘manual de un rango similar al de la contemplacién ica suponia que en semejante comunidad quienes IN quienes consagran parte de su tiempo al culti- ual son las mismas personas. el texto sagrado citado, la actividad agricola de los era doblemente productiva: tanto una funcién econémica de produccién material de la comuni- | como también una préctica fecunda en lo espi Imismo modo, el bien producido por esa actividad es * tanto en sentido econémico, en tanto satisface necesidad vital, como en sentido ético, en tanto cris- liza y perpetia la capacidad edificadora de quien lo ex- jo de Ia tierra. “Quien siembra el trigo, siembra el leemos en el Sendavesta, El trabajo y sus produc- feran vistos como expresiones concretas de la vida pu- yy no de su negacién, Hard falta una filosofia dualista Entre los hebreos, la valoraci6n del trabajo estaba te- ida de ambivalencias que lo situaron a mitad de camino entre la exaltacién de los caldeos y el menosprecio de los Atenienses. Como los griegos, los hebreos veian en el tra- bajo un mal necesario, una actividad sacrificads y fatigo- Mactin Hopenhayn 3, pero no por ello desprovista de sentido ético. El he- breo crefa conocer la causa de esta obligacién de trabajar, pues sentia como deber de cada cual expiar el pecado co- metido por sus antepasados en el paraiso perdido. Dice el Talmud: “Si el hombre no halla su alimento como ani- males y péjaros, sino que debe ganérselo, es debido al pecado”, Con ello, el trabajo adquirié un sentido que los griegos no le atribuyeron: un sentido social y un sentido histérico, Los griegos carecian de sentido hist6rico, pero centre los hebreos el hecho de que el trabajo fuese parte del imperativo de “saldar una cuenta” con el pasado del propio pueblo, hizo emerger un sentimiento de conti- nuidad intergeneracional, de desarrollo y de direccién dentro de la historia. Es cierto que el trabajo encarné aqui, como en los griegos, un destino fatal, Pero esta fatalidad se justifies Porque a través de ella se superaba el reino “caido” por ‘causa del pecado original. El trabajo era un medio para producir, pero también para redimir, En tanto castigo, poseia carga negativa, pero como expiacién tuvo sentido positivo. Como en los griegos, el trabajo fue una dura necesidad; pero ya no se trataba de una necesidad ciega, sino de una expiacién cuyo objetivo era saldar la cuen- ta de los ancestros y reconquistar la dignidad espiritual para el pueblo. Asi, el sudor de la frente es lo que a la postre despeja la frente Elsentido histérico en los hebreos cambié la vision del mundo y dela vida. Silos griegos aceptaban un orden cés- ‘ico ante el cual nada puede hacerse salvo elevarse en su contemplacidn, para los hebreos la nocién de expiacién legitimaba a la vez las nociones de cambio, finalidad y voluntad de transformacién. El mundo no era para ellos algo acabado, sino algo por moldear, por elevar al rango deun ideal que sélo los esfuerzos del ser humano pueden 44 Repensar el trabajo factible. Restaurar la armonia que el pecado original destruido y contribuir a instaurar el Reino de Dios Tierra eran los méviles que dignificaban la actividad mana. Roto el dualismo platénico, se rompié también legradacién de la actividad productiva. En la literatura ica se sostuvo, sin negar Ia venida del Mesias, que el 0 de Dios emergeri lentamente desde la realidad ac- gracias a la buena voluntad y al trabajo del hombre do solidariamente. El Apocalipsis puso énfasis en meta; la literatura rabinica, en los medios que a ella con- ‘Samea convocaba a amar el trabajo, que es una for~ de cooperar con Dios en la salvacién del mundo. El ino Ismael sefialaba que a la labor de la Ley, la contem- én, debe sumarse el trabajo de la sociedad. Los fari- consideraron insuficiente la ensefianza de la Ley, jtaron el trabajo humano marual y culpaban al padre sro ensefiarle a su hijo una ocupacién honesta: “Aquel vive de su trabajo es superior al hombre temeroso de os”, Estas referencias, aunque posteriores, ratifican el piritu originario del pueblo hebreo, que no contrapuso ‘voluntad divina 2 la humana, sino que, por el contrario, io sentido a la segunda postulando su libertad para eeuarse a la primers, Con ello, dots a la activided hu- na del derecho a rectficar el desorden y la desarmonia imperan en el mundo. El trabajo-espiacién, median el cual se redime el pecado de Adan, rescat6, “bajo un 10 natural, el bien que se habia perdido delante de Dios, la dignida: Scores y caldeos comparten la connotacién tanto ea como econdmica del trabajo. Este produce en do- sentido: asegura las condiciones materiales de sub- jistencia y prepara las condiciones necesarias de auro- realizacidn. Pero el pueblo hebreo no exalts el trabajo I cag Flee otc dca i le Martin Hopenhayn en sf mismo; para el hebreo uno aunea se realiza por medio del trabajo, pues éste es siempre una actividad umediato, desgastante. No es un espa- cio de autorrealizaci6n, de gratificacién personal o de clevacisn, sino tan s6lo un medio para una posterior au. cin y elevacién. Por ende, no tendria valor ético en si, sino que fundarfa su dignidad en algo exter- Bo y que incluso, lo niega (pues el Reino de Dios es un eino en el que el trabajo no existe). El concepto hebreo era, pues, ambivalente, y esta ambivalencia ser recu. rrente en la reflexién sobre el trabajo en ulteriores fases de desarrollo de Oceidente. + Sibien la valorizacién positiva del trabajo manual en la Antigiiedad suponia un régimen comunitario de pro- duccién y una division del trabajo de escaso alcance, del Antiguo Testamento podemos también deducir que se trataba de un momento de importantes cambios sociales, donde Is justicia comunitaria se hallaba amenazada por clcomercio naciente y la creacién de un mercado que se- Paraba a productores de consumidores. Cuando la pro- ducsién tiene como fin el cambio privado, el proceso econémico-social se hace dificil de controlar, pues ad- quiere una dindmica que rebasa la yoluntad individual. De la propiedad privada nacen el comercio interior y el exterior y, con ellos, la posibilidad de acumular rique- 2as, situacin que genera diferencias entre los miembros de la comunidad, “Tu-] la rebeldia espiritual de los profetas —escribe Eric Roll— refleja este cambio en la estructura econdmi. Poritvamente actividad humana, Repensar el trabajo la avaricia de la sociedad nueva, trata- a Fieeealas formas de vids de de revivir la justicia y clemencia como formas de social” * Vemos en los profetas la misma oposi- ails acumulacién desmesurada que mostraron algu- jensadores grigos: Pero mientras estos sei) n principio autarquico que despreciaba Is vi- Be cokientan por igual I acwmulaién i los dantes y el trabajo de los esclavos, en los hebreos, elcontraro, donde fle esta atargui atimnondana, indena de Ja acumulaciéa no fue condesta al trabajo ala apropiacién del trabajo ajeno. Romanos y primeros cristianos As’ como los profeta hebreos raccionaron ance une 2 movslidad soioecondmica que imprimis sexta cién, el cristianismo, considerado en su doctrina s é a la estructura soci se forjé en oposiciGn a la estructura socio io romano. Este Imperi fu, en sus origenes, un splomerado de jefus comunidades agricole con exato erfico y division marcada de clases sociales, Pero las condi jones naturales favorables la cohesién nacional yl gusta de coloais produjeron I ansicin aelrada cia una estructura socal ypolitice més softicada. A edids que aumentaba el poder de Roma con les gue~ sissy Is conguists aumentaban sus crisis eons Yel antagoninmo de clases. Los resents impuestos esquiciaron a los pequefos agricultores a la par que enriquecieron a terratenientes, junto con los prestamis: ei), Fondo de Cultura Esondmica, Mexico, 1973, pig. 21 a Martin Hopenhayn tas y mercaderes, creando asi una nueva clase adinerada. Los conflictos sociales que se desencadenaron a lo largo del Imperio, atemperados, primero, por la consolida- cién de la administracién y de la nacién publica, pero agudizados més tarde, cuando los plebeyos se vieron aplastados bajo el peso de los tributos requeridos por tun aparato administrative desproporcionado (y cuando se hizo dificil mantener Is enorme masa de esclavos),ter- minaron con el poder econdmico de la clase gobernante y con la integridad del Imperio. Las crisis internas, jun- to con el debilitamiento militar en las provincias, preci- pitaron la caida de Roma Durante el Imperio, la esclavitud continué siendo la base de la economia, a tal punto que el enorme contin- gente de esclavos contribuyé a la aguda desocupacién de trabajadores libres. La asociacién de corporaciones, “relugio de los trabajadores durante la Repablica, pier. de bajo el Imperio el estatuto de libertad que regia” El Estado comenzé a encauzar en su propio beneficio las corporaciones de produccién que constituian la unidad econémica de la Republica, y el intervencionismo pabli- co desplazé huego la iniciativa privada y corporativa. Si bien durante el Imperio la industria registré una expan- sién significativa como consecuencia de la expansion del consumo, de la explotacién de nuevas materias pri- mas y del auge comercial, ello no produjo cambios de estructura, sino una intensificacién del modo artesanal y doméstico de la industria. Como en Grecia, la abun- dancia de mano de obra esclava y el hecho de que la ac- tividad agricola fuera més prestigiosa hicieron que no cambiaran nila técnica nila modalidad de la division del trabajo, 5. Lagos Matis, Gustavo, El problema brio del oabjo, Evora Jo. sida de Chile, Santiago, 1950, pip 30. 48 Repensar el trabajo El problema del trabajo y de las formas que adopta ‘no difieren sino cuantitativamente de las formas ena Grecia clisica. No obstante, en el tratamien- concepto de trabajo Roma ofrece nuevos aportes Tn perspectiva del derecho, Eric Roll destaca como iva, por su importancia econémica, la contribuciéa icieron los juristas romanos en el ordenamiento de laciones econdmicas, al legitimar los derechos de la edad privada “casi sin limites”, garantizando “la li dd contraciual en una medida que parece rebasar las liciones de aque! tiempo” * El individualismo juridico, muente con el individualismo econémico, no consi- como parte de las relaciones de trabajo la trata de es- ppues, como los griegos, los romanos consideraban v0 una cosa, desprovista de personalidad juridica hhay relacién de trabajo entre el esclavo que realiza una manual y su duefio, pues semejante relaciSn es parte derecho de propiedad individual que un ciudadano jercer. Pero el problems se complica cuando el duetio no pa al esclavo, sino que lo alquila a un tercero. Siendo fesclavo una cosa, serd preciso aplicar la forma juridica arrendamiento de cosas. Por ello, el arrendamiento servicios surge como un apéndice del de cosas mue- is, aunque en rigor la cosa arrendada no es el esclavo s6lo su fuerza de trabajo. Asi, “por una pendiente sensible que se inicia con esta construccién juridica, cl espirita de los juriconsultos romanos, el esclavo ipieza 2 comunicar su calidad juridica de cosa a la ac- dad de trabajo que ejecuta”,’ De este modo, los mis- os términos juridicos se desplazaron a trabajos que no ejecutados por esclavos, donde el trabajador no ac~ 6. Roll, Eric, Historia de las docrinas... ob. Gt, pig. 3. © 7. Lagos Matus, Gusts, El problema. ob. ct, pép- 33. 49 ‘Martin Hopenhayn tuaba como contratante sino como objeto del contrato, como “una cosa cuya actividad constituye la materia del contrato”. El trabajador quedé excluido de la participa- ci6n en el contrato y esta materializacién del trabajo co- mo objeto de derecho fue haciéndose cada vez més ex- tensiva, aleanzando al hombre libre que por decisién propia se somete a ejecutar un trabajo por cuenta ajena, El derecho romano marca, de este modo, el antecedente del arrendamiento de servicios del derecho civil moder- 10; la actividad del trabajador, por vez primera, se trata como objeto. Las raices histéricas del eristianismo, en su conteni- do social, son indiscernibles de una reacci6n critica de Jas “colonias” ante el individualismo clasista del Impe- rio romano y sus implicaciones en la desvalorizacién del trabajo manual. Como reacci6n al Imperio y a su es- tructura clasista, el cristianismo rechazé la riqueza y el ahorro. El orden providencial no exige acumulacién en 1a vida terrena, y Mateo Jo hace explicito en VI-19-21: “No alleguéis tesoros en la tierra”, seiala, “donde la po- lills y el orin los consumen y donde los ladrones perfo- ran y roban. Atesorad tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el orin los consumen y donde los ladrones no perforan ni roban. Donde esti tu tesoro, alli esté tu co- raz6n”. Esta busqueda en la interioridad y en la expe- riencia intima y emocional parecié minimizar el peso del trabajo en la vida terrena. En contraste con el reino por venir, el trabajo poco podria aportar, pues lo decisi- vo es la fe, la caridad y el amor. Pero esta primacta de la actitud contemplativa se vio a su vez negada por el con- cepto de encarnacién, por el rechazo a la fe sin obras, y por la exigencia de servicio y de caridad desde las fuen- tes mismas del cristianismo. Por otra parte, ya en el Nuevo Testamento, y de manera especial en el Génesis, 50 Repensar el trabajo le encontrarse la exigencia hecha al hombre de se- Ja tierra (a imagen y semejanza de Dios), lo que altrabajo de espiritualidad. \ Jara Jestis, su misiGn como Mesfas inclufa la emanci- fn de pobres y oprimidos. Como un llamado a cul- perfeecionar la ley de los hebreos, el cristianismo tivo asumié y reforzé una antropologia que enfati- seftorio del hombre sobre la naturaleza, que sina al bre en el centro del mundo y, a la vez, le exige su ser- al bien comtin de la sociedad. Como los profetas 0s, Jestis atacé a los explotadores y condené la acu- én de riquezas. Best Ios hebreos fundaron su repuio ala nueva adinerada en la evocacién de un pretérito comuni- 9, en el mensaje de Cristo a través de los Evangelios mnds importance no fue el rescate de las tradiciones he- ladas, sino la fundaci6n y fundamentacién de nuevas ‘de conducta social cuya raiz estd en los valores tianos de justicia y amor. En este sentido, su llama fento no sélo fue més revolucionario que el de los as hebreos, sino también més universal, pues se rigfa a toda Ja humanidad. Su finalidad no fue poner ala explotacidn individual, sino al cambio total de la ondiucta del hombre en la sociedad en que vivia El universalismo del mensaje de Cristo era incompa- ble con la esclavitud, que los filésofos griegos justfica- in, La solidaridad genérica y Ia igualdad de todos ante Dios exige valorar indistintamente a todos los hombres 4 todos los trabajos, “[..] al dirigirse a todos los traba- res de su tiempo, [Cristo] proclamé por primera vez ignidad de todas las clases de trabajo, asi materiales "como espirituales.”* No por nada sus primeros y més fervientes discépulos fueron esclavos, campesinos po- Roll Ene, Hora de las docrinas. ob Martin Hopenhayn bres, pescadores y artesanos. Pero la adhesin de éstos al Mesfas era una manera no de reivindicar sus derechos en cl interior de Ia sociedad, sino de postular y practicar una forma de vida radicalmente distinta, Los esclavos y trabajadores pobres, al adherir a la nueva religiSn, aban- donaron toda expectativa de progreso material. Una opo- icin abierta se desat6 entre los aspectos espirituales de e8 materiales que dividfan El cristianismo primitivo conservé, en lo que respec ta a la nocién de trabajo, la ambivalencia hebrea y la vi- sidn del trabajo como castigo impuesto al hombre por Dios a causa del pecado original. Pero le asigné un nue~ vo valos, aunque siempre en tanto medio para un fin vir- tuoso: el trabajo, para el cristiano, no sélo se destinaba a 4a subsistencia sino sobre todo a producir bienes que pu- dieran compartirse fraternalmente, Si se utilizan los fru- tos del trabajo para la préctica de la caridad, el trabajo mismo se convierte en actividad virtuosa, Eri el carfcter moral atribuido al trabajo el eristianismo primitivo di- fiere de la concepcién hebrea, pero mantiene el rango de medio para un fin moral, ‘También se atribufa al trabajo (sic sin valor duo fuera ia concupiscencia y los malos pensamientos, lo que invierte la valoracién grie- 2 del ocio. La comunidad eristiana fue comunidad de trabajadores, y quien vivia del trabajo ajeno era po: gado y éticamente condenado. Trabajar era, para el eristia- fo primitivo, una manera de expresar su amor al género humano mediante la entrega desinteresada inherente a Ja préctica de la caridad, Curiosa paradoja, donde no se ‘rabaja s6lo para recibir algo a cambio, sino para dar. ¢Cuanto de esta concepcién subsiste en nuestra actual 52 Repensar el trabajo deracién moral del trabajo, en Ia condena di ivo él imiento social en el imperativo ético y de reconocimiento so Jo? Preguntas que resuenan hoy en un mundo don trabajo tiene futuro incierto. Supervivencia y sentido: el valor del trabajo en la Edad Media a estructura feudal a fos gremios de artesanos concepto de trabajo iatente en el pensamiento so- de los filésofos medievales suponia la plena acepta- stiana y del dogma de la Ig icho to adopts connotaciones ambivalentes: por un la- ‘el trabajo como deber natural del hombre y medio para la préctica de la caridad; por otro lado, ecto del sentido de la vide: a: En el pensamiento medieval volvemos a hal iegos y romanos habian establecido « intelectual y trabajo manu: al primero aparece atemperada por la 3s, como Santo Tomés, debieron comp: diversos, pues, a la vez que adherfan a ia fe , estaban también inmersos en una sociedad di tensiones politicas y con los recurrentes conflietos smercio y los terratenientes, donde distintos Martin Hopenhayn grupos —artesanos, siervos, seiiores, ecles bfan justficar sus derechos y pretensiones en la sociedad. En el siglo XI, por ejemplo, Adalberto de Leén postuls una divisi6n tripartita de los “estados” o estamentos socia~ les: oradores (eclesidsticos), defensores (guerreros) y la- bradores o agricultores. Estos tiltimos eran los mis des- preciados; em cambio, el menosprecio hacia los artesanos se atenué debido a la creciente importancia del gremio, y también porque en muchas comunidades mondsticas a ca- da cual Je correspondia alin trabajo manual. En la Edad Media, “[..] la distribucidn y regulacién de la propiedad, sobre todo de la tierra, tuvieron su ori- gen en procesos que ocurrieron en el tiltimo perfodo del Imperio Romano”. Pero la decadencia de Roma fue tam- biga la disolucién de una economia de rafces esclavistas y con un difundido régimen monetario. Roma se habia convertido en un lugar poblado por una masa atomizada de dos millones de personas que vivian a costa de los be- neficios sociales del desempleo. Los enormes latifundios, poseidos en su mayorfa por senadores y trabajados por esclavos, fueron cediendo paso a ua nuevo modo de pro- duccién que llevaria el pulso del Medioevo: la propiedad feudal y la relacién entre sefior y sierv La decadencia de Roma y la disolucién de la produc- ion destinada al intercambio mercanti llevaron a recrear el trabajo. Sien Grecia y en Roma el objetivo era produ- cir mercanefas que poseyeran un valor de cambio en el mercado, la cafda de Roma fue, en cierta medida, el co- mienzo de —o el regreso a—unidades econémicas que se autoabastecian y para las cuales el trabajo estaba consa- grado a producir para el consumo y no para el intercam- 4. Rel, Eris, Hora dels docrina econdmias (waducsion FM Toe. et), Mézico, FCE, 1973, pig, 37.No olvderar que Rema conserva la vision eyoraiva dl trabajo manual eansmitid por los gricgos. Repensar el trabajo 0. A diferencia del esclavo, el siervo del feudo fue, aun- ¢ parcialmente, propietario de si mismo y de los frutos compat I , emprenderse sin el riesgo de la escla tianismo, con su culto religioso del hombre en lo abs- 10, fue una expresidn ideol6gica plausible de esta in- cién. El sietvo y el villano eran bautizados al igual entre la desaparicin de Ia produecién de Be ea sceston del otbsjo iamnaoryk die de la esclavitud. No debe extrafiar, por lo tant haya albergado un concepto de trabajo 1s peyorative que el de la Antigiiedad clisica, eto a jerarquias propias de una sociedad estamen ida en sefiores y siervos. El desarrollo econdmico del feudalismo europeo co- enzé con un regreso ala agriculeura campesina en pe- iia excala y a la produccién de artesanos indepen- ido de un cambio en el método de grandes propiedades de tierras en En lugar de trabajar sus tierras Jos terratenientes arrenda- 0 y, la vez, encargarse del cultivo de los domi te. La defensa de los dominios del propi EE: vals formacin de una casta de colonos militares -n posefan privilegios sobre los otros inquilinos, rene _ igaciones adicionales. En el jel arrendatario libre fue adscrito a la tierra, “y asi wa-Rethel, Allred, Intelectnal and manual labour, Critics

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