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MUJERES ESPACIO P ODE Roy fercedes Arriaga Florez er eee Sera Angeles Cruzado Rodriguez Nett ortea agers Deiat ren Remeron) Katjia Torres Calzada eee eer ey Lr MUJERES, ESPACIO ¥ PODER 1 edicién, 2006 Iustracin de portada Carlos Salgado - hup://wwwecarlos-salgado.com Fscultura de interior: Meroedes Naranjo Marquez. Discfo y maquetacién: Marcelo Gonzalez - Bane” tori, Angeles Cruzado Rodriguez, alzada, Leonarda ‘Trapass. rela ‘Trapassi. Ealitor@s: Mercedes Arriaga Flére7, Rodrigo Browne’ ‘Victor Silva Echeto, Kat 10: Angeles Cruzado Rodrigues y Leo José Manuel Estévez Torres Traductoras del i © de lnvesigaciin y Edicién del grupo de Investigacién de la Consejeria de ia_y Tecnologia de la Junta de Andalucia “Escritoras y Escritur HUM753), financiado por el Plan Propio de la Universidad de Sevilla y patrocinado por el Instiruto de la Mujer de Madrid. hap! /Aewowsescrtorasyescrituras.com Directora: Mercedes Arriaga Florez Investigador@s participantes: Juan Félix Bellido Bello, Rodrigo Browne Sartori, Angeles, Cruzado Rodriguez, Encai Cruz. Jiménez, Domenico D’Agostino, Maria de la Torre Laviana, Ana Maria Diaz Marcos, José Manuel Estéver Sad, José Antonio Garcia Barriga, Rosario Martin Muiioz, Amalia Ortiz de Zrate, Victor Silva Echeto, Marfa Jesis Soler Arteaga, Maria Katja Torres Calvada, Leonarda Trapassi. © 2006 Arcibel Editores ISBN: 84.934508 -739-2006 Unién Furopea Impreso en Bspafia- printed in Spain Princed by Publidisa 306 Mujeres, Espacio y Poder PERCEPCION DE CIUDADES Y ESPACIOS ITALIANOS EN EMILIA PARDO BAZAN Mercedes Gonsiilea de Sande Universidad de Bérgamo En la segunda mitad del siglo XIX se desarrolla en Espafia una corriente de italianismo que en muchos aspectos se asemeja a a simbiosis cultural italo-espaftola que ¢Ilev6 a cabo en los siglos XVI y XVIL. Los intelectuales espafioles, agrupados en torno ala generacién realista, entre los que podemos citar personalidades de la talla de Emilio castclar (1876), Marcelino Menéndez y Pelayo (1942), Juan Valera (1855), Emilia Pardo Bazén, Pedro Antonio de Alarcén (1861), Vicente Blasco Ibsiicr (1979), etc., realizarin un acercamiento a Italia de una intensidad tal que abrir el camino para unas profundas intertelaciones que continuarin después los escritores de la generacién del a y ocho y posteriores y abrird las puertas a un conocimiento concreto y cercano realidad italiana contempordnea. Todos ellos viajarin a lealia; la mayoria escribirs asi como ensayos o novelas basados en su percepcién de Italia y de su cultura, al mismo tiempo que servirin de propagandistas de ellas en Espana. Todos ellos tienen en comiin el practicar una escritura en la que se pretende describir y capcar la realidad en sus rasgos mas objetivos ', aunque siempre esa realidad se matice por la percepcién individual del escritor. El caso de la condesa Emilia Pardo Bazén, nacida en La Corufia en 1851, es paradigmstico de la actitud de una escritora que se enfrenta a la realidad para transformarla a través de dos lineas de escritura: una, la ensayistica de critica literaria, histérica, politica, de arte, etc. y, otra, la de creacién, cultivando los diversos géneros literatios y ello lo hace baséndose en una amplia gama de conocimientos adquiridos a través de sus amplias lecturas y de una gran experiencia personal, Viajera infatigable (Gonzalez Herrin, 2000), aprovecha sus peregrinajes por casi toda Europa para contrastar paisajes, conocer nuevos personajes y formarse una visi6n propia del mundo, tamizada por su acendrado catolicismo, como pocas mujeres de su época lograron: No sélo publica sus libros, densos y apretados, sino que a diario es ¥ cuentos, dirige revistas, pronuncia discursos, da conferencias, explica lecciones © estrena obras dramiticas, 0 sostiene polémicas al mismo tiempo que estudia o lee cl iiltimo libro espaiiol o extranjero, quedindole vagar todavia para recorrer Europa centera, menos Rusia, y para conllevar sus obligaciones sociales (Correa, 1952: 51). Su acercamiento a Italia se produce por primera ver, quiza, hacia 1873, pues de esa fecha son unos Apuntes de un viaje. De Espana a Ginebra, que quedaran inéditos (Gonzalez, Herrin, 1999), en los que hace mencién alos miis de cuatro meses que pasd jajando por Espafia, Francia, Suiza, Austria ¢ Italia ~donde la escritora destacaré la visita a algunas cindades de la Italia del norte, entre ellas, Mikin, Venecia, Verona y ‘Trieste, que describiré minuciosamente en los aspectos que consider mas caracteristicos n diario de sus viaje actual be crénicas _ - Mujeres, Espacio y Poder de éstas. En 1882 publica su libro San Francisco de Asis y aivos después decide emprender un viaje de peregrinaje a Italia, en el que aprovecharia para entregar personalmente el libro al Papa Le6n XII y obtener de él la aprobaci sefialard posteriormente en un libro-diario de viaje titulado Mi romeria de 1888. Por lo que se reficre a la literatura italiana, Emilia Pardo Bazén se convierte en una de las mejores propagandistas de ella en Espafia', junto a su amigo Marcelino Menéndez. y Pelayo. Desde San Francisco de Asis hasta D'Annunzio por sus muchas obras desfilan los literatos italianos mas destacados como Dante, Petrarca, Boccaccio, Pulci, Maquiavelo, Tasso, Marino, Alfieri, Foscolo, Manzoni, Verga, Capuano, D’Annunzio... y su siempre querido Giacomo Leopardi, cuyos poemas se vanagloria de poder recitar de memoria. Pero junto a ellos otros mas secundarios como Jacopone da Todi, Giacomino da Verona, Cesare Lombroso, Vittorio Pica, Farina, Silvio Pellico, Dante Gabriel Rosetti. Y a todos los leyé casi siempre en italiano porque no conffa en Jas traducciones. n del contenido del mismo, como Pardo Bazan es una atenta observadora de la realidad y su capacidad de percibir los matices le posibilita plasmar su visién de los Ingares de Italia que visita no sélo en descripciones insertas en sus ensayos 0 diatios, sino también en obras de creacién literaria a través de las voces de sus personajes, como es el caso de Benito Palermo: Dediqué unos meses a registrar la hermosa Italia, pasando mucho en Roma y consagrando temporaditas Florencia, Napoles, Sicilia, Malta y Corcega. Y engolosi ya Italia sera siempre un paraiso- propiiseme realizar al aito siguiente otro delicioso viaje. (Pardo Bazan, 1973: 1660) Dofa Emilia busca en la “hermosa” Italia, “siempre un paraiso”, los aspectos més caracteristicos que le dan una personalidad tinica en el conjunto de las naciones curopeas. Busca conocer su historia, especialmente el papel que Roma cristianizada cumplié en el desarrollo de la civilizacién europea, el de la familia de los Medicis en la proyeccién de la cultura durante ef Renacimiento y el esfuerzo Hlevado a cabo por los intclectuales para realizar la unidad de Teal E] arte italiano es juzgado y visto casi siempre en comparacién con el espanol Asi, contrasta la ausencia de miisicos importantes en Espaiia con la abundancia en Italia, haciendo desfilar por sus obras figuras como Verdi, Rossini, Puccini, Arrigo Boito, Gaetano Donizetti, Vincenzo Bellini y tenores como Ernesto Ettore, la Patti, Ja Cavalieri, etc. Los pintores del Renacimiento italiano le atraen por su. personalidad polifacética y baste ahora para seftalar el alto concepto que tiene de la pintura sus siguientes afirmaciones: Al par florecian letras, artes y ciencias. En Italia seftaladamente resplandecta el arte con una clara luz que acaso no ser eclipsada jamés. No registra la pincura era tan glotiosa como aquella cn que reinaron sus dos principes: Rafael de Urbino y Miguel Angel, asistidos de sus tenientes Correggio, Veronese, Tiziano, Tintorctto, Julio Romano, Perugino, Daniel de Voltena y tantos otros de la dorada pléyade que son cada cual un maestro, una escuela, un milagro de colorido o de disefto. La exuberance vitalidad artistica se desbordaba: en los platos, faenzas y mayélicas de Lucas de la Robia, en las dnforas y copas animadas por el cincel de Cellini; en los primores tipogrificos de ‘Aldo Manucio, en los grabados y estampas... (Pardo Bazin, 1895: 117) nado 307 308 Mujeres, Espacio y Poder Numerosas y variadas son las menciones que cn sus obras hace de Italia en general, o de de las ciudades italianas en particular, en especial de Roma, atraida por su glorioso pasado histérico y su vinculo con el cristianismo*, pero también de otras representativas ciudades italianas, como Florencia’, Venecia’, Parma’, Palermo’, Nipoles’, Trieste’, Milin, Asis, Verona, . Sin embargo, para no extendernos demasiado en el presente trabajo, he preferido detenerme en la ya citada Mi romeria, por ser ésta, a mi parecer, la obra que mejor representa el rema que lo encabeza, es decir, la percepcién de ciudades y espacios italianos en Emilia Pardo Bazan, al estar dedicada, en la mayorla de sus piginas, as estane’ de articulos y escritos a modo de diario sobre sus impresiones en las diferentes etapas de su viaje por Italia, y no s6lo, con motivo de una etegrinacion, o romeria, a Roma con ocasién del jubileo sacerdotal del papa Leén XIIL, iniciada en diciembre de 1887: viaje que emprenderia animada no sélo por su ferviente catolicismo, sino también en calidad de corresponsal del diatio madrilefio “El Imparcial”, donde publicars periédicamente tales articulos, en el periodo comprendido cntte el 19 de diciembre de 1887 al 27 de febrero de 1888, De este modo explica cémo fue redactando sus impresiones sobre el viaje: sobre la mesa de la fonda o de algiin cafetin de estacién ferroviatia, mientras ho servian la taza de dudoso brebaje o no llegaba el esperado tren. Por primera ver de mi vida he escrito asf, machacando el hierro hecho ascua, sin meditar ni consultar obra alguna. Confesién que explica los defectos y también el solo atractivo de mis crénicas, que por su misma franqueza y rapidez han conseguido hacerse leer de todo el mundo, ayudadas en este emperio por la extraordinaria publicidad de £/ Jmparcial, donde vieron la luz (p. 6). Emprende su viaje formativo, pues asi lo definiré ella misma, con el entusiasmo propio de su profunda fe crisiana, con “jibilo y esperanza” (p. 18), ansiando su llegada a Roma, cuna del cristianismo y madre del mundo latino, donde finalmente tended ocasin de conocer al Papa: Salgamos, pus, con el corazén satisfecho, la mente excitada y la alegeia propia de nuestra fe en el rostro; éste es un hermoso dia. Vamos Italia y 4 Roma, éla cuna del mundo latino y al centro de nuestra vida espiritual (p. 18). Como buena observadora, describe minuciosamente las ctapas de su viaje, desde los espacios por los que irin transcurriendo las etapas de éste, ané Personales, las diferentes fisonomias de las personas con las que se irk encontrando, aspectosculinarios, etc, intentando no perder ninguno de los detalles mis representativos de su experiencia, pues, como ella misma afirma en sus articulos: Lo que, segiin entiendo, presta singular encanto a la expedicién que realizo, © que hay en ella una idea informante, y esta idea, no ya por ser la que rige mi entendimiento y lena mi corazén, sino por ser idea tan sélo, bastarla para desterrar |a prosa y la insufiible indilerencia de esos viajes al moderno uso, donde cada viajero Parece que sélo se ocupa en estudiar el mejor modo de aislarse y meterse en la concha... (p.21) locas, impresiones ‘Mujeres, Espacio y Poder La primera etapa italiana de su peregrinacién, que no casualmente titula “Viaje de recteo... espiritual”, es Ventimiglia, por donde pasarin el 22 de diciembre de 1887. ‘Aunque no se detiene en Ia descripcién de dicha ciudad, sf hace alusiones al paisaje itélico que comienzan a advertir desde antes de pisar tierra italian Desde Marsellael camino es una hermosura, Millares de pilidos olivos alpican la bien cultivada campifia; & nuestra derecha ka azul extensién del Mediterraneo se duerme con gemido acariciador en brazos de las curvas ensenadas que festonean Ia costa, Cabos atrevidos guarnecen, como adorno de obscuro terciopelo, aquella faldamenta celeste sobre la cual flota un encaje de espuma. Ya el paisaje y el mar y el cielo murmuran 4 nuestro ofdo la palabra magica, el cdntico latino... ;[talia! italia! (pp. 43-44) Paisaje que volverd a contemplar a su regreso a Espafia, invadida por una profunda sensacién de paz, despues de haber cumplido su cometido espiritual La impresién del regreso en mi alma es la de una restauradora paz y una cordialidad infinita de la naturaleza, Hace un tiempo primaveral delicioso; (...) y los ojos se deslumbran con el riquisimo azul del Mediterrdneo y cl verde y oro de los naranjales, que nunca se acaban (p. 166) Su paso por Génova, en la que estuvieron detenidos unas ocho o nueve horas, lo describe a modo de incurs desilusién expresa las sensac temperatura polar y g con la cilida idea que en Espai rememorativa en cl articulo dedicado a Roma, Con cierta nes que le transmite la ciudad ligur, que, quiz por la quel momento, le resulta fria y sobria, en claro contraste tiene de Italia: Nada rifie tanto con la idea de molicie y suavidad que la gente concibe al pensar cn Htalia, como esa Génova, llena por el nombre casi espafiol, y esencialmente latino, de Cristofore Colombo. Rodeada de un anfiteatro de montafas que la nieve no reviste por completo descendiendo hasta la ladera en que se agrupan las primeras casas de la ciudad; ostentando orgullosa sus edificios y sus monumentos de mérmol, Génova tiene la severidad de los grandes monasterios: es suntuosa y helada (pp. 49-50). no sélo corona, Al pasar por el cementerio genovés, le impresiona la gran ostentacién que éste presenta, claro reflejo del espiritu materialista de un pueblo comerciante como ha sido Génova a lo largo de la historia, muy en contraste con la fe cris iana de la autora’, aunque para contrarrestar su critica alaba la habilidad de los genoveses en el arte de labrar el marmol: Magnifico cementerio, vasto rectingulo en cuyas galerfas vive un pueblo de estatuas: las de los genoveses opulentos que se permiten el lujo de que un escultor labre su busto 6 su efigie entera al pie del nicho 6 ura donde reposan las cenizas del hermano, el padre, el esposo 6 el hijo amado. Porque es de notar que en ver. de la estatua del difunro, suele ponerse en los mausoleos genoveses la del pariente que los costea. De tamafio natural, esculpidas en marmol blanco y puro, con riquera de detalles y con minuciosidad realist, vistiendo el traje moderno, estas efigies, con el fri que corte, parecen genoveses y genovesas de leche gartapifiada; ademés tienen el defecto de toda escultura nueva: semejan de alcorza. Sin embargo, no se puede negar que el la arte de labrar el marmol esta aqui 4 prodigiosa altura en cuanto al procedimiento, 309) 310 Mujeres, Espacio y Poder habilidad de la ejecucién, no digo otra cosa, -y que el cementerio pregona la rique: aficiones artisticas de este antiguo emporio del comercio italiano (pp. 50-51). La etapa que analiza mas detenidamente y con mayot devocién, por la evidente alidad espiritual de su viaje, es su estancia en Roma, la “Ciudad Eterna’, ala que llega el 24 de diciembre de 1887, dia de Noche Buen Al llegar a Roma, “ciudad que deseaba mucho conocer” (p. 53), como ella misma afirma en su diario, sin de se encamina entusiasmada por las calles de la ciudad, tanto era su afin por conocerla Gracias a la mediacidn de la embajada de Espaiia, el primer lugar que decide visitar es la Exposicién de los regalos ofrecidos por catélicos de todo el mundo al Papa Le6n XII] con motivo de su jubileo sacerdotal, ubicada en el Vaticano. De entre todos los mostradores le llamara su atencién, precisamente, el italiano, que le sorprende por su gran gusto y refinamiento, pero sobre todo porque deja entrever, a través de la finura y cuidadosa cleccién de las ofrendas, el afecto de los italianos hacia el Papa, hecho razonable, teniendo en cuenta la convivencia secular entre éstos. El mostrador italiano revelaba: y nerse ni un momento a descansar de su largo viaje, tuna delicadeza especial, una filial cernura para el Papa, que le hace preferir los objetos més 4 propésito para que Le6n XIII los use y tenga, adivinando la coqueteria pontificia y adelantandose & ella amorosamente. (p. 56). Por otra parte, como ella misma afirma, el vinculo entre Italia y el Papado es innegable, como innegable es el significativo papel que Italia ha jugado, y juega, gracias a éste en la historia de la humanidad. El Papado, nos dirs la escrivora: «sla virtualidad hist6rica que Italia posee. Por el Papado conserva accién sobre el mundo entero, y es todavia, espiritualmente sefiora del orbe (p. 78). Asimismo, asegura que en la ciudad de Roma, en particular, el vinculo con el Papado, siempre omnipresente, es atin mis fuerte e innegable y su presencia se respira por doquier: El Papa Ilcna 4 Roma: oculto, retraido, invisible, envuclto en la dorada aureola que le forma el amor y el tributo de la cristiandad entcra, él es el alma de la ciudad. No le vemos, como no vemos el aire que alimenta nuestra vida ni la sangre que la sostiene; peto le respiramos. Es inaccesible, y sin embargo le sentimos en derredor nuestro, influyendo en nuestto albedrio con ac psiquica inexplicable (p. 75) Pese a cllo, manifestara su perplejidad y una cierta desilusién ante la escasa devocién catélica que se respira por la ciudad que representa la cuna del cristianismo, particularmente en una fecha tan especial para los cris lo cual le hace sentir una profunda nostalgia de su t conttadictoriamente, més inalterable a pesar de los ¢ os como el 24 de diciembre, ra espafiola, cuya fe petmanece, -mpos En nada se advierte que sea Noche-Buena sino en unos cantos montafieses y Mujeres, Espacio y Poder melancélicos, algo parecidos 4 la siciliana de Roberto el Diablo, que salen de una especie de taberna. Por lo demas, Roma esté alegre porque ya ha cesado la Hluvia y brillan en el cielo las estrellas y la luz. eléctrica en el Corso; pero es la alegrfa de na ciudad moderna, suntuosa, donde nadie se acuerda del Niio que tiembla de frio entre las pajas del Presepio...Allié habré estado solito Gestt bambino la tarde toda en su urna dorada de Santa Maria la Maggiore, y alki estar en este momento sin que nadie se arrodille é adorarle sino la blanca estatua orante de Pio IX, que eleva su rostro extitico hacia la santa cuna...[...] Bajando lentamente la escalinata de la Triniti dei Monti, y mirando desde el atrio la perspectiva de Roma, mi corazén se vuelve hacia Espaita y su fiesta de Noche Buena, can carifiosa, tan religiosa todavia. Parece que mi pensamiento desanda lo andado y cualquiera diria que no he venido voluntariamente y que esta congoja es la del desterrado y del ps Me habrin recordado también los mios? (pp. 59-60). La capital italiana ofrece a Emilia Pardo Bazin un extremo deleite, “el goce de la fantasia y el grado supremo de la emocidn artistica, sublimada por la religiosa”, un compendio entre arte, historia y espiritualidad inigualables. Roma, segiin ni escritora, es un fielreflejo y, quiz, el mis representativo, de los periodos mis gloriosos dela bumanidad; en ella esta contenida toda la antigiiedad “que adivind y presintié bajo el velo del simbolo y de la forma phistica todo lo que después realizaron la historia y el tiempo” (p. 63). En Roma, afirma, se respira un “ambiente singular, el més oxigenado del mundo entero, donde flotan como esencias de embriagador aroma los recuerdos de tantas edades, los efluvios histéricos” (p. 89) Se deleitaré, en particular, con la contemplacién de los templos romanos, maxima representacién del catolicismo y la espiritualidad cristiana, en los que estén reficjadas las etapas més gloriosas de la historia de la humanidad, Con tal entusiasmo cexpresard las agradables sensaciones que éstos transmiten en su énimo: Un estado de alma en que no se advierte mas que serena alegria, plenitud vital que duplica el goce de existir, de pensar y de entender, eso me producen 4 mi los soberbios templos de Roma, donde la profusién de oro, plata, bronce, malaquita, comalina, jaspes y alabastros, la majestad arquitecténica, el aparato de las esculturas, parece que comunican al vivir humano cierta magnificencia y nobleza propia de grandes épocas histéricas paganas, cierto vigoroso que nos acerca al estado olimpico de los semidioses (pp. 83-84). Del mismo modo, al expresarse sobre Italia en general afirma lo siguiente: stra A\ Italia, la maga del arte, estaba reservado dar cuerpo al atrevido mito de la antigitedad, obteniendo las voces angelicales |...) llamadas a resonar bajo las bévedas de marmol, jaspe y mosaico de oro de los templos mas grandiosos que la cristiandad pose (p. 63). En Mi romeria, describirs con detalle y con la emotividad propia de su gran devocién cristiana las impresiones y sensaciones experimentadas a su paso por algunas de las ms significativas iglesias romanas, ademas de hacer un breve repaso histérico 31 RE _$_$_$_ EEE EE Ee ‘Mujeres, Espacio y Poder de cada una de ellas, en su afin de informar de la manera més exhaustiva posible a sus Ene ellas, destaca la emotiva descripcién de la iglesia espaftola de San Juan de Letrin, por todo lo que ésta representa para la cristiandad, y euya suntuosidad, a su rarecer al igual que la de la mayorfa de los remplos italianos, contrasta con la austevidad de las iglesias espafiolas: lectores ---la iglesia espaiiola [...] es lo mis opuesto que puede concebir la imaginacién 4 los templos italianos en general, y en particular & éste, cabeza de todos los de la cristiandad, sede del patriarcado de Roma, donde Pedro, en vez de la tiara, a mitra epi pastores de almas. El templo, en su traza arquitecténica, en su ornato y disposicién interior, en su caricter, refleja con exactitud la fase del catolicismo que le erige. Es un pedazo del alma humana hecha piedra; es el sentimiento religioso cuajado en estalactitas, cuya forma habla clocuentemente y canta con expresién superior & la de la estrofa del poeta (p. 63). ‘opal, y en lugar de las llaves empuita el baculo, eayado de los Asimismo, acompafada por el sonido de un coro angelical, expresa las sensaciones, el sumo goce que la beata observacién de cada uno de los espacios de este templo, provoca en su énimo: El esplendor de la basilica redobla la impresién de tan sublime misica, San Juan de Letrin es un salén, Bn las naves rcina una atmésfera templada, dulce, igual, la atmésfera de los grandes templos de Roma |...|; la gente discurte (...] sin ese temor que inspiran las iglesias géticas, tranquila, con el alma abierta al placer del canto y 4 la admiracién de la majestad del monumento; es una festa, no de los sentidos, pero del sentido artistico, en el que el ofdo y la vista, recreindose inefablemente, puestos de acuerdo, infunden una beatitud misteriosa, algo de icos de la lo que debe ser el paraiso segiin le conciben los m ucla colorista. (p.67). Oto aspecto que le entusiasmard y le inquietari de la capital italiana es la constante dualidad histérica entre lo pagano y lo espititual que en ella se presencia, contraste que percibe de manera més clara al contemplar las ruinas del periodo clésico frente a ciertos espacios de la cristiandad. Como prueba de ello, Emilia Pardo Bazin cstablece una comparacién entre el lujo y la magnificencia de los sepulcros paganos de 'a Via Apia, frente a la sobriedad y el etricismo del cementerio de los Capuchinos,o la austeridad de la iglesia de Santa Maria della Concezion En esta Roma, donde parece que 4 la vuelta de tantos siglos aiin contindan luchando Cristo y Jove; en esta Roma bifronte como el antiguo Jano, en que se pueden visitar con pocos minutos de intervalo los salones testigos de las orgias imperiales y las Catacumbas, rellenas de huesos de confesores de la fos en esta ciudad de los grandes concrastes histéricos, quizis no se presente ninguno tan marcado como el que ayer me ofrecié la casualidad, enlazando mi excursién 4 la Mujeres, Espacio y Poder Via Apia con mi visita al cementerio de los Capuchinos (p. 108). A continuacién, describird minuciosamente dichos lugares, rememorando el momento histérico que étos representan, a la ver. que pone de relieve el profundo contraste entre la concepcién de la uerte para cristianos y paganos, el contraste entre lo divino y lo terrenal, representado en ambos cementerios, respectivamente. Y asi se expresard al describir los sepuleros de la Via Apia jJos monumentos de la Via Apia son sepuleros! Aqui es donde las familias ilustres de Roma conservan las cenizas de sus muertos (...] He ahi la muerte antigua, la muerte clisica, la muerte coronada de flores, el regreso al seno de la naturaleza madre (pp. 109-110). en contraposicién con el cementerio de los Capuchinos, del que sostiene lo siguiente: “el alto sent lo social y politico que ostentaron en Italia los Menores, revistié en los capuchinos un tince ascético y sombrio, una exaltacién ideal que les hizo prendarse de la muerte como de una esposa amada, y convertir la cumba en puente para comunicarse con el cielo, [...] La escuela de la muerte natural, el gusano que se convierte en perla al tocarle manos santas, el Lizaro que ha P q de resucitar al oir la voz redentora, eso es el cementerio subterrineo de los Capuchinos (pp. 110-111). para concluir su confrontacién afirmand Dos sociedades, dos opuesto el miste ilizaciones, dos creencias que entienden de modo tan o del mas alld, no podian convivir ni un instante. Tenfan que luchar sin ttegua hasta que una de ellas desapareciese de la fiz del orbe (p. 116). Por otra parte, contemplando las ruinas de Roma, Emilia Pardo Bazin no podré evitar una resignada melancolia, al contrastar el glorioso pasado que ya ha perecido, sofocado por las posteriores y desastrosas etapas histéricas, En Roma, segtin la escritora, es inevitable rememorar una amplia serie de “capas geoldgicas sobrepuestas que desasosiegan el énimo, desorientan, imponen el contraste, la antitesis,y, al fin y all cabo, entristecen por la contemplacién de las grandezas fenecidas y de las vicisitudes y grandezas histérieas” (p. 138). Peto no todo serin observaciones sobre el arte, la religiosidad o Ia historia contenidas en Roma; también dedicari un espacio a la contemplacién curiosa y atenta de las diferentes fisonomias que pululan por las calles de la cindad, como buena observadora de la realidad, segiin ella misma afirma, “A caza de notitas de ésas que graban en la imaginacién la fisonomfa de una ciudad mejor atin que sus monumentos célebres”, Y de este modo describiri las tipologias més caracteristicas y representativas que va encontrando a su paso por la ciudad eter: ‘ Ayer, con la hermosa mai na de Natividad que nos sonreia, pudimos encontrar ina ciaeciaras y comtadinas,y wer en las grads de Santa Trinitd dei Monti cl pintoresco grupo de los modelos que se sittin alli en espera de pintor que los alquile; y dicz pasos més adelante, en el marco de una puerta, se nos apareci6, como luminosa visién de la edad el deers de cada esqu ca, un mancebo aldeano que 313 Mujeres, Espacio y Poder tenia exactamente Jos correctisimos lineamentos, los graciosos buces y el tono acaramelado de un busto antiguo de Antinoo (p. 61). Su estancia en Roma serd, sin duda, la més significativa y satisfactoria de su viaje, y a ella le dedicard el mayor ntimero de paginas de su obra. El entusiasmo con el que recorrié sus calles y monumentos, conocié a sus gentes, revivié el paddo histrico, ¥ sobre todo, realizd su contenido espiritual, se refleja constantemente, incluso eq capttulos dedicados a otros argumentos. Sin embargo, esa saisfaccién que relleja con tanta asiduidad, encierra una especie de vacio por colmar en su interior, una sensacion de que ain le queda mucho por conocer en Roma, a cuyos encantos ha de regresar. ¥ de este modo se expresaré a su regreso a Espatia: Ald, en las méngenes del Tiber, dejamos en prenda una poreién importantisima dle nuestro ser, aquella con que percibimos el ritmo de la historia y del arte ¥ conseguimos, con ayuda de la imaginacién, vivir en los siglos muertos. De Roma me queda en el paladar como el dejo de un licor divino, del cual sdlo me dicron d probar unas gotas; y tan luego como me sea posible, alld volveré a apurar la copa, -a copa de dgara, a copa en que van bebiendo por turno poctas, historiadores, artistas, sin agotarla jamais (pp. 171-172). La ctapa siguiente de su viaje seré la visita a Florencia, en la que, con pesar, permaneceré un solo dia. La ciudad de Miguel Angel y de otros tantos ilustres intelectuales, la dejard maravillada por la magnificencia de su arte, compendio de los ins representatives periodos de la historia italiana, en especial del Renacimiento y la mportante labor de la Familia de los Medici a favor de la promocién del arte Para Emilia Pardo Bazén, Florencia no es la cuna, sino el emporio del arte italiano, cuna de grandes artistas de talla universal, como Dante, Maquiavelo, Miguel Angel 0 Galileo, entre otros muchos, asi como de la lengua toscana, que obtuvo en Telia la misma hegemonta que la castellana en Espafa. A diferencia de Roma, cuya contemplacién en ocasiones le provocaba cierto desasosiego ante la rememoracion del slorioso pasado y la impotencia de no poder recuperarlo, en Florencia todo es sume y srandioso y provoca en ella un estado de extremo bienestar y armonia, unido a cierta ansiedad por no poder prolongar tal situacién por mas tie su po (de hecho, manifestars ntencidn de volver a ella), Con este pesar describird tal grandiosidad: Pasar un dia en Florencia la bien empedrada, y pasarlo asi, queriendo verlo ‘odo, aunque sea al vuelo, es darse una indigestion de atte, quedarse aplastado bajo el peso de tantas magnificencias, y desesperarse ante la imposiblidad de entender lo visto, de asimilarse algtin jugo. Florencia requiere quince o veinte dias de relgiosa contemplacién, y creo que ninguna ciudad puede estampar en el espiricu del artista huclla mas seria y educadora. Porque Florencia es una afirmacién categérica, robusta, inteligible descle el primer instante; una armonia Perfecta, una cadena de esmalre y rubies, en que ni un solo anill falta. [...] En Florencia la ciudad mas monumental y mds rica en obras de arte que acaso adorna al mundo- no encuentra el viajero una sola tuina, y, por consiguiente, no Mujeres, Espacio y Poder le asalta esa morbidezza lirica y ensofiadora, complicada y lena de pesimismo, que causan los desmoronados torreones, los derruidos claustros, las celdas vactas y desi ntimiento de equilibrio, reposo y admiracién desinteresada y perfecta, totalmente chisico: el sentimiento que debe experimentar el escultor cuando caen al suelo los pafios que cubren 4 un modelo ideal de belleza (pp. 137-138). tas; al contrario, experimenta un sano Reanudaré su viaje hacia la Italia del norte con el principal propésito de detenerse en Venecia para entrevistar al duque de Madrid, Don Carlos de Borbén y Este, biznieto de Carlos IV, cuya figura y todo lo que ésta representa la esci admira profundamente, Peto antes de llegar a Venecia se detendré a visitar dos lugares muy acordes con su profunda fe cristiana: en primer lugar, la basilica de San Antonio ora de Padua, “el santo por antonomasia, aquél cuya memoria y culto se conservan tan vivos atin” (p. 147). En esta basilica, que describird minuciosamente, lo qu impre iquias que en ella se conservan con tanta devocién: la lengua y los dientes del santo, que también describiré con detalle, Durante un breve paseo por la ciudad de Padua, de la cual afirma que le transmitiré una positiva sensacién de apacibilidad, “una tranquilidad reparadora” (p. 152), Emilia Pardo Bazan se detiene en la observacién de una, segiin su parecer, ridicula estatua de Victor Manuel, que para ella simboliza la antitesis a la suncuosidad y esplendor del grandioso arte italiano de épocas pasadas, y con las siguientes palabras lamentaré el fin de aquellas gloriosas manifestaciones artisticas: le jonari son las dos r ... encontramos una ridicula estatua de Victor Manuel: la facha mas cémica que han visto ojos humanos. Desde Donatello, que fundia en bronce la encantadora figurita ecuestre del general veneciano que campea en el atrio de San Antonio, hasta el auror del mamarracho que estamos viendo, ;qué calvario han recorrido las artes en Italia! Miremos siempre hacia atrés; el pasado se rie del presente (p. 153), Por tiltimo, visitara ames de como los demas lugs estancia en Venecia el santuario de Loreto, que, ss que visita, describe minuciosamente, relacionando siempre cada espacio, cada sitio recotrido, con su legado histérico y las sensaciones que estos lugares le transmiten. De este modo, en su descripcién, recordaré el origen del santuario, qu se remonta a la fundacién del cristianismo, haciendo una rememoracién historica de ste a lo largo de los siglos. Por otza parte, lo que més le llamars la atencién en él son las inmensas tiquezas y la ostentosidad que muestta el santuatio, especialmente, la Virgen de Loreto, que contrastan fuertemente con la pobreza del contexto en que el santuario tuvo ofigen Hoy el interior de la santa casa oftece aspecto sumamente interesante. Por fuera cl arte la vistié de ricos relieves de mérmol; dentro, se ve la pobreza y desnudez. de los humildes muros, que iluminan infinitas imparas de bronce -las de plata se las Hlevé Napoleén, que solfa arramblar con todo lo que hallaba 4 mano. -Y entre el marco de estas paredes parduzcas, de oriental sabor; en ef fondo 315 y Poder de la casita, al resplandor de las luces, se ve algo que deslumbra y ciega, algo semejante 4 un idolo asidtico, una Virgen de negro rostto incrustada en una nda de forma de campana, donde, sin exageraci6n alguna, no hay ni el espacio de un dedo que no esté cubierto de piedras preciosas [...] y parece la obscura casita de los viejos muros caverna encantada de Las mil y una noches que oculta y cela tesoro riquisimo (p. 160). ‘ Al salir de Loreto, de camino a Venecia, contempla con nostalgia en lo alto de una colina, legando incluso a emocionarse, Recanati, el pueblo natal de Giacomo Leopardi, uno de los escricores italianos que ella mas admira y estima, Asi describird ese emotivo momento: Cuando salfamos de Loreto, volvi tristemente la cabeza hacia Recanati. Alli, en tuna colina que casi veiamos y que dista de Loreto hora y media de coche, est’ la villa natal de Jacobo Leopardi, el natio borgo selvaggio en que el gran poeta que supo envolver la desesperacién moderna en el noble peplum del dolor antiguo y clisico, pas6 su nifiez solitaria y parte de su amarga juventud. jRecanati! Para los que no hemos perdido el carifo a la poesia lirica, & pesar de la reciente defensa que de ella hizo Nites de Atce, ese pueblecillo esti en el mapa (p. 163). Nose detendri en amplias descripciones sobre «estaba finalizada esencialmente a entrevistar a don Carlos, y, por otra parte, porque habia visitado en el viaje anterior que mencionamos al principio del presente trabajo, y que recogerd en sus Apuntes de un viaje... Podemos, sin embargo, individuar algunas de las impresiones que le transmicird dicha ciudad, a la que define “la teina del Adriético [...] en cuyos canales flotan la nostalgia y la leyenda’, mientras emana romanticismo (p. 204), precisamente cuando explica el objetivo de su estancia en Venecia: idad de Venecia, pues su visita a El objeto de mi viaje & Venecia no era admirar la sofiada ciudad de las laguna, con su doble collar de palacios y la inmortal poesia de sus calles de agua y sus gondolas finas y curvas como cl puttal de Otelo. Conocia ya & la dogaresa: la habia visto en su teatral esplendor, alumbrada por millares de fuegos Y por guirnaldas de los clisicos farolillos, arrullada por serenatas melodiosisimas, y habja ofdo de noche, a la luz de la luna, en el Gran Canal, la barcarola de / due Foscari, que entonaban a voces solas los gondoleros. Mi propésito al recorrer una ver mds la Italia del Norte fue saludar y tratar a don Carlos de Borbén, duque de Madrid (p. 179). El comerido esencialmente espiritual de su viaje justifica el hecho de que en sus Paginas abunden los comentarios sobre los mas variados aspectos relacionados con la cristiandad y que se detenga, particularmente, en la descripcién de lugares de culto de la fe catdlica. Sin embargo, también dedicard un relative espacio a sus observaciones personales sobre otros aspectos referentes a Italia en general, entre ellos, el caricrer de los italianos, del que resalta, por ejemplo, su ansia de dinero, en especial de los Mujeres, Espacio y Poder sapolitanos, expresindose de la siguiente manera Escandaliza también & mis compattiotas el modo de ser de los italianos que no sc ha visto gente mis pedigiiefia y hambrona. Aqui piden dinero por ensefiar una calle, por levantar el pestillo de una puerta, por mudar de sitio una silla, por el hecho de que uno se vuelva y les mire 4 la cara, Verdad es que con unos cuantos perros chicos de Victor Manuel se contentan, y aun llenan al dador de gracias y bendiciones (p. 156). y dicen Ia fiialdad y poco espiritu fraternal que nota hacia los romeros espafioles por parte del pueblo italiano, en particular el romano, contradictoriamente falto, a su parecer, de la profunda devocién catélica que caracteriza a los espafioles: ..esta friaindiferencia de la Roma ultramontana nos pare mayor atin cuando cempezamos & buscar y 4 tratar personajes de los que privadamente llamabamos nuestros. Ni una palabra calurosa, ni una muestra de simpatia que compensase tantas penalidades y molestias, ni casi una esperanza firme de poder tocar las vestiduras sacrosantas del vicatio de Dios, faro de nuestros espiritus, por cuya luz venimos atraidos desde tan lejos. Mucha sonrisa, mucho afable rostro, mucha frase melosa -como siempre es meloso lo que se dice en italiano; -pero nada de eso que tanto nos cautiva 4 los espafioles, raza de corazén caliente, que por un halago sincero, por una demostracién de confianza, se apega hasta morir como murié la guardia de Sartorio (p. 71). Del mismo modo, trataré con frecuencia ciertos aspectos sobre la historia de Italia, desde los origenes hasta el momento en el que escribe, expresando, en ocasiones, sus opiniones al respecto. Asf, por ejemplo, alabaré la formacién de la unidad italiana, asi como el ferviente anhelo que muchos de los intelectuales italianos que mas admira tuvieron por constituirse en una tinica nacién, contrastando tal actitud con la desastrosa iuacién de la Espatia de sus tiempos. Sin embargo, recriminaré a Italia el hecho dé que tal unidad hubiera estado en manos de los Saboya, pues, segiin ella, dicho papel habria debido corresponder al Papado: Si; por muy pintoresca que se presente la Ttalia antigua, con sus monarquias, principados, ducados, sefiorias y repablicas homeopaticas, no cabe negar que fué justo y alto el anhelo de reunir los dispersos trozos del Estado latino ¢ identificar + politicamente lo que la naturaleza y la geografia dispusieron para formar el organismo de una patria magna. [...] Y as{ como confieso que entiendo muy bien la aspiracion italiana, la aspiracién de Leopardi y Mont, de los patriotas, 4 cexpubsar al extranjero, 4 constituirse en nacién grande y seria, no puedo aleanzar que esta misidn det cielo tocase 4 una dinastia, 4 la casa de Saboya. Para mi, el papel de unificar 4 Italia correspondia al Papado; bastantes patrioras ilustres lo creyeron también: ese era el bello suefio de Giobert, la esperanza que tiié de rosa los albores del pontificado de Pio IX. {...] Quien posee las almas, debe poscer el ter dea aspira & tomar cuerpo y a traducitse en hechos, y orio: toda 317 Mujeres, Espacio y Poder cl catolicismo atesora vigor suficiente para comunicérselo 4 una patria fuerte y glotiosa (pp. 77-78) ‘Tampoco pasa por alto la descripcidn de algunos habitos cul reproduzco los siguientes fragmentos: 3s, de los que En la mesa familiar, presidida por la bella Genina Mantini, mientras los eriados servian, después del faisin cazado por manos reales, las curiosidades culinarias nas, las ostras en dulce de Tarento, los higos empedrados de almendras de Calabria, el enorme bollo de Navidad, que en Italia reemplaza & nuestro mazapin clisico (p. 73). Me aseguran que en la Trattoria delle Venete dan la colacién de pescado, con plaros nacionales, caracteristicos, y con vinos de Italia. Allé nos dirigimos 4 disipar un poco esta nube interior, 4 olvidar que estamos lejos y solos. Nos sirven, en efecto, ‘macarrén con queso de Palermo, truchas del Tibet, anguila asada, turrén, malvasta espumante de Asti, y nos vamos a recorrer las calles de Roma... (pp. 58-59) Para coneluir, destacaré también algunos comentarios que la escritora refleja en su diatio sobre otras ciudades italianas que no visita en este viaje, entre ellas Milin, ciudad austera y sobria, a pesar de su indiscutible elegancia quc la reviste, a la que Fecurte como simil para expresar su estado de dnimo tras la visica al Papa: En mi s6lo ha durado algunas horas la visita del angel. Busco. aquellos sentimientos, y ya no los encuentro; escucho el golpear de mi corazén, y parece como si de nuevo se hubiese revestido la chapa de plomo, 6 por mejor decir, la coraza de Milin, damasquinada, incrustada de oro, con elegantes relieves, pero helada y recia (p. 90) O Asis, cuya basilica anhela visitar, pues sélo de este modo podria completar su viaje espiritual por Italia: jCuindo me seri dado visitarla, hollar el suelo donde se apoyaron los descalzos del humano Serafin, y sentir cémo asciende 4 los ojos el rocio del corazén que tno pucde derramarse, refrigerante y consolador, bajo estas bavedas soberbias! (p. 68). Como conclusién a nuestro estudio, podemos afirmar que de su recorrido por Italia, en general, Emilia Pardo Bazin obtuvo una grata y calurosa impresién, que confirmé cuanto por el pais itilico ya sentia, a la vez que reforzs sus vinculos afectivos hacia éste, al que ansiard volver nuevamente, pese a todo, como expresa al final de su diatio: Por lo demas, aunque nos desuellen fondistas y cicerones, Italia es tan hermosa, que alli volveremos de coronilla asi nos lo permita el tiempo (p. 164). REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS. BLASCO IBANEZ, V., En el pais del arte (1895) y Gonzilez Martin, V., Ensayos de literatura comparada. La cultura italiana en V. Blasco Ibdiiex y R. Pérez ee Ayala, Mujeres, Espacio y Poder Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1979. 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Tello, 1888. , Santa Oliva de Palermo, en Otros Cuentos, Madtid, Aguilar, 1947. , Travesura pontifcia, en Obras Completas, T. 1, Madrid, Aguilar, Notas * Bs curioso seftalar 6 10 un poco mis tarde, a comienzos del siglo XX, ser otra mujer escritora, Carmen de Burgos “Colombine”, la que difundirs aspectos importantes de la literatura italia cn Espatia a través de su biografia de Giacomo Leopardi * Reproduzco algunas de las menciones que en sus obras hace de la capital italiana: “En bre cu ido ya la grave campana de Santingelo se prepara a herir doce veces 319) Mujeres, Espacio y Poder al ai y la carroza pontifical, sin escolta, sit aparato, se detiene al pic de la escalinata de la Basilica de ‘Tvinita dei Monti, donde la gente quiere presenciar la plegaria del Papa ante la cuna del Gesti Bambino” (en La Navidad del Papa, p. 1469); “...con su inmenso tablero de mosaico, donde se desplegaban en semicirculo el pantedn, el Coliseo, la columnata de Bernini, cl acqua Paola, la Mole Adriana y demvés monumentos universalmente eélebres dle Roma” (en Cuentros sacreprofanos, p. 1510}; “Bajo el manto de estrellas de una noche espléndida y glacial, Roma se extiende, mostrando a trechos la mancha de sombra de sus misteriosos jardines de cipreses y laureles secundarios....envolviendo como un sudario el cadiver de la Historia’ (en Cuentos de Navidad y Reyes, p. 1710); *..explicaba el viejo los esplendores, verbigracia: de Roma, el Coliseo, las ‘Termas, el Vaticano, el Foro..." (en Cuentos de amor, p. 1404); “Alli se aprende a imitar.. iente europeo no ha vuelto a respirarse alli desde el s. XVIII. Convencionalismos, la eterna iocciara la cabeza de estudio melenuda, rehacer a Serra y sus paisajes melancélicos de mala con paludismos verdes y un ara rota, con gran alarde de modernidad” (en La Quimera, p. 921); “EI Panteén, el Coliseo, la Columnata de Bernini, el Acqua Paola, la Mole Adriana, y demas monumentos universalmente célebres de Roma’ (en Thavesura pontificia, p. 1295); “En Roma se sabe cuanto ocurre por ef mund y se murmura todavia de los sucedido en el palacio real, al morir la Reina dofia Marfa Luisa. Sepa su merced que se colé alli una italiana, hija y sobrina de italianos, y con ella enerd, no slo la muerte sino también la brujeria...De Halia..viene este arte maldito de los hechiceros...Y con la droga de Italia se sazonan los platos y se componen los fltros que han de atontar y barajar el seso” (en Belcebit, p. 1125). * Asi, por ejemplo, en su obra La Quimera alirma lo siguiente: “Todo por él... Con él, a las Mecas del arte: Paris, Horencia, Amberes...Lo3 medios de estudiar, de combatir, de vencer.. Su triunfo, debido a mi; su gloria, obra mia...” (p. 885) * “vay por esa mafia que tienen los hombres de accién para aplicarse al comercio que también es 320 actividad y combate ~actirud que demostraron hist6ricamente ciertos estados tan sobresal ates en el trifico como en la guerra: Venecia por ejemplo” (en “Un drama’, Cuentos Nuevos, p. 1277); fra una de esas rardes de luz rubia y como esmaltada de tono rosados y ardientes, que sélo n Toledo y, més irisados, en Venecia” (en Cuentos de épocas pasadas, p. 174), sencias de heno cortado y de brisas dle violeras de Parma impregnaban su piel satinada y flexible” (en Cuentas de la vida moderna, p. 115). Asimismo, en otras ocasiones Pardo Bazin hablaré de Parma menciondndonos las violetas, como en Los tes arcos de Cirilo, 0 en su obra Cuentos de épacas pasadas nos habla de sus principes, por citar algunos ejemplos, De Palermo afirma Emilia Pardo Bazin que fue una ciudad ansiada por pueblos diversos como vindalos, ostrogodos, arabes, espafioles y franceses, Nos habla de la toma de dicha ciudad por Genserico y la quema dle la mista, merced a la abundancia de pez y azufre abundantes en la zona, Reproduzco, como ejemplo indicativo al respecto, una de las apreciaciones de la escritora sobre la ciudad siciliana: “De las primeras ciudades que en Italia acometieron los vindalos fue |h semiafricana Palermo, en Sicilia, La Felice ~asi suele Palermo ser nombrada- tuvo sino de invadida” ("Santa Oliva de Palermo”, en Otros Centos, p. 1815). 7 “Hay, ala entrada del golfo de Napoles, una isla celestial, Encicrra en su seno una gruta donde todo es azul” (en Cuentos de humor y tristeza, p. 249), “Trieste me es quero y lo saludo con afeccién, porque encierra dos recuerdos gloriosos,trstes, caros a Espafia: una Reina y una cumba: la reina es dofia Maria Teresa de Braganza, princesa de Beira, segunda mujer de Carlos V5 la tumba es la de Carlos VI, conde de Montemolin, Debo saludos ala primera y rezaren la segunda” (Apuntes de un viaje, De Esparia a Ginebra, en Gonzdler Herrin, J.M 1999: 181). ‘Vodas las citas que reptoduzco de Mi romerta estin tomadas de la edicién de 1888, que sefalo cn las referencias bibliogrficas; por ello, como tinica referencia al respecto, me limitaré a seftalar el nimeto de pagina encre paréntesis al final de cada una de ellas, remitiendo a la bibliografia ‘Mujeres, Espacio y Poder Sal. ~ Pues, como ella misma afirmaba en su obra: “...se debe tener el corazén ligero y no pensar tan ‘sélo en el bienestar material, sino en el goce del espiritu, digno de los sibartas del alma.” (p. 52)

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