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Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto Francisco Delgado Revista de la Facultad de Ciencias Juridicas y Politicas, N° 107 Universidad Central de Venezuela Caracas, 1998 SUMARIO INTRODUCCION CAPITULO PRIMERO: {QUE ES LA CIENCIA JURIDICA 1. El objeto. 2. Los fines CAPITULO SEGUNDO: EL METODO DE LA CIENCIA JURIDICA 1. La interpretaci6n. 2. Interpretacién y subjetividad. 3. Los conceptos juridicos CAPITULO TERCERO: LA UNIDAD DEL DERECHO REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS INTRODUCCION E] lugar que ocupa Luis Loreto (1899-1987) en el desarrollo de la doctrina juridica venezolana ha sido ya suficientemente establecido' . Es el iniciador, " Veanse, a este respecto, Pérez Perdomo, Rogelio: “Las transformaciones contemporineas de la investi- gacién juridica en Venezuela” (pp. 279-304), en Vessuri Hebe (de), Ciencia Académica en Ia Venezuela Moderna, Fondo Editorial Acta Cientifica Venezolana, Caracas, 1984; y Quintero, Mariolga: “Loreto y el paradigma positivo-dogmitico de la ciencia procesal en Venezuela”, (pp. 60-101), en Revista de Dere- cho Privado No. 2 {abril-junio de 1984), Caracas. 64 Francisco Delgado entre nosotros, de lo que Pérez Perdomo ha denominado “paradigma concep- tual”; es el primero de nuestros escritores juridicos en concebir a la ciencia del derecho como una investigacién cuyo fin central es el de-construir un sistema de conceptos’. Hasta bien entrado este siglo, el tipo de escritura juridica rigurosa era la exégesis de la ley. Los trabajos exegéticos tienen por fin , invariablemente, el andlisis de algun texto legal, por lo general un Cédigo; el estudio de la ley se desarrolla comentando cada uno de sus articulos, del primero al ultimo, y resolviendo, en tal orden, las dificultades de interpretacion relativas a cada regla. Con respecto a la exégesis, la obra de Loreto representa una verdadera modificacion en la forma de elaborar el saber juridice. En un trabajo de 1935 afirmaba: emos querido llamar simplemente la atencién de la escuela de juristas venezolanos acerca de los preciosos resultados a que conduce la construccién juridica dentro de la labor sistemdtica; labor que permite conseguir resultados mas amplios y benéficos que los que se obtendrian en una técnica interpretativa de angostas proporciones, como son los que aparecerian si se tomara como directiva la pura exégesis del texto legal y el sentido aislado de la norma”. La técnica de “construccién juridica” a la que se refiere el texto habia sido desarrollada por los juristas algnanes del siglo XIX y aplicada en Italia por Chiovenda -con gran éxito- al estudio del derecho procesal. Es justo el descubrimiento y estudio de un libro de Chiovenda -Principit di Diritto 2 Pérez Perdomo, Rogelio, “Las transformaciones contemporineas de la investigacién juridica en Venc- czucla”, cit, pp. 286 y ss. 3 Segin Pérez Perdomo, Loreto es el primero en publicar trabajos cientifico-conceptuales, pero en el ‘campo docente otros le preceden en Ia divulgacién del paradigma, ob. cit., pp. 284 y ss. 4 Loreto, Luis: Otras consideraciones acerca de ta Teoria de la ‘Simulacién (1935: 136). Los trabajos de Loreto, publicados originalmente en revistas especializadas, fueron editados por la Universidad Central de Venezuela en 1956 con el titulo de Estudios de Derecho Procesal Civil; luego, en 1970, Ediciones Fabreton-Esca publicé -bajo el titulo de Ensayos Juridicos- una compilacién ms completa de sus trabajos que afadia algunos de los realizados después de 1956. La Editorial Juridica Venezolana, por ‘ltimo, publicé en 1987 una segunda edicién -bastante ampliada- de los Ensayos Juridicos. Es esta liltima coleccién de los trabajos de Loreto fa que vamos a citar a lo largo del presente escrito, al menos ‘cuando tengamos que hacer referencia a trabajos recogidos en ella. Se sefialars, desde luego, el afto de publicacién de cada texto. Al final, se incluye una bibliografia completa en orden cronolégico. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [—] 65 Processuale Civile- \o que orienta a Loreto -formado en la tradicion exegética- hacia la teoria sistematica del proceso’. La importancia que atribuye a la obra del gran procesalista italiano es tal, que en una resefia de los Principii (1931:690) anota lo que sigue: “Es verdaderamente doloroso denunciar que nuestros maestros y gran parte de nuestra juventud estudiosa conocen poco su obra, y este dificil conocimiento de su obra, verdaderamente fundamental, basta para explicar el defecto congénito de sistematizacién conceptual de que adolecen todas las publicaciones que sobre derecho procesal se hacen en nuestra patria”. Es un trabajo de 1943 reafirma su anterior opinién sobre la doctrina procesal venezolana; de ésta dice, alli, que: “...8@ halla estancada, sin rumbos ciertos ni hondos anhelos de reno- vacién. Todo el gran movimiento de la moderna Escuela Cientifica (alemana e italiana), es ignorado por la mayoria de los juristas, salvo raras excepciones, y aquellos mismos que lo conocen, lo miran generalmente con desdén. De alli que el estudio de los fendmenos pro- cesales se enfoque siempre a la luz de [as concepciones privatisticas y que se tenga de ellos una vision borrosa, sin lineas propias, por lo cual el estudio mismo del proceso no ha cobrado todavia altura filoséfica, autonomia y profundidad”™. Los ideales de sistematizacién y construccién conceptual caracteristicos de los estudios procesales en Alemania e Italia se impusieron, como era de esperarse, frente a la exégesis, y en ello tuvo mucho que ver la actividad propagadora del nuevo modelo Ilevaba a cabo por Loreto; una actividad 5 Sobre esto y otros datos biograficos, veése Quintero, Mariolga: “Loreto y el paradigma positivo dogma- tico...", cit. Una interesante entrevista aparece en Pérez Perdomo, Rogelio: Los Abogados en Venezucta, Monte Avila Editores, 1981, p. 387 y ss, ‘Estado actual del derecho procesal civil en Venezuela” (pp. 205-221), en Revista de Derecho Proce- sal, Afio 1, Namero If, 1943, Buenos Aires, p. 220. 66 Francisco Delgado reflejada en varias decenas de trabajos que sirvieron como ejemplo de los nuevos procedimientos de reflexién sobre la realidad juridica. Desde luego, el cambio o sustitucidn de un método de investigacién por otro sdlo es viable si -entre otras condiciones- se justifica su mayor eficacia. Los trabajos de Loreto demuestran en la practica esa eficacia; pero hay en ellos, ademas de la aplicacién del método, una reflexién sobre el método. Las conclusiones de sus andlisis se encuentran vinculadas con ideas acerca de los aspectos mas generales de la experiencia juridica y con una concepcidn filoséfica sobre la naturaleza del derecho y de las vias para conocerlo adecuadamente. En este escrito no vamos a realizar un analisis juridico de su pensamiento; no discutiremos las soluciones sobre los problemas especificos de derecho procesal o derecho civil que constituyen el tema de sus ensayos. No es nuestra intencién el hacer aqui una critica de tales ideas, aunque ellas conformen, en algun sentido, la materia de este trabajo. La tarea que proponemos es la de afrontar su obra filoséficamente. Sabido es que Luis Loreto no escribié ningiin texto de filosofia juridica. A la teoria general del derecho apenas si le dedicé uno de sus primeros trabajos: El concepto de Relacién Juridica en el Derecho Privado (1925). No obstante ello, hay en su obra -como ya sefialamos- una filosofia. Esta adquiere, en algun sentido, los rasgos de una reflexién metodoldgica, pero no es s6lo eso; incluye, ademas, consideracioneg de orden légico, ontoldgico y ético. Lo que podemos Ilamar la filosofia de un jurista se encuentra no sdlo en sus ideas sobre la ciencia juridica y sus procedimientos sino también en su vision del Estado, el Derecho, la naturaleza de la actividad judicial, la relacin entre Derecho y Justicia, la funcion del Derecho en la sociedad, etc. Claro esta, no basta con tener ideas al respecto; es necesario que ellas se encuentren orgdnicamente vinculadas, que guarden entre si cierta clase de relaciones légicas, y, por supuesto, que sean aplicadas consecuentemente. {Cual es la filosofia presente en la obra de Loreto? Sobre el ensayo de respuesta que en las paginas siguientes se hard, quisiera adelantar algunas cosas. No debe esperarse el hallazgo de un pensamiento original, novedoso, adecuado reflejo de la identidad latinoamericana o algo semejante. Lo que vamos a observar es una concepcion de la ciencia y del mundo juridico determinada, casi en su totalidad, por la filosofia, la teoria general y la ciencia del derecho alemanas de finales del siglo XIX y principios del XX; filoséficamente, Loreto Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [| 67 se encuentra dentro de los limites de ese pensamiento. Lo que justifica el estudio propuesto es el hecho de que su obra constituye, entre nosotros, la primera reflexion de la ciencia juridica sobre si misma; el primer intento por indagar en los supuestos metodolégicos fundamentales de la teoria del derecho. Es el suyo un esfuerzo que, aun no habiéndose completado ni siendo del todo coherente, sobresale en un contexto en el que Ia reflexién juridica dificilmente alcanza a representarse como un aspecto parcial de una totalidad que la incluye y le otorga sentido. La tarea abordada no puede limitarse, como es obvio, a exponer las ideas filoséficas presentes en sus trabajos; es preciso, al lado de ello, tratar de hacer visibles los vinculos entre tales ideas y su obra doctrinaria. Lo que en este escrito se intenta es ver esa filosofia “en accién”, indagando la forma en que se enlaza con el saber juridico particular. : No obstante la defensa que hace de la investigacién sistematica, Loreto nunca legé a conformar un Sistema de doctrina juridica, ni en el campo del Derecho Civil ni en el del Derecho Procesal; é] mismo, en el prefacio a la segunda edicién de los Ensayos Juridicos (1987) lamenta no haber logrado dar término a una obra sistematica que incluyera las teorias fundamentales del derecho privado y del proceso civil. ¥ en efecto, su obra, que abarca casi seis décadas’, est4 compuesta por varias decenas de ensayos y articulos que versan sobre diferentes y especificos problemas de Derecho Civil, Procesal, Internacional, etc.; muchos de ellos motivados, segun afirma, por preocupaciones derivadas de la vida juridica practica. En verdad, la sistematicidad que Loreto defiende con tanta insistencia no equivale a exigir, de cada jurista, la elaboracién de un cuerpo tedrico que abarque la totalidad de una rama del derecho. Por el contrario, sus ensayos més valiosos son aquellos en los que -sin la pretension de escribir Sistemas- se presenta como origen del escrito un muy especifico y delimitado problema de investigacion. No hay duda de que esto contribuye a explicar la riqueza conceptual de su obra. Si entendemos la actividad del investigador como un intento mas o menos riguroso para responder una determinada pregunta, es obvio que tal esfuerzo ser tan eficaz como especifica 7 El primer trabajo es de 1925: El concepto de relacién juridica en el Derecho Privado; los tltimos se redactaron en la primera mitad de la década de los ochenta. [1] % Francisco Delgado sea la interrogante. Si hay algo que afecta la calidad de la teoria juridica es el olvido de esta condicidn. La preocupacién exclusiva para escribir Tratados, Lecciones, Principios, etc. lleva al jurista a desarrollar investigaciones que no estén motivadas por la existencia de una pregunta concreta y definida. El no tener claro hacia donde debe dirigir y concentrar sus fuerzas da por resultado la elaboracién de un saber juridico poco profundo, insuficientemente fundamentado y de una utilidad muy escasa. La naturaleza misma de sus trabajos hace que las reflexiones filos6ficas tengan, en la obra de Loreto, un cardcter muy fragmentario: slo aparecen con ocasion del planteamiento de algiin problema juridico. Dejemos en claro lo siguiente: si no hay en su obra un sistema de derecho procesal o de derecho civil, seria ingenuo esperar el hallazgo de un sistema completo de filosofia del derecho. Sin duda ello hace muy dificil obtener una visién global de su pensamiento, pero permite, por otro lado, discernir mejor en algunos casos las vinculaciones entre el saber juridico-dogmitico y las ideas ius filosdficas. Nuestro propésito es estudiar la vision que tiene del derecho y del saber juridico un jurista paradigmatico, un pensador cuyos aportes a la cultura venezolana son innegables. Las ideas que conforman lo que hemos llamado Ia filosofia de Loreto pueden agruparse alrededor de tres temas fundamentales. La divisién del presente escrito en tres capitulos corresponde a tal separacién tematica. El primero versa sobre los fines y el objeto de la ciencia juridica. El segundo trata sobre problemas metodolégicos e incluye, esencialmente, las consideraciones relativas a la interpretacién. En el tercer capitulo se discuten sus tesis respecto de uno de los temas cruciales de la teoria juridica: la unidad del derecho. Una observaci6n Ultima sobre nuestras fuentes. Ademas de riguroso autor de obras de doctrina, Loreto fue Magistrado de la Corte Federal y de Casacién un tiempo y de la Corte Suprema de Justicia otro*. Hemos estudiado las decisiones de las que fue ponente y sus votos salvados. Las sentencias, como es de esperar, * En 1945 el Congreso lo nombra Vocal de la Cone Federal y de Casacién, cargo que ocupé hasta 1948; ‘en 1975, asume el puesto de Magistrado de la Sala de Casacién Civil de la Corte Suprema de Justicia hasta 1979. Derecho y Ciencia Juridica en ta obra de Luis Loreto O 09 tienden a no adentrarse demasiado en temas filoséficamente controvertidos; no obstante, algunas han sido de gran utilidad. CAPITULO PRIMERO {QUE ES LA CIENCIA JURIDICA? J. Los fines Ya se sefialé que la obra de Luis Loreto, ademas de poner en practica nuevos procedimientos para la creacién del saber juridico, contiene una reflexién sobre ese saber. Reflexién sobre los fines, los limites y ¢] sentido de su propia actividad. Y es que para justificar teéricamente la ruptura con la exégesis, la dogmatica juridica necesita explicar la naturaleza de sus fundamentos; requiere ante todo mostrar que sus objetivos -verdaderamente cientificos- conducen a la utilizacién de métodos por completo diferentes. ¢Cual es para Loreto la finalidad de la ciencia juridica? ;Cual es el objetivo que determina la naturaleza de sus métodos? En La Sentencia Constitutiva (1942:367) nos dice que: “Sistematizar el contenido del derecho en categorias juridicas racio- nales; elaborar una superestructura conceptual del mundo juridico considerado como realidad y como representacién unitaria, es la tarea suprema y el fin tinico de la ciencia del derecho”. El propésito de la dogmatica juridica es la construccién de un sistema de conceptos que reproduzca 0 refleje el contenido del derecho. En contraste con la técnica de la exégesis, la investigacién cientifica de la realidad juridica debe partir de una “representacion unitaria” del derecho, esto es, del supuesto de que éste debe ser entendido como una totalidad cuyas partes se encuentran coherentemente relacionadas. En El Interdicto de Amparo y su funcion recuperatoria (1931-486) sefiala Loreto lo que sigue: “Todo cuerpo de leyes debe considerarse como un organismo viviente y arménico, que no esté constituido por articulos aislados sino por su conjunto, filoséfica y cientificamente ponderados. La reproduccién altisima de ese organismo es el sistemay la verdadera ciencia del derecho es eminentemente sistemdtica”. 70. Francisco Delgado Sin duda que la sistematicidad de la “verdadera ciencia det derecho” que Loreto -como todos los juristas conceptuales- opone constantemente a las obras exegéticas es una consecuencia inevitable de la idea segun la cual los elementos que constituyen la realidad estudiada conforman un sistema. En relacion a esta idea, importa aqui hacer notar que ella es, ademas de un supuesto metodoldgico de la ciencia juridica, una verdadera condicién histérica de su desarrollo. Antes de que se constituya efectivamente el derecho como un sistema de normas no es posible estudiarlo sistematicamente. A un estudiante de hoy, las expresiones derecho positivo u orden juridico le sugieren de inmediato la idea de un conjunto de normas con ambitos de validez temporal, espacial, material y personal perfectamente determinados y enlazadas entre si por rigurosas relaciones de coordinacion y subordinacién. Piensa, ademas, que ese conjunto de normas constituye una unidad, dado que todas ellas poseen, en ultima instancia, un mismo fundamento. Sabe que el orden juridico contiene reglas muy precisas para fijar los requisitos de validez (existencia) de cada uno de sus elementos, y también mecanismos adecuados para controlar la existencia de contradicciones. Y en efecto, en gran medida asi es el derecho, hoy. No es preciso detenernos a explicar que esta realidad es bastante reciente; no siempre ha tenido el derecho los rasgos indicados. La formacién real, efectiva, de los ordenamientos juridicos modernos es uno de los fendmenos que condiciona histéricamente el desarrollo de la dogmatica. La afirmacién del carécter sistefnatico del derecho no es, entonces, para el jurista conceptual, una opcidn epistemolégica entre otras sino la realidad fun- damental de su objetivo; si éste es un sistema, ,c6mo no va a ser sistematica la ciencia que lo estudie? Desde luego, no es sdlo la aparicién de los sistemas normativos lo que produce el cambio metodolégico; es preciso también el reconocimiento, por parte de los juristas, de tal realidad. Sobre esto sin em- bargo habria que hacer dos precisiones. Seria un error suponer que el proceso de constitucion de los sistemas juridicos se desarrollé al margen de la ciencia, y que ésta sdlo aparece luego de que aquél esta ya formado. Hoy tenemos bastante claro el papel fundamental desempefiado por la doctrina de los juristas en la conformacién normativa de los Estados modernos’. El sistema juridico 9+. La historia europea del Derecho fue desde la alta Edad Media consecuencia de la repercusién del movimiento cientifico-juridico sobre la realidad del Estado y de la sociedad,..." Wieacker, Franz: Histo- ria del Derecho Privado de la Edad Moderna, Aguilar, Madrid, 1957, p. 9. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 7 nose constituye instantaneamente en un determinado momento histérico; por el contrario, el proceso de sistematizacién del conocimiento juridico corre paralelo al proceso de sistematizacién del conocimiento juridico y se enlaza muy estrechamente con él. Por otra parte, no hay duda de que en el nacimiento de la dogmatica concurren -ademas de las razones sefialadas- influencias de orden intelectual. En un cierto momento, un determinado modelo de ciencia se les presenta, a los juristas del siglo XIX, como el unico que podria proporcionar validez cientifica a su actividad. Es tal vez en las obras de Savigny y Puchta, los miembros mas notables de la Escuela Histérica, donde la ciencia del derecho asume conscientemente ese modelo; es alli donde se plantea por primera vez la necesidad de convertir el material normativo en un sistema conceptual", Este propésito tiene, como se sabe, al menos dos influencias bien definidas: por un lado, Ja teorfa racionalista del derecho natural cuya paternidad se atribuye convencionalmente a Hugo Grocio, y, por otro, la filosofia idealista alemana. La preocupacion por el sistema en los iusfilésofos racionalistas de los siglos XVII y XVIII deriva de una concepcion general de la ciencia del Estado y del Derecho de acuerdo a la cual ésta debe seguir el modelo de la Geometria, 0 lo que es igual, el modelo de la ciencia deductiva. Su objeto, el Derecho Natural, es imaginado, al igual que la Geometria, como un conjunto de verdades de razon ordenadas coherentemente en un sis¢ma, siendo independiente de la experiencia el fundamento de tales verdades''. La validez universal y historica del Derecho Natural es concebida a semejanza de la validez universal y ahistorica de las nociones matematicas. Un texto de Loreto en La sentencia de “Declaracién de simple o mera certeza” (1946:348) sugiere parcialmente un acercamiento a tal tesis; alli, se afirma que: “Todo orden de conocimiento tiende inexorablemente a organizarse en un sistema significativo que, si se le considera teéricamente en su aspecto "Al respecto, el excelente libro de Karl Larenz: Metodologia de Ia Ciencia del Derecho, Ediciones Ariel, Barcelona, 1966; especialmente los dos primeros capitulos de la primera parte. ” Para Ernst Cassirer: “El modemo derecho natural, fundado por Hugo Grocio, se remite a la ar completa que, desde su punto de vista, existe entre la ciencia juridica y la ciencia matemétic Ciencias de la Cultura, FCE, México, 1955, p. 18. logia Las 72. Francisco Delgado ideal y acabado, vendria a constituir un cosmos de significaciones univer- salmente inteligible y valido”. En verdad, nuestro autor no insiste en esta idea de las “significaciones uni- versalmente inteligibles y validas” en otros trabajos y no hay muchas razones para pensar que ella muestre su real parecer sobre la naturaleza de las verdades de la ciencia juridica. En general, sus ensayos revelan una posicidn diferente, orientada en la direccién de reconocerle al derecho el cardcter de realidad cultural, tal como indica el siguiente pasaje de Adhesidn a la Apelacién (4958:453): “En el mundo real del derecho, como parte de la ontologia re- gional de la cultura, no existen principios dogmaticos inmutables.” Para Loreto, la constante variaci6n en la que se encuentran los diversos derechos positivos hace inaceptable la idea de un saber juridico a historicamente valido. Segtin dejamos dicho, la preocupacién por el sistema tiene su otra fuente en el idealismo aleman. No podemos referirnos aqui a las diversas concepciones que se desarrollaron sobre tal concepto en la filosofia idealista; nos interesa s6lo aludir la tesis segun la cual la ciencia (cualquiera) sdlo puede existir constituida como un sistema. Para Kant, por ejemplo: “...la unidad sistematica es aquello que convierte el conocimiento ordinario en ciencia, es decir, lo transforma de mero agregado de conocimientos en un sistema,...”"”. Por sistema entiende Kant: “...la unidad de |ps diversos conocimientos bajo una idea”. No puede discutirse que esta concepcion actué normativamente en la doctrina juridica como un ideal al que es preciso acercarse si se pretende -para ese saber- un status cientifico; la exigencia kantiana de que nuestros conocimientos no constituyan una rapsodia sino que se articulen en el todo, casi parece estar dirigida a los juristas. En parte hay que atribuir a la influencia de la filosofia kantiana y hegeliana en el pensamiento juridico la esencial relevancia adquirida por la idea de sistema en la teoria del derecho. Ya en la obra de Savigny, donde la presencia de Kant es notable, se concibe a la ciencia juridica como orientada hacia la unidad, pero es Puchta quien precisa claramente, como sefiala Larenz’, el modelo de sistema que ella seguird. Tal modelo consiste en una “piramide de Ia Raz6n Pura, Ediciones Alfaguara, Madrid, 1988, p. 647. de la Raz6n Pura, cit. p. 647. "Ob. cit., pp. 34 y ss. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 73 de conceptos” en cuyo vértice se encontrara la nocién de mayor generalidad; aquella en la que puedan subsumirse el resto de los conceptos del sistema. Tal noci6n no es otra que la de derecho subjetivo’’. E! saber juridico podra ser considerado cientifico sdlo en la medida en que sea capaz de conducir a la formaci6n de esa estructura conceptual jerarquizada; como dice Loreto en la resefia a los Principii de Chiovenda (1931:689): “La sintesis altisima del mundo juridico, considerado como totalidad, es el sistema del cual el concepto juridico es el elemento simple y fundamental”. Es muy claro para nuestro autor que de la exégesis no puede esperarse semejante resultado; el hacer verdadera ciencia del derecho obliga a asumir una perspectiva completamente distinta. La finalidad de la dogmatica determina el caracter de sus métodos, pero, a la vez, tal finalidad slo es justificable como un instrumento para el logro de otros objetivos. {Por qué construir un sistema de conceptos que reproduzca el contenido del orden juridico? Estamos aqui ya en el terreno de los fines practicos. No pocos juristas comparten sin reservas la idea de que su profesién consiste en “...estudiar y en interpretar las leyes vigentes para facilitar a quien debe aplicarlas su compresién y especificacién’”"®. El estudio del derecho parece no tener otra finalidad, de acuerdo a tal opinién, que la de ayudar en la aplicacién practica de la ley. Muchos juristas -entre ellos e] autor de la frase citada: Piero Calamandrei- llegan incluso a sostener, subrayando las funciones prdcticas del saber juridico, que las teorias gogmaticas no son ni verdaderas ni falsas sino mas o menos utiles"” . En tal sentido, el valor del trabajo dogmatico no dependeria sino de su capacidad para facilitar los procesos de aplicacién del derecho. Distinta parece ser la posicion que se deduce de los trabajos de Loreto. La ciencia juridica no es, para él, solamente una técnica; los conceptos, las clasificaciones, las teorias, etc. no son sdlo herramientas mas 0 menos eficaces en la ejecucién de las normas. Para Loreto, tal concepcién tiende a "* En el capitulo tercero se verd que para Loreto el concepto fundamental no es el de derecho subjetivo sino el de deber juridico. "* Calamandrei, Piero: Los Estudios de Derecho Procesal Civil en Italia, Buenos Aires, Ediciones Juri- dicas Europa-América, 1959, p. 103. "La misma concepcién es sastenida por Norberto Bobbio: “Por tanto, un concepto no es més 0 menos verdadero, sino mas o menos utilizable segiin el mayor o menor rigor usado en el establecimiento de las reglas de su uso”. “Ciencia del Derecho y Andlisis del Lenguaje” (pp. 173-200), en Contribucién a ta Teoria del Derecho, Fernando Tortes-Editor, Valencia, 1980, p. 189. 74 Francisco Delgado sumir al saber juridico en un “estrecho practicismo” incapaz de ofrecer respuestas rigurosas y consistentes incluso a los problemas mas concretos de la vida juridica'®. Evidentemente no se pone en duda que la ciencia debe preocuparse por resolver problemas practicos; la mayor parte de los trabajos de Loreto estan motivados por preguntas muy concretas sobre aplicacién del derecho. Lo que nos dice es que la mejor comprensién y aplicacién de las normas se realiza en el marco de un riguroso sistema conceptual; éste hace que el modo de solucién de los problemas pricticos alcance una mayor eficacia. Lo que se niega no es que la ciencia deba preocuparse por ayudar a aplicar la ley sino la vision exegética de esta importante tarea. Lo criticable es el pensar que el comentario de la ley contribuya eficazmente con tal propdsito. Definitivamente de lo que se trata no es de la mera aplicacién de las normas sino de su aplicaci6n recta. Un entendimiento verdaderamente cientifico de las reglas juridicas se logra slo dentro de una estructura conceptual unitaria. Ahora bien, la creaci6n de este sistema -por el grado de abstraccién que exige- s6lo es viable si logramos tomar distancia frente a los requerimientos inmediatos de la practica. En conclusién, la actividad de la ciencia no se re- duce a la “interpretacién de las leyes vigentes”; facilitar la aplicacién de la ley es una de sus finalidades pero no la tnica. Un objetivo mas ambicioso es el que Loreto le asigna en un ensayo de titulo El conflicto de Leyes en materia de pruebas en el Derecho Internacional Privado; alli (1970-297), sefiala que: ° “El perfeccionamiento de los ordenamientos juridicos y de los sistemas, s6lo puede adelantarse cuando el hombre llegue a proyectar en la realidad de sus creaciones la claridad magnifica y unificadora que surge de las entrafias mismas del pensamiento cientifico”. Si la ciencia fuera solo un comentario de la ley, ,c6mo podria servir de modelo ala ley? Si bien el orden juridico proporciona el material para la ciencia; ésta, ™ Observemos nosotros que la consideracién puramente utilitaria de la teoria juridica presupone -cn forma errénea- que la nocién de utilidad es perfectamente objetiva, y que permite decidir siempre entre varias alternativas cudl es la més util. Lo cierto es que hablamos de !a utilidad de algo sdlo en retacién con fines concretos. Afirmar que algo es util significa valorarlo como un medio idéneo para el logro de determinado fin. Asi, la distincién entre conceptos juridicos més y menos iitiles supone la determinacién de un fin en relacién al cual juzgamos tales conceptos: jitiles en relacién a qué? La idea de utilidad, en si misma, es completamente relativa; por ello, no puede ser defendida como el criterio o la regla para Juzgar el trabajo de la ciencia, Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 75 a su vez, sirve para perfeccionarlo. Pero, {a qué tipo de perfeccién se refiere Loreto aqui? Creo que podriamos entender esto en un sentido sociolégico, ético o puramente ldgico, aunque las dos primeras posibilidades son facilmente descartables. La idea de un perfeccionamiento ético implicaria el asumir una filosofia iusnaturalista, no acorde con las lineas generales de su pensamiento. Para Loreto no es funcién de la ciencia el decidir sobre la moralidad del orden y tampoco sobre su aceptacién social; estas clases de perfeccionamiento le corresponden al legislador. El jurista esta obligado a separar rigurosamente su actividad tedrica de su actividad politico-legislativa. La frase citada parece aludir, mas bien, a los aspectos ldgicos del orden. En este ultimo sentido, jcuando hablariamos de un sistema perfeccionado desde el punto de visto Iégico? Una primera respuesta sugiere la idea de coherencia. Asi, se afirmara que un orden perfecto es un orden carente de contradicciones. Ahora bien, no es este tipo de perfeccién -imposible de hecho- el que Ja ciencia puede llevar alos sistemas positivos. Y ello porque lo que denominamos “ciencia juridica” no es un sistema tedrico por completo coherente. La perfecta uniformidad de la ciencia del derecho no puede proyectarse en la realidad del derecho positivo puesto que ni siquiera existe en la teoria. De “las entrafias mismas del pen- samiento cientifico” lo que surge es una enorme variedad de teorias, interpreta- ciones, conceptos, etc. que no conforman, en ningun sentido, una totalidad coherente. Tengamos en cuenta, ademas, que la coherencia es un valor puramente formal; nada puede decirnos acesca de los elementos que asi estan ordenados. Lo que Loreto parece tener en mente es la idea de que la ciencia es capaz de proyectar en los sistemas juridicos una perfeccién referente al contenido, a la significacion misma de las disposiciones, y no sélo a su organizacion légico-formal. La realizacién de este fin, sin embargo, es poco menos que ilusoria. El concepto de perfeccién hace pensar en un estado respecto al cual ya no puede hacerse mas nada para mejorarlo. Ahora bien, la perpetua variacién de lo juridico (su naturaleza histérica) depende de la diversidad inacabable de conflictos a los que hay que dar solucién. Conti- nuamente surgen problemas que requieren una respuesta juridica. Nunca se puede estar seguro de que el sistema actual sera apropiado para darle respuesta a todos; el ordenamiento tiene que ser constantemente mejorado y modificado. Por otra parte, la idea de perfeccién de una determinada solucion juridica nos remite de nuevo al tema de los contenidos éticos y sociolégicos; es en verdad imposible hablar de la “perfeccion” del contenido de un sistema juridico, sin que este juicio se halle fundado en una determinada concepcién moral del 76 Francisco Delgado derecho y la sociedad; pero cémo conciliar este ideal iusnaturalista de perfeccionamiento con los principios -aceptados por Loreto- acerca de la pureza del método y la neutralidad axiolégica de la ciencia? Es obvio que la aplicacién del principio de neutralidad valorativa implica el negar las funciones normativas © politicas de la ciencia del derecho, Ciertamente, Loreto reitera en muchos de sus trabajos que el jurista debe limitarse a estudiar el derecho como fenémeno y con métodos especificamente juridicos, sin embargo le atribuye a la ciencia- al lado de la funcién descriptiva- una tarea orientada hacia la construccién de una realidad juridica mas racional; pero, ,c6mo puede esta actividad no depender totalmente de un cierto ideal moral? creo que seria un error tomar esto como una contradiccién de nuestro autor. En realidad se trata de una tensién caracteristica e inevitable dentro de la dogmatica; ésta no puede ‘renunciar a la valoracién del orden pero el reconocer esto la enfrenta en forma directa con el problema de su status cientifico. Digamos por ultimo que la creencia en que la ciencia juridica puede perfec- cionar el derecho es un signo revelador tanto de la confianza excesiva de Loreto en el valor del trabajo tedrico como de una visién del derecho -comin en los juristas- en la que éste es representado en forma aislada, como algo independiente del resto de los fendmenos sociales. . 2. El objeto Sistematizar conceptualmente el derecho es el fin de la ciencia juridica, pero, qué debemos entender por derecho? En este punto Loreto adhiere firmemente al positivismo: el concepto de derecho apunta a la existencia de un sistema positivo de normas. En Contribucién al estudio de la excepcién de inadmisibilidad por falta de cualidad (1940:191) dice: “El derecho objetivo es un sistema de normas de conducta humana, concebido en forma general y abstracta”. Y en El hecho y el derecho en la Casacién Civil venezolana (1966:457) se lee: “Todo ordenamiento juridico positivo es un sistema de normas destinadas a regular coactivamente la conducta intersubjetiva”. Lo que se intenta sistematizar, pues, no es otra cosa que la materia proporcionada por el contenido de un determinado conjunto de normas generales. Las definiciones anteriores separan de manera tajante la ciencia del derecho de cualquier investigacion iusnaturalista. Podria decirse que, en esta direccién, Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 7 Jas normas son los datos de la investigacién del jurista; y ello en dos sentidos diferentes: son tanto el punto de partida de la investigacion como su limite. El objeto de la ciencia juridica queda de esta manera determinado como una especie de lo normativo; derecho es, sencillamente, un término cuyo signi- ficado tiene que fijarse en la esfera del deber ser. En La sentencia de “Decla- racion de simple o mera certeza” (1946:352) dice Loreto: “Esta tiltima afirmacién es la consecuencia de la oposicién fundamen- tal que existe entre las leyes de la naturaleza y las normas juridicas. Las primeras son leyes del ser; las segundas del deber ser. Aquellas son explicativas; éstas ordenadoras de efectos juridicos”. Antes de entrar al tema sobre la naturaleza de la normas quisiera discutir la idea segiin la cual las normas son el objeto de la ciencia juridica: {Se refiere a ellas siempre y necesariamente? Hay, en la obra de Loreto, trabajos que parecen no tener por finalidad el andlisis de normas. En La sentencia de “Declaracion de simple o mera certeza” (1946), p. ej., no se llega a citar un sdlo articulo de ninguna ley. Ello resulta muy interesante dada la vinculacion tan estrecha entre la dogmatica y los sistemas juridicos concretos. El texto mencionado trata una cuestion terminoldgica, pero en verdad, ésta es sélo una ocasién para poner de manifiesto el verdadero sentido de un concepto. El tema es el siguiente: ,por qué las sentencias mero declarativas deben Ilamarse asi? Loreto polemiza con autores que critican el uso de la expresién “sentencia mero declarativa”. No hay discusién acerca de si un determinado tipo de sentencias es o no mero declarativa; no hay diferencias sobre esto. La discusién versa sobre si deben denominarse de otra forma: es o no un nombre adecuado al concepto? Para contestar tal pregunta es preciso explicar antes cul es el contenido exacto del concepto; por ello, el fin del trabajo no es solamente el resolver la disputa de términos sino ¢] desarrollo riguroso de un concepto juridico, necesario para dilucidar la cuestién terminoldgica. ¢Cémo puede realizarse un trabajo de ciencia juridica sin hacer referencia a disposiciones de algiin sistema particular? E] asunto se hace mas complejo al tomar en cuenta que el texto del que hablamos posee un valor no limitado a nuestro ordenamiento; es un trabajo cuyas conclusiones no dependen del contenido de nuestro derecho. Podriamos dar el nombre de dogmdtica gene- ral a este tipo de trabajos. En ellos no se plantean problemas pricticos ni 78 Francisco Delgado discusiones relativas a la interpretacion o la aplicacién del derecho; no se intenta determinar el significado de las disposiciones juridicas ni su aplicacién a una categoria de hechos. Otro texto de Loreto, La sentencia constitutiva (1942), tiene una naturaleza similar. Los rasgos mas caracteristicos de tales obras son los siguientes: primero, intentan exponer el contenido de un concepto juridico; segundo, no discuten problemas de interpretacion o aplicacion del derecho de un determinado ordenamiento; tercero, su valor tedrico no esté reducido, en principio, a ningun sistema en particular. Como ya indicamos, la existencia de estos trabajos hace mas problematico el tema sobre el objeto de la dogmatica. Esta claro que ellos no se refieren a otro mundo que el normativo, pero lo que es necesario explicar es el sentido mismo de esa relacién. La interrogante central es la de por qué estas investigaciones que hemos deno- minado de dogmatica general no necesitan establecer sus conclusiones en los preceptos de algtin sistema; por qué el tipo de pregunta que desean contestar no requiere ese fundamento. No hay duda que si un trabajo como el de “La sentencia de declaracion. posee una utilidad no limitada especialmente a ningiin orden, es porque tiene por objeto una realidad comin a muchos sistemas juridicos. Su valor general depende de la existencia de semejanzas en tales ordenamientos; no podria entenderse ese valor sin suponer una realidad normativa comin. Conceptos como los de sentencia, acciém, contrato, prueba, delito, etc., dada su generalidad, tienden a formar un sistema tedrico mas o menos estable; un terreno en el que se intersectan los diversos rdenes particulares. A partir de ello se comprende la escasa importancia que tiene la regulaci6n positiva en la determinacién de estos conceptos. Podria incluso decirse que, de algun modo, aquello a lo que se refieren permanece independiente del arbitrio de un legislador determinado. Ahora bien, puesto que el objeto de nociones como la de sentencia o contrato no es originado en una ley especifica de algun sistema positivo se hace innecesario fundar en normas las conclusiones de un trabajo sobre alguno de tales conceptos. Desde luego, tales nociones sdlo tienen sentido en un contexto normativo; sin embargo, pueden ser desarrolladas, explicadas, etc. sin que tengamos que referirnos al contenido de ninguna norma. En esto se parecen a los conceptos de la teoria general del derecho. En fin, cada sistema de derecho positivo plantea, para el jurista, problemas que le son propios; sin embargo, no sdlo esas particularidades estudia la dogmatica. Karl Larenz lo expresa correctamente en el siguiente texto: “La ciencia del Derecho se ocupa, Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [79 tanto de lo fugaz como de lo (mds o menos) constante; y se ocupa de lo constante en lo fugaz, es decir: de la idea en la multitud de sus cambiantes manifestaciones'®”. La afirmacion segiin la cual los sistemas positivos cons- tituyen el objeto de la ciencia juridica tiene que entenderse, entonces, en un sentido bastante amplio. Lo que al jurista se le presenta como legitimo objeto de estudio no es sélo el contenido variable y particular de su propio ordena- miento. Si bien la definicién del derecho como sistema de normas no suscita gran oposicion en nuestros dias, la discusién respecto del concepto mismo de norma continia desarrollandose intensamente. En cuanto a Loreto, sus ideas sobre el tema estan totalmente influidas por la teoria de H. Kelsen. La norma es, para él, solo la expresion de un vinculo entre un supuesto y una consecuencia; un especifico tipo de relacién légico-juridica. La esencia formal de las normas es, segun Loreto, la de un juicio hipotético. En El hecho y el derecho en la Casacién Civil venezolana (1966:457) se encuentran las siguientes consi- deraciones sobre el tema: “De ahi que la norma en su estructura légica mds simple esté integrada Por tres elementos: el supuesto, la disposicion y la copula que los une y vincula de manera formal. El supuesto es todo evento (factum) establecido por la norma como condicién de $u vigencia; la disposicion, la consecuencia juridica que ella atribuye a la realizacién del supuesto en el tiempo y en el espacio”. Como es sabido, se le debe a Kelsen la formulacién rigurosa de una teoria de las normas como juicios hipotéticos”. Tal teoria: tiene como supuesto la separaci6n tajante entre la ldgica del ser y la légica del deber ser; respecto a ello, afirma Loreto en “La sentencia de declaraci ” (1946: 352) que: “La ldgica que preside la formacién de las consecuencias juridicas no es explicativa del ser, sino que es una légica normativa o del deber ser,...”. Acoge de igual Metodologia de la Ciencia del Derecho, cit. ® En algunas obras, Kelsen describe las normas como juicios hipotéticos, pero en otras atribuye tal condicién a las proposiciones juridicas. Cf., Teoria General del Estado, Editora Nacional, México, 1965, pp. 70-71; Teoria pura det Derecho, Eudeba, Buenos Aires, 1960, pp. 45-50; Teoria General del Derecho y del Estado, tmprenta Universitaria, 1949, pp.39-40 y 47. [1] 2 Francisco Delgado manera nuestro autor las ideas kelsenianas respecto a la diferencia entre ley natural y norma o, lo que es lo mismo, entre causalidad e imputaci6n. Asi, en Adhesion a la apelacién (1958:439) sostiene que: “Ya estd suficientemente esclarecida por la Filosofia Juridica y la Teoria General del Derecho, la diferencia fundamental que existe entre ley natu- ral y norma; entre la relacién causal que rige los fenomenos de la na- turaleza, y la relacién imputativa que gobierna el 4mbito normativo”. Enel mismo lugar reitera la idea anterior: “La relacién causal explica el mundo del ser. La relacién imputativa nos hace comprender el mundo del deber ser”. Para Loreto estuvo siempre fuera de duda que, en este punto, la Teoria Pura lograba sacar a la luz un supuesto fundamental del pensamiento juridico. A su juicio, el dualismo ser-deber ser es, realmente, una nocién con: de la ciencia del derecho; ésta en verdad estudia las normas como meros juicios hipotéticos que conforman, en si, un mundo distinto, guiado por una légica peculiar”, La separaci6n entre el ser y el deber ser resulta util, ademas, para asignarle, al saber juridico, un lugar propio en el esquema general de las ciencias: por un lado, las ciencias de hechos (naturales y sociales); por otro, y con iguales pretensiones de validez, las ciencias normativas. Para Kelsen, y también aqui lo sitjue Loreto, distinguir entre el ser y el deber ser equivale a distinguir entre hechos y normas; estas ultimas no son hechos sino objetos ideales”, no poseen una existencia limitada temporal o espacialmente. En la Teoria Pura del Derecho” puede leerse: “La norma, como 2 Tal dualismo se encuentra implicado en la distincién (tan comiin en el lenguaje juridico modero) centre la validez del derecho y su eficacia, Puesto que la validez. es considerada el tipo de existencia especifico del derecho; nada impide que la norma exista y sea ineficaz al mismo tiempo. Notemos que este sentido que se le otorga a la distincién entre validez y eficacia forma parte no sélo de la teoria del derecho sino también del lenguaje de la ley, No otra cosa puede significar la disposicién -presente en la mayor parte de los ordenamientos- seguin la cual la norma no pierde su validez por la ineficacia ni puede ser derogada por una costumbre en contrario. 2 Como es sabido, esta tesis no nace con la Teoria Pura; ella tiene una larga historia en et pensamiento occidental. Su fundamento filos6fico es la separacidn entre e} mundo sensible y el mundo inteligible; el derecho -segiin esta tradicién- forma parte del segundo. 3 En la resefia (1947:733) a un trabajo del iusfilésofo argentino Carlos Cossio dice Loreto que ta Teoria Pura del Derecho es “..la concepcién cientifica sobre el derecho mas grandiosa y fecunda de todos los tiempos. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [—] 81 tal, no ha de ser confundida con el acto en que es establecida; no esta en el espacio ni en el tiempo, ya que no es un hecho natural”. Otro autor es- tudiado por Loreto y considerado formalista, Fritz Schreier, afirma lo siguiente: “Los objetos juridicos son irreales 0 lo que es lo mismo, no pertenecen al reino de la naturaleza”™®. Y también: “La causalidad nada tiene que ver con el derecho; las normas juridicas no son hechos reales; y sdlo los hechos reales pueden producir efectos y ser, a su vez, causas”*. Las consecuencias meto- dolégicas de esta tesis no son escasas. En términos generales, ella significa que el derecho no puede estudiarse sino como un mundo ontolégicamente distinto al mundo de los hechos; la formacién de los conceptos y el desarrollo de la interpretacion necesita de herramientas propias, radicalmente diversas de las que son utilizadas en otras investigaciones. De tal suerte la dogmatica queda separada de cualquier enfoque socioldgico de la realidad juridica. La siguiente opinion de Loreto es un buen ejemplo de ello; respecto de las conse- cuencias juridicas, afirma, en La sentencia de “Declaracién...” (1946: 352) que: “Ella no es un fendmeno que esté presente a nuestros ojos, sino sélo a nuestra inteligencia. Esta esencia de las consecuencias juridicas condiciona necesariamente los modos de estar en contacto con ellas y conocerlas”. . En el mismo lugar Loreto reitera la opinién anterior; alli sefiala que las consecuencias juridicas: “...no son de naturaleza material, perceptibles por los sentidos sino que pertenecen al reino del espiritu, son juicios légicos”. La tesis anterior no se limita, ni mucho menos a Kelsen y Schreier. Entre los autores que la han sostenido destaca uno de los epistemélogos ms notables de este siglo: Karl Popper; para éste: “La formulacién de una decision, la adopcién de una norma o de un modelo es un hecho. Pero la norma o el modelo adoptado no es un hecho”’”. Notemos que Popper habla de la adopcién . de la norma, no de su creacién, como si la norma pre-existiera al acto de > La Teoria Pura del Derecho, Buenos Aires, Editorial Losada, 1946, p. 33. 2 Conceptos y Formas Fundamentales del Derecho, Buenos Aires, Editorial Losada, 1942, p. 79. ® Ob. cit., p. 70. 7” La Sociedad Abierta y sus Enemigos, Editorial Paidés, 1982, p. 73. [82 Francisco Delgado adoptarla. Pero preguntemos: {qué hay en la actividad intelectual de la ciencia del derecho que sirva como justificacién de semejante tesis? En principio no pareciera ilegitimo el considerar a las reglas juridicas como hechos sociales en sentido estricto. Son normas de conducta social, creadas en un cierto momento, con validez dentro de limites fijados por cada ordenamiento y cuya existencia puede determinarse intersubjetivamente. Por qué la ciencia juridica no puede definir a las normas exclusivamente como fenémenos sociales? Pensemos por un momento en el tipo de actividad que realiza el jurista; parte fundamental de ella es la interpretacion del derecho. Frente a la norma, el jurista se hace sdlo determinado tipo de preguntas, todas ellas vinculadas con Ja validez y el sentido de la prescripcién establecida. El contenido de la norma no le interesa como causa 0 efecto de otros hechos sino como un significado cuyo alcance debe determinar y cuya existencia debe vincular con otras normas del sistema. Su preocupacién es decir el derecho; decir lo que segun el ordenamiento debe ser. Por tal causa el jurista no se siente inclinado a explicar a las normas como el reflejo de cierto estado social ni a ponerlas en relacién con los fendmenos politicos, econdmicos, religiosos, etc. que condicionan su contenido. Su preocupacién basica es la descripcién de las normas; la determinacién de aquello que establecen. Su objeto de interpretacion es la norma, pero no como hecho social sino como entidad lingiiistica significativa. E] jurista interpreta lo que Alchotirrén y Bulygin denominan norma-sentido, esto es, el “...contenido significativo de un posible acto de prescribir’”. Ahora bien, {son las anteriores razones motivos suficientes para justificar la separacién, tan radicalmente defendida, entre el mundo de los hechos y el de las normas? {Es que acaso lo lingiiistico forma una esfera aparte ¢ independiente de lo social? {Existe algo asi como un mundo de los significados normativos incomunicado del resto de los fenémenos sociales? A estas preguntas no podemos sino contestar negativamente. Aunque la teoria sobre Alchourrén, Carlos, y Eugenio Bulygin: Sobre fa existencia de las normas juridicas, Universidad de Carabobo, Venezuela, 1979, p. 25. Estos autores, al igual que los que hemos citado hasta ahora, sostie- nen que las normas poseen una existencia puramente Iégica o ideal: “Las normas-sentido son entidades abstractas y su existencia (si es que cabe hablar de tal cosa, ya que €s poco usual hablar de ta existencia, de proposiciones) es atemporal. Las proposiciones no se originan en un momento temporal dado, ni tiene sentido decir que dejan de existir en un momento determinado”, cit, p. 67. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 83 Ja naturaleza ideal de la norma” intuye una diferencia que en verdad existe con otras categorias de fenémenos sociales, no dejara de ser pernicioso el hipostasiar tal diferencia postulando dos mundos separados, incomunicables, etc. El asumir de tal manera la distincién entre hecho y norma limitara necesariamente nuestra comprensién tanto del fendmeno juridico como de la realidad social en general. Algunas de las consecuencias de tal teorfa en la obra de Loreto se observaran en los capitulos siguientes; por lo pronto, baste con reiterar que para nuestro autor el estudio de la normatividad tiene reglas y principios no asimilables a los de la ciencia social; la naturaleza de los objetivos juridicos exige incluso una ldgica propia. Definitivamente Loreto se halla muy lejos de lo que hoy se conoce como “jurisprudencia sociolégica”. En Adhesién a la Apelacién 1958: 439) escribe lo que sigue: “Estimo,..., que son de escaso valor en la interpretacién de las institu- ciones juridicas los argumentos sacados de los principios logicos que rigen el mundo de la naturaleza para resolver problemas que giran en el de lo normativo. Lo que en el primero seria una contradiccién légica, en el segundo puede ser la consecuencia necesaria de una relacion logica normativa”. Otras disciplinas asumen el estudio del derecho desde una perspectiva totalmente distinta. La sociologia se dedicaa estudiarlo como un conjunto de hechos sociales; no se preocupa por “decir el derecho”; no necesita estudiarlo como a un sistema auténomo dado que su fin no es el de describir un conjunto de normas. El que se considere al derecho un sistema ldgico y se lo abstraiga del contexto en el que existe no carece de sentido si lo que se desea es analizar las relaciones entre las distintas proposiciones del sistema; el sociolégo, sin embargo, no puede partir de semejante supuesto porque los fines que persigue son muy distintos. Lo que procura la sociologia no es el hallar el significado de las normas ni el explorar sus mutuas relaciones sino estudiar la vinculacion de las normas con otros hechos; por ello, los trabajos sociojuridicos nunca se » El origen de la tesis kelseniana se halla tal vez en la identificacién entre norma y proposicién norma- tiva, Kelsen sin duda confunde el deber ser l6gico que constituye el vinculo entre los elementos de la proposicién normativa, con el deber ser social de la norma propiamente dicha. La existencia de la norma, su obligatoriedad, no es algo que pueda observarse en el mero anélisis légico de la proposicién. J 84° Francisco Delgado ocupan meramente de reglas y preceptos. El tipo de explicacién que intentan supone el tener que ir mucho mas allé de la norma misma; implica el considerar al sistema juridico sdlo como un elemento de la explicacién, como un hecho entre otros. En fin,’se trata de una perspectiva diferente a la de la ciencia dogmatica, pero no por ello mas o menos legitima. Cualquier intento por sustituir la ciencia del derecho por la sociologia tropezara con un obstaculo insalvable: las preguntas que hacen ambas obedecen a fines por completo diversos. Desde luego, y como dice Norberto Bobbio en el texto que sigue, puntos de partida diferentes dan lugar a metodologias diferentes: “Se entiende que, al ser distinta la perspectiva y, consecuentemente, también el fin -el fin del socidlogo es describir cémo van las cosas, el fin del jurista es describir cémo deben ir-, es distinto el tipo de operaciones que uno y otro efectian sobre la misma realidad y que, por tanto, les caracterizan””®. CAP{TULO SEGUNDO ; EL METODO DE LA CIENCIA JURIDICA 1. La intepretacién - . Se ha dicho que la dogmatica juridica es una ciencia interpretativa; y ello porque la materia sobre la que opera aparece ante todo como lenguaje”, un lenguaje cuyo sentido necesita ser establecido. Fijar el significado de las palabras de la norma es, justamente, la finalidad de la interpretacién. Las reglas de conducta se hallan contenidas en una enorme cantidad de leyes, decretos, reglamentos, ordenanzas, etc.; el estar formadas con palabras hace a estas reglas objeto de interpretacién. Su significado no es obvio sino pro- blematico, ambiguo, equivoco. Tal equivocidad, aunque se da en muy diversos “Derecho y Ciencias Sociales” (pp. 225-238), en Contribucién a Ia Teoria del Derecho, Fernando Torres-Editor S.A., Valencia, 1980, p. 236. ** Seguin Bobbio: “...la jurisprudencia es en su parte un andlisis del lenguaje, y, del modo mas preciso, de ese especifico lenguaje en el que a través de las proposiciones normativas se expresa el legislador”. “Ciencia del Derecho y Analisis det Lenguaje” (pp. 173-200) en Contribucién a la Teoria del Derecho, Fernando Torres-Editor S.A., Valencia, 1980, p. 187. Derecho y Ciencia Juridica en ta obra de Luis Loreto [~] 85 grados, es inevitable”, y ello hace que una de las actividades fundamentales del jurista sea la interpretaci la determinacién del sentido de las proposiciones normativas. {Significa esto que el conocimiento juridico es siempre el producto de la interpretacién? {Es la teoria de la interpretacién el verdadero método de la ciencia juridica? Ya en el capitulo anterior mostramos que no todas las conclusiones de la ciencia del derecho son el resultado de un trabajo interpretativo; lo que se denomina conocimiento juridico no es, de ningin modo, exclusivo producto de la interpretacién. Sin estar condicionada por ella se lleva a cabo gran parte de la construccién conceptual. En cuanto al papel que cabria asignarle a la teoria de la interpretaci6n como método juridico, es menester sefialar algunas cosas. Resulta evidente que cualquier reflexion sobre el contenido de un conjunto de normas presupone el conocimiento de lo que esas normas dicen®, esto es, de su significado. Lo que debe entenderse por significado de una norma es, sin embargo, un tema constantemente deba- tido en el pensamiento juridico y sin duda constituye Ja pregunta central de cualquier teoria de la interpretaci6n; ésta slo puede constituirse como método o técnica a partir de la determinacién de tal concepto. Antes de decirnos como comprender, la teoria tiene que indicarnos qué es lo que debemos intentar comprender. Entiéndase que de las diferentes concepciones respecto del propésito de la interpretacién resultan metodologias igualmente distintas; por ello, la tesis segiin la cual la teoria de la interpretacién es parte fundamental del método juridico es aceptable sélo si admitimos al mismo tiempo que no” hay un sélo método sino tanto como posibles formas de entender la idea de significado. : Lo que convierte a la hermenéutica juridica en un campo constante de discusiones y conflictos es la estrecha relacion que existe entre la interpretacion del derecho y su aplicacién. Cualquier concepcién hermenéutica es al mismo tiempo una teoria sobre la aplicacién del derecho; aquello que se aplica es siempre una determinada comprensién de la norma. No podemos sorpren- * Cf, Carri6, Genaro: Notas sobre Derecho y Lenguaje, Abcledo-Perrot, Buenos Aires, 1990, pp. 49-55; Capella, Juan Ramén: El derecho como lenguaje, Ariel, Barcelona, 1968, pp. 246-257; y Nino, Carlos: Introducetén al andlisis del derecho, Editorial Astrea, Buenos Aires, 1988, pp. 259-272. ® En Adhesion a la Apelaci6n (1958:417) se lee lo siguiente: “Adolfo Wach ha dicho (...) que es con el conocimiento de lo que quiere decir la palabra de Ia ley que comienza la ciencia su tarea”. 86 Francisco Delgado dernos, entonces, que sobre las reglas y los principios de la interpretacion no exista un acuerdo undnime. Las discusiones a este respecto forman un capitulo importante de la historia del pensamiento juridico, y no estan, ni mucho menos, agotadas. Y lo que es peor: tal vez no sean agotables. Se trata de un problema en el que las teorfas no pueden llegar muy lejos, y las soluciones legislativas sirven de muy poco. Veamos cuales son los pensamientos de Loreto sobre este tema. Una sentencia del 7 de junio de 1979 es de los pocos lugares donde intenta exponer, resumidamente, sus criterios interpretativos generales: “En el proceso interpretativo de una ley, el intérprete debe averiguary atenerse al sentido que aparezca del significado propio de las palabras que la forman, siendo menester que el sentido meramente gramatical que resulte de la interpretacion sea evidente dentro del contexto y conexi6n integral del cuerpo legal que se interpreta y que el resultado corresponda a la intencién del legislador. () No es, pues, el contenido aislado de las palabras el criterio determinante de la interpretacion, sino que es menester coordinar su sentido evidente con el sentido inte- gral de la ley que se interpreta y la intencién legislativa. Este proce- dimiento interpretativo integral corresponde a la mds genuina tradicion clasica, lo que fue expresado por el jurisconsulto Celso en dos frag- mentos: “Saber las leyes, no es entender sus palabras, sino penetrar el sentido y la mente de ellas” (D. 1.3.17), y “Es contrario a derecho el juzgar o responder en vista de alguna parte de la ley, sin tenerla toda muy presente” (D.1.3.24)*”. Enel texto anterior Loreto acoge la concepcidn tradicional de la interpretacién como busqueda de la voluntad legislativa. Para hallar tal fin, sostiene, es preciso utilizar conjuntamente el andlisis gramatical con la interpretacion sistematica y teleolégica. Sabemos que todo intento por desentrafiar el sentido de una norma comienza inevitablemente con el examen de las palabras que conforman la disposicién que se interpreta; pero {por qué no es suficiente tal examen para asegurar el rigor de la compresién? Veamos esto. El significado propio de las palabras de la norma no es univoco. Por el contrario, tal significado no ™ Gaceta Forense, Tercera Etapa, Caracas, Ajio 1979, Vol II, N’ 104, Sentencia del 7 de Junio de 1979, pp. 925-926. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [—] 87 es mas que -para utilizar la expresion kelseniana- un marco abierto a varias posibilidades; un marco cuya amplitud varia, evidentemente, en cada caso. La pluralidad de significaciones obedece a diferentes causas. Puede derivar de la ambigiiedad misma de las palabras de la norma examinada en forma aislada, o provenir también de la consideracién que hacemos de ella cuando la relacionamos con otras normas del sistema. Escoger la posibilidad correcta entre los distintos significados es el fin de intérprete, pero el examen puramente gramatical no nos lleva sino a fijar los limites de ese marco. {Cémo elegir entre las significaciones que conforman el sentido literal posible de la norma? Para Loreto la alternativa seleccionada debe cumplir dos requisitos: a) ser coherente con el contexto de la ley y del sistema, y b) corresponder a la intensi6n del legislador. Las palabras de la norma intentan expresar la voluntad del legislador, y en efecto asi lo hacen casi siempre; no obstante, en ocasiones, los signos lingiiisticos pueden no reflejar fielmente tal voluntad. Es justo ese querer lo que el intérprete tiene que investigar; puesto que lo que se dice no siempre tefleja lo que se quiere decir, la letra de la ley sera util s6lo como un medio para llegar a aprehender lo que el legislador verdaderamente ha querido*’. Al respecto Loreto es enfatico. En Errores de interpretacion en la Teoria de la Competencia Territorial (1947:30) insiste en que: “Toda interpretacién que se funda en el puro criterio estructural de la norma es superficial y empirica”. La investigacion cuyo objetivo es el descubrir la voluntad del legislador es en ocasiones entendida, en la obra de Loreto, como una investigacién acerca del fin (telos) de la norma. Este ultimo propésito obliga al intérprete a escoger, entre los significados posibles, aquél que refleje la finalidad intrinseca de la regulacién. Tradicionalmente este procedimiento se denomina interpretacion teleolégica. En Adhesion a ta Apelacién (1958:417) nuestro autor lo describe de la siguiente forma: “Ninguna institucién puede tener vigencia y funcionar acabadamente, sino se penetra en la realidad que le dio vida y se comprende el proposito practico que ella persigue en el plexo axioldgico del sistema juridico”’. > La biisqueda de la intencién legislativa debe darse dentro de los limites establecidos por el texto, pero ya el fijar esos limites puede resultar una tarea problemética. 88 Francisco Delgado Tal como sugiere Loreto en la cita anterior, la busqueda del fin convierte a la interpretacion juridica en una actividad de analisis axiolégico, puesto que el intérprete debera esclarecer cual es el valor que la norma protege y asignarle un sentido que refleje tal valoracién, pero es de lamentar que tal tesis no se encuentre desarrollada en su obra. No reflexiona mayormente sobre los problemas que ella plantea, aunque la aplica con frecuencia. No llega a pre- guntarse, p. ¢j., siel hallar el fin de la norma equivale a encontrar la verdadera voluntad del legislador, o si se trata mas bien de métodos que podrian eventualmente conducir a resultados distintos. En cuanto al criterio sistematico, su necesidad es incuestionable. La norma no puede ser interpretada en forma aislada porque ella es solo parte de un sistema; por si sola no tiene un verdadero sentido juridico, éste depende de las relaciones que guarda con los otros elementos del ordenamiento. Cualquier consideracién que pretenda hacerse sobre uno de los elementos de la totalidad debe tomar en cuenta sus relaciones con los otros elementos de esa totalidad. Hay aqui dos ideas a tomar en cuenta. Por un lado, la de que el significado de una disposicién juridica no depende sdlo de esa disposicion; por ejemplo, el sentido de los términos empleados en alguna norma puede estar determinado por lo que otras normas establecen. En segundo lugar, la sistematicidad se presenta, ante el intérprete, como la exigencia de que su comprensién de la norma armonice légicamente cqp el resto de la ley ¢, incluso, con el resto del sistema. La interpretacién aislada o puramente exegética de una norma resulta, en consecuencia, errénea por principio. En uno de sus ultimos trabajos, Intervencion de la Repiiblica en los juicios en los cuales no es parte (1984:264), y mientras discute un particular problema de hermenéutica, Loreto afirma que: Ese criterio interpretativo no puede aceptarse por ser manifiestamente empirico, superficial y razonablemente impracticable. Es menester, por tanto, buscar y seguir otro método que dé a la norma una interpretacion que responda a la finalidad perseguida por el legislador al sancionarla, al propio tiempo que se armonice, en lo posible, con el espiritu y la funcién organica de todo el sistema. El trabajo citado plantea el problema de la interpretacién del articulo 38 dela Ley Organica de la Procuraduria General de la Republica. El primer aparte Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 89 de ese articulo prescribe a los funcionarios judiciales el notificar al Procurador General de {a realizacién de cualquier acto procesal que “directa o indirec- tamente” pudiera afectar los intereses patrimoniales del Estado. No es dificil, a juicio de Loreto, conocer cuando un acto procesal afecta o pudiera afectar directamente los intereses del Estado; lo problematico para el intérprete es el distinguir cuando un acto procesal puede afectar indirectamente tales intereses. En relacién a ello, dice que (1984:264): “Una exégesis simplista y meramente literal del precepto conduciria a darle un sentido y alcance ilimitados, pues - las repercusiones juridicas de cualquier acto son imprevisibles...”. Dado que no es posible anticipar todos los efectos de los actos procesales, una inter- pretacién muy apegada a la letra de Ja ley implicaria la notificacién, al Procu- rador, de un enorme numero de actos que, a juicio del juez, podrian eventual- mente conducir a una consecuencia patrimonial dafiina para la Republica. Tal interpretaci6n haria aun mas lentos los procesos en los tribunales, y provocaria una injustificable pérdida de tiempo y esfuerzo; no puede ser esta, obviamente, la intenci6n legislativa. Para entender cuando un acto afecta indirectamente los intereses de ta Republica habra que tomar en cuenta no sus efectos remotos -potenciales pero dificilmente previsibles- sino aquellos mas préximos. Es este un caso en el que la interpretacién teleoldgica es la unica capaz de propor- cionar al intérprete una orientacidn racional sobre el criterio de aplicacién de la norma; por medio de ella logramos que la aplicacién del precepto no sea contradictoria con su finalidad. . El mismo razonamiento es valido para la regla contenida en el primer aparte del articulo 38 de la ley citada. Alli, se ordena a los funcionarios judiciales notificar al Procurador “toda actuacion que se practique” en los juicios en los que sea parte la Republica de Venezuela. Sobre tal disposicién dice Loreto (1984:269) que: “...la obligacién de notificar “toda actuacién que se practique” ..debe entenderse en armonja con la finalidad y sentido practico que se persigue al instituirla, y no literalmente”. Si entendemos la frase “toda actuacion que se practique” en su sentido literal, entonces habria que notificar al Procurador incluso los actos suscritos por el representante judicial de la Republica, o aquellos que no hubieran podido realizarse sin su conocimiento, lo cual resulta manifiestamente absurdo. Si el deseo de la norma es lograr una proteccién especial para los intereses de la Republica, la obligacién de notificar “toda actuacién que se practique” no puede entenderse literalmente sino a la luz de su finalidad. [1% Francisco Delgado Resulta facil ver que la interpretacién sistematica es consecuencia inevitable de una consideracién unitaria del derecho. Para Loreto la actividad del intérprete tiene que estar dirigida a garantizar esa unidad; su comprensién de la ley debe ser compatible con la unidad del sistema. En Algo sobre Reforma Interdictal (1931:491) afirma que: “E] orden juridico es uno solo, y en el sistema que lo realice, no debe haber desarmonias ni disonancias;...”. En sus ensayos, la unidad es defendida constantemente no como algo que el jurista prueba 0 verifica, esto es, como un rasgo contingente del derecho, sino como un principio fundamentador de la actividad interpretativa, un principio que- determinaré la orientacién misma del trabajo hermenéutico. Una aplicacién rigurosa de las tesis de Loreto se puede observar en un trabajo de 1935: Consideraciones acerca de la Teoria de la Simulacién. El problema alli planteado es el de la interpretacién del articulo 1. 301 del Cédigo Civil de 1916. Tal norma establece que: “Los acreedores pueden también pedir la declaratoria de simulacién de los actos ejecutados por el deudor”. La pregunta que intenta contestar Loreto es la siguiente: “Podra la mujer casada bajo el régimen de la sociedad conyugal demandar la simulacién de los actos ejecu- tados por el marido sobre los bienes de la sociedad, invocando en apoyo de su demanda Ia disposicién contenida en el articulo 1.301 del Cédigo Civil?”. El asunto habia sido resuelto por una sentencia del Tribunal de Primera Instancia en lo Civil del Distrito Federal y la Revista Juridica promovié una discusién pliblica sobre él. Ante la demantia de la mujer, el apoderado del demandado opone la excepcién de falta de cualidad: la mujer no tiene Ja cualidad de acreedora durante la existencia de la sociedad conyugal, y, en consecuencia, no puede solicitar la declaratoria de simulacién de actos realizados por el esposo. El tribunal decide que ta mujer, respecto a los bienes gananciales, es mas que acreedora del marido y, por tanto, la accién en simulaci6n es totalmente legitima. La respuesta de Loreto al problema se inicia con un estudio sobre la naturaleza juridica de la sociedad conyugal, del que concluye que no podemos considerar a la esposa como acreedora del marido durante la existencia de tal vinculo; en la sociedad conyugal esté excluida toda relacién juridica obligacional, todo vinculo personal de crédito, Esta tesis, aparentemente, conducirfa a negarle a la esposa Ja accion en simulacién dado que el articulo 1.301 confiere tal derecho sélo a tos acreedores. Nuestro autor llama la atencién respecto a que ambas partes, incluso el juez, estan de acuerdo en que sdlo quien es acreedor tiene cualidad para intentar la Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto ot accion simulatoria; sobre ello afirma (1935:103): “Consideramos que semejante tesis, estrecha y negativa, proviene de un anilisis superficial e inexacto de la naturaleza, alcance y finalidad propios de la accién en simulacién”. Loreto intenta poner de relieve que la discusion se mantuvo, en el juicio, dentro de los limites del método exegético. De un enfoque puramente literal del articulo resulta la idea de que hay que ser acreedor de una deter- minada persona para poder intentar contra ella la accion simulatoria. Pero es falso que tal accién, dice, haya sido exclusivamente otorgada al acreedor. El llegar a esta conclusion supone un analisis conceptual de la accion en simulaci6n; andlisis que requiere, evidentemente, un conocimiento profundo de la historia de la institucién. En tal sentido, Loreto nos recuerda que el articulo 1.301 se incorpora al Cédigo Civil en 1916. Pregunta: antes de 1916, {existia en nuestro sistema la accién en simulacién? La respuesta es afirmativa; nuestra jurisprudencia reconocia la existencia de la accién antes de que el legislador estableciera expresamente una disposicién al respecto. El articulo 1.301 -asegura Loreto- no puede interpretarse como una restriccién del alcance general de la accion en simutacién (1935:103): “De los posibles intereses protegidos por la accion en simutacién, s6lo el del acreedor ha sido explicitamente reconocido por el legislador. La tutela de los demds intereses dignos de ella, esta asegurada por la realizacién integral del orden juridico,g entre esa tutela estd la accién en declaracién de simulacién como especie de las acciones de mero reconocimiento”’. En consecuencia, el que el articulo 1.301 conceda tal accién a los acreedores no significa que la niegue a otras categorias de sujetos: “toda persona que tenga un interés juridico y legitimo a que se declare la nulidad del negocio simulado, tiene cualidad para intentar la acci6n en simulacién” (1935:105) Lo que se necesita para poder ejercer tal accién no es, pues, la condicion de acreedor sino un interés, sea éste actual o futuro. Loreto fundamenta positiva- mente esta conclusién en la norma del Codigo de Procedimiento Civil segin Ja cual para que haya acci6n lo que se requiere es la existencia del interés; a su juicio esta disposicién consagra expresamente la existencia en nuestro sistema de las acciones de mero reconocimiento. La mujer, entonces, si tiene la accion para pedir la declaratoria de simulacion pero no por su condicion de acreedora (no lo es) sino por tener interés a solicitar tal declaraci6n. [1] %2 Francisco Delgado Tal como sefialamos, el caso anterior es muy util para observar los rasgos fundamentales de la hermeneutica de Loreto: critica a la interpretaci6n lite- ral, andlisis teleolégico de las instituciones ({cual es la finalidad de la accién en simulacién?) y consideracién unitaria de la realidad juridica. Se percibe en el ejemplo, también, la importancia que atribuye a los estudios histéricos en el trabajo interpretativo. De hecho, uno de los rasgos mas admirables de los ensayos del Loreto es el riguroso dominio de las fuentes historicas en una medida tal vez no igualada por juristas posteriores. Hay que ver siempre en el derecho vigente -recomienda- el resultado de un proceso histérico; el estudio de tal proceso deberia ser siempre el primer paso del intérprete. En un trabajo ya citado, Errores de interpretacién..., (1947:30) apunta lo que sigue: “Para descubrir el cabal sentido de un sistema juridico dado, es indis- pensable realizar una investigacién histérica y critica de las normas que lo integran, y pasar luego a los otros métodos de la interpretacion. El derecho, ha dicho Adolfo Wach, es creacién histérica y toda dogmatica que considere el derecho vigente en si y por si, desvinculado de la historia, es anticientifica”. Un estudio histérico de la institucién es la condicién mas importante para comprender.su significado, pero qué es lo que Loreto entiende por investi- gacién histérica? Sus trabajos revelan muy notables y valiosos esfuerzos por indagar el origen de normas e instituciones, pero hay que aclarar que no se trata de lo que ahora se conoce por historia social de derecho sino mas bien de una historia del derecho considerado independientemente del contexto no juridico en el que se origina y vive. En la anterior cita, apoyado en Wach, califica de anticientifica la investigacion que considere al derecho “desvin- culado de la historia”, pero -insistimos- no se refiere a la historia en general (politica, econdmica, etc.) sino a la historia del derecho. Lo negativo no es el desvincular al derecho de la historia, sino el desvincularlo de su historia, entendiendo ésta desde un punto de vista interno al derecho mismo. Para Loreto, el significado de una institucién esta de alguna manera encerrado en su origen; es el estudio de tal origen lo que nos permitira entenderla, aprehender su sentido. En Adhesion a la Apelacién (1958:417) sostiene que: “De ahi que, para volver a la claridad y el buen camino, sea menester explorar, siquiera sea ligeramente, su remoto origen histérico en la Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 93 cultura antigua, y buscar en las fuentes que de ella se derivaron, los momentos originales y expresivos que contribuyeron a su paulatina Sormacién”. Como acabamos de indicar, los estudios histéricos son, mas que una técnica de interpretacién, la base en la que debe apoyarse todo proceso hermenéutico. En la mayor parte de los casos, el significado que pretende hallar el intérprete se ha ido formando progresivamente; lo importante es entonces encontrar los momentos cruciales de esa historia que determina, hoy, el significado de la norma o el contenido del concepto. Evidentemente, la necesidad de la investigacién histérica varia dependiendo de cual es el problema planteado. Aunque puede afirmarse que el orden juridico es siempre el resultado de un proceso histérico, lo cierto es que no todos los elementos del sistema son la conclusién de! mismo proceso, no todos tienen un mismo origen o una misma tradicion. De cualquier forma, por muy novedosa u original que sea una, institucién, nunca es imposible relacionarla con otras ya existentes. De hecho, la pregunta por su naturaleza juridica no es otra cosa que una interrogante acerca del concepto juridico mas general en el que puede ser subsumida. Una vez que la incluimos en alguna construccién conceptual, la institucion se hace solidaria, de alguna manera, de la historia del concepto. Se establecen de tal modo no sélo un conjunto de relaciones légicas sino también toda una trama de vinculos histéricos; por ello, siempre hay lugar para la investigacién histérica, no obstante que su importancia dependerd de las caracteristicas de cada institucién. £Cémo se relaciona la investigacién histérica con el fin ultimo de la inter- pretacion? En principio, no parece de ningtin modo extraiio que se requiera acudir a tal clase de estudio para hallar la verdadera voluntad legislativa: el andlisis de los trabajos preparatorios de la ley, de su exposicién de motivos, etc. es una actividad que exige la habilidad propia del historiador y que orienta muy ttilmente sobre lo que sus autores pensaron al ponerla en vigencia. Para Loreto, sin embargo, la interpretacién histérica no se agota en tal clase de indagaciones. El intento por descubrir el real sentido de ley obliga al intérprete a examinar, en primer término, sus antecedentes normativos. El supuesto fun- damental asumido aqui es el de que la voluntad legislativa constituye, al menos en parte, la conclusién de un proceso histérico; sdlo logramos entender su sentido originario cuando somos capaces de determinar el lugar que la voluntad oO 94 Francisco Delgado del legislador ocupa en ese proceso. Examinar la tradicién que da lugar a la ley es precisamente lo que justifica la investigacién histérica, aunque - insistimos- el valor de tal trabajo estaré determinado por la naturaleza de la norma en cuestin. En estudio histérico -que consiste, primero, en una busqueda de los ante- cedentes de la norma y, segundo, en la comprensién del proceso significativo y conceptual que conduce a la disposicién cuyo texto es analizado” - se hace necesario no sdlo para lograr una interpretacion objetiva del derecho vigente sino también para conformar la materia sobre la que el jurista lleva a cabo la construccién conceptual; en tal sentido, la dogmatica juridica tiene como base a los estudios histéricos. Una investigacién que se proponga determinar el sentido de una institucién vigente sin indagar en las fuentes hist6ricas es, para Loreto, un trabajo no cientifico. En Contribucién al estudio de la excepcion de inadmisibilidad por falta de cualidad (1940-179) afirma que: “Al hacer las inferencias necesarias para la construcci6n de la teoria en nuestro derecho positivo, he partido de los datos obtenidos en una busqueda imparcial y segura de los antecedentes historicos que sirven de fundamento al fenémeno procesal de la cualidad, todo con el propésito de elaborar la teoria sobre datos precisos y positivos...”. Sean sus fines exclusivamente interpretativos 0 conceptuales, la investigacion histérica se desarrolla por completo en el mundo del deber ser. El fin del jurista -sea que tome en cuenta a la historia o no- es establecer conclusiones tespecto de la significacién del derecho vigente. De un estudio histérico- social de la ley no se deduce, sin mas, una conclusién normativa. La historia del derecho cultivada por Loreto se mantiene en el plano del deber ser justamente porque ella pretende servir como fundamento de decisiones juridicas, de tal manera que cualquier investigacién hermenéutica tiene que desarrollarse dentro de los limites del derecho mismo. En un voto salvado de » En los antecedentes histéricos estd incluida la doctrina de los juristas, y ello porque no hay una historia de las instituciones juridicas independiente de las obras doctrinarias que intentan explicar el sentido de tales instituciones. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 9S . 1974 Loreto plantea este problema con ocasién de un conflicto respecto de la validez del concepto de domicilio conyugal defendido por la mayoria sentenciadora. Alli, dice lo que sigue: “No existe en nuestro derecho, como se sostiene en la sentencia, un concepto de domicilio conyugal separado y diferente del domicilio del esposo, cualesquiera que sean las circunstancias en que éste se encuentre y del lugar en que lo haya fijado. Toda otra construccion que se pretenda hacer con fundamento en consideraciones de orden social, ético 0 espiritual para crear un concepto nuevo, separado y distinto de “domi- cilio conyugal”, carece de fundamento normativo en nuestro derecho civil constituido. Esas consideraciones, que muy bien pueden ser serias, recomendables y atendibles, slo podrian servir de motivacion y fundamento a Ia politica legislativa para una futura reforma de nuestra actual legislacion, en que se tenga en cuenta los inconvenientes practicos que pueden presentarse con la aplicacion del sistema vigente del domi- cilio, en derecho interno e internacional; pero en la economia de nuestro actual sistema positivo, con vista de los textos legales que informan y estructuran el concepto de domicilio, no es posible elaborar, sea por la doctrina o la jurisprudencia, una noci6n especifica de domicilio conyu- gal, distinta y separada del domicilio del marido, que es el comin de los esposos, porque ello equivaldria a deshaturalizar y romper sin funda- mento legal alguno, la unidad organica del sistema del domicilio que os rige, creandose asi, por obra de una interpretacién deformante, contra legem, dos especies de domicilio, lo que no es admisible en el estado actual de nuestro ordenamiento juridico”””. El largo parrafo que hemos citado es importante por varias razones. En primer lugar, refleja claramente las opiniones del autor en cuanto a los limites de la argumentacién juridica. No son admisibles en la interpretacién del derecho las razones de “orden social, ético o espiritual”; el intérprete debe limitarse a los datos que proporciona el sistema normativo; no puede pretender corregirlo. » Gaceta Forense, Segunda Etapa, Caracas, Afio 1974, No. 85, Sentencia del 26 de septiembre de 1974, pp. 658-659. []96 Francisco Delgado El propésito de construir un sistema mas racional debe mantenerse separado - de la actividad de interpretacién. Lo contrario significaria el usurpar funciones que corresponden a los érganos de la legislacién; es a éstos a quienes toca el perfeccionamiento de la ley. La norma en cuestién nos puede parecer mas 0 menos justa, o mas o menos racional, o mas o menos adecuada a la realidad social, tales consideraciones no tienen por qué influir en la interpretacion. El juez no puede desaplicar una norma porque considere inaceptables sus consecuencias desde una perspectiva moral. Tampoco serfa correcto el dejar de aplicarla por considerar perniciosas sus consecuencias sociales. La realidad social no puede derogar el deber ser juridico. Ya en el Estudio sobre Retracto Legal (1930:96) Loreto afirmaba que: “Ante los ojos de quien estudie un texto de la ley para aplicarlo, los principios de la hermenéutica juridica no pueden ceder el puesto a los de la raz6n y equidad. El orden juridico en muchos casos acoge en sus normas mds de un mentis a la légica y al buen sentido. Que sea obra.de la técnica legislativa tratar de incorporar en el sistema juridico (de lege ferenda) la mayor dosis posible de justicia y equidad, es problema que escapa a la tarea del intérprete. El debe limitarse a los datos légicos que una sana y ponderada critica le suministren, dentro de la posicién actual del sistema”. . En fin, hay que desentrafiar la “verdadera voluntad normativa” independiente de la racionalidad o justicia de esa voluntad**. Este precepto determina la orientacién y el sentido de la investigacién histérica; él establece cual es el objeto de tal indagacién y qué es lo que en ella puede considerarse un argumento relevante. El texto correspondiente al voto salvado incluye ademas una idea que, como hemos dicho repetidas veces, posee una notable importan- cia en el pensamiento de Loreto. Me refiero a la idea de unidad del orden juridico. La tesis que alli se critica es errénea tanto por ser contraria a la ley como por romper la unidad del sistema del domicilio; y no sdlo la unidad normativa sino también ta conceptual. Intentemos ahora vincular esta idea con las afirmaciones hechas en la ultima cita. Al parecer, nos encontramos “ En La sentencia extranjera en el sistema venezolano del exequatur (1987:619) reitera que: “...son manifiestamente inadecuados para obtener resultados ciertos, argumentos derivados de jure constituendo”. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 97 frente a una contradiccién: por un lado, la recomendacién al intérprete de “limitarse a los datos” y, por el otro, el principio de la unidad y armonia del sistema. En Algo sobre Reforma Interdictal (1931:491) sostiene Loreto que: “El orden juridico es uno solo, y en el sistema total que lo realice, no debe haber desarmonias ni disonancias;...” Ahora bien, ;qué camino debe tomarse cuando son los datos mismos los que desvirtian tal unidad? Si el sistema acoge, como dice Loreto, “mas de un mentis a la légica y al buen sentido”, iqué debe hacer el intérprete al respecto? La recomendacién de “limitarse a los datos” es por supuesto indiscutible; se trata de un precepto fundamental para el investigador y para el juez. Ponerla en practica, sin embargo, resulta, en muchos casos, considerablemente dificil. Nadie duda que el intérprete debe sujetarse al contenido real de ordenamiento, pero no siempre es facil saber cual es ese contenido. No con escasa frecuencia nos topamos con soluciones diversas a una misma cuestién, con problemas no resueltos en el sistema, o con una disposicion de significado dudoso. Frente a ello, no puede el intérprete simplemente “atenerse a los datos”, no puede limitarse a reproducir las incoherencias del sistema; por el contrario, su prin- cipal tarea en tales casos en decidir cuales son los datos que deben tomarse en cuenta en una decisién. Las consideraciones de Loreto que hemos citado respecto del principio de la unidad tienen gue ser interpretadas, en nuestra opinion, desde una perspectiva mas metodoldgica que ontolégica. Por supuesto, para él, como para cualquier jurista dogmatico, el Derecho es un sistema, y ello implica necesariamente cierta unidad, pero no se excluye que contenga inconsistencias de diverso orden. Dado que no existe una absoluta coherencia en el sistema real de normas, la actividad del intérprete debe estar dirigida hacia el restablecimiento de la coherencia desde un punto de vista unitario; tiene que “limitarse a los datos”, si, pero también tiene en algunos casos que decidir cuales son los datos que deben ser tomados en cuenta y como pueden ordenarse de una manera sistematica. Semejante actitud, orientada hacia la unidad, tiene consecuencias no puramente doctrinarias. La resoluci6n teérica de las contradicciones del ordenamiento tiende a fijarse, en la conciencia juridica, como una parte del propio sistema. La doctrina, puesto que esta obligada a ofrecer un imagen arménica del derecho, toma a su cargo el mantenimiento de la coherencia del orden como si se tratara de su propia logicidad y, asi, contribuye a la conformaci6n unitaria de la realidad juridica. 98 Francisco Delgado 2. Interpretacion y subjetividad En las paginas anteriores hemos descrito, en términos muy generales, algunos de los instrumentos que Loreto considera necesarios para alcanzar la certeza de la interpretacién. En su opinién esto ultimo es posible siempre que pongamos en practica los procedimientos adecuados. Asi por ejemplo, en Errores de interpretacion en la Teoria de la Competencia Territorial (1947:46) nuestro autor sostiene que: “El método dogmitico vigorizado por la inves- tigacién critica e historica de las fuentes, es el unico camino cierto que puede conducir a desentrafiar la verdadera voluntad normativa”. Lo expuesto hasta aqui es suficiente para comprender que Loreto concibe la interpretacion como una actividad por completo racional; como una indagacién que, guiada por los principios correctos, proporciona resultados verdaderos. Si no fuera asi, gcémo entender la cientificidad de la doctrina juridica? En el mismo lugar del texto arriba citado afirma que: “Los errores de interpretacién provienen, casi siempre, de extravios de la inteligencia en la eleccidn de los antecedentes y de los principios”. Es obvio que la mencién misma de posibles “errores de interpretacién” presupone la existencia de medios objetivos para distinguir una interpretacién correcta de una incorrecta; no obstante, en una de sus ultimas obras, El hecho y el derecho en la Casaci6n Civil venezolana, Loreto defiende una concepcién de la hermenéutica que, a primera vista, parece atenuar un tanto el racionalismo al que hacemos referencia, En ese trabajo, afirma lo que sigue (1966:459): “De ahi que la exégesis juridica no sea una actividad men- tal realizada solamente en la esfera légica sino que a ella cooperan, primor- dialmente, juicios de valor. En el mismo ensayo escribe (468), refiriéndose a la actividad del intérprete: “.en este esfuerzo de biisqueda y concretizacién, quedan siempre marcadas las huellas invisibles e imponderables de su personalidad valorativa conforme a la interpretacion que tenga del mundo juridico y de la vida”. {Qué significa que en toda interpretacién participen “primordialmente” juicios de valor? zEs la interpretacién -para Loreto- una experiencia cognoscitiva 0 una experiencia valorativa? La idea que se sugiere es la de que interpretacion y valoracién constituyen operaciones inseparables; la conclusién del esfuerzo hermenéutico, estaria precedida , asi, de una imponderable mezcla de valo- Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto 9 racién y conocimiento. Esta tesis se reitera en otro lugar (469) de! mismo trabajo: “Al pensar la realidad de un determinado evento que se presenta o da en nuestra experiencia, no podemos tomar plena conciencia de ella sin enjuiciar su existencia, ontoldgicamente, y tomar frente a la realidad una posicién axiolégica; de manera que el hecho mismo como evento concreto, se presenta siempre inseparable de la conexidn de sentido existencial que nuestra conciencia le atribuye”. El propésito de Loreto es llamar la atencién sobre ese algo previo, ese conjunto de opiniones y teorias no cuestionadas que orientan nuestros juicios sobre el objeto a interpretar. Desde luego, no se afirma que tales supuestos intervienen conscientemente en la interpretacién; el “tomar frente a la realidad una posici6n axiolégica” no significa que el sujeto realiza en forma consciente, de hecho, esa toma de posicién; no significa que él distingue perfectamente entre aquello que va a interpretar y aquello desde donde interpreta. Sélo quiere decir que la interpretacion tiene lugar dentro de un determinado horizonte valorativo. La actividad que realizan los érganos de aplicacién del derecho es la que mejor sirve para ilustrar la concepcion expuesta; en realidad, justo a ello parece referirse Loreto en las afirmaciones anteriorgs. La interpretacién que hace el juez, p. ej., no tiene otra finalidad que la de su aplicacién a un caso particular; en tales circunstancias, el significado que el juez encuentra en la norma a aplicar dificilmente puede ser desligado de su comprensién del caso como una totalidad; comprensién que, a su vez, se halla condicionada no sélo por los hechos sino por una compleja suma de valores, creencias y prejuicios. Loreto mismo indica, en el trabajo que venimos citando (459), que: es un dato incontestable de la experiencia juridica y de la practica forense, que el proceso de aplicacién del derecho no es una mera tarea de subsuncién formal, sino que en ella juega un papel muy importante y decisivo la toma de posici6n del intérprete y del juez frente ala realidad de los hechos de la causa”. En ¢Cudndo comienza el juicio? (1959:51) defiende la misma tesis aun mas radicalmente: 100 Francisco Delgado “.8u trabajo interpretativo de la ley no se agota en deducciones silo- gisticas puramente formales, sino que en él se incorporan valoraciones originales que le permiten insertar en el sentido general y abstracto de la norma, sus vivencias personales del caso concreto. Este subjetivismo inexorable estd en la naturaleza de las cosas”. La interpretacin que hace el juez (0 cualquier otro érgano jurisdiccional) se halla, pues, inevitablemente ligada a su concepcién del mundo y a su personal valoracién del caso concreto; el sentido que le atribuye a la norma no podria ser comprendido simplemente como el resultado de un analisis racional™. Pero, {tiene las mismas caracteristicas la interpretacién que lleva a cabo el jurista tedrico independientemente de las circunstancias de un caso particu- lar? ,Estaria el jurista en una posicién mas favorable para realizar una interpretacién puramente racional y por tanto mas objetiva de la ley? Loreto no ofrece, para esto, una respuesta directa. Por un lado subraya, como se ha visto, la objetividad de los métodos dogmiaticos, insistiendo en su idoneidad para alcanzar la verdad juridica, pero, por otra parte el trabajo que hemos citado abundantemente en este punto pareciera modificar un poco su confianza en la capacidad de tales métodos para establecer conclusiones objetivas. Si hemos de considerar el problema a la luz de las ideas expuestas resulta dificilmente justificable el proponer, a este respecto, una separacién radical entre ej juez y el jurista. La variedad de interpretaciones que encontramos al comparar diversas obras dogmaticas es un signo revelador de que no existe, en el derecho, un plano tedrico puro en el que el uso de ciertos métodos conduzca a resultados definitivos independiente del autor que los ponga en practica. Al no tener frente a si un caso concreto que decidir, el jurista tal vez puede analizar la norma desde una perspectiva mds neutral, pero seria un error suponer que ello le permitird sustraerse a la influencia de los elementos no racionales a los que Loreto alude insistentemente. > También se encuentra en El hecho y el derecho... (468) la siguiente afirmacién: “..es un dato innega- ble de la experiencia forense que en el proceso de apficacién del derecho juega un papel preponderante y decisivo la personalidad del juzgador, del modo que el contenido de la sentencia como proceso iltimo de concretizacién del caso de especie, es también una obra de la voluntad y del sentimiento (votuntarismo sicolégico y ético). Derecho y Ciencia Juridica en ta obra de Luis Loreto [~] 101 El intento por ordenar con coherencia las anteriores ideas de Loreto en una teoria de la interpretacién hace surgir varias interrogantes. Recordamos que antes nos ha dicho que el fin del intérprete es el “desentrafiar la verdadera voluntad normativa”; ahora bien, jhay una verdadera voluntad normativa que el intérprete pueda descubrir? Si siempre intervendrdn la voluntad y el sentimiento, ,cudles son entonces los criterios de correccién del trabajo inter- pretativo? Si es imposible desprenderse del personal punto de vista, {c6mo aprehender objetivamente el verdadero sentido de la norma?. Dos ideas se oponen aqui: por un lado, la tesis de que la finatidad de la inter- pretacién es el desentrajfiar el verdadero sentido de la norma, un sentido que es independiente del intérprete y que existe para é1 como algo dado; por otra parte esta la conviccién de que tal proceso se encuentra inevitablemente mezclado con ingredientes subjetivos de diverso orden. Primero, nos encon- tramos con la teorfa normativa de Ja interpretacién, pretendiendo ofrecer principios y reglas que conduzcan a una comprensién objetiva del texto, y, luego con una tesis que no pretende decirnos cémo hay que interpretar sino qué es lo que sucede en verdad cuando se interpreta. ;Cémo armonizar ambas cosas? En La sociedad abierta y sus enemigos Karl Popper discute este problema, refiriéndose no a la teoria juridica, desde lue§o, sino al conocimiento cientifico en general. La objetividad de la ciencia, dice, no seria mas que un suefio si dependiera slo de la capacidad de los cientificos para pensar imparcialmente © para “atenerse a los hechos”. En este sentido, “todos somos victimas de nuestro propio sistema de prejuicios”. No hay duda -para Popper- de que la actividad del hombre de ciencia esta mediada, en general, por su particular visién del mundo y de los hombres; es innegable que factores no racionales intervienen en el trabajo cognoscitivo. En esto, tienen raz6n los socidlogos del conocimiento. El cientifico, al igual que el resto de los hombres, considera muchas cosas evidentes sin discusi6n y acepta sin espiritu critico multitud de opiniones y teorias; su actividad esta condicionada por una enorme cantidad de supuestos previos determinados por su situacién social e individual. Es una ilusién pensar que el cientifico pueda en algun momento librarse por completo de sus “prejuicios”. Lo importante, sin embargo, es que la objetividad del conocimiento no descansa en tal posibilidad; lo que produce la objetividad de la ciencia es su caracter social. La objetividad no puede tener otro origen oO 102 Francisco Delgado sino el trabajo critico generalizado. Lo que interesa en la ciencia no es el preguntar como se le han ocurrido las ideas al cientifico, ni saber si sus prejuicios o valoraciones intervienen de hecho en sus trabajos; lo que importa son “...aquellos razonamientos que puedan ser puestos a prueba por todo el mundo”. Lo cientifico de una teoria no es, en consecuencia, el camino por el cual su autor ha Ilegado a formularla sino los razonamiento que la constituyen y que pueden ser valorados criticamente. En algo parecen aplicables las ideas popperianas a nuestro problema: si la verdad de la interpretacién dependiese de la no injerencia de factores subjetivos en ella, tendriamos tal vez que concluir la imposibilidad de alcanzarla. El error esta en pensar que lo que determina la racionalidad de la interpretacion es su génesis psicolégica; el juicio acerca de su verdad es independiente del juicio sobre los motivos ideolégicos, personales, etc. que han conducido al sujeto a formularla; el primero, a diferencia del segundo, esta vinculado con el examen de los argumentos, con el andlisis de los fundamentos o las razones de la interpretacion. Loreto se halla tal vez en lo cierto al sostener que “este subjetivismo inexorable esta en Ia naturaleza de las cosas”, pero admitir el valor de esta idea no nos puede !levar a la conclusién de que toda interpretacién se adecta por igual a su objeto o de que no hay manera de comparar la racio- nalidad de diferentes formas de comprender una norma. No existe, pues, contradiccién alguna entre admitir que la interpretacién no es el término de un camino formado sdlo por razones, y aceptar igualmente que es posible distinguir entre resultados correctos e incorrectos dentro de la actividad interpretativa"' . No cabe duda de que, para Loreto, los conflictos entre interpre- taciones diversas de una misma norma son susceptibles de ser decididos con objetividad, esto al menos en la mayor parte de los casos. En muchos de sus trabajos se prueba que tal tarea puede ser practicada con gran rigor. Seria un error entender las afirmaciones arriba citadas sobre las interferencias subjetivas enel proceso hermenéutico como la defensa de una concepcién irracionalista del derecho o como una resignacién escéptica respecto de las posibilidades “ La sociedad abierta y sus enemigos, Ediciones Paidés, Barcelona, 1982, p. 212. “'Tengamos en cuenta que el deber de set objetivo sélo tiene sentido en tanto que ~de hecho- la realidad no coincide con él. Justamente porque se esta inclinado a una interpretacién personal es porque el deber de objetividad adquiere vigencia. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto ["} 103 del pensamiento en el terreno juridico; si algo caracteriza a Ja obra de Loreto es justamente la confianza en la capacidad de la razén para establecer conclusiones firmes y de valor intersubjetivo sobre la realidad juridica. El sentido ultimo de las ideas expuestas en “El hecho y el derecho” esta orientado mas bien hacia la critica de la concepcién tradicional de la sentencia como silogismo, lo que se desea hacer ver en el trabajo citado es que la labor del juez no es puramente légica sino que incluye también momentos valorativos. Aqui podria sin embargo preguntarse: 4a través de qué métodos se puede controlar la verdad de los enunciados sobre un texto juridico cualquiera? Si se tratase de una afirmacién sobre hechos no seria dificil indicar tal criterio; pero el jurista se enfrenta a un lenguaje; en este campo los medios para controlar la verdad de un enunciado son menos precisos que en otras areas del saber; y ello por una razon obvia: el texto estudiado no es un hecho stricto sensu. En la investigacion empirica, por el contrario, ante una divergencia entre afirmaciones sobre un mismo hecho, las partes en conflicto pueden someterse a diversos procedimientos que fijan la verdad de alguna (o la falsedad de ambas) de las tesis opuestas. Los hechos mismos se pronuncian sobre el conflicto. En la ciencia juridica no hay hechos a los cuales hacer hablar en caso de un conflicto tedrico. Aquello que puede hablar son las palabras del texto, y, desgraciadamente, hablan demasiado. Esto no significa, insistimos, que valga lo mismo una interpretacién que otra. Aunque no exista ningun método para descubrir el sentido verdadero de un texto, siempre es posible hacer conjeturas o hipotesis acerca de su significado y también examinar con rigor critico tales hipétesis; precisamente el objeto de una teoria de la interpretacién no es otro que el establecer los limites y los principios fundamentales de la argumentaci6n juridica. 3. Los conceptos juridicos Si bien en la obra de Loreto pueden encontrarse algunas ideas relativas a la naturaleza de los conceptos juridicos, ellas no llegan a conformar un cuerpo de nociones ni siquiera parcialmente organizado. La ausencia de una teoria sobre esta materia es atribuible, en parte, a la naturaleza misma de los problemas que implica. Tengamos en cuenta que los conceptos juridicos no son creados por medio de procedimientos diferentes de los que se utilizan 104 Francisco Delgado para crear cualquier otra clase de conceptos; en vista de ello, una reflexién medianamente profunda sobre tal materia requeriria entrar de lleno en los problemas de la légica y la filosofia del lenguaje. No debe extrafiarnos, entonces, que los juristas -incluso aquellos con preocupaciones filoséficas- no decidan adentrarse seriamente en una teoria general del concepto juridico. En los ensayos de Loreto, apenas si se logra encontrar alguna reflexién aislada sobre problemas tales como el de la relacién entre interpretacién y concepto, o el de los criterios de ordenacién sistematica; no obstante, un examen gene- ral de su obra nos permite al menos plantear algunos de los temas con los que su concepcidn de la ciencia juridica estd necesariamente ligada. Sabemos que en algunos grados de formulacién de conceptos, la interpretacién parece no cumplir ningun papel; asi en la Teoria General del Derecho. No es interpretando leyes como llegamos al concepto de norma juridica. La nocién kelseniana de norma, p. ej., que Loreto adopta, no deriva de ninguna inter- pretacién ni puede ser modificada por una interpretacién. La validez de tal concepto no se funda en el contenido especifico de ningun precepto. Los conceptos de la Teoria General poseen esta naturaleza: aunque se refieren ala experiencia juridica, su validez no depende de la adecuacién con las dispo- siciones concretas de un ordenamiento. Esto se explica sin dificultad dado que la Teoria General no tiene como fin la descripcién de un sistema juridico; lo que intenta es elaborar concepfos de tipos de relaciones comunes a todos Jos sistemas -reales 0 posibles- de derecho positivo. Estas relaciones que desea conceptualizar conforman la estructura de tales sistemas. Conceptos como los de derecho subjetivo, obligacién, hecho ilicito, persona juridica, norma, etc. son necesarios en la descripcion de cualquier orden, pero no es el contenido de una norma en particular o de un grupo de ellas lo que constituye su fundamento. La Teoria General parte del supuesto de que lo variable en el orden juridico es su contenido, no la estructura ultima. Las formas funda- mentales no cambian. La ciencia juridica particular, por el contrario, lo que busca es describir los sistemas positivos. Le preocupa el contenido del orden y no su estructura. Ahora bien, el contenido del sistema es lo mas cambiante que pueda imaginarse. Si la ciencia desea describirlo correctamente no puede hacer otra cosa que cambiar junto con él. Podemos haber formulado un concepto de acto admi- nistrativo adecuado a la legislacién vigente; pero es posible que las normas Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto {—] 105 que ayer eran vigentes no lo sigan siendo majiana. El concepto, entonces, no podra ser el mismo; tendré que cambiar en la misma medida en que fueron modificadas las realidades a las que se refiere. La validez de estos conceptos, al depender de su adecuacién a una realidad variable, es totalmente relativa. Relativa a un sistema determinado y a un tiempo determinado. El contenido del sistema es el terreno donde se decide su validez, y ese contenido estd en un permanente cambio. Notemos lo siguiente: si el fin de la ciencia juridica es la construccién de un sistema de conceptos que reproduzca permanen- temente el contenido de todo el orden, entonces ese fin es irrealizable. La continua variacién del sistema real hace que la formacién del:sistema con- ceptual sea una exigencia constante, una tarea siempre inacabada. Hay que precisar, sin embargo, que 1a distincién entre los conceptos de la Teoria General y los conceptos de la Dogmatica no es tan tajante. Especialmente en esta ultima se observan diferentes grados de vinculacién del concepto con el contenido de las normas juridicas. En el capitulo anterior llamamos la atencion justamente sobre aquellos trabajos de Loreto en los que el desarrollo del concepto no esta condicionado por el contenido de alguna disposicién legal. Aunque es cierto que la dogmatica se halla ineludiblemente vinculada con los sistemas vigentes, el sentido de tal vinculo no es el mismo en todos Jos casos. No es el contenido de alguna norma lo que determina los conceptos de sentencia, jurisdicci6n, acci6n, delito, etg. La critica a las teorias que los desarrollan se realiza, en ciertos planos, independientemente de lo que las normas dicen. Podemos distinguir, entonces, dos tipos de conceptos en la ciencia juridica. Por un lado, nociones independientes del contenido de las normas; por otro, conceptos que se basan en la significacién de las disposi- ciones del ordenamiento. Hablar de la permanencia del sistema de conceptos s6lo se justifica si nos referimos con ello al conjunto de nociones cuyo contenido es relativamente independiente de las reglas particulares de cada ordenamiento. Hay alguna manera de distinguir con rigor los conceptos juridicos de los que no lo son? {Cuando decimos que una nocién determinada es especificamente juridica? La ciencia del derecho procura, como hemos dicho repetidas veces, construir un sistema de conceptos juridicos; pero, {cémo saber qué conceptos son juridicos y, en consecuencia, deben formar parte de ese sistema? Para la concepcién de la ciencia que tiene Loreto esta pregunta es fundamental, sin 106 Francisco Delgado embargo, no hay ninguna reflexién explicita en su obra sobre ella. Una primera e ingenua respuesta indicaria que los conceptos juridicos son los utilizados en las normas; pero ello significa que cada término usado en cualquier norma designa una noci6n juridica, y obviamente no es a esto a lo que se refiere Loreto cuando habla de la construccién de un sistema de conceptos. De la inclusién de un término en una disposicién legal no se deriva que posea caracter juridico. No todas las nociones utilizadas en la ley se convierten en ideas cuya determinacién esté reservada al jurista. Por cierto, el jurista puede preocuparse seriamente por el significado que en una determinada ley posee, p. ej., el término edificio; la elucidacién de tal significado puede ser muy util en la practica del sistema. Investigar4 tal nocién con respecto a qué es lo que significa en el contexto de la norma y del ordenamiento en general; sin embargo, no considerara que ese concepto es una nocién propia del saber juridico. No sucede lo mismo con otros términos empleados en disposiciones legales tales como propiedad, venta, permuta, acto administrativo, apelacién, prescripcién, etc. Estos si se tienen como el objeto propio de las investigaciones dogmaticas. {Por qué razén es tal clase de nociones la que atrae especialmente la atencién del jurista? {Por qué las considera su verdadero objeto de estudio? En Ldgica del Concepto Juridico Eduardo Garcia Maynez intenta explicar la distincién sefialada por medio del siguiente criterio: “Los conceptos juridicos pueden dividirse,..., en total y parcialmente construidos. A los de la primera categoria corresponden objetos cuya existencia es exclusivamente juridica, por lo que no hay nociones de otra indole que a ellos se refieran. Los del segundo grupo, en cambio, aluden a un objeto material (en el sentido légico del vocablo), al que ademds estan referidas nociones que no pertenecen al acervo teérico de nuestra disciplina’™. De acuerdo al criterio de Garcia Maynez, tendriamos que decir que, mientras el concepto de contrato es el género en el que estan incluidos numerosos tipos de actos juridicos, la nocién de edificio no sirve para distinguir un acto juridico de otro, su referente no es un objeto de naturaleza exclusivamente * Logica del Concepto Juridico, FE, México, 1989, p. 61 Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [~} 107 normativa. Lo mismo puede afirmarse de conceptos como cenducta 0 mora- lidad. Aunque la inclusi6n de estos términos en una norma los convierte en potenciales objetos de meditacidn para el jurista, ellos no se refieren a realidades cuya existencia sea exclusivamente juridica. El criterio de Garcia Maynez, como se ve sin dificultad, sélo es aceptable si logramos previamente distinguir con rigor los objetos juridicos de los que no lo son; su utilidad se agota en trasladar la pregunta a un plano ontoldgico. La clasificacién de los conceptos tiende a transformarse, de esta manera, en una teoria de los objetos. La tesis expuesta supone, probablemente en forma errénea, la posibilidad de establecer con rigor una distincién a priori y absoluta éntre ambas categorias de conceptos. El fundamento de tal supuesto es, sin duda, la separaci6n radi- cal entre el mundo de lo normativo y el mundo de los hechos, entre el ser y el deber ser. Si se trata en verdad de realidades separadas e independientes, es muy comprensible que los conceptos que a ellas se refieren tengan que conformar esferas estrictamente diferenciadas. La fijacién de los limites del sistema conceptual dependera, asi, de la posibilidad de establecer los limites de la realidad juridica. Desde luego, esta condicién ontolégica hace mucho mis dificil la formulacién de un criterio riguroso para diferenciar ambos tipos de conceptos. Pero en este punto cabria preguntar si en verdad es tan importante para la ciencia del derecho la formulacién de semejante criterio: ,hace depender el jurista su actividad doctrinaria de una separacién estricta entre lo que es exclusivamente juridico y lo que no lo es? Hay que contestar esto nega- tivamente. La necesidad de la interpretacién transforma en objeto de interés la elucidacion del significado de la ley independiente de la esencia juridica de las nociones que contenga. E] trabajo conceptual tiene con frecuencia por tema objetos que -de acuerdo a la expresién de Garcia Maynez- constituyen también materia de investigaciones no juridicas. Hay sin duda un conjunto de conceptos que han sido considerados invariablemente como nociones fundamentales en el andlisis del derecho y cuyo estudio ocupa gran parte de los esfuerzos de la dogmatica; la significacién de tales nociones, sin em- bargo, no agota de ninguna manera la enorme variedad de temas sobre los que el jurista legitimamente se interroga. Los problemas teéricos que afronta no se deducen de una previa lista de conceptos. Por otra parte, es harto discutible la idea de que existen ciertos objetos sélo conceptualizables normativamente. Pensemos, p. ej., que las realidades designadas por nociones como las de contrato, matrimonio 0 delito admiten andlisis desde puntos de vista com- [[] 108 Francisco Delgado pletamente distintos a los de la ciencia del derecho. Es tal vez imposible - desde la perspectiva de una teoria de los objetos- ofrecer una definicion de concepto juridico que refleje materialmente todo los tipos de problemas e interrogantes que son planteados en a actividad de la ciencia del derecho. Si ofrecemos una nocién muy restringida, se deja fuera gran parte de las investigaciones que ocupan cominmente a los juristas, pero si formulamos una definicion muy amplia se ofrecera una imagen errénea de lo que Ia tradi- cién ha considerado como el objeto fundamental de sus indagaciones. En cuanto a Loreto, la orientacién que podemos atribuirle en este tema es la misma que queda reflejada en la tesis de Garcia Maynez. Forma parte de su pensamiento, como ya hemos visto, la separacion entre el mundo del ser y el mundo del deber ser. En este dualismo descansa la posibilidad de distinguir exhaustivamente entre objetos juridicos y no juridicos; a su vez, de esta ultima clasificacién depende el que podamos trazar una I{nea divisoria estricta entre los conceptos juridicos y los no juridicos. Para Loreto no sdlo es cierto que no todos los conceptos usados por las normas son juridicos; también lo es que la ciencia investiga conceptos que no son usados en la ley. En La Sentencia Constitutiva (1942:367) indica lo siguiente: “La comprensi6n sistemdtica de los problemas que plantea el derecho mediante una vision clara} de conjunto de los conceptos, constituye la construccion juridica, de una importancia cientifica incalculable. En este trabajo de construccién hay que partir de la realidad que palpita en todo ordenamiento juridico positivo, tal como se presenta a los ojos de un observador sereno y sagaz (...) Pero realismo de observacién y busqueda no quiere decir obediencia servil a la letra de la ley y pura actitud contemplativa y dispersa ante el complejo de normas. Como dice Hellwing..., la ciencia es libre de acufiar conceptos de los cuales la ley no habla”. Comentemos la ultima frase. Loreto, citando a Hellwig, dice que la ciencia puede acufiar conceptos de los que la ley no habla. ,Cémo entender esto? En a ciencia hay, desde luego, creacién terminoldgica. El jurista crea también definiciones; de hecho, tradicionalmente se ha considerado esto una de sus actividades propias; un terreno que la ley no debe pisar. Es frecuente oir la afirmaci6n de que la existencia de definiciones en la ley es el signo de una Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [~] 109 mala técnica legislativa, debe dejarse, se dice, esa tarea a la ciencia. La frase de Loreto podria interpretarse en este sentido pero atin hay otra posibilidad: la creacién, no de nombres ni de definiciones sino de conceptos. {Crea efectivamente la ciencia conceptos que no se encuentran en la ley? Es indudable que la creacidn conceptual esta estrechamente relacionada con la creacién de términos nuevos y de definiciones. La definicién no hace mds que exponer sintéticamente el contenido del concepto. Al definir acto administrativo no hacemos otra cosa que indicar la nocién o el significado que esta vinculado con tal signo; afirmar que la doctrina ha creado el concepto de acto adminis- trativo significa que ha establecido, por medio de una definicién, los rasgos comunes a todos los posibles actos administrativos. La ley, desde luego, emplea la expresién acto administrativo con un significado especifico, pero es el trabajo doctrinario el que conduce al concepto cientifico, que no necesaria- mente coincide con la significacién que el legislador dié al término. La definicién contenida en la ley no pasa a formar parte, por si sola, de la doctrina cientifica. Lo que Loreto expresa en la frase citada es que la ciencia del derecho es libre también para construir conceptos que no soto no han sido definidos en la ley sino que ni siquiera han recibido todavia una denominaci6n en el lenguaje legal. Un ejemplo valido para ilustrar esto puede ser el concepto procesal de preclusién. Segin nos dice Loreto (1987:70), el vocablo es introducido por Chiovenda en el lenguaje forense en el afio 1905. El jurista italiano construye el concepto analizando ciert& clase de situaciones procesales, sin haber partido de una definicién legal ni tampoco del uso del término en el lenguaje de la ley. En definitiva, la creacién doctrinaria de los conceptos no tiene otro propésito que lograr una descripcién mas profunda de los sistemas normativos. La libertad de la que se dispone en tal actividad se halla limitada por el hecho de que la nocién sélo se justifica como un medio para describir mas correctamente el contenido del ordenamiento. La aceptabilidad del concepto nuevo est4 condicionada por la posibilidad de vincularlo con el orden real de instituciones, El hecho de que la construccion conceptual no esté obligada a tener una base positiva plantea el problema de hasta dénde lo creado se vincula lgicamente con el material que el ordenamiento proporciona. En Otras consideraciones acerca de Teoria de la Simulacién (1935:120) Loreto afirma, refiriéndose a este problema, que el jurista “...debe tener presente que él estudia el mundo juridico como fenémeno, como dato, y no como creacién puramente concep- 110 Francisco Delgado tual o légica de su intelecto”. Tal como sefialamos, la exigencia de estudiar el derecho como “fenédmeno” no resuelve, por si sola, el asunto de qué es lo que podemos considerar como fenémeno o dato juridicamente relevante. Precisamente, lo que critica Loreto a la Exégesis es una concepcién muy superficial acerca de lo que se tiene por dato juridico. A este respecto lo importante es que el concepto creado por el jurista constituya un instrumento eficaz en la comprensién y ordenacién del contenido real del sistema; y ello aunque no esté expresamente incluido en una disposicion vigente. La funcién de reconstruir conceptualmente el derecho implica, en innumerables casos, el tener que ir mucho més alla de la ley. Para la determinacién doctrinaria del concepto, las significaciones contenidas en la ley no tienen por ‘qué ser acatadas sin restricciones. Lo cierto es que la nocién presente en la norma, cuando es convertida en un concepto cientifico, adquiere una precisiOn y una profundidad que el legislador no ha imaginado sino muy parcialmente. Es esta transfor- macién del lenguaje legal en un lenguaje riguroso lo que constituye el centro de las actividades del jurista®; en tal proceso, las definiciones desempefian un papel fundamental. Quisiera concluir este capitulo sefialando que seria completamente erréneo entender la relacién entre el derecho y la ciencia juridica como equivalente a Ja distincién entre hechos y teorias. Los vinculos entre el sistema de normas y el sistema conceptual son muchosnas complejos. Notemos que el material de la ciencia ya esta, en parte, conformado tedricamente. Como se sabe, el contenido de los sistemas juridicos tiene una de sus fuentes en los trabajos doctrinarios. El jurista, que pretende sistematizar conceptualmente su objeto, encuentra ya en él definiciones, clasificaciones, etc. que constituyen, al menos parcialmente, un producto de teorias anteriores. La realidad se va modificando continuamente por medio de la influencia de la doctrina en los sistemas de legislacién y en la jurisprudencia. Tal como sefiala Bobbio: “El lenguaje usado por el legislador esta por larga tradicion elaborado y construido por los juristas: por tanto, al menos en las legislaciones modernas, la lengua en la que se han formado las proposiciones © CE Bobbio, Norberto. “Ciencia del Derecho y Anilisis del Lenguaje”, cit., pp. 186-192. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [—} 111 normativas no es ya la del habla comiin, sino que es ya una lengua en cierta medida, como se suele decir, técnica,..."“. Pero la interrelacién entre el derecho y el conocimiento juridico no adquiere solo la forma histérica que acabamos de indicar. Los productos de la actividad tedrica estan destinados incluso a modelar la misma materia de la cual se han obtenido. El concepto, que ha surgido de una determinada experiencia, modi- fica inevitablemente esa misma experiencia. Esto se observa con claridad en el campo de la interpretacién. Los conceptos establecidos condicionan la interpretacién que el jurista hace de las normas vinculadas con tal nocién. Sobre esto Loreto insiste continuamente: la interpretacion cientifica tiene que estar basada en los conceptos elaborados por la dogmatica. Una vez formulado el concepto, se convierte en un instrumento de la actividad interpretativa; pero él mismo, en muchos casos, resulta de esta actividad. CAPITULO TERCERO LA UNIDAD DEL DERECHO El presente capitulo tiene como propésito describir y examinar criticamente las ideas de Loreto sobre la unidad del derecho. El tratamiento independiente de este tema se justifica por varias razones. En primer término, es uno de los problemas fundamentales que debe afrontar la teoria juridica; se trata de la importante pregunta acerca de la clase de sistema en que podemos incluir el derecho. Por otra parte, en el desarrollo que hace Loreto de este tema participan activamente algunas de las ideas que ya hemos examinado en los capitulos anteriores; comprenderemos mejor su significacién y sus aspectos mas conflictivos si logramos observar las consecuencias a que su aplicacién nos conduce en este tema fundamental. La palabra derecho es utilizada, como se sabe, al menos en dos sentidos distintos: se habla de derecho objetivo y de derecho subjetivo. Independien- temente de como se entiende la relacién entre los dos significados, lo cierto “Ciencia del Derecho y Andlisis del Lenguaje”, ci 112 Francisco Delgado es que el término se usa con ambas acepciones. Iniciemos el capitulo mostrando las ideas de Loreto sobre estas nociones. En El concepto de relacién juridica en el Derecho Privado (1925:84) el derecho objetivo es concebido como: “un conjunto de normas que regulan la conducta exterior de los consociados, de manera general y abstracta, y cuya observancia defiende y garantiza el Estado con medios coercitivos”. De igual manera se afirma, en Contribucién al Estudio de la Excepcion de Inadmisibilidad por Falta de Cualidad (1940:191) que: “El derecho objetivo es un sistema de normas de conducta humana, concebido en forma general y abstracta. “Las definiciones anteriores se hallan en perfecto acuerdo con la ideologia positivista que caracteriza toda su obra‘ . En El Concepto de Relacién Juridica (1925:89) se incluye también la definicién de derecho subjetivo: “la esencia del derecho subjetivo esta en el poder juridico reconocido aun sujeto de derecho (persona fisica o juridica), independientemente de su voluntad, y dirigido a obtener el cumplimiento de un deber juridico que pesa sobre una o mds personas”. El que Loreto emplee la expresiéy poder juridico reconocido para dar comienzo auna definicién de derecho subjetivo pareciera sugerir que tales derechos, en algun sentido, existen independientemente del reconocimiento estatal. No obstante ello, su verdadera posicién al respecto es, como se vera de seguida, justo la contraria. En el ultimo trabajo citado sefiala (1925-87) que: “El derecho subjetivo es un efecto reflejo del orden juridico, en el sentido que aparece con ocasién de la imposicién de un deber juridico”. Los derechos subjetivos no son, a su juicio, entidades previas al derecho objetivo sino consecuencias de éste; podria decirse que s6lo constituyen la otra cara de los deberes juridicos; no podemos definirlos sin hacer inmediata referencia a ta nocidn de deber. No se trata, en rigor, de conceptos correlativos; la nocidn de deber es un prius En una entrevista que le hizo la profesora Mariolga Quintero en 1982 Loreto reitera el concepto de derecho supuesto en sus trabajos: “...realidad juridica venezolana estimo yo que es el derecho positive venezolano. El derecho no natural, el derecho positivo, el que aparece en la legislacién venezolana, el mundo juridico venezolano, a ese me refiero yo...” Quintero, M., ob, city p. 84. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [| 113 respecto a la de derecho subjetivo. Loreto se sitia de tal forma en e] campo de la llamada teoria del imperativo; para ésta, las normas consisten, esencialmente, en mandatos del legislador, y el derecho subjetivo no es otra cosa que el deber visto desde la perspectiva de quien tiene la facultad de exigir su cumplimiento®. Segiin tal doctrina la idea de deber cumple una funcién mucho mas importante que la de derecho en la comprensién del orden juridico. Una de las conse- cuencias de esta teoria es el negar la posibilidad de las relaciones juridicas no personales. La propiedad, por ejemplo, no es un vinculo juridico entre un sujeto y una cosa, sino -al igual que los llamados derechos de crédito- una relacién entre personas; la unica diferencia a este respecto es que, en las relaciones juridicas reales, el lado pasivo no esta compuesto por un sujeto particularizado sino por la colectividad en general; cada miembro de ella tiene una obligacién de no hacer frente al derecho del propietario”. El tipo de existencia de los derechos subjetivos y las relaciones juridicas en general, resulta, en la obra de Loreto, bastante problematico. En un trabajo que nos introduce ai tema central del capitulo y que tendremos que comentar in extenso, La sentencia de “Declaracion de simple o mera certeza” (1946:360) afirma nuestro autor lo siguiente: “Las relaciones juridicas concretas, los derechos y facultades que de ella dimanan, no son las consecuenctas de imputaciones normativas a los hechos apreciados en un momento estatico de su vida sino que ellas son tales como aparecen en la plenitud y acabamiento del acontecer dentro del orden juridico total (material y procesal)”. Examinemos el contenido del texto anterior. La existencia de las relaciones juridicas es una consecuencia del orden juridico, y éste no es concebido por Loreto como formado sélo por las normas generales y abstractas (sustantivas © adjetivas) sino también por los actos que tienen por fin su aplicacin. El derecho es una realidad conformada tanto por las normas generales como por las individuales; es la unidad de lo material y lo procesal. “ Una excelente exposicién histérica sobre el tema del derecho subjetivo se encuentra en el capitulo VI de la obra de Karl Olivecrona; El Derecho como Hecho, Editorial Labor, Barcelona, 1980. *7 Esta es ta doctrina acogida por Loreto en El concepto de relacién juridica...(1925:90-91), 114 Francisco Delgado Para Loreto resulta incorrecto sostener que los derechos y las relaciones juridicas se constituyen plenamente sélo con la conjuncién de una norma y el hecho previsto en ella. La verdad es que tales vinculos, asi concebidos, poseen un ser inacabado, incompleto, condicionado a las determinaciones potenciales de un proceso. En el mismo lugar nuestro autor sefiala que: “Mientras haya para las relaciones juridicas y derechos subjetivos la posibilidad de ser enjuiciados y sometidos al derecho objetivo, ellos no estén acabados sino in Jieri”. En fin, no existe una relacion completa antes de la decision judicial. Ya en Contribucion al estudio de la excepcién de inadmisibilidad por falta de cualidad (1940:187) defendia Loreto la tesis anterior: “Mientras la relacién litigiosa no se halle definitivamente decidida y la sentencia que asi lo reconozca pase en autoridad de cosa juzgada, no puede saberse juridicamente si la relacién o estado juridico existe realmente”. La concepcidn expuesta se vincula con un tema que cualquier estudioso del proceso tiene alguna vez que plantearse: el concepto de accién. Como se sabe, el problema fundamental de una teoria de la accién es el de determinar las relaciones entre ésta y el derecho subjetivo sustancial. Para la doctrina clasica la accién no es un derecho auténomo sino un aspecto del derecho material. Loreto adopta por el cdhtrario la concepcién publicistica seguin la cual la accidn es un derecho “especificamente procesal”, conferido por la ley en vista de un interés sustancial afirmado como preexistente. En el ultimo trabajo citado sostiene (1940: 187) que: “...toda accién se propone hacer valer y dar eficacia positiva a una relacién o estado juridico material que se afirma preexiste al proceso”. Aunque en ese ensayo Loreto alin no Ilega a exponer sistematicamente la tesis de la unidad de la realidad material y la procesal, se detiene alli a explicar una teoria de Ia accién que, sin duda, tendria gran influencia en sus ideas acerca de la unidad del orden juridico. Para el iusfilésofo y procesalista aleman Julius Binder (1870-1939), nos dice, el derecho subjetivo material no es algo que preceda a la accién sino posterior a ella. Esta doctrina es conocida como la teoria de la prioridad légica de 1a actio. De acuerdo con ella, el derecho subjetivo material existe slo en la medida en que el accionante puede obtener, de parte del Estado; una sentencia favorable a sus pretensiones. Vistos fuera del proceso, los derechos subjetivos tienen una naturaleza puramente hipotética; en consecuencia -continta la explicacién de Loreto- Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [~] 115 para Binder toda sentencia posee un caracter constitutivo; el proceso no tiene por fin declarar el derecho sino constituirlo. Un ejemplo de la influencia de Binder en el pensamiento de Loreto se observa en la siguiente afirmacién sobre la naturaleza de las sentencias merodeclarativas (1946:364): “Partiendo de esta construccién, podria llegar hasta decirse, en forma un tanto paraddjica, que la sentencia mero declarativa, en vez de declarar la certeza la constituye”. Procurando deducir, hasta el extremo, las consecuencias de la tesis anterior, afirma Loreto -en La sentencia de “Declaraci6n... (1946:358-359)- que: “En virtud de la estructura normativa del orden juridico, el derecho declarado o constituido por la sentencia no puede ser distinto de como ha sido ya o debe ser para el futuro. Juridicamente, la voluntad concreta de la ley es lo que el juez afirma ser la voluntad de la ley”. La unidad del orden no le parece conciliable a nuestro autor con la posibilidad de que las relaciones juridicas, tal como son determinadas en la sentencia, sean diferentes a las relaciones juridicas sustanciales, las que existen antes de ser sometidas al criterio de un juez. Cualquiera que pretenda sostener la tesis dualista segun la cual el derecho “declarado o constituido por el juez” no necesariamente coincide con el derecho subjetivo material, tiene la carga de proporcionar un criterio que permita establecer esa desemejanza. Pero lo cierto es que no tenemos ningun instrumento. juridico para llevar a cabo tal tarea; es el juez mismo quien nos dice que es lo real en el derecho. Admitir la existencia, de entidades juridicas materiales y de entidades juridicas fijadas por el juez y eventualmente distintas de las primeras, niega sin duda !a unidad del sistema. En rigor, no puede haber contradicciones entre la experiencia juridica mate- rial y la experiencia juridica procesal, y ello porque la experiencia juridica es una sola, formada por la conjuncién de ambos momentos (1946:359): “No existe ni puede existir una experiencia juridico-material que desde el punto de vista de validez normativa pueda ser desconocida 0 menguada por la experiencia y la realidad procesal”. El fundamento de la tesis de Loreto es, como ya apuntamos, la idea de unidad del orden juridico. En el ensayo que venimos citando se preocupa por mostrar la inconsistencia de uno de los dualismos que impide la consideracién teérica 116 Francisco Delgado de tal unidad“. La distincién entre realidad material y realidad procesal como esferas juridicas separadas y autonomas conduce, como se afirma en el texto que sigue (1946:359), a conclusiones contradictorias: “Admitir la posibilidad de que existan sentencias que nieguen el derecho material pre-existente o que reconozcan el que no existe, esto es, senten- cias injustas, es una palmaria contradiccién légico-normativa”. Defender una concepcion contraria a la descrita implica el aceptar, entre otras consecuencia, que un derecho subjetivo puede existir materialmente y no existir -al mismo tiempo- dado que un pronunciamiento judicial definitivo lo niega. Si una sentencia puede negar un derecho que existe previo a ella, debe entonces admitirse que, en el mismo sistema, pueden coexistir dos entidades juridicas contradictorias: por un lado, el derecho subjetivo material (A) y, por otro, la sentencia que niega ese derecho (no-A). Es justamente tal contradiccién la que Loreto se resiste a aceptar. Desde su perspectiva, si entendemos al derecho como un sistema, no es posible eludir la cuestién de su coherencia, de su caracter unitario. Asi pues, no parece admisible entonces la tesis dualista. Dos enunciados que se contradicen no pueden ambos ser verdaderos al mismo. tiempo. Desde luego que no es Loreto el tinico jurista que ha sostenido la t hemos venido describiendo acerc&de la imposil lo material y lo procesal. Carlos Cossio, el importante iusfilésofo argentino creador de la Teoria Egolégica del Derecho, afirma que: “En efecto, producida una sentencia contra la ley, el ordenamiento autoriza a recurrir de ella mediante los recursos procesales de apelacion o de nulidad. Pero estos recursos significan necesariamente que la sentencia contra ley, asi como puede ser revocada o anulada, puede también ser confirmada. Con lo primero, el problema ya no subsiste; y con lo segundo se hace evidente que no cabe hablar de una sentencia “ Obsérvese que ya la concepcién sobre las relaciones entre el derecho objetivo y el derecho subjetivo es un signo de la preocupacién por tal unidad. La tesis de Loreto al respecto elimina un dualismo que esta cen la base del derecho. Las nociones de derecho objetivo y subjetivo son, para la tesis dualista, conceptos independientes, irreductibles entre si; para Loreto, en cambio, no son més que las dos caras de un mismo fendmeno. Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [~] 117 contra la ley, desde que el propio ordenamiento contiene la posibilidad de su convalidacién”™. En la misma obra sefiala Cossio: “Sin embargo, ..., después del andlisis precedente resulta que no hay sentencias contra ley; sdlo hay sentencias que tienen fuerza de conviccion o que carecen de ella”. La intuicién juridica esta, sin duda, del lado opuesto a Binder, Loreto y Cossio. La contradiccién entre la sentencia y el derecho sustancial no es vista como imposible de concebir, aunque si como algo anémalo, una situacién no deseable. Loreto mismo, en obras anteriores a La sentencia de “Declaracion... utiliza un lenguaje por completo coincidente con la tesis dualista. Asi por ejemplo, en El Interdicto de Amparo y su funcion recuperatoria (1932:477) afirma lo que sigue: “Al decretarse el amparo o la restitucién, el juez actia efectos juridicos, concretos, derivados de una relacién de derecho ya formada, como dice Rocco; establece y realiza la sancién predeterminada por la norma le- gal; en una palabra: actia derechos subjetivos pre-existentes”. . De igual manera, en EI deber de decir la verdad en el proceso civil (1935:312) sefiala que: “La actuacién de la ley en la sentencia debe corresponder, en lo posible, a la situacién juridica extraprocesal”. Resulta obvio que si se exige a ta decision judicial adecuarse a la realidad extraprocesal es porque podria no hacerlo; la exigencia supone la posibilidad de la no adecuacién. También se afirma en el anterior trabajo (1935:310) que: “Derecho en la situacién de especie sometida al tribunal, es el que ha surgido normalmente de las relaciones inagotables de la vida colectiva. El que sustituyen las partes por afirmaciones que falsean el dato origi- nal es un no derecho”. ” Teoria de la Verdad Juridica, Editorial Losada, Buenos Aires, 1954, p. 259. * Ob. cit, pp. 260-261. ([] 18 Francisco Delgado La ultima frase contradice la tesis del ensayo posterior en la definicion misma de Derecho. Como ya vimos, en La sentencia de “Declaracién... Loreto defiende la idea segiin la cual el Derecho se conforma definitivamente como un resultado de la relacién entre la ley, los hechos y las sentencias; alli sostiene que la decision judicial valida establece qué es el derecho para el caso, y ésto -agreguemos- independiente de que se base en “afirmaciones que falsean el dato original”. En sus primeras obras, en cambio, no parece demasiado angustiado por la posibilidad de la contradiccién entre el derecho y el no derecho, Otro pasaje de E/ deber de decir la verdad... (1935:312) se refiere atin mas claramente al problema que se discute: “Existiendo unicamente la verdad objetiva, es manifiesto que la dis- tincién tan socorrida de los juristas entre “verdad material” y “verdad formal” resulta ilégica y debe desecharse del campo cientifico”. Si es ildgica la distincin entre verdad material y verdad formal, y sdlo existe la verdad objetiva, gcomo afirmar que la decisién judicial es siempre y sin excepcién objetivamente verdadera? Ciertamente, en La sentencia de “De- claracién.. Loreto no llega a afirmar que las sentencias son siempre verdaderas; lo que dice, en un texto ya citado, es que: “Juridicamente, la voluntad concreta de la ley es lo que el juez afirma ser la voluntad de la ley”. El uso del adverbio juridicamente sugiere que, desd@ una perspectiva no jurfdica, la voluntad de la ley podria ser distinta de la que el juez afirma, y que sus conclusiones sélo tienen sentido “desde el punto de vista de validez normativa”; pero, gdesde qué punto de vista no lo tendrian? ,Como explicar en qué consiste el punto de vista de validez normativa? Explicamos en el primer capitulo que, en el lenguaje juridico, la validez es entendida como el tipo de existencia especifico de las normas. Decir que una norma es valida equivale a decir que existe. A su vez, la existencia significa tanto como obligatoriedad. Una norma valida es una norma obligatoria. El término validez no se emplea, en el lenguaje juridico corriente, como un sindnimo de verdad; se utiliza para designar un fenomeno especifico del ambito normativo. La existencia de la norma -su validez- esta determinada por el propio sistema; es el resultado de haber sido creada de acuerdo al procedimiento y las condiciones establecidas en una norma de rango superior. Ahora bien, en este punto se requiere hacer una distincién entre las normas y los enunciados Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [| 119 que se refieren a las normas; estos ultimos si son susceptibles de verdad y falsedad. Contienen afirmaciones sobre las normas, afirmaciones que pueden coincidir 0 no con su objeto. Si bien la norma no es una proposicién, nada obsta para que sea el objeto de una proposicién. Retomemos ahora el problema planteado por Loreto. Como ya sefialamos, a su juicio el dualismo entre el derecho material y el derecho tal y como es determinado por la sentencia nos lleva a introducir, en la base misma del pensamiento juridico, una contradiccién irresoluble. Dicho con sus palabras (1946:359): “La representacién mental de la existencia de estos dos ordenamientos separados -uno que se da fuera del proceso y otro en el proceso- permite la posibilidad tedrica de sus contradicciones dialécticas con antinomias inmanentes que ninguna de las doctrinas hasta hoy elaboradas permite superar racionalmente””. Al parecer, si consideramos las sentencias exclusivamente como normas, como actos juridicos, tendriamos que analizarlas desde el punto de vista de la validez. Pensemos en la realidad supuesta hipotéticamente por Loreto: una sentencia que desconoce un derecho material. {Cabe hablar alli de contradiccién? Obviamente no existe un conflicto de validez. La realidad juridica valida ha quedado fijada por la sentencia; lo que exisa como derecho ya no existe, ya que no puede pretender validez. Lo tinico valido ahora es la decision judicial. Antes de ella no hay un conflicto dado que la sentencia atin no existe y no puede exigir acatamiento. Después de la decision tampoco hay conflicto: frente a la sentencia no hay ninguna realidad juridica que se le oponga en tanto que realidad verdaderamente valida puesto que es el juez quien decide qué debe tenerse como “verdaderamente valido”. Entre el derecho subjetivo material y la sentencia que lo niega no surge una contradiccién dado que ellos no Ilegan a ser validos simultaneamente en el sistema. No parece legitimo, pues, hablar de contradiccién juridica en el supuesto planteado ya que ella sdlo podria darse entre elementos que, al mismo tiempo, formen parte del ordenamiento. 1, Ja 16gica se aplica a los directivos sélo a condicién de que pertenczcan al mismo sistema, esto es, de que constituyan una suma de directivos de los que se postule el que forman una totalidad coherente de significado”. Ross, Alf, Légica de las Normas, Editorial Tecnos, Madrid, 1971, p. 120 Francisco Delgado En otro sentido, sin embargo, si cabe hablar de conflicto. La sentencia se refiere a algo distinto a ella, a una realidad externa a ella. Es una decisién fundada en juicios que son analizables desde el punto de vista de su adecuacion al objeto. Tales juicios son verdaderos o falsos, esto es, se adectian a su objeto o no. No hay razon alguna para pensar que las afirmaciones que hace la sentencia sobre los hechos o sobre las normas sean siempre verdaderas. La sentencia vale, efectivamente, como la decisién obligatoria para el caso, pero no es necesario sostener que todos los enunciados que contiene corresponden siempre y sin excepcidn a su respectivo objeto. {Qué implica esta posibilidad de no adecuacién para una consideracion unitaria del derecho? ¢Caemos en contradiccién al admitirla? Antes de contestar estas preguntas quisiera exponer la tesis de Loreto desde otro Angulo. En un texto ya citado, dice que: “Mientras haya para las relaciones juridicas y derechos subjetivos la posibilidad de ser enjuiciados y sometidos al derecho objetivo, ellos no estan acabados sino in fieri. “Observemos que la “posibilidad de ser enjuiciados” no se limita a los derechos subjetivos, corresponde igualmente al derecho objetivo. También las normas generales (leyes, reglamentos, etc.) forman parte de lo que Loreto denomina realidad juridica material. Ahora bien, tales normas pueden ser anuladas por un tribunal competente en base a consideraciones de diverso orden. {Significa esto que et derecho objetivo esté también in fieri? Tal vez Loreto no extenderia su tesis hasta ese punto. Lo normativo general le parece algo estable, ya acabado. Y en efeto, es mucho mis estable y esta sometido a menos conflictos que las relaciones concretas entre sujetos de derecho; no obstante, lo cierto es que de su argumentacién se deriva légicamente la consecuencia de que el derecho objetivo tiene, al igual que el subjetivo, una existencia puramente hipotética. Si lo determinante es la posibilidad de que una decisién modifique lo creado por otro drgano estatal, entonces no hay duda que su tesis se aplica a este ultimo caso. La validez de las normas legales, p. ej., esta sujeta, entre nosotros, a una potencial declaracién de inconsti- tucionalidad por parte de la Corte Suprema; debemos concluir, siguiendo su argumentacion, que ellas también poseen un ser inacabado, una existencia precaria. Como es obvio, las afirmaciones que hicimos anteriormente son por igual aplicables a este supuesto. No hay aqui un conflicto de validez: la ley y la sentencia que la anula no son validas simultaneamente. Cuando la ultima adquiere una validez definitiva, la primera deja de existir. Recordemos que no hay contradiccién entre normas que no forman parte del mismo sistema. Pero por otro lado, es igualmente cierto que también podemos hablar aqui de Derecho y Ciencia Juridica en ta obra de Luis Loreto [~| 121 una relacién en la que la realidad material y la realidad procesal en algin sentido se oponen. La sentencia contiene afirmaciones sobre las normas que, sin duda, pueden adecuarse a ellas en mayor 0 en menor grado*. 4Cémo sostener -tal como hace Loreto- que la voluntad de Ja ley es siempre la que el juez le atribuye? ¢Tiene el juez la capacidad de hallar el verdadero significado de la norma en cualquier circunstancia y sin excepcién? Si respondemos esta pregunta afirmativamente, entonces es obvio que careceria de todo fundamento sostener, en algiin caso, que una sentencia esta equivocada; tal conclusion, sin embargo, no refleja con fidelidad el pensamiento de Loreto. Los textos que hasta ahora hemos citado no son conciliables con los numerosos ensayos en los que asume el examen de la jurisprudencia desde un punto de vista critico. No hace falta decir que semejante examen supone la posibilidad de que la decisién no sea enteramente correcta. En un breve escrito titulado Critica de Jas decisiones judiciales (1944:402) nuestro autor sostiene que: “Por otra parte, no todos los miembros de la comunidad que perma- necieron extraiios a la litis se hallan capacitados, por esa sola circuns- tancia, para cumplir con decoro o autoridad la dificil mision de efectuar en el seno de la sociedad la critica judicial. Actividad en gran parte técnica, ella requiere en el artifice conocimientos especiales que lo capa- citen para advertir las excelencias o imperfecciones de los fallos, ya que la critica judicial, como toda crifica, no se propone tinicamente buscar deficiencias 0 errores para denunciarlos, sino también méritos para exaltarlos”. Justamente, las “imperfecciones” de los fallos judiciales a las que se refiere el texto no pueden consistir en otra cosa que en una deficiente adecuacion a la realidad juridica; el fundamento de la decision judicial esta formado por juicios sobre tal realidad, y tales juicios son por supuesto analizables en vista de su correspondencia con el ordenamiento y la vida juridica en general. La posicion 5 “Por consiguiente, no puede existir siempre una garantia absoluta de que la norma inferior correspon- daa la superior. La posibilidad de que la primera no corresponda a fa segunda, que determina la creacién y contenido de aquélla, y especialmente la de que la norma inferior tenga otro contenido diverso del prescrito por la de grado mis alto, no quedan jams excluidas”. Kelsen, Hans: Teoria General del Dere- cho y del Estado, Imprenta Universitaria, México, 1949, p. 161. (D122 Francisco Delgado definitiva de Loreto en este punto no debe ser buscada particularmente en alguno de sus ensayos; todos ellos demuestran, en general, que el trabajo conceptual e interpretativo de la ciencia juridica seria totalmente inutil si no nos sirviera al menos para juzgar la fundamentacién de las decisiones judiciales. Ahora bien, si esa es la inevitable orientacién de sus escritos, por qué afirmar entonces el caracter contradictorio de la idea de sentencias contrarias a la ley? A nuestro parecer, el reconocimiento de la posibilidad de que las sentencias no reproduzcan fielmente su objetivo no implica una contradiccién en la ciencia juridica. No se trata, como ya hemos dicho, de un conflicto entre proposiciones de un sistema teérico sino de la inadecuacién entre enunciados y la realidad a que éstos se refieren. Ciertamente, tal inadecuacién puede ser considerada en algunos casos como una contradiccién; ésta, sin embargo, no envuelve al pensamiento juridico en “antinomias irresolubles” porque no es una contra- diccién de la ciencia sino del ordenamiento. Se halla incluso prevista en él. Las contradicciones no afectan al derecho de la misma manera que pueden afectar a los sistemas teéricos. Precisamente, los recursos administrativos 0 judiciales se establecen para resguardar la coherencia del sistema, pero tal fin, como todos sabemos, nunca se alcanza por completo. La razon fundamental que condfice a Loreto a la tesis que hemos descrito en este capitulo no es otra que la consideracién del derecho exclusivamente como un sistema de proposiciones; la confusién dogmatica entre los sistemas juridicos y los sistemas tedricos es sin duda el origen del error. Esta concepcion del derecho es a su vez inseparable de la teoria acerca de la naturaleza inteligible 0 ideal de los objetos juridicos. Las conclusiones a que Ilega en el punto que venimos discutiendo constituyen un directo resultado de sus ideas sobre el tipo de existencia de los sistemas juridicos que intentamos explicar en los dos capitulos anteriores. El siguiente texto de La sentencia de “Declaracién (1946:359) es util para observar una de las consecuencias de dicha idea: “Si para las partes en causa puede haber incertidumbre sobre lo que es el derecho en el caso, por faltarles la firme persuasion de la realidad concreta, para el Estado, en cambio, no existe incertidumbre alguna, ya que admitirla equivaldria a negarle su estructura normativa, que es Derecho y Ciencia Juridica en ta obra de Lasis Loreto [| 123 neutra, e interferirle elementos psicolégicos de valoracién que ontol6gi- camente le son completamente extrafios”. Desde luego que si entendemos al Estado sélo como un sistema de normas (de nuevo aqui la influencia kelseniana) no cabe atribuirles la incertidumbre respecto de cémo debe regularse un caso concreto; duda o certeza son estados psicoldgicos en los que una norma dificilmente podra hallarse. En el capitulo anterior, sin embargo, observamos como Loreto se afanaba por explicar la influencia de los elementos valorativos en la sentencia judicial. Alli, tales elementos no aparecian como “ontolégicamente extrafios” sino como condiciones esenciales e inevitables de la actividad de un érgano estatal (el juez). Sin duda que el énfasis que hace la ciencia conceptual en los elementos logicos y sistematicos del derecho es lo que sirve de base a la argumentacién de Loreto sobre el problema de la unidad. Las paradojas a donde nos conduce no pueden ser resueltas satisfactoriamente dentro de los limites filoséficos de la dogmiatica; el estudio de derecho fundado en tales premisas es incapaz de dar cuenta de algunos de los aspectos fundamentales de la realidad juridica. Hemos explicado 1a tesis de Loreto e inteatado mostrar qué es lo que la fundamenta y le otorga cierta apariencia de logicidad. Procuramos exponer también cuales son los flancos débiles de semejante tesis, pero no hemos abordado todavia el tema de los supuestos y las implicaciones axiologicas de tal concepcién. Al respecto, lo primero a observar es su naturaleza radicalmente conservadora. Podria ser incluida, segtin creo, en lo que Norberto Bobbio llama positivismo axiolégico. Es bien conocida la distincién hecha por Bobbio entre el positivismo como modo de acercarse al estudio del derecho, ef positivismo como teoria y el positivismo como ideologia® . Pues bien, ademas de utilizar -como se ha observado suficientemente- el método positivista, Loreto adopta la ideologia positivista, esto es, el positivismo como un sistema de valores. Uno de los rasgos fundamentales de tal ideologia es la tendencia a *S E1 problema del positivismo juridico, Eudeba, Buenos Aires, 1965. Oo 124 Francisco Delgado considerar al derecho vigente como “justo” por el mero hecho de su positividad. Leamos, p. ¢j., la siguiente frase contenida en La sentencia de “Declaracion...” (1946:360): “\..es manifiesto que, para el Estado el problema de la duda que origina la incertidumbre de las partes no se plantea. En tal sistema carece de sentido hablar de “sentencia injusta”’...”. Ya se sabe io que entiende Loreto por “sentencia injusta”: sentencias contrarias a la ley. Recordemos una frase ya citada: “Admitir la posibilidad de que existan sentencias que nieguen el derecho material preexistente o que reconozcan el que no existe, esto es, sen- tencias injustas, es una palmaria contradiccion logico-normativa". Loreto no afirma que toda ley vigente sea justa en el sentido moral de este término; tampoco le atribuye tal cualidad a las decisiones judiciales (no dice que sean justas -moralmente hablando- por ser validas). Cuando sostiene que no es posible que una sentencia sea injusta utiliza sin duda un concepto puramente formal de justicia: lo justo como un sinénimo de “adecuacién al derecho positivo”. Pero aunque no sea éste un concepto moral de justicia tiene, sin la menor duda, implicaciones morales. La idea de justicia, sea cual sea el contenido que le atribuyamos, posee, inevitablemente, significacion moral; si la usamos como un sinénimo de /egalidad debemos estar en cuenta de ello. La concepcion formalista o legalista de la justicia tiende a reducir ésta a la validez. En relacién a Loreto, lo mas notable es que, segun las afirmaciones ya citadas, la injusticia de las sentencias firmes es incluso un concepto contradictorio; recuérdese la frase segiin la cual la voluntad de la ley es lo que el juez afirma ser la voluntad de la ley. En este punto nuestro autor va -junto a Kelsen, Binder y Cossio, entre otros- mas alla del positivismo: la injusticia no es posible ni siquiera como ilegalidad. Sin duda el tema fundamental sobre el que deberia centrarse una critica axioldgica de dicha tesis es la confusion entre verdad y validez. Es necesario insistir en que la validez es algo esencialmente distinto de la verdad, no su equivalente juridico. La asimilacién de ambos términos proporciona una Derecho y Ciencia Juridica en la obra de Luis Loreto [—] 125 imagen completamente errénea de lo que es la actividad judicial: el juez no se equivoca, la sentencia es siempre correcta. Si no se distinguen con cuidado ambos planos, facilmente se llega a atribuir a la validez, no sdlo todos los atributos de la idea de justicia sino también los atributos de la idea de verdad. A los efectos practicos, ello tiene consecuencias desastrosas puesto que si lo valido es siempre lo “juridicamente verdadero”, ,cudl es entonces el funda- mento de la critica a la actividad judicial? REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS I. 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