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EL TERRITORIO COMO PALIMPSESTO por ANDRE CORBOZ Para Alain Lévellé, que tanto tene que fnisfamos tote la eiorologte de Ts ee ‘indy del terdtorio, y sobre su cores apliceiéo. Traduccién de Branca Luz Punto - 1 FI terrtorio estd de mods, Ha legado por fin @ ser motivo de gwandss problemas nicionales, que hasta ahora solian.,plantearse “en funcidn y en beneficio de las ciudades, incluso, de la metrdpoli ‘Su misma representacién, que lece apenas unos euantos lustros se consideraba terriblemente abstracta y-reservada s6lo a los técalcos, sportenece hoy al dominio pétlico. Las exposiciones tituladas Mapas 1 figuras de ta Tierra (Paris, 1980), o Paisaje: imagen y realidad (Golofa, 1981), atraen tentos visitantes como una retrospectiva del JImpresionismo, y no s6lo debico # 1a novedad det tema, a ta rarer ide algunos documentos 0 # la belleza de la mayoria de ellos, como to demuestra ol éxto de eventos ada més especielizados; por ejenx plo, los dedicados al catasiro sardo de 1750 en Saboya-o al de Marie“Tnérése on Lombardia (Chambéry y Pavia, 1980). Todo indica que, frente a la complojidad ¢ integracién de les funciones que se llevan a cabo en las diversas. comunidades nacio- rales o regionales, existe actuslmente en Ecropa una voluntad ge neralizada de hacer wv anilisis del problema desde sus origenes ora comprewderlo mejor; 9, ai menos, una amplia nevesidadl de conocer e6ino se ha formado y en qué consiste esa entidad Fisica y mental del territorio, Actusimente mvchos Ia consideran,:¥, con ani, como un gran conjunto con caracteisticas propios, mientras we ua grupo mayor In ve coio una especie de panacea (@ tal spout, cea veses basta ssoci a ese concepto una [dea © Un pro” ecto que no tengan una zelacién dicta con él, para Tamer ta ‘tencién inmedistamente) “Es en realidad un concepto? En este nivel de geueralizaciones, seria mde prucente hablar de un horizoate de referencia. En efecto, fexistin tentas definisiones de teritorio come_discipl das a éi; la definicién de Ios jusistas, por ejemplo, “aeate a la soberania y a las cispociones que se desprenden de ‘dla; ta de los planificedores, en camblo, toma en cuenta factores tan variados como la geologia, fe topografia, a hidrografia, ef ‘gina, Ie eobertura forestal, est como 1x8 eulturns, as poblsciones, Jas infrecsiructuras tGonicas, la capscidad productiva, of orden ju- tidico, la distibuein adminisrativa, 1a contablidad naciobal, Tas fedes de servicios, las maniobras politics, et. y no solamente en la totelidad de sus interrelaciones, sino dindmicamente, en virtud de tim proyecto orgialco. Entre esot dos extremos —l simple y el biper eompiejo-~ tiene lugar toda In gama de las otras definicioncs, Tes del gedgealo, del socidlogo, del etnggrafo, del historiador de ta cul- tura, del zoélogo, del botinico, del melcorSiogo, del Estado Me- yor, ete, Al margen de estos campos dieiplinarios mis @ menos eertados, subsisiea ademés Jas significativas aproximaciones del lengueje cotiiano, en las qua la palabra territorio puede ser ona alegoria de Ia unidad de Ta nacion o del Fstado, 0 bien puede desig: far la extensién de las tiers egcicolas, © acorns pensar en # paisnje que asociamos al tiempo Ubre. Dedivar el mismo interés 2 une clase de fendmenos més gout {ales —la transformacién del terrefio en tervitorio, en clerta me ida, podria. permitirnos eliminar un problema nacido de ia ex fransién orbuna del siglo XIN y coavertilo en clisioo « partic del Sdvenimiento de Ia clviliacién industrial; el antagonismno campo: siudad, Eliminarlo ddndale,otro nombre, pero uo resolverlo, porque Zsa oposicién es tan false como la que plantea que una isla es alge linitado:y rodeado por el agua: pensemicnto propio de hombres de tiera adentro, que lor peseadores encuentran absurdo, ya que 4u incesante ir y venir de Ja Uerre al mar utiliza ef umbral de fos Slementas para eredr, a pact de dos dominios aparentemente in- comparbles, una unided uecesoria ‘El entagonismo entre campo y chidad, que parailze durante tai vo tiempo al tevitorio, es, sobre todo. una_nocién urbana. Este EL TERRITORIO COMO PALIMPSESTO nteosismo, como el anterior, se presenta con Ja claridad de una figura inscrita sobre un fondo. Después de haber sido utilizado para fundarsenter un juicio tnoral, este antagonismo sstableci6 un orden politico, y expresd una falacia econéwica, Desde Virgilio, y aua antes, yo en Ia Biblis, el ‘campo como refugio se extiende frente a la ciudad corupta. Los ‘humanistas, y después los roménticos, ullizaron también este recur so retérico. (Los iltimos con mayor raza que los primeres, porque asistecon al nécimiento de las aglomeracéones.) La misma persis- teacia de ese lugar comin, por otra parte, podria interpretarse como un signo de que la humsnidad, mientras soportaba el tana de la industralizaciSo, no se habia repuesto todavia del de La urba- nizaci6n, Hasta ances de Ie revoluciGn francesa, Je cluded domi- naba ‘al cempo porque coaecatraba todos los poderes y dictaba las eyes: con cualquier tipo de gobierno, la ciudad impone siempre su voluntad —salvo excepciones— a la provincia que Ie nutre, Después de la revolucidn, Ie sujecién continta, pero cambla de na- furaleza: 1a ciudad rece, palplts, tnveuta, dessvalla, realize, ple nifica, transforma, produce, intercambia, resplandece y se extionds ‘—nieotras que los rizaos del campo, com sus costumbres y sus mé- todos, persisten en Ie aparente permenencia de Ja largs duracién; sunque no por mucho Hempo, sin embargo, ya que esta duracién terminaré muy pronto: Ie dinémice de las empresas urbanas ter rina por contaminarla, y el cistanciemiento entre las dos mentali- dades se reduce. I espacio rural en cl siglo xtx puede deiinisse como “et lugar donde s= llevan a cabo lat decisiones tomedas en ol interior del espscio urbmno” (Franco Farinelli) Los campesinos nunca se habian teconocido en la: imagen del campo coaio una Arcadia, Sin embargo, paradéjicamente, ellos también eo habian hecho una representacién casi idfntiee de lo urbano, e igualmente Fcticis, porque concebiaa a In ciudad coma tun lugar de ocio: perpetuo. Y como nadie tos escuchaba, no logra bea explicar en qué consistia su propia condicién, y por consi: guiente, el hombre de la calle segaia viendo el campo como a Verde soledad —pot Ia que suspiraba. Ahora bien, sl le oposicién entze lo rural y lo urbeno 2stf hey en comino de superarse, no es tanto por el. nuevo concepto territorial ~—éate no influye més que cn segundo término—, sino en virud de Ta extersifn de Jo urbano al conjunto del teritosio. No es solamente que Ia cantidad de regivucs com una alte con centracién de habilentes haya aumentado desmaesuradamente der puts deta segunda guerra mundial, sino que incluso ies mentali- ddades ajenas a fa ciudad —al meas ea lo gue respecta a Europs Occidental estén sufriendo una metamorfosis decisiva, ya const ‘matin en los Estados Unidos. Este fensmeno se produjo por In difu- ingot ban kata lr medion toe $e Commies om ms rapider que la locémotora en el siglo pesado, la radio, y sobre todo la televisign, han logrado todificar as conductas, estable- ciendo una especie de homogeneizacién de las formas de vida a tea vés de fa imposicién de reflejos culturales, Vista desde este enfoque antropol6gico, 12 oposicién campoiu- dad desaparece, porque la ciudad ha vencido. Por consiguiente, el especio urbabo no es tanto aquel en que las construcciones se suceden apretedaments, unas @ otras, sino aquel en donde los habi- frantes faa adqulrido ‘una mentalidad urbana, Esta ideoificacién ‘del textitorio con Ia ciuded ya kabia sido descrita en el siglo de lauestea era por et posta galo Rulilius Numationus, quien dijo de Roma: urbem jecisti quod prius orbis erat (de Jo que waa vez fue ‘el mundo, tt has hecho una cicad). El ideal de Tn. siudedan‘a ‘universal se sustituy® por una eseala de valores besada en ef at ltarismo y la inconsciencia ideol6gica, cuyas consecuencias a largo plazo no dejan de ser inguictantes, Aunque podames lamentar Ia conquista del teritorio por fa ciudad apoyndonos en los argumentos més razonables, aunque reflexioneines sobre los puntos de vista de los que todavia se 070- nen a ellos ¥ Jes demostremos su error, no povriamos negar esta tenencia ni la influencia creciente de sus efecios. Algunos ya. hae bbian pecvisto que esto suceder‘a, En una carta de 1763, Rousseau scribe que “Suiza enters es como wna gran ciudad dividlda on trece stcciones, en donde unos estén en los velles, otras en Tos bos: ‘ques, ¥ otros en las montafas (...). Hay secciones mis 0 menos rPobladas, pero todas lo estén cn cantidad suficiente para hacer notar que seguimos estando en una ciudad (...), Dejamos de pen sar que recorremos un desierio cusndo encontramos campanarios entre los abetos, rebafios sobre los peflascos, manufacturas en los precipicios, talfetes sobre los torrenies”. En una época en que lee Viajetos, después de leer el pocma de Haller sobre Los Alpes, des- cubsian en este pais al prototipo de la campifia edénice, este pasaje “le Rousseau: y su correspondiente en las Mediteciones de um pre seante solitario adquicrea un carscter visionario. Lo que diez sigles atris podia verse como una extapolaciéa. ‘poética, st ha convertido actualmente en realidad. La onstruseidn de redes de carrtoras, Ia do nuevas lnfraestuctures fecroviatias y aéreas, el acondicionamiento sistemético de as toctas més favora bles al turismo veraniego, asf como el de las regiones montafloses inspropias para ia agrcultuea y ta vivienda, pare recibir al turismo invernal, son Iss buellus mie visibles de una actividad esenrial- mente urbana, cuya finalidad es fa de pouer los continentes @ le isposieléa dal hombre que habita en las ciudades. Por ota parte, seria safieiente que um porccntaje infimo de la poblaciéin se dedi- care a culkivar plantas comestibles, para alimentar a todos Sos: habi- tantes de la tierra. En estes condiciones, no cabs duda que.¢l ter torio, por més vaga que pueda ser rivagd asia fos Tincobes ais cscondlios de tants Fes: Preret s opiones ban sido sometidas poco a poco & wn cone) eee ate, Hania as cadenas montafosas més clevadas, que is Est Vita sonsidersba como uaa especie de infiema terestre, fueron wiscit sodas y trensformadas en productivas gracias a Tos equips caeeales. En algunas zoaas de Los Alpes, todos los itinerssios inten tan bien sefaledos quo es imposible perderse, 10 que comity ‘oie e denvanceee la dimensin fantisticn de estos domioies ant quameace temibles. “Coma fo demuestra 1a enumeracién de las diversas operaciones aplleadas al teritario, no se puede afar que fe sta solomesie aplicedirado de un conjunto de procesos rads o mers coordinados See ET territnfo no conse solo de un cierto nimero de feng cn eGindmieos de tipo geoclieitieo. A partir de que waa poblacién cere (7a cea meainnte ua relaciéa superticial, como 10 cose thao grofunda, como Ta.extracién de minersles) estoblece, con Srna. elaign. que depend del acondicionamiento, incluso 18 flanifcalén, y se poeden obserrar ls efectos reeiprosos 618 oRhexistencla, En ottas polebras, el (eritorio bos lat veces do une eeeMirucei6n, Es uaa especie de artefacte, Por consiguiente, cons tituye también un producto. Mr abjeivos ¥ los medios de este empleo del teraterio, 2 nw ven soporen usa coberenia y ura consinuidad en el grupo socal Jue desde y ejecuta Tot operaciones de exploténs ya ave la pow wren do covieza terest: que Wamamos.territorio et cominmente Gpjeto de ana relacign de apropicidn que no eélo es de nanvrszs ftdem, sino que. pone en joego verades intenclones, tanto mitices ome politica. Esta circunstancia, que imoide definie ua teitorio fontadose en un solo eriterio (par ejemplo, geogréfico, et de las Fanwas “fronterae naturales", 0 éiico, en funcién de le poblaciéa fedidente o mayoritaria 0 domizante), revela que ta nocién de te- wetono po es “objetiva”, Esto n0 sigaifies, de ninguna manera, que sea atbittaria, sino que faeluye um gran mimero de elementos cys onderasiin y cuya historia, ea muchas octsiones, ha determinedo si no es que consagrado— su fusiéa, ‘Deeyaciadamente 12 historia, sobre todo la més, reciente, ba reads tina multitud de terrltuios incompletor cuya devinicién ba Sido tonilictiva porque no respondla a la expectativa de Tos grupos fanicon afectados. Fn una pequeia porcién de los casos particular mnente tégices, aslstimos inchuso a fenémenos de “doble exposicién” Ten el sentido forogrtico, de la palabra): Ix taisma extension geo pifica es seivindiceda por grupos incompatible, que eluboran pro ion cootraditorios, como en ef cso de Tos romance y los ger visualizer el fenitorio reel al que el mapa hoce referencia, sino que incluso puede hacer que aparezea como real algo que mo existe. EI mapa puede seprecentar ua territorio inexistente con ta misma seriedad, {ve uno real, lo que nos indica claramente que no podemos confier Thal Et mapa corte el peligro de dsimular ty que pretends exhib _zoudates gobiernos, preoeupados por 1a eficacis, ereen diigic @ un fis, y no gobieman més, que el roapa? Teta facilidad de deslizarse en la ficcién hace que la geografia, centre todas las disciplinas que creciexon en el siglo xix, sea quizds ta menoe desprovista de ideologia. Profundemente ultra, de oriea” tacién milltarista en ocasiones, produjo trabajos admirables, de tos cuales touy poces son inocentes, ‘Comenzé describiendo, deseosa de txactitud, Macho tiempo después, siguid el Tamado de un fésofo Gque incitaba a sus colepas a ya no solamente interpretar el mundo, fino # transformario, Noci6 una nueva especie de maps, el de_los Planificadorés, que se adelanta a los cambioe preseribiéndotos. “EL Tertotio ya no precede af mape, ni lo determina; ahora es el mopa fl que precede al tertilorio™ (Jean Baudrillard). Este mapa pro- Jeotedo para et futuro se ha vuelto indispensable para controlar Tos Complejos fenémenes de 1a plauificacién a grra excala; ia embargo, tHene el cardeter vertiginoso de los bovetos: al alejacse intencion monte de lo real, se acerca petigrosamente al simulaero que cast gard su yanidad. En este pusto, no podemes éejer de recordar que fl principio del Vibro sagtado de los Occidentales hay ua prevepto ‘que hemas seguido demasiado al pie de le letra: “Someted Ia te- ral”, y no; vivid en simblosis con elle... __ EL mapa es tembléa un fnstrumento. decaiérgion: restituye la ‘irada vertical de los dioses y su ubicuidad. El palsaje, en com bio, se ofrece a la mirada de los hotbres que no purden estar sds que en vn solo lugar al mismo tiempo, y sélo putden conten plerlo horzoatalmente, ex{ como slo pueden tener sobre el mundo ‘una aprecisci6n sucesiva, En la Enciclopedia de Diderot y d'Alem- bert, el puisale no era todavia mis que un género piesSrico; no es sino hesta principios del siglo xox que se convierte en un conjusto de forms geotoct6nieas percibidas en el espacio real. Las razones de teste interés por ta morfologia del teritorio se explican en parte por fa ideologta de ia voluntad, que anima tanto a Fausto y a Marx como al gran burgués Alexandre de Humboldt, Tods una escuela de seguidores de Is Tlustracién se dedicard a analizar el nuevo ob- jeto como una realidad independiente del observador, y como resul- tado transitoria de cierto alimero de fuerzas concurrentes. Conce- bids detde una perspectiva ecol6gica adelantada pare su tiempo, la eografin que se estaba formando veia en cl pais el medio am biente de le historia humana, ‘Teniendo siempre somo, propSsito la dominacién de la natursleza, ests ciencia seguia bajo ia influencia de Ia idea de la armonfa del cosmos, que sobrevive en el sigio x “6 ‘en las descripciones —sintesis donde Ja clencia y ts literatura no 59 Gistingven una de otra. ‘Paro. np_es esta eloboracién Lterdsia del peisaje Lo que uct ipterese, porque ella implica siempre la presencia de un observader inévil, informado, decidido, familiarizada con el mapa. La utiliza~ Gién puramente receptiva del palanje, que no se preocupa de expli- for nada, pertenece a cfro universo. Para quien se limita = percibir fatensomente el paso de fas-estaciones, ls ebifanfas de a luz y Te foria de los colores, iontafias, iberas, érboles y nubes son los Srementos de un mensaje metefisico que hay que descifrar con ree petuosa reverencia, Com si el pulssje, convertido en “estado de Eims"" (Amiel), hublera encarnado los elementos sagrados content foe en fas rligiones exangies después de la Revolucién francese: pes favorecia una relacién individual y e6smica més alld del espe culo, ya que buscaba establecer con “la Naturaleza”” una come tence’ de sijelo a sujeto, Este rechazo a la cosificacién del te- rritorio es justamente Ta_ontiteals de la actitud cartogrifica, ‘Una percencién semejante del prisaje no se reduce a To visible, fal tampoco © fedonista como el pateo por el fardia. con sus so presns preparadas de antersano para la estimulacién de fos sentidos del intelecto: esta percepcidn abarca g todo el ger en una pro- jecsign mépica, que aspire a estar-en “iro lugar" siempre diferido, ‘Que esa actitud sea Incompatible con tna éptica positiva del paisar je que se Interesmyiclamente por Ia extensién de los fenfmenos, #8 fvidente, Lo que no es tan evidente ¢s que ha contribuido de manera ecsiva —por medio de cus poemas exaltados, sus euadras vision fios y sua sonatas programedas— a extender el-gusto por él pi fn esiado natural. Pero este gusto se degrada muy pronto en diver- ecjones que pueden concilisrse oon usa actitud pred: tora hacia el tervtorio. A la contemplacién pinica de los océanos dlesencadenados, al herofsmo de los glaciazes y de las curabres str eden los proczas 4&2 navegacién deportiva y Ix moral del Club flpino, para el que 1h cima se conquista con ef es{uerz0, Después 4e lo sublime, el picnic. ate ecereamiento gimnistico ene, por lo menos, la veotaja de po Timitar la experiencia del terrtorio a Ja mirada superficial que podamos tener de 61, ya qve la-moda del palsaje ha producido la Peetizaiéa de tn corteza terreste, torabién bajo In influencia de fan turismo principalmente inglés. Una gran cantidad de rentistas se dedicaron a visjar. Y no para adguirit una cultura, como sus pro Geceres atltéeratas del Grand Tour, sino para experimenter 8 fwovas sensecionss, Estos nuevos clietantes cssngieron lo-que hey que admixar, y geaeralmente su eléccién, salvo pocas excepciones, coincide com Ta nuestra. Su presencia requiere de hicieles, ferroca” stiles y bareos de vapot, equipo que continta sietdo la estructura bisica de reglones eateras, En esta fese tarda se generaliza una institucidn estéica que permite contemplar el paisaje a un precio reducido: ol miredor. El Iniredor establece uma relacién fija entre un lugar determinado del teritorio y todos los demés lugares que podemos percihir desde 4. El mirador transforma el poisoje en figura, lo inmoviliza eo Jugar comin, lo sovializa haciéndolo banal. En pocas palabras, fo vwelve invisible, ya que Lo que allf comprobamos es que coincide con oti reprodeciGn. Mientras mds lejos legue le mirada y més panordmica sea, satisface més ampliamente la necesidad de domi io, oponiendo irrisoriamente et individuo 2 la masa del planeta. Como es centtifugo, el mirador es lo contratio a ua lugar. Perp es también centripeto, porque el bungués deméerata recibe de él, coma el soberano desde lo alto del trono real, el jomensje de Ia Natura- Jeza reunida ante sus pies, ante Ie cunl se digna mostrats Esta ansia de contemplar ef palsaje real tuvo su correspandem sia con la expansiéa del paisaje pintado, que eulmind con la escue- a impresionista, Esta expansion sustituyd el paisaje patético del romanticismo por un psisaje fenomenolégico, y su éxko propicié tuna edusaciéa visual més refinada.,Eo cambio, fue la¥pintura Ia que influys en el. paisaje, ae ies tenfiguar alge acc ddentes topogréficas ea formas absolutas: el.contomo de la montafé Santa Victoria es actuelmenie na ereecién de Cezanne, transtor- rscién que Hokusai hebfa realizado astes con el Fujiyama, Pero este transformacién también ha vuelto al hombre de Ia ciudad sen- sible 2 fenémenos que anteriormente pasaban inadvertidos, Mlene tuas en otro tiempo se solfa cousiderar a os alzededores campesinos © montafioses como una simple circunstancia, el hombre urbano Ke ‘empezado a sesibiclos de acuerdo a cada época del aio: Jejance, thay préximos 0 desdibujados, de colar y textura canabianies. Los paisajes agrarios que el hombre ha creado en el curso de los siglos, se comsideran actualmente como obras, y en ocasiones son tratados somo tales. Suele suceder también que los conocimientos acumala- dos en tna investigaciéa erudita sufran una extropolaciéa fantés. tice: Violletle-Duc, después de haber descrito la morfologia. del Macizo del Mont-Blanc, legé incluso a reconstruir su estado orig ral antes de la exosién, y « disefar hipotéticas reproducciones de su aspecto, Bruno Taut Hegaria atin mas lejos al proponer esculpi las simas de los Alpes utilizande cristales gigentesecs, proyecto lirica cya alt costo sefialaba, “menos, sin embargo, al de ia guerra”. ‘A pesar de sa diversidad, 1a corriente impresionista, la orgar nizaciéa de los. deportes al aize libre y cl paisaje como espectdculo ‘0 come experiencia expiritual, on, uaa ver més, productos urbane que’ se explican por Iz iadustializacién y Iz saturacitin de las dades, Esas rescciones son casi siempre ngstélgicas 0 cuando menos ambiguas. Uno va a las montafas més altes en busea de tina natu. tleza virgen, perfectamente: mitca. La creaciéa de parques nacio- nales y de reservas naturales es una respuesta técnica a esa isms necesidad, pero cuando significa que el resto del territario puede dividirse on secciones bien determinadas, no resulta més que una sinica coariada. A la utopia de Buckminster Fuller, que propuso ‘cubeir Manhattan con un domo de pléstico para controlar el clima, 4 opone Ta utopfa de los, ecologistas radieales, que suedan con un mundo reconguistado por el bosque primitivo. Las dos utopfas som Iijas dol eiglo xwnz y Henen Jo raizma Fiaalided rotrompectiva, la de reinstlar el paraiso sobre Je Tierra, Esta es tambiéa la ancta de Ja pilblicidad teristica, que nes propone el eterno clima cclesdo de fas regiones arquctipicas, en donde, sin erabargo, él motivo esen- ial del viaje es cuidadosamente evitado: regresar transformado. Vv BE palsaje quo yo mito desaparece si clerro los ojos, y el que ti ves, aunque sea desde ef mismo punto de visia, difiere del que yo percibo, Si identifico ea un mapa estos contornos cuyo contaste 0 armonfa feseinan, si veo las planicies, fas extensiones de tierra y Jes montafias y las manchas que to’ constituyen arménicamente, obtengo sciamente lineas y playse desarticuladas. “EL palsaje, como oldad, exlste solamente en mi conciencia” (Raymond Bloch). No 9 una esctora, surgida de un acto de organizacisn de los expacios 7 tos volimones y presentada como tal; es una reunién szarosa de. Fragmentos topogzéficos vistoa desde un teleecopio, en la que se han abolido las distancies, a In que yo confiero un sentido porque reco- ozco en ells Ja dignidad de un sistema format y a la que considera, fen suma, como una obra. En um painije, Jy que cuenta no es tanto si “objetividad” (lo ‘que hace que sea distinto de wa fantasia) sino el valor alribwido a 1 configuracién, Pate valor es forzosamente cultural, Las proyee- ronee com que To enriquezco, las anslogias que establezeo espan- dneamente sobre él foran parte de mi pereepcién: e por eso que, unquo idéaticos, tu paeaje y el mio no 36 confunden. $i aplicames sie vazonamiento a in historia, se vuelve mucko més clare: frente eigin paseje determinado —la planicie de fa Beauce, el Cervin, io desde Zermatt, Palermo junto al rast—, no cade duda que ‘Toserito, Gregorio VIL, Palledio, Schubert y el cliente de Viajes todo pagedo rectbisén, desde el sismo puoto de vista, palsaes it compares entre.si. Ea cada persons, et campo de pereepcléa y fasta vu orieotacidn misma cerabiarée notablessente. ¥ si incuimos timales en el experimento, esto so bard ein més claro: mi Glertenente, poreibe esa montais y est lego, pero ex insensible a plngje, poes ate e8 vine relscidn que yo instauro (ereyendo reso: focerl) entre los formas naturales, Y aunque me esfuerce en tt fGuirar solamente “formes y colores dspcestes en cierto orden", igo obedeciendo a una consigna cultural expecifica, "La opesieida del mape 7 #1 patie, sin embargo, ya no 86 S08 tiene desde que nosotro: tasbiéa hemos adquiride {a perspective de Ios dioses, Los satéltes tausmiten sin cesar la imagen del ple- hela, fragmento por fragmento, La revolucién teenol6gica, aunque {5 ua fendmeno muy joven en ia historia de la humenidad, nos ha proporcionado ya ovelidades que fos seStogcs atributen sélo a seres Sobrenaturaies, @ ial punto paresian fuera de nuestro aleance, Hoy fn dia, cualquiera puede estar en dos lugares al tisino tiempo. ‘Las religiones tradicionales hucen una distincién entee el tiempo yy el espacio sagrados y el tiempo y el espacio profanos; la sociedad becidental ha perdido la idea de {0 sagrado con excepcién de las taperiencies individusles—, pero, de cualquier manera, podemot imoginer tiempos de natureleza diferente evando visjamos. Nuestro rela] biolégico eesiste la comtreccién eipgclo-temporal impuesta por fos grandes desplazamientos afreos: 1a Seosiilided que desembazca cn otra pare sente Ia distencia como mégica. Mis modestemente, fas carreteras ofsecen ia oportunidad de una experiencin semejante, sobre todo las que etravicsaa los grandes maclzos montaiosod. El presente que reiaa dentro del vehfculo se transporta lugares muy Uejades, situedos en un nivel euys estala no tiene nada en comtn ton la de las regiones que s2-atraviesan, Por ua ledo, estd la vida (cea, regida por las divisiones de los ulus aiustes, afermada a eusstes agotadoras y que 4 menudo no Gomina mis que téenicas ercelcas de aprovechamiento de tas tie wras, de céleulo y de conjuro: la vida local transcurre con el rtrao de una caminats, Por otro, esté cl destrraigo paulating que trans forma esas laderas endurecidas, esos rfos y esos bosques en una especie de fantasma grotesco. La pessds poltica intervercionista crea un teritorio dividido en ettratos, no s6lo por le superposiciSn tmaterial de los. niveles, sino mediante los diferentes sistemas de relaciones que establece. Una yuxtaposicién semejante, que deter ‘ming Ta existencia de dos vealidades sin contacto optre.si, se acen- bia ain més por lat escasas salidas en las carretoras y las pocas freaa de deseanso, Puede objetarse que en el tren se produce cl 0 fendmeno, pero esto no es verdad, porque los mismos rieles slrven tanto para el tréfico local como para los comyoyes interna- clonales, y esto hace que las diferencias desoparezcan, La avioncta y sobre todo el kelicSptero proporcionan una rel cidn com al terttorio més diving que el euton6vil. Esta relacién, que no podemas zepresentarnos por completo, susiltuye al mapa, a Je magueta y a la itmedistcz del terreno, y logra um resultado supe- ior al de los cartégrafoa de quehsble Borges —cuyo maps, como tenia {a misma escala del terior, lo cubsfa por completo. £1 helic bptero modifica constantemento esa escala y transforma asi el esta tuto de su csuario: vencidas todas las dificultades, he agus a Ia Feébula hecha realidad. La liberted de movimientos usida a la rapi- dex posee, ademés, un caréoter alucinatorio tal que podriamos peo sar que, para muchos de nuestros contemporéneos, se trata verde dderamente de Ia libertad misma, porque la representa. Los trayecios del heliedptero, que no requicren de itinerarios yacientemente construidos sobze In tierra, sa forma de despeger do tn sito o de aterzizar en ua paraje, hacen del helicéptero la mis descavuelta de nuesteas herramientes de endlisis; sin embargo, respecte a ia cazzota tireda por bueyes y a [a balsa, el sutomévil ro se queda atrfs. Tenemos que comprender que todos esios nuevos instrumentos tejen um terrtorio inédito donde lo real y lo i Ho se verifican secfprocamente, se terrtorio ya no consta sola tiente de extensiones y de obstéculos, sino de flujos, de ejes, de sade. Hasta poco antes de Ton setentas, esta ideologia del sioviaiente y del cambio dominaba la teatalidad de Jos planificadores. ‘Todo transcurrfa entonces como si el territorio no tuviera ninguna per manencia, Mucha gente protesté, y se empez6 a dudar del creci- rieato, porque el despilfarro de recursos conduce a la catéstrofe. Paralelamente, Yas investigeciones histGricas sobre les atentamfentos fbumancs se interesaron en nuevos temas, Les ciudades, hasta en- fonces estudiadas de acuerdo a Ins etapas de su formacién y # Jos esquersas de su desarcolio, fueroa cbjeio de un anélisis mucho més detallado, Investigadores con conocimientos de arquitectura sertedicaron at ambicioso proyecto de analigst Ja compleje relacién que une a lo parcslario con el tipo de viviendas que se han cons iruido sobre 41, y la relaci6n quo estos dos elementos sostiouen con el sistema adasinistrative, asi como las Jeyes de su transfoxsa- ida mutua.. Las nuevas investigaciones de microandlisis impulsazon «ests historiadores formados sobre la marcha @ examinar los aw os eatastios y a volver a emprender el estudio de regiones ente- tas con nuevos bsfos. El peciente desciframiento de las relaciones contre fos caminos, el teritorio y su sustrato geoldgico es otto aspec- to que tembiéa se considers, asf como los antigues proyectos no realizados, De todo esto surgié une lectura def territorio con uaa crientacién totalmente distinta, que pretende deatificar las_huellas aque subsisten todavia de procesos teritoriles dcsaparecidas, como Ja formaciSn de sutlos, aluviles tobre todo, sobre los que te fje- ron lor establecilentos humanes. ‘Algunas planificadores empiezan shora a investigar también esas hhuelias para basar en ellas sus intervenciones. Después de dos six alos en que le admsistraci¢a del texsitorio no eonoci6 otro mtodo que el de Te talusla zag, se ha esbozedo, sin embergo, una concep cidn del. ccondicionamieato que ya no considera al ‘paisaje como 4an campo de operaciones casi abstracto, sino como el resultado de unis estratificacién muy large y mey Ienta, que es necesurfo conocer para tratar de modifear. De esta manera, el tervitorio ha recobrado su dimensiGn més amplig, aunque sea retrospectivamente, Esta nueva mealaidad Je restituye una densidad que esteba olvideds. Zn una segiSn, pueden vyereo todavia las buellas do una estistrofe geolgica que modelé durablemente aun valle w originé capas acuiferss. Ea otra, Ia ar- quitectura aérea detecta paisajes enterrados que revelan tn us diferonte de in tierra, Mas sll4, ain podemos encontzar fregmentos de un sistema de carainos del que s6lo podemos colcular su em plitud y funcionaralesto, Hay acontecimientos trauméticos que, al- guns generaciones més tazde, se contemplan de manera positiva ‘una presa, combatids violentamente coma un cuerpo extraio en el momento de su creacién, es defendida como algo propio e indis- pensable por los descendien Une observaciin tan culdedosa de Ins hucllas J transformecicr - nes del teritorio no quiere decix_que se profese una.sctinad fet ‘chista bacia ella, No ec trate de ponerlus en un pedestal para com ferirles una dignidad que no viewe al caso, sino de wtilizalas sole mente como elementos, como puntos de apoyo, como aceatos, coma estimilos pate nuestra propia planificaciéa, Un “Inger” no cs an Galo, sian el resultado de ona acamulacién de clementos, Ea tus regiones en que el hombre se ha instalado desde hace muches gene- tacidnes, desde hace milenios con mayor razén, todos los ac del terreno tienen wn significedo, Comptonderios es darse In opor- hunided de transformaslos de una manera més inteligente. Pero el concepto arquedlégico de estratificaciéa no nos propor ciona todavia 1a metifora ms apropiads pare deseribir este fené- meno de acumutacién. La mayor parte “de los estratos geotégicos son, simulténeemente, muy delgadcs y con muchas fallas, Ademés, to sélo agiegames capas al tervtorio: también las borramos. In cfuso algunos esirstos han sido suprimidos voluntariamente. Des puts de la dannatio memorize de.Nerén, el amurallado romano de Orange fie tan bien suprimido en provecho de otro, que tenia un ently diftieuic, que 00 quedé nada de 6. Otros sapao do \estigios fucroa desgestadas por el uso. Fs posible que sélo se hayan conservado los acondicionamientos mds recientes. El tenitorio, Ueno de hueilas y de lecturas forzadas, se parece més bien a un palimpsesto, Para poner en funclonamiento nuevos snipes, pare explotar més raclonaluente cietos terreacs, riuehas veces e9 indispensable modificar su sustanbia de manera iegver ble. Pero el tairitorio no es un envase perdido ni un objeto de consumo que puede reemplazarse. Cada tertitorio es tnico, de abi Ja necesidad de “reciclar”, de raspar una vez més (con ef mayor cuidado posible) ef viejo texto qué los hombres tan inscrito sobre la irreemplazable tateria de los suelos para deposttar wae auevo, que tesponda a las necesidades actuales antes de ser, a su ver derogado, Algunas regiones, que han side tratadas impropia y br talmente, presentan huzcos, como ua pergamizo demasiado bore dor en el lenguaje del tertorio, esos huecos ee Haman destertos. Con estas consideraciones volvemos a nuestro punto de partide. De acuerdo al enfoque que hemos expuesto, e8 evidente que la base. de lz plavificacién ya no puede ser la ciuded, sino ete fondo terci- tocinl ahve éata debe subardinarse, Tambifa es evidente subzeyar ‘que 1é planificacién ya no debe tomar en cuenta tnicamente las cantidades, y que, al integrar la forme del tersitorio. a su. proyecto, esto debe adquinit una dimensida mAs ample, Mapa o contemplacién direc del paisaje, meditaciéa lasimera o andisis con un fia préctica, la relaciéa con este objeixaua Sequirésleado slempre, in embargo, parcial ¢ intemitente, es deci, sbieria, El territorio se extiende més alld, siempre diferente a lo ‘que sabemos de 61, a fo que vemos de 6, a Jo que queremos del. Su doble mauifestacién de medio ambiente determinado por el hom bre y de objeto de wae relacién psiguica privilogiada, aos hace pensar que Is "Natarateaa”, considerads siiapre en Oocidente como Goa furrea exterior e independiente, deberia més blen detinrse feomo el eatipo de nuetra imagiaaciSa. Fsto no quiere decin que hayamnos logredo domizarlay sino simplemente que, en cada civil zacién, fa natraleza es fo que la cultura designa como tel. Queda sobreentendido que esta definicién se aplica también a te natura lesa bumane. ANé Conoz Eeole Polytechsique Pédérate, Ziiedd

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