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Coleccion CIENCIAS SOCIALES NOVEDADES Reconstruyendo lo social Précticas v experiencias de investigacién desde el Trabajo Social Nora Aquin (coordinador) Salud y planificacién social. (Paliticas en contra de la enfermeded 0 politicas para la salud? Victor Mario Estrada Ospina La profesionalizacién en Trabajo Social. Rupturas y cominuidades, de la Reconcepuualizacién ‘ala consiruccién de proyectos ético-politcs Fore debate, Margaita Rozas Pagaza (coordinadora) La formacién profesional y la itervencién profesional. Hacia la consiruceién de proyectos éico-politicos en Trabajo Social Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social. UNLP Acerca de la democracia y los derechos sociales Nilsa M. Burgos Ortiz (coordinadora) Las profesiones modernas: dilemas del conocimiento y del poder. Un andlisis para y desde el Trabajo Social Cecilia Aguayo Familia y geriitricos. La relatividad del abandono ‘Maria Cristina de los Reyes Hilos y mudos. La formacién, la intervencién y lo politico en el Trabajo Social Susana Cazzaniga Historia del Trabajo Social en Angentina (Sta. edicién) Norberto Alayén Abuso sexual, victimologia y sociedad ‘Amelia Dell"Anno Silvia Ercilia Galdn (compiladoras) Condiciones de trabajo de las trabajadores sociales Fiorella Cademartori Julia Campos * Tamara Seiffer La adiecién a las drogas. ‘Su recuperacién en comunidad terapéutica Estela Monica Cuatrocchi La nueva pobreza en ef dmbito hespitalario Gabriela Andrea Cesilini » Maria Eugenia Guerin Patricia del Lujin Novoa Redes conunitarias ‘Afluencias tedrico-metodolégicas y erénicas de intervenciéin profesional Rodolfo Alberto Nii. Redes Comunitarias Afluencias tedrico-metodolégicas y cronicas de intervencién profesional Rodolfo Alberto Nuiiez user Ast Capitulo 1 Del rol estatico a la posicion dinamica en las practicas del Trabajo Social Tradicionalmente, los profesionales —incluidos los traba- jadores sociales— intervienen en el espacio social ya sea pa- ra implementar programas o proyectos generados por las po- liticas piblicas o para desarrollar sus trabajos y acciones institucionales. Generalmente esta intervencién, sin excep- cién de personas 0 diferencias teéricas, se realiza desde el supuesto de que las poblaciones con las que se trabaja son el objeto de intervencién. Asi, desde el paradigma clasico de las diferentes discipli- nas de las ciencias sociales, la intervencién se planifica a par- tir de un diagnéstico estatico, externo y aéreo que muestra so- lo la dimensién enferma o carente de una poblacién y alimen- ta la ilusién de que el saber cientifico y académico es la Gni- ca posibilidad de resolver estos problemas. Desde la perspectiva de las redes sociales, la intervencion en el espacio social es concebida de manera diferente, En principio, y siguiendo a Bourdieu (1980), se conside- ra que el.espacio social est conformado por diferentesicam- pos socialesique se presentan como sistemas de posiciones y fe relaciones/ entre estas/posiciones: Estas posiciones son relativas e implican la puesta en marcha de un pensamiento 16 Redes Comunttarias relacional. En este sentido, aparece claro que un primer princi. pio de estructuracién de practicas sociales esta constituido por 'a posici6n ocupada en el campo. Puede decirse, entonces, que ‘a toma de posicién depende de la posicién que se ocupa y que los puntos de vista son vistas tomadas a partir de un punto, Esta consideracién es importante, ya que plantea dos as Pectos fundamentales de la perspectiva desde las redes socia- les. Por un lado, al concebir el espacio social como un entra- mado de relaciones que conforman diversos y heterogéneos sis- temas dindmicos y no como algo estatico y cuadriculado desde afuera, “existe la posibilidad de generar acciones que permitan Mantener, ampliar o crear alternativas deseables para los miembros de los colectivos sociales participantes y, ademas, cuanto mas se abran esas altemativas, mas verdn los miembros de esas organizaciones sociales que la experiencia de una inter- vencién contribuye a la construccién solidaria de su ‘red’ y mas se verdn a si mismos como participantes reflexivos y no como 1 ‘objeto social’ de una ‘masa humana", Desde la perspectiva de las redes sociales, un diagndstico es un plan de acci6n sobre la problematica por resolver y que obvia- ‘mente ya incluye el estudio de la situacién social que la contiene. Por otro lado; el tema de concebir el espacio social como un sistema de posiciones relativas y dindmicas y no de indi- viduos ubicados jerarquicamente en una estructura social es- tatica, permite cuestionar “la posicién” hegeménica tradicio- nal del profesional, en el proceso de la intervencién. En este sentido, la perspectiva desde las redes sociales incluye el con- cepto desarrollado por la cibernética de segundo orden y apli- cado a las ciencias sociales por el filésofo aleman H. Von Foerster de lo que se ha denominado “sistemas observante: 2. Backan, Motel. “Redes: Una mela paral pricica de tvenctn so ‘al, en: Dabas-Najmanovich. Redes el leuaje des vincules. Pavlos, 1995, 16 ‘el rol esttico a la posicin dindmica en fs prcticas det Tabalo Sociah io de “sistemas odservados” Pro én de puesto por et paradigm raconal-cartesiano, La nocién de Sistemas observantes|permite pensar en fa interaccién ene el que supuestamente “observe ye! que supuestamente ite la generacion de pi “observado”, 10 que permite tat desde puntos de vista alternativos que permiten resoluc riginales de problemas. omratos dos aspects de la infervenci6n desde la papa de las redes sociales nos permiten plantear lo siguiente: en contraposicién al concept + Toda intervencién en un sistema social pasa a Gael parte de una historia que ya est en curso, que va ex pez6, que no comienza cuando nosotros Negamos 2 in. tervenir, No es nuestra intervencién en el sistema la q a al sistema. , tstan Jo antedicho las palabras de W. Barnett Peacst al plantear que “el mundo social consste en actvieg des, Nacemos y nos incluimos en pautas de ieee social semejantes a juegos que nosotros no hemes ink ciado. Los escuchamos, comenzamos a sentimas pode, tosamente involuerados, aprovechamos la oportunidag de participa, y al fn partimos, pero las conversarions siguen. Creo que esa es la sustancia Ce aay Ninguno de os miembros del sistema, yl operador 3 0 imierbvo participant de l es dueto del sistema, aunaue los posilonamientosjeéruicos as parescan algunos momentos de fas prtias soci a : ne no es un Ser ) te tnseactn bjtvas. Lama conicion se apica 2 metaforas comunicacionales", en dam cultura y subjetividad. ZBompet aac, "Noes motels y mar Boe Santnan (Comp), Mueos paras, Pats, 8. AS, 1999, Redes Comunitarias todos los participantes del sistema, aunque las jerarqulas diversas generadas en el curso de la organizacién formal del mismo puedan terminar acallando esa condicién ética esencial de todo participante: el ser poseedor de una voz singular, Gnica, irreemplazable. * La historia es una multiplicidad de voces en el presente. El profesional que desconoce esa historia, que se aliena en la creencia de que &! esté fundando el sistema, de que é! pue- de controlarlo desde una posicién jerérquica, acta como tec- nécrata ciego de interases que é! mismo puede descananer. El peligro, de/hiperorganizaé, de trazar bordes demasiado firmes, de quitar la ambigiiedad creativa que suele estar én las raices informales de toda red social esta siempre abierto como una de las posibles tentaciones para el ope- rador social, La tentacién opuesta se encuentra en el he- cho de pecar por defecto, confidndose en un/éspontanets- mo|que puede ser caético. *\Dada la complejidad dé tas précticas sociales humanas, es necesario implementar estructuras que permitan una evaluaci6n permanente y la movilizacion de recursos ne- cesarios para regular y corregir las précticas alli donde y cuando sea necesario. (C+ Pensando mas especificamente en ef “rol” del trabajador so- cial, se parte de la creencia de un mejor desempefio de los ‘equipos interdisciplinarios que de las intervenciones realiza- das por profesionales aislados, ya que junto con la perspec- tiva de los demas agentes, incluidos los que demandan de! ejercicio profesional, posibilitan co-operar en abordajes mas integrales de la cuestin social‘, asi como también una ma- yor contribucién al fortalecimiento de la sociedad civil “Castel, Robert. Les métamorphoses de fa question sociale, Une chronique ddr Salariat. Ediciones Fayard, Francia, Mayo 1995. Pag. 20, 18 Del ol esttico a a posicin dindmica en as précticas del Trabajo Social Lo propuesto anteriormente no significa en absoluto la creencia de que todos los saberes, conocimientos y habili- dades son iguales en el sentido !lano del término, sino que justamente su diversidad, junto con el respeto.hacia los de- més y un compromiso para desarrollar la accién, enrique- cen y favorecen las practicas sociales y la produccién de subjetividad de los actores. Es decir que la nocion de “rol” desde la perspectiva de las redes sociales no existe como construccién a priori a ta inter- vencién. Es en dicho proceso que vamos construyendo posicio- namientos que no son ni rigidos ni puros, sino que son flexibles y con matices diferentes de acuerdo a la demanda en el mo- ‘mento y lugar determinado por la problemética en juego. Por lo tanto, el aporte especifico de capital profesional que se puede realizar, depende de las relaciones del campo en funci6n del andlisis que los agentes —incluido el trabajador social— hacen de la demanda y la emergencia de la proble- matica. No hay un aporte especifico del Trabajo Social a par- tir de “un recorte del objeto de estudio”, sino que hay una construccién colectiva y consensuada sobre qué problemas priorizar, cémo abordarlos y con quiénes hacerlo, a partir de los aportes (como multiplicidad de saberes, incluidos los pro- fesionales y 10s experienciales) de los distintos actores socia~ les (posiciones objetivas de intereses y poderes). El Trabajo Social en las précticas de intervencién en re- des sociales, mas que cumplir un papel o rol predetermina- do, ocupa una posici6n determinada por sus intereses (pro- fesionales, institucionales, personales, etc.) en hacerse car- go de la demanda en funcién de las relaciones que se pre- vyean que se pueden dar, més o menos favorables, y de las que se puedan ir construyendo en el proceso de la interven- cin, Esta afirmacién nos permite volver a Bourdieu (1980) para sostener que “la toma de una posicién depende de la posicién que se ocupa y que los puntos de vista son vistas 19 —_—_— Aedes Comunitaias tomadas a partir de un punto". En cuanto a lo primeramente afirmado, el autor plantea que “quien esta inmerso en el jue- go se ajusta a lo que prevé, a lo que anticipa, toma decisiones en funcién de las probabilidades objetivas que aprecia global e instantaneamente, y lo hace en urgencia de la practica”. La nocién de practica se define en términos de estrategias, como desarrollo activo de lineas objetivamente orientadas que obedecen a regularidades y forman configuraciones coherentes y socialmente inteligibles. Es a partir del andlisis de los condicionamientos objetivos del campo y del analisis de la demanda que el trabajador so- cial debe construir jestrategias relacionales de accidn/ Estas si pueden ser educativas, preventivas, promocionales, asis- tenciales sin que impliquen la cristalizacién en un rol espe- cifico y predeterminado, El estudio de las practicas de intervencién en redes socia- les nos da cuenta de actores sociales que accionan en un es- Pacio social en el cual entablan relaciones desde las posicio- nes que ocupan. Dichas posiciones son relativas e implican la puesta en marcha de un pensamiento relacional. Este pen- samiento nos coloca ante el problema de percepcién y de ac- cién de las practicas por parte de! operador. Al respecto Ro- driguez Nebot® plantea que “lo importante es ver que cuando uno trabaja en el campo de la conexién se parte de pautas Culturales 0 de pautas de conocimiento. Es decir la conexién de grupos prefigurados socialmente; pero hay oli tipo de co- heexiones que las podemos llamar cuasi-delirantes (poten- ciando las anteriores); nuestras estructuras mentales van por caminos prefijados por nuestras pautas culturales y nuestra socializacién, por lo cual nuestros mecanismos mentales van 5. Rocriguez Nebot, Joaquin. Seminario Internacional. “Del encago ala mpi cacién". Bs, As, Nov. 1995, Fundared. eee 20 Del rol estiico ate poscibn dindmica en las prcticas del Taba Social por caminos balizados que nos indican qué tenemos que ha er y qué no, entonces nuestro pensamiento adopta una for- macién cuadricular. Al trabajar en el mbito de lo social nos encontramos con problemas frente a los cuales no sabemos qué hacer. Lo primero que nos surge es cuadricular la situa- ci6n, es decir, llevar el problema por los parametros prefija- dos, y asignarle una nominacién especifica y excluyente. Ha: cemos un diagnéstico encerrando en nuestro pensamiento la situacién. La diferencia de enfocar para observar la interac- tividad, es que libera el pensamiento al establecer conexio- nes del orden de to absurdo”. ara el autor lo absurdo es, por ejemplo, la injusticia y la violencia en la que estamos viviendo. Si uno piensa racional- mente este planeta, tendria que ser “barbaro”, sin embargo es totalmente absurdo. Lo que debemos pensar es que vivi- mos en una sociedad absurda que nos somete a niveles de agresién, de violencia, de dominacién, de hegemonia y que por [0 tanto lo que produce esta estructura es bastante ab- surdo; entonces nuestro interés es ver qué l6gica absurda es: 14 funcionando, y la mejor manera es que nosotros seamos absurdos en nuestra cabeza, no en nuestra accion de traba- jar, si en el nivel de lo impensado. ‘Los colectivos sociales a veces producen soluciones nove: dosas ante problemas 0 circunstancias apremiantes; desde a educacién popular de Paulo Freire hasta Pichon-Riviere siempre se ha dicho que es interesante ver la capacidad creativa que tienen estos colectivos de producir resoluciones de problematicas que son a veces del orden de lo impensa- do, 0 sea} que provocan una situacién de sorpresa porque en determinado momento se produce una situacion de construc- cién de una solucién para llevarla adelante. Esto quiere decir que en et Trabajo Social el profesional tie- ne dos lugares que ocupar, o acompafiar y formar parte de... 6 formalizamos los espacios y los encuadramos utilizando técnica, 21 Redes Comunitarias los encuadramos rigidamente 0 acompafiamos para potenciar la construccién de un proceso de simbolizacién. Esto contribuye al dlisefio de la cartografia de la red de relaciones y su funcién, con relacién a los intereses y necesidades del colectivo. Poder co-construir el mapa de lo social es la posibilidad de encontrar el aspecto Itidico del trabajo. Esto permitira un nivel de conexién con tas personas que posibilita vincularse con el “otro”; entonces el operador no es una institucién o un representante sino que pasa a formar parte de la red. Es- ta se sostiene porque hay algo del orden de lo personal in- transferible desde lo institucional. Entonces hay un contac- to especifico y personal que dice y que pone en juego una condicién deseante, una condicién de deseo de hacer algo con otro, pero no hacer cualquier cosa sino algo del orden de una propuesta compartida El trabajador social es un agente mas en el juego de la in- tervencién; por lo tanto no podemos seguir concibiendo roles predeterminados para la profesién, ya que su accionar no de- be depender de la aplicacién de un arsenal de instrumentos que cada rol predetermine o traiga implicito. La practica social nos demuestra, entre otras cosas, que la demanda de intervencién no es univoca sino que, por el contra- rio, se nos presenta como un entramado confuso y difuso de “problemas” de diferente indole. La cristalizaci6n de las practicas desde unos roles predeter. minados hace de ellas acciones muy rigidas que terminan abor- dando solamente y en e! mejor de los casos la dimensién del problema para el cual el rol esté preparado. Es esclarecedor de la parcialidad de las practicas desde un rol predeterminado, el postulado de Rodriguez Nebot®, que 66 Rockiguez Nebo, Joaquin, “El que espera en el umbral Problems en iainterven- como elemento dominant dele att, 7. Flores L, Fernando: Chile, 1994 8. Rociguez Neira, Teilo. “Modelos de ensenianza desarllados sabre a imp 7 3 ianza desarrollados sabre a impeon '2 deo Social y el predomini de la comunidad’, en: Aula Abserta N° 63, 1904 Creando organizaciones para el futuro. Ed. Dolmen. 24 al rol esttico aa poscin dndmica en las prcticas de Trabajo Socal ‘algo que sélo en Occidente ha sido conocido. Pero ningun pais ni ninguna época se ha visto tan inexorablemente con- denado como el Occidente a encasillar toda nuestra existen cia, todos los supuestos basicos de orden politico, econémi- coy técnico de nuestra vida en los estrechos moldes de una organizacién de funcionarios especializados, de los funcio. narios estatales, técnicos, comerciales y especialmente jur dicos, como titulares de las funciones mas importantes de la vida social’ (Weber, 1985: 7-8)". Sefala Rodriguez Neira que “En el seno de esta cultura, la ensefianza est regulada por el predominio de una racionali- dad cientifica, una racionalidad formal, que preside la estruc- tura psiquica de los sujetos lo mismo que los sistemas com pletos de la produccién. El problema no consiste Gnicamente en que aparezca una estructura de dominacién u otra, sino en que la dominacién lleva consigo una forma de racionalidad, de ordenamiento de la vida en general que sefiala a los in- dividuos el camino que deben seguir, las cualidades que es- 4 permitido desarrollar y las que se ven obligados a inhibir, las destrezas que es necesario alcanzar y las modalidades de actividad que pueden ejercer. Ninguna escuela puede esca- par a este control, porque la escuela es un instrumento ne- cesario de todo el proceso, es el aparato interno de la propia organizacién social. Weber, a la vez que describe con toda precisién el implacable ascenso de la burocratizacién y criti ‘ca el rudo imperio de la razén formal, deja abierto el camino para algunos de los planteamientos mas criticos de la actua- lidad. Es cierto que reclama para el individuo el derecho a ser €l juez ultimo de sus decisiones, que reivindica para el cientifi- co y el profesor la neutralidad axiol6gica, a independencia del pensamiento y de la ensefianza, pero toda su obra es un anali- sis de los factores que constrifien el pensamiento y promueven la actividad. El resultado es que el ideal de la enseftanza y de la raz6n estan situados en una nueva posicién dialéctica. La razén 6 ‘Redes Comunitarias progresa a medida que supera y transciende las obras que ella misma produce. En consecuencia, el conocimiento de los limites y situaciones en que se encuentra es una condicién del propio desarrollo, al tiempo que es una justificacién de sus practicas y operaciones”, Hasta hoy siguen vigentes, como propiedad del quehacer profesional, los “moldes", al estilo weberiano, denominados: asistencial, de gestién, de promocién y educativo. Debe quedar claro en este desarrollo que no niego las ac- lanes asistenciales, promocionales, gestivas y educativas co- mo basicas del Trabajo Social; por el contrario, las reivindico, pero como estrategias de intervencién en funcién del produc- to social construido por las relaciones de los agentes. Esto no me impide descreer del logro de un abordaje integral desde “roles” predeterminados por los que nos precedieron en la his- toria del Trabajo Social Lo hasta aqui planteado me permite avanzar en la si- guiente hipétesis: los roles que el colectivo profesional pre- determiné histéricamente para el Trabajo Social determi- ‘nan, atin hoy, que las précticas llevadas a cabo se plasmen en acciones estéticas, rigidas y parciales; lo que no permi: te el logro de un abordaje que contemple la dinémica, com- plejidad e integridad de la cuestién social, abordando s6lo la n para la que dichos roles fueron creados. Paradigmas tradicionales del rol en las ciencias sociales El papel del asistente social “Una investigaci6n del rol nos da las regularidades 0 fre- cuencias con que aparecen los atributos constitutivos del rol. Este es independiente de la persona que lo asume. (Los roles) 26 Del rol esttico ale posciondinamica en las préctcas del Trabajo Sociol ‘uncionan y continuarén funcionando con un personal humano dermanentemente renovado, El rol de AS como el de cliente est configurado en ciertos atributos que le son propios y en una cons tancia de conducta, por eso decimos que esté institucionalizado.” “La sociedad no adscribe, no recluta AS, no acomoda in- dividuos al rol. La sociedad s6lo busca dar coherencia al rol a través de normas sociales 0 juicios de valor acerca de c6- ‘mo acta 0 estima: sanciones, privaciones respecto a la con- ducta desviada, juicios individuales de autorregulacién. De ahi que dependan del consenso social, el que legitima y efec- tiviza el rol. La mutualidad que se establece con el cliente, al que también podemos llamar con Georges Mead, socio de rol, permite una regulacién mutua de comportamientos ba- sada en la complementariedad de las expectativas acerca de cémo deben actuarse los roles.”* La nocién de red social La “red” es una metéfora que permite hablar de relacio- res sociales aportando los atributos de “contencién’, “sos- tén", “posibilidad de manipulacién’, “tejido", “estructur “densidad”, “extension”, “control”, “posibilidad de creci- miento", “ambicién de conquista”, “fortaleza”, etcétera, to- mados en préstamo de su modelo material (red de pescar). También se puede ver la analogia en la definicion que dieron Felix Guattari y Gilles Deleuze?* del rizoiia.\"Esto es una red que opera con sistema de raiz, como lo son las raices de las caftas, en donde cada punto de la raiz es un nodo de la cual puede surgir una cafia. El rizoma procede por variacién, ex- pansién, conquista, captura. Por oposicién al grafismo, al di- bujo 0 a la foto, por oposicién a fos calcos el rizoma se remi- te a un mapa que debe producirse, construirse, siempre des- montable, conectable, invertible, modificable, con entradas y salidas miltiples, con sus lineas de fuga. Son los calcos fos que hay que hay que llevar sobre los mapas y no a la inver- sa. Contra los sistemas centrados, de comunicacién jerarqui ‘cay vinculos preestablecidos, el rizoma es un sistema acen- trado, no jerarquico absoluto. 35. Deleuze, Gilles; Guattan, Félix, Rizoma. Introduccin. Ediciones Coayoa- ‘cin, México, 1994 51 Redes Comunitarias El término es aplicable a dos fendmenos diferentes: por una parte, a un conjunto de interacciones espontaneas que pueden ser descritas en un momento dado, y que aparecen en_un cierto contexto definido por la presencia de ciertas practicas mas 0 menos formalizadas; por otra parte, puede también aplicarse al intento de organizar esas intgracciones de un modo mas formal, trazarles una frontera oun limite, poniéndoles un nombre y generando asi un nuevo nivel de complejidad, una nueva dimensién. “La nocién de red no es un objetivo en si mismo, sino que es, como metéfora, parte de una epistemologia para la accion que permita mantener, ampliar o crear alternativas deseables para los miembros de esa organizacién social. La nocién de red es una invitacién a verse a si mismo como un participante re- flexivo y no como el “objeto social” de una “masa humana’ El operador en red, en tanto participante responsable de su con dici6n jerérquica, ha de promover las practicas reflexivas que permitan a los miembros de la organizacién (incluido el propio operador) verse a si mismos de un modo novedoso en las con secuencias de su accionar"=*, Sefiala Packman que una red social no es solo un hecho social, sino también una oportunidad para la reflexion sobre lo social tal como to experimentamos en nuestras practicas cotidianas. En tanto espacio reflexivo sobre lo social, puede ser expresion de una practica politica de sujetos sociales y no el terreno para la manipulacién politica de objetos sociales. Como practica reflexiva ha de trascender el simple ejercicio de lo acostumbrado para meditar a través de la observacién mutua sobre las categorias de lo “normal”, como tinico mo- do de evitar transformarse en una estructura punitiva de la creatividad de sus miembros. '36, Packman, Marcelo. Op. Cit. 52 Del fl esttico ala posicin dndmica en las précticas del Trabajo Social, Por lo tanto, la nocién de red social implica un proceso de construccién permanente tanto individual como colectiva. Es un sistema abierto, multicéntrico, que a través de un intercambio dinamico entre los integrantes de un colectivo (familia, equipo de trabajo, barrio, u organizacién, tal como la escuela, el hos- pital, el centro comunitario, entre otras) y con integrantes de otros colectives, posibilita la potencializacién de los recursos que poseen y la creacién de alternativas novedosas para la re- solucién de problemas o la satisfaccion de necesidades. Cada ‘miembro ¢el colectivo se enriquece a través de las miltiples re- laciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando fos aprendizajes al ser éstos socialmente compartidos”””. ms : 137, Dabas, Elina, Redes Sociales, familias y escuela. Pakiés, Argentina, Junio oe 1998, Capitulo 2 La perspectiva de red y sus estrategias operativas Concepto de perspectiva de red Por perspectiva de red entendemos la posibilidad de ir arri- bando, \desde un enfoque relacional, a un proceso de conoci- miento del contexto de un individuo u organizacién asi como de las interacciones an y éntre los Componentes del mismo. Estrategias de abordaje jual. El modelo socio-ecolégico Para poder utilizar el pensamiento de red, se requiere un “marco de referencia tebrico”. E1 modelo tebrico sistematizado mas relevante es el socio-ecolégico de Urie Bronfrenbrenner*®, A través de é! podemos pensar la sociedad desde un punto de vista teérico, tomando la red como el nivel mas elevado para observarla. Asi resulta posible resaltar qué. reacciones o |inter- vericiones|en los diversos niveles de la red pueden producir re- percusiones sobre la globalidad del sistema. '38, Bronfentrenner, Ure. The experimental ecology of human developement. ‘Gambrigde, Massachusetis, Harvard University Press, 1979. 55 Redes Comunitarias Bronirenbrenner, psicélogo ruso-americano, presenta tuna descripcidn del proceso de desarrollo del nifio visto des. de una perspectiva sistémica. Su modelo de desarrollo eco: légico muestra claramente al individuo y su medio como partes de un sistema de red, cuyas influencias son mutuas y circulares. De acuerdo con este modelo, cada persona se halla en una realidad que consiste en un nimero de siste- mas de diferentes niveles. Las personas mas proximas, en este caso del nifto que es- tamos enfocando, son el sistema con el cual el nifo se involu cra. En otras palabras, su entorno inmediato, tal como la fami- lia 0 la persona cuidadora, por ejemplo. Este autor denomina microsistema a ese sistema. A medi- da que el nifio crece, va perteneciendo a diversos microsiste- ‘mas al mismo tiempo. De ser solamente {a familia, 1os parien tes y tal vez la persona cuidadora los que integran sui microsis- tema, a medida que crece se agregan la escuela, el centro re- creativo, el grupo de amigos 0 el equipo de fitbol En su modelo, Brontrenbrenner confirma lo que cada vez es mas obvio en el trabajo clinico: 1a importancia de contac- tos regulares y positivos entre quienes conforman el entorno de, por ejemplo, et nino. Esto fue confirmado por la practica clinica de varios profesionales, como es el caso del equipo del Centro de crisis para la red de sostén de los niftos, Botkyrka, Estocolmo, Suecia, donde observaron qué fronte- ras herméticas y conflictos irresueltos entre ta escuela y la casa del nifio determinaban que los tratamientos de accién social se lentificaran, y a menudo contribuyeran a un cuida do compulsivo, innecesario, del nifio. Bronfrenbrenner considera basicos los contactos entre los diversos microsistemas en los que el nifio se desarrolla, y to: ma en cuenta esta relacién entre microsistemas como un sis tema en si mismo, al que denomina mesosistema. 56 La porspectiva de El abordaje en red, a menudo, acarrea la activacién del me: sosistema institucional y abre nuevos canales de cooperacién, los cuales es deseable que se mantengan al finalizar la intervenci6n El siguiente nivel en el modelo de Bronfrenbrenner es el exo- sistema, que en este caso muestra cémo el nifio es afectado aun que él no participe directamente. Por ejemplo, la cuidadora del ni- fio (microsistema) es a su vez parte de los servicios sociales de la Municpalidad (exosistema). Este término significa que el niito es- 1a influido por fo que sucede en su entomo, sin necesidad de for- mar parte directamente de él. En el ejemplo anterior, con respec to a la cuidadora, es sabido que lo que suceda en el exosistema, ya sea medidas de seguridad, incremento del nimero de nifios a su cargo, etcétera, tiene gran influencia sobre la situaci6n de la cuidacora y, consecuentemente, en la tarea que realiza En este modelo, el nivel abarcativo en el cual todos los otros sistemas dependen unos de otros y cooperan entre si, se denomina macrosistema. Incluye valores culturales con- dicionantes expresados en la religién, las leyes y el poder econémico y politico. EI macrosistema se refiere a “las co- rrespondencias en forma y contenido, de los sistemas de menor orden (microsistema-mesosistema-exosistema), que existen o podrian existir, al nivel de la subcultura 0 de la cul- tura en general, junto con cualquier sistema de creencias 0 ideologia que sustente estas correspondencias". Entonces los esquemas de los sistemas varian significativamente si un sujeto pertenece a una etnia y no a otra, a un grupo socioe- conémico o estrato, religioso, etc.; esto refleja sistemas de creencias y estilos de vida contrastantes que a su vez ayt! dan a perpetuar ambientes ecol6gicos especificos en cada grupo y en los que se manifiestan o emergen las situaciones problematicas (ver grdfico 1) 39. Ure Bronfrenbrenner Op. Cit i | i i + Traboje del pad = == Microsistoma ‘Mesosstome Redes Comunitarias ‘Adinistracin de Servicios Sociales Laprspectv de y us estates operates Estrategias de abordaje comunitario Las estrategias de abordaje comunitario encuentran sus: tento en{principios basicog que van guiando y direccionando las acciones en el proceso de insercién e intervencién. Estos principios basicos constituyen dos ejes. Uno es el denomina- do de interaccién activa y un segundo de identificacién his torica: El primero constituye el eje de la sincronia y el se- gundo el de la diacronia. Se define com inleracciGu activa’ al principio por el cual la comunidad es consciente de las interacciones que se es- tablecen entre los actores sociales, directa o indirectamente involucrados en el proceso de mejora de la calidad de vida y de sus posiciones ante las situaciones problematicas que los atraviesan, y se activan los mecanismos vinculares que per- miten potencializar positivamente estas interacciones socia- les para alcanzar las metas deseadas; se promueve asi un aprendizaje de formas de organizaci6n creativa que van pro- moviendo la adquisicién de capacidades para el abordaje de futuras situaciones emergentes. Dabas“° sefiala que “la inte- racci6n activa supone que la comunidad, una vez que alcan- ze clara conciencia de los vinculos que la ligan a los distin- tos actores sociales y a éstos con la produccién del espacio y que reconoce los mecanismos a través de los cuales dichos vinculos se establecen, se encuentra capacitada para disefar lineas de accién que le permitan potenciar dichas interaccio- nes en beneficio del emprendimiento y readecuar sus metas en funcién de sus probabilidades concretas de éxito”, La autora define la identificacién histérica'como “el principio por el cual la memoria histérica colectiva es activada a efectos de 440. Dabas, Elina, Red de Redes. Las précticas de intervencién en redes so- isis. Paides. 1993 59 Redes Comunitarias que fa comunidad pueda tomar conciencia de los rasgos constitutivos de su identidad y de la manifestacién adecua- da de ésta en el espacio, y sistematizar su praxis pasada co- mo base de autenticidad que le permita, desde el presente, proyectarse al futuro, definiendo un proyecto comin. Enton- ‘ces decimos que Ia identificacién historica supone que, sin conciencia clara de la propia identidad, todos los vinculos que se establecen se encuentran alienados, incluyendo los vinculos con el espacio material. S6lo a partir de un pasado reconocido y reelaborado en el presente es posible conformar prefiguraciones que impliquen la formulaci6n de un proyecto de vida comunitario en el que se incluya un proyecto adecua- do de mejora de la calidad de vida En estos principios se basan las estrategias operativas, las que van definiendo una modatidad de accién con la comunidad. Estra {egias que a modo de actuacién, los equipos profesionales pueden adoptar en el trabajo con ese particular espacio vincular en el que se desarolla su “encuentro” con la comunidad, es decir en su pro cceso de insercién y acople a la red de relaciones de fa misma. Dabas hace hincapié en que las estrategias operativas per- miten concretar la tarea, segiin los ejes direccionales de ambos principios basicos, y constituyen un sistema operacional cuya {ertilidad radica en su aplicacién simulténea y consecuente. Dichas estrategias se originan en supuestos teéricos que ‘son relativos al conocimiento y operacionalizacion adecuada del espacio ligado a una comunidad con caracteristicas so cioculturales que le son propias. En principio conviene identificar cinco estrategias operativas: interdisciplinaria, participante, participativa, de la incorporacién del conflict y de fa incorporacién de la solidaridad y cooperacién. La estrategia interdisciplinaria es aquella mediante la cual las operaciones de transformacién de las situaciones pro- blematicas comunitarias son encaradas de forma integral, con la asistencia de un equipo profesional de distintas ciencias y 60 disciplinas, os que interactian dando lugar a un abordaje acorde con el nivel de complejidad de la realidad concreta con la que se enfrentan, ya que permiten describirla, expli- carla y operarla en su multidimensionalidad. Las estrategias participante y participativa parten del supuesto que las situaciones problematicas son produccio. nes sociohistéricas que varian con el grupo cultural concre- to al que se acompasia. Por lo tanto, el conocimiento de las mismas y su operacionalizacién no pueden ser asumidos s6- lo per los profesionales, ni inicamente desde su posicién so- ciocultural, altamente condicionada por los modelos interna lizados a través de su formacién académica. Por el contra- rio, es la comunidad la que debe prover las imégenes y pre- figuraciones necesarias. Pansamos que para que la mejora de la calidad de vida de una comunidad sea adecuada y coherente, es necesario que en el espacio vincular de encuentro se produzca una real relacién dialéctica entre los dos tipos de conocimientos dis- tintos, complementarios y legitimos. Es decir, la construccién de una nueva instancia cognitiva que tenga en cuenta tanto los saberes cientifico-técnicos del equipo profesional como el vivencial de la comunidad, que de manera consciente sea aproviada, para el disefo y ejecucién de acciones modifica doras acordes a esta nueva instancia. Entonces, por un lado, “la estrategia participante’ es aquella por la cial ef equipo profesional se compromete conscientemente con el habitat en el que opera y la comuni- dad ligada a é!; implica un cambio en las conductas relacio- rales de los profesionales que lo componen, a partir de acep- tar que su conocimiento no es et tinico valido, que sus valo- res no son universales y que si quieren describit, explicar y operar en esa realidad deberin desobjetivarla e involucrarse en ella como sujetos activos. Por otro lado, la estrategia par- ticipativa es aquella mediante la cual las transformaciones 6 Redes Comunitarias de las situaciones problematicas son producto de la decision consciente de la comunidad, sin cuya intervencién seria impo- sible descriir, explicar u operar su realidad adecuadamente™*. Para su desarrollo, esta estrategia requiere de la generacion, por parte de los profesionales, de: canales apropiados de parti cipacién comunitaria, circulacién de la informacién y apropit cin por parte de los miembros de la red. Asi como también la promocién de toma de decisiones compartidas y la adopcién de tuna actitud profesional de alerta permanente que permita per cibir las interlerencias que se produzcan para que no se tran: formen en obstéculos insalvables. Las siguientes dos estrategias se corresponden a la dinémi- ca propia de los procesos grupales y comunitarios. La estrategia de la incorporacién del conflicto es aquella por ta cual el equipo profesional incorpora al proceso de trans- formacién de la calidad de vida de la comunidad los conflictos sociales existentes, como elementos de motorizacién de aquel, partiendo de no obviarlos y generando los mecanismos que los. hagan aflorar oportunamente cuando el estado de fuerzas de la comunidad les permita superarios. Por lo tanto, la estrategia parte de suponer y aceptar la exis~ tencia de situaciones no arménicas en todo grupo social, las que se manifiestan en la presencia de estratificaciones internas, fen muchos casos profundamente injustas, y en el desarrollo de procesos relacionales en crisis. La toma de conciencia de la esencia de los mismos por par- te de la comunidad permitird plantearse acciones que apunten a minimizarlos 0 suprimitlos. Cada conflicto intemo superado, agrega la autora, impli- ca un avance en el crecimiento grupal y una nueva instancia 41. Dabas, Elina. Op. Cit 62 perspectiva de rod y sus estrteyias operativas de maduracién colectiva; a su vez, refuerza los vinculos aso- ciativos en el grupo y permite fijar la atencién sobre los con- flictos mas profundos en el abordaje comunitario de las si- tuaciones problematicas. Por ailtimo, la estrategia de Ja incorporacién de la coope- rasi6n y la solidaridad es aquella por la cual el equipo pro- fesional incorpora al proceso de transformacién de las situa- ciones probleméticas, la experiencia comunitaria de coopera- ccidn y solidaridad en la resoluci6n de sus problemas cotidia- nos, resaltando su valor y promoviendo su utilizacién. El pirtu que esta estrategia conlleva es, por un tado, el recono- Cimiento del “otro” como legitimo, y por otro el reconoci rmiento y recuperaci6n de las précticas hist6ricas ensayadas por los agentes comunitarios. Esto evita las acciones de im- plantacién de politicas, proyectos y metodologias por parte de los equipos profesionales. El acrecentamiento de la respuesta solidaria promueve ta toma de conciencia de las propias fuerzas de la comunidad y de su capacidad de resolver problemas por sus propios me- dios. No obstanie, sefiala Dabas, tiene que tratarse de una practicd Salidablemente auténoma y no de una sustitucién de responsabilidades respecto de otros actores, en especial ce carécter gubernamental. Es en el contexto de esas practicas donde se hacen indelega- bles las responsabilidades de los distintos niveles del Estado (Na- cional, Provincial, Municipal), para qué partiendo de alli coriflu- yan con los distintos grados de responsabilidad de los agentes so- ciales involucrados en la cogestion de la cuesti6n social. Cabe remarcar, finalmente, que “estas cinco estrategias operativas no pueden constituir précticas aisladas, ya que co- bran sentido en cuanto conforman un sistema operacional cu- ya ferllidad radica en su aplicacién simultanea y consecuente ¥en su sustentacién en 10s dos principios basicos Ye los que 63 Redes Comunitvias se dio cuenta anteriormente. Sin la direccién que éstos pro- veen, la implementacién de las estrategias carecen de valor”, A modo de sintesis Para aportar algunas conclusiones a dicha discusién ted- rica quiero ejemplificar la nocién de posicién con el siguien- te acontecimiento: la batalla de Midway‘. En un enfrenta- miento bélico entre la flota norteamericana y la japonesa at rante la Segunda Guerra Mundial, inmediatamente después de comenzada la batalla, {a flota japonesa hunde el buque insignia de tos primeros. Como es sabido, el buque insignia opera como el comando central del resto de la flota. Ante la inminente inhabilitacién del mismo, tas opciones eran reti- rarse y renditse o ir tomando el comando, en cada momen- to, aquel sector que creia estar en la mejor posicién para ha cerlo. Esto ultimo permitié a los norteamericanos ganar la batalla, a pesar del hundimiento de su buque insignia; pu- dieron, casi esponténeamente, modificar las reglas de man- do centralizadas y verticales, de manera que cada miembro de [a flota estuvo en posicién, segiin las necesidades del de- sarrollo de a batalla, de comandar al resto. Podria decir que ello configura un modelo de ad-hocra- cia, donde el poder va circulando con relacién a ciertas ta reas, posiciones, lugares, todo un conjunto bastante amplio de dimensiones en las que podemos pensar la circulacién ean area ee sacar meters 64 La perspectiva de tay 5 del poder y donde ademas cada organizacion tiene sus pro- pias dimensiones particulares. Dicha situacién nos demuestra cémo las intervenciones sociales, desde la nocién de posicién, asumen los atributos de flexibilidad, desdibujamiento de fronteras y/o limites, temporalidad dindmica y accién con relacién a la mejor po sicién ccupada en la red de relaciones. Para una distinci6n clara entre las nociones de posicién y rol, podemes vincularlas de la siguiente manera, en términos de Lou- rau. en la primera podemos observar su caracter instituyente, ya {que posibilita un trabajo dinémico y estratégico en funcion de las caractersticas de la demanda, la segunda en esencia es de carac- ter instituida, esto es“ la cosa establecida, las normas vigentes va- cidndose de la significacién de institu, funda, crear, trasformar’. El carécter de predeterminacion del rol constituye un campo de accién, que posibilita abordar la demanda social desde practicas parciales, rigidas y autolimitadas. Parcial porque carece de integralidad, abordando s6lo la dimension para loque fue creado; rigidas porque los roles incluyen y ex- cluyen practicas, incluyen desde el encasillamiento de accio- nes predeterminadas, producto de las “negociaciones” entre 1 colestivo profesional y ta demanda del sistema al respec- toy excluyen en el sentido de dejar por fuera todas aquellas accionas (inclusive las novedosas y creativas) porque son vistas como ilegitimas, El enfocar lo social desde la perspectiva de las redes so- ciates y especificamente desde la adopci6n del pensamiento relacional, nos abre un panorama de posibilidades de accién donde los limites de los roles se desdibujan permitiéndonos “44, René, Lourau. E andfisis institucional. Amorort Ecitores. Bs. As, 1970. 65 Redes Comuntarias llevar a cabo acciones més flexibles en funcién de la emer- gencia de la problematica y de la posicién ocupada en la red. Si nos sentimos comprometidos con abordajes mas inte- grales de Jo social, es preciso transformar nuestra mirada, pasando de la garantia tranquilizadora del rol al juego tacti- co-estratégico de la posicién, “de la basqueda de certezas a la aceptacién de incertidumbres, del destino fijado a la res- Ponsabilidad de la eleccidn, de las leyes de la historia a la funcién historizante, de una tnica perspectiva privilegiada al sesgo de la mirada"® Autolimitadas, es la “naturaleza” pro- pia de! rol. En el mundo moderno las excepciones son vistas ‘como errores, no tienen lugar, es decir deben ser eliminadas, ya que no puede atribuirseles ningiin rol.¢® Siguiendo esta linea podemos decir que las profesiones mo- demas se (y les) fueron atribuyendo roles que determinaban el quehacer profesional, es decir la especificidad de las mismas. Todo lo que estuviese fuera de los marcos del rol generaba “rui- do” en los colectivos profesionales y en el sistema. En el rastreo de la nocién de rol en ta bibliografia de tra- bajo social, me encontré con una fuerte critica de los recon- ceptualizadores a dicha nocién, y la soluciOn que aporta uno de sus mayores exponentes Herman Kruse— es redefinir la concepcién de rol desde el marco de la teoria materialista dialéctica. Si bien no debemos descontextualizar sus aprecia- ciones, hoy puedo sefialar con firmeza que los/as reconcep- tualizadores/as entran, en lo especifico de la nocién de rol, dentro del campo del TST. Es decir que el presente trabajo corre la barrera de lo tradicional en Trabajo Social, dado que 45, Noimanovie, Devise “El lenge de os vines: de la a . cs vines dea indopndnca ab solta aa autononia rea, en Dabes Najmanowce Redes feng Jos vinculos. Paidés. Bs, As., 1995. 7 * ce 46. Najmanaveh, Denke Op. Ck 66 La perspectiva dered y sus ostratogias operativas la noci6n (rol) queda intacta en el devenir histérico, proponiéndo- sele la mirada desde otro marco y no el cambio nocional que per- tmita otro tipo de pensamiento de las précticas sociales. Por otro lado, la referencia a Robert Castel se hace im- prescindible si queremos comprender el enfoque del presen- te trabajo, ya que su concepcién de la metamorfosis de la [euestién social hos ubica en el preciso dilema entre la posi ién y el rol. Aquélla, en perspectiva del devenir histérico, por ende dindmica, dibuja contextos para los que los posicio- namientos estaticos de los roles acaban llegando tarde. A su vez, éstos permiten, a quien interviene, la posibilidad tran- quilizadora de actuar desde un marco de certidumbres. En términos del autor, Ja metamorfosis hace temblar las certi- dumbres y recompone todo el paisaje social. Ahora idesde qué nocion nos ubicamos ante una realidad con estas caracteristicas? La respuesta podré saldarse en la medida en que se entien- da que el presente texto no pretende defenestrar en Ia faz te6- rico-metodolégica la nocién de rol, sino qué, por el contrario, propone incorporar a la reflexion y a la préctica de nuestra dis- Ciplina los limites a los que nos enfrentamos. fen somos capaces de comprender la naturaleza de los ‘cambios que nos tocan vivir, la complejidad y la multidimensio- nalidad de la realidad, operamos desde enfoques que parciali- zan y cristalizan las practicas profesionales que de ellos se des- prenden. Estas abordan, en el mejor de los casos, sdlo la di- mensién que dicho enfoque delimita a la posible intervencién. Al pensarnos trabajando posicionados desde instituciones- organizaciones, encontramos que, si bien en la practica social de un profesional del Trabajo Social las acciones predetermi- nnadas y prescritas por los roles son en general “acatadas” par- cialmente, no es posible perder de vista la incidencia que 67 Redes Comunitarias ellas (escenario principal donde se desarrolla la mas variada gama de demandas cruzadas) ejercen sobre fa delimitacion de lo permitido y lo no permitido, 10 posible y lo imposible tanto para el TS como para el conjunto de los agentes de la misma organizacién y de aquellos que se acercan con ellos pe didoys concreto/s o la/s demandals. Es en la interaccién que se da entre el trabajador social —y es aqui donde quedan excluidas las demas profesiones—, os “usua- rios" y la organizaci6n, que opera fuertemente el imaginario colec tivo sobre lo que debe ser y hacer quien ocupa dicha posicién. Sin duda alguna,csa tensién es debida fundamentalmenle 4 la “Juventud” que ostenta nuestra disciplina y a la indefinicion del que-hacer profesional. Esta deuda es con los “usuarios”, las organizaciones, y para con nosotros mismos. Pero se hace ‘nuestra la responsabilidad histérica como disciplina de generar permanentemente conceptualizaciones que vayan dando fun- damento a nuestras practicas; asi como también dar claridad a todos los agentes con los que interactuamos, acerca de cuales son y van siendo los saberes “especificos” que podemos poner a disposicién, sin que ello vaya en detrimento de la puesta en practica de otros saberes que no son propiedad exclusiva de ninguna disciplina o agente social Considero que esta revision y autorreflexidn de uno de los obstaculos mas relevantes con los que la profesién se encuentra a diario en su accionar, nos permite echar luz so: bre una discusién que nos tenemos que dar, en pos de no seguir encorsetando las practicas del Trabajo Social, y por otra parte que ello no implique dejar de aportar al enrique- Cimiento de nuestro saber especifico que lleve a una adap: tacién activa al entramado de relaciones —campo de posi ciones— en el que se inscriben los abordajes profesionales. Esto es, que la adopeién de! enfoque relacional,, del que for- ma parte la perspectiva de las redes sociales, no haga per der la voz singular del TS ni que la supuesta especificidad 68 La perspective de red y sus estatagias apurativas del mismo acabe delimitando estrictamente barreras que “impican’ un accionar "menos disciplinado”. Por titimo, queria terminar las presentes conclusiones de la misma manera que las empecé. Es decir con un ejemplo esta vez relativamente actual que grafica de alguna manera lo que hasta aqui se ha venido sosteniendo. E1 mismo es con relaci6n a como se abordan los cuadros de quemaduras en el Hospital Municipal del Quemado de la Ciudad Auténoma de Buenos Aires. Dice el Dr. Gallardo’? (jefe de Pediatria) “en general la atencién de estos casos va circulando de- pende las circunstancias y la evoluciin de Ins mismos. Por momentos pasa por el médico, en otros por la psicdloga, en ‘otro po’ la terapista ocupacional y en otros por la familia’ 497, Entrevista at equipo de Podiala det Hospital Municipal del Quemado en fl micro “Palitias de salud” del programa “Marca de Rach, conducido por Eduardo Alverti en: AM 630, 18/3/2000. 69

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