Coleccion CIENCIAS SOCIALES
NOVEDADES
Reconstruyendo lo social
Précticas v experiencias de investigacién desde el Trabajo Social
Nora Aquin (coordinador)
Salud y planificacién social.
(Paliticas en contra de la enfermeded 0 politicas para la salud?
Victor Mario Estrada Ospina
La profesionalizacién en Trabajo Social.
Rupturas y cominuidades, de la Reconcepuualizacién
‘ala consiruccién de proyectos ético-politcs
Fore debate, Margaita Rozas Pagaza (coordinadora)
La formacién profesional y la itervencién profesional.
Hacia la consiruceién de proyectos éico-politicos en Trabajo Social
Encuentro Latinoamericano de Trabajo Social. UNLP
Acerca de la democracia y los derechos sociales
Nilsa M. Burgos Ortiz (coordinadora)
Las profesiones modernas: dilemas del conocimiento y del poder.
Un andlisis para y desde el Trabajo Social
Cecilia Aguayo
Familia y geriitricos.
La relatividad del abandono
‘Maria Cristina de los Reyes
Hilos y mudos.
La formacién, la intervencién y lo politico en el Trabajo Social
Susana Cazzaniga
Historia del Trabajo Social en Angentina (Sta. edicién)
Norberto Alayén
Abuso sexual, victimologia y sociedad
‘Amelia Dell"Anno Silvia Ercilia Galdn (compiladoras)
Condiciones de trabajo de las trabajadores sociales
Fiorella Cademartori Julia Campos * Tamara Seiffer
La adiecién a las drogas.
‘Su recuperacién en comunidad terapéutica
Estela Monica Cuatrocchi
La nueva pobreza en ef dmbito hespitalario
Gabriela Andrea Cesilini » Maria Eugenia Guerin Patricia del Lujin Novoa
Redes conunitarias
‘Afluencias tedrico-metodolégicas y erénicas de intervenciéin profesional
Rodolfo Alberto Nii.
Redes Comunitarias
Afluencias tedrico-metodolégicas
y cronicas de intervencién profesional
Rodolfo Alberto Nuiiez
user AstCapitulo 1
Del rol estatico
a la posicion dinamica en
las practicas del Trabajo Social
Tradicionalmente, los profesionales —incluidos los traba-
jadores sociales— intervienen en el espacio social ya sea pa-
ra implementar programas o proyectos generados por las po-
liticas piblicas o para desarrollar sus trabajos y acciones
institucionales. Generalmente esta intervencién, sin excep-
cién de personas 0 diferencias teéricas, se realiza desde el
supuesto de que las poblaciones con las que se trabaja son
el objeto de intervencién.
Asi, desde el paradigma clasico de las diferentes discipli-
nas de las ciencias sociales, la intervencién se planifica a par-
tir de un diagnéstico estatico, externo y aéreo que muestra so-
lo la dimensién enferma o carente de una poblacién y alimen-
ta la ilusién de que el saber cientifico y académico es la Gni-
ca posibilidad de resolver estos problemas.
Desde la perspectiva de las redes sociales, la intervencion
en el espacio social es concebida de manera diferente,
En principio, y siguiendo a Bourdieu (1980), se conside-
ra que el.espacio social est conformado por diferentesicam-
pos socialesique se presentan como sistemas de posiciones
y fe relaciones/ entre estas/posiciones: Estas posiciones son
relativas e implican la puesta en marcha de un pensamiento
16Redes Comunttarias
relacional. En este sentido, aparece claro que un primer princi.
pio de estructuracién de practicas sociales esta constituido por
'a posici6n ocupada en el campo. Puede decirse, entonces, que
‘a toma de posicién depende de la posicién que se ocupa y que
los puntos de vista son vistas tomadas a partir de un punto,
Esta consideracién es importante, ya que plantea dos as
Pectos fundamentales de la perspectiva desde las redes socia-
les. Por un lado, al concebir el espacio social como un entra-
mado de relaciones que conforman diversos y heterogéneos sis-
temas dindmicos y no como algo estatico y cuadriculado desde
afuera, “existe la posibilidad de generar acciones que permitan
Mantener, ampliar o crear alternativas deseables para los
miembros de los colectivos sociales participantes y, ademas,
cuanto mas se abran esas altemativas, mas verdn los miembros
de esas organizaciones sociales que la experiencia de una inter-
vencién contribuye a la construccién solidaria de su ‘red’ y mas
se verdn a si mismos como participantes reflexivos y no como
1 ‘objeto social’ de una ‘masa humana",
Desde la perspectiva de las redes sociales, un diagndstico es
un plan de acci6n sobre la problematica por resolver y que obvia-
‘mente ya incluye el estudio de la situacién social que la contiene.
Por otro lado; el tema de concebir el espacio social como
un sistema de posiciones relativas y dindmicas y no de indi-
viduos ubicados jerarquicamente en una estructura social es-
tatica, permite cuestionar “la posicién” hegeménica tradicio-
nal del profesional, en el proceso de la intervencién. En este
sentido, la perspectiva desde las redes sociales incluye el con-
cepto desarrollado por la cibernética de segundo orden y apli-
cado a las ciencias sociales por el filésofo aleman H. Von
Foerster de lo que se ha denominado “sistemas observante:
2. Backan, Motel. “Redes: Una mela paral pricica de tvenctn so
‘al, en: Dabas-Najmanovich. Redes el leuaje des vincules. Pavlos, 1995,
16
‘el rol esttico a la posicin dindmica en fs prcticas det Tabalo Sociah
io de “sistemas odservados” Pro
én de
puesto por et paradigm raconal-cartesiano, La nocién de
Sistemas observantes|permite pensar en fa interaccién ene
el que supuestamente “observe ye! que supuestamente
ite la generacion de pi
“observado”, 10 que permite tat
desde puntos de vista alternativos que permiten resoluc
riginales de problemas.
omratos dos aspects de la infervenci6n desde la papa
de las redes sociales nos permiten plantear lo siguiente:
en contraposicién al concept
+ Toda intervencién en un sistema social pasa a Gael
parte de una historia que ya est en curso, que va ex
pez6, que no comienza cuando nosotros Negamos 2 in.
tervenir, No es nuestra intervencién en el sistema la q
a al sistema. ,
tstan Jo antedicho las palabras de W. Barnett Peacst
al plantear que “el mundo social consste en actvieg
des, Nacemos y nos incluimos en pautas de ieee
social semejantes a juegos que nosotros no hemes ink
ciado. Los escuchamos, comenzamos a sentimas pode,
tosamente involuerados, aprovechamos la oportunidag
de participa, y al fn partimos, pero las conversarions
siguen. Creo que esa es la sustancia Ce aay
Ninguno de os miembros del sistema, yl operador 3 0
imierbvo participant de l es dueto del sistema, aunaue
los posilonamientosjeéruicos as parescan
algunos momentos de fas prtias soci a
: ne no es un Ser )
te tnseactn bjtvas. Lama conicion se apica 2
metaforas comunicacionales", en
dam cultura y subjetividad.
ZBompet aac, "Noes motels y mar
Boe Santnan (Comp), Mueos paras,
Pats, 8. AS, 1999,Redes Comunitarias
todos los participantes del sistema, aunque las jerarqulas
diversas generadas en el curso de la organizacién formal
del mismo puedan terminar acallando esa condicién ética
esencial de todo participante: el ser poseedor de una voz
singular, Gnica, irreemplazable.
* La historia es una multiplicidad de voces en el presente. El
profesional que desconoce esa historia, que se aliena en la
creencia de que &! esté fundando el sistema, de que é! pue-
de controlarlo desde una posicién jerérquica, acta como tec-
nécrata ciego de interases que é! mismo puede descananer.
El peligro, de/hiperorganizaé, de trazar bordes demasiado
firmes, de quitar la ambigiiedad creativa que suele estar
én las raices informales de toda red social esta siempre
abierto como una de las posibles tentaciones para el ope-
rador social, La tentacién opuesta se encuentra en el he-
cho de pecar por defecto, confidndose en un/éspontanets-
mo|que puede ser caético.
*\Dada la complejidad dé tas précticas sociales humanas,
es necesario implementar estructuras que permitan una
evaluaci6n permanente y la movilizacion de recursos ne-
cesarios para regular y corregir las précticas alli donde y
cuando sea necesario.
(C+ Pensando mas especificamente en ef “rol” del trabajador so-
cial, se parte de la creencia de un mejor desempefio de los
‘equipos interdisciplinarios que de las intervenciones realiza-
das por profesionales aislados, ya que junto con la perspec-
tiva de los demas agentes, incluidos los que demandan de!
ejercicio profesional, posibilitan co-operar en abordajes mas
integrales de la cuestin social‘, asi como también una ma-
yor contribucién al fortalecimiento de la sociedad civil
“Castel, Robert. Les métamorphoses de fa question sociale, Une chronique
ddr Salariat. Ediciones Fayard, Francia, Mayo 1995. Pag. 20,
18
Del ol esttico a a posicin dindmica en as précticas del Trabajo Social
Lo propuesto anteriormente no significa en absoluto la
creencia de que todos los saberes, conocimientos y habili-
dades son iguales en el sentido !lano del término, sino que
justamente su diversidad, junto con el respeto.hacia los de-
més y un compromiso para desarrollar la accién, enrique-
cen y favorecen las practicas sociales y la produccién de
subjetividad de los actores.
Es decir que la nocion de “rol” desde la perspectiva de las
redes sociales no existe como construccién a priori a ta inter-
vencién. Es en dicho proceso que vamos construyendo posicio-
namientos que no son ni rigidos ni puros, sino que son flexibles
y con matices diferentes de acuerdo a la demanda en el mo-
‘mento y lugar determinado por la problemética en juego.
Por lo tanto, el aporte especifico de capital profesional que
se puede realizar, depende de las relaciones del campo en
funci6n del andlisis que los agentes —incluido el trabajador
social— hacen de la demanda y la emergencia de la proble-
matica. No hay un aporte especifico del Trabajo Social a par-
tir de “un recorte del objeto de estudio”, sino que hay una
construccién colectiva y consensuada sobre qué problemas
priorizar, cémo abordarlos y con quiénes hacerlo, a partir de
los aportes (como multiplicidad de saberes, incluidos los pro-
fesionales y 10s experienciales) de los distintos actores socia~
les (posiciones objetivas de intereses y poderes).
El Trabajo Social en las précticas de intervencién en re-
des sociales, mas que cumplir un papel o rol predetermina-
do, ocupa una posici6n determinada por sus intereses (pro-
fesionales, institucionales, personales, etc.) en hacerse car-
go de la demanda en funcién de las relaciones que se pre-
vyean que se pueden dar, més o menos favorables, y de las
que se puedan ir construyendo en el proceso de la interven-
cin, Esta afirmacién nos permite volver a Bourdieu (1980)
para sostener que “la toma de una posicién depende de la
posicién que se ocupa y que los puntos de vista son vistas
19—_—_— Aedes Comunitaias
tomadas a partir de un punto". En cuanto a lo primeramente
afirmado, el autor plantea que “quien esta inmerso en el jue-
go se ajusta a lo que prevé, a lo que anticipa, toma decisiones
en funcién de las probabilidades objetivas que aprecia global
e instantaneamente, y lo hace en urgencia de la practica”.
La nocién de practica se define en términos de estrategias,
como desarrollo activo de lineas objetivamente orientadas que
obedecen a regularidades y forman configuraciones coherentes
y socialmente inteligibles.
Es a partir del andlisis de los condicionamientos objetivos
del campo y del analisis de la demanda que el trabajador so-
cial debe construir jestrategias relacionales de accidn/ Estas
si pueden ser educativas, preventivas, promocionales, asis-
tenciales sin que impliquen la cristalizacién en un rol espe-
cifico y predeterminado,
El estudio de las practicas de intervencién en redes socia-
les nos da cuenta de actores sociales que accionan en un es-
Pacio social en el cual entablan relaciones desde las posicio-
nes que ocupan. Dichas posiciones son relativas e implican
la puesta en marcha de un pensamiento relacional. Este pen-
samiento nos coloca ante el problema de percepcién y de ac-
cién de las practicas por parte de! operador. Al respecto Ro-
driguez Nebot® plantea que “lo importante es ver que cuando
uno trabaja en el campo de la conexién se parte de pautas
Culturales 0 de pautas de conocimiento. Es decir la conexién
de grupos prefigurados socialmente; pero hay oli tipo de co-
heexiones que las podemos llamar cuasi-delirantes (poten-
ciando las anteriores); nuestras estructuras mentales van por
caminos prefijados por nuestras pautas culturales y nuestra
socializacién, por lo cual nuestros mecanismos mentales van
5. Rocriguez Nebot, Joaquin. Seminario Internacional. “Del encago ala mpi
cacién". Bs, As, Nov. 1995, Fundared. eee
20
Del rol estiico ate poscibn dindmica en las prcticas del Taba Social
por caminos balizados que nos indican qué tenemos que ha
er y qué no, entonces nuestro pensamiento adopta una for-
macién cuadricular. Al trabajar en el mbito de lo social nos
encontramos con problemas frente a los cuales no sabemos
qué hacer. Lo primero que nos surge es cuadricular la situa-
ci6n, es decir, llevar el problema por los parametros prefija-
dos, y asignarle una nominacién especifica y excluyente. Ha:
cemos un diagnéstico encerrando en nuestro pensamiento la
situacién. La diferencia de enfocar para observar la interac-
tividad, es que libera el pensamiento al establecer conexio-
nes del orden de to absurdo”.
ara el autor lo absurdo es, por ejemplo, la injusticia y la
violencia en la que estamos viviendo. Si uno piensa racional-
mente este planeta, tendria que ser “barbaro”, sin embargo
es totalmente absurdo. Lo que debemos pensar es que vivi-
mos en una sociedad absurda que nos somete a niveles de
agresién, de violencia, de dominacién, de hegemonia y que
por [0 tanto lo que produce esta estructura es bastante ab-
surdo; entonces nuestro interés es ver qué l6gica absurda es:
14 funcionando, y la mejor manera es que nosotros seamos
absurdos en nuestra cabeza, no en nuestra accion de traba-
jar, si en el nivel de lo impensado.
‘Los colectivos sociales a veces producen soluciones nove:
dosas ante problemas 0 circunstancias apremiantes; desde
a educacién popular de Paulo Freire hasta Pichon-Riviere
siempre se ha dicho que es interesante ver la capacidad
creativa que tienen estos colectivos de producir resoluciones
de problematicas que son a veces del orden de lo impensa-
do, 0 sea} que provocan una situacién de sorpresa porque en
determinado momento se produce una situacion de construc-
cién de una solucién para llevarla adelante.
Esto quiere decir que en et Trabajo Social el profesional tie-
ne dos lugares que ocupar, o acompafiar y formar parte de... 6
formalizamos los espacios y los encuadramos utilizando técnica,
21Redes Comunitarias
los encuadramos rigidamente 0 acompafiamos para potenciar la
construccién de un proceso de simbolizacién. Esto contribuye al
dlisefio de la cartografia de la red de relaciones y su funcién, con
relacién a los intereses y necesidades del colectivo.
Poder co-construir el mapa de lo social es la posibilidad
de encontrar el aspecto Itidico del trabajo. Esto permitira un
nivel de conexién con tas personas que posibilita vincularse
con el “otro”; entonces el operador no es una institucién o
un representante sino que pasa a formar parte de la red. Es-
ta se sostiene porque hay algo del orden de lo personal in-
transferible desde lo institucional. Entonces hay un contac-
to especifico y personal que dice y que pone en juego una
condicién deseante, una condicién de deseo de hacer algo
con otro, pero no hacer cualquier cosa sino algo del orden
de una propuesta compartida
El trabajador social es un agente mas en el juego de la in-
tervencién; por lo tanto no podemos seguir concibiendo roles
predeterminados para la profesién, ya que su accionar no de-
be depender de la aplicacién de un arsenal de instrumentos que
cada rol predetermine o traiga implicito.
La practica social nos demuestra, entre otras cosas, que la
demanda de intervencién no es univoca sino que, por el contra-
rio, se nos presenta como un entramado confuso y difuso de
“problemas” de diferente indole.
La cristalizaci6n de las practicas desde unos roles predeter.
minados hace de ellas acciones muy rigidas que terminan abor-
dando solamente y en e! mejor de los casos la dimensién del
problema para el cual el rol esté preparado.
Es esclarecedor de la parcialidad de las practicas desde un
rol predeterminado, el postulado de Rodriguez Nebot®, que
66 Rockiguez Nebo, Joaquin, “El que espera en el umbral Problems en iainterven-
como elemento dominant dele att,
7. Flores L, Fernando:
Chile, 1994
8. Rociguez Neira, Teilo. “Modelos de ensenianza desarllados sabre a imp
7
3 ianza desarrollados sabre a impeon
'2 deo Social y el predomini de la comunidad’, en: Aula Abserta N° 63, 1904
Creando organizaciones para el futuro. Ed. Dolmen.
24
al rol esttico aa poscin dndmica en las prcticas de Trabajo Socal
‘algo que sélo en Occidente ha sido conocido. Pero ningun
pais ni ninguna época se ha visto tan inexorablemente con-
denado como el Occidente a encasillar toda nuestra existen
cia, todos los supuestos basicos de orden politico, econémi-
coy técnico de nuestra vida en los estrechos moldes de una
organizacién de funcionarios especializados, de los funcio.
narios estatales, técnicos, comerciales y especialmente jur
dicos, como titulares de las funciones mas importantes de la
vida social’ (Weber, 1985: 7-8)".
Sefala Rodriguez Neira que “En el seno de esta cultura, la
ensefianza est regulada por el predominio de una racionali-
dad cientifica, una racionalidad formal, que preside la estruc-
tura psiquica de los sujetos lo mismo que los sistemas com
pletos de la produccién. El problema no consiste Gnicamente
en que aparezca una estructura de dominacién u otra, sino en
que la dominacién lleva consigo una forma de racionalidad,
de ordenamiento de la vida en general que sefiala a los in-
dividuos el camino que deben seguir, las cualidades que es-
4 permitido desarrollar y las que se ven obligados a inhibir,
las destrezas que es necesario alcanzar y las modalidades de
actividad que pueden ejercer. Ninguna escuela puede esca-
par a este control, porque la escuela es un instrumento ne-
cesario de todo el proceso, es el aparato interno de la propia
organizacién social. Weber, a la vez que describe con toda
precisién el implacable ascenso de la burocratizacién y criti
‘ca el rudo imperio de la razén formal, deja abierto el camino
para algunos de los planteamientos mas criticos de la actua-
lidad. Es cierto que reclama para el individuo el derecho a ser
€l juez ultimo de sus decisiones, que reivindica para el cientifi-
co y el profesor la neutralidad axiol6gica, a independencia del
pensamiento y de la ensefianza, pero toda su obra es un anali-
sis de los factores que constrifien el pensamiento y promueven
la actividad. El resultado es que el ideal de la enseftanza y de la
raz6n estan situados en una nueva posicién dialéctica. La razén
6‘Redes Comunitarias
progresa a medida que supera y transciende las obras que
ella misma produce. En consecuencia, el conocimiento de los
limites y situaciones en que se encuentra es una condicién del
propio desarrollo, al tiempo que es una justificacién de sus
practicas y operaciones”,
Hasta hoy siguen vigentes, como propiedad del quehacer
profesional, los “moldes", al estilo weberiano, denominados:
asistencial, de gestién, de promocién y educativo.
Debe quedar claro en este desarrollo que no niego las ac-
lanes asistenciales, promocionales, gestivas y educativas co-
mo basicas del Trabajo Social; por el contrario, las reivindico,
pero como estrategias de intervencién en funcién del produc-
to social construido por las relaciones de los agentes. Esto no
me impide descreer del logro de un abordaje integral desde
“roles” predeterminados por los que nos precedieron en la his-
toria del Trabajo Social
Lo hasta aqui planteado me permite avanzar en la si-
guiente hipétesis: los roles que el colectivo profesional pre-
determiné histéricamente para el Trabajo Social determi-
‘nan, atin hoy, que las précticas llevadas a cabo se plasmen
en acciones estéticas, rigidas y parciales; lo que no permi:
te el logro de un abordaje que contemple la dinémica, com-
plejidad e integridad de la cuestién social, abordando s6lo
la n para la que dichos roles fueron creados.
Paradigmas tradicionales del rol
en las ciencias sociales
El papel del asistente social
“Una investigaci6n del rol nos da las regularidades 0 fre-
cuencias con que aparecen los atributos constitutivos del rol.
Este es independiente de la persona que lo asume. (Los roles)
26
Del rol esttico ale posciondinamica en las préctcas del Trabajo Sociol
‘uncionan y continuarén funcionando con un personal humano
dermanentemente renovado, El rol de AS como el de cliente est
configurado en ciertos atributos que le son propios y en una cons
tancia de conducta, por eso decimos que esté institucionalizado.”
“La sociedad no adscribe, no recluta AS, no acomoda in-
dividuos al rol. La sociedad s6lo busca dar coherencia al rol
a través de normas sociales 0 juicios de valor acerca de c6-
‘mo acta 0 estima: sanciones, privaciones respecto a la con-
ducta desviada, juicios individuales de autorregulacién. De
ahi que dependan del consenso social, el que legitima y efec-
tiviza el rol. La mutualidad que se establece con el cliente,
al que también podemos llamar con Georges Mead, socio de
rol, permite una regulacién mutua de comportamientos ba-
sada en la complementariedad de las expectativas acerca
de cémo deben actuarse los roles.”*La nocién de red social
La “red” es una metéfora que permite hablar de relacio-
res sociales aportando los atributos de “contencién’, “sos-
tén", “posibilidad de manipulacién’, “tejido", “estructur
“densidad”, “extension”, “control”, “posibilidad de creci-
miento", “ambicién de conquista”, “fortaleza”, etcétera, to-
mados en préstamo de su modelo material (red de pescar).
También se puede ver la analogia en la definicion que dieron
Felix Guattari y Gilles Deleuze?* del rizoiia.\"Esto es una red
que opera con sistema de raiz, como lo son las raices de las
caftas, en donde cada punto de la raiz es un nodo de la cual
puede surgir una cafia. El rizoma procede por variacién, ex-
pansién, conquista, captura. Por oposicién al grafismo, al di-
bujo 0 a la foto, por oposicién a fos calcos el rizoma se remi-
te a un mapa que debe producirse, construirse, siempre des-
montable, conectable, invertible, modificable, con entradas y
salidas miltiples, con sus lineas de fuga. Son los calcos fos
que hay que hay que llevar sobre los mapas y no a la inver-
sa. Contra los sistemas centrados, de comunicacién jerarqui
‘cay vinculos preestablecidos, el rizoma es un sistema acen-
trado, no jerarquico absoluto.
35. Deleuze, Gilles; Guattan, Félix, Rizoma. Introduccin. Ediciones Coayoa-
‘cin, México, 1994
51Redes Comunitarias
El término es aplicable a dos fendmenos diferentes: por
una parte, a un conjunto de interacciones espontaneas que
pueden ser descritas en un momento dado, y que aparecen
en_un cierto contexto definido por la presencia de ciertas
practicas mas 0 menos formalizadas; por otra parte, puede
también aplicarse al intento de organizar esas intgracciones
de un modo mas formal, trazarles una frontera oun limite,
poniéndoles un nombre y generando asi un nuevo nivel de
complejidad, una nueva dimensién.
“La nocién de red no es un objetivo en si mismo, sino que
es, como metéfora, parte de una epistemologia para la accion
que permita mantener, ampliar o crear alternativas deseables
para los miembros de esa organizacién social. La nocién de red
es una invitacién a verse a si mismo como un participante re-
flexivo y no como el “objeto social” de una “masa humana’ El
operador en red, en tanto participante responsable de su con
dici6n jerérquica, ha de promover las practicas reflexivas que
permitan a los miembros de la organizacién (incluido el propio
operador) verse a si mismos de un modo novedoso en las con
secuencias de su accionar"=*,
Sefiala Packman que una red social no es solo un hecho
social, sino también una oportunidad para la reflexion sobre
lo social tal como to experimentamos en nuestras practicas
cotidianas. En tanto espacio reflexivo sobre lo social, puede
ser expresion de una practica politica de sujetos sociales y no
el terreno para la manipulacién politica de objetos sociales.
Como practica reflexiva ha de trascender el simple ejercicio
de lo acostumbrado para meditar a través de la observacién
mutua sobre las categorias de lo “normal”, como tinico mo-
do de evitar transformarse en una estructura punitiva de la
creatividad de sus miembros.
'36, Packman, Marcelo. Op. Cit.
52
Del fl esttico ala posicin dndmica en las précticas del Trabajo Social,
Por lo tanto, la nocién de red social implica un proceso de
construccién permanente tanto individual como colectiva. Es un
sistema abierto, multicéntrico, que a través de un intercambio
dinamico entre los integrantes de un colectivo (familia, equipo
de trabajo, barrio, u organizacién, tal como la escuela, el hos-
pital, el centro comunitario, entre otras) y con integrantes de
otros colectives, posibilita la potencializacién de los recursos
que poseen y la creacién de alternativas novedosas para la re-
solucién de problemas o la satisfaccion de necesidades. Cada
‘miembro ¢el colectivo se enriquece a través de las miltiples re-
laciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando fos
aprendizajes al ser éstos socialmente compartidos”””.
ms :
137, Dabas, Elina, Redes Sociales, familias y escuela. Pakiés, Argentina, Junio
oe 1998,Capitulo 2
La perspectiva de red
y sus estrategias operativas
Concepto de perspectiva de red
Por perspectiva de red entendemos la posibilidad de ir arri-
bando, \desde un enfoque relacional, a un proceso de conoci-
miento del contexto de un individuo u organizacién asi como de
las interacciones an y éntre los Componentes del mismo.
Estrategias de abordaje jual.
El modelo socio-ecolégico
Para poder utilizar el pensamiento de red, se requiere un
“marco de referencia tebrico”. E1 modelo tebrico sistematizado
mas relevante es el socio-ecolégico de Urie Bronfrenbrenner*®,
A través de é! podemos pensar la sociedad desde un punto de
vista teérico, tomando la red como el nivel mas elevado para
observarla. Asi resulta posible resaltar qué. reacciones o |inter-
vericiones|en los diversos niveles de la red pueden producir re-
percusiones sobre la globalidad del sistema.
'38, Bronfentrenner, Ure. The experimental ecology of human developement.
‘Gambrigde, Massachusetis, Harvard University Press, 1979.
55Redes Comunitarias
Bronirenbrenner, psicélogo ruso-americano, presenta
tuna descripcidn del proceso de desarrollo del nifio visto des.
de una perspectiva sistémica. Su modelo de desarrollo eco:
légico muestra claramente al individuo y su medio como
partes de un sistema de red, cuyas influencias son mutuas
y circulares. De acuerdo con este modelo, cada persona se
halla en una realidad que consiste en un nimero de siste-
mas de diferentes niveles.
Las personas mas proximas, en este caso del nifto que es-
tamos enfocando, son el sistema con el cual el nifo se involu
cra. En otras palabras, su entorno inmediato, tal como la fami-
lia 0 la persona cuidadora, por ejemplo.
Este autor denomina microsistema a ese sistema. A medi-
da que el nifio crece, va perteneciendo a diversos microsiste-
‘mas al mismo tiempo. De ser solamente {a familia, 1os parien
tes y tal vez la persona cuidadora los que integran sui microsis-
tema, a medida que crece se agregan la escuela, el centro re-
creativo, el grupo de amigos 0 el equipo de fitbol
En su modelo, Brontrenbrenner confirma lo que cada vez
es mas obvio en el trabajo clinico: 1a importancia de contac-
tos regulares y positivos entre quienes conforman el entorno
de, por ejemplo, et nino. Esto fue confirmado por la practica
clinica de varios profesionales, como es el caso del equipo
del Centro de crisis para la red de sostén de los niftos,
Botkyrka, Estocolmo, Suecia, donde observaron qué fronte-
ras herméticas y conflictos irresueltos entre ta escuela y la
casa del nifio determinaban que los tratamientos de accién
social se lentificaran, y a menudo contribuyeran a un cuida
do compulsivo, innecesario, del nifio.
Bronfrenbrenner considera basicos los contactos entre los
diversos microsistemas en los que el nifio se desarrolla, y to:
ma en cuenta esta relacién entre microsistemas como un sis
tema en si mismo, al que denomina mesosistema.
56
La porspectiva de
El abordaje en red, a menudo, acarrea la activacién del me:
sosistema institucional y abre nuevos canales de cooperacién, los
cuales es deseable que se mantengan al finalizar la intervenci6n
El siguiente nivel en el modelo de Bronfrenbrenner es el exo-
sistema, que en este caso muestra cémo el nifio es afectado aun
que él no participe directamente. Por ejemplo, la cuidadora del ni-
fio (microsistema) es a su vez parte de los servicios sociales de la
Municpalidad (exosistema). Este término significa que el niito es-
1a influido por fo que sucede en su entomo, sin necesidad de for-
mar parte directamente de él. En el ejemplo anterior, con respec
to a la cuidadora, es sabido que lo que suceda en el exosistema,
ya sea medidas de seguridad, incremento del nimero de nifios a
su cargo, etcétera, tiene gran influencia sobre la situaci6n de la
cuidacora y, consecuentemente, en la tarea que realiza
En este modelo, el nivel abarcativo en el cual todos los
otros sistemas dependen unos de otros y cooperan entre si,
se denomina macrosistema. Incluye valores culturales con-
dicionantes expresados en la religién, las leyes y el poder
econémico y politico. EI macrosistema se refiere a “las co-
rrespondencias en forma y contenido, de los sistemas de
menor orden (microsistema-mesosistema-exosistema), que
existen o podrian existir, al nivel de la subcultura 0 de la cul-
tura en general, junto con cualquier sistema de creencias 0
ideologia que sustente estas correspondencias". Entonces
los esquemas de los sistemas varian significativamente si un
sujeto pertenece a una etnia y no a otra, a un grupo socioe-
conémico o estrato, religioso, etc.; esto refleja sistemas de
creencias y estilos de vida contrastantes que a su vez ayt!
dan a perpetuar ambientes ecol6gicos especificos en cada
grupo y en los que se manifiestan o emergen las situaciones
problematicas (ver grdfico 1)
39. Ure Bronfrenbrenner Op. Citi
|
i
i
+ Traboje del pad
= == Microsistoma
‘Mesosstome
Redes Comunitarias
‘Adinistracin de
Servicios Sociales
Laprspectv de y us estates operates
Estrategias de abordaje comunitario
Las estrategias de abordaje comunitario encuentran sus:
tento en{principios basicog que van guiando y direccionando
las acciones en el proceso de insercién e intervencién. Estos
principios basicos constituyen dos ejes. Uno es el denomina-
do de interaccién activa y un segundo de identificacién his
torica: El primero constituye el eje de la sincronia y el se-
gundo el de la diacronia.
Se define com inleracciGu activa’ al principio por el cual
la comunidad es consciente de las interacciones que se es-
tablecen entre los actores sociales, directa o indirectamente
involucrados en el proceso de mejora de la calidad de vida y
de sus posiciones ante las situaciones problematicas que los
atraviesan, y se activan los mecanismos vinculares que per-
miten potencializar positivamente estas interacciones socia-
les para alcanzar las metas deseadas; se promueve asi un
aprendizaje de formas de organizaci6n creativa que van pro-
moviendo la adquisicién de capacidades para el abordaje de
futuras situaciones emergentes. Dabas“° sefiala que “la inte-
racci6n activa supone que la comunidad, una vez que alcan-
ze clara conciencia de los vinculos que la ligan a los distin-
tos actores sociales y a éstos con la produccién del espacio
y que reconoce los mecanismos a través de los cuales dichos
vinculos se establecen, se encuentra capacitada para disefar
lineas de accién que le permitan potenciar dichas interaccio-
nes en beneficio del emprendimiento y readecuar sus metas
en funcién de sus probabilidades concretas de éxito”,
La autora define la identificacién histérica'como “el principio
por el cual la memoria histérica colectiva es activada a efectos de
440. Dabas, Elina, Red de Redes. Las précticas de intervencién en redes so-
isis. Paides. 1993
59Redes Comunitarias
que fa comunidad pueda tomar conciencia de los rasgos
constitutivos de su identidad y de la manifestacién adecua-
da de ésta en el espacio, y sistematizar su praxis pasada co-
mo base de autenticidad que le permita, desde el presente,
proyectarse al futuro, definiendo un proyecto comin. Enton-
‘ces decimos que Ia identificacién historica supone que, sin
conciencia clara de la propia identidad, todos los vinculos
que se establecen se encuentran alienados, incluyendo los
vinculos con el espacio material. S6lo a partir de un pasado
reconocido y reelaborado en el presente es posible conformar
prefiguraciones que impliquen la formulaci6n de un proyecto
de vida comunitario en el que se incluya un proyecto adecua-
do de mejora de la calidad de vida
En estos principios se basan las estrategias operativas, las que
van definiendo una modatidad de accién con la comunidad. Estra
{egias que a modo de actuacién, los equipos profesionales pueden
adoptar en el trabajo con ese particular espacio vincular en el que
se desarolla su “encuentro” con la comunidad, es decir en su pro
cceso de insercién y acople a la red de relaciones de fa misma.
Dabas hace hincapié en que las estrategias operativas per-
miten concretar la tarea, segiin los ejes direccionales de ambos
principios basicos, y constituyen un sistema operacional cuya
{ertilidad radica en su aplicacién simulténea y consecuente.
Dichas estrategias se originan en supuestos teéricos que
‘son relativos al conocimiento y operacionalizacion adecuada
del espacio ligado a una comunidad con caracteristicas so
cioculturales que le son propias.
En principio conviene identificar cinco estrategias operativas:
interdisciplinaria, participante, participativa, de la incorporacién
del conflict y de fa incorporacién de la solidaridad y cooperacién.
La estrategia interdisciplinaria es aquella mediante la
cual las operaciones de transformacién de las situaciones pro-
blematicas comunitarias son encaradas de forma integral, con
la asistencia de un equipo profesional de distintas ciencias y
60
disciplinas, os que interactian dando lugar a un abordaje
acorde con el nivel de complejidad de la realidad concreta
con la que se enfrentan, ya que permiten describirla, expli-
carla y operarla en su multidimensionalidad.
Las estrategias participante y participativa parten del
supuesto que las situaciones problematicas son produccio.
nes sociohistéricas que varian con el grupo cultural concre-
to al que se acompasia. Por lo tanto, el conocimiento de las
mismas y su operacionalizacién no pueden ser asumidos s6-
lo per los profesionales, ni inicamente desde su posicién so-
ciocultural, altamente condicionada por los modelos interna
lizados a través de su formacién académica. Por el contra-
rio, es la comunidad la que debe prover las imégenes y pre-
figuraciones necesarias.
Pansamos que para que la mejora de la calidad de vida
de una comunidad sea adecuada y coherente, es necesario
que en el espacio vincular de encuentro se produzca una real
relacién dialéctica entre los dos tipos de conocimientos dis-
tintos, complementarios y legitimos. Es decir, la construccién
de una nueva instancia cognitiva que tenga en cuenta tanto
los saberes cientifico-técnicos del equipo profesional como el
vivencial de la comunidad, que de manera consciente sea
aproviada, para el disefo y ejecucién de acciones modifica
doras acordes a esta nueva instancia.
Entonces, por un lado, “la estrategia participante’ es
aquella por la cial ef equipo profesional se compromete
conscientemente con el habitat en el que opera y la comuni-
dad ligada a é!; implica un cambio en las conductas relacio-
rales de los profesionales que lo componen, a partir de acep-
tar que su conocimiento no es et tinico valido, que sus valo-
res no son universales y que si quieren describit, explicar y
operar en esa realidad deberin desobjetivarla e involucrarse
en ella como sujetos activos. Por otro lado, la estrategia par-
ticipativa es aquella mediante la cual las transformaciones
6Redes Comunitarias
de las situaciones problematicas son producto de la decision
consciente de la comunidad, sin cuya intervencién seria impo-
sible descriir, explicar u operar su realidad adecuadamente™*.
Para su desarrollo, esta estrategia requiere de la generacion,
por parte de los profesionales, de: canales apropiados de parti
cipacién comunitaria, circulacién de la informacién y apropit
cin por parte de los miembros de la red. Asi como también la
promocién de toma de decisiones compartidas y la adopcién de
tuna actitud profesional de alerta permanente que permita per
cibir las interlerencias que se produzcan para que no se tran:
formen en obstéculos insalvables.
Las siguientes dos estrategias se corresponden a la dinémi-
ca propia de los procesos grupales y comunitarios.
La estrategia de la incorporacién del conflicto es aquella
por ta cual el equipo profesional incorpora al proceso de trans-
formacién de la calidad de vida de la comunidad los conflictos
sociales existentes, como elementos de motorizacién de aquel,
partiendo de no obviarlos y generando los mecanismos que los.
hagan aflorar oportunamente cuando el estado de fuerzas de la
comunidad les permita superarios.
Por lo tanto, la estrategia parte de suponer y aceptar la exis~
tencia de situaciones no arménicas en todo grupo social, las
que se manifiestan en la presencia de estratificaciones internas,
fen muchos casos profundamente injustas, y en el desarrollo de
procesos relacionales en crisis.
La toma de conciencia de la esencia de los mismos por par-
te de la comunidad permitird plantearse acciones que apunten
a minimizarlos 0 suprimitlos.
Cada conflicto intemo superado, agrega la autora, impli-
ca un avance en el crecimiento grupal y una nueva instancia
41. Dabas, Elina. Op. Cit
62
perspectiva de rod y sus estrteyias operativas
de maduracién colectiva; a su vez, refuerza los vinculos aso-
ciativos en el grupo y permite fijar la atencién sobre los con-
flictos mas profundos en el abordaje comunitario de las si-
tuaciones problematicas.
Por ailtimo, la estrategia de Ja incorporacién de la coope-
rasi6n y la solidaridad es aquella por la cual el equipo pro-
fesional incorpora al proceso de transformacién de las situa-
ciones probleméticas, la experiencia comunitaria de coopera-
ccidn y solidaridad en la resoluci6n de sus problemas cotidia-
nos, resaltando su valor y promoviendo su utilizacién. El
pirtu que esta estrategia conlleva es, por un tado, el recono-
Cimiento del “otro” como legitimo, y por otro el reconoci
rmiento y recuperaci6n de las précticas hist6ricas ensayadas
por los agentes comunitarios. Esto evita las acciones de im-
plantacién de politicas, proyectos y metodologias por parte
de los equipos profesionales.
El acrecentamiento de la respuesta solidaria promueve ta
toma de conciencia de las propias fuerzas de la comunidad
y de su capacidad de resolver problemas por sus propios me-
dios. No obstanie, sefiala Dabas, tiene que tratarse de una
practicd Salidablemente auténoma y no de una sustitucién
de responsabilidades respecto de otros actores, en especial
ce carécter gubernamental.
Es en el contexto de esas practicas donde se hacen indelega-
bles las responsabilidades de los distintos niveles del Estado (Na-
cional, Provincial, Municipal), para qué partiendo de alli coriflu-
yan con los distintos grados de responsabilidad de los agentes so-
ciales involucrados en la cogestion de la cuesti6n social.
Cabe remarcar, finalmente, que “estas cinco estrategias
operativas no pueden constituir précticas aisladas, ya que co-
bran sentido en cuanto conforman un sistema operacional cu-
ya ferllidad radica en su aplicacién simultanea y consecuente
¥en su sustentacién en 10s dos principios basicos Ye los que
63Redes Comunitvias
se dio cuenta anteriormente. Sin la direccién que éstos pro-
veen, la implementacién de las estrategias carecen de valor”,
A modo de sintesis
Para aportar algunas conclusiones a dicha discusién ted-
rica quiero ejemplificar la nocién de posicién con el siguien-
te acontecimiento: la batalla de Midway‘. En un enfrenta-
miento bélico entre la flota norteamericana y la japonesa at
rante la Segunda Guerra Mundial, inmediatamente después
de comenzada la batalla, {a flota japonesa hunde el buque
insignia de tos primeros. Como es sabido, el buque insignia
opera como el comando central del resto de la flota. Ante la
inminente inhabilitacién del mismo, tas opciones eran reti-
rarse y renditse o ir tomando el comando, en cada momen-
to, aquel sector que creia estar en la mejor posicién para ha
cerlo. Esto ultimo permitié a los norteamericanos ganar la
batalla, a pesar del hundimiento de su buque insignia; pu-
dieron, casi esponténeamente, modificar las reglas de man-
do centralizadas y verticales, de manera que cada miembro
de [a flota estuvo en posicién, segiin las necesidades del de-
sarrollo de a batalla, de comandar al resto.
Podria decir que ello configura un modelo de ad-hocra-
cia, donde el poder va circulando con relacién a ciertas ta
reas, posiciones, lugares, todo un conjunto bastante amplio
de dimensiones en las que podemos pensar la circulacién
ean area ee sacar meters
64
La perspectiva de tay 5
del poder y donde ademas cada organizacion tiene sus pro-
pias dimensiones particulares.
Dicha situacién nos demuestra cémo las intervenciones
sociales, desde la nocién de posicién, asumen los atributos
de flexibilidad, desdibujamiento de fronteras y/o limites,
temporalidad dindmica y accién con relacién a la mejor po
sicién ccupada en la red de relaciones.
Para una distinci6n clara entre las nociones de posicién y rol,
podemes vincularlas de la siguiente manera, en términos de Lou-
rau. en la primera podemos observar su caracter instituyente, ya
{que posibilita un trabajo dinémico y estratégico en funcion de las
caractersticas de la demanda, la segunda en esencia es de carac-
ter instituida, esto es“ la cosa establecida, las normas vigentes va-
cidndose de la significacién de institu, funda, crear, trasformar’.
El carécter de predeterminacion del rol constituye un
campo de accién, que posibilita abordar la demanda social
desde practicas parciales, rigidas y autolimitadas. Parcial
porque carece de integralidad, abordando s6lo la dimension
para loque fue creado; rigidas porque los roles incluyen y ex-
cluyen practicas, incluyen desde el encasillamiento de accio-
nes predeterminadas, producto de las “negociaciones” entre
1 colestivo profesional y ta demanda del sistema al respec-
toy excluyen en el sentido de dejar por fuera todas aquellas
accionas (inclusive las novedosas y creativas) porque son
vistas como ilegitimas,
El enfocar lo social desde la perspectiva de las redes so-
ciates y especificamente desde la adopci6n del pensamiento
relacional, nos abre un panorama de posibilidades de accién
donde los limites de los roles se desdibujan permitiéndonos
“44, René, Lourau. E andfisis institucional. Amorort Ecitores. Bs. As, 1970.
65Redes Comuntarias
llevar a cabo acciones més flexibles en funcién de la emer-
gencia de la problematica y de la posicién ocupada en la red.
Si nos sentimos comprometidos con abordajes mas inte-
grales de Jo social, es preciso transformar nuestra mirada,
pasando de la garantia tranquilizadora del rol al juego tacti-
co-estratégico de la posicién, “de la basqueda de certezas a
la aceptacién de incertidumbres, del destino fijado a la res-
Ponsabilidad de la eleccidn, de las leyes de la historia a la
funcién historizante, de una tnica perspectiva privilegiada al
sesgo de la mirada"® Autolimitadas, es la “naturaleza” pro-
pia de! rol. En el mundo moderno las excepciones son vistas
‘como errores, no tienen lugar, es decir deben ser eliminadas,
ya que no puede atribuirseles ningiin rol.¢®
Siguiendo esta linea podemos decir que las profesiones mo-
demas se (y les) fueron atribuyendo roles que determinaban el
quehacer profesional, es decir la especificidad de las mismas.
Todo lo que estuviese fuera de los marcos del rol generaba “rui-
do” en los colectivos profesionales y en el sistema.
En el rastreo de la nocién de rol en ta bibliografia de tra-
bajo social, me encontré con una fuerte critica de los recon-
ceptualizadores a dicha nocién, y la soluciOn que aporta uno
de sus mayores exponentes Herman Kruse— es redefinir la
concepcién de rol desde el marco de la teoria materialista
dialéctica. Si bien no debemos descontextualizar sus aprecia-
ciones, hoy puedo sefialar con firmeza que los/as reconcep-
tualizadores/as entran, en lo especifico de la nocién de rol,
dentro del campo del TST. Es decir que el presente trabajo
corre la barrera de lo tradicional en Trabajo Social, dado que
45, Noimanovie, Devise “El lenge de os vines: de la a
. cs vines dea indopndnca ab
solta aa autononia rea, en Dabes Najmanowce Redes feng
Jos vinculos. Paidés. Bs, As., 1995. 7 * ce
46. Najmanaveh, Denke Op. Ck
66
La perspectiva dered y sus ostratogias operativas
la noci6n (rol) queda intacta en el devenir histérico, proponiéndo-
sele la mirada desde otro marco y no el cambio nocional que per-
tmita otro tipo de pensamiento de las précticas sociales.
Por otro lado, la referencia a Robert Castel se hace im-
prescindible si queremos comprender el enfoque del presen-
te trabajo, ya que su concepcién de la metamorfosis de la
[euestién social hos ubica en el preciso dilema entre la posi
ién y el rol. Aquélla, en perspectiva del devenir histérico,
por ende dindmica, dibuja contextos para los que los posicio-
namientos estaticos de los roles acaban llegando tarde. A su
vez, éstos permiten, a quien interviene, la posibilidad tran-
quilizadora de actuar desde un marco de certidumbres. En
términos del autor, Ja metamorfosis hace temblar las certi-
dumbres y recompone todo el paisaje social.
Ahora idesde qué nocion nos ubicamos
ante una realidad con estas caracteristicas?
La respuesta podré saldarse en la medida en que se entien-
da que el presente texto no pretende defenestrar en Ia faz te6-
rico-metodolégica la nocién de rol, sino qué, por el contrario,
propone incorporar a la reflexion y a la préctica de nuestra dis-
Ciplina los limites a los que nos enfrentamos.
fen somos capaces de comprender la naturaleza de los
‘cambios que nos tocan vivir, la complejidad y la multidimensio-
nalidad de la realidad, operamos desde enfoques que parciali-
zan y cristalizan las practicas profesionales que de ellos se des-
prenden. Estas abordan, en el mejor de los casos, sdlo la di-
mensién que dicho enfoque delimita a la posible intervencién.
Al pensarnos trabajando posicionados desde instituciones-
organizaciones, encontramos que, si bien en la practica social
de un profesional del Trabajo Social las acciones predetermi-
nnadas y prescritas por los roles son en general “acatadas” par-
cialmente, no es posible perder de vista la incidencia que
67Redes Comunitarias
ellas (escenario principal donde se desarrolla la mas variada
gama de demandas cruzadas) ejercen sobre fa delimitacion
de lo permitido y lo no permitido, 10 posible y lo imposible
tanto para el TS como para el conjunto de los agentes de la
misma organizacién y de aquellos que se acercan con ellos pe
didoys concreto/s o la/s demandals.
Es en la interaccién que se da entre el trabajador social —y es
aqui donde quedan excluidas las demas profesiones—, os “usua-
rios" y la organizaci6n, que opera fuertemente el imaginario colec
tivo sobre lo que debe ser y hacer quien ocupa dicha posicién.
Sin duda alguna,csa tensién es debida fundamentalmenle 4
la “Juventud” que ostenta nuestra disciplina y a la indefinicion
del que-hacer profesional. Esta deuda es con los “usuarios”, las
organizaciones, y para con nosotros mismos. Pero se hace
‘nuestra la responsabilidad histérica como disciplina de generar
permanentemente conceptualizaciones que vayan dando fun-
damento a nuestras practicas; asi como también dar claridad a
todos los agentes con los que interactuamos, acerca de cuales
son y van siendo los saberes “especificos” que podemos poner
a disposicién, sin que ello vaya en detrimento de la puesta en
practica de otros saberes que no son propiedad exclusiva de
ninguna disciplina o agente social
Considero que esta revision y autorreflexidn de uno de
los obstaculos mas relevantes con los que la profesién se
encuentra a diario en su accionar, nos permite echar luz so:
bre una discusién que nos tenemos que dar, en pos de no
seguir encorsetando las practicas del Trabajo Social, y por
otra parte que ello no implique dejar de aportar al enrique-
Cimiento de nuestro saber especifico que lleve a una adap:
tacién activa al entramado de relaciones —campo de posi
ciones— en el que se inscriben los abordajes profesionales.
Esto es, que la adopeién de! enfoque relacional,, del que for-
ma parte la perspectiva de las redes sociales, no haga per
der la voz singular del TS ni que la supuesta especificidad
68
La perspective de red y sus estatagias apurativas
del mismo acabe delimitando estrictamente barreras que
“impican’ un accionar "menos disciplinado”.
Por titimo, queria terminar las presentes conclusiones de la
misma manera que las empecé. Es decir con un ejemplo esta
vez relativamente actual que grafica de alguna manera lo
que hasta aqui se ha venido sosteniendo. E1 mismo es con
relaci6n a como se abordan los cuadros de quemaduras en
el Hospital Municipal del Quemado de la Ciudad Auténoma
de Buenos Aires. Dice el Dr. Gallardo’? (jefe de Pediatria)
“en general la atencién de estos casos va circulando de-
pende las circunstancias y la evoluciin de Ins mismos. Por
momentos pasa por el médico, en otros por la psicdloga, en
‘otro po’ la terapista ocupacional y en otros por la familia’
497, Entrevista at equipo de Podiala det Hospital Municipal del Quemado en
fl micro “Palitias de salud” del programa “Marca de Rach, conducido por
Eduardo Alverti en: AM 630, 18/3/2000.
69