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MARIANO ZAMORANO. Instituto de Geografia, Facultad de Filosofia y Letras Universidad Nacional de Cuyo LA ORGANIZACION ESPACIAL DE LOS OASIS IRRIGADOS DE MENDOZA Y SAN JUAN, REPUBLICA ARGENTINA. 1. OASIS Y RIEGO Oasis: la palabra supone, obviamente, uti- lizacién del agua. Pero en el caso de los de las provincias de Mendoza y San Juan se afiaden varias connotaciones significativas a) En primer lugar, se trata de oasis ma- yores contrapuestos, en el panorama argen- tino, a otros de menor relevancia localizados en ef centro del pais. En este sentido, la distincion entre oasis ricos y pobres ya la sefialé Federico A. Daus en un trabajo cidsico en la literatura geografica argentina (1). Las cuencas de los rios San Juan, Mendoza, Tu- nuyan, Diamante y Atuel corresponden a cau- dales medios anuales que varian entre 30 y 40 metros cibicos por segundo, lo cual resulta suficiente como para haber conformado zonas cultivadas que, en conjunto, suman alrededor de 700.000 hectareas, si agregamos a las aguas superficiales las del subsuelo, intensa- mente explotadas en los uiltimos veinte afos (figura 1). El caso del Jachal, al norte de la provincia de San Juan, escapa al paradigma comin por su escaso caudal (8 m°/seg.), la menor extensién aprovechada (23.000 hecta- reas) ¢ incluso por los cultivos mas difundidos: hortalizas, alfalfa, olivo y trigo (2). 8) En segundo término, el aprovechamien- to del agua ha variado segin la época, el Ambito de difusion del poblamiento y las po- sibilidades técnico-econémicas; pero un rasgo resaltante es la sistematizacién del riego, ra- cionalmente administrado desde hace ya un siglo (Ley de Aguas de Mendoza, 1884), lo cual, paisajistica y estructuralmente, tiene una influencia decisiva en la caracterizacion geo- srafica, El escurrimiento superficial, como es sabido, a partir de los rios principales, com- porta una serie de acueductos —canal matriz, ramo, hijuela, acequia, sobreacequia, surco— que se derivan de tomas diferentes en los cauces: diques, compuertas, compartos, tapo- nes... (fig. 2) (3). También son evidentes, por contraste, las repercusiones en el paisaje de- bidas a las nuevas técnicas de obtencién y distribucion de las aguas subterréneas que, en algunos casos, conducen directamente a la eliminacién de los conductos a cielo abierto, reemplazados por caferias bajo tierra con sa- lidas cada 20 0 30 metros y una posterior expansién mantiforme del liquido a partir de una valvula Hamada hidrante (4). Estructuralmente, el riego se relaciona de muchas maneras con la trama de lo agrario y aun de lo urbano, Basta sefalar su incidencia 663, SuTUaciOK RELATIA 4, , Po, T 1 | 1 | 1 1 I 1 1} 1 1 i ! I } Fig. 1. Zonas irrigadas de Ja provincia de Mendoza. en el parcelamiento rural y en el plano de las ciudades. Si consideramos a los oasis como un. sistema cabe admitir, pues, que la energia fundamental les es transmitida por esta ner- vadura acuifera omnipresente, que es insos- layable para poder materializar los deseos y las necesidades de los habitantes. Por medio del agua y del riego, como componentes esen- ciales de la coherencia espacial, se logra una homogeneidad que se traduce, en este con- texto, en estabilidad. De ahi que podamos considerarlos como variables dominantes. ©) En el marco desértico. —200 milime- tros de precipitaciones anuales— los oasis acogen lo sustancial del poblamiento, de las, actividades y de los medios de comunicacién regionales, pese a representar un muy escaso porcentaje de las superficies totales de las dos, provincias: 3 por 100 en Mendoza y 1,5 por 100 en San Juan. Y esto es terminante en cuanto a su gravitacién espacial, si tenemos en cuenta que las tres grandes variables senaladas constituyen la base de toda estructura geo- grafica. De este caso, esa definicién regional concentrada en los oasis vale para el resto del territorio de estas provincias andinas. @) En fin, con igual razon podriamos aceptar esta supremacia y esta proyeccion de los oasis si adoptamos un criterio funcional. Los focos de comando y decisién, tanto con alcance provincial como regional, se encuen- tran implantados en los oasis. En ellos se ubican la metropolis, Mendoza, y tos prin- cipales centros regionales que podriamos con- siderar en esa delimitacidn: San Juan y San Rafael. Ya se ha dicho, ademas, que la so- lidaridad provocada por los dispositivos de equipamiento y circulacién nos autoriza a in- corporar parte de San Luis a la red de ciu- dades, como se advertira en algunos croquis de este trabajo (5). Destacada asi la dominancia del agua y del riego como estructuradores espaciales, cabe analizar ahora las tres grandes variables que intervienen para inscribir en ese espacio, con su organizacién peculiar, a estos oasis vincu- lados a los Andes, de cuyos deshielos se alimentan. Las tres poseen una intima relacion entre si y con el ya seftalado pedestal re- presentado por el agua. 2. UN POBLAMIENTO RURAL DISPERSO, EN OASIS DE TENDENCIA GREGARIA EI paisaje de tos oasis mendocinos y san- Juaninos ha sido comparado al bocage francés. La similitud de rasgos proviene del verdor de Jos cultivos en el periodo estival, del cierre de las propiedades, de la presencia reiterada del arbol, de la abundancia de caminos de enlace, de la dispersion de las viviendas y, en fin, de la valoracién individualista del suelo. Por su- puesto, no encajan en el modelo europeo ni la regularidad del parcelamiento ni la orientacion econdmica. En lo que respecta al poblamiento, su fre- cuente dispersion es una consecuencia de la separacion de la fase agricola e industrial, en esta vitivinicultura y, en el ambito agrario, de la atencién directa de las parcelas asi como de Jos imperativos del riego con aguas superfi- ciales, en cuanto conducen a una dependencia con relacién a los tumos que establecen las autoridades de cauces. Las casas de los agri- cultores se disponen en fila, aunque bien se- patadas, a lo largo de los caminos, o se apoyan en la trama de Ios canales. La dispersién comentada no es impedimen- to, sin embargo, para que exista —siempre en el medio rural— un alto porcentaje de den- sidad de poblacién, y acompafia a la tendencia hacia formas concentradas que se manifiesta ltimamente, en gran parte como una modi ficacion perceptiva del espacio vivido, en estos oasis relativamente poco extensos en los que erecen cada vez més ciudades de apreciables, dimensiones. El habitat disperso desaparece en Jas nuevas instalaciones nacidas exclusi vamente con el aprovechamiento del agua sub- terranea y promovidas por grandes empresas que se orientan decididamente hacia la con- centracién en todos los aspectos: un mono- cultivo intensivo de la vid, un sistema tinico de equipamiento hidraulico y una agrupacion de las viviendas de los trabajadores en verdaderos barrios rurales (6). Como ya se dijo, la dispersion del habitat se da dentro de una densidad de poblacién ex- clusivamente rural bastante elevada, que pue- de estimarse en 50 habitantes por kilémetro cuadrado y, en ciertos sectores, llega a 150. ‘La ocupacién intensa del espacio la demuestra 665 tambien Ia constitucion de niicleos de mayores dimensiones, en comparacién con las formulas laxas de otras provincias. Segin el censo de 1960, por ejemplo, San Luis —provincia pam- peana semidrida— tenia ocho nucleos de 1,000 a 2.000 habitantes, 13 de 500 a 1.000 y 19 de 100 a 300, frente a solamente seis centros que podian, cuantitativamente, ser ca- lificados de ciudades (mas de 2.000 habitan- tes). Mendoza poseia, en cambio, 33 centros de mas de 2.000 habitantes, 20 de 1.000 a 2.000, y sdlo nueve de menos de 1,000. Lo mismo ‘se -comprobaba en porcentajes: 12,4 por 100 de la poblacién de San Luis se en- contraba en pueblos de menos de 1.000 per- sonas, mientras que en Mendoza esto se re- ducia al 0,5 por 100 y en San Juan al 3,2 por 100. Las cifras de 1980, con leves di- ferencias, confirman esta tendencia, San Luis posee tinicamente 10 micleos de mas de 2.000 habitantes y cinco entre 1.000 y 2.000; Men- doza, en ese orden, 27 y 17. Habria que agregar que las tres aglomeraciones que co- mandan las zonas de riego més pujantes —Mendoza, San Juan y San Rafael— retinen (censo de 1980) 957.752 pobladores, es decir, casi el 60 por 100 del total de las dos pro- vincias. UN VINEDO DE MASA, PULSO DE LA ACTIVIDAD ECONOMICA Y LAS TENSIONES SOCIALES La vitivinicultura es clave para comprender el panorama socioeconémico de estas dos pro- vincias andinas y sus caracteristicas se ins- criben profundamente en el paisaje. Lo es con claridad, a despecho de otros horizontes de actividad que la acompaian en to agratio —horticultura, olivicultura, fruticultura— y de la gran importancia de Mendoza en el con- cierto petrolifero nacional. En este ultimo caso, el sistema de regalias diluye la aportacion para la provincia misma, En consecuencia, la vi- tivinicultura continua siendo el soporte de la economia, tanto a través de los ingresos por su comercializacién como por el movimiento in terno que engendra, con una intensa movi lizacién financiera estatal, empresarial privada y con una intervencién decisiva en la cap- tacin de la mano de obra de las dos pro- vineias. Los flujos financieros, ocupacionales y de otra indole que podemos adjudicar al cultivo de la vid trascienden los limites de su presencia paisajistica y conciernen no sélo a la totalidad de las provincias viticolas mencio- nadas sino a otras que se vinculan opera- tivamente a esta linea agroindustrial (caso del Gran Buenos Aires). Es muy sabido, por otra parte, lo que re- presenta esta actividad del oeste argentino, desde los primeros tiempos, en el conjunto del pais. En 1983, porcentualmente, la superficie cultivada con vid en la Argentina se concen- traba abrumadoramente en Mendoza y San Juan, que reunian el 91,14 por 100 de ella (72,13 por 100 Mendoza y 19,01 por 100 San Juan), con 232.265 hectareas en la primera y 61.219 en la segunda (7) (fig. 3). ‘No queremos detenernos en la descripcién detallada del paisaje relacionado con la vid, y sus factores de explicacién, porque nos ale- jaria de este intento de cefiir, fundamental- ‘mente, las lineas directrices de los oasis de este medio desértico. La disposicion general del cultivo adopta dos formas de conduccién principales: espaldera y parrales. Con el apoyo ineludible del riego, el calendario agricola com- prende una serie de tareas que se eslabonan durante el afio, permitiendo algunos respiros en el receso invernal y exigiendo, por el con- irario, una intensificacién al llegar la vendimia. Riegos, araduras o labradas, amugronamien- tos, podas, combate de las plagas, cosecha, son las etapas mayores de un proceso tefido de esperanzas y quebrado a veces por flagelos climaticos o crisis de comercializacién (8) (fi- gura 4). a) Hablamos de flagelos climaticos. El clima, desde el punto de vista térmico, sa- tisface los requerimientos de la planta: 20,9° de media en noviembre, mes de la floracion; 20,5° en el periodo que va de la brotacién a la madurez (septiembre-febrero), y 22,4° en el lapso noviembre-marzo, desde la floracion ala cosecha, Los problemas mas serios, climati- camente, los constituyen la falta de humedad (782 mm, de evapotranspiracion y 200 mm. de precipitaciones anuales), compensada con el agua proveniente de las nieves cordilleranas; y los flagelos climaticos representados por las heladas y el granizo. Las primeras, especial- mente, cuando son prematuras o tardias, han tenido algunos afios alcances generales desas- trosos, provocando pérdidas casi totales; el 667 1a red simulada con la red real. El 279 de Ia red 668 granizo, en cambio, tiene recorridos variables y sus efectos son de proyeccién local. b)__Nos hemos referido a las crisis de co- mercializacién. Los defectos de estructura de este viniedo crean una inestabilidad econémica y desequilibrios sociales evidentes. Se trata de un viedo de masa, que busca altos rendimientos para volcar la produccion al consumo interno de la Argentina, pero que no se ha preocupado en la misma medida por lograr vinos genuinos, por su origen y las condiciones de elaboracién. Existen, por cier- to, bodegas que destinan una parte de sus cosechas, de cepajes finos, a la consecucién de vinos de alta calidad, En el conjunto, con todo, predomina la obtencién de vinos comunes. Por Io tanto, en los afios de superproduccién o de retraccién del consumo argentino, no se da, en ‘compensacién, la demanda sostenida de quie- nes reclaman, en el extranjero, legitimidad y constancia en la calidad. Es muy escasa la apertura hacia los mercados exteriores y las fallas apuntadas inciden desfavorablemente. Las crisis no son s6lo coyunturales. Con- tribuyen a ellas también, como hechos estruc- turales, el régimen de tenencia de la tierra, las modalidades de la comercializacién de la uva y la diferenciacién social agraria La superficie media de las exploraciones viticolas es de 7,84 hectireas en Mendoza y de 5,25 hectéreas en San Juan (9). Incluso puede notarse una peligrosa tendencia a la muy pequeia propiedad. El predominio de la pequefia y mediana propiedad, con todo, no debe hacemos olvidar la gravitacién de los empresarios mas poderosos, los grandes bo- degueros, teniendo en cuenta que se trata de un vifiedo sujeto a transacciones entre quienes s6lo producen el fruto, para su venta posterior a quienes elaboran el vino. La disponibilidad de cultivos propios y el control de los precios de la comercializacion explican que las mas importantes bodegas ejercieran una suprema- cia irritante en el marco global de la viti vinicultura. Desde hace unos veinticinco aios esa influencia ha decrecido a causa de una mayor fiscalizacién y la intervencién directa de establecimientos estatales 0 cooperativas —Giol de Mendoza, CAVIC en San Juan—, una de cuyas misiones ha sido regular el juego de Ja oferta y la demanda mediante la fijacion de precios compensatorios para la uva, y la elaboracion por cuenta de terceros. 670 De resultas de esta diferente actuacién y posibilidades, podriamos establecer cinco pel- dafios en la estructura social agraria: los gran- des bodegueros, los trasladistas (que producen sélo para terceros eneargados de la comercia- lizacién final), el vifiatero sin bodega con pro- dad mediana o grande, los pequefios pro- farios en un mismo nivel que aparceros y contratistas, y los obreros rurales. Entre estos grupos los roces y conflictos son frecuentes. LA CONCENTRACION EN MATERIA DE COMUNICACIONES Focos de concentracién de poblamiento y de las actividades esenciales, los oasis son asimismo los que poseen la mayor disponi- bilidad de medios de comunicacion. Para de- mostrarlo, lo més elocuente resulta acudir al elemento que mejor canaliza en la actualidad los movimientos de superficie; los caminos. La supremacia de los oasis, en este aspecto, se pone de manifiesto por la densidad de rutas y por la desproporcién entre sus posibilidades de utilizacion frente a la insuficiencia de los ni- veles regionales y nacionales que conciernen a la provincia, Para el primer caso —densidad— podemos basarnos en una representacién isoplética, En un estudio realizado en el Instituto de Geo- grafia de la Universidad Nacional de Cuyo —el cual incluia también a la provincia de San Luis— se pudo comprobar como se configuran apretados micleos de elevada concentracién de caminos en los oasis, con indices muy su- periores a los que ostentan las zonas inme- diatas y, con mayor razon, a los de los es- pacios de dificil acceso, es decir, travesias y montafias (fig. 5) (10). Las diferencias resaltan igualmente cuando se recurre a la comparacion con la red si- mulada (fig. 6) (11). La coincidencia entre ef modelo y la red real es de un 72 por 100 en Cuyo; pero se advierte la clara oposicién entre los niveles local, regional y nacional. Para el primero —que corresponde a los oasis— la concordancia es practicamente total, mientras que las insuficiencias se notan al considerar los otros. En la consolidacién de las micro- rredes hay una influencia indudables de la ac- tividad agricola: los caminos se concibieron Dique de derivacion Cipoltetti sobre el rio Mendoza, punto de partida del sistema de riego del oasis principal Vista general de la ciudad de Mendoza, metropoli regional. om on El centro civico de la capital mendocina, exponente de su gravi- {acion politionadministrativa, El paisaje vitleola caracteristico, en Lujin de Cuyo (Mendoza). esencialmente al servicio de la viticultura, El factor politico, de decision, ademdis, actiia man- comunadamente, si se tiene en cuenta que los grupos sociales dominantes dirigian los inte- reses econémicos del viiiedo. Los enlaces interrregionales se encuentran dificultados por las condiciones del medio na- tural: zonas desérticas, relieve... Las coinci- dencias en el modelo de simulacion se pro- ducen s6lo donde existe superposicién de los ejes regionales con los nacionales ¢ interna- cionales. 5. RACIONALIZACION Y DESCONCENTRACION EI poderio de los oasis en Ia organizacién global del espacio mendocino y sanjuanino se comprueba, en suma, al analizar el poblamien- to, las actividades y las redes de circulacién, En la busqueda de una vision integral co- rresponde ahora anticipar algunos interrogan- tes que deben ser atendidos para lograr la ordenacién del territorio. En lo interno, los oasis se enfrentan es- pecialmente a dos problemas cruciales: tamiento factible de las po: pansién de la agricultura y el avance de las formas urbanizadas. En lo que respecta a lo primero, es urgente recurrir a una tecnificacion que permita un aprovechamiento mas intenso de! agua. Hay mucho por hacer en ese as- pecto. En lo que concierne a lo segundo, el peligro esta representado por el crecimiento enorme de las ciudades y la consiguiente in- vasién de suelos aptos para el cultivo, en un medio tan escaso en reservas de ese tipo y limitado en sus recursos acuiferos. Aqui se toma necesario planificar adecuadamente los futuros asentamientos, orientandolos hacia sec- tores que no interfieran, en lo posible, con los requerimientos de ampliacion del area cul- tivada. En el plano regional cabria plantearse la valorizacién factible de las superficies some- tidas hoy mas crudamente a las dificultades de la aridez, Otras formas de explotacion, otros horizontes econémicos, asi sean menos ren- tables en principio, deben ser cuidadosamente aplicados para crear o renovar el dinamismo de esas areas secas. La responsabilidad de los oasis compete, en consecuencia, a un papel mentor que tienda a inyectar vida a las zonas débilmente ocupadas, para facilitar la integracion regional. Caminos de enlace en el sector agrario, 673 NOTAS ()_ DAUS. F. Az «Poblacion de los oasis ricos y de los oasis pobres de la region arida argentina, en Humanidades, T. XXIX, La Plata, Universidad de La Plata, 1944, pp. 53-63. (2) Cf. PANNOCCHIA, S. A. «Geogratia agraria de la zona de bajo riego del departamento de Jachal (San Juan)», en Cuaderno del Ceifar, n.° 4, Mendoza, Centro de Estudios Interdisciplinarios de Fronteras Argentinas, 1979, pp. 75-109. (3) ANASTASI, A.: «El riego rural en Men- dozav, en Homenaje a Fritz Kruger, T. 1, Men- doza, Facultad de Filosofia y Letras de la Uni- versidad Nacional de Cuyo, 1954, pp. 519-531 (4) ZAMORANO, M.: «Les transformations récentes du paysage agraire & Mendoza (Argen- tina)», en Etudes offertes a Louis Papy, Bordeaux, Institut de Géographie, 1978, pp. 278-284 (3) ZAMORANO, M.: «Cuyo. Una region histérica y su moldeamiento geografico», en Limen, om ao IX, ne 31 y 32, Buenos Aires, Kapelusz, 1971, pp. 69-72 y 99-102. (6 ZAMORANG, M.: «Les transformations...», op. cit, passim. (7) Datos del Instituto Nacional de Vitivinicul- ‘ura. (8) Cf. ZAMORANO, M.: «El vifiedo de Mendoza», en Boletin de Estudios Geogréficos, Vol. VI, n.° 23, Mendoza, Instituto de Geografia, 1959, pp. 49-99, Datos, para 1983, del Instituto Nacional de Vitivinicultura, (10) ZAMORANO, M.; FURLANI DE CL VIT, M. E.. GUTIERREZ DE MANCHON, M. J OSTUNI, J., y REGO, J.: «Formas y procesos de la red de circulacion de Cuyo», en Cuadernos, ne 3, Mendoza, Centro de Investigaciones Cuyo, 1978, pp. 106-133 (11) idem,

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