se2r020 Opinién: Comprender a los tertorisas | EL. PAIS Semanal
PALOS DE CIEGO »
Comprender a los terroristas
No basta decir que los terroristas son unos hombres aberrantes.
Hay que preguntarse por qué hay chavales entregados al terror
Javier Cercas
13 MAR 2016 - 00:00 CET
En un debate parlamentario sobre terrorismo celebrado a principios de
ano en Paris, el primer ministro francés, Manuel Valls, afirmé: “Para
estos enemigos que atacan a sus compatriotas, que rompen el contrato
que nos une, no puede haber explicacién que valga, porque explicar ya
es un poco querer disculpar. Nada puede explicar que se mate en
terrazas de bares! ;Nada puede explicar que se mate en una sala de
conciertos! jNada puede explicar que se mate a periodistas y policias!
iY nada puede explicar que se mate a judios! jNada podra explicarlo
nunca!”. Poco después, en una entrevista televisada, Valls remach6:
“Comprender un proyecto terrorista, nunca: es inaceptable”.
Valls se equivoca. Se trata de un error lingiifstico que implica un error
moral y otro politico: estriba en confundir el verbo comprender con el
verbo justificar. “Tout comprendre c’est tout pardonner”, dicen los
franceses; nada més falso: comprenderlo todo no es perdonar nada, y
comprender el mal -cualquier mal, incluido el del terrorismo- no
significa justificarlo, sino, como argumenté Tzvetan Todorov, darse los
medios para combatirlo e impedir su regreso. En su ultimo libro,
Todorov aduce un nuevo ejemplo de esa vieja afirmacién: el libro se
titula Insumisos y acaba de traducirlo Galaxia Gutenberg; el ejemplo,
tan invocado como poco imitado (y no sélo por los politicos), es el de
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Nelson Mandela. En 1962 Mandela es un dirigente del Congreso
Nacional Africano (CNS), una organizacién que combate el régimen
criminal del apartheid; en verano de ese afio es detenido por la policia
sudafricana, y al cabo de un tiempo lo condenan a cadena perpetua,
acusado de dirigir el brazo armado del CNS. Mas 0 menos una década
después, mientras las calles de Soweto hierven de manifestaciones
contra una ley que obliga a usar en la escuela el afrikaans -la lengua de
los opresores-, Mandela toma una decisién que sorprende a sus
companeros de cautiverio en la penitenciarfa de Robben Island:
empieza a aprender afrikaans, empieza a leer libros sobre la historia y
la cultura de los afrikaneres; también empieza a hablar con sus
carceleros, a tratarlos como personas y no como monstruos, a
establecer con ellos unos lazos que en algunos casos duraran décadas.
Mandela vio como nadie que la unica manera de
derrotar a los enemigos es empezar por
comprenderlos
Asi, en secreto, arranca una revoluci6n que llevara a este hombre
extraordinario a liquidar sin violencia el apartheid y a convertirse en el
primer presidente de una Sudafrica democratica. Porque Mandela vio
como nadie que el odio s6lo destruye a quien lo experimenta, y que la
unica manera de derrotar a los enemigos es empezar por
comprenderlos: vio que, si hay una bomba en un lugar cerrado, lo peor
que uno puede hacer es dedicarse a gritar y a maldecir a quien la ha
puesto; lo que hay que hacer es cogerla, examinarla, descifrar su
mecanismo y desactivarlo. Quiero decir que sirve de bien poco,
digamos, proclamar la maldad de Hitler, porque hasta los nifios saben
que Hitler era malo; pero si algtin dia un genio, un Shakespeare o un
Dostoievski, nos permiliese comprenderlo, comprender cémo fue
posible que un oligofrénico rodeado de una panda de oligofrénicos
consiguiera fascinar al pais mas cultivado del planeta -y, por cierto, a
medio mundo-, habriamos empezado a dotarnos de los instrumentos
necesarios para que nada parecido a Hitler volviera a ocurrir. Por eso la
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gran literatura es tan util: porque nada como ella nos permite meternos
en la piel del enemigo, porque nadie nos sumerge tan a fondo como
Shakespeare 0 Dostoievski en la mente de un asesino 0 un oligofrénico,
y nada nos explica mejor los resortes del odio y la ambicién y la envidia
y el miedo y el egoismo y la ira, y por tanto nada nos protege mejor
contra ellos.
Asi que, a menos que se trate de atizar el miedo y preparar la venganza
inutil de los bombardeos, no basta con decir que los terroristas son
unos hombres aberrantes; eso ya lo sabemos. Lo que hay que
preguntarse es por qué hay chavales entregados al terror, qué hay en
sus cabezas, cuales son las razones y las pasiones y las circunstancias
que los llevan a cometer actos espantosos por una causa espantosa;
comprenderlas y darse asi los medios para desactivarlas. Valls se
equivoca: comprender a los terroristas no es casi disculparlos; por lo
menos a la larga, es la inica forma de acabar con el terror.
elpaissemanal@elpais.es
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Javier Cereas - Opinién
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