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Jestis Espeja ENCUENTRO CON CRISTO VIVO Perfil del cristiano en el siglo XXI Ediciones MSC Jestis Espeja, OP ENCUENTRO CON CRISTO VIVO Perfil del cristiano en el siglo XXI Santo Domingo, Reptiblica Dominicana ENCUENTRO CON CRISTO VIVO Perfil del cristiano en el siglo XXI ce Jestis Espeja, OP INTRODUCCION........... = Primera Edicién: Julio 2006 Mil ejemplares 2. © Ediciones MSC Diagramacién: En Amigo del Hogar por Rafael Dominguez 3. Impresi6n: AMIGO DEL HOGAR Calle Manuel Maria Valencia esq. Max Henriquez Urefia Apartado Postal 1104, Los Prados, Santo Domingo ‘Teléfono: 809-548-7594 + Fax: 809-548-6252 E-mail: amigo.hogar@ amigodelhogar.com IMPRESO EN LA REPUBLICA DOMINICANA PRINTED IN THe Dominican REPUBLIC ade INDICE GENERAL PUESTOS EN MANOS DE NUESTRA i eae DECISION .. El giro antropolégico enla cultura moderna. a) La persona, sujeto autonomo y libre . b) El desarrollo integral de la persona, objeto de la ética c) Valoracion positiva de este signo en el Vaticano Il . 2. Recepcién en los pueblos de A.L. a) — Persiste “la injusticia institucionalizada” b) Otros criterios valorativos . 3. Madurar como sujetos EN EL SEGUIMIENTO DE JESUCRISTO 1. “Ven y sigueme”.. 2. “Re-crear” la conducta de Jesus .. a) Una espiritualidad nueva... b) —Realizar la vida con el espiritu de Cristo 3. Criterios valorativos seguin el evangelio ..........c0 37 4. El amor y la normativa en la existencia del cristiano... aa FE CRISTIANA, ENCUENTRO E ITINERARIO Creer que Jesucristo es Dios ... a) Los cristianos confesamos la Encarnacion ... b) {Qué sentido tienen tas oraciones y los sacrificios? c) No confundir el cristianismo con otras manifestaciones religiosas 2. Encuentro personal con Dios siempre mayol a) De la fe como creencia, a la fe como encuentro b) De la fe como encuentro, a la fe como compromiso 47 Cc) Salir de la propia tierra ............ a5~ FUERA DEL MUNDO NO HAY SALVACION 1. Qué entendemos aqui por mundo ....... 2. Para un discernimiento 3. Construir un mundo de felicidad para todos 4. Interpretar bien la “huida del mundo”... CON DIOS EN LA REALIDAD DE CADA DiA..... 1. Jesus de Nazaret, contemplativo en el mundo... 2. Experimentar la cercania de Dios en el mundo .. 3. Orar para mantener el clima contemplativo .... ine EN LA IGLESIA...... Cémo nace la Iglesia 2 Para qué es la Iglesia. 3. Aproximacion a la naturaleza de la Iglesia a) Comencemos por lo que no es: b) La lglesia no es sdlo: ........ c) Lalglesia es “realidad penetrada por la presencia de Dios’ “LA IGLESIA VIVE DE LA EUCARISTIA’ ...... 1. Presencia salvadora del Resucitado en la comunidad 72 2. El sacrificio nuevo . 8 3. “Le conocieron al compartir el pan” . 85 4. Para celebrar bien la Eucaristia a7 LA VIRGEN MARIA, SIGNO DE Y PARA LA IGLESIA.. 98 1. Unida con lazo indisoluble a la obra salvifica de su Hijo a) Amada por Dio: b) “La pobre del Sefi .. 101 c) “El fruto mas espléndido de la redenci6n" 104 qd) ~— “Nacié de Santa Maria Virgen” 2. Amor y devocién especial a) S6loa Dios se debe el culto de adoracion b) Secundar el querer divino ........ 3. “Purisima imagen” para la Iglesia 107 107 110 ~6~ Introduccidén es innegable que asistimos a un cambio cultural profundo y desconcertante: y que este cambio no es s6lo regional sino mundial porque los medios de comunicacién ya no permiten que nadie camine aislado. Por otro lado, si bien la fe cristiana no se identifica con ninguna cultura, sdlo es real en el dinamismo histérico de cada cultura. Logicamente me pregunto cémo ha de ser y como vivir la fe cristiana en la nueva situaci6n cultural. Hace unas décadas el concilio Vaticano II fue consciente de que ya estébamos entrando en “una época nueva de la historia humana’', nos invit6 a leer los nuevos signos del tiempo y apunté pistas por dénde dar una nueva versién de la fe cristiana. Esas orientaciones validas hoy todavia, atin fueron muy genéricas, y necesitaban ser concretadas en el transcurso de las tiltimas décadas, en la renovacién mental y cordial de los cristianos, y en su conducta practica dentro de la situacién cambiante. Ese concilio se celebré hace mas de cuarenta afios y quienes elaboraron sus documentos, como todos los humanos, estaban condicionados por su tiempo, no conocian el nuevo panorama que hoy tenemos nosotros. I ndependientemente de las calificaciones sobre su calado, 1 Const. Pastoral Sobre la Iglesia en el,ymundo actual (GS), 54, ~T~ Ademis del tiempo hay otro factor a tener en cuenta: el lugar donde se vive, se piensa, se ama y se cree. Nosotros estamos en A.L. cuyos pueblos tienen su historia peculiar y en cuya situaci6n existen caracteristicas propias. La Iglesia ha intentado acompaiiar desde la fe cristiana el proceso de estos paises discerniendo los signos del Espiritu; ese discernimiento, Nevado a cabo en cuatro Conferencias del episcopado de A. L., nos ofrece criterios importantes. Ahora se prepara la V Conferencia que se celebrara en el 2007 y cuyo lema reza: “por el encuentro con Jesucristo, discipulos y misioneros, en la comunion de la Iglesia Catélica, al inicio del tercer milenio, para que nuestros pueblos en él tengan vida a Estas notas resumen el contenido del curso dictado hace unos meses en el Centro Teolégico de Santo Domingo. El 21 de enero los obispos catélicos de Repiiblica Dominicana habian publicado la Carta Pastoral con el titulo: “Discfpulos del Sefior en comunidn y misién”. Tratando de responder a la invitacion de la Iglesia en A.L. y mas concretamente del episcopado dominicano, programé Jas sesiones del curso. Pensando en muchas personas buenas, bautizadas y fervorosas que desean encontrar el modo de conocer y vivir mejor hoy su identidad cristiana. Mirando con amor a muchos hombres y mujeres de buena voluntad, bautizados un dia y alejados de la Iglesia por experiencias duras, por prejuicios o por otras causas de la vida. Ofreciendo a los que se dicen ateos, que apenas tienen noticias de Jesucristo y s6lo conocen a la Iglesia de oidas, el latido evangélico y la incondicional preocupacién humanista de la espiritualidad cristiana. Finalmente, mi reflexién brota de una experiencia para mi decisiva en muchos afios de actividad como sacerdote y como tedlogo. Una experiencia que Benedicto XVI ha logrado formular claramente y con sencillez en su primera ~8~ enciclica: “Dios ama tanto al hombre que haciéndose hombre él mismo, lo acompaijia incluso en la muerte y de este modo, reconcilia la justicia y el amor’; “en Jesucristo el propio Dios va tras la oveja perdida, la humanidad doliente y extraviada; cuando Jestis habla en sus parabolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro del hijo prédigo, y lo abraza, no se trata sdlo de meras palabras, sino que es la explicaci6n de su propio ser y actuar”. Aqui esta la inaudita verdad del cristianismo: Jesucristo, el amor de Dios encarnado; “poner la mirada en el costado traspasado de Cristo, del que habla Juan, ayuda a comprender que Dios es amor; es alli, en la cruz donde puede contemplarse esa verdad..., y desde esa mirada el cristiano encuentra la " orientacién de su vivir y de su amar”. Ya enunciando el contenido de las paginas que siguen, el perfil del cristiano en el siglo XXI serd: una persona convencida, que se ha dejado alcanzar por el espiritu de Jesucristo, que gusta la cercanfa benevolente de Dios siempre mayor, que se compromete por construir un mundo mds humano, que cree de verdad en la Iglesia, que vive de la eucaristia y que celebra la figura de Marfa como imagen de lo que él mismo ansia y espera ser. La verdadera Iglesia de Jesucristo, que lleva en su misma entrafia la vocaci6n de fraternidad, nada tiene que ver con el espiritu sectario. En la variedad de manifestaciones religiosas como que van cundiendo en una sociedad cada vez mas plu- ral, el verdadero cristiano debe abandonar cualquier sentimiento de proselitismo, discriminaci6n 0 menosprecio hacia creyentes de otras religiones, y hacia los no creyentes en ninguna religién; Dios nos ama a todos y sale a nuestro encuentro por todos los caminos. Pero cada uno debemos ofertar a los dems nuestra fe y nuestras convicciones para que todos vayamos avanzando juntos hacia la verdad ~9~ completa. Y creo que la fe cristiana en la Palabra que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo, puede ampliar el horizonte de lo verdaderamente humano, liberando a los hombres y mujeres, incluso de los falsos dioses. Como un servicio a la verdadera humanizaci6n desde Ja fe cristiana, redacto las notas que siguen. Santo Domingo, 4 de agosto 2006 ~10~ iE Duestos en manos de nuestra propia decision Hay, en todo el mundo, una cultura emergente que afecta sin remedio a los paises latinoamericanos. Esa cultura -unas creencias y unos valores, una forma de interpretar la vida y de organizarla- es el resultado de un proceso moderno con su version propia en los pueblos que hoy son econdémicamente mas desarollados. Pero gracias a los imponentes medios de comunicaci6n social, a la migraci6n y al turismo, esa cultura llega también a los pueb- los latinoamericanos en el mismo paquete de la moder- nizacion. Como no todo es negativo en esta modernidad, y por otra parte la influencia es inevitable, tratemos de analizar un poco este fendmeno. 1. El giro antropoldgico en la cultura moderna Cada grupo humano tiene su propia cultura. Pero, de cinco siglos aca, coincidiendo con un proceso creciente de globalizacién bien manifiesto en los Ultimos afios, se va generalizando una nueva sensibilidad, una nueva forma de interpretar la vida y de vivir que llamamos moderna y que pone su énfasis en el protagonismo del ser humano sobre su propio destino. Mientras en la Edad Media Dios era referencia central y el ateismo no tenia espacio, a partir del s.XVII, el ~ll~ hombre se viene afirmando como centro, dejando a Dios en segundo lugar hasta reducirlo a hipotesis inutil. Desde el siglo XVIII se va dando el consenso generalizado sobre un tema clave: la persona es fin y nunca es ético utilizarla como medio. Este consenso se aplicard en dos aspectos. Primero, la persona debe ser auténoma y libre a la hora de tomar sus decisiones. Segundo, centro y preocupacién de la ética sera el desarrollo integral de las personas individualmente y en sociedad. a) La persona, sujeto auténomo y libre Se suele traer como exponente al fildsofo Descartes con su famoso “Discurso del método”. Por mucho tiempo los seres humanos aceptaron verdades que venfan de fuera o de arriba: debfan someterse a instituciones y costumbres que se imponian por autoridad sin contar con la decisi6n de las personas. Pero en el método propuesto por el fildsofo francés se invierten los términos: hay que someter todo a critica de la persona que debe ser sujeto con criterio propio para juzgar la verdad o la mentira de una proposici6n tedrica o de una practica tradicional. Eso quiere decir el axioma traido una y otra vez: “pienso, luego existo”. El ser humano es él mismo en la medida en que es capaz de pensar y juzgar por su cuenta. Un siglo mas tarde otro filésofo, esta vez aleman, llamado Manuel Kant escribié un optisculo sobre la Ilustracion : “ Es la liberacién del hombre de su culpable incapacidad.La incapacidad significa la im- posibilidad de servirse de su propia inteligencia sin la guia del otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en a falta de inteligencia, sino de decisiOn y valor para servirse de ella por si misma sin la tutela de otro; jsapere aude/, jten el valor de servirte de tu propia razén! ”. Los dos siglos que nos separan de Kant vienen marcados por el empeiio de conseguir esta liberacidn. El hombre moderno ~12~ deja de mirar al cielo, pone su confianza en si mismo y se afana por dominar la tierra buscando en ella el lugar de su felicidad, mediante la ciencia y la técnica. Como decia el fildsofo Nietzsche, quiere ser el sol que no gira en torno a los dioses. Cree que ha llegado a “‘su mayoria de edad”. Es celoso de su autonomia y de su libertad; cada vez soporta menos imposiciones que no pasen por la subjetividad y la propia decisién. “Autonoma” tiene su raiz en dos palabras griegas “au. tos” que significa “uno mismo” y “nomos” que significa “ley”: quiere decir tener uno mismo la ley de su propia conducta, autolegislacién. Complementaria del término autonomia es la palabra libertad: capacidad de disponer de uno mismo, de tomar sus propias decisiones. El hombre moderno identifica su “mayoria de edad” consiguiendo su autonomia y su libertad. En el siglo XVIII la Namada razon ilustrada rechaz6 a Dios presentado en una determinada practica de la religién cristiana que no dejaba libres a los seres humanos para funcionar con la propia raz6n. Recordemos el famoso caso de Galileo. Muchos de los fildsofos ilustrados no intentaban directamente negar a Dios, sino una presentacién de la divinidad y la consiguiente practica religiosa que, segtin su percepci6n, impedian a los hombres ser ellos mismos. En ese contexto debemos interpretar el atefsmo del siglo XIX. Cuando rechazan a Dios y a la religi6n estan rechazando una divinidad y una practica religiosa que no dejan a las personas ni a los pueblos ser sujeto que decide por su cuenta. b) El desarrollo integral de la persona, objeto de la ética La persona humana constituye la ultima instancia del quehacer moral. Ella ocupa el puesto central, y todos los valores brotan de ella. Ya la revolucién francesa lanzé el clamor por la dignidad de toda persona: ser libre, satisfacer ~13~ sus derechos y vivir pacfficamente con los otros. Es la nueva sensibilidad cultural que se refleja en muchos signos positivos: creciente conciencia y declaraciones de los derechos humanos, clamor de los pobres, movimientos de liberaci6n bien notorios en A.L. a lo largo de los siglos XIX y XX, esfuerzo por construir la paz, emancipaci6n de la mujer, preocupacién por el equilibrio ecolégico. Y la modernidad no termina con la llamada post- modernidad, que viene a ser una crisis légica dentro del proceso moderno: los grandes proyectos utépicos intra- hist6ricos de la ciencia y de la técnica, en economia y en politica, no han cumplido sus promesas; no han logrado traer Ja felicidad y la libertad para todos; han perdido credibilidad. En consecuencia sélo tiene sentido vivir cada momento presente y encontrar ahi la mayor cuota de felicidad posible. Pero en realidad el postmoderno sigue actuando en los reclamos de la modernidad: quiere ser auténomo y libre. Se trata de una crisis necesaria dentro del proceso moderno que postula un cambio de orientacion. c) Valoracion positiva de este signo en el Vaticano IT Pecarfamos de ingenuos si no reconociéramos las ambigiiedades y sombras que ha traido y esta trayendo este giro antropoldgico: el ser humano se curva sobre si mismo, y es incapaz de trascender, salir de la propia tierra porque tampoco descubre nada trascendente en los demas; pretende ser centro absoluto, cayendo en un “antropocentrismo” que le mata porque ahoga la posibilidad de crecer humanamente amando de verdad a los otros; la sociedad plural se ve perdida en un relativismo &tico; y la obsesién rabiosamente humanista queda frustrada por la ley del mas fuerte. Resumiendo, los seres humanos y los pueblos hemos logrado elevada emancipacién respecto a los ~14~ dioses y ala religin, respecto a la naturaleza y respecto a nuestra independencia como pueblos y como personas; pero vamos cayendo cada vez més en el individualismo que crea nuevas dependencias; forjamos un modelo de hombre “productor y consumidor”, nos quedamos aprisionados en la subjetividad de tal modo que no sabemos cémo relacionarnos ni con los dioses, ni con la naturaleza ni con Jos otros. Seamos conscientes de todos estos vacios y amenazas que, sin embargo, no invalidan el paso adelante en humanizacién que ha significado y esta significando la cultura moderna. Siguiendo la conducta de la Iglesia en el Vaticano II, sepamos leer en los nuevos anhelos de la humanidad la presencia del Espiritu. Necesitamos los ojos limpios de Juan XXII cuando convocé el concilio, para ser honrados con la realidad y saber discernir los nuevos signos del tiempo. Aquel profeta fue sen- sible a la nueva realidad cultural: “se est4 gestando un nuevo orden de cosas”; y como es misi6n de Ja Iglesia “infundir en las venas de la humanidad actual la virtud peremne del evangelio”, se impone la necesidad de un concilio, pues “en el presente orden de cosas, en el cual parece apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es preciso reconocer los arcanos designios de la Providencia divina que, a través de los acontecimientos y de las mismas obras de los hombres, muchas veces sin que ellos lo esperen, se Ievan a término, haciendo que todo, incluso las adversidades humanas redunden en bien para la Iglesia’ Con esa mirada procedié el Vaticano II asumiendo el signo de la modernidad:”el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza,, tiene absoluta necesidad de la vida social’? . 2 Discurso de apertura del concilio Vaticano II, 11 de octubre, 1962, n. 11 3. GS,25 7 ~15~ La persona debe ser sujeto En cierto modo va Iegando la mayorfa de edad cuando las personas se atreven a pensar y tomar decisiones por su cuenta. Debemos aceptar este paso adelante de la humanidad: “las circunstancias de la vida moderna del hombre en el aspecto social y cultural han cambiado profundamente; cada dia es mayor el nimero de hombres y mujeres de cualquier grupo o naci6én que tienen conciencia de que son ellos los autores y promotores de la cultura de su comunidad; en todo el mundo crece mas y mas el sentido de la autonomia y, al mismo tiempo, de la responsabilidad; lo cual tiene gran importancia en pro de la madurez espiritual y moral del género humano; esto se ve mas claro si fijamos la mirada en la unificacién del mundo y en Ja tarea, que nos ha sido impuesta, de unificar un mundo mejor en la verdad y en la justicia; de esta manera somos testigos de que nace un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido por su responsabilidad hacia los hermanos y ante la historia’”* Viendo en este signo cultural una llamada del Espiritu, el concilio recurre a la tradicién viva del evangelio. El ser humano Ileva dentro de si mismo una ley escrita que le permite ser auténomo, encontrar en si mimo la norma de conducta: “en lo mas profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a si mismo, pero a la cual debe obedecer , y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oidos de su coraz6n, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal; haz esto, evita aquello; porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazon, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual sera juzgado personalmente; la conciencia es el nticleo mas secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se 4 GS, 54-55 ~16~ siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto mas intimo de aquella: es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prdjimo; la fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demas hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y ala sociedad” Y en un parrafo magis- tral el concilio respalda los anhelos libertarios que respira y transpira el hombre moderno: “la orientacién del hombre hacia el bien sdlo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros contemporaneos ensalzan con entusiasmo; y con toda razOn...,pues la verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre; Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisi6n para que asi busque esponténeamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfeccién”* La persona fin de las instituciones sociales Como hace ya muchos siglos escribié Aristételes en su Etica a Nicémaco: “el bien es el fin de todas las acciones del hombre, y el fin supremo del hombre es la felicidad”. Aunque la felicidad cada uno la interpreta conforme a su proyecto de vida, en la btisqueda de la misma todos coincidimos. Luego una ética que no ayude a conseguir la felicidad no es valida. Pero la felicidad del ser humano implica la realizacién de sus tres dimensiones fundamentales: ser él mismo tomando sus propias decisiones; vivir en relacién con los demas porque de lo contrario la soledad lo ahoga: y ver alguna salida para esa dimensién enigmatica, de nocturnidad que también nos envuelve. Las tres dimensiones deben ser contempladas en la ae | GS, 16 S, 17 ~lT~ organizaci6n social y religiosa que pretendan tener como fin a las personas. 2. Recepcién en los pueblos de A.. EI giro antropoldgico impreso en la cultura emergente que se va imponiendo en todo el mundo, ha Ilegado ya y esta calando, con distinto ritmo y con fisonomia propia, y en los pueblos latinoamericanos. Pero, a diferencia del proceso en los paises europeos donde se sucedieron en varias décadas y con cierta calma los cambios del medievo a la modernidad y postmodernidad, en los pueblos latinoamericanos se juntan alborotadamente y en unos afios la cosmovisi6n rural, moderna y postmoderna haciendo muy confusa la situaci6n cultural. a) Persiste “la injusticia institucionalizada” A pesar de esta confusion, lo peor estd en el terreno sobre el que cae la cultura emergente y la envoltura de valores en que llega. El terreno son unos pueblos que sufren la dependencia respecto a naciones econémicamente mas fuertes y politicamente mas poderosas, mientras dentro de los paises con menos fuerza econdémica crece la miseria de los pobres. Ya en 1968 la Conferencia de Medellin denuncio “la injusticia institucionalizada” que crucifica sin remedio a las mayorias empobrecidas. El abismo entre unos pocos ricos y muchos pobres se ahonda con la ideologia o interés por ganar dinero mas que por afirmar a las personas, que viene marcando el fendémeno de la globalizacién. b) Otros criterios valorativos La nueva cultura emergente trae cosas buenas: saberes cientificos y técnica para vivir mejor. Pero con todos los ~18~ progresos trae también unos valores que destruyen a la humanidad y cierran a la persona y a los pueblos en un feroz individualismo. En el drea de las posesiones, el valor es tener, cuanto mas mejor. En el area de las relaciones interpersonales -en base a qué valoramos a las personas- el valor es la utilidad o renta- bilidad; valoramos al hombre y a la mujer -también a los ciudadanos de otros pueblos- por lo que tienen, pueden, influyen o aparentan; los que no tienen, ni pueden, ni saben, aunque sean honrados, no interesan. En el Grea del poder, éste tiene valor en si mismo si vale para asegurar nuestro prestigio, mantener posiciones sociales o escalar un puesto mas arriba; ya en el campo de la politica, es bien notoria la corrupcién en muchos de estos pueblos latinoamericanos. Finalmente, a Ja hora de llevar a cabo la proyeccién so- cial ineludible a todos los seres humanos, se propone como valor el individualismo, la estrategia para “salvarme yo” y mis amigos; se admite cuando mas la “solidaridad de grupo” gue sencillamente es una forma camuflada de individualismo; en el fondo no es el otro sino mi propia seguridad lo que me interesa. Esta jerarquia de valores, que ha caido y esta cayendo continuamente a través de los medios de comunicaci6n, arranca “el corazén de carne”, el humanismo que respiran las gentes de los pueblos latinoamericanos, las deshumaniza introyectando un coraz6n de piedra. En el afio 1979 la Conferencia del Episcopado Latinoamericano, reunido en Puebla, ya denuncié el fendmeno de la cultura emergente; su fuerza imparable ahoga las culturas de estos pueblos que pasan a Ser marionetas al son que otros tocan desde fuera y a su antojo. Y esa Conferencia sugiere la preocupacién, el deseo y el compromiso de la Iglesia que se dirige a estos pueblos y a ~19~ sus habitantes, evocando Io que un dia san Pedro hizo en fa- vor del tullido que pedia limosna: “levantate y anda” . 3. Madurar como sujetos En lo pueblos latinoamericanos ha entrado el pluralismo caracteristico de la modernidad, y esta entrando una cierta secularizaci6n. La Iglesia no configura ni mantiene ya el orden sociopolitico y las contradicciones de todo tipo estan a flor de piel. De una tradici6n represiva, marcada por la prevalencia de las instituciones religiosas, se estd pasando a una sociedad permisiva en que los seres humanos van perdiendo sentido global de su existencia y no saben hacia dénde mirar. El desconcierto, comtin de algtin modo a toda la humanidad, se levanta en estos pueblos latinoamericanos sobre la injusticia institucionalizada y sobre la exclusién que han sufrido a lo largo de su historia Las generaciones jévenes de latinoamericanos, son tan postmodernas como los jévenes ingleses o alemanes; creen y confian muy poco en proyectos utdpicos globales y en las instituciones sociales de todo tipo. Escucharon promesas pero no ven el cumplimiento de las mismas. Sin saber a dénde mirar, buscan ese primer mundo que les ofrece una forma de vivir mas placentera. Sin embargo quienes ya conocemos los encantos y la realidad que ofrece “la cultura de la satisfaccién”, sabemos que, saliendo de aqui, si se someten al sistema hoy vigente con sus criterios valorativos, seguirdn siendo esclavos aunque cambien de amo. Lo que esta en juego es la dignidad y centralidad de la persona humana. La sensibilidad moderna, el declive de las instituciones, el eclipse de Dios y la insignificancia social de las instituciones eclesiales, sugieren que las personas han sido puestas en manos de su propia decisién. Pero precisamente porque el hombre y la mujer modernos son celosos de su ~20~ autonomfa y de su libertad, cada vez sera més indtil suscitar esa decisién desde fuera con imposiciones u obligaciones. La motivaci6n tiene que venir de dentro: “Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisidn, para que asi busque esponténeamente a su Creador y, adhiriéndose plenamente a este, alcance la plena y bienaventurada perfeccién’”. 7 GS,17 ~21~ 2. En el seguimicnto de Jesucristo Cuando era nifio estudié un catecismo; a la pregunta: {qué es un cristiano? Respondia: “hombre de Cristo”. Cuando ya en teologia lef las catequesis sobre el bautismo de los apéstoles y de los obispos que la Iglesia tuvo en los primero siglos, me impresion6 el realismo de sus expresiones: “os habéis configurado a Cristo”, “os habéis injertado en él”, “os habéis hecho Cristo”, “sois miembros de su cuerpo”. El] cuarto evangelista nos ofrece una elocuente alegoria, poniendo en labios de Jestis: “yo soy la vid y vosotros los sarmientos”; no dice “la cepa” que es distinta de los sarmiento, sino “la vid”, vifia en su totalidad, cepa y sarmientos. No hay mds que una vida, un espiritu dado a Jesucristo “sin medida’. Participando en esa vida y en ese espiritu encuentran su identidad los cristianos. Los que habian acompajiado a Jestis mientras recorria las aldeas de Galilea proclamando el evangelio, al ver que su maestro habia sido condenado y crucificado como un blasfemo y un rebelde, sufrieron la decepcién y se dispersaron con miedo de que también fueran a por ellos. Pero cuando estaban hundidos por la sensacién de fracaso, ellos mismos cuentan que Cristo vivo les salié al camino, entré en su vida y en su corazon, les infundi6 paz y alegria, se sintieron perdonados y dispuestos a perdonar; se les cayeron las escamas de los ojos ~22~ que no les dejaban ver y, animados por el espiritu del Resucitado, se lanzaron con valentia para seguir proclamando la buena noticia: en Jesucristo, Dios ha vencido a la muerte, abrié para todos una puerta de salvacién 0 realizacién plena, que nunca se cerraré. San Pablo, aquel fariseo que con sus cumplimientos le- gales pretendfa conseguir la salvaci6n, perdié su seguridad - “cay6 de su caballo” y experimenté algo inaudito: “vivo yo, mds no soy yo, sino Cristo quien vive en mi”. Ahi tenemos la fe o experiencia cristiana. que se confiesa publicamente y recibe nuevo impulso en el bautismo. Los primeros cristianos celebran con realismo el misterio de este sacramento: al sumergirnos en el agua, simbolo de vida, nos configuramos a Cristo, recibimos su misma forma, nos hacemos Cristo, formamos un solo cuerpo con él, nos revestimos de Cristo y nuestra existencia queda marcada con su sello, cada dia morimos y resucitamos con El. El Resucitado da vida y ofrece su luz a todo ser humano. Cuando éste toma conciencia de esa presencia y se deja modelar por ella, tiene lugar la espiritualidad cristiana: realizar la existencia con el espiritu del Resucitado. El mismo Espiritu que actué de forma singular en el corazén de la Virgen Maria para que recibiera la Palabra . El Espiritu que “sin medida” fue dado a Jestis de Nazaret para experimentar la cercania benevolente de Dios, para recorrer los caminos de nuestra tierra proclamando la Hegada de la nueva humanidad, curar a los enfermos y liberar a los oprimidos. Esa fuerza que le llev6 a enfrentarse con el martirio y que le mantuvo fiel al proyecto de Dios en los momentos més duros de oscuridad. Como en el bautismo de Jestis, en cada bautismo que la Iglesia celebra, el Espiritu se manifiesta y rejuvenece al ser humano, que gusta la cercania benevolente de Dios, se siente hijo amado y descubre que su vocacién es la fraternidad sin fronteras. ~23~ 1. “Ven y sigueme” Con la experiencia de fe 0 encuentro con Jestis vencedor de la muerte, se formaron las primeras comunidades cristianas que celebraban la memoria y la presencia del Resucitado. En esas comunidades se fueron elaborando y se redactaron muchos evangelios de los cuales la Iglesia, ya desde el siglo II, seleccioné cuatro como representativos de la fe cristiana. Son los que tenemos actualmente y seguimos leyendo en las celebraciones liturgicas. Cada evangelio es una versi6n pe- culiar y verdadera de Jesucristo, Palabra inagotable, y de su buena noticia. Pero en todos ellos, como invitacién continua y persistente, nos llega la voz del Resucitado: “ven y sigueme”. Cuenta Mc 3, 14 que, apasionado Jestis por anunciar la llegada del reino de Dios o la nueva humanidad, llamé a Doce -simbolo de las doce tribus de Israel, la totalidad del pueblo- “para que estuvieran con él y para enviarles a predicar, ddndoles poder para curar enfermedades y expulsar demonios”. Jestis “llamé Como la existencia humana, la fe o vida cristiana, tiene su fuente y punto de partida en el amor de Dios. Hace tres siglos un filésofo escribid: “pienso, luego existo”. Dando re- lieve a la afectividad, mas tarde se ha dicho: “amo luego existo”. Segtin el texto evangélico, existimos, pensamos y amamos porque antes somos amados. En esta visién habria que concluir: “soy elegido, luego existo”. Alguien me mira y me acoge incondicionalmente; gratis, sin pedirme a cambio nada; y con amor: no porque yo sea bueno sino porque El es bueno. Es de notar que Jestis Ilam6 “a Doce”; Ilamando a cada uno, los convocé. Llamé para formar comunidad. El cristiano es vocacionado y “con-vocado”, llamado con otros. Aceptar acada uno y a cada una como elegidos e invitados del Sefior, da pie para una mirada teologal y contemplativa; significa verles alcanzados y dignificados por el mismo amor que nos constituye, mirarlos como hermanos, establecer con ellos relacion de fraternidad. Para que estuvieran con El Es una invitacion a entrar en el clima, espiritu 0 atmésfera de la persona del Mesias: sus sentimientos, anhelos, proyectos, y conducta existencial. El cuarto evangelista describe con finura lo que significa el “discfpulo amado”: en la tiltima cena, cuando Jestis esté manifestando en el gesto de la comida el significado y Ja intencionalidad més profunda de su vida y de su martirio, el discipulo ideal esta “reclinado en el pecho del maestro”, experimenta y participa de su intimidad; siente, piensa, sufre y goza, se compromete con la causa de Jestis. Es el mismo discipulo que no se acobarda y le acompaiia siempre incluso entrando con él al juicio donde lo condenan y no apartandose de la cruz. Es el discfpulo que vive en sintonia con Jestis, con su proyecto y su conducta; intuye que su entrega por amor ha vencido a la muerte y, corriendo mas que la jerarquia representada por Pedro, “llega primero al sepulcro ya vacio”. Y para enviarlos a predicar El encuentro de fe con Jestis resucitado, no sélo trae la sensacién de perdén y de paz. Los primeros cristianos se sienten enviados: “id por le mundo y anunciad el evangelio”. Pedro, Juan, Santiago y los discipulos que, decepcionados, habian visto y sufrido el fracaso de Jestis, perdieron el miedo y proclamaron la buena noticia; “Dios ha resucitado a Jestis, se abre un camino de vida para todos, nosotros somos ~25~ testigos”. San Pablo no conocié a Jestis mientras recorria las aldeas de Galilea, pero el Resucitado entré en su vida, y el encuentro de fe le hizo apéstol: “creé, por eso hablé”; “ay de mi sino evangelizare”. La comunidad cristiana se constituye en la misi6n y el verdadero discipulo, en su misma intimidad con el Resucitado, siente la necesidad de proclamar la buena noticia. Mas atin, en su misma condicién de cristiano, evangeliza; la luz ilumina ya siendo luz. Déndoles poder En toda sociedad organizada tiene que haber unos cargos y mediaciones adecuadas para ejercer el poder; en la sociedad civil el poder , por unos cauces u otros, lo da el pueblo, y en la comunidad cristiana el Espiritu suscita carismas y ministerios con unas facultades o poderes para servicio de todos. Pero aqui me refiero a otro poder mas primario que tienen todos los verdaderos cristianos. Cuenta Mt 1,9s que Jestis dijo a un paralitico: “ten confianza, tus pecados te son perdonados”. Los ortodoxos judios se escandalizaron porque s6lo Dios puede perdonar pecados. En cambio, al ver la conducta de Jestis, la gente reaccion6 de otra forma: “se admiraban y daban gloria a Dios por haber dado tal poder a los hombres”. En la experiencia cristiana o encuentro con el Resucitado, nos alcanza y transforma el espiritu de aquel hombre que “pasé por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo”. Espiritu de amor y de perd6n; espiritu de confianza y de fraternidad. Al sentirnos amados y perdonados, podemos amar y perdonar. A esta sensacién gratuita de ser amados, perdonados y aceptados, que nos hace agradecidos y agradables a los otros, Ilamamos gracia. Una nueva forma de ser y de actuar que nos hace libres y comunica libertad: “gquién me separard del amor manifestado en Jesucristo? “todo lo puedo en Aquel que me conforta”. 2. “Re-crear” la conducta de Jestis Después de anunciar el evangelio por las aldeas de Galilea, regi6n nortefia de Palestina, Jestis decidié ir a Jerusalén donde estaban las autoridades religiosas judfas que no aceptaban su mensaje y, para mantener su posici6n de privilegio social, se aliaban con los representantes politicos de Roma. Ya en su predicacién, Jestis habia tenido gestos y palabras que dejaban fuera de juego y desconcertaban a los ortodoxos judios. Por ejemplo, andaba con los religiosa y socialmente indeseables, se sentaba a la mesa con pecadores, curaba a enfermos en sdbado; desautorizaba los criterios legales de pureza y los tradicionalismos que dispensaban de cumplir los deberes de justicia; incluso denuncié la mentira de muchos rezos que hacian los religiosos para mantener las apariencias sociales. Una de sus parabolas contaba Ia historia de un hombre que habia sido asaltado por ladrones y yacfa mediomuerto; pasaron por alli dos religiosos que iban al templo para orar, miraron de reojo, vieron al hombre caido y dieron un rodeo para no encontrarse con él; en cambio un samaritano, religiosamente descalificado por aquellos religiosos, movido a compasi6n, baj6 de su cabalgadura y atendié con solicitud al pobre desvalido. Jestis no era ingenuo y tenia motivos para pensar que su legada a Jerusalén desencadenaria el furor de las autoridades teligiosas judias le podrian condenar a muerte. Asi se lo confidencié a sus discipulos mientras iban caminando, manifestando al mismo tiempo su confianza en que Dios no le abandonarfa en la muerte. Lo expresan bien los evangelistas cuando, después de la muerte de Jestis, cuentan cémo, mientras avanzaban hacia Jerusalén, el maestro les habl6 de su muerte y de su resurreccién. Los discipulos, su amigos, trataron de disuadirle para que no fuera a la ciudad santa, pero no pudieron ~27~ apartarle de su decisiGn. Y ya cerca de la ciudad, segtin Mc 8,34, dirigiéndose a sus discipulos y a una multitud que le rodeaba, Jestis invitd: “si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, cargue con su cruz y sigame”. Se da por supuesta una llamada gratuita de lo alto; sentirse atraido por la conducta de aquel hombre, descubrir en ella un valor que merece la pena, como el que descubre una perla preciosa 0 un tesoro. Motivado por ese valor, el que lo descubre se apasiona y se dispone a “re-crear” en su propia historia la conducta de Jestis. L6gicamente para lograr su objetivo tendré que recorrer un camino, aceptar las dificultades y sufrir conflictos, “cargar con su cruz”. a) Una espiritualidad nueva Jestis de Nazaret realiz6 su existencia con “espiritu santo”. Fue hombre totalmente para todos porque Dios- amor (Padre) y Espiritu de vida- estaba en él y esa presencia se manifesto en la curacién de enfermos, en las comidas con los pobres, en los empeijios por liberar a los seres humanos de idolos o falsos absolutos que los deshumanizan. En esta espiritualidad de Jestis hay rasgos decisivos e inseparables. Aquel hombre gusta /a cercanta benevolente de Dios, a quien experimenta como amor incondicional. Por eso le invocé empleando el término arameo “Abba”; alguien que ama con ternura y solicitud inagotables; que nunca falla, en quien siempre se puede confiar ocurra lo que ocurra. Jestis gust esa ternura indecible, vivid como hijo y, en el trance oscuro de la muerte, no perdié la confianza. Pero ese Dios-amor gratuito, cuya intimidad vivié Jestis atin en los momentos diffciles de su martirio, no es una divinidad abstracta que permanece mas alla de las nubes, insensible a la historia compleja y azarosa de los seres ~28~ humanos. Esta presente y activo en los lirios del campo y en los pajarillos que cruzan el espacio; en cada ser humano que Ileva en sf mismo la marca de lo divino, en los pobres y desvalidos. Es el Creador que continuamente acompafia e impulsa para que su obra no quede a medio camino; trabaja siempre y sin descanso para dar vida, est4 mas intimo a cada uno que uno mismo, y es capaz de llamar a las cosas que no son para que sean. Es el “Dios del reino”; que en y con los seres humanos va construyendo esa nueva humanidad cuyo Unico sefior determinante de la vida personal y de las relaciones sociales sea el amor. Y hay finalmente otra nota constitutiva en la espiritualidad de Jestis. Vive con tal intensidad la cercania de Dios-amor a favor de los seres humanos, que ante el sufrimiento, deterioro, exclusi6n 0 miseria de las personas, movido a compasién, cura enfermos, acoge a los pecadores, dignifica como puede alos pobres y lamenta con dolor la cerraz6n de los prepotentes. Su opcién por la salvacién o plena humanizacién de todos desde los pobres y excluidos no es tanto estrategia politica ni confianza en que los pobres y enfermos, una vez salidos de la pobreza o de la enfermedad, arreglaran el mundo, sino manifestacién de los sentimientos de Dios encarnado en la humanidad de Jests. Experiencia de Dios como amor inabarcable y tras- cendente en su misma cercanja, apasionamiento por que los seres humanos se dejen alcanzar y transformar por ese amor para que llegue la nueva humanidad que simboliza el reino de Dios, compasi6n eficaz por rehabilitar a los excluidos, son tres notas inseparables en la espiritualidad de Jesiis. Su intimidad con el Padre fructificé en su apasionamiento por la Hegada del reino de Dios, y en su entrafiable solicitud por los excluidos. Cada una de estas notas garantiza la verdad de las otras. Si falta alguna de ellas, tampoco hay espiritualidad de Jestis. ~29~ b) Realizar la vida con el espiritu de Cristo En las catequesis bautismales de los primeros siglos es frecuente una relaci6n: como el Espiritu descendio sobre Jestis en su bautismo, al sumergirse en las aguas bautismales el catectimeno recibe también el Espiritu; y como Jestis en el Jordan, el también escucha las palabras del padre: “este es mi hijo amado”. La teologfa tradicional decfa que somos hijos de Dios por adopci6n, “hijos en el Hijo” . El cuarto evangelista trae una elocuente alegoria: Jesucristo es la vid y los cristianos los sarmientos; no dice la “cepa”, el tronco que es una parte, sino la vid en su totalidad; la tinica vida de Cristo es la que participan todos los cristianos. Volviendo a las tres caracterfsticas 0 notas permanentes en la espiritualidad de Jestis, sabemos cémo debe ser la espiritualidad de los cristianos. Confianza en Dios Jestis se sintié habitado por Dios-amor que sustenta, impulsa, rejuvenece continuamente a la humanidad y a la creacién. No sabe mas que amar. Como una madre y un pa- dre, sufre y lamenta el fracaso de sus hijos, pero incluso en esos fallos, no abandona nunca la obra de sus manos. Dios es alguien en quien siempre podemos confiar. Originados, acompafiados y animados por un amor que nos precede y rompe siempre nuestras fronteras, tenemos sobradas razones para vivir sin miedos, para respirar confianza, para mirar a los otros con amor y para sin agobios abrirnos al porvenir. A lo largo de la historia humana, y de modo especial en la historia biblica, abriéndose camino entre tantos fantasmas de la divinidad 0 falsos dioses que los hombres fabricamos, el Dios verdadero se ha ido revelando como alguien esencialmente bueno, que no sabe més que amar y que ~30~ siempre respira sentimientos de amor ante la miseria humana. Jesucristo es la manifestacién histérica de esta divinidad verdadera; cuando Jests dice “quien me ha visto ami, ha visto al Padre” no quiere decir “quien me ha visto a mi, ha visto un hombre que le hace pensar en Dios”, sino que “en mi conducta histérica” se esta manifestando cémo es y como acttia Dios mismo. Jestis actué movido a compasi6n hasta entregar la propia vida para construir esa comunidad humana vivificada por el amor; por tanto, asi es y asi acttia también Dios. A pesar de esa revelacién, con frecuencia los cristianos decimos de palabra que Jesucristo es el Hijo de Dios, pero luego seguimos funcionando con el dios terrible que ajusta cuentas, fabricado por nuestra imaginacién incapaz de romper los esquemas de la estrecha justicia humana. Leemos la parabola del hijo prédigo, la del amo que paga jornal completo también a los que Ilegaron tarde al trabajo, y la del acreedor que perdona una gran cantidad que le deben, pero no salimos de nuestra miopia: que cada uno reciba lo que merece, el que la hace que la pague. No aceptamos que Dios nos da mds de lo que merecemos, lo que necesitamos. Si realmente nos dejaésemos alcanzar por el evangelio de Dios que se nos revel en la conducta y en la palabra de Jesucristo, nunca tendriamos miedo ni estarfamos obsesionados, como a veces ocurre, por asegurar un juicio final en que no puedan encontrar ninguna causa de condena. El evangelista Juan, que vivid con intensidad la experiencia cristiana de Dios, escribe en una de sus cartas: “en el amor no hay temor servil” * Es verdad que, como dice un antiguo refran, “obras son amores y no buenas razones”. De poco sirve decir que amamos a todos, si cuando vemos alguno pasando necesidad y podemos socorrerle, miramos hacia otro lado. Pero tampoco 8 1Jn 4,18 ~31~ es cuestién de vivir y hacer cosas para Ilenar una lista de buenas obras que nos merezcan el cielo. Por experiencia sabemos que, si s6lo contando con nuestras fuerzas, pretendemos ser perfectos y asegurar el éxito final, no Jogramos la perfeccién y terminamos enfermos de la cabeza porque no acabamos de curar un fallo cuando salen otros mas. El Dios revelado en Jesucristo no estd en el Olimpo esperando nuestros méritos; no es manipulable por la oracién del fariseo que pretende justificarse con sus rezos y cumplimientos religiosos. Esta dentro del humilde publicano que se reconoce pobre y respira confianza, comunicandole su misericordia y su justicia. Dios no es movido por nuestras obras buenas para intervenir de cuando en cuando a favor nuestro; mas intimo a nosotros que nosotros mismos, siempre nos sugiere y anima para que entremos en sintonia con sus sentimientos y realicemos nuestra existencia trabajando por su proyecto de vida en plenitud para todos. Finalmente la experiencia cristiana de que el amor de Dios envuelve y da sentido a toda la historia humana, nos permite mirar confiadamente al porvenir. La encarnacién del Verbo quiere decir que Dios mismo es sujeto de nuestra historia. Segtin la ensefianza de la tradicién, “ la humanidad asumida ya no seré abandonada”. Dios nos acompaiia por el camino corriendo nuestra misma suerte, pues en la encarnacion el Hijo de Dios en cierto modo se ha unido a todo ser humano. En consecuencia toda la humanidad esta garantizada por la presencia y el favor divino. Ocurra lo que ocurra siempre podemos confiar porque la funda- mentacién y el fin de todo es el amor. Cuando tantas miserias personales nos humillan, tantos fracasos de la sociedad nos decepcionan, tantas amenazas nos abruman, y se multiplican los profetas de calamidades, la experiencia cristiana de que Dios es amor nos asegura que nuestro fu- turo ya esta habitado por la gracia. ~32~ En el Nuevo testamento Jestis es presentado como el “iniciador y consumador de la fe”. El que se fid totalmente de Dios. El que dijo sf a ese Amor que humaniza totalmente nuestra existencia. En la oscuridad de la muerte injusta, confid incondicionalmente. “todo esta consumado”, “en tus manos encomiendo mi espiritu’”. Durante su actividad profética en Palestina una y otra vez insistié a su seguidores: “no tengan miedo, el Padre les da el reino”; “si tuvieran confianza, podrian trasladar montafias”. Y resucitado Jestis sigue invitando: “no tengan miedo, yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos”. Por el bautismo nos hacemos como nifios que se acogen y confian en el “Abba”, padre y madre, que nos envuelve con amor y ternura sin medida. Cuando Jestis quiso comunicarnos su experiencia de Dios en quien siempre podemos confiar, contd la parabola del hijo prédigo que tal vez seria mejor llamarla “del padre bueno”. Dios es Alguien que siempre nos mira con esperanza, que tiene los brazos abiertos y sale continuamente a nuestro encuentro para estrecharnos con amor y celebrar fiesta. El evangelio de Jestis es una invitacién a la confianza. Construir la nueva humanidad: reino de Dios Jestis de Nazaret vivid y murié apasionado por la nueva humanidad donde todos nos relacionemos como hermanos; lo expres6 con el simbolo “reino de Dios”. Nunca lo definié pero, volviendo una y otra vez —“a qué compararé”- con imagenes y pardbolas, traté de aproximarnos a su contenido. E] reino es como un tesoro que uno descubre y emplea todas sus energias para conseguirlo; para ello no hay que dormirse, es necesario poner en juego todos los talentos, ser creativos y correr muchos riesgos. Es como un banquete donde son invitados todos a compartir como amigos sin que nadie pretenda ser mas que nadie. Después de leer las parabolas de ~33~ Jestis, da la impresi6n de que el reino de Dios es lo que sucede en las personas y en la sociedad cuando dejamos que Dios- amor sea el tinico sefior que determina nuestra forma de vivir y nuestras relaciones con los otros. Y el amor de Dios no admite discriminaciones; a todo y a todos da vida y aliento. Cada persona humana es imagen de Dios; su existencia esta bajo la bendici6n; segtn el relato biblico, hasta Cain lleva una marca divina que le hace inviolable. Esta vision de la fe cristiana es decisiva para mirar a los demas como hermanos. Solo desde esta sintonfa comunitaria, caben el amor incluso a los enemigos y el didlogo auténtico con todos, incluidos quienes no piensan como nosotros, no comparten. nuestras creencias y tal vez se oponen a nuestros proyectos. En la revolucién francesa, la humanidad expresé tres demandas fundamentales: libertad, igualdad y fraternidad. El capitalismo promueve la libertad, y el socialismo la igualdad. Pero el resultado de estos dos sistemas esta siendo negativo: mientras el capitalismo ha fomentado la libertad de mercado negando en la practica la igualdad de oportunidades, el socialismo propone la igualdad y en la practica sofoca la libertad. Da la impresién de que se olvid6 “la fraternidad”. S6lo cuando miremos al otro como hermano, veremos como deberes nuestros su derecho a Ia libertad y a participar en la mesa comtin de la creacién. Ha sido una pena que la Iglesia cuya esencia es la fraternidad, se haya quedado o haya sido echada fuera del proceso moderno donde bullen los justos reclamos de libertad e igualdad. El reino que Jestis propone, como el grano de trigo acogido en las entrafias de la tierra 0 como el fermento dentro de la masa, ya se gesta en este mundo y en nuestro tiempo; en el dinamismo de la sociedad y de la historia; en el corazén de cada persona y en las organizaciones sociales . Incluye profundo estupor ante la dignidad de todo ser humano; empefio para que las estructuras econémicas, politicas, culturales y ~34~ religiosas no sean fin sino medio al servicio de las personas; compromiso hist6rico por una sociedad mas justa donde sea posible la vida en abundancia para todos. Como Jestis de Nazaret, el cristiano debe vivir y actuar, no en funcidn de si mismo y de su propia seguridad, sino en funcién del reino de Dios, la comunidad fraterna donde él mismo se realizaré como persona. A los discfpulos de Jesucristo nada humano les debe ser ajeno e indiferente. Ellos se salvan comprometiéndose con la salvacién de los otros. No son fieles a Jesucristo si se reducen a cumplir lo mandado y no arriesgan cuanto son y cuanto tienen para que vaya surgiendo una sociedad en que todos y todas sean felices. El reino de Dios incluye la liberaci6n econémica, politica y cul- tural; que todos se vean libres del hambre y que no sean esclavos de la riqueza, que sean sujetos activos en la organizacion de la sociedad y que no caigan en la idolatria del poder. Pero incluye una liberacién de algo més fontal: el pecado, la concentraci6n egoista. S6lo sanamdo el corazén de las personas cabe la buena salud de la convivencia social. Jestis resumi6 bien la espiritualidad del reino poco antes de su muerte. Dirigiéndose a sus discfpulos y a la multitud, invité al seguimiento y coment: “el que quiera guardar su vida, la perderd; pero el que pierda su vida por mi y por el evangelio, la salvara’ . E] mismo Jestis no es controlable fuera de su pasién por la Ilegada del reino de Dios; su conducta es la presencia de ese reino. Y también ahf est4 su evangelio, la buena noticia: Dios mismo acttia ya en la Ilegada de la nueva humanidad . El texto sugiere que sélo el amor hist6ricamente comprometido en la construccién del reino de Dios, humaniza de verdad. En su martirio Jestis plasm6 esa vocacién y en su entrega por amor es ejemplo vivo para sus seguidores. 9 Mc 835 ~35~ Sensibles a la dignidad de los excluidos La vida de Jestis no se puede contar sin dar un puesto relevante a los enfermos, los socialmente olvidados y los discriminados religiosamente. Hubo en él una sensibilidad especial hacia los que no tienen ni pueden ni saben. En sus pardbolas siempre quedan bien parados los carentes de reputaci6n social o religiosa, los echados fuera por indeseables. Esa conducta de Jestis est4 revelando los sentimientos y forma de actuar de Dios mismo. La inspiracién de esa conducta no responde a intenciones o estrategias politicas, sino a la profunda intimidad y sintonia de Jestis con el Padre. El cristiano que gusta la experiencia de Dios vivida por Jestis de forma singular y unica, nunca pasard indiferente ante los excluidos. La compasién pertenece a la sensibilidad cristiana, no es un sentimiento esporddico y fugaz. Es una sensibilidad que le lleva mas alla de la beneficencia, y exige de é] una accién eficaz por erradicar las causas de la exclusi6n; seguird con esa opcién aunque aparentemente nada consiga, porque su compromiso no esté motivado por los resultados obtenidos sino por la experiencia de Dios cuya imagen es todo ser humano, Jestis resumi6 esta sensibilidad 0 compasién eficaz del cristiano por los excluidos en la pardbola del buen samaritano. El que ha experimentado que Dios es Padre de todos, y reconoce con estupor la dignidad de todo ser humano como imagen de Dios, no puede pasar de largo, ni siquiera para ir al templo y cumplir con preceptos rituales, ante la mujer o el hombre humillados y ofendidos. Descubrir a Dios en los excluidos es sin duda una gracia, fruto del encuentro personal con Alguien que mira con amor a todos. ~36~ 3. Criterios valorativos segtin el evangelio El espiritu de Jestis y la espiritualidad cristiana que significa modalizar la existencia con ese mismo espiritu, incluye una jerarquia de valores que no siempre coinciden con los valores vigentes en nuestra sociedad. Podemos ver esos criterios valorativos en las cuatro dreas 0 Ambitos en que se va tejiendo la existencia humana. Enel drea de las posesiones el valor social en tiempo de Jestis era el “tener”, ser rico ¢ No es también eso lo que hoy se valora en nuestra sociedad? Pero Jestis sefiala otro valor: compartir; es mas persona el que mas ama y en consecuencia comparte con los demas lo que posee. Segtin el evangelio, el rico hacendado que, orgulloso de su gran cosecha duerme tranquilo despreocupandose de quienes no tienen para comer, no ha entendido el evangelio. En cambio, si lo ha entendido el samaritano que, al ver a un hombre maltratado, baja de su cabalgadura y se lo lleva para curarlo. “Bienaventurados los que viven con espiritu de pobres”, que se disponen a compartir cuanto son y cuanto tienen con los demas. Hay otro dmbito en nuestra vida humana: las relaciones interpersonales. En base a qué valoramos a las personas. En el tiempo y en la sociedad judia donde Jestis vivid, las perso- nas eran valoradas por el grupo a que pertenecian, por su apariencia religiosa, por los vestidos que llevaban, por el puesto que ocupaban en las reuniones y en los banquetes. Parecido criterio valorativo es el de nuestra sociedad: calificamos a las personas segtin su aspecto, su forma de hablar o de vestir, si tienen 0 no tienen carro y segtin la marca de carro que tengan, segtin el puesto politico que ocupen o la influencia social que puedan tener. Segtin Jestis el criterio en la nueva humanidad 0 reino de Dios ha de ser otro: la per- sona vale por lo que es y no por lo que aparenta. La mujer tiene la misma dignidad que el hombre. Un negro no es menos que un blanco o un amarillo, un pobre tiene los mismos derechos fundamentales que un rico. No hay més que un Pa- dre y todos somos hermanos. Los seres humanos vivimos en sociedad donde hay una organizaci6n social con sus estructuras y mediaciones. En la sociedad caben dos posturas: vivir individualistamente preocupandonos s6lo de nuestra propia seguridad y de la seguridad de nuestro grupo, o vivir solidariamente, pensando no s6lo qué sera de mi, sino también qué sera de los otros, especialmente de los mas pobres e indefensos. En la sociedad de Jestis prevalecia el grupismo: cada uno se resguardaba en su grupo cerrado, y se despreocupaba despectivamente de los otros; por eso Jestis se fue con los pobres que no tenfan grupo y eran despreciados por todos. El valor para é1 no era la propia seguridad sino la fraternidad sin fronteras, el reino de Dios. En nuestra sociedad es bien notable esa terrible lacra del individualismo: cada uno trata de “resolver” su problema y cada vez mas se va imponiendo peligro- samente la ley de “sdlvese quien pueda”. La espiritualidad cristiana choca con ese individualismo, su ley tinica es el amor, la solidaridad que alcanza todo su vigor y amplitud en la caridad cristiana. Otro aspecto fundamental en la vida personal y en las relaciones humanas es el ejercicio del poder. En la existencia personal a veces uno piensa que la liberacién y la salvacion llegaran por el poder que se tiene: fuerza fisica, capacidad de persuasion, inteligencia. Algo similar puede ocurrir a la hora de llevar a cabo proyectos sociales . En la sociedad judia donde Jestis vivié el imperialismo romano pretendia imponer la paz en el mundo, y dentro del pueblo judio los mejor situados social y religiosamente se crefan con todos los permisos para manipular incluso a la divinidad con sus leyes y con sus ritos. Jestis rechaza el autoritarismo, y actia como servidor de todos: las facultades y poderes que tenemos s6lo tienen sentido como mediacién del amor. Este y no el poder que domina traen la liberaci6n y la salvacién. Hoy los cristianos en esta sociedad somos Hamados a “re- crear” el espiritu de Jestis. No es tarea facil ni tampoco esa conducta puede ser generada sdlo por preceptos 0 normas que vengan de fuera. Tiene que ser fruto y expresién de una conviccién y de una decisién personales que s6lo pueden ser obra de la gracia, del encuentro personal con ese Dios vivo que en lo mas intimo de nosotros mismos, y con nosotros, nos trabaja y nos humaniza conforme a la figura de Jesucristo “que manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocacion'®. 4. El amor y la normativa en la existencia del cristiano Los primeros discipulos de Jestis entendieron bien el mensaje central de Jesucristo: “amaos unos a los otros”, “aunque hable todas las lenguas del mundo y entregue mis bienes a los pobres, si no tengo amor nada soy”; “amen a sus enemigos”. El amor es mas que un mandamiento; es un espfritu nuevo que anima y rejuvenece a la comunidad cristiana. Benedicto XVI ha publicado una sencilla y profunda enciclica - “Dios es caridad” - donde se destaca lo mas pe- culiar y prioritario del evangelio: “Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él. Estas palabras de la primera carta de San Juan expresan con claridad meridiana el corazon de la fe cristiana, la imagen cristiana de Dios y también la imagen del hombre y su camino. En este versiculo San Juan nos ofrece, por asi decir, una formulacién sintética de la existencia cristiana: nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos crefdo en é1. Hemos crefdo 10 Concilio Vaticano II, GS, 22 ~39~ en el amor de Dios; asf puede expresar el cristiano la opcién fundamental de su vida”. Jestis de Nazaret, a quien los cristianos confesamos el Hijo de Dios, experimenté ese amor de forma tinica, se dejé transformar por él, y toda su existencia fue una respuesta en profundo gozo aunque muchas veces con terrible dolor. Cristiano es el que, alcanzado por esta realidad de Dios, se deja modelar por el amor y acttia en el mundo desde ese amor que le constituye. Para concretar esta regla de oro debe servir toda la normativa de la Iglesia. En cualquier sociedad humana tiene que haber unas normas para el logro del bien comin. Pero nunca esas normas deben funcionar al margen y mucho menos en contra de las personas; cuando se imponen desde fuera sin contar con la libre aceptacin de los destinatarios, la perversion es inevitable pues la heteronomia sofoca y hace imposible la autonomia. La tinica forma de dar sentido humanizador a las leyes y normas de la Iglesia en el terreno de la moral, es que los cristianos vivan personalmente la espiritualidad de Jesucristo, que no garantizan todas las normas ni preceptos del mundo. Cuando uno vive y trata de evar a realidad su opcién por la llegada del reino -esa nueva comunidad en el amor cuyo testigo cualificado es la Iglesia-, entonces entiende también el significado profundo de las leyes y de los cumplimientos. Tan mentira puede ser Ja vida de un bautizado que no acepte las normas de la Iglesia porque no esté de acuerdo con ellas, como la de un bautizado que se reduzca sdlo a cumplir lo mandado. En el dinamismo del amor, la moral preceptiva, si bien no es prioritaria, tiene sentido, es necesaria y sirve para concretar, en el espesor de la vida y en el dinamismo comunitario, el seguimiento de Cristo. 3. La fe cristiana, encuentro e ttinerario Alguien dijo que lo importante “no es definir bien la fe sino tener una fe bien definida”. Parece que lo mas normal seria primero definir bien qué es la fe, y luego determinar qué es la fe cristiana. Pero vamos a comenzar por lo segundo: viendo qué es lo peculiar de la fe cristiana, entenderemos mejor cual es el dinamismo de esta fe que implica un encuentro y un itinerario, un camino, “iter” en latin. 1. Creer que Jesucristo es Dios En los relatos pascuales hay un momento en que Tomas, uno de los Doce, no cree que Jestis, el mismo que muri6é en la cruz, vive ya para siempre; sigue funcionando con esquemas puramente racionales: “si no lo veo, no lo creo”; piensa que la cruz fue tan real y cruel que no habia nada que esperar; el fracaso fue tan manifiesto que, por mucho que le digan, él no puede creer en la resurreccién de Jestis. Pero cuando esta cerrado en su racionalismo, el Resucitado irrumpe en su vida, y acaba confesando: “Sefior mio y Dios mio”. El evangelista describe ahi lo que significa la fe cristiana: “encuentro personal con Cristo vivo”. ~41~ a) Los cristianos confesamos la Encarnacion La resurreccién de Jestis es un acontecimiento tras- cendental para toda la humanidad y para toda la creaci6n. Pero lo mas novedoso es lo que, a partir de la resurreccién, los primeros cristianos confesaron: si Dios resucité a Jestis, con él estaba en la cruz; aquel hombre pas6 haciendo el bien, curando a los enfermos y liberando a los oprimidos por el diablo “porque Dios estaba en él”. Proclamaron asi la encarnaci6n de Dios; el que es principio y fin, el que a todo da vida y aliento se ha hecho “carne”; hizo suya nuestra condici6n, con sus limitaciones ffsicas, psicolégicas y culturales. “En todo igual a nosotros menos en el pecado”, es decir, nunca se dejé llevar por el egofsmo, fue mas humano que nosotros y asi realizé la vocacién y el destino verdadero de la humanidad. Es lo que afirmamos cuando confesamos que Jesucristo es el Hijo, la Palabra de Dios. A Dios nadie le ha visto pero todo nos hacemos nuestra imagen de él. Nos lo figuramos como un sefior que esta por encima de las nubes observando lo que pasa por aqui abajo y anotando las faltas que cometamos; un magnifico relojero que puso en marcha la creacién, y ahora la deja sola porque la maquinaria del reloj es perfecta. Otros piensan que es como el director de un gran teatro que, desde su palco de preferencia, observa cémo cada uno desempeiia su papel, para darle lo merecido. Y no faltan quienes se figuran a la divinidad alejada, intocable y enfurecida por la desobediencia de los mortales. Aesa divinidad hay que ofrecerle sacrificios y oraciones para ponerla de nuestra parte y evitar el castigo. Esas visiones y otras parecidas, frecuentes en muchas personas religiosas e incluso en algunos cristianos, caen por tierra si confesamos que Jesucristo es verdadero Dios. Porque entonces tenemos que decir: Dios esta dentro de la humanidad, ~42~ est4 presente por amor al lado nuestro antes de que le Ilamemos y desde nuestro interior nos impulsa para que la humanidad llegue a su perfeccién. Mas intimo a nosotros que nosotros mismos, Dios siempre nos acompafia, nos habla, nos invita y nos ayuda para que desarrollemos las posibilidades y el destino de nuestra verdadera humanidad b ) {Qué sentido tienen las oraciones y los sacrificios? El cristianismo no es sdlo una fe, sino también una religin; es decir un conjunto de oraciones y de ritos. Si Dios ya est con nosotros y siempre de nuestra parte {para qué los rezos, las penitencias 0 sacrificios y esas practicas que llamamos sacramentos? La oraciénes un medio para encontrarnos y comunicarnos con Dios. Pero como él esta més intimo a nosotros que nosotros mismos y siempre a favor nuestro, la oraci6n cristiana no es para cambiar a Dios y hacer que nos mire con benevolencia, sino para que nosotros nos pongamos a la escucha de Dios, y nos abramos a su amor siempre activo e incondicional. Como seres indigentes, nuestra oracién leva ja marca de la pobreza y lo expresamos pidiendo a Dios que nos ayude. Esa misma peticién sincera, obra del Espiritu que ora en nuestro interior, ya implica un cambio en nosotros mismos, un dejar a Dios-amor ser en nuestra vida. Esa presencia cercana y benevolente ha de ser la clave para dar sentido a todas nuestras carencias. Es verdad que en la Iglesia también hay ritos, sacramentos del bautismo, confirmacién, eucaristia... Pero esos ritos tampoco tienen como objetivo cambiar o cumplir con mandatos dados por la divinidad. Son expresiones ptiblicas de la fe de toda la Iglesia; y esa fe ya es suscitada por Dios mismo en el corazén de cada persona y en la comunidad de fieles. Los sacramentos cristianos no son ritos que se prescriben desde arriba y desde fuera, sino manifestaciones de Dios que esta trabajando en y con los seres humanos para Ilevarlos a su plena realizacién, en esa realidad visible y misteriosa que llamamos Iglesia, donde tiene lugar y se proclama el encuentro entre Dios y la humanidad. La vida cristiana, como toda existencia humana, también conlleva sacrificios. La cruz no la inventé el cristianismo, y la conflictividad sale sin remedio al camino de todos. Por otra parte, el sentimiento de culpabilidad también es hasta cierto punto innato a los seres humanos que, incapaces de llegar a ser lo que anhelan, nos sentimos deudores de nosotros mismos; de ahi que casi esponténeamente inventamos una divinidad que nos culpabiliza, y logicamente la intentamos aplacar ofreciendo incluso vidas humanas. Es el dinamismo del sacrificio religioso, que nada tiene que ver con el cristiano. El Dios revelado en Jesucristo quiere que seamos felices, nos ha creado para que amemos pues sdlo el amor da la felicidad y humaniza porque nos saca de nuestra propia tierra y amplia nuestro horizonte. Pero cuando queremos realizar esta vocacién de amor, llegan las dificultades, y para superarlas hay que hacer sacrificios, que Dios no necesita, los necesitamos nosotros. Mas atin la Iglesia celebra todos los dias el sacrificio de la misa. Pero tampoco este sacrificio se parece a los sacrificios religiosos que se hacen para aplacar a la divinidad. La misa es sacrificio en cuanto representa y actualiza la vida, muerte y resurrecci6n de Jesucristo. Y esos acontecimientos fueron fruto del amor de Dios encarnado en aquella humanidad de Cristo que fue capaz de vivir y morir con amor. La vida y el martirio de Jestis fueron sacrificados, pero no para aplacar a la divinidad sino como expresién histérica de Dios- amor encarnado en el corazén de la humanidad. c) No confundir el cristianismo con otras manifestaciones religiosas Es verdad que Dios se revela a todos todo lo que puede, 0 todo lo que permite la apertura de los seres humanos. Las distintas manifestaciones religiosas de algin modo responden a esa revelacién. Pero los cristianos creemos que Jesucristo es la revelacién definitiva de Dios y de su proyecto; y desde ahi es como debemos situarnos en el didlogo con todas las manifestaciones religiosas. En una sociedad plural, donde se mezclan ritos cristianos y de otras teligiones, donde la confusién te deja fuera de juego, es necesario abrir los ojos, aceptar que respecto divina todos andamos de camino, y despertar sentimientos de com- prensién pues la misericordia de Dios no esta ligada sélo a los sacramentos de la Iglesia. Pero no caigamos en el relativismo. El cristiano debe vivir su identidad y ofrecer el evangelio: Dios esté dentro de nosotros, nos ama, y esta solicitando nuestro libre compromiso para que nos dejemos transformar por el amor en orden a construir un mundo mas feliz para todos. Con nuestra forma de vivir los cristianos podemos y debemos transmitir la novedosa noticia de la encarnacién, el evangelio de Jesucristo que puede liberar a los seres humanos de falsas divinidades y de practicas religiosas alienantes. Ser y vivir como cristiano significa ser, respirar y caminar en presencia, en brazos y en comunidn con la divinidad; no como esclavos sino en el amor que nos hace hijos y hermanos. 2. Encuentro personal con Dios siempre mayor Cuando era nifio, aprendi que la fe significa creer lo que no vimos ni vemos, por autoridad de quien nos lo dice. Por ~45~ ejemplo creo que existe una ciudad donde nunca estuve porque alguien me lo ha dicho. No tengo argumento racionales para demostrar la resurreccién de Cristo, pero creo que ha resucitado porque me lo han dicho. Andlogamente creo que Jesucristo es el Hijo de Dios o que, si trato de ser honrado, llegaré a la plenitud de vida. En esta vision la fe viene a ser aceptaci6n intelectual de unas verdades sobre las que me informan. a) De la fe como creencia, ala fe como encuentro La fe asf entendida era un conjunto de creencias que me transmitieron mis padres y que se mantenia con unas practicas religiosas; lo importante era ese mantenimiento y no dejarse Hevar por las dudas. Pero luego descubri algo importante: mas que aceptaci6n intelectual de verdades por autoridad de quien las decia, la fe vino a ser para mi un encuentro personal con Alguien, el Padre, amor incondicional revelado en Jesucristo. Un encuentro que se inicia con la autocomunicacién gratuita de ese Alguien que irrumpe en mi existencia como cercanfa benevolente, como amor, perdén, alegria y paz al saber que, ocurra lo que ocurra, siempre se puede confiar. La fe ya no es tanto resultado de una informaci6n sublime sino comunicaci6n personal de Alguien cuyo eco percibes, cuya solicitud gustas, pero que nunca logras abarcar ni definir. Testigos de este encuentro como Abrahan y sobre todo Jestis de Nazaret, fueron para mi referencias permanentes. Sospeché lo que pudo significar la experiencia mistica de Jestis en su intimidad con Dios como climae inspiracién permanente de todo lo que hizo, dijo y sufrié. Entendi también que la verdadera mistica, reducida y malinterpretada frecuentemente a fendmenos extraordinarios y consuelos espirituales, no es mds que la maduracién normal de la fe cristiana. ~46~ b) De la fe como encuentro, ala fe como compromiso Pero ese Dios revelado en Jesucristo, inesperada y entrafiablemente intimo al creyente, est4 mirando con amor a los demas y especialmente a los pobres. Asi comprendi que no habia posibilidad de ser creyente cristiano sin participar esa mirada compasiva de Dios. El cristianismo no es permanecer extasiado mirando al cielo sino siendo fieles a esa humanidad que camina por la tierra entre luces y sombras; que se organiza en instituciones y estructuras donde también agarran la codicia y la injusticia. El amor que no se hace justicia en situaciones de injusticia, no es digno de crédito. c) Salir de la propia tierra Y todavia un paso mas. El Dios revelado en Jesucristo es “siempre mayor” en su misma cercania. Una y otra vez nos saca de la propia tierra y del propio grupo para que busquemos su presencia en Ambitos profanos y hasta inhdspitos para la sensibilidad religiosa. De nifio vivi dentro de una sociedad toda ella oficialmente cristiana, donde Dios estaba en las casas y en las calles, en la Iglesia y la politica. Pero pasados algunos afios tuve que vivir en una sociedad donde muchos funcionaban como si Dios no existiera y nada querfan saber de la religion. En la nueva situacién la fe dilaté mis pupilas para descubrir la presencia de Dios, que “a todo da vida y aliento”, no sélo en los cristianos sino en todas las mujeres y en todos los hombres que son imagen de Dios. Uno de los escollos para mi fe ha sido Ja existencia del mal y sobre todo del sufrimiento tantas veces absurdo e inttil. No me convencia el argumento esgrimido ya desde Epicuro contra la existencia de Dios: si es bueno y todopoderosos, no puede quedar con las manos cruzadas ante tantos males y el ~4]~ sufrimiento que nos humilla. Pero tampoco me convencia el arreglo de los piadosos para defender a la divinidad: sdlo permite los males para probarnos. Unos y otros juegan y discurren con una idea de la divinidad fabricada por ellos. La vida y sobre todo Ja agonia de Jestis me convencieron de otra cosa: en la crisis final y terrible de aquel hombre, dentro de él, dando valor y fuerza para que el mal y el sufrimiento no le vencieran, estaba presente Dios; gracias al espiritu eterno, dice la Carta a los Hebreos, Jestis se entreg6é a la muerte por amor. Asi la fe viene a ser un encuentro apasionante con ese Dios, mas fntimo a nosotros que nosotros mismos, pero cuya presencia de amor nos trasciende y nos invita continuamente a dar nuevo paso en el amor hacia todos, saliendo cada dia de nuestra propia tierra y creciendo en humanidad. El creyente cristiano experimenta que la fe no le da seguridades matematicas o metaffsicas, sino confianza que vence toda la oscuridad y falsos absolutos del mundo. Esto implica pasar de creer que se cree, a ejercer cada dia la confianza. La fe es un encuentro interpersonal y un itinerario. ~48~ 4, Fuera del mundo no hay salvacion Comencemos transcribiendo algunos textos que nos orientan hacia el verdadero sentido y alcance del titulo aqui enunciado. Fue una mirada evangélica y esperanzada la del Vaticano II: “el Hijo de Dios en su encarnaci6n se ha unido en cierto modo, con todo hombre”. “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discfpulos de Cristo; nada humano es ajeno a los discipulos de Cristo”. Y ya pasadas algunas décadas, Juan Pablo I invitaba:“‘al comenzar un nuevo milenio, el cristiano debe plantearse un interrogante fundamental sobre el estilo de las relaciones entre la Iglesia y el mundo, en un dialogo abierto, respetuoso y cordial, acompafiado sin embargo por un discernimiento y por el testimonio valiente de la verdad” 1. Qué entendemos aqui por mundo Con frecuencia nos han presentado y miramos al mundo con mucho recelo porque, segtin decian antiguamente, los tres enemigos del alma son “demonio, mundo y carne”. Y no hay que olvidar esa dimensi6n negativa del mundo como significando la soberbia, el poder que quiere dominar, la injusticia que desfigura nuestra sociedad, la depredacién ~49~ irreverente del entorno creacional. Pero el concilio mira y nos presenta la dimensi6n positiva del mundo: “Ja entera fa- milia humana con sus afanes fracasos y victorias: el mundo que los cristianos creen fundado y conservado por el amor de Dios; y aunque todavia bajo la servidumbre del pecado, ha sido liberado por Jesucristo, y se va transformando segtin el proyecto divino, hacia su plena realizacién” . Es verdad que nuestro mundo actual tiene muchas lacras y amenazas; pero quedan resquicios por donde entra el sol. Quienes fabricamos armas mortiferas inventamos también medios para curar y protestamos contra el endeudamiento de los pueblos pobres. 2. Para un discernimiento Seamos conscientes de que hay tensién entre las dos dimensiones del mundo. Por una parte, segtin el relato biblico de la creacién, Dios “vio que todo era bueno”; y para perfeccionar la creacién envié su Hijo al mundo para perfeccionar la creaci6n. Pero el término “mundo” tiene también sentido negativo: sistema de poder que causa injusticia y muerte; y los cristianos deben romper con ese mundo: “no améis al mundo, codicia de la carne y soberbia de los ojos”; los bautizados renuncian al mundo, el hombre viejo. Pero como este mundo es el tinico que conocemos y donde se ha encarnado el Hijo de Dios de una vez para siempre, debemos concluir que fuera de este mundo no hay salvacién. No quiere decir que la plenitud de esta salvacién o plena realizacién de la humanidad tenga lugar en los marcos de nuestro tiempo, sino que la gestacién de la misma no tiene otro lugar que el mundo y el tiempo en que ahora caminamos. Asf lo dicen la revelacién biblica y el mensaje evangélico. La Palabra de Dios, que ya es salvacién, se da en palabra de hombre que lleva la marca de la historia, y el reino de Dios ~50~ como el grano de trigo puja y crece ya en las entrafias de la tierra y en el dinamismo del tiempo. En los primeros libros de la revelacidn bfblica apenas se habla de “més alla”, y el pueblo esclavizado en Egipto debe conseguir una liberacion politica. En el programa de Jestis se obre una liberacién histdrica: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios...”.. Aunque la salvacion cristiana va més all4 de las Jiberaciones econémicas, politicas y en general de todas las liberaciones intrahistéricas, de algtin modo incluye todas esas liberaciones parciales, y en ellas ya se verifica como anticipo. 3. Construir un mundo de felicidad para todos Dios nos ha creado para que seamos felices y Ileguemos a la plenitud de vida siendo hermanos y compartiendo con los dems. A esa convivencia fraterna, sélo posible cuando las personas y los pueblos se dejan transformar por el amor, Jestis de Nazaret Ilamé reino de Dios. Esta nueva humanidad no s6lo implica un cambio de corazon sino también un cambio en las estructuras e instituciones sociales. En la forma de organizar la economia, produccién y distribucién de recursos ma- teriales. En la forma de organizar la politica, distribucién y ejercicio del poder. Recursos materiales y ejercicio del poder no son fines sino medios para que todos los ciudadanos puedan satisfacer sus necesidades fun- damentales y vivir dignamente como personas. La organizaci6n social mds justa es responsabilidad de todos los ciudadanos. Desde la experiencia de fraternidad, los cristianos amplian la fundamentacién y el horizonte, pues todos somos responsables de todos, y el Dios que habla en la historia biblica y cuya Palabra es Jesucristo continuamente nos pregunta: {donde esta tu hermano? gqué estas haciendo ~SI~ para que ocupe el lugar que le corresponde como persona € imagen del Creador? Conscientes de que el compromiso por construir una sociedad cada dia mds justa pertenece al evangelio de Jesucristo, reconozcamos que “muchos han acusado a los cristianos de tener la mirada puesta en la vida eterna y estar despreocupados de los asuntos de este mundo; la fe aparece asi como un factor alienante, negativo para el desarrollo del hombre y de 1a sociedad”. Pero debemos corregir esa posible desviacién porque la fe cristiana, como encuentro con el “Dios del reino”, implica “un compromiso dirigido a la realizacién de una sociedad mas justa y humana”. Segtin el concilio, el cristiano tiene, “por propia vocacion construir el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordendndonos segtin Dios; se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aqui ciudad permanente pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales”. Precisamente porque ya respiramos los aires de la modernidad en que mujeres y hombres quieren ser sujetos activos en su propia historia y en la gestién de la sociedad, independientemente de los regimenes politicos que sobrevengan y de los sistemas econdémicos que se impongan, Ja gestion publica sera cada vez mas democratica. El pueblo (“demos” en griego) que lo integran todos los ciudadanos, debe tener voz, decir su palabra y colaborar activamente a la construccién de una sociedad mds humana y justa. En este movimiento democratico bien entendido, que de alguna forma es también exigencia del reino de Dios, los cristianos podemos ver una llamada del Espiritu y una invitaci6n a que aportemos la luz y la fuerza del evangelio para que el justo reclamo no se quede a medio camino. ~S2~ 4) Interpretar bien la “huida del mundo” A veces se ha presentado la espiritualidad cristiana como “huida del mundo”. Y es verdad si la categoria “mundo” la tomamos como una realidad negativa: “concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida”. El mundo seria cerraz6n egoista que mata la fraternidad, mirada y conducta que s6lo piensa en aprovecharse del otro, arrogancia de creernos mas que los otros poniendo nuestra confianza absoluta en el tener, en el poder y en el gozar inmediato a costa de quien sea y de lo que sea. Para huir de este mundo corrupto que se habia impuesto en el imperio romano y estaba desfigurando incluso al cristianismo, como denuncia profética de su perversi6n, lo anacoretas cristianos huyeron al desierto. Con la misma intencién han ido surgiendo en la Iglesia distintas congregaciones religiosas. Y la huida de este mundo es la recomendacién que nos daban los antiguos catecismos. Esta exigencia sigue siendo necesaria y esencial a la espiritualidad del cristiano Hamado a vivir como hermano de todos y a construir ese reino donde lo tinico absoluto es el Dios del amor encarnado en la convivencia humana. Pero esa legitima preocupacién Hev6é algunas veces a olvidar otra dimensi6n positiva del mundo, para cuya vida Dios mismo envi a su Hijo. Se olvidé que el mundo es la entera familia humana con su entorno creacional, bendecida por el Creador y aceptada definitivamente con amor en Jesucristo. Una interpretacién recta y actualizada de la “huida del mundo” significa, en primer lugar, no separarse de la familia humana, participar de sus gozos y esperanzas, sus alegrias y tristezas; comprometernos en sus justos afanes, empefios y empresas. Escuchar el latido mas profundo de la sociedad y entrar en sintonia con los anhelos mas auténticos del corazén ~53~ humano. Y estando ahf, en solidaridad y corriendo la misma suerte que los demas mortales, no arrodillarnos ante los idolos del tener, del poder, del gozar inmediato, del aparentar, sino vivir con libertad ante esos falsos absolutos que acaban esclavizando y matando la humanidad de las personas. Conozco y lamento las estrecheces en que hoy viven muchos. Cuando se ven mal para “resolver” la supervivencia de cada dfa, parece que no viene al caso esa interpretaci6n tan sublime de la “‘huida del mundo”. Pero, si todos miramos con sinceridad hacia nuestro interior, facilmente vemos que continuamente, en cada momento, los idolos o falsos absolutos nos asaltan y nuestra libertad queda hipotecada. La “huida del mundo” bien interpretada es tarea ineludible y constante, de los que tienen y de los que no tienen, en el sistema capitalista, socialista 0 cualquier otro. Nos cuesta mucho y debe ser objetivo prioritario en el programa de nuestra existencia, pasar de agarrarnos o ambicionar como salvacién absoluta falsas seguridades, a confiar de modo absoluto en Dios, cuyo eco y anticipo percibimos saliendo de nuestra propia tierra por amor a los demas. ~Sd~ 5. Con Dios en la realidad de cada dia La vocacién, la grandeza y la dificultad del ser humano es pensar por si mismo y actuar en consecuencia. Son muchos los factores que trabajan en contra de esta vocacién. Dogmatismos sociales, politicos e incluso religiosos que se imponen desde arriba sin dejarnos siquiera juzgar y decidir por nuestra cuenta. La invitacion jatrévete a pensar! que hace siglos lanzaron los filésofos de la Ilustracién sigue teniendo validez. Y mas todavia hoy cuando los intereses bastardos de la economia o de la politica se apoderan de los medios, y apenas nos dejan tiempo para pensar. Si la fe cristiana es un encuentro personal con Dios encarnado en la historia, o logramos descubrir la presencia y el paso de Dios en nuestro tiempo, 0 esa fe se diluye. El encuentro personal es hoy mas necesario que nunca, pues el cambio cultural est4 siendo muy rapido y profundo; caen por los suelos formas heredadas para interpretar y organizar la existencia humana, mientras un pluralismo de mentalidades y de conductas nos dejan cada vez mas confusos. Algo similar ocurre en el campo de la religiosidad. Incluso dentro de la misma Iglesia, puede haber gustos para todo; desde los que reducen el cristianismo a unas practicas cultuales, hasta quienes no ven mayor diferencia entre ser catdlico y ser santero. Es necesaria la personalizacién de la ~55~ fe. Vivirla no como aceptacién de verdades sino como encuentro personal. Pero ese encuentro con el Dios encarnado sé6lo puede tener lugar dentro de la realidad histérica, en el tejido so- cial y en el entorno creacional; en el dinamismo cultural, politico y econdémico de la sociedad donde nos toca vivir. El cristiano debe pensar por su cuenta como toda persona con sensibilidad moderna; pero al mismo tiempo debe potenciar su pensamiento y su conducta con y desde el encuentro con Dios que se revela en la densidad de la realidad humana y césmica. 1. Jestis de Nazaret, contemplativo en el mundo A la hora de vivir y renovar nuestro cristianismo, la conducta de Jesucristo es referencia permanente, segura e ineludible. Y aquel hombre no huy6 al desierto como Juan Bautista o més tarde los anacoretas. Tampoco vivid en un monasterio ni en un convento. No fue un monje sino un hombre seglar del pueblo judio, que trabajé como los demas, participando en los afanes y faenas de sus vecinos durante la mayor parte de su existencia. Cuando salié de Nazaret como profeta indefenso ¢ itinerante, no se recluyé en ningtin recinto tranquilo y silencioso. Vivid entre los hombres, como uno més, recorriendo los camino de la tierra seca y dura, soportando los apretones del gentio, en medio de los lios y las bullas. Fue ahi donde Jestis vivid de forma tinica su encuentro y su intimidad con Dios. Un contemplativo en y desde el interior del mundo, con sus ruidos y conflictos; ese mundo fue su lugar de adoracién. En Jos lirios vestidos de suaves colores y en los pajarillos que alegres gorjean por los aires Jess descubrié la presencia solicita del Padre. Esa mirada contemplativa le permitié ver ~56~ la dignidad de la mujer pecadora donde el fariseo Sim6n sdlo veia una prostituta. Con esa mirada experimenté la cercania benevolente de Dios en los pobres, y en los acontecimientos humanamente contradictorios e inexplicables como fueron su rechazo por parte de las autoridades religiosas judias y su misma muerte injusta. Jestis de Nazaret fue un contemplativo sobre la historia, en sus actividades y en sus padecimientos, al encontrarse con la belleza y al encontrarse con lo mas inh6spito y contrario a la justicia. No result6 facil a Jestis mantener y avivar cada dia ese clima contemplativo. Como nosotros, también él tuvo momentos de tentacién y de crisis. Los evangelios no lo ocultan. Mirando las situaciones y los procesos, fue discerniendo los caminos para llevar a cabo la voluntad del Padre: que todos tengan vida en plenitud. Para mantener el talante contemplativo de intimidad con Dios, superando las dificultades e integrando los conflictos que surgian en el camino, Jestis con mucha frecuencia “se retiraba a la soledad y hacia oracién”. Esta oraci6n era imprescindible para Jestis sobre todo en momentos de mayor intensidad. Por ejemplo en su bautismo; tenia que discernir si su mesianismo debfa proceder con la l6gica del poder que se impone por la fuerza 0 con la légica del amor que implica la propia entrega. Cuando elige discfpulos para formar la primera comunidad cristiana; la eleccidn era delicada. Cuando decide ir a Jerusalén consciente de que alli pueden juzgarlo y condenarlo a muerte. Y de modo singular cuando lleg6 el momento final, en su agonja: “Padre, ; Abba! que pase de mi este céliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya’”; Dios sigue siendo amor -Padre-; pero un amor inesperado, trascendente y desconcertante en su misma cercanfa. Gracias a la oraci6n, en esa terrible agonia Jestis de Nazaret, apoyado e impulsado por el Espiritu, mantiene y aviva su espiritu contemplativo para seguir respirando la confianza en Dios. 2. Experimentar la cercania de Dios en el mundo Porque el reino de Dios crece ya y s6lo en este mundo, los cristianos debemos vivir nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza dentro de los dinamismos sociales: cultura, economia, politica. Pero vivir la fe cristiana significa gustar el encuentro personal con Dios que se revela en la historia. Esta fe descarta visiones o conductas que pueden ser religiosas porque se refieren a divinidades que estan fuera de la historia, © se refieren a la historia como espacio ajeno a la divinidad. Asi hay creyentes tedricos que aceptan la existencia de Dios, pero luego en su vida practica se arrodillan ante falsos dioses como son el dinero, las apariencias, la satisfaccién inmediata de todo deseo. Otros se dan al compromiso politico y se entregan a obras de beneficencia, pero sin relacionar esas actividades con la fe. Cuando de verdad se gusta el encuentro con Dios revelado en Jesucristo dentro de la situacién hist6rica que nos toca vivir, no cabe la evasi6n espiritualista de los compromisos temporales, ni el compromiso por la mejora del mundo prescindiendo de la cercanfa gratificante de Dios. Dé6nde nos dejamos alcanzar por esa presencia de Dios Por supuesto, la iniciativa parte de Dios que nos ama primero. Esa iniciativa se manifiesta en nosotros como paz, sensaci6n de ser perdonados, acogidos y acompafiados por un amor gratuito; brotan en nosotros deseos de ser mejores, de nueva libertad, de dar sentido fraterno a nuestra relaciones con los demas. Pero en ese didlogo interpersonal que Ilamamos gracia, nosotros somos también responsables, debemos ponernos libremente al alcance de un amor que puja desde dentro de nosotros mismos. ~58~ Y hay ya dos sendas perdidas. Cuando pretendemos alcanzar la salvacién con sélo nuestras obras y nuestros méritos, queriendo controlar la obra de la gracia. O cuando buscamos a Dios slo desde nuestras necesidades egoistas; entonces facilmente nos encontramos con la proyeccién fabricada por nosotros sobre la divinidad, tapagujeros de vacios que nosotros no podemos Ilenar. Dios emerge en las situaciones histéricas; ahi “sucede” el reino de Dios, unas veces abriéndose camino, en la justicia, en la libertad, en la liberacién de los pobres y en la sanacion de los afligidos. Otras veces sufriendo violencia de las arrogancias, de las injusticias, de la explotacién ejercida por los mas fuertes sobre los mas débiles. Para encontrarnos con Dios tenemos que situarnos, elegir de parte de quién estamos y tomar partido por la causa justa que es la de quienes son irreverentemente expoliados, y contra la causa injusta de quienes mantienen la dominacién 0 no quieren hacer nada por erradicarla. En las ausencias de humanidad como son la miseria de unos mientras otros nadan en abundancia, en los sistemas que postergan y utilizan a las personas, en la marginaci6n de la mujer, en la explotacién laboral, en la tecnocracia rigida, en la corrupcién politica, en el terrorismo y en el abandono de los indefensos, en la depredacién irreverente del entorno creacional, Dios emerge como sed de justicia. Sélo nos encontramos con él trabajando por una sociedad mas justa. Y Dios esta presente y activo sobre todo en los pasos de Ja humanidad hacia delante que son ya de algtin modo pasos en la llegada del reino de Dios. En la naciente democracia, en el reconocimiento de los derechos humanos, en el sano pluralismo, en el didlogo sincero, en la libertad religiosa . En esos brotes de nueva humanidad Dios se hace presente y nos encontramos con él si, dejando lo viejo que debe morir, nos abrimos a lo nuevo que quiere nacer y, desde la luz y fuerza que nos da 1 evanpelio, coluboramos para que esos impulsos y avances [wianititos no se perviertan ni queden a medio camino. Camino de ida y vuelta La contemplacién cristiana sobre y en el mundo tiene su proceso en tres fases o momentos. Primero hay que taladrar lo aparente de las personas y de los acontecimientos. Lamentablemente los medios de comunicaci6n, la perdida de ideales elevados, y el agobio por subrevivir cada dia nos van reduciendo cada vez més a la superficialidad. Las personas interesan en la medida que son Utiles o rentables. Nos enteramos que ocurren las cosas, pero las informaciones nos atiborran y pocas veces sabemos por qué o para qué ocurren las cosas. Cada vez andamos mas perdidos, lanzados a nuevas experiencias que nos hagan felices, pero despistados y resignados en la superficialidad de cada dia. Gracias a la fe, podemos y debemos avivar nuestro talante contemplativo, que nos ayude a taladrar lo aparente, para llegar a esa presencia de amor que a todo da vida y aliento. El encuentro con ese Alguien, que a todo da consistencia, mas intimo a nosotros que nosotros mismos, que mira con amor a todos sin discriminaciones y quiere la vida en plenitud para todos, es el segundo momento de la contemplacién. Ahi se actualiza la fe cristiana, recibimos nuestros ojos y nuevos sentimientos para mirar y relacionarnos con los demds, para situarnos en los acontecimientos de la vida. Son los ojos y los sentimientos de Dios que a todos mira con esperanza y cuyo amor es la dimensidn mas verdadera y permanente de nuestra historia. Ocurra lo que ocurra nadie ni nada puede separarnos de este amor. El encuentro con esa mirada de benevolencia nos cambia y, en un tercer momento, nos situamos de forma nueva en nuestra relacidn con las personas y en el procesamiento de nuestros problemas. Al descubrir que cada persona es imagen de Dios y en la conviccién de que el fondo de la misma est garantizado por el amor, brota en nosotros nueva relacién con ella. Es verdad que nuestro encuentro con Dios en la contemplaci6n, no soluciona los problemas ni cambia las situaciones; pero cambiamos nosotros, entramos en un plano mas profundo. Nacemos de nuevo porque la fe, vivida en esa clima de contemplaci6n, no es simple creencia intelectual sino encuentro con Alguien que rejuvenece y plenifica nuestra vida. 3. Orar para mantener el clima contemplativo La oraci6n es una forma especial de didlogo con Dios. Compromete todas las facultades de la persona, ocupa un tiempo determinado de las existencia humana, y no se identifica con otras actividades como son, por ejemplo, el estudio, el trabajo y la diversién. El cristiano debe ser continuamente contemplativo; nunca debe quedar instalado en la superficialidad; hoy se habla con acierto de “con- templativos en la accién’”’. En cambio la oracién son momentos fuertes, cuanto mas mejor, en la existencia del cristiano para mantener vivo el talante contemplativo. Se han dado muchas definiciones sobre el pecado. Pero en Rm 1,18 san Pablo trae una descripcién que me convence: “matar la verdad con la injusticia”. Hay pecado cuando, negando mi verdad de criatura, acttio como ser absoluto y duefio de los demas, creyéndome superior a ellos y utilizandolos segtin mi antojo. En esa utilizacion irreverente niego también la verdad del otro que es imagen de Dios y lleva inscrita la marca: “no matards”. En consecuencia niego también la verdad de Dios como tinico Sefior que nos ha creado para que vivamos como hermanos. En el fondo el ~61~ pecado es instalacién en la superficialidad, un error, falta de espiritu contemplativo para descubrir el valor innegociable de las personas, todas ellas avaladas por Dios que es el tinico Centro. Ese descubrimiento lo hacemos en la oracién. Valga un ejemplo cercano a todos ,Quién no ha sufrido conflictos interpersonales? A veces tienen dificil solucién porque los interlocutores se creen poseedores absolutos de la verdad. Les falta caer en la cuenta de que esa pretensi6n es falsa; deben rebasar la superficialidad, y recuperar la verdad fundamen- tal: no somos centro de la realidad y aceptamos existir desde el Unico Centro, el Misterio de amor sobre el que descansa, de modo insospechado, la dignidad de todas las personas y la totalidad de lo real. Desde ahi es posible superar los inevitables choques interpersonales y de convivencia social que todos sufrimos a lo largo de la vida. Cuando gustamos esa presencia radical que nos habita y a todo hace habitable, espontaneamente celebramos nuestra fe, manifestamos nuestra carencias y. ocurra lo que ocurra, permanecemos en accién de gracias. La oracién cristiana es la expresi6n de la fe o confianza. ~62~ 6. Creer en la Iglesia Sobre todo en las tiltimas décadas, y debido en buena parte a los sofisticados medios de comunicacién, estamos informados de las cosas buenas y también de las cosas malas que ocurren en la Iglesia. Y no sabe uno por qué, con frecuencia las cosas malas de la Iglesia se airean mas y Ilaman mas la atencién. Precisamente porque todos tenemos mas informacién, los cristianos necesitamos saber qué decimos al confesar: “creo en la Iglesia una, santa, catélica y apostélica”. Para abrir camino adelantemos que sélo se puede creer en Dios; eso quiere decir que la fe es una virtud teologal; tiene su fundamento, su verdad y su fin en Dios. La fe cristiana nos permite descubrir a Dios en Jesucristo, en la historia de aquel hombre llamado Jestis de Nazaret. Santo Tomas de Aquino sin embargo dice algo importante: si bien no debemos creer en la Iglesia como una criatura, si podemos confesar “creo en la Iglesia” porque damos por supuesto: “creo en el Espiritu Santo que esté en la Iglesia”. Con esta introduccién ya podemos decir cémo surge la Iglesia y describir qué es 1. Cémo nace la Iglesia Jestis de Nazaret, impulsado por el Espiritu, traté de realizar en este mundo la voluntad del Padre o la fraternidad ~63~ entre todos: el reino de Dios; lo que sucede en las personas y en los pucblos cuando su tnico sefior es el Amor. No sélo vivid y actué con ese espiritu; quiso comunicarselo a un grupo de discipulos o seguidores que ya con él formaron la primera comunidad cristiana, expresién histérica y fermento del reinado de fraternidad entre todos los seres humanos. En esta comunidad la regla de oro es el amor, y sus miembros deben vivir como hermanos siendo cada uno servidor de todos. No fue facil a los primeros discipulos poner en practica este programa. Y una prueba muy seria para el mantenimiento de aquella primera comunidad fue la condena del Maestro por rebelde politico y por blasfemo. Pero, en medio de la prueba y cuando algunos de los seguidores ya estaban muy desanimados, Jesucristo resucitado entré en el coraz6n de aquellos primeros discipulos, les infundi6 su espiritu, y dio vigor a la comunidad enviandola como testigo del evangelio para todo el mundo. Jesucristo resucitado, siendo portador del Espiritu, esté en esa comunidad “hasta la consumacién del mundo”, impulsando su vida, trabajando Ja continua conversion de los cristianos al evangelio, suscitando nuevos ministerios y vocaciones, provocando las necesarias reformas de la Iglesia cuando surgen nuevas situaciones hist6ricas. Bien podemos decir que la Iglesia, ya hecha en Jesucristo de una vez para siempre como don del Espiritu, se hace continuamente y siempre de nuevo, porque avanza en una historia cambiante. 2. Para qué es la Iglesia Jestis de Nazaret no intent6 crear una organizacién religiosa mds, pues él mismo fue condenado por las autoridades religiosas judias que habian deformado la verdadera tradicidn biblica con tradicionalismos y ruibricas, que pretendian manipular a la divinidad con sacrificios rituales ~64~ olvidando la misericordia y la justicia. Jesucristo buscé apasionadamente, vivid y murié en funci6n del reino de Dios, de la fraternidad. Esa fue su preocupacién vital, que dio sentido a todos sus pasos. Esa debja ser la mistica y apasionamiento de Ja nueva comunidad integrada por sus servidores. Porque Dios se revela incesantemente a todos, en todos los rincones del mundo y en todas las etapas de la historia el reino de Dios, como el vino nuevo, esta en proceso de fermentacién. La Iglesia es ya realizacién parcial, signo e instrumento al servicio de este reino. En su entrafia misma lleva la tensién a la universalidad y nada mds contrario a esa entrafia que un espiritu sectario. 3. Aproximacion a la naturaleza de la Iglesia a) Comencemos por lo que no es: Ni una empresa para producir cosas, ni una financiera econémica, ni un partido politico, ni siquiera una gran organizacion de beneficencia. Tampoco un gran equipo para hacer obras buenas o levantar grandes iglesias y catedrales. Ni asociacién de personas religiosas que se unen para rezar y ofrecer culto a una divinidad celosa de su honor, sedienta de sacrificios personales y que se aplaca con ritos litirgicos. b) La Iglesia no es sélo: El edificio del templo con un altar y con una torre mas 0 menos esbelta. Es verdad que, para reunirse varias personas, celebrar y orar comunitariamente, necesitan un edificio, un altar y también una campana u otro medio para convocar a las celebraciones. Pero eso no es lo mas importante de la Iglesia. Los primeros cristianos se reunfan y celebraban en la ~65~ casa de alguna familia. Un adagio medieval decfa que la Iglesia “no son las paredes sino los fieles”. Ni sélo una legislacién can6nica, imprescindible por otra parte para el buen funcionamiento de cualquier sociedad humana. En la Iglesia tenemos normas y hasta preceptos que, bien interpretados, prestan un servicio necesario. Pero tampoco esa legislacién es lo mas importante, pues “antes son las personas que las leyes”. El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales, incluida esta sociedad que llamamos Iglesia, es y debe ser la persona humana. Ni tinicamente los obispos, y los sacerdotes. Hay en la comunidad eclesial ministerios 0 cargos cuya finalidad es servir ala buena marcha de la comunidad y al dessarrollo de su misi6n en este mundo. Pero esos ministerios no son el fin sino medios. Tampoco la Iglesia es slo un conjunto de ritos cultuales como la misa 0 las procesiones. c) La Iglesia es “realidad penetrada por la presencia de Dios” La frase que va entre comillas es de Pablo VI quien a esa realidad Ilama “misterio”. La Iglesia pertenece a una forma inesperada en que Dios se ha revelado: la encarnacién. La presencia de lo divino en lo humano. Algo tan real como humanamente inexplicable. Una realidad misteriosa pero que nos alegra y da confianza porque nos abre las puertas a lo divino e infinito. Desglosemos un poco esta novedad evangélica Una sociedad visible A esta sociedad pertenecen aquellos “que poseen el espiritu de Jesucristo”. Es decir, que se han dejado alcanzar y transformar por la vida, el proyecto y la conducta hist6rica de ~66~ aquel hombre que pasé por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo “porque Dios estaba en él”. Viven unidos a Cristo resucitado y le confiesan el Hijo, la Palabra, Dios con nosotros. Esta sociedad es visible, tiene todos los medios de salvacién, confiesa una misma fe, celebra los mismos sacramentos y esta dirigida por Jesucristo a través del papa y de los obispos. Una comunidad En todo tiempo y lugar son aceptos a Dios los que le temen y practican la justicia. Pero el Seiior ha querido santificar y salvar a los hombres y mujeres no individualmente y aislados entre si sino constituir un pueblo que le conozca en la verdad y le sirva santamente. Al decir pueblo sugiere que la comunidad no es invisible sino visible y organizada. La Iglesia no es un club de socios, ni un ejército bien organizado para combatir a los enemigos ni un equipo eficaz de trabajo. Es una comunidad con un espiritu que precede, acompafia y pone a sus miembros en comunicacién. En esa comunidad hay distintas vocaciones y distintos cargos. Pero esa diversidad no rompe la comunién y la comunicacién. Antes, en el ejercicio de las distintas funciones y finalmente permanece la fraternidad, término mas original y adecuado para designar a la Iglesia. En esa fraternidad nadie es mas que nadie y todos se sienten y viven como hermanos. Comuni6n de la vida divina La Iglesia recibe su vida o espiritu de Jestis resucitado que sigue siempre activo en ella. Y Jess vive por el Padre y animado por el Espiritu. En esa convocacién del Resucitado que es la Iglesia, se participa de la vida de la Trinidad; es ~67~ decir el amor totalmente gratuito por el que las personas no saben mas que amar, salir de la propia tierra y afirmar incondi- cionalmente al otro. Eso quiere decir la simbolica trinitaria cuando hablamos de Dios revelado en Jesucristo. Y sdlo desde ahi podemos interpretar bien el misterio de la Iglesia como “multitud reunida por la unidad del Padre, del Hijo y del Espfritu Santo” |! Como al hablar de Dios, para hablar de la Iglesia el inico lenguaje adecuado es el simbdlico que nos aproxima pero no define esa realidad que no cabe en nuestros esquemas racionales. Para presentar esa realidad misteriosa de la Iglesia la tradicién trae algunas imagenes elocuentes. La Iglesia es como el cuerpo de Cristo, donde la nica vida de la cabeza mantiene vivos también a los miembros; esta imagen, muy frecuentada por san Pablo, es evocada también con la alegoria de la vid y los sarmientos que trae el cuarto evangelista. La Iglesia es el templo del Espiritu, vida y fuerza de Dios, que habita en la comunidad cristiana y en el corazon de los fieles, que en ellos ora y da testimonio de que son hijos de Dios, que suscita nuevos ministerios y vocaciones para bien de todos, que rejuvenece y unifica continuamente ala Iglesia y que la guia hacia la verdad completa. La Iglesia es “pueblo de Dios”; como pueblo, es parte de la sociedad y est sometida siempre a los vaivenes de la historia; como pueblo “de Dios”, participa la vida, los sentimientos y el modo de actuar que Dios ha manifestado en la conducta histérica de Jesucristo. Al servicio del mundo Es otra dimensién de la Iglesia bien destacada en el Vaticano II: “no impulsa a la Iglesia ambicién alguna terrena; 11 Vat. IL, Constitucién sobre la Iglesia (LG) 4 ~68~ s6lo desea una cosa, continuar, bajo la guia del Espiritu, la obra misma de Cristo, que vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido””?. La Iglesia es una entidad referencial; se constituye en la misién. Aunque es esencialmente visible y dotada de unos ministerios ordenados, su visibilidad y su estructura son relativos a la comunion para vivir y asf llevar el evangelio a todos. Santa e integrada por pecadores Los cristianos confesamos que la Iglesia es una, apostélica, catdlica y santa. La santidad es lo primera y fuente de todas las demas notas. Pero precisamente porque nos vamos a fijar de modo especial en ella, la ponemos al final. La Iglesia es una porque uno solo es el Espiritu que la constituye; en el que experimentamos a Dios como Pa- dre, “Abba” somos “hijos en el Hijo” y nos relacionamos con los demas como hermanos; esa unidad es don de lo alto pero al mismo tiempo tarea que debemos realizar todos los dias. Como Dios revelado en Jesucristo es Padre de todos, se comprende que la universalidad o catolicidad sea nota de la verdadera Iglesia. La misma que vivieron los primeros discipulos con Jestis y se mantiene fiel a la tradicién apostdlica. Pero la entrafia de la Iglesia es la comunién de la per- sona humana y de la comunidad de personas en el espiritu de Jestis. Esa comunién que Dios mismo realiza ya que nos ama primero y en cuyo dinamismo nos vamos incor- porando libre y responsablemente. Ese encuentro de gracia vivido en comunidad es la entrafia de la Iglesia, trabajada por el Espiritu, cuya presencia y actividad 12 GS,3 ~69~ rejuvenece continuamente a la comunidad cristiana. Incluso cuando los bautizados no son coherentes con sus promesas bautismales y el egoismo desfigura las estructuras y organizacién visible, la Iglesia se siente acompafiada y llamada a la conversién por el Espiritu: integrada por hombres y mujeres pecadores, “santa al mismo tiempo que necesitada de purificacién constante, busca sin cesar la penitencia y la renovacién”'>. La Iglesia es un dinamismo vivo de gracia, llevado a cabo por Dios mismo en el coraz6n humano y en la historia de la humanidad que, con sus altos y bajos, ansfa llegar a su plena realizacién. Y este dinamismo vivo proclamado en visibilidad, es signo de una comunién universal 0 encuentro de las perso- nas y de las sociedades con Dios que, por caminos muchas veces desconocidos para nosotros, el Espiritu va realizando suave y eficazmente. Creer en la Iglesia significa confiar en ese dinamismo vivo; amar su realidad ultima que es ya la vida de Dios acogiendo, potenciando y perfeccionando la vida de todos los seres humanos, de todos los pueblos y de la creaci6n entera. Hay que ser ciegos para no ver las incoherencias evangélicas en la conducta de muchos cristianos, incluidos sacerdotes y obispos, asf como las arrugas y lacras que desfiguran con frecuencia las instituciones eclesiales. Ignorar estas sombras seria ingenuidad. Pero si se miran y juzgan con amor, no hay lugar para la critica dura y autosuficiente. La incoherencia marca también mi propia conducta y por tanto también soy responsable de lo malo que hay en la comunidad cristiana. En todo caso las sombras y el pecado de la Iglesia que nos entristecen, deben ser interpretadas en ese dinamismo de gracia que Dios mismo esta llevando a cabo en y con nosotros, Ilamados a 13, LG,8 ~10~ ser mds de lo que somos, pero avanzando a esa plenitud al ritmo que nos permiten nuestras propias limitaciones. Amo a la Iglesia que, acompafiada y movida siempre por el Espiritu, cada dia se convierte al evangelio, anhelando y buscando esa comunidad fraterna que ansia y espera ser. Ella es un misterio, “realidad penetrada por la presencia de Dios”. ~~ 7. “La Iglesia vive de la Fucaristia” Asi lo afirm6 Juan Pablo II quien a su vez comento: “esta vedad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en sintesis el nticleo del misterio de la Iglesia’”"*. En el pueblo cristiano hay muchas devociones; cada regién tiene las suyas peculiares; a veces incluso esas devociones pasan a primer plano dejando a un lado la Eucaristia. El Vaticano II quiso resaltar la centralidad de la celebracién eucaristica como lo mas propio y original de la Iglesia. Intencionalidad del concilio debe ser indicativo para la espiritualidad de los cristianos. Siempre a modo de sintesis vamos a desarrollar algunos puntos: 1, Presencia salvadora del Resucitado en la comunidad El concilio de Trento confesé la fe que desde los origenes vive la Iglesia: presencia real de Cristo en la Eucaristfa. Pero esa confesién daba por supuesta otra conviccién fundamen- tal. El Vaticano II lo dice: «Cristo esta presente siempre en la Iglesia, especialmente en las acciones litirgicas; esté presente en el sacrificio de la misa, en Ja persona del ministro, 14 Ene. Ecclesia in Eucharistia, 17 de abril, 2003, Introd. n.1 ~T~ ofreciéndose ahora por el ministerio de los sacerdotes el mismo que se ofrecié en la cruz; esta presente sobre todo en las especies eucaristicas»'® . Luego la presencia real eucarfstica no serfa posible sin Ja resurreccién de Cristo y sin la presencia del Resucitado en la comunidad cristiana. Mas atin, como el Resucitado es el mismo que proclam6 la Ilegada del reino de Dios y murié en la cruz por mantenerse fiel a esa causa, la comunién eucaristica -fin de la presencia real: «tomad comed»- no es separable y conlleva el seguimiento de Cristo. Explicitemos un poco estas ideas. «Habitaré en medio de mi pueblo» Segiin la fe cristiana, es decisiva una dimension fundamen- tal: en Dios «existimos, nos movemos y actuamos; él a todo da vida y aliento». Es lo que se desvela en la historia biblica. Dios se revela presente y activo en la historia y asf lo perciben los patriarcas. Como intencién constante va calando en esa historia el proyecto de Dios: «habitaré en medio de los hijos de Israel y seré su Dios; pondré mi santuario en medio de ellos, yo seré su Dios y ellos serdn mi pueblo»; el nombre de Ja comunidad que Dios quiere seré «Dios est4 aqui»'* «El Verbo se hizo carne y acampé entre nosotros» Jn 1,14 afiade «y hemos visto su gloria». E] mismo Dios de los hombres que tuvo una tienda en el campamento del pueblo todavia peregrino en el desierto, es Palabra que se vuelve hacia la humanidad, hace suya nuestra historia, y Jesucristo es «Enmanuel», Dios mismo humanizado y corriendo nuestra misma aventura. En este proceso de la 15 Cnst Sobre la sagrada Liturgia (SC), 7 16 Ez 37, 27-28; 48, 35. ~T3~ encamacién, Jestis de Nazaret proclam6 la presencia salvadora de Dios en el coraz6n de la humanidad, pero las fuerzas del mal lo condenaron a muerte y sellaron el sepulcro. Pero en la vida de los mismos discfpulos, que sufrieron el desencanto enel fracaso de la cruz, inesperadamente irrumpi6 Jesucristo lleno de vida y vencedor de la muerte, y entendieron: «yo estaré con vosotros hasta la consumaci6n del mundo»; «donde dos 0 tres se retinen yo (el viviente) estoy en medio de ellos». La presencia real de Cristo en la Eucaristia continta la encamaci6n y la resurreccién. Seguin el cuarto evangelista, «esta es mi carne que se entre- ga por vosotros» evoca facilmente otra verdad fundamental de la encarnacién: «y el Verbo se hizo carne». Tomas de Aquino, el maestro y el cantor mistico de la Eucaristia, escribié: «La presencia del verdadero cuerpo y de la sangre de Cristo en este sacramento es consecuencia ldgica del amor de Cristo, quien por nuestra salvacién asumié un cuerpo verdadero de nuestra naturaleza» '” La presencia real eucaristica es presencia del Resucitado incorporando a los seres humanos en el dinamismo de su resurrecci6n. Por eso la Eucaristia se llama «misterio pascual». Fue la experiencia que vivieron las primeras comunidades cristianas. En los relatos pascuales casi siempre el Resucitado se manifiesta «mientras los discfpulos estén a la mesa», du- rante una comida'® . La narraci6n del evangelista Lucas sobre los discipulos de Ematis es ejemplo bien elocuente. Discfpulos de Jestis son «los que han comido y bebido con él después de su resurreccién de entre los muertos»'? 17 Suma de Teologfa Il, 75,4 18 Jn 21, 12-13; Heh 1,4; Le 24, 41 19 Heh 10,41 ~T4~ La Iglesia, cuerpo espiritual de Cristo Cuando los reformadores negaban los sacramentos como simbolos eficaces de la gracia y la presencia real eucaristica, enel fondo estaban negando que la Iglesia, integrada por tantos pecadores en sus miembros y en sus estructuras, fuera «santa», es decir lugar del encuentro salvador entre Dios y el hombre; «misterio, realidad profunda penetrada por la presencia de Dios», cuerpo espiritual de Jesucristo resucitado. Porque la Iglesia es comunidad de vida, puede manifestar y ofrecer esa vida en unos simbolos que llamamos sacramentos; el mds importante de ellos es la Eucaristfa. En esta comida con el Viviente la Iglesia se va edificando y entrando poco a poco en ese «cuerpo espiritual» del Resucitado. La primera comunidad cristiana gusté y celebré esta ver- dad: «cuando bebemos el céliz de bendici6n, participamos la sangre de Cristo, y cuando comemos el pan que partimos comulgamos el cuerpo de Cristo; porque comemos un mismo pan somos un solo cuerpo»”. En la comunién eucaristica Cristo resucitado -el pan que comulgamos- va construyendo Ja unidad de la Iglesia, e introduciendo a sus miembros en esa dimensién comunitaria que caracteriza al «cuerpo espiritual» de Cristo resucitado”' . Memorial de la Ultima Cena Un gesto profético. En la vida de Jestis «las comidas» fueron gestos proféticos; sus comidas con los pobres, los excluidos por la sociedad o la religion, eran momentos en que compartia su propia vida como expresién de Dios que ama sin discriminaciones. Fue también la buena noticia que 20 1 Cor 10,16-17 21 1 Cor 15,44-46 ~15~ intenté expresar en Ja tiltima cena poco antes de su muerte: «este es mi cuerpo que se entrega por todos», «esta es mi sangre que se derrama para la vida del mundo». Cuerpo - «carne»- y sangre significan en lenguaje biblico toda la per- sona con sus proyectos y afanes, con su espiritu y en toda su conducta. Es el don total de la persona para la vida en plenitud; no es primero un milagro que ma4gicamente cambia los elementos de pan y de vino; es la intencién de Cristo la que da nuevo contenido y nueva realidad a esos elementos. En la tiltima cena Jestis ofrece la vida que ha ido desgra- nando en su compromiso hist6rico por anunciar y construir en este mundo el reino de Dios, la fraternidad entre todos; esa vida que coronaré en su martirio. Asi lo expresa con toda claridad el lavatorio de los pies que el cuarto evangelista narra en vez de la tiltima cena: Jestis ofrece como ejemplo y camino para los discfpulos la conducta histérica de amor y de servicio que él mismo Ilev6 a lo largo de su vida y sellaria en breve con su muerte. Los participes en aquella ultima cena expresaban y fortalecfan su opcién y su compromiso de seguir aJestis, «re-crear» la historia del maestro en su propia historia. «Tomad y comed», «tomad y bebed». Y Jestis se ofrece y se entrega como alimento para sus discfpulos. No es un mero «estar presente» de Cristo en el pan y en el vino, sino un «estar para» vivificar a los cristianos, para unir a la Iglesia y para cualificarla como testigo del evangelio en el mundo. Segtin el concilio de Trento, la Eucaristfa ha sido instituida «para set comida». Por eso «los fieles, cuando veneren a Cristo presente en el sacramento, recuerden que esa presencia deriva del sacrificio y tiende hacia la comunién»” . 22 Instruc. Eucharisticum mysterium, 50 ~16~ «Haced esto en memoria mia». «Memorial» es un califica- tivo que tiene rico sentido en la historia biblica. No es simple recuerdo, sino actualizacién de lo sucedido una vez. Cada afio los judios celebraban la pascua evocando la liberaci6n de Egipto, y aquella celebracién era «un memorial»: cada uno de los celebrantes debfa considerarse como si hubiera salido personalmente de Egipto. Si la Eucaristfa es memorial de Ja ultima cena, gesto en que Jestis se resume simbélicamente y nos entrega su propia vida, es también ahi donde cada uno de los participantes se hace contemporaneo de Cristo y recibe su salvacién. Esta presencia es posible gracias a la intervencién del Espfritu que hace presente y actualiza en cada generacién la obra del Hijo. Poreso, antes de pronunciar las palabras de Jesucristo en la ultima cena, el que preside la Eucaristia invoca también al Espiritu. Discernir el cuerpo de Cristo En el seguimiento de Jestis. Por lo que vemos en alguna carta de San Pablo, ya en las primeras comunidades cristianas hubo sus desviaciones. Algunos miembros que vivian en abundancia eran insensibles a la escasez que otros miembros sufrian; y sin embargo se acercaban a la comunién eucaristica. No «discernian el cuerpo de Cristo»; se olvidaban de la conducta de Jestis, que habia compartido cuanto era y tenfa con los pobres y enfermos. No es aceptable participar en la mesa del Sefior sin participar antes, simulténeamente y después en la mesa del hermano. El culto religioso sin el seguimiento de Jestis no es cristiano. La presencia real eucaristica y la comunién deben expresar e incentivar este seguimiento que implica grabar o “re-crear” en nuestra historia la conducta histérica de Jestis. Una comida con el Resucitado. En la comuni6n participa- mos el proyecto, los afanes y el destino histérico de Jestis: ~T1~ «el que quiera seguirme, que tome su cruz»; en la Eucaristfa «anunciamos la muerte de Cristo». Pero Jestis no murié para quedar muerto. Y en la Eucaristia entramos en comuni6n con el Resucitado que poco a poco nos va incorporando a su gloria. Lacelebracién de la Eucaristia no es un funeral sino una fies- ta, un encuentro con el Resucitado. «Hasta que Dios sea todo en todo». La presencia de Cristo en la Eucaristia debe ser proyectada en un dinamismo humanitario y césmico, Segtin comentaba Pablo VI, mientras Cristo esta presente en las iglesias y oratorios, dia y noche est4 con nosotros, habita con nosotros Ileno de gracia y de verdad; ordena las costumbres, alimenta las virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles, incita a la imitacién a todos los que se acercan a él». La presencia real eucaristica conecta con esa presencia del Verbo que «ilumina a todo hombre que viene a este mundo», y con la presencia césmica de la Palabra «en que fueron hechas todas las cosas». La presencia de Cristo en la Eucaristfa es como la expresién de una fuerza que va perfeccionando a la humanidad y al universo hasta que Dios sea «todo en todo» 2. El sacrificio nuevo Asi calificé a la Eucaristfa en 1562 el concilio de Trento:«en la tiltima cena, la noche en que era traicionado, Jestis dej6 a su amada esposa la Iglesia un sacrificio visible, en el que hasta el fin de los siglos se representara, permaneciera la memoria y se aplicara la virtud salvadora del sacrificio cruento que tuvo lugar en la cruz». No es facil 23 Enc Mysterium fidei, 77 24 1Cor 15,28 25 DS, 1740 ~T8~ presentar de modo resumido la fe cat6lica. Pero, precisamente por eso mismo, esa ensefianza debe ser explicitada para que la vivan los creyentes cristianos. Segtin los relatos evangélicos, la tiltima cena, que la Iglesia celebra y actualiza en la Eucaristia se presenta con lenguaje sacrificial: «cuerpo que se entrega por vosotros», «sangre derramada por todos», «mi vida entregada para vida del mundo». Tratando de clarificar esta dimensi6n, y posiblemente para evitar una celebracién de la Eucaristia donde se olvidara que la participacién en la mesa eucarfstica implica un compromiso de amor y solidaridad con todos los seres humanos, el cuarto evangelista, en vez de narrar la ultima cena, trae un gesto muy significativo -el lavatorio de los pies- donde Jestis expresa cémo entrega con amor todo lo que es y tiene para servir a los otros. Un sacrificio verdadero y singular Vida, muerte y resurreccién de Jestis son etapas del tinico acontecimiento que los cristianos confesamos lugar de salvacién para todos. En ese acontecimiento se dio un sacrificio verdadero si entendemos por tal la entrega de la propia vida que el ser humano realiza buscando la voluntad divina. Y también un sacrificio cruento porque esa entrega llego hasta el derramamiento de la propia sangre. Esta entrega sacrificial motivada por el amor, se manifest6 en la resurrecci6n 0 victoria sobre la muerte. Pero hay que afiadir otro calificativo a este sacrificio: «singular» En qué consiste esta singularidad? Hay a veces entre los mismos cristianos una visién de la Eucaristia como una sacrificio «religioso» mds, que cuadra bien y sigue teniendo su espacio en muchas practicas de los hombres y los pueblos. Responde a un esquema que brota espontdneamente de nuestra condicién finita y sin embargo ~19~ con anhelos de infinitud. Nos imaginamos a la divinidad en la ctispide, estableciendo el orden, trazando los linderos y marcando bien los preceptos para que la humanidad no se desmande. Como la deficiencia y la desviacién una y otra vez desfiguran nuestra conducta, necesitamos reconciliamos con esa divinidad, mantener propicia su mirada a favor nuestro, y con esa finalidad ofrecemos sacrificios, entregando lo mejor que tenemos y lo que més nos cuesta. Asi tenemos lo que ahora llamo sacrificio religioso. Pero la vida, el martirio y la resurreccién de Jestis rompen con este esquema. La vida de aquel hombre, confesado por los cristianos Hijo de Dios, estuvo motivada por el amor de Dios que estaba en él; esa presencia gratuita y tnica hizo que Jestis pasara por el mundo «haciendo el bien, curando a los oprimidos por el diablo». Dios ama primero; segtin nuestra fe cristiana, la encamaci6n significa la humanizacién gratuita de Dios para promover, perfeccionar y divinizar a la humanidad. Porque Dios estaba en él, Jestis vivié y murié apasionado por Ilevar a cabo el proyecto de vida en plenitud para la humanidad. Y asf su vida, incluyendo su martirio, estuvo impulsada por el amor, incluso hasta entregarla por los demas. Una vida apasionada y sacrificada. Su entrega no fue a una divinidad airada y sedienta de reparaci6n por su honor ofendido, sino fruto del amor de Dios encarnado y capaz de dar la vida para que la humanidad Ilegue a su perfeccion. Es el sacrificio de la Nueva Alianza: Dios mismo, desde dentro de Ja humanidad, suscita en ella el amor cuyo proyecto incluye y da sentido a renuncias y sufrimientos, La ultima cena, que se completa y explicita con el lavatorio de los pies, fue un gesto profético donde Jestis resumié simbdlicamente lo que habia significado su vida y significarfa su martirio: Dios mismo reconciliando al mundo en su humanidad que, alcanzada y apasionada por el amor y el proyecto de salvacion, se entrega como alimento de vida para ~80~ todos. Cuando Ia Iglesia celebra Ia cena del Sefior actualiza ese dinamismo en el que se incorpora toda la comunidad cristiana en vistas a la salvaci6n de todos los hombres y de la creaci6n entera. Y aqui la singularidad de la celebracién eucaristica es do- ble. Por una parte es sacrificio singulat como lo fue fa vida y el martirio de Jestis, si lo comparamos cén los sacrificios religiosos; como es singular, novedosa y tifiica la revelacién de Dios que los cristianos hemos descubierto en el Hijo Jesucristo. Pero el sacrificio de la Eucaristia tiene otra singularidad; no es cruento pues no hay derramamiento de sangre; es sacramental, representativo; quiere decir que se hace presente lo que se simboliza: «Esto es mi cuerpo que se entrega», «mi sangre que se derrama»; «tomad y comed». Para entenderlo, una vez mds debemos recordar la categoria «memorial» muy familiar en el lenguaje biblico. Se trata de un gesto que representa y actualiza un acontecimiento pasado; por ejemplo, cada afio los judios celebran «memorial» de la pascua o liberaci6n que Dios realizé antiguamente; al realizar hoy ese gesto, en la celebracién de pascua, esa liberacién tiene lugar a favor de quienes lo celebran. La Eucaristia es «me- morial», sacrificio sacramental o representativo del sacrificio, donde se actualiza el sacrificio de la vida, muerte y tesurrecci6n de Jesucristo. “Cuerpo que se entrega” El cuerpo no es algo afiadido, sino la misma persona vuelta hacia los demds; con sus fuerzas ffsicas, con sus sentidos y con sus afectos; con sus empeiios y su proceso histérico. Esa totalidad se acenttia con el binomio «cuerpo y sangre», sindénimo de la persona con su sensibilidad, sus programas, sus éxitos y sus fracasos. Jestis en la Ultima Cena, sintiéndose amado de Dios y motivado hasta el extremo por amor a los ~81~ demas, se entregé, hizo el don de su cuerpo y de su sangre; se dio sin reservas.-No s6lo a los que le acogieron su amor, sino a los que le acompafiaban en aquella noche critica, cuando uno le estaba traicionando y todos a punto de abandonarlo. Mas atin, no solo se entreg6 por aquellos con quienes habia convivido y a quienes conocia; se entreg6 «por todos», dando un voto de confianza sin condiciones a la voluntad de Dios que quiere la vida para todos: «no beberé de esta copa hasta que llegue el reino». Jestis se ofrece totalmente: «este es mi cuerpo, os lo doy». En la Eucaristfa celebramos, actualizamos el sacrificio de Jesu- cristo y también el sacrificio, la entrega de su comunidad, la Iglesia, signo y sacramento de todos aquellos que, alcanzados y transformados por el espiritu de Jesucristo, movidos por el amor salen, de su curvacién egoista para construir la Gnica familia humana. Decimos que la celebracién eucaristica debe ser «vinculo de caridad». Demos a esta ultima palabra todo el contenido humano del amor; ese dinamismo de pasiones y emociones que continuamente afloran en nuestra existencia. Seamos conscientes de que continuamente podemos sucumbir al feroz individualismo que nos destruye, 0 abrimos a la solidaridad sin fronteras -«por todos»- que nos humaniza. El relato evangélico sobre la multiplicacién de los panes tiene clara resonancia eucaristica. Jestis ofrece la soluci6n para que se tenga lugar el gran milagro del mundo, la fraternidad: que todos compartan lo que son y lo que tienen. La Eucaristia sera vinculo de caridad, si cada dfa la vivimos como el sacrificio, no sélo de Jesucristo, sino de toda la comunidad cristiana, y como nuestro propio sacrificio. “Carne y sangre”, para vida del mundo Sin duda para destacar el realismo de la encarnacién, en vez de «cuerpo» dice «carne»; y para evitar cualquier vision ~82~ abstracta o una celebracién sacramentalista y rutinaria de la Eucaristia, sin el compromiso a favor de los hermanos, en vez de narrar la Ultima cena, relata el lavatorio de los pies: Dios mismo se hace servidor del hombre, y el sacrificio de Jesucristo es su entrega por amor y abre asf un camino de salvaci6n para. Es como el buen pastor que desgasta su vida para cuidar a las ovejas, como el seiior que gratuitamente se despoja del manto para cefiir en su cintura el mandil del servidor. Asi sugiere un camino para todos: «os he dado ejemplo para que actuéis como yo he actuado». Pero este ejemplo debe ser concretado en nuestra practica de cada dia. Y esa concreci6n tiene que realizarse en nuestra afectividad y en nuestros sentidos. Con frecuencia reducimos la vida espiritual al «hombre interior», tratando de controlar nuestros sentidos para que no se desmanden; la mortificacién y el sacrificio van muy unidos, nos mortificamos sacrificando nuestra afectividad y nuestros sentidos, cerrando bien los ojos, taponando los ofdos, controlando el gusto y el tacto. Esa postura negativa parece que no cuadra bien con la invitaci6n: «esto es mi cuerpo», este soy yo que me entrego a vosotros y por vosotros, para vuestro bien. No se trata por tanto de reprimir nuestra afectividad ni nuestros sentidos, sin los cuales nuestro «yo», nuestro cuerpo, nuestra persona, carecen de consistencia. Es necesario, al participar el sacrificio de Cristo, entregamos en nuestros afectos y en nuestros sentidos. Cada celebracién eucarfstica debe significar un paso de la afectividad egoista a la afectividad oblativa. Debemos convertir nuestra mirada para que llegue alos dems, no como flecha del cazador que mata sino como bandeja de quien ofrece sustento; no s6lo hay que oir, hay que saber escuchar. La misma mano que puede acariciar a una persona manifestandole mi amor, puede también herir mortalmente cuando la empleo como instrumento de venganza. En la comida eucaristica se hace presente el Resucitado, mostrando los signos de su vida y de su martirio como entrega por amor de los demas. La Iglesia pide que, al celebrar este sacrificio de Jesucristo, su vida apasionada y sacrificada por Ievar a cabo la voluntad o el proyecto de Dios -plenitud de la vida para todos-nosotros también «nos ofrezcamos con él». Esa ofrenda no es ritual sino existencial: tiene lugar a lo largo de nuestra existencia cuando tratamos de «re-crear» en nuestra propia historia las actitudes y la conducta de Jesucristo que «pas6 por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo porque Dios estaba en él». Actualizando para nosotros la vida, la muerte y la resurreccién de Jesucristo, la Eucaristia es sacrificio de alabanza y accién de gracias; de propiciacién no tanto para aplacar a Dios por nuestros pecados, cuanto para dejarnos alcanzar y transformar por el amor de Dios revelado en el acontecimiento Jesucristo. Eso quiere decir: «el alma se Ilena de gracia»; nos sentimos personados, acogidos e impulsados por un amor que nos vivifica y nos permite ser agradables transmitiendo vida para lo demas. «La vispera de ser crucificado» Una y otra vez decimos que en la Eucaristia representarnos sacramentalmente, renovamos y actualizamos lo que Jestis hizo en la tltima comida con sus discfpulos. Pero no debemos olvidar el momento en que lo hizo. Cuando estaban a punto de matarlo y parece que ya no habia porvenir. Fue entonces, cuando el horizonte se cerraba por completo y aparentemente todos los empefios por la Ilegada del reino habjan fracasado, cuando Jestis se entrega incondicionalmente y por amor a todos, a los amigos que estaban con él, a los que iban a traicionarlo y abandonarlo, a todos los miembros de la humanidad. Aceptando a los otros en su decisién, no dejandose evar por la légica del poder, viviendo la soledad que finalmente incluye la existencia humana, si bien gustando la cercania de Alguien cuyo amor nunca nos abandona: «no estoy solo porque el Padre est4 conmigo». Como seres inacabados que buscan su plenitud, vivimos insatisfechos y el conflicto es parte integrante de nuestra existencia. Légicamente nos enfrentamos a las situaciones dificiles y tratamos de solventarlas. Pero frecuentemente seguimos la ley del mas fuerte, tratando de eliminar, mds 0 menos sutilmente, a quienes no piensan como nosotros 0 estorban nuestros proyectos. Casi nunca los matamos fisicamente pero maquinamos para dejarlos fuera de juego e indefensos. Esta conflictividad, inherente a nuestra condicién humana, puede y debe ser integrada y saneada en el sacrificio de la Eucaristia. Al comulgar el cuerpo entregado por todos, también por aquellos que le traicionan, le abandonan o le crucifican, Jestis esté diciendo que su sacrificio es la manifestacién de un amor limpio, total, sin fisuras, como inicio y profecfa de una nueva humanidad, donde los seres humanos «ya no se adiestrarén para la guerra» y el amor no dejard espacio a la violencia. Quien celebra la Eucaristia con verdad y aprende a decir «gracias», como lo hizo Cristo en la cruz, «podra ser un mértir, pero nunca serd un torturador» 6 3. “Le conocieron al compartir el pan” En una primera mirada la celebracién eucaristica es una ceremonia santa, un rito religioso, un gesto piadoso. Pero es mucho mas: «Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo en su carne, que da vida a todos los hombres»”" . En su carne, quiere decir en toda su existencia como un miembro de la raza 26 Juan Pablo II, Carta Apost. Mane nobiscum Domine, oct. del 2005, n.26 27 Vat. Il, Decr. Sobre el ministerio y vida de los presbiteros (PO) 5 ~85~ humana, en sus anhelos, proyectos, acciones y sufrimientos; en su martirio y en la resurrecci6n. El que vive para siempre y se hace presente hoy en la comunidad cristiana como alimento para sus seguidores, es el mismo que nacié de la Virgen Maria y, llevado por el Espiritu, proclamé la Ilegada del reino de Dios, y fue capaz de morir por esa causa. Esta presencia viva y comunicativa impide reducir la celebracién a una ceremonia religiosa por encima y al margen de la vida real; ni es un acto de culto a la divinidad sin tocar para nada nuestras posiciones egoistas. Esa celebracién sélo es verdadera cuando significa un paso mas en el seguimiento de Jestis. Anomalias en la celebracién Por eso no responde a la novedad de la fe cristiana, considerar y celebrar la Eucaristia en un dmbito sagrado, que nada tenga que ver con la vida y las actividades profanas. Cristo resucitado se hace presente como alimento para nosotros en nuestra vida diaria donde no hay nada profano auque si en muchos momentos y en muchas situaciones esa vida esta profanada. Toda nuestra existencia es sagrada si dejamos que la presencia de Cristo en la Eucaristfa proyecte su luz y su fuerza. Noes infrecuente que algunos cristianos pretendan partici- par en la mesa del Sefior, sin preocuparse de compartir la mesa con el hermano, especialmente con el pobre que no tiene, no sabe y no puede. Seguin el evangelio, en los excluidos - pobres, enfermos, encarcelados...- hay una presencia real de Cristo, que no es separable de la presencia real eucaristica, si bien no tenemos explicaci6n racional apodictica para ninguno de los casos. En este peligro de separacién o ruptura, suele haber cristianos muy sensibles a los problemas sociales y muy comprometidos, codo a codo con los demas ciudadanos, en ~86~ llevar a cabo los mitines y huelgas necesarias para conseguir la justicia social. Y suele haber otros que, preocupados por tener bien arreglados sus asuntos con Dios, se desentienden totalmente de los problemas sociales que directamente no Jes atafien. Los primeros van a las manifestaciones populares que piden justicia, pero no frecuentan mucho la misa ni el sagrario. Los segundos en cambio son fieles cumplidores de los ritos sagrados, pero no participan en manifestaciones populares que piden la transformaci6n de la sociedad en justicia. Ambos son tuertos; s6lo ven de un ojo; no tienen ni viven la vocaci6n cristiana como seguimiento de Jestis. No han entendido ni participan el contenido y la vida de la Eucaristia. “El que me come vivird por mi» Esta frase de Jestis cuando habla de la comunién eucaristica tiene profundo significado. La vida es la totalidad de todo lo bueno que tenemos y nos hace felices. Un dinamismo que podemos y debemos canalizar. Comer a Jesucristo quiere decir modelar nuestra vida seguin su espiritu, asu aire. Re-crear en nuestra historia la conducta hist6rica de Jestis. Cuando el evangelista Lucas quiere plasmar en qué consiste la identidad cristiana cuenta lo sucedido a los discfpulos de Ematis: andaban cabizbajos y sin rumbo, su existencia ya no tenfa sentido; buscaban una solucién inmediata, olvidando aquel proyecto de formar comunidad sobre el que tanto les habia insistido Jestis mientras recorria Jos caminos de Palestina. Pero «por partir el pan», conocieron a Jestis el Viviente. «Conocer» tiene aqui todo su profundo significado biblico: entrar en la intimidad de la persona, participar sus sentimientos, proyectos y anhelos, correr su misma suerte. Asi ya el profeta Jeremias dijo que «conocer a Dios» es hacer justicia a los pobres e indefensos. Juan escribe ~87~ que conoce a Dios el que ama y el que hace justicia, porque Dios es amor y es justo”® Alimento para el camino. Como el alimento de pan y de vino, la Eucaristfa mantiene, fortalece y deleita. No sucede aqui como en el alimento material que convertimos en parte de nuestro organismo; en la Eucaristia, el pan consagrado que es Jesucristo nos convierte en él; nos configura cada dia mas a su conducta, perfecciona nuestra vocacién del bautismo. En el dinamismo de nuestra vida. Cuando comulgamos, esponténeamente sentimos como un fervor religioso; y con toda raz6n pues en esa comunion se hace real para nosotros el proyecto salvador de Dios. Si Navidad es la manifestaci6n de la benevolencia de Dios a favor de toda la humanidad, en Ja comuni6n eucaristica tiene lugar para cada persona esa epifania de amor que salva. Pero la totalidad de nuestra existencia humana no tiene lugar junto al sagrario, sino en la calle, en medio de ruidos y mil cosas, en ese cruce de vidas entre los que van y vienen, cada uno buscando sus intereses, sin que a veces ni siquiera nos comprendemos a nosotros mismos. Gracias a la comunién somos enviados a ese mundo como testigos. Recibimos luz y fuerza para taladrar la superficialidad de cada dfa y descubrir la cercania benevolente de Dios amando a todas las cosas y en todos los acontecimientos. En esa direccién apunta el concilio de Trento cuando dijo que Jesu- cristo instituy6 este sacramento «como alimento espiritual de las almas, con el cual se mantienen y confortan quienes viven con la vida del Salvador» 28° Jn 22,16; 1 Jn 4,7; 3,29 29 DS, 1638 ~88~ Dios esta realmente presente y escondido en la Eucaristia y en la vida diaria. Gracias a la comunién eucaristica podemos y debemoas vivir esta presencia en nuestras alegrias y tristezas, en nuestras fatigas, en nuestros fracasos y en nuestros logros. Sélo a modo de sugerencia y evocando la conducta histérica de Jestis, que de algtin modo nos entreg6 como testamento en la Ultima cena, indico algunas referencias para llevar una vida cristiana inspirada y animada por la comuni6n eucarfstica. Accién de gracias La vida de Jestis discurre su inspiracién m4s profunda en la intimidad con Dios; atin en los momentos mis criticos, se siente amado del Padre, y da gracias por ese amor que nunca le abandona. En visperas de su muerte celebra la Ultima cena dando gracias y alabando a Dios. La parte cen- tral de la celebracidn eucarfstica es la plegaria de accién de gracias: toda la comunidad cristiana celebra y canta ese amor de Dios manifestado en la historia de la creacién y de la humanidad; y ese himno de alabanza y agradecimiento encuentra su firme canto en la accién de gracias que Jestis hizo en la Ultima cena. Hay peligro de que desaparezcan la gratuidad y la gratitud en nuestras relaciones sociales. Sin embargo, el verdadero amor es gratuito y slo por ese camino puede Ilegar la verdadera humanizaci6n. La comunion de cada dia puede y debe mantenernos en «accién de gracias», ocurra lo que ocurra, en todas las circunstancias y a pesar de todo. «Como hubiera amado a los que estaban en el mundo...» Las palabras y gestos proféticos de Jestis respiran una en- trega total a la voluntad de Dios, que coincide con el apasiona- miento por dar la vida y dignificar plenamente a las personas humanas. En esa perspectiva se comprende un amor sin ~89~ reservas que incluye también a los propios enemigos. En ese clima Jestis celebré la ultima cena y se dispuso a morir. Entonces fue cuando encomend6 insistentemente a sus seguidores: «amaos los unos a los otros» El amor cambia y humaniza las relaciones entre los seres humanos: acoge, acaricia, comprende, tolera, perdona, esté siempre disponible. Porque la Eucaristia es encuentro con el Amor, la comuni6n eucaristica puede ser medio excelente para que la vida diaria sea encuentro de gracia. A su vez, la existencia diaria tejida en la oscuridad y zozobra de cada hora, puede ser preparacién adecuada para la comunién. Comulgar en la mesa del hermano Hay una parabola evangélica muy sencilla y elocuente. Un sefior preparé un banquete para celebrar Ia boda de su hijo, e incité a mucha gente para que participaran en la fiesta. Pero algunos, muy ocupados en sus negocios, se negaron a participar y a sentarse con los demas invitados. Estos individualistas que s6lo pensaban en sf mismos fueron rechazados por el sefior que habfa organi- zado la fiesta. La parabola tiene aplicacién en la Eucaristfa. Y aqui puede haber una conducta individualista muy sutil. La del que pretende acercarse a la Eucaristia, comulgar «el cuerpo de Cristo», y no preocuparse para nada del hermano. Ya en las primeras comunidades cristianas amenazaba esta perversién. Cuenta el Libro de los Hechos que, si bien todos compartfan los bienes, ya un matrimonio vendid un campo y se qued6 con el importe. En una carta que Pablo escribié a los fieles de Corinto denuncia el individualismo de algunos cristianos que comen opiparamente mientras otros apenas puede probar bocado, y luego pretenden participar juntos en la mesa del Sefior: «no disciernen el cuerpo de Cristo»; no saben que ~90~ comulgan a Jesucristo que compartié con los demés todo lo que era y lo que tenja. Ahora se comprende también la llamada de atencién que el evangelista Mateo hace a la comunidad cristiana: «si al acercarte con la ofrenda, recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja la ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu hermano». Y si despilfarro bienes, acepto la complicidad con la injusticia, o no hago nada por cambiar las situaciones sociales injustas no tendran algo contra mi los pobres, los excluidos, los crucificados de este mundo? Es ingenuo pretender la comuni6n con Cristo en la intimidad, sin preocupamos de comulgar con los hermanos. No podemos celebrar el sacramento del amor en situaciones de injusticia sin optar por la causa justa, renunciando a nuestros egoismos individuales y colectivos. La multiplicacién de los panes, el milagro esperado por todos, tiene lugar, cuando nos disponemos a compartir con los demas lo que cada uno tenemos. «Estoy en medio de ustedes como el que sirve» En el contexto de la ultima cena, san Lucas introduce un episodio significativo. Los discipulos van discutiendo sobre quién es mas importante. Jestis se vuelve hacia ellos y comenta: «i quién es mas importante, el que se sienta a la mesa a comer o el que sirve? jacaso no lo es el que se sienta a la mesa? en cambio yo estoy entre vosotros como el que sirve» *° . Sélo con actitud de servicio a los demas se puede uno acercar a la comuni6n eucaristica, que a su vez es mente para una vida de amor y convivencia fraterna con todos. Lavando los pies a sus discipulos Jestis dejé bien claro este rasgo decisivo de la espiritualidad eucaristica: «si yo, el Maestro y el Sefior, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse 30 Le 22,27 ~91~ los pies unos a otros»La comunién nos permite recuperar nuestra dignidad de personas arrodillandonos con fe ante los més pobres. 4. Para celebrar bien la Eucaristia Los sacramentos son celebraciones que sdélo tienen sentido en un dinamismo de fe. Porque la gracia es un encuentro inter- personal donde Dios toma la iniciativa, pero el hombre tiene que responder con libertad, el encuentro de gracia que son los sa- cramentos supone también apertura y acogida libre por parte del hombre. Por eso el Vaticano IT recuerda que los sacramentos no s6lo aumentan la fe sino que ya la suponen y la expresan. En la Eucaristia se hace presente Jesucristo resucitado como alimento para nuestras vidas; pero la oferta para nada sirve si nosotros no tenemos hambre, no recibimos ese alimento y nos dejamos trans- formar por él. De ahf la importancia de celebrar no sdlo valida- mente sino con verdad la Eucaristia. A ello nos pueden ayudar los distintos ritos y plegarias que la liturgia prescribe. Siquiera brevemente, hagamos comentario sobre el ritual. Reunidos en nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo Los cristianos creemos que Dios es comunidad de Perso- nas. A imagen de esa comunidad nace y se forma la Iglesia.Cuando celebramos la Eucaristia, entramos en ese dinamismo comunitario que da sentido y vigor a nuestra vida cristiana, Perdon para iniciar Un acto de purificacién. Solemos considerarlo como un acto de entrada, como un predmbulo para disponemos a recibir ~92~ Ja Palabra. Queremos acercamos purificados a Dios. Puede ser un momento importante pues nos pone en contacto con nuestra vida real de injusticia, desamor e insolidaridad; y nos recuerda las contradicciones entre nuestra celebracién y la vida real, entre el sacramento del altar y el sacramento del hermano. Los que nos acercamos al altar somos pecadores e injustos, pero vamos a celebrar «la cena del Sefior» que comia con publicanos y pecadores. Desde el principio la Eucaristia es lugar de perd6n, pero también exigencia para salir de nuestro pecado convertimos. Liturgia de la Palabra Es el momento de escuchar: no nuestros intereses egoistas, nuestras justificaciones o indiferencia, sino la Palabra que interpela sobre nuestro individualismo e insolidaridad, exigiendo un cambio. Culmina en el evangelio: 1a practica de Jestis que nos invita al seguimiento. En la «escucha», dejandonos suavizar como la tierra seca cuando cae la llovizna, se juega la verdad de nuestra celebracién eucaristica; que sea verdaderamente «memorial» de Cristo - «haced esto en me- moria mfa»- 0 culto vacfo carente de fuerza transformadora. «Escuchar» la Palabra significa preguntamos qué luz arroja sobre nuestra vida individual y colectiva, a qué compromisos concretos nos lleva, qué esperanza puede despertar en los po- bres y en los desheredados. Desde nuestra entrega humilde a la voluntad 0 proyecto de Dios, Ilevando en nuestro coraz6n los anhelos de amor para todos y de justicia social, vamos a compartir la cena del Sefior, «discerniendo el cuerpo de Cristo». La oraci6n de los fieles Nos permite evocar las injusticias, abusos, carencias, con- flictos y marginaciones que deshumanizan a las personas y a ~93~ los pueblos. Pero no es Dios el que necesita ser informado de todo ese sufrimiento, sino nosotros. No es Dios el que tiene que cambiar, reaccionar o hacer algo, sino nosotros, la comunidad reunida en esta celebraci6n y cada uno de sus miembros. En esta oracién han de ser recordados aquellos sectores, clases sociales y personas sobre las que podemos actuar directa- mente; y también personas y pueblos sobre los que no tenemos influencia inmediata, pero que deben entrar en el horizonte de nuestras preocupaciones. La oracién de los fieles sugiere que la comunidad adopte una postura abierta y solidaria con los crucificados de la tierra, e impide que la Iglesia se curve sobre si misma y se corrompa con mentalidad sectaria. Presentacién de las ofrendas Antiguamente era el momento de las colectas: aportacién de los bienes propios para compartirlos con los més pobres. Hoy ofrecemos ritualmente el pan y el vino «fruto del trabajo de los hombres». Pero también signo de los conflictos, luchas y enfrentamientos por el trabajo. En nuestros dias la saludable competitividad frecuentemente acaba en rivalidad antihumana. Los hombres y los pueblos se enfrentan por su bienestar. Los mas fuertes y poderosos explotan a los mds débiles. Son muchos los que se quedan sin pan y sin medios para obtenerlo. Ofrecemos pan y vino con la esperanza de que se conviertan «en pan de vida y bebida de salvacién». Esta esperanza se hizo realidad en Jesucristo, pero ,en nosotros? Si sabemos celebrar la Eucaristia con el espiritu de Jests, sera realmente «pan de vida».La colecta que se hace en este momento puede ser buena ocasién para compartir algo de lo nuestro con los necesitados. Sobre todo como gesto que nos estimule a replanteamos nuestro nivel de vida y una mayor comunicacion de bienes. ~94~ Plegaria eucaristica Es la parte central de la Eucaristfa, transida de accién de gracias y de alabanza al Padre, por Jesucristo y el Espiritu, que son como «los dos brazos de Dios» estrechando con amor a la humanidad. Esta accién de gracias supone descubrir la vida y la tierra entera como don del Creador y gracia del Redentor. Exige un compromiso por una mejor redistribucién de los bienes de la tierra. No podemos levantar el corazén a Dios en un canto de alabanza desde una actitud egofsta y acaparadora. Hacemos memoria de Jestis y de su gesto en entrega radical:«cuerpo entregado, sangre derramada». La Eucaristia tiene como nticleo esta donacién de Cristo, que se manifesté en su compromiso con pobres y pecadores; que le cost6 la propia vida. Jestis da la vida por el establecimiento del reino de Dios: ese mundo de justicia, donde Dios sea Padre y haya un sefiorfo en el amor. Celebrar la memoria del crucificado es celebrar este compromiso por el reino. Cuando celebramos la Eucaristfa, todos debemos preguntarnos: {hasta qué punto Jesucristo est en mi vida y se entrega por todos? Por eso pedimos que descienda el Espiritu a fin de que transforme a las personas y a la comunidad. Que «nos congregue en la unidad». Que haga de nosotros «ofrenda permanente», arrancandonos de la insolidaridad; del egofsmo acaparador; que nos haga «victima para alabanza del Padre». La Plegaria V es bien completa: «Danos entrafias de miseri- cordia ante toda miseria humana, inspiranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado; aytidanos a mostramos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Sefior, sea un recinto de verdad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando». ~95~ La comunion: queda vacta sino es exigencia de amor y de justicia En la oraci6n del «Padrenuestro», recomendada por Jestis, invocamos a Dios desde un clima de reconciliacién. Pidiendo a Dios la llegada de su reino y la realizacién de su voluntad o proyecto de vida. Desde esa actitud fraterna nos acercamos a la mesa del Sefior. E] gesto de paz hace mas visible la actitud fraterna exigida para la comunién. Nos intercambiamos la paz del Sefior, que s6lo es posible en la justicia, la solidaridad y el amor. Si damos la mano, es como signo de que estamos dispuestos a echar una mano a todos. Levantarnos de nuestro asiento y acercamos a compartir el pan, sera gesto vacfo si no expresa nuestra voluntad de construir una «humanidad nueva» solidaria y fraterna, reconciliada. EI silencio después de la comunién es para que el misterio celebrado cale hondamente en nosotros y nos impulse a seguir més fielmente a Cristo. A veces se dice que en la comunién nos hacemos sagrario. Pero hay que afiadir que mds bien nos hacemos testigos, y esos momentos de silencio, son para dar gracias por el don recibido y momento también para comprometemos en nuestro testimonio existencial como discipulos de Jesucristo. El domingo, dia de amor y esperanza Se lama «dfa del Sefior» -dies dominica-, dia en que des- de los primeros tiempos los cristianos se retinen para celebrar Ja resurreccién del Sefior, «ese dia del Sefior es el fundamento y el nticleo de todo el afio litirgico”™'. 31 Vill, SC, 106 ~96~ Mas que obligacién privada e individual, es deber y misién de toda Ja Iglesia, que ha de ser testigo de la esperanza que el Sefior resucitado abrié para todos. Sin esta celebracién de la resurreccién de Cristo, la esperanza de la Iglesia se debilitarfa. Un autor del siglo III, acusado ante los tribunales, confesaba: «es cierto, hemos celebrado en mi casa el dia del Sefior; nosotros no podemos vivir sin celebrar el domingo». Cada domingo los cristianos proclamamos nuestra fe y gritamos obstinadamente nuestra esperanza en medio de una sociedad triste y desencantada. Por eso es el dia de la asamblea cristiana. Segtin el relato biblico de los origenes, al séptimo dia el Creador entregé la creaciOn a los seres humanos, y descans6. Después de seis dias gestionando el desarrollo de esta creacién, los hombres presentamos nuestro trabajo al Creador y descansamos. Sin este descanso y esta referencia, nos curvamos patolégicamente sobre nuestra miseria y se nos muere la esperanza entre las manos. La celebracién de la Eucaristia en domingo no deberia ser un conglomerado de gente que acude a cumplir sus deberes religiosos, sino «una asamblea creyente» en que la comunidad se renueva y crece. La Iglesia no es una «empresa de servicios» que organiza misas para ponerlas a disposicién de los que quieren cumplir, sino el templo del Espiritu donde se celebra la memoria y la presencia del Resucitado en forma de comunidad, para que los fieles alimenten su fe, crezcan en fraternidad y anuncien la esperanza. «Misa» significa envio; ahi la comunidad cristiana «envia», remite su existencia a Dios, y al mismo tiempo es enviada como testigo de Jesucristo enel mundo. La misa dominical debe ser la expresién histdrica del impulso vital que rejuvenece continuamente a la comunidad cristiana. ~97~ 8. La Virgen Maria, signo de y para la Iglesia “Confesamos a la Virgen como Madre de Dios”. Fue la confesién oficial de la Iglesia en el concilio de Efeso, 431. Y cuenta la historia que, cuando los padres salieron del aula conciliar, el pueblo fiel estaba esparandoles con antorchas encendidas: habfan proclamado la fe de la comunidad cristiana. Segtin la tradicién, hay una tierra de los hombres que caminamos por la historia, hay otra tierra de los bienaventurados, el paraiso; y hay otra tierra de Dios que es Marfa, madre de Jesucristo. Ella viene a ser como la zarza ardiendo del Exodo; ahf Dios se hace presente, y cuando uno se acerca, otra vez escucha: “quitate las sandalias pues la tierra sobre la que caminas es santa”. Con esta sensacién de quedar en aproximaciones, no puedo menos de presentar la figura de Marfa como referencia ineludible para la Iglesia y para la espiritualidad de los cristianos. Y como podriamos llenar muchas paginas por la riqueza y el simbolismo que la Virgen Maria entrafia, me reduzco a transcribir y comentar un texto breve y preciso que nos regalé el concilio Vaticano II, no en la constitucién Sobre la Iglesia donde hay un capitulo dedicado a “La Madre de Dios en el misterio de Cristo”, sino en la constitucién Sobre Liturgia, donde sélo tangencialmente y hablando del afio littirgico, dice: “la santa Iglesia venera con amor especial ala ~98~ bienaventurada Madre de Dios, la Virgen Maria, unida con lazo indisoluble a la obra salvifica de su Hijo; en ella la Iglesia admira y ensalza el fruto mds espléndido de la redenci6n, y la contempla gozosamente como una purisima imagen de lo que ella misma toda entera ansia y espera ser”*?. Para no dispersarnos, vamos a comentar el texto, en este orden: la figura teolégica de Maria, su significado para la Iglesia, y la especial devocién de los cristianos a la bienaventurada Madre de Jesucristo. 1. Unida con lazo indisoluble a la obra salvifica de su Hijo Marfa esta vinculada estrechamente a la obra de Jesucristo, no s6lo porque en ella y por ella tuvo lugar la encarnaci6n, Ademés de su maternidad biolégica, ella fue la primera discipula de Jestis, que plasm6 en su propia existencia e] programa evangélico, ese encuentro de gracia en que Diog nos ama primero y la humanidad se realiza entrando en ese dinamismo del amor. a) Amada por Dios Los primeros cristianos expresaban este favor con algunas expresiones complementarias “Llena de gracia” Segtin el evangelista Lc 1,28. el verbo griego “keja- ritomene” en tiempo pasado perfecto significa una dadiva gratuita de Dios, cierta plenitud en el favor divino, y permanencia del don concedido. “Llena de gracia”, segtin la 32 SC, 103 ~99~ traduccién corriente. Maria goza de modo especial este amor y favor divino que ha tenido su manifestaci6n plena y definitiva en Jesucristo. Ella experimenté y gusté la cercania benevolente de Dios, sus entrafias de misericordia que le inclinan a mirar la bumillacidn de los seres humanos, su proyecto de nueva justicia que cura enfermos y defiende la dignidad de los humillados. En su existencia Maria celebra el encuentro gozoso donde Dios-amor toma la iniciativa. “mi espiritu se alegra en Dios mi salvador” “El Espiritu Santo vendrda sobre ti “ En la revelacién biblica no hay una definicién del Espiritu, pero hay sensaciones aproximativas a su realidad. Es como el aire que, entrando en mis pulmones, me permite vivir y me une a los otros creando una comin atmésfera. Es como el fuego que acaba con la frialdad y enardece. Como el agua que purifica y apaga nuestra sed para seguir existiendo. En el “credo” confesamos que el Espiritu es “sefior y dador de vida”. Gracias al Espiritu surge la creacién, y los profetas acogen la Palabra siendo testigos de la misma. El Espiritu viene sobre Maria de Nazaret para que, como la Iluvia suave prepara la tierra, ella “escuche”, y acoja la Palabra, sea Madre del Salvador. En expresién del Vaticano II Maria es “sagrario del Espiritu Santo”. Las primeras comunidades cristianas vieron en ella “la nueva creaci6n”, “la nueva Eva”, trabajada por el Espfritu para ser tierra de Dios. Se ha comparado la anunciacién de Maria con el bautismo de Jestis; en los dos acontecimientos el Espiritu, que Jesucristo recibe “sin medida”, es la fuerza de Dios que alcanza, transforma y da vigor ala humanidad para vivir y proclamar el evangelio: “no temas, Maria; el Sefior esté contigo”. ~100~ “El poder del Altisimo te cubrird con su sombra” Es otra forma de expresar, en lenguaje biblico”, la benevolencia de Dios a favor de alguien. “Cubrir con la sombra” significa cercanfa y protecci6n. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la nube simboliza la presencia de Dios: la nube cubria la “tienda de reunién” donde Moisés hablaba con Dios, en Ja transfiguracion Jestis queda envuelto en la nube, y en una nube tiene lugar la ascension del Sefior. Segtin el relato biblico, cuando el arca de la Alianza fue trasladada solemnemente al templo recién construido, “el edificio quedé inundado por la nube, y la gloria de Dios la llenaba”. Esa misma nube cubre a Maria que con raz6n es invocada por el pueblo cristiano “arca de la nueva alianza”. Las palabras de Isabel saludando a su pariente -“de donde a mi que la made de mi Sefior venga a visitarme”- evocan la exclamacién de David: “jcémo el arca del Sefior puede venir a mi casa!" b) “La pobre del Senior” El término “pobre” (anaw) con que Le 1,38 presenta la figura de Maria, tiene un significado especial en la tradicién biblica. No sdlo incluye una cierta marginaci6n social , sino también evoca profunda riqueza espiritual. Conlleva un nuevo talante, un estilo peculiar de vida bajo el impulso de la gracia. Cuando, postergado en el destierro de Babilonia, el pueblo judfo ya no tiene principes ni sacerdotes, cuando sufre la ter- rible humillacién de los vencidos y prisioneros, aquel pueblo que recordaba la liberacién de Egipto, ahora se pregunta: {d6nde est4 el Dios liberador de los oprimidos? Y en esta 33. Leer Ex 40,34; Num 9,18; 2 Cr 5,11-14; 2 Sm 6,9; Hch 9,1; Le 1,43 ~101~ situacién, algunos profetas y sacerdotes, también deportados, descubren y proponen una dimensi6n moral de la pobreza: practica de la humildad abierta delante de Dios; mansedumbre, paciencia y confianza. Es la figura del “pobre” que cantan los salmos. En el “resto” de los justos que, a pesar de todo, siguieron confiando en Dios y esperando de él “la consolacién”, como flor destacada, resalta Maria de Nazaret. En su céntico “Magnificat” se percibe y se celebra el alma de todos los hombres y mujeres justos, “los pobres”, en los siglos que precedieron a la venida del Mesias. Con raz6n el Vaticano JI concluye: “Maria sobresale entre los humildes y pobres del Sefior que confiadamente esperan y reciben de él la salvacién”™* “Feliz ti que has creido” Es la felicitacién de Isabel a Marfa. Perteneciente a nuestra raza humana y en nuestra misma aventura, la madre de Jestis recorre los caminos dsperos de nuestro suelo en la oscuridad de todos los mortales. Como Abrahan, ella escuché la palabra del Sefior, y salié de su propia tierra: “soy la pobre del Sefior; hagase en mi segtin tu palabra”. Y en esa confianza fue tejiendo toda su existencia, un encuentro personal e histérico con Dios encarnado y revelado en la conducta histérica de Jestis. Cada paso en esa conducta fue un paso en la historia de la fe que Maria escribié acompafiando al Hijo. “Madre de los creyentes”, la invoca el pueblo cristiano. Seguin el concilio, la Virgen “avanzé en la peregrinacién de la fe”, y asi nos sugiere que la fe cristiana se vive como un encuentro interpersonal de amor y como itinerario en el proceso de nuestra existencia humana. 34 LG,35 ~102~ Contemplativa y orante Esa peregrinaci6n en la confianza y en la oscuridad que es la fe, debe superar muchas dificultades en el camino. Y la fidelidad s6lo se garantiza en un clima contemplativo, que se mantiene gracias a la oracién. Podemos suponer que la Madre de Jestis se hizo muchos interrogantes: {c6mo podria nacer de una virgen? {por qué nacié en medio de la pobreza? ,por qué Jestis dejaba su oficio de carpintero, abandonaba su pueblo y se alejaba de su familia? Sobre todo debié ser para Maria un doloroso interrogante la crucifixion de su hijo inocente como un criminal. Ya cuando el nifio Jestis fue presentado al templo, Marfa escuché del anciano Sime6n: “y a tf una espada te atravesard el alma” . En el evangelio varias veces se dice que la Virgen “se admiraba”, “meditaba’”, buscaba el significado de lo que estaba sucediendo con su hijo Jestis. Y encontré sentido porque supo taladrar lo superficial, e ir a la verdad profunda: “para Dios todo es posible”; ocurra lo que ocurra nada ni nadie puede separarnos de su amor ni volverle atras de sus promesas. Maria fue una mujer contemplativa, siempre discurrié en el interior de la fe; respiré una confianza total y abrig6 una esperanza cierta en Dios “mi salvador”. Maria mantuvo y alimenté ese clima contemplativo en la oracién. Ejemplo de la misma es el “Magnificat” que nos permite vislumbrar el rostro de Dios cuya intimidad gusté Maria y con quien dialogo en su oraci6n. Ella no se dirige a una divinidad abstracta; mas bien habla con Alguien que se inclina con amor gratuito a favor de los seres humanos: “mi salvador”. Es el Dios, protector de Abrahdn, de Isaac y de Jacob, que va con ellos en el camino de la vida. El mismo Dios que, compadecido al ver los sufrimientos del pueblo 35 Le 2,35 ~103~ esclavizado en Egipto, interviene para liberarlo de su opresién y llevarlo a la tierra prometida. Es el “Dios del reino” que, con y en los seres humanos, va creando una nueva humanidad “en misericordia y en justicia’”, liberando a los potentados de sus tronos 0 falsas seguridades y rehabilitando a los pobres y excluidos. En la oracién “Magnificat” se canta y se celebra el programa de la Bienaventuranzas que se realizé en la existencia de la Virgen Maria c) “El fruto mds espléndido de la redencién” EI Vaticano II lo dice también con otra frase : Marfa es “redimida de modo eminente”. En ella se manifesto la gracia de Dios y la belleza del ser humano cuando se deja modelar por el favor divino. Eso quiso decir la Iglesia cuando en el siglo XIX proclam6 la Inmaculada. Desde antiguo venia la tradicién de que Maria fue santificada en el seno materno y no estuvo contaminada por el pecado; era “el sentir de los fieles”. Por otra parte, la Iglesia confesaba la redencién uni- versal y la tinica mediacién de Jesucristo a favor de todos los miembros de los descendientes de Adan entre quienes se cuenta Maria. Pero la corriente inmaculatista tiene buen fundamento en el evangelio: Maria es la favorecida, la agraciada de Dios. Y asf la declaracién dogmética integra las dos verdades en nuevo enfoque: “ la bienaventurada Virgen Maria fue preservada inmune de toda mancha de culpa origi- nal en el primer instante de su concepcién por singular gracia de Dios omnipotente, en atencidn a los méritos de Cristo Jestis, salvadr del género humano’”**. La declaracién comienza recordando el proyecto divino sobre la humanidad y el puesto singular que Maria ocupa en el mismo. Asi se fundamenta la definicién dogmatica recurriendo a Gn 3,15 donde, a pesar 36 Bula Ineffabilis Deus, 8 dic 1854: DS 2803 de la caida, se garantiza que la voluntad divina de salvacién sigue adelante, y también se remite a Le 1,28 donde Maria es presentada comos la “lena de gracia”. El proyecto divino es la plena realizacién de la humanidad y de toda la creacién. Ese proyecto es anterior a cualquier caida y sigue adelante a pesar de las incoherencias que arrastra el ejercicio de la libertad humana. Ya en la época de San Pablo algunos decfan que Dios habfa creado “espiritual” al primer ser humano, pero con la caida en pecado, habia degenerado en “animal”. Y el apéstol corrige: “no es el primero el animal sino el espiritual”*’ . El proyecto de Dios es la plena realizacién del ser humano, que participe de la vida divina, que sea “espiritual”; y el “nuevo Adan” no se edifica sobre Jas ruinas del “primer Adan” sino que es su perfeccionamiento. EI proyecto de Dios tuvo realizacién plena y definitiva en Jesucristo que “muestra al hombre su verdadera vocacién”. Y Maria es la primera que, transformada por el Espiritu del Hijo, entré por la puerta que es Jesucristo y que nunca se cerrara. Cuando la comunidad cristiana proclama y celebra la Inmaculada estd confesando que Maria es “la Ilena de gracia’”, “la pobre del Seftor”, “el fruto mds esplendido de la redencién”, la primera y mas beneficiada por la mediacién tinica de Jesucristo d) “Nacié de Santa Maria Virgen” En esa interioridad de Marfa, “Ilena de gracia”, “pobre del Sefior” y “primera redimida”, contemplativa y orante, la virginidad de Maria puede ser interpretada en toda su hondura teologal. Como en la liberacién de Egipto narrada en el Exodo, como en la resurrecci6n de Jestis, la virginidad de Maria manifiesta el poder y la gloria de Dios “en la carne”. 37 1 Cor 15,46 ~105~ En la virginidad de Marfa los evangelistas confiesan la divinidad del Hijo: “no mires a la que da a luz, mira al que nace” (san Leén Magno). En esa virginidad se proclama “nuevo nacimiento, principio del orden nuevo, verdadero Nuevo Adan, de nueva humanidad; quiso nacer de la virgen para dar comienzo a la virginidad de la Iglesia” (San Ambrosio)) 2. Amor y devocién especial EI Vaticano II insiste una y otra vez: “La Santa Madre Iglesia venera con amor especial a la bienaventurada Madre de Dios, la Virgen Maria; la venera como madre amantisima con afecto de piedad filial; es justamente honrada por la Iglesia con culto especial” . Quede bien claro sin embargo que “este culto tal como existié siempre en la Iglesia, a pesar de ser enteramente singular, se distingue esencialmente del culto de adoraci6n tributado el Verbo Encarnado, lo mismo que al Padre y al Espiritu Santo, y lo favorece eficazmente, ya que las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios que la Iglesia ha venido aprobando, hacen que, al ser honrada la Madre, el Hijo por razén del cual son todas las cosas y en el que plugo al Padre eterno que habitase toda la plenitud, sea mejor conocido, amado, glorificado y que, ala vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos”” . Y todavia puntualiza mas: el culto a la Virgen “no consiste en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, y nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitaci6n de sus virtudes”*” 38 SC, 103; LG 52 y 66 39 LG, 66 40 LG, 67 ~106~ a) Sélo a Dios se debe el culto de adoracién La fe cristiana termina en Dios es verdad qued6 a salvo cuando la Iglesia en el siglo VIII defendié el culto a los santos en sus imagenes. Ya refiriéndose al culto mariano, el Vaticano II da un paso mas: “este culto se distingue esencialmente del culto al Padre y al Espiritu Santo”; y lejos de postergar ese culto de adoraci6n, lo promueve. b) Secundar el querer divino El amor y la veneracién especial que la Iglesia rinde a la Virgen es manifestacién espontdnea de la comunidad cristiana “instruida por el Espiritu”, “asf lo experimenta continuamente la Iglesia”, “procede de la fe auténtica” y no necesita justificaciones. Pero pueden ayudarnos algunas sugerencias para interpretar mejor el sentido de esta devocién En el culto a los santos Maria “ocupa en la sana Iglesia el lugar mas alto y a la vez el mas préximo a nosotros”. Por eso la devocién mariana debe ser entendida como un caso singular dentro y en el dinamismo de la comunidad cristiana. La Iglesia defendié el culto a los santos por dos razones. Una psicolégica y otra teolégica. — Dada nuestra psicologia humana, tenemos necesidad de modelos para identificarnos. Ellos suscitan admiracién, nos fascinan y son para nosotros como referencia en la oscuridad del camino. Por supuesto debemos evitar cualquier dependencia que anule o aminore nuestra libertad y decisién responsables. Pero, en sus justos limites, el recuerdo, la actualizacién y la celebracién de ~107~ quienes han realizado ejemplarmente la vocaci6n cristiana, atraen nuestra mirada, nos animan y nos ponen de pie para seguir adelante. - Hay otras razones de cardcter teolégico. En el culto verdadero a los santos confesamos al verdadero Dios, que no es un ser etéreo y apatico, sino alguien que nos acompaiia en la historia e interviene para perfeccionar a la humanidad y a toda la creacién. El relato de Dios, que es todo ser humano, logra su versién auténtica en la vida de los santos. Cuando celebramos su memoria, confesa- mos la naturaleza del verdadero Dios revelado en Jesucristo — Puestos a buscar conveniencias, hay otra de perspectiva cristolégica. Los santos son miembros del cuerpo espiritual de Cristo, que es la Iglesia. Pero en ese cuerpo no hay mds que una vida o una gracia que todos los bautizados, como sarmientos, participamos de la tinica vid que es Cristo. Seguin canta la liturgia, los santos son “consortes de Cristo”, “su herencia y su corona”. Su celebracién redunda en gloria y culto al Hijo de Dios Maria, venerada de modo singular Si Maria es “la Ilena de gracia”, la mujer en quien la mirada benevolente de Dios se posa de modo especial, y la discfpula més fiel de Jestis, es normal que la Iglesia le conceda una devocién especialisima. Precisamente por ser Madre de Jesucristo, en ella la presencia y la intervencién de Dios tienen alcance universal Concretando un poco mas, dos sugerencias avalan y al mismo tiempo explicitan el sentido que tiene la devoci6n es- pecial a la Made de Jesucristo: ~108~ — Siguiendo la conducta de Jestis, cristiano es el que acepta y trata de secundar la voluntad de Dios revelado en el acontecimiento Jesucristo. Pero en ese acontecimiento la figura de Maria ocupa u puesto singular. Ella es “la favorecida de Dios” y no puede ser menos para la comunidad cristiana — Es verdad que Dios podia salvar al hombre sin la encarnacién del Verbo, o crear una nueva humanidad que asumiera el Verbo sin la mediaci6n de una madre. Pero quiso que la Palabra se hiciera carne”, fuera solidaria con todos los humanos, y asumiera esa humanidad de una mujer Ilamada Maria. Esa forma de proceder remite a una conducta ya determinante a lo largo de la historia biblica: Dios quiere salvar al hombre por el hombre, contando con su libertad y respon- sabilidad. Precisamente asi, respetando y promoviendo a su criatura, el Creador se manifiesta mas verdadero que si hubiera salvado a hombres y mujeres sin contar con ellos. Marfa es ejemplo practico de esa economia o forma de proceder que Dios ha seguido en la historia biblica. Su calidad de creyente que dice “si” con libertad responsable, manifiesta ya la eficacia sacramental de la Iglesia como signo e instrumento de salvaci6n para la humanidad, asi como el sentido del ministerio y de otras mediaciones dentro de la comunidad cristiana. Por eso la Iglesia no puede ser amada sin amar también a Maria. Si olvidamos a la Madre de Jestis, corremos el peligro de no aceptar y 0 no interpretar bien la mediacién de la Iglesia, pues son dos manifestaciones fntimamente unidas de la nica verdad: Ja encarnacién de Dios. ~109~ 3. “Purisima imagen” para la Iglesia En el texto del concilio, trascrito al comienzo de este capitulo, se dice finalmente que la Virgen Marfa es “imagen purisima de lo que la Iglesia entera ansfa y espera ser”. “Miembro eminente” de la comunidad cristiana Maria no esta por encima ni junto a la Iglesia, sino dentro de la misma, realizando y siendo signo para los demas cristianos de esa presencia de lo divino en lo human que es la Iglesia. Como Maria, cada uno de los cristianos y la misma estructura esencial de la Iglesia son don del Espiritu; el amor de Dios es lo primero. Sin la presencia de ese amor incondicional, la Iglesia no serfa santa porque serfa imposible un encuentro de gracia. Todos los seres humanos estén precedidos, acompaiiados y garantizados por la inclinacién benevolente y gratuita de Dios. Es lo que se actualiza y se celebra en el bautismo. Como el Espiritu trabajé la intimidad de Maria para ser Madre del Hijo, en las aguas bautismales rejuvenece también a la Iglesia para que, como madre fecunda, genere nuevos cristianos. Y a esta sociedad que es la Iglesia pertenecen plenamente quienes “poseen el espiritu de Jesucristo”. Es decir quienes deciden recrear en su existencia la conducta de Jestis que “siendo rico se hizo pobre” por amor de todos. En cada bautizado, como en Maria, debe brotar “el pobre del Sefior”, el hombre o la mujer que se decide a compartir lo que es y lo que tiene con los demés. Esta es la pobreza evangélica, la humildad abierta delante de Dios que a todos mira con amor y no quiere la pobreza que deshumaniza y destruye a los més débiles. En esta Iglesia, que sigue los pasos del Mesias, se manifiesta la obra de Dios realizada en Jesucristo. Como Marfa ~110~ es fruto de la redencidn. De ese acontecimiento de gracia en que Dios mismo en Jesucristo, sale a nuestro encuentro, se hace consorte nuestro y con nosotros abre horizonte nuevo para superar nuestras alienaciones. Un signo en el cielo: la Asuncion La asuncién de la Virgen al cielo fue proclamada el | de nov. de 1950: “la Inmaculada Madre de Dios siempre virgen maria, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”*! Nada se dice sobre el modo fisico de esa asuncién. Se deja a un lado la cuesti6n sobre la muerte de Maria; tampoco se habla de su resurreccién. La Bula trae dos razones de con- veniencia: la Inmaculada Concepcion, y la intima asociacién de Maria, Nueva Eva, al combate de Cristo y a su victoria sobre la muerte. La Asunci6n es ciertamente el triunfo y manifestacién definitiva de la gracia o favor de Dios. Si por otra parte, Maria es la primera discipula de Jestis, es normal que le siga también Ilegando a esa vida sin dolor ni muerte. En la asuncién la Virgen Maria es icono y garantia de esperanza para toda la Iglesia. Dios promueve hasta su perfeccién la obra comenzada en nosotros y esa plenitud de vida es el efecto del bautismo. “Llena de gracia’”’ significa que Maria fue introducida en la relacin interpersonal y gozosa de Dios; y ese favor se tradujo en la respuesta incondicional de Marfa que nunca se concentré egofstamente sobre si misma; “pobre del Sefior” o Inmaculada. Esa relacion e intima con el Sefior Ilevaba consigo una transformacién del cuerpo que, mientras estamos en la carne y avanzamos en el tiempo, hace posible la comunicaci6n interpersonal pero también la limita. 41 Bula Munificentissimus DS, 1233 ~lll~ Transformacién necesaria para superar la levedad del tiempo cuya provisionalidad siempre nos amenaza, asf como la victoria sobre ambigiiedades y sufrimientos que mortifican nuestra condicién humana. La Iglesia confesé la asuncién de Maria apoyando su conveniencia en la intima union de la Madre con el Hijo. Ella es el primer miembro de la Iglesia que ha vivido con intensidad singular el dinamismo pascual. Jesucristo, que pasé por el mundo haciendo el bien y curando toda dolencia, sufrié la incomprensi6n, el conflicto y una muerte violenta. Pero resucit6 como primicias de una gran cosecha cuyo primer fruto es Maria Apoc 12, 8 habla de “un signo en el cielo: una mujer vestida de sol y con la luna debajo de sus pies..., y estando en. cinta, gritaba con ansias de dar a luz, y sufrfa dolores de parto”. La tradicion ha visto en este signo a la Iglesia peregrina y también a la Virgen Maria. Para esta Iglesia, todavia en la oscuridad de la fe y en las sombras del camino, como signo de alegria y motivo de esperanza, Maria es “la mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, una corona de doce estrellas sobre su cabeza’. En ella la Iglesia contempla, celebra e invoca lo que ansia y quiere ser: “ven hasta nosotros, pues te deseamos porque has hecho realidad nuestros deseos” (San Juan Damasceno) ~112~ . Espeja, dominico, ha sido catedratico en la Facultad de Teologia de Salamanca. En los tltimos cinco afios ha sido director del Aula “Fray Bartolomé de Las Casas”, en La Habana. Actualmente imparte cursos en el Seminario de La Habana, en el ITEPAL (CELAM) y en el Centro Teolégico “Santo Domingo”, Republica Dominicana. Entre sus muchas publicaciones: Espiritualidad y Liberacién, 1986 Maria, simbolo del pueblo, 1990 El evangelio en una nueva cultura, 1992 Para comprender los sacramentos, 1994 El evangelio en un cambio de época, 1990 Jesucristo, la invencioén del didlogo, 2002. El contenido de este libro responde basica- mente a un curso dictado en el Estudio Teoldgico de Santo Domingo. oO Ediciones MSC Santo Domingo, Reptiblica Dominicana

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