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Adriana Rofman Alejandro Villar Coordinadores Desarrollo Local Una revisi6n critica del debate eae EsraciO Uriversicad Of man OS ia Buenos Aires| EI enfoque del desarrollo local: conflictos y limitaciones ——_______coniictos y limitaciones Alejandro Rofman 1. Introduccién En este documento nos proponemos efectuar una serie de reflexiones ccriticas acerca de la experiencia del desarrollo local en América Latina, con especial referencia al caso argentino, a la luz de los avances que ert su nombre se han efectuado en los ultimos quince afios. Asi, a partir de tuna discusién acerca de la cuestion conceptual del desarrollo local y de las manifestaciones concretas que hoy en dia se pueden evaluar a la luz de sus manifestaciones pasadas y presentes, es nuestro primer objetivo discutir los logros alcanzados en términos de los objetivos inicialmente Propuestos. ‘egundo objetivo de este trabajo consiste en puntualizar cémo una visién global del desarrollo nacional, aspiracién que ha vuelto al centro de la escena en el andlisis del destinos de nuestres sociedades en América Letina, puede entrar eventualmente en conflicto con las aspiraciones de Quienes propugnan como estrategia principal en los proceso de transfor- macién de nuestras sociedades el desarrollo “de abajo hacia arriba”. En este sentido, es crucial para la elucidacin de este objetivo avanzar en el tratamiento de los procesos de descentralizacién que en la Argenti- ha fueron propugnados y puestos en marcha, desde diferentes posturas Ideolégicas, durante la década pasada, Finalmente, un tercer objetivo consistiré en dar cuenta de las genera- lizadas limitaciones, sobre todo aquellas provenientes del contexto global en cada sistema socio-econémico nacional, que alcanzan a las experien- des de Desarrollo Local cuando se pretende que alcancen metas que dicho contexto recorta 0, definitivamente, elimi Por supuesto, no pretendemos acometer un anilisis exhaustive y deta~ llado en el marco de este breve texto. En cambio, nuestra pretensién es abrir un nuevo debate, que entendemos no esté por el momento presente, en cuanto a un cotejo entre aspiraciones y logros efectivos en la consecu- cién de programas de cesar en sus_muy diversas expresiones. a difusién del concepto y la multiplicacién de iniciativas que lo pretenden Implementar en el escenario latinoamericano, en general, y especificamente 38 Desarrolle local en el 4mbito argentino, obligan a efectuar un esfuerzo evaluative de sus avances y retrocesos, en tanto fa generalizacién de este enfoque en los, programas de desarrollo obliga 2 ponderar adecuadamente su real capaci- dad de transformacién de los espacios socioeconémicos locales. El texto consistird de tres apartados. El primero estaré referido a la descripcién de los escenario continental y en el de nuestro pais, asi como las diferent modalidades con que se fueron presentando en el trans mos quince afios. Ei segundo abordaré unas reflexion coincidencias y diferencias entre las aspiraciones de llevar adelante pla- nes de desarrollo nacional versus as vas de desarrollo local e marco de la actual etapa de desenvolvimiento del sistema capital neoliberal, El tercer y ultimo apartado se referiré a un replanteo muy general del enfoque del desarrollo local a la luz de las reflexiones criticas, previamente expuestas. 2. La cuestién del desarrollo local: sus origenes, evolucién histérica y estado actual. Cambios ocurrides a Ia luz de las experiencias y de los resultados alcanzados. Contrastes observables entre los postulados iniciales y los hoy prevalecientes la tegia de desarrollo local se basa en reservar priori acciones enderezadas a perfilar el destino de un sistema socioeconé: como aquellos que se vinculan, por proxi residencia. Por construccién soc! mas detal les reunidos en un sub-espaci se a decisiones politicas externas y a partir de una dinar arco conceptual del proceso de desarrolio local, avanzare~ fel origen de tal concepto y de las diverses corrientes de pensamiento y accién que lo ubicaron progresivamente en el debate latino- americano y, més precisamente, en el referido a nuestra realidad nacional. Bl enfogue del desarelio local 38 No podria comprenderse en su total cabalidad el porqué del surgi- miento de la propuesta de desarr al en nuestro continente si no acudiésemos al andlisis de Ia situacién econémica, politica y sacial del espacio latinoemericano, Por supuesto, seremos muy sintéticos, a fin de reservar el maximo espacio de nuestras reflexiones a la evaluacién de esta propuesta, desde que fue instalada hasta la actualidad. Hace quince affos, momento en el que aparece con fuerza la propues- ta de bajar at nivel municipal o sub-regional de los espacios nacionales la posibilidad de que las respectivas sociedades locales reserven para mayor capacidad posible de tomar decisiones acerca de su gestién pre sente y futura, el panorama econémico-social y politico tatinozmericano era muy complicado. Se imponia, con fuerza avesalladora, el modelo de ajuste estructural, que exigia, entre otras estrategias de cardcter estruc- tural, el asignarle a los Estados nacionales la responsabilidad central de afrontar los pagos correspondientes al abultado endeudamiento externo. Las exigencias incluidas en dicho modelo comprendfan, entre otras, la de que los respectivos Estados nacionales garantizasen que en sus respetivos presupuestos de recursos y gastos existleran los fondos necesarios para hacer frente al servicio del citado endeudamiento. En la mayorfa de tales Estados -y més particularmente en el caso argentino~ el gobierno central se habla hecho cargo de los pagos del capi imprescindible entonces seguir estrictament dores y de la banca publica y privada en del endeudamiento. 1 criterio citado cor ingresos y egresos contenidos en los respectives presupuestos naciona- les tuviesen un excedente positivo al menos equivalente al monto del capital e intereses que anualmente hubiese que pagar a los acreedores, externos. &! fantasma de la cesacién de pagos de México y Argentina, en 1982, era muy reciente y obligaba a ser previsor para que esa situacién no ccurriese nuevamente. Qué mejor, entonces, que establecer como requisito fundemental para las buenas relaciones econémicas y financie~ ras internacionales que los deudores dieran seguridad de que el Estado central dispondria de lo necesario para amortizar capital y pagar intere- ses antes que el afio fiscal comenzase. Esta exigencia estaba incorporada 2 todas las negociaciones de los paises deudores con las instituciones financieras multinacionales, como et Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Bajo este postulado inamovibie, cada pals latinoamericano deudor tenia que arreglar las cuentas del gol 1umentando los ingress 0 bajando las erogaciones para alcanzer la cifra magica deseada. éCud) Podia ser une recomenilacién central de los negociedores que represen- taban al capital financiero internaci dos? Estaba , respaldados por los dos organis- FO que la receta era ajustar los 40 Desarrollo locat gastos al maximo, para que una de las dos variables bsicas determinan- tes del nivel del excedente fiscal se comprimlese en la mayor medida lo conducia, inexorablemente, a la recomendacién 0 més bien de que cada uno de los componentes de! gasto fiscal del Gobierno nacional fuese comprimido sin contemplaciones. El ajuste es ‘tructural de los ‘80 contenia, como un postulado fundamental, fa politica de desvincular al Estado nacional de sus compromisos financieros como prestador de bienes publicos al conjunto de la sociedad, actividad que habia heredado de la etapa en la que predominaban los principios de! Estado de bienester. Cuando a fines de la citada década (1989) se forma- en el Consenso de Washington las medidas que se postulaban como eje de las politicas de ajuste, las privatizaciones de las empresas esta- tales y la descentralizacién de servicios bésicos hacia los goblernos pro- Vinciales y municipales aparecen en letras de molde. Entonces, como fleles alumnos, los gobernantes de turno apelaron 2 un expediente répido, sencillo y que iba adquiriendo acentuado consenso descentralizar las funciones basicas del Estado de liberario de la respectiva carga financiera. Entre las fun- 35 que el gobierno argentino, durante los ‘90, transfirié a jales), figuraron la salud y la in remitir los fandos para mantenerios en funcionamiento. 5, entonces, que se cumplia a rajatablas el primer principio deta profundizacién de la democracia: acercar la gestién de las actividades estatales més ligadas a la satisfaccién de las necesidades bésicas de la poblacién, a sus receptores. Pero este modelo de descent gobiernos izacién, que ponia en marcha el proce~ so tan anhelado y deseado por las comunidades de nivel inferior de ma- nejar instrumentos decisivos de la politica econémica y social, en reem- plazo del centralismo politico-administrativo, era un remedo de lo que formaimente se planteaba como panacea universal, El fendmeno del re- ‘comendado “desarrollo local”, en plene etapa de realizacién se encontra- ba con serias deficiencias para dar cuente de los beneficios que supuesta- mente derramaria sobre la comunidad interesad. En primer lugar, las transferencias se hicieron entregando la estructu- ra del sisteme educacional y de salud, antes a cargo del Gobierno federal, 2 las instancias provinciales y/o municipales, sin otorgar los recursos necesarios para manejarlas por medio de las instituciones “favoreciéas’. Qué supuso tal decision? Implicé que la sonada descentral da para fortalecer la gestién de! desarrollo local se co’ carga insoportable para muchas instancias admi rior al nacional, en tanto que era, y sigue siéndolo, profundamente des- igual la capacidad de financlamiento propia de cada jurisdiccién para aten- der servicios de alta compl E enfoque del desarroo loca! En segundo término, esta desigualdad manifiesta conllevé otro factor desvituador de los principios det “desarrollo loc do por quienes postularon la medida citada. Los desniveles en capacidad de autofinanciamiento de bienes piblicos que resultan indispensables para mantener y elevar la calidad de vida de la pobiacién estan en rela- cin directa con el nivel de desarrollo relativo de las provincias integran- tes del sistema federal argentino. A menor nivel de desarrollo de las fuerzas product cién politico: ‘equipamiento edu Fidades locales. De este modo, se det ciales para transitar sendas de crecimiento sustentable de la poblacién de menor nivel econémico y social, que predomina en las pro retraso en su proceso de desarrollo relativo. Una transferen bienes pailicos sin el consiguiente financiamiento, que det la capacidad de ofrecer educacién y salud con patrones de calidad y efica~ cia social creclentes, resulta pro-ciclico al fenémeno hist6rico de creci- miento de las desigualdades estructurales que deben soportar quienes mayoritariamente habitan tales jurisdicciones. Necesariamente, quien menos capacidad financiera propia dispone es el que deberia estar pro- visto con aportes financieros tales que se creen las condiciones para ir acortando la brecha que separe a su poblacién de los niveles econémico- sociales promedio de los habitantes que pueblan las regiones mas desa- rrolladas relativamente. Por ultimo, el Estado nacional se desentiende de toda iniciativa ten- diente @ propiciar un “desarrollo local” que vaya constituyéndose en una respuesta satisfactoria pare la mayoria de los habitantes que sufren deterioros a veces cercanos a lo irreversible en su calidad de vida. En este proceso, como en otros que iremos detallando, el Estado central abandona su rol de compensador de las diferencias de tipo estructural que separan a los habitantes del pais, en base al lugar donde estén Insertos en el espacio nacional. Etlo es asi por cuanto cada jurisdiccién que se encuadra entre las denominadas “atrasadas relativamente” no puede, por si, encarar el esfuerzo de Invertir en estos dos aspectos fundamentals de la realidad social en proporciones tales que permitan ir répidamente abandonando la posicion desventajosa en que se en- cuentra la mayoria de su poblacién. Mas atin cuando se la carga con una estos dos elementos necesarios para fortalecer. un proceso de ruptura del subdesarrolto, la pobreza y el desempleo. Cuando, so pretexto de acercar el Estado a la sociedad local, sé fue implantando la idea de la descentralizacién como la herramienta més eficaz, diversas aunque escasas voces se alzaron para prevenir sobre lo 42 Desarrata lec contraproducente que podria ser estimular el desgranamiento de la fun- cién de provisién de bienes piblicos desde el Estado federal hacia los Ambitos locales si no se cumplia con una serie de pre-requisitos que gerantizasen el cumplimiento de los objetivos aducidos por los propulsores &mbito latinoamericano, quienes se ocuparon de este proceso ya en marcha, expresaron que se confundia una estrategia de modificaci fundamental de las relaciones de poder sobre el espacio con un mecar se cometia error de querer igualar un cambio de carécter estruc- tural con un simple traspaso del accionar estatal en términos de jurisdic- clones de diferente nivel, bajando atribuciones reservadas al Estado cen- tral hacia organismos piiblicos ubicados a nivel local. “Cuando se sostie- ne que una descentralizacién constituye el medio idéneo para promover e! desarrollo focal y aumentar la democratizacién, la participacién y le Justicia social habria que demostrar cémo esto se podria lograr en el marco de la dindmica socioeconémica preveleciente en los respectivos sistemes nacionales o, inversamente, cémo una reorganizacién territo- rial de la administracién del poder podria modificar tendencias que pare~ tas al desarrollo capitalista” (De Mattos; Montevideo, 1989, (én de este tema en nuestro dmbito nacional, en hacia mediados de la déceda de peligroso que era, con la excusa de apuntalar el proceso de desarrotio local, descentralizar sin varias condiciones de cuyo cumplimiento dependia sila inicitiva iba 2 ser beneficiosa para le mayo- ‘fa de la poblacién receptora 0, por el contrario, ésta se iba a perjudicar atin més de lo que ya estaba. En esa oportunidad, habia torado estado pblico fa iniciativa oficial, concretada luego en una ley de la Nacién nun ‘ca implementada, de trasladar la Capital de la Replica desde la cludad de Buenos Aires 2 la cabecera provincial de la provincia de Rio Negro, la cludad de Viedma. Durante un periodo de précticamente un afio se desa- rrollé una intensa polémica pablica y parlamentaria en torno a este pro- yecto. Desde el Poder Ejecutivo de la Naci idente Dr. Radi Aifonsin un documento ani alertébamos sobre y de alto impacto la raiz federal de nuestra organizacién nacio- to de trasladar la Capital de la Repablica constituia el acto decisional de les politicas piblicas en la ciudad de Buenos Aires. Enton- El enfogue del desarrato loca! ces, se afirmaba, desplazar el centro nacional de decisiones del Estado “hacia el Mar, hacia el Sur y hacia el frio", iba a impulsar a los actores pUblicos y privados 2 reafirmar el espiritu federal de nuestra Constitu- cién, sepultedo por décadas de concentracién del poder politice y econé- mico en la cludad de Buenos Aires. las pocas instituciones académicas que cuestionaron pb \étodo de alcanzar una auténtica estrategia de descentral fue el agrupamiento de investigadores so- bre la problematica espacial argentina que tenia como marco de refe- rencia al Centro de Estudios Urbanos y Regionales. En uno de los docu- mentos que se refirieron especificamente a esta cuestién, plantesba- mos explicitamente que el tema de la descentralizacién esta indisolublemente ligado al de la redistribucién del poder, la riqueza y la capacidad de decisién de los argentinos, y que los objetivos expuestos por el gobierno no podien alcanzarse sin la activa participacién de la sociedad en la definicién det nuevo mapa politico-administrativo del pals. Y deciamos: *...se llama a participar a la poblacién o a determinados ‘grupos sectoriales a partir de proyectos o planes previamente determi- nados desde arriba: la cuestion del traslado de le Capital a Viedma es tun ejemplo”. ¥, agregdbamos més adelante: *Décadas de autoritarismo bajo sus distintas facetas arraigaron estilos © costumbr: las las de que la poblacién acte movida mds por lo que se indica ‘desde arriba’ y no por lo que consigue ‘desde abajo" (Lindemboin, Manzanal y Rofman; Buenos Aires, 1986, pagina 12) La magnitud y viabilidad del proyecto descentralizador, bajo e | su- Puesto de fortalecer una nueva localizacién alejada de los centros de oder para que el desarrollo de la misma permitiese recuperar un equill- brio perdido en el reparto del pader politica y econémico sobre el espacio argentino, aparecian, ante nuestros ojos, invalidadas desde el vamos. aseguraran la plena participacién de la poblacién en talés instancias deci- sivas de la preparacién y puesta en marcha del proyecto, Asi, el propésito de que la idea descentralizadora diera nacimiento a ‘un emergente y poderoso nticleo humano con capacidad local de afirmar- se en el futuro, quedaba herido de muerte antes de concretarse. Y es lo Que efectivamente ocurrié. La posi itico-administrativa diera lugar a fa valorizacién de desarrollo irde que aglomeraciones Uurbanas del interior, por entonces consideradas relegadas en su capaci- ad de protagonismo en el proceso de desarrolio nacional , se constituye~ sen en receptoras de poder decisional, no era simplemente un acto admi- istrative. Para quienes afirmébamos que el poder local debia conformar- 43 Deserrells loca! se 2 partir de condiciones precisas ~ausentes en et proyecto ¢e traslado della Capitat-, ef cumplimiento de las mismas era requisite indispensable ¢ Insosiayable. Y en otro andlisis contempordneo al anterior asi lo plan- tedbamos. Las instancias constitutivas de la relacién “Yortalecimiento de Ja democracia local - descentralizacién” eran numerosas y variedas. Ai respecto, citébamos algunas de elles: *...solidaridad activa entre las instancias oficiales y los sectores sociales postergados para atacar los problemas estructurales que los afectan, nuevas formas de gestién social ‘que apunten a hacer coincidir la accién del Estado con procesos deserro- dos protagonismo, eficacia de la accién pil ales insatisfechas de transformacién estructural cién del cambio social y finaimente, un di partticipacién populer como requisito y, a la vez, garantia de un proceso de descentralizacién de! Estado que apunte a crear las condiciones de tuna sociedad més justa y plenamente democratica” (Rofman; Buenos Aires, 1986, pagina 18). Como se ha expresado previamente, el proyecto Viedma quedé sin efecto, barrido por las crecientes dificultades politicas y econémicas que surgieron luego de 1987. El nuevo gobierno constitu- ional elegido en 1989 ni siquiera consideré la posibilidad de llevar ade~ lante la iniciativa. Yo Gnico concreto que construyé en tarno a la descen- tralizacién y la consolidacién de poder local fue el conocido proceso de descentralizacién de salud y educacién, situado en las antpodas de los principios rectores arriba enunciados Cuando comenzé la década de los ‘90, con ex das relatives al traspaso de instrumentos de la politica social a las provin- ‘as, no se volvié a hablar de “descentralizacién” y “poder local”. Quedé claro por entonces, para el conjunto de la sociedad, que todo esfuerzo encaminado a valorizar el desarrollo local no podia contar con el apoyo del Gobierno central, dedicado, en el transcurso de los ‘90, a ser fiel cumplidor de las exigencias de los organismos de financiamiento multilateral y a consolidar el proceso de concentracién econémica 8 ma- nos de los grandes grupos creados al calor de la valorizacién financiera del capital y el creciente control del mercado interno. vias alternatives ido impulso ala 1clén de las dos medi- 2.1. La nueva realidad de los “90. La estigmatizacién de la planificacién. La desaparicién de todo proyecto de desarrollo nacional. La opeién: la planificacién estratégica @ nivel urbane y metropolitano EI abandono de la estrategia de descentralizacién politico-ad tiva como herramienta de reordenamiento de las relaciones econ: y sociales 2 nivel espacial, que se torna muy evidente en nuestro pais con el derrumbe del proyecto de trasiado de la Capital, coincide temporal- Elenfogue del desarrate local mente con el surgimiento de un nuevo paradigma en el escenario pol co, econémico y social continental, y especificamente, argentino. De modo simutténeo, en 1989, se disefia un programa de acciones a ser seguides por los distintos paises de la regién, que se incluye en el denominado Consenso de Washington, el que coincice, en nuestro pals, con el inicio de un nuevo periodo constitucional, dlaro, Entre otras propuestas sobre politica econémica y social, se postu- la, como modalidad de desemperio de la funcién estatal, la abstencién del sector pblico en intervenir en el mercado, dejando que las fuerzes que lo conducen acten en plenitud, El supuesto que esté detrés de esta reco- mendacién central del Consenso es que el desarrollo al interior de los, paises, para operar en beneficio de todos fos habitantes y ser efectivo y Justo, debe librarse de cualquier interferencia estatal. Y que, por su pro- pia dindmica, el proceso de Desarrollo ird “derramando” sus beneficios sobre el conjunto de la sociedad, proceso que podria dafiarse si se lo traba por la accion ineficiente del Estado, que distorsiona el sistema de premios y castigos que el mismo mercado, en su honda sabiduria, es capaz de determinar. Esta postura integrante de! conjunto de recomendaciones politicas ‘enunciadas en el citado Consenso impone, desde ya, el abandono de todo intento de programar estrategias de planificacién econémico-social, en especial aquellas referidas al entorno global nacional. ‘Al mismo tiempo, por parte de los organismos de financiamiento multilateral se afirma la imposicién de politicas econémicas por parte de los paises endeudados para garantizar e! cobro estricto de los compromi- 0s financieros de responsabilidad del sector puiblico, como ya se explicé, Por el otro lado se propugna la més arménica integracién de las econo- mias de los paises periféricos al esquema dominante de valorizacién fi- nanciera del capital y de liberalizacién del flujo de inversiones y bienes a escala internacional En la Argentina, e! nuevo gobierno constitucional, luego de un inte- rregno de titubeos y acciones fallidas, a partir de 1991 se convierte en un fie! ejecutor de todas las directivas enunciadas en el Consenso de Was- hhington y en las politicas de ajuste estructural recomendadas desde el Fondo Monetario Internacional. La concentracién econémica es la princi- pal resultante del proceso de desregulacién estatal, y el cumplimiento rigurosos del proceso de ajuste queda postulado como principio de sana politica qubernamental a fin de hacer frente, sin desviaclones, al endeu- damiento ptiblico externo e interno. Sin Estado reparador de las deficiencias estructurates propi funcionamiento de les fuerzas del mercado capitalista, la posi 48 Desarrila cal disefiar estrategias que atiendan a la satisfaccién de las necesidades bé- sicas de la poblacién queda reservada a instancias estatales de jurisdic- ién local. En aquellos Ambitos urbanos o metropolitanos es donde sectores po- liticas y sociales, alarmados por el deterioro de las condiciones de vide de iden encarar acciones repe- (én auténomos respecto de toda radoras, y surgen procesos de pla coordinacién a nivel nacional o region: Las demandas de ordenamiento territorial en el nivel inferior de la admi- ristracién del Estado se presentan como iniciativas que de ser implementades no enfrentan el espiritu de la ideologia dominante del capitalismo neoliberal. La razén fundamental de tal coexistencia entre una sociedad y un estado que reniega de toda estrategia de progremacién del desarrollo bajo la excu- sa de que esto toma ineficiente la asignacién de recursos, por un lado, y la aparicién de planes urbanos 0 metropolitanos, por el otro, es explicable. El racimiento y ulterior multiplicacién de planes urbanes y/o metropolitanos tanto sélo dice ocuparse det proceso de adecuacién del espacio fisico ante las tendencias irreversibles de! acelerado crecimiento demogréfico urbano. No se advierte en las iniciativas emergentes otro propésito que el de nar el territorio y dar cuenta de las necesidades en equipamiento y hi ‘ampliadas por el aumento incesante de la poblacién que en las respectivas iudades se localiza. Incluso, podria hipotetizarse que la planificacién urk ra y/o metropolitena esponténea y anarquica, decidida en cada niles aglo- merado en forma independiente, es funcional al modelo global en tanto Intenta reducir las tensiones politico-sociales que un crecimiento desorde- nado y de muy baja calidad de vida podria desetar. Al mismo tiempo, como veremos, tales iniclativas no pretenden disputar el poder politico global ni aspiran @ que se las imite en otra escala que la de los espacios urbanos incorporades, sin vinculos entre las diferentes experiencias en marcha. Muy probablemente sea por ello que no se producen conflictos entre una visién “mercado-fundamentalista” de los hacedores de la politica 2 nivel nacional y ‘aquellos que parecen desafiar tal postulado dominante incorporando expe- riencias de planificacién participativa a nivel toc El proyecto tedrico-metodolégico que se impuso en numerosas ciuda- des argentinas, entre ellas las cuatro primeras en magnitud demografica, tuvo como referencia principal la experiencia llevada adelante en Barce- ona, luego de Ia caida de la dictadura de Franco, a manos de la mayoria gobernante encarnada en una allanza de los partidos de izqulerda loca les, Se la conoce, desde entonces, como Planificacién Estratégica, Eliinicio de la experiencia de este modelo de ordenamiento del territo- rio y afirmacién de la presencia del gobierno local como promotor de! Elenfoque det desarrollo focal desarrollo se lo precisa en el afio 1993, cuando la Municipalidad de Cér- doba (la segunda ciudad mds Importante del pats) lanza su propio Plan Estratégico. Dos afios después, dos acontecimientos politicos de signifi- cacién jalonan el camino de nuevas propuestas de planificacién del desa~ rrollo local basadas en los principios del Plan Estratégico. El primero con- siste en la incorporacién de la tercera cludad del pais ~Rasario~ a las experiencias signadas por este instrumento de programacién del desa- rrollo local, La segunda consiste en la inclusién, en una de las cléusulas del nuevo Estatuto de goblerno de la naciente Ciudad Auténoma de Bue~ nos Aires, de la normativa por la cual ésta deberd darse, en su proceso de jonal, un Plan Estratégico conformado de acuerdo instrumentos de programacion en importantes ciudades de! is y del exterior. Simulténeamente, en nume- 'gentina se ponen en marcha iciatives del mismo tenor, sumar no menos de ochenta casos ente centros urbanos y micro-regi nes (Catenazzi y Reese; Buenos Aires, 2000, pagina 30). Estos programas de previsién a futuro de las sociedades locales se constituyen répidamente en paradigmas del emergente proceso de de- sarrollo alternativo, disefiados para valorizar los espacios de menor di- jo local de perfil alternativo al que predominé en los '60 y ‘70, surge de los siguientes pétrafos que transcribimos literalmente por su pertinencia y capacidad de sintesis: “En todas las experiencias argentinas, los procesos de ajuste macroeconémico no sélo estén produciendo la pérdida de actividades productivas y graves deterioros en los niveles de calidad de vida... sino Que afectan la gobernabilidad del propio territorio. En este contexto, las autoridades e instituciones comunales han tomado conciencia de que con un Estado ‘en retirada’, tanto de tas politicas de fomento de las economias regionales como de las politicas de compensacién soci + POF PrOocesos y decisiones es- ance de lo local, Sin embargo, y al efectos sociales perversos de esos procesos y decisiones. De al bién la urgencia con la que algunas cludades han puesto en proyectos de desarrollo local enmarcados en planes participativos y es- tratégicos de actuacién” (Catenazi y Reese; ibidem) En estos ilustratives parrafos surgen indicios certeros acerca de las causas de estos programas promovides “desde abajo”, propulsados por 47 48 Dessrrolo local autoridades municipales conscientes de! elevado costo social de les pol ticas de ajuste de ios "90. Aparecen, asi, iniciativas de necesaria ado} ante le carencia de apoyo oficial cuando las poblaciones bajo jurisdiccién de cada municipio reclaman soluciones a sus agudas carencias sociales, Pero, a ta vez, se coopera, sin quererio muy probablemente, en aliviar los efectos de la citada “ausencia” del Estado, que no es tal cuando se trata de obtener recursos para financiar el endeudamiento ptiblico 0 subsidiar a la industria de ensamble automovilistico o a entregar, 2 pre- ios irrisorios, el capital publico expresado en las empresas del Estado acumulado por décadas. Ei municipio respectivo asume asi un rol subsi- diario de la falta de asuncién de sus responsabllidades del Gobierno na- ional. No sorprende, entonces, que nadie desde las instancias centrales del Estado obstaculizara el lanzamiento de estos Planes Estratégicos, ins- pirados en princi és postulados ideo! del Gobierno central, El desarrol ipulsado por esta vacancia del accionar estatal Nacional, se instala mas que como una opcién libremente decidida, como una respuesta obligada y circunstancial. La inexistencia de redes o acuer- dos entre los distintos municipios que encaran la planificacién estratégica debilita el costado teérico-metodolégico de las iniciativas encaradas en forma aislada y anérquica, en muchos casos de duracién breve al cam- biar de signo politico el control del correspondiente municipio. El caso de la ciudad de Cordoba es el mas notable, pues cuando en 1999 cesa el gobierno radical y asume un aliado del justicialismo, el Dr. Kamerath, se destruye todo lo hecho hasta entonces en el vigente Plan Estratégico. Pese a ello, el método puesto en 5 por demas valioso. Y se entronca con otras iniciativas de perfil similar instrumentadas a partir de aportes de funcionarios y académicos influenciados por los enfoques de le CEPAL. Recordemos al respecto los trabajos pioneros y decisivos en términos de revisién de la planificacién del desarrollo que escribiera Car- los Matus durante su estacia en dicha organizacién de las Naciones Uni- das y, luego del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular, en Chile, en su pristén de ta isla de Dawson (Matus, Santiago de Chile, 1969; Matus, Cerecas, 1979). EI segundo texto apunta, precisamente, a desar- mar todo el edificio de ia planificacién tradicional, de cardcter vertical, “de arriba hacia abajo”, con metas cuantitativas inmodificables en el tiem po, muy poco flexible y para nada participativo. En si Todelo vigente, que con mucha fuerza predominé en los América Latina, Matus lanza una nueva iniciativa sobre planificacién es- tratégica, cuando da a uz, en Venezuela, su ya conocido texto "Planifice- lén de Situaciones”, Este valioso documento teérico-metodol6gico es un aporte indudable a la nueva corriente de pensamiento que hace nacer fa Planificacién estratégica y su adopcién para los estudios de la programa 05 del capitalismo neoliberal que animaba la politica cién territorial local 0 regional. Sus postulados esenciales descansan en los sigulentes principios: la planificacién no es un ejercicio tecnecrdtico, reservado estratos de la burocracia técnica de! Estado, sino un juego de relaciones de poder, esencialmente politico, en donde el que planifica es un personaje que requiere conocimientos de juegos estratégicos para ser ‘exitoso. Cada decision enmarcada en un proceso de planificacién, para ser implementada, exige conocimiento pleno de la situacién estructural del Ambito objeto de la planificacién, lo que él denomina la “genosituaci6r’ Si se acepta la realidad estructural como el escenario donde se desplie- gan las relaciones de fuerza entre quienes pretenden modificar el curso de accién de un proceso econémico-social determinado, habré necesaria- mente que enfrentar la oposi Jue pierden con el cambio. Esta puja es, por definicién, de ca~ fuerza que los actores sociales plantean para definir esta puja se asienta en el poder de cada uno de los contrincantes. Pero ese enfrentamiento, concluye Matus, no es un proceso lineal de avance 0 retroceso en la complementacién del proyecto planificador sino una trayéctoria quebra- da, con movimientos y alianzas que ven cambiando de signo, direccién y composicién. Es, entonces, un definido proceso politico. En este contex- to, fa participacion social es crucial pues determina la capacidad que po- see el que desea implantar ef cambio planificade frente al que se opone y, al mismo tiempo, cualquier proceso planificador debe tener objetivos flexi- bles y cambiantes para ir adaptando la dindmica politica al permanente cambio de situacién, A este esquema central se le fueron agregando otros insumos innovativos para 10 de los conceptos que surgen como centrales en esta planificacién es e! que postula una vi ional en el proceso de produccion determinacién de totalmente opuesta a la trac c principales definiciones del Plan. Se afirma, as huevos escenarios para la configuracién territorial de las sociedades que son objeto de propuestas transformadoras es el resultado de un definido proceso de *construccién social’. Es decir, que el perfil del horizonte que se postule como déseable pare un determinado espacio econémico-social no surge de un laboratorio técnico especializado en ello sino que es un producto de la misma sociedad involucrada en el cambio. El espacio dado, ‘que en la version que estamos analizando se denomina “territorio’, no es sélo un recintofisico sino fundamentalmerite un dmbito social. Cualquier Proyecto de desarrollo territorial debe asumir ese punto de partida basi- Co, Ello es asf por cuanto *...el desarrollo es en definitiva un proceso de toma de decisiones de enorme amplitud y complejidad y las decisiones son tomadas por personas, seres humanos, por seres de carne y hueso, ue ocupan determinadas posiciones en fa malia social del territorio, que 50 Deservole lees! son duefias de determinadas cuotes de poder y que mantienen entre ellas relaciones signadas a veces por la confianza y a veces por la des confianza, La matriz de relaciones interpersonales en cualquier regién tiene importancia decisiva en materia de desarrollo" (Boisier; de Chile, 1999, pdgine 72 -bastardillas nuestras-), Una lectura cuidado- sa de este texto muestra acentuado parentesco con los supuestos esen- iales del material de Carlos Matus En este cauce innovador de ideas y paredigmas que se va abriendo paso en los °80, emerge un modelo de planificacién territorial de gran riqueza conceptual y que representa un decidido cambio frente al enfoque tradicio- nal, El Pian Estratégico se convierte, asi, en una herramienta compleja, en Constante evolucién y enriquecimiento, que es rapidamente adoptada por quienes pretenden darle a la planificacién otro rumbe y contenido. El desarrol I, en particular en fa Argentina, lo adopta masiva- aio 1990, como ya dljimos. ¥ aunque se difunde con rapidez y amplio consenso en las donde es implantado, comienze a desnudar, de modo imitaciones, en perticu- lar en un contexto como es el que transits nuestro pais en la ditima década del siglo pasado. sta perspectiva es que pretendemos analizar la cuestién del local, ahora encarnada, en modo generalizado, por los planes estratégicos, n Estratégico, en e| modelo que se ha implantado a todo nivel, en conglomerados urbanos o metropolitanos, es entendide come un con- Junto articulado de acciones propuestas a partir de un proceso de consul- tas a fa poblacién local mediante muy diversos métodos o procedimien- tos. En [as agiomeraciones de mayor tamafio, tal proceso de consulta 6 Participacién social se verifica a través de consejos asambleas de re- bresentantes de organizacionies sociales de muy diferente perfil. En una Ginamica de ida y vuelta, entre el municipio y las citadas organizaciones de la sociedad local, se van perfilando necesidades sentidas y respuestas ‘acordes con el objetivo de satisfacerias, De estas repuestas derivan pro- puestas especificas sobre los grandes ejes del proceso de planificacién global que cubren todo el amplio espectra de acciones sectoriales ten- dientes a programar acciones que den cuenta de las aspiraciones de la poblacién. Desde esta perspectiva, es preciso valorar {a incorporacién de este formato de planificacién participativa como un instrumento idéneo Coordinar acciones convergentes que, en una estrecha alianza pu- vada, ponga en ejecucién un proceso ordenado y flexible de cambio econémico-social en una determinada aglomeracién urbana. Asumiendo esta caracterizacién general, corresponde, de aqui en més, evaluar si las experiencias efectivamente implantadas bajo esa denominacién cumplen los objetivos tedricos expuestas por sus patrocinadores, El enfogue del desarrollo local Este enfoque metodolégico rescata, como condicién central, ta planifi- cacién como un proceso de mediano y largo plazo, emprendida por una alianza estrecha entre Estado local y sociedad. Usualmente, el nivel de representatividad de estos foros publicos donde se lleva adelante el pro- ceso de consulta tiene que ver con Ia percepcién que desde el Estado local se tiene de fas formas de organizacién social predominantes. ‘En algunos casos, se destacan los sectores de la produccién; en otros, apa- recen como actores sociales més salientes instituciones que hacen a la vida social, politica, cultural o religiosa, etc. Pero en précticamente todos los casos, la presencia de voceros de los intereses particulares de la so- ciedad local pasa por las estructuras formales, es decir por las institucio- es que son visibles como organismos reconocidos por las autoridades y la opinién publica. En cambio quedan habitualmente sub-representadas co ausentes organizaciones que, ya sea por el sector social que agrupan 0 por su modalidad informal de funcionamiento, no se les reconoce la debi- da legitimidad para hacerse oir. En este Ultimo caso, sobresalen las orga~ nizaciones sindicales 0 las que expresan el parecer de desocupados, ex- cluidos, marginales, o de cardcter més contestatario o disidente respecto de las estrategias oficiales vigentes. las instituciones que detentan mayor poder en a estructurs local ‘que exhiben més presencia y capacidad de gestién y terminan iendo su propio perfil de intereses, Entonces, salvo valiosas excep- in de sectores institucionalizados de la ciu- stado de aspiraciones y programas que las acerca del futuro mediato sino que también agrega a los impactos negativos que desde el plano econémi coyuntura, en este caso la generada por Ia aguda cri ios de este siglo. Este doble propésito no siempre genera la adecuada esis. Por el contrario, ante la imposibilidad de relacionar el proyecto de ‘cada aglomerado urbano con un marco operative de mayor amplitud, las en los planes estratégicos constituyen una "mezcla’ jones de emergencia con una visién transformadora de futuro. Con el agravante de que, en no pacos casos, la incidencia de los sectores socia- les de mayor poder en la estructura socio-politica local tiie con un deter- minado sesgo el recetario adoptado. ‘Aun considerando este “desvio” en la formulacién de objetivos que deberian ser compartidos por todos los habitantes de la cludad y no sola~ mente por los que tienen mayor poder politico @ econémico, gran parte SL Deserrallo focal Ge los gobiernos locates no poseen ni la experiencia ni la capacidad técni- instalade para avanzer en una direccién que garantice !a implementacién de las propuestas. Hasta podriamos decir que resulta mas una “moda” 0 ln apelativo a Ia adecuacién a instrumentos modernos de gestién guber- amental que una sincere vocacidn por establecer un modelo de ordena- Miento territorial totalmente innovative y mucho mas efectivo que el simple juego de las fuerzas del mercado o la planificacién tecnocratica. Cabe recordar, al respecto, que la proliferacién de los planes estratégicos coincide temporalmente con la gravedad de la crisis social expresada en desempleo y pobreza, que adquiere cardcter inédito, Entonces, las accio- nes de desarrollo local dedicadas a enfrentar la emergencia, sobre todo en la segunda parte de la década de los ‘90 y el de la presente, se concentran en dar respuesta urgente e inmediata e las necesitades vita- les de la poblacién afectada ante la carencia de una estrategia nacional que reemplace la entonces vigente, adecuadamente llamada “fabrica de Producir pobres”. “En ese contexto, las pollticas piblicas orientadas a ‘tender las necesidades de empleo/ingreso han tomado un protagonismo larmente en los gobiernos locales, ‘municipalizéndose’ la atencion de la mayor parte de los reciamos de la gente” (Claudio Lesnichevsky; Buenos Aires, 2005, pagina 5). De este modo, la planificacién estratégica fue utilizada, en algunos casos, pare perfilar una visién a largo plazo dei desarrollo de la unidad territorial comprometida; en otras opertunidades,,en cambio, fue simple- Mente una accién politica municipal destinada a movilizar a las fuerzas Sociales locales para peliar las muy serias consecuencias del descalabro Social desde una perspectiva restringida o ia constituye una primera y fundamental limitacién ai efectivo cum; miento de los propésitos adjudicados, en la literatura difundida, a le pla nificacién estratégica urbana. Una segunda limitacién esté dada por la autonomia de ceda experien- cia de desarrolto local en términos de las que, concurrentemente, se Perfeccionan en otros ambitos urbanos del pais, Probablemente, la deno- minacién de proyectos "auténomos” suene por demas elegante. Mas apro- biado seria asignarle al proceso de implantacién de experiencias numero- a8, segin lo arriba consignado, ei caracter de proliferacién andrquicas de iniciativas similares. Ello crea eventuales despilfarros de recursos y competencias ineficientes Por proyectos de similar tenor entre dos o més ciudades. Una tercera limitacién tiene su origen ya no en la inexistencia de re- des de ciudades que postuian el desarrollo local como opcién frente a la ausencia de estrategias de desarrollo a nivel regional, sino en la carencia de un marco global que actée como paraguas 0 sombrilla del proceso Planificador, que sélo se perfecciona en las instancias Inferiores del siste- Elenfoque del desarotio loca ma politico-administrative nacional. Sin ese marco, segtin lo que hemos venido insistiendo, pueden surgir propuestas contradictorias 0 alejadas de la real posibilided de ser impiementadas, lo que tarde o temprano las Une cuarta limitacién descansa en la percepcién generalizada que existe de que un sistema desorganizado y espontaneo de promocién del desarrollo, €en los niveles locales no posee capacidad de modificar la estructura global del sistema econémico, aspiracién explicite o implicita de numerosos gobier- nos locales que advierten cémo la rafz de los problemas que deben afrontar radica en la naturaleza del proceso de desarrollo prevaleciente a nivel regio- nal y/o nacional. Es bien sabido que sélo es factible avanzar en cambios sustantivos de la dindmica de acumulacién del sistema socio-econémico nacional si la planificacién estratégica se refiere a los procesos claves que dan cuenta de dicho sistema, De lo contrario, los esfuerzos locales serén notoriamente Insuficientes para alterar el proceso global, y éste terminard por imponer férreos limites al impacto esperado por a\ ‘cambios en los territorios situados en la escala inferior del sistema ‘administrative nacional. *...Tenemos la conviccién que el desarrol desde lo local no puede ser un modo de desarrollo generalizado excepcién, a menos que instancias supraloceles -regionales y nacionales- lo promuevan y articulen horizontalmente para potenciario ante las fuerzas del mercado global” (Coraggio; Buenos Aires, 1998, pagina 94). Finalmente, cabe hacer mencién a una quinta limitacién. Se trata del verdadero ejercicio de une herremienta de democratizacién valiosa, como 5 la activa participacién popular cuando se aplica a sociedades altamen- te heterogéneas y fragmentadas desde el punto de vista econémico, po- litico y social. Ampliando lo ya expresado al respecto, no se puede esperer una elevada representatividad y una propuesta que exponga el Conjunto de los problemas existentes de corto, mediano y largo plazo- siexisten fuertes brechas entre los actores sociales en cuanto a su inser- Cién en las estructuras de poder existentes. Con los planes estratégicos, en la actual situacién social, seguramente se aspira a un verdadero cam- bio en la tendencia histérica del desarrollo local, para convertir al territo- fo en cuestién en un espacio social construido por ef conjunto de los actores sociales existentes. Este proceso participative es el principal Feaseguro para garentizar un futuro derrotero de creciente equidad en la distribucién de a riqueza, del ingreso y del poder entre todos. Pero, éaca- 50 estan todos en condiciones igualitarias pera hacer oir sus reciamos y transmitir adecuadamente sus requerimientos? és posi luz de estos cuestionamientos, otorgar 2 la iniciative del desarrol posibilidad de responder a las aspiraciones de quie- ‘es hoy lo propugnan, a través del instrumento metedoldgico mas difun- dido en la Argentina: la planificacion estratégica? 54 Desarrote local Esta es une pregunta clave, pues de su respuesta dependerd si vale {a Pena seguir avanzando en esta iniciativa tal cual se la pone en pric tica 0 se fa postule en muchos de los espacios urbanos contempors. eos, pese @ la seriedad y profundidad de las limitaciones expresades anteriormente. & avanzar en dicha respuesta nos referimos en el apar. taco final de este trabajo. 3. Breves reflexiones finales sobre la vi lo local en el actual contexte nacional ilidad del desarro- En este apartado final pretendemos cerrar nuestras reflexiones con algunas precisiones para hacer frente a la pregunta con que cerramos el apartado anterior, Al respecto deseamos afirmar que ratificamos nuestra firme creencia ‘strumento de la planificacién estratégica participativa como un idéneo para el ordenamiento econémico, social y fisico de los terri torlos urbanos, siempre que se tengan en cuenta clertas y muy precisas condiciones. En primer lugar, volvemos a colncidir plenamente con De Mattos cuando, en los inicios de la instrumentacién de politicas de desarrollo local, alerts scerca de la inconveniencia de atribuirie a esta estrategia de programa cién la virtud de modificar, por si sola, el cantexto econémico-social de una sociedad. E1 argumento es muy conciuyente y se anticipa a lo que efectivamente acurrié, como ya hemos dicho. *...Por mas que se camnbie le organizacién territorial de la administracién del poder ~que, como es ebvio, No es lo mismo que cambiar sus bases econémicas, politicas lo no implica modificar en forma sustantiva la orientacién modalidades esenciales de los procesos de generacién, apropiacién ‘acién del excedente econémico, tanto en términos sectoriales como ferriteriales” (De Mattos; Montevideo, 1989, pégina 66). En otras pala. bras, cualquier experiencia de desarrollo local aisiada, pese a que puede asumir, en su efectivizacién, una definida posicién trarisformadora de log nismas bases de funcionamiento del sistema econémico-soclel dominan. te, no es capaz de producir en si misma tal modificacién estructural en tanto no afecte ni la relacién de poder ni los intereses de los sectores dominantes a escata nacional o internacional. Podré, tal experiencia, re- mover importantes barreras estructurales locales, pero de ningin modo incidir ni producir alteraciones en las relaciones de poder a nivel del con. Junto del modelo de acumulacién global. Incluso quienes todavia en loc tiempos que corren siguen atribuyendo a la descent 0" é n de la democra- ‘ar las relaciones de poder, reconocen sus * Es que la realidad ha ido imponiendo, luego de quince arcs El enfoque de! desarroo toca! de vigencia de las practicas descentralizadoras, evidencias incontroverti- bles acerca de la poca repercusién que el citado proceso provocé e sociedades latinoamericanas en términos de sus ebjetivos iniciales. Gescentralizacién en algunos casos ha aumentedo Inequidades territoriales sera necesario seguir descent mos subnacionales para mejorar las condiciones de vida de la po- blecién, o esto puede ser un motivo suficiente para volver a centralizar el poder?” (Montecinos; Santiago de Chile, 2005, pégina 85). Lo menos que Se puede afirmar es que, luego de destacar los valiosos avances que la descentralizacién ha provocado en la vida democrética de los paises del continente y la mejora de. la situacién de los que se Incorporaron a la Gitada estrategia, la reflexién transcripta coloca al autor de la misma en tuna posici6n muy débil para seguir sosteniendo las bondades de su pro- puesta, En segundo término creemos firmemente, en consonancla con lo arri= ba expresado, que cuziquier estrategia de desarrollo local, para ser eff- 22, debe estar inscripta en un proyecto de desarrollo nacional y/o regio- nal que la incluya, le otorgue limites y la haga compatible con un progra- @ abercativo de toda la sociedad global. Es decir, es preciso que, al -mpo que se postulan cursos de accién plenificados a escala local, los mismos, para ser realmente efectivos y no sufrir restrieciones significati- vas, deben estar'siendo instrumentados en sintonia con un proyecto de desarrollo del sistema global, que apunte a poner en vigencia decisiones animadas por los mismos objetivos y aspiraciones de la iniciativa local. De lo contrario, por mas respaldo y apoyo que obtenga de la comunidad 'ccal, el plarirespectivo indefectiblemente encontrara trabas insalvables en sectores destacados de la estructura de poder nacional y perderd efec- tividad, por las abiertas contradicciones que lo enfrentarén con los inte- reses prevalecientes en centros de decisién -nacionales o internaciona- les~ de mucha mayor influencia y capacidad de imposicién de sus metas Que el local Entercer lugar, es imprescindible que fos planes que se autodenominan “estratégicos” respondan efectivamente a los perfiles de la metodologia Que originariamente los introdujo en el escenario territorial y que garan- en varios aspectos indisolublemente unidos a su disefio e implementacién: 1. Ser participativos, en el sentido de que la presencia de le sociedad local se formalice de acuerdo a la representatividad real de los sec- tores sociales que la componen y que tengan prioridad para ser atendides las aspiraciones de aquellos sectores mas afectados por el deterioro estructural de su calidad de vida y de su capacidad para captar excedentes generados en el éreaj 55, Dessrralo local El enfoque del desarrollo local -ar la revisi6n permanente del proyecto apoyado por los sec- iayoritarios arriba identificades, con activa presencia de los directamente beneficiados, a fin de corregir 0 encauzar el rumbo de la estrategia de modo que la misma no se desvie de sus objetivos originales; 3. Priorizar la puesta en marcha de iniciativas del sector puiblico acor- dadas con los sectores sociales mayoritarios a fin de avanzar en la consecucién de objetivos que clerren la brecha social que hoy estd instalada en los centros urbanos, con fuertes desigualdades de in- greso, riqueze y poder; y finalmente 4. Constituir experiencias replicables en otros émbitos territoriales del dad social sea un objetivo alcanzable, podré ser apreciado como una herramienta digna de ser imitada a nivel del sistema econémico nacional en su conjunto. io de este apartado afirmabamos que pese a las objeciones levantarse a la aplicacién de planes estratégicos a nivel local por la serie de limitaciones comentadas en este mismo texto, éramos partidarios de tal modalidad de programacién del desarrollo por su perfil Participativo, flexible, con alto contenido politico y por su capacidad de mostrar avances significativos, a escala de los émbitos locales, de otro modo de gestionar el Estado. Al respecto, estimamos oportuno incorporar otra condicién esencial pare que el Plan Estratégico urbano tenga posibilidades de aportar a la construccién de sociedades locales con una escala de valores basada en la solidaridad, el reparto equitativo de lo producido, el ataque frontal a ta pobreza y un'empefio firme en incrementar la provisién de bienes pit 0s no onerosos a la mayoria menos privilegiada de la sociedad. Como asumimos que el requisito de la cobertura nacional y/o regional no esté presente, tal cual es el caso argentino actual, deben estimularse, con la maxima premura posible, estrategias destinades 2 suplir, aunque mas no sea en limitada magnitud, Ia citada carencia. Asi, es preciso instrumentar la creacién y creciente consolidacién de redes estables, de fuerte capacidad de interaccién, constituidas por los centros urbanos que adhieran a la adopcién de planes de desarrollo que respeten los principios arriba enunciades, Esas redes pueden asumir un singular protagonismo, ya sea para evitar initiles competencias por recursos entre los ejecutores de cada plan urbano © para posibilitar el lanzamiento de proyectos com- partidos, que aporten sinergla a los mismos y reduzcan todo tipo de costos, dada la complementariedad obtenida por el esfuerzo comin y concertado. Esta tarea articulada a través de las redes propuestas tendré mayor poder negociador dentro y fuera del pais tanto para lograr que las iniciativas contempladas en los planes se implementen como para obte- ner financiamiento adecuado. El espacio que se podria abrir, de establecerse redes de alcance nacio- nal entre las comunidades locales embarcadas en proyectos de reat trans- formacién de las condiciones de vida de las poblaciones afincadas en ellas, es de alcance insospechado. Ello no solamente seria destacable en ter nos de los beneficios econémico-financieros que depararia la accion colec- tiva_en un franco propésita de cooperacién Interurbana; las ventajas se trasladarian a la emergencia de un proyecto politico alternativo, con poder ¢ influencia cada vez mayor, que mostraria a la sociedad otro modo de n del accionar del Estado. Al mismo tiempo, abriria los cauces participativos a porciones crecientes de 6 que se ex: presan a través de la planificacién estratégica y que usualmente carecen de voz y presencia activa en el proceso de toma de decisiones en el campo de las politicas que las involucran. Disputar el poder desde un escenario urbano aislado es una aventure imposible, Avanzar en verificar si los cam- bios esperados son posibles es, desde ya, un logro indudable. Ei caso de Rosario es paradigmético al respecto. Las profundas trans formaciones en la atencién de la salud de la poblacién local, la ampliat singular y la valorizacién ante la sociedad local del espaci desconcentracién en la orgenizacién territorial del sector puiblico muni 's programas de vivienda populer, la creacién de fuentes de empleo residente pare demostrar que otra manera de gestionar el Estado, con ‘amplia participacién popular, es posible. Pero tamafio esfuerzo colaborativo entre gobierno y saciedad no ni las tasas muy empleo y subempleo, la difusién inédita de la pobreza y I ierre de num ‘émica nacional escaparon, totalmente, a la posibilidad del Estado local de impedirlas o limiterlas. El desarrollo local, entonces, por més valiosa que sea la se adopta, no puede sustituir la ausencia de un proyecto contemple una transformacién estructural del régimen de acumu hoy imperante. A lo sumo, si va en la direccién deseada, podrie limitar Sus impactos negativos y avanzar en los espacios de libertad que la ges- tién global del Estado le permite manejar. Por ello es totalmente reco- publico, la 57 58 Deszrrollo local mendable que esté vigente en todas aquellas cludades en donde sus habitantes consideren factible su instrumentacién. Serviré como herra~ mienta para modificar manifestaciones relevantes de la vida urbana coti diana y como laboratorio concreto de una nueva experiencia alternative Ge gestién social Bibliografia Arocena, José. "Descentralizacién e iniciativa: une discusién necesaria’. En Cuadernos del CLAEH, N° 51, Montevideo, 1989, ly, Claudio. *Planeamiento estratégico: équé hay de nuevo en la préctica del planeamiento urbano?". 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