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LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION pr la toma del poder por los bolcheviques (25 de octubre de n el viejo calendario), el peso principal en la diregs politica cultural, artistica y educativa del joven Iige recayé durante 12 anos sobre los hombros de sky, primer comisario de Educacién della Reptiblica Soviétiea)Lunacharsky legs a este puesto tras ree correr en a politica revolucionaria y en la vida intelectual im largo camino, sembrado de los duros obsticulos y sufrimientos (prisién, miseria, exilio, etcétera) que la Rusia zarista reserve ba a los que —con su actividad teérica y préctica— la combae tian consecuentemente. En ese camino no siempre marché junto a Lenin y los bolcheviques. la derrota de la revolucién de 1905-4907, anos de implacable represion y di revolucionarias, asf como de decadencia y pesimismo entre los intelectuales QUE hasta entonces habfan sido sus “compafieros de ruta’, Se pro duce un intento de revision del marxismo. Se manifiesta 6316 en la publicacién de la recopilacién Ensayos sobre la filosofi@ del marxismo (1908) en la que colabora Lunacharsky con til estudio titulado “El ateismo”. Con aires de renovacin ¥ bal : c intenta revisarlo ene través de sus varia protesias di espiritu d tes rusas, particularmente el Lenin salié al paso de esta revision de las bases de la fil080 marxista poniendo al desnudo el postulado —idealista subjell {como sti médula reaccionaria. En cua al articulo de Lunacharsky, senalaba la afinidad interna enife vo— de que partia su “divinizacién del potencial humano supremo” y el cones to de experiencia de Bogdénoy. Las ideas de este titimo ee cian a la sazén una fuerte influencia sobre Lunacharsky, de due no habria de librarse hasta después de Ia Revoluctil Octubre LUNACHARSKY ¥ LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION. 153 Las diferencias de Lunacharsky con los(G@IEheviguee, enc Ipezados por Lenin, no solo se manifestaban en el plano filos fico, sino también en el de la tictica politica a seguir en aquel riodo de dura ofensiva de la reaccién. Como los demas miem- ros dl grupo otzovista (del ruso otocvat, “retirar”), en con- fraste con la tictica leninista de utilizar todas las formas de jucha, propugnaba la retirada del Parlamento y de todas las or- ganizaciones legales y semilegales, incluidos ios sindicatos. En los afios inmediatamente anteriores al gran octubre, Lu- Iacharsky se aproximé cada vex més al partido bolchevique, en Ieuyas filas fue admitido de nuevo al regresar a Rusia después in este campo, su interés no se agot6 en un plano puramente Tip, lo vemos como animador de circulos de la cultura proleta fia, y a medida que se acercan las jornadas de octubre va ma durando en él la idea de fundar una gran organizacién de la cultura proletaria que canalice los esfuerzos del proletariado Dpor In creacién de una nueva cultura. A este respecto hay que Teconocer que, ya desde 1909, elaborar una teorfa de la “cultul Mo no era compartide por Luna tn defender, pese a su signo de clase pasado. La idea de Lunacharsky de crear una organizaci6n cultural: dnov habla comenzado a roletaria” cuyo radicalis: ky, siempre interesado es culturales del fducativa del proletariado (Proler-Kult) cobra realidad con la felebracion de una conferencia, convocada precisamente por él Gomo presidente de la comisién cultural-educativa del Comité lel Partido en Petrogrado, La conferencia termina sus labores #119 de octubre de 1917. Una sema: 26, se anuincia en cl II Congreso de los Soviets el nombramiento de Lunacharsky como comisario de Educacién. De este modo, Pasa de la direccién de un organismo local (el Prolel-Kult de Petrogrado, d Ya, Ia esposa de Lenin) a la direccién de la politica cultural y después, exactamente el cién que comparte entre otros con Krupska- 154 CCUBSTIONES aRrisTicas ceducativa de un inmenso pais en condiciones histévicas y gg ciales absolutamente nuevas. Con ello, se abria ante aquel apa sionado estudioso de las artes un horizonte grandioso, perg preiado de enormes dificultades y problemas. olet-Kult habfa nacido, como acabamos de ver, no en gf Estado (burgués), sino contra el Estado mismo, pues solo asf Podia contribuir a la creacién de una nueva cultuira, Pero, al nacer, respondia igualmente a la idea de! que el proletariado deberia no s6lo contar con su propia orgas nizacion politica, con su partido, sino también con su organi zacin cultural propia, paralela pero auténoma. El mismo Lunacharsky habria de reconocer, ya desde cl poder, la pater: nidad de esta concepeion: “Yo, desde el principio, apunté aqui hacia un total paralelismo: el partido en el terreno politico, el sindicato en el econémico y el Profer-Kult en la cultura” (p. 68) Pero en tanto que ¢! traté —con espiritu conciliatorio— de paliar después la reivindicacién de esta autonomia absoluta respecto del partido y del Estado, los dirigentes del Prolet-Kiult Sone weno guage siguleron a indola categ6ricas Después de la Revolucién, Lunacharsky reconocfa que m6) podia considerar de la misma manera que antes las relaciones entre el Prolet-Kult y el Estado (0 sea, el Comisariado de Bde cacién). Sin embargo, seguia consicerando que la misién ya labor del Prolet-Kult cran importantisimas en a elaboracim de las nuevas formas de la cultura y del arte, a cuya difusiém habria al, Esta tesis sobre la fur de suscitar nies y el partido. La tarea de dirigity desde el Comisariado de Educacién, el amplio y complejo fren te cultural rebasaba las tareas que el Prolet-Kult se asignaba@ si mismo y que mas radicalmente asignaban Bogdsnov, Lebes dev-Poliansky, Pokrovsky y otros ditigentes a una organize cidn en cuyo nacimiento él habia desempenado un papel taf relevante de Anatoly V. Lunacharsky, Blarte la rvoluei, Gril, col. Teoria y PA Xis, México, 1975, para el cual fue escrito como prologn el presente texto LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE Y LAREVOLUCION. 155 Pero para comprender y calibrar la labor de Lunacharsky desde que se pone en sus manos el timén de la nueva nave, y yalorar asimismo sus trabajos de esa época,? hay que detenerse qunque sea brevemente en el contexto hist6rico-social en que se desarrolla aquella labor y en el que se producen dichos tra- Ib nuevo Estado sovitico tiene que librar grandes botallas sin que disponga, para vencer en ellas, de tacticas prefijadas ni de estrellas orientadoras de luz fija, En los diversos frentes. —econémico, politico y cultural— esas batallas tienen que ser fibradas, a su vez, en las condiciones especificas de un pais po: 0 desarrollado econémicamente y atrasado en el orden poli fico y cultural. Por una serie de circunstancias objetivas —cla- fl poder burgués y de inic de una nueva sociedad sin explotadores no se cumplia et condiciones historico-sociales que Marx y Engels habfan su- pucsto, sino en las de un pais atrasado que ve asimismo mul- tiplicadas las dificultades y limitaciones propias de su atraso ppor la intervenci6n extranjera y la guerra civil. Son ésas las ‘eondiciones en las que Lunacharsky tiene que encauzar —en el erreno de la educacién, de la cultura y del arte— Ia titaniea Jabor del primer gobierno obrero y campesino que conoce la historia, El atraso secular de ese inmenso pais pone sobre el ta pete como tarea vital, indispensable y urgente superarlo lo mas pronto posible en todos los érdenes, particularmente en el eco nomico. Pero también es vital esa superacion en el campo de Ja cultura, pues el socialismo exige una verdadera revolucion cultural y, dentro de ella y, en primer lugar, la tarea de incor porar las amplias masas —incu bbetas—a los bienes de la cultura, incluidos los del arte. Masas, la revoluci6n se encuentra desde el primer momento 2 Parte de los cuales se recogen en el volumen de Anatoly V. Lunacharsky cede cit 56 CUESTIONES ARTisTICAS dentro del pais con la existenciay el apoyo de una brill yade de artistas a los que se suman los que regresan a Re deslu idos por el sol de la revoluciGn. Entre unos. a dieters, que constibajen ol destacamall dea vanguardia artstica europea, enla que billan con una intensa y propia. Elos, como sus compatteros de lava dia europea, habjan trocado la libertad de una vida bohetmigg ‘rmaldita" por el cautiverio del mercado, pero ahora se email traban ante una situacion nueva que la vanguardia eure Sin embargo, el reconocimiento de esta coincidencia dei tereses no signifga que todos ellos la interpretaran de lal ma mane as que solo vetan en la revolute gr su libertad de creacigay rtira, La revoluell te tol, ola marco mas adecuads con ello, su potencial di habria de servirles para poder revolue como pura actividad espiritual, independiemtemente de las encias practicas de la realidad y de las masas. Asi sucedfa con Kandinsky y el suprematismo. Otros, en cambio, querfaim hacer del arte ia voz de la revolucién (Maiakovsky) 0 inte arlo como rama de la produccién en la transformaciém del mundo circundante que la revolticidn iba a llevar a cabo (conse tug a products, gon nombres como egg tun modo u otro, relacionaban el arte y la revolucién, al mige mo tiempo que rompfan con el arte figurativo, tradicional estaba el sector —apagado y minoritario a la sazon— de IOs epfgonos del viejo realismo, mal dispuestos a relacionalse con la revolucién y menos aiin a servirla, Pero el gran problee ma para el naciente poder sovietico era, en ese aspecto, BO cn una relaciém 920 Lunachas= Sovietico, $8 ner ambos términos —arte y revoluciéy mutua, tal como justamente lo expresaba ky: “A un Estado revolucionario, como el le plantea asi la e: la revoluci6n dar algo al arte y puede el arte dak volucién?” (p. 17! LUNACHARSKY ¥ LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION. 157 Cicrtamente, la vanguardia artistica rusa ya no podia ser lo que eva su coetnea en Occidente, enclaustrada en el mercado Wylas ealerias privadas. Y no podia serlo por el simple hecho de Ja existencia misma de la revolucion. Cierto es que un sector e esa vanguardia concebia su relacién con la revolucién como acabamos de ver— de yp modo unilateral: servirse de fla para revolucionar el arte staban también los que iguerian servir a la revolucién con de tal modo que la bolicién del mereado y de las galerias p farlo a las calles, a piiblica, hack Maiakovsky—“de las calles su pincel, v de las Yestaban asimismo los que aspiraban a servir a la revolucién fon cl arte sin que dejara de ser arte 0, mas exactamente, de- Jando de ser lo que hasta entonces pasaba por tal (reivindica: tion de la muerte del arte, planteada vigorosamente por los eonstructivistas). En tanto que la relacién unilateral entre arte y revolucién Hracia a un lado las exigencias de la nueva realidad y descartaba Ta intervencién de las masas, la relacién mutua antes apunta- da —anhelada tanto por Lunacharsky y otros dirigentes polit €0s como por un sector importante de la vanguardia— re ¢lamaba necesariamente tomar en cuenta esas exigencias y la intervencién de las masas, pues Gnicamente ast podia consi —como dec as su paleta derarse que la revoluci6n no sélo sirve al arte, sino que el arte Sirve también a la revolucién. Sin embargo, esa relacién tenia Aue buscarse en el contexto hist6rico concreto que hemos apun- tado antes, de las condiciones especificas en que se produce la fevolucion y de atraso general del pais y de desamparo casi to: fal de las masas incultas y analfabetas. Esas condiciones y ese atraso determinaron en la URSS el terreno, el eauce, las posibi- Tidades y, en gran parte, el destino posterior de las relaciones ntre el arte y la revolucién, y con ellas entre el arte y las masas. artistas de izquierda —como se denominaban a si mis jue querian servir con su arte a la revolucién—hacfan Ja necesidad de arrasar el pasado artistico, inchui- clasica, y, en algunos casos, se rebelaban in- Gluso contraelfarte. Su voluntad verdaderamente titanica de Fuptura e innovacién tendia a crear un nuevo lenguaje con el ue pretendian hablar a las masas. Un didlogo de sordos se des (CUESTIONES ARTISTICAS ues las masas no podian entender ese nueyg lengua los artistas no podian comprender g para llegar a ellas, an condenados a emplear un lene guaje ya gastado, tradicl i No faltaban voces que, en uno y otro lados, pretendigy mantener tendidos los puentes, 0 sea, no cortar 10 nueva que no gustara e incluso aunque se pensara que la alianza en tre el arte y las masas no habia de pasar por las innovaciones del futurismo y el constructivismo; esto significaba admitip —como admitia Lenin y, sobre todo, Lunacharsky— que el ag te nuevo debia tener su espacio propio y que las diferentes tendencias debian convivir dinamicamente sin pretender que una de ellas tuviera el aval exclusivo del partido (tesis de la resolucién del Comité Central del partido de 1925). No hay: «que renunciar a lo que hoy no puede ser entendido, se pensargl desde cl campo ya angostado, pero atin no agostado, de la va jardia. Maiakovsky diré, un tanto calmadas —o quiz més exacerbadas— sus ilusiones de los primeros aftos revoluctonaa rios: “La comprension tiene que ser organizada”. Pero gentone ces qué queda hoy —y no en un futuro incierto— de la necesie Gad que él mismo y los artistas de izquierda habian reconoeida de aliarelarte y la revolucion? trastaba con aquell de la revoluetnh de hacer del arte un “agitador” ante las masas, Era de hecho el nto de una impotencia en cl intento de que ella fueran un elemento indispensable de la alianza entre el artey las masas. Significaba que hoy por hoy, mediada va la primes ra década revolucionaria, la relacién arte-revolucion no pod pasar por las masas, pero esto no debia ser un factor negativ® en la cuenta del arte ni de la revolucién. El arte podia espera a las masas, mientras se organizaba la comprensi6n estétieal que lo haria stil para cllas el dia de mafana. Pero la rev@ luci6n, que necesitaba de todo para movilizarlas, para clevarstl conciencia, épodia renunciar al arte cuando su propia existemy cia estaba amenazada por la intervenci6n, la guerra civil ¥ cerco capitalista? Tal era el dilema a que debicron enfrentase 1no s6lo los dirigentes politicos revolucionarios —como Luni charsky— sino los artistas que querian servir a la revoluclOli LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE YLAREVOLUCION. 159 lo la impotencia de su arte nuevo, de su nue- Hjncluso reconoci ie para responder a las necesidades mas inmediatas. Lunacharsky y, eh general, los dirigentes bolchevi we elarte y la revolucién en una relaci6n de servicio mutvo a su ver que ese servicio que el arte xia y debia presta fa ser diferido, pues se tra- fio de un necesidad indispense6M@Bar tiempo al tiempo, sf ra que en el curso de ka revolue aya claborando el nuevo lenguaje que hoy las masas no J revolucién necesita del arte, ¥ Ia satist dad no puede esperar. Tal era en gc Lenin y otros dirigentes bolcheviques, entre ellos Lunacha Abora bien, si cl arte tiene que servir a la revolucion, y ésta ha de ser servida con un arte que movilice a las masas cuyo atraso no se cans Lenin de tener en cuenta, ese arte ha de ser los ojos de los dirigentes bolcheviques— un arte de con- fenido ideolégico y de forma accesible a ellas: el proceso de Fevolucionalizacién del arte, primordial para los restos de la Vieja vanguardia,artistica rusa, no puede dejar de tener su Espacio propio.(PRk —sin ser excluido— tiene que ceder ante las exigencias perenorias de poner el arte al servicio de la re yolucidn, y no preci ie con un lenguaje —como el que buscan los artistas de iz .— inaceesible a las masas, sino sje que ellas puedeRentender y que, en las condi siones especificas en que Se encughitran en esos primeros anios del poder soviético, no ro que un lenguaje tradi sional. Tal es el plano real, al margen de todo suefo y utopia, €n que se dan las relaciones entre el arte y la revolucién. Para lun politico revolucionario practico, como Lenin, esa situacién Feal cs evidente. Para Lunacharsky, sin embargo, la vision de Ga realidad no deja de estar empantada, como veremos, por ambiguedades y contradicciones. Teniendo ante nosotros el fondo hist6rico-social en que se esarrolla la politica cultural y artistica que toca a Lunachars BB dirigir, y una vez trazada, aunque sea con rasgos generales, Ta actitud de Lenin y de los dirigentes bolcheviques, de un la- la de los artistas mejor dispuestos a servir-a la revolucién, tro, podemos seguir mas de cerca la trayectoria y posicio: es de Lunacharsky en los primeros aftos de la revolucion. 160 CUESTIONES ARTISTICAS. Veamos, en primer lugar, su actitud hacia el Proler-Kult, Yq sabemos que Lunacharsky habia sido uno de sus fundadoreg cen los dias inmediatamente anteriores a la toma de poder. Bl Prolet-Kult conté después, gracias sobre todo a su apoyo ents siasta, con grandes facilidades para llevar a cabo su labor en ton do el pais. 0, la actitud de Lenin y otros dirigentes del partido, entre sky, fue mas bien de adhesin eau telosa. Su cautela prove spcion misma de la euk tura proletaria, forjada sol p mais impor= tante, Bogdénov, y sostenida contra viento teéri¢os prolet-kultistas como Arvatov, Kuchner ¥ " Era la coneepcién de la cultura proletaria como cultura nugs va, especifica, que tocaba construir al proletariado rompienda radicalmente con la cultura del pasado y, especialmente, com la herencia clasica. Las masas no podian estar ausentes de este proceso; pero, a juicio de los tebricos de la “cultura proletaria’ a ellas correspondia asimilar las nuevas formas que, en el sen@ del Prolet-Kul, en sus laboratorios 0 “invernaderos’, habrian de forjarse para llevarlas a ellas. | Prolet-Kult trabajaron los mas grandes escritores ¥ aquellos afios: Maiakovsky, Eisenstein, Meyerholdy etcétera, volet-Kult publicaba mas de 20 revise los centros de trabajo de todo el pais, pasaban del medio No cabe duda de que sé trataba de un movimiento pujante tanto en el plano de sus rea= lizaciones como en el de st influencia de masas. Pero los pre blemas que suscitaron su orientacién y, sobre todo, su empele en autonomizarse plenamente, le llevaron a un conflicto con a partido que si bien no acarreé su supresion mermé considers blemente su influencia es de una culsuraproletria espectica, pars, Kasai ida por Lenin y Trotsky. Para el primero, el problema central era la superacién del atraso cultural y, en esta via, la asimila= cidn de Ia herencia cultural del pasado; para el segundo, 04 reefa de base la pretensién de construir una nueva cultura proletaria, en el periodo de la “dictadura del proletariado". La posicién de Lunacharsky era, en cierto modo, intermedia compartia el proyecto de crear una nueva cultura, proletatile pero acto seguido reconocia que para ello el proletariado debla LUNACHARSKY ¥ LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION 161 mente pertrechado con la cultura de toda la hu- mani 71). En este punto, se separaba de los teéricos fmuis radicales del Prolet-Kult, partidarios de hacer tabla rasa de la cultura burguesa del pasado y cle rechazar la herencia de Jos clisicos, y se acereaba a las posiciones de otros dirigentes como Lenin y Trotsky. Pero el punto que suscit6 mas graves problemas para cl Pro- [et Kult fue su pretensién de autonomia absoluta respecto del partido y del Estado. En este terreno, la actitud de Lunachars- ky, aunque comprendia que cl problema de las relactones no se podfa abordar como antes de la existencia del poder sovig- fico, no ¢s tan clara y categérica como la que sostiene Lenin [fesis sobre la cultura proletaria, 1920). Por no haber expuesto fn el primer congreso del Prole-Kult de un modo categorico su posicidn (la de someter el Prolet-Kult al Comisariado del Pucblo de Educaci6n), encargo que le habia dado Lenin, y por haber hablado, en cambio, sobre esto “en forma bastante con- éiliadora”, como él mismo reconoceré mas tarde con estas pa- labras, tuvo que sufrir un “rapapolvo” de Lenin. Todo esto vie- ine a demostrar hasta qué punto Lunacharsky se acercaba por Un lado (en el problema de la asimilacion de la herencia cul al del pasado) y se alejaba por otro (en el problema de las laciones orgénicas del Prolet-Kult con el Estado v el partido) respecto a las posiciones dominantes en la direccién del par- egg reisee », también en otros puntos, Lunacharsky daba muestras de esta dualidad o ambigiiedad de sus posiciones. Asf, por ¢jem- plo, fue bastante sensible a la biisqueda y realizaciones de los Artistas que querian contribuir con el arte a la transformacién del medio que nos rodea (el arte que él llamaba “industrial’) *En la transfiguracién material del mundo, el arte desempena Un papel en tanto y cuanto da una forma bella a los objetos de Uso cotidiano y a los elementos del medio” (p. 186). Esta ali 4a del arte y la industria sin climinar la utilidad, desde el ding lo de la economia, de la produccién, le permite considerarla desde otro punto de vista: el de la relacién estética. Luna- harsky no sélo comprende la importancia de estas realizacio. 162 CUESTIONES aRristicas con la creacién del viuTemas (Talleres de Ensefianza Superiog de las Artes y las Técnicas), institucién ejemplar que por sug grandes logros se anticipa en el tiempo y supera el famosg Bauhays{ Sin embargo, se niega a reducir el arte a la produccién como fpretenden los teéricos Arvatov y Kuchner, o artistas como Tatlin, Rodchenko, eteétera, y, sobre todo, rechaza categoricae mente la concepeién de los productivistas, que conciben la relae cidn de arte y produccién como simple produccién de objetog utiles a la vez que niegan, como una actividad especulativa, gf arte de un Malevich y, sobre todo, el arte anterior pen definitive razén desu negativa a esta reducta y, sobre todo, de este rechazo es la prioridad que él concede al arte como expresién de ideas-y emociones, 0 arte “ideolégiee™, como le llama; es decir, el “arte orientado hacia el conocimiens to de la vida, y a ejercer upa influencia sobre ella a través de los sentimientos humand ast hay que buscar Ta forma adecuada te cumpla ese fin, es decir, hay que recurrir “a la ple del arte”. Y esta forma es —para él— la fore c es “aquella que el proletariado comprende® uunacharsky llega.a la conclusion de que el realismo —en virtud de su comprensibilidad— se impone como la expresion mas adecuada para hacer llegar el mensaje ideo légico a las masas sky podria interpretarse en un senti= Je arte ideolégico en una si- de la relacion entre el arte y las masas podria explicarse -s hist ricas concretas de su baja formacién estética cayendo do estricto- tuacién dada; por otro la han y construyen su vida €& 4), De este modo, dando a Ia tesis natural entre realismo y socialismd mos culminar, profundamente teorizada © convel= tida en arma de regimentaci6n y burocratizacion artistiea®: LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION 163, en cl realismo socialista, aunque, desde luego, éste no signifi- eaba propiamente la unién propugnada por Lunacharsky sir de esa prioridad del arte ideoldgico y de la posicién ¢ su forma realista, Lunacharsky arremete contra ente de Izquierda de las Artes) y otras ia artistica rusa, a la que ve na rama del vanguardismo bur- ucvas inflexiones que —como demostraban la poesfa de Maiakowsky, la arquitectura de Tatlin, el cine de Eisenstein o el teatro erhold— podian pro- ducirse en ella bajo el impacto de la revaluci6n. Sobre el fut rismo se expresa de un modo tajante: “Creo que el camino del arte del pasado al arte proletario, al arte socialista, no pasa por el futurismo” (p. 116). Sus juicios sobre el constructivismo, sobre Tatlin y, en particular, sobre su proyecto de Morumento 4 la II Internacional nos parecen lamentables y demuestran hasta qué punto dominaba en él un gusto conservador, cla- sicista 0 un enfoque unilateralmente realista. Bien es verdad que al expresar con toda franqueza esta actitud negativa hacia Jas nuevas aportaciones de la vanguardia, él no pretende como, en general, no pretendian Lenin ni los dirigentes bol- cheviques de esos afios— que esa actitud, ese gusto, se tradu- jera en medidas administrativas, y menos atin en actos coerci- tivos. Asi, después de haberse pronunciado en términos duros con respecto al futurismo, agrega de inmediato que ésa ¢s su opinién personal y que “de ella no se puede deducir que el arte futurista no debe ser divulgado” (p. 116). La actitud teérica de Lunacharsky hacia el futurismo y otras manifestaciones vanguardistas se manifiesta asimismo en el re hazo de la teoria de los formalistas rusos. De acuerdo con luna vision prejuiciada de stu método, llega incluso a descono: «er sus valiosas aportaciones al tratar de superar la dicotomfa de contenido y forma, y poner al descubierto la estructura for mal de las obras artisticas. Las limitaciones del formalismo son evidentes: su inmanentismo absoluto le Heva a estrellar Se una y otra vez en el problema de las relaciones entre el arte Y la vida social. Sin embargo, no merecia por ello una nega- cin tan radical de sus logros. Lunacharsky, al examinarlo, va manifestaciones pura y simplemente c ues europeo, sin reconoc Mucho mas alli, 0 se queda mucho mas acd, que otros diri- 64 CUESTIONES ARTISTICAS gentes politicos de st tiempo que también se ocuparon de esta escuela, por cierto con bastante agudeza, como Trotsky y, afiog mds tarde, Bujarin sus recafdas en la doctring plejanoviana del arte com ocial” no le podia pete mitir captar una teorfa y un método artistico que justamente al fijar Ia atencién en la complejidad de la estructura formal, lejos de abolir el problema de las relaciones entre arte y Soe ciedad, venian a demostrar la complejidad de esta relaci6n, la riqueza de sus mediaciones y la dificultad de ponerlas al dese cubierto sino son vistas en y desde la estructura formal misma Pero en Lunacharsky encontramos, junto a su intoleraneia te6rica en el plano estético, una tolerancia politico-préctiea que hemos visto ejemplificada en su actitud hacia el futurise mo. ¥ no sélo eso: incluso st cerraz6n a las realizaciones de Jos artistas “de izquierda” en cuanto implican una desviae cién de su funcién ideol6gica, no le impide captar e impulsar desde el viuteMAS la contribucién del nuevo arte a la transfor macién del mundo que nos rodea, al aliarse con la vida cotfe diana. Bése.a su latente sociologismo, Lunacharsky dice cosas de gran hoy dia acerca de la situacién del arte en lag oduccién capitalista, y el papel de ésta em ¢ incluso sobre ia naturaleza propia: condiciones, la produc de la creacién artistic: Asi ocurre, por ejemplo, al enfrentarse al fendmeno de Ia! aparicién del cezanismo, Aunque rinde tributo a cierto esque: mma sociologista (el cubismo con su tendencia a la organizaciom como expresién de la tendencia de la burguesfa francesa de fis nes de siglo a organizarse y superar los intereses individuae les), ello no le impide apuntar agudas caracterizaciones que no pueden dejar de suscitar nuestra aprobacién: [od Un verdadero pintor debe expresar Ja potencia de las cosas verdaderamente un nuevo mundo, que debe ser mejor que el aque vemos, Para el cezanismo, el artista no slo es un hombre que expresa el mundo, sino que debe ser un creador que ditige nest ‘mundo hacia un mundo nuevo [pp. 236-238] Ciertamente, si Lunacharsky hubiera dado a esta tesis Uff aleance mayor se habria librado de caer en el esquematisme LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION. 165 sociologista que reaparece en él junto a afirmaciones como la que acabamos de transcribir jo predisponia en Lunacharsky a encontrarse en una si- ¢ constante conflicto: por un lado, su formacién cla- ional en un mundo en revolucién que él como habia contribuido a forjar; su ape- a de la herencia clasica, y, por otro, su ‘entes estéticas que detestaba, e in- cel viuTeMas) su impulso hacia pectos innovadores del arte: Por obra de estas actitudes diver- sas que en él se conjugan, Lunacharsky se va a encontrar bajo el fuego cruzado de criticas opuestasfMientras que los dirigen- {es del partido le reprochan ser demasiado complaciente con Jos iconoclastas del arte del pasado y¢on las innovaciones al margen de las masas, y adoptar una aetitud conciliadora fren- fe a los que pretenden sustraer la gonstruccién de la nueva cultura, proletaria, al Estado y al partido, los artistas de “iz- quierca” le critican su fervor por la herencia clisica y la cul- {ura del pasado, incompatible con el nuevo arte proletario, y Je reprochan su apego a las formas tradicionales, realistas, de expresién Y, sin embargo, no obstante estas criticas cruzadas, Luna- charsky permanece en su puesto, si bien en condiciones cada ez més dificiles después de la muerte de Lenin. Si este pri mer comisario de Educacién del gobierno de los soviets ha Podido serio, sobre todo en los primeros anos, es porque él Con sus propias contradiceiones ha encarnado perfectamente la politica cultural y artistica del nuevo régimen en todo un Petiodo, Méviéndose entre exigencias opuestas y dificilmente Conciliables) marcando el paso entre la utopfa vy la realidad, Lunacharsky ha sido el mejor intérprete de una politica que él mismo ha expresado con estas palabras: procurar “como hasta ahora, en la metlida de sus fuerzas, conscrvar lo mejor del vie~ jo arte, va que.gu asimilacién es imprescindible para el des: arrollo de las rfigsas, sin impedir nunca el desarrollo, aunque Sea dudoso, para no cometer errores en este sentido y no destruir algo digno de vitir, aunque todavia sea joven y dé- bil” (p. 183). Los textos de Lunacharsky, en esos primeros afios de la re- 166 CUESTIONES aRTisricas volucién,? abordan cuestiones de arte y de la literatura. 0 que se enfrenta serenamente a ciertos pi niento, de su gabinete de estudio; son ante todo los de un politico que tiene que hacer frente a imperiosos, agudos y complejos prox blemas practicos en el curso de una gran experiencia hist6riea que no tiene precedente: la de construir una nueva sociedad, y con ella una nueva cultura, aliando en este proceso el arte y la revolucién. in ellos vemos planteadas de una manera viva, porque los problemas vienen de la vida misma, las relaciones entre el arte yilayrevoluci6n, entre el arte y las clases, entre él arte y la politigayentre el arte y la produccién, entre el arte nuevo y el arte del pasado, entre el arte y la educacién, entrela libertad de creaciémy la férrea necesidad impuesta por la reac | concreta. 10 Lunacharsky han subrayado la libertad de creae no obstante su predileccién por cierta forma cro la vida misma le ha confirmado una y otra vvez, en las condiciones dificiles de los primeros aftos de la re= ar, adalid desde su juventud de la libertad, la libertad no es algo abstracto, que Ia idea de la libertad & c de la revolucién, y que und y otra tienen un contenido Cor También en el arte: no se puede plantear la libertad de creacién al margen del conteni do, de las vicisitudes concretas de esa libertad. Por ello, a los. cinco anos de revolucién, dice Lunacharsky: Nuestra aspiracién a la plena libertad de ereaci6n que florece [=] a través de la maldita necesidad, impuesta por la contrarrevoluciOn, de salvaguardar con la violencia precisamente este ideal, a través de la necesidad forzosa impuesta por aquélla, slo puede vishumbrar= se como el tenuc rayo de la luna entre las nubes [p. 108]. {Clara comprensi6n del carsicter concreto de la libertad de creacién y admirable reconocimiento del duro recorte que SU fre ella cuando pasa del plano ideal —el tinico en el que la Ve~ nera el filisteo— al duro plano de la realidad! Pero también e8 » Recogidos en el volumen citado: Anatoly V. Lunacharsky, Et arte y la e0= lac. LUNACHARSKY Y LAS APORIAS DEL ARTE Y LA REVOLUCION. 167 cierto que Lunacharsky nunea pretendié hacer de esta necesi- dad una virtud. Todos los problemas anteriores son concretos y, por ello, vitalmente practicos, piles a Lunacharsky lo que le interesa, en delinitiva, es ver coma éharte, sin dejar de servir- se él mismo de la revolucién, pued eontribuir a la construc cién de la nueva sociedad, formando, el@vando y educando la conciencia de las masas. Pero esta idea de servicio es, como hemos visto, la fuente ‘misma de sus conflictos y contradicciones. Lunacharsky trata- 14 de superarlos afirmando una linea de preferencias estéticas gue corresponde a las exigencias de la realidad y de su propia formacién cultural, pero al mismo tiempo aplica la politica —mantenida en general por los dirigentes bolcheviques— de no imponer a los artistas sus gustos y preferencias. Esa politi- ¢a, afirmada atin en 1925 por la resolucién del Comite Central del partido, permite el libre juego no sélo de esas tendencias, sino incluso de organizaciones artisticas opuestas. Pero esa politica es justamente la que se irs aboliendo a me- ida que se impone un proceso de burocratizacién de la vida social del Estado y del partido. Y a medida que se fortalece esta lendencia, que alcanzara su culminacién en los aftos 1932-1934 (anos de la disolucion de las organizaciones artisticas y de la proclamacién del realismo socialista como método oficial de Greaci6n), el papel de Lunacharsky se hard cada vez mas in- necesario en su preparacion. Todos los escritos y discursos de Lunacharsky, hasta su salida del Comisariado (1929) y su muerte (1933), hay que considerarlos a la luz. de los cambios ‘que se operan por entonces en la sociedad sovietica, particular mente en la politica cultural y artistica. Cierto es que también 1 hablar de realismo socialista en sus iiltimos afos; pero la ‘eoncepcién de éste —como una variedad de formas impuestas Por la variedad de la realidad misma—, que se asemeja un tan- toa la concepcién brechtiana, tendr poco que ver con la con- cepcién que se impondra de un modo dogmatico con Zhdanov. famente, Lunacharsky habia propugnado un arte ideo- logico, realista, capaz de movilizar a las masas, sentido dogmético coercitivo que habia de conducir a una po: Iitica artistica que tenfa poco que ver con la - El grave problema de lograr el encuentro entre el arte y las 16s CUESTIONES ARTISTICAS masas, que tanto le habfa preocupado en los primeros afios de la revolucién, parecia haber encontrado su soluci6n, desde la década de jos treinta, con un arte supuestamente realista ysou cialista que aleanzaba uma comprensibilidad masiva. Pero, cin: tamente, la solucién encontrada, a costa de un rebajamientoy simplificacién de las formas de expresi6n, implicaba un came bio en los términos de la relacién. En efecto, no era ése el arte que Lunacharsky habia buscado, ni eran estas masas —edue cadas en un culto académico a viejas formas burguesas de presién— las que él, por un camino complejo y contradictorig, habia pretendido buscar 1975

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