You are on page 1of 261
EDUARDO GARCIA MAYNEZ MIEMIRO DE El. COLEGIO NACIONAL, PROFESOR EMERITO DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO FILOSOFIA DEL DERG DECIMASEPTIMA EDICION EDITORIAL PORRUA AV. REPUBLICA ARGENTINA, 15 MEXICO, 2009 FILOSOFiA! DEL DENECHO 22 del legislador sean objetivos, o se diga que no es posible probar To sean, Tos destinatarios de las normas no. pueden dejar de. plan- tearse el problema de la bondad o justicia intrinsecas de las mismas, 3 falcios acerca Gel contenido de esas prescripciones 0, en gene- Tas de las fuentes formales, determinan ‘en buena medida los actos de obediencia y desacato y, por ende, la mayor 0 ‘menor eficacia de la én normativa. Si esto es ast, el estudio tarse al examen y sistematizacién de los preceptos que el poder pic blico considere obligatorios, ni en actitud sociolégica— a la compro- bacién de su eficacia; tendré también, para ser exhaustivo y deseu- brir el espfritu del sistema, que tomar’ en cuenta las finalidades per- seguidas por los ereadores’ de esas normas y, por tanto, los valores que a través de las tltimas pretenden aquélios realizar. CAPITULO I NOCION GENERAL DE ORDEN 1. DEFINICION Orden es el sometimiento de un conjunto de objetos a una regla © sistema de reglas cuya aplicaci6n hace surgir, entre dichos objetos, Jas relaciones que permiten realizar las finalidades del ordinante. 2. ESTRUCTURA ‘Todo orden presupone: @) Un conjunto de objetos; 5) una pauta ordenadora; ¢) la sujecién de aquéllos a ésta; d) las relaciones que de tal sujecién derivan para los objetos ‘ordenados; ¢) la finalidad perseguida por el ordinante. 3, NOCION DE “OBJETO" Empleamos el término en su sentido mis lato, que es el que le da la logica’ Designa, en consecuencia, todo Io susceptible de recibir ‘de pensar. No hay, pus, en principio, abslutamente neda que no (Cgica, Wad. de | ‘Aires-Méico, pis. 13), ‘whumen ttulado. Untersuchungen 4“ rivosoria, NEL. nERECHO Wn pried cata. No et, es Unitado a ns, nt x ole 0 de cualquiera otra especie, Bajo él caen incluso. “imposible camo el “euadsndo redondo", ya que también de ellos icar algo. Se aplica, asimismo, a la conducta, por lo que no debe tomarse como referible sélo a To no objet, tous ademés a en eS ee ", toda. sterte les_y relaciones. Esti, por Cee eee ene cecres ie ‘persona y cosa”, ia y aceidente”, “objetos y propiedudes”, “fealidad Idealidad’, ete, Para que pueda hablarse de lo que ex. presa, dentro de la terfa que vamos a exponer, el tinico presupuesto €s que Jos “objetos" entre los que existe o pretende instituirse un eden, sean —como dee W, Olsen dlacernDlea entre fe Alén- Hoos a sf mismos,* 4, GRITERIO ORDENADOR | criterio ordenador esti necesariamente referido ~y sélo puede uplicirse— a Jo susceptible de ordenaeidn, esto es, a los objetos del orden. E) término que en este momento chicidamos debe también tomarse en sentido latisimo, Abarca todo principio cuyo empleo pue- da conducir a Ia ordenacién de un conjunto de entidades o sea con- dicionante de un orden ya realizado (con o sin li interveneién Ini tmana)\ principios lgicos, reglas téenicas, leyes naturales, pautas es- Hinutivs, normas de conducta, ete. Pero es claro que la naturaleza el orden depende esencishnente de Ia del eriterio ordenador. Si fate 0 un principio o un conjunto de principios I6gicos, el orden a ‘quv 80 apliquen participaré, « fortiori, de la indole de la pauta ordi- nante. ¥ si fa (iltima es una norma o un conjunto de normas, el orden or, por ende, de naturaleza normativa. Ti} criterlo ordenador esté, a su vez, condicionado por Ia indole de Jos objetos, en cuanto ésta limita las posibilidades de ordenacién. 1004, y Martin, Honecker, Gezenstandlosik und Denklogih, Dimmlors Verlag, 162l, expeclalmente las secciones Vy. VII. "Dheury’ of Onder, Tbe Antioch Press, Yellow Springs, Ohio, 1951, pig. 5. Al tullar Ae concapeién’tomista del orden, rans Schmidt explic’o6no, arn, Santo ‘Tonka, “so hay’ orden entre objetes, extructuras 0 elementos que difieren entre si; ¥ tw divemidad’ dels reluciones quo’ dimanan del orden obedece a la del principio ‘iiwador (0 especie relacional), de manera que los étdepes resultan completamente dlivoraw sewn ve sel ser antes se vefiera al eapncio, al tempo, al movimiento, ‘non ela perfeecion”, Or » Est ‘Neinharde Verh, Munchen/Base, 1000, phx. 8. CED primer eapitalo dv la obra de Schmidt eontiene wna breve historia Wel concapto de orden.) Chr Sto. Tomis, Suma Teoligic, Prinea Parte, Cucstio MLL, art, y Secunda Sevundae, Coestign XXVI, art 1 NOGIGN GENERAL DE ONDEN B Para cada especie de cosas existen ciertos tipos de orden, de acuerdo coon las peculiaridades de Io ordenable. Seria imposible, por ejemplo, ordenar normativamente un conjunto de entidades. materiales, por- que las tltimas no pneden comportarse en ninguna forma, ni quedar sometidas a reglas de conducta. ‘Al hablar de eriterios o reglas de ordenacién norinalmente pen- samos en directrices de que un sujeto se sirve para ordenar, ya la ondueta de otros hombres, ya los objetos a que dirige su afin de conocimiento o de dominio. El eriterio de ordenacién no est, pues, exclusivamente condicionado por la naturaleza de las cosas a que hha de aplicarse, sino por la de las finalidades que, al aplicarlo, per- sigue el sujeto ordenador. Si lo que éste es realizar determi- nados fines, el orden asume caricter medial y, por tanto, debe cum- plir-ciertas exigencias de adecuacién al propésito a que sirve. E] criterio ordenador tiene, pues; por una parte, que adecuarse a la indole de Jo ordenable y, por otra, a los designios de quien lo hut formulado, La segunda de adeenacién limitada por Ja primera, en cuanto la del ordinante excluye el uso de medios incompatibles con la naturaleza de aquello que se pretende ordenar. Cuando, con un prurito primordialmente inquisitivo, se trata de establecer Jas relaciones de unos fendmenos con. otros, el orden que éstos revelan, y que el investigador expresa al formular Jas aque los rigen, no es “creado”, sino “descubierto” por el cognoscente.? Tales leyes son interpretadas como pautas de ordenacién de los he- chos fisicos, y la naturaleza aparece a los ojos de quien la investiga ‘como el “cosmos” resultante de In sujecién de esos hechos a las lega- idades establecidas por el creador del Universo,* 5, EFIGACIA DEL ORDEN Especialmente en el caso de las ordenaciones humanas, eabe per- fectamente distinguir entre “concepcién” y “realizaciin efectiva’ de 7 No allo en ol cuso del tmado “orden natural, sino también en el de cuslquiem otro que exitr Independientemente de ba accion humana —eomo el gue exhiben, por Sfemplo, las Tegaldades gious u qutoldgioas— dabe Tublarse da “descubriiento™, bu de “ereacién”, de las “Leyes” del orden, "TE subatastvo ‘cosmos’ m0 debe sin embargo, como podria suponcrse, ser siem- pre tadscido ‘por el concepto de orden que se obtiene mediante la abstracein. Bistors. inis bea, In estructura eomcreta que un orden asuie, esto os, el resultado ddr la actividad ordonsdora que tends facia um tin". Josel Riel, Der Ordobearff dex wien Auguitinus, Verlag Ferdinand Schépingh, Paderborn, 1982, Ervter Haupttel, pig, 4 or) ILOSOMIA DEL, pEREGHO aquéllas. E] orden *concebido”, pero no "realizado", aparece enton- es como “proyecto” de sijecién del material ordenable a la paula criterio establecidos por el ordinance. El vinculo entre la “concep- cién" y Ja *realizacién” de! orden es comparable al que existe entre | “planteamiento” y el “Iogro” de un propésito. Si aplicamos al caso la lesis de Nicolai Hartmann sobre ta estructura del proceso Snalista podremos sefialar, en 16 que a los ordenamientos no naturales atane, tres momentos u etapas: 4) El de la “concepcién” del orden; 5) el de la “eleceién” de los medios para el logro de la finalidad; ©) el de la “realizacién efectiva” del orden previamente proyectado, En el primer momento, el fin a que se aspira es s6lo un plan o proyecto del ordinante, Antes de acometer su realizacién, tiene ese sujeta que seleccionar los procedimientos cuyo empleo habré de con- ducirle @ la finalidad deseada. En esta segunda etapa se produce ~como dice Hartmann— la “determinacién retrosctiva” del medio por el fin, ya que Ja indole del to condiciona Ja del camino que el sujolo ene que seguir para la implantacién del orden, Este imo sélo resulta eficaz cuando, por aplicacién de las reglas cons- Uitutivas del criterio ordenador, los objetos que se pretenden ordenar quedan efectivamente sometidos a este criterio. Ello no sblo exige formular” tales reglas, sino “aplicarlas” a los “casos” previstos por sus supueston’ lo que, a su vez, requiere Ia imtervencion de un “a eador" quo puede ser el mismo que ha trazado Ia pauta ordenadora 9-un sujeto diferente. La palabea “orden” encierra, como ve colge de lo expuesto, dos ventidos que conviene distinguir con puleritud. En el primero suele aplicarse a las reglas constitutioas del criterio ordenador; en el se- gundo, al resultado del proceso de ordenacién. Todo orden —en el segundo sentido de la voz— admite diversos grados, Estos dependen de la forma o medida en que los objetos se ajusten a la pauta ordena- dora. Recuérdese que, al hablar de “objetos”, no nos referimos sélo ‘a cosas materiales, sino a todo lo ordenable y, por tanto, tunbién a las personas. En el caso de los ordenamientos ‘normativos, por ejem- lo, su mayor o menor perfeccién estin condicionadas por el grado ‘en que la conducta se cifia a las normas que la rigen. Cuando, en el ‘Nicolet Hertmann, Ethik, Walter de Grtyter Verlag, Berlin, 1928, Erster Tei, 6. Absehnit, ap 20. "Dames el nombre de supuesto a la parte de una reyla de conducts que indicn lus condiciones de aplicacién de esta dima. en general, del encargado de aplicar las orden. Si, por el contrario, lo que se pretende ordenar es la conducta, Ia colaboracién de los resulta indispensable. Hay entonces dos posibilida- des: 1*) la de que Ia observancia del criterio ordenador y de las re- glas que lo constituyen 0 de él derivan sea potestativa; y, 2) la de que sea, al menos en parte, obligatoria, El Gltimo caso es el de lox juridicos), el concurso de érganos a quienes se encomienda la fun- cién de declarar oficialmente la existencia de las obligaciones im- puestas o de los derechos conferidos por las reglas del orden y, tam- bién, si ello es preciso, la de imponer coercitivamente lo resuelto por tales érganos. 8. RELACIONES CONDIGIONADAS POR LA APLICACION DEL CRITERIO ORDENADOR Cuando por “orden” se entiende no sélo el conjunto de reglas constitutivas 0 derivables de la pauta ordenadora, sino la resultante del sometimiento —libre o impuesto— de los objetos ordenados a esas reglas, tal situacién necesariamente se traduce en una urdimbre de : por una parte, de los objetos con las reglas de ordenacidn; por otra, de esos objetos entre sf. Las segundas, como es obvio, de- penden de las primeras, en cuanto el sometimiento al eriterio orde- nador condiciona la existencia de una serie de nexos entre los objetos del orden, ‘Supongamos que se trata de formular el programa de una reunidn en la que deben intervenir cuatro oradores, y que la pauta ordena- dora es el prestigio social de éstos. Si, al hacer el programa, se aplica dicha pauta, su aplicacién determinara el surgimiento de las dos es ¥ Véase la seocldn 8. wILosOriA DEL DENECHO 8 ppécies de mesos a que arriba hicimos referencia: 1) las actividades ordenadas —diseursos, en el caso— quedarin sometidas al eriterio ‘ordenador, y 2) In aplieacién de tal criterio condicionard el orden ide las intervenciones. El ejemplo revela que la palabra adynieve a veces un sentido menos amplio que el que le dimos en la seecién 5), y que ello acontece cuando designa no el orden total ya realizado (es decit, para volver al ejemplo, el que reflejaria la reunion en su conjunto), sino el de los objetos entre sf (0 sea, el de sucesiin de los discursos), La distineiéu entre “concepeiin” y “realizacién efectiva’, que es bozamos en Ia seccién precedente puede, pues, aplicarse —para se- guir con el ejemplo no sélo.al programa de wna reunién, sino a la reunién misma. La efeetividad del orden, en el segundo caso, supone el sometiiento de los participantes al programa formulade de an- temano. Cabe establecer el siguiente principio general: la sujecién de los objetos ordenadon al crlterio ordenador condiciona lar relactones ds tales objetos entre si, A ta primera de las mencionadas relaciones le damos el calficativo de condicionante de la realizacién del orden, y a las segundas el de condicionadas por tal realtzacién. Retomando el ejemplo diremos que la creciente importancia de quienes han de ‘hacer uso de la palabra condiciona el orden temporal de sus interven teiones. El ejemplo revela cémo la indole de los nexos condicionados es diversa de la de la relacién implicita en el criterio ordenador, es decir, de la que se toma como base para efectuar la ordenacién,’Lo que, en Ia hipdtesis con que estamos ejemplificando se trata de orde- tar 0, en otras palabras, 1 material ordenable, son Jos discursos que deben ser pronunciados, verbigracia, por A, B, C y D, El critetio , en la misma hipdtesis, consiste en atender, para hacer la ordenacién, al prestigio o importancia social de los oradores, y a la regla de que el primer discurso debe ser el de la persona de me- nor renombre, Silas intervenciones han de ser programadas de acuerdo con dicha pauta, para determinar ef orden de las mismas habré que establecer proviamente el que eniste entre los participan- tes, en Jo que a su prestigio atafe, Si el de.A es menor que el de B, el de B menor que el de G, etc., el orden de importancia o prestigio social creciente indicado por Ia sticesién A, B, C, D, condicionard aquel fen que habrin de sucederse los discursos y, por tanto, la lista de éstos en el programa. Adviértase que la relacién implicita en el exiterio ordenador (y resultante de la aplicacién del mismo criterio a las per- ie deben hablar), es la de prestigio creciente indicada por la serie A, B, C, D, Para establecer tal relacién, a la que poderos NOCION GENERAL DE ONDEN 29 dar el calificativo de ordinante, tenemos que juzgar a los oradores de acuerdo con la pauta ordenadora, esto es, a Ia lux de su prestigio social, Una vez determinado que el de A es menor que el de B, el de B menor que el de C, y el de C menor que el de D (0, en otro giro: explicitada la relacién implicita ex el criterio ordenador) la ordena- ccidn de las intervenciones se haré de acuerdo con la telaciém ordi- nante. Mientras la altima indica el prestigio social creciente de las personas, la que aparece en el programa determina el orden temporal de sus discursos. La realizacién del orden deriva, poss, dela corespondoncia la relacién ondinada con Ia ordinante 0, 10 que es lo mismo, del nexo entre ambas.* Por ello bemos dicho que tal correspondencia condi- Ciona las relaciones de los objetos ordenados entre si. 7. FINALIDAD DEL ORDEN Los drdenes establecidos por el hombre tienden siempre a un pro- pésito. De acuerdo con la concepcién cristiana, el de la naturaleza sirve, por su parte, a Jos designios de Dios.” ‘Los ordenamientos humanos (‘inicos a los que ahora deseamos referir nuestro anilisis) asumen, en todo caso, cardcter medial, ya se trate de los de indole técnica, ya de los de naturaleza normativa, Desde este punto de vista, nparecen como medios 0 instrumentos de reheat mie he eaiaein pestis see ones ae it compe Stim mba th mtn pricks Yor Sealey eee ‘he Katoch ros: Yow Speinm, Obl, IBS, pig 10). a isto eet fale Spring, Glo 60. nap 10) 7 (Scntyis docuen apatinisia' dol oe, Yon Wid eset emt ete ae bs cui ei ooe nts « enc per paneer i H it i g HI ih A Hl ub: uh i ef i : i i i E i : hh eo f2! i 2 2t BE 4 i iB i ae ot f i oe i ae witosoria pet, penzcuo 30 realfzacién de los propésitos de su creador. Se ordena no por ordenar, sito para conseguir, a través de la ordenacién, determinados objeti- ‘vos. En cuanto los ordenumientos estin al servicio de fines, su eft- acia depends del gradoen que permitan realizar las miras del ordi- Pero cuando los. juzgamos desde este ‘ingulo, su valor resulta puramente técnica, ya que nada indica sobre la importancia de los i fines a cuyo logro se aspira. Todo. proceso. teleolégico presupone que el sujeto que tiende a la reulizacién de una finalidad atribuye a ésta un valor positivo. La accién humana careceria de sentido si las metas que el individuo le xno fuesen considerudas por é1 como, valiosas. Independiente- mente de que valgan ono en si y por si, es obvio que quien se ppropone obtenerlas tiene el convencimiento de que valen para él, y ésta es precisumente la razin de que trate de alcanzarlas. Por eso Aristoteles, cuya filosofia prdctica descansa en el examen de la estruc- tura finalista de la conducta, insiste una y mil yeces en que el bien de todo arte 0, en general, de cualquiera accién, reside en el logro de los fines propios de-ese arte o de esa accién.! Y lo que el Estagi- rita asevera de as actividades humanas puede afirmarse, igualmente, "El soberano bien de. ésta tendrd, pues, que cifrarse en la consecucién del alto fin de la misma o, ‘expresado en otro giro, en una meta que no tenga, ni pueda tener ya, el caréeter de medio al servicio de otra finalidad més alta. El problema de la definicién del soberano bien, tan importante para el orden moral, rediicese, pues, de acuerdo con este plantea- tiento, a la determinacién det iltimo fin de la vida del hombre. Tal enfoque presupone la existencia de una jerarquia de los fines y, por ede, un eriterio estimativa a cuya luz quepa asignar a cada’ ten- doncia concreta e] lugar que le corresponde dentro del orden general «do las aspiraciones, Para saber cudles fines son relatives y cual posee, ea cimbio, significacién absoluta, habri que esclarecer, en cada caso, si el que se tiene a la vista puede servir al propio’ tiempo como medio, 0 ya no es posible utilizarlo para Jn consecucién de otro fin ris elevada, El-que ya no pueda servic medialmente seri cl defini- 1© "Volvamoe da mew al bien que buscames, y preguntimooos cull gucla sr. Cull seri, por ts fda una?’ gNo et claro que es aqvr ‘cous se pone en obra todo fo demis? Lo cual en Ta medica es lsh en la tos manesteres ttn cost, Y NOGION GENERAL DE ORDEN 31 tive o supremo, y su obtencién el mayor bien de la existencia.' Esto iio rolo puede afirmarse, segin Aristoteles, de la felicidad, que el Estagirita define como. “lo eternamente apetecible en si", Si todos nuestros propésites se orientan hacia ella, y la buscamos siempre por si misma y nunca con vistas « un fin nlterior, mo hay duda de que tes el més alto de todos os bienes, Lo dificl es determinar en qué consiste realmente, pues mientras’ algunos 1a equiparan al placer, ‘otros la eifran en el honor 0 en la riqueza.™ El Estagirita concluye la felicidad de! hombre slo puede residir en la actividad propia ‘ste, No se trata, segiin el fildsofo, de la de orden vital en general, .¢ el ser humano comparte con Jos animales y las plantas; tampoco Ta de orden sensible, que tiene en comin incluso con los vivientes inferiores, sino del ejetcicio de Ia razin™ o del domino, por ella, de la voluntad y los upetitos, Nicolai Hartmann ha hecho ver cémo la Etica Nicoméquea con- tiene una amplia ” del comportamiento recto, que oe eer pe eke eo ee des. Aristoteles no extrac de la empirie la riqueza y plenitud de sus conceptos sobre las diversas clases de virtuosos, “sino de Jas exteriorizaciones del juicio moral de valor, de la alabanza y la censura, In veneracién y el desprecio, el amor y el odio...” “Si las cosas y sus relaciones pueden ser bienes y males; si una tendencia puede dirigirse a ellas; si cxiston fincs idoales del querer que real- Inente determinan el curso de la accién; si hay elogio y vituperio de la condacta humana; si desde Jo mis profundo Ia conciencia deja lr su vou para lanzar imputaciones, seialar eulpas y hacer sentir el peso de la responsabilidad, todo ello sélo puede entenderse bajo “ . : “t Nisa Hetun Eth Zoe Ail. Walter Be Crivie, Bern und Lepie 1938, Ber Tal Ve exp. Ne 1), i 188. mosoria pet. vEREcHO el supuesto de que tos vi ius det sas alores, como privs determinante, dominan Ia que Tas exigencias que de los valores dimanan puedan ser realizadas es ee, alguien convierty tal realizacién en d fin es a la volantad como el valor al deber ser”* Representa la ‘postulacién de lo valioso por una volun tad humana. S6lo ef sujeto ex capa de propouerse fines, es decir, de trunsformar los valores que ha intuido en metas de su acelin. La Persona tinicamente convierte en objetivo de sus aspiraciones lo que vale para ella. Podri Leppoem ens aos o tomar come foe pero ntinca sé propondrd nada que le Parezea totalmente desprovisto de significacién axioligica, Lo que, siguiendo a Hartmann, hemos afirmado de los diversos fines del comportamiento. humano, es igualmente aplicable a. las metas de actividad 0 de cualquier orden de carkcter the- nico y, en mayor medida atin, a lov grandes sistemas de naturalezn normativa. Las finalidades de'éstos illanse indefectiblemento con- dicionadas por estimaciones y presuponen una serie de valores fun- damentales (bondad, beatitud, justia, ete. ituyen, como dirfa Stammler, “ia esuells polit decada use. Asi como se habla -dentro de ta doctrina -aristotélica, ue et orden de los fines y de también -de acuerdo con las euseiianzas de Ja moderiia axiologiae de un orden jeriquico de los valores. Pero el de los fines y los bie- nes, o el de los diversos valores, no deben confundirse con los drdenes normativos concretos que se orientan hacia la realizacin de esos fines, bienes y valores. El derecho de un pais, verbigracia, puede tender hacia el logro de una serie do objetivos entre los que existen diferencias de rango axiolégico, pero una cosa es la jerarquia de los valores y Jos fines, y otra moy dlstinta el orden juridico total que a través del cumplimionto de un sistema de reglas de conducta realiza jor ejem- 8s bienes humanos, cabe hablar jerarquico de tales reglas del que se lopstice abservancia de los preceptos que integran dicha jerarquin, Para taprosevin de tro modo: el conjunto de las pautas ordenadoras no dehe . fundido con el orden que dimata del cumplimiento normal de estas iltimas. La eficacin de ta regulacion condiciona no silo la del orden = & concreto, sino el logro de Jas metas y valores f icin tte A sete de ene stad Se 5 co Haren opt, He Tl Abst, 15, « ' Nia Harm, opus oe, Ener Te, V1‘Abo 94) eh 05 NocidN GENERAL DE ORDEN - 8, ORDEN COSICO ESPACIAL. ANALISIS DE UN EJEMPLO Apliquemos Tas ideas expuestas a uno de Tos tipos més seneillos de orden, que eabria llamar orden eésico espacial. Por tal entenleinos In sujecton de un conjunto de cosas an principio ordenador que condiciona, de acuerdo con los fines del ordinante, el lugar, que 8 cada una de ellas correspon, Ejemplos: el orden de una ‘archivo 0 una biblioteca, tees i crc ana biblioteca “esti en, orden” significa que los libros ccupan todos el sitio que, de acuerdo con el eriterio, ordenador, tan tno conviene. En otras palabras: la realizacin del orden esth fondicionada por la aplicactin de Ia pouta ardenadora ol’ materil cordenable. Y tal apicain determin. of surimiento una (os de coexistencia entre los ol a a orden como el del ejemplo aleanza su perfeccin cumndo las cosas sometidas al exiterio ordenador ocupan él sitio que éste Tes sslgna, Si alguna o algunas son desplazadas o, dicho de otro modo, s is gubordinacién a Ia pauta ordenadora deja de existir, el orden ya es perfecto. 3 7% Rdvlrtase we en Jos érdenes cdsicos el crterio de ordenacién no ces creado por Tas entidades a que se aplica, sino por un sujeto, Tre tase, pues, de un orden conveniclonal o voluntario, El ordinante con= tibe tl eiterio ordenador y, al ponerlo en préction, hace dela si- jecin del material ordenable a et panta un, a i . EL orden se halla, teleoldgicamente ci inc. St a finalidad de la biblioteca es faciitar a los Jectores In consulta de Tos libros, la ardenacién de éstos tended que interpre; tarse como el medio idénco para el logro de aquélla. Y como en it tablece et do ato. Por eso, aun cuando sea él quien es! Gritero ordenador (o sistem clasifictorio), no et absolutamente Hine al formato, ya. que no puede descongce sige venir sus designios- la naturaleza de lo que trata de ordenar. El orden asume aqui —desde el punto de vista de los, objetos —eurheter estdtico, ya que, concluida la ordenacién, las relaciones de tals objetos no pueden Ser modifieadas por ellos. Sx sien 7 aba a sumision al orden que tracer por obra del ordinante 0 de otros hombres, © por fuerzas 0 impulsos ajenos al material 7 , Miede al Angulo de quien se propone lograr determinados fines a ” FILOsoFiA DEL DERECHO través de un orden cisioo como el del ejemplo, podemes discerir 1) Plantecmiento de la finalidad o finalidades perseguidas 3 Paste Ricca sili capes tee sexvix pare al gro 06 dees 3) ) aleactn ectioa del orden previamente formulado y, por Por “realizacién efectiva” entendemos no solamente li de los libros de acuerdo con clertas reglas, are Soest oat orden ya establecido a través de una serie de actos que la hacen posible, a la vez que permiten el crecimiento de la bil 9, lo we es igual, la sujecién, al criterio ordenador, de més y més libros. tamos, pues, jemplificando con un orden dbierto,cuya conser ‘cin exige Ja intervencién constante de determinadas personas.” La tarea de éstas consiste en aplicar una y mil veces el criterio orde- nado, esto, las seglas del mismo, lo. que revel a conveniencia distinguir entre actos de y de aplicacién de tales reglas. El que formula el sistema clasificatorio es una especie de legislador que establece —in abstracto— los procedimientos de clasi- ficacién; el que ordena los libros, en eambio, limitase a aplicar dichas regs. Para asignar a una obra el sitio que le corresponde eu la llioteca y, en g |, para registrarla en los catilogos, describir- 4, ete, biliotecario tiene que evar a Ia préctcn, sin ‘lvidar las ters volu Srvc niet de ea Hains Jos procedimientos que derivan de EL ane Le! biblioteca no reglas nacién, sino Ia situacién que resulta del sometimiento, a tales reglas, del material ordenable, Concebir ae no es lo mismo que realizarlo, Por eso es posible, en casos como el del ejem- plo, que el autor de la pauta ordenadora sea. un sujeto distinto del encargado de aplicar el sistema clasificatorio, empero, él conjunto de las 8 ORDEN TACNICO ¥ ORDEN NORMATIVO Los procedimientos de ordenacién con que acabamos de ejem- DPertonecen la elase de las replay fonicas, 0 preceptor de 1 Ta erdenacibo de un ndmere linitado de Wirot —Jos Integranes, verbgracie, pene: nu donacio, cuando el donador estipla que’ daten ‘siacrase taecto podria tm cambl, serie somo empl dorm “ond I & NOCION GENERAL, DE ORDEN * Jay artes. Damos este nombre a los principios de orden prictico que ‘geilalan medios para el logro de fines. Se trata, como escribe Rodolfo {Kaun,!* de proposiciones que expresan una necesidad condicionada: fn de hacer uso de tales o cuales procedimientos, en el supuesto de que se pretenda obtener tal o cual finalidad. ‘La estructura logica de estas reglas exhibida por la férmu- Ja: “is, thene que verb Tas palabras: “si a es..." comespon- don a Ia hipétesis de que alguien se conseguir un designio; tiene que ser b” enuncian la necesidad. de poner en préctica Tos me- dios que habrén de condacir al fin que se busca. En su estudio “Ordnung im Werden und Zerfall” ® Helmut Kuhn rocuerda los nexos entre las nociones de arte (tim) y orden (séisc). Esta altima palabra “no oculta su procedencia de tn verbo {que significa ‘colocar, ‘desplegar’ y estd, por ende, referido a una tecién humana. Gracias a este origen, pertenece al Ambito signi fiativo de sm, De acuerdo con el Gorgias platénico, la produecién inetistica se caracteriza por el orden que la preside, a diferencia de o que ocurre en el caso de un hacer al buen tuntin’* Algo seme- Jante acontece cou la palabra latina ordo, “que como término ances- {ral del arte de los tejedores, no. s6lo substituye al vocablo griego, dino que vive por su propia fuerza, lo mismo que sus derivaciones fen las lenguas modernas”* Kubn observa que el sentido de la pro- técnica se capta do modo deficiente cuando la describimos feoino activided cya meta. consiste en el dominio de un material de! qnundo circundante. “El arte procede en forma ordenada, esto es, ‘Tines Jo que hace con vistas a un telos preestablecido, y paso a paso sigue un plan que coordina a ese ¢elos, Pero esta forma del actuar ‘00 ¢3 arma inventada por el hombre en su lucha de sujecion contra fa naturaleza; es, mis bien, algo que hemos descubierto en la nat. ‘wleza misma, y que se adapta a ella...” En el orden del hacer téonicamente dirigido se manifiesta o revela el ordo naturae, “especie pe soc ‘comin en donde se desenvuelve el trato del demiurgo mano con su asociado natural”. Wi "Gomo expresiin de relaciones causiles, los Tamados imperativs hipotéticor to pon santfestacion de vin Geber, xf tampooo de um dcber eondicionado, ino dls Peles acbre nna necesidad condiciomda” Rodolfo Laun, Derecho, y Moral. ‘nd. Wfen ous Bremer, Centro de Estudios Fllosiics, Univeridad Nacional Auténo- Inu de Mésico, México, 1950, pas, 9. Hee Me ramen Hislado’ Dos Problem der Ordiamng (Sechster Deutscher Kongress {hy Phikeopbi, Munchen ,1960). Verlag Anton. Hain. Meisenbeim am Glan, 1062 2 Helmut Kulm, article y volumen eitados, pi 17. At Melat Kulm, opus eit, pi. ‘= Helmut Kubo, opus ot, pag. 1 6 FILOSOFIA DEI, DERECHO de reglas de de nic y fines través del Cumph- Se et ten wal Vamaioe “preceptor” de is art 00 ‘naturaleza obli e, como Lav Lt a Ptan slo inicun qt medlbx ca necetovo copleat ap! poco ofrecen ningdan ‘indi- § i ' i : i & : 4 i nada ensefia sobre el ético o de otra especie que eventualmente deba ‘propésito perseguido por quien los. emplea.* Incliso cuando el fin es reprobable, cabe seguir hablando de ta eficacia de los procedimientos que el sujeto pone en prictica, El error de las doctrinas utilitaristas precisamente consiste, como lo han mostrado Max Scheler y- Nicolai Hartmann. en querer convertir en criterio supremo de moralidad un concepto que s6lo expresa la adecuacién entre medios y fines y que, por tanto, no contiene ninguna referen- cia al valor (0 disvalor) de los siltimos.”* " . En cuanto las reglas de las artes presuponen las legalidades (fist- cas o de otro tipo), cuya aplicacién hace posible la obtencién de lo Propuesto, el arden a que pertenecen exige el conocimiento de las susodichas legalidades y, en consecuencia, el del orden por éstus exhibido (y distinto del primero). Los drdenes técnicos y, en gene- ral, los creados por el hombre, ‘inicamente sirven a los propésitos que su creador es asigaa cuando sus reglas se basan en el eonock- miento, y permiten la aplicacién, de legalidades constitutivas de otros Srdenes no humanos. Al hablar de los segundos no queremos s6lo re- ferimnos a la legalidad causal de la naturaleza, sino a cualquiera otra independiente del sujeto aplicador, peto de la que éste pueda servirse para la obtenciin de sus desiderata. (Pignsese, por ejemplo, en las de cardeter ldgico u ontolégica.)™ le NOCIGN GENERAL De ORDEN ar Ladistincién entre ddenes humancd no’ Iuimmanos revels, como ‘escribe Kuhn, que la nocién de orden no designa sélo algo dado que Poulet dicocery, en clerte medida, nila sino “uhs empress 0 Jarea en que el hombre participa “como individuo, como pucblo, como humanidad”2" Frente al orden que encuentra en el mundo o que él mismo crea en el decurso de ia historia, ‘el individuo conserva, ‘Bemipre a Ubertad de Ja rebeldla/ “Pues ‘io wlo-cx ail'wat ligado al orden o creador de éste, sino también un rebelde". El sacudimiento del yugo en que les ordegaciones Imumangs pueden traducine —ad- vierte el mismo filésofo— tiene muchas veces un sentido creador, en enanto no se luce como “simple ién" del orden, sino como abandono de oe sare Age ae Pir de otro més per- fecto. Y el “desgaste histérico” de las ordenaciones contrapone, de till suerte, “el ordo ordinans al ordo ordinatus”** Estas palabras no suelen referirse a las ordenaciones de cardcter #éonico (aunque ello también et pestble); normalments aluden a luquellas en que la pauta ordenadora consiste en un conjunto de pres- frlpefones. Legumes asta la nocién de onden narmation, Por tal ea. tendemos, en sentido general, la subordinacién de la conducta a un gene de normas cuyo cumplimiento permite la realizacién de alone. Aun cuando lo mismo el establecimiento de un orden césico que ge ian stern, BF cred exigent Tx Wakecvenichtnt del wares capaces de conchicirse en forma inteligente, entre los dos tipos de ordenecién Nay diferencias radicales. ‘Una lo es de covar, midatras que la ofta regula? comportamien. to de las personas. El criterio ordenador —si por ¢l momento pres- ‘cindimos de los érdenes referidos a la voluntad o al entendimies divinos— es en ambos casos creacién humana. Pero las “objetos’ ‘el xentido latisimo, ya definido, del término— difieren esencialmente. Eh Jos ordeninmientos del primer grupo sc tiuta We entideces mate Hules —Ithros, documentos, monedas, cuadros—; en los del segundo, ile seres dotados de personalidad. Este~ 0 sélo tienen conciencia de Iai peién dentro dal ori, sins qué pusden staneterve expontdnea- monte € (lo que implica el reconoctimlento de su valides); inter yenit en su creaciin de algin modo (auztonomfa) y condicionar en wiosoriA DEL DERECHO medida su effoacta, Pero, al propio tiempo, en cuanto capaces 'y de juicio, pueden poner en tela de duda su bligatoria, negarle justificacién y violar sus preceptos. finalidades asignadas a un orden césico se alcanzan en forma ‘0 directa por el empleo de reglas técnicas; Jas de un orden juridico, en eambio, s6lo pueden conseguirse de manera ‘a través del cumplimiento de las normas del sistema. estructura dé las. reglas de los dos tipos de orden es entera- distinta: unas expresan una necesidad condicionada; las otras depender de Ia realizacidn de sus supuestos el nacimiento de deber o de un derecho. El que persigue un fin tlene que emplear medios adecuados, o no logra su propésito; quien se encuentra en Ia situacién descrita por el supuesto de una norma debe hacer lo que ésta manda, an cuando pueda, de hecho, faltar a la abservancia de Jo prescrito, En cuanto, por ejemplo, el cumplimiento de un contrato ‘no es necesario, tiene sentido decir que lo pactado obliga a las par- tes. El supuesto filoséfico de toda imposicién de deberes es Ia liber- tad de fos sujetos; el de las reglas técnicas, en cambio, In existencia de un nexo indefectible entre el medio que sefialan y el logro de ierto fin. Hemos empleado Ia palabra ‘en su acepeiin no furidica, pues lo que pretendemos decir es que quien debe observar tal o onal conducta (y, desde el punto de vista del derecho no ex Libre para optar entre el acatamiento y la rebeldia), de hecho puede no someterse alo que se le ordena.* Usando aquel vocablo en el aoa ic cabe wntenet en To qia-a las ropes tSclcas atte {que el sujeto es libre al escoger sus fines; pero, una vez que ha ele- ido, no le queda mis remedio que valerse de procedimientos idé- eos, Si éstos son miltiples, puede preferir el que més le plaza; en ‘el momento de la realizacién, empero, su libertad desaparece, y el 1uso de cualquier procedimiento-eficaz’deviene necesario. ‘La tesis de que las reglas de las artes enuncian una necesidad condicionada diflere en un punto esencial de In doctrina expuesta Kant en su Fundamentaciin de la Metafisica de las Costum- .2” Kant habla de dos grupos de imperativos: categéricos e hipo- téticos, y explica los iitimos en la misma forma en. que nosotros he- ‘mos definido aquellas reglas. Los hipotéticos ~escribe— “representan Ja necesidad pructica de una accién posible, como medio para conse- gnir otra cosa que se quiere (o que es posible que se quiera). El imperativo categérico seria el que representase una accién por si Hi shel ile g = Cher E, Garcia Méynes, Intrducién. «ls Wgice juridica, Fondo de Cultura Econimica, México, 1051, Segunda Parte .VI, 18. "Kant, Fundomentacton de la Metafiica de los Costumbres, caps. 1 y 1. NOCIGN GENERAL DE ORDEN 39 isms, como objetivamente neossatia"."! Lyégo aiiader “Lo que s6lo pole diane ia eras de slg src prud pear ‘como propésito posible para Srolnattad pic ec ea rtd Bedale oh semaua oateeerreiearre= = pare conseguir algim ‘posible realizable de ese modo, son am realidad en néimero Todas las cfencias tienen alguna’ par- ani eal es oie Sinton a nen algin’ fin como le para nosotros y en imperativos que dicen emo puede con- seguicse tal fin" En el caso de los imperativos hipotéticas, que el Wibsoks jrisiato lama, Sguaimete, egies Oo a. Rabilidads “oo ve trata de si el fin es racional y bueno, sino sélo de lo que hay que hacer para conseguirlo, Los preceptos que sigue el médico para resaplon’ al avesenidce ‘para Cuiaterio, seguramente son de igual valor, en cuanto cada uno de ellos sitve ipusa ronlisas cunislidasoenls a propleBo= Katee elanplos no depen Pea gt eee og rigtinettas heer arenkig Mie fo de nomt ‘imperativos hipotéticos a las reglas ‘orden técnico, esto es, a las que ensefian de qué medios ¢s = o cual finalidad. Kant esti en Jo justo ‘imperatigos. Los ejemplos que ofrece indican la Seigeraaiact. Se ewes nll se {que respectivamente se valen el envenenador y el médico, y los fines A que cada uno tiende. La eficacia de los procedimientos que em- pls, Buraments incrumenthy naa do ae a ea tc miras que persiguen, ni sobre su Ucitud o ilicitud® No se trata, ‘pues, de normas, puesto que a nada obligan, sino de directrices que 61 forzoso seguir, en la hipétesis de que se dese aleanzar el fin ae pope: 4 cosa ocurre ~por ejemplo— con el precepto legal que ordena al inqaiino de una deta iuoer w regstal eageone Later ido tal prescripcién también es hipotética, porque el deber esti con- dicionado por el hecho juridico que Hamamos contrato de arrends- ‘mlento. Empero, la consecuencia de tal hecho no implica, para el Inquilino, un fener que ser, sino una obligacién. Ahora sf se trata do-una norma ©, para incidir en la terminologia kantiana, de un int, Fundomewaciés, cap. 1, ph, 50 a gation de Garcia orate, pen Cape, Maid ae. TS” Os Me tno * ant Fandomenicln, pg. 31 de I toc tad 2 Kant, obey doin tides, peat er fecchio, Lesiont i“ ily pecuie | win can anes esn ey eriosoris BEL peERECHO 40 imperatioo Este no destruye, antes bien presupone, la Hered de liga, ets sla posted de gps hes 9 n0 To que el precepto manda. Lo Yinieo que le niega es el derecho™ de optar obediencia. Acléranse ast los dos diferentes ped. Hin uno. dolls significa autodeter- otro, derecho subjetico de eptar entre In jecucién y la omisién de un proceder.* Volviendo « los ejemplos habria que decir que el obligado a pagar la renta de una casa tiene Ubertad para escoger entre el cumplimiento y la violacién de Ja el pago; pero, precisamé ‘hacerlo, se Je niega el derecho de omitir la conducta ordenada 0, en términes, ln libertad furidica de optar entre aquellos camins. Las reglas de las artes descausan siempre en enunciados cientifi- cos cuya aplicacién condiciona su eficacia. Las normas poseen tam- bién un fundamento, pero de otra clase, No se trata ya, como en el primer caso, de verdades cientificas, sino de juicios de valor. Para explicar tal diversidad recordemos algunas de las ideas que Husser! serene. sa Jos “Prolegémenos” a sus justamente célebres Investiga- ‘Mientras las disciplinas normativas indagan lo que debe ser, aun- sor ds hatha wa seo, Sectoieg plese ve ls obsahe Widtons expresan pura y simplemente lo que es. ‘Huusserl niega que el sentido primitivo del deber haya de referirse a un desear o querer, a una exigencia o a un mandato, como, por ejemplo, “ti debes obedecerme”, "X debe venir a mi casa”, “Asi come en un sentido amplio hablamos de una exigencia, incluso don- de no hay nadie que exija, ni eventualmente nadie tampoco a quien exigir, asi también feDates Gon Ereoeredn da an igeracsion diendo de todo desear o querer’. Si deckaramos: “un guerrero debe ser valiente”, esto no significa que nosotros ni nadie deseemos, que- ramos, ordenemos 0 exijamos tal cosa. Antes bien cabria sostener la opinién de que semejante caso y exigencia esti justificado en gene- ral, esto es, con respecto a todo guerrero, Pero tampoco esto es com- pletamente exacto; pues no es necesario que tenga lugar realmente semejante yaloracién de un deseo 0 una exigencia” Lo que aqual Gis E, Cala Mires, tntaducin ly Kel frien, Foe de Caara eins, Mis abl Seale ane tp, Ve eee Saree tome am Berane 3 He, pet Pralegm, pt 1468 de, bedi cutlan de Mane Et Marcas ot Cai evita Se Geen Mail, NOCION CENERAL DE ORDEN al ee eee dice es que s6lo es “buen” guerrero el valeroso, {que al propio tiempo supone que el que no Io sea seré wn “mal” guerrero, puesto que los predi alos bueno y malo agotan a exten- hidn del concepto guerrero, Si inquirimos qué puede justificar la exi- i ie gatoukls Gn dicha propesicion, habrh que responder que so indlamento esth en el juicio de valor que afirma que “sélo es bueno fel querrero valiente”, Como este juicio es edlido, tiene razn todo fuel que exija de un. guerrero Ia indicada virtnd. “Por el mismo motivo es deseable, loable, ote., que la tenga.” ¥ lo propio en otros ‘ejemplos, “EL hombre debe amar al préjimo”, es decir, quien no To Tuga no es hombre “bueno; y es, €0 ipso, un hombre “malo” (en te respecto). “Un dram no debe disolverse en episodios”: de lo tontrario, noes 1m “buen” drama, no es una “yerdadera” obra ce tute. “En todos estos casos hacemos depender muestra valoraciin positiva, la eoncesién de un predicado de valor positivo, del eumpli- fnlento de una condicién, cuyo incumplimiento trae consigo el pre~ licado negativo correspondiente. En general podemos considerar ‘aime iguales, 0 al menos como equivalentes, estas formulas: ‘un A {que debe ser B' y ‘un A que no es B-es un mal A’ ‘s6lo un A que 4 Bes un buen A‘"4® Lo primero que conviene subrayar, @ propdsito de fa tesis husser- Viana, es el aserto de que los juicios normativos no han de ser inter- fos como expresion de un mandato.** Su sontido no consiste en fmwmitir a un sujcto Ia voluntad de otro, ni tampoco en Ia notifica- do un deseo, Lo que signifcan es ‘mas bien que en determinadas teeunstancias algo debe ser, no porque alguien quiera que sca, 0 ro ‘orientar en tal o cual forma el querer ajeno, sino porque foxigencia en ellos implicita se funda en wna valoracién que juss tifiea lo exigido. ‘Pues aun cuando en ciertos cas0s, como el de las normas juridicas, Ja rela sea producto de la actividad de determinados érgatios crea~ ‘ores de derecho, su sentido no estriba en expresar lo que éstos qute- yom, sino To que, en la situacién que el precepto define, juridicamen: te debe ser. ‘La finalidad de Ja regla notmativa no es deseribir el comporta- mlento real de sus destinatarios —esto es, de los sujetos a quienes Ubliga- sino prescribir u ordenar cémo deben conducisse, indepen- dientemente de que hagan 0 no lo que manda. Por ello carece de wntido preguntar si el precepto de nuestro iiltimo ejemplo es ver- Madero o falso, ya que no constituye un juicio sobre lo que efectivu- Tomer), obea y trducelén citadas, Prolegimenot, cap. 1. 14, ply. 58 Sh Hust obra y tndvceién eitadas, Prolegémenos, cap. 1, 14, una reg norma- que la exigencia que im- la. No se trata de indagar si To que exprea ef saber, relativamente a esa exis ia, si alguna razén que la fundes de los destinatarios no coincide con lo prescrito, Toda por esencia, vinlable, y la post iolacin obedece al lbre albedo de lor abligadoe tt O° Si Hamamos eficaca al cumplimiento de la regla, tendremos que Feconocer que tal atributo es independiente del de validez, va que el segundo puede existir aunque el primero no existe. Por ello doe Husserl que “los juicios sobre un deber no implican ninguna afir- maciin sobre un ser correspondiente’ 10, 1A coNpucTA como “oneTo" DE AECULACIO DE LOS ORDENAMIENTOS NORMATIVOS « Lo ordenable, en. el caso, no es un conjunto de entidades vs in ont de as pera fesms ponerse cere sarlo de otro modo, en “objeto” de la i taro de tro modo, en “oj regulacién establecida por las De la naturaleza del obrar derivan una serie de importantes con secuencias, que en buena paste condici i ecm parte ionan la de los ordenamientos Huser, obra y traducciém eitadas, Prologimnos, cap. 1, 14, pig. 5 Mussel, obra y trasoceiin eitadat, Prokeanencs, cap. 1, 14 tae, OF NOGION GENERAL DE ORDEN 43 Si por conducta entendemos el ejercicio que el hombre hace de 1m libertad, la eficacia de esos ordenamientos dependerd en alto gr: do de la forma que tal ejercicio asuma. En el caso de los érden: euya observancia no puede imponerse coactivamente, las posibi dudes son sélo dos: cumplimieuto o desueato, Cuando el caricter ‘mui generis del orden permite Ia impesicién forzada, la eficacia de Jas reglas del sistema no deriva sélo de manifestaciones de obedien- la, sino de actos de aplicacién. Ello supone que, a falta de some miento. voluntario, los aplicadores de aquellas reglas pueden cchar mano de procedimientos coercitivos. Otra consecuencia que la naturaleza de la condueta tiene ps Jos drdenes de que estamos tratando es que —dada Ia estructi telecldgies Hel ear (os: sooetides «oe GesagesaSlo, gupden cumplir (0 violar) sus normas, si transforman en fines suyos el cu plimiento 0 la, violacién. Ello implica, ademis, que In obediencia ‘spontinea esti condicionada por el reconocimiento de Ia obligato- riedad de las reglas del orden. ‘Toda norma encierra Ja pretensién de ser valida." Pero, a los ojos le los destinatarios, esa pretensién puede carecer de hase. Las per- sonas a quienes se dirige s6lo se someten de buen talante cua esti: convencidas de que el precepto es obligatorio, La conviceidn tle aquellos cuya conducta se regula, de que la norma tiene validex, % precisamente lo que Iamamos “reconocimiento”.® La validez no dopende de que los destinatarios reconazean Ia obligatoriedad del len, pero si condiciona en gran medida su eficacia, Lo que imprime a los sometidos a un sistema normativo el ca- ticter de personas es, como ensefia Nicolai Hartmann, la posesiin de los atributos: uno es el libre albedrfo; otro, la capacidad de intuir iyo examinar Jos titulos de legitimidad de las normas que rigen sus W Cle E, Gara Méynen, Liga de uci ride, Fondo do Cults Boonbnes, Mésico, 1955, cap. I, 7h Clr B: Garcia Mines, La definiién dl derecho, 2 eA. Bites do ty Va {nd de Derecho de la Universidad Vercrezana, Xalapa, 1060, cp. 1X, ), pies M Clr: Nicola Hartmann, Evhik, Hester Tel, VI Abschott, 18, £) y g). "Sélo ‘util de la aparicibn do’ los valores come. poderes doterminantes ena esters de (tos scribe Hartmann en la iltima de las secciones etadas— se convierte el sujoto Wy que moralnente rs, dect, eu persana. Un ser personal daicamente ex pose fool thnito que separa ia dleterminacién ideal de Ta doterminaciin real, 0 sea, en, el mari sles couflicios, oposiciém y reconciiacién, ous punto de culver by don Hwdos, at ontoldgico y ef astoléyico. Su poscién intermedia, el no estar reducido Nun deals, Jo. mismo que sa partcipactén en ambos, condioioaa su poranalidad {phe 100 de ls wegunda eadickn alemaci) 44 FILOSOFIA DEL DERECHO actos. Esti, putes, igualmente capacitado paru considerar las exigen- clas del ordinante como prescripeiones que la voluntad del destina- Laie reconoce cua si fueran obra suya. El autorde lnordenacién no es en todo caso persona distinta de sausllses quienes s: aplican Ins regae de} orden. En los Grdenes jnridicas, por ejemplo, los sijetos a quienes la regulacion se dicige ‘ddesempefuan ef doble papel de ciudadanos y de siibditos. Son lo pri- mero en cuanto intervienen ~directa 0. indirectamente— en Ta for- miuthacién de los preceptos del sistema; lo segundo, en cuanto tienen €1 deber de cumplir lo que tales preceptos disponen. Otro aspecto de ta conducta que necesariamente influye en los Grdenes normativos en su estructura bipolar. Los polos del comportamiento son el hacery el omitir Cuando el ordinante valora positivamente el hacer, pero s6lo el hacer, prohibe el omitir; cuando valora positivamente ¢l omitir, pero s6lo el omitir, prohibe el hacer. Si, por el contrario, desea asegurar la libertad del sujeto actuante, permite tanto la accién como Ta omisidn o, lo que equivale a lo mismo convierte ta posibilidad de escoger entre ambas formas categoriales dé manifestacién de la conducta en faeultad juridica del sujeto. En los easos en que las yaloraciones de hacer y el omitir (relat: vamente al mismo comportamiento), son de signo contrario, se habla de conducta prohibida si se permite s6lo Ia omision, y se dice que el comportamiento esti ordenado (o que es obligatorio) cuando la ejecucién es licita y la omision se veda.47 La conducta humana es interpersonal, y este atributo se refleja también en las normas que la regulan. Hablando estrictamente, ef hombre solo puede conducirse en Felacién con seres personales, bien la propia persona (deberes consigo mismo), bien cualquiera otra para la que tenga consecuencias o a la que se dirjja la actividad del obligado, Obrar es ~como escribe Nicolai Hartmann “un compor- tamiento frente a las personas o un manipular con cosas en referen- cia. a las personas”. Tratindose, por tanto, de “actividad que concierne al préjimo o a algo que equiparamos a éste".8 ‘Lo dicho se aplica lo misino al empleo de reglas técnicas que a fa condueta que se traduce en el cumplimiento de reglas obligato- vias. Volviendo al ejemplo de la biblioteca encontrainos que si bien © Ghi. E, Gareta Miner, Introduccién a la ligica Juridica, Fondo de Culuura Bcond: rmiea, Mésico, 1901, exp. VI, 12-18 UN, Hartman, Introduce w to Filoufia, radueciin de José Gas. Co, Fitorofia Contempordnea, Centra de Estudios Flossficas de la Universutid Nacional, México 1961, pg, 109. NOCION GENERAL DE ORDEN 45 los objetos del orden son cosas materiales, los eriterios que permiten ‘ordenarlos no se hallan dirigides a esos objetos —lo que no tendria sentido— sino a las personas a quienes se encomienda la ordenacién. El orden impuesto a los libros es s6lo un medio al servicio de fina- lidades humanas, por lo cual las operaciones que tienden al logro de éstas pertenecen siempre al orden prictico. ‘Otro rasgo de la conducta deriva del anilisis de la situacién o circunstancia, “Obrar es aquella actividad en que no estoy determi- nado simplemente por Ia situacién en que he caido, por las leyes de mi naturaleza, mis intentos especificos y mis impulsos naturales Obrar supone, antes bien, que estoy determinado todavia por algo ‘mis, por ejemplo, la consideracién del bien y el mal de mis pr ‘mor, Razoues fotinas de determtanclon, o-ba Ubertad de poder a de tal o cual manera, aun cuando no sea libre el hecho de la acci fs caracteristico del Obrar, que s6lo es posible al hombre, Esta liber- tad no sélo es ventaja para el ser humano. Sin duda estamos orgullo- sos de por seres responsables, de poder obrar moralmente. Pero la libertad nos pone por Jo pronto en estado de tnsegurdad No hay libertad s6lo para el bien, sino s6lo a la vex. y siempre para el mal’. La referencia a Ia libertad de los sometidos a cualquier orden del comportamiento depende, en forma necesaria, de la naturaleza de aquellos sujetos. Lo dicho vale, por igual, para quienes uplican reglas técnicas con la mira de realizar determinados props- sitos y para ee pian ke ‘normas. ares coando sea cierto que ay en el primer caso expresién tuna necesidad condicionada™ también & verdad que st empleo 0 no empleo depende del albedrio humano. Por otra parte, el uso de aquéllas esté. al servicio de ciertos designios, y presupone que el sujeto aplicador juzga que son valiosos. Un tercer rasgo del obrar —segiin el anilisis hartmanniano— apa- roce “cuando se abarea con tn vista el aspeto que toma el procesn doloundo pera eh hema gue'se balla dentry Se BL El hombre se fsecsentrs vento del aie del esapa ancel-pnino el ahora y rire hacia el pasado y el futuro, El pasado y también el presente, tomado ten el sentido estricto del término, son inalterables. Tampoco lo que sucede en este momento puede aiterarse. Asi queda abierto para el obrar slo el futuro”.** Tem. Rocuirdese To expoesto en las seccloues 8 ¥ 9. 1 N, Hartmann, Intoducciin 6 la Fbvofia, pig. 110 de la edicién y teaducclén cltadas on Ta nota 4 wiosoria. DEL pERECHO El Gltimo de los rasgos que Hartmann sefiala existe Io mismo en Seabees er Aiea cordon cfsioy quate ia orden juridico 0 moral. Pues, como el mismo filésofo lo explica, la forma categorial de realizacién de los actos ‘qe Hevan al eumplimiento de deberes, (o al ejerccio de derechos) os toleoldgico, y éste implica siempre una proyecci uy y mpl apre Proyeccién 41. NORMA FUNDAMENTAL Y VALORACION BASICA Dentro de cada sistema de normas siempre hay una que ocupa una posicién preeminente y a la que, por ello mismo, darse el calificativo de fundamental. "Este papel representa, por ejemplo, el imperativo categérico en el grupo de proposiciones normativas que constituyen Ia ética de Kant; igualmente el principio de ‘la mayor felicidad posible del mayor mimero posible’, en Ia ética de los “La norma fundamental es el comelato de la definicién de lo ‘bueno’ y Io ‘mejor’ en el sentido en cuestin, Indica el principio (el valor fundamental) con arreglo al cual debe verificarse toda norma- cién y, por,ende, no representa una proposicién normativa en sen- tido propio.” * En este iiltimo punto no podemos seguir a Husserl. El juicio que expresa la caloracién bdsica no es normativo, sino enunciativo; oe sirve de apoyo a una norma que tiene el mismo nivel. Asi, en el caso del cudemonismo, el aserto de que “la felicidad es el bien supremo”, constituye la valoracién bésica, y en ella descansa la siguiente norma, que es la més alta de la ética’ eudemonista: “Debes realizar aquellos ‘actos que en forma directa o indirecta puedan conducirte a la dicha, y evitar cualquiera actividad que te aleje de ese fin.” El segundo juicio es claramente normativo; no asf el otro. Pero ambos merecen 1 epiteto de fundamentales; aquél, relativamente a las demés normas de stem; éte, frente alos juleion de valor que siven.“de apoyo a normas”. NOCION GENERAL DE ORDEN a 12, LA DISTINCION KELSENIANA ENTRE ORDENES NORMATIVOS DE, NATURALEZA ESTATICO-MATERIAL, Y DE INDOLE FORMAL-DINAMICA ‘La norma fundamental de que habla Husserl corresponde petfec- tamente a un orden de indole ética y asume, de acuerdo con Kelsen, tun carter estético-material, ya que hace dopender la pertenenicia 8 dicho orden del contenido‘@ materia de las reglas que lo cont Yo cual su son derivables de la primera del mis- Iho ‘modo que Yo particular dimana de lo. gener. En los ordena- mientos de tal grupo la norma bdsica “es evidente por si misma o, al menos, se supone que tiene tal naturaleza. Los preceptos ‘no debes mentir’, ‘no debes engaiar’, ‘debes cumplir lo prometido’, derivan de una norma general que ordena la yeracidad. De la norma ‘debes amar a tu prdjimo’, pueden inferirse otras como ‘no debes causar dafio al semejante™ ‘debes ayudarlo en caso de necesidad’, y asi sucesivamente, Si se pregunta por qué debe uno amar al préjimo, la respuesta tl ez se encuentro en una noma do xeneralidad an mayor, por ejemplo, en el postula: ¢ ‘se debe vivir en armo- Sia oot’ el Univers. St Sse la orem mks antpla, de aquelas cuya validez reconocemos, Ia consideramos como la fundamental. Su naturaleza obligatoria puede parecer algo tan obvio que no se sienta necesidad alguna de inquirir su razén de validez, Tal vex sea posible derivar el principio de veracidad, lo mismo que sus consecuencias, de ese postulado de a ‘armonia’, De esta manera se habria descu- Dicrto una norma sobre la que podria fundarse todo un sistema de moralidad.” * ‘Otras veces —como ocurre en el caso del derecho— la norina bi- sica tiene, segan el mismo Kelsen, caricter formal-dindmico. En tal hipétesis pertenecen al sistema los preceptos que han sido creados em Ia forma establecta por aquells noma, Tt fundamental no slo encierra preseripciones sobre la creacién de nuevos preceptos 0 la ‘enmienda de los existentes; indica, ademis, qué autoridades deben fencargarse de esas tareas, 0 de aplicar, a casos coneretos, las reglas del orden, En los sistemas de este tipo la norma bisica asume un caricter formal-dindmico, porque el acto creador de derecho exige la inter- vveneiin de ciertos drganos y, también, porque los requisites para la elaboracién o modificacién de los preceptos juridicos son puramente Kelson, Tooria generat det derecho y det Estado, trad. E, Garcia Miynes, 2% Wenstara, México, 1958, Nomodinimica, X, A, b), pis. 13L

You might also like