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ae RES a VE > fF - C Cars Alfred Edersheim OS Y COSTUMBRES DE LOS JUDIOS en los tiempos de Cristo editorial clie INDICE Paweacio ... ... fee eee tee ee eee eee 7 23 L. Palestina hace dieciocho siglos Ai, Judios y gentiles en «la tierra» . IIL, Fn Galilea an Ia época de nnestro Seftor 51 1V. Viajando por Palestina: Carreteras, meso- nes, Ia hospitalidad, los funcionarios de aduanas, Tos impuestns, los publicanos ... 63 ¥. En Judea . wee ae. 81 VI. Hogates judios 107 Vil. La crianza de los niftos judios . 123 VIL ‘Temas dv estudio: La edueacion hogarcha en Israel. La educacién femenina. Escuelas elementales. Maestros y disposiciones de las cscuclas 141 1X. Madres, hijas y esposas en Tsrael 157 X. En la muerte y despuds de la mucne.... 177 XI" Perspectivas jndins arerea de las profesio. Lips CLE nes, de Ios profesionaes y de los gremios 197 elven, 11: ‘XII. Fl comercio - . 13, (8224 TERRASSA (Barcelona) XIIL, Entre el pueblo, y con los fariseos 227 sos ¥ COSTUMES , XIV. La afraternidad® Ue los fariseos 2a1 STUMTRES DE LOS Junio XV. Relacién de los fariscos con los saducens y Depésito Legal B 31.748-200 Jos esenios, y con cl Evangelio de Cristo 253. ISBN $4-7645-386-8 XVI. Las smagogas: Su origen, estructura y dis- posicidn extema 263 mpreso en lisys 8 in Grifica sso cu Leys SA Indust Gri XVII. El cult de la sinagoga 277 Printed in Spain fi XVII. Breve Bosquejo de ta antiguas Weratura teolégica judfa Avinmee TL. Traduccién del Tratado «Middoth de la Misnid Avisoice M. Traduccidn de seleccinues de Talmud Babilénico, Tratado «Berachath» 291 3US, 319 PREFACIO Fl propésite de este volumen es el mismo que el de mi anterior libro acerea de EI Templo, su munisterio y servicios en los tiempos de Cristo. En ambos ha sido mi iniento wansporiar al lector a la ligira de Palestina en la época de nuestra Seftor y sus apdstoles, y mostrarle, por asf decirlo. hasta allf donde cra posible dentro del alcance de cada libro, la escena y las personas en medio de las que habian tenide Jugar los acontecimientos registrados en a historia del Nuevu Testamento. Porque crey yo que ex aquella medida en que ys fauiliaricemos con su entoma —por asf decitlo ver y ofr por nosotros mismos lo que sucedfa cn aque! entonces, entrar cn sus ideas, tamiliarizamos con sus habitos, maneras de pensar, sus enseifanzas y culto— no s6lo Iegaremos a comprender muchas de las expresiones y wusiones en el Nuevo Testamento, sino que cbtendremos también nuevas evidencias de la veracidad de su relato, tanto por su fidelidad la imagen de la sociedad, como conocemos que era, y por el contraste de sus ensenanzas y objetivos con los de luy contemporéneos del Sefior. Porque el cuidadosv esuiv de este periodo deja esta convicvién en Ta mente: que —dicho sea con reverencia— Jesuctisto pettenecfa esuictamente a su tiempo, y que cl Nuc~ vo Testamento es, en sus narraciones, lenguaje y alusiones, estrictamente fiel al perfodo y circunstancras ‘en que los acontecimientos tienen lugar, Pero en un aspecto, de mucha mayor importancia, no Nay stmilaridad enue Crisw y su época. «Jamds hombre alguno» —ui de aquella época ni 7 posterior— vha hablado como este hombre»; jamds hombre alguno vivié ni murié como El. Cicrtamente. si El cra cl Hijo de David, también es cl Hijo de Dios, cl Salvador del mundo. En mi libro sobre El Templo, su ministerio y servicics, he tutudy de Devar coumiyy al lector al Santuuriy, y haverle ver todo In relacionada con sus instituciones, su sacerdocio y sus. solemnidades. En este libro he tratado de presentarle la socie- dad civil ordinaria, y hacer que se mezcle con los hombres y mujeres de aque! periodo, que les vea en sus hogares y familias, que aprenda de sus hdbitos y maneras, y que los siga en su vida ordinuria, wdo elly com ilustracion de Ia historia del Nuevo Testamento, y tratando al misiny tiewspo de pre- sentar de manera Hana las escenas observadas. Otra seccién, y quizd la mas importante cn cuanto a su trascendencia para cl cnstianismo, queda por hacer: seguir el progreso del pensamiento religiosa, en lo que respecta al canon de La Escriwra, ul Mesfas, a 1a ley, al pecado y ala salvacién, deseribir el cardcter de la literatura wuldgivu, y mostrar el estado de las creencias doctrinales en Tos tiempos de nuestro Scfior, Es aqui especialmente que deberiamos ver tanto Ja relacién cn forma como cl contraste casi absolulo cn sustancia entre Io que era el judaismo en los tiempos de Cristo, y las enseflanzas y el reino de nuestro bendito Seftor. Pero esio estaba fuera dei objeto de este voluuen, y perteneee @ una obra de mayor envergadura, de la que este lilno y eb anterior pueden ser considerados. cn cicrto sentido, como es- tudios preliminares. Por cllo, alli donde Ia socicdad civil toca: ba, como sucede en tantas cuestiones, en To teoldgico y lo doctrinal, sélo fue posible ~bosquejarlos, dejando. estos bos- quiejos para ser rellenados més tarde. La total exposicidn de Jos tiempos de nuestro Sefior en todas sus facetas —moasiran- do no s6lo quiénes eran aquellos entre los que Jesucristo se movia, sino también lo que conocian, pensaban y creian , y ello como el marco, por asf decirlo, en cl que situar como una imagen Ta vida de nuesvo misma beutide Seftor, état debe ser ahora ia obra a la que, con toda reverencia en oracién 8 y con el mas intenso estudio, me dedicaré de ahora on adelante. Parecia necesario exponer esto, a fin de explicar tanto él plan de este libro coma la forma de su desarrollo, Sélo afta- diré que aquf sc incorporan los resultados de muchos afios de estudio, en los que he anrovechado todas las ayudas a mi aleance. Podria parecer afectacién dar una lista de los nom- bres de todas las auloridadey consultadas o libros leidos en el curso de estos estudios. Los mencionados en las notas de pie de pagina constituyen s6lo una pequefia proporcién dc les mismos. En todo ello, mi constante objeto ha sido ilustrar la historia y las ensenanzas del Nuevo Testamento. Incluso el «indice de Escrituras» al finul mostrard en cudnws cusus se Lut intentado. Asf, espero anhelante que estas paginas arrojen alguna luz adicional sobre el Nuevo Testamento, y que ofrezcan renovadas evidencias —para mf de lo mas poderosas, y en una nueva direcci6n, de Ia verdad «de las cosas que entre nosotros han sido ciertisimas». Y ahora soto queda, al final de estas investigaviones, expresar una ver mas ini plena y gozusa cieencia en ayuella gran verdad a la que todo conduce: que «CRISTO ES EL FIN DELA LEY, PARA JUSTICIA A TODO AQUEL QUE CREE,» Annan Bones ‘Tae Vicasox, Lemons, Bamront, Noviembre, 1876 ANALISIS DEL CONTENIDO 1. Palestina hace dieciocko stglos Palestina—Su condivigu wctual—Su voudicion ew tiempos de Cristo—Sentimientas de Ios rabinos Jona~ tan y Meir acerca de clla—Clima—Productos vegcta- les y animales—Paisaje—Entusiasmo religioso acerca, de Palestina—Amor de los rabinos hacia la terra— Tato de las escuelas de Babilonia por parte de los ra- estado de los sentimientos acesva de ella—Fscasez de teliquias—Extensién de Palestina en tiempos de Cristo—Habitantes—Opiniones acerca de las diez. tri- bus Gobiemo Testamento de Herodes el Gran de—Disputas entre Arquelao y Herodes Antipas— Ingresus de Arquelao, de Herodes el Grande y de Agripa Il—Monedas de Palestina—Divisin de Palestina—Opiniones de los judfos accrea de Samaria. Pag. . Ii, Judivs y gentiles en sta tierra» Limites de Palestina—Oy nes de los tabinos aocrca de la santidad de fa ticera y de 1a impureza del suclo pagano—Las tres ticrras designadas como: Palestina—Ofrendas, de dénde eran licitas—Paises Incluldos en Siria—Su asimilacion ay distincion de Palestiin—Opiniones judias acerca de los paises pa- ganos—Clasificacién de los pafses por Maiménides— Lugares que segiin los rabinos podfan aportar Biccu- 23 n rim y Therumuth—Distiuciones entre vl pats al este y_al oeste del Jordén—Preeminencia de la Judea pro- pia sobre Galilea—Antioqufa—Las costas de ‘Tito y de Sidén Milagros obrados alli - Partidos on Pales- tuna en la época de Cristo—Dialecios—Expansion del helenismo—Divisiones del judafsniu—Suparaci6n enti los judfos farisens y Ios paganos—Opiniones, mutuas de judfos y de paganos. Pag. TIL. En Galilea en ta época de nuestro Senor Distinci6n entre Galilea y Judea—Redaccién de la Misuaé ¥ del Talmud de Jerusalén desde Tiberias— Sentimientos de los farisens acerca de Galilea—Ora- cién de un eélebre rabf—El rabi Jannai—Poculiarida- des de Galilea~Tertorio. Distincidn entre la Alta y la Baja Galilea—Safed—Paisaje de la Alta Gali- Jea—La gran ruta caravanera—La feracidad de Gali Iea—Ciudades, pueblos y poblacién de Galilea— Sus industrias—Nazaret—Ciudades célebres de Gali- lea—Opinioncs y dichos de los rabinos acerca de clla— Distinciones teoldgicas entre Galilea y Judea Caricter de los galileos—El lago de Galilea. Pag. IV. Vigjundo por Palestina: Carreteras, mesones, la haspitalidad, tos funcio- narios de aduanas, tos impuestos, los publicanos Viaiando por Palestina —Grandes vias—Carreteras secundarias—Diferentes términos para designarlas— Cumeteray rouuas—Reparicidu de los cauninos— ‘Vehiculos—Caravanas—Hospitalidad—Dichos. ra- binicos acerca de 1a hospitalidad—Reglas para los anfitriones y los huéspedes Mesones Policia secreta—Recaudadores de impuestos—Peajes y 2 a 51 tasas—Ingresus reules—Exaveiones _romanas— Escnipulos religiosos acerca de cllos—Publicanos— El lamamiento de Levi. Pag. ... ‘Y. En Judea Indea, réémo se-distingufa por encima de G Paisajc—Lugares recorridos por los peregrinos—Si Ié—Betel—Ram4—ti pilar de Raquel—La Scfela— El desierto de Judea—Masada Jericd El Arabi Sentimienwos judfos acerca de Judea—Expectativas del Mesfas—Falsos Mesfas—Sentimienios de lus ra- binos acerca dc esta cuestién—Temas que ocupaban la atencidn de los rabinos—Privilegios de vivir en Ju- dea—Sus limites—Cesarea Divisiones de Judea La lsnura de Sarén—Antipatris—Lida—Chephar ‘Tabi—lope 0 Jaffa-Emtis—Belén, como se la consi- deraba en relaci6n con el nacimiento del Mesfas— Migdal Edet—Los pastores dando a conocer el naci- miento de Cnsto—Jerusalén—Sentimientos rabinicos con respecto a la ciudad—Nombies dados a ella ‘Sinayogas en Jerusalén—La nospiralidad de sus habi- fantes—Berania y Betfagé—Cardeter de lus hubitantes de Jerusalén—Sentimientos judfos acerca de 1a ci dad—Su poblacién—E] Templo. Pag. VI. Hogares judios iu entre judfos y gentiles—Ciudades y pueblos de tos judfos—Niimer de pucblos—Distii- cién entre aldeas, puchlos y ciudades—Aldeas— Aparicncia de las ciudades—EI portén—Lugares de mercado Gremios—Cardeter de los. judfos—Apa- riencia de una ciudad de noche Ventanas Senti- mientos judfos acerca de las representaciones de las cosas eit vl ciclo y en 1a tierta—Opiniones del rabf Gamaliel—Fl gobiemo de ciudaues y aldeas—El Sue 63 81 nedrin local—Policfa y norms saniturtas—Pavi jemtacin Ue Hus. ciudades—Rstiuctura de lay casas— ‘Tejados—E1 camino de los tcjados—Estancias para visitantcs—La_galerfa alrededor del patio—Apo sentos allos — El patio interior—Mobiliario—La vida familiar—Kilos religiosos cn ta fumitia—Fiesias 1% miliares—E] sdbado—Lu posicién de ta imatjen—Rela- cid enue los uricmbios de una familia—Esterili- dad—Relaciones entre padres c hijos—Reverencia hacia la edad—El tradicionalismo, destructor del espintu de reverencia para con los padres. Pag, ... VIE. La criunza de lus niftos judios ‘Términos para designar las ctapas de Ia primera infancia—Diferentes periodos de la vida segiin el rabl Jehudsh Edad en la que se comenzaba : blia—Comienzo de la educacion—Insiruci da por el nino en 1a vida y los situs funitiges—Ses timieutos de un nifio en el Templo—Parte que los ni- fios tomaban en la Cena Pascual—Solicitud de la ins truccién partcma ilustrada en el Libro de Proverbios Posicién de las madres La reina de Massa—Agur— Lemuel—Madres del Nuevo Testamento—Crianza de Timoteo—Persecucidn religivsa en ta épuca del suryi- ivuty de los Macabens—Influencia de las madres Jpiadlosas—La infancia de nuestro Scfior—Testis scntar do en el Templo entre los doctores. Pag.. VILL. Temas de estudio. La educacion hogarena en Israel. La educacion femenina. Esenclas elomentales. Maesiros y disposiciones ite Tas eseueluy Influencia de Ia Biblia en Ja clevacién de la mora- lidad piblica—Superioridad de ta vida familar yu dia—Conocimiento de 1a Ley de Dios—Estudio de rT 107 123 lenguas—Estudio de la Tord o Iey—Leyendas accrea de la umportancia de los rabinos Influencia del estu dio exclusivo de la ley sobre la educacién—Ensenan- za enel hogar—Manera de eusediar a leer—La eseritu- ra—Los escribas—Uso de las letras iniciales—Falsifi- cacién de firmas y de documentos—Matcriales para Ja escntura La educacién de las nifias—Escuelas clementales—Maestrescuelas—Instruccién moral & inteleciual—Reglas para lus muesirus—El estudio de ta Misnd y de la Biblia—Escuelas en las sinagogas— El cuidado de los hijos de los pobres y de los huérfa- POIIMEE © cays ate ore seve a sie ae IX. Madres, hijas y esposas en Israel La posici6n de ta mujer en Israet—Las sata mu jeres de antafio—Ideas rabfnicas acerca de la ereacién de-Eva—Las-cuatro-madres—Miriam—Débora—La: muier de Manoa —La madre de Samuel—Abigail— La mujer sabia de Tecoa—Hulda—La Sunamita Rut—Ester—La igualdad social de 1a mujer—El mi- nisterio de las mujeres—La_poligaunia—Opiniones acerca del divorcio en tiempos de Malaqufas—No- vias—Cuatro razoncs para cl matrimonio—jMaza 0 Moze?- Cualidades deseables en una mujer— Razones rabinicas para la creaci6n de Eva del costado de Adin—El matrimonio, una obligacién religiosa— Edad a la que el hombre debiera casurse—Problemas de dinemn—Desposarins, cémo se consideralxu—Es- critos de desposorios. o Shitre Erusin—Contratos ma- tnmomales, © Chethubah—Dotes—Formalidades legales en los desposonios La ceremonia matrimo: nial—Dias de bodas—La semana antes de las bodas de Cuni—Aquel matrimonio como ilustrativo de las précticas judfas—Fiestas de bodas—Los amiyos del novio—Los hijos de la cémara nupcial—El atavio de ta novia—El velo y la corona de la novia—Las lim- 141 1s paras de las bodas—Impedimentos al matrimonio— Divorvio, por qué razones se permilfa—Obligaciones vinculantes a marido y mujer—Mujeres del Nuevo Testamento—Texios de cumpleaiios. Pag. . X. En la muerte y después de la muerte La muerte del rabf Jochanan ben Saccai y la del fal Iehucal el Santa—ta eneehanza dol Fuangelio acerca de Ja muerte—Influencia del estado espiritual de los padres en sus hijos—La enfermedad. cémo era considerada—Disciplina—Leyes rabinicas y regla~ ‘mentaciones para 1a salud—Médicos—Medicinas em- pleadas—Duracidn de la vida—Muerte premanira— Muerte sin dejar un hijo—903 clases diferentes de muerte—Muerte por boca de Jehova—Personas sobre as que no tenia poder el angel de la muerte—Seiiales en cuanto al momento y manera de la muerte—Ente- ramiento—Funeral del joven en Nafn—Ceremonias funcrarias—Scpuleros—La resurreccién de Cristo— ‘Tratamiento de los enlulados Distincién entre el Onen y el Avel—El duelo—aniversarios de falleci- mienlos—Eusefiawza de lus rabinys averva del estado futuro—Parafso e infierno—Pecado—Parabolas rabinicas asemejéndose a la de los invitados a Ta boda Upiniones doctnnales de los rabinos acerca del Purgatorio y del Paraiso. Pag, XI. Perspectivas judias acerca de las profesiones, de tas profesionates y de tos gremios Dichos de la Misné acerca de 1os oficios—Las opi- niones del rabl Nehorai—Influencia del trasfondo Judio en Ja historia evangélica—Nuestro Senior y sus disefpulus—La dignidad del trabajo tal come hi sido expuesta por san Pablo—El respeto de los rabinas por el trabajo honrado—La supcrioridad de la postura ju- ra 157 77 dfa a este respecto—La combinaciéu del estudio con cl trabajo manual—El trabajo, cémo es considerada e e! Antiguo 'Testamento y en los Apécrifos—Oficios de los rabinos—Sus principios acerca de los oficios— La Misud acerca del wrabajo—Semejanzas y diferen- cias entre las ensejianwzas de los rabinos y la de Cris- to—Enscfianza rabfnica sobre 1a dignidad del iraba- jo Oficios prohibidos por la Misné—Tejedores— Ubreros en el ‘femplo—T'adiciones acerca de los, anesanos de Alejandria- Los gremios de Alcjan- Utfa—Lus gremios de Palestina—Lugares amados por sus oficins—Artesanus empleados por Herodes el Grande para la reconstruct sel Teplo—El velo del Lugar Santisimo—Dificultades de los_patmnos Judios con sus trabajadores—Sindicatos. Pég. ... ... XIV. BL comerciu Cambio cn las opiniones de los rabinos acerca del trabajo manual Dichos rabfnicos ordenando sumi~ sin a las autoridades—Posturas judfas acerca dcl co- civ—Isruel uo una nacion comercial—Palestina no apropiada para la prosecucién del comercio—Co- mercio en tiempos de Salomén y de Josafat—Ingresos de Salomén—Ataques contra la antigiicdad del Penta- teucy refutados—Opiniones rabinicas sobre el comer- cio—Personas declaradas inaptas como testigos— Inspectores de pesos y medivas—Precius—Porventa- jes Falta de honradcz. cémo era considerada—Cam- bio de opiniones rabinicas acerca del comercio—Los judfos de Alejandria—Anticulos de comercio— Impartariones y exportaciones—Leyes regulando las profesiones y el comercio—Regaleo—Los cambis- tas—Leyes contra tratos deshouestux—Previy Je lus cereales La usura—Deudores y acreedores—Pren- 197 219 7 XUIL, Entre el pueblo, y con los furiseos Los fariseos—Lus oraciones de los fariscos cn las calles—La enseftanza rabfnica sobre la cficacia de li oracién—Grados de Tos fariscos—Los Chasidim— Vestidos dé moda de aquel tiempo—Atavio de las da- mas—El cabello, su peinado y omumeutaciéu— Jovas Los bordes de los vestidus—Los flecas—Las, filacterias 0 rephillin—Cundo y dénde se levaban— Vulor ¢ importancis de las filacterias a los ojos de los tabinos—Leyendas rabfnicas acerca de las Ahlacte- rias—Acusacidn de Cristo contra los fariseos— Supersticiones acerca de las filacterias—Patrivuismiy y religion de los fariseos—Histwiia de la_efraterni- dad»—Sus votus y obligaciones—Los fariscos como representantes del fervor y del celo religioso Su influencia. Pag. ... ... XIV. La «fraterntdad» de los forisens EL ovden dle: Ios fariseos—La conspiracién contra san Pablo. explicada—Absolucién de yotos ~Pareci- do del farisefsmo con el ultramontanismo, los ultra- montanos y los jesuitas—Los Nivdatim We tos tiempos de Esdras y Nehemias—Los Perushim, 0 fariseos— Aplicacisn de Ins términos Chasidim y Nivdalim ala vida cristiana—Politica helenizante de los sucesores, de Alejandro Magno —Insurreccion de los Maca- beos- Amalgamacion de 10s Chasidim von lus fari- seos—Principlos de lus Chasit/m—Onigen de los fari- seus—Regulaviones para la Terumah y diezmos cn cl tiempo de Juan Hireano—Chabura de fanseos Obli gaciones de los Chaberim Grados de fariseos—Vo- tos vinculando a la «fratermidad»—Su sistema de extemalismo—Menosprecio de lus rabinos y de los saduceos por la w—Antayorismo enue cl farisefsmuy yet Evangelio. Pag. IR 24L XY. Relacién de los fariseos con los saduceos y los esenias, y con el Evangelio de Uristo Triunfo de lus furiseos sobre los saduceos—Un sa- cerdote saduceo en Ta Fiesta de lus Tabermdculos— Posturas doctrinales de los saduceas—Origen del nombre—Clases a las que perteneefan principalmente los fariseos y los saduceos- Los esenios—Relacién eauuite sus opiniones y ta religion de Zoroastro—Nume- 10 de los esenios—Seetarios pertenecientes a la rama inne y ypu rnencia de los esenios—Sus obscrvancias religiosas— ‘Votos y regulaciones impuestas sobre 1a sccta—Su rnanerd de pasar el dfa—Diferencia y semejanza entre elesenismo y el cist jW—Cumrauiveion esencial entre el Evangclio de Cristo, y Ins farisens, saduceus y esenios, Pig. XVI. 7. Las sinagogas: Su origen, estructura y disposicién externa La opinién del salt Joclanan averca de la ora- cién—La oracién cn la casa y en la sinagoga—Fl Tal- mud de Babilomia acerca de frecucntar la sinagoga— Derivacion del término sinagoga—El Edak y cl Kuhal—Origen e historia de 1a sinagoga—El menor niimero para constituit una congregacién—Nuimero dc sinagogas en Jesusalén—Siuavion y arquiweewra de estos edificios—La sinagoga en Caperaum—Iuan 6:25, etc., explicade por la cntalladura cre! dintel de a sinagoga—Leyenda acerca de Elias—El rabi Scira avercu de correralasinagoga La Iglesia en lacasa— Colectas de dinerv en la sinagoga—Santidad del edi- ficio—Caxas dee oraviGu—La sepurucion de sexos en Ja sinagoga—Arregio del interior de Ja sigayoya—Los rollos de a Iey cn la sinagoga—Los asientas en Va sinagoga. Pag. XVIL. El culto de la sinagoya La simiyuga en el 'Templo—Dl atria de piedras pavimentadas—EI culto del Templo desbancado por cl de la sinagoga—Oportunidades dadas por la sinago. ga para la expansiGn del Evangelio—La limrgia de 1a sinagoga—El Shema—Las bendiciones—La oracicn después del Shema—La oracién vespertina—Las die- ciuchy eulogfas—Los Iideres de las devociones en Ia sinagoga—La bendicién de los sacerdotes La acti- tud, atavio ¥ aparicncia en la oracién—El lecciona- rio—Nuimero y tiempo de los servicios—I.os serma- nes—Cristu en Ia sinagngs Pag, XVIIL Breve bosquejo de ta antigua literatura teolégica judia Destgnaciones ue la siuayuge—Fl Sane i—La urdeuacisn de los miembros del Sanedrin—Cualifica- ciones—Los Chassanint o ministros de la sinagoga El Sheliach Zibbur- | Gabaei Zedakah—El Metur- geman Los Targumim—Los Midrashim—El Libro de los Jubileus, » Génesis menor—Las escritos pseu- duepigrsficns—Sus clasificaciones—La Halachah— La I/aggadah—Los cuatro cémones y las treinta y dos reglas relacionando 1a Haggadah con la Escritura El yalor numérico de las palabras—La Misné—Lu Ge- mara—El Taleud de Feruyalén y ol to Rabilonia— DisposiciGn ve la Misni—La Cabala—Relacisn entre Crisia y los hombres de su tiempo. Pig... 20 277 291 Apéndice I. ‘Traduccién del tratado misnico Middeth de la Misnd. Pag. ‘ 305 Apéndice I. Traduccién de sclecciones del Talnud Babitinivo, Tratada Berachoth, POg. ss. +. 319 21 I PALESTINA HACE DIECIOCHO SIGLOS Hace dieviucho siglos y medio, 1a tierra que ahora yace desolada + com snsdesnndas y prises colinay uiirudy a villes mal 0 nada cultivados, con sus bosques destruidos, sus terra- zas de olivos y vides desvanecidas en polvo. con sus aldcas sumidas.en-la pobreza-y-en la-suciedad, sus-caminos- inse- guros y desienos, su poblaci6n nativa casi desaparecida, y con ellos su industria, riqueza y poder, presentaba una escena de belleza, riqueza y actividad casi sin paren el mundo enton- ces conocido. Los rabinos nunca se cansan de cantar sus ala~ banzas, lanto si su tema es la preeminencia fisica como 1a mo- ral de Palestina. Sucedi6 una vez, segin se encuentra en uno de los mas antiguos comentarios hebreos,t que el rabf Jona- tn estaba sentado bajo una higuera, rodeado por sus estu- diantes. Repentinamente se dio cuenta de como el madure * Tengase en cuenta Ja Techa en que fueron escritas estas palabras, hace cicnto doce afios (en 1876), Desde entonces ha habido la repubiacién de Palectina par Ine jtine, primero bajo ¢] dominio turco, y a partic de 1917 bajo el Mandato Briténico; Ia independencia del Estado de Isracl (1947), ¥ la sepoblacién forestal y ta reauversidin agricul tle exiemeas zona poe parte de los judios, Israel es hoy una nacién que exhibe ol fruto de los intensos trabajos de reacondicionamiento y del ingenio de los esforzados colons que durante décadac nan hecho de Israel wna poteneia agricola, dustrial y comorcial. |W. del 1°] 1. Véase Hlamborguer. Real-Enc. a Judenth. 1 sig. 816. sus 97. 23 fruto encima, abriéndose debido a su nqueza, dejaba caer su delicioso jugo al suelo, mientras que a poca distancia la dis- lendida ubre de una cabra se mostrubs incupaz de retener 1a leche. «He aqufs, exclamé el rah, al mezclarse amhas cn rrientes. «cl cumplimicnto literal de la promesa: "una ticrra que fluye leche ¥ miel,"» «La tierra de Israel no carece de ningin tipo de producto», argiifa el rabf Meir: «como esta escrito (Dt, 8:9); “ni te fallard uada en ella»? ¥ tales decla raciones no carecian de justificacién: porque Palestina com- binaba todas las varicdades climiéticas, desde las nicves del Hermén y el trescor de! Libano hasta el calor moderado del lago de Galilea y el 16rrido calor tropical del valle del Jordin. POF est No sOlO se erivontrubun drbules fruwles, cereules y hovtalizas connciens en nuestra latitudes: m4s_ templacas, junto con Ios dc zonas més solcadas. sino también las raras especias y perlumes de las zonas més lorndas. De manera similar, se dice, habla en sus aguas todo po de peces, mientras que el aire estaba eno del canty de aves de los més vistosos phunajes? Denno de un dies tan pequelta, el pats debe haber sido singular por su encanto y varicdad, En la ribera oriental del Jordan sc cxtendfan anchas planicics, va Iles elevados, agradables bosques y territorios cerealleros y de pastos casi ilimitados; en la ribera occidental se encontraban Colinas Henas de wmuzas, cubiertas de ulivos y vides, delei- tosas afiadas, por las que pasaban murmusanies alroyos, Coit una bellcza como de un pats de hadas y con plenitud de vida, como alrededor del lago de Galilea. Kn lontananza se exten dia el gran mar, punteado por extendidas velas; aquif se encon- traban lujosas riquezas, como en las antiguas posesiones de Isucar, Manasés y Efrain; y allf, muds alld de estas Uunuras y 2, Dilucidandy fa leyitinidaad de wr yiauo de pinieara en et dia de le expiacion, Yoma 91 6, hacia el final 3, Aqui, natualmente, son imposibles los referencias detalladss; pero Compérense las obras de uit naturalista tan culdaJoso y capaz vomo el canémge Tastram, M4 valles. las tivrras altas de Judd, descendiendo a través de las licrras de pastos del Negev, o pafs del Sur, hacia el gran y ternble desicrto. Y sobre todo, en tanto que durara la bendi- cidn de Dios, habfa paz y abundancia. Hasta allf donde podia lcanzar 1a vista pastaba «el ganado sobre las mil. colinas»; los pastos estuban «vestidos con rebafios. los valles cubiertns también todos de grano»; y la terra, «grandemente ennque- eda con el rio de Dios», pavecta egritar de gozo», y «también cantar. Esta posesién, don dcl cielo al principio, y guardada bor el ello todo el tempo, bien podria cncender lox mas vives centusiasions «Encontramoss, escrile uno de los més eruditos comen- taristas rabinicos, apoyanilo cadet aserto en una referencia de las Escrituras,* «que hay trece cosas eu posesion exclusiva el Santo, jhendito sea su Nombre!, y que #stas sou: «la plata, #1 ory, el sucerdocio, Israel, el primogénito, el altar, las primi- Cias. el aceiiv de 1a uncion, el tabemaculo de rcunién. la ‘monarqufa de la casa de David, los sactificios, la tierra de Israel, y cl oficio de lus anciauus», En verdad, por bella que fuera Ia tierra, su conjuncién con bendiciunes espirituales unis elevadas le daba su valor real y mds elevailu. «Fs sd10 en Palestina que se manifiesta la Shekind», enseflahan Ios rabinos. Fuera dv sus sagradas fronteras no cra posible tal re- velacién.* Fue ahi que profetas arrebatados vieron sus visio- Nes, ¥ que los salmisias vyeron melodfas de himnos celestia= les. Palestina era la ticrra cuya capital era Jerusalén, y en su uuis alta colina habla como santuario aquel teaplu de ifveo manuul y resplandeciente oro, alrededor del que se agolpaban lantas preciosas memorias, sagrados pensamicntos y glorio- Sas esperanzas de gran alvance. No hay religiGn tan estricta- mente local como Ta de Israel FI paganismo era ciertamente 4 R, Bechas. Las referencias escrinuristi Hag, 2:8; & S rinuristivas son: Hag, 2-8; fx. 24; 25:2, 8 20:1; 30:31; Nm, 3:13: 28:2: Lv. 25:73, $551 S, 16:1. CL Relandl, Sats Nats 51'S, br. CL. Relandi, Palaes >, Véase, pe, su discusién en Meckilia subre Bx. 12-1. la adoracién de deidades nacionales, y el judaismo Ta de Jehova, ¢! Dios de los cielus y de la tierra. Pero las deidades nacionales de: los paganos podian scr transportadas, y sus ri- {us adaptatos a los modos extranjeros. Por otra parte, en tanto que el cristianismo fue desde su mismo principio universal cn su cardcter y designio, Jas Institucioues retigiosas y el culto en el Pentateuco, ¢ incluso las perspectivas abiertas por los proferas, eran, por lv que w Israel concernfa, cstrictamente die Palestina y para Palestina, Son totalmente incompatibles con la pérdida permamente de la tierra. Un judafsmo extrap: lestinense, sin sacerdocio, sin altar, sin templu, sin sacrificios, san diezmos, sin primiciae, sin afios sabsticos y del jubilco. tiene que poner el Pentatenco a un lado. a no scr que, como en el cristianinn todo esto sca considcrado como flores designadas para madurar a fruto, como tipos sefialando a, y ‘cumplides cn, realidades més elevadas. Fuera de la tierrs ni siquiera el pueblo es ya mids Israel: a la vista de los gentiles, son judios; desde su propia perspectiva, «los de ta disper- si6ne. Log rubinos no podfan dejar de ser conscientes de esto. Por ella, cuando, inmeditamente después de la destruccién de Terusalén por Tito, emprendieron Ia tarea de reconstruir su 6, No es écte ol lagar para explicar qué proponta el rubisisiio en lugar de Ios suciifiivs, et, Soy bien vonsciente do que ol judaismo medeme intents ddemostrar, con el emplen de pasujes como 1 8. 15:22; Sal. 51:16, 17; ls. 1:11-13; Os. 6:6, que, a la vista de los profetas, 10s sucrificos, y con ellos todas las iustituciones rinusles del Pentateuco, no eran de importancia pormanemte. Al lector sin preuicios le paeverd dificil comprender émo {clase el espirte-partidario podria legar a unas comehicionas tan enunnes fen hace a tales premises, océmo podria siquicra imaginarse que los profetas fhubioron tonido la intencisn, madiante sis ensefainas. no de explicar 0 splicar, sino de poncr « un lado la ley tan solemnemente promulgada ext ‘1 Sina. Sin embargo, este wnificio no es nuevo. Una vor solitari aventasé ya.en ol siglo segundo la sugerencia de que jel cutwo sacrificial habia sido dado silo a guisa de scomodo, para preservar a Israel de caer en rns pagunort 28 qucbrantada comunidad. fue: desde luego sobre una nueva ba- se, Dero atin desde dentro de Palestina Palestina fue of nan Sinaf del rabinismo, Aqui surgié el manantial de la /Talachalh. © ley tradicional, desde donde fluya en corrientes cada ver més caudalosas, ayuf, durante los primeros siglos, se centro la ctudicién. influencia y gnbieruy del judaismo; y alli hubie~ Fan quendo perpetuarlo. Los primeros intenus de rivalidud por parte de las escuelas de crudicién judia en Rabilonia fueron agudamente resentidos y suprimidos. Sdlo la fuerza de Las circustancias lev finalmente a los rabinos a buscar voluntariamente la segusidad y libertad en los antiguos fares de su cautiverio. donde. sin trahas politicas, pudieron dar los toques finales a su sistema, Fue su deseo de preservar la na- ion y su erudicion en Palestina lo que inspiré sentimientos como los que citamos a continuacién: «E] mismo aire de Palestina hace sabiv ul que Io respira», dijeron los rabinos. EL rclato bfblico de. tas froueras del Paraiso, regado por-el rio Havild, del que se dice que el uro de auella terra es bueno», ue aplicado a su Edén terrenal, y parufrasewdo para que significara: «no hay sabidurfa como la de Palestina». Fra uu dicho que «vivir en Palestina era igual a la observancia de todos los mandamientos». «El que tiene su morada perma- ‘nente cn Palestina», ensediaba el Talmud, «tiene ta certidum- bre de la vida venidera». «Tres cusays, leemos en otra autori- dad, «son de Israel por medio del suftimienty: Palestiag, 1a sabiduria tradicional, y el mundo venidero». ¥ no se desva- uueciO este sentimiento con 1a desolacién de su pafs. En los siglos tercero y cuanto de nuestra era seguian enscftando: «El que more ex Palestina estd exento de pecado.» Los siglos de peregrinacién y de cambios no han hecho: desapareccr el apasionado anun Wavia esta Herra del corazon. del pueblo, Incluso Ja supersticién se vuelve aq patética. Si 7. Yéase mi obra History of the Jewish Nation, page. 247, 248, cl Talmud? habia ya enunciado ef principio de que «odo et que sea sepultado en la tierra de Isracl, es como si estuviera sepultado bajo el altar, uno de los mas antlguos comentarios hebreos’ va mucho wés lejos. En base a Ta instruccién de Jacob y José, y del desco de los padies de ser sepultados dentro del sagrado pals. se arguments que aquellos que yacen alli serfan los primeros «en andar delante del Sefior en la tierra de los vivientes» (Sal. 1 16:9), los primeros en resucitar de 10s muertos y en gozar de los dras del Mestas, Para no privar de su recompense ut lus piadosus que np tuvieran el juivilegio de sesidir en. Pasi = naa ue Dios ht ‘vfas y pasajes subtcrréncos hacia la Ticrra Santa, y que. cuando a owe de cllos legara a clla, cl Espintu del Sefior los levantaria a nueva vida, como estd escrito (Bz. 37:12-14): «tie aquf que yo voy a abrir vuestros sepulcros, pueblo mio, y us haré subir de vuestras sepulluras, y ox traeré a la tessa de Israel... ¥ pondré mi Espiritu en vosouros, y viviréis. y os instalaré en vuestra tierra.» Casi cada oracién ¢ himno exhala cl mismo amor de Palestina, Desde luego, seria imposible, por medio de ningin extracto, comunicar la profundidad de alguna de estas elegfas en Tas que 1x sivagoga sigue Tan tando la pérdida de Sién, o expresar el reprimido anhelo por su restauracién."” Desolados. se aferran a sus ruinas, y ereen, esperan y ofan jcon cuanto ardor! en casi cada oraci6n— por el tiempo que vendré, cuando 1a tierra, como la Sara de tiempos pasados, lendré restaurada, al nvaudato del Sefior, su juventid, hetleza y feracidad. y en el Mesfas Rey «serd Tevantado cucmo de salvaciéne"' para la casa de David. 8. Chath. IIL. @. La referencia es aqui, curiosamente, a Ex, 20:24: «Altar de tera hare para mi» Desde Iueeo toda ext nina del Talmud es muy arteries ¢ineresile ‘er. Rabb. ; 10. ‘Ver especialmente la mas sublime de estas elegias, la de Juda ha-Levi, 11 Esis on palabras de tna oraion sacafa tad ne tne angnoe Eeysentca deta Kisegie juke repeal rotabsonnta dren doa aus. eas di por es juli, 28 Peto es de lv mas cierto, como lo obscrva un reciente escritor, que ningwin lugar ha podido quedar més barrido de recuerdos que Palestina. Alli donde han tenido lugar las més solemes transacciones: donde. si silo pudigramos conocer- Ju cada lugar pudiera estar consagrada, y meas, y cuevas, y Cumbres estar dedicadas a las mds sagradas memorias, nus encontramos en una ignorancia casi absoluta de las localida- des exactas, En la misma Jerusalén incluso las caracteristicas lopogréticas, los valles, las depiesiones y las colinas, han cambiado, 0 al menos yaccn sepultadas bajo las mainas acu- tuladas Ue 108 siglos, Cast parcec como si el Sefiur hublera guerido hacer con Ja tierra lo que hizo Ezequfas con aquella reliquia de Moises —Ia serpiente de bronce— cuando la rom- 16 en pedazos, para que su memoria sagrada no la convirtiera en oportunidad para la idolatiia. La disposicién de la tierra y de las aguas, de montes y valles, es la misma, Hebron, Beléu, el monte de los Uhvos, Nazaret, el lago de Genesaret, la tierra de Gulilea, siguen ahi, pero todo ha cambiado de forma y aparicucia, y sin ningun lugar definido al que uno pueda asignarle con certiduumbre absoluta los mas sagrados acontecimientos. Ast, son acontecimientos, no lugares: reali dudes espirituales, no sus alrededores extemos, 10 que ha recibido la humanidad en 1a tierra de Palestina «Mientras Israel habitaba en Palestina», dice el Talmud de Babilonia. wel pats era ancho; pero ahora se ha esirecha- do». Hay mucha verdad histéries subyaciendo en esta curio samente redactada declaracién. Caiia suvesive cambio dejo més estiechos los limites de ‘Tierra Santa. Nunca ha legado aalcanzar dena manera real la extensi6n indicada e1 la pro mesa original a Abraham (Gn, 15:18), y después confirmada Jos hiios de Isracl (Px 24°31). A 1o que mas se accreé tue durante el reinado del rey David, cuando et poder de Judd se extentlid hasta el rio Eufrates (2 $. 8.3-14) En 1a actuali- dad. el pats que recibe el nombre de Palestina es mas pequefio gue en cualquier periody precedente. Como cn la antigdedad, sigue extendiéndose de nove a sur, ede Dan a Beersebam: de 20 este a oeste desde Salrah (la moderna Sulkhad) hasta sel gran mars, el Mediterraneo. Su drea superhicial es de alrededor de 31.100 kilémetros cuadrados, con una longitud de eutve: 225 y 290 kilémetros, y una anchura al sur de wreledin de 120 kilémetros. y de entre 160 y 190 kilimerros al nortc. Para decirlo de una manera més grafica, la modema Palesuna es alrededor de dos veces la superficie de Gales; es mas pequenta que Holuuis, y alrededor del mismo tamano que Belgica. ‘Adeuids, desde las cimas mas elevadas se puede contemplar casi todo el pafs, |Asi de pequena era ta derra que el Seftor escogié como escenario de los may maravillosos aconteci- mientos que jamas tuvieran luge Ja tierra. y de donde EL dispuso que la luz y Is vica se derramaran por todo el mundo! ‘Cuando nuesiio bendito Salvador pis6 el suelo de Pales- tina, el pafs habia suirido ya muchos cambios. La antigua divisiin tribal habja ya desaparecido; 1os dos reins ie Judd y de Israel habfan dejado de exislir, y las diversas domina- ciones extranjeras, as{ como el breve perfodo de absoluta independencia nacional, habfan tcrminado. Pero, con 1a ca- ragteristica tnacidad del Oriente por el pasado, los nombres de las antiguas tribus seguian identificando adgunos de los distritos anteriormente ocupados por ellas (cf. Mt. 4:13. 15). Una cantidad relativamente pequefia de cxiliados habfan yuelto a Palestina con Esdras y Ncheméas, y los habitantes judios det pats consistfan bien de aquellos que habfax sido uniginaimente dejados en la tierra, bien de Ins wins de Judé y Benjamfn, La controversis acerca de las diez tribus, que llama tanto la atencidu en nuestros dias. ya estaba candente en tiempos de 1mestm Seftor.” «{,Acaso va a ira los dispersos 12 No es sw el lugar para discutir esta cvestién, (No posde haher dud razonable de que hubo tina gran dispersin de algunas de estas wibus em Truchas diteectones. Ast, 9 pueden eoguir descendionie dr ne ismias en Crmes, donde Tas fechas en sus sepulcros se euentan desde «la era dat tein, 1 696 0. esto es el esta de las diez uibus:noe] $86 aC, euando 30 entie log griegos?», preguntaron los judios, empleando una mistetiosa imprecisién de lengnaje cou ly que generalmente cubrimos aqucllas cosas que pretendemos saber sin saberlas realmente, cuando no pudieron comprender cl sentide de ta prediccién hecha por Cristo acerca de su partida. «Las diez wibus se eucueutrun hasta ahora mds alld del Butrates, y sort una inmensa multitud, que uy puede ser estimada mediante niimeross. escribe Tosefo. con sn uswal y auwvompliciente grandilocuencia, Pero accrca de dénde se encuentran. nos informa tan poco como sus otros contempordnens. Leemos en la antigua autoridad judfa, ka Misnd (Sanh, X. 3): «Las diez \ibus jams volverdin, como esté escrito (Di, 29:28); "¥ Jehové... los ha arjado a utro puts, donde hoy estan”. Como este "hoy" pasa y no vuelve otra vez, asi ellos se van y ne vuelven. Lista es Ja opini6n del rabf Akiba, El rabf Blieser dice: "Como el dia se oscurece y vuelve a tener lux. asf con Jas.diez-tribus, a las-que ha sobrevenido-oscuridad: pero la luz volyerd a serles restaurada."» En Ios tiempos del uncimiento de Cristo Palestina estaba dominada por Herodes el Grande; esiu es, era nominalmente tun reino independiente. pero como protectorado de Rona, A la muerte de Herodes —esto cs, poco después de comenzar Ia historia evangélica— tuyo lugar una nueva, aunque tem- poral, divisiéu de sus dominios. Los acontecimientos relacio nados con ello ilustran de una munere plena la parabola de in fie tomada por Nabucodonozors (doctor §. Davidson, on Cyclopaedia of Biblical Literature de Kiuo, {M1 pig. 1173), Pars wticias goer de fa pe véase mi History of the wish Nation, pags wwiones del doctor Wolff fn sus viajes, Lo propensos que son a Ja credulidad incluso lus exuditox uti ahi en cur etn cz bus pods celegiie ala obra, id dol rab Schwartz (de Jerusalén} 407492 de lain lama), Las nis ass espns hoes ten Crimea Uatan de Ios ah 6, 30 y RO ce nuestra ra (Chwolson, Memoires de Ic. de St, Petersburg, 1X. 1866, n° 7), . 31 nuestro Seftor, registrada en Le. 19:12-15, 27. Si no constitu- yen su base hist6rica, sf que estaban al 1ienws tan fiescns en Ia memoria de los oyeules de Cristo que sus mentes deben haberse vuelto invalnntariamente a ellos. Heradcs murié co- moa habfa vivido. cruel y pérfido, Pocos dias antes de su lin volvié acambiar otra ver su testamento, ¥ designé a Arquclao ‘como su sucesor en el reino; Herodes Antipas (¢l Herodes de Jos evangelios), tetrarca de Galilea y de Pereu; y Felipe, tetrarca de Gaulonitis, Tracunite, Batanea y Panias —distri- tus a lus que puede que debamos hacer referencia posterior mente—. Tan pronto las circunstancias lo permitieron tras la muerte de Herodes. y después de haber aplastado una rebe- li6n cn Jerusalén, Arquelao se apresuro a acudir a Roma para obtener la confirmacion del testamenty ue su padie, Fue de inmediato scguido por su hermano Herodes Antipas, que cn tun umterior testamento de Herades habia recibido lo que ahora Arquelao reclamaba. Y los dos no s¢ encontraron solos en Roma. Descubricron alli que ya habian tlegado varios de 1a lamulia de Herodes, cada uno de cllos reclamande al pen todos concundabanr en que preferfan no tener a nadie de su funilia como vey, y que el pafs quedara bajo cl dominio de Roma: cn todo ¢aso, preferfan a Herodes Antipas antes que a Arquelao, Cada uno de los hermanos tenia, naturalmenie, su propio partido, intrigando, maniobrando y watando de: in- fluenciar al emperadur. Auguste se incliné desde el principio en favor de Arguclao. Pero la decisién formal fue pospuesta por un tiompo debido a una nueva maurrecciGn en Judea, que fuc aplastada con dificullad, Mientras tanto, apareci en Roma una diputacién judia, suplicunde que ningune de Ins herodianos fuera designado rey, a causa de sus acciones infames, que denunciaron, pidiendo que se les permitiera a ellos (a los judios) vivir conforme a sus propias leyes bajo Ja proteccién de Roma, Augusto decidié finalmente cumplir el lestamento de Herodes, pero dando a Arquelao el tftule de otnarea en lugar de rey, prometidndole e} mayor tila si se mosiraba merecedor de él (Mt. 2:22). Al regresar a Judea, a2 Arquelao (segiin la historia cn la parabola) toms sangrient yeulganza sobre *sus conciudadanos Ique| Ie aborreetan. y enviaron tras 1 una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros», El reinado de Arquelao no duré mucho tiempo. Liegaron de Judea quejas nuevas y mas inten- sas. Arquelao fue depuesto. y Judea fie anexinnada a la pro- vincia romana de Siria, pero con procurador propio. Los ingresus de Arquelao, en tanto que reind. ascendfan a consi« derablemente mis We 7 millones de denarios anuales; los de sus hermanos, respectivanmite, a una tercera y una sexta parte de esta suma. Pero esto no era nada en compurucién con los ingresos de Herodes el Grande, que ascendfan a la enorme vautithul de alrededor de 20 millones de denarios, y postcrior- mente de Agripa II, que se walcula como de hasta 15 millones. ‘Al pensar cn cstas cifras, es necesariv teuer presente la gene ral baratura de la vida en Palestina en aquellos tiempos, que Puede deducirse de 1a pequefia de las monedas en circulacién y_4 lo baralo del mercado laboral. Un denario equivalia a viento veintivchy peruuhs, 1a moneda judia mas pequefa. Los Iectores del Nuevo Testamenty recurdurdn que el obrero recibia un denano por su trabajo de un dfa vn el campo 0 kt vifla (Mt. 22:2), en tanto que el buen samaritano pagé solo dos denarios por la atencién al herido que dej6 en la posada (Le. 10:35). Pero nos cstamos anticipanlu. Nuvstey principal objeto era explicar la divisién de Palestina en los tiempos del Sevior Polfticamente, consistia de Judea y Samaria, bajo procura- dores roiuuiys; de Galilea y Perea (al otro lado del Jordén). sujetas a Herodes Antipas, el asesino de Juan el Bautista —saquella zorra» Nena de astucia y crucldad, a quien el Seftor. cuando fuc cnviado a 41 por parte de Pilato, ww quide dar respuesta alguna—; y Batanca. Traconite y Auranites, ba~ jy el dominio del tetrarea Felipe. Se precisaria de demasiados: detalles para describir adecuadamente estas ultimas provin- cias. Seré suficieuts decir que s¢ encontraban al nore: que una de sus principales viudades era Cesarea de Filipos 33 (ilamada asf por ¢l emperador de Roma y por el mismo Felipe), donde Pediv hia su noble confesién, que constituyé Ia roca sobre la que la iglesia iba a ser levantada (Mt, 16:16; M1. 8.29). Fue 1a mujer dc este Felipe, el mojor de todos los hijos de Tlerodes, Ia que fue inducida por su cuflado, Herodes ‘Antipas, a abandonar a su mando, y por cuys causa fue decapitado Tuan (Mt. 14:3, ete.; Mr. 6:17: Le. 3:19), Es cosa bien sabida que esti whiliera © incestuosa unién causd a Herodes problemas y sufrimientos inmediatos, y que final- ane Te cansis el reino y su destierro de por vida. Esta cra la division politica de Palestina, Comdrmente se constituia de Galilea, Samaria, Judea y Perea Apenas si serd necesario decir que los juilins no consideraban a Samaria co mo peneneciente: 4 la Tierra Santa, sino como una franja de terviioria extranjero —tal como la designa el Talmud (Chag. 25 a). «una franja cutita», wlenguay que se interpuuia entre Galilea y Judea— Por los evangelivs salsemos que-los sama~ fatanos no eran 610 cousiderarlas como gentiles y extrafios (ML. 10:5; Ju, 4:9, 20), sino que el mismo témino samaritano pra un insulto (In. 8:48). «Hay dos tipos de naciones», dive cl hijo de Sirach (Eeclo, 50:25, 26), «que mi corazin abo~ rrece, y la tercera no es muvidur, los que se sientan sobre cl monte de Samaria y los que moran entre los filistcos, ¥ aque- la gente invensata que mora cn Siquem». Y Josefo tiene una historia para explicar ta exclusién de los samaritanos. del ‘Templo. én cl sentido de que en la noche de 1x Pascua, cuando era costumbre abrir las puertas del Teinplo a medianoche. un samaritano habfa entrady y echado huesos en los portales y por tod el Templo para contaminar la Santa Casa, Por impro- able que esto parezca, sf que revela los sentimicntos del pue- hlo. Por otra parte, se tiene que admitir que los samariuanos correspondfan con creces con un amargo aborreciinienta y menosprecio. Porque en cada perfouo de acerha pracha nacio- nal, los judios no tenfun emmigos mds decididos c impla- cables que lus que pretendian ser los tinicos y vordadcros representantes del culto y de las esperanzas de Israel, M4 its JUDIOS 'Y GENTILES EN «LA TIERRA» Llegando de Siria, habrfa sido diffci fijar el lugar exacio donde comenzaba, a decir de los rabinos. #la ticrra». Los It mites, aunque mercionados en cuatro diferentes documentos, ho estén maurvados en nada que se aproxime a un orden geo- grafico, sino segiin fueron surgicuils para su discusion te0l6~ gica cucstioncs rituales relacionadas con ellos. Poryue. para {os rabinos 10s limites precisos de Palestina eran principal- mente interesantes hasta donde atectaban a las obligaciones 0a los privilegios de un distrito. Y a este respecto el hecho de que uuu ciudad estuviera en manos de paganos tenia una influencia decisiva. Asf, los alrededores de Ascaldn, la mur: Na de Cesarca y la de Acco eran contados dentro de. los limi {es de Palestina, aunque las ciudadcs mismas no lo estuvieran. En realidad, considerando la cuestion desde esta perspectiv para los rabinos Palestina era simplemente «la terra»,! quedando toys lus otros pafses reunidos bajo la designacion de «fuera de la tierra»: Fur ¢l Talinud ni siqulera aparece una sola vez la expresiGn «Tierra Santa», tan comin eulre Ios 1. Raypopum, Br. Ml. pig. 20%, en Nevinaver, Geogr: du Talmud, pag. 1U 2. Ast mayormente; también sprece la exprsign a tzma de reco. 35 posterivres judios y los cristianos.' No precisaba de esta adi- idm, que hubiera podido sugerir una comparacion con vttus pafscs: porque para el rabinista Palestiny uv era slo santa, sino 1a tinica tierra santa, con Ii alysoluta exclusi6n de todos os otros pafses, uunue sefialahan dentro de sus limites una eseala aseunidente de die grados de santidad, subiendo desde el suelo desnudo de Palestina hasta el mas santo lugar del ‘Templo (Chel. 1. 6-9). Pero «fuera de la tierra» todo era tine blas y muerte. El mismo polvo de un pafs paguuy era impuro. ¥ contaminaba con su contacto.’ Era considerado como un Sepulero, 0 como 1a pulrefaccién de la muerte. Si un poco de polvo pagio lnbia tocado una ofrenda, tenfa que ser quema- da en el acto. Mas adn, si por cualquier razon algo de polvo pagano habia cntrado en Palestina, no se mezclaba ni podfa hacerlo con el de ala tierra», sino que permanecia hasta el fin lo que habia sido —impuro, comaminada, y contaminan- do todo aquello a lo que se adherfa—. Esto arroja luz. al senti do comunivady por las instrucciones simbélicas de nuestro Sefior a sus discipulos (Mt. 10:14) cuando Los envio para que marcaran los Ifmites del verdadero Tsracl—vel reino de los ciclos», que se habia acercado—; «¥ s} alguo no os revibe, ini oye vuestras palabras, al salir de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo Ue vuestros pies.» En otras palabras, no soto debjan abandonar una tal ciudad 0 casa, sino que debfa ser considerada y tratada como pagana, justo como eu el caso similar mencionado en ML. 18:17. Ted contacto con tos tales debia ser evitado, y da tava sacudida, y que. con todo, como algunas de Ins ciudades de Patestina que eran conside- aus payiunas, estaban rodcadas por todas partes por lo que se consideraba como perteneciente a Isracl. 3.11 nico pasoje de Ja Esertura on ef que se amples el trina os Zac. 2117; mss bien 2.16 del original hebreo. 4. Las pleroncias son aqhl-demastulo numetoses para una menein especial 36 La Misnd? indica. con referencia a ciemas onienanzas, stres tierras», que pudicran scr igualmente designadas como Palestina, pero a las que se aplicaban diferentes normas ntua. les, La primera comprendia «todo aquello de que tomaron posesidu lus que volvieron de Babilonia en 1a uerra de Israel y hasta Chezib» (a unas tres horas al norte de Acie); la segun- da, «todo aqucllo de que tomaron posesiGn los que subieron de Egipto desde Chezib y hasta el rio (Eutrates) hacia el este, y hasta Amandy (que se supone que es un monte cerca de Autivqufa de Siria); mientras que la tercera, indicando apa- rentemente una cieita deliuitacin ideal, tenta probable Ja intencién de marcar lo que «a tierra» hubiera sido. con- forme a la promesa onginal de Dios, aunque nunea fuc posei- da en aquella extensiGn por Israel.” Para nuestro presente plupdsito, naturainene, solo la primera de estas detiniciones debe ser aplicada a «la tierra». Leemns en Menachoth V11. 1: sCada ofenda,’ sca de la congregacién o de un individuo (publica 0 privada), puede provenir de "la tierra”, 0 desde “fuera de Ja Uerra, sea del nuevo producto (del ato) o del antiguo producto, excepto el omer (la gavilla mecida en 1a Pascua) y las dos panes (en Pentecnstés), que puede ser sin trafdo del nuevo producto (el del afio coriente), y de aquel (que crece) dentro de "la tierra.» 3 Sev VIA: Phat WW 6, Las expresiones en el original son tan oseuras que hacen dificil cmitir un juicio muy definido, Ene tex Ikanos seguido lor puntos de vista fpresados por M. Nevbaser, 7. iguna de Jas palabras castcllanas «sacrificio», wofrenda» 0 «don» se. camusqeslen plaramenie com el drmina ehonn Kasha, qua ce rive Ae un verbo que en un modo sigalie estar cerca, y on oto, trae cerca, in cl primer caso. se referiria a las ofrendas mismas. eu el segundo a los ferentes, oma trfdns cea, rayendoles las ofrendas cerca de Dios. Esta timo ‘me parece a mi la explicacién correcta, tanto ctimolégica como. tepldyicancnte, Abuttnnet onsbine anus senidos en su detinildn de Korbom 7 ‘Acestas dos ofrendas, la Misnd aftade en otro pasaje (Chel. 1. 6) también log Biccurim, v primivias en eu estado fresco, aunque de uuuera inexacta, porque estas dltimas eran tam- ign trafdas de In que los rabinos Hamaban Siria,* que parece haber sido considcrada, en cierto sentido, como intermedia contre sla ticrra» y stucra de la tierra. El término Soria o Siria no ineluye solo aquel pais, sino todas lus tierras que, sepdin Jos rabinos, habia sometide David, come Mesopotamia, Siria, Soba, Achlab, ete, Seria demasiado prolijo explicar detalla- damente las variag nrdenanzas a las que se asimilaba Soria. y aquellas en las que cra distinguida de la Palestina propia. La preponderancia de los deberes y de los privilegios estaban ciertamente en favor de Siria, hasta el punto de que si uno hubiere podido pasar de su suelo directameute al de Palestina, © haber unide campus de los dos pafses, sin la interposicién de ninguna franja gentil, fa tierra y el polvo de Siria habrfan sido-considerados limpios. como los de-la misma Palestina (Ohol. XVII. 7). Asf. habia alrededor de «la tierra» una especie de franja interior, consistiendo en aquellos s¢ suponia habfan sido anexionados por el rey Da recibfa el nombre de Soria, Pero habfa ademas to que pudiera Mamarse una franja exterior, hacia cl mundo gentil, que consistfa de Egipto, Babilonia, Amén y Moab, los paises en Jos que Israel {enfa un interés especial, y que se distingufan del resto, «fuera de 1a tierra», en que erus susceptibles de aportar diezmos y las Therwmoth, 0 primicias en un estado preparado. Naturalmente, ninguna dc estas contribuciones era realmente llcvada a Palestina, sino 0 bien empleadas por ellos para sus propésitos sagrados, 0 bien redimidas. Maimonides clasifica todos los pafses en ues clases, «eur Jo que respecta a los precepws 1elacionados con la Gea»: 8. Siria envicba Biccurin a Jerusalén, pero no estaba sujeta a segundos diermos ni al produewo del cuarto afo de las plantas (Lv, 19:24), 38 la tierra, Soria, y fuera de la tierra»; y divide la tierra de Israel en termitorio posefdo antes y después del exilio, on tanto qne distingne entre Fgipto, Babilouia, Moab y Amin, y otras ticrras. En la estimacidn popular se hacfan también otras distinciones. Ast, el rabf José de Galilea mantenfa!® que las Biccurin' no debian sor traidas del otro lado del Jordan, «purque no era una tierra que fluyera leche y miels, Pero como Ta ley rabiniea a este respecte difesia de Iv posture expresada por cl rabf José, debe haberse tratado de una refle- xi0n retrospectiva, probablemente tratando de dar cuenta del hecho de que de! otro lado del Jordin no acudian primicias paru el Templo. Otra distincidn reivindicada para el pais al este del Jontn nos recuerda curiosamente de Lys weuores expresados por las dos tribus y media al volver a sus hogares, después de la primera conquista de Palestina bajo Josué (Jos. 22:24, 25), por cuanto declaraba que Ia tierra al este del Jor- du era menos sagrada, debido a la ausencia del Templo, del que no habfa sido digna. Finalmente, la Judea propia preteu- fa la precmincncia sobre Galilea. como centro del rabinis- mo. Quizé serd bueno decir aqui que a pesar de Ia cstricta uniformidad en todos los puntos principales, Galilea y Judea \wufiun sus respectivas costumbres y derechos legales que difevian entre sf en muchos panticulares. ‘Lo que ha sido hasta ahora explicado en hase a los eseri- tos rabfnicos gana un mayor interés cuando lo aplicamos al estudio del Nuevo Testamento. Porque ahora podcmos com- prender como aquellos zelotes de Jerusalén, que hubieran ueridy imponer subre el cuello de la Iglesia el yago de !a ley de Moisés, hicieron preferentemente de las florectentes 9. Hiten. Ther. 1.6. W, Bie. 1.10. 11. Pasa un pens expTicucii debe etc ene Ricruvioe y Thornmcity vvéase mi obra sobre El Templo: su ministerio y servicios como eran en tiempos de Jesucristo. » comunidades de Siria la base para sus operaciones (ich. 15:1). Hay uu especial siguificado en ello, por cuanto Siria vonstivifa una especie de Palestina exterior, teniendo una po- sicién intermedia cntre clla y Ias tierras paganas, Otra vez, de nucstras indagaciones resulta que lo que los rabinos consi deraban como propiamente 1a terra de Israel comenzaba inmediatamemte al sur de Andoyufa, Asf, 1a ciudad doude se found Ia primera iglesia gentil (Heh. 11.20, 21); donde tos discipulos fueron Hamados primeramente cristianos (Ich. 11:26); donde Pablo cjcrcié durante tanto tiempo su ministe- no, y de donde comenz6 sus viajes misioneros, estaba, cosa significativa, justo afuera de la tierra de Israel. Inmediata- mente al sur ve encontraba el pufs sobre el que lus rabies reclamahan todo el poder. Viajando hacia el sur, el primer distrito al que sc Hegaba cra cl conocido en los evangclios como alas partes de Tito y de Sidén» (Mt. 15:21), San Mar- cos describe el distrito mds panticularmente (Mr. 7:24), RV) cumy «lus ténninos de Tira y de Sidén», Fstos se extendfan, segiin Josef (Guerras de: las Tudios, TH. 3, 1), en Ta época de nuestro Sefior, desde el Mediterrineo hacia el Jordin. Fue a estos témminos extremos de «la tierra» a Jos que se retiré Jess de los fariseos, cuando ellos se ofendieron ante su ‘eposicién al eciego» tradicionalismo de ellos; y aquf El san6, con la palabra de su poder, a Ja hija de «la mujer canancar, euya grandeza de fe sacé de sus labios unas palabras de precioso encomio (Mt. 15:28) Mr. 7:29). Era un distrito mayormente pagano donde el Salvador pronuncié 1a palabra sanadora, y donde la mujer no estaba dispuesta a dejar que ¢] Mesfas de Israel se fucra sin recibir respucsta de El. Ella misma era gentil, En verdad, no s6lo aquel distnito, sino todo alrededor del mismo, y més adelante, el territorio de Felipe, era casi totalmente pagano. Mas que esto, y por extrano que pueda parecer, ulrededor de lus distiitus eu que vivian los judios el pais estaba mdeado, por asf decirla, por nacio- nalidades extranjeras y por cultos, rilos y usos paganos. Para comprender apropiadamente 1a historia del tempo y 40 Jas circunstancias Indicadas en ¢l Nuevo ‘estamento, se precisa a este respecio de una correcta concepcion del estado. de fas partes. Y aquf teucims yue preveniiys free & ut error no poco natural. Si uno esperara encontrar dentro de los t6rminos de «la tierra» misma una nacionalidad, una lengua. Jos mismos intereses, 0 incluso Ia profesi6n publica de una sulu ivligidu, se yuedarta amargamente desenganado. No se trataba meramente de la presencia de los romanos y de sus partidarios, y de una cantidal visu menys influyenie de ev Jonos extranjeros, sino que la misma Tierra Santa era un pats de razas mezcladas y mutuamente hostiles, de intereses dit didos, donde se levantaban templos paganos al Iado del fari- saisma mas extremn y puntillose, y donde prevalecfan abier- tamente ritos y usos paganos. De una manera general esto es fécilmente comprensibie. Porque los que volvicron de Dabi- Jonia eran relativamente pocos, y es cosa abiertamente cono- vida yue nv ecuparon la tierra en su anterior extonsién. Durante el torbulento perfody yue siguid a este regreso, hubo uuna constante entrada de paganns, y se hicieron inresantes intentos de introduccién y perpetuacién de elementos extra- fos. Incluso el lenguaje de Israel habia sutrido un cambio. Cou el paso del tiempo, el antiguo hebreo habia cedido todo el territorio al dialect arameu, excepto en el culto pablico y en las cruditas acadcmias de dactores tealdgicos. Palabras y nombres que aparecen en los evangelios como Raka. Abba. Golgotha, Gabata, Akel-Dama, Bartholomaios, Barabbas, Bar-Tesiis, y las varias citas verbales, son todas arameas. Es probablemente en esta lengua yue se dirigig Pablo a la enfure- cida muchcdumbre, de pie en la escalera que Hevaba del Tem~ plo a la torre Antonia (Hch, 21:40; 22). Pero junto con el ara- meo hebraico —porque asi designariamos cl lenguaje— la lengua griega habia ido abriendose paso entre el pueblo. La misina Misnd voutiene una muy grande cantidad de palabras griegas y latinas con sufijos lebreus, muustrando cudn profun- damentc habfan afectado la vida y las cosmmbres genriles meluso de aquellos que tanto las aborrecfan, y, por deduc- 4 poo cién, cudn profundamente deben haber impregnado lu socie- dad judia en general. Pero, ademuis, labs sieey durante: mucho dempo Lu politica de: sus gobemantes impulsar sistemética- mente toda lo que fuera gricgo en ideologia y sentimiento. Se precisé de la obstinada decisiGn del farisafsmo, si no de su fanatismo, para impedir su Gxito, y esto puede qutzd expli- car en parte lo extremoso de su antugonismy contra todo In que fuera gentil. Un breve exaunen itel estarin ligiosa de lox distritos mds exteriores del pats puede poner esto bajo una luz unis clara En el extremo nororiental de la tierra, ocupando en parte Ja antigua posesién de Manases, s¢ encontraban 1as provin- ccias pertenecientes al tetrarca Felipe (Le. 3:1). Hay muchos puntos allf que son entraflables pura la memoria cristiana Después del exilio estos distritns hahfan sido ocupados por nGutadas salvajes dedicados a la rapifia. como los beduinos de nuestros tiempos. Estos vivfan principalmente en enormes cuevas. donde guardaban sus provisiones, ¥ en caso de ataque se defendian a si mismos y a sus rebafios. Herodes ¢l Grande y sus sucesores los habjan sometido, y establevidu enue ellos a.una gran cantidad Ue colonus judiose idumens —los prime- 79s trufdus de Babilonia, hajo el caudillaje de un tal Zamaris, yy atraidios, como los modcmos colonos alemanes en zonas de Rusia. por la exencién de impuestos—, Pero la inmensa ma- yoria del pueblo seguian siendo sirios y griegos, rudos, birbu- 7os v paganos. En realidad, allf el culiv w los autiguos dioses sirios apenas si hubfa dejado paso a los mds refinados titos de Grecia. Fue: en estns lugares donde Pedro hizo aquclla no- ble confesisn de fe sobre fa que. como sobre una pefia, seria edificada la Iglesia. Pero Cesarea de Filipos era originalmente Banjas o Pantas, una ciudad dedicada al dios Pan; y su cambio de nombre no indicaba una direcciGn mils aciw el judaisme por parte de sus habituntes, Fn realidad allf habfa construido Herodes el Grande un templo dedicado a Augusto, Pero ape- nas si son necesarios més particulares, por cuanto recientes. investigaciones han sacado a la Juz por todas partes restos del 42 culto a la diosa fenicia Astané, al antigno divs siriv del sot ¢ incluso del egipcio Amén. junto con el de lax bien conn- cidas deidades griegas. Lo mismo puede decirse de Ia refi nada Damasco, cuyo territorio constituia aqui ¢l término ex- remo de. Palestina. Pasaudo del términe oriental al ovcidentall de Palestina encontramos que en Tira y Tolemairta los rine frigios, cgipcios, fonicios y gricgos se hacfan la competencia en pos de la preeminencia, En el centro de Palestina. a pesar de Ia pretension de los samaritanos de ser los tinicos verda- ders represeutautes de la religion de Moisés, el mismo nom- bre de la capital de ellos, Sehasté, por Samaria, mustraba cudin totalmente helenizada estaba aquclla provincia. [erodes tam- bien habia consiruido en Samana un magnifico templo a Augusto; y no puede haber duda alguna de que prevalecfan, al igual que 1a lengua griega, también los ritos griegos y 1a idolatrfa, Otro distri extremo, Deviipulis (ML 4 0; 7:31), cra casi totalmente griego en su constitucién, lengua y culto. bra, de hecho, una federacién de dicz ciudadcs paganas dentro del terntono de Israel, poseyendo un gobiemio plupiv. En wulidad, las mismas ciudades no son siempre igualmente cnumeradas por difereutes escritures, Senalare- mos las més importantes para los lectores del Nuevo Testa- mento. Escitépolis, 1a antigua Bet-sedn (Jos. 17:11. 16: Juc. 1:27; 1S. 31:10, 12, ete.), era la tinica de estas ciudades que ‘se encontraba al deste del Jordan. Se encontraba a unas cuatro horas al sur de Tiberias. Gadara, la capital de Perea, nos es conocida por Mt. 8.28, Mi. 3.1, Le. 8:26. Por ulumo lugar, mencionamos como especialmente interesante la cindad de #elia, cl lugar al cual huycron los cristianos de Jerusalén en obediencia a la advertencia de nuestro Sefior (Mt. 24:15-20), para escapar a la suerte de Ia ciudad cuando fuc finalmente sitinda por los romanos. La situacién de Pella no ha sido deienninada saisfuctoriamene, pero probablemente no se encontraha a mucha distancia de la antigua Jabes de Gulaad.!? 12, Comprar Ia pleua discusiGn en Caspari. Chromo. Geogr. Leben J.C., pigs. 87-90, ink. ind. 43 Pero yolyamos a nuestro tema. Por lo que se ha dicho, se verd que quedaban solo 1a Gulilea y Judes propia, eu Ta que deben busvarse pusturas y maneras estrictamente judias. Caria una de estas regiones serd descrita detalladamentc. Por ahora serd suficicnte seffalar que la alilea noronental o Alta estaba en gran parte habitada por gentiles; fenicios, sirios, Grabes y griegos,” de donde le viene el nombre de «Galilea de los gentiles» (Mt, 4:15). Es extraiio cOmo prevalecfa el elemenicy pagano en muchas de estas ciudades con las que estamos familiarizados gracias al Nuevo Testamento. Tibe- rias, que dio su nombre al lago, era de ongen reciente en tiempos de Cristo, habiendo sido construida por el tetrarca Herodes Auupus (cl Heivdes de ta histinia evanysliva), y recibié su nombre en honor del emperador Tiberio. Aunque recibié de su fundador muchos privilegios, como casas y te Tras para sus habitantes y exencién de impuestos, mante- miéndose esto en vigor bajo Vespasiano despues de 1a guerra judfa, Herodes tuvo que colonizarta a la fuera, por lo que tespectaba a sus pocos moradores judfos. Porque la lovalidad donde la ciudad se Jevantaba habia sido antiguamente un cementerio, y por ello todo el terreno era leviticamente impu- ro (Josefo, Antigitedades, 2, 3). Asf, por muy vélebre que Lays Hegado a ser después como Ia gran y iltima sede del Sanedrin judfo. fue en su origen principalmente ajona al judaismo. Gaza tenia su deidad local; en Ascalén se udoraba ‘a Aslarté; Jope era la localidad en la que, para la época en que Pedro tavo allf su visign, segufan mostrando sobre Lay ocas de la costa las urareas de las cadenas con que: se dec que Andrmeda hahia sido encadenada cuando Persea acudié a liberarla. Cesarea cra una ciudad esencialmente pagana, aunque alli vivieran muchos iudios, y uno de sus adomos mas conspicuos era otro temple dedicado a Augusto, levantado sobre un monte enfrente de Ia buea del puerto, para que fuera 13. locefo, Guerras de los Juettos. I. 9-3. 44 visible desde mar adentry. Peru, ,yué podia esperarse cuando en Ja misma Jerusalén Herodes habfa edificado un magnifica teatro y un anfiteatro, a donde se Hevaban gladiadores de to- das partes del mundo, y donde se celebraban juegos, con un cardcter totalmente antijudio, paganos en su espiritu y tenden- via? (osefo, Antignedudey, XV, 8, 1). Los favoritos y conse- jeros con los que el monarca se rodeaba eran pagauos; allf donde pudicron él o sus sucesores. levantaron’ templos paga- nos, ¥ en toda ocasién promovfan Ia expansién de las idcas gnegas. Pero siempre profesaban ser judios: no estaban dis- Puesios a enfrentarse a los prejuicios judios; en realidad, como Ig muestra lt eoustruccion del Templo, la frecuente apelacién a Roma en favor de la causa de lus judios cumdo eran oprimidos. y muchos otms hechos. los heraviianos hubie- ran deseado mantenerse en buenas relaciones con cl partido, nacionalista, 0 més bien empleario en beneficio propio. Y asi fue expandigndose el helenismo. El griego ya era hablado y comprendido por todas Jas clases educadas del pafs; era necesario para la relacién con las autoridades rmanas, can Jos muchos funcionatios civiles y militares. y con los extran- Jeros; la «inscripcién» en las monedas estaba en gnego, aun ‘que, para uplacar a los judfos, ninguno de los primeros Hero- des puso en ellas su imagen." Cosa significativa, fue Herodes Azgripa |, cl ascsino de Santiago y fallido asesino de san Pe- ‘dro, quien introdujo 1a prictica antijudia de imagenes en las monedas, Asf iba avanzando por todos los frentes el elemento fonineo Fu inevitable o bie un cambio Dien un enfrenta- miento en un futuro no lejano. 2Y qué del mismo judaismo en aquel perfodo? Estaba mi- serablemente dividido, aunque no hubiera tenido lugar ningu- na separacién exterior. Los fariseos y los saduecos sostenian 14, La moneda meuciviads en Mt. 22:20, que presentaba uma simagens, asi como wna sinscripciéns, tiene por ello que haber sido, bien acufiada en Roma, 0 bien del tcrarea Felipe, que fue el primero en introduc la imagen de César en monedas estrictamente juris. pnncipios opuestos y se aborrecian mutuamente; os esenios menospreciaban a ambos, Denuy del farisesinu las escuctas del Hillel y de Shammai se contradecfan entre sf on casi cada junto. Pero ambas sc unfan cn su ilimitado menosprecio de Jo que ellos designaban como «el comiin de la gente» —los que no tentan una formacion tradicional, y que pot ello w bien eran incapaces o bien 10 estaban dispuestos a tomar parte en las discusiones, a Nevar Ta carga de las ordenanzas logales, que constitufan la principal materia det tradicionalismo— Tlabia s6lo un sentimicnto comiin a todos altos y bajos, ricos y pobres, insiruidos y sin instruccién—zel de un intense odio a los extranjeros. Los rudos gulileus eran tan anaciona- Jes» como los ms puntllosus fariseas; en realidad, en la gue~ tua contra Roma dicion el mayor némero de soldados, ¥ los mas valientes. En todas partes estaban los extranjeros a la vista; para cllos cran los impuestos que se exigian, los solda- dos, los tribunales de mas alta instancia, et gobiemo. En Jeru= ealén se encontraban por encims del Templo como gnandia enia torre Antonia, ¢ icluso tenfan Ia custodia de las vestidue rac del sume sacerdote." por lo que. antes de oficiar en el ‘Templo, jtenfa que solicitarlos siempre al procurador 0 a su representante! Eran s6lo més tolerables, al scr paganos abler- tos, que los herodianos, que mezclaban el judaismo con el paganismo, y que, hablendo venido de esclavos extranjerns, se hablan arogado para sf et reino de tos Macabeos. Tag lertares del Nuevo Testamento saben qué separacién habjan establecido los judfos fariscos entre ellos mismos y los paganos. Se entender {écilmente que todo contacto con cl paganismo y toda ayuda a sus ritos debiera haber sido prohibido, y que en la relacién social se evitubu toda conta ‘minacién levitica surgiendo del uso de lo que era «comin 0 inmundos. Pers vl farisafemo iha mucho mds lejos que csto. Tres dias antes de un festival pagano sc prohibian todas las 15, La préctica eomenz6 de una manera bien inocente. I sumo sacerdote Hireana, que edifies 1a wrre de Buris. deposits alli su ropaje, ¥ sus hijos continuaron eata prdetiw, de transacciones con los gentiles, a fin de no darles ninguna ayuda directa w iudirecta para sus ritos, y esta prohibivirin ce extendia incluso a las fiestas privadas. como un cumpleatios. cl dfa de regreso de un viaje. etc. En las ocasiones festivas paganas el judio piadoso debia evitar, si fuera posible, pasar a través de una ciudad pagana, y desde luego evitar todo po de tratos con tiendas que estuvieran adurnadas festivamente: Fra ilegitimo para Ins abrerns jndfos ayudaren cualquier cosa que pudicra tener que ver con cl culto pagano 0 con el gobicr- no gentil, incluyéndose en esto dltimo la edificacion de tuzza- dos y edificios similares. No es necesario explicar en qué amplitud ni husts qué detalles Uevaba acabo ta protijidad fari- saica todas estas ordenanzas. Sahemos, por el Nuevo Testa- mento. que cntrar en casa de un pagano contaminaba hasta el atardecer (Jn, 18:28), y que estaba prohibida toda relacion amistosa con los gentiles (Heh. 10:28). iTan terrible era la intolerancia que las mujeres judfas tenfan- hasta. prohibido. ayudar a su veciun pagana cuauly estuviera para ilar a luz! (Avod. S. TI. 1). No era cosa nueva para san Pablo cuando los corintios preguntaron acerca dc la legitimidad de 1a came vendida en las camuicerias 0 servida en un banquete (1 Co, 10:25, 27, 28). Evidentemente, tenia en mente Ia ley rabinica acerca de ello, mientras que por una pane evitaba Ia servidumbre farisaica de la letra, y, por la otra, advertfa en contra de violentar la propia conciencia u ofender la de un obscrvador. Porque, segtin cl rabi Akiba, «la came que esta para ser llevada al culto pagano es legitima, pero 1a que viene de él esti prohibida, porque es como los secrificios de los mwertos» (Avod. S, IL. 3). Pero la separacion tba mucho mas all de lo que las mentes ordinarias pudieran estar dispuestas aavepiat. La leche ovdefiada de ua vaca pon manos geutiles, yel pan y el aceite preparados por ellos, podian scr vendidos 4 los cxiranjeros, pero no usados por los israclitas. Desde luego, nmgiin judio ptadoso se hubiera sentado a la mesa de un gentil (Heh. 11:3; Ga, 2:12), Si un pagano era invitado: auna casa judfa, no podia ser dejado solo en Ia estancia, pues 47 en caso contrario sc consideraba que todos los artfculos ali- menticios 0 bebidas en la mesa eran impuros. Si se les com- praban tiles de cocina, tenfan que ser purificados con fuego © agua; lus cuchillos deb(an ver vueltos a ufilar, los eepetonies calentados al rojo vivo antes de emplearios, etc. No era legitimo arrendar fa casa ni el campo, ni vender ganado, a ‘un pagno; cualquier articulo que estuviera relacionado con el paganismo, aunque fuera de manera muy indirecta, tenfa que ser destruido. Asf, si una lanzadera de telar habia sido hecha de Ta madera de un bosque dedieady « dolos, cada arifeulo de vestide hecho con ella dehfa ser destruido; y si aquellas piczas habfan sido mezcladas con otras cuya fabricacién no pudiera tener ninguna objecién, todas elas quedaban conta- mingdas y debian ser destruidas.'” Estas son s6l0 unas declaraciones generales para mostrar los seutimientus dominantws. Serfa facil demostrar cémo impregnaban todas las relaciones de la vida. Los paganos, aunque eran frecucntemente tolerantes, naturalmentc toma ban represalias. La circuncision, el reposo sabatico, ¢1 culto a un Dios invisible, y la abstinencia judfa de comer cerdo, {Consticufane ins waa itacabble des Fas burlas de ls pagans. Los conquistadores no suelen cuidarse de ocultar su menos- precio por los vencidos, especialmente cuando éstos presu- men de monospreciatlos y odiarlos. A Ta vista de esto, qué iucrefble puede haber parecido 1a verdad que el Senior Jesu- cristo proclamé entre. Israel como el abjeto de su venida y ting no cl haccr judéos dc los gentiles. sino de ambos hijos de un Padre Celestial; no imponer a los paganos el yugo de la ley, sino librar de él a judios y a gentiles, o mas bien, 16. Fane paniculires estén renngidos del tras Avadah Sarah (sohee ccultoe idolitricos) de Ja Misna, aunque aqui se ha dado a propésito solo un bosquejo general. 17. Para deus, comparese ln bien conocida y valinsa coleceicm do Meter Wudaica seu vet. sr. prof. de reb. Jud. frag.). ae cumplir sus demandas en favor de ambos! La revelaciin mas inesperada y revelacién més inopinada. desde el punto de vista judfo, fue ta de 1a demolicién de la pared intermedia de separacién entre judfos y gentiles, quitando la enemistad de la ley, clavandola cn su cruz. No habia nada andlogo a esto; dij se podfa encontrar una sola insinuacién ni en la ensemias- za ni en el espfritu de aquellos tiempos, Bicn al revés. Desde lucgo. fo mAs contrapuesto a Cristo fueron sus tiempos: y 1a mayor de todas las maravillas —cel mistetio que habia estado oculto desde los siglos y generaciones pasudase— la fun- dacion de una Iglesia universal. Til EN GALILEA EN LA EPOCA DE NUFSTRO § 4Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al nort desea udquirir subidurfa, que venga al sur.» Este era el dicho con el que el orgullo rabnicu distingufa entre la riqueza matcrial de Galilea y la supremacta en emdicién tradicional que pretendian las academias de Ia Judea propia. Pero, a RO pas6 mucho tiempo antes que Judea perdicra esta dudosa distinci6n, y que sus escuelas peregrinaran hacia el norte, aca bando estableviéudose junto al lago de Genesaret, iy en aque- la misma ciudad de Tiberias que antativ Luba sido conside- sada como inmunda! Ciertamente, la historia de las naciones registra el juicio de Jas mismasi? y cs extrafiamente significa- tivo que 1a colecci6n autoritativa de la ley tradicional judfa. conocida como la Misnd, y el llamado Talmud de Jerusalén, que founa su comentario palestinense,*salieran finalmente de lo que fue original mente na ciudad payana, construida sobre 1 ala hietaria da Ia’ nacions Weligeschichte ist das Weligcricht»), escrihe Schille 2. Hay dos Tuluuils del isan cla Ya Mian el Ae Tervealén y 6] de Babilonia E] Talmud de Babilonia ¢s considersblements més reciente que ct de Jerusalén, y sus tradiciones estén mis profwidamente teriidas de supers Ueidn y errores de todn tipo. Tambien para propositos hustoricos el Lalmud de Jerusalén es mucho més valioso y de mucha mayor autoridad que el de las Escuelas Orientales 2 la Némocie do lar nacionea (Lio 51 el emplazamiento de unos vicjos y olvidados scpulcros. Pero emtanto que Jerusalén y Judea tueron el centro de la erudicién judia, no habia términos de menosprecio suficientemente duros para expresar el arrogante desdén con el que un rubi- nista normal considerabu a sus curreligiouaris del norte. Las despreviativas palabras de Natanael (In. 1-46) «gDe Nazaret puede salir algo bueno?». suenan a un dicho comin de este perfodo: y la reprensién de los fanseos a Nicodemo (Un. 7:52); «Bscudria y ve que de Galilea nunca ha surgido nin- in profeta», fue salpteada con la burlona pregunta: «;Acaso eres td ambign galileu?» No se uataba meramente de una superioridad consciente. como la que los «de 1a ciudad», como solfan sor llamados los habitantes de Jerusalén, se deofa que exhibjan cominmente ante sus «primos del campo» y todos los demas, sino un desprecio ofensive, expresado a veces con una zafiedad casi increfble, con una ausencia toval de delicadeza y de caridad, pero siempre con mucha y piadosa autoafirmacién. La frase «Dios. tc doy gracias porque no soy como los demas hombres» (Le. 18:11) parece el alrento natural del rabinismo en compaiiia de los iletrados, y de todos los que eran considerados inferiores imtelecurales v religiv- sos; y la historia parahdlica del fariseo y del publicano en el cvangclio no cs contada por la especial condena de aquella oracién, sino como caracterfstica de todo el espfritu del fari- seismo, incluso al acercarse a Dios, «Esta gente que no cono- ce la ley (esto es, kaley tradicional), som unos mralditos.» Fsta fase era ef Lrusco sumatio de 1a estimacién que ténfan los rabinos de la opinién popular. Llegaba a tal grado que los fariseos hubieran deseado exeluirlos no 66lo de lag relaciones nomales, sino de la capacidad de dar testimonio, y que inclu- so uplicuan ul wauimonio con ellos un pasaje cama Dt 272s 3. Todos los auc sicntan euriosidad por ver hasta cusn lejos podia Megar ii soherbinfurisaica en su menosprecio de la publaci6u rural Uebesia leet Pes. 49, ay be 52 Pero si esto se considera como un exiremo, dos ejemplos, escogidos casi al azar, uno de la vida religiosy, y otro de la vida ordinaria, servirin para ilustrar su realidad. Apenas si sv podrfa imaginar un mejor paralelo de Ja oracién del fariseo gue lo que sigue. Lemos en el Talmud (Jer. Ber. LV, 2) que un célebre rabino. al salir cada dia de Iu academia, oraba en estos témunos: «Te doy las gracias, oh Sefiur mi Divs y Dios de mis padres, que 1 hayas puesto mi parte entre Ins que. fre- cuzin las escuelas y las sinagogas, ¥ no entre los que van al teatro y al circu. Porque tanto yo como clos trabajamos y estamos expectantes —yo para lieredar vida elena, y ellos para su destrucién—.» La otra ilustraciéy, lomada también de una obra rabinica, ¢s, si fucra posible. todavia mids oft va, Resulta que el rabi Jannai, mientras viajaba. conocié aun hombue al que consideraba su igual. Llego el momento en que su nucvo amigo lo invité a comer, y puso delante de é1 abun dancia de comida y bebida. Pei se abfan susctado sospe- chas en el rabi, Comenz6 a probar a su anfitvitin sucesiv. iment con preguntas sobre el texto de las Escrituras, solve: la Misn4, interpretaciones alegéricas, y finalmentc sobre sabidurfa talmticira jAy! En ninguno do estos puntos pudo satistacer al rabf. Teminé 1a comida, y el rabf Jannai, que ara aquel entonces indudablemente hala expresade todo e} desdén y menosprecio de un rabinista normal hacia lox iletradus, pidid a su anfitrién, como cra usual. que tomara 1a copa de: hendicién y que diera las gracias. Pero este tltimo cstaha ya Io snficientomente humillado, y respondié, con una mezcla de deferencia oriental y de modestia judia: «Que Jannai mismo dé las gracias en su propia casa.» «En toda casos, obsery6 el rabi, «puedes unirte a mi»; y cuwide el unfitrion hubo expresado su acuerdo. Jannai dijo «;Uin per ha cowido del pan de Jannai!» 1a historia imparcial, empero, debe registrar un juicio di- ferente sobre los hombres de Galilea que el dictado por los rabinos. y cllo incluso en aquello por lo que eran menos Preciados por los Iideres de Israel. Algunas de sus peculia- sa ridades, desde luego, se debian a circunstancias territoriales La provincia do Galllea —cuyy uutbre podria traducirse como «circuitos, derivénidose de un verbo que significa «dhs curt efrcnle»— comprendia las antiguas posesiones de cuatro tribus: Isacar, Zabul6n, Neftali y Aser. Este nombre aparece ya cn el Antiguo Testamento (cf. Jos. 20:7, 18 11 ZR, 19:29; 1 Cr. 6:76; y especiulmente: Is. 9:1). En tiempos de Cristo se extendia hraria ol norte a las poscsiones de iro por un lado, y a Siria por el otro: al sur limitaba con Samaria, el monte Carmelo al ocste, ¥ el distrito de Escit6polis (en Decépolis) al este, mientras que el Jordan y el kayo de Gi saret constituian él Iimltz oriental yeueral. Asi considerado. incluiria nombres # los que: se unen reminiscencias como «los montes de Gilhnan, donde alsracl y Sail cayeron en mortan- ‘iad; el pequefio Hermén, el Tabor, el Carmelo, y aquel gran campo dc batalla de Palestina, la Hanura de Jezreel, Tanto el Talmud como Josefo la dividen entre 1a Alta y 1a Baja Galilea, entre las cuales 10s rabinos interponen el distrito de Tiberias como la Media Galilea* Nos viene a la memoria la histona de Zaqueo (1c. 19:4) por Ja soffal que dan los rabinos para distinguir entre la Alta y la Baja Galtlea. La pnmera comien- za alll «donde los sicémoros dejan de crecers, El sivémom, que es una especie de higuera, no debe ser, naturalinente, con- fundido con el nuestro, y era wi atbol de hoja perenne. facilmente desiruidy por el frio (Sal. 78:47), creciendo s6lo enel valle del Jordin, o en la Baja Galilea hasta la costa. La mencién de este Arbol puede también servimos para deter- minar la localidad donde el Setior pronuncié sus palabras e1t Le. 17:6, Los rabinos mencionan Kefar Hananyalt, probalte~ mente Ia modema Kefr Anan, al surveste de Safed, como el primer lugar en It Alt Gulilea. Safed era en verdad suna ciudad wscutada sobre un monte»; y pucdc que estuviera a la vista del Sefior cuando pronuneié cl Sermon del Monte (Mt. 4, Shev, IX, 2 214), En el Talmud es mencionada con el nombre de Zetath, ¥ mencionada como una de las estaciones de semtales desde donde se transmitia la proclamacién de 1a nueva luna, hecha por el Sanedrin en Jerusalén.$ y con ella el principio de cada mes, mediante fogatas de colina en colina por toda la tierra, y al este del Jordén. cubriendo la gran distancia hacia los de la dispersién, La zona montaflosa en el norte de la Alta Galilea exhibfa un maravilloso paisaje, con un aire fortificante. Es aqui que se da una parte del argumento del Camtar de los Cantares (Crt, 7:5). Pero sus cuevas y fortalezas, ast como el territorio panta- noso, cubierto de cafias, a lo largo del lago Merom. daban refugio a los bandidos. a los proscritos y a los caudillos rebel des. Algunos de los personajes ms peligrosos procedian de Jas ticrras altas de Galilea. Algo mas al sur cambiaba el paisa- je. Al sur del Layo Meromt, donde ef Hamad puente de Jacob __-salva el Jordén, legamos a la gran muta de caravanas, que-unia Damasco al este con el gran mercado de Tolemaida, en 1a costa del Mediterréneo. {Qué agitacién presentaba continua- mente esta via en los tiempos de nuestro Seiior, y cudntos ofictos y ocupaciones suscitaba! Pasaban durante todo el ara hilerax de camellos, de mulas, de asuos, cargados de riquezas de Oriente destinadas al lejano Occidente. o Hevando los Iujos de Uccidente al lejano Oriente. Aqui se vefa a viajeros de todo tipo: judios, gregos, romanos, moradores del Orien- te, La constame relacién con los extranjeros, y el estableci- miety de tantos extranferus a ly ago de wrt de Tas grandes. rutas de] mundo. tiene que haber hecho que el mezquino fana~ tismo de Judea fucra casi imposible cn Galilca. Estamos ahora en la Galilea propia, y apenas si se podria 5. Véase mi libro sobre El Templo: sx ministerio y servicios en ta época de Jesueristy, expfulo X, spade «La nueva lume, y eapfule XV apartado «La determinacion de la nueva luna 55 concebir unt regidu més fri © hermosa. Era verdadera- mente fa tierra donde Aser mojaha en aceit su pie (DL 33:24), jLos rabinos sc reficron al accite como fluyendo como un rio, y dicen que era més léeil criar una plantacién de olivos en Galilea que un nino en Judea! £1 vino, aunque no Tan alumidante como e1 aceite, era gereroso y rico, El 1rigo erecta en abundancia, especialmente en las. cervauias de Capernaum; también s¢ cultivaba cl lino. El costo de la vida era mucho mas barato que en Judea, donde se decfa que una medida costaba tanto como cinco en Galilea. Los frutos cre- fan tanbicn a ta perfecetdn; y eran probablemente debido a los celos por parte de los habitantes de Jerusalén que uw permiticran que fucra yendido en la ciudad durante las festivi- dades, para que los visitantes no Megaran a decir: «Hemos venido solu a probar Jos frutos de Galilea.»” Josefa se rentere al pafs en términns totalmente arebatados, Cuenta no menos de 240 ciudades y pucblos, y dice que el indy preqyuetio teuta jno menos de 15.00 habitantes! Esto. naturalmente, debe ser una gran exageracin, ya que harfa que el pais tuyicra una poblucién dos veces mas densa que los més densos distritos de Inglaterra n Rélgica, Alguiew Ix compurado x Galilea con los distritos manufactureros de Gran Bretafta. Esta compara- ci6n, naturalmente, es de aplicacién sdlo al hecho de su vida activa, aunque también se levaban 4 cabo varias actividades industriales —grandes tallores de corémica de diferentes ti os, y tintorerfas— Desde lus alwuras de Galilea el ojo repo- saba sobre puertas, Henos de naves mercantes, y sila el mest, punteado con blancas velas. Alli. junto a la costa, y también tierra adentro, echaban su humo los homos donde sc hacfa Vidrio; a lo largo de la gran ruta se movfan las caravanas; en 6. Véwe tumbin, yeneralmente, un interesante antici cobre «La feetilidad de la antigua Palestina on fa rovista Quarterly Staiemens of the Palestine Exploration Fund de julio de 1876, pigs, 120-192 1 Pas. Bh, 56 el campo y las viflas y plantaciones frutales todo era activi- dad. La gran carretera alravesaba Galilea, entrando en ella por donde sc salva el Jordin mediante el Hauudo puente de Jacob, tocaba luego Capcmaum, descendfa a Nazaret y pro- segufa hasta la costa. Esta era una ventaja que tenia Nazaret: que estaba en Ia carretera del trifico y relacién del mundo. Otra peculiariciad vs extratamente desconocida por los escri- tores cristianos. Se sabe por los autiguus esvritws rabinicos* que Nazaret era una de las cstaciones de los sacendotes. Todos: lus saverdotes estaban repartidos entre veinticuatro érdcnes. un) de Jus cuales estaba siempre de servicio en el ‘Templo. Ahora bien, los sacerdotes del orden que iba a estar de guardia siempre sc reunfan cn ciestas ciulales, desue las que se dirigian juntos al 'Yemplo: los que no podian ir pasaban Ia semana en ayuno y oracion por sus hermanos. Nazarct cra uno de estos cenitus sacerdotales; asi que por alli, cosa sim= bulicamente significativa, pasuban tanto los gue efectuaban el tréfico del mundo como Tos que servfan eu el Templo, Homos hablado de Nazarct: y puede ser interesante celia uit gjeada a otros lugares en Galilea que sc mencionan cn el Nneva Testamente, Junto al Jago ee encontraba, al norte, Capemaum, que era una ciudad grande; cerca de ella estaba Corazin, tan oflebre por su trign que, si hnbiera estado mas cerca de Jerusalén, habrfa sido cmpleado para el Templo;* tmubién Betsaida,! cuyo nombre, «casa de pecess, indica su principal actividad. Capemaum era la estacién en la que Ma- teo se sentaha en el [enn de los tributos (Mr. 9:9). Al our de Capemaum se encontiaba Magduld, lu ciudad de 10s 8, Véase ta referencia en Neubauer, pig. 190, 9. Men. 85 a. 10, Habja dos lugares con este aumbre, uno al este del Jordén, Betsaida Julias, a In que. se hace referencia en Le, 9:10; Mr. 8:22; la otra en Ia costa ‘oveidental del lago de Galiles, la citnlal uatal de Audiés y de Felipe (In, 1:44), Ver también Mr. 6:45; Mt 11:21; Le. 1 7 tintoreros, el hogar de Marfa Magdalena (Mr. 15:40; 16:15 Le. $2; Jn. 20:1), El Talmud menciona sus tendas y sus teje- durfas de lana, habla de su gran niqueza, pero se refiere [aim higu a la gran corrupeién de sus habitantes. Tiberias, que habfa sido construida poco antes del tiempo de Cristo. ¢s s610 incidentalmente menciuiaila en cl Nucvo Testamento dn. 6:1, 23; 21:1). Fn aquel tiempo cra una espléndida cludad, aunque principalmente de cardcter pagano, cuyos uiayn'ficos edificios contrastaban con las casas mis luumildes comuncs en Ja regién. En el extremo meridivnal del lago se encontraba *Pariquea, la gran pesyuerfa, desde donde sc exportaba pesca- do conservado en tnneles (Tstrabén. XVI. 2). Fue allf que, durante Ja gran guerra romana, se libro una especie de batalla naval, que acabé cn una terrible degollina, en la que-Ins toma nos no dieron cuartel, con To que el lago queds teitido de rojo con 1a sangre de las victimas, y Ia ribera qued6 pestilente a causa de sus cadiveres. Cand de Galilea-era-la ciudad natal de Natauzel (In 21:2). donde Cristo Hev6 a cabo su primer inilagro Gn. 21-11); también fue significativa en relaci6n con el segundo milagro que se vio allf, eu el que el vino mucvo del reino fue por vez primera prubado por labios gentiles (Jn. 4:46, 47). Cand estaba a unas tres ‘horas al nomoreste de Nazaret. Finalmente, Nafn era una de las poblaciones mis meridionales de Galilca. no lejos de la antigua Endor, ‘No deberfa sorprendemos, asi, por interesame que pueda resultar. que las reminiscencias judfus que hayan sido prescr- ‘vada por los rabinos acerva de Tos primitivos cristianos estén principalmente localizartas alrededor de Galilea. Asi, tene- ‘mos, en pleua edad apostlica, una mencion de curactones milagrusas efectuadas, cn nombre de Jestis, por un cierto Ta vob de Chefar Scchanja (en Galilea), oponténduse eu ua oca~ sidn nino de los rabinos un intento de esta clase, muriendo el paciente durante la disputa; registivs repetidos de discusio- nes con eruditos cristianos, y utras indicaciones de contactos con creyentes hebreos. Alguuus han ide mds alld," y han encontrado trazas de la general extensidin de tales postin en el hecho de que sca introducido un macstro galileo en Babilonia como proponiendo la ciencia del Merkaba, 0 las docirinas misticas relacionadas con la visiGn de Ezequiel del cure divinw, yue ciertumente contenfa elementos estrecha- mente aproximados a las doctiinas cristianas del Logos, de la Trinidad. etc. También se han sospechada posicinnes trini- (arias on la significacién dada al némero «tres» por un mat tro galileo del siglo tercero, de esta manera: Bendito sca Dios, que ha dado las tres leyes (el Pentateuco, los Profetas y Jos Hugidgrafos) a un pueblo constituido por tres clases (sacerdotes, levitas y Iaicus), pur medio de aquel que era cl mds joven de tres (Miriam. Aartin y Moisés), en el dia tercess (de su separacién —Ex, 19:16), y cn cl mes tercero.» Hay ademés otro dicho de un rabino galileo. reterido a la resurrec- cidn, que, aunque dista mucho de estar claro, puede que tenga 1a aplicaciGn cristiama, Finalmente, el Midris aplica la expresi6n «el pecador quedard en ella preso» (Ee: 7:26) al antcriormente mencionado rab Jacob, cristiano, 9 a los cnstianos en general, o incluso a Capemaum, con cvidente referencia a la extensiGn del cristianismo allf, No podemos pruseguir uyuf este asumo tan interesante mds alld de decir que encontramos indicaciones de que los judius cristianos hhabian intentado introducir sus posturas mientras dirigfan las devociones piiblicas en la sinagoga, ¢ incluso de contactos con Ja secta inmoral y herctica de los nicolaitas (Ap. 2:15). En verdad, lu que sabemos de los galileos nos prepararia para esperar que el evanyelio fiers al menus escuclade cou atencién entre muchos de ellos. No se trata slo de que Ga- ilea fuera la gran escena de la obra y cnscfianza de nucstro 11, Véase gencralmente el enudito yolumen de M. Neubauer La Géopraphie du Talmud. yg. 186, ete. Comparar, asimismo, Derenibonrg, E-Histoire #2 la Géographie de la Palestine, page. 347-3 ‘e Sefior, y el hogar de sus primers discfpulos y apéstoles. ni tumpocv que la frecuente relacién con los extrafios debe haber tendido a eliminar los estrechos prejuicios, mientras que el menosprecio de los rabinistas contribuiria ala pérdida de Tigazén con el mas estricto farisefsmo, sinw que, Gal coun nos es descrito su cardcter por Jusefo, e incluso por los rabi- nos, parecen haber sido una raza generosa, impulsiva y de ‘grin conuén —intensamente nacionalista en ¢l mejor senti- tlo—, activos, no dados a ociosas especulaciones ni a distin- ciones I6gico-teol6gicas sutiles, sino Henos de conciencia y seriedad, Los rabmos detallan clertus diferencias woljgicas entre Galilea y Judea. Sin mencionarlas aquf, no abrigamos uda wlytuia al devit que muestran una picdad préctica mas seria, y una vida més estricta, y menos adhesin a aquellas inciones fansaicas que tan fecuentemente vuciaban la tey de su sentido. Por ora parie, el Taluud acusa a los galileos de descuidar el trudicion 3, Uc aprender de un macstro. y después de ot (quiza porque s6lo tenfan rabinos ambu- Jautes, y no acadcmias permanentes); y de ser incapaces de Hogar a las alturas de las distinciones y explicaciones rabinicas. Que su sangre ardiente lus hacfa mAs bien penden- cieros, y yue vivian en un estado crénico de rebelién contra Roma, san cosas que sabemos no sélo gracias a Josefo, sino también por cl Nuevo Testamento (Le. 13:2; Heh. 5:37). Su hebreo mal pronunciado, o mds bien Ix incupacidad que: tenfan para pronunciar de manera apropiada las guturales. eran un cunstante wma de ingenin y burla. y cra tan comin {que basta Ins siervos en el palacio del sumo sacerdote pudic- ron dirigirse a Pedro y decirle: «De seguro que ti también cores uno de ellos, porque hasta tu manera de hublar w des- cubre» (Mt. 26:73), comentario que, de pasada, ilustra el hecho de que el lenuaje coméinmente empleado cn tiempos de Crisis en Palestina era el arameo. no cl griego, Joscto des cribe a los galileos como trabajadores, varoniles y valientes; incluso el Talmud admite (Jer. Cheth. IV. 14) que se preo- cupaban mas por el honor que por ¢! dinero. 00 Tero el distrito de Galitea al que 1a meme siempre vuelve esl de alrededor de la ribera de su tago.” Su belleza, su ina ravillosa vegetaci6n, sus productos casi tropicales, su riqueza © abundancia de poblacién, hin sido Irecuentemente descr: tus. Lus rabinos derivan el nombre de Genesaret"* bien de un arpa —debido a que lus frutus de sus costas eran tan dulces como el son del arpa—o bien lo explicas como significunda «los jardines de los principes», por las hermosas villas y jardines a su alrededor, Pero pensamos principalmente no en aquellos {éntiles campos y arboledas, ni en el intenso azul del lagu, euverrado entre colinas, ni en las activas ciudades, ni en as blancas velas exteudlidus sobre sus aguas, sino en Aquel cuyos pies caminaron por sux custas, Aquel que ensend, y trabajé, y allf of6 por nosotros pecadores; que andivo sobie sus aguas y apacigué sus tempestades, y que incluso tras su resurreccién tuvo allf una eniraflable conversacién con sus Hisefpulos; sf, en Aquel cuyas Ultimas palabras sobre 1a terra, dichas alli, nos llegar eum una peculiar significacién y apli- caci6n, al obscrvar em tuestius fas Tos perurbadores ele~ menios en el mundo que nos rodca: «,Qué te va a ti? Ta, siguemes (Jn, 21:22). 12 EiNwove Testaneno bla fests cde ospain d os pestaores ene! lago da Callea que es interesante saber ue la pesca ot 1 lago era bre para todos. E\Talmud meneiona ésta como una de lot ier odsnenzas cabled or Sst gba aha Rama, 80 13. El nombre bibico Chinnereth o Chinneroth (Quinérc, Nea. 34:1, ¥ en ots Iuzares)¢8 derivado por los ishimos te eharpas (ohinnar) y fora posthblien, gonesear, es presentada como eatralda do gener sarim, Jardine de los principe. E nombre biblio es relmente una euencan, st ucoeor, por Toque ff inane puede dervarse deta clive Cremer, como sigiere M. Nevbaver (ver ref Il, pg. 25, en ots lugares). 61 IV VIAJANDO POR PALESTIN. CARRETERAS, MESONES, LA HOSPITALIDAD, LOS FUNCIONARIOS DE ADUANAS, LOS IMPUESTOS, LOS PUBLICANOS -Erala carretera més transitada de Palestina junto-a la que el publican Levi Mateo estaba sentado en el banco de los Gibuios pabligos cuando nuestro Sefor lo Hamé a la comu- nidn del Evangelio, y luego él hizo aquel gran banquete al que invité a sus compafiems publicanos, para que también cllos pudieran ver y ofr a Aquel en quien él habfa encontrado la vida y la paz (Le. 5:29). Porque aquélla cra la dnica verda- dera carretera internacional que atravesaba Palestina: y era ademés una de lus grandes rutas del comercio mundial, En el tiempo acerca del que escribimos se puede decir, de manera general, que habfa seis arterias principales de comercio y ‘comunicacién que atravesaban el pafs, siendo sns principales puntos Cesarea, que era la capital militar, y Jerusalén, 1a religiosa. Habia, en primer lugar, la carretera del sur. que Hevaba de Jerusalen, a traves de Belén, a Hebron, y de alli lucia el veste a Gaza, y hacia ¢l este a Arabia, desde don- de también una carretera se dirigfa al norte a Damasco, Es por esta carretera que imaginamos que san Pablo debié viajar cuando se retiré a las solcdades de Arabia después de su conversion (Gé, 1:17, 18). La carretera a Hebron debe haber 63 sido muy frecuentada por sacerdotes y otros peregrinos que se dirigfan a la ciudad, y por ella pasarian el padre del Bautis- tay los de Jests. En segundo ugar, habfa la antigua carretera 210 largo de la cnsia maritima deste Bgipio hasta Tiro, desde donde una carretera directa, pero no tan frecuentada, iba, por Cesarea de Filipos. a Damasco. Pera la carretera costera mis- ma, que tocaba sucesivamente las carreteras de Gaza, Asca- I6n, Jamnia, Lida, Diospolis y, finalmente, Cesarea y Tole- maida, era probablemente 1a carretera militar mds importante de ta tierra, conectando Ia capital con la sede del procurador romano en Cesarea, y manteniendo la plataforma maritima y sus pucrtos libres para Ja comunicacién. Esta carretera sc biturcaba en Lida, dingiéndose a Jerusalén por dos rutas distimtas, una de ellas por Bet-horén, y la otra por Emauis, que era la més larga. Fue probablemente por esta carretera que la escolta romana condujo a toda velocidad a san Pablo (Heh. 23:31), dejandole los soldados montados en Antfpatris, a unas veinte millas romanas de Lida y a unas cincuenta y dos millas romanas de Jerusalén (una milla romana tenia 14/¥,5 me- tos). Ast, la distancia a Cesarea que le quedaba por cubrir a la caballerfa al dfa siguiente ert de alrededor de veiutiseis millas romanas, y todo el camino desde Jerusalén de setenta y ocho millas romanas. Esta velocidad de viaje, aunque répi- da, no puede ser considerada como excesiva, porque una jor- nada normal es contada por el Talmud (Fes. 93 6) como de ‘cuarenta millas romanas, Una tercera carretera llevabu desde Jetusalén, jaa Betcha y Lida, a Jupe, desile duinle prvse~ gufa junto a la costa hasta Cosarca. Esta fuc la carretera que Pedro y sus compaficros tomarian cuando fue Hamado a ir a predicar el evangelio a Comelio (Hh. 10:23, 24). Fue en Lida, a treinta y dos millas romanas de Jerusalén, que Eneas: fue sanado milagrosamente, y «cerca» de allf, a pocas millas, estaba Jopc, donde tuvo lugar li resurreccién de Tabité, Doreds, «la gacela» (Hch. 9:32-43), Es innecesanio decir mucho acerca de la cuarta gran carretera, que Hevaba de Ga illea a Jerusalén, directamente a través de Samaria, bifuredn- Cd dose en Siquom hacia el este en direcciin a Damaseo, y al este hacia Cesarea. porque. ademés de ser mucho més carta. era evitaba en 10 posible por los-viajeros judfos; aunque cl Seflor Jestis ps6 por esta carretera tanto dirigiéndose (Le, 9:53: 17:11) como volvieudo de Jerusalén (In. 4:4, 43). La carretera que, salfa de Jemsalén directumente al norte se dividfa también on Gofna, desde donde se dirigta a Diospolis, y luego @ Cesarea.' Pero ordinariamente los viajerns juslfos. antes que pasar por Samaria, preferfan atrontar cl peligro dc Jos bandidos que los acechaban (Lo. 10:30) 2 lo largo de a gran quinta carretera (ef, Le. 9:1, 28; Mt, 20:17, 29), que iba Ge Jerusalén a Jerio6, por Betania. Eu Jerieé se vadeaba el Jordan, y la carretera sc dirigfa a Galaad, y de allf, bien haci el sur, o bien hacia el norte de Perea. desde donde el viaje podfa dirigirse a Galilea. Se observard que todas estas carre- teras, comerciqes v militares, eran, por asf decirlo, judias, v salfan de o se dirigfan a Jerusalén, Pero la sexta y gran carre- tera, que pasaba por Galilea, no era en absululy princip mente judia, sino que conectaba cl Oriente con el Occidente: Damasco con Roma, De Damasco se dirigia a través del Juuléu a Capernaum, Tiberias y Nain (donde se encontraba con una carretera que venfa direclumente de Samaria), a Nazaret, y de allf a Tolemaida. Asi, desde su emplazamienty, Nazaret estaba en la gran carretera del mundo. Lo que se dijers ullf podfa igualmente encontrar eco en toda Palestina y ser Ievacin a las tieras mds remotas de Oriente 0 de Occidemte. Apenas si es necesario decir que las carreteras que heinius mencionado son s6lo as que constitufan las principales v{as de comunicacién. Hab/a ademas una gran cantidad de carre- teras serundarias que atravesaban el pais en todas direccio nes. Lo cierto es que desde los tiempos mas tempranos parece 4, En Ja obra de Conybeare y Howson Life and Enistles of St. Paut (I. pig. 331) sc indice esta carretera conuy la wmuda por los soldadas ramanas cuando Nlevaron a can Pablo a Cesare, os haberse presiuilo nmcha atencién a la facilidad de comuni- caviGn 4 uavés de 1a ticrra, Incluso en tiempos de Moisés eemos accrca de «cl camino real» (Nm, 20:17, 19; 21:22). En hebreo tenemos, ademds de dus términns generales (derech y orach), tes expresioues que indican, respectiva- mente, una senda pisuda v bavidla (nushiv, de naisav, hollar), una carretera lucha o trazada (messillah, de salal, trazar, ujustat), y el «camino real, sicndo este Ultimo evidentemente para fines nacionales, y mantenido a cargo de los foros pui- blicos. En ticmpos de los reyes (por ejempl, 1 R- 17-18), & incluso antes, habia carreterus dispuestas para carruaje aunque cea diffcll ereer la afirmacién de Tosclo (Antiziie dades, VIN. 7, 4) de que Salomén hubicra hecho pavimentar jay cunieteims principales con picdra negra, probablemente hasalto. Aparentemente se cobraba peaje en los tiempos de Esdras (Esd, 4:12, 20), pero el clero estaba exenty se este, Zonio de todos los demas impuestos (7:24).-Lns-caminos a Jas ciudades de refugiv debian ser siempre mantenidos en buen estado (D1. 19:3). Segdn el Talmud tenfan que tener una auchura de enarenta y ocho pies (casi quince metros), y pro- vistas de puentes, ¥ con seflalizaciones allf donde las carre- tcras sc bifurcaran. ‘Pasando a tiempos posteriores, los romanos, como scrfa do esperar, prestaruu gran atencién a los modos de comuni- ‘cacion a Lravés del pais. Las carretcras militares fueron pavi- mnentadas y provistas de piedras miliares. Pero los caminos rurales cran principalmente sendas de pezufia. El Talmud distingue entre los caminos péblivus y los privados. Los primeros debfan tener una anchura de veinticuatro pies (algo mas de siete: metros), y los scgundos de seis pies (un metro ochenta centimetros). Se afiade que para el camino real y para os caminos tomados por funerales no hay medida estable- cida (Baba B, VI. 7), Las carreteras eran reparadas anual- mente en la primavera, como preparacién del inicio de las grandes {estividades. Para impedir ricsgos, no se permitian las estructaras subterréncas, por protegidas que fueran, bajo 66 Jas vias publicas, Las ramas colgantes de Jos rboles tenfan que ser cortadas, Je anangra que pudiera pasar un hombre montado en un camello. Una norma similar se aplicaha a los halcones y voladizos: tampoco sc permitfa que oscurecieran una calle, Todos los que permitieran que se acumularan cosas on 14 carretera, 0 que cayeran de un carro, tenian que comperi sar el dafio que pudieran suffir los viajeros por ello, ¥ en las cindades y en sus alededores las uormus policiales eran ada més estrictas: y aparecen ordenanzas como la obligacién de Jacliminacién. en el plazo de trcinta dias. de Arboles pdridas © de muros peligrosos: no se podia derramar agua sobre 1a carretera; no se podia echar nada sobre la calle, mi dejar alre dedor muteriales de construccién, ni vidrios rotos, ni espinos, jimto cen onas meglamentaciones para la seguridad y salud piblicas.* Era por estas carretcras que pasahan los viajerns; pacas al_pnncipio,-y mayormente-peregrinos, pero ereciendo gra dualmente cn mimero, al ir aumentando el comercio y las Telaciones sociales 0 politicas. Los viajes s¢ hacian a pic, en asnos 0 en canuajes (Heh. 8:28), de los que se mencionan tres clases —el carniaje redondo, quizé com nuestry calestis; cl clongado, con una forma como de cama con haldaquin: y el carro, principalmente para cl transporte de mercancfas—. Se entender que en aquellos dfas los viajes no eran ni cémo- dos ni faciles. Generalmente la gente. viajaba en compaitia, de lu que es un bien conocido ejemplo Ios grupos festivos que se dirigfan a Jerusalén. Fn caso contrativ, uuo se prepart- ba para un viajc casi como si fuera un cambio de residencia, proveyéndose de una tienda, de viveres y de todo To necesario para el camino. Era diferente en el caso del buhonero ambu lum, que era bien recibido como amigo en todos Ios distrifos 2. Principalmente recopilndus de los tratudos juridicos Baba Kama y Babu Buthua. a por los que pasaba, Hevando las noticias del dfa, intercam- hiando tos productos de un distrito por los de otro, y suminis- uando las ultimnas novedades del comercio o de articulos de lujo. Las carias eran solo enviadas por medio de mensajeros especiales 0 por medio de viajeros. En tales circunstancias, el mundamicnto «No os ulvidéis Ue La huspitalidad» tenia un especial significado. Israel se distingui6 siempre por su hospitalidad: y no s6lo la Biblia. sino los rabinos tambign, la prescriben cn los términos més enérgicos. En Jerusalén nadie debla considerar su casa como solo suya propia; y se decia que durante las festividades de los peregrinos, nadie carecfa de una cordial bienvenida. EL trade Aborh (L. 3 ium éstos como dus de fos ties dichns de José, el hijo de Joachanan, de Jerusalén: «Que tu casa esté bien abicrta, y que los pobres scan hijos dc tu casa.» Los Jectores del Nuevo ‘Yestamento estariin especialmente interesados en saber que, segun el Talmud (Pes. 93), Betfage y Betania, lugares que a este respecto evocan tan amantes Teminisvencius, eran especialente eélebres por Ta hosp Jidad que daban a los peregrinos que acudfan a los festejos. En Jerusalén parcee que cxisifa la costumbre de colgar una cortina ante la puerta para indicar que habia ain lugar para huéspedes. Algunos iban tan Iejos como para sugenir que debiers haber cuatro puerias en cada casa, para dar la bi veuida a los viajeros que vinieran de cualquier direccién. El anfitrién iba a recibir a un huésped que fucra esperado, y tucgo Io acompaftaba parte de! camino (Hoh. 21:5). Los mabis deciaraban que la hospitalidad era un meérito tanto y mas grande que la asisienvia temprano por la magiaua «una xeade- mia de enseftanza. Dificiimente podrfan haber ido mds lejos en su encomio. considcrando el valor que daban al estudio. Naturalmente, también aqui el orden rabinico tenfa la prefe- rencia; y agasajar hospitalariamente aun sabio, y despedirlo con regalos, era declarado tan meritorio como haber oftevido lus savvificios diarins (Rer 10, b) Pero que no haya equfvocos. Por lo que respecta al dcber 68 de 1a hospitaltdad, o al amante cuidado de los pobres y enfer- os, serfa imposible adoptar un tono més elevado que el del rabinismo. Asf, se declaraba que «la acogida a los viajeros ra un asunto tan importante como Ta recepvidu de la She- fina», Esto da un renovado sentido a la amonestacivin de 1a epfstola dirigida especialmente a los hebreos (13:2): «No os ulvidéis de 1a hospitaltdad, porque por ella algunos, sin saber- Jo, hospedaron éngeles.» Tratando de este tema, uno de los més antiguos comentarios rabfuicus tiene ua glosa muy her mosa sobre el Sal. 109:31: «Porque él se pondra a Ta diestra del pobre.» Leemos asi: «Siempre que un pobre acude a tu puertu, el Santo, bendito sea su Nombre, esl a su diestra. Si i le das limosna, sabe que ni recibirds recompensa de parte de Aquel que est4 a su diesira.» En otro comentario se dice qic cl mismo Dios y sus éngeles visitan i lus enfennos. EL mismo Talmud cuenta la hospitalidad entre las cosas cuya recompensa se recibe tanto en esta vida como en la venidera (Shab. 127 a), mientras que en otro pasaje (Sor. 14 a) somos invitados a imitar a Divs en estos cuatro respectos: El vistié: al desnudo (Gn. 3:21); Fl visitd a los enfermos (Gn. 18: EL consolé a los chlutados (Gn. 26°11); y FI entennd 2 to muertos (Dt. 34:6). Al tratar acerca de 1a hospitalidad, los rabinos cxhiben. com ett luntus relaciones de la vida, la mayor lernura y deli cadeza, mezelada oon una deliciosa cantidad de astuto conc cimiento dcl mundo y un fino sentido del humor. Como regla, también tratan de esto con riqueza de detalles Ast, so pues cribe la misma manera en que un anfitrién debe comportarse para con sus invitados. Debe mostrarse complacido mientras agasaja asus invitados, debe servirlos él mismo, debe prome- terpoco y dar mucho, etc, Al mismo tiempo se afiadia causti camente: «Considera a todos lus hombres como si fueran unos bandidos. pero jtrétalns enmn si cada un de ellos fuera el mismo rabi Gamalicl!» Por otra parte, se establecen tan bign reglas de cortesia y gratitud para los huéspedes. «Nov eches una piedras, se decia, «a la fuente de Ia que has bbido» ro) (Baba K. 92), 0 éstuz «Un luésped justo lo reconoce todo, y dice: "\Cudnto quehacer ha tenido mi anfitridn, y tewle por ‘mi causa!" —en tanto que un visitante malvado seflala: "jBah, Qué poca solicitud se ha tomado!” —, Luego. tras enumerar Jo povo que ha recibido en 1a casa, concluye asi: "¥ después die toro. no fie hecho para mi, sinu séle por su mujere hijos"s (Ber. 58 a)? La verdad es que muchos de Tos dichos en nli- cin con este tema guardan un paralclismo notable con tas instrucciones dadas por nuestro Seflor a sus discipulos al enviarlos a su misiGn (Le. 10:5-11 y paralelos). Asi, primero se dehfa desear el bieu subre la familia; no se debfa ir de casa cn casa: se debfa comer lo que se pusiera ala mesa, y, finalmente, se debfa partir con una bendicién, Todo esto, naturalmente, se aplicaba a la hospitalidad en el seno de las familias paniculares. En carreteras solitarias, donde habfa mucha distancia entre las poblaciones, 0 incluso alas afueras de las cindades (L.c.2:7), habia kaney 0 lugares para la acogida de extrafios. Lo mismo que los kanes actuales, esios lugares estaban abiertos, y gencralmentc cdificados en forma de cuadro, con un gran patio central para los animales de carga y tro, 0 para los carruajes, mientras que las estan- cias dahan @ galerfas construidas alrededor, Naturalmente, estas estancias no estaban amuebladas, ni se esperaba page aiguno de parte del viajcro. Al mismo tiempo. habfa general- mente alguno al cudado del kan, generalmente un extranjcro. que, pagindole, provefa lo que fuera necesario, de lo que tenemos un ejemplo en 1a parabola del Buen Samaritano (Le, 10,35), Estos huspedujes son menvionados ya en época tan temprata com Ta te Muisés (Gu 42-27, 43:21), Jeremfas lus Hama «caravaneray (41:17, V.M), erréneamente. traducila como Gerugguimam cn la Reina-Valera (se deberfa traducic 3. Abroviado de! Talanud do Terusalén y dot de Rabilonia. Veins ambien Ror. 63 By 64 a, donde se dan ejemplos escriturales de la bendicién que Ia hospitalidad contteva. W. «caravanera de Quimam»), En el Talmud sus designaciones son o bien griegas o latinas, en forma aramea, siendo una de cllas fa misma que sc cmplea en Le. 10:34. demostrando que tales lugares eran generalmente provistos por y para cxtrati- Jeros.' En tiempos posteriores leemos también acerca de los whpiso —evidentemente provenionte de hospitium, y evi denciando su origen mmano— coma Lustelerfa pablica, don- de se vendian langostas del desierto, encustidas en vinagre o fritas en harina o preservadas cn micl, y ccrveza de Media © de Babilonia, bebidas exipcias, y sidra 0 vino cascros: ¥ entre: log compafieros festivos circulaban proverbios como «comer sin beher es como devorar la propia sangres (Shab. 41a). y donde se dedicaban a ta juerga y los juegos de wet Jos que gastaban sus biencs vivicndo perdidamente- Fin estos lugares se dedicaba la policfa secreta a sonsacar las opiniones del populacho aprovechando que estaban bebidos.? Esta policia_debe_huber sido. abundantemente- empleada. Seguin Josefa (Ant. XV. 10, 4) los expfas acosaban a la gente, tanto en la ciudad como en el campo, vigilaudo sus conversaciones en la libre confianza de la relacién de amistad. Se dice que cl mismo Herodes actuaba de esta guisa, y que se emboscaba en las calles por la noche cubierto de un disfraz para poder vfr v atrapar a los conflados ciudadanos, La verdad es que hubo um tiempo en que la ciudad parece haber estado bajo Ja Jey marcial- habiendo. quedado prohibidu # los ciudadanos , o iuipuesto de carretera, Bajo el reinado de los Ptolomeos la concesién de los impuestos parece haber sido otorgada al mejor postor. variando el precin entre acho y dieviséis ile tos, una suma realmente pequetfa, 1o que permitfa a las conce~ sionarios de los impuestos de Palestina cnriquecerse enor- memente, y ello a pesar de que tenfan que comprar de conti- uy proevidn armada y el favor de la corte.’ Durante el dominio sirio, los impuestos pareven haber consistido en tributos. derechos sobre la sal, una tereera parte del producto de todo lo que se sembraba, y la mitad del fruto recogido de los frutales, ademés de la capitacién, de los derechos de adua- uu y ue un tipo incterto de impuesto, Hamado «dinero de La corona» (el aurum vorunurium de los romanos), que era originalmente un don anual de una corona de ory, pere que después tue sustituido por dincro.” Bajo los herodianos los ingresos de 1a corona parecen haberse derivado dc las ticrras pertenecienies a la corona, de un impuesto sobre Ja renta ¥ solue ef putrinwnio, de los derechos de aduana por impor- tacién y exportacién de bienes, y por una tasa sobre: toda to que’ se compraba y yendia publicamentc, a lo que se debe afiadir una contribucién sobre las casas de Jerusalén. Pur pesadus que vengan que haber sido estas exacciones sobre una poblacién relativamente pobre y principalmente rural, 3c reficren sélo a los impuesios civiles, neve lax cusniri~ buctones religiosas..” Pero, aun asf, no hemos agotado la lista de contribuciones exigidas a un judio. Porque cada ciudad y 8. Joseto, Anigdedades, XT. 4:1, 3,4, 5 9. Ibid, XI 3:3. 10, CL me obra Af Femplo: su ministerio y servicios en tiempos de Jesucristo, capitulo XIX, apsntado «Ofrenda de las yrimivias». Rh comunidad cstablecfa sus propios impucstos para cl mante~ nimiento de la sinagoga, de las escuelas elementales, de los baiios publicos, para el sostén de los pobres, para el cuidado de las carreteras pablicas, lay murallas de 1a ciudad y sus puertas, y obras necesidades generales.* Sin embargo, se debe admitir que las autoridades judfas tepartfan esta carga de imposicién cfvica eémoda y gentilmente, y que aplicaban al bien pablico los ingresos derivados de la misma de un modo escasamente conseguido todavia en los paises mas civiliza- dos. Las disposiciones rabinivas para la educwci6n pablica, la sanidad y la caridad estaban, en todos los respecios, mucho més adelantadas que la fegislacién modema, aunque también aqui sc cuidaban cllos de no tomar las gravosas cargas que ponfan sobre otros, al dejar expresamente exentos de impues los cfvicos a todos los que se dedicaban al estudio de 1a ley. Pero la imposicion romana, que yravitaba sobre Israel con uu. peso tau graule, era de_una calidad propia: sistemstica, cruel, implacable y ahsolutamente indiferente. En general, as provincias del Imperio Romano, y lo que de Palestina les per- tenecfa, estaban sometidas a dos grandes impuestos: la capita ion (0 mas bien el impuesto sobre 1a renta) y el impuesto sobre la tierra, Toda la propiedad y todos los ingresos que dy cayeras bajo el impuesto de La tierra quedabau sureties a la capitaci6n, lo que. ascendifa, para Sina y Cilicia, al uno por ciento, La «capitacién» era en realidad doble. consistien- do de impuesto sobre los ingresos y una capitacién propia, stendo esto dltmo, naturalmente, la misma en todos los casos y aplicada a todas las personas (siervos o libres) hasta la edad de sesenta y cinco, estando las mujeres sujetas a ellas desde Tos doce, y los hombres desde los catorce. La propiedad de fincas estaba sujeta a un impucsio de un diczmo de todo cl gmano, y un quinto del vino y fruto cosechado, pagado en 11. Para una breve exposicién de estos impuestos, véase Hamburguer, ref 6, pag. 431. 4 parte en producto, y en parte en dinero.'? Ademis, habia tasas y derechos sobre todas las importaciones y exportaciou que se aplicaban en las grandes carrereras pablicas y en los pnertos de mar. Habfa también pontazgos y peaje. y tasas sobre todo lo que se compraba y vendia en las crudades."? Estas, que podemos Hamar los tributos regulares, eran inde- pendientes de cualquier comtribucidn forzosa, y del sustento que debiera proveerse al procurador rome y a su familia y corte en Cesarea. Para evitar toda posible pérdida para la iesorerfa, Quirino (Cirenio) habfa Hevado a cabo un conso regular para constatar cl ntimero de la poblacién y sus medios de vida. Histo fue un ternble enmen a los oj0s de los rabinos, ‘que recordaron que st el censo del pueblo habia sido un peca- do tan enorme en el pasado, el pecado debfa ser centuplicado si era hecho por los pagans y para sus propios propésitos. (Otro agravio se encontraba en el hecho de que el tributo, hasta ahora dado sdlo a Jchové, dcbfa ser ahora pagado a uncmpc-_ rador pagano. «is lfeito pagar tnbuto a César?» era una dolida pregunta que muchos tsraelilas se hacian a si mismos al poner lado. por lado 1a capitacién del emperador junto al medio sivlo del sanwario, y el diezmo de su campo, villa y plantacién frutal, demandada por el recaudador de impuestas, junto con el que hasta entonces sélo habia entregado al Seftor. Incluso el propésito con el que esta pregunta le fue hecha a Cristo —atraparlo en una denuncta politica— muestra cuanta agitacién provocaba entre los judfos patriotas; y costo rios de Sangre antes que fuera uy contestada, sino sileuciada, Los romanos tenfan una manera peculiar de recoger estos impuestos, indirceta, no-dircota, lo que mantenfa segura la tesoreria, fuera cual fuera el dafio que le hiciera al contribu- yente, mientras que al mismo tiempo le imponia a él todo el 12. Sto Atvien del Norte (apare de Egipeo) suministraha a Roma, por via ‘do mpuesios, el sufictente grano para ocho meses, y la ciudad de Alojandrie para los cusiro restanies (losefo, Guerras, Il, 16:4), 13. CC. enue otros. Hausraih. News. Zeig. . pig. 167, te 15 costo de la recaudacién, A los senadores y magistrados les cstaba prohibido dedicarse a negocios 0 comercio; prio el orden mas alto, los equestrian, estaba vompuesto jrincipal- mente por grandes capitalistas. Estos caballeros romanos constiwuian cumpantas de capital comin. que compraban en publica subasta las aportaciones de una provincia a un precio fijo, gencralmente por cinco afios. La junta tenfa su pres!- dente, 0 magister, y sus oficinas en Roma, Estos eran los ver- daderos Publicani, 0 publicanos, que fivcuentement: suba- rrendaban ciertas ‘de lus exacciones. Los Publicani, 0 sus arrendulurius, empleahan bien esclavos o bicn a algunos de Jas clases inferiores en cl pais como recaudadores de impues- tus —los publicanos del Nuevo ‘Testament, ¥ el resto de os impucstos se daban en concesin y se recaudaban de ma nera similar; algunos de ellos eran muy onerysus y asvenfan a una rasa ad valorem de dos veces y media y de cinco por clemy, y en wliculus de lujo incluso del doce y medio por ciento. Los derechos de puerto eran més altos que los de ca- iretera, y el contrabando o las falsas declaraciones se castiga- ban con la confiscacisn de la mercanctu. Asi, lus publlicanns rocaudaban también derechns de impontacién y exportacién. ponlazgos, peaje, impuestos urbanos, ctc.; y si el pacihco residente. el labrador. cl comerciante 0 el fabricante se veia constantemente expuesto a sus exacciones, el viajero, el carayanero 0 ol buhonero se envontraba vou su vejator sencia en cada puerite, pur la carretera y a la entrada de las cindades, Se tenia que descargar cada bulto. y todo su conte nido abierto y registrado; hasta las cartas eran abiertas; y debe haberse precisado de algo mas que de 1a paciencia oriental para soportar Ja insolencia de los recaudadures y para some- s acusaciones» al fijar arbilrariamente la ‘cuota por la Lies o tos ingresos, o cl valor de las mercancias ete. Prrqque de nada servia apelar en contra de ellos, por cuan- to los mismos jucces eran bencficiarios directos de los ingre- 808: porque aquellos ante los que hubiera debido presentarse Ja acusacién acerca de esta cuestién perteneefan a la orden To de caballeros, las mismfsimas personas implicadas en las concesiones de los impuestos, Naluralmente, 1a compariia asociada de 10s Publicani en Roma esperaba recibir sus suculentos beneficios, y to mismo sucedia con Ins recaudadores de impucstos cn las provincias, y aquellos a los que en ocasiones estos dltimos subarrendaban Jos impucstos. Todos quertan ganar dinero con el pobre pueblo; y el costo de la recaudavion, muuralmente, tenfa que afadirse a 1a imposicién, Pudlenios bici compester ecu Zaugue, uns de los supervisores de estos recaudadores de impuestos cn cl distrito de Jenc6, que, con su cultivo y cxportacion de balsamo, tiene que haber dado grandes ingresos al fisco, dijera en el acto, al recordar su vida pasada: «Si en algo he defraudada a alguno.» Porque nada era mas comin que cl publicano asignara un valor ficticio a la propiedad o a los ingresos. Otro truco favorito de ellos cra adelantar et impuesto a los que no podian pagar, y luego aplicar un interés. usurero sobre lo que habfa venido asf a transformarse en uns dena privada Ta manera sumaria y dura en que estas dendas cran cjecutadas se ve en cl mismo Nuevo Testamento. En Mt. 18:28 Ieemos de un acteedor que por ia pequefia deuda de cien denarios toma al doudor por el cueilo en piena calle y Jo arrastra a 1a c4rvel, en vano postrindose a sus pies el pobre hombre, temiendo las consecuencias, rogdndole que tenga paciencia y que no le exija de inmediata el pleno pago. Cuales eran estas consecuencias las leemas en la misma pardbola, donde el rey amenaza no sélo con vender todas las propiedades de su deudor, sino también al deudor mismo, y sui mujer Lijos, a esclavitud (v. 25). ¥ la poca miserivordia que el hombre podia esperar de «el juez» se ve en lo sumaria del proceso, terminando en encarcelamiento hasta que se pagara «cl Gitimo céntimo», lo que se describe cn Le. 12:58. ‘Asi. por mucho que en la lejana Roma Cicerén pudiera desoribir a los Publicani como sla flor de los gentilhombres, el adomo del estado y 1a fuerza de Ia repdblicas, 0 como «los uns rectus y respetadus de los hombres», los rabinos en Is 7 distante Palestina pueden ser excusados por su ineusu odio contra dos publicanuss, suuque egara al exces de decla nulos incaparitades para dar testimonio ante un tribunal jndfo. o de prohihir recibir sus doncs caritativos. 0 incluso cambiar dinero procedente de la tesoreria de ellos (Baba K X. 1), de ponerlos a una par no s6lo con las prostitutas y los gentiles, sino con los bandidos y los asesinos (Ned. Ill. 4), © incluso de declararlos excomulgados. Incluso se conside- aba legilimw hacer falsas declaraciones, mentir, e incluso emplear cnalqnier tipo de medios para evitar pagar impucstox (Ned. 27 b.: 28 a), y alrededor de los tiempos de Cristo la carga de tales exacciones debe haberse sentido tanto més pesada debido a una gran crisis Financiera en el Imperio Ro- mano (en el aio 33 de nuestra era), que envulvié 4 muchos en bancarrots, y que nv pudo dejar de tener una influencia inditecta inclnsn en Ja lejana Palestina iFue de-tales hombres —menospreciados galileos, pesca— dores sin letras. publicanos excomuleados— que escopis el bendito Seffor, en su Humillacién, a sus mds cercanos segui- dores, sus especiales updstoles! jQué contraste cnn los con- cepins farisaicos del Mesfas y de su reino! {Qué Icccién para mostrar quc «no cra con fuerza ni con poder» sino por su Espiritu, y que Dios habfa escogido lo bajo y lo menos- preciado de este mundo para confundir 10 poderoso! En verdad que esto olreve un uueve problema, y de més dificil solucién que muchos otros, para los que quieren explicarlo todo mediante causas naturales. Sea lo que sea de la supenio ridad de la ensefianza de Cristo para dar cuenta de su éxito, minguna religion pudiera haber estado jamds tan lastrada como ésta; ninguna causa popular pudiera haberse presentada bajo circuustauciay indy desventajosas que ¢l Lvangelio de Cristo a los judfos de Palestina. Incluso desde este punto de vista, para cl cstudioso de la histona famulianzado con Ja yida cxterior e intenor de este periodo no hay otra explicacién po- sible del establecimiento del reino de Cristo que el poder del Espiritu Santo, 8 Un funcionario de los tributos piblicos asf era Mateo Levi cuandy Ia yoz det Seftor, rocandole en lo mas profundo del corazin, Io Tlamé a una obra bien distinta. Era una maravilla que el Santo se dirigiera a uno como él, y, joht!, en qué diferente tono de los que habian hasta entonces cafio en sus oidos, Pero no se trataba meramente de condescendencia. de amabilidad o de simpatia, ni siquiera de una relacién de tami liaridad con uno generalmente considerado como un paria social: era la mifs entrafable relacidn; era la recepcidn al cfrculo interior: era un Hamamiento a la mas elevada y sunita obra lo que el Sciior Ie ofrecié a Levi. ¥ la activa carverera en la que él se sentaba para recoger los derechos y tributos ya no volveria a conocer mas la familiar cara de Levi, excepto como mensajero de paz, trayendo buenas nuevas de gran ozo 79 Vv EN JUDEA Si Galilea podfa jactarse de ta belleza de sus paisajes y de Ia feracidad de su ticrra, y de ser un centro de vida activa 1a va de comunicacién con cl gran mundo fuera de Pales- tina, ludea nl codiciaba m envidiaba tales ventajas: Tenfa otra y peculiar reivindicacion. Galilea podia scr cl altio exterior, pero Judea cia comy el suntuario intenor de Isracl. Cierto, su patsaje cra relativamente inhdspito, sus colinas desnudas ¥ rocosas, y tenfa un solitai pirany. Peto por aquellos moutes. de gris limolita se cemfa la sagrada historia —cast se podria decir que el romance y la religion de Isucl— Al dar Ja espalda a las lujuriantes riquezas de Galilca. cl peregri- ne, incluso cn el sentida més literal, ascendia -constantementc hacia Jerusalén, Mas y mas subfa lus montes eternos, hasta ue arriba del todo contemplaba el samuario de su’ Dios, destacduwuse de todo alrededor, majestuoso en la nivea pure- zade sn mAunol y mgplandeciente oro. ALirdesvanecidautuse: gradualmente el rumor de 1s agitada vida, y avanzar hacia la solemne quictud y solitut, Ins bien eonocidos lugares por los que iba sucesivamente pasando deben haberle parecido que Tesonabani con Jos ecos de Ja historia de su partite. Primero se acercaha a Silo, el primer santuario de Isracl. donde, segrin {a tradicién. et arca de 14 alianza habia reposado durante 370 hos menos uno, A continuacivin venta Betel, con su sagrado memorial de la historia patriareal. Alt, a decir de los rabinos, incluso el angel de 1a muerte qucdaba privado de su poder. 81 Luego se levantaba la planicie de Ramé, con las alturas Yecinas de Gabaén y Gabaa, alrededor de donde se habfan Concentrado tantos acontecimientos en la historia judfa. Fue en Ramé que murié Raquel, y fue sepultada,' Sabemos que Jacob puso un pilar sobre su sepulcro. Tal es 1a reverencia de los orientales por los tugares de reposo de los personajes histéricos célebres, que bien podemos creer que es el mismo Pilar que, segxin un testigo ocular, segufa marcando el empla- Zamiento en tiempos de nuestro Seftor? Enfrente de éste se encontraban los sepulcros de Bilha y de Dina.? Halléndose 45610 ocho kilometros de Jerusalén, este pilar era indudable- mente bien conocido. Este pilar memorial del dolor y de la Yergtienza de Jacob habfa sido el triste punto de encuentro de los cautivos cuando eran Ilevados presos a Babilonia (Jer, 40:1). Hubo una amarga lamentacion por parte de los que fueron dejados ats, al ver cémo se daba muerte inmiser- corde a amigos, parientes y compatriotas, a los viejos y a los enfermos, a los débiles, a las mujeres y a los nifios, para que ‘No fueran un estorbo para el regreso del vencedor a la patria, Pero este pilar de Raquel, dos veces ya memorial del dolor Y vergtienza de Israel, iba a evocar por tercera vez su lamento Por un cautiverio y degollina atin mds amargos, cuando el idumeo Herodes masacr6 a sus nifios inocentes, con la espe- Fanza de destruir entre ellos al Rey de Israel y el Reino de Israel. Asf qued6 lena la copa de la anterior esclavitud y ‘matanza, y se cumplieron las palabras del profeta Jerem{as, 1. Bata me parece mi, al menos, le inevitable inferencia de 1 S, 102, 3 y Jer. 31:15, La mayor pari de esriores han coneluido, en base ‘35:16, 19, que Raquel fue sepulada oerea de Belén, peo este pase no {implica esto necesariemente. El més antigua Comentario Judio (Sie, ed. ‘Vienna, pg. 146) sustenta I postra dada arriba en el txio. M, Neubauer ‘en las que expresaba el lamento de Raquel por sus hijos (Mt. 2:17, 18). sp tl asi Sos eka, Dla en pion itn cen terrazas, o més precipitadamente hacia la Sefela, las ondu- Jadas campitias junto al mar, se legaba a eScenarios de anti- ‘guos triunfos. Aquf Josué habfa perseguido a los reyes del sur, allé Sans6n habfa descendido contra los filisteos, y aqut por largos afios se habfan entablado combates contra el gran enemigo de Israel: Filistea. Pasando de alld al sur, més allé de la capital se encontraba la ciudad real de Belén, y atin més al surla ciudad sacerdotal de Hebrén, con sus cuevas, en las que habfa el mds precioso polvo de Israel. Aquella meseta era el desierto de Judea, que recibfa varios nombres por las poblaciones que muy distanciadas lo salpicaban;* un péramo desolado, por el que pasaba sso e! solitario pastor, o e! gran terrateniente, como Nabal, cuyas ovejas pastaban por sus bee yr ot otis. Eis hapa a So ac lrg) tiempo refugio de los proscritos, o de aquellos que, diss tador con el mundo, shaban rtrado de su compatife. Estas ‘cuevas de limolita habfan servido de escondrijo a David y sus fieles; y muchas bandas hab(an encontrado refugio en esta desolacién, También aqu{ se preparé el Bautista para su obra, y en este desierto, en la época que nos ocupa, se encontraba 1 retiro de los esenios, que habfan sido trafdos a estas sole- dades con una vana esperanza de encontrar la pureza en la separacién del mundo y de su contacto. Mis allé, hundién- dose en un misterioso hueco, se extendfa la lisa superficie del mar Muerto, un memorial perpetuo de Dios y del juicio, Sobre su orilia occidental se Jevantaba el castillo al que Hero- des habfa dado su propio nombre, y més al sur la fortificacion casi inaccesible de Masada, 1a escena de la wiltima tragedia en la gran guerra judfa. Pero desde la agreste desolacién del ‘mar Muerto habfa pocas horas de camino a lo que parecta casi 4. Como Tekos, Engadi, Zif, Man y Beerseba, que daban sus nombres 1 distitos en el desierio de Judes. 83 e] paraiso teurenal. Flanqueata y defendida por cuatro fuertes, anno a cada lado, se encontraha la importante ciudad de Jerio6. Herodes habia construido sus murallas, su teatro y su anfiteatro; Arquelao su nuevo palacio, rodeado de esplén- didos jardines. A través de Jeried pasaba el camino ite peregtiuus desde Galilea, por el qne pasé nuestro mi Sefior (Lc. 19:1); y por allf pasaba también la gran ruta de caravanas que comunicaba Arabia con Damasco. La ferti- lidad de su tierra era casi proverbial, y oélebres sus productos tropicales. Sus palmerales y jardines de rusas, pero especial- mente sus balsumeras, cuya mayor plantacifin se encontraba detris del palacio real, eran la tierra de hadas del mundo antiguo. Pero esto cra también s6lo una tuente de beneticios para los odiados extranjeros. Roma habia puesto allf una Oficina central de recaudacién de impuestos y derechos aduaneros, conocida en el Evangeliv coy el ugar en el que ¢l principal de los publicanos, Zaqueo, se habfa enriquecido. Jericé, con su comercio general y su tréfico de balsamo, que no era s6lo considerado cl més dulce perfume sino también una medicina importante en la antiguiedad, era una posesién codiciada por todos. Extranos eran los alrededores para wl perla, Habfa 1a profunda depresiGu del Arabi, a través de la (que seipenteaba el Jordan en cesrados meandros, primero con tortuosa impetuosidad. y luego. al irse accreando al mar Mucrto, como casi indispuesto a dar sus aguas a aquella masa limosa.* Los personajes que se podian encontrar en aquella extrana escena eran peregrinos, sacerdores, comercianies, bandidos, anacoretas, fandticos desenfrenados; y casi se po- dian off los sagrados syues del monte del Templo en la distancia * 5, Pliniv, Hiscuriea Natur ut, VT, 5, 2 16 Segtin el Talmud de Jerucalén (Suer. V. 3) se ofan ies difereutes actos del ministerio en el Templo hasta en la misma Jerie6, y el olor del incienso ‘quetado se podia oler también ali. Apenas ser nccssario decir que esto ‘era una gran exageracion, 84 Puede ser cierto, como lo dice el historiador pagano con respecto a Judea, que uadie hubiera podido querer hacer una guerra scria por conseguirla por sf misua,’ El judfo aceptaria esto bien dispuesto, No cra la riqueza material Io que Te trata alls, aunque las nquezas trafdas al Templo desde todos los lugares del mundo siempre atraieron la codicia de Ios genti- les. Para el judiv éste era el verdadero hogar de su alma, el centro de su vida més fatima, el anhelo de su corazon. «Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi diestra sea dada al olvi- do», cantaban los que sc sentaban junto a los rios de Babilu- nia, lorando al recordar Sién. «Mi lengua se pegue a mi puludar, si de ti no me acordare; si no enaltezco a Jcrusalén como prefereute asunto de mi alegria» (Sal, 137:5, 6). Es de estos salmos de peregrinws de camino como el Sal. 134, 0 de los céinticos de ascenso a la santa ciudad,* yue aprendemos Jos sentimientos dc Isracl, culminando en aquel rebosamieato mezclado de oracidn y alabanza con cl que saludaban a la cin- dad cuando aparecia por primeta vez ante su vista: Porque Jehova ha elegido a Sién; La quiso como habitacigu yess si Este es para siempre el lugar de mi reposo: Aqui habitaré, porque la he preferido. Bendeciré abundantemente su provisin; A sus pobres saciaeé de pan, Asimismo vestiré de salvacitn a sus sucerdotes, Y sus samvos darin voces de tibilo. Alf haré retofiar el poxler det Davids He dispuesto kimpara a mi ungido, ‘A. sus eneutiyos vestire de contusion, Mas sobre él florcecré su corona. (Gal. 132:13-18) 7, Eeteabsn, Coografia, XVI, 2. 8. Comuinmente conocidos como lus Céutivus Graduates. aS Palabras éstas que son verdaderas tauntu en sus uplicy- ciones literales como espirituales: elevadias esperanzas que, por cerca de dos mil afios, han formado y siguen formando parte de la otaci6n diaria de Israel, cuando oran; «Haz pronto ‘Td que “el Renuevo de David", tu siervo, surja, y exalta TU an chemn par media de tn salvaridn x? jAy, que Tsrael ne conozca cl cumplimiento de estas esperanzas ya concedido y expresado en 1a accién de gracias del padre del Bautista: «Bendito el Senor Dios de Israel, porque ha visitado y ha efectuado redencidn para su pueblo, y ha suscitado una fuerza (lit, wn cuerno] de salvaciin en favor nuestra, en casa de David su sicrvo, tal como hablé desde antiguo por boca de sus santos protetas» (Le. 1:68-70)..” Estas bendiciones, y muchas més, eran no s6lo obietos de esperanza, sino realidudes tanto para el rabinista como para el judio sin letras. Ellas lo decidieron a doblegar bien disput to la cerviz bajo un yugo de ordenanzas de otra manera inso- portable; a someterse a unas demandas y a un trato cn contra de lo cual su naturaleza se habria en otro caso rebelado, y 4 soportar un escarnio y unas persecuciones que habrian que- ‘bruuado 4 cualyuier ira navionalidad y aplastado a cualquier otra religién. Para los alejados exiliados de la DispersiGn, éste cra cl redil, con su promesa de un buen pastoreo, de verdes pastos y de aguas de reposo. Judea era, por asf decirlo, su Campo Santo, con el ‘Lemplo en medio de él, Como el simbolo. y profecta de la resurrecci6n de Israel. E! més delicioso suefio ue la vida un verdadery cielu subre la errs, la prenda de 1a profecfa en vfas de cumplimiento, era estar, aunque fuera solu una vez. dentro de sus sagrados patios: estar allf, mezclan- dose entre sus adoradores. traycndo oftendas, y ver a la multitud de sacerdotes ministrando, vesatidos de blanco; ofr el-céntico de los levitas, ver el humo de los sacrificios ascen- 9. Esta cs lu decimoauinta de Ins dicciocho hendiciones» en las oraciones ciiarias, 10, CL Delitasch, Comm. i d. Sal. Uy pig. 269. 86. dieuely al cielo. No causa ninguna sorpresa que la poblaciin de Terusalén y sus cercanfas hasta alli donde se contaba dentro de su sagrado perimetny, creciera en las grandes fiestas hasta millones. entre Tos cuales ce enconitrabant avarones piadosos, procedentes de todas las naciones baja el cielo» (Heh. 2:5). ‘© que Llegaran alli tesoros trafdos de todas partes del muita habitado." ¥ ello mas y més, mientras que sefial tras sevial parecfa indicar que ael Fins se avecinaba, En verdad, ef tiempo dc los gentiles parerfa haber Hegudo casi a su fin. El Mesfas prometido podrfa aparecer en cnalquier mowent, y «testaurar él reino a Israel». Por las afirmaciones de Josef! sahemoy que se recurria a las profecfas de Daniel. y una masa dc la més interesante, aunyue enrevesada, literatura apocalip- fica, que data de este perfodo, muestra Ia que habia sido la interpretacién popular dc ta profecfa aiin no cumplids." Las smd antiguas pardfrasis de las Escrituras. 0 Targumim, exha- ___lan eLinismo espfritu, Incluso los mas grandes historiadores— Paganos notan esta yran expectacién de un inminente imperio judio a cscala mundial, y atribuyeu a ella el origen de las Tebeliones contra Roma.“ Ni siquiera los alegorizames Alldsofos judtos de Aleandria quedaron cxentos de esta espe- ranza universal. Fuera de Palestina todas las miradas. se dirigfan hacia Judea, y cada grupo de peregrinos al volver. © cada hermano viajero en su jonuada, podfa traer nuevas de asombrosos acontecimicntos. Dent de Ta tierra, 1a unsiedad febril de los que vigilaban los acontecimientos se intensi- Alvaba no pocas veces hasta el delirio y cl frenesf. Sélo por 11. Sabemos que en el afo 62 la contribucién procedente de estas cuuirs comunidades “cxtrapalestinenses. ~Apumea, Laotices, Adramicio y Pérgumu— superahan Tox 240.000 denarios. 12, Por ejemplo, Antigiiedades, X. 11:7 433. Nada yuo se nds inmeresante impostante, pero tambuén més diffi, que el exmdio de esta literatura, conocida como lot escritos psoudoepigrificos. Ahora. sin embargo. vi ex momentn para ectat Indagaciones, yue dehen cor reservadas para una discusiém més plena. 14, Suetonio, Vespasiano, 4; Técito, Historia, V. 13, 87 esta razén podemos explicar la aparicién de tantos falsos ‘Mesias, y de las multitudes que, a pesar de repetidos desenga- fos, estaban dispuestas a segnir las mas improbables provi macionos. Asf fue que un tal Teudas'* pudo persuadir a wana ‘gran multitud del pueblo» a que le siguicra hasta la ribera del Jordan, con la esperanza de ver otra vez como sus aguas se parifan milagrosamente, como delante de Josué, y que un impostor egipcio pudo inducirlos a ir al monte de los Olivos con [a expectacién de ver caer las murallas de Jerusalén u su mandato."* Y tal eta Ja imaginacién de! fanatismo, que mien- tras os soldados romanos estaban disponiéndose a incendiar el Templo, un falso profeta pudo reumr a 6.000 hombres, mujeres y Nios en sus alrios y porticos para esperar entonces yallf nna milagrosa liberaciGn provedeute del cielo.” Tampo- co la caida de Jerusalén apage estas expectativas, hasta que luna matanza, més terrible ain cn algunos aspectos que en la misma caida de Jerusalén, ahogo en sangre el dltimo levanta- miento mesidnico publico contra Roma bajo Bar Coqueba.* Purque, pur muy desviudus que estuvieran, por lo que se referfa a la persona del Cristo y al cardcter de su reiuw, no en cuanto al hecho o a la época de su venida, ni al cardcuct de Roma, tales pensamientos no podian quedar desarraigados mis que junto con la historia y la religion de Israel. El Nuevo ‘Testamento los signe, como también el Antiguo; tanto cristia- nos como judfos los abrigaban. En el lenguaje tle sau Pab ésta era «la esperanza de Ja promesa....cuyo cumplimiento ‘eeperan alcanzer nuestras dece tribus, rindiende culte cons tantemente a Dios de dfa y de noche» (Heh. 26:6, 7). Fue esto 1S. Josefo, Amtigedades, XX, 5:1. Naturalmente, 6t0 no habria sido el 'Veudas de Hechos 5:36, 37, pero tanto el nombre como cl movimicnto no eran una raza en Kove ett xyuel Gey 16, osefo, Antgiedades, XX_ 8:5, 17. Joscfo, Guerra, VL. 5:2. 18. Véase mii Hysiory of the Jewish Nation. pigs. 215-297 88 Jo que provocs el cntusiasmo estremecido de esperanza en toda la nacién, y que Uevé las multitudes at Jurdén cuando nn oscuiy anucoreta, que ni siquiera intent6 confinnar su misi6n con un solo milagro, comenz6 a predicar cl arrepenti- muiento a la vista del reino de Dios que se acercaba, Fue esto Jo que Hlevo a que los ojos de tring se posaran on Josiis de Nucaret, a pesar de lo humilde de su origen, le sus ericuns- tancias y de sus seguidores, y que aparté 1a atencicin de I genic incluso del ‘Templo, centréndola en el lejano lago de la menospreciada Calilea. Y esu fue lo que abtié todos los hogares a los mensajcros que Cristo envid, de dos en dos, incluso después de la crucitixi6n. cada sinagoga, alos apdsto- les y jmedicadores de Judea. EI titulo «Hijo del Hombre» era familiar para los que hubfan sacado sus ideas acerca del Mesias de las bien conocidas paginas de Daniel. La popular lteratura apocaliptica de aquel perfodo, especialmente el Ila unio «Libro de Eno¢», no sélo mantuvo esta designacién en Ia memoria popular, sino que se extendfa acerca del juicia que El iba a cjecutar subre los reyes y las naciones gentiles.** +Seior, ;restaurards el reino a Israel en este tiempo?» era una Pregunte que salia del mismo corasin de Israel. Incluso Juan el Bautista, en las tinieblas de su solitario confiaamiento, no 19, Lo siguitate puede eer suficiente por ahora a guisa de muesti «Y este Hijo del hombre, a quien ni has visto, agitra alos reyes y a los poderosns de ras lugares, ¥ « los yaulewoous Ue Sus monos, ¥ desligaré las Fenda de Jos podewosus y rompers en tozos lox diantes de los pecaduies. Y El expnlsaré a Jos reyes de sus tronos y de sus inyperins, ef nloe ne le exalten y alaban a El, ni reconocen con gratimd de dénde procede el reino que les ha sid cunfiaro, y £1 echara de delante de af In faz de los poderosos, {es Menard Ja vergicnca; les tiniellas serdn sm morada y los gusanos 38 lec, y no tendeii esperan7as de levantarse de sur lechos, debido 2 que 19 cxnitan el nombre del Seflor de los espistus.. ¥ ellos serin echados de los hogares de su congreyacitn y de lae files» (Libro de Enoe, XLVI 4,5. 6.8), Una plena diseosicn de este importantisimo tema y. ciertanente ‘le muchos temas relacionados, tiene que reservarte para una obra sobre Jo vida y los tiempos de west Sefor, 89 vacilé ante la persona del Mesfas, sino ante Ja forma en que parecfa fundar su reino.” El habia esperado off los yulpes de quella hacha que él habfa levantudo, cayendo sabre el estéril Arbol, y tavo que aprender que el secreto més interior de aquel reino, 119 introducido en un terremoto de ira, nt en un torbe- Minw de juicio, sino exhalado cn la yor plicida y gentil del amor y dc la misericordia, era la aceptacién, no la exclusiéu; Ja samdad, no ta destruccion. . : En cuanto a los rabinus, los lideres de la opinién publica. su posivién en cuanto al reino era bien diferente. Aunque en el levantamiento de Bar Coqueba cl gran rabi Akiba actué amo el portacstandarte religioso, puede ser considerado casi como una excepcién. Su cardcter era el de un eulusiasta, y ‘9u historia casi un romance. Peru, et yeneral, Ins rabinos no se identificabun cou las expectativas mesiénicas populares. Tanto en Ja historia evangélica como cn sus propios escritos aparece no meramentc-aquella oposicidn antiespiritual contra 1a iglesia que hubiera sido de esperar, sino una frialdad y dis- tancia con respecto a todos estos movimienwws. El rigorismo legal y la implacable mojigaterfa no son fanatismo. Esto dlti- mo es principalmente el impulso de los malinformados. Incluso su despectivo alejamiento de scsta genie que no conoce Ia ley», traténdolos de «malditos», los demuestra capaces de un fanatismo que reconoce como hermano a todo aquel en cuyo corazén arde el mismo fuego, sin impostar cudles sean sus otras condiciones. El yrau libro de texto del Tabinismo la Misnd es casi \talmente amesiénico, y se podria decir que aduguidtico. EI métado de los rabinos cra puramen 20. El pasaje a que se hace referencia anteriormente tiene un interés pologétce te emayor mprinancia,Ninguna historia que no fuera gemiina Rebria rogistrado las dudas de Juan el-Bautist; especiskmente cumdo [Presentuban las verdaderas dificultadcs qus la misién de Cristo suscitsbs Th la mente popular, y mans atin hubris seyuidu la Uevtarscin de estas dificultades mediante un encomio como el que el Salvador promnci6 acerca ae Joan 90 te I6gica. Donk: nu es un registro de hechos y tradiciones, la Misnd es meramenie un mannal de decisioies legules en sus mis estrictas sccucncias légicas. sélo avivadas en discusiones 0 ¢] rclato de ejemplos oportunos. Toda la ten dencia de este sistema era antimesidnica, No que en almas tan devolas y uaturalezus tan ardientes no ce pudiora encender el entusiasmo, sino que todos sus estudios ¢ intereses iban en la direceién opuesta. Ademés, cahfan muy bien cusu poco poder les habia quedado, y temfan perder incluso este poco. EI temor de Roma los acosaba de continuo. Incluso cuando Ja destruccién de Jerusalén los rabinos intentaron lograr su propia seguridad, y yu historia posterior muestra, con una curiosa recurrencia, chocantes ejeuiplus de intimidad rabfnica con sus opresores romanos. Fl Sanestrin expresd sus mds intimos temores cuando durantc aquella sesién secreta dec dicron dar muerte a Jesiis por el miedo que tenfan a que. se le permitia. continuar, los-romanos yendrian-y quitarian tanto su lugar cumo Ja nacién (Jn, 11:48), Pero ni una mente céndida entre ellos puso eu tela de juicio la genuinidad de sus milagros: jninguna voz. generosa se leveuit6 para wfirmur el principio de las demandas y del reino del Mesfas, aunque hubieran rechazado las de Jestis de Nazaret! La cucstidn del Mesfas podia ser suscitada como un punto especulativo; pudiera ser impuesto a 1a atencidn del Sanedrin; pero no se trataha para ellns de un interés personal, préctico, vital. Puede que seilale s6lo un aspecio de ta cuestién, y éste de tipo extromo, pero incluso asf era caracteristico que un rabf pu diera decir que «entre 10s dias actuales y los dfas del Mesias solo habia esta diferencia: 1a servidumbre de Tsrack». Otros asuntos bien distintos solicitaban la atencién de los sabiuys. Lo que lus ucupaba eran cl presente y e! pasado, no el futuro —el presente como fijaudy todas las determina ciones Iegales, y cl pasado como sancionandolo—. La Judea propia era el tinico lugar donde habfa morado la Shekind. 1a era donde Jehova habia hecho engar su ‘Templo, la sede del Suuedrin, ¢] Unico lugar en el que se cultivaban la erudicién o1 y la vordadera picdad. Todo sc juzgaba desdc este punto de Vista, Judea era «grano, Galilea. paja, y mas allé del Jordan. tamo». Ser de Judea era ser «hebreo de hebreos». Ya se ha dicho qué menosprecio tenfan los rabinos 4 Gulilea por lo que respecta a su lenguaje, modos y descuido del esmdio regular. Tin algunos respectos, las mismas observancias legales. y desde luego las costumbres sociales, eran diferentes en Judea de Galilea. Sélo en Judea podian ser ordenados los rabinos mediante 1a imposividn de manos; slo ullf podfa el Sanedrin en sesién solemne declarar y proclamar el comienzo de carla mes. del que dependfa la disposicién del calcndario de los festejos. Incluso después que la tensién de la necesidad politica hubiera expulsado 4 los rabinos a Galilea, volvieron expresamente « Lida, y se precis6 de un fuerte debste antes que transfirieran el privilegio de Judea a otras regiones en el siglo tcrecro de nucstra cra (Jer. Sanh. I. 1, 18). El vino para uso del 'Vemplo era traldo exclusivamente de Judea, no $610 porque era mejor, sino porque su transporte a través de Sama- aT Tbr fa contamingdy. ¥ ke Misad meuciona los nombres de las cinco ciudades de donde se obtenfa* Similarmente. 1 accite emplcado proventa de Judea, 0 bien si provenfa de Perea, se trafan a Judea las aceitunas para extraérse su aceite en Jerusalén.” La pregunta de qué ciudades era realmente judfas era de considerable impottancia, por Io que convernfa a las cuestiv- ‘nics ritualcs, y ocupaba la intensa atcncién de los rabinos. No 3 ffeil fijar los exactos Ifmites de Ia Judea propia hacia ch noroeste. La inclusién de la costa maritima en la provincia de Samaria es un comin error. Lo cierto es que nunca le era asignada. Segrin Josef (Guerras de lus Sulioy, WH. 3, 5) la Indea pmpia se extendfa a lo largo de la ensta maritima hasta lcgar a Tolcmaida o Acco. El Talmud parece excluir al me~ 21. Compitese la discusiGn en la obra de M. Neubauer Gévyr. du Talmud, pg. ¥4, eity y los pasajes talmaicos all eitedos. 22. Ver ref. anterior. 92 nos las ciudades septentrionales. Fn el Nuevo Testamento se hace una distincién entre Cesarea y la provincia de Iudea (ch, 12:19; 21:10). Esto da una de Tas evidencias indirectas no sélo de Ja futisns familiaridad del escritor con las posturas estrictamente rabinicas, sino también de 1a temprana fecha de redaccién del libro de los Hechos Porque en un periodo posterior se declaré la pertcnencia de Cesarea a Jidea, aunque su puerto quedé exctuido de tal pnivilegio. y todo a este y oeste del mismo fue declarado «contaminado», Es posible que fuera afiadida a las ciudades de Judea simplemente por el hecho de que residieran allf tanios rabinus afamados. La importancia de Cesarea en rclacién con la predicacién del Evungello y con la historia de san Pablo y las primitivas y florecientes iglesias cristianas que alli se establecieron du un renovado interés a todas las menciones de este lugar. S6lo las procedentes de fuentes judfas pueden solicitar aquf nues- fra atencion, Estaria aquf fucra de lugar describir 1a impor tancia de Cesarea como sede del poder dc Roma, 0 su magni- ivy puerto y edificios, o su nqueza e inituencia. En los escri- tos judfos recibe el mismo nombre por el que la conocemos, aunque cn ocasiones se kt desiyna con el nombre de sus fortalezas (Migdal Shur, M. Zor, M. Nassi), @ por su puerto (Migdal Shina), y también una vez por su antiguy nombre, la Torre de Estrat6n, La poblacién estaba formada por una mezcla de judtos, griegos, sirios y samantanos, y los tumultos entre ellos fueron la primera sefial de Ia gran guerra judfa. E] Talmud ta tama eta capital de Ios reyes, Como sede del poder romano cra especialmente ohjcto del udio de los judfos. Por ello, es designada como la’ «hija de Edom —ta viudad de abominacion y blasiemia—», aunque su distrito fuera Tla- auado, por su fiqueza, sla tierra de vida», Como podria espe- rarse, suigieron dificultades constantes entre las autoridades judias y romanax en Cesarea, y Son acerbas las quejas contra la injusticia de tos jueces paganos. Podemus comprender con facilidad que para vn judfo Cesarea ei el stubulo de Roms, Roma de Edom jy Edom debia scr destruida!—. De hecho, 93 en su postura Jerusalén y Cesarea no podfan realmente co- existir. Es en este sentido que damos cuenta de este siguiente curioso pasaje: «Si te dicen que Jerusalén y Cesarea estén ambas en pie, 0 que ambas estén destruidas, av To crews: pero si te dicen que una de elas esté destruida y la otra en pie, eréclon (Gitt. 16 a; Meg. 6 a). Es interesante saber que por causa de los judios extranjeros que residian en Cesarea, los rabinos permitfan que las principales oraciones fueran pro. nunciadas en griego como Tengua verndeult, y que, para la época del evangelista Telipe, se levé a caho una tmena obra por Cristo entre los judios alld residentes. Lo cierto es que Jos esoritos judfos contienen una especial mencién de contro- yersias allf entre judfos y cristianos, ‘Una Lieve recupitulacién de las menciones judas de cier- tas otras ciudades de Judea también mencionadas en el Nuevo ‘Testamento pucde scr de utilidad para tener mds Inz_sobre. Tas narraciones -sagradas. Por 1o-general, la Misnd dividta- la Judea propia en tres partes: 1a montafia, Ia Sefeld, y el valle (Shev. IX. 2), a lo que tenemos que afladir la ciudad de Jerusalén como distritn apart.” ¥ ayut tenemos otra notable cvidencia de la autenticidad del Nuevo Testamento, y espe- cialmente de los escritos de san Lucas. Sélo uno que estuviera intimamente familtanzado con el estado de cosas de aquel tiempo habria distinguido, al igual que los rabinos, a Jerusa- 1én-como un distrito separado de los del resto de Judea, como Io hace sau Lucas de unauera expresa en varias ocasiones (Le. 5:17; Hich. 1:8; 10:39). Cuanrto los rabinos hacen menvi6ur dc la montafia», sc cstén refiriendo a un distrito al noreste 2B, Asi en muchos pasajes. Ul, p.e,, Cheth. 1V. 12 24. Estas, como las menciones del Nuevo Testamento acerca de Cesarea. hhan so ceftalada rarahién por M. Neubauer en su Géogr. du Tal. Es de ‘oscar que las oeasionalesinexactitudes, o ms bien, como sabcmos, creas de impresidu cut las referencias taiudicas. fueran corregidas por el erudito sulor. oy ynorte de Jerusalén, conocido también como «e] monte real». La Sefeld, naturalmente, es la regién a lo largo de Ja costa. Toco el resto queda incluidu en el término «valle». Apenas si serd necesario explicar que, cama nas To expone el Talmud de Jerusalén, ésta cs mesamente una clasificacién general, que no debe ser apremiada con demasiada insistencia. De las ‘ance toparquias en que, segtin Josefo,” se dividfa Judea, 1os rabinos no toman nota, aunque algunos de sus nombres han podido ser seguidus en eseritos talmudicos. Estas provincias estahan indndahlemente sulvlivididus en distritos 0 hipar- quias, 1o mismo que las ciudades Io estafwan en barrivs v bege- monjas, apareciendo ambos términos en el Talmud * Cas rabinos prohibian la exportacién de provisiones provcnientes de Palestina, incluso a Siria. Vinjauly desde Cesarea hacia el sur nos vemos en la Hanura de Sanin, cuya belleza y riquezs son tan encomiadas onla Sagrada Escritura (Cnt. 2:1; Is- 35.2). Esta Hanura se extiende hasta Lida, donde sc une a la de Darnm, que se ex- tiende hacia mas al sur, Segin las declaraciones de la Sagra- da Escritura (Is. 65:10) la Manura de Sarén fue siempre famosa por sus pastus. Segdn el Talmud Ia mayor parte de Jos becerros para los sacrificios procedifan de este distri, El vino de Sarin era célebre, y para beber se consideraha que debia ser mezclado con un tercio de agua. La Tlanura cra también bien conocida por la fabricacién de cerdmica; pero debe haber sido de calidad mediocre, por cuanto la Misné (Baba K. V1. 2), al enumerar la poporcisn de bienes dafiados por los que un comprador no pod‘a demandar compensaci asigna no menos de un diez por ciento de rotura para la ceré- mica de Sardn. En Jer. Sotah VII. 3 leemos que el permiso para volver de la guerra no se aplicaba a los que hubieran constuido casas de ladritlo en Sai6u, explicdndose que allf 25. Plinio sélo enumera diez. CI. Relandus (Ed, Nuremb,) pigs. 130, 131 26. Véase accrea de csto y en general Neubauer, pay. 67 y ss. 9S el barro era tan malo que las casas tenfan que ser recons- tmuidas al cabo de siete afios. De ahf también la oraci6n anual del sumo sacerdote en el Dia de la Expiaci6n, pidiendo que Jas casas de los habitantes de Sarén no se convirtieran en sus tumbas.”" Antipairts, el lugar en cl que los soldados de a pie dejuron a san’Pablo al cuidado de los jinetes (Hch. 23:31), habfa sido una vez escenario de un acontecimiento muy dife~ ronte, Porque allf fue que, segdu la tradicion (Yona, 69 a), el sacerdocio, bajo Simén el Justo, se haba eucuutrudo con Alejandro Magno en aquella solemne procesién, que consi- guid la seguridad del Templo. En los escritos talmtidicos se Je da el misuw umbre, que le fue dado por Herodes en me~ moria de su pate Antiater (Ansignedades, XVI. 5: también aparece cl nombre de Chefar Zaha, que pos fuera el de una localidad vecina. En Sanh. 94 b leemos que Ezequfas habfa colgado un tablén a la entrada dcl Beth Miulrash (0 colegiv) con el aviso de que todo el que no estu- diara la ley debfa ser destruido. Pur ello, indagaron desde Dan hasta Becrscba, y no hallaron a winguna persona tletada, ni de Gebath hasta Antipatris, muchacho o muchacha, hombre © mujer, que no estuyiera totalmente versada en todas las ondeuuas legales acerca de Io Timpio e inmundo. Otra notable iustrucién del Nuevo Testamento la aporta Lida, 1a Lod 0 Lud del Talmud. Leemos que como conse- cuencia de Jas labores de san Pedi y del ailagro obrado sobre Eneas, «todos los que habitaban en Lida y en Sardi, Heron al Sefiors (Hoh. 9:35}. La breve mencitn de: ‘ida dada cu esta narracion de las labores del apéstol queda abundantement coufiuuuds en las menciones talmidicas, aunque. naturalmente, no debewos esperar que describan 1a expansién del cristianisma Pademos creer favilmente que Lida tenfa su congregacién de «santos» casi desde el princi- 27, Vease i volumen cobre Et Templo: su minisero y servicios, ap. XVL Cf, también Neubauer, Géogr. du Tal. in tocwn. 96 iO, por Cuanto estaba (Maas. Sh. V. 2) aun facil dia de cami- no al oeste de Jerusalén. Ciertamente. como lo explica el Talmud, lus segundos diezmos (Dt. 14:22; 26:12) de Lida no podfan ser converridos ext dinero, sino que debian ser traidos ala ciudad misma, a fin de que «las calles de Jerusalén fueran engalanadas con guimaldas de frutas». F] misma pasaj tra la proximidad de Lida a la ciudad, y la frccuente relacién enitie aunbus al decir que las mujeres de Lida mezclaban su ‘masa, subfan a Jerusulén, oraban en el Templo y volvian antes, que la masa bubiera fermentado. De munera similar, inferi- mos por los documentos talmudicos que Lida habfa sido resi- dencia de muchos rabinos antes de Ja destruccién de Jerusa- 1éu, Despucs de este acontecimmento, vino a ser la sede de una escuela muy oflebre, presidida por algunas de las eminencias del pcnsamiento judfo. Fue esta escuela la que atrevidamente estableci6 Ja norma de que para evitar la muerte se poufa que- brantar cualquier ordcnanza de la ley, con excepcién de 1a idolatria, del incesto y del asesinato. Fue en Lida, también, yue dos hermanos se ofrecieron yoluntariamente como victi- mas para salvar de 1a muerte a sus correligionarios, amena- zados debido a que se habla Uescubterto un cadaver cuya muerte sc imputaba a los judins. Suena como un triste eco de los escamios dirigidos por los «principales sacerloles»,

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