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UNA MULTITUD DE HAMBRIENTOS... ”Todo lo mencionado, ya era mucho en cuan- to al acercamiento de Catalina hacia el mundo. Ella buscaba colaborar de esa forma con la obra salvadora de Cristo, Pero no era suficiente. ”*No habia en Siena Unicamente almas que ne- cesitaban ser guiadas al cielo, habfa también una multitud de desventurados a quienes faltaba el pan de cada dia. ¥Y como dice la Carta de Santiago: ‘Supongan que un hermano o hermana andan medio desnudos, o sin el alimento necesario, y uno de ustedes les dice: vayan en paz, abriguen- se y coman todo lo que quieran; pero no les da lo que sus cuerpos necesitan, ¢de qué sirve?* 25, En el convento de Santa Bonda, el beato toscano Juan Colombini (Siena 1304-Abadia de San Salvador, Monte Amiata 1376), después de hacerse religiaso, doné sus riquezas y empezé a predicar:. Sus seguidores fandaron la congregacién de los “Jesuatos”, Véase: Colombini Juan. 26. Sant 2, 15-16. 44 "Catalina puso manos a la obra, haciendo constantemente obras de caridad. Distribufa pan y vino, proporcionados por su padre, quien era tan caritativo como ella. Un dfa le regalé a un pobre la crucecita de plata que adornaba su rosario y —segtin se dice— Jestis personalmente le dio otra bafiada en gemas preciosas. "Otra vez, en pleno invierno, se quité su man- to negro para regalarselo a un pordiosero que temblaba de frio. Entonces su esposo divino se le apareci6 y le dijo: ‘Desde hoy, ya no sufrirds por el frfo’ y como El acostumbra, mantuvo su promesa. «+. Y DE ENFERMOS “En una ciudad como Siena, donde la caridad cristiana ha dado vida a numerosos hospitales para los enfermos, alguien, como Catalina, que tenfa el deseo de dedicarse al bien del préjimo, encontraba en ellos un gran campo de accién. ”Entonces, ella empez6 a visitarlos regular mente, asistiendo a los enfermos, acompafiando por largas noches a los agonizantes. En el hos- pital de Ja Scala,”’ el mayor de la ciudad, estaba internada una anciana, que después de una in- 27. El hospital de la Scala, donde se ofrecia hospitalidad a los pere- gtinos y a los caminantes que recorrian la via Francigena, fue edifi- cado en el siglo xm. Actualmente conserva un patio central donde se localiza un pozo de casi 600 afios de antigtedad. 45 fame vida, terminaba ahi malamente sus dias, alentada por un odio feroz contra el mundo y contra Dios. Ella era, se puede decir, completa- mente el polo opuesto de Catalina. Una joven sana y guapa; mientras que la otra estaba consu- mida por la enfermedad y por la edad. Una, apa- sionada por la fe; mientras que la otra carecia de religién o mas bien, era enemiga de la religién. Una, encendida de divino amor; mientras que la otra, vivia devorada por un odio diabélico. "Sin embargo, Catalina la asistié con una dili- gencia infinita, tratando de llevarla hacia la jus- ta direccién. Para ganarse su simpatia, empez6 a prepararle con sus propias manos (ella que casi no comia nada) unos platillos suculentos. "Una vez realizado este apostolado en el hospi- tal de la Scala, Catalina quiso lanzarse atin mas alld y fue a servir a la leproseria de San Lazaro.* Asistié por un tiempo a una anciana leprosa, sin ningtin temor de ser contagiada y soportando el carActer verdaderamente dificil de la enferma. Esta, en vez de manifestarle su agradecimiento, la trataba como si fuera una esclava que tuviera la obligacién de hacer lo que mas bien hacfa por caridad. La regafiaba por cualquier mini- mo atraso y llegaba a insinuar sarcdsticamente que descuidaba sus obligaciones con ella, lo que 28. En tiempos de santa Catalina de Siena, Ja lepra estaba muy ex- tendida en Italia y cada una de las ciudades tenia unos lugares (lepro- serfas) en que se asistia, bajo el cuidado de religiosos y religiosas, a los enfermos, muchos de Jos cuales eran abandonados por su familia en cuanto se descubria en ellos una sefial de dicha enfermedad, 46 daba motivo a que se pensara mal de la vida de Catalina fuera de las paredes del hospital de San Lazaro. Catalina soporté todo y asistié a la en- ferma hasta el Gltimo momento, UNA CIUDAD DESPEDAZADA | "Mientras tanto la vida de Siena se veia atribu- lada por desacuerdos civiles que desembocaban en verdaderos conflictos armados. "Los hermanos de Catalina, involucrados en dichos desacuerdos, se encontraron en la peli- grosa situacién de formar parte del bando vencido, cuyos miembros al ser un tanto conocidos, eran buscados a muerte por sus adversarios. Querfan refugiarse con otros en el templo de San Antonio, pero Catalina les aconsejé que nolo hicieran. Haya sido por inspiracién divina o por simple prudencia humana, lo que sea, adiviné lo que sucederfa: los adversarios embriagados de sangré, no tuvieron consideracién alguna en cuanto al religioso refugio y masacraron a todos los que estaban en ese sagra- do lugar. En cambio, los hermanos de Catalina pu- dieron salvarse gracias a ésta, quien los acompafid a través de toda Siena, sin que nadie se atreviera a tocarlos, hasta llegar al hospital de la Scala, donde fueron acogidos sin que nadie los molestara. "Mas tarde, tres de ellos se fueron a vivir a Flo- rencia, con la esperanza de hacer fortuna, pero 47 sus bolsas siempre estaban vacias, tanto asi que su hermana se vio obligada a pedirle a su rico benefactor florentino Nicolas Soderini, los ayu- dara. "Santiago Benincasa no tuvo el pesar de presen- ciar el peligro corrido por sus hijos ni tampoco verlos partir de su ciudad. Algin tiempo antes de esos acontecimientos, habfa dejado santamente esta vida.”

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