Capitulo
SE CONVIERTE EN “MAMA”
Parece que fray Tomas no se cansaba de su larga
narracié6n.
—Esta escrito en el Evangelio que no se debe
esconder la lampara bajo el celemin,”* sino que se
“pone en el candelero para que alumbre a todos
en la casa”.?? El Salvador, por lo tanto, no quiso
gue Catalina pasara su vida excepcional, escondi-
da entre su casa y la Capilla de las “Vueltas”.
22. Celem#n: recipiente de la capacidad de un celemin (antigua me-
dida de valor diferente seguin los tiempos y los lugares) en forma cilin-
drica; por extensién; cuba, barrefio, lebrillo, batea, barrica.
23. Mt 5, 15: efx. Le 11,33; Mc 4, 21 (La version de las referencias
biblicas [capitulos 6 y 10], esta tomada de La Biblia de nuestro pue-
bio, Biblia del Peregrino América Latina, texto de Luis Alonso Schékel,
adaptacién del texto y comentarios por un Equipo Internacional, 10°
ed., coeditada por Buena Frensa, México, Mensajero, Bilbao, y Misio-
neros Claretianos [s. |.], 2009 [N. del T.]).
41"Empez6 a no aparecérsele en su celda. Mas
bien, tocaba a su puerta y la invitaba a salir. Ca-
talina se resistia:”
—Renuncié al mundo. ¢Cémo podré regresar
a él?
—Mi ley, Catalina, se basa en dos mandamientos:
El amor a Dios y el amor al préjimo. Ta debes
cumplir uno y otro, haciéndote ttil a la salud de
las almas.
—gCémo podria hacerlo yo, que no soy mas
que una pobre mujer ignorante?
—Has de saber que en este tiempo ha crecido in-
mensamente la soberbia de quienes se creen per-
sonas instruidas y competentes. Estas descuidan el
bien de Jas almas y las obras de misericordia. Estan
ocupadas generalmente con asuntos de poder, de di-
nero, de lo referente a sus placeres particulares. Yo
los voy a desconcertar sirviéndome de ti, que eres
una mujer humilde, ya que ante mi no hay distin-
cién entre hombre y mujer, entre noble y plebeyo.
—Adqui esté la esclava del Sefior’* —respondié
Catalina, inclinando la cabeza como signo de
obediencia—. ¢Qué debo hacer?
Es hora de la comida. Empieza yendo a la
mesa con tu familia —respondié Jestis sonrien-
do confiadamente.
—Pero, Sefior, yo desde hace afios...
— Quieres acaso ser mds santa que yo, que me
sentaba a la mesa con mis discipulos y no sélo
con ellos, sino también con los pecadores?
24. Cfr. Le 1, 38,
42—Catalina comprendié —continud fray To-
mas— que insistir en su deseo de aislarse habria
sido soberbia, esa soberbia que es la gran tenta-
cién de los santos. En efecto, cuando un alma ha
apagado en si misma todo tipo de concupiscen-
cia, cuando sdlo el cielo tiene significado para
ella y el mundo no le parece sino fango, polvo
y cenizas, esa alma corre el riesgo de sentirse
superior al resto de la humanidad y de pecar asf
mas gravemente que si corriera detr4s de las ri-
quezas y de los placeres.
"Catalina, entonces, decidié dejar su celda e ir
a los otros lugares de su casa. Tomé parte de la
vida de sus allegados y se afano por servirlos, ya
no obligada como fue en un tiempo, sino por libre
eleccién, Amasaba el pan, lavaba la ropa, ayuda-
ba en muchos trabajos domésticos con tal diligen-
cia que hasta Ileg6 a hablarse de milagro, de una
ayuda sobrenatural que multiplicaba sus fuerzas.
La familia era extremadamente numerosa porque
varios de los hijos e hijas de Santiago Benincasa y
de la sefiora Lapa, se habfan casado a su vez, sien-
do bendecidos con una numerosa prole.
”Por lo tanto, Catalina era tia de una cantidad
que yo no sabria calcular, de vivarachos sobri-
nos a los que adoraba, siendo correspondida
por ellos.
"Incluso con sus hermanas ‘mantelate’ la re-
lacién se hizo mds cercana y mds cordial. Las
recibfa en su celda, com{a con ellas, salfa en su
compafiia para ir de paseo fuera de la ciudad,
43generalmente a visitar el monasterio femenino
de Santa Bonda.** Todos los que tenian oportu-
nidad de tratarla (frailes dominicos, hermanas
‘mantelate’ e incluso simples laicos), reconocian
su superioridad, aun siendo mayores que ella,
mas preparados y estando en un nivel social mas
alto. Nacié asf, un grupo de discfpulos que la
llamaban ‘madre’ o ‘mama’ y que la reconocfan
como su gufa espiritual.