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, qued6 sometida ala estrategia politica ateniense, que la utilizé como un instru- ‘mento de poder no solo frentea Persia, sino tambien frentea la Liga Peloponesia dicigida por Esparta, y como émbito de un verdadero imperio. Es dificil ealeular el mimero de péleis que entraron como aliadas en el momento desu fundacién, inspirada por Temistocles, hacia el 478 a.C.; pero en el 425 parece que eran alrededor de cuatrocientas, La Liga celebra ba sus reuniones en Delos, y si bien cada Estado miembro disponia de un solo voto en sus asambleas, sea cual fuera la aportacién de la ciudad, desde un principio Atenas dominé Iaalianza. Los miembros de mayor capacidad aportaban na- vios dle guerra y hombres, como Quios, Samos y Lesbos, ademas de Atenas, que ofrecia el mayor contingente naval. Los demas pagaban un tributo anual como compensacién, paraelmantenimiento dela flota" Durante os cincuenta ahos que van de las Guerras Médi- casala Guerra del Peloponeso, esa época durea llamada asi, la «Pentecontecia», «los cincuenta anos», los tributos dela Liga Maritima sirvieron para que Atenas creara una gran es- cuadra, en la que trabajaban como tripulantes y remeros ‘muchos de sus ciudadanos mis humildes, que ast recibian tuna paga cotidiana. El poderfo de la flota el contingente popular favorecié la afirmacidn dela democracia radical de Bflaltesy Pericles al tiempo que deesos ingresos cuantiosos se surtia el programa de reconstruccién y embellecimiento de la Acrépolis, trazado por Pericles con indudable magni- ficencia. Los aliados, coavertidas poco a poco en sibditos, costearon el esplendor de Atenas; con sus cuotasse pagabaa multiples artesanos y obreros y a los pequenios cargos de la democracia también, para mayor gloria de Atenas, capital politica y cultural de este imperio, radiante escuela de Gre- Laalianza concluyé por ser sentida como un durovasalla- jepor algunos miembros; pero Atenas se mostré implacable contra cualquier intento de desercién, como los de Tasos y, mas tarde, Samos. Se sirvié también de la Liga para influir ‘ena politica interior de las ciudadesaliadas, favoreciendo la toma del poder porlas facciones mas afines ala democracia radical ya la amistad ateniense. La democracia se desliz6 ass, en su politica exterior, hacia una actitad imperialista, que 1, Para todeslos detalles envio sl ibro de Meg 08 camtoncanctactat cobraba un perfil de tiranfa sobre los aliados. ¥ ese afin le- ¥6 a la inevitable confrontacién belica con Esparta en la Guerra del Peloponeso (429-404 a.C.), en la que Atenas sal- dia derrotada, No deja deser paraddjico y escandaloso que la ciudad que habja iberado alos griegos se convirtiera, mediante un sutil, artificio, en una potencia imperialista, con una democracia ‘que, mientras sostenia la defensa admirable delas ibertades, y la igualdad y solidaridad para sus ciudadanos, se aprove- chaba de los recursos econémicos aportados por unos alia dos cada vez més sometidos para construir su grandeza. El splendor de las construcciones publicas estaba sufragado por las cuotasdelos ingresos del tesoro federal. Se puede de- cir que asf logr6 Pericles «crear de un bien efimero obras, para laeternidad (H. Bengtson).y ciertamente el dinero de Ja Liga pudo haber tenido un empleo mucho menos noble que el pago alos que construyeron los Propileos el Partenéa, los otros templos luminosos de la Acropolis, y a quienes aban un ejemplo magndnimo de demacracia directa. En todo caso, la dialéctica del poder levé a Atenas a una post cidn agresiva frente a otros Estados helénicos y, finalmente, ‘la Guerra del Peloponeso, larga sangrienta prueba para susideales y realizaciones. Tanto Furipides como Tucidides fueron testigos de ese proceso hist6rico: y en el relato del historiador tenemos la versin mds hicida y tragica de ese conflicto decisive para los destinos de Grecia, Resulta muy arriesgado y de dudoso rendimiento hablar dela lucha de clases dentzo de una sociedad antigua como la de Atenas. En todo caso, el enfrentamiento social que co rresponde a esa lucha es el de los «ricos» frente alos «po- bres» dentro de los ciudadanos. Los «pobres» son los hom- bres libres que trabajan para sustentarse mediante un esfuerzo cotidiano: braceros ylabradores sin tierras,artesa- ‘nosy pequefios tenderos, asalariados que podian servir en Ja marina yen|a infanteria ligera. Los «ricos» vivian del tra- 1 txcnscin avn 105 bajo de otros, de sus tierras y negocios, a veces entroncando cen una familia eupatrida por su origen por matrimonio. Entrelos unos y los otros podia formarse una clase interme dia, esa clase media que, segain Arist6teles, era poco numie~ rosaen la mayoria delas péleis (Pol, 1296a), pero que podia fer un factor muy importante de estabilidad. Tanto esclavos ‘como extranjeros y metecos quedaban al margen de los en~ frentamientos en la ciudad; la tensién constante que podia revelarseen tna larga lucha civilo stdsisera entre los nobles Yafortunados y los desposefdos, dentro de los ciudadanos libres. Como Finley senala, esta simple clasificacién binatia =o triple, segan Aristoteles- no se puede convertir en una estructura de clases sociolégicamente precisa’®. Sin embar- igo, basta para nuestro propésite advertir cémo la prosperi~ ‘dad econémica dela Pentecontecia aport6 un fortalecimien- to de Ia democracia radical y de la cohesién interna de la ciudad de Atenas, («Elimperio aument6 en mas del doble las, rentas puiblicas atenienses, permitiendo al Estado llevar ade~ Tante un vasto programa de construccién naval y de otras ‘obras publicas, pagado en gran parte por los ingresos impe- Fiales yel resto por los ciudadanos ms ricosty para dar em- pleo alos ciueladanos mas pobres, especialmente en la flo- tan) Con la guerra y la dervota final las tensiones se recrude cieron ylas crisis econdmicas subsiguientes mostraron en su ‘amarga crudeza la desmoralizacién y la precariedad dela ideologia democritica basada en la solidaridad de la pois. Esmuy significative que ala primera generacion de sofistas, defensores dela democracia basada en la concordia y elcon- Senso, que surge de la discusién en comin, haya sucedido tuna generacién de pensadores de talante muy diferente, in- ‘moralistas y partidarios del derecho del mas fuerte (como 32, Binley. 25, 33, Finley p 3. Calis nel Gongs platsnico),o pesimistasencuantoala realzacion dela justin (como restanca cals Repatig t para quienes los impevicon ctca dela decor roo: Wildl een lp). am pesca ides, ylacge Paton, expos bien suscrieasana Contain democracadogradadasyeveactial pestatees ‘Treatado deta dar eperiencivbistoriea ‘Algunosdelos mas groves revess de Arena ena Guerra del Peloponeso,dejando apart los estretamenteDecesy militares, muctran los puntos dbs de stems de oo, biero. La aglomeracion dela poblaciondentoeloste Tovalomienzo ela guerrafuc an actor decsvopatylas ‘rl pestede 129/26 enlaque perc unguontonnereae tue gente ye mlomo Peres Pero una Sertandad ty fran penesdiminaye ncepacided de Alene cao de froatarcuperacidn (el conreri que Heparts) hepends fretambiena que cus la expediion pura lnconat te Sicilia, en 415, que scab en un desnts otal una arses de conguista emprendada bao. anaa de dominio 2s Ia smb propia ales era Hep de tos cnequeloratenenssaniqullaronta potlecton deus pe, ‘queba ciudad culpable tan alo de queter mantenetae ile. Pendlentcelmparia ene conficto ence lus dos grandes fotencas fue devadoporTuctdidesa Gumplecatsprico de iferocidad del poder la razon del mie feerte: igspe de tmano dedi, porel que unos cunntosntentaronesatces tngoblerno ligirtce mediante un Conasjodelos Gar, trostentos (que encase retornrla foray eutsor a dlmocracia anterior) nov evel lstennonesylowempanon dos enemigos delslotemnns dso menos lon sein esos hartancon el poder asia derota, cone poyod bagars yaue dominerianla ciudad mediante eltertorsiende come? ‘lcs comoloeTicintaTiranos Pols democacnera oer teyeerenablecé pronto derrocdndolonydando usual. rable amnistfa. * * T 1 eacc ww Los hechoshist6ricos rec mencionados apenas reper- culicron ene funcionamiento delasinstitucones nien una fbrmulacion aueva de los ideales de la democraci. Por la thuena razon deque,como dicen-A. MomiglianoyM. Lin Tey emunca exist en Atepas una teorta artiulada de Tad wecracan ves decir de una manera expres y programs Tar'En segundo hugat, porque esos sucesos mostraron fpuntosdcbiles dela ealizacion,encircunstanciasapuradas Asem pero no ills eens del mimo ens ie tog Sin embargo la experiencia bistricadelos mismoses cranial para comprenderlaactted de pensadores opuestos Stndemocraci como sel caso de Platon. (De quien re {cits supertao ecordae que no conocié el explendor de los Shon dePersie pues nacioa poco de moriréste,y sos de teicsdela Gucrra dl Peloponcso ylatorpeza delos poll ticos de aquellos anos.) “Tuckdides escrbis la historia de a contienda como una teccign para os pliticos, sleccionando para su relato x8 perspective. Su vision de las relaciones de poder entre las Ede ctrl cciones dentro de li ex hehe con Cinsigor dnplacable que no exclye una personal predispo- seiosty uma crtiea ideologicaencubieta (Ast, cuando elo {ints democracte drigida por Pericles, y nego expresa sus Sictvas sobre la actuation del demos acaudillado por ind ‘Viduos come Clegn sel Curticor depieles,y otros demago- Jos) Mientras Equile habia dado asus tragedias an magn $25 tasfondo idcldgice, un intslectual como Euripides se cacontrabe sin clare creencis ue suntetar con su magis- Guo nla esena traica Sushéroesdiseuten bajo méscaras thiicastemaedel momento, como son, pr ejemplo, los ho- roves del guertarlaferocidad de os paiones que runfan TShnelaranon Cen contra de lo postolado por Séerates) a precadidad de las estructuras dela ieologtaen vigor (as M4, Finke p13 on cots pr sushoes areca de grondesherica se cuartean Victimas del azary del andisis psicologica, ye tragicocarece de doctrina paratl pueblo. Lacriniede suse, res esa crisis del sentido tigi ye in del autentico tea tro politico antiguo™. {a democracta ateniense encontré un estadista verda ramentinspirado para desarollar las reforinasyemgrandas cer con inmortales monumentos la ciudad: fue Pericles (e 495-428). Su muerte, al comienzo de la Guerra del Pelopo- neso, en la peste de Atenas, supuso un cruel revés pars el Aestino de aciudadly dela guerra, Tuciddes, tan pareo en clogios, no leha eyateaco grandeva alapuntar su actuacion al frente de Atenas. (Con cl cargo deeatratege durante dier anos y mediante sus intervenciones en la Asamblea sets om) frbeupiscntnmmgee ay scn inliberted del pucblo aa par que lo reftenaba En nerd dase ‘Grek Trae and Poca! Tory Berkley, Oke Canoes ey Esta extraordinaria alabanza es ajustada al gran mérito del ilustrado y progresista lider del pueblo, que logré marcar lrumbo de la polis con wna soberbia inteligencia y una re Suelta y magndnima concepeién del papel y el destino de ‘Atenas, como sleccién para toda Grecia». Su personalidad, su fe democritica y su audaz empetio supieron servirse de las circunstancias politicas favorables para elevar a Atenasa cese incomparable centro de las artes y las ideas, capital poli- tica de un imperio y espejo de las democracias del mundo. 1a ideologia de Pericles al servicio de su idea de una Atenas ilustrada y progresista se expresa plisticamente en las cons trucciones dela Acrdpolis; sobre todo en la serena grandera del Pariendn, consagrado ala diosa protectora dela ciudad, tesa Atenea, simbolo dela inteligencia yla técnica al servicio dea belleza, diosa reflexiva y pronta alla accién victoriosa, ‘eda amiga del esfuerzo y la hazafa y la adversaria de a osc Tidad y el desorden» (C. M. Bowra)"*, La decoracién que el ‘gran Fidias habia esculpide sobre el exterior del gran tempo ‘irecia hermosas imagenes de claro simbolismo: los fronto hes representaban elnacimiento dela diosa armada dela ea bbeza misma de Zeus y sa victoria sobre Poseidén en a disp tasobreel patronazgo del Atica ~el dios del mar cedia antela ipsa del saber elolivo-; las metopas representaban luchas contra centauras, es decir, el triunfo de los humanos sobre Tos eres semiferinos y violentos, el largo friso idealizaba una procesion de las Panateneas, con el largo desfile de hermo: Sos ciudadanos atenienses, en orden sereno y como muestra de una atmésfera piadosa, festiva y de una apacible felict~ dad. Estos atenienses del friso son los modelos humanos de Tos ciudadanos dela democracia, contemplada por elhuma- nismo de un Fidiasy, sin duda, del mismo Pericles. ‘Otro monumento a su grandeza de miras es el discurso fiinebre que Tucidides pone en su boca, en el elogio alos; 36. CoM. Bowra,p. 108 uo comoncanioon dos enel primer af dela guerra (Tic Il 38 y 8s): Elora dors leva sobrelacitcunstanca concteta para trarat una imagen de la cudad por a que los cds han dado su vida ‘sbozando un hermoso cudro del Atenas democratica Quieredestacar cémo la democraca ha reconciliado en un programa, que es ya una espléndida realidad, los valores mis mportantesparacl desarollosrmonico dla sociedad Jgualdadlyprestii, libertad yexpeto a lasleyes labors. ddadprivad ycolaboracion publica, digno nivel devida as terial y valentia eh el combate, razdn yeapacidad de accin, amor lapazysometimiento de un umperio™”- Un humans: mo arménio, activo yconflado en su poderte «Amaro a bealeza con un conterazonabley buscamoselsaber sn ate taciSno, dice una de sus frases ms claraa uisira car algunos prrafos de exe discuso, que Tuck dlides ha elaborado con misy cuidads estilo “una buena muestra de su admiracion porta oratoria de Gorglas-y con tinadmirabl empeto porrellejar los ideals del gran esta, dlista, (Como los dems dscursos de su storia, es un dis

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