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PSICOANALISIS, UN DISCURSO Di MA ANE ety VU RAC Editorial Biblos EL “MOVIMIENTO” EN PSICOANALISIS Controversias en torno a un concepto No soy un creador, yo sélo modifico textos. J. L. Borges INTRODUCCION Es habitual que se confunda la historia del psicoandalisis con el movimiento psicoanalitico. Son sin embargo dos realidades diferentes, que deberiamos situar en dimensiones totalmente distintas. Si Freud titulé un articulo suyo “Historia del movimiento psi- coanalitico” (1914) es porque el significado de ambas palabras no se superponen. . Nadie diria “color de color’, sefiala Lacan, refiriéndose a otra frecuente confusion teérica.* Tratar la historia y el movimiento como sinénimos ha impedido una interrogaci6n psicoanalitica por el movimiento, que se arriesgue a ir mas alla de la habitual respuesta evolutiva como sucesi6on de acontecimientos, de autores, o incluso de desarrollo de produccio- nes te6ricas, hechos que caracterizan a una historia. En relacion con. esto, diferenciamos también taxativamente al movimiento psicoa- nalitico de las llamadas “corrientes del psicoandlisis”. Quiza el libro de E. Jones, Vida y obra de Sigmund Freud, aunque importante y necesario en muchos aspectos, haya contribuido a la confusion sefalada. La simple conjuncion de vida y obra introduce una continuidad imaginaria que es francamente cuestionable. La * Se trata de la confusion entre “censura” y “resistencia”. Si Freud habla de “resistencia de censura”, no es para decir tautolégicamente “color de color”, sino para marcar la diferente funcién que cumplen ambos cogceptos (Seminario! cap. Xi, *La censura no es la resistencia’). Las referencias editoriales de todas las notas se encontraran al final del capitulo. [23] 24 Psicoandlisis, un discurso en movimiento: vida y la obra, de Freud como de cualquier autor, son lineas paralelas que pueden si acercarse asintoticamente por momentos, pero nunca homologarse, ni ser una la razon de la otra. Plantearemos entonces la pregunta: yqué es el movimiento psi- coanalitico? Si pretendemos construir una respuesta que sea pertinente al discurso psicoanalitico, nos esta vedado recurrir a una definicion. Ningun interrogante, en psicoandlisis, se responde por el ser 0 por la esencia. Pero si, en cambio, nos sentimos justificados para desarrollar la pregunta en la medida en que nunca fue planteada. Un enfoque historicista diria que el movimiento psicoanalitico es un proceso de creacion, desarrollo y modificacion de la disciplina, siempre extendido en un tiempo lineal cronologico y en el sentido de un progreso, y que atanie sobre todo a las actividades de las personas y de los grupos humanos involucrados. Obtendriamos un esquema de este tipo: es Freud Discipulos Posfreudianos Lacan — El progreso se produciria por efecto de nuevos descubrimientos, rectificacion de los errores y acumulacién de saber, donde lo anterior queda reabsorbido en lo posterior, de acuerdo con la via trazada por Hegel como dialéctica de la verdad. Ese supuesto itinerarium mentis ad veritatemde la epistemologia clasica no especifica en absoluto al movimiento psicoanalitico. Por tanto, hasta aqui no hemos obtenido ninguna respuesta; al contrario, hemos debido cuestionar las que teniamos; sobre todo a una muy preciada por nuestra cultura cientifica, la idea de progreso, que aunque consustancial a nuestra civilizacion occidental, no deja de ser un espejismo. Una ilusi6n, dice Freud del progreso, que como toda ilusién prepara el camino a una inevitable decepcién posterior (S. Freud, 1968: 1094). Entre los sucesivos momentos del movimiento psicoanalitico no hay continuidad ni acumulacién, ni lo anterior desaparece en lo posterior; hay cortes, torsiones y retorno. Reconocemos en principio dos momentos de corte: uno, el producido por Freud como instancia de fundacién; otro, el produ- cido por Lacan, verdadero momento de retrofundacién del psicoa- nalisis. Si la palabra Freud, mas que nombrar a una persona, es el significante del momento de descubrimiento, Lacan es el significante El “movimiento” en psicoandlisis 25 de lo que llamaremos «el descubrimiento del descubrimiento». En efecto, T. S. Khun y A. Koyré nos ilustran abundantemente acerca de un fendmeno particular en la historia del pensamiento cientifico: cada descubrimiento se realiza en dos tiempos, nunca opera sus efectos inmediatamente; requiere de un segundo momento de redescubrimiento para que el primer momento, reformulado, alcan- ce su eficacia. Esta verificacion no es ajena en absoluto al funcionamiento estructural del discurso tal como el psicoandlisis nos lo ensefia, ni a cierta teoria sobre el autor de M. Foucault que abordaremos mas adelante. El discurso psicoanalitico es asi, el movimiento de una cadena significante que va de un S, (Freud) a un S, (Lacan) y que produce significacion de acuerdo con las leyes de la cadena significante, donde “el objeto” a significar es el descubierto por Freud. Este movimiento no transcurre en el tiempo intuitivo de la experiencia, sino que funda, instituye un tiempo légico: el de la construcci6n y reconstruccién de los conceptos, a partir de un significante de la anticipacion (Freud), y uno segundo de la “retro- accion” (Lacan). Este segundo significante cumple la funcién de metaforizar al primero. En este sentido, implica una operacién de “abrochamiento”, un punto conclusivo de “capitén”, que detiene el deslizamiento de la cadena y articula a sus elementos constitutivos, produciendo un nuevo efecto de sentido. Cuando hablamos de deslizamiento de la cadena, nos referimos a ese espacio intermedio entre S, y S, constituido por un desplaza- miento metonimico, erratico. por momentos confuso, hecho de fragmentos de discurso, que pueden recorrer, incluso “retomar” partes recortadas de la teoria, pero que no pueden “abrochar” un concepto que responda a la logica global de la doctrina. Hablamos de ese vasto género llamado “literatura psicoanalitica” que, al no tener determinacion metaforica, queda reducido a un conjunto disperso, heteréclito, de significantes imaginarios a los cuales llamamos “autores” de las corrientes u orientaciones psicoanaliti- cas. Distingamos entonces, por un lado, los momentos significantes del movimiento psicoanalitico y, por otro, los autores que hablan en nombre del psicoandlisis, o que se “inspiran” en él para construir sus propias teorias de “orientacién psicoanalitica”, dominados por un afan de adaptacién o de progreso. Freudy Lacan son los significantes del movimiento psicoanalitico (S, y S,), un movimiento orientado hacia la produccion de sentido, alli donde, en el origen, sdlo teniamos el sinsentido de lo real. Los autores 0 “corrientes” pertenecen, en todo caso, a la historia 26 Psicoanalisis, un discurso en movimiento del psicoanalisis. Su relacién de pertenencia o de exclusion con respecto al movimiento psicoanalitico, en forma total o parcial, sera una cuestion a determinar no desde la autoridad dogmatica, sino _desde la légica significante del discurso psicoanalitico. Asi, en la historia del psicoanalisis encontrames dos casos muy tempranos. Adler y Jung, que hicieron del psicoandlisis una “psi- cologia individual” el primero. y una “psicologia analitica” el segundo, quedaron excluidos del movimiento psicoanalitico, no porque Freud los haya expulsado sino porque no habia forma de encajar sus ideas dentro del movimiento logico, sincrénico, de los conceptos estruc- turantes del psicoandlisis. Seria realmente secundario y sin im- portancia si, como efecto de lo anterior, hubiera pesado Ja autoridad de Freud. I INSTANTE DE VER (EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO) Solo metaforicamente utilizaré los tres momentos del tiempo logico: instante de ver, tiempo para comprender y momento de con- cluir (J. Lacan 1976 b) como pertinentes al movimiento psicoanali- tico, para ubicar las sucesivas funciones cumplidas en esa légica, por Freud, por las diversas “corrientes psicoanaliticas” y por Lacan, respectivamente. El significante de apertura (S,), Freud, se sittia como “instante de ver”. (Es la nueva mirada de Freud sobre lo que nunca habia sido visto. No por estar oculto, sino por no haber sido mirado. Solo que Freud no usa de la vista. él “escucha” para descubrir. Se trata de un momento inicial, un momento de descubrimiento fecundo. EIS, es un significante de apertura de lo real inconsciente; implica una maxima aproximacion a ese real, en la soledad del encuentro y casi sin instrumentos simbdélicos para hacerle frente. Real significa lo que atin no esta dicho, lo que no esta agujereado por el concepto, lo que se presenta a la percepcion como sin sentido. En efecto, hasta Freud el inconsciente no existia. Existian si, y a lo largo de toda la historia de la humanidad, efectos inconscientes en la superficie del discurso, pero no habia sido dicha aun la primera palabra que le otorgara racionalidad. Eran efectos sin sentido, absurdos, aleatorios. Las ideas anteriores de lo inconsciente como El “movimiento” en psicoandlisis . 27 reverso de la conciencia, y la existencia nominal de esa palabra en la filosofia, nada tenia que ver con aquello que Freud convierte en un descubrimiento. “El inconsciente antes de Freud, no es, pura y simplemente”, dice Lacan, y emprende un recorrido excluyente a través de unas ocho definiciones, coleccionadas en un libro de Dwelshauvers de 1916 (J. Lacan 1979: 366). Con Freud comienza a existir el inconsciente sometido a la legalidad del significante. Pero esto no significa que el inconsciente deje de ser real. Descubrir las leyes que operan en él y que articulan el deseo al lenguaje no implica conocer lo inconsciente. Freud mismo se encargé de diferenciar “inconsciente” como trabajo (arbeit) de transformacion retérica, del ello como estructura real, incognoscible (S. Freud 1968 b: 11, 431). Si bien Freud, en el instante de ver, estaba huérfano de recursos simbdlicos, no lo estaba del todo. Claro que los suyos no eran un mérito personal, sino puro efecto inconsciente. Nos referimos a una condicion muy particular e inédita que hace de esta aproximaci6on a lo real una experiencia analitica: el deseo del analista. La forma particular con la que Freud escucha y elabora el relato de sus primeras pacientes histéricas, tal como consta en Estudios sobre la histeria, inaugura un nuevo deseo en el mundo: el deseo del analista. Que no es el deseo subjetivo que Freud tiene, sino un deseo del inconsciente, impersonal, no subjetivo, al que él se subordina, no sin vacilaciones y desfallecimientos, como lo confesara en el lamado “caso Dora”, por ejemplo. A partir de ese momento inaugural del deseo del analista Lacan, luego, podra afirmar: “el analista forma parte del concepto de inconsciente”, indicando entre otras cosas que no hay posibilidad de descubrimiento ni de interpretacion de lo inconsciente, sino mediado por el deseo del analista. Aeste momento inicial lo llamaremos el instante del phatema, de pathos, padecimiento; es el momento en el que Freud padece ese encuentro con lo real, que no lo implica solamente como objeto pasivo de una experiencia inmediata, intuitiva, sino como sujeto {operador) de un calculo conjetural. Porque tal encuentro no es una inmersi6n en lo real, sino encuentro “fallido”. Pathema, por tanto, no significa una especie de inefable con- tratransferencia o sentimiento no orientado, sino que en rigor alude aun “dejarse afectar” por lo real, y hacerle frente con las leyes del significante, que permiten crear alli una determinacion legal, bajo el comando del “deseo del analista”. No se trata de que Freud haga visible lo invisible, o que revele lo oculto, al modo de la aletheia heideggeriana. Lo que Freud descubre no es algo que estaba ya alli, es algo nuevo, generado por “el poder creacionista del significante”. El psicoandlisis no es una “psicologia de las profundidades”, ni el 28 Psicoanalisis, un discurso en movimiento inconsciente una dimensién de “lo oculto” (en todos sus textos sobre el ocultismo, Freud se negara a homologar inconsciente y oculto). Se sitaa, por el contrario, como lectura significante de la cadena discursiva, es decir, hablada concretamente por un analizante. El inconsciente freudiano significa, como minimo, que cuando alguien habla, dice otra cosa, y que eso no es sino un efecto estructural de las leyes del lenguaje. Ahora bien, cuando se produce esta suerte de apertura de lo no simbolizado, existen dos posibilidades: 0 se retrocede, 0 se dice algo sobre ello.jEn el origen del psicoanalisis nos encontramos con las dos experiencias. Recordemos a Breuer en su relacién con Anna O. Breuer padecié —pero no pudo hacer de eso un pathema— el encuentro con lo real inconsciente bajo la forma de la emergencia de la transferencia, que como lo ensefa Lacan “es la puesta en acto de lo real inconsciente". Anna O, desencadena una transferencia amorosa en la relacion con Breuer, es decir que los compromete a ambos, y verbaliza la fantasia de haber quedado embarazada de su terapeuta, Breuer retrocede espantado, y abandona su practica psicoterapéutica. No supo qué decir de eso, se vio desbordado por esa emergencia de la transferencia en lo real de su vida. Se vio afectado, comprometido emocionalmente, pero no encon- tré como mediatizar, como hacer frente a esa experiencia. No tenia ese sostén simbélico llamado “deseo del analista” para abordar, con todas las precauciones que después aconsejé Freud. esa realidad del inconsciente que se le brindaba. De esta situacién, que llevé a la separacioén de Breuer, Freud comenta: “Ahora tengo fuertes motivos para conjeturar que, tras eliminar todos los sintomas, él debid de descubrir por nuevos indicios la motivacion sexual de esa transferencia, pero, habiéndosele escapado la naturaleza universal de este inesperado fendmeno, interrumpio en este punto su investigacion, como sorprendido por un untoward event (suceso adverso)” (S. Freud, 1968c: 983).* Breuer padecié lo que todo analista experimenta en su practica: el “horror al acto”. El horror de despertar a “los demonios” del inconsciente sin poder anticipar las consecuencias, ni calcular todos los efectos de su propio acto de palabra. El analista descubre que no sdlo ha ido demasiado lejos, sino que lo ha hecho “sin saber”. Sin saber que constituia un riesgo, es decir, que su intervencion podia producir efectos imprevisibles en lo real de una vida. El horror al acto es descubrir que su accion comporta siempre una parte que le esta al analista mismo velada. “Todas las citas que siguen acompaiiadas de ntimero de pagina pertenecenaeste articulo. El “movimiento” en psicoanilisis 29 Nuevamente recurrimos a T.S. Khun y A. Koyré para decir que la historia de la ciencia esta plagada de momentos de descubrimiento que se han cerrado inmediatamente, y que no han tenido efecto hasta muchisimo tiempo después, debido a que no han encontrado en su descubridor o en su tiempo al sujeto que estuviera animado de un deseo de sostener el deseo, es decir de un “deseo decidido” en relacion con “eso”. Claro que hacerse cargo de ese deseo implica siempre un precio, aveces muy alto. Se ha llegado a pagar con la vida misma la osadia de querer atravesar el horror al acto, es decir, de querer saber. En una posicién por completo opuesta a la de Breuer encontra- mos a Freud. El quiso saber. Quiso saber qué era “eso” que producia efectos legibles en el discurso de sus primeras pacientes histéricas. Descubrio entonces que “eso habla” segtin unas leyes propias del lenguaje a las que llamo proceso primario. Descubrié asi una estructura articulada, el inconsciente, cuyo “trabajo” es el de transponer el deseo al campo del lenguaje, hasta hacer de él algo escuchable. Por supuesto que no dejé de pagar un precio. Los afios de soledad, el rechazo de los circulos académicos oficiales, la incomprensién de sus discipulos y la marginacion de sus descubrimientos son testimo- nio de ello. “Testimonios dolientes”, los llama Lacan, cuyos rastros podemos encontrar en la obra de E. Jones citada (1960, tomo 1) y en el texto del propio Freud Historia del movimiento psicoanalitico. En su primera seccion —de las tres que componen el articulo—, que abarca el periodo en el que él fue el unico participante (es decir, mas 0 menos hasta 1902), Freud dice: “El psicoanilisis es, en efecto, obra mia. Durante diez afios fui el unico en ocuparme de él, y todo el disgusto que su aparicion provocé en los contemporaneos se descargé sobre mi, en forma de critica” (p. 981). En la misma seccion, mas adelante, plantea claramente el precio que tuvo que pagar por su “querer saber”, y trasluce su vocacion racionalista: “Sin vacilar sacrifiqué mi incipiente reputacion como médico y el aumento de mi clientela de pacientes en aras de mi empeno por investigar consecuentemente la causacion sexual de las neurosis. [...] Desprevenido, me presenté en la Asociacion Médica de Viena, como un expositor que esperaba resarcirse, gracias al interés y el reconocimiento que le tributarian sus colegas, de los perjuicios materiales consentidos por propia decision. Yo trataba mis descu- brimientos como contribuciones ordinarias a la ciencia, y lo mismo esperaba que hicieran los otros. Sdlo el silencio que siguid a mi conferencia, el vacio que se hizo en torno a mi persona, las insinuaciones que me fueron llegando, me hicieron comprender poco a poco que unas tesis acerca del papel de la sexualidad en la 30 Psicoandlisis, un discurso en movimiento etiologia de las neurosis no podian tener la misma acogida que otras comunicaciones. Entendi que en lo sucesivo perteneceria al ntsmero de los que «han turbado el sueno del mundo» segtin la expresién de Hebbel, y no me estaba permitido esperar objetividad ni benevolen- cia” (p. 988). En esta primera parte encontramos, ademas, un conjunto de valiosas sugerencias para seguir introduciendo el concepto de movimiento psicoanalitico, En efecto, siguiendo a Freud podemos decir que el movimiento no tiene en realidad autor. Encuentra si en Freud a su fundador. El autor es siempre el Otro, es decir una estructura inconsciente, sincrénica, que en algin momento logico adviene a la realidad como acto de fundacién, soportado por Freud. Es asi como Freud descubre, a posteriori, cual era la encarnacion de ese Otro, por quiénes estaba representado: “La idea de que se me hacia responsable en modo alguno se habia engendrado en mi [se refiere a la realidad sexual del inconsciente]. Me habia sido trasmi- tida por tres personas cuya opinion reclamaba con justicia mi mas profundo respeto: Breuer, Charcot y Chrobat. Los tres me habian trasmitido una inteleccién que en rigor ellos mismos no poseian” (984). En esta ultima frase queda claro que ninguno de los tres es autor de sus propias comunicaciones a Freud. Ellos “no poseian” el saber que si “los poseia” a ellos como insabido. Ese saber insabidoes el de un Otro radical que sabe lo que ellos no sabian, y Freud tampoco. La diferencia es que Freud lo escucha. Por tanto ni ellos, ni Freud, son la causa del psicoandalisis. El psicoandlisis es, ante todo, estructura inconsciente. En todo caso, Freud es quien, como efecto de esa estructura, lo construye como una “elucubracién de saber”, seguin la feliz expresion de J. A. Miller. Pero es la practica clinica, el lugar donde se verifica esta estructura: nose puede hablar, por ejemplo, de que alguien demande analisis, ya que no se puede demandar lo que es inconsciente; se trata siempre de alguien que es demandado por el analisis. Freud, demandado por el psicoandlisis, encontro también al analista, a ese que, como sujeto dividido, fue él mismo. Sdlo que el particularisimo andlisis de Freud no consistié en concurrir a sesion y asociar libremente, sino en escribir el psicoandlisis. Lo cual no lo hace menos responsable por su descubrimiento. Porque el sujeto, sino quién, es responsable atin de su inconsciente. Asi lo admile Freud, no sdlo en su texto “La responsabilidad moral por el contenido de los suefios”, sino aqui mismo: refiriéndose a esos tres (Breuer, Charcot y Chrobat) que le revelaron lo que no sabian, dice: “Por cierto que no he revelado el ilustre origen de esa atroz idea para descargar sobre otros la responsabilidad por ell: (p. 985). El “movimiento” en psicoandlisis 31 Freud, entonces, no traza la trayectoria del movimiento psicoa- nalitico, muy por el contrario ésta se le va imponiendo en su autonomia irreductible, y él debe esforzarse por descubrir su légica yseguirla. Refiriéndose a la interpretacién de los sueftos dice: “Me fue dada como primicia después de que yo, obedeciendo a un oscuro presentimiento, me hube decidido a trocar la hipnosis por la asociaci6n libre. Mi apetito de saber no iba dirigido de antemano a la comprensi6n de los suefios” (p. 987). Pero esto no quiere decir que el movimiento se haya dado como un fenémeno espontaneo, natural. Al igual que en la teoria antigua sobre la fisica del movimiento, el psicoandlisis depende de un impetus que lo sostenga; en este caso sera el impetu de Freud, es decir, su deseo de analista, el que impedira el cierre del inconsciente, abierto fugazmente en el instante de ver. Otro indicio importante, entre otros, acerca de que el psicoa- nalisis no es idéntico a la persona de Freud, ni podemos derivarlo de sus intenciones e intereses previos, sino que debemos considerar a Freud como a un significante del psicoandlisis, se puede leer en estas frases de la misma seccién que estamos comentando: “Al principio no adverti la naturaleza particular de mi descubrimiento. [...] Aprendia sofrenar las inclinaciones especulativas y, atendiendo al inolvidable consejo de mi maestro Charcot, a examinar de nuevo las mismas cosas tantas veces como fuera necesario para que ellas por si mismas empezaran a decir algo” (p. 988). Que la presencia de la persona con todo lo que implica de pasion imaginaria (aun siendo la del propio Freud) es siempre un claro obstaculo al movimiento queda dicho claramente en este parrafo: “Suponia, ademas, que un segundo obstaculo [el primero era el lugar, la ciudad de Viena] era mi persona, en cuya apreciacion, por obra de las banderias, se habian mezclado con exceso la simpatia y el odio” (p. 999). En la segunda secci6n. continua la historia hasta 1910 aproxi- madamente. Es el periodo durante el cual las concepciones psicoa- naliticas comienzan a extenderse a circulos mas amplios. Pero aun en esta seccion, como mas claramente en la primera y tercera, Freud transmite algo con respecto al movimiento que, si bien se da en la historia, es diferente de ella, en tanto se trata de un efecto estructural del psicoanalisis: la resistencia al movimiento psicoanalitico. Una resistencia que es —en principio— la de los circulos exteriores al conjunto de los analistas, donde el psicoana- lisis es “ese foco infeccioso para la propagacién de una epidemia psiquica” segun la escatologica metafora de A. Hoche, un profesor de psiquiatria en Friburgo. Freud destaca, como excepcion a ese rechazo generalizado, a la escuela psiquiatrica de Zurich liderada 32 Psicoandlisis, un discurso en movimiento por Bleuler y Jung, que posteriormente terminara por apartarse del movimiento. Pero la resistencia al movimiento es también interna: “Me estaba deparado aprender que en los psicoanalistas puede ocurrir lo mismo que en los enfermos bajo analisis” (p. 1.001). Toda la tercera seccién esta dedicada a examinar los puntos de vista disidentes, primero los de Adler y luego los de Jung, y senalar los aspectos fundamentales en que se apartan de los hallazgos del psicoanialisis. Lo hace mediante una laboriosa tarea de reconstruc- cion acerca de qué es y qué no es el psicoanilisis, de acuerdo con la coherencia logica y estructural que exigen la teoria y la practica. Sdlo desde esa dimension, la del discurso del psicoanalisis como cadena significante, puede concluir que aquellos dos discipulos han queda- do fuera del movimiento, dentro del cual él mismo se inscribe. Es decir que no sdlo externa sino también internamente la resistencia es inevitable. Tanto el rechazo o la desfiguracion del inconsciente y la sexualidad, como la pérdida del sentido de la practica, son diversos modos en que el movimiento de la cadena significante tiende siempre a ser detenido. Y es funcién ética, deseante del analista, no permitir su estancamiento, hacerlo conti- nuar a pesar de las resistencias. Si el movimiento puede ser desviado es que tiene una direccion. Yesa direcci6n, lorepetimos y subrayamos con Freud, es autonoma: “Asi como mis opositores comprobaron que no era posible detener al nuevo movimiento, a mi me aguardaba otra experiencia: no se dejaba conducir por los caminos que yo pretendia marcarle” (p. 999). Si Freud mismo debe inscribirse en el movimiento y no al revés, sera especialmente duro con aquellos que pretendan darle una direccién “consciente” y voluntaria al movimiento para que sirva a ciertos fines, no importa cudn loables o convenientes sean. Es el caso de Jung, que rechaza el caracter sexual de la libido. “En 1912, Jung, en carta que me envid desde Estados Unidos, se gloriaba de que sus modificaciones al psicoanalisis habian vencido las resistencias en muchas personas que hasta entonces no querian saber nada de él. Le respondi que eso no era ningtin titulo de gloria, ycuantas mas sacrificase de esas laboriosamente ganadas verdades del psicoandlisis, tanto mas veria desaparecer la resistencia. [...] Confieso que desde el principio vi en ese «progreso» una adaptacion excesiva a los reclamos de la actualidad” (p. 1.006). Pareciera que Freud estima y valora la resistencia, en la medida en que su aparicion le es una guia acerca de la direccion correcta del movimiento; su ausencia, por el contrario, es el indicio de haberse desviado de él. El mismo valor otorgara luego Freud a la resistencia en la practica analitica (S. Freud, 1968d). El “movimiento” en psicoandlisis 33 Adler se desvia del movimiento en el punto preciso donde se hace necesario al psicoandlisis una nueva concepcion del sujeto, cuya division estructural Freud postulara definitivamente al final de su obra en 1938 (S. Freud, 1968e). Pero que ya esta perfectamente planteada aqui en su refutacion a Adler: “Adler se ha recluido tan enteramente dentro de la celosa estrechez del yo que s6lo toma en cuenta aquellas mociones pulsio- nales que son agradables para el yo y que éste promueve; precisa- mente el caso de las neurosis, donde esas mociones se contraponen al yo, cae fuera de su horizonte” (p. 1.004). Adler queria demostrar que el sintoma sirve sélo a la satisfaccion del beneficio secundario, es decir a los intereses del yo, y no a la satisfaccion libidinosa. Para Freud solo se trata de preservar —como necesidad interna del psicoandlisis— la direccion del movimiento, no de invalidar otras teorias, ya que él mismo rechaza que el psicoanilisis pretenda ser “un sistema”, como en el caso de Adler, o “una cosmovisién para todo elmundo”, como en el de Jung. “Dejo sentado, ademas, que no fundo sobre ese recurso [sefialar las desviaciones], ninguna critica cien- tifica. No me ocupo del eventual contenido de verdad de las doctrinas que desapruebo, no intento refutarlas. [...] Yo quiero mostrar, nada més, que estas doctrinas desmienten los principios del andlisis, por lo cual no deben correr bajo ese nombre. Entonces, utilizo el andilisis solamente para hacer comprensible la manera en que unos analistas pudieron engendrar esas desviaciones del andlisis” (p. 1.002). Por lo tanto, no se trata de si esos analistas se desvian 0 no de lo que le gusta a Freud, o de su persona, sino de exponer las lineas fundamentales del discurso del psicoandlisis, como tinico recurso para determinar en qué lugar y en qué momento ellos quedan fuera de su movimiento, El articulo que comentamos es mucho menos un texto sobre historia que sobre los avatares sufridos por los conceptos, y sobre la necesidad de sostenerlos ante el desfallecimiento de sus discipulos. Sostén que Freud ubica en la necesidad logica de la cadena discursiva, y no en su persona, ni siquiera en su autoridad intelec- tual. De ahi el epigrafe que lo encabeza: Fluctuat, nec mergitur, metafora marina que figura en el escudo de Paris, y que aqui alude al movimiento psicoanalitico, como agitado, sacudido violentamen- te, pero que sin embargo no se hunde, no naufraga. Si decimos que Freud es un significante es porque su obra no se identifica con su autor. Esto introduce toda una problematica, planteada en el campo de la moderna teoria del discurso por M. Foucault, entre otros, en su trabajo “;Qué es un autor?”. Una lectura que se dice “ortodoxa” del psicoandlisis pretende ser 34 Psicoandlisis, un discurso en movimiento fiel al pensamiento de Freud, suponiendo que su obra no es un significante, sino el significado mismo de lo pensado por él, su contenido. Asi la lectura se convierte en un trabajo hermenéutico de acceso ilusorio a lo que dijo “realmente” Freud, es decir, a una interpretacién de lo que él quiso decir. Se trata de una practica que © contradice la doctrina psicoanalitica. Pretender atravesar el texto dejado por Freud, para acceder —miés allas del texto mismo— al significado de Freud, es caer en una ilusi6n identificatoria con su persona, entendiendo que persona y autor son realidades comple- mentarias. desde LECTURA” ORTODOXA ” 3 FREUD AUTOR = FREUD TEXTO La pretension de interpretar a Freud autor es opuesta a todo lo que el psicoandlisis nos ensefia, y a toda la estructura del lenguaje y la funcién del discurso. Desconoce, en primer lugar, la apertura entre “el decir” y “lo dicho”, principio elemental de la escucha analitica. Lo que Freud haya querido decir es precisamente lo real imposible, que los significantes del texto no pueden reflejar ni expresar. Lo dicho por Freud es el texto, y Freud aqui es el nombre del texto, no de su persona. Por eso decimos: Freud es un signifi- cante del psicoanalisis (S,). El método “ortodoxo” es el que Lacan Ilamara del “retomar”, el que se propone volver a las fuentes para “repetir” a un Freud ilusoria- mente idéntico a si mismo, La lectura ortodoxa quiere seguir las huellas de Freud, no perderle pisada. /El psicoandlisis, en cambio, ensefa que es necesario el “borramiento de la huella”, la desaparicién del nombre propio, para que el nombre simbélico, Freud como significante del texto, pueda constituirse en un campo de legalidad. Se trata de la muerte del padre, como condicién necesaria del advenimiento de su funci6n simbélica. Hay que enmudecer a Freud, para que la funcién simbélica de su nombre pueda nombrar a una obra pasible de ser leida, no desde Freud, sino desde su propia estructura. Es en este sentido que El “movimiento” en psicoandalisis 35 interpretaremos la diferencia que Foucault establece entre el autor y la “funcién autor”. (M. Foucault, 1984).* Argumentamos entonces con Foucault: “En la escritura no se trata de la manifestacion o de la exaltacion del gesto de escribir, no se trata de prendera un sujeto con alfileres en un lenguaje, se trata de la abertura de un espacio en que el sujeto que escribe no cesa de desaparecer” (p. 90). Esta posicién extrema de Foucault merece una observacion: se trata de un efecto irreductible de estructura, no por tanto de la “desaparicién del sujeto” sino de su divisién constitutiva ($). La ortodoxia desconoce la inevitable operacién de construceion del texto, porque supone como posible una coincidencia ajustada entre el lector y el autor, sin mediacién alguna. Por supuesto que esta coincidencia es un ideal imposible, en lamedida en que el objeto esta perdido estructuralmente y que la repeticion no es sin diferen- cia, como ha sido luminosamente testimoniado en el campo literario por J. L. Borges por ejemplo, en su relato “Pierre Menard, autor del Quijote”. Es asi como M. Foucault llega a plantear la pregunta: “;qué importa quién habla?”, no porque el autor sea irrelevante, sino porque intuye su division como sujeto. Para Foucault el vinculo del nombre propio con el individuo nombrado y el vinculo del nombre del autor con lo que él nombra no son isomorfos y no funcionan de la misma manera. El propone entonces un clivaje entre el nombre del autor como nombre propio y la funcion autor, que equivale a la diferencia planteada por nosotros entre el autor como escritor real, imposible, y el nombrecomo significante de una obra: “... el nombre de autor no va como el nombre propio, desde el interior de un discurso al individuo real y exterior que lo ha producido, sino que corre, de alguna manera, en el limite de los textos, los recorta, sigue sus aristas, manifiesta su modo de ser o, al menos, lo caracteriza” (p. 94). De tal forma que si hoy pudiéramos preguntarle al mismo Freud qué quiso decir aca o alla, su respuesta seria una entre otras, verdadera sélo en la medida en que se inscribiera en la coherencia logica del movimiento, a tal punto llega la falta de “propiedad” de un texto. “En el estatuto que se da actualmente a la noci6n de escritura. no se trata, en efecto, ni del gesto de escribir, ni de la marca (sintoma o signo) de lo que alguien hubiera querido decir [...] La desaparicién del autor se ha convertido para la critica en un tema cotidiano. Pero lo esencial no es confirmar una vez mas su desaparicion; es * Los ntimeros de pagina que siguen a las proximas citas pertenecen a este texto. 36 Psicoandlisis, un discurso en movimiento necesario sefialar, como lugar vacio —a la vez indiferente y apre- miante— los sitios donde se ejerce su funci6n” (p. 91 y 87). Las ideas de Foucault, aunque muy sugerentes, resultan al psicoanalisis un tanto extremas, como ya dijimos, cosa que Lacan no deja de observar en su intervenci6n al finalizar Foucault su exposicion: “No se trata de la negacion de sujeto, se trata de la dependencia del sujeto, lo que es muy diferente, y muy particular- mente en el nivel del retorno a Freud, de la dependencia del sujeto en relacién con algo verdaderamente elemental, y que hemos intentado aislar bajo el término de significante”. Pero 4cémo recuperamos, o qué lugar le damos entonces a un Freud que funcione como significante (y del cual el escritor Freud depende), no idéntico a si mismo, en ese momento pathematico inicial, que hemos asimilado al “instante de ver"? Hay autores, Freud, Marx, segtin Foucault, que ocupan una posicién “transdiscursiva”: son autores de algo mas que un libro —de una teoria, de una tradicion, de una disciplina— en cuyo interior otros libros y otros autores a su vez van a poder ubicarse. A esos significantes de un nuevo discurso Foucault los llamara “fundadores de discursividad”. Ellos se diferencian por haber abierto el espacio para otra cosa que simismos, y que sin embargo pertenece a lo que fundaron. Mas atin, lo que digan sus seguidores podra ser determinado como verdadero 0 falso, por relacion a lo dicho por el fundador. Por lo tanto, no se puede decir: “el inconsciente es otra cosa que lo que dijo Freud, su descubrimiento no existe”, porque el inconsciente no es otra cosa que lo que dijo Freud. Si se puede decir otra cosa que Freud, como lo hicieron Jung, Laplanche y tantos otros, pero entonces su propio decir los excluye del movimiento discursivo del psicoanilisis. Todo esto, insistimos, depende del lugar del objeto en la ciencia, donde no hay varios “puntos de vista” sobre un mismo objeto sensible, sino que el mismo “punto de vista”, como afirmé Saussure, construye al objeto como ficticio o ficcional, en un campo formalizado, o al menos formalizable. Por eso “en la obra de esos instauradores no se reconocen algunas proposiciones como falsas; nos contentamos, cuando se trata de comprender ese acto de instauracion, con apartar los enunciados que no serian pertinentes ya sea que se los considere inesenciales, o que se los considere “prehistoricos” y que son de la competencia de otra discursividad” (p. 101). Es verdad que Freud, como cualquier otro, se puede equivocar. Silo hace, es con respecto a la logica significante que exige el objeto que él mismo construy6. En ese caso, su lugar es idéntico al de alguien que estuviera situado por fuera de la exigencia particular de El “movimiento” en psicoandlisis 37 la nueva racionalidad descubierta. Freud puede ir, eventualmente, contra Freud, y puede haber momentos no freudianos en el discurso de Freud. Es asi como Lacan, por ejemplo, puede corregir a veces a Freud, no por desviarse de lo que él (Lacan) afirma, sino del movimiento logico de su teoria (la del propio Freud), poniendo en evidencia nuevamente el clivaje entre el autor y su obra. Asi, el sujeto Freud dependera de su obra, y no su obra, como estructura significante, del sujeto Freud. Es realmente increible que Freud se haya anticipado a esta moderna teoria y que una frase suya pueda sintetizar lo que venimos desarrollando: “Mas desgraciadamente, la capacidad creadora de un autor no siempre corre pareja con su voluntad: la obra se concluye de la mejor manera posible, y a menudo se enfrenta con el autor como un algo independiente y aun extrano” (S. Freud, 1968e, p. 259). Ahora bien, es un destino estructural de toda fundacion de discursividad, y el psicoandlisis no fue en absoluto una excepcién, el de ser olvidada, reducida, desviada en lo que tiene de subversivo con respecto a lo ya conocido, condicién que hace inevitable, luego de ese tiempo de olvido, que se produzca el movimiento llamado “de retornoa...”. A ese tiempo de olvido es al que hemos llamado “tiempo de comprender”. I TIEMPO PARA COMPRENDER (LATENCIA DEL DESCUBRIMIENTO) El tiempo para comprender (que no es cronolégico sino logico, y puede coexistir con los otros dos aunque aqui lo situemos diferen- cialmente) abarca todo un periodo en el que el movimiento se dispersa en un caprichoso abanico, que abarca las multiples “corrientes psicoanaliticas”, las nuevas perspectivas “dinamicas” de la psiquiatria posfreudiana y los diversos procedimientos terapéu- ticos de “orientacion psicoanalitica”, Lo que las engloba es una reducci6n del inconsciente freudiano, a una inespecifica idea de lo instintual, lo arcaico o primordial, muy lejos del inconsciente “lenguaraz” de La interpretacion de los suefios. Y por tanto, una concepcién de lacura comorechazo de loinconsciente y del deseo, en favor de los ideales: del amor humano, de la autenticidad y de la no dependencia (J. Lacan 1988: 17-20). Este periodo es un tiempoestructural, no contingente ni accidental 38 Psicoanalisis, un discurso en movimiento sino necesario, en el cual predomina el mecanismo de represion. Represion que recae sobre aquellas aristas del descubrimiento freudiano que mas “ofenden” a la logica imaginaria del sentido comun. Se trata de una maniobra del narcisismo, inconsciente, es decir, no atribuible a la mala intenci6n de nadie. Es un tiempo de retroceso ante el “horror al acto” del descubrimiento freudiano. La posicion que podriamos llamar natural, narcisista del sujeto, recha- za todo lo que atente contra su unidad. Esto es lo que habia manifestado ya el mismo Freud, en su articulo “Una dificultad del psicoandlisis”; la dificultad de ser aceptado, en la medida en que junto con los descubrimientos de Copérnico y de Darwin asentaba un duro golpe al amor propio de la humanidad, al descubrir que el hombre no era consciente de las razones profundas de sus actos. El narcisismo herido no era capaz de asimilar tal destitucién de su unidad y preeminencia. La maniobra consiste en asimilar lo nuevo a lo ya conocido, poniendo en primer plano la comprension y limando las diferencias. El psicoanalisis entonces es englobado en el campo de ese saber, donde teorias y técnicas se hacen cargo de una feliz adaptacion al medio y del bienestar del sujeto, Freud, coherente con la estructura defendida del aparato psi- quico, habia anticipado esta tendencia a la represion. En el articulo “Historia del movimiento psicoanalitico” se refiere a la creacion de la Asociacion Psicoanalitica Internacional. Dice que habia impulsado su creacion para preservar las verdades rechazadas de la doctrina, pero... “todo eso, y nada mas que eso, queria yo lograr mediante la fundacion de la 1pa. Era probablemente mds de lo que podia obtener- se” (p. 999}. Y avizorando lo que sucederia con el psicoanalisis norteamericano, agrega en una nota de 1924: “En Estados Unidos, la profundizacion del estudio del psicoanalisis no corre todavia pareja con su popularidad” (p. 994). No obstante, como la teoria lo ensena, la represion incluye, como su otra cara, el retorno de lo reprimido. Es decir que, aun bajo la forma de lo desconocido, la verdad de la estructura no deja de insistir y de decirse a medias. En este tiempo de comprender, nos encontramos con ambas caras. Por un lado, el psicoanalisis norteamericano, cuyo liderazgo debe ser reconocidoa H. Hartmann, acentua fuertemente la funcion de la represion. Con él llega a su apogeo la exaltacion del bienestar como objetivo, y la identificacion con el analista como fin del analisis, Ese analista, que no tiene otra cosa para proponer que el “tibio bienestar” del ronroneo en el principio del placer, se convierte, segan, la expresion de Lacan, en un “manager de almas”. La practica se El “movimiento” en psicoandlisis 39 precipita entonces hacia la obra de bien, y las “técnicas”, a dirigir, abreviar, focalizar, la cura. Pero a esta resistencia se le opone una resistencia del discurso psicoanalitico mismo, que retorna, como saber insabido, y que no deja que la represién sea total. Aclaremos que cuando hablamos de retorno de lo reprimido, no estamos hablando del “retorno a Freud” iniciado por Lacan. El trabajo de Lacan, como veremos luego, es el del levantamiento de la represién que, como sabemos, sdlo puede hacerse mediante la produccién de un nuevo significante que cumpla una funcion metaforica con respecto a lo reprimido. Enesa otra vertiente —la del retorno de lo reprimido—encontramos a la llamada “escuela inglesa”, cuya figura prominente es Melanie Klein. Seria largo recorrer todos los conceptos kleinianos, donde lo medular de la novedad freudiana se mantiene. Mencionemos sola- mente la relevancia otorgada por Klein a la pulsién de muerte, totalmente reprimida en las otras corrientes, y su teoria del complejo de Edipo temprano y del stiper yo precoz, como versi6n imaginaria pero articulada de la anticipacién del Otro en la determinaci6n de un sujeto dividido. ,, Encuantoa la practica, es muy revelador su informe “Simposium. sobre psicoanilisis infantil", escrito para polemizar contra las desviaciones adaptacionistas de A. Freud. En Klein encontramos una decidida acentuacion del retorno de lo reprimido que hace de su obra, a pesar de su sesgo imaginarizado, una cosa legible desde la logica global del movimiento psicoanalitico. De todos modos, ella también es una autora que pertenece a la historia del psicoanilisis, y no un significante del psicoanilisis, lo cual no indica que no pueda recorrerse en su relacion con el movimiento, Para graficar, tomaremos como ejemplo a H. Hartmann, cuya lectura de Freud viene a producir algo exactamente opuesto al movimiento discursivo de Freud: “La psicologia psicoanalitica del yo”. No pretende, como la lectura “ortodoxa”, preservar la identidad de Freud, pero la diferencia que produce nada tiene que ver con una “operacion” de lectura, sino con la constitucion de un campo distinto, al que deberiamos dudar en llamar psicoandlisis. Duda que debe haber tenido el propio Hartmann, ya que llamé a su invento “psicologia del yo”. Ahora bien, la represi6n de la que hablamos no es un accidente en la historia, es constitutiva de un movimiento. Volviendo a Foucault: “Para que haya retorno, en efecto, es preciso en primer lugar que haya habido olvido, no olvido accidental ni recubrimiento por alguna incomprension, sino olvido esencial y constitutivo” (p. 101). Pero el retorno de lo reprimido tampoco es azaroso: “El acto de 40 Psicoanalisis, un discurso en movimiento ums DE LAAT ay 4 \e PSICOLOGIA DELYO FREUD instauracion, en efecto, es tal en su esencia misma que no puede ser olvidado [...] El cerrojo del olvido no fue sobreafiadido desde el exterior, forma parte de la discursividad en cuestion, y es ésta la que le da su ley. La instauraci6n discursiva asi olvidada es a la vez la razon de ser del cerrojo y la lave que permite abrirlo” (p. 101). Todo esto, que forma parte de la teoria mas moderna de la discursividad y la escritura, parece haber sido entrevisto por Freud. Lacan, ajustandose in extremis a la doctrina, entiende que Freud lo hizo todo a sabiendas. Sabia, por ejemplo, que la IPA inevitablemente desconoceriay olvidaria el psicoanilisis. Pero ese olvido, esarepresion, seria a la larga la mejor garantia de su conservaci6n, tal como en un sujeto la represion del deseo lo eterniza. gSe sentiria Lacan destinatario de este parrafo freudiano?: “Algunos decenios después, otro, infaliblemente, tropezaria con esas mismas cosas para las cuales ahora no habian madurado los tiempos, haria que los demas las reconociesen y me honraria como aun precursor forzosamente malogrado” (p. 988). No sabemos si Freud impulsé la IPA con el propésito de que su descubrimiento fuera renegado, y asi garantizar su preservacion, con esa garantia infalible que otorga el mecanismo de la represion. Lo que si sabemos es que esa suposicin audaz de Lacan es en todo coherente con la teoria psicoanalitica. En efecto, en Moisés y la religion monoteista Freud deja perfec- tamente establecidos los tiempos légicos de una “instauraci6n” o fundacion. La religion monoteista fue creada (S,) en Egipto, y luego reprimida, olvidada. Pero no desaparecio. El S,, una vez “escrito”, podra ser rechazado, pero no forcluido, es decir, no desaparece. Sobreviene un tiempo de represién, en el que de diversos modos insiste lo reprimido. Este tiempo tiene rasgaduras por donde el significante reprimido se hace escuchar. En el texto mencionado, Freud llama a este tiempo (de comprender) “periodo de latencia”. La religion monoteista, luego de la represion sufrida en Egipto, retornara de su latencia, y sera impuesta por Moisés al pueblo hebreo como propia, como nueva (S,). El “movimiento” en psicoanalisis 41 Nos interesa el periodo de latencia porque todo el “tiempo de comprender” —logico y no cronolégico en tanto puede ser el de antes pero también el de ahora— se corresponde con la estructura de ese periodo de latencia que, siendo el de la sexualidad infantil, es “aplicado” por Freud a los grandes movimientos fundacionales, como el de la religion mosaica. Habiamos hecho mencién, al principio, ala manera en la que esto se verifica también en la historia del pensamiento cientifico. Y ahora decimos que puede ser verificada en la misma historia del movimiento psicoanalitico. El periodo de latencia es un periodo en que “la nueva verdad ha despertado resistencias afectivas, disfrazadas con argumentos que permiten refutar las pruebas favorables a la doctrina ofensiva” (S. Freud, 1968e: 229). Lo que habiamos llamado “instante de ver” es por lo tanto una instancia traumdtica—no solo para el descubridor, sino también para aquellos que deben aceptar o comprender el descubrimiento—, no facilmente simbolizable, que exige necesariamente un “periodo de latencia”. “Profundizando el examen, debe llamarnos la atencion que, pese a sus discrepancias fundamentales, el problema de la neurosis traumatica y el del monoteismo (a lo que nosotros agregamos: el del movimiento psicoanalitico) tienen un punto de coincidencia: su rasgo comun, que quisiéramos calificar de latencia. Ese rasgo indica que los hechos y temas jamas se perdieron, en realidad, sino que subsistieron en lo reprimido” (p. 230). Asi es como, en la historia del psicoandlisis, nos encontramos con una diversidad de autores y corrientes, que si bien se desvian de lo que la obra freudiana impone como direccién del movimiento, al mismo tiempo la conservan, bajo el modo de su negacién. Los psicoanalistas del tiempo de comprender suponian haber comprendido ya todo de Freud, actuaban como si nada nuevo pudiera encontrarse en una obra considerada cada vez mas vetusta y “desactualizada”. Por eso creian en la necesidad de su superaci6n. Pero, al tiempo para comprender sucedera el “momento de concluir”, como un paso igualmente necesario e inevitable. Th EL MOMENTO DE CONCLUIR (RETORNO A FREUD) El momento de concluir es el momento de concluir el tiempo para comprender, es decir, implica un cierre de un periodo que hemos 42 Psicoandlisis, un discurso en movimiento llamado, con Freud, de latencia, al mismo tiempo que una apertura irruptiva e inesperada a una resolucién formalizada y légica, de toda una problematica que en el tiempo de comprender habia sido dada por superada, pero que en verdad no habia sido ni siquiera locali- zada ni reconocida como tal. Lo que concluye, insistimos, es el tiempo logico, no cronolégico, del comprender: tampoco concluye el movimiento como algo llegado a su fin, acabado, terminado; por el contrario, es ahora que el discurso asumira una funcién de acto. Ese acto, que bordea lo simbélico de la metafora, y lo real de sus efectos, se llama “el retorno a...”; en nuestro caso “a Freud”. El retorno a Freud es el postulado central de la obra de Lacan, mantenido a lo largo de toda su ensefianza. Incluso su recurrencia ainstrumentos actuales del pensamiento, tales como la lingitistica, la logica y la topologia, no tienen un fin en si mismos, sino el de ser reencontrados en una elaboracion aprés coup de la arquitectura de la obra freudiana. El instante de ver habia sido el de la anticipacion del descubri- miento. El momento de concluir es el de la retroacci6n: volver, no a la fuentes, para repetir ecolalicamente, sino volver a recorrer los caminos anticipados por Freud y desentrafiar la “razon” (en sentido matemiatico) de su obra, para otorgarle un estatuto conceptual, es decir, formalizado. Asi como el instante de ver freudiano es la instancia del “pathema”, al momento de concluir lacaniano lo denominamos del “mathema”, justamente por el trabajo de forma- lizacion realizado sobre los conceptos. El trayecto que va del pathema al mathema es el que va del descubrimiento como instante de ver al concepto como “paso al limite” del momento de concluir. El retorno de Lacan no tiende a la elaboracion parcial de algunos aspectos de la teoria—que, como sucedié en la “literatura psicoana- litica” del tiempo de comprender, siempre sirven para reprimir otros— sino a restablecer las relaciones logicas que articulan las partes entre si, como “logro de una estructura”. El movimiento no es lineal, comprende anticipacion y retroaccion. El sentido no se produce en la anticipacion, ni en un recorrido cronolégico de Freud entendido como sucesién y progreso, Los primeros textos, en la medida en que dan testimonio de esa fugaz apertura de lo real, y que Freud atrapa en el momento mismo en el que tiende acerrarse, dicen tanto como los ultimos. Si bien éstos pueden ser “la razon” de los primeros, también los primeros pueden ser la explicacion de los ultimos. Por eso es necesaria la retroaccion. Esta operacion, que es de “lectura”, permite cernir el sentido global y estructural de la obra freudiana, su sentido psicoanalitico. Porque el psicoandlisis no es El “movimiento” en psicoandlisis 43 una filosofia, ni una cosmovision, ni una antropologia, ni una nueva psiquiatria o psicologia, es solamente psicoanalisis, Parece obvio, pero no lo es tanto. Siempre se ha tendido a asimilar los rasgos distintivos, lo nuevo del psicoandlisis, a lo ya conocido. El psicoandlisis, como toda instauracién discursiva, funda un campo propio, cuya legalidad implica condiciones de racionalidad diferentes. Como doctrina, no puede ser reabsorbida en otro campo, ya que por si solo el descubrimiento original del inconsciente revela a un sujeto dividido, cuya subversion, segtin Lacan, consiste en sostener al saber y la verdad como disyuntos. Lalectura, como retorno ala estructura, es afirmada fuertemente por Lacan, cuando dice que se ha visto obligado a imponer una técnica de lectura, donde se trataba simplemente de volver a colocar cada uno de los términos diacrénicos de Freud en la sincroniade su obra (J. Lacan, 1976 a: 341). Volvemos a encontrar en la conferencia de Foucault una guia fértil para pensar “el retorno”. Una guia avalada en su intervencién. por Lacan al dirigirse a Foucault: “Usted respondié totalmente a mis expectativas. Al evocar especialmente, a propésito de Freud, lo que significa el «retorno a», todo lo que usted dijo me parece, al menos en cuanto a lo que he podido contribuir, perfectamente pertinente” (p. 111). El retorno es un movirniento que tiene su especificidad propia y que caracteriza justamente las instauraciones de discursividad. Ya habiamos mencionado el olvido, la represién —no accidental sino constitutiva— del momento de la anticipacion. El retorno, ahora, “se dirige a lo que esta presente en el texto, mas exactamente se vuelve al texto mismo, al texto en su desnudez, y al mismo tiempo, sin embargo, se vuelve a lo que esta marcado en vacio, en ausencia, en laguna, en el texto. [...] El retorno debe redescubrir esta laguna y esta falta” (p. 102). El retorno, por lo tanto, consiste en decir por una parte: eso estaba alli, bastaba con leer, todo se encuentra alli, habia que tener los ojos muy cerrados y los oidos bien tapados como para que no se lo vea o no se lo escuche; y a la inversa: no, no es en esta palabra, ni en esa otra, ninguna de las palabras visibles y leibles dice lo que ahora esta en cuesti6n, se trata mas bien de lo que se dice a través de las palabras en su espaciamiento, en la distancia que las separa. En efecto, elargumento de muchos “ortodoxos”, dice: ;pero esono lo dice Freud!, argumento inobjetable si no establecemos una hiancia entre el decir y lo dicho. Que no estén las palabras no significa que no pueda leerse la anticipacién de un concepto. Freud penso con los instrumentos de su época: la fisica, la neurologia incipiente, la biologia. Pero sus textos no son de fisica, ni de 44 Psicoandlisis, un discurso en movimiento neurologia ni de biologia. Nociones como neurona, energia, heren- cia, instinto ocupan el lugar de metaforas necesarias, para que quede dicho, de alguna manera, lo que es imposible decir “directa- mente”. Si donde leemos neurona, energia, herencia o instinto nos sentimos obligados a remitirnos a sus significados nominales, no leeremos alli al psicoandlisis. La lectura del psicoanilisis es la misma que la que el psicoandlisis ensefa con respecto a la clinica: “hacer el muerto” a los significados de los términos, y dejar que la logica del significante componga “otro texto en el texto”. No el texto del significado imaginario, sino el que produce la cadena significante en su autonomia irreductible. “El retorno al texto no es un suplemento historico que vendria a agregarsea la discursividad misma yla redoblaria con un ornamento, que después de todo no es esencial; es un trabajo efectivo y necesario de transformacion discursiva” (p. 102). Esa es la transformacion operada por Lacan, con el auxilio de la lingiistica, la logica y la topologia. Su objetivo obviamente no es el de reformular esas disciplinas —aunque su efecto a veces es tan potente que inevitable- mente las cuestiona—, sino hacerle decir al texto lo que esta alli, pero le falta. Que el inconsciente esté estructurado como un lenguaje, o que la estructura del sujeto sea la del nudo borromeo, no lo vamos a encontrar aprendiendo la obra de Freud de memoria. Pero, sin embargo, podemos construirlo como “dicho” por Freud, retroacti- vamente, si leemos las palabras desde la estructura signifi icante donde ellas pierden su significado para adquirir un sentido. Podemos entonces graficar el “retornoa Freud” de Lacan partiendo de un Freud mitico, perdido y atravesado por una operacion de lectura, que retorna a un Freud que no mantiene una relacion de identidad con el del punto de partida, sino que, dividiendo a Freud entre el autor y la obra, lo vuelve a producir, esta vez, como significante. Entonces si podemos hablar de un efecto de sentido psicoanalitico de la obra de Freud. Efecto de sentido que no reproduce el significado original pretendido por la lectura ortodoxa, ya que tal significado primordial no existe; “era” solo un agujero, desde el principio. El vector que produce los puntos de cruce: s(A) - A es el que representa la operacion de lectura. Toda obra, para ser tal, supone un lector. No un lector caprichoso ni auténomo en su lectura, sino alguien que pueda sostener su lectura desde ese punto A. Es el lugar de los recursos simbélicos con los que el lector construye el texto. Es, segun Lacan, el tesoro del significante (A). Puntuado desde alli el texto, el otro vector —el primero— retorna hasta el punto s(A), lugar del efecto de sentido. Asi provendra, retroactivamente, la significacion conceptual de la obra. No desde el lugar inicial de un Freud mitico, El “movimiento” en psicoandlisis 45 al que ninguna lectura, por mas ortodoxa que se quiera, puede alcanzar. Ese lugar sélo representa el momento mitico de la crea- cién, es un momento real, imposible, que desde el momento en que Freud escribe la primera palabra ya queda perdido. El texto cobra autonomia cuando ese sujeto-autor aparece al final del vector inicial como barrado. Es lo que Foucault llama “funcion autor”, cuya determinacion se produce, enteramente, en y por la operacion de una lectura sincrénica, es decir, en simultaneidad estructural. as ORV, LECTURADE Lad, FREUD. FREUD NOMBRE DEL TEXTO # NOMBRE DEL AUTOR SGTE (S) REAL La division del autor no significa, como propone Foucault, la desaparicion del sujeto, sino la puesta en acto de su dependencia con respectoa la estructura del inconsciente, como le habia objetado Lacan. De todas maneras, cuando en una obra hay algo que puede leerse, esa lectura produce la aphanisis del sujeto-autor y por otra parte, una sustraccién de la obra como objeto-propiedad del autor. La obra ya no es del autor, es mas del lector que del autor, aunque el lector sea el mismo que la escribié. La obra comienza a cobrar autonomia, a estructurarse sobre la base de ciertas relaciones necesarias, de ciertas leyes que son inconscientes. Cuanto mas se someta el autor a esta estructura, mas “verdadera” sera su obra. El psicoanilisis es un caso tinico en este campo, pues lo que se propone es precisamente dar cuenta de la estructura. A tal punto que se puede determinar en Freud, como luego en otros psicoanalistas, cuales de sus postulados se acercan 0 se alejan del movimiento psicoanalitico por el grado de rigor con que se subordinan a la estructura, manifestandola en ese efecto que se llama “obra”. La lectura, deciamos, no es auténoma, no deja campo, como en Ja literatura, a la libertad de las fantasias del lector. En efecto, la lectura requiere de un “método”. Y un método exige, antes que nada... descartar toda actividad especulativa que se proponga como exenta de reglas. éCual es el método implementado por Lacan en su retorno a 46 Psicoandlisis, un discurso en movimiento Freud? 4Cuales son las reglas a cuyas exigencias somete a su pensamiento? Ya en 1958 habia opuesto el “método de repensar” a la actividad de “retomar”. Esta ultima, signada por la suposicion de que puede repetirse “lo mismo” que lo anterior —desconociendo las conse- cuencias del concepto de repeticién en psicoanalisis—, y el “repensar” por la produccién de una “transformacién discursiva” (J. Lacan 1976d: 247). Toda la obra de Lacan es un testimonio en acto de su método, Para aprehender el método, nada mejor que seguir a Lacan en su acto de lectura de Freud. Seguirlo en el rigor, pero también en la audacia con que incorpora nuevos instrumentos que hacen mas eficaz a su método; cercando cada vez mas apremiantemente a ese real, a esa cosa, “imposible de decir sino a medias”. Si el momento de Lacan es el del mathema, es precisamente debido a que la alta sofisticaci6n de los instrumentos que incorpora le permite un acercamiento asintético a lo real, ya no pathematico como el de Freud, sino conceptual. Nada mejor para acercarse a lo real que alejandose mediante la produccién de una “escritura”. Debemos entender por tal ese discurso sin palabras, el de las logicas, el de la topologia, el de los nudos que, vaciando al discurso de significados, producen ese efecto de sentido (sin sentido), propio de la formalizaci6n significante llamada en la ciencia “paso al limite”. En el seminario “El objeto del psicoanilisis”, clase del 1 de junio de 1966, Lacan deja algunos esbozos de su método situando su movimiento de retorno en el espacio topolégico de la banda de Moebius. Alli, refiriéndose a la compilacién de sus Escritos, publicados justamente ese afio, dice: “No hay nada [en los Escritos] que no haya estado cada vez muy exactamente comandado por eso en lo que me veo demandado, que es g.qué?: repensara Freud. |...] Retornoa Freud (Briick zu Freud), dije primero en un momento en que esto tomaba su sentido de las manifestaciones confusionales de una prodigiosa desviacion en el andlisis”.* Enese momento, 1966, Lacan propone sustituir sulema “retornar a Freud”, por este nuevo que explica al anterior: “repensar a Freud”. Y dice por qué: “El ideal bien clasico de todo tipo de idealizaciones de un retorno a las fuentes no es ciertamente a lo que me aferraba. Repensar, ése es mi método”. Enlas implicancias etimol6gicas de la palabra “método” encuentra el sentido del suyo: repensar es “via retomada luego”. * Todas las citas que siguen pertenecen a la clase del 1° de junio de 1966 del Seminario nombrado. El “movimiento” en psicoandlisis AT Lo cual significa volver a recorrer el camino trazado por Freud “con una construccién que muchas veces parece disponerse con elementos que eran muy extrafios a Freud” para, en esta segunda vuelta, recién volver al punto de partida freudiano. Este es en realidad el verdadero movimiento psicoanalitico, el mismo que per- mite ese espacio topolégico de la banda de Moebius. En efecto, recorrer la banda de Moebius exige “rizar dos veces el rizo”, es decir, una doble vuelta. “Es el sentido de mi método; debo hacer una segunda vez la misma vuelta, pero en tal estructura [la de la banda] hacerla una segunda vez no tiene en absoluto el sentido puro y simple de redoblamiento.” En efecto, si se recorre con el dedo una sola vez la superficie unilatera de la banda de Moebius, el dedo aparecera en el lado inverso del que parti6. Sdlo haciendo una nueva vuelta aparecera en el punto de partida; pero, entonces, la segunda vuelta no es idéntica a la primera, no la redobla en absoluto. Aqui Lacan es coherente con el concepto freudiano de “repeticion”: es repeticién y diferencia, no repeticion de la identidad. Lacan encuentra, en la primera vuelta de Freud, la esencia de lo que es el movimiento psicoanalitico. El recorrido de Freud, marcado por una torsion, llega hasta el momento en el que instituye la escision (Spaltung) del yo, “que vuelve totalmente cargada de sentido, acumulado en el curso de una larga exploracion, la de toda su carrera, hacia un punto original, en sentido completamente transformado, punto original de donde partia, casi de lanocién completamente diferente del «desdoblamiento de la personalidad»”. Es decir, Freud, en su torsion, vuelve a esa nocion, ya conocida en su época por otros, Janet por ejemplo, pero de una manera que nada tiene que ver con la idea psiquiatrica original. “Digamos que a esta nocién, en suma corriente, supo transformarla completamente por los hitos del inconsciente. Es aquélla a la cual, al final, bajo la forma de la division del sujeto, daba su sello definitivo.” Aesta primera torsion, Lacan le agrega su segunda, el “repensar”. Método que debe tener una briijula; es la que él encuentra, “en tanto se soporta en una combinaci6n de la experiencia analitica y de la lectura de Freud”. Queda claro que repensar no es especular, requiere necesariamente de la escucha analitica, es decir, de la experiencia clinica, campo donde habran de ponerse en acto los conceptos, si es que responden a las condiciones de la estructura. E! doble rizo de Lacan vuelve al lugar al que Freud, en su primera vuelta, era imposible que pudiera retornar. Estas dos torsiones producen una doble transformacion. El concepto de escision del yo freudiano, que transforma la noci6n psiquiatrica de desdoblamiento de la personalidad, es nuevamente transformado por el “logro de una 48 Psicoanlisis, un discurso en movimiento estructura”, la que Lacan indica como “subversién del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”. Finalmente, volvamos a tomar la banda de Moebius para esbozar las relaciones entre el discurso freudiano y el de Lacan. No son las dos caras de una misma moneda. Ambas estan situadas en la superficie unilatera de la banda. Si entramos por Freud, desembo- camos en Lacan, y si entramos por Lacan, necesariamente nos encontramos con Freud. No solo Lacan es freudiano, como él mismo se define, sino que Freud, mirado retroactivamente desde el momento de concluir, es mas lacaniano de lo que él mismo puede decir. Solo asi podemos entender que ser lacaniano sea ser, exactamente, freudiano, y que Lacan nada tenga que ver con el “posfreudismo”. Lacan llevé a una tension extrema su posicion, cuando dijo: “Yo no pienso a Freud, soy el pensamiento de Freud”. Semejante afirmacion da para “repensar”. Si el psicoandlisis ensefia que el pensamiento es fundamentalmente inconsciente, entendemos que Lacan no pretende rivalizar con Freud en un duelo intelectual, ni terminar en una identificacion a su persona. Su identificacion al pensamiento freudiano —y no al propio— parece acentuar que el psicoanidlisis es idéntico a la estructura. Es decir que las reglas de su construccién son las leyes del pensamiento inconsciente, y que el “método” de Lacan no se obliga a la adecuaci6n a ningun objeto, sino a esa estructura. Asi como Freud no se atribuia el papel de “creador” del psicoa- nalisis, sino casi el de un receptor privilegiado del mismo a partir de una transmisi6n inconsciente, asi Lacan tampoco propone que él inventa al inconsciente. Dice, en cambio: “Yo estoy en el trabajo del inconsciente” (Ornicar, 20/21). Porque es solamente la estructura inconsciente la Gnica que comanda al movimiento psicoanalitico. Si bien es cierto que Freud fue, como él dice, un investigador solitario en los primeros ahos, mucho mas cierto es que desde el principio fue el Otro, como tercero, quien impuso la direccién del movimiento. El “movimiento” en psicoandlisis 49 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Borces, Jorge Luis, “Pierre Menard, autor del Quijote’, en Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1971. Foucautt, Michel, “,Qué es un autor?” en Conjetural. Revista Psicoa- nalitica, 4, Buenos Aires, Sitio, agosto de 1984. 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