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14, Heinz Hartmann, “Notes on the theory of sublimation”, The Paychoanalytic Study of the Child, vol. X, pag. 21, 1955, lal Univ. Press, New York 16. Cf. D.W. Winnicott, “La localisation de Vexpérience culturelle”, deu et réalité, op. cit., pag. 141. 16. E. Kris (1955), “Neutralization and sublimation, observations on young children”, The Psychoanalytic Study of the Child, vo. X, pags. 30-46. 17. B. Kris, ibid., pag. 38. 18. Cf. Frangoise Dolto, Au jew du désir, Seuil, 1981, pag. 270. 19. Ibid., pags. 272-293 20. Cf.S. Freud (1920), “Au-dela du principe du plaisir”, Escais de psychanalyse, op. cit., pags. 68-69. 21.8. Freud, ibid., pag. 72 22. Of. Masud Khan, Passion, solitude et folie, tr. fr. M.'Tran Van Khai y C. Monod, Paris, col. “Connaissance de l'inconscient”, Gallimard, 1985, pag. 218 28, E. Rris, “Neutralization and sublimation”, The Psychoanalytic Study of the Child, vol. X, pag. 38. 24, J, Lacan (1953-1954), Le Séminaire, Livre I, Les écrits techni- ques de Freud, Seuil, pag. 240. 25.4, Lacan, ibid., pag. 249. 26. Ibid, 27, J. Lacan (1964), Le Séminaire, Livre XI, Les quatre concepts fondamentaux de la peychanalyse, Paris, Seuil, pag. 93 28. M. Klein, Essais de psychanalyse (1921-1945), tr, fr. M. Derti- da, Paris, Payot, pag. 261. 29. Ct. F. Dolto, Au jeu du désir, op. cit., pag. 250. 30. B. Kris, ibid, pag. 41. SL, OF M. Klein, Bssais de psychanalyse (1921-1945), op cit. 262, 82. E. Kris, “Neutralization and sublimation”, The Psychoanalytic ‘Study of the Child, vol. X, pag. 45. 33. Of. D.W. Winnicott, Jeu et réalité, op. cit., pag. 155. 34, Of. F, Dolto, Au jew du désir, op. cit., pags. 202-253. 35. D.W. Winnicott, “Objets transitionnels et phénoménes transi- tionnels”, Jeu et réalité, op. cit., pags. 7-39. 36. S. Freud (1928), Malaise dans la civilisation, tr. fr. J. & C. Odier, Paris, PUF, pags. 24-25. 87. F. Dolto, Au jeu du désir, op. cit., pag. 302. Capitule 6 LA DIMENSION SIMBOLICA DEL JUEGO “Tenemos que poder separar, nos dice Winnicott, la idea de la creacién de la de obras de arte.” La creatividad que interesa a Winnicott es sinénimo de cierta alegria de vivir, supone un mundo interior en el cual la paz y la guerra se alternan. En un primer tiempo, la aprehensién de Ia reali- dad exterior participa de Ja realidad interior (terrorifica 0 serena). En este espacio intermedio localizado entre el individuo y su entorno, el sujeto encuentra materia con que construir su “experiencia” de la vida. Esta experiencia, que participa de la ilusin y del juego, supone un terreno de seguridad suficiente y una relacién de confianza en el otro que permitan al sujeto no sentirse coartado en sus posibili- dades de expresién por elementos persecutorios que lo sumergerian hasta el punto de incapacitarlo para una vida imaginativa, o de dejar oculto todo cuanto pudieradecirsede manera auténtica. De lo contrario, refugiado en la aparien- cia de un felso si mismo ~para retomar el término de Winnicott-, hace ver y ofr lo que eree que el otro espera de él. La vida interior suele limitarse entonces a una fantasmatizacién omnipotente, cerrada sobre si misma y quenoconecta ni con el suefioni con la imaginacién. Eljuego creativo, en cambio, participa del suefio y de la vida. Apartado de la comunicacién con el semejante, instalado en una actitud retraida que le leva a perder cualquier 83 i | i | i | ilidad do expansién personal, el sujoto se encuentra.en dificultades con la palabra; Ie faltan aquellas que podrian nae MITE COD SU Ser, ujete las sustituira por un ir le lenguaje” re 1 el I “muro de Tenguaje" o se expresard en Ia lengua de los « Lacan opone la palabra vacfa, aquella que “gira” ‘a decir nada, ala palabra lena, “esa que apunta, que forma la verdad tal como se establece en el reconocimiento del uno por elotro”.*Aldestacar la parte de engafioy opacidad que existe también en la experiencia intersubjetiva, Lacan no deseaba que se identifiease la experiencia analitica con un juego. El anillisis tiende, en efecto, a que el sujeto acceda a la palabra plena para permitirle aleanzar una mayor autenticidad, lo cual sélo es posible a través de una palabra “destrabada” de sus amarras. Solo cuando la palabra del sujeto se ve reorien- tada asi por el andlisis, se torna posible un reconocimiento de su deseo. Masud Khan’ recoge esta dialéctica oponiendo la palabra, que él asimila al spoken word, al lenguaje (sinénimo para él de lengua escrita), reintroduciendo en ella el juego en el sentido con que lo entiende Winnicott pero también Octave Mannoni. Masud Khan explica en qué forma se encontré el hombre “enajenado de sf mismo por su propia invencién, la capacidad de hablar’, La palabra, a la que considera en sus origenes como un juego, ha pasado a ser, dice, un “idioma que expresa la tiranfa ejereida por el hombre sobre el hombre” Gracias a la palabra, por la tradicién oral, “el hombre cred mitos’, como demostré Claude Lévi-Strauss; pero a partir del lenguaje~prosigue Masud Khan, mencionando a Michel Foucault “el hombre creé las prisiones”. ¥ fue para salir de este atolladero (donde la palabra tropieza con el muro del lenguaje) por lo que Freud inventa el espacio de juego que es el andlisis. Fl juego puede ser un juego con las palabras, permitiendo al paciente hacer “hablar al sintoma” (que Lacan asimila a una palabra “aitidada’). El sintoma, como recuerda Masud Khan, es una estrategia de defensa muda mediante la cual el sujeto se protege det lenguaje todopode- 84 -os0 de los otros. Esto es o que ilusiraban las enfermas de arcot, Tuvo que venir Freud para mostrar que el sintema > “un lenguaje que no habla de su contenido” ‘« Elanalista esta obligado a reencontrarse con la lengua de hs nifios (una palabra por otra en un contexto donde algo procura decirse y sustraerse ala vez). Qetave Mannoai hace sna distineién entre el lenguaje y la lengua. Explica que si elnifionormal accede por si solo al lenguaje, lomismosucede ‘con el nitio mutista. También éste posee el lenguaje, s6lo que se niega a tomar la palabra, Cuando ciertos nifios sélo disponen del gesto a modo de palabra, es preciso ponerse a escucharlos y aprender de ellos para traducir en nuestras palabras lo que intentan decir. En el caso de Vietor del ‘Aveyron § es absolutamente asombroso ver que quien mejor adivina las sflabas emitidas por Victor es la sefiora Guérin, lainstitutriz, y no Itard, el médico; como la sflabagli, que él pronuncié aja italiana para Julie. Sélo ante la sefora Guérin se elaboraba para é1 el espacio del juego con las palabras, Las concepciones aprioristicas de Itard sobre la haturaleza del lenguaje tuvieron el efecto de impedir el arribo de la palabra a su pequefio paciente. Querfa, peseano haber demandaen el nifio, recuperar el acceso al deseo. Para el médico Itard, las palabras traducen la expresién de una necesidad, mientras que Victor se sirve como a su antojo de ‘un juego entre éty las palabras: la palabra /ait, “leche”, tiene para él una significacién indiferenciada, es un fonema del que parece sostenerse. ‘Se terminé asi desconociendo el problema fundamental que se le plantea al nifio antes de aprender los signos. Primeroel nifionecesita aprendera verse de una manera que no resulte mutilante para su ser, a fin de poder localizarse después reconociendo su cuerpo en el espacioy en el tiempo, antes de estar maduro para adquirir un saber, el que fuere. Octave Mannoni comunies dos experiencias lingiifsticas de su infancia.’ En la primera era muy pequefo. Llovia y todas las gotas de luvia que chorreahan por la ventana la cubrian “de signos de exclamacién al revés”, Bl estaba 85 i i : fascinado, inusualmente quieto. Su madre se le acere6. Elle pregunté:“{Cémo se llama esto? — Es lluvia, agua.” Respues- ta que no podia satisfacerlo. Insistié tanto que su madre, desbordada, terminé diciéndole: “No tiene nombre.” Duran- te toda su infancia, e incluso en la adultez, intents encontrar el nombre de lo que en aquel momento le habfa producido fascinacién. Su esperanza resulté siempre detraudada, pero hallénoobstante que ciertos fotgrafos se habfan interesado Jo suficiente en el acontecimiento coma para querer fijarlo. La otra experiencia concierne a /a lengua prohibida. Sus padres crefan ensefiarle francés, pero utilizaban entre ellos una lengua que reservaban para si, el corso. Octave com- prendié muy pronto que sus padres recurrian a esta lengua cuando hablaban de él o de asuntos que no le concernian. El corso pasé a ser entonces, para Octave, la lengua prohibida, Se cuidaba muy bien de hacer saber a sus padres que les entendia. Mucho después iba a preguntarse: ,Se puede ser sujeto “de una lengua que se comprende perfoctamente sin hablarla nunea”? Comprendié que habfa hecho “la misma experiencia que el nifio mutista”, La dificultad del rifio mutista es tomar la palabra. Y, cuando lo hace por primera vez, no se dirige a nadie. La palabra, dice Octave, “le esta prohibida en cuanto propiedad del otro”.' No se trata, evi- dentemente, de un otro cualquiera. La palabra se le toma a alguien para dirigirse a alguien. + Hay familias que, sin darse cuenta demasiado, prohiben el lenguaje a sus hijos. Encontramos también en nifios muy pequefios una imposibilidad de decir Yo (Jel. Dicen, por ejemplo: “Te jugaste bastante.” Educarios en este dominio es casi imposible. Porque lo que queda asf cuestionado es el lugar del sujeto. Sélo cuando llega finalmente a encontrar su Tagar de sujeto se abre el nifio # la noci6n del Yo [Je}, opuesto al Ti. La inteligencia lingiiistica —como sefiala Octave Mannoni- es “fantdstica” a la edad de dos afios. Pero el terreno en el que esta inteligencia echa raices es aquel sobre el que tienen lugar los primeros intercambios entre el lactante y su madre. Este juego, insiste Winnicott, es tam- a6 pe ican bién el del andlisis y “se manifiesta, por ejemplo, en la eleccién de las palabras, las inflexiones de la voz. incluso el sentido del humor”? Frangoise Dolto describié la experiencia de aquel juego cuya expresién francesa es “coucou! ah! le voila”* y que corresponde al Fort! Da! que Freud situa en el origen del Jenguaje. Recordaba haberse encontrado de pequefia en un jardin publico con un bebé de nueve meses en su cochecito, Su madre lo prosentaba como un nifio “lento ysalvaje”. Frangoi- se, para divertirlo, le tendid su sombrero, que él sigui6 con Ja mirada. Se lo dio, nombréndolo: “sombrero”. El nifio no lo tocé. Frangoise lo alejé por el aire, repitiendo “sombrero”. El nifiotendié su manoderecha, tocé el sombrero que Francoise pos sobre la cubierta del coche. Gradualmente se fue instalando un juego. Francoise tomé las manos del bebéy las puso sobre el sombrero, mientras decia: “El sombrero de la sefiora.” Después volvié a ponérselo en la cabeza; el nifio tendié los brazos, Frangoise se lo dio. Lleno de gozo, el bebé lo empufié, Ella puntuaba cada uno de sus gestos con las palabras: “Lindo sombrero.” Finalmente, el bebé, excitado, tom6 el objeto y lo arrojé por el borde, La madre intervino entonces y explicé a Francoise que ella no le daba objetos al bebé porque su juego favorito era arrojarlos. Se trataba sin duda del placer de deshacerse de ellos y del triunfo de recuperarlos. Su madre no lo aceptaba. El juego sombrero-no-hay-sombrero prosiguié entre Frangoise y el nifio acompafiado en éste por un sentimiento de felicidad. Pero la autora apunta con todo acierto que el juego sélo adquirié su mayor interés con la nominacidn, hasta el extremo de que incluso pudieron recurrir a una complicidad en la mentira cuando las palabras decfan el revés de los gestos y ella pronunciaba “sombrero” no estando éste alli. * Bl equivalente en nuestra rea linguistica serfa “cuctt, acata”. [N. delaT] 87 Este juego conduce al nitic pequeito a la conquista y el dominio de su independencia. En ei caso presente podemos ver hasta qué punto una intervencién preventiva puede ayudar a una madre a no perjudiear al ni bebé, su falta de interés por el mundo exterior y su e: de alegria de vivir proventan de este tipo de relacion entre su madrey él que no le dejaba espacio como sujeto, ya quesi algo se le demandaba era hacerse olvidar para no molestar a nadie. El juego del carretel observado por Freud —como el del sombreto por Frangoise~ presenta el interés de que lo fundamental no es tanto conservar el objeto, pese a la repeticién del rechazo, sino que tenga por soporte el lengua- je, fuente de un dominio simbélico. Este juego esta orientado hacia un progreso,§* Octave Mannoni subraya la diferencia existente entre el objeto winnicottiano, que viene a “colmar la falta dejada por Ia ausencia’, y el objeto freudiano, que abre la via al Witz, al chiste. Sin embargo, como recuerda Octave, si Freud intent6 ofrecer una explicacién racional del juego fundada en su concepcién del Witz, Winnicott, en cambio, “hace derivar del juego el pensamiento racional mismo”. Octave veia el resultado de esta diferencia de posicisn en la aplicacién que pueden darle los pedagogos, sea que utilicen técnicas de rendimiento para una creciente adaptacién a la realidad o que escuchen lo insensato del decir. Ahora bien, prosigue Octave, no tenemos ninguna garantfa de que el mundo futuro se inclinard a evitar un furibundo designio adaptati- vo. Entonces quedarfa tan séloun universo (incluso entre los analistas) de false selves congratulindose entre si. En Bonneuil, hace de esto veinte atios, conocimos a un maestro de Graniés que se ocupaba de nifios con dificultades (llamados dementes}. Se le ocurrié enviarnos un casete con los ruidos del pueblo en que v ios cantaban, hablaban de sus actividades cotidianas. Después, una vozse puso a nombrar uno por uno a los nifios de Bonneuil. Esto produjo un verdadero impacto, Los nifios mutistas de cuatro 88 sijos quedaron como “inundados de alegria” ¥ la continua- cién fue eseuchada en un silencio religioze Después nos tood a nosotros el turno deh y de enviar un mensajea los nitios de G nuestros tenfan la palabra “trabada”, una pa sasaba verdaderamente: estaban tan emocionados que | ligrimas decfan lo que no se manifestaba en el decir. Otros, por el contrazio, soltaban sin parar una pelabra vacia, convencional, Decfan en sustancia al ausente que debia seguir esténdolo para que ellos pudiesen ponerse a softar ‘Los mutistas se pusieron acantar, ajugar con fonemas y uno de ellos comenzé a llamar a su c para que ella no viniera-, a Hamarla como haciendo eco al sonido de las campanillas de las cabras y de las vacas, del tuido procedente de esa otra parte de la que hablabamos desde hacia un mes. Con estos nitios calificados de autistas, psicéticos, retra- blar en eleasote Igunos de loz abra que no : madre~aunque ciertamente /sados, todo est para ser continuamente reinventado. De un. jugar en el que la muerte y la vida estan intimamente ligadas, surge algo elective que nos cuestiona en profundi- dad. En nuestro trayecto con ellos, lo que en cierto modo se nos demanda es la supresién de nuestras propias defensas.” Por eso a veces se sale de alli “hecho polvo”. Por eso igual- mente no cualquier lugar de fundacién tan “original” puede permanecer a la escucha de estos nifios, y sélosi el equipo es renovado por una presencia suficiente de pasantes extranje- ros que vengan a interrogarlo desde una cultura y un lugar diferentes. De lo contrario raépidamente nos acecha la esele- rosis, la rutina, la pardlisis; que son la manera que tiene el adulto para protegerse de todos estos “desollados vivos”, 2 Lapalabra cixcula en cuanto puede situarseen un registro ‘que desborde al otro imaginario. Para los nifios de los que acabo de hablar, el mensaje llegado de otra parte tomé sentido a posteriori. A nivel del ello nos dice Lacan~ 61 fel nifiol no sabe lo que es. Se encuentra apresadoenel lenguajey recibiendodel otro que 89 lonombra el primer seing® (signum) de su relaci6n con el otro (...) Aunque el nifio no sepa proferir todavia un discursc, ya sabe hablar.® Elsabe hablar significa que algo se sittia para él més alld de la captacidn en el lenguaje, agrega Lacan. Hay, estrictamente hablando, relacién en la medida en que hay Uamada del otro (...) como presencia sobre fondo de ausencia."* La resistencia a poner en palabras lo que se siente se produce, nos dice Lacan, en el momento en que la palabra de revelacién no se dice, (...) en que el sujeto ya no puede salir de aprictos. Se engancka al otro porque lo impulsado hacia la palabra no ha accedido a ella, El arribo detenido de la palabra, por lo mismo que algo tal vez la vuelve fundamentalmente imposible: tal es el punto pivote donde, en el analisis, la palabra se vuelca entera sobre su primera cara, reduciéndose a su funcién de relacién con el otro. Sila palabra funciona entonces como mediacién, es por ‘no consumarse como revelacién.'* La resistencia, recuerda, “se encarna en el sistema del yo y del otro”.!* Volvemos asf, pues, al juego del sombrero con el rifio “inerte” de nueve meses al que nos referiamos en el comienzo de este capitulo. Es necesario un terreno de juego entre el sujeto y el otro para que la imaginacién tenga derecho de ciudadanfa, para queel sujeto pueda tomar la palabra. Sela tomamos a alguien y -como sefala Octave~ “nunca nos preguntamos a quién”. Pero un sujeto puede perfectamente poser una lengua sin sentirse con derecho a usarla.” * En rigor, seing es el término francés para designar la “firma”, sero sélo en materia jurfdica. Lo dejamos sin traducir para resaltar la vincu- lacién con signum. (N. dela T.] 90 Notas 1. D.W. Winnicott, Jeu e¢ réalisé, op. cit., pag. 9 2.d. Lacan (1953-1954), Le Séminaire, Livre, Les crits techniques de Freud, op. eit., pag. 125. 8, Masud Khan, “Entre la parole et le langage: le jeu”, Passion, solitude et folie, op. cit., pags, 274-276. 4.M. Khan, ibid., pag. 275: 5, 0. Mannoni, “Linguisteries”, Un commencement gui nen finit pas, op. cit., pags. 85-99. 6.Lucien Malson, Les enfants sauvages, mythe ot réalité, seguide de Victor de Aveyron por Jean tard, col, 10-18. 7. O. Mannoni, “Linguisteries’, op. cit., pgs. 85-99. 8. 0. Mannoni, op. eit., pag. 95. 9. D.W. Winnicott, Jeu et réalité, op. cit., pag. 58. 10. B, Dolto, Au jeu du désir, op. cit., pags. T-12. 11. 0. Mannoni, “La part du jeu”, Un commencement qui nen finit as, op. cit., pags. 128-133. 12. 0. Mannoni, ibid., pag. 183. 13. J. Lacan, seminario inédito, “El deseo y su interpretacién”, 1958-1959, leccién del 12 de noviembre de 1958, notas persona les. 14. J. Lacan, seminario inédito, op. cit 16.d. Lacan, Le Séminaire, Livre I, Les éerits techniques de Freud, op. cit., pag. 59-60. 16. J. Lacan, ibid., pag. 61 17. Cf. O. Mannoni, “Linguisteries’, Un commencement qui n’en finit pas, op. cit., pag. 95. 91

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