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Albalucta Angel Estaba la pdjara pinta sentada en el verde limén Barcelona * Madrid * Bogota ¢ Buenos Aires # Caracas * México D.F. ¢ Miami * Montevideo Santiago de Chile Vendran seguramente de Tailandia. Imposible. Se ve por el plumaje, dijiste dando una chupada profunda al cigarrillo, y las volutas se fueron dispersando: se quedaron inquietas, vagarosas, moviéndose al garete, y a gran distancia lo demas. La silla roja, tu chaqueta colgando, la camisa. Todo impecable, perfecto, todo en orden. Las lineas rectas delimitando la ventana, las curvas enredandose en la chimenea, dando una vuelta por el atizador; desenroscandose en la lampara Coleman que colga- ba del cielorraso, ya sin aire, y difundia apenas un resplandor descolorido. La pared blanca, blanquisima. Un ligero calambre caminandome por la palma de la mano, movi los dedos: stienes calambre?, si:siempre me da en el lado izquierdo, y entonces tu cabeza se levanté algunos centimetros, gasi? Todo armonioso, en calma.Todo pintado de felicidad y camuflado por ese aro- ma a ruda que penetraba a rachas desde el rio (el canto de las chicharras) como si no supiéramos la farsa, el juego, la trampa colocada con precisién de artifice. Yo no me creo la historia que ellos cuentan, que se la traguen los pendejos, fueron ellos: no te la creas nunca: claro que no, te aseguré mientras ofa el ruido del array4n que el viento batuqueaba contra los tanques de agua, y te miré los ojos de ese color extrafio, brillantes por la fiebre, mientras seguias diciendo cosas y disponiendo de mi miedo como si en realidad lo que tuvieras en la mano fuera otra vez mi sexo descubierto y penetraras en él, como buscando. ;Qué buscabas? ;Cual era el hilo que te sacé del laberinto con paso tan seguro? ;Por qué decidiste abatir el gran secreto? Dime. Ahora que todo viene y va como una rueda de molino, se deshace en particulas, gira, se agranda y se achiquita, es ahora el momento de saberlo. De mirar para atras. Terminar de una vez con este cosmos inflamado de imagenes sin légica. La raiz, por ejemplo, porque la vi en aquel instante. Un Arbol gigantesco, seco, las ramazones desprendiéndose, todo cayendo igual que un escenario de cartén: es la felicidad, te of que murmurabas, mientras que se expandia aquel calor por dentro, aquel olor a dulce de guayaba. ;Tt te acuerdas? Aquel sabor de cuando nos quedabamos tardes enteras en las ramas: mafiana llover4, se me ocurrié, pero también podria ser el equivalente de mafiana, entonces, por consecuencia ilégica va a ser el fin del mundo, sin remedio, porque todo tendra que liberarse de una vez de esta burbuja incandescente, spodra decirse burbuja incandescente?, no creo que se pueda, pero no se me ocurre nada mis. La raiz me desborda. Me taladra los huesos. Me acogota. Da vueltas y se proyecta luego contra el techo: trataré de explicarte, no puede ser dificil. Son figuras ya viejas, imagenes borrosas, destefiidas, a lo mejor también lo estas pensando. ;Podré olvidarme un dia de que naci de un vientre, de un orgasmo, de un acto como todos los actos de otros dias, de un espermatozoide unido con un évulo, de algo que hizo que hoy yo esté presente, aqui, muy quieta, sintiendo cémo tu piel respira, como todo por dentro se revela, se queda en vilo y nos asombra? ;Podra decirse burbuja incandescente?, te pregunté mientras que ti, ya en el delirio, hacias el gesto de quien sobreagua en remolino. ;:Podremos esperar a que la _ noche pase, y el alba, y después otro dia?, contestaste en voz baja como si no confiaras ni en ti mismo y cerraste los ojos, te dormiste: bajaste al fondo del misterio y te quedaste en él como si hubieras sido siempre un pececito de agua dulce: no sé... le respondi al vacio, no sé si al fin podremos, puesto que alo mejor esto es un suefio y manana, mafiana, me respondid en un cco el viento que sin cesar golpeaba el Arbol, y un leve resplandor se comenzé a filtrar por las rendijas (las chicharras callaron), y me deshice entonces, sin violencias. Me desgarré mil veces, pero esta vez no habia sefiales. El cosmos daba sus vueltas de costumbre, se ordenaba tenaz, infracto, riguroso. La silla con tu camisa seguia en el mismo sitio y nada indicé el terror: el sudor frio que desat6 el comienzo de otra visi6n definitiva. Ningtin signo auguré que esta vez si era el salto. El derrumbe de cosas cotidianas como el ir por el pan o el ca- minar del brazo por el parque, y mientras que tai duermes yo identifico esta dulzura dolorosa que llegé asi, de pronto, igual que las catastrofes (0 los milagros, simplemente) desalojandonos del cosmos. Condenandonos. Revelando la identidad del miedo y del azul. Del vuelo de esas aves, que vienen de Tailandia o de quién sabe donde, pero que existen,son. Para qué entonces preguntarse cuando vendra de nuevo el alba, y sus trompetas. Donde est el pregonero. Por qué hoy es hoy y por qué mejor no lo fue nunca. Ya son casi las cuatro, ya es muy tarde, ya es hora del regreso: tienes que devolver tu suefio de Teseo. Pero la fiebre y el delirio te han agotado el cuerpo, que se estremece todo el tiempo vencido por la sed que no se sacia: me quemaran la pinga metiéndome un alambre, me obligaran a abrir la propia fosa y me colgaran entonces de los pies y las manos, como un mico, me explicas con una voz que tiembla de iracundia: y asi hasta que me muera: como le hicieron a los otros. Como una taza de plata, Sabina. A la sefiora no le gusta que el bidé esté sucio ni que el water esté sucio ni que en el piso del baiio haya pelos ni mugre en los rincones debajo del calenta- dor tampoco polvo en el zécalo de la ventana que da al patio detesta cuando dejas tus huellas en las manillas de las puertas hay que usar guantes para hacer esas cosas, pero el agua del lavamanos chorrea a toda madre gorgoreando como cuando hay inundaciones las chinelas chancleteando sin parar y légi- camente un dia de estos vamos a necesitar un arca 0 algo asi eya fregaste con Ajax? no te olvides que desinfecta desengrasa deja olor a limpio dos gardenias para ti, canta, mientras pule los biselados y quita el polvo y friega el mugre y qué vamos a hacer con esta vida, Sabinita: qué con este dolor de cabeza que tengo desde ayer y que me esta empezando otra vez, maldita sea Le dijeron, Sabina. Las malas lenguas le vinieron a contar con quién ando, cuantos paquetes de papas fritas me comi en vespertina, si tenia cara de aburrida 0 de contenta, vamos a ver: gti qué opinas entonces de la tan pregonada libertad indivi- dual? Le dijeron. Y siempre es alguien que ni por equivocacién 17 me he tropezado. Las Aparicio me contaron que el sabado a las ocho estuviste en El Lago, y yo te habia dicho que después de las siete ni se te ocurriera. Ademis, con esa muchacha, por ahi. Pero si esas sefioras tienen ciento noventa y tres afios cada una y no me pueden, no nos pueden haber visto a las ocho, cémo podian, ni con un catalejo; pero lo habran comprado, de seguro: tendran un telescopio instalado en el balcon, y un oraculo falso también, sino, cémo se atreven a asegurar que yo estuve en El Lago si por donde yo anduve ese dia fue en Cerritos. Pero asf son las cosas. Dijo muchacha con el deje con que a veces te ordena lavar esos limpiones de la cocina porque se estan cayendo de mugre, con ese mismo asco, ya comprendes, con el mismo temor de que qué va a pensar la gente si los ve alli colgados. Que piense lo que quiera. Yo me largo esta tarde para la Arenosa asi se hunda el mundo, y cuando las Aparicio le cuenten cémo son las cosas, las cosas ya seran como son y no como ellas las estan contando. 3Esa no era la hija de Ignacia?, comentarA Felicinda, tan sorda, tan empingorotada, tan con ganas de marido desde el siglo de las luces, claro que si, mija querida, la que le planchaba la ropa blanca a misia Domitila, jpor Dios, como esta el mundo! afiadiré frunciendo cumbamba y entrecejo al mismo tiempo, gesto inaudito pero muy propio de ella, Maria Gertrudis Aparicio, la més flaca, ojerosa, pierni- corta y coqueta de las cinco hermanas. Esa misma, senoritas insignes. Nos dejaban chapucear en la bafiera de laton instalada en el patio, a pleno sol, integra la manana rocheleando biringas, creo que cuando mis tendriamos cuatro y siete afios, pero me acuerdo como si fuera ayer. Me veo siempre chapuceando en esa tina azul de peltre, al lado del guayabo, es la vision que mas se me repite: mi abuela vigilando desde el enchambranado y yo haciendo ranitas con el agua, pero eso entre nosotras es como si no hubiera ocurrido. Jams hemos hablado de esas cosas. A lo mejor se le ha olvidado. 0 a lo mejor no me lo dice porque le da vergiienza. Quién crees ta que tiene la raz6n: 18 ty ella con su vergiienza o mi mama pensando que la gente va a decir que. Me parece que si continuamos empefiados en barrer muy bien la casa y en dejar los biseles del bidet como un espejo nos va a agarrar tarde o temprano la menguante. Jamés supe por qué a uno lo agarraba la menguante, ni quién era esa sefiora. Vaya ligero, Chucho, porque si no, lo agarra la Menguante, aconsejaba mi abuela con aire de prudencia, y debié de ser pariente de la Patasola o de la Madremonte, figuras terrorificas que no me dejaron dormir tranquila hasta los doce por lo menos. Me las sofiaba siempre, aullando por los montes, robandose a los nifios que no les gustaba levantarse temprano, y por qué, me pregunto, tener que resistir todo de un golpe, desde tan tierna edad. 8:30 a.m. Llega Gaitan al edificio Agustin Nieto. El portero le abre la reja y lo felicita por la audiencia de la noche anterior. «Me trasnoché por otrlo, doctor», De una modesta casa del barrio Ricaurte sale el embaldosinador Juan Roa Sierra; pasa a la residencia de su amante Maria Forero, esposa separada de un empleado de telégrafos, le da tres pesos para el diario y se marcha. Un dia me dijeron que si no me tomaba la sopa venia el Sietecueros y con eso tuve. Jamas pude volver a tomar una sopa sin sentir el Sietecueros observandome con sus ojos de color de azufre y su cola escamada, y quién te dice que el Sietecueros No existia, yo por si acaso me tomaba la sopa, creo que todavia me la tomo a veces con un cierto temor, y entonces ya te digo: a darle duro a los biseles, pero ella insiste en dos gardenias para 4, mientras el reloj de la iglesia da las nueve. No demora en venir a despertarla. En jalar la cortina y subir la persiana de dos tirones para que el ruido sea insoportable yy la luz desbarate implacable la penumbra vaga de la alcoba, la Gltima imagen de ella desde el maizal viendo la casa con el enchambranado de macana rojo y el techo entreverado como los de las casas de los americanos: el corredor de atris, el lavadero y las pilastras grandes de cemento con el tanque de Eternit que sirve para almacenar agua, y Enriqueta, como siempre, cuidando las bifloras. Quitando las hojitas secas, re- moviendo las eras, echandoles encima un pufiado de tierra de capote y reg4ndolas con la bacenilla de los orines, porque son de primera para las matas, fertilizan, decia su mami, y todos ellos tenian que hacer pipi por las mafianas en la bacenilla de las bifloras. El resto esta tapado por el seto de pinos. El modelo de la casa lo sacé su mama de un House & Garden. Después Elias, el maestro de obra, la fue construyendo con otro par de peones y por fin un dia la Ilevaron en el Ford colepato de su papa, cargados de canastos y de ropa de cama. Desde entonces volvieron todas las vacaciones de Navidad y las Semanas Santas, los quince dias de julio, y muchas veces los fines de semana. Sube la cuesta sembrada de pasto Imperial y al llegar a la loma, ve como la Leona va crecida. El agua, que normalmente no llega a cubrir el play6n de la cafiada, se monta por encima del barranco y llega hasta el guadual. Es por eso que la llaman asi. Porque cuando crece no hay quien se enfrente a esa co- rriente enfurecida, es muy matrera, dice Pacho cuando ve la creciente, y ellos le tienen miedo. Se mete un par de mazorcas al bolsillo y sube por el camino bordeado de moras de castilla y alli es cuando empezé el alboroto de las chinelas de Sabina y el agua a todo chorro, maldici6n. 9:30 a.m. El Presidente Ospina, acompafiado de su esposa dona Bertha y un edecan aéreo, sale de Palacio hacia el coliseo de Ferias, para visitar la exposicién equina. Juan José nacié alli. Una mafiana la mandaron con Enriqueta a verla ordefiar las vacas en la pesebrera: Pacho y Emilia y las muchachas: chisss chasss, ordefiando a la Normanda y a la Mari- posa, qué antojo, pero no la dejaron porque se les va la leche, ta no sabes, y las manos diestrisimas, chiss chass, jalando muy parejo y el chorrito saliendo disparado de la teta a la ponchera, donde 20 - formaba una capa espesa, blanquisima, puedo probar?, ponte aqui, se acurrucé debajo de la ubre: abre la boca, y Emilia le dis- _ paré un chorrazo que le dio en plena cara, caliente, espumosito: - 4brela bien, pero ella no podia de la risa y la leche le embadurnd ~ Ja cara hasta que al fin cogié practica, se puso en cuatro patas como el ternerito de la vaca Paturra, espernancada, las manos agarradas a las pezufias de la Mariposa, los pies trancados con Ja tinaja de barro, hay que mamar despacio, como chupandose un helado de curuba, tonta, y al fin la leche comenzé a manar, a llenar suavemente la cavidad sobrante de la boca, a bajar por _lalaringe como corriente dulce, esponjosa:a ver si al fin engor- "das, filimisca, dijeron las muchachas, dejandola que aprendiera luego a desmanear las vacas. Tiraban de una punta de la soga _y las patas les quedaban libres, pero era peligroso y sobre todo no pisar las bostas de boftiga que andan regadas por integro el tablo. Después lavaron todo con la manguera y Emilia dijo, no, ahora para la casa porque tienes un hermanito, y ella, i, cOmo no, que no es el dia de Inocentes, pero cuando llegé vio a su mamé en la cama y le explicé que le dolia mucho que el doctor Isaza le habia hecho como una operacién, la cuna de Juan José estaba alli, lena de borlas y campanas azules y cubierta con un toldillo color rosa, se quedé atortolada, muda. Sin saber qué decir. _ Esa noche no pudo pegar ojo. Ya veria como le quedaba la ada a Camila, a la idiota Camila que no hacia sino carearla Porque mi hermano tal, porque mi hermano cual, y se crefa la vaca que mas pasto tapaba porque ella era la tinica con hermano Ja vista, va a cambiar mucho la historia, Camilita, porque mi mano Juan José es el que mis bien se clava desde las petias Termales, hace el salto del angel como nadie, es campe6n E paso: iclaro que juega al golfl, es el mejor de la categoria u uor, tiene handicap siete y hace menos de un afio que empez6 pacticar, ella con la cara torcida, los ojos legariosos chiquitos Ja envidia: me lleva al cine, por supuesto, no es como el tuyo 21 que hay que untarle la mano con minimo diez centavos para que te acompafie al matineé, mafiana iremos a una repichin- ga donde las Gonzalez y él sera mi parejo, no diras que no es muy buen mozo, todas las de la barra estan que se les caen las medias, baila tan bien... y loraba como nadie el condenado, habia que ver: cémo haria una cosa tan chiquita para berrear asi. No tuvo mas remedio que irse gateando hasta la cuna pues su mama parecia dormir como una piedra. Mecerlo despacito, arrullarlo a media voz, rru rru, mi nifio, que tengo que hacer, como dos horas, hasta que al fin él se calmé. 10:12 a.m. El policia Efrain Silva toma su segundo pocillo de tinto en el café Windsor, después de pasar revista al banco de la Republica. Siempre fue un nifio lordén, Juan José. Conflictivo. Cuando él nacié a ella le faltaban cuatro meses para cumplir los cinco y no volvié a tener vida porque hay que caminar en puntillas el nifio esta durmiendo o no enciendas la luz porque se despierta o levantate a ver si el tetero esta listo, como si fuera el Nifio Dios de Praga, en colchones de plumas, ambientes perfumados, — bafios con agua de rosas, talco Menen por aqui, Pomada Cero para que no se queme el culito por alla, y ella sola, resola, sin poder confiar ni al gato que esta mafiana se le cay un diente porque nadie va a prestar atencién, a quién iba a importarle _ si hoy al nifio precisamente le comenzé6 a salir la primerita muela, llamemos al doctor Echeverri a ver qué dice; y al final fue Sabina la que le dio el secreto. —Pero, ;quién es el raton Pérez? —E] que se encarga de traerle plata a los nifios cuando se les cae un diente. —zY cémo hace él para encontrar el diente? —Pues uno lo pone debajo de la almohada y entonces él viene por la noche y deja los cincuenta centavos. —D6nde los deja. :Debajo de la almohada? 22 ~_ —Claro. Debajo, donde uno habia puesto el diente. F —Y cémo hace el ratén Pérez para poner debajo de la ~ almohada los cincuenta centavos si es muy chiquito y no tiene manos? Pero Sabina no quiso explicarle mas. Dijo que si no se manejaba bien no le traia nada el rat6n Pérez y entonces ella se metié el diente en el bolsillo y se fue para el colegio. B 1:00 PM. En el batallén Guardia Presidencial el teniente Silvio Carvajal se retira a reposar, mientras la tropa toma el almuerzo. El 7 capitan Ledn, comandante de la unidad, sale a almorzar a su casa en Fontibén. Gaitan, acompafiado de Mendoza Neira, Cruz, Padilla y Vallejo, sale de su oficina a almorzar en el hotel Continental. Su _ secretaria le dice: «Cuidese, doctor». Y él le responde: «;Déjese de pendejadas!». Un hombre pequefio, de muy pobre apariencia, esta recostado contra la pared, a la entrada del edificio Agustin Nieto, acera occidental de la carrera séptima. _ En la Plaza de Bolivar se encontré con Irma y la Pecosa Velazquez, que la invitaron a comer guayaba agria con sal. Se ntaron en un escafio a ver jugar trompo a los muchachos y i estuvieron como hasta las dos menos cinco, m4s 0 menos, orque ya va a ser hora de entrar, estaba diciendo la Pecosa, cuando se dieron cuenta de que la plaza estaba llena de hom- bres. Parecia que hubieran bajado de las fincas de tierra fria: dos endomingados, sus ruanas blancas encima del hombro, bi en plegadas, sus carrieles y sombreros de fieltro, qué cosa as rara, coments la Pecosa que es la que siempre anda descu- endo agujas en pajares, :raro qué?, y realmente los hombres acian gestos poco usuales: formaban grupos cerrados al lado = los Arboles, discutian pero en voz tan baja que parecian di- ciéndose secretos; vamos a ver, insinud, pero qué vamos a ver pave pan caliente, alo mejor vaa haber una manifestacion, lo as prudente es entrar al colegio, dedujo la Pecosa. 3A que no Preguntas?, le aposté Irma a quemarropa: o es que le daba 23 miedo. jClaro que no!, ninguno, ya veras: y se acerc6 a un tipo que estaba recostado a una palma fumando una calilla. Seftor, gpuede decirnos por qué es que hay tanta gente en la plaza, es que va a haber algo, o qué?, y aunque habia dicho que de miedo nada, le dio un escalofrio cuando él la miré con esos ojos tan de animal arrecho, tan palido; porque lo que mas la impresioné6 fue ese tinte ceroso como el de la piel de los nifios que sufren paludismo y aquel bigote lacio, negrisimo, de cerdas mal cortadas, que le llegaban casi hasta la barbilla y que lo hacia parecerse al retrato de su abuelo Antero cuando joven: :no sa- ben todavia?, inquirié de mal talante mientras seguia aspirando a grandes bocanadas, echando el humo como los dragones, mirandola desde sus ojos hundidos, pequefiitos, medio cubier- tos por el ala del sombrero de fieltro, y Ana dijo que no sefior: no tenemos ni idea, y observ6 que hacia un gesto con la boca como cuando se va a hacer buches, después vio el salivazo salir como una flecha por entre el colmillo y caer en el pasto a mas — de un metro de distancia, y s6lo entonces se dio cuenta que un cami6n del ejército comenz6 a descargar hombres armados en Ja esquina de la catedral. Los soldados corrian a trote corto hasta sus posiciones y empezaron a acordonar la plaza por fuera de los mangos: ya llegaron, oy6 que decia el hombre, y después la mir6 como si esperara a que ella diera una respuesta. ;Estaba donde las monjas?, si, sefior: en tercero primaria. Entonces él d la observ6 con sus ojos pequefios: zya sabia leer?, si, dijo Ana, y también hacer sumas, pero él siguié escrutandola desde detras del ala del sombrero de fieltro como pensando en otra cosa. Hace una hora que cayé asesinado en Bogota el caudillo del - pueblo el doctor Jorge Eliécer Gaitan Jefe del Gran Partido Liberal, solté de pronto, de un tirén, con acento muy paisa y — en tono de discurso: lo maté un comemierda, afiadid en voz mis baja, y Ana vio que los ojos le brillaban como si fuera a llorar, pero él dio una chupada a su tabaco, escupid de nuevo por entre el colmillo y apagé de un golpe la calilla contra el 24 fe _ /_ ‘tronco de la palma: son unos hijueputas, dijo: unos verriondos _ malparidos. jVAyanse pa’ la escuela, muchachitas! 1:05’:15” p.m. Al salir Gaitan a la calle, se oye una detonacién. ge vieron los colmillos?, jeran de oro! La Pecosa dijo que habia visto el machete como de seis pulgadas que llevaba medio ‘tapado con la ruana. Era una cosa asi, les estaba mostrando, cuando la monja las hizo formar fila de a dos y bajar al patio de atras porque era hora de deporte. 1:05’:20” p.m. Rapidamente dos detonaciones mds. El hom- brecillo vestido pobremente, en posicibn de experto tirador, dispara _su revélver. Gaitan gira sobre si mismo, trata de mantenerse en pie... éT& crees que habra guerra?, pregunté la Pecosa muerta de miedo, pero Irma le contest6 que no podia haber porque la hora del almuerzo; no va a haber guerra solamente porque taron a Gaitan, aseguré como si ella entendiera de esas cosas: papa es liberal?, pregunté Ana, pensando que su papa si era; ué iba a pasar ahora, mejor jugar sin preocuparse; la Pecosa abia sido siempre una alarmista. La prueba de que no habia erra ni pasaba nada era que ellas estaban jugando basket en el patio y que las monjas daban clase, tan tranquilas. as: —— 1:05°:22” p.m. ...el Ider cae sobre el pavimento, boca arriba, igrando profusamente. Las campanas del patio de recreo y la del patio de formar Mpezaron a tocar a rebato como si hubiera temblor o se biera incendiado el Santisimo Sacramento: todo el mundo a las clases a recoger sus utiles, gritaba desde arriba la madre elina, pero ellas siguieron encanastando como si nada a, hasta que tuvo que bajar y gritarles que ja recoger sus es!, histérica, poniendo la caja de dientes en peligro de tumbando porque al primer ja recoger...! se la tuvo que 25 encajar, sus utiles...!,y agarrarse la toca con la mano izquierda, porque el alfiler no estaba por ninguna parte, mientras con la 1 derecha buscaba inttilmente debajo del refajo otro alfiler o algo que se la sujetara: ;tt crees que Marcelina es calva?, yo digo que si, :apostamos?, la habia careado en varias ocasiones la insensata de Mariela -la rubia-, y la ocasion la pintaban que ni mandada a hacer: la toca més ladeada que la torre de Pisa, la pobre sin saber si la historia de los ttiles o el alfiler 0 aque- Ila caja que bailoteaba cada vez que abria la boca, y entonces _ todas a la expectativa: a un paso de ver cumplidos sus temores, o mejor dicho, sus anhelos, para mejor hablar en plata blanca: porque desde aquel dia en que en el tablero de los anuncios del cine amanecié con lo la madre Marcelina es prima de Chepe, el _ flacuchento, y el colegio en pleno pag el pato, lo tnico que en el fondo hubiera resarcido aquella aberracién (que fue el castigo de TRES DIAS SINVENTA DE COCA-COLA, escrito, por supuesto, en el mismo tablero, y debajo: EL MIERCOLES NO j HAY CINE, cuando ya habian anunciado hacia dos dias Los — Toreros, con el Gordo y el Flaco), la sola cosa que podria borrar _ el mal sabor a agua que tuvieron por fuerza que ingerir esos tres dias, era sin duda alguna ver cémo el bastion caia derrumbado, — la toca descubriendo aquel terreno sin vegetacién, el campo liso, la arboleda perdida, pero jla que no forme fila inmediatamente, | perdera veinte puntos!,amenazé con gran alarde de poder, ma~ noseando, encajando en su sitio de un golpe y para siempre la protesis rebelde, todo porque encontré un alfiler en quién sabe cul de los mil bolsillitos que le hacen a los habitos debajo de esa” como faltriquera donde ellas guardan el libro de meditacién, las libretas de apuntes, un carrete de hilo por si acaso, tres lapiceros | § de tinta azul y uno de roja, el rosario pequefio, un ejemplar de Las florecillas de Asis, las medallas del Papa y la plata menuda; | mala suerte, jcarajo!, susurré la Pecosa: yo crei que esta vez sile” veiamos el fuselaje, o sea, la cabeza pelona, dijo Irma, o sea que - mejor nos vamos por los utiles porque aqui lo que es, ya no nos | -gritaban como los Comanches, jque ya estall6é la guerra...!, ‘mientras la pobre se quedaba en el patio, mas palida que un muerto, flaca, reflaca, zanquilarga: igual que Chepe, el esqueleto que conservaban en vitrina las de segundo bachiller. ‘den decir». Luego exclama: «Virgen del Carmen, jauxiliame!» embolador lo deja inconsciente al golpearlo con su caja. El agente ilva ha tomado el tinico papel de identidad que carga. Una libreta aes y Ana siente en los parpados el reflejo de la luz que entra por la ventana a chorro vivo. Son las nueve, dice en voz alta, viiida, con una miisica que no tiene nada que ver y que in duda alguna forma parte del plan, de la tramoya, porque ingtin oido mas o menos sensible soportaria esa cadencia destemplada, ramplona, monocorde: o te entonas 0 te callas el pico, va a tener que gritar tarde o temprano, lo que la pabilara definitivamente, por supuesto. Ya son las nueve.Y Quién decreté que ésa es la hora universal de levantarse, contarte un cuento: los csgulimales sdlo duermen cuando es da suefio y comen a la hora del hambre, pero es que esos obres desgraciados son pueblos barbaros, le contesté una eosu tia Lucrecia, con aire de saber lo que estaba diciendo; 1 lo wnico que sabe es ir y volver donde la modista la queri- fora. Lo que sucede es que las cosas son asi. La sublime a de desconectar todo. La aberrante y malsana costumbre 26 27 a silla le destempla los dientes, dos gardenias para ti, se hace que barre: levanta la alfombra, puja, sale hasta el corredor, la acude, vuelve a entrar, por qué no te estas quieta?, jmaldita sea, carajo!, por qué no te callas de una vez? —Qué son esas palabras, jeavemaria! Si la oye su mama la . Una sefiorita no dice esas cosas. — Ah, no...? —Pues no. La gente boquisucia es la que no tiene educa- , los arrieros, yo no digo nada, pero usted. Interrumpirla. No dejar que manipule a su antojo la com- ta y que definitivamente, sin remedio, la letania de nuestra muerte amén y sin pecado concebida la deje de nuevo sin suello, sin ganas de pensar en la delicia que es estar flotando un ambiente algodonoso, nunca piensa en aquellos nifios os, dice, mientras que jalonea la alfombra por las puntas para le quede rectilinea, perfecta: esta alfombra, jcaracho!, porque amente no concuerda la linea con una pata de la mesa de oche y mejor que asi sea porque al fin va a olvidarse lo de $ catacumbas pero ella no, que no: que dale con la historia, el ruido seco que produce la alfombra acomodindose y el re que comienza a zarandear el vidrio de las ventanas que lan al corredor, jhay corriente, Sabina...!, pero mejor se calla, ‘queda quietecita en su tercera fila para que no se pierda colorido, el vocerio, las banderas flotando: Kirk Douglas arena, bronceado, apolineo, desafiante, esperando con la en tierra a las fieras hambrientas sin otro escudo que lambre de su pecho y sin mas arma que un crucifijo que mia hora Ivonne de Carlo alcanzé a pasarle por detras de jas: definitivamente no cabe un alfiler parado: emocién, > iSangre!, los leones husmean con fruicién aquel aroma © golpea en las tripas, agita los acidos y los aminodcidos sta el extremo de sacudir la regi6n glitea, disecar las mu- 2 acelerar la corriente sanguinea y enardecer los ijares lentes, brillosos, un viento ligerisimo sopla desde el Gia- de irrespetar el m4s elemental de los principios, simplemente _ porque su mama dijo que, y como la tia Lucrecia se descuide, — un dia de estos se va a encontrar con que monsieur Dior, en Paris, resolvié que lo mas chic del mundo es llevar anorak y entonces dénde crees que nos va a dar el agua, Sabina: aqui esta el desayuno, dice poniendo la bandeja en la mesa, revolviendo q las cosas del nochero, haciendo bulla por hacer: y no se me haga la dormida porque yo sé que esta despierta. Si esto fuera un iglt. Un delicioso ight forrado en piel de foca, diatérmano, hipociustico, inodoro, a prueba de ruidos, por supuesto, quién aguanta ese obsceno rumor de chancleteo, pero causa perdida, | estoy temiendo: a lo mejor mama esquimal también madru- garia con la cantaleta, tienes que levantarte, son las nueve, las _ mamiés son asi. No me hago la dormida, cotorra lengiiilarga. Cémo me voy a hacer si ahora mismo estoy tratando de en- tender. Porque sabemos y no entendemos nunca el por qué de las cosas. Qué desgracia. Al menos para mi es un misterio esa consigna con sospechoso olor a onceno mandamiento, | un acuerdo con los Manes tendras, estoy segura, y ni siquiera entremos a considerar tu cara de pavo real hinchado cuando _ comienzas con yo los vi a todos, a toditos, pirringos, salir casi_ del vientre de su mami, javemariapurisima!; lo que te da la potestad de decidir la hora de la diana, levantar las persianas, correr las cortinas de un tirdn, e interrumpir mi suefio como- si esto fuera un campamento. Asqueroso. ; 1:20 p.m. Un taxi «Roxi» negro pita desesperadamente y vuela hacia la clinica Bogotd, con el ilustre herido. En el carro, el médico” Pedro Eliseo Cruz dice a Vallejo: «No hay nada que hacer, jnos lo mataron!». Cierra otra vez los ojos. Se relaja, trata de concentrarse en las sbanas tibias, en su cuerpo que se acomoda a la horma que ya tiene el colchén, como un nido, se rebulle con voluptuo- sidad, despacito, qué bien, qué caliente, qué rico, el ruido de 29 28 ~ nicolo, silencio, expectativa, por fin uno de los leones, el mas viejo, parece, avanza con fingido desgano hacia la victima y _ le prometo que nunca, jams de los jamases ellos dijeron una 4 sola mentira ni fueron boquisucios porque Jess bendito les — prometié la Gloria Eterna y preferian la muerte a jpor Dios! jInterrumpirla como sea! «Una de la tarde. —En la puerta, a la una y diez minutos, el _ doctor Alberto Duran Laserna, director de la Radio Nacional, © transfigurado bajo el impacto de una viva impresion nos dice: “acaban de asesinar al doctor Gaitan en la puerta del edificio de su oficina, y estoy llamando a palacio”. Me resisto a creer- lo. gHace poco no corrié también la noticia de la muerte en Santa Maria del doctor Laureano Gomez? Sin embargo, dejo _ ir solo al campo de aterrizaje al doctor Velazquez y sigo para _ _ La Pecosa se agarré de la mano de Ana, temblaba y lloraba el Ministerio de Educacién. Al cruzar la carrera séptima no 1 ciendo que su papa estaba en BogotA, que lo iban a matar, y observo movimiento ninguno irregular. Todo atin tranquilo, — le dijo que no llorara mAs, que si seguia, la dejaba que se la calle soleada, las gentes en actitud normal. Sdlo hacia el era sola. Irma se tuvo que formar en la fila de las del Lago y sitio de los sucesos miro un grupo de curiosos, como tantos se le aferré a la otra mano, mi pap es liberal, gy el tuyo?, que se forman en nuestras calles a raiz de un accidente de ‘gunt6 con su carita seria, muy pilida, y Ana le dijo que transito. Sigo al Ministerio. En la puerta, el periodista Jaime _ le ella también, zy ta crees que los pueden volar a todos los Soto, demacrado, livido, me confirma la cruel noticia. “Qué rales con dinamita?, pero Ana le contesté que no, que eso lablar, que dejara de pensar en Ricaurte en San Mateo en mos volando. Pero Julieta dijo que no estaba pensando en in Ricaurte en San Mateo sino en el buey de ese sefior al le habian puesto dinamita hacia como tres dias y que ella © cuando la hermana de Flora, la sefiora que vende empa- disparaban hacia el lugar tragico, no les dejaba observar al nsetinte que iba en direccién opuesta. Llego a mi casa, me no, ordeno a la familia que cambie de residencia y parto Palacio. No hay vehiculos. Pasa un jeep de la policia y -deno: “Estrada Monsalve, ministro de Educacién, lléveme a io”. El teniente de la policia y el agente que lo conduce Jlorando de célera y angustia». La madre superiora ordené que se formaran, no en filas afio, como siempre, sino que las que vivian de la calle a el Lago, a la derecha. Que las mayores se encargaran le las pequefias y que apenas salieran a la puerta de la plaza. ieran lo que mas pudieran. busca del teléfono directo a Palacio. Pero la puerta est4 cerrada y el ascensor no funciona. Salgo al andén, donde me confirma | la noticia Victor Arag6n, pilido pero sereno. En este instante, las gentes, en grupos presurosos, comienzan a desprenderse sobre el sitio del asesinato, pues las radios ya difundieron el s en la esquina de la séptima con diecisiete, le contaba a hecho. El ambiente se caldea por segundos. Un transetinte — i Benilda,la mama de Gregorio, el carpintero, que tiene la grita, “a matar godos”. Despacho el carro oficial para evitar” tpinteria al frente de las Aristizabal, que ese sefior, el duefio la identificacién de la placa y salgo acompafiado del doctor | buey, se lamaba don Criséstomo o don Crisanto no se Jorge Luis Aragén para la casa, a pie. Los grupos que bajan, que por cierto en esos dias pasados ella lo habia visto, van en actitud colérica, corren pidiendo a gritos las cabezas €fora de las empanadas, en la manifestacién que hicieron de Laureano Gémez, Montalvo y la mia. Pensar que ésta la’ neo estuvo Gaitan, con un paiiuelo raboegallo amarrado tenfan tan cerca. Pero la angustia con que, mas que corrian, ello y gritando jA LA CARGAI; y después siguieron 30 — 31 »Inmediatamente me di cuenta de la gravedad del suceso y de las consecuencias de perturbacién que iba a provocar en el 4 pais. Pocos segundos mis tarde, y cuando yo ya me preparaba _ para trasladarme a Bogota —al centro de Bogota— porque comprendia que iba a ser necesario intervenir para que el pais no se precipitara al caos, recibi la llamada del doctor Pedro G6émez Valderrama: ‘Doctor Lleras, me anuncié: la situacién — est4 muy grave’. Le dije que yo salia para el centro de la ciudad, © y que lo recogeria en la esquina de su casa, que estaba bastante proxima a la mia. Juntos lIlegamos hasta frente a la iglesia de | San Francisco, donde encontramos ya una turba que rodeé — mi automdvil. Vimos que en ese momento estaba ardiendo— la Gobernacién de Cundinamarca, y que habia mucha gente, con distintas armas, y en estado de desesperacién». j —Yo si me acuerdo. Dijiste que lo pusiera debajo de la. almohada, que el raton Pérez me iba a traer cincuenta centavos. —jPues claro! Y le trajo cincuenta, no es cierto? —jQué va! «Alguna persona abrié la puerta de mi automoévil y alcanz6_ a tender un revdlver contra mi, pero luego me reconocié y no ocurrié el disparo. En vista de que no podiamos avanzar e1 el vehiculo, nos bajamos el doctor Gémez y yo, y le di orden — al chofer de que se volviera para Chapinero, porque estaba seguro que los vehiculos que permanecieran estacionados en el centro iban a ser destruidos por la multitud». zComo asi? {Qué dia...? :Por qué perdié la inocencia...? antocristo! EI dia en que me di cuenta que lo del raton Pérez era uuro cuento de viejas: asi se lo dije a Irma y a la Pecosa, que no se dejaran engatusar ellas tampoco. —A lo mejor si le trajo y usted no se dio ni siquiera cuenta n todo lo que paso, Jesusmariayjosé, mi Dios nos ampare y ys favorezca... yo no sé por qué es que le ha dado por acor- e de tanta cosa maluca. ¢Qué no me iba a dar cuenta...? Pero dénde crees tii > uno esti cuando se le cae el primer diente y le dicen que raton Pérez le va a traer cincuenta, que lo deje debajo de la hada, que manana vera, y uno tragandose todo, creyén- Ja mas rica del pueblo porque al otro dia se va a comprar a tonelada de mecato en el recreo y todo el colegio verde o dandoselas de a mucho y al fin la idiota de Camila y la barra aplanchadas sin poder decir ni mu porque si se stan no les doy ni pite de coco ni de caramelo y hasta y la Pecosa mansiticas sin chistar porque si no tampoco a ellas ni cinco y todo el mundo achantado y yo como nos tres dias iba a durar el botin, pero, qué pendejadas is diciendo: cémo se te ocurre: gcrees que yo iba a estar legabamos a la puerta del Palacio Presidencial, después de asistido ala inauguracién de la exposicién agropecuaria marido, el presidente de Colombia, Mariano Ospina, el Jefe de la casa militar, mayor Ivan Berrio y el teniente jaci6n Jaime Carvajal. eniamos en un carro largo y lujoso marca Packard, de © puestos, manejado por el segundo chofer de Palacio, Marco T. Alvarez. ubimos por la calle octava, y doblamos sobre la carrera - Como el automévil era de carroceria larga y la 1:30 p.m. El carro del Presidente Ospina es alcanzado, de regreso a Palacio, por un grupo de revoltosos que gritan: «;Mueran los asesinos de Gaitdn!». El chofer acelera pero, enfrente de la cas presidencial, el auto es cercado de nuevo. En una peligrosa maniobra, el conductor entra el carro al garaje, en un solo tiempo. El sargento Héctor Orejuela Atehorttia logra cerrar la puerta y salvar por segunda ‘ la vida de Ospina y dofia Bertha. —Yo creo que ese dia perdi la inocencia para siempre. 34 35 do vio al hombre a dos metros, apuntandole, volteé la cabeza Acordaos Oh piadosisima Virgen Maria que jams se ha tratando de esquivarlo pero las balas le dieron en la nuca. Ba~ | ido decir, con acento de plafiideras, Sabina y su mamé, que jamos a mil las escaleras, y ya la gente corria detras del hombre — inguno de vuestros devotos reclamada vuestra asistencia e que habia disparado y el doctor Cruz le estaba diciendo a mi _ mplorado vuestro socorro haya sido abandonado de Vos papa, todavia esta vivo, vamos a una clinica inmediatamente, y die le hacia caso. Su papé ofa las noticias al lado de la radio. pararon un taxi y mis hermanas se pusieron a llorar, yo no sé — El pap de la Pecosa esté en Bogota, en el hotel San Francisco, que sentia en ese momento porque ni tiempo tuve. Mi papa — jo, pero él siguid pendiente de la voz que anunciaba, aqui tenia las manos llenas de sangre y se las miraba como si no — a Nueva Granada de Bogota, habla Pedro Acosta Borrero: creyera lo que estaba viendo, y ni el doctor Vallejo ni Jorge ’ ciamos a la ciudadania que hemos ocupado esta emisora Padilla ni nadie atinaba a decir nada, hasta que una mujercita sn nombre del pueblo y de la libertad, joh buen Jestis mi- empez6 a lamentarse, jmataron a Forfeliécer! jnos mataron al icordioso, hijo de Maria y de José!, clamaron las mujeres, Negro...!, loraba, y cuando vio que un policia se acercaba al ara qué se meteran esos muchachos en esas cosas, coment6 tumulto se le encaré a los alaridos: jmateme a mi también!, | u papa: lo unico que consiguen con eso es que la situaci6n gritaba como histérica, pero el hombre no tenia tiempo de elva més caética. Ella no supo qué decir. Otro locutor calmarla porque estaba azarado, le temblaban las manos jabran_ omentaba que el hotel San Francisco era presa de las llamas; paso! jabran paso!, le gritaba a la gente que comenzaba apre: 4] bre Pecosa, pobre papa de la Pecosa. Que de las farolas de tujarse en montonera alrededor del taxi y no dejaban hacer plaza de Bolivar colgaban las cabezas de Laureano Gémez, nada hasta que al fin lograron meter el cuerpo de Gaitan ina Pérez, Urdaneta y Pabon Niifiez: équiénes son ésos?, arrancaron pitando a todo taco y con pafiuelos blancos fuel ero nadie le respondié. EQuiénes son esos?, porque ya estaba de las ventanillas y el policia entonces le dijo a la sefiora que rta de que la trataran como un cero ala izquierda, jgodos!, calmese mi dofia, que yo también daria lo que no tengo p: jeron a una su papa y su mamé; él sin mover ni un Apice la que el jefe salga de ésta, y la sefiora se callé y el policia jabrans a, pegada al receptor, y ella con sus brazos en cruz: los jabranse!, tratando de evitar que nadie se acercara pero la gente son muy malos, sverdad?, pero otra vez silencio, s6lo la no hacia caso y se arremolinaba a ver aquel reguero de sa z del hombre transmitiendo y las plegarias de las dos pla- y mejor nos largamos, le dije a mis hermanas, y nos fuimos a eras. A Ana le dieron ganas de que apagaran de una vez la Y asi no se oyeran mis noticias, Imaginarse las cabezas pasa —pregunté el conductor—, cuando vio a mis hermana ndo de faroles le producia nduseas. Pa, ¢va a haber guerra? Pero él siguié ignorandola por- hora el locutor chillaba desatado diciendo que miles hombres y mujeres por la carrera séptima rompian con mos las vitrinas de los almacenes de licores, las puertas de i. ny = al sefior Parmenio Rodriguez, ee ne a a fotos en la calle, le habian pegado ; €s0 su camara y cabeza al mismo tiempo el mundo porque lo que es este tranvia no sigue andando una cuadra!, grito desencajado, y se bajé también, abandon el tranvia: lo dejé alli chantado, en plena séptima». 2:05 p.m. El corazén de Gaitan deja de latir. 38 20D y ella se imaginé el pegote que eso habria hecho y otra vez | la sensacién de que todo andaba revuelto en el estémago y estaba a punto de gritar japaguen ese radio! cuando su mama | tuvo casi la misma idea. ;Por qué no cambias de estacién?, le pregunté a su papa, y entonces él puso la aguja en el 45 y se oy6 una voz profunda, templadisima, que a pesar de no | temblar ni gritar ni decir cosas desaforadas, parecia retumbar como un trueno en el salén pequefio, en la casa, en el patio, en el espacio entero. Les habla Jorge Zalamea, desde la Radio Nacional de Colombia. Transmitimos un mensaje de libertad, de dolor y esperanza, al pueblo colombiano que hoy llora la | muerte de su lider, jese asqueroso comunista!, jchissst!, porque — por una vez que alguien recitaba poemas en el radio en vez _ de gritar desenfrenados que la revolucién, que los incendios, | que el sefior presidente habia dispuesto, su papa interrumpia, qued6 como en un eco aquella voz tan grave, tan perentoria n pasillo htimedo que parece infinito. Sin embargo pre- y dulce, repitiendo: si pudiera llorar de miedo en una casa sola si pudiera arrancar los ojos y comérmelos lo haria por tu voz de naranjo enlutado... 40 Ite que al irlo desandando, al alcanzar por fin aquella luz del % todo sera distinto. Que el blanco sera negro como en los ivos, que el cielo cubierto de nubes pequeniitas y aquel agua podrida, de flores podridas, de algo descuidado y efactado yaciendo detras de aquellas piedras encaladas a os gordos, desapareceran como por una orden, pero gesto y nada se desplaza. Todo queda inmutable. El aire ado de cosas tumefactas, el blanco terroso de los mutros, hombres puestos en hilera, la galeria con arcos disparejos, echos, los senderos de tierra cubiertos de basura y de -Y sobre todo el miedo. Un miedo extraiio a los colores, > los pinos que ahora son cipreses y que entonces, de *€ acuerda bien porqué Irma dijo: son abedules como los wr de boténica, y a ella jamés se le olvidé ese nombre, les aqui?, jque atembadal, si eso no crece sino en las Ordicas, rebatié la Pecosa con su aire de Enciclopedia Pero se lo anoté después en la libreta de palabras lindas: », escribié con un guién y luego hizo un acréstico con las otras mirandola, acusindola. Retandola a ser buena como das ellas. Esperando con ansia que de un momento a otro jera la cola en el trasero, imbéciles: :yo tengo micos en la o qué?, les dijo con aire de a mi me importa un rabano ora mismo me sale un diablo por la boca, por la nariz fue empez6 a salirle una tupia de mocos que la dejé gangosa, podia ni hablar, ;me prestas tu pafuelo?, pero Irma no a y entonces se limpié con una hoja de platanillo, como que hacian los peones en la finca. Si llega a ser hoja de dera se le caia hasta el pelo de la rasquifia que le podia esperemos que no. Una vez se pringé y le duré el picor s dias y su mami le dijo a su papa: esta nifiita se va a tragar dia cualquier cosa y nos va a dar un susto. Qué tal si sabe posté con Marcos a comerse una iguana y el muy bruto comid de un tarascazo. Todos lo vieron. Marcos tapandose boca para que el animal no se saliera y la cola por fuera, linguiando un buen rato por entre los dedos hasta que se ndid y comenzé a dar saltitos por la carretera: una iguana cola jchito matola!, dijeron todos muertos de la risa, unos el nombre de Julieta y se lo puso al lado pintado de acuare Se recuerda patente. Cuando ella vino con Julieta no era asi. A lo mejor es un alarde de la imaginacién porque en verdad ese dia habia salido” huyendo sin hacer ningtin caso de la madre Crescencia que traté de agarrarla por un brazo: jcero en conductal, gritaba ella se escurrié cual comadreja y comenzé a correr sin ton son pisoteando los tarros de claveles marchitos y las coronas qu estaban en el suelo, juna semana sin recreo...! jnifa...!, insisti frenética la monja, pero sigui pitada, abriendo campo a los codazos mientras las otras aterradas hacian calle de honor y Pecosa la miraba con cara de a lo mejor te expulsan. Peor pa ti, qué carajo me importa, ahora no tendras a quién robarl las guayabas agrias.Y sin saber por qué ni para donde se la disparada al laberinto. La encontraron después, detras de una mata de platanill llorando como una condenada y repitiendo entre hipidos que a Julieta no tenian por qué darle la medalla porque era ella la que se habia ganado el primer puesto. Horror, egoista, des turalizada, eso no es propio de una nifia buena, de un Cruza detras de las matas, se lo voy a decir a la madre superiora, faltaria mas, se lo podia contar a San Francisco de Asis por derecho, 0 a la Virgen de Fatima si eso la hacia feliz, porqu a todos leche de Higuerén porque deben estar repletos lo que era ella irfa a ponerle la queja a su papa, dijo con u rices: siempre pasaba igual. La tia Lucrecia era una berrido que dejé sembrada a Crescencia: vamos a ver quiée 2 ista en mortificar nifiitos. Se cebaba con ellos desde su tiene la razon pues fui la tnica que esta semana sacé cien infancia y no paraba nunca, hasta que indefectiblemente conducta; y sin pensar en mis se desat6 la pataleta. Los su objetivo. Torturarlos. Darles vermifugo hasta que se patos blancos se le volvieron un desastre pero no podia para de vomitar el bacalao, Dejarlos sin dulce de breva, por en darse contra el mundo, contra los tiestos y las piedras qu "0, Porque majiana vienen las Montoya y qué les damos encontraba a su paso, desconcierto en las barras: jmein Got Ostre, habr4se visto. Ojala que algtin dia ella no pueda jesta muchacha la posey6 el demonio!, voy en seguida por por el ojo de la aguja, como dice Jestis en la Escritura. madre Pulqueria... dijo Crescencia como quien ve un espantt 4 lo que es candela. ue su tia Lucrecia resolvié que mejor aprovecho y les 4a 4B . queda en las manos y es la sefial para salir desaforadas. correr como entonces a esconderse detras de cualquier cosg sos persiguiéndola, y la risa que la azuza, ja que te cojo y dejar que aquella sensacién de grito trunco desaloje d é ja que no, gato ladrén!, y al fin alcanza la valla del solar una vez sus entrafias, o el cerebro, o simplemente le relaje on Cleto de primera: jgané!, bueno, ganaste, pero ahora a los brazos, el picor en los ojos, ese dolor profundo que ¢ ner las trenzas porque si no esta tarde una palera: ya te instala en no sabe cual regién del cuerpo y que golpea si iste los quebrados?, y cuando esta por contestarle ella parar, como un yunque pequefio. Aqui es el purgatorio. puesta, ¢otra carrera?, cuando ya esta arrancando, muerta medio de estos pinos y estas losas deshechas. Hay que escap sa. Siempre le hacia trampas de ésas. de esta emboscada. Pero se queda inmovil delante del pasi que no termina nunca y el cielo que la aplasta con sus nube; pequeiias. Ese olor a podrido. A lo mejor se lo imagina: no : el hedor ni son las nubes ni tampoco aquel cielo de color de sandia, absurdo, c6mo puede explicarse que un dia como. sea precisamente de un color semejante.Ve los pinos torcide vencidos por el tiempo, raquiticos, qué lastima. Los cipre son arboles que llegan hasta Dios.Y ella miraba atonita aque puntas grises que se elevaban, se elevaban. :Y es por eso qu los plantan aqui? Si, contest6 la abuela sefialando las cru e siempre los siembran en los camposantos, y fue la primer vez entonces, que oy6 aquella palabra. Aqui es el purgatori pens6, piensa de nuevo, y esta segura de que la abuela sabe.: por eso que el hombre se convierte en raiz. Luego en ra en hojas y da sombra al cansado. Al que reposa. Al que flote la busqueda del camino perdido. Si, abuela, es asi. Tiene qu ser asi. Porque luego da fruto y cae nuevamente. La tierra] recibe y entonces él germina, regresa, resucita. Es la ley de Samsara, jqué ocurrente!, hubiera dicho ella: jqué es lo qu esta diciendo, mi pirringa! Que es la Ley del regreso. La d rueda del arcano diez. Nadie puede escaparse y quién va a sa quién fuiste entonces, quién seras ahora mismo, abuela, con voz bajita, y ve como de un Arbol se desprenden las por respuesta. Es un enorme carbonero que empieza a florect y ya muy pronto, parece que le dice, y entonces también o la risa de Julieta. {Que me sueltes las trenzas...! E] mono a ; Jas mas lambonas haciéndose las moscas muertas, pero qué Pulqueria ni qué diablos. Ella se habia portado como ier Santa Cecilia en las clases de piano. Bautista misma a primera que no se lo crey6 cuando tranquilamente, muy ,interpreté el ejercicio de Czerny con los fa sostenidos e-ca-bles, dijo muy sorprendida: estamos progrrresando, erre arrastrada, gracias madre Bautista. Ahora si que emos buen terreno, continuéd elucubrando. Nos ganare- icicleta, dir su reverencia, porque la abuela pronosticé al io del afio: a la primera Excelencia, jbicicleta!, y he aqui © volvid a comer caramelo con coco debajo del pupitre, hizo caso a los chistes de loras de la Pecosa en clase de tica, no se comié las ufas por diez dias, se aprendié el @ adoro en mi silencio mudo de memoria, en la fila se porté © el bobo Emeterio, si parecia idiota, inmutable ante la Otada de grosellas con que Irma trataba de sobornarla con Sita de te nos volviste zorombitica. Tentaciones! Todo un de tentaciones y ella como Santa Teresita del Nifio Jestis: buenjsima. Pasandose de raya. Llegé a la insensatez de e ‘a venia cuatro veces por dia a madre Leovigilda, jalaba- wesucristomadreleovigilda!, habrase visto; jno! Silo que amente, no se puede transcribir en palabras. Para qué ara enumerar los méritos. Si hasta Romualda un dia m iG darle una cachetadita e insinuar, jmuy bien!: como res cristianos. |Madre santisima! Y la muy inocente rye 45 qué entendia de martirios. Qué sabia una monja de lo que erg estar en el coso rodeada de fantasmas, jah, no! Eso si que no vinieran con el cuento, porque si alguna de ellas sospecha la cantidad que habia que despachar a punta de rosarios ca encierro, jams dirian sandeces, jpor favor! Si las especialis ya habian dictaminado que media hora de castigo equivalia ; dos misas de rodillas 0 a resistir como un estoico la oferta d un pedazo de mango de los que vende Débora en la entrada y la madre Romualda lanzando juicios temerarios. Que dizque miartires cristianos. jAh, no! (i Por mi parte, ni mas: se prometié en el fondo. De ahora adelante que jnifia, avemaria!: qué envidia San Tarsicio, qu hay que ser como Maria Goretti, que Fray Martin de Por se le enmochilaban una bicicleta slo porque Julieta, pobre Pobrecita por qué.A ella qué mas le da. Si le colgaron la ms fue por pura apariencia, como cuando a los soldados los mat en la guerra y todo el mundo dice, pobrecitos, y se lavan manos haciendo el monumento.A ella ya no le importa, gn¢ gverdad que no...?, grité, pero las nifias continuaron callada muy aténitas. Mirando la escena sin entender por qué dec ami alcoba donde me encontré con Lalita Guzmin, is mejores amigas, quien estaba con Angela, mi her- nor y quien habia venido para asistir a algunos de los la Conferencia Panamericana. icen que mataron a Gaitan —les dije— y esto me pa- visimo. Entré, me quité el sombrero y lo puse sobre © junto con los guantes y la cartera. Abri luego mi qué de alli dos revélveres que siempre llevo conmigo > salgo de viaje. Uno se lo dia mi hermana Angela yel lo colgué yo y no lo dejé durante esos quince dias. idamente llamé por teléfono al colegio de los padres donde estudiaba Gonzalo, el menor de mis hijos, de de edad. “Padre, tenga la bondad de Ievar a mi hijo jada Americana lo mas pronto posible”, le pedi. és llamé a la Embajada y les dije:“Les entrego a mi 2a!0,n0 a la Embajada sino a su gobierno, para que me Por él. Y si los hechos se agravan, les ruego sacarlo ata que se retina en Nueva York con sus hermanos”. 46 47 »La salida del pais de mi hijo Gonzalo se efectué en eso nticinco mil dentro de muy poquito no van a alcanzar ni gasto del mercado, mejor no ir esta tarde a la Salve, nunca Virgen Santa, qué cosa tan horrible. El locutor decia que ital sufria saqueos por todas las esquinas. Que la multitud aba enardecida hacia Palacio. Lo van a quemar: de seguro hasta el afio siguiente cuando nacié la nifia, en Nueva York.,, 4:32 p.m. Cae la torre de Santa Barbara con sus francotirado Laureano Gémez aconseja telefdnicamente a Ospina que renune ili : mbién: j ! 2 para dar paso a una Junta Militar, o van a quemar también: jese godo asqueroso!, vaya a se el uniforme, mija, pero ella se quedo al lado del radio o cémo la chusma habia invadido los almacenes Ley yel de la séptima: los cacos andan por las calles con el producto :mujeres y hombres vestidos con pieles saqueadas a ria Ramirez de Chapinero, arrastran maquinas Singer »Sin vacilar salimos a la calle de nuevo y nos dirigimos a calle doce, donde estaba situada la Clinica Central, en med de multitudes en las cuales ya era visible la exasperacion (€ efecto de las bebidas alcohdélicas que se habian sustraido los almacenes y de las cigarrerias de la zona, y que se estaba consumiendo en grande escala). Dificilmente pude entrar la clinica y alli en medio de gran confusién, empezamos cambiar ideas sobre la situacién nacional, el doctor Echandi el doctor Alfonso Araujo —quien ya también habia legade la clinica— el doctor Plinio Mendoza, y algunas otras person »Algtin tiempo después el doctor Araujo nos Ilamé al doe Echandia, al doctor Mendoza, al doctor Julio Roberto : Ferro y algunos otros y nos dijo que de Palacio nos mandabi llamar». doras 0 neveras: no qued6 ni una nevera ni una lavadora sola cocina en la Westinghouse de las trece: los que no sn con ellas las dejan en plena via hechas astillas, Corazon , qué vandalismo, :usted si cerré el almacén con rejas don Genaro? dos salimos. E] presidente y yo nos dirigimos al come- de que da sobre el primer patio, con vista a la puerta a del Palacio. Subamos a su oficina, le dije. No —me ié—. Yo no me voy a esconder. No es a esconderse iqué—. Usted es el presidente y el presidente debe estar despacho. Logré que subiera, lo cual hizo de muy mal or pues él queria estar al frente del peligro. wi Permanecimos unos cuantos minutos perfectamente 2Qué opina usted?, me pregunté Mariano y yo le con- qui tendremos que esperar lo que suceda; no nos pre- Mos ‘por los hijos que son hombres y sabran defenderse er frente a la vida. Pedi por teléfono al comedor un poco Para Mariano y yo me tomé otro, pues pensé que ya ‘os bajar a almorzar. En tales circunstancias, ;quién ‘Morzar?», 4:45 p.m. Las turbas llegan al Capitolio donde estan reunid los diplomdticos en la Conferencia Panamericana. La periodista ] Dane, del Miami Times, cuenta cincuenta y dos cadaveres en la p a de Bolivar. jOhVirgen madre de Jestis!,rezaban su mama y Sabina, Virgen Prudentisima!, Sabina: era mejor que fuera a la y comprara lo que hiciera falta, azticar, sobre todo, y arroz, sefiora, y tal vez una arroba de res de primera, Dios mio, pen que en estos dias subié a doce pesos: También manteca y eso q) ya no hay con qué comprarla, veinticuatro pesos la arroba: Sabina, jah!, y de paso chocolate. Habra que ganarse la lote Manizales porque si el chocolate vale a setenta centavos la li P.m. Don Luis Cano propone abiertamente la posibilidad Ospina Pérez renuncie a la presidencia. 48 hora y adivino en su actitud firme y sin precipitaciones la a con que sabran compensar su escaso ntimero. Pido que nte el cadaver del asesino, y se guarde en una de las casas a te, para que su visibn no enardezca mis los animos. brimos los radios y escuchamos, en el lenguaje mas e irresponsable a los incitadores: a armarse cada uno. e juntas revolucionarias de gobierno en todos los cipios, deponiendo a las autoridades. La revolucién esta inte, y se ha creado en Bogota la Junta Revolucionaria asumido el gobierno. Una voz da la instrucci6n: cada e proporcionarse el cocktail Molotov: tome una botella lina, clavele en el corcho un alambre en la punta de éste quele una mota entrapada en combustible, enciéndala y se persignaba cada dos por tres: acordaos oh piadosisin Virgen Maria... Su papa estaba cada vez més pilido y callado oyendo las noticias. Su mama entré llorando al c y encendié otra lamparita a la Inmaculada: mami, sti cree que el papa de la Pecosa se murié? y ella dijo que no, que po qué se tenia que haber muerto que mucha gente se salvab de los incendios. Pero el locutor decia que los bomberos n daban abasto. Que habia francotiradores en las iglesias de Sat Diego y de las Nieves. Que la Jiménez de Quesada estab completamente bloqueada por un grupo de hombres armade que amenazaban con romper las puertas de El Tiempo. Est seria lo Gnico que faltaba. Lo tltimo. Maniobras de los godo} por supuesto. jAtenci6n! Dentro de breves instantes el doe a. Otro grita: preséntense todos los partidarios de la Ospina Pérez se dirigira al pais: gqué son francotiradoi cion a pedir armas a las divisiones de la policia. Otro —aproveché la pausa—: deja oir. ;Tt crees que va a anunt f que se retira? {Qué va! A ese hombre no lo sacan de ahi si n con los pies para adelante: la Gnica solucién es Echandia, co test su papa. O el doctor Santos, insinué su mam, lastit que esta en Nueva York: jqué espanto los milicos! ni Dios la Virgen lo permitan, San Judas Tadeo, jfavorécenos! «Subo al salén presidencial. Donde creo encontrar un ho populares han iniciado el segundo ataque sobre Pa- haciendo fuego sobre la patrulla que comanda el teniente Y que esta apostada en la carrera séptima, en la mitad stado oriental del Capitolio». estaba haciendo ahi parada? ;Por qué es que no se a cambiar el uniforme...? os de dirigirnos a Palacio por la carrera séptima, 1 ultitud fue rodeandonos y en vano el doctor Echan- ue me dijo, hay que apaciguar a la gente, doctor Lleras, ices él desde la puerta de la antigua iglesia de Santo 69, y yo, desde un balcén situado casi en la esquina alle doce con la carrera séptima, intentamos arengar a titudes para que permanecieran tranquilas y nos per- ; nir solos a Palacio para discutir la situacién nacional, faimposible, absolutamente, hacerse oir en medio de la tible confusion que reinaba. a tanto, y mientras el doctor Echandia y yo haciamos ciones. Noto en la tropa que esta convencida de la graved * por hablar a las gentes, el doctor Araujo, el doctor migueo de militares y civiles, s6lo hallo la soledad casi comp! Al pie del escritorio, el presidente, dofia Bertha de Ospi el doctor Azula Barrera y dofia Cecilia Pifiero Corpas. militares de Palacio no estan porque han volado a sus puest Clavo los ojos en el rostro del presidente y encuentro lo q esperaba: un semblante de irritada célera por el asesina me dice, cual es su noticia. La multitud regresa por la séptim sobre Palacio armada ya con el saqueo de las ferreterias, y es! §o St Gomez Valderrama y otras personas, habian avanzando p la carrera séptima. Cuando iban acercandose a la calle once, magnac, en su vida, jamas se habia sofiado, y claro: tropa que se encontraba en la plaza de Bolivar, disparé. Ur lentonados que estan, ahora si.A robarle a la gente bien, sefiora que iba colgada del brazo del doctor Araujo ¢: ombre acomodado, es lo primero que piensan porque muerta». j Ana sintié un hueco en el estémago y se acordé que 1 le habfan dado todavia el chocolate con parva. Se fue a bus carlo a la cocina pero Sabina le contest muy malgeniada ahora no era el momento de tomar meriendas. Ospina es presidente, :verdad?, pero tampoco era hora de preguntar cosas, esta muchachita es atea, vayase pa’ dentro: gpor qué reza un Credo en vez de andar porai bobiando?, no ve tengo oficio?, que era pilar sobre un maiz que ya estaba pilad y entonces se devolvié al salon y se queds otra vez al lado ¢ la perra porque un chiroso de esos emborracharse erloca,cémo hiciéramos.Y pensar que esta noche cantaba Julio Ramirez en el Colon y Lucrecia me dijo que iba son una de las Restrepo, ya habran quemado también el 6n, seguro, mi Dios santo bendito, jqué jauria! ‘Dotada de armas de fuego de largo alcance, la turba sentra su asedio con una furia casi incontenible. La defensa fuego vigorosamente. Me asomo a la ventana de Palacio: il la intrepidez de los atacantes, que los que vienen detras 1s avanzadas, arrojan de los cabellos y de los brazos a s, para abrirse paso por entre los cadaveres hacia adoras. Escenas de espanto, de valor, de suicidio. ectiles revolucionarios silban por encima del sal6n lencial. El presidente dice: sefiores ministros de gobierno rreos: {por qué atin siguen las emisoras en poder de los lucionarios? Que envien patrullas a tomarlas a toda costa. le suyo, con tanto valor como él, esta su esposa, vivaz, alerta peligro, con una pistola al cinto, bajo una especie de © de tela floreada, sin una vacilacién, ni un abatimiento, ni la mecedora, acurrucada. «La turba viene armada de fusiles, pistolas, machetes garrotes. Como han saqueado también las ventas de lico mayor parte de los agitantes estan ya ebrios. De un golpe de fi al aire rompen el pico de las botellas de whisky y champ y bogan en el resto del recipiente. A la amenaza se sui vergonzosa noticia: la policia ha defeccionado. Sus armas esti en poder del pueblo, y muchos agentes van vestidos de ci y encabezan la chusma. No son menos de diez mil hoi El fuego de los revolucionarios es intenso por todas part Disparan de la calle y de los edificios circunstantes de tejados y balcones se han aduefiado. El mayor Ivan Bern desafiando la muerte, desde el balcén de Palacio por la entra de la séptima dirige la defensa y ordena el fuego». jSantamariapurisima! j;Qué ir a pasar, usted qué dice, habra de la pobre Lucrecia, menos mal que en Chapinero. puede pasar nada porque queda muy lejos del centro, 0 qué cree, quién va a atajar a unos desharrapados enloqueci i por tanta chicha y tanto guarapo y eso que hasta champat andan tomando, peor: cuando se ha visto! Hasta se envenenat » firme en su deber como el mejor de los varones lelita por su valor y su serenidad’, le digo. Ella sonrie, y comoda su pistola al cinto». ma de Cristo santificame cuerpo de Cristo sélvame agua tado de Cristo livame pasion de Cristo confértame i buen Jestts 6yeme dentro de tus Iagas escéndeme no “as que me aparte de ti del maligno enemigo defiénde- ala hora de mi muerte llamame y mandame ir a ti para ©n tus santos te alabe por los siglos de los siglos amén, to ms, no aguanto mis. Sabina, trdigase unas velitas §2 $3 do las capitales, siempre le tocan los tiroteos y las peloteras, en una matanza, deliberamos apresuradamente. Resolvi e supo cudntos muertos hubo. Los enterraban en una refugiarnos en un teatro, cuyo nombre no recuerdo en eg momento. Alli logramos aislarnos de la multitud, unas vein, deliberacién, muy desordenada, pero que terminé de nu con la decision de ir a Palacio, en lugar de permanecer dejan que se desarrollaran hechos que escapaban completamente nuestro control, como ya nos lo mostraban las circunstancia Resolvimos salir por detras del teatro, franqueando la ta trasera y tomando la carrera sexta. Asi lo hicimos. j t4 como que arrid con todo. El alcalde de aqui, alma que Dios tenga en su Gloria, ese sefior se manejé con e blanco. No dejé que los bandidos hicieran las pascuas. sonar la sirena de los bomberos, el toque de queda que alas siete de la noche y tuito el mundo pa’ su casa, asi e ser. Toda esa montonera de pAjaros armando pelotera , habia que ver, santabarbarabendita.Y ese aguacero. 0 si no me acuerdo. Como quieres que le parara bo- n aguacero en Bogota cuando me tocé ver tanta vaina. que expedia un tremendo calor, porque ya estaba ardi por los cuatro costados. Asi llegamos a la calle novena, con propésito de bajar al Palacio de la Carrera. Pero en la esqt i de la carrera séptima con la calle novena, se habian situa soldados con ametralladoras y fusiles que estaban dispara para evitar que cualquiera se acercara a Palacio. »Afortunadamente pudimos hacer sefias a un oficial, recuerdo si alguien Iamé por teléfono de una tienda y que algun oficial saliera a encontrarnos: es un incidente no tengo bien claro. El hecho fue que un oficial se enco con nosotros, nos pididé que nos colocaramos en fila india, € éla la cabeza, para ir adelantando, pegados a las paredes, de evitar que se hiciera fuego sobre nosotros. »Llegamos frente a Palacio. A la puerta de éste estaba ti un cadaver, que no sé si era el de Roa Sierra». tima con veintidés, ahora me acuerdo que me esta- pando en el alero de una pasteleria, cuando of que le iba diciendo a otro: de ésta si no se salvan, godos los, hay que armarla esta vez y bien grande, jcofio!, le es me hago tostar, qué carajo... y me di cuenta de a Horando a moco tendido, como un nifio chiquito, te Me quedé impresionado. Oiga, qué es lo que pasa, le te al otro, que estaba demacrado, mis blanco que un y tembloroso, pues que mataron al Jefe, compafiero: lo mos aunque nos Ileve la Pelona, jvaya!: ;4rmesel: la a Tepartiendo fusiles al que quiera; y si te digo que el Bre dejé de latir en ese momento no te miento. Fue €omo si me hubieran dado una patada en los cojones, me acuerdo que fue lo tinico que atiné a contestar: ¥ media!, no pierda el tiempo, compaiiero, camine con Y los segui al trote por la séptima hasta la veintiséis — Quién... yo? —Si. Me acuerdo. —jEavemariapurisima! A quién no le iba a dar. El decia un mundo de cosas. Decia que las mujeres de mala andaban borrachas por la calle vestidas con las pieles rob y que habia incendios por tuiticas partes, avemaria qué mil menos mal que no vivimos en Bogota, a mi nunca me 56 S7 con quinta donde nos entregaron unos mauseres que pe: como una tonelada y me voy a sacar un ojo con esto pensé ni tiempo de ver cémo se manejaban. Todo el mundo co desbocado por la falda de la veinticinco y cuando llegam circo de toros eso se habfa vuelto una pelotera, mi her aqui se armé y ya no hay tutia, y me acordé de la ranchej pues si me han de matar mafiana que me maten de una qué carajo. La gentecita pasaba como un rio alborotado creciente, la masa iba subiendo de proporciones cuando gamos a la diecisiete, ni se podia caminar, el rifle atrav no sabia cémo agarrarlo y todo el tiempo pensaba: como a hacer para disparar esta vaina, y si se me sale el tiro po culata, te juro, ni miedo ni nada, sdlo la preocupacién de rifle, y unos hombres en turbamulta enloquecida, arn de machetes, de palos, de cuanta arma hubiera, comet ora, bala que daba miedo y yo pegado al cemento, sin ar, sofocado por el cuerpo de un tipo que cayé encima y que daba estertores y manotazos como cuando uno asfixiando y senti que una cosa caliente me corria por a orines, estaba leno de meados hasta la coronilla, tipo vuelto un colador, y bueno: se pararon los tiros si, en estampida. A salir como locos de esa maldita a pero no era tan facil arrastrarse por en medio de ese 6n de heridos que gritaban auxilio, de cuerpos mutilados 1 imes que estorbaban el paso, no sé. La hora llegada, el se, gentiendes? Un cabo segundo del ejército le decia al jue se acomodaba la pistola al cinto: mi teniente, déjeme orden del paso pinchahuesos, yo lo vi te juro que lo vi os ojos y lo of con estos ofdos que se han de comer 10s, por mi madre. Que no, hombre, que no, pero el tia, solo un tirito, mi teniente, ;si?, hasta que al fin el itico dijo, bueno pues, y entonces el cabo se apreté bien co, se enfrent6 al batallon, estird el brazo con el fusil al vociferé: jatennncién, bayonetacalaaaaa-da! revuelve en la cama. Sabina sigue hurgando en los cajo- iando de sitio los potes de las cremas, el cenicero, los e dejé en el suelo, hace calor y habra que levantarse. Ya eve y cuarto, rezonga esta vez sin mucha conviccién dole la cama por si ella se decide, y menos mal que ya “ La imagen se disuelve poco a poco, se difumina pero 3 do, trata de no escuchar pero la voz regresa como si Ie hubiera conectado al cerebro una grabadora con as del flaco Bejarano: y que se me quede floja de da Si E digo mentiras, jqué terroneral No sé cudntos ~ €hvite era fuerte porque la carga se cumplia al trote, Os 4 bayoneta calada contra la multitud que esperd npavida, como si fuera un rebaiio de Ovejas que van ®, no me preguntes, qué sé yo por qué cofio nadie a romper las vitrinas y a saquear los almacenes y los coe Molotov empezaron a volar bajito, zumbaban por encim: la cabeza de uno y buuummm, hermano, ahi si que e1 el hormiguco en las canillas y en los huevos. Cuando el Palacio de Justicia parecia un rancho de paja ardiendo } modo de rajarse, ya te digo, las lamas eran como lengu: r de dos y tres metros, un calorén violento y seguir arrastt el mauser porque mataron a Gaitan, hijueputas, que se mu todos, que cuelguen a Laureano, jVIVA EL PARTIDO BERAL!, comencé a gritar enardecido, como todo el mu jque lo cuelguen del pito, gran verraco!, y me emperré a a lagrima viva, por mi Dios. Era como si hubieran matat mi mama y a mi papa y a toda la familia junta, qué rabia, impotencia, hermano. Aqui lo que hay que hacer es matar, no hay mas remedio, y en esas llegamos a la esquil la calle décima y ya el tiroteo era cerrado porque los de cito abrieron fuego contra la muchedumbre a pura ta si, te lo juro, era un tablilleo que enloquecia a cualq 58 ‘59 mano robusta revuelve el Nescafé con movimiento que eso no era cuento. Me acuerdo como si lo estuviera vien uloso, lo bate con minuciosidad, lentamente, hasta que os se disuelven del todo y el café con leche queda osito, como a ella le gusta. Tres cucharadas. No le eches el de atras no fall6. Lo ensarté por el cuello como a cualgu y media, dice con voz quejosa, y se vuelve para el rincén, un bultico, como los puercoespines. jero lamar la atenci6n sobre la tranquilidad y resolu- e se notaba entre las mujeres. Ninguna de las seis que amos reunidas derramé una l4grima, ni a ninguna le dio Esto es de admirar, pues el valor de nuestro sexo est4 esprestigiado. Yo siempre he creido que somos iguales 0 ientes que los hombres.Y que no se diga que es tal vez ue no nos dabamos cuenta.Vimos hombres que temblaban mos de otros que estaban escondidos. odo el personal de Palacio, hasta el mas humilde, se porté ablemente.Y no faltaron las escenas tristes, que no debe- ucederse y que, aun para describirlas es doloroso: como a 'y media de la tarde lleg6 el sefior general X, tembloroso a hoja que azota el viento y nos dijo:‘{Es imposible! podemos contener la multitud!’. Los hombres que esto volvieron la espalda y se retiraron a sus puestos. Yo é que trajeran medio vaso de whisky para que pudiera el valor de retirarse a cumplir la orden del presidente, su puesto». zangolotear como un pescado. Se lo llev6 arrastrando has muro que daba al parqueadero y alli lo recost6 contra la ta Hizo palanca apoyando la pierna en el estomago del qu de ésas y cuando menos me di cuenta estaba en la Jim vi la gente que corria, tranvias bloqueados, incendiados, 1 jercitas envueltas en pafiolones negros que ponian ban en la acera al lado de ese charco que dejé Gaitan. Otras t pafiuelos para empaparlos en la sangre. Otras dejaban fl Otras montaban guardia al lado de los hombres, que muy callados, permanecian en posicion de firmes sin p fiear siquiera, ganas de que se abriera la tierra y me tra prometo. Ya no podia mas. —Ese café se le va a volver sebo. Y la paciencia ya se me va a acabar, no creas. Eres p las viejas que me asustaban con sus cuentos. Al men eran viejas sddicas dedicadas a eso,a no dejar dormir tra a los nifios, pero ta eres peor: tt lo haces porque te lon daron, su mami dijo que cuando ella venga de la pel quiere que usted ya esté arreglada, y comienza a echar | en el pocillo como quien no quiere la cosa, no lo ve mami. La historia no se acaba. El devenir de las n sido y ser4 siempre el mismo en la trayectoria sin fin de pobre humanidad agobiada y doliente, qué mis dijo, la éTe dijo que no me dieras las razones cuando Valeria por teléfono? Apuesto a que si. A que te estés muriend miedo. Su mama dijo que. La cucharilla tintinea dentro 3 Nescafé si es de primera, bien aromitico, ese que nen el Blanco y Rojo es una pura pasilla, dos y media, ;no? iTres! No llam6 nadie a preguntar por mi...? . ella se hace la zonza, la que esta desempolvando el 1, examina la virgen holandesa que le regalé su abue- Mejor se puede pegar con clara de huevo, comenta, soba y resoba con un retazo de dulceabrigo las flores y la bata escocesa del Nijio, parece un marinero... Pargatas tan charras. Zuecos: jdeja quieta esa Virgen! 60 61 ‘0, cimulo apretujado, desdoblado, disperso, hay que sr cada Cosa €N SU SItIO y UN sitio para cada cosa o sea mas snos el lema de los tres Mosqueteros, no te olvides. Que s eran cuatro, mi estimada.Y asi, hasta el ultimo aliento o muerte hasta no verte Jesiis mio. Yo te aseguro que , cuando ella se entere y quiera armar un escandalo, a quedar petrificada, vas a ver: de una pieza. Igual que la de Lot. Qué dejé dicho. cuando yo habia expuesto con cierta energia algunas pecto a los antecedentes del asesinato de Gaitan y de slencia, que ya se estaba sintiendo desde antes en el pais, habia provocado la manifestacién del Silencio del 7 de fo, NO es cierto que yo hubiera tenido un choque personal doctor Ospina. Simplemente habia expresado cémo Cano, Jorge Padilla, Roberto Salazar Ferro, Alfonso A Quintero y Alberto Arango Tavera. ! »A duras penas saludé a esos sefiores. Estaba profundame; indignada por el motivo que los habia traido hasta Palai instante para llegar a su propésito, fue Carlos Lleras Rest Pero no es cierto como se ha dicho por la calle, que se hub atrevido a coger por las solapas al presidente. ; »Sdlo a don Luis Cano yo misma le ofreci una taza de ¢ con leche, en atencién a que habia ayudado al presidente medio de su periédico El Espectador y a que estaba si de que no pedia nada para él. Ademas, por su salud, qui delicada. A los demas no permiti que les ofrecieran nada» —,Llam6 0 no Ilamé nadie? Continiia impertérrita, inconsecuente, idiota, abrie1 casita suiza y diciendo como todos los dias: jesto si es u belleza, avemaria! —Se te atascaron los oidos, 0 qué...? —Ah...? No. No ha llamado naides... esto parece lagro, tan chiquito y con toda esa misica ahi metid: Un milagro, si, y te voy a decir por qué es que te a tan prohibido pasarme las llamadas. El milagro va a ser ¢ matfiana, ya veras, y entonces aquello de su mam le dejo va a formar parte del socorrido cantar de los cantares. Po cuando ella ordena: a mi vuelta que todo esté como de plata, y el cléset de esta nifia ordenado, impecable, asegurar que asi sea vacia ella misma una por una las g en medio de la pieza para que asi no quede duda. Ni minimo chance de ahorrarse el trabajo, porque blusas, pafiuelos, pantalones, enaguas, camisetas y medias, chucherias y las cajas de fotos, quedan hechos pi § con respecto al ejercicio de sus derechos, y que no iguiera, ni se ejerciera violencia sobre él. habido muchas discusiones con respecto al Ilama- eave se nos hizo para que concurriéramos a Palacio. laimpresin, en el momento en que el doctor Araujo inicd ese llamado, que se trataba algo, hecho directa- P or el sefior Presidente de la Republica, doctor Ospina © Por encargo de éste. Después, ya cuando legamos a Y por la forma misma como se nos recibié, empecé a ar que no habia existido una intervencién directa del Ospina. Este, por su parte, segtin entiendo, ha afirmado ca dio orden de que se nos Ilamara». ee que te digo, Sabina? Pregunto que qué dejé dicho mi mama. Porque si que cuando llamara Valeria te hicieras la de la oreja : va ‘ Pesar un dia de éstos. © cual oreja mocha? Yo qué voy a saber. Ese teléfono todo el dia, ya me tiene hasta el bozo... bendita 62 om doctor Ospina no fue partidario de esa formula». s que estos aparatos son como los nifios resabiados. Hay carles duro y no dejar que se te envalentonen. ;Vio...? 4...Ahora si funcioné como Dios manda. ¢ Dios sea loado, entonces. Que le sean dadas gracias s porque en su misericordia te permitié vencer al fin la gracia un aparato haciéndolo correr a uno escaleras y escaleras arriba, yo qué voy a saber, y decide encende aspiradora y pasar el cepillo por debajo de las puertas, e zocalos, limpiar con deleite inusitado la cornisa de la vent, que da al patio, armar un pandemonium de cepillos, intercambiables, la manguera atrancandose entre las patas cama y ella jalando y rezongando porque esta maquina pat entos y ahora la tal aspiradora arma un estruendo endemoniada y en realidad hace mis el efecto de una pot seguir asi me va a romper los nervios y los tim anos salvaje que de un aparato de aspirar. Porque no sabes maneja esa vaina... Sabina! [Te digo que la pares...! Pero es init Porque asi no se tira del cordén. Pero si sabe tanto por qué la vibracién de aquella zumbadora no deja oir ni lo viene usted, gah?,a ver: jvenga arréglela!,y preferible dejar pensando. ella se las apaiie como pueda, que la amanse solita. Lo que con el ruido no va a oir el teléfono. «Desde luego, fui partidario de que concurrié a Palacio para tratar de buscar una solucién pacific: situacién creada, porque desde el primer momento impresion de que un choque entre las gentes exacerl las fuerzas de la policia y del ejército —tomando naturale en cuenta la circunstancia de que buena parte de la p D estaba participando con las multitudes en las manifesta de protesta— conduciria casi inevitablemente al pais os sefiores liberales no vinieron a Palacio llamados por d, en nombre del presidente. ego que el presidente hubo ojdo el motivo de la visita Os sefiores a Palacio, salié a comunicarles a los ministros staban alli. Desde ese momento pensé y asi le dije: Esos res estan desempefando un papel muy ruin y bajo. En eenir a ofrecer apoyo al gobierno, para normalizar la sion, vienen a pedir el poder para ellos —y agregué— © creo que don Luis Cano, aun cuando los acompaiia, poder para é1.Y el doctor Echandia no recibe el Poder Jo oftecen y se lo ponen en sus manos. doctor Araujo lo convidé a sentarse cerca de mi, y le pec Lleras Restrepo y a su grupo, que el presidente mncla, y que yo, su sefiora, le advierto que de aqui no Simo muerto. Que sepan también que tenemos cuatro hombres que en el momento oportuno no estan a su *¥ que ellos sabran vengar a su padre, pues asi se los he © desde nifios. guerra civil. »En ningéin momento comparti la ilusién de alg que si mediante un golpe de mano se podia tomar el de la Carrera y poner preso al doctor Ospina Pérez, qi solucionada la situacién con el retorno del liberalism Jefatura del Estado. »Se discutidé claramente la posibilidad de que el Ospina Pérez se separara de la Presidencia. En ese caso } quedado encargado, como designado, mientras se COnN a elecciones, el doctor Eduardo Santos, que en ese mom estaba ausente del pais. De seguro habria tenido que encat mientras tanto, el ministro de Gobierno, que estaba en del doctor Ospina designar. “pito que la conversacién fue muy dilatada. do 5 . Ospina —hasta donde Ilegan mis recuerdos— l€ si él estuviera seguro de que su retiro garantizaba la paz del pais, no tendria ninguna vacilacién en retirarse poder, pero que él, por el contrario, veia que su retirada, seria la sefial de una tremenda lucha entre los dos partidos, en la cual tenia razon. Tuve oportunidad de ver mas tarde, ¢ misma noche, un telegrama del gobernador de Antioquia, que se daba cuenta que empezaba a llegar a Medellin camy sinos conservadores de origen antioquefio, convocados por: para organizar la defensa del gobierno. Y de que se estaba di giendo por cable a Panam, con el objeto de comprar arma: jAh...! Su mama dejé dicho que cuando ella vuelva, cuarto tiene que estar arreglado, dice de pronto, como caf del zarzo, apagando por fin la aspiradora y dedicandose « fruicién a dar vuelta a las aspas del molino por medio de s plidos que parecen tifones y que el pobre molino no sopo por supuesto. jLo vas a romper otra vez!, deja quicta esa quién va a volver a Grecia a comprar otro. Es de la pura G los Apeninos a los Andes por Avianca, ademas. Ni que ra loca de remate. Lo que pasa es que ésta es una casa re la que gravita una maldicién:la de los Canterville, te juro. es mi suefio. Porque me paso las majianas eligiendo entre tasma que arrastre sus cadenas, haga crujir los muros y ifiear los dientes con sus gemidos, sus carcajadas de espectro enitente, que se licue 0 aparezca con su capucha blanca, en que arme su Troya, la batahola, el despelote, lo que quieras, nprendes? Te juro que me lo llevo envuelto, le preparo yo los ladrillos, lo emparedo, lo dejo dormidito, lo abrigo frio, con tal que todo eso suceda al filo de la mediano- ra en que cumplen su ditirambo los gallos, los grillos, as, y a cambio nunca mas, :me oyes?, nunca mas tenga soportar este alegato, este fragor-zarabanda-tremolina, esta la alondra.Y te repito. El milagro va a ser el de mafiana. A los liberales les causé una gran contrariedad la propuesta generales y el doctor Echandia tuvo el cinismo de les “Pero esto es fuera de la Constitucién’.Y yo pregunto: sefiores liberales, ;qué estaban haciendo en Palacio? ee el mismo Poder, pero para ellos. 2Y eso si no era stitucional?». ; mama se empefia en oponerse, claro est’. En aducir papre que lo que pasa es que ella tiene un espiritu tradiccion que no lo aguanta nadie, si empieza con as, Jura que toda esa historia va a terminar muy mal. le cuando llega de la vespertina. {Todo este rato para ‘desde el Karkd? No sefiora. Ah, no? Entonces, squé es hace...? Ella nada, Conversar en la esquina. Comentar ipendo que estaba Humprey Bogart con su paraguas y su © coco, o lo divina que sale Audrey Hepburn cuando c Su perro lanetas, la maravilla de vestido que ella se ; et bane con una cola atras, lleno olden se vuelve flecos el trasero lampara, Alicia sin espejo, una imbécil sin alas como cual mortal, zno lo ves? Son cuentos de hadas chinos. Todos los dias lo mismo. cuando ella regrese todo tiene que estar cual patena, y para reincidir en argumentos repelentes si ya hace rato hablamo eso. Pero ya que por azar hemos caido en el tema de obj religiosos, aludiré al otro si inevitable.A aquella retahila d tarde no inventes lo de la vespertina porque el padre Pt dijo en el ptilpito que excomunién para la del cine Con Las Bellas de noche creo que se llama y que sera una de porquerias que hacen los franceses: gno la habras visto, nof supuesto que si. Como perderse una obra que hizo el Clair con tal delectacién, tanto genio y carifio, transpo is 66 67 con las copas de champaiia, y la cancha de tenis, sensacior toda cubierta. Lo mas chistoso es cuando le tienen que s los trozos de baccarat, uno por uno, con todo el culo or 7 mal , Pr sdagt¥i 1 7 al orden publico que en estos momentos sufre el Pais se re- é a 0 ella se quiere suicidar? Ya son las ocho y cig yeran en el término de veinticuatro horas... jbestia!, me va a matar mi mami. Salir corriendo antes q —;No te dije? Se me va a reventar la cabeza, ni siquiera con los Me- El sefior Comandante de las Fuerzas Armadas y el sefior o de Gobierno, han declarado que las perturbaciones las Aparicio estaran con el catalejo puesto, apuntandono lastima es que no tengan magnetof6n también. Un micré6! oculto. Como seria la gozadera de esas viejas si pudiera lo que decimos, avemaria, qué cosa tan horrible, menos 1 que no pueden, gno te parece un acto de vandalismo? E es ultrajar los derechos humanos. Es meter las narices dot no les importa. Al dia siguiente se entera todo el pueblo supuesto, ellas son como el radioperiddico, si el cura les dij que hicieran lo de la gallina, eso de recoger pluma por ph las Aparicio no acabarian nunca, ni a los doscientos afi capaces de seguir vivas a esa edad, viejas arpias. Terminarén muy mal, Sabina.Y te lo digo en serio. Si preguntandome que yo qué estaba haciendo desde las o¢ cuarto hasta las ocho y media, que el teatro Kark4 queda a cuadras, que qué es lo que ando haciendo con esa much por ahi, el dia menos pensado le voy a contestar, te lo se va a oir entonces lo que nunca se ha oido: y que nos coja confesados. No pueden pretender que las queden donde estuvieron hace cincuenta afios. Que vaya mafiana a La Arenosa, que me pliegue, que ceda, rre todo de un plumazo. Ella va y viene con su trapo, sat que sacude: desempolva también la libreria no te olvid asolear el tapete regar las siemprevivas de limpiar el espej 5c a pregunto a su pap4 que qué era la chusma y su mama, ios!, esta muchachita: ;cudntas horas hace que la mandé e se cambiara el uniforme? de su cuarto oy6 cémo su papi comentaba que eso puras bolas. Que quién sabia cual de las noticias era la dera. Que ahora era el momento en que los alarmistas azuzadores profesionales se iban a aprovechar de todo lanzar al pais al desorden, no hay que alarmarse tanto, icaba, pero su mamé siguié llorando, rezando Jjaculatorias, , dole a San Judas y a Maria Auxiliadora que los salvara 0 mal y peligro, hasta que entré Sabina y dijo que menos habia empezado a Ilover. Asi la chusma se dispersa y tendrin que ir para sus casas. Es an a hacer en la calle con este aguacero, no le dé 10n, consolé a su mama, y en tono tranquilizador: fa se habran cansado de hacer guerra, ya vera. Tomese uta aromitica. procesion sigue andando detras de aquella caja que se olea. Ellas desgranando el rosario muy de prisa, como si fuera una carrera que esta por terminar, y ellos adustos, ando para el suelo, con los brazos cruzados en la espalda y do los pies como si les pesaran los zapatos. ide caminar un poco mas hacia lo que parece una sa- ero es una puerta herrumbrosa que han clausurado con es. Vuelve sobre sus pasos, entra en un corredor que se alos demas y ve entonces al hombre, que igual que ella r las galerias con aire de sonambulo. algo en él que la hace detenerse. Mirar una lapida juiera mientras lo observa de reojo: Macario Ruiz, esta to grandes letras de imprenta y hay azaleas frescas, blanqui- puestas en dos floreritos también blancos, de plastico. El sin prisa como si a su vez hubiera decidido leer los de las tumbas, quién sera, quién seria aquel Macario, icuerda de aquel viejo que les hacia los trompos y que a encontraron difunto en la carpinteria: ;|don Macario!, an al pasar del colegio: jdon Carioma! iMarioca!, y su ‘los regafié por inventarle apodos. El la mira de frente n par de segundos y apenas hace el gesto de consultarle ZO mejor va a preguntar donde est la salida, pero no mas ‘lademin y al ver que ella lo nota regresa de nuevo a la de las losas, alterado, parece, y es un relampagueo: un © gris lo que ella alcanza a vislumbrar porque le da la : i inmediatamente. Son igual que los mios, recalcaba €n que una extraiia nostalgia le hacfa hablarle de él. € por milésima vez que un buen dia se largé el muy »0n una de esas que viven en el cafio. Son de color are- del Pacifico. Un silencio cargado, un deje rencoroso Mucia la falta de ternura que aquella ausencia le produjo: i lo veiamos cada muerte de obispo... Metido debajo F Ocerias todo el bendito dia, quihubo, :qué tal?, les alli permanecia tirado panza arriba, empegotado de Se siente tan cansada como aquellos Arboles. Tan sola. inerte. Terriblemente llena de savia vegetal vencida. Hi; movimiento con la nuca, hacia atras, pero no logra qi cuerpo se relaje, que ese peso en la tercera vértebra ce poquito y la deje moverse sin sentir aquel como tornillo q atraviesa de una parte del esternén a otra y le impide res normalmente. Quisiera sentarse pero no hay ningin bi Tampoco un tronco. Nada. Sélo un montén de piedra dispuestas y pasadizos destefiidos. i Oye las voces que vienen del pasillo y sabe que de un mento a otro vera desembocar la gente del cortejo. Las co! el monaguillo con el Cristo en alto, mujeres y hombres de riguroso. Ellos sin el sombrero, ellas cubiertas con de tela muy opaca, apretadas unas contra las otras 0 ag mirada fija en el vacio, et lux perpetua hiceat eis, responde: en coro disparejo, y asi los ve pasar delante suyo, sin siquiera que ella esta en medio del camino, semipara requiem eternam dona eis domine, se da cuenta que reza, oz: grasa y con cara de cansancio. Eran los mismos ojos y la expresion, solo que en mas agotado y en mas viejo; como, se le habia ocurrido antes, si hasta en aquel andar de hoy ligeramente a un Angel de alas grandes que protegia el espacio como dici que no temas, él preguntan Porque lo pro: lo, y ahora tenia que decirle; explicarselo metié para que no viviera en el engafio. fi taron la historia porque los muertos pesan a veces tonelag y era mejor salirse del enredo para evitar complicacione’ diria, pero se le atraganta todo cuando lo ve tan cerca y ape balbucea, no lo sé, creo que por alli, doblando a la de jAh, muy bien, ahi pasandola, qué mis se le va a hacer. Como decia siem plantados delante del garaje. Tiempo en el al verlos muy ellos jamas le echaron nada en cara porque por algo e padre, :no?, claro que si, tenia que contestar conciliado: voy a preguntartelo mas. Nunca. Entonces él sacaba un b de a cinco del bolsillo y esto se lo reparten, y adids sanst bé, como quien de un manotazo espanta dos zancudo no més...? gQué més quieres? Y ella mejor callada. Para peleas preferia continuar con el tema del sitio donde h vivido cuando estaban pequeiios. La historia de la ho que comenzaban a culequear las gallinas en el patio de al o el suefio en el que abria la puerta de un tirn y les g jahora si que nos fuimos a sacudir este polvero... empaq sus trebejos!, y entonces todo el mundo a revolar.A a perro y las gallinas. A organizar los trastos en el bail de la ropa en los hatos, muy contentos, otra vez para el casita con ventanas verdes donde en su cuarto nada mas tres, de cara al patio, y repetia con énfasis agrandando los: jtres ventanas!, como quien cuenta que habitaba donde zados era exacto. ;Podria indicarme donde e la salida?Y ella se sobresalta porque estaba leyendo el nom! escrito en letras de oro, en una ipida de marmol de Carra que volar no es dificil, yo te ayudo, y de sopet muchas gracias!, responde él en el tono de Carabis.Y el sol entraba por todos los postigos y las se descolgaban por el canal del desagiie invadiendo y habia mucho matarraton y mucho almendro y de en la playa, podian hacer fogatas, revolcarse en la arena e desnudos, pero todo era un suefio, qué desgracia. alditas gallinas que picoteaban la puerta todo el dia o ala cocina a hacer desastres y ese olor tan sabroso -y almendro y trinitaria de repente se iban. Se cortaba ja y entonces habia que levantarse, de mal genio, muy saber muchas veces si de verdad habia sofiado o si la casita existia. Si era cierto que él si habia vuelto y taba por ahi, andareguiando, con el pocillo de café en o. Esta segura que es el padre. El hombre pasa por un in mirarla, y dobla el corredor con pasos indecisos, muy ,como una bestia vieja. or la atosiga. Un humus pegajoso que se levanta desde e tierra y sube aquel olor a cagajén de chivo que se el tuétano, :por qué no rezas como las otras nifias?, , madre, Dios te salve Maria lena eres de gracia... le! No puede ser que todo se repita. Que el tiempo desande sin variar de camino. Que el cielo y los cipreses a tristeza pasen de nuevo como si fueran arcaduz de dia, cudles noches, en qué momento fue el regreso. “ Fu-l, silabea como si fuera aquella la clave del conjuro Pinos siguen inalterables, vencidos, llenos de polvo a. Ni una brizna de viento que sacuda la ramazon fe. Que haga vibrar esa vegetacién desvencijada que ‘@'mansamente a la muerte. Los dedos se agarrotan al Papel que cae al suelo junto con el pafiuelo. Se agacha a Hos y ve la letra de garabatos verdes, lo sabe de memoria, ‘que temblar por eso. Pero su mano suda, se estremece lar las hojas y algo muy hondo la sacude hasta un sOstenible en el que trata de conservar el equilibrio, se. Es un espacio vago, sin aristas ni puntos de re- rezas mAs alto te castigo, insiste, pero lo tnico que le sale yetir que no se muera, que no vaya a morirse, pensando tara alli, muy palida, con sus trenzas rubias y sin una a como la madre Rudolfina les conté esta mafiana.Se la ron que amputar, dijo con cara de que si no se portaban tarde o temprano les iba a suceder lo mismo o algo asi onces fue cuando se puso a llorar como una huérfana. os enfermos salen a fisgonear por todas las ventanas y tabia de que sean mirones con ganas de no perderse el taculo. Quinto misterio doloroso, dice la monja sin im- e nada, ni la llovizna que comienza a caer levemente lebajo de los arboles: a calar la cabeza, la blusa, los zapa- Jesssuutis muereeeenlacruuuuz: ferencia claros. Algo agudo, parece, que se clava y que muy adentro, en las costillas, algo que no sabe pararse y ¢ la arroja de lleno en la memoria perdida, porque no es r que eso: otro testigo inutil. Un papel donde desde la auser garrapateo con tinta verde: como quisiera encontrarte ahora, th desolada la mia, muros indestructibles, y gqué sentido tiene? Hi tiene ninguno. Aunque clamara al cielo, 0 cavara cien recorriera el orbe con la linterna de aquel que buse hombre, no encontraria nunca la respuesta. Jams podria el dolor de su grito, o su nostalgia, o la clarividencia con’ afiadié porque ahora slo queda el tinico punto vital: el de es los. Una vasta paranoia de suefios, de pajaros, de resplandores q desvanecen, tt sientes esto?, geres capaz de oirme desde aqui? ] qué. Cuando y con quién anduvo vados parecidos. De region se alzaban entonces los poderes, las érdenes.Ya esta perdiendo en la distancia césmica y apenas si nos q rezago de su nombre, Santa Maria madre de Dios rue; nosotros pecadores, ztti también sientes esto?, geres caps oirme desde aqui...? ;Qué es lo que andas pensando?, nada: estoy rezando, madre. Esta vez puede decirse de verda algtin océano nos separa, lento, inmenso, como la misma agui quisima, la madre primordial que nos une... Los cipreses y ‘ comienzan a opacarse y ella siente el vacio, el cansanei hedor, jojala que lloviera!, pero nada sucede y como ento sabe que algo en la entrafia va a desmoronarse, no te suplica, no te mueras, Julieta, que no vaya a morirse, 1 Rudolfina, te digo que mis alto, le susurré la monja: Maria madre de Dios... jrepite!, pero ella no es capaz. Pt algo muy amargo se esta atrancando en la garganta. jSantamariamadrededios!, retumban las voces en infinito y entonces permanece clavada, rigida, hipn por la luz opaca que se filtra oblicua a través del visillo i ventana del segundo piso. Las sombras recorren la habité de un lado a otro como extrafios fantasmas con auras dife » porque la cerradura ay ella tire que tire hasta que aquello al fin despliega I tacazo: Jestis muere en la cruz, imperturbable, es claro, y abrigada debajo del Paraguas, mientras que a ellas el ero les ensopa hasta el alma. ‘ ilo vela el patio con un toldo negruzco y el coro | €n sonsonete cansino, aletargado, épor qué no rezas as otras nifias?, ;van en el Glorialpadre!, pero es dificil ¢, rezar con el fervor que ella quisiera, no es posible. eo que lo intenta sdlo puede acordarse del miércoles »cuando la madre Cérdula le hizo escribir en clase de tica: haber se escribe con la b de burro,y ella, con displicencia buena letra, rellenaba el tablero con la tiza amarilla: €scribe con la b de burro, idespués lo copiaras dos- veces en el cuaderno de borrador!: no se me da un 0 fue el comentario cuando salieron a recreo.Ya la he : tibiendo millonadas de planas con me arrepiento de #40 mala con la pobre Julieta, jja!: la he de ver, all en la per aLe da un escalofrio. Nada mas de pensar que estar4 do igual que San Tarcisio, le encoge el corazén. eY Rien, > Pregunté a su mama y ella dijo que no, Porque seguramente le aplicarian morfina, 74 pero tenia que dolerle: debe de ser horrible. Si, era ho t les cont6 Melba, que la habia visto sacar de debajo del tr que sintiera pues parecia muerta. :Y si se muere se va p cielo?, le pregunté a madre Romualda, y ella le aseguré qu que derechito, porque acababa de hacer la Primera Cot t de todos modos la iban a celebrar en mayo proximo. jurado recitar juntas el renuncio a Satanas. Se lo e1 muchas veces. También tenian planeado ser gitl-scouts y_ tarde ingresar a Hijas de Maria. Lo del miércoles de s que fue pecado mortal, Virgen del Carmen, ojala se lo] dicho al padre. Cuando uno se muere después de com toca purgatorio, les explicaron en las clases de preparaciér imposible que no fuera a salvarse. {Las planas! jLo que « de las planas de la madre Cérdula!, la acusaria el demonic su trincho afilado y su cola y sus cuernos mientras el A de la Guarda esperaria callado en un rincén, ojala lo ¢o se jrenuncio a Satanas sus pompas y sus obras!, Julieta, mueras, jvade retro!, Dios mio bendito, tengo frio. La |] pone el patio como un charco fangoso y empieza a anoc Las voces repiten en tono mas agudo, mis rapido, D ¢ salve-reina~y-madre-vida-y-dulzura-y-esperanza-nuestt Ww no estar viendo una de esas peliculas en las que de hay un bombardeo y la gente grita y corre sin saber e y las casas se incendian y se caen y no se veia sino el as llamas en la carrera cuarta porque del Palacio de tura Apostdlica y del Arzobispal no estaba quedando do, dijeron unos tipos, y en esas pas6 el Tuerto Jara- estas haciendo aqui parado, me pregunté acezando, te prometo que de mafiana en adelante me voy a le apertrecharnos porque lo que es hoy al que no se alegar mis con Sabina. Te prometo Diosito que nunca ma as pilas se lo come el tigre, y cuando menos pensé me mentiras, Que no le pegaré a mi hermano cuando 8¢ f 4 bolsillando latas de sardinas que él me tiraba a ma- Por entre un hueco que quién sabe quién habia hecho red de un almacén de Rancho de la quince, y que él nun santiamén. Hasta champajfia y vodka se agarré echo, era una fiera el hombre. Hasta caviar, te digo. hasta los calzoncillos y después a volar. Arriados. alos quicios porque las balas de los francotiradores nos - bajito, o entrarse a las iglesias para escampar, porque nuzos, ahora si que me acuerdo, estabamos como po- fio... Hay que seguir camino porque a este pueblo Y sigue prometiendo hasta que se le agotan los pec culpas, y empieza entonces a sollozar despacio. A lan sin quejidos.A permitirle al coraz6n que se le salga asi,a pedacitos; aunque la madre Romualda la amenace q! rece, porque si no la va a dejar mafiana sin recreo. nt se lo llevé la loca, resolvié, y al salir de la iglesia vimog escribiendo aquella cosa despanzurrada, chueca, aquel que no sé si ahora explicandote va a tener ese efecto. Po; e monja que habia en el pavimiento y por primera vez una cosa es salir de una iglesia como despavorido, bajar de hos afios le dieron ganas de persignarse como Sabina saltos las escalas del atrio, tropezarte con algo grandotote, Jigro. ;Te imaginas? Y ella dijo que si, con la cabeza porque la voz no le salia. Pero eso no era nada, olvidate. n lo que yo me tropecé y me cai cuan largo, fue con co de la iglesia que habian dejado alli los saqueadores lado vi los otros dos cadaveres. Un mujer aindiada, el cadaver para levantarme, el hombre hacia una cara. un nifio muy pequefio, ambos con las caras abiertas pasa, mi hermano, todo por una vergaja botella de cha tazo limpio, y explicame por qué, porque yo no lo mira la cortadota, pero él ni cortada ni nada: seguia alli lo, o sea, que a lo mejor ella si andaba de angurrienta de piedra, palido, jcofio, qué vainal, dijo y se puso a I abrigo de astracan o una botella de ron o una cartera llorar, a llorar: tuerto... y fue apenas entonces que vi el « ejuelas, eso si te lo admito, pero el nifio por qué, a ver, jpucha! No dormi en muchos dias. q ices por qué lo machetearon, qué carajo de velas iba —Andabas repartiendo agua aromatica por todos | a criatura en ese entierro, gah...?, jpura mierda! La cones y convenciendo a mi mama de que eso no era nada este lado, la india con el nifiito aqui en este otro, la al otro dia los buscapleitos esos amanecian mansitos, qu medio, y plantado en el centro un San José en pelota patadas de ahogado. : alguien se le ocurrié largarse con la tanica, y eso —jJestiscredo! La Trinidad Santisima nos favorezca de es una vaina rara, san José en bola con la varita flo- pase otra vez una cosa tan horrible. No hable mas de ara qué diablos una tinica, pero ni tiempo de pensar, s de aqui, hermano: jTuerto!, tuve que zamarrearlo, seguia diciendo como poseso, sin parar de llorar, iqué ho! jqué vaina...!, hasta que al fin logré arrancarlo, y mos. Hasta mi apartamento. cisco por el otro, la mano con una cortadota de aqui juna botella de champ; y la puta que te parié, jcarajo no me manejaba bien y yo crei que era por eso que m habia dejado al fin los cincuenta. i — Por qué cosa...? —Porque esa noche le desobedeci a mi papa y me al postigo. Y otra vez, Jestiscredo!, y a persignarse a diestra y a si como si todo aquello lo tuviera enfrente. © tres zancadas las escaleras cuando of unos gemi- La monja estaba en medio de la calle. Se ve que habia’ ® de Batico asustado en el apartamento de mi amiga de muy alto porque la cabeza se habia desprendido con él es la ninita de Flower, le dije al'Tuerto, vamos a ver qué y se distinguia lo que era porque el rosario seguia a ejor Flower no est y tiene susto con tanta pelotera, la cintura y en una mano se veia ese anillo que ellas ti * Y tocamos el timbre y la nifia salié toda llorosa, con oro, con una crucecita, y el resto un puro chicharr6n, he ao azul de marinero, me acuerdo, sin zapatos. Qué no, y ella queria gritarle jbasta!, jno mas!, no quiero... llores:

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