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EL NUEVO MERCANTILISMO! Lateorfa de las bondades universales del libre cambio predominaba atin cvando comencé a figurar en la lista de honor de Cambridge. La impusie- on como un dogma a nuestros j6venes intelectos, Habiamos sido acogidos cn la fraternidad de economistas que estaban convencidos de lo acertado del libre cambio y que rechazaban tanto la opinién del bobo no iniciado que suponia que el proteccionismo podia beneficiar a su pais como la del politico que defendia los intereses particulares de algunas industrias en ‘oncreto. En la edad oscura, antes de que se hiciera la luz.de Adam Smith, existieron los mercantilistas. Estos también andaban equivocados, pues consideraban tarea propia de un gobierno favorecer los intereses ecénomi~ 208 de su propio pais, aunque fuese a expensas de los restantes. Adems «ran bobos, pues crefan que interesaba a un pais hacerse con un superavit enlabalanza comercial a base de restringir importaciones, Cuando Keynes aracé la ortodoxia dominante, una de las cosas que més ofendié a mis maestros fue su intento de rehabilitar alos mercantilistas, echando asi por tera ls pretesiones de suprema benevolenca y sabiduria de los libre cambistas. 1 Los argumentos del economista en favor del libre cambio vienen ex- _puestos através de un modelo cuyos supuestos eliminan todas las conside- raciones relevantes. Todos los paises gozan de pleno empleo. No existe ‘emigraci6n de mano de obra ni inversiones internacionales, por importan~ tes que sean las diferencias en el nivel de bencficios de los distintos paises. Al mismo tiempo, dentro de cada pais, los factores de produccién presen- tan una perfecta movilidad y adaptabilidad. Impera la competencia per- fecta, Se dan por sentados unos tipos de cambio fijos. La oscilacién de los I, An Imaal Lecwe, Cambridge University Pras 196. (Testo dela Conferencia nas sal pronuncid en la Universdad de Cambridge el 18 de octubre de 1988). 161 precios relativos provocada a través del mecanismo monetario interna- ional equipara répidamente los valores de las importaciones y exporta- ciones de cada pais, incluso en caso de graves perturbaziones. Todo esto debe darse por supuesto antes de iniciar a discusion. Sin embargo, en base a ello, se trazaron con gran aplomo normas de actwacién politica destinadas ser aplicadas en un mundo que no se ajustaba en modo al- guno a estos supuestos. En la practica, durante el periodo que finaliz6 en 1914, la politica ob- tuvo en apariencia buenos resultados, justamente porque no se cumplian los supuestos del modelo. Hubo suficiente desempleo >ara mantener los salarios monetarios bajo control. Migraciones masivas permisieron redis- tribuirla oferta de mano de obra entre los paises donde as oportunidades fecondmicas eran escasas y los paises donde éstas eran abundantess y se cont6 con un flujo continuo, aunque fluctuante, de inversiones interna- cionales. De forma muy caracteristica, las inversiones fueron realizadas por las empresas de los paises industriales desarrollados, las cuales (guiadas por ls posibilidad de obtener unos beneficios) deseaban abastecerse de pro~ ductos primarios. Los fondos financieros y las importaciones necesatias para el pais en vias de desarrollo procedian basicamente de la misma fuente, de modo que el excedente en las exportaciones compensaba la sa- lida de capital. Cuando los intereses y as transferencias de beneficios que salfan de los patses en vias de desarrollo comenzaron a ser superiores alos nuevos créditos tomados, ya se habia creado un flujo de exportaciones su- ficiente para cubrirlos (salvo errores v accidentes) puesto que, de entrada, la inversion tenia precisamente por objeto desarrolla la produiceién de mercancias en vistas a la exportacién al mercado, siempre en expansi6n, de la metrépoli industrial. De este modo, prevalecia una tendencia general a la armonia entre los flujos comerciales y los'movimientos de capital ‘Cuando la armonia no era perfecta, no resultaba diffcil suprimir las discrepancias. Londres era el mercado monetario del mundo; la balanza de operaciones corrientes siempre resultaba excedentaria para la libra terlina, considerando el conjunto de los pagos comerciales y de las liq daciones de intereses. Cuando aparecia un deficit en li balanza de pagos en general, con la consiguiente pérdida de oro, para ajustar el excedente bastaba aumentar el tipo baneario y reducir los créditos concedidos por Londres, No era necesario ejercer fuertes presiones sobre la balanza co- mercial a través de los precios, segiin postula el modelo de los econo mistas. Por otra parte, cuando un pais tomador de créditos se encontraba con aque las entradas de capital eran inferiores a su excedente de importacio- nes, automdticamente se veia obligado a reducir sus gastos hasta que el desempleo y la disminucién de las rentas redujesen susimportaciones a 162 cantidad que podia pagar. No era agradable la forma de eliminar las disere- ppancias para estos pa(ses, pero aiin no contaban con economistas capaces de articular sus quejas. La conjuncién del libre cambio, unos tipos de cambio fijos y la actua- cin incontrolada de las fuerzas del mercado result sumamente satisfa toria para Inglaterra mientras su economia ocupé el lugar dominante den to del mundo capitalista en expansién. Digo Inglaterra con toda la intencion, porque el proceso perjudie6 a Irlanda y Escocia. No debe sorprendernos que una construccién ahora de tan fragil apa~ riencia como es el modelo de los economistas produjese la impresion de gran autoridad y firmeza, ya queen realidad nunca tuvo que sustentarseen sus propios fundamentos légicos. Bra la fachada que encubria un dogma respaldado por sélidos intereses. En los afios 1920, cuando fui sometida al lavado de cerebro, los sélidos {ntereses ya se habian desmoronado. En efecto, segun la inolvidable expre- sign de 1066 and All That (1066 y todo eso), a partir de 1918 Norteamérica _pas6 a ocupar el primer lugar entre las naciones, y eso fue una mala cosa. Pero la fachada ain seguia en pie, Un eminente economista convenci6 a las autoridades de que bastaba reinstaurar el mecanismo del patrén oro para que se restableciesen las armoniosas relaciones financieras interna~ cionales que habian permitido su funcionamiento. Enles aos 1930, la gran depresién hizo polvo la fachada junto con toda la estructura, Al comprobar que sus beneficios iban decreciendo y aumentaba el de- sempleo, cada pais intenté asegurarse de un modo u otro ~con aranceles, ‘cupos de importacidn, subsidios, depreciacién y contradepreciacién del tipo de cambio una porcién mayor del reducido total de actividad mun- il. Cada uno exportaba, como re2a la frase, su propio desempleo al resto del mundo. En conjunto, disminuyé el volumen de comercio internacional enrelaci6n a la produecién nacional, la cual también se habia visto dist camente reducida, En el periodo de tes aos, el producto total de la indus- tria manufacturera de los paises capitalistas se redujo en un euarenta por ciento,en tanto que el comercio internacional disminuia en un sesenta por ciento.’ Desde luego, el libre juego de las fuerzas de mercado no estaba operando enel sentido de garantizar el pleno empleo y un comercio equilibrado en cada pais, como ocurre en el modelo. Entonces se advirtié que cualquier pais que lograse reducir sus importa~ ciones (respecto a sus exportaciones) y substituirlas por productos nacio- rales habria mejorado su situacién relativa. Puesto que todos estaban em- pefiados en lo mismo, ninguno podia salir ganando demasiado por mucho 1, Vee The United Statin th World Eco, p17 publica por el Minittio de Co mnesa dfs EEUU EG aieeres 163 tiempo, pero cualquiera que se abstuviese de participar en la mélée se en= contraria cargando con el desempleo de todo el mundo. Estas consideraciones llevaron a Keynes a repudiar la doctrina del libre cambio, que antaio predicara con tanto fervor. Ahora sabemos que el i= bre cambio no corresponde a una situacién de equilibrio que se alcanzaria sicada pais persiguiese individualmente la consecuci6n de su propio be- neficio bien entendido. Sdlo se podria conseguir a base de unas normas restrictivas mutuamente aceptadas que estableciesen un cédigo de con- ducta ventajoso para todos si cada uno se atenia a él. Fue posible demostrar, incluso en términos del modelo de los economis- tas, que cuando cada pais persigue individoalmente su propio interés parti- cular, acaban zcumulando aranceles unos contra otros. Al final, on umco~ ‘mercio coartado por todas partes no es probable que ninguno, consideraclo por separado, esté en mejores condiciones que de haber convenido todos en no iniciar esa carrera competitiva y, sin duda, en conjunto estarén mu cho peor. De ello se sigue, en términos del modelo en el cual siempre esta asegurado el pleno empleo, que los paises deberian firmar un acuerdo s0- ‘metiéndose al libre cambio sancionado por unas normas mutuamente aceptadas. ero, en realidad, puesto que el pleno empleo no esta asegurado, limi- tarse a acordar prohibir todo intento de restringir las importaciones y esti ‘mular las exportaciones por medio de artilugios que slo sirven para em- pobrecer al vecino, no beneficiaria a todo el mundo. La misma norma tambien impediria que cada pafs pudiese adoptar, por separado, medidas ‘constructivas encaminadas a remediar el paro. Cuando el incremento dela actividad interior de un pais erea un auge mundial, es muy probable que también aumenten sus importaciones, en tanto que el mercado de sus ¢x~ portaciones no mejoraré hasta que el resto del mundo se ponga a su nivel En resumen, el pais tiende a ir desarrollando un déficit en su balanza co- mercial, déficit que tal vez no esté en condiciones de financiar. A fin de que todo el mundo pueda salir beneficiado con el aumiento de su empleo inte- rior, el pais debe hallarse en condiciones de poder reducir su propensidn a {mportar, de modo que no aumente con demasiada rapidez su volumen to- tal de importaciones.El peor agravio entre naciones comercianteses suftir una contraccién, y es preciso disculpar las medidas que deban adoptarse para impedir que ello suceda Cuando se reconstruy6 el sistema de intercambios comerciales del ‘mundo capitalista, al finalizar Ia dlkima guerra mundiel, muchos eonve- nos, tales como el GATT y el FMI, se basaron en una filosofia de mutua ccooperacion para evitar cualquier tipo de agravios, pero result6 imposible estructurar unas normas que permitiesen las excepciones justas, a un fempo que excluian las injustas. La gran depresién es ahora una pesadillacasiolvidada. Désde que acab6 Ja guerra, en parte gracias la buena suerte, en parte debido a una buenaad 164 ministracién y en parte a resultas de la carrera de armamentos, se ha lo~ agrado evitar siempre una grave recaida de la demanda efectiva global. En la actualidad, los gobiernos no s6lo se preocupan de mantener el em- pleo sino también de hacer crecer Ia renta rational. No obstante, el ‘mundo capitalista sigue constituyendo en cierto modo un mercado f2- vorable a los compradores, en el sentido de que la capacidad productiva ¢s superior a lo que podria venderse a un precio rentable, Algunos pai- ses han pasado por fases de exceso de demanda, pero ello se corrige autométicamente incluso con excesiva rapidez. La situacién erénica de la empresa industrial es la busqueda angustiada de posibles ventas. Puesto que, en conjunto, el mercado no se expande con la rapidez sufi- ciente para dar eabida 2 todo el mundo, cada gobierno considera que vale la pena y es un acto encomiable procurar aumentar en favor de sus -propios stibditos, la parte de la actividad mundial que le corresponde. Tal es el nuevo mercantilismo, El hecho de que una parte de la economia mundial se haya sustraido al sistema de mercado y se esté desarrollando paralelamente a éste re- sulta favorable en cierta medida, ya que los paises socialistas creen en la vieja doctrina del libre cambio, segin la cual las exportaciones tienen por objeto pagar las importaciones, y siempre estin dispuestos a com- prar tanto como puedan vender. Pero la hostilidad politica e intereses creados particulares limitan el yolumen de su posible comercio con el mundo capitalista y, por tanto, también la ayuda que éste puede repre~ En cuanto a los dems, todos se muestran ansiosos de vender y rece- losos de comprar. Cada nacién desea contar con una balanza comercial excedentaria, Se trata de un juego en el cual el total de puntos siempre ssuma cero, Para que algunos ganen es preciso que otros pierdan. Real- mente nos hemos alejado mucho de la hermosa armonia del libre cambio. ‘A veces se aduce que el hecho de que ahora estén de moda los merca~ dos comunes y las zonas de libre cambio demuestra que no estamos en una época de nacionalisme econémico, sino todo lo contrario. Adam Smith derrot6 a los antiguos mercantilistas al advertir que la division del trabajo depende de la amplitud del mercado. Este principio ha quedado refrendado en un grado que él nunca pudo imaginar, a re- sultas de las economias de especializacidn intreducidas por la tecnologia moderna y de la aparicién de innumerables productos animales, vegeta- les y minerales desconocidos en su época. Siempre y cuando cuenten con una demanda adecuada, a cualquier grupo de productores le resul- tard muy favorable adoptar el méximo grado ce especializaci6n posible. YY una gran nacién, con un vasto mercado interior sometido a su control politico goza de importantes ventajas econémicas respecto a otra més pequeita, La nacién pequefia tiene que sopesar las ventajas de la especia~ 165 lizacién contraponiéndolas la seguridad de una produccién nacional des- tinada al consumo nacional, en tanto que la nacién grande puede benefi- ciarse mucho de ambas cosas. Sin grupo de naciones logea ponerse de acuerdo para actuar, en ciertos aspectos, como sise tratase de una sola, ello le permitira conseguir una po- sicién més ventajosa para todas en el marco de la competencia con el mundo exterior. ‘Una economia sera tanto mas eficiente cuanto mas amplia y més variada sea a zona de libre cambio en que se desarrolla, Pero, una vez ya se han de- sarrollado, las economias nacionales no se someten facilmente a los sa ficios mutuos necesarios para crear un mercado comin. Las experiencias dela CEE son ejemplo de a falacia dela doctrina segin la cual el libre cam- bio es el producto espontineo del mecanismo del interés particular cons- ciente, Incluso los paises socialstas del Este de Europa que en un principio aceptan una especializacién planificada, después de seguir una falsa via autarquica bajo los auspicios de Stalin, encuentran muchas dificultades para salir de aquélla y crear un sistema racional de intercambios. 2 Elrasgo caracteristico del nuevo mercantilismo és que cada nacion desea ‘obtener un excedente a costa de as demas. Ya he mencionado la diferencia entre la balanza de operaciones oorrientes de un paisy el conjunto de suba~ lanza de pagos. Las definiciones exactas resultan muy resbaladizas; de mo- ‘mento nos contentaremos con unas cuantas eategorias simples y aproxi- madas. El pasivo de la cuenta de operaciones corrientes incluye el pago de importaciones, visibles oinvisibles, los intereses y beneficios a percibir por losacreedores no residentesyy gastos periédicos del gobierno en el exterior, en instalaciones militares, etc. El activo lo constituyen las partidas corres pondientes en el otro lado de la cuenta. Las salidas de capital comprenden ‘exéditos de todo tipo concedidos por ciudadanos e insttuciones del pais a ‘otros extranjeros, subsidios gubernamentales, adquisici6n de valores ex~ tranjeros,y fondos destinadosa inversiones directa realizadas por compa~ fias nacionales en el extranjero. Todo ello se incluye en la eategoria gene~ ral de créditos concedidos al exterior. Las partidas correspondientes en ¢l otto lado de la cuenta corresponden a las entradas de capital o eréditos to- mados en el exterior, para abreviar. ‘Cuando, durante cierto periodo de tiempo, el crédito neto concedide, en este sentido amplio, es inferior a un superaviten la balanza de operaciones corrientes, oel crédito tomado es superior a un défict en la misma, la ba~ lanza de pagos presenta un excedente global y el sistema monetario del pais en cuestién esta recibiendo un flujo de medios de pago liquidos, tales 166 ‘como oro o saldos en délares. Cuando los eréditos netos concedidos son superiores al superévit de la balanza de operaciones corrientes, 0 los crédi- tosnetos tomades son inferiores al déficit, el pais esta perdiendo reservas Ahora bien, uno de los motivos que impulsana los paises a desear contar ‘con un saldo poxitivo en la balanza de operaciones corrientes es que ello permite contar con un excedente global que servis para adquiir reservas. Ellose debe, en parte, aque resulta imposible lograr un equilibrio perfecto y un excedente constituye un error favorable, y en parte a que resulta su- ‘mamente ventajoso contar con un buen stock de reservas disponibles que se podrén gastaren casos de emergencia, sobre todo en esta época de ines- tabilidad en que ‘ncluso las monedas mas respetables pueden sufrirlos re- pentinos ataques de una especulacién adversa. Los librecambistas solfan burlarse de los antiguos mercantilistas que creian, que un pa’s podia enriquecerse a base de acumular oro. Los nuevos rmercantilistas consideran que no es necesariamente una insensatez.prefe- rir la adguisicion de dinero estérl a lade bienes iiles o valores rentables. Aparte del producto que pueda extraerse de las minas, slo es posible que algunos paises adquieran reservassi otros las van perdiendo, (Una pér- dida de reservas puede adoptar la forma de aceptacién de pasivos a corto plazo, equivalente, como soliamos expresarlo, a una afluencia de oro ne- gativa) Hubo una época en que los Estados Unidos iban perdiendo reservas ‘muy alegremente. Al contar con un enorme supersvit en la cuenta de ope- raciones corrientes, producto de la guerra, las empresas norteamericanas se habituaron a fnanciarinversiones en el exterior ylos gobiernos nortea- mericanos adquirieron todo tipo de compromisos. El excedente no fue creciendo ala parcon la salida de divisas, hasta que un buen dia los Estados Unidos se encon:raron con un déficit global y con una constante salida de reservas, El stock de oro adquirido gracias a los excedentes globales obte- niidos durante mis de veinte afos resultaba grotescamente voluminoso ya lasautoridades norteamericanas no les preocupaba que se fuera perdiendo. Ello correspondia 2 una politica de buena vecindad correcta. Pero ningin stock es inagotable cuando los flujos van en un solo sentido, ni siquiera el stock de oro norteamericano. Estos tiltimos afios las autoridades han co- menzado a preocuparse y a reducir los pagos en el exterior, exigiendo tam- bin ingresos. Los paises excedentarios que se han habituado auna afluen- cia de reservas se preocupan cuando ésta comienza a disminui y asu vez reducen sus salicas, de modo que todo el sistema financiero mundial co- mienza a sufrir invitablemente una contraccién espasmédica. Ahora se habla mucho de la liquidez internacional; el stock total de re- servas netas de todos los paises considerados globalmente no ha crecido a la pat con el valor monetario del comercio total para el que debe servir de medio, No cabe duda de que se trata de un problema grave que deberia ser 167 | resuelto, Pero ello no pondré fin al mercantilismo, Por abundante que t sea la oferta total de liquidez, un sistema financiero en el cual cada pais desea adquirir reservas y teme perderlas, seguir sufriendo retortijones | deflacionarios. Es lo que solia reprocharse al viejo patron oro. Nuestros i modernos y sofistcados dispositivos siguen aquejados por el mismo \ mal. El asunto de las reservas de oro norteamericanas puede servir para ilusurar hasta qué punto se equivoce Marshall al escoger como lema Na- / tra non facitsaltwm, la naturaleza no evoluciona a saltos. La historia i ‘econémica va siguiendo su ritmo cansino dia tras dia, pero de una dé 1 cada a otra puede dar bruscos virajes que corten el aliento al analisis del i equilibrio. a) En el sistema del nuevo mercantilismo, una afluencia de reservas re- presenta un objetivo bastante superficial. Existen motivos més s6lidos para preferirr contar con un saldo positive en la balanza de operaciones : corrientes. Para empezar, ello permite adquirir valores extranjeros a los financieros dal pais. Siempre y cuando no se teman informalidades en el f ago, los valores extranjeros resultan atractivos desde un punto de vista i puramente financiero por la sencilla razén de que el mundo es mas H grande y variado que el pais natal. Los financieros pueden hacerse con | Tas pasas de un pastel mas grande. Incluso cuando existen vagos temores de incumplimiento 0 confiscacién, no es de despreciar la posibilidad de i ‘obtener entretanto una tasa de beneficio de un treinta por ciento anual, pongamos por caso. El tipo de salida de capital ahora en boga es muy distinto de la inyer= sién colonial del siglo xix, destinada a abastecerse de articulos exsticos que ya contaban con un mercado en perspectiva. Los eréditos modernos 4 constituyen en gran parte una mera forma de colocar capital, adqui- riendo valores ya existentes. Y cuando se esté realizando una inversion real, con frecuencia ésta va destinada a abastecer el mercado del pais re= \ ceptor del exédito, protegido por aranceles o condiciones monopolist 4 cas, Este tipo de inversién puede resultar engorrosa para ¢l pais recep- 4 tor. La remesa de beneficios gravard su futura balanza de pagos; y en cesta época de nacionalismo econémico es peligroso y desagrable estar vendido a intereses extranjeros. A mayor abundamiento, el pals que concede el crédito esta obteniendo ventajas que van més al del elevado rendimiento de su dinero. | ; Este elevado rendimiento beneficia principalmente a los financieros. La ventaja mas importante que se deriva de un saldo positivo en la bi- | lanza de operaciones corvientes, circunstancia que afecta a toda la evo- : noma, es el hecho de que, siempre y cuando existan empresas dindmi- cas y capitalistas ahorradores dispuestos a aprovechar 1a oportunidad, ppermite el desarrollo sin trabas de la inversion, en tanto que un pais de- ; ficitario tiene que estar frendndola nerviosamente sin cesar, por temora 168 y ‘un exceso de importaciones. La inversion realizada en el pais fuerte da lu- ‘gar a un progreso técnico que mejora su situacidn competitiva y hace alin ‘mas favorable su balanza comercial, en tanto que el pais débil va cayendo en el estancamiento sufre descorazonadoras interrupeiones espasmé~ dicas. Durante la posguerra se ha introducido otro elemento en el juego. En parte debido a los largos periodos de casi pleno empleo y en parte a resul- tas de una modificacion en el equilibrio interior de fuerzas politica, los paises industriales han venidc experimentando un proceso de aumento sostenido de las tasas de salarios monetarios. En un pais en estanca- mento, ello se traduce en un aumento de los costes. El pais fuerte, en ‘cambio, puede permitirse una mayor alza de salarios, ya que su producto per efpita va ereciendo con mayor rapidez, ala vex que se ve sometido a menos presiones, puesto que van aumentando de forma visible los ingre- sos reales de los trabajadores. a posicién de un pais puede llegar a resultar excesivamente favorable si las ventajas competitivas y la energia de sus industtiales le permiten contar con un excedente tan amplio que, desde el punto de vista del con- junto de la economia, podria ‘ograrse un mejor aprovechamiento de los recursos si se invirtiera en el pais, Podria reducirse un excedente excesivo abase de revaluar la moneda c de permitir un aumento mas acelerado de las tasas de salarios monetarios, reduciendo asi las ventajas competitivas que dan lugar a ese excedente, Pero no resulta facil aplicar este remedio en dosis adecuadas. Las curvas de oferta industrial suelen ser horizontales y, en cualquier momento, la curva de demanda mundial se retuerce de forma acusada. Es imposible reducir un poquito las exportaciones a tra~ vés de un aumento de los costs relativos, sin acabar con una disminucion excesiva, Incluso cuando un pais cuenta con un excedente superior al que podria beneficiarle, prefiere conservarlo que arriesgarse a perderlo todo. En consecuencia, las autoridades de cada pais, cuya misiOn es mantener el empleo para sus propios subditos y el crecimiento de su propia renta national dentro del marco de un mercado favorable a los compradores, tienen buenas razones para procurar obtener un excedente de su comer- cio y hacerse con una parte creciente de los mercados mundiales, Para que algunos lo consigan, otros tienen que fracasar. Gran Bretaiia ha fracasado rotundamente. No pienso ahora en la crisis de la libra esterlina ni en nuestros problemas con los gnomos de Zurich, sino en nuestra continuada, obstinads, indomenable tendencia a incurrir en un déficiten la balanza de operaciones corrientes. Ello no se debe tini- ‘camegte ala complacencia de nuestros hombres de negocios y ala hiper- sensibilidad de nuestros sindicatos, que nos colocan en una posicién competitiva poco favorable. Es consecuencia del viraje que debe dar nuestra histofia econémica. La rapida caida de muestro pedestal de Pri- mera Nacién, y las victorias pirricas en dos guerra, nos han dejado una 169 propensién a importar que en estos momentos ya no podemos permi- Desde nuestro punto de vista, la solucion adecuada es reducir las impor taciones no esenciales y limitar temporalmente el consumo mientras hace- mos un esfuerzo de investigacién ¢ inversién encaminado a sustituir los productos de importacién y también a modernizar nuestra industria y nuestro sistema educativo de cara a conseguir una mayor eficiencia gene- ral. Ello no resultaria demasiado molesto para nosotros e incluso podria- ‘mos sacarle un buen partido. Pero representaria un golpe bajo para otras naciones mercantilistas. Su pleno empleo y su crecimiento dependen de excedentes que, directa o indirectamente, dependen de nuestro défici. Este déficity nuestra parte cada vez. menoren los mercados mundiales han cxistido durante un perfodo suficientemente prolongado para que las eco- nomias de los demés sehayan habituado a esta situacidn. En torno alla ha surgido un cierto cuasi-equilibrio que se vera violentamente perturbado ‘cuando se modifiquen esas circunstancias. Yes inevitable que ello tambien tenga repercusiones formidables para nuestra posici6n, en parte en forma de represalias y en parte de resultas de la automética reaccién en cadena que tendré lugar en el resto del mundo, donde la disminuci6n de las ventas determinard la consiguiente reduccién de la demanda. Ello no depende de las medidas concretas que adoptemos. Reducir las mportaciones afecta de un modo directo a los exportadores en cuestion, La depreciacién del tipo de cambio esté considerada como un abuso de confianza. Diversos métodos de promocién de las exportaciones fueron excluidos a través de acuerdos mutuos destinados a evitar politicas consis- tentes «en pasarle el muerto al vecinor. Pero, supéngase que de pronto co- menzésemos a dar muestras de gran eficiencia ya recuperar nuestro mer- eado a base de ofrecer productos de excelente fabricacién a precios asequibles. Nuestros competidores sufririan igualmente una disminucion desus ventasy se verian obligadosa reaccionar con la misma energia que si hhubiésemos equilibrado nuestro comercio por otros medios. La solucién que propugnan las autoridades monetarias de todo ef mundo, incluidos los gnomos, esel anticuado recurso de una restriccién de cexéditos que induzca una depresién suficiente para reducir las importaci nes y un desempleo suficiente para poner coto al alza de salarios. Este mé- todo mantiene la autoridad del mundo de las finanzas sobre la industria. ‘Ademés, en los viejos tempos del libre cambio nos acostumbramos a obli- gar las naciones deficitarias a tragarse esta amarga medicina y un cierto espiritu de revancha haria que todos viesen con agrado que ahora tuviéra~ ‘mos que injerirla nosotros. Perono sélo se trata de la solucién mas intolerable para nosotros; taft= bin es la més peligrosa para los demas, sobre todo en un momento en que, por diversos motivos, numerosos paises se han visto obligados a aminorat sutasa de crecimiento, de modo que una recesion real en cualquier pais po- 170 dia representar una amenaza para el régimen de casi pleno empleo esta- blecido en todos ellos. ‘Aunque revistencierta gravedad para nosotros, las cantidades reales que representa el déficie britanico, no son demasiado considerables en relacién con el volumen del comercio mundial. Con sentico comin y buena volun- tad, seria posible limitar el perjuicio ocasionado e incluso sacar ciertas ven- tajas. Pero no contamos con una tradicién que pueda servirnos de apoyo. Ladoetrina del libre cambio, que ignoraba los altos y virajes de la historia econémica, simplemente negaba la posibilidad de que pudiera legar a plantearse este tipo de problemas. En la era del nvevo mercantilismo, todo el mundo es tan consciente del problema que no dejan de repetimnos que, sea cual sea la solucién escogida, necesariamente resultaré perjudicial. 3 ‘Todo ello por lo que respectaa lasrelaciones entre lasnaciones capitalis- tas industralizadas. La mayor transformacién que ha experimentado el mundo a partirde la guerra es la aparici6n de muchas nuevas naciones,con un bajo nivel econémico, decididas a comenzar a aprovechar también las ventajas de la tecnologia moderna. De momento, ¢llogro mas espectacular de la moderna tecnologia ha sido reducir sus tasas de mortalidad, sin alte~ rar sus primitivas tasas de natalidad. Un aterrador crecimiento demogra- fico estd haciendo ain més acuciante la necesidad de aumentar la pro- duccion. La inversion colonial do:6 a la mayoria de estas naciones con uno o dos productos de exportacién. Ello puede servirles de base para empezar. Peto sélo los librecambistas més estiipidamente fandt cos les negarian su dere- cho a reducir las importaciones tio esenciales y dedicar todos los ingresos obtenidos de sus exportacionesa importar tecnologia y bienes de inversion que puedan sustentar el desarrollo. Pero, estos ingresos distan mucho de ser adectados. El progreso tecno- légico ha limitado la demanda delos productos ex coloniales,en relacién a las ofertas disponibles, en parte debido al desarrollo de sustitutos sintéti- cos y en parte porque los paises mercantiles ricos promocionan su propia agriculturay se reservan la mayor parte del mercado. El comercio de mate- las primas se atiene a los principios de la competencia en tanto que los precios de los productos industriales se fijan ca-gando un margen y por tanto han ido subiendo con el alaa sostenida de las tasas de salarios mone- tarios, El resultado ha sido un eseaso aumento de las ventas de productos ex coloniales y una tendencia decreciente de su poder adquisitivo sobre productos manufacturados. Ademas, el libre desarrollo de las fuerzas del mercado, que en el modelo de los economistas dalugara un equilibrio ven- 171 tsjoso para todos, en la realidad genera fluctuaciones imprevisibles en los ingresos derivados de las exportaciones, las cuales impiden toda planifi- ceaci6n coherente'y convierten la eleccidn de proyectos de inversion en un juego de azar. Los ingresos derivados de Ia exportacién de materias primas también proporcionan eartuchos limitados para el desarrollo, justamente a causa de que fueron producto de la inversin colonial y ain deben seguir pa- gindola. Ello ¢s muy notorio en el caso de las economias latinoamerica- nis, que al independizarse de Espafia y Portugal entraron en una relaci colonial con los Estados Unidos. En la actualidad, muchos de esos patses extin dedieando un treinta 0 un cuarenta por ciento de los ingresos deri- vados de sus exportaciones a pagar beneficios e intereses a capitalistas ex- tranjeros.! En general estos pagos no se realizan a cambio de tecnologia sofisticada y equipo moderno suministrados por la industria metrope tena, sino que s6lo cubren la extracci6n de sus propias riquezas naturales ds su propio suelo. ‘Otra herencia del colonialismo que obstaculiza el desarrollo son los gastos y hibitos de la clase media que se cre6 con aquél. A estas personas acostumbradas a un estilo de vida importado, les resulta muy duro renun- ciara los articulos de consumo importados, de modo que no es facil cana~ lizar hacia la inversién los pocos ingresos que se obtienen de las exporta- Pese a estas limitaciones, ha tenido lugar un desarrollo considerable y muchas de las nuevas naciones estén comenzando a exportar productos industriales. Ahora se enfrentan con todo el rigor del mercantilismo de los paises ricos y su intransigencia en cuanto a los productos de importa- én baratos. Cuando Inglaterra era el principal exportador de manufacturas, se in- vocd el sagrado nombre del libre cambio para prohibir a la India, por céempl, la proteccién de sus obreros artesanales o la promocién de su aaciente industeia capitalist (aunque la doctrina de los eeonomistas ad> mitia una excepeién en favor de las industrias de reciente creacién). Cuando, por razones presupuestarias, se impuso un arancel sobre la im= portacién de pao, fue preciso compensarlo con un impuesto equivalente afin de evitar que la produccién local gozase de una ventaja competitiva, Los librecambistas aducian que, desde todos los puntos de vista, las manufacturas de Lancashire eran mis baratas y mejores que los tejidos hhechos a mano, de modo que el consumidor indio resultaba claramente beneficiado con el desplazamiento de la producci6n artesanal por los ar- ttoulos de imporsacién, Se les escapé el detalle de que, en tanto que la economia india tenia que arrostrar el peso del coste total de las importa cones, el consumidor s6lo se beneficiaba de la diferencia; al mismo 1, Véase Neciones Unidas, Aca de le UNCTAD, vol. 87-8 2 tiempo, los artesanos se veian obligados a dedicarse ala agricultura, ya do- tada con un exceso de mano de obra, y debfan ceder sus ingresos a sus riva- les de Lancashire, ‘Ahora las cosas han cambiado y Lancashire debe hacer frente a la com- petencia de productos de importacién més baratos. Ya no est de moda el libre cambio y es preciso proteger a Lancashire. Justo es decir que nos he- mos mostrado mucho més comprensivos que otras naciones bienestantes en el sentido de permitir la importacién de manufacturas procedentes de paises en vias de desarrollo, aunque en modo alguno hemos llegado a los extremos del libre cambio. En general, el nuevo mercantilismo tiendea ce- \/ rrarles el paso con toda brutalidad. 'A fin de cuentas, la doctrina del libre cambio no pasa de ser una forma sds suil de mercantilismo, Solo ereen en ella los que pueden salir benefi- ciados. En estos momentos, las naciones capitalists ricas hablan mucho de la ayuda que estén proporcionando a las nuevas naciones. La ayuda militar, destinada a armaelas contra el comunismo, estimula de hecho el desarrollo de guerras frias calientes entre aquéllas,circunstancia sumamente desfa- vorable para el crecimiento econdmico. La mayor parte de la supuesta ayuda civil esté sometida a unas condiciones financieras que estén creando ‘unas circunstancias favorables para que en el futuro Asia y Africa se en- ccucntren en a misma situacién que Latinoamérica, aunque en este aspecto, ‘una vez mas, podemos preciamnos de er los iniciadores de una corriente de cexéditos libres de interés. Pero, incluso Ia ayuda que realmente representa tun donativo no es neutra. Las personas que propugnan y conceden la ayuda alos paises en vias de desarrollo obran con sincero deseo de ayudat- les asalirde la pobreza y establecer las bases de su independencia, pero en ‘conjunto el programa lleva inkerente una contradiccién. Su finalidad im- plicita es afianzar una serie de gobiernos conservadores, feudales y fascis- tas, de quienes se puede esperar que como contrapartida respetardn Ia pro~ piedad extranjera. En resumen, la ayuda tiene por objeto perpetuar el sistema que la hace necesaria. ‘Silos paises ricos fuesen sinceros en sus deseos de que las naciones nue- vas lleguen a er autosuficientes, dedicarian sus fondosa recompensar alos capitalistas nacionales y concederian a los pafses en vias de desarrollo el derecho a disponer de sus propios recursos y a crear puestos de trabajo al- temnativos para sus obreros a fin de que estuviesen en condiciones de per- mitir y estimular las importaciones Pero ello supondria darle la vuelta al nuevo sistema mercantilista, En cada época, las normas que regulan las relaciones econdmicas internacio- nales se adaptan a los intereses del pais que en es0s momentos es més po- deroso. Los rusos suelen expresar sus opiniones sobre el régimen soviético con chistes muy ineisivos. Después del primer viaje espacial comenz6 a circu 173 laréste: Un periodista vaa entrevistar ala esposa de Gagarin: «gQuéimpre- sién tuvo cuando su marido salié disparado hacia el espacio?» «No pude verlo, Estaba en la cola de la leche.» «Bueno, ¢qué sinti6 cuando volvi6 a descender ala Tierra?» «Todavia no habia terminado las compras.» En rea- lidad, el chiste no es un ataque a los soviéticos, sino al mundo moderno. Teniendo en cuenta el fantastico dominio de la técnica y los enormes gas- tos que representa la inversién en armas terrorificas, y vuclos superséni- os, la carrera hacia la Luna,no cabe duda de que bastaria un poco de sen- tido comin y de buena voluntad para evitar muchas molestiasa todas las amas de casa. Pero se requeriria verdadero sentido comin y auténtica ‘buena voluntad, no una férmula que sélo encubriese intereses nacionales. LA NECESIDAD DE RECONSIDERAR LATEORIA DEL COMERCIO INTERNACIONAL Ninguna rama dela economia evidencia tanta diserepancia entre la doc- trina ortodoxay los problemas reales como la teoria del comercio interna- cional. Elplanteamiento suele formularse en términos de comparaciones estiti- cas entre posiciones de equilibrio de un modelo con las caracteristicas si- guientes. La totalidad del mundo que participa en las relaciones de inter cambio esta representada por dos paises. Ceda pals se encuentra en situacién de equilibrio estacionario con pleno empleo de los «recursos da- dos. La fuerza de trabajo presenta una perfecta movilidad entre las distin tas ocupaciones dentro de cada pais y ninguna movilidad entre un paisy el otro. El valor de las importaciones es igual al valor de las exportaciones. Estas caracteristicas del modelo excluyen la discusién de cualquier pro- blema de interés en el mundo real. Incluso.en el marco delas comparacionesestiticas, es preciso considerar al menos tres paises antes de que sea posible establecer cualquier tipo de conclusiones generales; pues cuando intervienen mas de dos paises es im posible demostrar las proposiciones que supuestamente ponen de m: fiesto que una transformacién debe beneficiar inevitablemente a todas las partes interesadas. Por ejemplo, bajo las condiciones del modelo, un incre- mento dela eficiencia en la produccién de un artfeulo de exportacionen el pais A beneficia a By C considerados globalmente, pero si Cse dedicaba a la exportacién del mismo producto, es probable que salga perjudicado. ‘Ademés, el modelo s6lo es valido para el caso de intercambios entre pases conel mismo nivel de desarrollo industrial; estaba mal adaptado para ocu- parse de laimportaci6n de productos primarios procedentes de dependen- ciascoloniales o casi coloniales por parte de unametrépoli industrial, aun- que de hecho la mayor parte del comercio realizado en la época de mayor 175

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