You are on page 1of 151
Antonio Gramsci Sobre el fascismo Prologo y seleccion de Enzo Santarelli —@ Ediciones Era wera edivibu ISBN: 6 A1LO189, Derechos reservadoe, en lengua espafiola © 1079, Ediciones Era, S.A. Avene 102, México 18,'D. F. Impreso y Hecho en México Printed and Made in Mexico fNDICE Introduceién, por Enzo Santarelli, 11 Advertencia, 31 SOBRE EL FASCISMO 1916 Lucha de clases y guerra, 35 1917 EL reformismo burgués, 36 1918 Cavour y Mariuetti, 38 EI sindicalismo integral, 39 El régimen de los pachés, 42 1919 Covre, 44 Espafia, 45 Talia, Tas alianzas y las colonias, 48 La unidad nacional, 49 1920 El poder en Italia, 52 Los rompedores de asambleas, 55 La fase actual de la lucha, 56 Giolitti al poder, 58 Previsiones, 60 ZQué es la reaccién?, 68 Ea fuerza del Estado, 65 1921 El pueblo de los monos, 67 Los enterradores de la but Italia y Espafia, 73 Fuerzas elementales, 75, Liberalamo y Beats, esta italiana, 70 16 8 Bonomi, 81 El verdugo y la vietima, 82 1922 1923 1924 1925 1926 Insurreccién popular, 84 Golpe de Estado, 86 Los dos fascismos, 89 Entre realidad y arbitrariedad, 91 Legalidad, 93 La lucha agraria en Italia, 95 Los partidos y les masas, 97 EI sostén del Fstado, 100 Un afto, 102 Le mano del extranjero, 105 La experiencia de los metalirgicos a favor de la accién general, 107 Los orfgenes del gabinete Mussolini, 109 Nuestra orientacién sindieal, 112 2Qué hacer?, 116 Parlamentarismo y fascismo en Italia, 119 El fracaso del sindicalismo fascista, 122 Ttalia y Yugoslavia, 125 El problema de Milin, 127 El partido popular, 129 Gioda 0 el romanticismo, 131 “Jefe”, 133 Las eleeciones, 137 Fasciamo y fuerzas burguesas tradicfonales, 139 El Vaticano, 140 Bonomi y sns amigos, 143 El mediodia y el fascismo, 145 Las elecciones cn Italia, 148 Ia erisis de la pequefia burguesia, 151 El destino de Matteotti, 153 La crisis italiana, 157 Demoeracia y faseismo, 167 La cafda del fascismo, 172 Después del discurso dol 3 de enero, 174 La ley sobre las asociaciones seeretas 183 La nueva situaciéa, 192 El fascismo y su politica, 199 La cuestién carda y el iescismo, 203 Un examen de la situacién italiana, 205 DE Los Cuadernos de la carcel Subversivo, 215 La cuestion del arditismo, 217 Giolitti y Croce, 219 La fabula del castor, 220 Concordatos y tratados internac Ugo Ojetti y los jesuitas, 229 Curzio Malaparte, 231 Giovanni Cena, 233 G. A. Fanelli, 235 Avtarquia financiera de la industria, 237 sposicién demografica europea, 241 Popnlaridad politien de D’Annunzio, 246 El cesarismo, 248 La cnestién italiana, 252 EI miedo al kerenskisino, 254 Paradigmas de historia ético-politics, 255 Sobre la estructura econdmica nacional, 256 Peculiaridades italianas, 260 Apoliticismo, 261, Origen popular del “superhombre”, 268 Las ideas de Agnelli, 265 Sindicato y corporacién, 268 Gentile y Ia filosofia de la politica, 271 ‘Taylor y el americanismo, 271 Acciones y titulos del Estado, 272 Apéndice 1 Dedaraciones al Tribunal especial, 277 Discusiones en a careel de Turi, 277 Apéndice IT Discutamos si gnstais, 281, Cronologia de Antonio Gramsci, 286 INTRODUCCION POR ENZO SANTARELLL Es sabido que el conocimiento exitico de Gramsci, y en particular del “Grams- i politico”, ha venido precisindose con el tiempo, a través de una corres: pondeneia més veridica entre la biografia y el contexto historieo real, a re sultas de un profundo debate politico-cultural. Con método gramsciano —sin quitar nada a Ia incidencia del elemento politico-— seria cosa de ver hasta qué punto, en lineas generales, lo ocurrido en este caso no sea también atri- buible a un fenémeno que parece repetirse cada ver que se verifica una rup- ture de cultura y generacidn, y se hace necesaria ima “recuperacién” labo: riosa y lente, tanto en a ersend ideoligico como en el terreno téenico 0 filolégico. De cualquier forma, sélo luego te !e publicacion de los escritos del semanario Ordine Nuovo (1954) —después de la revelacién. posbélica de las Cartas de la céreel y los seis volimenes de los Cuadernos corvenz’ # aflorar un primer e incictto elemento de reconstruccién cronoldgica ¥ textual de toda In obra gramsciana. Sin embargo, para tener un Gramsci no solamente antagonista del régimen y profeta de su caida ante el tribunal especial, sino también intérprete del fascismo, era preciso aguar- dar ain durante largo tiempo. Era preciso reconstruir —-y la tarea ain no ha concluido— nota por nota, frase por frase, ln serie de los escrites, de todos los escrites y lis intervenciones en el dehate cotidiano inchiso dentro de su partido, y la biografia intima e ideal, y era preciso hacerlo, fuera de todo mito, con’ la necesaria participaciéu. pero también con el justo, enten- dimiento y con eseripulo cientifico EL progreso mayor —annque siempre relativo— ex este sentido, ha ven do delinedndose en el curso de los aos sesenta, y sus iltimas ctapas pueden indicarse sumariamente en ta publicacién de los osoritos del diario Ordine Nuovo, presentados bajo el titulo Socialismo y fascisme (1966). y luego en el volumen conclusive de las obras: La construceisin del partido comunista (1971). Con la década mencionada se abre, por otra pate, un nuevo perio- do de estudios, que al fin ha empezado a enfrentar ex profeso la cuestién del fascismo. La década indieada se abre con la obra de Togliatti sobre la Formacién del grupo dirigente del partido comunistu: (1960), que publica importantes documentos inéditos y problematiza Ja histoviografia del par guen_la edicién revicada segtin los autégrafos y aunientada con las Cartas (1965), las integraciones y los descubrimientos de Sergio Caprioglio, dados en Fseritos 1915-1927 (1969), qne en conjunio representan también una aportacidn, ulterior de precisiones nada secundarias para nuestro estu- dio, Asi puce, éste puede ser considerado —-a grandes rasgos— el euadro n dentro del cual es posible emprender hoy en forma més amplia y dara, aun- que siempre condicionada por las circunstancies ya mencionadas y por [0 tanto en cicrtos aspectos dialogal, un reconocimiento de los textos no sélo del pensador y critico que actué predominantemente en prisién, sino del nilitante y dirigente antifascista que se distinguié de todos los demas por su personal concepeién del fascismo, Los estudios y apuntes de Ta edrcel, por un lado, los avticulos ¢ interven: ciones de las que ha quedado constancia, por el otto, se nos presentan hoy, bisicamente por primera vez, ordenados en una serie aproximadamente con. nua y completa, por mas que el orden de los Cuadernos no haya sido restablecido. La fusién entre ambos periodos (por ejemplo, en orden a la prohirmitien Zaucigmo:Rsorgimenta) mo cota quid totukmente. resaces sin embargo el “Gramsci politico” © intérprete del fascismo ha venido ad- iendo dimensiones mis especificas y veraces: a procisar mejor su figu- ta ban eontribuide, poco a poco y también en el iltimo periodo, el volumen a cargo de Giausiro Ferrata y Niccold Gallo, Nel tempo'della lotta (1904), y, la reciente antologia de los Scritti politici, ordenada por Paolo Spriand (1973). Pero asi s¢ han sefialado tinicamente algunas de las mas impor tantes clapay de una adquisicién que deberia. ser procisada mis minuciosa- mente, ¥ que parece ain en curso, tanto por lo que respecta a otras contri Buciones de inéditos o eseritos todavia desconocides, como por lo que res- pects a una valoracién més prudente on Ins atribuciones de azticulos no firmados No esté proximo ni es facil el logro de una edicién completa y al mismo tierapo puntual de las obras —-que pueda considerarse definitiva- mente establecida— que seguimos esperando. Entre tanto, la fusién entre el Ordine Nuovo y los Cuadernos sc ha realizado, y se ha aclarado la relaci entre el joven Gramsci y el Gramsci maduro, y en este fatigoso y progre- sivo pero no siempre lineal camino ha sido posible sacar a la luz y abarcar el conjunto de la empresa cultural y polémica, en el sentido mis elevado de estas palabras, del hombre y del combatiente, del pensador con respecto al foscismo. La posicién de Gramsci ante ef fascismo puede consideratse ac- tualmente restituida y docuimentada en toda su extensién y en los diversos aspectos de su trayectoria, lo de casi veinte afios se ha pasado de la conocida conferencia de Togliatti sobre el Ancifascismo de Gramsci (1952), stil para la lucha politica pero encaminada ya en la via de una sustancial precisién’ metodoldgica, hasta cl intento mis orginico y complejo de intexpretacién aparecido hasta ahora, el de Leonardo Paggi, en Antonio Cramei ¢ it moderno principe (1970), afin inconcluso. Abora bien, gracias a esto labor cada vez més amplia y en cierta forma 2 Es necesaig sles Ja asdcién « Gramsci de nn artculo no firmdo (Fi partido del proletriado) spareldo eh Io. de noviomve de 1924 ta Online Maeve. BM eal ‘ta oe texto repie terelmente wn Pose cet conitale Yn (HM purtda') de ts Prin ‘ipton det leninismo de Stalin, pera he éa ‘pelo en ok yolanenweamsctene La fsirisione del party romaiste. 1023-1025 Tati IT pp. EID 12 colectiva, la atencién se ha ceutrado, reiteradamente y en varias partes en el anélisis e interpretacién que Gramsci, en etapas.sticesivas, dio. del fas- cismo. Anélisis que madura “en el tiempo de la lucha”, en un sentido mas especifico entre 1921 y 1925, y que luego reaparece en gran parte en las Tesis del Congreso de Lyon (enero de 1929), redactadas por Togliatti pero con la colaboracién y hajo la inspiracién de Gramsci; anilisis que se desa- rrolla en formas casi siempre indirectas (de reflexién tedtiea y con notes as”) en ol petiodo de Ia cércel, en cierto sentido complicado y ido, en algunos aspectos acrecentado de cara al régimen y luego parcialmente rectificado en el euaderno Americanismo y fordismo. EI pro- ces de recuperacién de los textos ha resultado pues concomitante con la recanstmecién ignalmente progresiva de la biografia gramsciana, mientras que cl desarrollo de los estudios de historia del Partido Comunista Italiano se ha venido entzelazando, en estos iiltimos tiempos, con In investigarion historiografica sobre ol fascismo, con la discusiOn de sus interpretaciones. En medio de este trabajo sc sitia la iiltima adquisicién, en nn terreno paralelo al nuestro, de las Leceiones sobre el fascismo, elaboradas por Togliatti en Mosca en 1935, fruto de una experiencia humana y politica difercute, que x cierta forma representan un regreso a las tesis y al espirita de Gramsci. Por ello es posible hoy ir mucho mis alla de lo que se ha repetido —con razén— después del 25 do abril:* que los fascistas con le persecucién y Ia céred pretendian aniquiler en el dirigente politico y moral del partido co- munista una instancia de vida y de pensamiento que la misma victima supo por el contrario organizar y multiplicar en una forma y nna perspectiva “antifascista” totalmente inusitada, que superaba en tucho los limites cow: tingontes de ln oposicién y de los andlisis precedentes, para tender, en cuatro mucho mis amplio, a una hegemonia mucho mas sélida © indestrue- tible que fundar y extender sobre toda la sociedad italiana. No obstante os progresos realizadas en Ja reconstruccién del cuadro his- térieo y-tedricd total, no puede decirse que Ia tarea realizada hasta ahora —y que hemos tratado de indicar— haya perdido algo de su actualidsd, en el sentido de que los problemas objetivos ¢ interpretativos siguen muy vivos y abiertos en uuestra época. Seguramente la situacién actual puede elinearse de esta manera: la tarea realizada se ha aprovechado de un reco- nocimiento fundamental de los materiales gramecianos mis espectficamente dedicados al fascismo: pero simultineamente la problemética gramsciana ha venido adquiriendo también una mayor profundidad. Ahora bien, casi toda, por no decir toda, la obra de Gramsci —Ia politica y la “literaria”— ataca al fascismo en sus diversas etapas y aspectos, desde sus raices y origenes hasta sus manifestaciones més maduras, situadas entre la crisis econémica * ED 25 de abril de 1945, el Comité de Liberacién: Nacional, onganiracién de foente aque dirigia la resistencia ialiana, lena wna instrreccién naclonal nates Tos nazis ¥ {hscistas en todo el norte de Talia. (1 B y la vispera de la guerra. Si se reles y se reflexiona sobre el conjunto de Ja obra gramsciana mas ecpecificamente dedicada al fascismo, se revela cla: Tamente un curso ideal, que amplis el interés hist6rico, pasando del primer compromiso politico, antagénico, que sin embargo provenia ya de una inter- pretacién del mundo contemporaneo propia del joven Gramsci, a una: revisién e interpretacién nuova de toda la historia de la sociedad, de Ix economia ¥-de la cultura de los italionos, més alla de una petiodizacién Limitada. De ahi una primera dificultad para seguir en una forma coberente, pero tam- bin fiel, una serie tan amplia de documentos y de bechos, como son los que resultan'de toda Ix obra y la lucha del comunista sardo. Y, sin embargo, precisamente por estas razones, nos parece justo y necesario en la fase actual del debate interpretative y de la lucha politica, aunque. corramos cl riesgo de alguna inevitable simplificacién, recoger y exponer en forma popular aque- lla parte de la obra gramsciana que mas propiamente fue dedicada por el autor a una “lectura” —global y activa— del fascisino. En cierto sentido —dentro de estos limites—, se trata de Tlevar a cabo uma Tabor de acercamiento elemental a cierto namero de textos, tomando en cuenta Tas advertencias que se han dado hasta ahora. Pero es necesario decir, preliminarmente, que Gramsci no se planted nunea ex profes una investigacién temética del fascismo que estuviese, por asi decirlo, desligads de las finalidades mas generales —tedricas y practicas— que sucesivamen- te se propuso. De abi las diferencias cualitativas no pequeiias en lor diver- sos materiales confiados a nuestra comprensién. Ademés, el estudio .critico de estos materiales ba presentado y presenta niveles desiguales, precisamen- te con respecta al tema y al titulo del fascismo, segtin nos movamios: 4] en al terreno de los escritos anteriores a 1919-20, que podriamos llamar “pre- fascistas"; 6] en del fendmeno fascista convertido en “Estado”; e] en el terreno de la in- tegracin tedrica en la época de la creel. La literatura sobre el tema, es, de hecho, mucho mas detallada y exhaustiva sobre el segundo aspecto, por otra parte central desde cualquier punto de vista, mientras quc la exégesis de partes enteras de los Cuadernos —y en primer Iugar el grupo de notas so- bre Americanismo y fordismo— est dando sus primeros pasos? El anélisis que Gramsci nos ha dejado del fasciemo no es Sruto de-un_ pro- yeeto conducida sistematicamente, sino que macié en Io més vivo de la uch politica 'y de clase, en ol debate socialista y comsnista, y crece y so despliega por grados: desde las articulaciones del -Ordine Nuovo semanal y cotidiano hasta Ias Tesis de Lyon; desde el ensayo sobre la cuestién me- Tidional (Algunos temas de la cuestién meridional, 1926) hasta un ciclo 2 Cf. por ejempla: Massimo Massara, “Geamset ¢ il fascisma", an'el Calendario del popolo; diciembre de 1971, uno de los primeros ensayes dedicades’ especialmente al tena fpenas se complet, con cl tomo xit, fy primera ediciga do las Obras. “ terreno de Ia polémica abierta y de Ia interpretacién, dlstinto de-trabajo y mi jn que de la experiencia del fascismo dese boca en la problematica del Risorgimento y de la revolucién en Italie. To- talmente inmerso en aqnella lucha y aquella polémica, Gramsci fue reco: siend, casi dia por dia; las caracteristicas y cl papel hist aquellas escuadras de combate, dé aquellas escuadras de accidn, que en Ia escena italiana y eiropen de le posguerra constituian para el movimiento obrero un hecho totalmente nuevo. Y en la interpretacién de lo nuevo Grams- ci acudi6, entre los primeros: de ‘Emropa, al método de: Marx. Como combiitiente y como tedrico divia quel fascisio, el verdadero, el que_importaba, el que contabs, nacié realmente en 1920-21, del impacto con Tas formaciones agrarias y con la burguesia capitalista; pero nunca le pasé inadvertida la importancia de la funci6n desempeitada por In peqnefia burguesfay sus cuadros. Los escritos de 1920 en los que Grameci comien- za q examinar mas de cerca el eutrelazamiento nacional entre redccin y fascismo, los vinculos entre peque'ia burguesia y fueraas capitalistae —to- dos ellos motivos retomados ea 1921 y 1022— asientan sne xaioes en ana isién general de Ia crisis revolucionaria europea ¢ internacional que sigue siendo de gran interés. Su articulo Una descomposicién y una génesis, pu- Blicado et Lo. de mayo de 1919, constituye el preludio e inicio de muckss otras observacioues, que conducirén inds tarde a una visién articulada sin embargo plenamente rigurose del fascismo: el capitalismo italiano, ante Jos nuevos partidos navionales del pueblo, de la clase obrera, de los campesi- nos, frente a la pérdida misma de la independencia de Italia 2 consecuencia de tz guerra y a manos de las otras potencias europeas capitalistas mas fuories y agresivas, frente a la “marea revolucionatia” (el octubre ruso, pero también la “guetta de las colonias”), siente fuertemente Ia necesidad de aprisionar a las masas, do recurrir a la dictadura de clase. Es la primera vez que un comnnista toma este camino, hacia una defi cién del fascismo sobre el cual mas tarde, a escala europea ¥ en al & de la Tercera Internacional, florecerén debates y_ se establecerdn posi muy diversas entre sf. Ast pues, ya desde 1919.20, Gramsci se lanza a un anilisis totalmente autnomo y original, y también por eso comienza a narse cl titalo que se le atribuiré en lo sivesivo de “el tedrice enropeo mar- xista mis importante después de Lenin”.* Asi, Gramsci no se plegé a gusto co- iin en st época en todos los campos y escueles, de uria formula univoca y definitoria, sino que bused y siguié las diversas actitudes y modificaciones del fascismo, en cl curso de su evolucién. En osto estriba Is diferencia de su'método, tanto respecto al de Bordiga, quien llega al limite de.negar la especificidad del fascismo, como respecto a todas las demés definiciones més 0 menos unilaterales y simplistas (optimistas 0 pesimistas) que surgen en el fmbito-de la cultura liberal o radical o socialdemdcrata. Nada semejante, por ejemplo, a la imagen de la “contrarrevolucién preventiva” (Luigi Fab: rico-social de 5 Gf, Hughes Portelli, Gramsci yet Bloque histérico. Ed. Siglo XI, México. 1973. 15 bri) 0 a Ia idea del “nacionalfascismo” (Selvatorelli) o al sentimiento de una “revelacién” en Ja historia nacional de Italia (Fortunato) y mucho me- nos a la réplica de Benedetto Croce contra los intelectuales gentilianos (dl “antirisorgimento”). Desde este punto de vista podria decirse que Gramsci, sin ser un empirico —jtode lo contrario!— prefiere observar los hechos, comprenderlos en sus movimientos y mudanzas, y mas arn en su significado real, y contraatacarlos en st ideologia, sobre el terreno de un aualisis que se presenta ya —mis alld de las tomas de posicién més inmediatas que pasar del acicate de le ironia hasta las consignas de luchs--- embrionariamente complejo. No es que en Gramsci falten unas u otras definiciones, sino que siempre aparecen, y en medida mucho mayor que en cualquier otro intér- prete y advereario del fazciemo, comprensible adlo en un context. mas amplio y dinamieo. Si acaso, estos sus intentos de aproximac ex el momento incluso inactualess pero esto depende del hee durante cierto lapso su posicién fue, por asi decirlo, doblement ria, como eoncepcién y coma métode general, por ‘su perspectiva revolt cionaria y por ol lugar que ocupé durante largo tiempo en el propio partido comunista. La apertura intelectual on Ia investigacién va de la mano con la firmeza en Ia accién. El 31 de enero de 1921, diez dias después de Livorno, aparece el articulo La guerra es fa guerra: frente al ataque fascista se trata de orga- nizar el contraataque. Por lo demas, ya desde le famosa relacion de mayo de 1920, presentada en nombre de las organizaciones turinesas, Por una renovacién del partido socialisia, Gramsci habia visto con gran realismo y con excepcional capacidad de previsién el peligro de un desenlace reaccio- nario y dictatorial. Realismo: “La fase actual de la lucha de clase en Italia es a faze que precede: bien a In conquist del pater politico por parte del proletariado revolucionario para el paso a xuevos modos de produccién y distribucién que permitau une recuperacién de la productividad; o bicn a tuna tremenda reaccién por parte de la clase propietaria y de la casta gober- nante”. Capacidad de previsién (que falt6 a los socielistas como a los bor- dighianos) : “No se ahorraré ninguna violencia para someter al proletariado industrial y agricola a un trabajo servil: se buscar destruir inexorabl mente los organismos de lucha politica dela clase obrera (partido socialis: ta). y de incorporar los organismos de resistencia econdmica (los sindicatos y las cooperativas) a los engranajes del Estado”. Cosa que se realizé, a con- secuencia de la derrota del movimiento obrero, del hundimiento del Partido Popular Italiano y de la involucién de la mayor parte de la clase dirigente. Y aqui hay que sefialar no s6lo el que subrayase el enfrentamiento de clases em proceso, sino la justeza de una hipétesis de tipo autoritario-corporativo que el nacieate fascismo apenas habia expresado, hipétesis atin oculta entre Jos velos de su demagogia o, para la mayoria de los observadores, oculta ineluso mas tarde bajo la brutalidad escuadrista. En 1921-22 Gramsei condujo una doble polémica: contra el oportunismo 16 socialista y contra el fascismo (que seguia analizando). En cuanto al fas- sismo se trata do la fase que hey Uemariamos una criss de enechuiente transformacién del movimiento en partido, crisis tan aguda, pero también tan répidamente resuelta, que provoce un rompimiento entre Ia linea de las “fueras clomentales” bratalmente antilasisias y predominentemente agri las y la Tinea mussoliniana, con su rostro “urbano”, predominantemente: po- Hitica. Con el afio 1921 se inicia um periodo de auge de la “guerra de movi miento”: los fasci se introducen en los bloques nacionales giolittianos, pactan con Tos socialistas y con la Confederacién del Trabajo, pero luego se fusionan sim residuos con las escuadras, y reanudan su “marcha”, rompiendo el pacto de pacificacién y pasando por encima de loe acuerdos de “tregua” estable. cidos a In sombra dol debilitado xégimen parlamentario y bajo el patrocinio del presidente de fe Camara de Dipotados. En este tormentoso periodo, como en Ia crisis que seguir al caso Matteotti, si siguiéramos el rastro de todos los articulos, declaraciones y juicios més’ inmediatos firmados por Gramsci © atribuidos a él podrfa observarse, entre un documento y otro, mas de une escilacién o disonancia. Pero asi como de aquella crisis, por toda una serie de circunstancias objetivas y subjetivas, el fascismo salié transformado y fortalecido —elevandose primero al gobierno del pais y consolidando luego su dictadura~, asi también el andlisis gramsciano descabre puntos de apoyo ‘mis precisos, definidos y estables. El anélisis de Gramsci es, ante todo, un andlisis de las fuerzas sociales en pugnas y el suyo es, en primer término, un intento de dividir al adversario, de procurar nuevas alianzas y una nueva direccién a la clase obrera, segtin Ja experiencia del octubre ruso, en Ia realidad italiana. Fs une linea en la que se mantendré incluso después del advenimiento fascista: alianzas con la Tucrea_catélica democratica, eon Ios partidos y sectores autonomistas de a pequetia burguesta y de los campesinos del mediodia, pero bajo la guia del rinevo partido. Date de abril de 1921 su importante intento de recuperar, en el sentido de una accién antifascista y popular, el elemento dannmziano que controlaba a wna parte notable de Tos ex-combatientes y que habia ex. trado en conflicto, sobre todo en el vértice, con Ia propagacion del “escla- io”.* Y de 1921-22 data el ataque a Giolitti y a los jefes de los iberales”, que-abandonan el terreno de la “legalidad” y no im. sino que incluso fomentan (primero y sobrc todo, a través de Bonomi como ministro de la guerra), el armamento y la avanzada de los fasct en ol pais y en los centros decisivos del Estado. No menos interesante, como re- vel6 ni primer lugar Alfonéo Leonetti, es la apelacién a la Constitucién, le- vantindose.Gramsci en defensa de las Tihertades colectivas que pisotea la Turguesia!® 4 CE Sergio Caprioglio, “Un mancato incontro Gramsct-D'Anuunzio a Gardone nel? aprile 1921", en Rivista dtoriea det socialismo, enevo-agasto de 1962. 5 Allene Leonent, Note gu Gramsci Urbino, 1970, exp, titlados “Lanaist del 10” ¥ “Proceso a'Giolit". asi i ‘Asi pues, el periodo del Ordine Nuovo semanal y, sobre todo, del Ordine Nuovo cotidiano, es el mas rico de documentos, pero es tambien un periods ie presenta no pocas dificultades interprelativas y que exige, de parte del tadiceo y del ‘etors una especial cautela cientifica. Se trata, en efecto, de fun momento clave para la evolucién del fascismo y_pora la contextual inter- Dretacién gramsciana; asi, por ejemplo, Ia distincién entre “fascismo tba no” y “fascismo rural”, que es una distinc ialéetica fecunda de mayores resultados y ya sintomatica de toda una orientacién ideal, nace precisamente qe to2l y) a fin de cuentas, qued6 como un punto de referencia de gran Smmpontane precisamente por hellarse vinculada a todo el método y onieu- tacién polities mas personales de Gramsci. En los textos de mayor enver- gadura, que nacen de esta experiencia ¥ que han sido adoptados como docu- Glentostbase del partido comunista, el fascismo que se esté organizando en instituciones de. tiy jictatorial es visto como una “continuacion” y coro seeeformaciOa fe la politica tradicional de las clases divigentes y del a- ppitalismo en In lucha permanente contra la clase obrera. En este cuadro eMfeaputs de au estancse en Moses y_ Viena resalta la relacién al comité contral de agosto de 1924 (Za esis italiana)» Las Tesi, de Lyon, por a vax en cl papel de coutinuacién-transformacién asumido por ¢ Peer “Mieded italiana el momento de la novedad: “En sutancia at festismo modifica el programa de conservacién y de reaccién que siempre te ortunda es flaana solamente por un modo diatinto ae om tal mmsceso He unificaciin de las fuerzas renocionarias”. Tl fascismo ‘como instrumento nuevo del dominio de clase— tendia en efecto a “reas senna anidad orgdnica de todas las fuerzas de la burguesia on wn: solo nganistmo politico bajo ol control de una central Gnica que deberia dirigir Suatamente: al partido, el gobiemo y el Fstado” (y esto ex lo novedoso AMe™Iinea ‘politica y en la organizacién soelal del capitalismo ‘italiano, gue word retomado por Togliatt en las Leccéones de 1985). El fssclsmoy ye ee rantre ae phmera “hase” en Ja poquefia burguesia urbana y en a ova bergueria agraria, se estaba convirtiende en un régimen de go- bi en la forma de organizacién de la “parte mas decididamente reae- cionarja de la burguesta industrial y de los agrarios”. : De. esta forma, adelantandose a los acontecimientos y eombatiendo jmplismo aczitico, Gramsci y su grupo anticipaban algunas de las posi nee oriadon ieee {a Lalernacional en el VIE Congreso. Sobre las vineu- Taclonee entre el eotaponente pequeficbargués y la base capitalista, que es ma caracteristica de esta interpretaciéu, disculir y txebajara Toghatti en aL atticulo A propdsito del fascismo, publicado en 1928 en el drgano de la Gntermacionale Pero entre 1928 y 1935, como es sabido, estas pasiciones, tan articuladas y cortectas como politicamente fecundas y riguroses, fueron ven_gran parte oscurecidas o abandonadas o silenciadas, bajo el impacto de © Ch Palmito Togliatti, Opere, 1926.1929, Homa, 1972, pp. 54259. 38. Ja doctrine del “socialfascismo”. La linea de esta tradicién e interpretacién gramsciana ¢ italiana (cl fascismo comprendide y visto como reaccién de tipo nuevo), tendiente a modificar o limitar ciertos esquematismos economi- istas prevalecientes en muchos aspectos al comienzo de los afios veinte entre socialistas y comunistas, habfa quedado de todas formas establecida y debia rendir sus frutos. En la cftcel (desde fines de 1926), Gramsci discutira. y eseribird afin sobre cesarismo y fascismo, sobre las ideologias reaccionarias y sobre la Contrarreforma, sobre el corporativisino y la erisis econémica, s0- bre el fordismo y los nueves métodos de organizecién del trabajo y de la produccién y, en sus proyectos de estudios sobre el Risorgimento, ast como sobre el papel de los intelectuales en la sociedad 'y en Ia historia italiana, la experiencia del fascismo y la exigencia de superarlo seguirin estando pre- sentes, en otra forma, pero sin solucién de continuidad. Con ello, el prisionero del régimen “ponfa al dia” su anterior aniiisie a 3a hue de los hechos la derrota del movimionto de clase, cl eclipec del Es- tado liberal, 1a consteuceitin del bloque de dominio fascista—o de aquellas informaciones més precisas y sintoraaticas que le era dado captar en su con- dicién. Manteniendo intacto su niicleo interpretative original, daba una nue- va prueba de saber valorar —més alli de cualquier esquema— las més in- timas y precisus coyunturas entre el momento estructural y los momentos institucionales ¢ ideolégicos del sistema fascista. A este propésito se ha dicho acertadamente que debe revalorizarse, para la comprensién del més maduro anilisis_gramsclang del fascismo, “aquel conjunto de notas, apareutemente nds Fragmeritario que otras”, ile aparecen en los Cuadernos bajo el titulo Americenisman x jordismo. Pero ya en este grupo de notas la referencia al fascismo,.o a los problemas que de él se derivan, incluso preliminares y petodoldgicas, no es siempre expresa; y serfa necéserio, anélogamente, un Foconocimionto bastante extenso y atento de todo’ el material de los Cuader- 13, lo cual no es posible aqui En el andlisis gramsciano del fascismo, tal como se desarrolléhistéricamen- te, pueden e incluso deben distinguirse los diversos momentos que estin en lo de una misma interpretacién. En general, ha sido subestimeda aque- Tia visién de la lucha politica y de clase a nivel internacional que en Grams- cies anterior a 1919, estando muy viva incluso antes de 1917. De esta fase —aue se expresa en el Crido det Popolo y en el Avanti! tarinés— rota un juicio sobre Ia crisis de la hegemonia burguesa que sapera en mucho el ho- rizonte nacional. Lo mas importante, a nuestro juicio, es sin embargo el nexo entre la visién de la erisis del dominio burgués ¢ imperialista tradieio- nal_y el juicio que Gramsci formula entre 1917 y 1918 sobre Ins caracte- isticas del sistema de poder existente en Italia, El orden autoritario tipico ¥ Ct, Franco Do Felice, “Ung chiave di Jottura in ‘Americanisna e fordismo’", ex Rinascita, 27 de octabre de 1972, 19 del esfuerzo de guerra impula a Gramsei 2 insistir, con acentos que escar- necen al adversario, sobre el “régimen de los pachas”, que se oculta tras la fachada parlamentaria del Estado liberal y tras una divisién de poderes particularmente falsa en Italia, e incuso sobre el hecho de que la burguesia italiana apenas ha Hegado en su desarrollo « nna “etspa corporativista”.* Entre estos escritos —aunque podrian citarse otros— y' Jos de Ia posguerra hay un nexo evidente. Sin embargo, surge un aspecto iuevo, el de la rebe: lin pequefioburguesa, el del intento de la pequefia burguesfa por actuar como clase independiente. El cuadro se presenta en aquellos “Estados lihe- rales metropolitanos que se deshacen en el interior, al mismo tiempo que el sistema de las colonias y de las esferas de influencia se resquebraja” a es cala mundial.” De estas contradicciones, que afectan 2 la politica interior y exterior y fincan sus rafces en las relaciones entre las fucrzas sociales, nace fl fascismo como fendmeno secundario, rival respecto a In génesis de un nuevo orden socialista, complementaria ¢ incso continuador de la reacetén burgnesa clisica. Entre 1920 y 1921 Gramsci tiende a subrayar, y lo hace en més de un articulo, casi como motivo recurrente, la relacién dialée entre fascismo y reaccién del Estado. De ahi la tesis, principal en cierto sentido, de Ia continuidad entre prefascisino y fascismo, qe legard hasta los Cuadernos de la cércel, continuidad que es particularmente notable y totalmente consciente por lo que concicme a la posicién del Estado y al com- portamiento de las clases dominantes2° Esto es el punto distintivo respecto a las interpretaciones centradas, en forma casi exclusiva, en el momento pequefioburgués y en la “guerra subversive” de un Sslvatorelli o de un For- tunato En esta fase, caracterizada por el nacimiento del Partido Comunista de Italia tanto como por la crisis del primer fascismo, la relacién entre agita- ciéu_de la pequefia burguesia y la revancha reacctonaria de la gran bur- guesia, en cuanto al andlisis social, no aparece ain en primer plano; per- manece més bien en el fondo. Por lo demas, a Gramsci no le intercsaba tanto un andlisis particular de] movimiento fascista —-tal como el que luego entré en Ja literatura polities ¢ historiogrifica—- como la relacién de conjunto (aunque no completamente aclarada) entre el fascismo y Ia crisis del Estado Inurgués. Con los articulos “El pueblo de los monos” (2 de enero de 1922) y “Los dos fascismos” (25 de agosto de 1921) lo qne se revela es el mo- inento complejo, de disgregacién y revuelta, el aspecto sociolégicamente pe queioburgués del fascismo. Pero también seria equivocado permanecer en la superficie de estos textos, por més brillantes y agudos que sean en cuanto © Ch. “M1 siformiemo borghess” (no flomado), en Avonti!, Ed, Piamontese, 5 de bre de 1917, ell regiine dei patel”, ibid, 28 de jullo de. To1s, roc: “Une sacelo etna gees (no fmads), e2 Ordiag Nasr, Yo, de mayo de 1 CF, tae ebservaciones de Valentino Gee: f rivoiuvione passiva", on Riwscita, 27 de getmbee de 2972, 20 a la caracterizacién del fendmeno —por lo que muy pronto se volvieron to: talmente ejemplares— y pasar por alto el lazo que los une por un lado a le tis yasta vision de la erisis que los precedié, y por el otro a los resuk tados a los que llegé Gramsci poco tiempo después. Es preciso insistir ademés en. otro agpecte, decisive. Ya ha sido subrayada —en particular por Spriano-- la “fasién, o al menos el nexo estrechisimo, entre la produccién tebrico-politica y una actividad editorial de organtrador, de propagandista, de creador de cultura proletaria” que caracteriza la per- sonalidad politica de Gramsci pero lo mismo vale, sin duda con mayor razén, para el intérprete del fascismo. Ciertamente, no se puede descuidar el hecho peculiar de que la idea del fascismo en Gramsci nace de toda una serie de andlisis concatenados, que sin duda escapan a una definicién glo- bal, pero que al mismo tiempo Megan a conclusioues eontingentes dictadas por Ia urgencia de le lucha, como sucode cuando el articulo “Los dos fas- Gismos” pasa 2 indicar la “misién de los obreros y de los campesinos revo- Tucionarios? frente a Ia “altanera reaccién capi ‘La tercera fase de pensamiento gramsciano sobre el fascismo, después de Ja subida de Mussolini al poder corresponde @ um proceso de’ maduracién cn el que se organizan los elementos parciales ya anticipados por Ia anterior experiencia politica. Proceso de maduracién que corresponds, a su vee, a Ta conquista por parte de Gramsci de la hegemonia en el Partido Comunista de Italia, a una ampliacién de horizontes y a una profundizacién teérica en Contacte’ con la tealided.soviétie.y la Internacional, Fn esta fase, en la que empiezan a aparecer Jas elaboracioes més orginicas y articuladas ya mencionadas, adquirira relieve el problema de la relacién entre estructura ¥ superestructura en el fascismo y en el sistema politico fundado por éste. De sta Tase, en la que Gramsci mantiene sus posiciones, las hace mis auténo- mas y claras y trata de afirmarlas en el curso de la “construccién del par- tido™, se pasa bastante bruscamente, al menos desde el punto de vista formal, al illimo.periode, el periodo de la efrcel: aqui la relacién entre anélisis polémico e investigacion tedrica cambia naturalmente de signo, y el intelec- tual parece predominar sobre el politico. : Eseribiendo y hablando rucho menos del fascismo, en realidad Gramsci recorre ahara con ta mirada todos sus aspectos, sus motivos y caracteristicas fundamentales, como una gran multiplicidad de elementos y problemas par- ticulares y reconducibles a cuestiones més complejas. Siempre exquematizan- do, puede decirse que el joven Gramsci presintié en los afios de guerra la amplitud y sobre todo la profundidad del couflicto que se estaba desarrollan- do on la trama social de la época: sin lo cual hubieran resultado incompren: sibles también el andlisis, la previsiéa, las advertencias de Ja primavera de 1920; mientras que a continuacién el desarrollo intimo de In reflexiéu te5- 1 Cf, Paolo Spriano, “Inerodusioue” a Antonio Gramsci, Scritt? politic. Rema, 1973, nad aL rica past 2 coucentrarse en la dinémiea del moyizaiento social del feseismo, en la formacién de un nuevo bloque y sistema de poder. En todo el periodo de Ja edreel, sin embargo, Gramsci se mantiene firme en el priveipio euun: ciedo en el primer niimero de Ordine Nuovo: “La historia es pereuvidad; el rmal_no pucile prevalecer, el desorden y la barbarie no pueden prevalecer, el abismo no devoraré a Tos hombres”. Desmentido por los kechos en la previsidn de un nuevo orden revolucionatio a corto plazo, este principio tien- de a traskadarse al terreno de um proceso histérico més large: de ahi In no cesidad de nuevas categorias interpretativas, el nuevo nivel tebriea alean: zado por Gramsci después de 1926. El fascismo, que ya en a sintomatico 1921 Gramsci vio como “na téetica coordinada de la hucha capitalista”,?= sera asumido dentro de sus limites como un “paréntesis” (la expresién es empleada en un parrafo @ propésito de Rossoni y del sindicalismo fascista) © una nueva prueba de las leyes sociales ¢ historicas, y es estudiado cada vez mis desde un ngulo cientifico; pero precisamente porque la investiga- ci6n es en cierto wodo comparada, east interdisciplinaria, auugue esta pi- labra no sea la més justa, mientras Ie cusiosidad en la investigaciGn, el esti rmulo para la lectura, Ta uecesidad de actualizacién parecen inagotables. La naturaleza del fascismo, sus formas peculiares, su legada y su probable desenlace son reexaminades la luz de un pensamiento que, no obetante la aparente fragmentariedad de la forma, resulta mas cohesionado y maduro; y a veces, precisamente sobre In problemética fascsta-antifascista, so pruehan los instrumentos de auilisis e interpretacién propios de Gramsci: la sociedad I, cl logue histérico, la guerra de posivién o de movimiento, la revolu- ‘in pasiva, el coneepto de hegemonia, Subsiste, con ello, un nicleo de inte reses mis particulares, basicos desde el punto de vista de la informacién, los relativos a la pokitica ceonémica, sindical, cultural ¢ inclnso exterior del gobierno y del régimen, puntualizadas en cierto niimero de notes 0 apun- tes} poro en este caso ce corre cl riesgo de aislar el contenido del contexto general y de redutir a un fro ctilogo casi nominaisa Ta unided do une investigacién que tiende —mas alla de todos los rssgos de precisién, de agu- dora, de pasion que fueron. propios de: Gramsci ante el fendmeno face, sus inctituciones y su dialéctica— a la exigencia de superarlo y de resolverio en una mueva historia, En cuanto a la relacién entre uno y otro periodo —antes y después de 1926 —"oeten suas poptoas de Tee Caadefnas Tas euales, bape el tulo “Lucha politica y guetta militar”. Gramsci reexamina la experiencia del “ardiioma”. Son piginas tan, roveladras como importants; ol pisonero je Mussolini nos entrega un elemento de verdad, en el que se refleja toda la Shgestiga del peesdos. pero advertimas tambien ah un descubsimiente as 52 CE, “Uno sfacalo e una 28 Cf “Il varnefice la. yittima” al, Tirmado), en Ordine Nuovo, YT de julio de 22, imprevisto— de inétodo: “el verdadero arditismo, 0 sea eh arditismo moder- no, es propio de la guerra de posicién, tal como se reveld en 191418", Esto fs, se remonta al trasfondo del fascismo, de su ideologia, de su téctica (at ‘complejo cuadro estratégico social del que es expresién) ; directa es la lec- tién que de ahi se deriva para el partido y el movimiento obrero: “en la lucha politica es preciso no imitar Jos métodos de lucha de Jas efases domi. nantes, para 0 caer on faciles emboscadas”. Y también: “fijarse en un modelo militar es una tonteria: la politica debe ser también aqui, superior tla parte militar. Sélo Ja politica evea la posthilidad de Ja maniobra y de tnovimiento” Ahora bien, este tipo de reflexién —que se encuentra por primera vez en los Cuadernos— no contradice la experiencia de las Tuchas Be clase de 1920-22; como linea general nos hallamos més bien frente “da principio a una nueva ciencia de nuestra his- una interpretacién toria y de nuestra polit En este caso particular, el sustrato del que parte Gramsci para reexami- nar tedrieamente Ja relacién entre lucha politica y guerra militar es aquel iniamo de los “arditi del pueblo”, o sea un problema de orientacién acerca del enal el Ider ordinovista habia polemizado con su propio partido (Bor- align), contra las coneepciones elitistas de derecha y de izquierda que allo yarn en el curso del enfrentamiento. Desde este punto de vista puede deci fe incluso que la cuestién de los “arditi del pueblo” constitnye el embxién de una praxis uuitaria antifascista, en la que el meollo do Ja interpretacién {lo clase y proletaria del movimiento adversario no se pierde en absolute, y fen la cual se subrayan vigerosamente Ja distincién, le autonomia, Ia funcién Uirectiva del partido comunista. ‘ties un punto importante para comprender la particularidad del antifas- cismo grameciano, para llegar a Ia coneepeién del fascismo que Gramsci re Coufirma, dilyeida y desaryolla en los aiios de la eércel. En la recordads eon- ferencia de Topliatti (1952) hay un pasaje que ayuda a comprender el anode y las dificultades (Jas “diez censuras”) que el prisionero tuvo que experi~ Inentar en su aproximacién a las cuestiones del fascismo: “En los Cuader~ has de la cércel, pensados y escritos ene) curso de este camino, el término fascismo apenas se encuentra en algunas observaciones inspiradas en temas actales de organizacién de la vida piblica. Pero estas observaciones son seasas, Sin embargo, es precisamente a Jas reflexiones de los Cuadernos, nis sexenae, profundas, que enfrentan con aparente desapego los temas de Ja deetrina y de la historia, a las gue recurrimos para, tener una visién, co hhetente de.esta ideologia de combate por Ja libertad que para Gramsci es el autifascismo. Una. pregunta no formulada nos acompafia, si sabemos leer, 14 CL, Antonio Gramsck Notas sobre Maguiacela, sobre polttiea y sobre el Estade mo- dderno, Ba. Tuaw Pablos, México, 1915, p. 91 ie Palmivo Togliati, Cramsct, Roma, 1972, p. 101 euaderno por cuaderno, pigina por pigina: emo ha side posible esto? {Cémo eso podeé terminage™ Pv MENS? este he side posible eta diseurso de teoria politica de los Cuadernos presenta, pues, este doble ¥ constante cuadro de referencia. El primer impulzo deriva de la exigencia de severidad revolucionaria, de revisién politico-cultural que Gramsci ex- presa ya en 1923, a un aio del triunfo fascista: “Hay que hacer uma dee. Piadada autocritica de nuestras debilidades, es preciso empezar por pre tarnes por qué hemos perdido, quiénes éramos, qué cosa queriamos, a dande qqueriamos llegar [...). Por qué los partidos proletarios italianos han sido siempre débiles desde el punto de vista revoluciouario? 2Por qué han falla. dio cuando debian pasar de las palabras a Ia accion? Fllos np conocien le situacién en la que debian actuar, no conocian el terreno en el que tendian aque dar la batalla" Do estas Tnstuclas autociticns eugioestivan: see no por casualidad fueron dirigidas a la Voce della gioventié (Voz de ia ju- ventrd), nacen los estudios que Gramsci emprende en la prisién. Aqui la referencia al fascismo vuelve a ser divecta y explicita, urgent, cuando al prone so Te ofteee Ia oeasin —a fines de 1930 no de escribir sino lar con un grupo dc oompatieros sobre las perspectivas del régimeu, desde el punto de vista de lac relacones sociales y politicas, De esto ane he dejado su icstimonio Athos Lisa, en el informe de marzo de 1933 al comi central del partido.* é&te os —a grat ist6rico del pensamiento gram: sciano 2 propésito del fascismo, falta identificar ol seutido de algumes ree Fieaciones que brotan poco a poco de una inisma evolucién. Hemos sef lado ya eémo el anilisis de la madurez —el estudio del “terreno”, o sea de Ja historia y de la sociedad italiana— tiene su origen ca un planteamiento anterior incluso a la manifestacién del movimiento y del partido faseista se que aquel anilisis se articula y organiza en la medida en que, tuna yer conquistado el poder, el fascisme tiende « convertirse en sistema de dominio, saturando la sociedad civil y el Fstada. En torno #1921 e inme. diatamente después, Gramsci toma cada. vex mds en consideracion el papel y el cambio de posiciin de la pequefia burguesia, hasta Negar a considerarla Tahase dé masas de la contraofensiva reaccionaria contra el movimiento obte ro y socialista. ¥ en efecto, en los Cuadernos se unen a este motivo de fondo Jas notas sobre Ja literatura nacional-popular, sobre el brescianismo, sobre el ‘oriaismo y, general, tods In inestizcion sobre Tos inelectuales y Ta organizacion’ de la cultur Pero Gramsci partié —en una porspectiva revolucionaria amarga y pre- cox— de una definicién dristicamente negative (reaccionaria) del Estado 6 Ibid, yp. 200-102. ¥ Ch Remo Mantinehi, “I ‘Che fare?” di Gramset nel 1925", en Studi etoriei, aetue brediciombre de 1972, 18 Ch. "Diseustone ps Rinascita, 2 de Gielembs itica cow Gramect in earcere”, a cargo de Franco Versi, eo de 1964, By liberal tradicional, y bajo la urgencia de Ja crisis revolucionaria habia aven- turado en una {6rmula la “auseacia del Estado, del viejo Estado burgués- tepresentativo”, y To hizo conduefendo la investigacién paralelamente antes aun sobre Espatia que sobre Italia. En el joven Gramsci, reaceién y fascismo, defensa y autodefeusa de clase del Estado y movimiento reaccionario de masas parcialmente autéuomo_ apa- recen todavia indistintos y confusos, o al menos insuficientemente articula dos. Ya en 192} esta posicién —que tione cierta relacién con las versione de naturaleza economicista comunes tanto a la tradieién socialista como al hordighismo— es o esta a punto de ser superada, Gramsci niega rotunda: ‘mente que en el fascismo exista un niicleo idcoldgico autémomo y original: en el fascismo lo esencial no es Ia posiciOn tictica ocasionalmente enunciada que es posible hallar en su interior, sino la relacién con las fuerzes sociales fundamentales. Por el contrario, lo que resulta un dato constitutivo del fascismo es el hecho de que, por primera vez, viene a representar una orga nizacién de masas nacional de las capas medias que pretenden progromét mente la direceién del pai En el curso de la lucha —y por lo tanto de un anélisis aim parcial y pragmatico— Gramsci, aunque abriéndose a un horizonte nacional, insiste inicialmente en los datos que se le ofrecen en su observatorio turinés. Segura- mente a esto se debe cierto esquematismo en la relacién entre agratios ¢ industriales en los origenes del fascismo. Pero d todo este petiodo est viva la polémica con Giolitti y La Stampd, a yiropdsito de la posicién adop- taida-frentea: los jasc. La relacidn entre reaccién agraria y capitalismo in dustrial que esta detras de Ia organizacién, la entrada en la palestra y la valorizacién del fascismo como instrumento de lucha de clase (tal conio se yerifiea en un amplio tablexo de juego, con un trasfondo aiiu poco conocido) aparece por tanto en los primeros andlisis gramscianos hasta cierto punto ligado a la erénica, y resultan privilegiados los componéntes agrarios, in- luso_en zelacin a ‘su funcién de. ablandamiento en eiertos periodos ( lencia del escuadzismo) y en cfertas regiones (esbozo de una liner Toscana: Fmilia-Veneto). Pero hay que subsayar también que probablemente para Gramsci seguia siendo valido el otto punto de partida, expresado hacia el fi de Ia guerra y en la primera posguerra, dc la funcién piloto del capita- Jismo industrial (sobre In cuestién de Fume, por ejemplo, y sobre el mo- vimiento danmmziano) cn el Ievantamiento revanchist y en la reaccién antisocialista. Asi, el fenémeno de la integraciéu entre los diversos grupos buraucses cx el capital financicro no es tratado en forma especifiea, pero existen momentos en los que Gramsci sefiala con fuerza la porfia y el papel ineluso dominante de los agrarios en la organizaciin bancaria del pai El fascismo en el poder, la formacién del régimen, luego el intento cor 28 Cf. “Spagna”, en Ordine Nuovo, To. de mayo de 1919, publicado también en Avanci? lel 6 de mayo, eon et titulo “Un passe senza Stato”, 25 porativo, la crisis cconéinica mundial —en unién de todo un nuevo alicuto metodolégico—~ representan para Gramsci el estimulo para un reexamen de Ta cuestiOn entera. En conjunto, es preciso observar que Grensei no se pro- pone el problema restringido de los origenes del fascismo que obsesiona con resultados diversos—~ a la politica y Ia historiografia democratica y Rberal, sino que ve mis lejos y busca mas @ fondo en las estructuras, en tendides en un sentido muy amplio. Hay un elemento de continvidad entre al joven Gramsci que en su poli on Corradini escribe Lucha de clases ¥y guerra (1916) y el hombre maduro que en 1930 dice a sus compaiieros: “Fi faseismo, en Ttalia no puede ser evaluado exactamente sin encuedrarlo en la listoria del pueblo itabano, en la estructura econémica y politica de Italia”, Un primer punto de maduracién en sentido Ieninano —que reper: ‘cite también en la idea del fascismo— se sitia, en la vida de Gramsci, entre T8Z1 y 1924, cuando se superan los Kimites, inchiso politicas, de la expe- riencia de Turin, Por estas particularidades de enfoque y de desarrollo del pensamiento rameciano ante la temética y problematice “foscsta"y ha resultado. dif hasta ahora iusertar Jos resultados en el discurso en buena parte académico y tipolégico sobre los oxigenes y sobre las interpretaciones del faseismo. Esto se he visto, y se ve aiin, también por lo que respecta a la otra academia na- cida o renacida en la “izquicrda” del movimiento gramsciano. De algunas tes, por ejemplo, y también de partes opuestas, con sintométicas coinci- fret ee ha instil exeeivamente (eH hecho de elo vn oso fu mental) cu la relacién entre pequeia burguesia y capitalismo o en la rela re clase agraria y capitalism industrial: Grameci se hubiera convertido en simbolo 0 punto de partida de una interpretacién “atrasada” del fas- cismo, y por lo tanto de una posicién todavia subalterna, de una politica de- fensiva. Desde este 4ugulo se acaba sin embargo, la mayor parte de las veces, por prescindir de le tradiciéu y de la cultura del marxismo, tal como se delined y crecié en Italia (de su lenguaje); 7 permanece el hecho de que Gramsci es_ya en 1021 el Ginico teérico-intérprete-antagonista del fascistno 4 quien no ee le esegpa fa complejidad unitaria del fenémeno. Gramsei es el “piiméro en poner el fascismo en relacién directa con la problemitica impe- Tialista y clasista: y éste e2, a nuestro juicio, el punto que se revaloriza en Ja lectura de sus escritos. a ' i‘ ‘Tomemos sélo dos pnntos, explicitamente vinculados a In Incha: “ZQué es cl fascisino, observado a estela internacional? Es el intento de resolver los problemas de produccién y de cambio eon ametralladoras y revélveres. Las fuorzas productivas hau sido arruinadas y destrozadas en la guerra imperia- lista, ctoétera”;® “[...] el fascismo, ol verdadero, que los campesinos y obreros emilianos, vénetas, toscanos conocen por a doloresa experiencia de Jos iltimos dos aiios de terror blanco, continuard, aunque quiz cambiando 2 Cf, el artfculo “Italia © Spagna” (no firmado) on Ordine Nuovo, W de marza de 1021, 26 de nombre Mis que para cualquier otro “autos” (jGramsci no escribid ‘mca un ensayo dedicado iinicamente al fascistao!) ‘se trata de ir mucho mis allé de las férmulas extrinsecas, de valorar en su contexto teal (que es también un contexto continuamente variable) una vision peculiar de la iucha politica y de clase, centrada en un interés preciso por cl escenario iu- ternacional. En esta lectura més realista de le obra gramsciana, el afio 1924 adquiere articular relieve. Contemporaneamente miadura, 0 casi, ana nueva disloc cién del fascismo en la sociedad italiana y del naciente grupo granisciano en el partido comunista. Es importante, a este respecto, la argumentacién contenida en la carta a Scoccimarro y Togliatti del lo. de marzo, en ia que se euuncia Ia “distincién entre fascismo y fuerzas burguesas tradicionales que rng se dejan ‘ocapar’” (ol Corriere della Sera, Ia Stampa, la banea, el estado shayor, la Coufederacién de la Industria). Pero el texto cétapleto de la carta citeunserihe y especifice esta “distincién”: para Gramsci sigue siendo vilido que “estas fuerzas [...] en el poriodo 1921-22 aseguraron el éxito del fas- cismo para evitar la caida del Estado”; y ademas el Corriere tiene “una con- Gepei6rr ine italiana, més unitaria —més comerclal y' menos industrial” de Ta sitiaeiOn que la’ manifestada por la Stampa Aqui, en este pasaje, los vértiees dé la maniobra del gran capital italiano resultan resumides en la constatacién de In hegemonia del norte industrial-comercial sobre la misme reacciGn agraria del valle paduano; y se trata de una clave interpretativa de notable importancia por cuanto la carta esta destizada a sentar las bases de las tesis del congreso de Lyon. Por Jo demas, éste es también el periodo_« que Gramsci propone e} nombre PUnitd como réplica estratégica y téctiva programatics, dof movimiento obrero de clase hegemonizado por la fuerza comunista.?® Con las Tesis de Lyon se llega, pues, a una sistematizacién orgénica del pansamiento. gramsciano sobre el fascismo y freute al fascismo. Una madu- sacion ulterior so produce en Ja ercel, cuando Grannsti estudia los elementos —los primeros y fundamentales clementos— de la politiea en una continua confrontacién con Ia cultura contempordnea y con la historia nacional-popu lar de Italia, La idea y la tesis de una Conctituyente en funcién revolucio- naria (aliauza de los obreros con los campesinos, separaeién de éstos del loque reaccionario), si politicamente se dirige, ou 1930, contra enalquier residuo maximalista en el partido, se une también « una hipétesis de wovi- miento, vuelta‘a proponer por la crisis econémica. La comprensién historica 1 CL el articulo “I due fascisni” (no firmado) en Ordine Nuovo, 25 de agosto de_1934 = CE “Gramaei « Scoccimarro ¢ Togliatt” en Palmiro Togliati, La formasione del grupo dirigente del Partido Comunista {atiano. Roma, 1962, pp. 223.24 ‘CE. Antonio Crameci“Letera inedita per ia fondasione dal'U bare de 1023), ca Rivista Storica de! Socialismo, encro-abeil de 1963, Mei * (12 de sepriem: cargo de Stefano 27 —en sentido lato— del desarrolio de [a Italia contemporénea (y por lo tanto del mismo fascismo) y la identificacién de la perspectiva posfascista del mo- miento comunista: son étos los dos polos del pensemiento gramsciano en el periodo de la cércel. Y aqui conviene observar que por lo que concierne a las perspectivas politicas posfascistas, Gramsci las identifica y halla a co- ‘mienzos de los afios trointa en a relacién de fuerzas entre un bloque politico- social y otro. “Al partido —escribia Gramsci entre otras cosas— ee le plau- fea el urgente problema de realizar la hegemonia del proletariado, sin lo cual no es posible hablar de conquista del poder. Es preciso que el partido se encuentre preparado pare la mas extrema defensa de la burguesfa, la cual puede llegar en Italia a ceder incluso la tierra a los campesinos. El problema fundamental es y signe siendo el de las relaciones de fuera de clase.”™ Re- conducido al terreno politica, contextualmente a la elaboracién de Ameri canismo y jordismo, es éste ol punto mas alo a que llega la concepcién grams ciana del fascismo. Los dos elementos, retrospective y-de perspectiva, constitnyen pues los dini- cos limites que Gramsci se pone en su exploracién de la realidad del siste- ma. Gramsci es el hombre por excelencia de la lucha contra el fascistmo, & cuya superacién consagra toda su vida y todas sus energfas intelectusles y morales; pero, aun cuando pertenece, y tam plenamente, la circunstancia y a la historia del antifascismo, no sera posible definirlo winea, ex. ningxin momento, como simplemente un “antifascista”, en el sentido que esta pala bra ha venido poco a poco adquiriendo. Su mismo interés. tedrico por el fas- cismo se liga y remite de continuo al interés por Ja historia de las clases subaltérnas y por su emancipacién, a la reflexién sobre el Estado y la soci dad civil italiana, a los problemas de la revolucién, y por lo tanto a Ia es peculacién sobre Ia politica, fos partidos, ef moderno Principe. De abi la diferencia metodolégica de cualquier otra intorpretacién del fascismo, su constante postura desinitifiesdora, sn incesante y largo esfuerzo analitico y tendencialmente cientifico, que se afirma lo més posible en tocar siempre nuevos temas y problemas. En este sentido tenia razén Togliatti cuando de. finfa el antifascismo de Gramsci, i fernacionalista, como “una Goctrina, en sustancia, de Ia renovacién de Ja aacién italiana”.* Hoy que el choque entre democracia, socialismo, neofascismo, parece incluso reavivarse y reproducirse, en una allernativa mas estrecha entre nevas for mas autoritarias y postbles desarrellos de tipo socialista, los escritos y las intervenciones de Gramsci sobre In problemitica histérico-social del fascisino siguen vigentes en toda su capacidad de andlisis. Son paginas que pertene- cen plenamente a la kistoria civil de Talia y de nuestro tiempo, y por si solas constituyen nn instrumento de investigacién siempre valido y precioso. En ellas se refleja —y sigue explivandose— cl drama de medio siglo de 24 CL, “Diseussione politica con Gramset in carcere”, cit, p. 2 2 CE Palmito Togliaul, Grams, cit, p. 10) 26 Vida italiana, Y a ellas, precisamente por la fusiin de espiritu cientifico y de pasion politica, en el sentido mis amplio y también mas noble de ambos términos, deberian acudir, més ain que los antifascistas, que en tan gran me dida las han compartido al menos en sus presupuestos y resultados: mas n0- tables, todos aquellas que evidentemente han permenecido ajones @ un reexa- men facional y social que, sin embargo, no puede dejar de imponérseles también a cllos. Pero aqui enfreutamos —y también en esto la peculiar herencia gramscia- na reconfirma su actualidad— la otra, més grave, cuestién del agnosticism frente a las euestiones historico-socialés y politicas continuamente replantea- das por el fascismo de hoy como por el de ayer, agnosticisme compertido y practicado, hey como ayer, por una parte tan notable de los alineamientos entristas, democraticos y moderades. A Ta.Italia del 25 de abril se ha intentado, y aim se intenta, contrapons® la Italia del 25 de julio,* ae una farisitién o “revoluciém pasiva” de tipo autoritarie, que no logra suprimir, porgue eu el fondo no quiere, el viejo o el nuevo fascismo de la vida politica oiial, remitiéndase en esto a precisas instancias de clase y situacionce internacioiiiles. Pero también en este terreno, qae ha condicionado mas 0 ‘menos conscientemente una parte tan grande de la dase politica postascista € incluso a las no secundarias de la intelectualidad “democritica” ant cista, en el fondo mas cercana a Croce que a Gramsci, porque est ins cor ca del viejo liberalism que del socialismo marxista, los Cuadernos de la céreel ofrecen una perspectiva extracrdinariamente sugestiva y fecunda. Per- mitasenos, pues, concluir eltando extensamente un largo y trascendental pa- donde Gramsci responde con sus categorias a los “paradigmas de hi toria ético-politica” usados por Benedetto Croce Quiz no carezea de significacién el hecho de que en los primeros afios de su desarrollo, el fascismo afirmase su vinculacién con la. vieja derecha 0 derecha histérica. Podria ser una de las tantas manifestaciones paradojales de la historia {una astucia de Ia naturaleza, para decirlo a [a manera de Vico) el que Croce, movido por preocupacionts determinadas, contribu- yese al reforzamiento del fascisinc, proveyéndolo indirectamente de una justificacién mental, Iuego de haber contribuido » depurarlo de algunas caracteristicas seenndarias de orden superficialmente roméntico, pero no por eso menos irritantes para la compostura clisica de Goethe. La hipote- sis ideolégica podria ser presentada en esos términos: existirla une revo. Incién pasiva en ef hecho de que por medio de Ja intervenci6n legislativa del Estado y a través de le organizacién corporativa, fuesen introdl en Ia estructura econdmica del pais modificaciones més @ menos profundas * EL 25 do julio de 1948, Mussolini os dertibado por un golpe de Estado. [E.] 24 Gromsei, KI materialism histérico y la filosofia de Benedetto Croce. Ed. Noove a, Buenos Aines, 1973, pp, 198201 Vi pata acentuar el elemento “plan de produccién”, y se acentuarfa la socia- lizacién y cooperaciéu en la produccién sin por ello tocar (0 limitindose sélo a regular y Hecalizar) In apropiacln individual y de grupo de Ta ia. En ef cuadro concreto de las relaciones sociales italianas, éta ser Ia nica solugién para desarrollar las fuerzas productivas de Ia industria bajo la direccién de las clases dirigentes tradicionales, en con- currencia con las més avanzadas formaciones industriales de paises que monopolizan las materias primes y han acumulado capitales imponentes. Que tal esquema pueda traducitse a la prdctica, en qué medida y a través dle qué formas, todo ello tiene un valor relativos lo que importa politica ¢ ideoldgicamente es que puede tener, y la tiene realmente, In virtnd de ‘rear Un periodo de expectacién ¥ esperanzas, especialmente en ciertos gru- pos sociales italienos, como la gran masa de pequefios burgueses urbanos y rureles, y por Jo tanto, de aantener el sistema hegembnico y las fnerzas de coercién militar y civil a disposicién de las clases dirigentes tradicio- nales, Esta. ideologia serviria como clemento para una “guerra de posi- cin” en el campo econémico (la libre coneurrencia y el libre cambio corresponderian a la guerra del movimiento internacional), asi como la “revolucién pasiva” en e} campo politico. En le Furopa de 1789 « 1870 se ha tenido una guerra de movimiento (politica) en la Revolucién Francesa y una larga guerra de posicién de 1815 a 1870; en la époce actual, la guerra de movimiento se ha desarrollado politicamente desde marzo de 1917 hasta marzo de 1921, y ida por una guerra de posicién, eayo representante ademas de préctico (para Italie), ideoligico (para Europa), es el fascismo. Es sobre la base de este conjunto de consideraciones que Gramsci, en 1032, para evitar que prevalezea bajo nuevas formas la “guerra de posicién” {siempre encarnada en ol fascisimo 0 en mn ncofascismo-posfascista), en una Constituyente democritica de tipo revolucionario, abierta a diversas soluciones y capaz de abrir en la historia del pais ua nuevo ciclo politico y social. Pero en la medida en que este proyecto ha sufrido un compas de ex pera o una detenciém, en, correspondencia con el prevalecer (bajo un signo ideoldgicamente distinto de los médulos crocianos) de los paradigmas ético- politicos y productivos de las “clases dirigentes tradicionales”, el problema fel neofescismo, ya menciousdo antes, ha ynelto también a ser actual, De abi la valider de Grarasci wo sélo a efectos de una comprensién histérica del faseismo “clasico”, sino también de un andlisis adecnado y de une batalla politico-idcoldgica ‘correlative, no unilateral, de nuestso ticmpo, de nuestra sociedad posfascista, de sus métodos de gobierno y de produccién, y de aquel neofascismo que no casualmente ha sido alimentado por ella y en ella se ha introduetdo nuevamente. 30 ADVERTENCIA La presente seleccién ha sido ordeuada con referencia a los principales mo- montos de desarrollo del faseismo, asf como a los mas relevantes prntos politicos y todricos (iuteepretativos) afrontados sucesivamente por Gramsci. Aun tratan do de reducir al minimo aquella dosis de arbitrariedad que subsiste en cual- {quier criterio de scleccién, se han preferido los textos en los que el autor tendia 2 hacer explicito su punto de vista partienlar en térniiuos que se aproxitna sen aun encuadre histérico general. F Entre escritos similares 0 coetiiness (es el caso de 1921) se han incluide Jos menos vinculades a la expresién contingente, pues de otra mauera la seleceian hubiera necesitado otro volumen. El material ha sido dispuesta, en la medida de lo posible, segiim un orden cxonolégico, afio por afio o perio por periode. Por Jo general nos hemos confiado a las ediciones ya eonocidas. Tn dl apéndice se han incluido dos importantes documentos sobre la posicién de Gramsci ante el fascismo, durante el proceso y en la carcel : ‘Al ordenar cl material no se ha hecho distineién entre articulos (pref riendo 10s mas seguramente atribuibles), cartas, discursos e informes, ena: demos de la cércel. Nuestra seleccién pudo integrarse cou algunos escritos de 1919-1920 relatives « la crénica del faseismo turinés; con varios apuntes de investigacién y de estudio y de notas bibliograficas; con diversas notas de Jos Cuadernos mis © menos atingentes al tema sobre todo por lo que com- ne a las cuestiones de politica exterior. ‘Los textos, salvo dos o tres casos, aparezen completos; Ios titules son los originales 0 los de ln edicion de las Opere, salvo algunas excepeiones, indi- cadas a pie de pagina 31 SOBRE EL FASCISMO: LUCHA DE CLASES Y GUERRA* La doctring de Karl Marx ha demostrado incluso altimamente st fecun- didad y su eterne juventud ofreciendo un contenido légico al programa de Jos més encarnizados, adversarios del. partido socialista, a los, nacionalistas Corradini saquea a Marx, después de habeslo vituperado, Transporia de 1a dlase a 1a nacién fos prineipios, fas constataciones, las eriticas del estudioso de Treveris; habla de nacioues’ proletarias en lucha contra naciones eapita- listas, de naciones jévenes que deben sustituir, para la evolucién de la histo ria mundial, a las naciones decrépitas. Y encuentra que esta hicha se expl en la guerra, se afirma en la conquista de los mercados, en Ia subordina- ‘din economia y militar de todas lar naciones a una eolt, 2 aquella que, a través del sacrificio de su sangre y de su bienestar inmediato, ha deiostrado ser la clogida, Ix digna. Por esto Corradiné no se opone, al menos de palabra, a la lucha de cle ses, “Suprimir la lucha de clases ~dico—- es lo mismo que snprimir le guerra. No es posible. Ambas son vitales, la una dentro de las naciones, la otra fuera. Sirven para mover y reabastecer de material humano fresco, clases, naciones, al mundo.” Posp este saquea de tas ideas marxistas pera fines na- cionalistas tiene el inconveniente de todas las adaptaciones arbitrarias; carece de.tina hiise histérica, no se apoya en, ninguna experiencia. tradicional. Por ‘sal desde el punto de vista de la légica formal los xazonamientos de Co- riadini no tieuen fallas, pero pierden todo eu valor cuando pretenden conver- tirse en norma de vida, concieneia de un deber. La historia no tiene ejom- plos de uno igual a uno; esta igualdad es una formule aateniitica, uo constatacién de selacién entre dos realidades afirmedas en el pasado o av- tuales. Fulano es igual sélo a si mismo, y eso algunas veces; no Fulano nifio igual a Fulano hombre adulto. Y asf tarabién le clase no es igual @ la naci6n y por lo tanto no puede tener las mismas leyes. Tanto es ast que después de afirmar el principio, el mismo Corradini pone tales limitacfones que aca- ba, sin darse cuenta, por arruinar toda su constraccion. Afirma quo os pre- ciso ensedar al proletariads el maximo respeto por la produceién, Y por produccién Corradini entiende el capitalismo nacional, o sea aquel conjunto de actividades econdmieas. buenas y malas, naturales y ficticias, que en parte sirven para aumentar la riqueza invertida en még © Avontit, ed. piamontess, 19 de agosto de 1916, No Sismada, 35 presas [uma palabra censurada] los socialistas quieren socializar In explota cin, y on gran parte viven a costa del bienestar general y por Jo tanto os- pecialinente del proletariado. Y respetar esto resulla un tanto diffell a los proletarios, los ctales no hacen la lucha de claces solamente para almentar los salarios, como cree Corradini, admirador naturalmente de los reformistas nacionales, ‘sino especialmente para poncr a sn propia clase, que Mebaja, en cl Ingar de In clase do los capitalists, que la hace trabajar. Y esto es asf por aquel incipios fundamentales del espfritu humano, por los cuales cada hombre quiere que su actividad sea auténoma y no subordinada a la volun. tad y a los intereses de extrafios. Y como la burguesta francesa, exalteda por Corradini, luché por su autonomia econémica y_ logré simultdneamente tam- Dién la realizacién de Ja autonomia nacional, que antes no existia, asi ahora l proletariado internacional lucha por algo que afin no existe, porque siem- pre se lucha por consiguir alguna cosa que todavia no se pose. Y¥ cesta nacién proletaria que es la unifieacién de todos Ios proletar soundo, supera a la nacién tanto como Karl Marx, que nutria su légica de realidad histérica, es superior a Enrico Corradini, quien se ierte Henando Jos sacos sin fondo de la Idgica formal con los claborades periodos de la ien- gua italiana, y tanto como te luck de clases, morel porque es universal, su pera a fa guerra, inmoral porque eo particularista, y se hace no por la volun ted de Jos combatientes, sito por nn principio que éstos no pueden compartir. del EL REFORMISMO BURGUES* Finabnente, la Gazzeta di Torino ha encontrado un director: el Tralo Minunni. La Casseta di Yorino adquiere asi, finalmente, un caréctor neto ¥ preciso. E] sefior Italo Minnmni Iega a la Gazzesa desde la Perscveranza de Milén, y llegé a le Perseceranza desde la Idea Nazionale. Pero uo es su carrera periodistica lo que nos importa. Nos importa sefialar un fendmeno que apa- rece marcndo en esta carrera incluso extcriormente, El desarrollo, del nacio: nalismo en-TItalie ha marcado y esté marcando el surgimiento de la clase urguesa como organismo combative y cousciente. Hasta ahora habiamos tenido eff Talia una burguesta politica, sin programas claros y orgénivos, sin actividad econdmica coherente y rectilinea. Las grandes batallas politico econémieas que han tenide lugar en los dems paises son ignoradas siempre en Italia precisamente por esto. [Ocko linews censuradas.] EL nacionalismo esti dando conciencia de sia la clase burguesa. La Idea Nazionale es, desde este punto de vista, el petiédico mas importante de Stalia (después de Avanti): ha logrado dar Je pata a toda Ta prensa burguesa * Acmntit, ed. piamontesa, 5 de diofembre de 1917, No fiemado, 36 italiana. Es el provoedor de ideas, de argumentos polémicos y de valor para toda. Ja prensa burguesa italiana, Y se ha convertido también en la incuba. dora de energias periodisticas qne brotan en enjambres de su redaccin y galvanizan las gelatinosas cohimnas de los deme periédicos burgueses. Una de estas energlas es, precisamente, Italo Minunui, que en Turin defender las posiciones del trust de Dante Ferraris. No es un ecanomista, aunque esté especializado en “articulos” econdmicos. Es un audaz, es un hombre sin pre- juicios, es un “duro”. Fs un documento vivo de Ix impotencia liberal italia- na, sf no es gue de la idea liberal. Representa, frento a la idea liberal, mu pensamiento inmaduro, tm pensamiento confuso € inorgénico que se impoue con la audacis, Entre la iden liberal y In idea nacionalisa bay Ia anism diferencia que entre el socialismo revoluctonario y el reformismo. Lox nacionalistas, como Italo Minunni, son los reformistas de la burguesfa. La burguesfa italiana, en su evolucion ha legado_ apenas a,ln etapa corporativst Los nacionalitas son los paladines de los “derechos” de Jas eorporaciones hurguesas que, na- turalmente, hacen coincidit con los “derechos” de las naciones, asi como muchos reformistas hacen coincidir con todo el proletariady una u otra ca- tegoria de trabajadores, por Ia que se afanan y tratan de lograr beneficios. El reformismo nacionalista se manifiesta especialmente en cl proteccio- nisme, que es Ia conquista de beneficios particulares en perjnicia de toda la clase productora burguesa y a costa de todos los consumideres. Los siderar- gicos, los algodoneros, los armadores, los agrarios son Tas cnatro categorias burguesas que sostiene el reformismo uacionalista, y a los reprecentantes de las enales pide que el Estado dé los medios para euriquecerse privadamente en perjuicio de la industria y Ia agricultura y en perjuicio de toda la nacién. Ahora bien, este reformista se ocupa también de algunas capas proletarias. Filippo Carli (erapollado también en 12 redaccién de la Idea Naztonale) ha teorizado lax futuras relaciones entre capital y trabajo: [cinco lineas cons radas). En el mismo nimero de la Guzzeta di Torino en el que Italo Minnnni hace su presentacién, Filippo Carli publica la conchusién de un estudio ——pre- sentado ante el Congreso de Paris de las Camaras de Comercio interaliadas— sobre la organizacion de le industria después de a guerra, desde el punto ista de lus relacioncs entre capital y trahajo. Luigi Federzoni se ha so- wado y ha sostenido en la [dea Nazionale la propuesta de Ley Ciceotti para una distribucién de tierras incultas (sin una distribucién de capitales para hacerlas productivas) a los campesinos veteranos de guerra Ahora este reformmismo sienta sus reales también en Turin. Probable- mente conguistard a Ja clase burguesa. FI liberalismo, aunque como pensa- injento es superior a este conglomerado de ret6riea y de voracidad parasi- taria, no tendré el valor suficiente para disputarle el terreno, y aunque quisiese no tendria éxito, El liberalismo tendria que esperar a que los burgueses, desde el corpore 37 tivismo, desde el espiritu de categoria, llegasen hasta la comprensién de la luse, de tos intereses totales de la elase, que pueden exigir incluso el sacti- ficio ‘de las categorias parasitarias, [Once lineas censuradas.] CAVOUR Y MARINETTI* Se ha Iausado un muevo programa politico. Helo aqui en sus pares ese cial Lucha contra el analfsbetismo, Viabilidad. Construccién de teras y vias férreas. Escuelas laicas elementale penales. Enseiianza técnica obligatoria en las off Parlamento: equitativa copartieipacion de industriales, agriculteres, in- genieros y comerciantes en el gobierno dol pais —limite minimo de edad para Ja dipmtacién establecido en 32 afios; abolicién del Senado. Después de un periodo de prueba, un Parlamento asi compuesto podré set abolido, para llegar a ua gobierno técuico sin Parlamento, compuesto por veinte téenicos clegidos mediante el sufragio universal y controlado por una ssamblea de veinte jévenes de menos de treinta afios, clegidos también me- diante el sufragio universal Abolicién de la autorizacién mar cio. Sufragio uni y directo para todos Ios ciudadanos, hombres y mujeres. Escrutinio de con base ampli. Representacién proporcional. Constitucion de um gran patrimonio nacional mediaute la propiedad de las obras pias, de los entes pitblicos y con la expropiacion de todas las tie rras incultas y mal cultivadas. Enérgiea tasacién de los bienes hereditarios y limitaciOn de los grados Impuestos directos y progresivos con verificacién integral. Libertad de huelga, de reunién, de organizacién, de prensa. ‘Transformacién y depuraciéa do Ia policia. Abolicién de la policia poli . Abolicién de la intervencién del ejército para restablecer ef orden. vas carre- obligatorias con sanciones Justicia gratuita y juez electivo, [Los salarias minimos elevados en relacién a Ins necesidades de la existen- cia. Maximo legal de 8 horas de trabajo. A igual trabajo igual salario para hombres y mujeres. Transformacién de la bencficen visi6n social. Pensiones obrevas, Secuestro de la mitad de todas las suas obtenidas con sumi guerra. Ejgreito: mautenelo basta el desmembramicuto del imperio eustro-ingaro, para luego disminuir sus efectivos al mini istros de + 1 Grido det Popoto, V6 de warm de 1918. No firmado. anticleric 1onjas Administracién: reforma radical de la burocracia, convertida actualmente en fin de de 19i8, Fimado A. G. 30 falmente su demostracién, afirmando la “thistorieidad” del punto de refe cia de su doctrina. Pero las afirmaciones tienen un valor dogmatico, y ésta es una extrafia mancra de ser historicistas y revolucionarias. La di efectiva entre la doctrina nacionalista y las otras doctrinas Ia ubica expl tamente el mismo Maravi ion de “dignidad”, no de his: toricidad; a nacién es més digna que la clase, que los partides, qne los individuos. Fl revohicionarismo internacionalista sc reduce pues 2 una cle- gantisima cuestién retSrica, en todo semejante a las cuestiones que los anti- 08 literatos hacfan en los buenos tiempos viejos para establecer la mayor ignidad de un género poético respecto a otro, de una obra de arte respecto A otra. En Ia historia no existe lo més 0 lo menos digno: existe solamente lo ne~ ‘vesario, lo vivo ¥ lo imitil, el cadaver. La clase, el partido. tienen tanta dig- nidad como la nacién; son, incluso, la nacién misma, que no es una abstrac- ta entidad metafisiea, sino ‘una lucha politica eonereta de individues esocia- para la conquista de un fin. El fin es la Gnica discriminacién posible de “dignidad”. Y el fin no es un hecho, sino una idea que se realiza a través de los hechos. El fin revolucionario es Ia libertad, entendida como orgeniza- cidn espontinea de individuos que aceptan una disciplina para encontrar de forma inés adecuada e idénea los medios necesarios para el desarrollo de su jnumanidad espiritual; entendida como incremento maximo del individuo, de todos los individuos, obtcaido auténomamente por los individuos mismos. Los navionalistas son conservadores, son la muerte espiritual, porque de “una” organizacién hacen la organizacién “definitiva”, porque tieuen como fin no tuna idea, sino un hecho del pasado, no nniversal, sino particular, definido ‘en al espacio y en el tiempo. Por lo tanto, ol revolucionarismo nacionalista ao es més gue confusionis- mo. Si los partidos, fas clases, los individuos son necesarios hist6ricamente, ficnen una mision propia que desempefiar, proponerse su annlacién signi también anular el punto de referencia que tanto se dice respetar: la nacién Y ol fin real al que les nacionalistas tienden no es otro sino la consolidaciGn y perpeluacién de los privilegios de una capa econdmica: los industriales actuales, y de una capa politica, Ia constituida por sus propias personas de sedicentes innovadores. A costa de las energias econdinieas y politicas que Ja lucha politica, en el libre juego de Ik competencia, puede suscitar y valo rizar. A costa de la nacién, que no cs nada estable ni definitivo, sino que es solamente un momento de la oxganizacién econémieo-politica de los hombres, es una conquista’cotidiana, un continuo desarrollo hacia momenitos més com pletos, a fin de que todos los hombres puedan hallar en ella el reflejo de su ‘propio espiritu, la satisfaccién de sus nccesidades propias. Esta se ha desarro- ado desde Ta comuna artesana} hasta el Estado nacional, desde el tendo nobiliario hasta el Estado nacional burgués, en una afanosa basqueda de Ui nomias. Tiende a ampliarse afin mas, porque Ia libertad y auto: das hasta ahora ya no son silficientes, tiende a organizaciones més vastas y generales: la Liga de las Naciones burguesas, la Internacional proletaria. E] revolncionarismo nacionalista, la historicidad de la doctrina uacioua- lista es Tetdrica y confnsién. Una novela econémien-politica wlisino es un principio de energia y no rehiye las inés audaces Una de estas andaces innovaciones seria, para Maraviglia, el smo integral” de Filippo Carli Filippo Carli ha escrito, en numerasis entregas, una deliciosa novela eco- némico-politica, Es una constrnecién ciclépea, la de Carli, que no olvida nada: la economia, las fixanzas, la moral, la politica encuentran ahi su plan preestablecido. Solo olvida una cosa: Ia historia, y la historia italiana en par- ticular. Para Carli, cl mayor delito que se haya perpettado in omnibus saecu- lis saecudorum es el asesinato de las corporaciones artesanales medievales. Su sindicalismo integral no 3. en realidad, mas que wma programacién de las corporaciones, y ex integral porque no se limita a las comunas, sino que se coxtiende a toda la nacion. Carli propugna nada menos que la instauracién de un Estado segiin la razén, de un Estado @ priori, brotado de la conciencia de la clase dirigente. En él se llegarfa a Ja supresién de la Iucha de clases, del lamado partidismo, de la demagogis. Porque, segin Casli, estas cosax’ terribles no existian on la comuna medieval. Y de hecho no existian en ly comuna como eircuns- cripcién territorial cerrads (al menos en determinados periodos), pero exis: tiaix entre fa comung y el castillo feudal, entre el antesano y el sefior feudal, entre la cindad y el condado. Las clases se encontraron, en determinados momentos, divididas incluso territorialmeate, es todo, y es natural que en el seno de cada comunidad te- rritorial no existicse lucha de clases, porque la commidad cra homoyéuca y Ja lucha de clases era la guerra intezconninal, o entre giielfos y gibelinos, La restauracién del corperativismo, el sindicalismo integral, por Io tanto, no tiene ningiin punto de referencia histérica en el pasado que no sea ihusorio y ar ‘Tampoco en el presente su arbitrariedad es menor. El proletariado deberia renunciar a la lucha politica. Su colaboracién seria ubtenida mediante la “coparticipaciin”” y la “‘accién social”: el proletariado deberia hacezse evo- némicamente solidario de la burguesia, y por lo tanto, no pensar en la revo lueién soci), en la aboticién de los privilegios. EI proletariado seria some- tido a na “cnltivo” intensive, seria educada en la comprensién de los fines sociales de Ia produccién y de la vida nacional. Carli tiene, de la educacion y de la cultura, un concepto muy vago y smpirico: las imagina camo ropajes exteriores, como vestides de fiesta para la feria nacionalista, De hecho, pon- dria como fin educative dos exterioridades, dos hechos: la nacién y la pro 4 duccién, mientras que éstas son jnstrumentos de vida moral, no fines mora- Jes. La naciéwhipstesis de Carli deberia ser una Alemania habitada por italianos; un Estado germénico en el cual los italianos sustituirian la barba- rie moral por la geatil civilizacién latina; un Interanismo catélico, un tonel de vinagre leno de vino Marsala Diletantismo nacionalista Carli pertenece a aquel grupo de estudiosos que, por le admiraciéu que tienen por ciertos feudmenos econémico-politicos alemanes, terminan por con- fundir en ellos toda la vide alemana, toda la actividad alemana, No toman en cuenta todas las cuarteaduras, los antagonismos que existen tambi Alemania; jmaginan que Alemania deberfa perpetuar su sistema actual y, perfeecionade, proponen este sistema como modelo universal. La verdad es algo diferente, € iucluso en Alemania la burguesia estaba suftiendo fatal- mente su evolucién liberal, estaba destruyendo sus corporaciones: la guerra fue el maximo intento de conservacién de un sistema antiecondmico de pro- duceién: el intento de integrar el déficit social con el botin de la victoria, Carli, hipnotizado por fas apariencias, las confunde con la trarma hist6: viva, ¥ su obra literaria, aunque se presenta lena de demostraciones, ilada ogiveinente, esta viciada por el diletantiomo, por la amplificacién gratuite, por el abstraccionismo ideolégico jAudaz innovacién, en verdad! Pero el misma Maraviglia le hace justicia. Maraviglia Mama “sudaz”, “ardita”, « le iunovnei6n, pero no la acepta, y uo s¢ comprende el adjetivo si no se refiere al diletantismo y al muétodo ace- démico de las deanostraciones nacionalistas: se Hama “audaz” hasta lo que se juzga falso, para comprobar la energia vital de una doctrina se emplea una eonstruccién qne s¢ juzza barroca ¢ inconsistente. Maraviglia lamaria a este meétodo partidarismo y demagogia de los socialjstas, En los nacionalistas, nosotros nos vonferianos con Ifamarlo confusionismo y diletantismo. EL REGIMEN DE LOS PACHAS* Italia es el pais donde siempre so ha produeido este curioso fenémeno: los hombres politicos, una vez Hegades al poder, han renegado inmediatamente de las ideas y los programas de accién propugnados por los simples ciuda- danos. Cuando el diputado Orlando probibe el congreso del partido socialista,? np hace sine couticuar esta tradicién gloriosa, En efecto, el diputado Orlando * Aranti!, cd, piamontesa, 28 de julio de 1B, en “Sotto la Mole”. 3 FI xv congreso nacional del partido socialist, celebrado on Rotaa del 2 al 6 de septiembre de I916, fue en primer Iéemino prohibido por el gobierno, a ee etetacemes: | es mn santén def Iiberalismo, y en los libros, en las definiciones contenidas en los libtos, ser liberal significa: goberner con el método de a libertad, estar persuadidos de que los acontecithientos se producen solamente cuando son.necesatiog y es perfectamente imitil oponerse a elles, que las ideas y los programas de accién triunfan sélo cuando corresponden a necesidades y son a consecueucia de premisas sélidemente afirmadas, por fo tanto irreducti- bles e incvereibles, estar persuadides de que el método de Ia libertad es el {imeo til porque evita couflictos morbosos en el couglomerado social. Pero el diputado Onlando se convierte en presidente del consejo, y su liberalismo se convierte en wn error de juventnd, Lo mismo sucede oon el diputado Nitti, El financieso F. S. Nittz ha sido ‘empre un liberalista: como diputado de la oposicién pronuncié enérgicos discutsos de critica edificados sobre ideas amplisimas de libertad econémica, sobre la teoria de que el Estado no debe inmiseuirse nunea en la actividad comercial privada, ne debe hacerse distribuidor de riqueza, no debe hacerse promotor de consorefos y monopolios. Una vez convertido en miuistro, el sefior Nitti propugna e) cdrte) de la henes, se vuelve partera de elefantiasicas be- bés industrisles, que viven slo en cuanto que son abundantemente alimen tados por el erario nacional. Lo mismo Giolitti, lo mismo Crispi, lo misme toda Ta gloriosa tradicién de nuestro genial pals. Por qué se produce este fendmeno? ;Se debe sélo 9 Ja alta de carécter y de energia moral de los individuos? También a esto, indudablemente. Pero existe también uu por qué politi- 0: Jos.ministros no son enviados y sostenidos en el poder por partidos res ponsables de las desviaciones individuales frente a los electores, frente. a la mn. En lialia no existen partidos de gobierno organizados nacionalmen- te, y esto significe que or Hatia no existe tuna burguesfa nacional que tenga itereses iguales y extensos: existen consorcios, capillas, clientelas locales que explican una actividad consérvadora no de los interesés generales burgueses (pues en ese caso harian nacer a los partidos nacionsles burgueses), sino de jniereses particulares dé clientelos locales. intrigantes. Los. ministros, si quieren gobernar, o mejor, si quieren dutar algin tiempo en e) poder, deben adaptarse « estas condiciones: ellos no son responsables ante nn partido q quitera' defender su prestigio y por-ello los controle y los obligue a si 86 desviainj no tienen responsabilidad, responden de su actuaciou ocultas, inescritables, a las que poco importa el prestigio pero a quicnes, en emmabio;"Tes importan’ mucho los privilegios parasitarios. El régimen italiano no es partamentario, sino, come muy bien se ha defi- ido, es un régimen de pachés, cou muchas hipocresias y muchos discursos democriticos. 43 COVRE* Falsos capitanes, falsos tenientes, falsos héxoes, falsos maridos: Ia crénica se vuelve cada dia un repertorio mas rico de sueesos novelisticos y teatrales, Pero la exénica del falso capitin, det falso teniente, falso ardito, falso héroe de Montello, Luigi Covre, es algo diferente de las otras. Covre no es 1m aven turero comin. Covre es un “héroe” social, cs un individuo representativo, ha representado durante ocho dias el “alma” colectiva de la clase dirigente rinesa, ha sido durante ocho dias el dictador de ‘Turin, ha ststituido al go: hernador civil, ha sustituido a su excelencia el general de division, ha ejer- cido una funcién gobernante. Y era un aventureto, un falso capitin, un falso teniente, un falso ardito, un falso héroe de Montello, y habia sido despedido dela Caja de Ahorros y’denunciado por estafa, despedido de la Caja de Aho- 10s de la que es presideme el senador de Cambiano, el marqaés Ferrero de Cambiano, precisamente el senador marqués Ferrero de Cambiano que preside la Unién Liberal Mondzquica, precisamente el senador marqués que preside la i politica de le elase dirigente turinesa, el mismo que hablé en in de oficiales, Wamados a rendir cuentas en el salén Ghersi a consecuencia de las empresas de Masanielio galardonade conao falco capitin, etoftera, eteétera, el aventurero estafador Luigi Corre, ePor qué Masaniello Covre pudo, por ocho dias enteros, recorrer lag calles y plazas de Turin con sus secuaces armados de cuchillos?, gpor qué pudo encabezar un pronunciamiicnto contra la prefectura, pudo pasar, cox los bol- sillos enos de piedras en un automévil “oficial”, ef cordon de carabineros que rodeabe ta Casa del Pueblo de la calle Siceardi, pudo arzojar las piedras en el salén abarrotado de obreros, de mujeres, de nifios, pudo [einco ineas censuradas|? Por qué no fue srrestado, por qué el senador marqués de Cambiano no Jo sefialé como un estafador, el senador marqués que preside la Caja de Ahorros y la organizacién politiea de In clase dirigente de Turin? No, no es un aventurero comin este falso capitén Luigi Covres ‘Turin no 03 una fonda donde cualquier faleo héroe pueda atracarse de comida y de vino; el gobernador civil y su excelencia el general de division no son ingenuos filisteos que puedan dejarse deshumbrar por el brillo de medallas y discur- sitoss los grupos que aplaudian las arengas canibalescas de este aventurero entre Masaniello y Coccapieller.* no eran vagos napolitanos hambreados por el impucsto sobre le fruta, o arfesanos romanos encantados con Ia fraseologia demagéeica de un paranoico de la politica. {Cuatro lineas censuradas.] Y ‘Turin tuvo su Masanicllo, tuo su Covea- pieller, Luigi Covre, que no es un aventurero comin, no es un estefador val- gar, sino un héroe, un héroe social, un hombre representative, el cual con- Nina la serie de aquellos héroes representatives que en la tercera Italia, en T Avitif, ed. piamontess, 19 de marzo de 1919, en “Soto 1y Male". 2 Francisco Coceapiclles, demagego, ardiente monarquico, distraté de gran popula- ‘idad en Koma entre 1680'y 1890, tanto que fue diputade dos reves, en 1882 y TBBS, 4 la Italia del capitalisino, abundan més que los Cromwell, que los Maxtin Lutero y que los Mazzini, ESPANA* La crisis en que se debate la vida politica espaviola se inicié el To. de junio de 1917 con el pronunciamiento pretoriano de las Jantas de Defensa Militar, que determinaron el estallido de una huelga general revolucionaria, sofocada con una matanze el siguiente mes de agosto. Las relaciones de clase se han modificedo profundamente en Espafia a causa de la guerra mundial: se ha formado una meva clase de propictarios, con el traslado de la riqueza nacional a manos de los rmevos ricos, que han traficado con la miseria y In muerte de sus conciudadanos; se ha exasperado la tension soofal al formarse una multitud de gentes pobrisimas, que carecen de In mix elemental seguridad fisiolégica del mafiana; se ha constitnido wt proletariado organizado revolucionario, enérgico y discfplinado, que vaclve a surgit mas potente y audaz después de cada combate. Desde agosto de 1917 Espafia esta controlada y oprimida por las juntas militares, consejos irresponsables de pretorianos que acttian localmente, preo- cupados s6lo por conservar intactos y acrecentar los privilegies ¢ inmunidades, obtenidos en un momento de panico. E] Estado no tiene ya ningiin poder ni fancién algun; ol dominig de Ia ley ha sido suplantado por el arbitrio de hombres ignorantes y crueles que se creen competentes en todas las ciencias por virtud del sable y los galones. Los generales amenazan, apruchan, critican la obra de los gobiernos que no logran sostenerse ni llevar @ cabo una actividad sistomatica por este injerencia continua y provocadora que quita todo prestigio @ las instituciones y que fa ebolido de hecho el Estado: of Parlaspentos la magetratura, la adie tracién pfblica han sido incorporadas en la actividad general del militarismo.* La vida rolective de tx nacién se ha salido asi. incluso formalmente, de toda logalidad constitucional y atraviesa una fase espasiuddiea, que have imposible cualquier previsin del futuro préximo, que es destruccién de riqueza y de vidas humana, que es desorden cruel y caos barharo. Fspafia es un pats sin Estado; [ha entrado en forma definitive, en aquella fase oscura y catastré- fica, earacterizads por In disolncién de todos los vinculos sociales homogéneos y por la desaparicién de todas las disciplinas politicas unitarias, hacia la que se orientan todos los grupos capitalistas.] « est, may cena someon Ortige Nave, x, de mayo de 91s wake publica’ conch tale pace sence Stato, y con algonos ptafonIntgrados en get 4k'Ton pasajes coneorads, en Aound?, ed. nmontens, del 6 de Mayo de 1915, Ente ordhtes soprodicimos. los drapmentos cenntredos, Fido, A.C : ‘Kant hay une finea censvrade y que nt sigue aparece en el texto de dant? Las reaccioues sociales a semejante “orgenizacién” de los asuntos pablicos han sido diversts y de variada naturaleza. Las capas zegionales de la. clase propietaria iniciaron movimieutos antidinisticos, por la autouomia de las ‘Vascongadas y de Catalufia, que a duras penas disfrazaban el deseo de Jos armadores, de los propletaris de minag y de empresas industries (Cuta- Iufia y las Vascongadas son las dos zonas mas ricas de Espafin) de sustraer al fiseo del Estado” centzalizedo en Madrid cl infame fruto de los abastecl Inientos de guerra a la Enéente, de exonetarse de todo tibuto al Estado, pre- cisamente cuando el Estado tenia mayor necesidad de recursos para la admi- nistracén general, de reronar, con dieposiciones y obras pica, fas heridas mortales causadas @ Jz sociedad espaiiola por la especulacién desenfrenada de los aventureros de la industria y del comereio. i, la clase propietaria se descompone por cl estimulo de patticnlaristas y egoistas, disgregando y attuinando la produccién, mientras U prolotariado, cobre ef cual recaen pestdamente lax corsecuencias econé tujeas del desorden, se compone como personaliad distinta, consciente y enér- ficamente uctiva El espirita de clase se educa, el movimiento sindical logra una amplitud yuna pleitud espisitual azombroses, convrliéndove en la primera y mis po- derosa fuerza social organizada y disciplinada nacionalmente en Espaia. La “plebe” espaitola, individualists como todes fos agregados humsnos que no han suftido las experiencias dolorosas de la explotacidn intensiva del indus- trialismo, se somete en los sindicatos obreros a una disciplina que asombra y entristece a los admiradores literatos de la Espafia romantica iradicioual de gitanos-guitarras-tauromaquia. En pocos meses el proletariado cspafol ha realizado un-rudo esfuerzo, cuya eficacia es revelada por los acontecimientos més recientes: Ia huelga general ine proclamada y llevada a cabo en Barce. Iona con una fulmiuanie tnanimided que sorprendis y aterrrieé a lo cluse prepictaria, Pero el hecho més ejemplar ha sido la institueiOn de la censura roja obrera como prucha de solidaridad fraterna entre los trabajadores. Ape- asd gobiorno siprimi6 las garantias constitucionalesy comunie6 el catdlogo de las cuestiones qne los periédicos no podien tratar, of sindicato de tipogra- fos decret6, nna contracensura y prohibié a los periédicos publicar noticias Y inicios que pudieran romper la discipliua revolucionaria de los obrerass los Uipvigratos se negaron 4 componer lay informaciones concetaicntes a reant dcones parcales del trabajo, actos de sabotaje, de intintdacion.gubemna- ‘mental o patronal, represiones policiacas o moilitares, etoétera; el decreto sin- dical sobre la censura roja fue escrupulosamente respetado incluso por los tipégrafos desorganizados de los periddicos clericales, El movimiento obrero, desarrollandose por contragolpes tan repentinos y anormales, ve bn orgunizado y adguirido fortoa fucra de los partidos sub versivos tadicionnles de Espana: [seta decididamente orientado hata sl co- tmunisino de los consejos de obrezas y campesinos y ha hecho propio el len fuaja de fos bolcheviques Tasos (ademas de Nuestra Palabras los eormnisias fermentos 46 nero eto, espafioles publican El soviet y Bl maxémalista).] Este formidable inipilso” proletario ha determinado nuevas reaccioues y nuevas orientaciones en Ta mentalidad de Ia clase acomodada y en los 1e5 tringidos grupos politicos que se suceden ininterrumupidanente en el gobierno. Hace pocos meses la Cataluiia burguesa parecia completameute unida con- xa el gobierno central, que s¢ apoyaba en el ejércita contra In amenaza se- Los obrerospermanecian indiferentes frente a la cuestién de le autonomia y el gobierno lisonjed a Jas obreros con leyes sociales y traté de vastigar « aquellos empresarios que, abusando y aprovechandose del desorden piblico, contravenian los decretos sobre el coutrato de trabajo y despedian fa quienes osaban protestar. [La alta burguesta y los industriales, aterrorizados por el aumento de Ia oleada proletaria, se aliaron a los comités de defensa sailitar contra Ios obre- tos y el gobierno central.] La burguesia también se armé. Ya en agosto de 1917 los nbros del circulo mas aristocratico de Madrid habian pedido al in de Madrid la patente de “policias honorarios". Ahora la burguesia se ha armado regularmente, constituyendo los cuerpo de inilicia de los Somaten. (“jEstamos ateutos!”) que [en unién de los comizés nrilita- res], ejercen sobre el pais ua poder arbitrario y terrorista que obstaculiea ta produceién econdmica y anula y paraliza la accién del Estado. El Parlamento era un fantasma; permanecié casi siempre cerradg duraute Ja guerra; ningiin gobierno vital podia nacer de un Parlamento en el cual 400 diputados se dividen en 22 camarillas personales. La accién parlamen- taria ha sido sustituida por el régimen de decretos lanzados continuamente, que resultan letra muerta por el marasmo administrative Fy el predominio de los grupos pretorianos ¥ de les Somaten. Ta mentalidad del wilitarismo espafiol la piuta de euerpo entero exte epi. sodio: el gobernador militar de Madrid, gencral Aguilers, Hamada por el presidente Romanones, cuando la amenaza de la huelga genexal pendia sobre Is capital, puso estas condiciones para obedeeer al jefe del Estado: “Cada cartucho disparado debe significar un muerto. Se peleara duramente, sin distinciones de sexo. Habra que ser implacables contra, todos los. manifes- tantes, hombres y mujeres". El poder atbitraria concedido a los “defensores privados de la propiedad” ha significado, on el mes [de febrero, ol asesi- nato a tires de tres campesinos que subieron al tren sin boletos}. F1 incurable conflicto entre el Estado regular y el Estado de los comités ri litares y de los Somaten se ha revelado en toda su gravedad cou la caida del Ministerio Ramanones y Ia Iegada al gobierno del Ministerio Maura-La Cier- va. El gobernador eivil de Barcelona, sefior Montanés, hizo poner en libertad a los organizadores de los sindicatos obreros arrestados por la huelpa general Los comités militares amenazaron de muerte a Montanés si no dimitia de ® En el texto de Ondine Nuovo en ver de “El poder arbitrario coneedida a los defen cones privados de Ia Prapiedd™, se Jee “La defensa de. ln propiedad’, st cargo después de volver a encarcelar a los liberados. Los comités militares eran respaldados por el general Milan Del Bosch, gobernador militar, quien envié una intimacién a Romanones, reprochéndole por no haberle concedido les plenos poderes absolutos para movilizar a los obreros y obligarlos a tra- bajos forzados. El Ministerio Romanones dimiti6: los pretorianos de las frstas ponen 4] veto a la formacién de un ministerio del cual formen parte el refor- inista Melquiades Alvarez y el liberal Alba; sélo cl Ministerio de la sangre Maura-La Cierva es de su agrado, (ste no puede vivir en la érbita constitucioval. Gora de Ia “confianza” de las fuerzas irresponsables, no goza de la confianza del Parlamento. Asi, el rey ha concedido autorizacién para Ia disolucién de las Cortes: los com clectorales deberian ser convocados inmedistamente. Pero afin no se puede decir si las elecciones se eelebrarin; los revolucionarios se abstendrén y no ser una abstencién pacifica.] ITALIA, LAS ALIANZAS Y LAS COLUMNAS* La Liga de las Naciones debia representar, en el mito de Ia guerra democré. tica, la superacién histérica de cuslguier sistema de equilibria obtenido a través de las alianzas parciales y las enzentes cordiales. Precisamente por esto, contempordneamente el tratado preliminar de paz —en el cual la Liga de las Naeiones aparecié por primera vez como personalidad juridica internacional activa y operante-- ha sido publicado un comunicado oficial que anuncia tna alianza militar entre Estados Unidos, Gran Bretafia y Francia, ‘Alemania quedaré reducida a una cosa vana sin sujeto estatal; no tendé ejército, no tendra arsenal bélico, estaré aislada de Francia por una vastisima zona sin fortificaciones, sin un aparato permanente defensive y ofensivo, no tendra submarines, tendré una flota naval minima, no tendré flota aérea. Y sin embargo, Francia no se cree suficientemente protegida contra las “agre- siones” alomanas; ol presidente Wilson y Lloyd George creen tarabién que Francia no estd suficientemente protegida y por lo tanto se han comprometida a proponer al Senado de Estados Unidos y al Parlamento de Gran Bretaiia un tratado, segén el cual Estados Unidos y Gran Bretaia “volaran” en ayuda de Francia en caso de agresién no provocada y directa contra ella por parte de Alemania, Por su alcance, este tratado de alianza es mucho mis importante que ct uratado de paz; es, incluso, el verdadero tratado de paz, por evanto asegura permanentemente la hegemonia del bloque anglosajén en el mundo, que be acaparado, asoofindose a Francia, ana magnifica eabeza de puente en Eu: ropa. La division del botin ocurre exactamente segin el esqueme de la * Avanti, ed. piamontesa, 10 de mayo de 1919. No flrmade. 48 1 “compromiso” angloamericano reproduce Ia fase “quia nominor Resulta cada vez més evidente en qué tistisima posicién internacional ha Hegado a encontrarse el Estado capitaliste italiano. Italia estd sin aliados. Htalia ha sido reducida a pupila de la Liga de las Naciones, o sea de Inglaterra, de Fstados Unidos y de Francia. alia ha amplindo la eafera de su soberania nominal, pero ha perdido sn soberania efectiva de gran potencia. Italia habia “ascendido” al rango de gran potencia, por el juego de equi- librio entre las grandes coalicioues militares e imperiales. El rey de Italia ha- ‘bia continuado la politica de los principes piamonteses: una continua oseila- cién entre orients y oceidente, entre Austria y Francia. Asi cl Piamonte consignié fortalecerse y extender su soberania haste los Alpes, desde Niza has- ta ef Monte Blanco (Ginebra escapé por milagro al juego paciente y audar), asi consiguié convertirse en Italia, con Roma como capital, asi continué, con Ja Triple Alianza y con los acuerdos ingleses, introduciéndose en un juego mas amplio, gue hubiera debido tener como escenario el mundo. EI reinado de las competencias politicas internacionales ha terminado, jun- to cou las otras formas de competencia (éste es uno de los rasgos inas obvios de la descomposicién del sistema capitalista, el cual va perdiendo Jas eondi- ciones ‘esenciales de desarrollo histérieo y de vida): la vida internacional se ha endurecido en un monopolio de potencias: Inglaterra-Estados Unidos (Francia). Derribado completamente el antagonista germénico-austrohiingero, la Italia capitalista perdio toda posibilidad de balancearse y por lo tanto de desarrollarse como potencia internacional: lp que para un Estado capita- lista significa la paralisis y la decadencia inevitable. LA UNIDAD NACIONAL* La burguesia italiana naci6 y se desarroll6 afirmande y realizando el prin- cipio de In unidad nacional, Puesto que la unidad nacional representé en taliana, como en la historia de los demas patses, la forma de una organizacién téenicamente mis perfecte que-el aparato mereantil de produc- én y de cambio, la burguesta italiana ha sido el instramente histérieo de up progreso general do ta sociedad hnmana. En Ia aetualidad, por los fntimos e incurables conflictos creados por la gue. rra en su contexto, la burguesia tiende a disgregar la nacién, a sabotear y destruir el aparato econdmmico tan pacientemente construido. Gabriel D’Annunzio, siervo despedido de la masonerfa anglofcancesa, se rebela contra sus antiguos titiriteros, agrupa una compaiia de aven ocupa Fiume, se declara “amo absoluto” y constituye un gobierno provisional, * LOrdine Nuoe, 4 do cetubre de 1919. No mad Inicialmente, el gesto de D’Annnnzio tenia sélo un valor literario; D’Annunzio preparaba y vivia el argumento de un futuro poema épico, una futura novela de psicologia sexual y una fulura coleceién de “Boletines de guerra” del co- mandante Gal D’Annun Nada de extraot de monstruose en la aventura literaria de Ga- brie! D’Anmun: le que en una clase, sina politica y espiritualmente, por ser coherente y estar organizada cconémicamente, existan individuos po- liticamente locos, por estar fuera de] orden, por no ester iuscritos en una rea- lidad econémica concreta. Pero el coronel D'Annunzio encuentra secuaces, obtiene que una parte de fa burguesia asuma una posicién respaldando st zetividad en el gesto de Fiu- me. El gobierno de Fiuste se opoue al gobierno central, la disciplina armada del gobierno de Fiumte se opone a la disciplina legal del gobieray de Roma. El gesto literario se convierte en un fenémeuo social. Como en Rusia los gobiernos de Omsk, de Fkaterinodar, de Aredngel, eteéiera, en Italja el go- bierno de Fiume es tomiado como base de nas reorgatizacién del Fstado, como a energia sana, que representa el “verdadero” pucblo, la “verdedera” vor Juntad, los “verdaderos” intereses, la cual debe arrojar de Ja capital a los tunurpadores. D’Annunzio esa Nitti lo que Komiov a Kerensky. 1 gesto Ti terario ha desencadenads en Italia la guerra civil La guerra civil ha sido desencadenada precisamente por la clase burguesa que tanto le denigro, de palabra. Porque guerra civil significa precisamente choque de dos podores que se disputan con las armas cl gobierno del Estado, choque que se Fealiza, no en campo abierto entre dos ejércitos diferentes, ali- neados regularmente, sito en el seno de le sociedad, come choque de grupos reunidos apresuradamente, como multiplicidad eaética de conflictos armados fn los que a la gran nasa de ciudadanas no le es posible orientarse, en donde desaparece Ja seguridad individual y material y Ix sucede el terror, el desorden, suia™ Een Italia, como en todos los demnés paises, como en Rnsia, come en Baviera, como en Hungria, es Ia clase burguesa 1a que ha desencadenado ‘ivil, que sumerge a la nacién en el desorden, en el terror, en la ja”. La revolucién comnnista, la dictadura del proletariads han sido, en Rusia, eu Baviera, en Hungria y sora en Italia, el intento supremo de las energias sonas del pais para frener ta disoluctin, para restablecer la disciplina y clorden, para {mpedir que la sociedad se hunda en la barberio bestial inherente ai hambre determiuada por la interrupcién del trabajo dtil durante el periodo del terrorismo burgués. Porque esto ha sucedido, porque el gesto literario lin dado principio a la guerra civil, porque la aventura flannuziana ha yevelado y dado forma pol ica a un estado de conciencia difuso y profundo, deberaos concluir que la burguesfa esté mucyta como clase, que el cemento econdmico que la cohesio- aba ha sido corroide y destruido por los triunfantes antagonismos de casta, de grupo, de caps, de regiGn; debemos concluir que el Estado parlamentario no consigue ya dar forma concrets w la realidad objetiva de la vida econéumica 50 soma TORT RCO y social de Italia. ¥ la unidad nacional, que s¢ resumia en esta forma, eraje siniestramente. 4 Quién se asombraria leyendo mariana Ie aoticia de que en Cagliari, en Sas sari, en Messina, en Cosenza, en Taranto, en Aosta, en Venecia, en Ancona. un general, un ¢oronel o incluso un simple teniente de los arditi* ha logrado amotinar @ sus tropas, ha declarado su lealtad al gobierno de Fiume y ha decretado que los ciudadauos de su jurisdiceién ya no deben pagar sus im- puestos al gobierno de Roma? Hoy el Estado central, el gobierno de Roma, represeuta las dendas de gue ra, representa la dependencia de lax finanzas interuacionales, representa un pasivo de cien mil millones. Este es el reaetivo que corroe Ja unidad nacional Y la cohesion de tx clase burymesa; ésta es Ja causa subterrimea que iumina el hecho de céimo cada acto de indisciplina “burguesa”, de indisciplina en el fwbito de a propiedad privada, de insurreccién “reaccionatia” contra el gobierno central encuentra apoyo, skmpatias, perisdicos, dinero. Si un tenien- te de los erditi funda um gobierno en Cagliari, en Messine, en Cosenza, en Taranto, oa Aosta, en Ancona, en Udine, contra el gobierno central, se con- vierte en eje de todas las desconfianzas, de todos los egoismos de las capas propictarias del ugaz, encuentra simpatias, adhesiones, dineros, porque estos propietarios odian al Estado central, querrian librarse del pago de los im puestos que ol Estado central les impoudrs para pagar los ecostos de guerra. Los gobiernos locales, disidentes sobre Ja cuestién de Fiuine, se convertirén en la organizacion de estos antagonismos irreductibles; tenderén a mantener: se, a crear Estados permanentes, como ha sucedide en. el exi-mperio Tuso y en la monarquia austrohiingara. Los propietarios de Cerdefa, de Sicilia, de Valdaosta, del Friuli, etcétera, demostrarin que los pueblos sardo, siciliano, valdostano, frinlano, etoéters, no son italianos, que [a obra de italianizacién forzada que el gobierno de Roma ha conducido, con la ensefianza obligatoria de la lengua italiana, ha fracasado, y mandarén memoriales a Wilson, a Cle- menceau, a Lloyd George... y no pagaran los impnestos. ‘A esta condicién ha sido redueida le nacién italiaua por Ie clase burguesa, que en todas sus actividades tiende sélo a acumular gauancias. Italia esta plcoldgicamente en las mismas condiciones de antes de 1859: pero no es ya la clase burgnesa la que hoy tiene intereses umitarios en economia y en Politica. Historeamente, fe ase burguesa italiana esta ya muerte, aplastada por un pasivo de cien mit millones, disuelta por los acidos corrosivos de sus disensiones internas, de sus incurables antagonismos. Hoy, la clase “nacional” proletariado, es la multitud de los.obreros y 1s fraba- fédotes italianos, que no pueden permitir la. disgregacién de la nacién, porque Bi unidad del Estado es Ia forma del organismo de produecién y. de cambio construido por el trabajo italiano, es el patrimonio de riqueza. social que los proletirios quiérén Hevar a la Internacional Comunista, Solo el Estado pro- * Grupos de choque Jigados a ejéreita (1915-1918) 5 letario, la dictadura proletaria, puede frenar hoy el proceso de disolucién de Ta unidad nacional, porque es el jinico poder real que puede obligar a los burgueses facciosos a no turbar el orden piblico, obligiindolos a trabajar si es que quieren comer. EL PODER EN ITALIA* Los cambios son desastrosos, la eutoridad del Estado (burgués) ce derrumba, los apetitos perversos y las pasiones facciosas ya no conocen limites: es pr ciso salvar a Italia, es preciso salvar la colectividad, es preciso salvar al pue- blo qs es notoriamente superior « les eategotias, «as capas,« los partidos, La Stampa toca augustiosamente les campanas a rebato. El escritor de sus editoriales, generalmente melancélico con matices de sublime ternura, se ha vuelto decididamente ligubre. Ha olvidado la sabia advertencia que desde las mismas colamnas de la Sampa impartia Bergeret™ a la necia indiscrecion de los periodistas antibolcheviques: “;Por favor, no hagan tener Jombrives a los niios y a los boticarios!”; el escritor toca a rebato las campanss para impresionar a la clase obrera, para hacer tener lombrices « ios proletarios; esté convencido de que los obreros no son espiritualmente superiores al nivel de los boticarios y de los nifios y cree poder convencerlos de que se arrodillen hhumildemente a los pics del Salvador: Giovanni Giolitti, martillo de los nuc- vos_rieas, de la masoneria y del jascio. Cuando un pequefioburgués, agente intelectual del capitalismo, deja de ser melmedlico para volverse ligubre, lo que sucede es que su monedero ya no se halla seguro ni debajo del colchdn. Entonces el pequeftoburguée se eriza como un bitho sobre el arquitraba de ta pucrta de su casa, chilla desconso- Tadamente y parece gemir: cindadanos, es initit derribar Tx puerta, porque ‘en el lecho lo tinico que se pudre es un montoncito de carrofia cadavériea. 2Qué monedero defiende la Stampa? EI Estado iteliano fue dominado hasta ahora por el capital invertide en la ia: el gobierno italiano estuvo siempre hasta ahora en manos de los capitalistas juertes que sacrificaron a sus intereses de casta superpri- vilegiada todos los demas interescs de la nacién. Los partidos histéricos de a burguesia italiana han sido destruidos por esta hegemonia sofocante y des- tructiva que politicamente ha tomado el nombre de Giovanni Giolitti y ha sido ejercida con la violencia mas extrema y con la corrupcién mas desvcrgon- zada. La guerra y las consecuencias dé la guerra han deserrolledo fuerzas nuevas que tienden a una organizacién mieva de las bases econdmicas y politicas del Estado italiano, Toda le estructura intime del Estado italiano ha = Avantil, ed. piamontess, TL de febrero de 1920. Ne firmado, * Scudénimo de Eitore Marron. 52 sufrido, y sigue sufriendo, wu intenso proceso de transformaci6n orgénica, cuyos resultados... normales no son atin previsibles con exactitnd, excep: toando uno: cambiaran las camarillas dirigentes, cambiardn el personal adini- nistrativo, el poder del Estado caera completamente en otras manos distintas a las tradicionales, a las... giolittianas. El capital industrial, en los otros paises capitalistas, ha logrado Ientamente erear un sistema de equilibrio con el capital territorial y ordenar el Ystado democratico constitucional: lo ha logrado en Inglaterra, por ejemplo, por me- io de las masas obreras, interesadas en la abolicion de los impuestos a los cereales y en Ja introduceién del libre cambio. En Ttalia el capital industyial fia ereado el Estado como tal y ha mangoneado sin comipetidores. El poder del Estado se ha preocupado Gnicamente del desarrollo, a menudo mor oso, del capital industrial: protecciones, premios, favores de toda clase y tamafio. Los campos han sido saqueados, la fertilidad del snelo se ha con vertido en esterilidad, las pobiaciones campesinas han tenido que emigrar. El poder del Estado ha defendido salvajemente las cajas fuertes: los casos de obreros explotados en las fabricas, y de campesinos pobres imposibilitados de vivir por cansa de la legislaciOn aduanal que desecaba el suelo, talaba los bot- ques, desbordaba los rfos, son innumerables en la historia italiana contempo- rinea. El Estado, por el deserrollo del aparato industrial, absorbié a la peque- fa borguesfa rural, a los iutelectuales, en sus organismos administrativos, en los periddicos, en les escuelas, en la magistretura; asi fue como el campo no tuvo mea un partido politico propio, uo represent6 nauca un peso on los asuntos piiblicos. El poder del Fstado se adjudied incluso la funcién de banca de los industriales: las cmisiones de bonos al 4% por ciento sirvicron en realidad, como es sabido, para recolectar los shorros de los campesinos y los emigrados por centenares de milloues: millones que Giolitti daba a Terni, a Ansaldo, etcétera, para equipos, para armamento, para la guerra de Libia. La guerra ha traido al primer plano a un gran partido de los campesinos, €l partido popular. El hecho de que las zonas rurales no tavieron nuuca una epresentacién propia, expresién especifica de sus intereses y aspiraciones palitiess, se advierte en lx composiciGn misma del partido popular, aristo- ritico y demagégico, apoyado al mismo tiempo en los grandes y medianos propietarios y en los campesinos pobres y_pequefios propietarios. E] partido popular aspira al gobierno, aspira al poder del Estado, aspira a coustruir lin Estado suyo y cuenta con los medios para ello. La guerra ha determinado a orgauizacion del aparato industrial bajo el control de los bancos: los cle- reales son hoy, en Italia, los principales y mas eficaces agentes para la recau- dacién del ahorro. Ya dominan muchos bancos; en breve tiempo consegui dominarlos todos, una vez duefios del poder del Estado; en breve tiempo todas las clientelas y capillas tradiciouales serfan aniquiladas y sustituidas: el par tido popular ({700 000 afiliados!) tiene muchos apetitos y muchas ambici- nes que saciar. jLa patria esta en peligro, hay que solvar al pueblo y 2 Ia colectividad! 53 Nada de es0, lo sinico en peligro es cl bolsillo de las clientelas giolittianas, esti en peligro a} poder de los indastriales golitiqueros ¢ insuciables, est en paigre Je earzera politica de los agentes poquetoburgueses de las intrigas capitalictas. Sin duda, el Estado burgués no resistiré la crisis. En las condicio- nes a que esté reducido actualmente, Ia crisis To hard pedazos. Pero la clase obrera no se preocupa por el hecho de que el Estado burgués te derrumbe, por el contrario, contribuye a ello cox todas sus fuerzas. La clase obrera se’preocupa por el fendmeno por otra razénz porque comprende que cesta por llegar su hora historica, Hena de responsabilidedes. La clase de los industriales es impotente para evitar que el partido politico de los campesinos se adueiie del Estado y de la industria y someta a uno y otra a la avider de los grandes y modianos propietarios de tierras: ta clase de los industriales es impotente para evitar que sea destruida la industria, que el Estado de los campesinos ricos sacrifique Ia produceién industrial para librarse de Tas dew das con el exterior, que el partido popular reduzca a Italia a In condicién de esfera de influencia del capitalismo extranjero, a un pais de campesinos que se proven en el exterior de productos indystriales y mannfacturados. Pero los obreros se preocupan del problema por sus intereses vitales de clase, no por los intereses econémicos y politicos de los industriales, porque su clase seria destruida, porque su funcidn histériea de progreso civil seria aniquilada con el aniguilamiento de In industria, La misién histérica de la clese obrera s¢ del tal como se delineé para Rusis. Las intiras contradieciones del sistema capi talista han destruido toda la red de relaciones internas de Ia clase propietaria y de Ins relaciones entre clase propietaria y clase trabajadora. Los capitelistas son impotentes para frenar 1a accidn corrosiva de los venenos derramados por el cuerpo social; las destruccfones se suceden, las rinas se acumulan, los valores de la civilizacién amenazan con sncumbir irremediablemente. Sélo ta cluse obrera, tomando en suis manos el poder del Estado, puede realizar la renovacién. Ella, siguiendo su camino sin transigir, no colaborando con Ja burguesia, determinard la escisién explicita de les clases en las zonas rm- rales, separaré a los campesinos pobres y a los pequefios propictarios de Jos Hoos, de los exploindores, y ayuderd a lo ereacton del Estado obrero, para tomar el poder. Colaborundo con 1a burguesia, la clase obrera retardaria ef proceso revolucionario que esté en curso en la sociedad italiana y que debe culminar en la ruptura en dos ramas del partido popular. en Ia irrupcién lta del lac de clases en l snp: por alain vempo todavia los ext pesinos pobres se alineardn en las mismas filas de los propietarios, para no ser tritnrades por la ciudad, por la industria filibustera. La clase obrera, que abo- rrece la fréseologia de tos salvadores de In industria y do la produccién, de hecho es Is jiniea que tiende realmente q “salvar a la patria” y a evitar la catistrofe industrial; pero para el curaplimiento de su misién quiere “todo” el poder, y ciertamente no se deja impresionar por los gemides ligubremente inva nitidamente para Italia, 54 ete FE EOC conmovedores de Ios agentes de lx hurguesia, de los saivadores def pueblo y de la colectividad italiana, “superior” @ las categorias y a las clases. 1,05 ROMPEDORES DE ASAMBLEAS* Los ebreros conocen muy bien, por dolorosa experiencia, la institucién capi talista de los “roimpehuelgas”. Los obreros tienen pocos medios de resistencia contra el poder del capital, pero incluso con estos medios escasos pueden afectar bastante profundamente la gonancia y obligar al capital a llegar a nm acuerdo; el capital recurre a los rompebuelges, sustituyo a fos ferroviarios, a los telegrafistas, a los eleetricistas, a los panaderos, a los obreros del gas, con elementos voluntarios, con su guardia blanca; trata de no dejar interrum: pir le produccién, de no’ desairar completamente a su clientela, de impedir qne se dafien y se destruyan las condiciones generales de su ganancia. Ahora ha nacido una institueién “original”: Ia de los rompedorrs de asambleas. Miles y miles de obreros se retinen en asamblea en las plazas, Los obreros tienen pocas posibilidades de reunién. Tienen gran interés en ntili- zar completamente estas escasas posibilidades. La asamblea es para la clase cbrera el medio mas importante para adquirir una conciencia de clase; el capitalismo, @ través de la produccién industrial, trata de dividir a la clase en eategorias, en serupos, on comunidades destigadas y dispers: nifestaciones de masa, en mitines, la clase se reeneuentra, el metalirgico al albaiil, el zapatero junto al carpintero, el mecénico junto al panadeto, y siente sn nnidad en la vibracién comin por un misino ideal, en Ia aceptacién comiu de un mismo programs, de un mismo método de lucha. Pero uo: el rompemftines no puede permitir que miles y miles de obreros affrmen en una asamblea la saisma discipina que demuestran en todas las manifestacio- nies de la lucha de clase, no puede permitir que con esta dis se creen las condiciones en las que solamente puede desarrollarse y ser itil nn mitin para lz educacién de la clase obrera. El rorapemitines quiere que su in ante persona, hinchada de viento palabrero y de vanidad, domine a los miles y miles de obreres, sea superior a las voluntades unidas de miles y miles de obreros: él priva asf a la cise obrera de las escases posibilidades de reunién de que dispone, no permite a la clase obrera Hevar a cabo sus ma- nifestaciones, demostrar sa fuerza, adquirir una conciencia més clara de su volantad colectiva. Si observais bien, veréis que diffcilmente el rompemitines es un obrero de fabtica, es un obrero industrial: casi siempre es un descla- sad, on hombre de eien oficios, que revel en su inestabilidad fisica y. vocal la inestabilidad de su vida econémica, de su vida de trabajo, que vefle- ja en sh cerebro y en sus ideas la incertidumbre y la confusion de las con: + Avaneit, ed. piomontess, 5 de marzo de 1920, en “Sotto la Mole” 88 diciones materiales de su vida. Por esto también el rompemitines afirma ser autiautritario y antimarxisa, porque Marc cra “autortario”; Ia verdad ex que Marx previs este tipo de seudorrevolucionario y puso en guardia a la clase obrera contra sus métodos y su fraseologia; porque Marx creia quo la revolucién no se hace con la garganta, sino con el cerebro, no se hace con a vana agitaciéu fisica, con el bullir de la sangre en las venas, sino con Ia disciplina de la clase obrera que pone en la construcciéu de la sociedad co- munista las mismas virtudes de trabajo metddieo y ordenado que ha apren- dido en la gran producei6n industrial. E LA FASE ACTUAL DE LA LUCHA® 1 La fisonomia do la lucha de clases en Itslia. se caracteriza en el momento actual por el hecho de que los obreros industriales y agricolas esti irremi- siblemente determinados, en todo el territorio nacional, a imponer en forma explicita y violenta Ia cuestin de la propiedad de los medios de produccidn. La agudizacién de las crisis nacional ¢ internacional que disminuyen, pro- resivamente el valor de la moneda, demuestra que el cupital esta extenua- lo: el orden actual de producclén y de distribucién no consigue ya satisfacer ni siquiera las exigencias més elementales de la vida humana y sélo subsiste porque es ferozmente defendido por la fuerza armada del Estado burguéss todos los movimientos del pueblo trabajador italiano tienden irresistiblemente a llevar a cabo una gigantesca revolucién econdmica, que introduzca nuevos modos de produccién, un nuevo orden en el proceso productivo y distributivo, que dé a la clase de los obreros industriales y agricolas el poder de iniciativa en la produccién, arrancéudolo de las manos de los capitalistas y de los te- rratenientes. 2] Los industriales y los terratenientes han realizado la maxima concen- tracién de disciplina y poderio de clase: una consigna lanzada por la Confe- deracién General de Ja Judustria Haliana halla inmediata realizacién en cada fabrica. El Estado burgués ha creado un euerpo armado mercenario! desti- a funciouar como instrumento ¢jecutivo de la voluntad de esta nueva y fuerte organizacién de la clase propietaria que tiende, a través del lock out aplicado en gran escala y del terrorismo, a restaurar su poder sobre, los me- dios de produccién, obligando a los obreros y campesinos a dejarse expropiar una multipliceda cantidad de trabajo no pagado. El éltimo Lock out en las dostrias metaldirgicas turinesas ha sido un episodio de esta voluntad de los te informe fur presentado al consejo nue eciin socialite y de In federacién pr birvié de base EL ttnlo es del ediios TSe trata de Ia guacdia real 56 lus les de poner el pie sobre la cabeza de la clase obrera: los in- dustriales han aprovechado la falta de coordinacion y de concentracion re- Salucionaria. en fas fuorets obreras itsllanas para teater de destruir la so- Hidarided del proletariado turinés y borrar de la conciencia de los obreros el prestigio y ke autoridad de las instituciones de fabrica (consejos y comi- favor de sevcién) ‘que habian iniciado la lucha por el control obrero. La prolongacién de las huelgas agricolas en Novarese y Lomelfina demuestra Zino fos propictarios de tierras estin dispuestos @ acabar con la produesién pare reducir a la desesperacién y al hambre al proletariado agricola y some- terlo implacablemente a las mas dura: y bumillantes condiciones de trabajo y de existencia. 3] La fase actual de la licha de clases en. Italia es la fase que antecede, 0 a ln conquista del poder politico por parte del proletariado revolucionario para el paso a nuevos modos de produccién y de distribucién que permitan {na recuperacién de la productividad, 0 @ una tremenda xeaccion por parte Ue la clase propietaria y de Ia casta gobernante. Ninguna violencia sera tritada para someter al proletariado industrial y agricola a un trabajo servil: trataran de destruir inexorablemente los organismaas de a politica de le dase obrera (partido socialista) y de incorporar los oxganismos de resistencia Scondmica (los sindicatos y Tas cooperativas) a los engranajes del Estado Dburgués. is] Tas fuerzas obreras y campesinas earecen de coordinacién y de com centracién revolucionatia porque los organismos directivos del partido so lista han demostrado no comprender absolutame nada de la fase de desa- rrollo que la historia nacional e internacional atraviesa en el actual periodo, y ito conprender nada de la misijn que corresponde a los organismos de lucha {Kl grelctariado rovolucionario. partido socilista asiste como cspectador fl desarrollo de los acontecimientos, no tiene nunca una opinién propia que exponen, que esté de seuerdo con las tesis revolucionarias det marxismo y Geis Tntedeactonal Comunista, no lanza consignas que puedan ser cbrregidas oer las masas, que purdan dar une orientacién general, unifiexr y concentra In accion revolucionaria. El partido socialista, como organizacién politica de la pane de vanguardia de la clase obrera, deberfa desarrollar una accién de conjunto capaz de poner a toda Ix clase obrera.en condiciones de vencer mediante la revolucién y de vencer en forma duradera. El partido socialista, atando constituide por aquella parte de la clase proletaria que no se ha fijado envilecer y postear por la opresién fisiea'y espiitual del sistema capi talicta, sino que ba logrado salvar su autonomia y ol espiritu de iniciativa consciente y disciplinada, debe encarnar Ia vigilante conciencia_revolw- cionaria de toda la clase explotada. Su misiéu es la de centrar en sf la aten- cién de toda la masa, obtener que sus directivas sean las dircctivas de toda Ta masa, conquistar la ee perm: ee iH Ta masa de penal} que ee convierta en su guia y cabeza pensante, Para ello es necrsario quo cl par- eyeraiettosapee Eonerlo en Ia Fealidad cfocive de la lucha do clases os 87 tenida por el proletariado industrial y agricola, gue sepa comprender sus divereas fases, fos diversos opisodios, las miliples manifestaciones, para ex: uacr la unidad de la diversidad maltiple, para estar en condiciones de dar una directiva real al conjunto de los movimientos e infundir en las multitu- des la persuasién de que hay un orden inmanente en el espantoso desorden actual, um orden que, «stableciéndase, regenerarii Ia sociedad de les hombres y hard que el instromento de trahajo sca idéneo para satisfacer las exigencias de la vida elemental y del prozreso civil. El partido cocialista sigue siendo, incluso después del Conpreso de Botonis,® un simple partido parlamentati, que se mantiene inmévil dentro de los estrechos Ifmites de la democracia burguesa, que sélo se preacupa de las superficiales afirmaciones politicas de Ja casta gobernante; no ha adquirido una figura autdnoma de partido ca- racer fl proetariads reyolucionario y s6lo del proletariado revolucio nario [.. GIOLITTI EN EL PODER? Giolitti en el poder representard esencialmente e} estrecho espiritu de terror y. venganza que caracteriza a Ia pequefia burgnesia en el momento actual. Giolitti suceder4 a Nitti, pero gexiste o puede cxistir una diferencia sustan- cial entre estos dos hombres? Ningnuo de ellos representa aun pastido, niu guno de cllos represente intereses existentes en estratos cansiderables de la poblacién, organizados politicamente para los fines de un gobierno parlamen- tario; tanto Nitti como Giolitti deben su éxito politica a haberse hecho pro- motores, con los miedios del poder del Estado, de los iutereses de la. pluto- cracia. El grado de desarrollo alcanzad sta forma de organizacién del aparato nacional de produccién y de distribucién ha proletarizado en gran pute y tiende a proletarizar cada vez mis a las clases medias; Ia domocracia parlamentaria pierde sus bases de apoyo, el pals no puede seguir sieudo gobernado constitucionalmente, no existe y ya no podra existir una mayora Parlamentaria capaz de dar vida a un ministerio fuerte y vital, que tenga el consenco de la “opinién piblica”, que tenga el consenso del “pais”, esto es, de las clases medias. En tres ocasiones el diputado Nitti ha tratado de orga- nizar una base parlamentaria cualquiera para sus gobiernos policiacos que debian garantizar les ganancias de la alta banca, que debian poner un freno a la oposicién ecoudmica del proletariads al capitalismo, que debian srmac fwereas suficientes para controlar y sofocar Ia insurreceién popular que fer- menta amenazadoramente y podria explotar de un momento a otro; por tres, 3 Bl congreso de Bolonia, celehrade del 5 al i) de ectubre de 199, cancluyé con Ja dersots de los refornistas y"ta aprobacién, con gran mayoria, del ordon del dia Serrati, que establecia entre otras coras Ia adhesion del PSU 2 la 111 Internacional, * LOrdine Nuovo, 12 de junio de 1920. No firaado. 58 | | | | | veors e} diputado Nitti ha fracasado en sus tentativas, porque han demostra- do Ia imposibilidad de gobernar politicamente la sociedad italiana, han con- tribuide a acclerar la disgregacién del Fstado, a exasperar sus contrastes in termos, a aumentar cl envilecimionto moral y Ja disolueién civil. EL regreso de Giclitti al poder, de este viejo que durante Ia guerra two miedo, de este hombre sin futuro. sin previslones de futuro a largo plazo, de ‘ste viejo que mo puede tener otra arbicién mas que la de sajetar fuerte mente en su mano cl arma del poder del Estado para blandirla sobre las ca- bezas de sus enemigos, para hacerlos temblay a su vez como él ha temblado, para atertorizarlos como él ha estado aterrorizado —el regreso de Giolitti al poder es el advenimiento al poder del espiritu de terror y de venganza que caracteriza a la pecueiia burguesia en el momento aetual. Esta clase que esta que mis experaba de Ta gucrra y de Ia victoria os In que tae bn per dido a causa de la guerra y de la victoria: creyé verdaderamente que Io guerra gnificaba prosperidad, libertad, seguridad en la vida material, satisfaccién de us vanidades nacionalistas; exeyé que la guerra signifiearia todos estos ienes para el “pais”, esto es, para su propia clase. Por el contrario, lo ha perdido todo, ha visto derrumbarse sus castillos en el aire, ya no tiene liber- lad de opcién, esta reducida a la més espantosa miseria por el continue au- mento de los precios, y esté exasperada, furiosa, embruteeida: quiere v garse, genéricamente, incapaz como es de identificar las causas reales del Insrasmo en que ha cxido le nactéa, Los cesponsables del regreso de fl poder, los escritores de In Stampa, por cuanto participan de esta di psitclogia de las elases medias, han dado de ella una muy eficaz expresién Iteraria y han tratado de presentarla como un programa de gobierno, Los giolitianos son gente que recuerda, son gente que quiere recordar, que n0 Sspira a otra cosa mas que a escarbar afanosamente en el pasado; esta mania de viejos sin futuro, los giolitianos la llaran arte de gobemer, el jinico arte de gobernar que restaurard el prestigio del Estado, que restableceré el poder de fas instituciones. Incluso desde este punto de vista el retorne de Giolitti fs una clara sefal de la decadencia de las clases dirigentes italianas, es un documento de la disminuida capacidad politica de In easta gobernante ita- liana. Era un axicma politico que a los gobiernos burgueses les conviene mis olvidar que recordar: el principio de_preseripcin se convirtié en ravin de Estado; la mania moralizante era ridiculizada y presentada como propia de les epocas de decadenciay de los pass en disoluci Tn alia quad, mis me op cualquier otro pais el principio de prescrip: Hei cdniettlacinordimerias lata eta 4p Jos indultos, de las gracias soberanas. Giolitti quiere vengarse; Ia pequetia burguesta quiere vengarse, los escritores de la Stampa excitan y azuzan este espiritu de venganza, que es expresién de temor panico, no de fuerza, que es creader de marasmo, no principio de orden. Asi la Uegada de Giolitti al poder, de cate vejete sa futuro, de esto vojete que solo ve el pasado ¥ 70 puede hacer previsiones a largo’ plaza para cl futuro, de este vejete que ha 39 tenido miedo y ahora quiere dar miedo, asi la Megada de Giolitti al poder ‘puede ser verdaderamente interpretada como simbolo de Ia descomposicién de Ia sociedad italiana, de la disolucién de las clases ditigentes, de In deca- dencia de la cultura y de la inteligencia de la casta gobemante italiana, Los eseritores de la Stampa esperan, arrastrar al proletariado a esta zara- banda de embrutecides y paranvicos dominados por un miedo pinico. Pero 4 proleariado tiene una doetrina, el comunisimo critica, que le da uma orien. ny tiene una concepeién real de la historia que lo sitta fuera de estas is de locura furiosa. E1 proletariado sabe que la guerra mundial no fue un error, sino una necesidad de) desarrollo histérico del capitaliemo legado a [a fase imperialista, a la fase en la que las economias nacionales ya no reden subsistir, sino que tienden a superar los limites nacionales para orga- arse internaclonalmentcy a la fase caracterzada por los menopolios y los trusts, la fase en la que la banca se convierte en Is forma de ergantzacin del aparato nacional de produccién y distribucién. Hl fracaso de la guerra y de la vietoria significa que esta organizacin de la economia no es posible en el régimen de propiedad privada; en el régimen de propiedad privada, esta organizacién es un espantoso instrumento de opresién, de explotacién, de envilecimiento de la inmensa mayoris de la poblacién. Unos pcos individuas establecen los planes de produccién y de distribucién para su provecho, para su enriquecimiento individual; unos pocos individuos eoncentran en sus ma- nos los destinos de las masas desorientadas de le poblacién trabejadora y emplean todos los métodos de violencia y de frande pera conservar este poder, pata dominar esta fuente de su rigueza. E} proletaciado no quiere, como los pequeftoburgueses, aterrorizados, destruir este aparato perfeccionado de Ia economia, quiere expropiarlo y socializarlo, quiere desarrollarlo atin mas y hacer de él el instrumento de su total emancipacién, quiere con esto, eman- ‘ipandose, liberar también a todas las demés clases oprimidas, incluso a la pequefia burguesia que hoy se ha vuelto histérica y sélo aspira a acumular ruinas sobre rainas, a determiner nuevos marasmos en el marasmo ya exis: tente PREVISIONES* Como no existe en nuestro pafs ninguna fuerza organizada extensamente, ar- ‘mada de una voluntad clara y recta, que persiga (y derouestre poder perse- zuir) tn plan dé accin potitica que vaya de acacrdo con el proceso hist. rico y sea, por Io tanto, una interpretacién de la historia real e inmediata, y no un plan preestablecido en frfo y abstractamente; como una fuerza seme- jante no existe todavia (segin nosotres esa fuerza puede ser y sera finice * Avonsi!, ed. piamontesa, 19 de ootubre de 1920, No fiemede, 60 mente el Partido Commista Italiano}, @ quien quiere, on la actual sitmacién, realizax una obra Gti] de actzracién y educacion politics, no le queda més remedio que intentar hacer previsiones, considerando las fuerzas en juego conto elementales, como itmpulsadas por instintos oscures y opaeos, como semo- vientes no en vista de un fin consciente sino por un fendmeno de tropismo determinado por las pasiones y las necesidades elementales: el hambre, el frio, el temor ciego y loco a lo incomprensible. Especialmente este iltimo motivo (el miedo, cl terror loco de Ia criatura desamparada que se siente arrallada por una tempestad de le que so conoce las leyes, [a direecién exac- ta, la duracién aproximada) parece predominar hoy en la soviedad italiana y-quiza pueda dar una explicacién medianamente satisfactoria de los aconte- ‘cimientos en curso. Si, en breve plazo, no surge del eaos una poderosa fuerza politica de clase {y esta fuerza, para nosotros, no puede ser otra mas que el Partido Comu- nista Italiano), y si esta fuerza no logra convencer a la mayorie de la pobla- cién de que hay un orden inmanente ext la aetual confusién, que incluso esta confusién tiene su razon de ser, porque uo puede imaginarse el derrumba- miento de una civilizacién secular y el advenimieuto de una civilizacién mue- va sin tal ruina apocaliptica y tal ruptura formidable; si esta fuerza no eon sigue colocar a Ia clase obrera en las conciencias de las multitudes en Ia realidad politica de las instituciones de gobierno, como clase do- finante y dirigente, nuestro pais no podra superar la erisis actual, nuestro pais no serd ya, por lo menos durante descientos aifos, wa nncica 9 un Estado, nuestro pais sera el centro de un maelstrom que artastrard a su vértice & toda Ta civilizacién europea. El sentimiento del terror loco es propio de la pequefia burguesfa y de los intelectuales, como es propio de estos estratos de la poblacién el sentimiento de la vanidad y de Ia amhicién nacionalista. La pequefia burguesia y los intelectuales, por la posicién que ocupan en Ja sociedad y por su modo de cxistencia, se inclinan a negar Is Juche de clases y por {o tanto estin conde- nados a no comprender nada del desarrollo de Ia historia mundial y de Ia historia nacional que csté inserta en el sistema mundial y obedece a las pre- siones de los acontecimientos internacionales. La pequefia burguesia y los intelectnales, con su ciega vanidad y su desenfrenada ambicién nacionalista, donsinaron la guerts Waans, difondieron de ells ana Heologia astrada y ampulosa y fuerou arrollados y triturades por ella, porque la guerra italiana era un aspecto secundaria de Ia guerra mundial, exa el episodio marginal de una gigantesca lucha por el reparto del mundo entre fuerzas hegeménicas que mecesitaban a Italia como a un simple pen en su formidable juego. Ven- cida y triturada eu el campo internacional, parceia que In pequefia hurguesta hubiese sido vencida y destruida también en el campo nacional, por la irrup- cién del proletariado inmediatamente después del armisticio hasta el 16 de noviembre. La lucha de clases, reprimida durante Je gue sa, volvia a dominar irresis- ol mente Ia yida nacional, y parecia que debiese barrer a sus negadores; pero la lucha de clases, el proletariado, no logré adquiir durante la guerra. en a represién y la opresidn de la guerra, Ia conciencia de si y de su misiin hist6rica; no logrd expulsar de su seno su propia incrustacién parasitaria pequenoburguess e intelectnal. Tazabién et proietariado tiene su “pequetia burguesfa”, como el capitalismo; y la ideologia de los pequeftoburgueses que se adhieren a la clase obrera no es, como forza, distinta de la de los peque Fioburgueses que se adhieren al capitalismo. Se encuentra en ellos el mismo elemento de vanidad sin Iimites (jel proletariado es la mayor fuerza! jel proletariado cs inveneible! jnada podré frenar al proletariado en su fatal marcha hacia adelante!) y el misao elemento de arobio‘Sn internacional, sin ‘una exacta comprensidn de las {nervas histéricas que dominan la vida del mundo, sin la capacidad de identificar en el sistema mundial su propio pnes- to y su propia funcién. Hoy vemos que, irrumpiendo después del armist Ja Incba de clase proletaria no consiguié olevar a Ja cumbre de la politica nacional més que a st propia pequefia burguesia vanidesa y petulante; hoy ‘vemos que el “maximalismo” socialista no se diferencia en nada, como for- rma, de ls ideclogia pequefioburguesa de la guerra: se recurre al nombre de Tenin en vez de al de Wilson, ce cila la III Internacional en ver de Ja Liga de las Naciones, pero el nombre no es més que un nombre y no el sim: bolo de un acto de conciencia activo; la III Internacional, como la Liga de Tas Naciones, es un mito torpe, no izacién de voluntades reales y de aceiones transformadoras def equi EI proletariado no logré dar a luz més que una nueva pequeiia burguesia, incapaz y sin un fin histérico real; la lucha de clases, qne debia tender a sus conclusioues dialéeticas, a la fundacién de un Estado obrero, se dispers6 en tuna multiplicidad de pequefias destrucciones y de acciones [falta una palebra] y la pequefia burguesia, que parecia destruida, recobra el aliento, se reagtur Pa; febiendo visto que la lucha de clases no ha conseguido desarrollarse y concluirse, nucramente la niega, nuevamente se difunde la persuasion de que se trata de delincuencia, de batharie, de avidez sanguinaria. La reaccidn, como psicologia difusa, es un’prodneta de esta incotaprenci6n: los elementos de esta psicologia son el terror enloquecido y ls abycccién mas baja, correlativos nece- sarios de la ambiciin y la vanidad que caracterizeron 2 estos miismos estra- tos de fa poblacidn antes de Ia ruina econémica y de la caida del programa naclonalista, Pero las fuersas elementales desencadenadas por cl fracaso del maximalismo “pequefioburgués”, por la desesperacién que invade los nimos por la incomprensién de las leyes que gobiernan también esta crisis, por la perstiasién de que el pais esti en poder de espiritus demoniacos incontrola- bles ¢ impondetables, estes fuerzas clementales no pucden no tener un mo miento politico, no pueden no conducir 2 una conclusién politica. La cor viecién difundida en las capas industriales y pequeioburgucsas de la necesidad de la reacetbn, valoriza los grupos y los programas generales de quienes siexo- pre han sostenido a la reaccién: la alta jerarquia militar, el fascismo, el na- co | | i | | cional, La reaccién significa nuevamente guerra, y no guerra en grau estilo, porque los grandes Estados eapitalistas, precisarnente ellos, se han opvesto a las aspicaciones de los nacionalistas italianos. ;No parece sentirse muy préximo el eco d cién proletaria debe Iuchar contra lag naciones capital quien tiene hierro tiene pan”; no parecen volver a ofrse los aforisinos politicos sobre la decadencia francesa y sobre la juventud expansiva de Italia? Italia esta verdaderamente dominada por espfritus demoniacos incontro- lados e irponderabless el iaxico principio de orden est contenido en Ia clase brera, en Iz voluntad proletaria de introducir concreta y activamente a Ita- € proceso histérico mundial; este principio de orden puede expresarse amente slo en un partido comunista férreamente organizade y que tenga un fin bien claro y aeto que proponerse. El problema actual, el problema histérico fundamental de la vida italiana, es la organizacién del partido co- munista, que dé conciencia y movimiento autSnome y preciso a las fuerzas vivas que existen en nuestro pais y que pueden todavia salvarlo de la per- diciéu. QUE BS LA REACCION?* May sibilinamente, la Stampa enuncia que el diputado i, fortalecido por las recientes demostraciones de confianea (?2) concedidas a su politica por la nacién italiana, ce dispone a traducit en actos la segunda parte de su programa de gobiorno: restauraci6n del Estado. Muy sibiliramente la Seanepar prevé (jojo a quien le toque!) que la segunda parte del programa de go- bierno de Giolitti: restauracién del Estado, determinara, por parte de los anarquistes, de los comunistas y de los fascistas (!!) el unénime y acorde gzito de alarma contra la reaccién. ut gerd esta “reaccién” que la Stampa anuucia? {Qué significa esta ~ofSenca de la justicia”, etotiera, eleétera? Pero ante todo es preciso es tablecer este punto: que el onorevole Giolitti ha sido siempre un reaccio- naria, que el onorevole Giolitti ha sido incluso el exponente tipico de la reac- m_capitalista italiana. El capitalismo es reaccionario cuando no logra ya dominar las fuerzas productivas de un pais. El capitslismo italiano ha co- menzado a ser reaccionario desde que el gol italiano, abandonando el programa librecambista de} conde de Cavour y de la vieja derecha, se ha vuelto proteccionista y “reformista”. Ineapaz de dominar en los cuadros de la libre competencia ‘a lag fuerzas productivas italiana, el capitalismo ha reducido el Estado al papel de su agente comercial directo, el capitalismo ha * Avancit, ed. piamontess, 24 de noviembre de 1920. No firmado, 63 reducido la milicia nacional, la burocracia, la magistratura, todas las insti- tuciones del poder gubernamental, al papel de instrumentes inmediatos de su permanencia y su desarrollo. Giolitti ha sido el hombre politico més re- presentativo de esta accién llevada a cabo por el capitalismo en Italia. Hoy el onorevole Giolitti continéa y no puede continuar su politica tradi- ional: él sigue siendo el mismo reaccionario de siempre. Hoy el onorevole Giolitti intensifica su actividad reaccionaria porque el eapitalismo ee revela cada vez més incapaz de dominar las fuerzas productivas. La téctica de las “aristocracias obreras” ya no es efieaz; ya no sirve de nada la taetica de favo- recer a los cooperadores de Reggio Emilia el mismo tiempo que se asesina a los campesinos pobres meridionales; ya no sirve de ada Ia téctica de co- rromper direclamente a los diputados socialistas septentrionales al mismo tiempo que, @ través de ln acei6n policiaca de las autoridades provineiales y Ia accién intimidadora de los golpeadores debellitas* sc lena el Parla- mento con un montén de soldados meridionales. Hoy las grandes masts po- pulares participan en la lucha econémica y en la lucha politica; hoy la nece- sidad de arrancar el pan de Ia boca de los trabajadores industriales y agricolas se ha vuelto urgente para el capitalismo. Hay que recurrir a las grandes soluciones: el Estado burgués debe hacerse cada vez mis reaccionario, debe intervenir cada vez. més directa y violentamente en la lucha de clases, para reprimir los intentos que realiza el proletariado en la via de su emancipacién. Esta “reaccién” no es sélo italiana: es un fenémeno internacional, porque el capitalismo no sélo en Italia, sino en todo el mundo, se ha vuelto incapaz de dominar las fuerzas productivas. El fenémeno del “fas no es S60 italiano, asf como no es s6lo italiana la formacién del partido comunista. El “fascismo” es la fase preparatoria de la restauracién del Estado, esto es, de un reerudecimiento de la reaceién eapitelista, de un endurecimiento de la lucha capitalista contra las exigencias més vitales de la clase proletaria. El fascismo es la ilegalidad de la violencia capitalista: la restauracién del Fs- tado es Ja legalizacién de esta violencia: es una conocida ley histérica que la costumbre precede al derecho. El fascismo italiano ha ineendiado el Auauti! de Milan y de Rome, ha incendiado el Protetario de Pola y el Lavoratore de Trieste y ningtn fasciste ha sido castigedo, el Estado restaurado ya no incendiard, suprimira “Iegalmente”. Fl fascismo ha asaltado cémaras del tra- bajo y mnnicipios socialists: el Estado restaurado disolvera “legelmente” las cimaras del trabajo y los municipios que quicran seguir siendo socialis- tas, El fascismo asesina a los militantes de la clase obrera: al Estado restau- rado los mandard “Iegalmente” a la cércel y, restaurada también la pena de muerte, los hard matar “legalmente” por un nuevo funcionario gubernamen- tal: el verdugo. Esta evoluctén es universal, se ha realizado en gran parte y seguiré desarrollandose normalmente inclnso en Italia. Los comunistas. han previsto esta evoluciéu desde el estallido de la guerra mundial, erisis decisiva % Los golpeadores del diputado De Beis, giolttiano, “a de la incapacidad capitalista para dominar a las fuerzas productivas mun. diales sin la intervencién activa y permanente de la violencia directa. Por eso los comunistas no se asombraran de la reaccin giolittiana como de al nuevo. Seguirin desarrollando sm accién, friamente, metadicamente, valero- samente, convencidos de represeutar el futuro de la civilizacién europea y mundial, convencidos de representar las fuerzas que deben triunfar de todo y_de todos, a menos que la civilizacién humana no deba ser aplastada defi- nitivamente por el desencadenamiento de animalidad y barbarie determinado por el imperialismo y el militarismo. LA FUERZA DEL ESTADO* La fuerza del Estado burgués reside toda ella en la organizacion armada ofi- cial. Desde el armisticio hasta hoy la organizacién armada del Estado ita- + liano no ha cesado un instante de revelarse en intima y progresiva descom: posicién; la descomposicin se ha extendi que se apoyan en la fuerza armada: la adm nistracién del poder gubernamental. La lucha actual entre D’Annunzio y Giclitti os el episodio culminante de esta descomposicién. Hay algo de simbélico en esta lucha. El Pstado italiano, aun con su forragosa y mastodéntica maquinaria, he sido siempre una cosa tan e6miva, que no debe maravillar que pueda ser arruinada precisamen por un tipo como D’Annunzio. El onorevole Gioliti ha sido uno de los prin- tipales constructores del Estado italiano; el onorevole Giolitti es el hombre que, desde el 90 hasta hoy, ha detentado durante un mayor nimero de afios € poder gubernamental: él conoce a la perfeccién todas las piezas ¥ todos los fngulos de esta maquina, puede decirse que la personifica, a tal punto su actividad ha contribuido a darle forme y mavimiento. Hoy, el onorevole Giolitti es impoteme para conservarla intacta, es impotente para impedit que sea saboteada y arruinada completamente. gY por parte de quién? No de una gran fuerza adversaria, no de un gran partido revolucionario que organice a las mases populares para hacer de ellas un potente ariete con el cual atacar Ios baluartes del privilegio capitalista; sino por parte de un lite- rato-guerrero, por parte de un hombre que quiere simplemente divertisse, por parte de un personaje histérico totalmente italiano, en el cual se unen la psi- cologia de Coccapieller con la de un David Lazzarctti. El Estado italiano, como quiera que concluya esta lucha, estf irtemediablemente comprometido en su prestigio y en su dipnidad: la demostraci6n experimental de su no sex, de su incapacidad politica, de su anemia organizativa, ha sido dada poren- toriamente. 4a todas las demas instituciones racién de la justicia, la admi- ® oanti!, ed, piamontesa, 11 de diciembe do 1020, No firmado, {Pero cémno acabard esta Iucha? Ta ausencia, precisemente en este periods co, de un Muerte partido politico del polcariade.revolucionario, de do comunists rigidamente centralizado, capaz de formar con su or rimer y provisional andamiaje de un Estado obrero, auto Ia afirmaciu de qne s6lo un recrudecinaiento de la barbarie y de la reac. cin seré el fin de esta lucha. La disolucion del poder bnrgaés no significa por si misia ef nacimiento de un partido proletario si falta lx organizacién politi. ca de la clase oprimida, si la organizacién existente no tiene un programa y un plin de aecién, la disolucién no puede sor frenada enérgicamente y con- linia corrompiendo y pudriendo todo el cuerpo social. Estado significa cen. tralizacién de mando y de accién. El Estado italiano se cae en pedazos prev cisamente porque los poderes locales no funcionan segiin las consignas que parten del centro de gobierno: pniulan en vez de esd los. grupos ammdos locales, que sustitnyen a la accion armade oficte) obedecen a los intereses focafes, Hlevan a cabo una lucha de partisanos contra los adversarios locales. Fl fascismo es la expresién de esta corrupcion de los poderes estatales. D’Annunzio Iucha contra Giolitti porqne existe el fascisme bolofiés, milanés, tutinés, floreutino, etrétera; Giolitti es importante contra D*Annunzio porque en Bolonia, en Milén, en Turin, en Florencia sus funcionarios apoyan al £a3- cismo, arian a los fascistas, se confunden con los fascistas; porque en todos estos centon ol fasthno se coufund, con la jerargufa iter, porque en todos estos ecntros el poder judicial deja impune al fascismo. El fascismo, como feudmeno nacional, no puede fundar un Estado propia, no puede orga- nizarse como poder central, porque y# se confunde con et Fstado, porque eneventra ya su centralizacién en el actual gobiemo de Giolitti; el fascismo, comg fenémeno dannunziano, es una coutradiecién, no es una antitesis, © uma cara del mismo gobierno giolitt his uu pal ganizacion el no, no tiene nada de revolucionario, porque no es capaz de cuperar dialécticamtente a su aparente adversario, por” que no es capa de sustituirlo. El Estedo italiano se debate en esta sv crisis morbasa, de atime descomposivién; de ella sélo puede resultar nueva har- ba nueva anarqufa, tueva reaceién. Nunca como en este mo- mont el Estado italiano habia sido algo tan risible, algo tan cémico:.pero por dlesgracia, eu la vida de los Estados, ser cémicos y ridfeulos significa im- pnnidad para los violentos y ninguna seguridad para las petsonas, significa abuso, extorsién, prepotencia, significa reaccién contra los trabajedores He aqué por qué ereemos que lx actual diseusién entre las tendencias del Partido Socialista Ttaliavo interesa a toda la masa trabajedora y no silo a Jos “afiliados”. La cuestion planteads es ésta: jtendra el proletariado revo- Iucionario su partido independiente de class, capaz de centralizar todos los esinercos de tebelién del. pueblo trabajador, eapaz de fundar un Estado obrero, capaz de salvar del caos actual los elementos de regeneracién y de reconslruecién, y de organizarlos inerte y permanentemente? Hoy el paitido socialista es inferior a su misién histérica, es impotente para dominar la si- tuacién, porque contiene en sn seno las misinas contradieciones que desgarran 66 al Estado burgués. Asi como ta burguesia ya no es capaz de mantencr en pie am Estado fuerte, respetai obedecide por tas mdiples partes que bo componen, igualmente no lograria sostenerse tun Estado popular que resultase de la Megads al poder del partido sovalista tal como exta compuesto actuel mente. Un Estado de ese quero no tendria ninguna fuerza, Io mismo que cl actual Estado giolittiana fascista; serfa una continuacién del caos y_ la anarguia presentes: no seria un enérgico freno a la disolucién burguesa, sino luna nueva fase de esta disolucién, sumada a una completa desmoralizacion de las masas populares. He abi por qué la discasiéu de las tendencias inte- resa hoy a todo el proletariado; el partido se diszrega porque se disgrega el Fstudo burgués, porque las ideologias y los programas, en situacione icjantes, tienden a aclararee hasta el espasme, porque sienten m: niente su responsabilidad. TH partido se disgrega porque esté. haciendo nuevo partido, el partido comunista, el partido del proletariado revalucio- nario; porque el proletariado revoluciouatio, ni siguiera en momentos conto el actual exté dispuesto a comprometer st futuro en alin asunto por el estilo de aguel preparado por el conde Karoly en Hungria. Lo que hoy le sucede a la burguesfa es una valiosa ensefiarza para la dase obrera; Giolitti no puede gobernar con los fascistas, la clase obrera no podra gobemnar 'y se negaré a gobemnar con los reformistas y los apostunistas: en el Estado obre- ro, coma en el Hstado burgués, no pueden hacerse experimentos de apar- ceria, sin sufrir como consecuencia mayor muina y mayor corupddn. EL PUEBLO DE LOS MONOS? E] fascismo ha sido la dltima “representacién” oftecida por la pequeiia bur- guesfa urbana en el teatro de la vida politica nacional. E] miserable fin de Ja aventura fiumiana! ¢s la dltima escena de la representaciéu. Puede con siderarse como el episodio més importante del proceso de disolucién interna de esta clase de ln poblacién iteliana. E] proceso de descomposicién de la pequefia burguesia se inicia en Ja ‘iltima década del siglo pasado. La pequefia burguesia pierde toda, impor tancia y decaen todas sus funciones vitales en el campo de la produceién, con el desarrollo de la gran industria y del capital financiero: se convierte en pura clase politica y se especializa en el “‘eretinismo parlamentario”. Este fonémeno, que ocupa gran parte de la historia coutemupordnea italiana, tora diversos nombres en sts distintas fases: se Hama originalmente “advenimien © LOrdine Nuago, 2 de enero de 1921, No firmado. El Utula fne tomado de un relave el primer Libro de la junela de Kipling. Bospuss del teatndo de Rapalio. de noviembre de 1920, que hizn de Fiame uy Es lependiente. «1 bloqueo naval Wdo de Tos “leg gd 2 BrAgauacio a captular, A pencipios de aro” dela etadad. pee or to de la izquierda al poder”, se vuelve giolittismo, lucha contra Jos intentos kaiseristicos de Umberto I, se extiende en el reformismo socialista. La. pe- qquefia burmesia se incrasta en Ja instncién padamentaria: de onganismno le control de la burguesia capitalista sobre la Corona y sobre la aibminésteacion piblica, el Parlamento se convierte en nido de charlatancria y de escandalos, se vuelve en un medio para el parssitismo. Corrompido hasta le médula, so- metido corapletamente al poder gubernamental, el Parlamento pierde todo prestigio ante las masas populares. Las masas populares se convencen de que 1 ainico instrumento de control y de opesicién a Jos arbitrios del poder ad- ministrativo es la accién directa, es la presin desde el exterior. La semana oja? de jnnio de 1914, contra Ia destraccién, es la primera y grandiosa in- tervencién de las masas populares en la escena politica, para oponerse direc- tamente a los arbittios del poder, para ejercer Fealment la soberania pope Jar, que ya no encuentra ninguna expresién en la cémara representativa: puede decirse que en junio de 1914 el parlamentarismo entré, en Ttalia, en la via de su disolueién orginica y, con el parlamentarismo, Ia funcién poli- tica de la poquefia burguesia. La pequefia burgvesta, que definitivamente ha perdido toda esperanza de recobrar una funcién productiva {sélo hoy vuelve a vislumbrarse una espe- ranza de este tipo, con los intentos del partido popular por volver a dar importancia a la pequeia propiedad agricole y con los intentos de los fun- cionarias de la Confederacién General del Trabajo por galvanizar el mortecino control sindical), trata en todas las formas de conservar una posieién de ciativa histérica! imita o Ia clase obrera, sale a las calles. Esta nueva téctica se lleva a cabo de los modes y formas permitidos a una clase de charlatance, de escéptieos, de cormptos: el desarrollo de los hechos que han tomado el nombre de “radiantes jornadas de mayo”, con todos sus reflejas periodisticos, oradores, teatrales, callejeros durante la’ guerre, cs como la proyeecién en Ja realidad de un zelato de la jungla de Kipling: el relato de Bandar-Log, del pueblo de los monos, el cual cree ser superior « todos los demas pueblos de Ia jungls, paseer toda Ja inteligencia, toda la intuicién historia, todo el es- piritn revolucionario, toda la sabidutia de gobierno, etestera, etcétora. Esto fue To que sucedié: Ta pequefia burgnesia, que se sometié al poder guberna- mental a través de la corrupcién pariamentaria, cambia la forma de su pres lacién de servicios, se vuelve antiparlamentaria y trata de corromper la calle. En el periodo de la guerra el Parlamento decae completamente: la pequeiia burguesia intenta consolidar su mneva posicién y piensa equivocadamente que ya ha alcanzado este objetivo, cree erréneamente que ha. acabado con la. lu: cha de clases, que ha tomads la direccién de Ia clase obrera y campesiua, que ha sustituido Ja idea socialista, inmanente en las masas, con una extratia ¥ fantistiea mezcolanza ideoligica de imperlalismo nacionalista, de “verda- 2 En junio de 1914 estallé Ja Glhime heckea geneval de protesty, antes de Ie, guerra, conua ln aoa de abpiaren conoid con el wore de nana ros? For I Violeneiay duracion ‘de Ta Iueka. & doro.revolucionarismo”, de “sindicalismo nacional”. La arciéa directa de las mases en los dias 2 y 3 de diciembre, después de las violencias ejercidas en Roma por parte de los oficiales contra los diputedos socialistas, pone un fre ale actividad politica de Ia pequefia burguesfa, que desde aquel momento trata de organizarse y agruparse en torno @ patronos més ricos y més segu- ros que el poder estatal oficial, debilitado y exhausto por la guerra, La aventura fiumiana cs el motivo sentimental y el mecanismo prictico de esta organizaciéu sistematica, pero resulta inmediatamente evidente que la base sélida de la organizacién es la defense directa de la propiedad in- dustrial y agricola de los asaltos de 1a clase revolucionaria de los obreros y los campesinos pobres. Esta actividad de la pequefia hurguesta, convertida jalmente en “cl fascismo”, no deja de tener consecuencias para la esta- bilidad del Estado. Después de corromper y arruinar In institucién parla- mentaria, la pequeita burguesta corrompe y arruina también las otras insti- tuclones, los sostenes fundamentales del Estado: el ejército, la policia, la ma- sistratura, Corrupcién y ruina que tienen como resultado pura pérdida, que no tienen ningiin fin preciso (el Gnico fin preciso habria debido ser Ia crea- ign de un nuevo Estado: pero el “pueblo de los monos” se earacteriza pre- cisamente por la incapscidad orgénica para darse una ley y fundar wa Borado)s ef propictario, para defenderse, financia y sostiene waa orgeniza cién privada, la cual, para enmascarar st naturaleza real, debe asumir acti- tudes politicas “revolucionarias” y disgregar la defensa més poderosa de Iz propiedad, el Estado. La clase propietaria repite, con respecto al poder eje- cutivo, el mismo error que cometié con respecto al Parlamento: cree poderse defender mejor de los asaltos de la clase revolucionaria, abandonando las instituciones de su Estado a los caprichos histéricos del “pueblo de los manos”. de la pequeta burguesta. Desarrollindose, el fascismo se endurece en torno a su nileo primordial, no logra ya disimular su verdadera naturaleza. Conduce una campaiia feroz contra el presidente del consejo Nitti, eampatia que Hega hasta una invitacién abierta a asesinar al primer ministro; deja en paz a Giolitti y le permite llevar “felizmente” a término la Tiquidacién de la aventura fiumiana; la posi- cién del fascisimo con respecto a Giolitti marcé el destino de D'Annunzio y puso de relieve el verdadero fin histérioo de la organizacién de Ja pequefia burguesfa italiana. Cuando mas fuertes se han vuelto los “fasei”, cuanto me- jor encuadrados estin sus efectives, cuanto mAs audaces y agresivos se mues tran contra las eimaras de] trabajo y los ayuntamientos socialistas, tanto mas caracterfsticamente expresiva resulta su actitud con respecto a D’Annunzio, el cual invoca la insurroceién y las barricadas. ;1.es ponposas declaraciones de “verdadero revolucionarismo” se han concretada en un petardo inofensivo hecho explotar bajo un pasillo de la Stampa! La pequefia burguesa, incluso en ésta su iiltima encarnacién politica del “fascism”, se ha mostrado definitivamente en su verdadera naturaleza de esdlava del capitalismo y de la propiedad latifundista, de agente de la con- 69

You might also like