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GABRIEL DOMENECH PASCUAL Coleccién: Estudios Constitucionales Director: Francisco Rusto LLORENTE DERECHOS FUNDAMENTALES Ye RIESGOS TECNOLOGICOS El derecho del ciudadano a ser protegido por los poderes piiblicos Prilogo de Jost Manta BaNo Leow CENTRO DE ESTUDIOS POLITICOS Y CONSTITUCIONALES Madrid, 2006 L FE SENGERTD DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES A El primer elemento definitorio de estos derechos es su condicién de fundamentales. Dado que esta expresi6n es anfibol6gica en nuestro lenguaje jurldico, interesa dejar claro que con ella designamos los de- al- aun a falta de fey que los Feconozca o a pesar de disposicion legal en contrario". En este con- cepto encajarian, cuando menos, los derechos reconocidos en los att culos 14 al 38 de la Constitucién, ya que todos ellos gozan de eficacia jurfdica directa aun praeter 0 contra legem y su titular puede secebar y obtener de los Tribunales la tutcla de los mismos (arts. 53.1 y 53.2 CE). EI segundo elemento definitorio se refiere al y para cuya satisfaccién se otorga el derecho. Pero conviene precisar un poco mas, porque esa proteccién puede ser entendida en un sentido amplio o en uno restringido. Los derechos fundamentales a protecci6 sentido amplio™, 1 Ee este sentido, vid. Cruz VILLALON, «Formacén y evolucién de los dere- hos fundamentales», REDC, 25, 1989, pp. 39 y ss3 Juutnez Caro, Derechos... ip. 37 y ss ron Gumi, La epelctn negation de egilader ls dee 2s fundamentales, 1996, pp. XII y XIV. +8 Como, por ejemplo, postala Hans, «Ockham’s Razor ~ ein Instrument 2ur Rationalisierung der Grundrechtsdogmatil, JZ, 2002, pp. 1041 y ss 6 (GABRIEL DOMENECH PASCUAL. gue coinciden con lo que algunos autores alemanes lla- ‘man derechos fundamentales a prestaciones (grundrecbilicbe Leistungs- recbte)® Dining exe ce i a << ficil a primera vista, Sdlo hay que servirse de un sencillo crterio pura- mente formal: taci6n de los derechos prestacionales se produce m: de la actuacién estatal debida; la de los defensivos, mediante una inje- rencia 0 actuacién positiva del Estado. Empero, esta distincién plantea algunas dudas. Supongamos a titulo de ejemplo que el legislador esta constitucionalmente obligado a proteger cl derecho a la vida tipifican- , dada la inde terminacin de los términos «incapaz» y eprave deficiencia fisican; «se [configu aba] asf de un plumazo una autéatica discrecionalidad médice» difcilmente controlable por el Juez y el Fisal, legos en la materia, 86 1 RECONOCINIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTCCION para calcular Jas indemnizaciones a las que tienen derecho las victimas de accidentes culposos resultaba arbitrario y contrario a la tutela judi- cial efectiva, dice que «la proteccién constitucional de Ja vida y de la integridad personal (fisica y moral) no se reduce al estricto reconoci- miento de los derechos subjetivos necesatios para reaccionar juridica mente frente a las agresiones a ellos inferidas, sino que, ademés, con- tiene un mandato de proteccién suficiente de aquellos bienes de la personalidad, dirigido al lepislador y que debe presidire informar toda su actuacién, incluido el régimen legal del resarcimiento pot los dafios, que a los mismos se hubiesen ocasionado» (FJ 8). La Sentencia 119/2001 apunta que la inactividad de un Ayunta- miento a la hora de garantizar el cumplimiento por parte de los parti calares de la normativa sobre contaminacién actistice puede constituis, si los ruidos alcenzan una cierta intensidad, una lesién, imputable al Municipio, de los derechos @ la integridad fisicay a la intimidad domi- ciliaria™. Como sefialaba cl Magistrado Gannipo FALLA en su voto par- ticular concurrente, el presupuesto de la imputacién de esa lesién a la inactividad administrativa es que el ejercicio de potestades administra- tivas tendentes a «impedir que actuaciones de particulares, sujetas a autotizacién 0 a licencia administrativa, perturben los derechos funda- mentales aqui invocados... se convierte en obligaorio cuando la ayre- sidn a los derechos fundamentales alcanza un determinado nivel de gravedad». En la Sentencia 220/2005 (FJ 4), donde se juzgaba si la negativa de la Administracién a concederle a Ja recurrente una protroga de baja por incapacidad laboral habia lesionado su derecho a Ia integridad ft- sica, se advierte que este derecho «podria verse lesionado no sélo por acciones, sino también por omisiones de los poderes publics». El Tribunal de Estrasburgo ha declarado reiteradamente que! ta do Vid, también, la STC 16/2004 (FFI] 5 y 4) 4 Pueden encontratse algunas referencias a esta jurisprudencia en los comen- raios de Sawvtanasta Armas al art. 3 CEDH (pp. 60 y ss.) y de Aazoz Saxmiste: saw al art. 8 CEDH (pp. 266 y 53), en Convento Europeo de Derechos Humanos. 7 (GAnsIEL DOMENECH PASCUAL trina tiene un gran interés, y no sélo por venir ions orgie le jigpadenca ce ene Tso debe tes de feeb ne influido notablemente— sobre 12 de nuestros Srgancs jutisdieciona- les! al ratarse del maximo intérprete de un Convenio que, amén de formar parte del ordenamicnto juridico espaiiol, tiene valor constitu. cional, en la medida en que las normas relativas a los derechos funda: mentales y alas libertades reconocidas en la Constitucién deben inter. pretarse con arreglo al mismo (art. 10.2 CE). La raz6n principal de uestro interés reside en que dicho Tribunal se ha ocupado en nume~ zos08 y vatiados casos de las obligaciones positivas del Estado de pro- segs fos derechos fundamentals pata esol, a ido tlando 1a tica pero vez sencil zt ina g sae ze eto a wer encilay mangle doceina qe os pase pot 4 primera afirmacién de ta doctrina la hemos enc¢ oe de 13 de junio de 1979 (Marckx, 6833/74), ade a oo ler que el derecho a la vida familiar "®. He Shh ede lasSo ge el Esto debe progr a las perso: pas contr Tas torarsy as pens o aos inhumane o depadanes (proseritos por el articulo 3 CEDH) que otros particulates Buda ae peasarles. Muy abundante es le juspradenca por Is ques esublece que las autoridades nacionales deben amparar a los nifios frente a cometidos por sus progenitores". : PE cunt Seuencs Sina stom oe la Repiblin Francs no haber castigado penalmente a quienes mantuvieron a una ciudeds agent ge Deane Stren ae tub, og SST e301 {Recon T20995,99 88) a), sla a pproteccién dela vida de un detenido Set ee aeen z ie ee reel es nines Sa SSE apy sccm aT Cap tlie, gee ead! 2 EE Cs Se sae renal permiti6 el Derecho inglés, que justificaba los setae inoue cge de poker esi py En ST oH otros, 29392/95, §§ 73 y ss.) condena “ino Unido por Bese cite Seni inoue ieee alos tratos que ciertos individuos venian dispensando « sus hijos ead: edad, La STEDH de 26.11.2002 (E. y Se aaa, 5S 5 ss.) resuelve ay 3 (GABRIEL DOMENECH PASCUAL na togolesa menor de edad en una situacién de servid - Gavtod domestica, vuleré el anealo 4 CEDEL eeouforne w ks normas y tendencias contemporéneas en In materia... las obligaciones postivas que receen sobre los Estados miembros, en virtud del articu- Jo 4 del Convenio, exigen la tipificacién como delito y la represi6n etc de odo acto tendente @ mantener a una persona en ie Ho le situacidnn™ En relacién con el derecho a no ser privado de libertad, | 7 cia Riera Blume afirma implicitamente le existencia de von qr positive de proteger a los individuos frente a las devenciones efectua- das por otros particulares. El Tribunal condena al Reino de Espafia por considerar que «las autoridades internas consintieron, en todo momen- to, la situacién de privacién de libertad de los demandantes»"™. En la jurisprudencia de la Comisién Europea de Derechos Huma- nos se afitmabe la existencia de «ciertas abligaciones del Estedo inhe- rentes a un efectivo respeto de los derechos gatantizedos en el articulo 9 del Convenio que pueden comprender Ia adopcién de medidas diti- tidas a asegurar el respeto de la libertad religiosa aun en le esfera de las relaciones recfprocas entre pacticulares»!®, Esta tesis habia sido sugerida antes por el propio Tribunal Europeo, al juzgar licito el que se hubiese confiscado y prohibido la proyeccién de una obra cinema- toprifica considerada por algunos eatdliens denigrante para su rligién: ‘quienes profesan libremente una zeligién «deben tolerar y aceptar el rechazo por otros de sus ereencias religiosas e, incluso, la propagacién de doctrinas hostiles a su fe. No obstante, la manera en la que tales creencias y doctrinas religiosas son objeto de oposicién o negacién es una cuestién que puede hacer surgic la responsabilidad del Estado, especialmente la de asegurar a aquellos que profesan estas creencias y doctrinas el goce pacifico del derecho garantizado por el articulo >”, Recientemente, el Tribunal ha utilizado esta doctrine para justficar la prohibicién impuesta por las autoridades turcas a las estudiantes de cieria Universidad de llevar el velo islimico en sus aulas. La finalidad °° STEDH de 267.2005 (Siiadin, 73316/2001, § 112). © SHEDE de 14101999 (Rr Be, 768087, 399), Deb sala, 20 sbsute, que las autordaces prestron una certa«colabocacin activa» a los a tores dei detencién, al sladar a ls detenidos, que en un primer momento lo fuera lgalnen al Toga ndcado por se falas, sean ein de Ie ComEDH de 18461957 (Dubouste 9 Styp, 33390 y '™ STEDH de 20.9.1994 (Orto-Preminger Institut, 13470/87, § 47). 4 1 RECONOCIMENTO JURISPRUDENCIAL DE 10S DERECTIOS A PROTECCION seria proteger a las personas que mo quieren Ievar esta prenda frente a las fuertes presiones ejercidas en sentido contrario por algunos grupos sociales: «en las sociedades democréticas, en las cuales varias religiones oexisten dentro de la misma poblacién, puede ser necesario poner restrieciones a la libertad de manifestar la propia religién o creencia para cohonestat los intereses de los diversos grupos y asegurar que las treencias de todos son respetadas... Esto se deduce tanto del articulo 9.2 como de la obligacién positiva del Estado, impuesta por el articulo 1 del Convenio, de asegurar a todos los derechos y libertades defini- dos» en el mismo', “En un extenso informe relativo al petisdico kurdo Oxgir Gindem, muchos de cuyos propietarios, trabajadores, reporteros, distribuidores y vendedores habfan sufrido innumerables coacciones y agresiones Tlgunas mortales— por parte de individuos «desconocidos», sin que Jas autoridades tarcas hubieran tomado medidas para proteger a las victimas ni tampoco iniciado investigaciones encaminadas a esclarecer Jos hechos, la Comisién estima que Turquia habia vulnerado por ello cl derecho a la libertad de prensa de los recurrentes: «el Gobierno que- ‘daba obligado a tomar medidas para salvaguardar el ejercicio de la li- dertad de expresién del periédico. Respecto de la extensi6n de esta obligacién positiva, no cabe exigir en virtud del articulo 10 del Conve- iti un deber absolute de proteccién... Sin embargo, y atendida la se- riedad de los ataques, la Comisi6n considera que la obligacién no pue- de estimarse satisfactoriamente cumplida por la mera existencia de leyes prohibiendo actos criminales 0 de una infraestructura de cuerpos de seguridady"™, ‘Con ocasién del asunto del médico que habfa sido despedido de un hospital catélico tras manifestar en publico sus opiniones sobre el abor- to, la Comision ya habfa declarado implicitamente que el articulo 10 CEDH obliga a los Estados a asegurar la libertad de expresion de los ttabajadores frente a las exigencias irrazonables de los empleadores que ‘menoscaben la sustancia misma de esta libertad™, Doctrina que luego el Tribunal afirma explicitamente en su Sentencia Fuentes Bobo: «el faticulo 10 se aplica a las relaciones entre empresario y empleado no ‘s6lo cuando éstas son de Derecho piiblico, sino que también puede 1 STEDH de 10.11.2005 (Leyla Sahin, 4474/98, § 106). ' Taforme de fa ComEDH de 29.10.1998 (Gurbetelli Ersdt y otros, 23144/ 93, esp. $5 143 y 38). 'S Decisién de la ComEDH de 69.1989 (Rommelfanger, 12242/86. 8 (GABRIEL DOMENECH PASCUAL aplicarse cuando estas relaciones se refieren al Derecho privado... Ade- ‘és, en algunos casos, el Estado tiene la obligacién positiva de prote- ser el derecho a la libertad de expresi6n contra las vulneraciones pro- venientes incluso de personas privadass'”, El Tribunal también ha declarado que el artfculo 11 CEDH, aunque «tenga por principal objetivo proteger al individuo contra las injeren- cias arbitrarias de los poderes piiblicos en el ejercicio [del derecho de asociacidn], puede ademas implicar la obligacién positiva de asegurat su respeto efectivor. Asf, por ejemplo, el Estado debe impedir a los sin- dicatos que abusen de una posicién dominante y fuercen a una persona on vistas a que se afie a una determinada asociacién o se adhiera a un sistema de negociaciGn colectiva™. Asimismo, debe proteger la libertad sindical de los trabajadores frente a las maniobras coactivas de los em- presatios ditigidas a socavar ¢ impedir la negociacién colectiva"”, Respecto del derecho a la libertad de reunién pacifica del articulo 11 del Convenio, el Tribunal ha declarado que los Estados contratan- tes adeben adoptar las medidas razonables y apropiadas a fin de ase- gurar el desarrollo pacifico de las manifestaciones licitas», protegiendo 4 los manifestantes de los ataques de los contramanifestantes™. La Sentencia Efstratiow, que juzgaba si Grecia habia respetado el derecho de unos testigos de Jehova a asegurar la educacién de su hija confome a sus couviccivues religivsus (art, 2 del Protocolo 1 CEDH) frente a una sancién escolar que se le habfa impuesto a ésta por negar se a desfilar el dia de la fiesta nacional, dejé sentado que esta libertad, «amén de un compromiso sobre todo negativo, implica una cierta obli- gacién positiva a cargo del Estado». E] Tribunal, en fin, también ha establ ° STEDH de 29.2.2000 (Fuentes Bobo, 39293/98, § 38) SSTEDH de 15.8.1981 (Young James y Webster, 7601/76 y 7806/77, §§ 50 Ygh) 20419 (ison, WOATBE, 98 28 y&) ¥25.61996 (Gutsfson, B973/ " STEDH de 2.72002 (Wilson y otros, 3068/96, 3067/96 y 30678/96, $5 41 y ss). Vid. también la Decision de la ComEDH de 8.4.1994 (Englund y otros, 1533/89). 3 SSTRDH de 21.6.1988 (Platform «Artze fir das Leben», 10126/82, $34) ¥ 20.10.2005 (United Macedonian Organtsation linden and Iuanov, 44079/98, § 113). 4 STEDH de 18.12.1996 (Eftratiou, 24095/94, § 28). En al mismo sentido, vid. la STEDH de 252.1982 (Campbell » Cosans, 7511 y 7743/76, § 37), aunque gut las escuelas en cuestién eran piblices. 96 1, RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCION 9, Asi, ha podido permanent vulnerado este derecho por la prolongada pa sividad de la Administracién en la ejecucién de un acto suyo que or. denaba demoler una edificacién ilegal colindante con una propiedad del actor™. La doctrina de las obligaciones positivas se recoge en Ja Sentencia de 7 de diciembre de 1997 (Comisibn/Francia, C-265/95)®™. Los he- chos eran que las autoridades del pais vecino venfan comportindose con manifiesta pasividad ante los actos violentos cometidos en su texzi- SSTEDH de 186.2002 (Onerpldéz, 48939/99, § 145) y 30.11.2008 (Onoryldiz, 4893971999, § 134), relatives «los dafos causados por ol desplome de una montafa de barura sobre unas chabolas. Vid. asimismo, fa STEDEL de 72:2.2005 (Novaselesshiy, 4748/1999, § 100), relativa ale desapaticién de los bie- nes gu acne vend el ecuent. La STEDE 2011995 Pre os Compania Navieray otros, 17889/91, §§ 28 ys) estima que ie exclusia legis {ttm dea esponabildad cv por detexminados daiosvuleraba el derecho de propiedad de lor tulaes de los bienes danedos. ®» STEDH de 18.11.2004 (Fotopouon, 66125/01, $5 37 y 28). 9 2 Comentade por DuoUs, aka “guecre de a iraise™ impuissance publique sous la tose du droit communautaite», RFDA, 1009, p. 120-131; GowzAtez VacvE, ‘La Sentencia *Fresas” o la decidide voluntad de asegurar la libre circulaci6a de mnercancas en el Mercado Unicon, Revtte de Derecho Agrario Alimentario, 33, 1998, pp. 80.88; Jats, en Common Market Law Review, 95, 198, pp. 1371-1383; Janet Toman, producidas en Amética Latina durante la segunda mitad del siglo xx. La victima era un estu- diante que habia sido secuestrado «por varios hombres fuervemente ar- mados» y «vestidos de civil» (si bien probablemente vinculados a Jas Fuerzas Armadas) en el marco de una prictica generalizada de des- apariciones ejecutada o tolerada durante los afios 1981 2 1984 por las autoridades hondureiias —militates, policiales, gubernamentales y judi- ciales—, aque se negaban o eran incapaces de prevenis, investigar y san- cionar los hechos y de auxiliar a quienes se interesaban en averiguar el paradero y la suerte de las victimas o de sus restos». En el momento de dictarse la sentencia, Manfredo Velésquez continuaba desaparecido, por Jo que, aa vista del contexto en el cual se encuadraban los hechos enjui ciados®®, podia razonablemente pensarse que habia muerto (§ 147). 7 Replrcc on las referencias explicies hechas a la adoctrina Veléaguez Ro- riuecr efectusdas en lag SSTEDH de 169.1996 (Akiva y otros, 21893793, § 68), 255.1998 (Kurt, 24276/94, § 67), 9.5.2000 (Ertak, 20764/92, § 106), 13.6:2000,limurta', 23531794, $5 2,79 y 80) y 43.2001 (MeKerr, 25888/95, § 107). La S. de 27.9.1995 (McCann y otros, 18984/91, §§ 161 y ss.) cs, salvo crtor ‘esto, la primera del TEDH ue clara obligaci6n del Estado de investiga at violaciones graves de los derechos fundamentales, si bien en ella no se hace refe- rencia lgune «i jaispradencin dela Corte Intcramerican, Ia jrsprodence de la Corte tampoco ha pasado desapercibida para la doctrina europea que sc ha dcupado de la sdoctina McCamne del TEHD. Vid. Ni Aotan, «lhe Bvalving ‘Jorispradence of the European Convention Concerning the Right to Life», Nether» lade Onarery of Hoon Rights, 1-1, 2001, pp. 33, 38 40 % Vid., por todos, Crrxoni, «Desaparicin forzada de personas: desarrollo del fenémeno y sespuestas dela Corte Interamericana de Derechos Human0o>, ‘Anuario de Derecho Tnteraconal, 9, 2003, pp. 373-08 101 ‘GABRIEL DOMENECH PASCUAL Tras recordar quc @l articule 1.1 de la Convencion Interamerican’ obliga al Estado a «respetam y el libre y pleno ejezcicio de los derechos reconocidos en ela, a Corte declara que, mientras que la obligacién de respeto implica «la existencia de esferas individuales gue el Estado no puede vulnerar o en los que sélo puede penetrar i- mitadamentc» (§ .65), la obligacién de garantia «implica el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en gene- tal, todas las estructuras a través de las cuales se manifesta el ejercicio dal poder piblico, de manera tal que sean capaces de asegutar jurfdi- ‘camente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como con secuencia de esta obligacién los Estados deben prevenis, investigar y sancionar toda violacién de los derechos reconocidos por la Conven- cién y procurar, ademés, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparacién de los daiios producides por la violacién de los derechos humanos» (§ 166)". Esta obligacién «no sc ‘gota con la existencia de un orden normative dirigido a hacer posible [Gicho objetivo}, sino que comporta la necesidad de una conducta gu- betnamental que ascgure la existencia, en la realidad, de una eficez sarantia del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos» (6 167), 48] deber de prevencién abarca todas aquellas medidas de caticter jutidico, politico, administrative y cultural que promuevan la salvaguar- da de los derechos humanos y que aseguren que las eventuales viola- ciones a los mismos sean efectivamente considerades y tratadas como un hecho ilicito que, como tal, es susceptible de acarrear sanciones para quien las cometa, asf como Ja obligacién de indemnizar a las vic- timas por sus consecuencias perjudiciales» (§ 175). «Un hecho ilicito violatotio de los derechos fundamentales que inicialmente no resulte imputable directamente @ un Estado, por ejemplo, por set obra de un particular o por no heberse identificado al autor de la trasgresién, pue- de acarrear la responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sf mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violacién o paca tratarla en los términos requetidos por la Conven- '9 En este sentido, les $S. de 25.11.2003 (Myrna Mack Chang, sexie C, nim, 102, § 153) y 3.3.2005 (Huiloe Tecse, serie C, nim. 121, § 66) dicen que «el cum- pliner del anu del Convencn Anesicen, elacionado con el ardeulo 1 de la misma, no s6lo presupone que ninguna pertona sea privads de su vi acbitrariamente (obligaciOn negativa), sino que ademés requiere que los Estados ‘omen todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el derecho ala vida (ebligacién positvals 102 1 RECONOCIMIENTO JURISPRUDENCIAL DE LOS DERECHOS A PROTECCION cién» (§ 172). La Corte, en fin, consideré que Honduras habja vulne- rado los derechos a la vida, a a integridad personal y a Ia libertad per- sonal de Manfredo Velésquez, al haber incumplido su obligacién de investigar la desapaticin. Esta «obligacién de investigar toda situacién en la que se hayan violado los derechos humanos» (§ 175) ha sido perfilada en Sentencias posteriores*, en alguna de las cuales Hega a sfitmarse explicitamente la existencia de un <€@i@eHO aConGeeE la Wekdad*”. También se ad- vierte que el Estado debe abstenerse de recurtir a figuras como «las

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