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4 libros del Zorzal JACQUES RANCIERE Politica de la literatura Jacques Ranciére Politica de la literatura ‘Taduecion de Marcelo G. Burello, Lucia Vogelfang yJ.L. Caputo g) Tombién puede vsttar nacre gin web: condaorealcomn> Indice Prologo de Marcelo Bureld ecco Politica de la literatura 6 EI malentendido literario so 38 La pena de muerte de Emma Bovary. Literatura, democracia y medicina nouns 75 En el campo de batalla Tolstoi, la literatura, la historia. Elintruso. Politica de Mallarmé seienennnnnnnnsons PEL La gaya ciencia de Bertolt Brecht us Borges y el mal francés ast La verdad por la ventana. Verdad literaria, verdad freudiana 219 BY historiador, la literatura y el género biogréfico..247 E} poeta en el filésofo. Mallarmé y Badiou. 268 Proveniencia de los textos. 303 Politica de la literatura La politica de la literatura no es la politica de los escritores. No se refiere a sus compromisos persona- les en las pujas politicas o sociales de sus respectivos ‘momentos. Ni se refiere a la manera en que estos re- presentan en sus libros las estructuras sociales, los ‘movimientos politicos o las diversas identidades. La expresién “politica dela literatura” implica que lalite- ratura hace politica en tanto literatura. Supone que no hay que preguntarse silos escritores deben hacer polt- tica o dedicarse en cambio a la pureza de su arte, sino «que dicha pureza misma tlene que ver con la politica. Supone que hay un lazo esencial entre la politica como forma especitica de la préctica colectiva y la literatura ‘como practica definica del arte de escr Plantear asi el problema obliga a explicitar los tér- :minos, Primero lo haré brevemente en lo que concier- ne a la politica. Se la confunde a menudo con el ejer- cicio del poder y la lucha por el poder. Pero no basta con que haya poder para que haya politica. Incluso no basta con que haya leyes que regulan la vida colectiva Es preciso que exista la configuracién de una forma especitica de comunidad. La politica es la constitucién de una esfera de experiencia especifica donde se pos- tula que ciertos objetos son comunes y se considera que ciertos sujetos son capaces de designar tales ob- jetos y de argumentar sobre su tema. Pero esta cons- titucion no es un dato fio, basado en una invariable ie acous Retest antropol6gica. El dato sobre el que se apoya la politica iempre es litigioso. Una célebre formula aristotélica declare que tos hombres son seres politicos porque po- seen la palabra que permite poner en comin Io justo ¥ lo injusto, mientras que los animales s6lo poseen la Yor, que expresa el placer o a pena, Mas la ciestin 3 saber quién es apto para juzgar lo que es palabra del berativa y lo que es expresién de desagrado. En cierto sentido, toda la actividad politica es un conflcto para decidir qué es palabra o grito, para volver a trazar las fronteras sensible con las que se certfca la capacided politica. La Republica de Platon muestra disectamente ue los arteranos no tienen tempo de hace fa cosa ue su trabajo: su ocupacién, su empleo del tiemy ls capacidades que los adaptan le mmpden accede a ese suplemento que consltuye la actividad politi- ca, Pues la politica comienza precisamente cuando ese hecho imposible vuelve en razén, cuando e503 y esas {que o tienen el tiempo de hacer otra cosa que st traba- jo se toman ese tiempo que no poseen para probar que ison sees parlantes, que participan de un mundo co- amiin, y no animales furiosos o doloridos. Esa distr- Ducion y esa redistribucién de ios espacios y ls tem- pos, de fos lagaresy las identidades, de la palabra y él nuido, de lo visible y lo invisible, conforman lo que llamo el reparto de Io sensible. La actividad politica reconfigura el reparto de lo sensible. Fone en escena lo comtin de los objetos y de los sujetos nuevos, Hace visible lo que eta invisible, hace auclibles cul seres parlantes a aquellos que no eran ofdos sino como ani- males ruidosos, La expresion “politica de la literatura” implica, centonces, que la literatura interviene en tanto que Ii. 4 Puma se eum uw teratura en ese recorte de los espacios y Ios tiempos, de lo visible y lo invisible, de la palabra y el ruido, Interviene en la relacién entre practicas, entre formas de visibilidad y modos de decir que recortan uno 0 va~ rios mundos comunes. “Ahora la cuestidn es saber qué significa la "Litera: tura en tanto que literatura”. “Literatura” no es un tér- ino transhistérico, que designa el conjunto de pro- ducciones de las artes de la palabra y la escritura. El voeablo adopts tardiamente ese sentido, hoy banal zado. En el Ambito europeo, es recién en el siglo XIX {que pierde su antiguo sentido de saber de los letrados ppara pasar a designar el arte de escribir en si. La obra cde madame de Staél Dé la literatura considerads en sus relaciones con las instituciones sociales, aparecida en el ao 1800, suele ser tomada como el manifiesto de ese nuevo uso. Sin embargo, muchos criticos reaccionaron, ‘como si no se tratara ms que de un nombre sustitut v0, se aplicaron, pues, a establecer una relacién en- tre los sucesos y las corrientes politicas hist6ricamen- te definidas y un concepto intemporal de literatura Otros, en cambio, quisieron tomar en cuenta la histo~ ricidad del concepto de literatura. Pero en general lo hicieron en el marco del paradigma modemista, que determina la modernicad artistica como la ruptura de ‘cada arte con la servidumbre de la representacién, que las volvfa el medio de expresién de un referente exter no, y como la concentracién sobre la materialidad que Jes es propia, Ast es que se ha postulado a la moderni- ad literaria como la puesta en obra de un uso intran~ sitivo del lenguaje, por oposicién a su uso comunica- tivo, Tal era, para determinar la relacién entre politica y literatura, un criterio muy problemitico, que ense- 18 Sees Racin {guida desembocaba en un dilema: o bien se oponia la autonomfa del lengua literario a un uso politico en tendido como una instrumentalizacién de la literati. £2; 0 bien se afirmaba autoritariamente una solidari- dad enire la intransitividad literaria, concebida como Ja afirmacién del primado materialista del significan. te,y la racionalidad materiaista de la practica revolu cionaria. Em {Qué es la lteatura?, Sartre proponia una especie de acuerdo amigable al oponer intransitividad postica y transitividad literaria. Los poetas, deci, uti- Jizan sus palabras como cosas. Cuando Rimbaud es- ceribié "{Qué alma carece de fallas?”, queda claro que 0 formulaba una pregunta, sino que hacfa de la fra- Se una sustancia opaca, semejante a un cielo amatillo de Tintoretto.' Por lo tanto, no tiene sentido hablar de tun compromiso de la poesia. En cambio, los escrito. tes tratan con significados. Utilizan las palabras como instrumentos de comunicacién y asf se ven compro ‘metidos, quiéranlo o no, en las tareas de la construce ign de un mundo comtin, Lamentablemente, este acuerdo amigable no regu: la nada, Tras haber anclado el compromiso de la pro- sa literaria en su uso mismo del lenguaje, Sartre tenia «jue explicar por que los escritores como Flaubert ha- ian desviado Ia transparencia del lenguaje prosaico y habian transformado el medio de la comunicacién Jitecaria en un fin en sf mismo. Le faltaba hallar la ta- 26n en la conjuncién de la neurosis personal del javen Flaubert y las sombrias realidades de la lucha de ela- * Jean-Paul Barite, Quest quel litératur?, en Situations I Golliward, 1948, p. 69. (Te esp Ques la Iematur?, Buenos Ales, Loseds, 2008) ea eee sacri fs atte ommend te aa su uso propio del lenguaje. freulo ate tee eee tex Este quire funds la autonomia de las artes sobre tie eee os oe i eer ase cuban re ene ere i an Ce cage Se eee earn aa LTT amare ee ae FSarteop cit, p. cis Race nes de sentido: por un lado, “zQué alma carece de fa- Has?” es una frase “ordinavia”,situada en un poema ute muestra la forma del examen de concienci, Pero ademis, en el eco que le da a “{Oh estaciones, oh pa- lacios!”, es una frase-enigma: un “estribillo tonto”, como el de los arzullos de cuna y las canciones popu. lares, pero también el “golpe de arco” de quien “ssiste a la eclosién de sit pensamiento”, al surgimiento, en las frases gastadas del lenguaje yen la oscilaci6n vacia de sentido de las canciones de cuna, de eso desconocids que se convoca para darle un sentido y una rima nue. va alla vida colectiva La singularidad de la frase de Rimbaud no pro- viene, entonces, de un uso propio, anticomunicacio- ral del lenguaje. Emerge de una relacién nueva entre {0 propio y lo impropio, lo prosaico y lo poetic, La especifcidad hist6rica de la literatura no depende de tun estado ode un uso especifico del lenguaje: depen de de un nuevo balance de sus poderes, de una nue. vva forma por la que éste actiia dando aver y a eseu. chaz. La literatura, en sintesis, es un nuevo régimen de identficacién del arte de escribir. Un régimen de identiticacién de un arte es un sistema de relacio- nes entre précticas, de formas de visiblidad de esas ricticas, y de modos de inteligibilidad. Por lo tanto, s una cierta forma de intervenir en el reparto de sensible que define al mundo que habitamos: Ia ma neta en que éste se nos hace visible y en que es0 vi- sible se deja decir, y las capacidades ¢ ineapacidades que ast se manifiestan. Esa partir de esto que resulta osible pensar la politica de la literatura “como tal”, su modo de intervencién en el recorte de los objetos ‘gue forman un mundo comiin, de los sujetes que lo oi eh oesietst ne oes amet a Ponca ce amen ee areca in ac pnd ior ee on artes ee ee a oe ee ea eee ara aeons murine per ef ie ri Die ees 7 Seater sions penta reuinony wenceaserecerar SrhuRon eemn ere eee ee ea eee eee Sor oe ee eee re ee eee eae ene Tit pare 7 ees cn Bo tes ene tuna burguesia que habta visto su muerte anunciada en las barricadas parisinas de junio de 1848 y que tra. taba de conjurar su destino frenando las fuerzas hist6- ricas que ella misma habfa desencadenado. Sieste andlisis merece nuestro interés es porque re- toma un esquema interpretative ya utilizado por los contemporéneos de Flaubert. En sit prosa, ellos des. tacaban [a fascinacién por el detalle y la indiferencia ante el significado humano de las acciones y los per- ssonajes, 10 que los llevaba a dacle igual importancia a las cosas materiales que a los seres humanos. Barbey d'Aurevilly resumia la critica de todos ellos diciendo ue Flaubert impuilsaba sus frases como un labrador leva tas pieciras en una carretilla, Todas esas criticas coinciden en caracterizar su prosa como una empre- 88 de petrificacién de la patabra y de la accion huma- ha, y en ver en dicha petrificacién, tal como Sartre lo haria més tarde, un sintoma politico. Pero coinciden también en entender este sintoma a la inversa de lo que lo hace Sartre. Lejos de ser el arma de un asal. to antidemocratico, la “petrificacién” del lenguaje era para ellos la marca de fabrica de la democracia. Iba de la mano con el democratismo que animaba toda Ja empresa del novelista. Flaubert ponia a todas las pelabras en pie de igualdad asf como suprimia toda jerarqufa entre temas nobles y temas vulgares, entre narracién y descripcién, primer plano y trasfondo, y por iltimo, entre hombres y cosas. Claro que prohibia {odo compromiso politic, tratando con igual despre~ cio a demécratas y conservadores. Para él el escritor lebia cuidarse de querer probar algo. Pero esa indi. ferencia respecto de un mensaje era para esos cxiticos @lsello mismo de la democracia, Pues ésta implicaba Pees 2 pracectenn dts tlewn reine maine meget resin taal fb Hep oe ee cee ta le inane Se ene perc ea 7m See tyson br ri i penn i. Ray oe de ee cease teat ere ed nse e ee Sotelo a cra coor eee ein ee eee satiate iti hos Roi fen una nueva manera de ligar lo decible y lo visible, las palabras y las cosas. Eso es lo que estaba en juego cen fa critica de los campeones de las beles-lettes cle sicas contra Flaubert, pero también contra todos los artesanos de esa nueva prictica del arte de escribir amada “literatura”. Es0s innovadores habfan perdi do, decian ellos, el sentido de la accién y de la signi ficacién humanas. Con eso querian decir que habian perdido el sentido de una cierta especie de accién y de una cierta manera de ligar accién y significacion, Para comprender qué era ese sentido perdido, hay ue recordar el viejo principio aristotélico que soste- nia el orden representativo clésico, La poesia, segdin Aristételes, no se define por un uso especifico del len ‘Buaje. Se define por la fccién, Y Ia ficcidn es la imita- eign de hombres que actian. Tal principio aparente- ‘mente simple definta de hecho una cierta politica del Poema. En efecto, oponia la racionalidad causal de las acciones ala cuatidad empirica de la vida. La superio~ Fidad del poema que encadena acciones por sobre la historia que cuenta la sucesién de hechos era homd- {oga a In superioridad de los hombres que participan del mundo de la accién por sobre aquellos que estén

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