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HAIKUS JAPONESES DE VUELO MAGICO TRADUCION DEL JAPONES POR VICENTE Haya ComENTARIOS DE José MANUEL Martin Portaes, VICENTE Haya ¥ ABDENNUR PRADO CaLicraFias DE NAGAMATSU KAZUE aZUl A Loren, Fatima y Sophie, tres formas diferentes de sabiduria. PROLOGO Mas leves que el aire El vuelo magico de libélulas, luciérnagas y mariposas conforma una unidad temdtica coherente en lo que atafie al asombro japonés vertido en el haiku. Estas tres familias de insectos —que plasman el asombro pot lo que vuela con levedad- logran tener en vilo a un hombre como el japonés que quiso saber de sf mismo a través de lo que observaba del mundo. El haiku es el Arte de mirar, de mirar el universo que nos rodea con la implicacién emocional del que le va la vida en ellos porque, ciertamente, lo sepamos 0 no, nos va la vida en ello. En Japon, el haiku es un derecho de cada hombre y cada mujer. No hay nada especial que saber para escribir un haiku. Hay tnicamente que ser capaz de sentir. Incluso los nifios pueden escribir haikus. Hironobu Takematsu, por ejemplo, con seis afios, escribié este haiku impresionante: BICPNERBDTE CIT ODO Oniyanma Una libélula-diablo omowazu boku to sin que me diera cuenta nivamekko me estaba mirando fijamente Nosotros observamos el mundo, y, asu vez, el mundo nos observa. Y no hay mejor forma de comunicar la sorpresa que nos despierta el mundo que como ese nifio la expres6. 1 Cualquiera es poeta de haiku. El haiku no pertenece a nadie. Entender un haiku es simplemente quitar los obstaculos para que pueda afectarnos aquello que nos comunica. Después de traducir mas de un centenar de haikus con una misma unidad temiatica, seleccioné poco més de un tercio de ellos para comentarlos yo mismo junto con José Manuel Martin Portales y Abdennur Prado cuyo trabajo siempre he admirado. Poetas comentando a otros poetas. La antologia de haikus, concebida asi, redoblarfa por tanto su valor, puesto que los comentarios serfan en sf mismos obras de arte. No se trataba de que «explicasen» los haikus, sino de que escribieran conforme a lo que habfan sentido a partir de su lectura, sensibles como son los auténticos poetas a esas teclas invisibles que pulsan los haikus en nuestra alma... De los 43 haikus que presentamos, al menos 38 de ellos estan inéditos en castellano, pues pertenecen a colecciones de haikus desconocidas en nuestro pais. Han sido seleccionados por esta circunstancia, asf como por su belleza y expresividad. Complazcémonos con su lectura y sepamos dejar los silencios adecuados entre uno y otro. El que lee de corrido una coleccién de haikus es como si escuchara una musica que careciera de silencios. El silencio, en realidad, los silencios —los silencios interiores y los silencios que los separan de otros haikus—, son atin mas importantes en el haiku que la palabra. Otra recomendacién. Esta vez, de la mano de Walt Whitman, que decia: «Nunca mas hablaré de amor 0 de muerte a los que viven bajo techo». El haiku debe leerse donde ocurrié; en la Naturaleza. Y asf trenzar lo que se lee con lo que nos esté ocurriendo, con los haikus de los que formamos parte. Id, pues, a leetlos alli de donde los haikus son. He hablado de silencio y debo volver cuanto antes al silencio. Que esta coleccién de haikus os sea propicia y os facilite la celebracion de la vida. VicENTE Haya Sevilla, marzo de 2005 12 LIBELULAS =e py a COMENTARIOS DE Jos— MANUEL MARTIN PORTALES mo SL wit aS JouaKu AB ROPIUT OTT & ANE OR, Yit-kage ya Su silueta al atardecer: nagare ni hitasu La libélula moja la cola tonbé noo en el agua que fluye Toda idea del mundo se desvanece ante un 4tomo de realidad. Todo discurso pone en evidencia su impostura cuando una sola palabra reconoce la transparencia. Cuando lo real es percibido como una dinamica incesante la idea es intitil. Acontece, entonces, desde la inocencia del que nada puede poseer, la imagen: apenas una silue- ta que permanece cuando la luz de la raz6n se extingue sobre el paisaje de la conciencia. Una tensién cargada de proximidad, un vértice hacia el que con- fluye la plenitud del instante, un ahora sublime del que nada que- dard, excepto la imposibilidad del signo. Desdibujada entre las tiltimas irisaciones de la luz sobre el agua, el roce de la vida sobre las cosas busca un templo donde celebrar- la, un templo donde permanecer inasible a toda interpretacién. En la deconstruccién de ese discurso, en la ruina venturosa de lo inde- cible, el poema eleva hacia el sentido el espejo incandescente de otra luz. El poema santifica el instante, construye un templo donde lo sagrado no busca comprensién. Para que el que sea nifio encuentre un regazo donde celebrar la infancia. Para que el que sea necio vuelva a sus quebrantos con su necedad intacta. 17 SEISHI > ips ORER IC LV ART Tonbé no Una libélula solitaria ha-ura ni sabishi en el reverso de una hoja Aki shigure La lluvia de otofio Le concedié la soledad. La sospeché escondida. Protegiéndose. Como una ausencia reinando entre las formas visibles del paisaje. Buscaba acaso el alma de aquella sensacién, el cuerpo de la hu- medad, lo que se oculta un instante para que todo se revele. Lo que s6lo un instante se presenta, para que la mirada se acostumbre a lo invisible. Un silencio empapandose de significados. El eterno devenir oculto en el instante. La humilde hierofania de un pequefio dolor: una gota de luz resbalando por la mejilla del anochecer, por los cami- nos de la necesidad. Le concedié la soledad, su propia soledad transfigurada. Y reci- bid de ella, acaso, sabidurfa para ir envejeciendo. Una gota de in- fancia en el reverso de la edad. FIDO FIT Urtsu tsue no saki ni tomarishi tonbé kana Kony6 LR”D LEAD La libélula... jSe posa en el bastén que la golpea! @Quién puede gobernar sobre la destruccién? El no pudo esquivar la injusticia. Salvada por su propia levedad, inasible como el soplo de un nifio, toma a juego la maza del poder, danza en su alegrfa interior, aupada en la misericordia del aire. El no pudo olvidar la violencia. Fragil como un suspiro baila ella, ensimismada, ajena. Asf la palabra inocente gravita sobre la muerte de los conceptos. Asi la revelacién se posa sobre el craneo del ser. Asi la vida se descalza para pisar la cabeza de la serpiente. El no pudo evitar el dolor. Pero ella ha cantado en la esquina de la noche. Acaso ha sospe- chado que en la cima de toda amargura el silencio engendra otra verdad. Que al final de todo pensamiento sobre el mundo la espe- ranza no exige ser reconocida. 22 4 Yau pik 0 OE PHMID— 2S > Wata-tori no kasa ya tonbé no hitotsu-zutsu Los sombreros de los recolectores de algodén, cada uno con su libélula posada Mirar hacia el futuro es estar bendecido. Recoger algodén debe ser como arrancarle nubes a la miseria. Un oficio misterioso y transpa- rente. En la sordina del trasiego, cuando el cansancio ha dejado, tal vez, al espiritu deshecho en paz, la luz, acaso gris, debe imponerse como una caricia htimeda. Al otro lado, sin embargo, ms alla de los quehaceres de la super- vivencia, la gratuidad de la vida deja un signo de incalculable bon- dad, una irisacién incomprensible que gravita sobre el esfuerzo. La tierra es generosa: nos deja conquistarla segtin nuestra necesi- dad y nos oculta lo que no podriamos poseer. Kir READ LS LOPE Naki-hito no La libélula se pos6 shirushi no take ni en el bambii que sefialaba tonbé kana la tumba del difunto Toda luz sufre silencio. No es verdad que sepamos dénde esta la muerte, aunque sabemos bien en qué lugar nos aguardan las tum- bas. Tampoco sabemos la vida, aunque si este palpable aliento al- gunas veces, este aroma fugaz, esta extrafia alegrfa sin saber c6mo. {No ser& que el bambi se dirige al alma del que mira? {No sera que sefiala el silencio que habita oculto en el poema? {Quién ha muerto? ;Acaso los pronombres? Como quien hace visible el olvido, y le da forma y nombre y lo coloca en el mundo y lo presenta, y dice jahi...! Como un grito donde agoniza la armonfa. La luz es silenciosa. Todo final acerca a lo imposible. No es ver- dad que sepamos dénde est la vida, dénde acaba (ahi, ahi...) coro- nada por la perplejidad. Todas las respuestas anuncian la pregunta. EI vacfo espera las formas, como una madre. Ni siquiera la luz conoce lo que alumbra. 25 tern & SAB | Tonbé toru iri-hi ni torino metsuki kana 26 SEIBI CHIDO AOR PR Un gallo a la puesta de sol En su mirada, una sola cosa: atrapar a la libélula Cada noche prepara un asedio extinguido. La bocanada, el vémi- to, su agridulce temblor de espasmos liquidos, su doloroso equili- brio de alas imposibles. Cuando atardece el alma suele quedarse a solas con su presa, en la quietud de su ambicién desolada. A solas con su espejo envejecido. Cuando contempla al pajaro reconoce, tal vez, la materia de un suefio, la forma en que los suefios persiguen una ausencia. Atrapar la palabra es el tinico oficio de la conciencia que presiente la no- che. La noche que se acerca y borrar las formas. La noche que no nos dejara saber a quién buscamos. Por eso, ahora que queda algo de luz, el roce de dolorosa luz que nos distingue, es concebible el suefio todavia. Después, entre lo oscuro, ni ti, ni él, ni yo tendremos nombre. Ni siquiera el poema precisaré palabras. Pues todo amanecer es fruto de la nada. Y todo cumplimiento es hijo de un vacfo. Pero ahora, todavia, el alma es- pera atrapar la vida. No sabe que la vida no se puede atrapar. SENKEL PEAVIT < PAI EL S Hn Ze Nagare-yuku Todo va fluyendo: Awa ni ‘yumé miru los suefios de las libélulas tonbé kana en las burbujas del agua 28 Cuando la mirada que escucha al mundo penetra hasta su limite, acontece la mtisica. La conciencia sospecha, entonces, ante esa imagen que hiere de hermosura, que el centro de la materia prote- ge algo divino. Que lo divino es la forma de herir que tiene la her- mosura. Sucede entonces como una algarabfa de silencios puros, algo im- pensable, acaso, de donde mana la presencia fugada de las cosas. Hacia la perfeccién del misterio se adentra, palpando entre la nada, la inocencia ciega del que busca los ojos de quien le ha mirado. Replegada en la sustancia del rio, la mirada comprende lo in- aprensible, y el lenguaje se precipita hacia el otro lado de las for- mas. Porque cuando lo que nombra el mundo es la mirada, y hablan los ojos y dicen lo que han visto, como si lo mirado encontrase en ellos un lenguaje, el que lo escuche, inocente, habra visto la misi- ca, habrd sentido, bajo la materia de la caligraffa, aquel vacfo que retine a los mundos. De qué forma fugaz, sobre la superficie de lo que se aleja, se mul- tiplican pequefias consistencias de la divinidad, a salvo del tiem- po, a salvo del lenguaje. Y se escucha, por fin, sobre el papel, el rio. El tiempo hacia la inconcebible identidad. 28 Basxo AMERY Ok MALHOL Tonbé ya La libélula, toritsukikaneshi incapaz de posarse en la punta kusa no ue de la hoja de hierba 30 No pudo detenerse el movimiento. Un soplo invisible gobierna las formas de la vida. Leve. Imposible deseo, de tan preciso. En la incal- culable vibracién de las limitaciones, la consistencia del vértigo. No puede tampoco la palabra posarse en la punta del silencio. Un soplo de misterio gobierna los significados. Imagen imposible de lo evidente. En la incalculable limitacién de los sonidos, la consistencia del asombro. EI sentido se escapa con el viento desde el borde de la mirada. Un soplo gobierna la escritura. El espfritu gravita sobre el texto. Algo tiembla, también, més alla del vértice de esta hoja. 31 ANONIMO 9 tpn? FOR HSE CRO _E Tonbé ya De libélula hino kage dekite es la sombra que el sol nami no ue proyecta sobre las olas 32 Llamamos sombra a la materia del signo. A lo que dice la raz6n cuando nombra la vida. A la ausencia de luz que evidencia la luz. Envés de la revelacidn, puerta oscura por donde huye la lucidez después de haber atravesado la opacidad del mundo. Una porcién de noche que testimonia la radiante presencia del dia. Cuando la vida es iluminada deja sobre el paisaje la hermosa oscuridad de su finitud. Desde esa pequefiez parece levantarse, ahora, el coraz6n del testigo, hacia la luz que no conoce limite. Quien se fij6 en la noche minima, buscaba ensanchar el coraz6n hacia lo incomprensible. Quien asi la ha nombrado no hay duda de que también tuvo la certeza de que todo poema verdadero busca un desconcierto, y que cuando lo encuentra descansa en su propia hondonada, sin ser visto. También aqui, en la porcién miniscula de lo negado, descansa el universo. Lo que no cabe en la luz encuentra su anchura en la sombra. Lo que no puede saberse termina por cantarse. El no saber, si es verdadero, desemboca en revelacién. 33 Hanao. 10 ASS AX EAIEOWB OS Yazuku hi La fina sombra de las alas usuki tonbé no de la libélula ha-kage kana con la luz del ocaso 34 La conciencia descompone el instante de la revelacién para exten- der su didlogo, en un empefio agénico, hacia el Ifmite de su afan. La revelacién, aquella tarde, en el filo del bosque, no fue més que una mintiscula hierofanfa apenas perceptible: un soplo de sentido cruzé velozmente el ilimitado silencio del paisaje, sostenido en la brisa. Pero el golpe sufrido por la mirada fue brutal, doloroso como un alud de fuego, y la transparencia, la conmoci6n, la perplejidad de que aquello fuese de tal forma sagrado, dio paso a la abundancia con que la compasién enriquece al que tiene el alma desnuda. Vio sutileza, oscuridad, vio soledad, vio un pats interior, vio un conjunto de misica. Vio el movimiento, la paz, el olor, la distancia, la ausencia. Vio un nacimiento y una muerte. Vio, con sus propios ojos, la desmesurada evidencia del instante. Alli, donde la fugaci- dad de un gesto no habja dejado sefial alguna. Alli, donde parecie- ra que no habia sido atin lo que fue. Y asi dejé el poema, sin mas, del que ahora mana el silencio. 35 Niky ll HSA LAY HOS VY Cate Deru tsuki to Cuando se encuentran ir-hi no ai ya el sol poniente y la luna, aka tonb6 las rojas libélulas 36 Quizé un viejo amor le habia ensefiado que todo pensamiento huye hacia la sangre, o que la forma de toda comprensién es una herida. Cuando la mirada se encuentra con el misterio, brotan leves sefiales de dolor, formas de agonia, ensimismadas imagenes levitando en el asombro. Quiz un viejo amor le habia ensefiado que todo sentimiento acu- de a su horizonte, a su totalidad, y que toda dialéctica busca un pozo de miisica como buscan los pajaros un nido en las equidistancias del paisaje. La gotita de sangre que gravita ahora en las alas mintisculas, en- tre el dia y la noche, entre la presencia y la ausencia, entre la me- moria y el olvido, le ha ensefiado, quizd, que aquel antiguo dueiio de la sangre vibra atin y canta. Que toda soledad protege una presencia. Que no hay nada ni na- die, sino sdlo el amor. Y est ante los ojos. 37 ANONIMO SRV OBRES LANE DE Kurenai no Rojo sobre rojo: kageré hashiru en el vapor que emana de la tierra tonbé kana jcémo corren las libélulas! 38 Ahora es sangre sobre sangre. Han desaparecido los astros, como si el universo hubiese regresado a la materna abundancia del ori- gen, al vientre terrenal donde suefia el horizonte con lo que va a ser cuando se abra la vida. Ahora es el agua primera, y humea como espiritu sobre un altar inmenso; sus brazos transparentes en el aire, jugando en el vacio que ha de ser habitado. Como el instante previo de los juegos, el nifio mira en torno de su felicidad imaginada, 0 el pajaro que acaba de saltar se estre- mece de verse sostenido asi en el aire. Ellas buscan veloces sus sendas sin destino. Porque lo que ha pasado estaba en la conciencia: el hombre que miraba la bruma anaranjada del creptisculo después de la tormenta, el hombre que habia visto cémo volvia la vida a levantarse de la tierra, tenfa tal vez un suefio y quiso regresarse. Y se quedé dormido sofiando con aquello. Y se quedé dormido en el camino aquel de los significados. 39 Yoriguku ik DFE DDO A AOA Tonbo no La red que teje el vuelo mau ya iri-hi no de las libélulas en el mundo issekai del sol poniente 40 Como si los sentidos se hubiesen hecho duefios por completo de la conciencia y la mirada gobernase el pensamiento, y la inocen- te tirania de la emocién tuviese sometida a la verdad, y la ternura hiciese danzar a la razn, y la alegria o la tristeza hubiesen descu- bierto el don de meditar sobre las formas. Como si lo que esta ahf fuera hubiese encontrado una madre dentro del coraz6n. Como si todo lo que ha sido y es, ahora, al fin, lo sepa, y un jubiloso asombro esté anunciéndolo. Lo que ha emergido del paisaje es el paisaje. No hay nada mas alla. Todo significado se arrodilla ante la evidencia. Nada dice el poema sino esto. Como el sol declina, otra vez, sobre la danza de su vuelo. Igual que la palabra regresa a su silencio cotidiano después de haber alumbrado lo innombrable, asi tejieron ellas, sin saberlo siquiera, la red que sostiene el universo. Asi el poema teje lo que tendra sentido. AL LUCIERNAGAS aK COMENTARIOS DE VICENTE Haya 46 Issa, MRL Chic dB FM Hatsu-hotaru tsui to soretaru tekaze kana La primera luciérnaga: El zigzag con que esquivé mi mano Leve soplo de aire Intuimos la vida como algo que nos es ajeno. Es un territorio que ha de ser conquistado. Y crecemos hacia la vida para hacernos mas capaces de lo sagrado que ella contiene. Tratamos de atrapar las cosas para sentir que existimos de un modo més contundente. Pero las cosas nos esquivan con un zigzag. Nuestra mano no puede poseer el misterio que alienta la vida de las cosas. Hasta que no adquiramos la carne, la materia, la realidad que nos exige el mundo, somos fantasmas pata el mundo. Pero no lo sabemos. Pasamos por el mundo sintiendo sélo el roce de la vida que nos esquiva. Y no acertamos a develar el signo. 47 SHIKI 15 FORICROOKS IED DR Te no uchi ni jQué fria la luz hotaru tsumetaki de la luciérnaga hikari kana dentro de mi mano! 48 Una luz que no es fuego. Un fuego frio. Una muerte luminosa... La sensaci6n de haber transformado la luz en cadaver. Por haber logrado cogerla. La luz ahora es un insecto que tenemos en la mano. Con la pose idiota del que encierra una luz en su mano. Fria ya para siempre. 49 UTOsHI 16 BKOERN UBOKRDAI YO Hotarubi no Se incliné la hierba hanareshi kusa no al separarse de ella tawami keri la luz de la luciérnaga 50 La cortesfa debida. La luciérnaga se va y la hierba en la que estaba posada se inclina. Ojigi que marca la educacién japonesa. La inclinacién significa: «Gracias por haber estado aqui, conmigo». Doy fe de que estuviste... cuando te marchas. Un haiku, por tanto, que celebra el movimiento. «Partir, separarse, marcharse» es lo que hace funcionar el mundo. El movimiento es el misterio insondable de la realidad, la urdimbre tiltima de la vida. La armonfa del estar carecerfa de sentido si no existiera la naturalidad de la partida. Todo se separa continuamente para estar en otra parte. Pero no tenemos la inocencia de la hierba, y no queremos dejar constancia del gesto de la hierba ante la marcha de la luciérnaga, porque somos incapaces de asumir que una luz que se mueve es solo un insecto. El haiku no dice «la luciérnaga se separa de la hierba», sino «la luz de la luciérnaga (hotaru-bi)». Sabemos que el sujeto de nuestro asombro ha sido la luz: es la luz la que estuvo; es la luz la que se movié; es la luz ante Ia que se incliné la hierba. 31 BasHO BORE BOS LY Ri Kusa no hao Solo al caerse ochiru yori tobu de la hoja de hierba... hotaru kana jecho a volar la luciémmaga! El asombro no es complacencia. Muchas veces nos lleva a tener el coraz6n en vilo. Los seres nos importan. Nos hemos implicado con el destino de las cosas. Perdemos, con el progreso en la sensibilidad, la cordura del hombre racional, y también su frialdad. Llegamos a pensar, en este caso, que una luz que se va resbalando se caeré y finalmente se rompera en pedazos. Porque la luz tiene algo de cristal. Y lo que quiera que ocurra a esa criatura de luz va a ser a partir de que llegue al filo de la hoja. Sabemos que una luciérnaga es una luz que anda, pero no tenemos garantfa de que vuele. Pese a que hemos visto mil luciérnagas antes. Nuestro corazén no entiende de probabilidades: esa luz estd a punto de caerse de la hoja y eso es todo lo que ahora nos concierne, nos angustia. Hay un sentimiento de que la caida es la muerte... Pero la luciérnaga alza el vuelo a partir del filo de la hierba. Justo a partir del filo. El filo marca el espacio sin tierra que obliga al vuelo. ss RyoTa SBR TILA ICHRS S Bea7Z Owarete wa Tan insistentemente perseguida tsuki ni kakururu que la luciérnaga se ocult6 hotaru kana en la luz de la luna 54 Con cuatro palabras y tres particulas japonesas se expresa una im- presién de una profundidad inescrutable... Lo légico es esconderse en lo oscuro. Pero... {Dénde podria esconderse una luz? Una luz sdlo puede esconderse en una luz mayor. La luciérnaga, como se ha sabido perder en lo que es mayor que ella, logra la proteccién que ansfa. Nuestra misma naturaleza agigantada es lo que nos protege. Porque nos transforma en lo que nadie espera. Una luciérnaga esta a salvo cuando se tranforma en luna. Esa luna que cegaré al caza- dor de luciérnagas y lo dejara absorto en blancura. 35 Curvo-Jo JINED> 0 RAL. 2BSAVT RAR Kawa bakari Simplemente un rio: yami wa nagarete oscuridad que fluye hotaru kana entre luciérnagas* Desde el punto de vista gramatical este haiku es completamente magico: hay un solo verbo («fluit») y hay dos sujetos razonables para ese verbo, dos criaturas que podrian fluir («el rfo» y «las luciérnagas»), y sin embargo el poeta elige el sujeto imposible («la oscuridad»), y—por si cupiera duda~ le aplica la particula wa, como si dijera «no sé si otra cosa fluye pero desde luego que la oscuridad esté fluyendo». (N. del T.) 36 El rio se ha vuelto oscuridad y las luciérnagas nos informan del milagro. El rio es la negrura de fondo de las luciérnagas. Hay so- nido de agua que discurre, pero no se dice. Hay frescor en el am- biente, pero no se dice. Sdlo luciérnagas que nos hacen saber que, si estan, es porque hay aguas cristalinas que sobrevolar. Lo que fluye es puro y convoca a su alrededor. Las luciérnagas han veni- do por esas aguas cristalinas, y ellas -a cambio— han desapareci- do a nuestra vista para mostrar s6lo puntos de luz arremolinados. Dos seres en encuentran en la oscuridad. Dos fluyentes distintos, cada uno con su modo propio de discurrir: el fluir del rio, cuyo curso invisible adivinamos cauce abajo; y el fluir cadtico —que no va hacia ninguna parte, que no se mueve del lugar— de las lu- ciémmagas que con su vuelo fijan el rio al cauce. Las luciérnagas son mintisculas estrellas que clavan en su lugar a un rio que fluye incesantemente y que querrfa siempre irse por completo del paisaje. 37 BOosHa 20 MAKOBB IRIN LAS ILO Hotaru-bi no ;Cémo se va engarzando yOraku tareshi un collar de luces de luciérnagas migiwa kana ala orilla del rio! El caos se vuelve orden ante nuestra mente fatigada de contemplar en la noche. Nuestra necesidad de orden, de figura, de sentido, es- pera el momento en que el caos del volar de las luciérnagas tenga una forma reconocible. Escribimos el haiku para reafirmar nuestra cordura en un mundo que sélo por azar o por misericordia se nos presenta ordenado. Escribimos para apuntalar con el orden exte- rior nuestro orden mental. Las luciérnagas, sin embargo, no son cria- turas que obedezcan a ningdn orden; obedecen al cansancio o al capricho. Una tras otra, van aparcando sus luces, sus vuelos, a la orilla del rfo; y el hombre que contemplaba la magia sin forma asis- te sin respiracién al milagro de que vaya ocurriendo lo que su men- te le exige: alguna figura reconocible, un sentido en ese vuelo caético de luciérnagas en la noche... jEstén formando un collar de cuentas de luz! Un collar de luces durante sélo un instante para que el que contempla también descanse. 59 60 ANONIMO 2 BEALOFICHE ERS RDM Osoroshi no Una cosa espeluznante: te ni sukitooru jse trasparenta en la mano hotaru kana una luciérnaga! Vemos nuestra mano a través del cuerpo luminoso de una luciér- naga. El miedo de vernos. Y el miedo de que la vida, el movimien- to, la luz de una luciérnaga, sea un fantasma en nuestra mano. Es fantasma todo aquello que carece de materia y tiene, sin embar- go, vida. Comprobamos que aquello cuya luz, cuyo movimiento, cuya vida nos hizo querer atraparlo no tiene consistencia. La luz no precisa de materia. La vida no precisa de materia. El movi- miento no precisa de materia. 6L SEISHI aD WR OAC AZ 0 BAIL PHILS Kumo no i ni La luz de una luciérnaga kakari hotarubi prendida de una tela de arafia, haya kuwaru stibitamente devorada «iA qué sabe la luz de una luciérnaga?», nos preguntamos. jSera un sabor azul electrico?... De buen grado, si pudiera, la arafia nos informaria. ;A qué sabe el vuelo leve de una mariposa? jA qué sabe el secreto recién develado de una polilla que fue gusano? A la arafia tanto le da una luz como un secreto: «El que venga a rozar mi tela ser4 el que haya sido elegido por el viento 0 el azar». Imaginamos qué pueda ser acechar lo desconocido con la sola intencidn de devorarlo. Contemplamos aténitos la velocidad con que es engullida la luz de una luciérnaga. El hambre verdadera no se deja engafiar por una luz torpe que ha quedado atrapada. Si tiene luz, tiene vida, es insecto, se come. 63 64 Hoxusut 23 SULEP-RIBA CUTS & Sabishisa ya Sensacion de tristeza: isshaku kiete por espacio de un palmo yuku hotaru una luciérnaga desaparecié Nos sentimos acompafiados por la luz de una luciérnaga... La com- pafifa que da la luz... Vamos siguiendo con la vista un vuelo lu- minoso de luciérnaga... Pero, de pronto, esa luz se apaga. Cierto, s6lo por un poco de tiempo. Pero un poco de oscuridad es ya mucha oscuridad. Asf, cuando en seguida vuelve a lucir, no olvidamos que algo ha ocurrido. Fue tan sdlo un palmo de sensacién de aban- dono, y sin embargo, fue tan honda que su sinsabor se nos ha ins- talado dentro. Es el momento de una confesién: —He perdido mi mirada durante un palmo y mis ojos se hundieron en la oscuridad que no esperaba La oscuridad es el pantano donde se ahoga la mirada. Sabemos que sdlo puede haber una raz6n para esta incomprensible pérdi- da de luz momenténea: la muerte acecha. Una luz que parpadea anuncia su final. La cercanfa de la muerte puede medirse. Un pal- mo de oscuridad es un palmo de muerte. Ahora compartimos tris- teza con la causa de nuestra tristeza. 65 BOsHa 24 BABRO V Sa dk L & BEDE Meimetsu no Esas luces parpadeantes.... igure kanashiki jSe aproxima el triste final hotaru kana de las luciérmagas! 66 Ya no es una sola luciérnaga en la que parpadea la luz. No es un palmo de luz que se interrumpe en un recorrido luminoso. Es el tiempo de la muerte de las luciérnagas. No es la muerte de un ser vivo lo que se anuncia, sino una muerte colectiva: la muerte estacional. Un paisaje de vuelos de luciérnagas, intermitencias luz-oscuridad. Estamos ante una feria barata de luces que no fun- cionan. Imposibles de seguir los rastros magicos que la luz dibuja en la negrura de la noche cuando no son trazos constantes. La magia que otrora nos nublara la vista no llega ahora a producirse. Y no podemos hacer nada para evitarlo. No tenemos luz-auxilio nosotros mismos que darle a las criaturas que vuelan con ella. Nosotros, que hemos mirado a las luciérnagas hasta gastarlas, ahora no encontramos el modo de devolverles la luz que nos die- ron: somos el invierno del mundo que absorbe la luz alla donde la encuentra. La vida a partir de ahora ser4 dentro. 67 ANONIMO 25 HACHITKS ESRD Hotarubi ya La noche cede al alba... kusa ni osamaru Las luces de las luciérnagas yoakegata descansan en la hierba 68 La luz sélo tiene sentido durante la noche. De dia, la criatura no tiene luz. Si cede la noche, desaparece la oportunidad de mani- festar nuestra luz. Y, ahora, descansamos del esfuerzo de la luz que hemos emitido durante la noche. Sukaresama deshita [«j Qué gran esfuerzo el que habéis hecho!»], nos dice el alba. Y es la hierba la que nos acoge, la que nos calma, la que nos restaura, la que nos permite ser reyes mintisculos de nuestro espacio de des- canso conquistado, la que nos paga nuestro merecido sueldo de luciérnagas*. * Osamaru, debido a la ausencia de kanji (ideograma) del original, permite todas estas interpretaciones. (N. del) 69 26 ROSIT CH Yo ga akete mushi ni naritaru hotaru kana 70 AON BIC7EY EB BAe Con el amanecer la luciérnaga pas6 a ser jun simple insecto! Somos la decepcidn de los que esperan que nos convirtamos en lo que sea. Somos lo que somos y no como nos ven. Somos lo que queda tras la noche. Lo que queda tras el fuego en que nos incen- diamos. La noche se ha abierto. Se ha rasgado en dia. Ha muerto para que el tiempo tuviera lugar. Y el tiempo tiene lugar para que cambien los seres que en él viven y mueren. Por eso somos en un tiempo. Somos un cuando. La luciérnaga no sabe si es lo que es de dia, 0 es lo que es de noche. Si es decepcién o maravilla. Con sus dos naturalezas a cuestas —luz y suefio— desafia a la noche y al dia. Porque es luz cuando no hay luz; y es insecto dormido cuando los insectos bullen de vida a su alrededor. 71 MARIPOSAS ie COMENTARIOS DE ABDENNUR PRADO 76 BasnO 27 BABRIT S 72 5 CHR S BR Koché ni mo El otofio avanza narade aki furu y la oruga no consigue convertirse namushi kana en una mariposa cualquiera La belleza estancada del otofo, crisdlida en su propio suefio. Es la entrafia o potencia que anuncia la ruptura, el latir de unas alas invisibles. Lo que impide a la vida transformarse, el esfuerzo sin manos de la oruga. La impaciencia no logra romper con su pasa- do, no se logra vencer la resistencia a nado. La corriente del tiempo se abre como anillo hacia la concurrencia: la cafda de las hojas y el elevarse de la mariposa. Convergencia o milagro, el cruce de la linea. El destino despliega sus alas como una mariposa: sdlo suce- de aquello que ha sido decretado. 17 ANONIMO, 28 CHE DH ARRO HIRD 78 Kite wa mau Vienen. como bailando futari shizuka no dos en armonia: koché kana Las mariposas 78 Haiku. Con un espejo en la conciencia, con un ojo que abre y que Tecorre, con un ojo o espejo en armonfa. Aprender a mirar, a dete- ner el tiempo en la mirada. No aparecen la esencia ni caminos de sombra, no acuden las ideas ni los mapas perfectos que aplicar como un cielo de piedra, la proyeccién de ntimeros rodeada. Lo visible permite otra lectura. El vuelo de las mariposas revela otro modo que ser, otra conciencia del espacio donando a la apariencia su plenitud robada. El mundo de las formas, lo dual se repliega como una contradanza. El otro es uno mismo dando al vuelo una forma de amar como camino. 79 ANONIMO 29 AOL RA ORO Ichi-nichi no Tenfa toda la pinta tsuma to mie keri de ser su «esposa de un dia» Ché futatsu Dos mariposas 80 Bajo un sol infinito la sombra conciliada. Desaparece el tedio y una mano despierta, recuerda que esta viva. La apariencia desnu- da de espacio desconoce, no encuentra su camino. Tiene que abrir- se, darse a lo que sea, al suceder de un modo primigenio. La pareja o recuerdo del uno como un rito, una reminiscencia de la mano, de la forma o trasiego del cuerpo a la alegria. Un vuelo sin pro- yecto, justo donde amanece su dia sin futuro. Lo effmero es lo eterno. Ligereza. 81 30 ROIS SOE HRD Chiru-hana ni Una mariposa midiéndose karusa arasé con un pétalo que cae: koché kana «A ver quién es més leve» 82 Llegamos al punto de interseccién o encuentro entre la hoja que cae y la mariposa que se eleva. Ambas son formas transitorias, estados de la misma nube. Y sin embargo el tiempo ha decidido, sélo un instante de yuelo compartido. La pregunta cae con la ma- tiposa. Levedad imposible, el peso de las cosas amanece. 83 BasuO 31 RS CUI BB SM A>72 Fuku tabi ni A cada soplo de viento ché no inaoru un nuevo lugar donde posarse, yanagi kana la mariposa en el sauce 84 El lugar del origen y el reposo, un impulso de viento que une lo uno con lo otro. Un sauce, una visién o una palabra, un palacio o un suefio de dominio. El viento como algo anterior a la vida de la mariposa, un impulso que ya estaba alli, que seguird existiendo cuando la mariposa me abandone. Movimiento y quietud, lo siem- pre vivo. Ante la inconciencia del viento, abandonar toda resis- tencia, no adorar el origen ni el destino. La mariposa danza, carece de objetivos. Reduccién de los condicionamientos externos a lo minimo: un soplo de viento y un lugar donde posarse. 85 32 Jox6 WI — OLR HY BY Ché futatsu Dos mariposas: hitotsu wa ware o Una de ellas da vueltas mawari-ori alrededor mio 86 El movimiento de la mariposa delata que estoy vivo. La fijeza es un modo, deja pasar las cosas a su tiempo. Alrededor del sol gira una mariposa. El movimiento suefia su reposo, llama de amor o fiesta compartida. Hay un modo de estar en movimiento acorde a ese reposo. Una posibilidad de revolotear alrededor del mundo como una mariposa. Fluir ligero al tiempo consagrado. 87 BasuO 33 Die PV Aiwe(cL ESR Monozuki ya Ha sido un capricho: niowanu kusa ni en una hierba sin aroma tomaru cha se detuva la mariposa 88 La mariposa de cristal desangra los pétalos del dia. El puro volar acontecido, la plenitud de un vuelo sin porqué. La risa hGmeda de un mudo. La mirada célida de un ciego, que no sabe por qué. Las palabras del sordo, la muerte de la madre. Todo est4 consa- grado a su capricho, a la celebracién sin nombre. Capricho 0 ala- banza, maneras de morir 0 estar parado. Sin aroma. Lo inesencial nos abre a la promesa. 89 Buson 34 KRBOBIC LE SwMRD Ze Fushizei no Un guerrero agazapado. shikoro ni tomaru En el cuello de su armadura... koché kana jse detiene una mariposa! 90 Contraste. El tiempo detenido en medio del combate. Frente al gesto atemorizado del guerrero, la mariposa es la serenidad, la apertura al misterio. Sin miedo al devenir, a lo inminente. {Qué importan ya la muerte o la batalla? Liberacién del tiempo sucesi- vo, el logro de un instante de plenitud revela el sentido del com- bate. La lucha contra el otro como entrega, como silencio compartido. En el instante todo es uno. El guerrero es la oruga, la mariposa © muerte su destino. o1 ANONIMO 35 BOE LEY prdare Sipe ze Nami no hana ni Al final, la mariposa tomari kanetaru desistid de posarse en la espuma koché kana de la ola que creyé flor be La mariposa no estaba equivocada. Al igual que las flores en la tierra, las olas florecen en el mat. Un mecanismo interno de ele- vacién transforma el mar en espuma, la tierra en aroma. Unidad que subyace en todo lo visible, la ciencia de la analogia. Aun siendo consciente de la semejanza, la mariposa decide no con- fundir la flor y la ola. La sabidurfa de la mariposa no tiene pensa- miento, es un saber vacfo, el puro instinto asocia las olas con la muerte. Haiku de la victoria. Preservar las diferencias como tri- buto al Uno. 93 36 PAR SO WHIT BB IRV MO 9 Ché tobu ya La mariposa vuela kono yo ni nozomi como si nada ambicionase nai yO ni en este mundo 94 Ambicionar un objetivo convertirfa al vuelo en un gesto de deses- peracién o de deseo, un no estar en su sitio. Un gesto sin sentido en s{ mismo, cuya finalidad escapa a su presente. No ambicionar nada concreto, orientarse al yuelo como algo que encuentra su fin en si mismo, més all4 del objeto u objetivo. El vuelo de la mariposa es reino, el estar en su sitio, propio del ser. La falta de ambicién son los colores de la mariposa, su volar consagrado a la plenitud y a la belleza del instante. 95 GaARAKU 37 ILC EWEDBDY Omir Owarete mo Incluso perseguida, isoganu furi no su apariencia de no tener prisa... koché kana jUna mariposa! 96 El cazador y la mariposa habitan en distintos planos de la Reali- dad. Las prisas del cazador frente a la calma de la mariposa. La mariposa cruza lentamente en medio de Ia guerra. La batalla del mar contra la roca, del fuego contra el agua. La batalla del dia con la noche, del cielo con la tierra. La mariposa alcanza su gua- rida, su propia plenitud sin objetivo. Su calma la protege, la sittia en un plano inmanente. Y sin embargo, el cazador pretende atra- par la mariposa. Para hacerlo, tendré que abandonar su mundo y entrar en el mundo de la mariposa: la belleza intocable de aque- Ilo que reposa en sf mismo. Pero entonces dejara de ser cazador. Se mire como se mire, la victoria es de la mariposa. 98 Buson 38 JOMEDERS S SOW Urtsutsu naki Como si no fuera de este mundo, tsumami-gokoro no cogida con el corazén, koché kana la mariposa En otro mundo ahora, entre la suavidad del fuego y la alegria, viva en la transparencia de la roca. Solo al captar el ritmo de la brisa, saber atemperarse como un lobo enfrente de la luna. Saber acompasado, latencia de la ola. El coraz6n abarca los cielos y la tierra, proyecta hilos de amor al horizonte, hacia los cuatro pun- tos cardinales, hacia la roca y hacia la mirada, hacia la brisa que transforma la hoja del arbol en una mariposa. Quietud en movi- miento, mirada incandescente de su vuelo. El coraz6n la atrapa, nada puede escaparse de su influjo. Todo esté conectado. 39 KOMMICAE Aki no ché Yama ni watashi o Okisarinu 100 Minori-Jo e#EY va La mariposa de otofio en medio de la montafia me abandona Las hojas en el arbol, el tiempo necesario. El pensamiento vuela, no se detiene en nada eternamente. Aprender a pensar desde la mariposa, rodearse de ellas. Sentir en la cadencia de su vuelo una sefial del tiempo detenido, del revolotear sin ambiciones. En esta soledad de amor decapitado, en esta cumbre me abandona el true- no. Oh soplo, oh coraz6n, pasién sin fuego, intensidad del ser apa- recido. La mismidad de todo lo que aflora al margen de la guerra. La mariposa simboliza nada. Por eso todos los haikus hablan de lo mismo. No hay tema, tan sdlo el encuentro entre dos signos, la concurrencia o arbol de este dia. La mariposa me abandona. Ima- gen de las cumbres en otojio. 101 Issa FPoeNESDTTES ‘a En el bafio ptblico ve de una cabeza a otra vuela una pequefia mariposa Hay que aprender a ver la mariposa como mariposa, comprender su volar como su vuelo. La mariposa no es un simbolo, tampoco una metéfora. Visualizar el bafio y una hilera de hombres que defecan. La inocencia de la mariposa nos delata, hace contraste con la pesadez del hombre. La mariposa no tiene pensamiento, no tiene alma. Nunca tendré raz6n, ni medios, ni manos, ni fines, ni camino. Es una mariposa muy pequefia. En su simplicidad, ha con- fundido la cabeza del hombre con la cabeza de Ia flor. Una vez mas, la mariposa no estaba equivocada. Se deja llevar por una analogfa, guiada por el olor de abono que el hombre deja en to- das sus creaciones. 103 Issa 41 JI PAPHEA EST SHO A Kawabuchi ya Al borde del rio, ché o nesasuru mariposas dormidas nabe no shiri en el culo de las ollas 104 Poder atravesar el vuelo de la mariposa, llegar desde la fuente hasta el reposo. Haba hambre en todo lo creado, una ambicién de muerte como modo de ser, una ilusién de vida. Habfa muerte en todo lo creado, hasta que se pos6 la mariposa. Fue un signo para el hombre que combate, el cazador con hambre de futuro. Dormidas en el fondo, en el vacfo de las representaciones. Hueco de amor vacio de esperanza, por fin en la intemperie, donde otro signo fluye mansamente. No hay simbolos ni espejos, tan s6lo un navegar del hambre hasta la nada, del rfo al mar de la misericor- dia. Al borde del rio, el hombre dormido en la esperanza de la piedra. El sol se refleja sobre el fondo de las ollas de estafio. 105 Hosar 42 AWS DTROBST Ichinichi Todo el dia mono iwazu sin hablar ché no kage sasu La sombra de la mariposa 106 El silencio tiene su propio ritmo, su propio modo de convocar a los objetos. Cada objeto responde a la mirada, no sabe del saber del hombre. La mariposa se estrella, estalla contra el fondo de la mente. Con un sonido puro de montes atraviesa, da al estar una imagen decisiva. Una sombra revela que estoy vivo. Fluir de aguas todavia, fluiedéade‘la Reate eh palabia. 107 43 Wart BOB ~ CHR ICIE YO TY Ché kiete tamashii ware ni kaeri keri 108. Desaparecié la mariposa y mi alma volvid a mi La mariposa no existfa. No habfa nada. La nada que empezaba a estar poblada de ritmos y latencias. Lo primero fue un soplo, res- piracién de ntimeros rodeada. Respiraba en el mundo, el mundo respiraba en mi. Desde la mariposa hacia la fuente, al légamo de amor que hay en tu pecho. Cerrar los ojos, imaginar el vuelo de la mariposa. Imaginar cémo surgen los colores, cémo se colorea la distancia. Atemperarse. Volver de lo mundano al mundo, a la res- piracién de la materia. La oscuridad sin nombre. La mariposa no existfa. Ya no existfa, no existfa nada. 109 EP{LOGO PRIMERO ABDENNUR PRADO ‘Yo siempre pensé que un haiku era un poema, que los japoneses no tenfan tiempo. Pensé que estas formas fugaces daban cuenta de una forma de ser, de un mundo de fatigas imperiales. La convivencia con estas mariposas ha roto esta certeza: un haiku no es un poema. No lo es, en el sentido de que entre las mariposas no he podido sentir ni un solo resto de literatura, ese «arte que emplea como instrumento la palabra» (Diccionario de la Lengua Espafiola). Tenemos cosas, objetos, ficciones, discursos, con- secuencias. Tenemos todo un material que se despliega ante nosotros, convertido en gesto y consecuencia, hecho prosa en el tedio del trabajo. El poeta devuelve todo lo visible a su caracter simbélico, lo arranca de ese tedio. La literatura espejea sobre el mundo, es un reflejo de la realidad hecho obra de arte. Y el arte es artificio, destreza, habilidad, oficio. El literato centra su habilidad en la palabra, y perpetiia asf el dominio que la palabra ejerce sobre los objetos. Sin embargo, el haiku representa justo lo inverso a esta operaci6n que llamamos «literatura». Arranca los objetos de las palabras y los devuelve al mundo. No es un arte hecho de palabras, sino de imagenes. Ni siquiera de imagenes, sino de cosas. En el haiku no hay nada més que cosas. Al eliminar del texto la palabra, se elimina toda posibilidad de engafio. No hay lugar en el haiku para la mentira, para la idiosincrasia del poeta. No hay lugar para las imagenes mentales, para el arte de la combinatoria. La pura presencia de las cosas se hace transparente. El autor del haiku no crea nada, no pone en juego su imaginacién, no es un literato, Ante el haiku, es dificil hablar siquiera de 113 una autoria, en el sentido occidental. El autor del haiku ha logrado su objetivo en la medida que ha evitado inmiscuirse entre el mundo objetual y la sensacién pura que genera. Para lograr eso, hay que tener una gran atencién para con las cosas, y un gran desapego hacia las palabras. Como vaaser un haiku literatura, si el haiku no permite a las palabras decir nada mAs que aquello que designan? Barcelona, abril de 2005 14 EP{LOGO SEGUNDO José MANUEL MARTIN PORTALES He sufrido una tensién insospechada ante estos textos. La evidencia de alguna especie de origen traspasa esta escritura. Algo relacionado con la ingenuidad, con la inmediatez, con la absoluta ausencia de estrategia. Algo inocente. Si el haiku se ha convertido en una gran tradicién es porque permite expresar la complejidad de la conciencia. No su simplicidad, como podria pensarse. La carga de profundidad queda a salvo del paso del tiempo, y de toda manipulacién, en la medida en que encuentra la sencillez. Sino expresara esa complejidad no habria sobrevivido. Pero si no hubiese encontrado la proteccién de la sencillez hubiese destrozado la conciencia del que se expresa. El haiku pone en evidencia que la sencillez protege al poeta, que sin ella hubiese quedado totalmente destrozado por la evidencia de lo Real. De igual manera, la sencillez de lo expresado protege al lector, que de otra manera quedarfa gravemente conmocionado, y a pesar de ello no esta del todo a salvo. Parece, acaso, que la sencillez actuase aqui como una didactica de lo Real, tal vez lo mismo que la ternura suele actuar como una didactica del amor, permitiéndonos el acceso sutil y sosegado a un territorio donde reina la pasién, el vértigo y la muerte de aquel que éramos antes de entrar en él. Alguna vez he escrito que el poema contiene lo que no puede ser dicho, y permanece sin ser dicho gracias al poema. La zona limftrofe de esa perplejidad, de esa contradiccién radical, habita en el haiku. Occidente, en general, tiene serias dificultades para entender que la complejidad de la conciencia se fundamenta en su capacidad para integrar el todo en cada parte, en su capacidad para verbalizar la hierofanfa—que es la Totalidad que podemos soportar-, sin que esa verbalizacién atente contra su pureza. Porque toda hierofanfa es una revelacin que todavia no sabemos que lo es, que todavia no sabemos lo que significa. Borges Ilamaba a esto «experiencia estética». Y Occidente entiende el no saber como una estrategia del saber, no como un modo genuino de revelacién. Quizé porque la hierofania nos obliga a sospechar que la razén no es el horizonte de la conciencia. O que la racionalidad no es el camino del sentido. Creemos, en Occidente, que la conciencia debe desentrafiar el misterio de la vida y la naturaleza, pero no sospechamos que ese quehacer s6lo podré realizarse cuando la conciencia asuma que ella misma es naturaleza, que ella misma es el misterio que busca desentrafiar. En el haiku la conciencia se enfrenta a sf misma en cada instante: la palabra ya no sera algo que se dice sobre algo, sino aquello que se dice la naturaleza a si misma a través del hombre. Porque el hombre no es otra cosa que la palabra que ha alcanzado el universo. Seguramente, esa impresién primigenia a la que lamamos asombro, tan nitidamente expresada en estos haikus, muestre a las claras, con una desnudez insultante, que lo que Ilamamos «lo sagrado» es sencillamente algo que sucede dentro de lo Real, acaso el momento mismo en el que lo Real se hace Palabra. El hombre no es més que la verificacion existencial del acceso de la Realidad a la Palabra. No existe una Realidad y una palabra que la nombre. La Palabra nace de la propia Realidad. La pregunta, entonces, es radical: Por qué la Realidad deviene Palabra? No hay respuesta. Basta la pregunta. Sélo cabe intuir que la Realidad deviene Palabra porque acaso lo Real es un proceso de identidad, un proceso de sentido, que encuentra en la palabra la posibilidad de no 116 encerrarse en pura facticidad. Lo Real no es factico. ©, dicho de otra forma, lo Real se escapa de la facticidad y su forma de salir de la facticidad es la Palabra. La Palabra, por tanto, intuimos, es la forma que tiene lo Real de manifestar su inconcebible apertura hacia el sentido. Cuando la palabra cumple esta misién decimos que es palabra «poética>. Por eso serfa contradictorio sospechar que la palabra dice la Realidad a modo de clausurarla, a modo de definirla, a modo de encerrarla en algo que ya es como es. Al contrario, la Palabra (poética) dice que lo Real no es una cosa, algo que ya es, sino més bien que es algo en busca de sf mismo, en busca de un sentido. Un sentido que no adviene en el lenguaje sino més biena través del lenguaje. Y lo genuino del haiku, en nuestra opinidn, es que es un decir de los sentidos, no un decir de la raz6n. Un decir nacido de la percusién de los sentidos en la puerta de la conciencia. Como si los sentidos nos permitiesen colocarnos en el mismo orden de naturaleza de lo Real. Sila raz6n se aleja progresivamente de la naturaleza y su relacién con la Realidad es puramente estratégica, los sentidos nos permiten la experiencia del origen permanente, que es el modo de ser de lo Real. Lo Real siempre estd en el origen, siempre se esta originando. La percepcién de esa evidencia corresponde a los sentidos, por eso sdlo desde los sentidos la conciencia puede nombrar, puede verbalizar el origen. Un origen que no es algo sido, sino algo siendo. Y su decir es un decit intitil, no estratégico. Precisamente la inutilidad del decir poético lo salva de ser manipulado. Sélo la inocencia conoce el camino del sentido. La palabra que no resuelve el sentido es la palabra poética. El poema no «tiene» sentido, no encierra el sentido de lo Real, sino que lo abre, poniendo en evidencia, en tiltima instancia, que la Palabra no es la ultima «experiencia» que la Realidad tiene de si misma. Ese vacio que queda abierto a un més alla de la palabra es lo que queda sobrecogedoramente expresado en la auténtica poesfa. Cérdoba, marzo de 2005 117 AUTORES Vicente Haya. Discfpulo de Reiji Nagakawa, Doctor en Filosofia, traductor a partir del original de mds de un millar haikus al castellano, cuenta en su bibliografia con las siguientes publicaciones sobre poesia japonesa: El corazén del haiku (la expresion de lo sagrado), Ed. Mandala, colec. Alquitara. Madrid, 2002; Santoka (70 haikus esenciales), Ed. Maremoto. Mélaga, 2002; El espacio interior del haiku, Ed. Shinden, Barcelona, 2004; Saborear el agua (100 haikus de un monje zen), Ed. Hiperion. Madrid, 2004; Haiku: la via de los sentidos, Ed. Novatores - Fundacién Alfonso el Magnanim, Valencia, 2005. José Manugt Martin Porrazes. Autor de varios libros de poesias premiados: Légica de la perplejidad (Ed. Bahia, Cadiz, 1997), El hombre prohibido, Ed. Huerga y Fierro, Madrid, 2004, y El espejo vacto Ed. Diputacién de Guadalajara, 2004. Asimismo, autor de un libro de tematica teoldgica desde el punto de vista cristiano: La fractura relacionada (Apuntes para un pensamiento inocente de la Revelacién) (Cérdoha, 2000). Colaborador habitual de la revistas «CAntico», «San Juan de la Cruz» y «Cuadernos del Sur». ABDENNUR Prapo. Poeta, musulman espafiol, secretario de Junta Islamica desde 2002, director de www.webislam.com 2001-2004), redactor de la revista Verde Islam desde el 2001. Ha publicado més de un centenar de articulos sobre pensamiento islamico y temas de actualidad, en Webislam, El Pais, La Vanguardia, Verde Islam, Encuentro Islamo-Cristiano, Debats, Masala, entre otras. Nacamatsu Kazug. Nacida en 1948, natural de la isla de Kydshd, maestra japonesa de caligraffa, arte que practica desde hace unos quince afios, ha colaborado ya en otros libros de Vicente Haya como El corazén del haiku, Mandala, 2002 y Repertorio de asombros (en prensa). 123

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