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LA FUNCION DEL ACOMPANANTE EN UN CASO DE PSICOSIS por Joxé Luis Juresa.() “El paciente es tranquilo, es bastante déspota. Conviene permanecer pasive, a la expectativa de lo que te pide. No hay que engafiarse con la apariencia de las posibilidades que ofrece. No hay que proponer. El paciente no puede desplazarse solo. Necesita, pide, ta presencia de un semejante, una presencia de afecto.” Estas fueron, mds o menos, las instrucciones con las que ingrese a traba- jar en el equipo de acompajiantes que atendia a G, de 34 afios y con diag- néstico. de _psicosis. ana . El miedo a la oscuridad, a los espacios libres, a andar solo-por la calle, a las multitudes, la “cronometrizacién” de la vida, las eternas postergaciones de proyectos, fa impotencia frente a la mujer, el control excesivo, la ritualizacion, la extrema formalidad, la lentitud y rigidez de los movimientos, la seriedad y el ‘aislamiento social eran las caracteristicas con las que uno se encontraba en la cotidianeidad del trabajo. Pero no aparecian neologismos, ni alucinaciones, no era violento ni reivindicativo, més que en el grado subido de cualquier adolescente idealista; llevaba adelante el manejo de sus finanzas con muchisimo criterio, y era muy calculador, excesivamente previsor, nada parecia escaparcele, un gran “administrador”, es decir, un excelente amo. Nos preguntébamos para qué necesitaba estar acompafiado, sobre todo cuan- do notdbamos cierta prescindencia 0 maltrato, como si nosotros estuviéramos allt porque se lo pidiéramos. Pasados a!gunos meses, y despues de algunos sucesos que sirvieron, fun- damentalmente, para “regular” la distancia ptima en el vincuto, lleg6 “la confianza”. Esta se tradujo en una demostracién de “la verdad”, plasmada en un escrito titulado “Cuarta generacién”, trabajo realizado por el paciente a los a (Falta texto) .*Psicoanalista. Acompafiante terapéutico 20 cnn el ment en ge naples es eat el de cr café “como amigos". ammean anata] ®) tomar: También hablaba de casarse y tener hijos, volver a estudiar locucién, carrera que se vio obligado a abandonar por la eclosién de su enfermedad. ° Pero, volviendo al momento del “bautismo”, el ritual de introduccién a “la verdad” -dada a leer como la revelacién de su épica delirante- , es el momento en que se pueden abrochar los “mecanismos” o Tas funciones que" determinan muchas de las actitudes y hechos que se producen en la relacién con el acompafiante, en particular, y con el equipo en general. La lectura del texto tiene cardcter de “oportunidad”, ya que el paciente no regala copias, ni permite que nadie las haga. Asf fue con todos los acompaiiantes, El conte- nido del trabajo es el siguiente: La primera generacién es la del abuelo paterno, al que describe como un tipo frio, severo, falto de expresién, incapaz de demostrar afecto, de pocas palabras, muy estricto, exigente. Aclara que esto lo infiere de una fuente familiar, que no‘recuerda si fue su madre o una tia Rosarina. Estos datos le permiten, entonces, suponer de dénde provienen los rasgos de cardcter que hered6 el padre y de los que tanto se queja. Entiende que primero los pade- cié su propio padre. Subraya una frase en la que la abuela paterna le dijo a su hijo: “Adolfito, si algtin dia vos Ilegds a tener algo, no te olvides de darle a los que no tienen”. Luego pasa a describir algunos pormenores de la segun- da generacién, es decir, la que represefita su padre. Este se casa, tiene dos hijos y sigue con, algunos datos més hasta llegar a lo que denomina “el acci- ° dente”. El 24 de febrero de 1957 -dice- el padre conducfa el automévil en el que viajaba toda la familia, con el que regresaban de la quinta que posefan en el conurbano bonaerense. Al cruzar el paso a nivel los embistié un tren. La mujer murié en el acto. Padre e hijos a salvo, con algunas contusiones que ni siquiera alcanzaron para una internacién. A partir de ese momento, en el relato, se subdivide la figura del padre: hasta el accidente se refiere a él como “el viejo”. Después del mismo co-" mienza a alternarlo con “mi padre”. Asi que de “El viejo” va a decir que se quedé en el tiempo, sin haber podido velar la muerte de su primera esposa. De “mi padre” esboza un reproche, por el poco tiempo transcurrido entre la muerte de su primera esposa y el segundo matrimonio, del cual él es hijo. Al respecto dice que el “padre” deberfa haber dejado pasar un tiempo “adecua- do” (més tiempo) para velar la muerte de su primera esposa. Después escribe que finalmente la idea de “recuperar” a una esposa y una madre, se desvanecia -para su padre y hermanos- con su propio naci- miento. Entonces sefiala una frase del padre para sus hermanastros: “De su. 2 madre no se habla mds”. Después de casarse por segunda vez les dijo: “Aqui tienen a su madre”. La “falta de palabra” es una queja que le achaca al padre, y sefiala como prueba la interrupcién absoluta que este ejercié en: la comu- nicacién con la familia de su primera mujer. Entonces -razona- como producto de'la’ negacién extrema a la que fueron sometidos por el padre, el se consi- dera habiendo ocupado el lugar de chivo expiatorio, el receptor pasivo de los efectos de todas aquellas negaciones. Aparece entonces un mediador, el doc- tor |; antiguo médico de la familia. I paciente apela a él para terciar en un hipotético reencuentro familiar.basado en la verdad que denuncia. Si la-me- diacién del doctér'l resultara, éxitosa, le permitiria entonces el salvataje de la “cuarta generacién” -la de los hijos de los ‘hijas- , de las catastréficas relacio- nes entre genéracioniés anteriorés. Ese es su“destino y sacrificio.. Con este material podemos sacar algunas conclusiones qué sirven para ubicar la_funcién’ del acompafiamiento. “ee En primer lugar, el paciente:demanda’ éstar acompafiado. Reclama: una “presencia de afecto",’y’ paga ‘por’ eso. Ninguna otra persona vinculada a él esté por pura amistad ‘o afecto' désinteresado.. Los pocos.que se le acercan y lo'toleran lo hacen bajo la promesa’ del-dinero. Es un- amo, y como tal busca la eficiencia, es decir, el calculo justo, que nada sobre ni por exceso ni por defecto. La “justicia” ‘es hacia donde se desplaza, en sus mondlogos de café, esta “negacién” del resto, ‘o esta blisqueda del cdlculo perfecto, o la anticipa- cién total. Se enfrasca éntonces en largas peroratas acerca del funcionamiento de la justicia, su ineficiencia, lo poco que*se hace cumplir la ley en et pais, etc: el “mal funcionamierito”. El excesivo ritualismo y el gran celo que pone en la prevencién de cualquier imprevisto le dan una apariencia obsesiva muy fuerte, pero basta una intervencién interpretativa 0 algiin sefialamiento que lo deje en la sorpresa, o el estupor (nunca faltan) para ocupar el lugar del per- seguidor. Entonces' uno sera alguien falto de ética, 0 alguien que no soporta verlo en una mejoria, o que no quiere su bien, 0 que no lo quiere acompafiar en sus cambios. En verdad, se trata de “el accidente”, el tropiezo, como signo de mal funcionamiento. El. cinco, o “la quinta” es el ntimero con el que hace signo de tropiezo: “le dije cinco veces de hablar con él”, “es la quinta vez que le aguanto algo asi", “se puede comprar cinco diarios y me pide el que yo leo en el dia”, etc, Es a partir de que cuenta cinco que reinicia el calculo, desde dénde vuelve a buscar tratar de regular la distancia dptima en el vinculo, Su preacupacién por evitar las sorpresas llega al punto de exigirnos un Papel con la diagramacién horaria semanal. Asegurarse una presencia tratando de hacer de ello una ciencia, es el trabajo en el parece estar embarcado. El “accidente”, lo que podrfamos decir “el trauma”, 0 el desborde de !o real, es el seno de su origen. En la paradoja de reclamarle al padre “més tiempo para 22 atlas 3 velar la muerte de su primera mujer” antes de casarse con la que seria su” madre, sé desprende el calculo sobre su propio origen, siempre exacto,.£s. ~... decir que ms alla de la fecha del casamiento, o del tiempo que el padre se hubiera tomado para casarse por segunda vez, su nacimiento no entra en cuestién. Es decir, su origen no es-el resto de un calculo imperfecto sino que entra en la légica de la eficacia administrativa, porque sencillamente su naci- miento como sujeto nunca tuvo lugar. Por eso la pesadez del acompajiamien-. to, y la conversién de esa “presencia de afecto” en un simple horario rotativo de produccién imaginaria, lo mds eficaz posible. Y por eso también la pesada circulacién, casi exclusiva, del tiempo cronolégico. La funcién del acompajfian- te se reduce entonces a hacer-le de suplencia imaginaria del fantasma. Tam- bién, por eso, las caracteristicas 0 rasgos perversos qué a veces se ponen en evidencia en el vinculo, sobre todo cuando quiere poner a prueba hasta dénde uno es capaz de “comportarse profesionalmente”, es decir, hasta dén- de uno es capaz de evitar el “accidente” en el cual se desvanece y que, al mismo tiempo, le permite una separacién o la nueva regulacién de la distan- cia, segtin la maniobra del acompafante. En general sucedieron “eyecciones”, soluciones violentas que tienen el fin de sostener la garantia de que “lo injusto” no le concierne. De todos modos, todo lo que no entra en su calculo le es injusto, a pesar del esfuerzo evidente que hace por mantener el altruismo. Si alguna “maniobra sorpresiva” del semejante, es decir, por ejemplo algin equivoco que lo haga vacilar en relacién al sentido, se produce, entonces, la amenaza de desborde parece obligarlo a destruir al otro: Si esto no‘es acotado © disuelto con alguna “invencién” que deje en un tercero la muleta “extran jera” sobre la cual apoyar “lo injusto”, entonces se va incrementando la agresividad hasta terminar en la “eyeccién” del semejante que “lo ha dejado solo”. En general esto se resuelve convirtiendo el equivoco en “error”. Lo injusto, para él, tiene que ver con “el lugar de mierda” en que lo dejé la familia, haciéndose cargo de los cadaveres de estas dos mujeres, la madre y la tia, pero sobre todo, por lo que dice en “cuarta generacién”, como victima de un duelo no realizado por parte de su padre y de sus hermanos, es decir, pagando él por una muerte que Ilena de culpa al padre. El es la victima, como sujeto, del accidente que dié lugar a su nacimiento, y la paradoja ahi mismo escrita se resuelve, cuando le reprocha al padre no haberse tomado més tiempo para velar la primera muerte, como si su propio nacimiento no estu- viese en cuestién, porque é| sabe que no se trata de tiempo mas o tiempo menos, ya que él est ahi, “congelado”, fijado a una existencia no despren- dida del trauma. Entonces, en el delirio épico, que le hace actuar un sacrificio generacional en pos de poder contar hasta cuatro, el sacrificio de un integran- te de la tercera generacién, el lugar de mierda es el de decir “la verdad” o 23 4l mismo encarnando la verdad de ser “la mierda”, o el resto de un “momen- io de mierda” homologado a todo “accidente” ; entonces nosotros debemos asumir el lugar del equfvoco, o de lo injusto; te imposible tarea de convertir- nos en la garantfa de la estabilidad, es decir, cumpliendo horarios, aceptando sus prerrogativas, sus pedidos, poniéndole la firma del “si” a los pedidos de certeza. Sabe y asf lo manifiesta, de que podemos estar “cansados”, y que nos puede “traicionar el inconsciente’. Ante eso nos pide confianza en nosotros mismos, y que le digamos “hoy no tengo un buen dia”. Es decir, nos pide que sepamos por anticipado, es decir, nos pide que “calculemos” nuestro incons- ciente. Por lo general, cualquier roce que lo dispare a las: significaciones tratamos de acotarlo o frenarlo a tiempo, por lo general, admitiendo la respon- sabilidad de Ta injusticia, 0 achac4ndosela a un tercero. En verdad, siempre es asi, pues de esa manera queda a salvo el afecto, el vinculo, la relacién que el paciente pretende conservar, la presencia. De la madre, justamente, rescata “el afecto”, y el dinero que le toco cobrar de herencia por la parte que le correspondia de la’ fortuna del padre, en virtud del matrimonio. Es el dinero entonces el “regulador” que opera distancia del afecto maternal, agobiante, que busca y rechaza al mismo tiempo. “Hacer los ntimeros” es una frase que cobra sentido en tanto se constituye en un lugar probable para é! en el mundo, que funciona haciéndolo contar hasta cuatro cada vez que un “accidente” le hace perder la cuenta. Siempre fuimos cuatro ‘en el equipo, hasta cuando fuimos tres y el paciente decidié reducir el horario de acompafiamiento, pre- servando de ese modo el lugar del cuarto. “Vemos de esta manera cual es la l6gica que da marco a la funcién del acompajiamiento terapéutico en este caso. Nuestra presencia hace a la suplencia imaginaria de la funcién del fantasma. La pregunta seria si se puede llegar al Punto en que esa suplencia se desprenda de nuestra presencia efectiva. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Seminario 3 “Las Psicosis” J. Lacan Seminario 11 “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis* J. Lacan Seminario 17 : “El reverso del psicoanilisis” J. Lacan

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