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Ro AE 54 LEYENDO IMAGENES vas imaginaciones. El Libro inglés de oraciones de 1662 confunde bellamente el acto de ver con el de agradecer, cuando pide: “mostrad la voz del agradecimiento: y contadnos de todas vuestras maravillosas obras™s, Esta puede ser nuestra tinica respuesta posible ante la abra de arte: el equivalente a una oracién de gracias por aquello que nos permite, con nuestros limitados sentidos, una multitud incontable de lecturas, lecturas que, con el mejor empefio y corazdn, ofrecen la po- sibilidad del esclarecimiento. Joan Mitchell dijo en cierta ocasidn que habia tratado de cam- biar la metafisica de Jackson Pollock por “matices de amor"; y sus cuadros ostentan, sin duda, una cualidad amorosa, un agradecido amor por la vida que toca al lector antes que se intente cualquier lectura. No sorprende, entonces, que una de sus tltimas obras (qui- zis la ultima), terminada a pocas semanas de su fallecimiento, lleva- ra por titulo Merci. LA IMAGEN COMO ACERTIJO Robert Campin \Waun Delwodt - > La Virgen de la pentalla de mdmbre, atribuida a Robert Campin. —EN UNA ADIVINANZA CUYO TEMA ES EL AJEDREZ CCUAL ES LA ONICA PALABRA PRONIBIDAP REFLEXIONE UN MOMENTO Y REPUSE: -La FALABRA AJEDREZ. Jorge Luis Borges, El jardin de los senderos que se bifurcan eet pea adele Acetate ee aoa CINCO SIGLOS antes de que Joan Mitchell se propusiera presentar una imagen del mundo por medio de la ausencia del lenguaje, un artista familiarizado con las nuevas corrientes del arte en los Paises Bajos pinté una Vir- gen con el Nifio que es en cierto sentido lo contrario de la obra de Mitchell: una composicidn en la que cada elemento actia como una palabra secreta que el espectador se ve animado a descifrar como si resolviera un jeroglifico, No sabemos el nombre del pintor. E] cuadro ha sido atribuido diversamente a Roger van der Weyden, tal vez el mayor artista flamenco de mediados del siglo xv, y a su maestro Ro- bert Campin, entre otros. La Virgen de la pantalla de mimbre, camo se conoce el cuadro comtinmente, retrata una escena doméstica. La mujer es la Virgen Maria, Madre de Dios, y acuna a su divino Infante. Pero es también un personaje muy de este mundo, una madre joven que le ofrece el pecho a un bebé inquieto o simplemente desinteresado. Una limpieza reciente revelé detalles mintisculos y precisos: reflejos de luz en los muebles, un anillo de metal sobre la cabeza de la Virgen, el dintel de la chimenea, demostraciones todas del vivo interés del artista por impartir una impresién de realidad cotidiana. Quienquiera que haya sido el pintor, parece haber estado insa- tisfecho con los usos tradicionales de la iconografia cristiana. Obvia- mente intrigado por las posibilidades de un arte que era capaz de imitar la realidad, como con tanto esmero lo estaba demostrando por esos dias la pintura de los Paises Bajos, transformd los objetos de uso diario de un medio hogarefio en simbolos de simbolos: de los mas evidentes (la pantalla tejida que remeda la aureola de Ja Virgen), a muchos otros de mayor sutileza. Con el empleo de ciertos objetos en reemplazo de los que tradicionalmente aparecian en las escenas re- ligiosas, el pintor satisfizo dos propdsitos a un tiempo: elevé a una madre humana desde su 4mbito corriente hasta un sitial sagrado del pantedn cristiano, al presentarla como la Madre de Dios, y humani- 26 lo divino al igualar o comparar los sagrados atributos de la Virgen con los objetos de una morada humana. Sin lugar a dudas, la Madre, que no el Nifio, es el personaje del cuadro. El Nifio nos mira con ojos de complicidad, con esas extre- midades afectadamente largas que forman una pose linguida, y la El pecha maternal, ofrecide tanto al Nifio como al espectador. como quien sostiene una flor. La Madre, en mano izquierda puest cambio, retrae la mirada y ofrece con embarazo el pezdn derecho, no tanto al Hijo como al espectador, y nos atrae a la drbita de su en- simismamiento, No esta sentada del todo ni tampoco de pie. Como el famoso “torso vivo” de las ferias de caminos, ella flota, anclada a tierra de modo misterioso y, sin embargo, por fuera de este mundo, con la parte superior del cuerpo —cabello onduladb, labios fruncidos, seno redondo— absolutamente presente, y la inferior (sitio, segiin san Agustin, de nuestra naturaleza pecadora'), ausente bajo los pliegues del vestido, ya que Maria es libre de toda tacha, inmaculada como un lirio, Toda la escena gira en torno a ella. gQuién es?, nos pregun- tamos, y el pintor parece haber puesto claves por toda la habitacién para que podamos componer su identidad. E] pecho expuesto, el halo de la pantalla, la banqueta de tres patas, el libro que ella lee, la punta de la llama detrds de la pantalla, el anillo en el dedo anular de su mano derecha, las gemas de colores bordadas en la orla del manto, el misterioso par de baldosas octogo- nales medio cubiertas por su ropaje, la vista al otro lado de la venta- na: cada una de estas cosas parece revelar parte del personaje que ella representa, en el mundo de Dios y en el humano, y nosotros sen- timos la tentacidn de leerla como si fuera un libro de acertijos. La mas antigua imagen de una Virgen con el Nifio que haya lle- gado a nuestros dias data del siglo 111. Fue pintada en una pared de las: catacumbas de Santa Priscila en Roma y nos muestra (al menos $$$ LA IMAGEN COMO ACERTIJO Robert Campin 62 lo que se alcanza a ver tras siglos de humedad y de moho) a una madre cubierta con un velo, cargando a un nifio en sus rodillas. El nifio Thos da la cara y pone la mano izquierda en el pecho materno, mientras que otra figura, quizds un Angel, sefiala una estrella en lo alto, La representacién de la diosa que amamanta es tan antigua como universal. Astarté en Mesopotamia, Pacha Mama entre los aztecas, Devaki, la que da de mamar a Krisna, en la India, Isis en Egipto y muchas otras. La imagen cris- tiana de la Virgen y el Nifio debe, sin duda, mucho a esas imagenes bastante mas anti- guas. No obstante, en la Edad Media se encontré una curio- sa explicacidin para esas evi- dentes similitudes. Segin La leyenda dorada (siglo xu) de Jacobo de Voragine, el profe- ta Jeremias habfa anunciado a los sacerdotes de Egipto que sus fdolos rodarfan hechas tri- zas tan pronto como una vir- gen pariera. “Por tal razdn ~escribe De Voragine— los sa- cerdotes paganos fabricaron la efigie de una virgen con un nifio en su regazo y la colocaron en un lugar secreto del templo, adon- de acudfan a adorarla. Cuando el rey Tolomeo les pregunté por aque- lla conducta, le respondieron que se trataba de un misterio heredado de sus antepasados, comunicado a ellos por un santo profeta, y que crefan que habfa de ocurrir en el futuro”*. Para De Voragine, la ima- gen, probablemente la de Isis amamantando a Osiris, no era propia de la cultura egipeia sino una respuesta anacrénica a la profecia bi- blica de Jeremias. En muchas de esas tradiciones la imagen de la buena madre que amamanta se contrapone a la de la madre destructora. En Mesopo- tamia, por ejemplo, ala diosa Lamastu se la representaba amaman- tando a un perro oa un lechén y se le atribufa el origen de la fiebre Bronce egipeio del Imperio medio {e2ogo- 1852 a, ©.) que se cree representa alsis amamantande a Horus, Ga LEYENDO frente a tres bestigas: André LA IMAGEN Como Re puerperal yle lest. En épacas posteriore vada madre se convirtid en Medea en Lady Macbeth, arrebatando su pe- zén de las mondas encfas y reventanda los sesos de su criatura. Mas rec 2 convierte en la malve la madona soberbiamente estric Max Ernst pinté en 1g26. Aligual que la madre misma multiplicidad de significados que son o pueden parecer contradicto- simbolos de este tipo como log i el pecho de la madre conlleva una rios. Los talmuclistas describian los del sentido*, En la totalic mas ricos de todos, puesto que abarcs acién positiva, el seno establece un vinculo de maternidad: su connie el ofrecim Por ejemplo, en las mitologias eri es) dandole leche de su seno: la Via ento del pecho es uno de los gestos de adopcién de un nifio. romana y etrusca, Juno (Hera o Uni) adopta a Hércules (Her. Lactea se formd c vidos labios y la leche se derramd por el firmamento', En su connotacidn m sgativa, ndo ella alejé el pezén de sus ; el pecho cercenado denota la renuncia ala maternidad: las amazonas Seno derecho para poder templar los arcte } dispa- a5; trocaban se amputaban el rar las flechas con mayor eficaci: el papel de Venus por el de Marte. y asi ser mejores gue! pecho a Hercules, una amazena, blicado en ba Anthreppome de John Bulwer, Londres, 153, [Derecha] Jean Jacques Lequeu, ¥ Nosotras tombidn seremos Gq LEYENDO 4 IMAGENES Jean Fouquet, ‘Virgen can el Nifio, E] pecho nutricio también contiene una connotacién erdtiea,|Un contemporineo de nuestro pintor, el artista francés Jean Fouquet, pinté hacia el afio de 1450 una madona asombrosamente sensual, usando de modelo a la célebre Agnés Sorel! querida del rey Carlos vit. La Virgen de Fouquet aparece desafiante, duefia de si, fogosa, y poco caso hace del infante a su lado, Sin duda, esta maternidad erdtica era lo que el arquitecto francés Jean-Jacques Lequeu tenfa en mente cuando concibié en 1794 un aguafuerte que llamara a la emancipa- cién de las monjas. Queriendo aliarse a la reciente legislacién de la Revolucién Francesa que confiscaba las propiedades de la Iglesia y prohibfa los votos mondsticos (mientras por otro lado nombraba nue- vas autoridades eclesidsticas, aprobadas por la Asamblea, y no por la Corona francesa), Lequeu fue uno de los artistas dedicados a hacer 12 einen iy natant toh propaganda en favor de la Reptiblica®, El titulo del grabado, altamente subversive y muy popular, era Y nosotras también seremos madres, porque...’. La respuesta tacita era evidente: porque el seno erdtico puede remitir de vuelta a la madre que amamanta, Laleche de Maria fue el sustento de Cristo, y en tal sentido esa leche se convierte en uno de los aspectos de la humanidad de Jesucris- to, puesto que, criatura igual a las demas, también E] tuvo nece. dad de una madre para alimentarse. Alrededor del siglo x1, al comentar el papel de la Virgen en la “alimentacién de Quien nos ali- menta”, el escoldstico Amadeo de Lausana ensalzaba a Marfa: “jBien- aventurada la mujer a quien fue dado... amamantar al nifio que colma los senos de los que El mismo mama, alimentar a quien todo lo dis- pensa, que da sustento hasta a las mismas aves!"* Pero la leche no es sdlo sustento: es el mismisimo don de la vida, ofrecido por la Madre - al divino Nifio para que éste pueda erecer y hacerse hombre, ima- gen ésta ampliada por san Pedro para deseribir el don de la palabra de Dios: “Y como nifios recién nacidos, apeteced la leche espiritual no falsificada, para con ella crecer en orden a la salvacién“*. Un him- no escrito por san Anselmo en el siglo xt alude tanto a Marfa la nutricia como a Maria la que da la vida a toda la humanidad: Madre, que Hevaste en tu vientre a quien nos ama y gustosa le ofreciste la leche de tus senos, ¢No puedes Ti, o no quieres acaso, conceder tu amor a quienes te lo piden? En cierta ocasién durante el siglo x11, san Bernardo de Claraval, fundador de la orden de Cister y conocido en sus dias como el “doc- tor melifluo” por la dulzura de miel de su oratoria (su emblema es un panal), tuvo una visién extraordinaria en la que la Madre de Dios alimentaba el alma pecadora de él con su amorosa leche. Esta pode- rosa imagen estuvo presente a lo largo de los tres siglos siguientes en las representaciones del purgatorio, en las que se mostraba cémo las generosos senos de Maria rescataban a las 4nimas en pena. Un eco de esta “amorosa bebida” subsiste atin en el vino alemdn que lleva el nombre de Liebfraumilch o “leche de Nuestra Sefiora”, asociado a menudo con una leyenda bastante mas temprana que ilustraba la COMO ACERTIO Robert a 66 LEYENDO IMAGENES cusdre de Filotesi purgatorio, virtud romana de la caritas o caridad. En sus Hechos y dichos me- relata la morables", Valerio Maximo, historiador romano del siglc historia de Pero, una mujer virtuosa cuyo anciano padre, C sido encarcelado injustamente y condenado a morir de ina lo sostuvo con vida dindole el pecho como si fuera un hijo, y esta vse volvié muy imagen de la mujer que amamanta a un hombre adult comin en el arte medieval y en el renacentista, y se abrié camino hasta el cuadro Las siete obrus de misericordia, de Caravaggio, donde omer al hambriento. representa la obra misericordiosa de dar de Junto con sus Higrimas, la leche dé Maria era uno de los humo- res mas preciados de la cristiandad. En su exhaustiva libro sobre la Virgen Maria, Alone of All Her Sex'*, Marina Warner enumera las ciu- dades que conservan reliquias de su leche: Walsingham, Chartres, Génova, Roma, Venecia, Avifién, Padua, Aix-en-Provence, Tolén, ob cS shal aA Paris y Napoles. En Belén los turistas pueden visitar hoy en dia la Gruta de la Leche, en la que Maria derramé unas gotas ante la ed estimula lactancia y donde, sis la produccién lactea, es posi- ble comprar terroncillos de s humanista del siglo xv1, hacia mofa de los sitios donde se + leche de Mari: ros para pedir limosna como los que empl s en los puentes”*, E] reformador prote: rasmo, el eminente u suelo lechoso". neraba la letre- atendidas, decia, por custadios que “sostier ven Alemania los Tube: recolectores de peaje Juan Calvino también rabiaba contra esta superabundancia de leche: “No hay pueblo, por pequefio que sea, ni convento... tan miserable para producir tamafias cantidades a lo largo de su vida desnudo de Podemos adjucicarle otra lectura simbdélica al al XVII, Maria. En las representaciones del Juicio Final de los siglos Maria descubre ante su Hijo los senos que lo alimentaron, con el objeto de despertar su compasién y hacerlo mas clemente; en tanto que El repite el gesto, desnudando su propio pecho para ensefis rle N GOMO ACERTIJO 2 Robert Ca 87 npin “TF pi temple sevbre madera, por Maestro de los Claveles, de Ziirich,

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