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‘La musica de México : JULIO ESTRADA, EDITOR I. HISTORIA 3. PERIODO DE LA INDEPENDENCIA A LA REVOLUCION (1810 a 1910) ak AUTONOMA DE MEXICO LA MUSICA DE MEXICO. Los trabajos realimdos por los investigadores extranjeros y mexicanos participantes en esta publicacién revelan, por una parte, el interés que Ja musica mexicana despierta fuera de nuestras fronteras, donde especialistas de alto nivel se abocan a su estudio, y por otra, la existencia de una generacion nueva de investigadores mexicanos capaz de entender, junto con Manuel M Ponce y Carlos Chavez, la importancia de salvaguardar la riqueza musical de nuestro pais para el conocimiento y disfrute que de ella puedan hacer las presentes y futuras generaciones. He aqui, pues, los resultados de una suma de esfuerzos ‘que se cifra en afios de elaboraciin continua sracias al rescate que se hace de investigaciones individuales hasta entonces no integradas en una diteccidn colectiva Estas paginas nos dan ocasion de descubrie una parte importante del universo artistico mexicano, “Para el lector como para el especialista, habra a sorpresa de encontrarse ante nombres de ‘miisicos desconocides, paginas de partituras Seroradas, teorias de tratados desaparecidos 0 ‘mundos musicales perdidos en la historia. Valga ‘este intento para hacer perdurar entre sus lineas tiempos pasados de nuestros antecesores aciertos y errores, logros y fracasos, hallazgos y pruebas, reencuentros y abandonos. Por lo que respecta a la edicidn misma, bajo el titulo general de La muisica de México, cn contraste con la misica en México, la coleccién define su orientacién hacia una bisqueda que viende a destacar aquello que se significa como mexicano 2 lo largo de las mis diversas | manifestaciones musicales comprendidas en un petiodo mayor de tres mil afios de cultura. Distincién esencial entre lo que es y lo que puede y debe ser en una historia en la que si otras masicas patecen ejercer su predominio de manera asi permanente en los altimos cinco siglos, podra sin embargo sefialarse aquello que, ya como un movimiento general, ya como una manifestacion individual, revela la posibilidad de un contacto con las raices y con las mas antiguas tradiciones 0 con un sentido de 1a autonomia | personal por encima de las corrientes y las cendencias, ho del Milote, tatslor de « J Conte Hortonico, Lamina XXIX P nem LA MUSICA DE MEXICO 1. HISTORIA 3. PERIODO DE LA INDEPENDENCIA A LA REVOLUCION (1810 a 1910) Cariruto I LA MUSICA EN MEXICO DURANTE LA INDEPENDENCIA (1822-1839) INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTETICAS CINCUENTA ANOS 1935-1985 La musica de México JULIO ESTRADA, EDITOR I. HISTORIA 3. PERIODO DE LA INDEPENDENCIA A LA REVOLUCION (1810 a 1910) GLORIA CARMONA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO Mexico 1984 Primera edicién: 1984 DRO 1984, Universidad Nacional Autnoma de México Ciudad Universitaria. 04510 Mexico, D. E Dintccio GENERAL DE PUBLICACIONES Impreso y hecho en México, ISBN 968-837-005-3 (Obra completa) ISBN 968-837-1483 (Tomo 1) Nota preliminar Aun cuando es wna de las pocas mai cercana a la nuestra, el siglo SIS Puede producir la imprestin de haber desaparecde « partir del ingreso la musica mexicana en su movimiento nactonalista, cuando define Para si misma un interés mayor hacta su pasado ancestral que hacia el inmediato. Cten atios de un periodo romdntico, que ofrecen la vistin de un México en el que predomina la influencia de la maisica de salon 5 de la Spera, en los que un cierto gusto por el cardcter melancilice dela melodia se convierte en visién retrospectiva de una parte esencral en la origenes de la cancién mexicana. Narrada aqui de acuerdo a una secuencia bistérica a travis de la cita selecta de los comentaristas musicales de aque! tiempo, y tomando como constante referencia los cambios politicos y soctales que se dan desde el inicto de la Independencia hasta la conclustin del Porfirismo, el estilo de estos textos parece corresponder al de una novela musical, cuyos Personajes y argumento, eminentemente costumbristas, permanecen en apariencia ajenos al desenlace final, la Revolucion de 1910. JE. Advertencia al lector Enatencibn a que los lineamientos para la investigacién de la miisica en México en su parte correspondiente al siglo XIX se sustentaron en la reuntén y seleccion de textos que permitiera su exposicién conjunta yun Facil acceso a los mismos, la abundancia de citas textuales resultard tal vez excesiva. La elaboracién de ciertas paginas, sin embargo, bubiera representado en la mayorta de los casos la omision de un lenguaje y un estilo propios de la época, significativos por lo que proyectan. En relacion a la brisqueda hemerogrifica, dejamos sentado que, fuera de las fechas de investigaciin en los periédicos consignados en la bibliografia, el material recabado se encuentra en las obras de Luis Reyes de la Maza, cuyas crénicas, desplegados y sueltos periodisticos abarcan el periodo que se trata. Asimismo, creimos de utilidad respetar Ja division cronolégica propuesta por este autor, st bien con algunas variantes. Finalmente, el lector encontrard en el apéndice, con el ntimero asignadoen las notas, aquellos programas y elencos de épera que pueden ampliar sus referencias. Agradecemos aqui la colaboracion y ayuda generosas del senor Jesus Guadarrama, bibliotecario del Conservatorio Nacional de Misica. GLORIA CARMONA Anas Capiruto I LA MUSICA EN MEXICO AL INICIARSE LA INDEPENDENCIA (1810-1821) * "Lan cates acomodadas del pat, que se componine de algunos condes, maravetes 7 ‘tos tals nobles, propetrios, acendaon ¥ Comerciantes, no tenn una educacion mas 3 Ineraia,y purde decise con generanad gue Bio we dutiguan del vulgo por su vesao Y forguc mua leer, esebury contar con alguna [enad. Por lo Semis, se puede wsepurar Que ‘0 pataban por sos manos oo ibros ue os Je ‘on respectvas aegocucione, el calendar, el ecco del padre Ripadael Ao Cristian. Xho que ou devocionari Sobre todo, bo que (Same wale mevicana escola poe 8 otsoia parocular sun entre la mia nore Gadel pubco, de manera que low abs de Cee, eurucs, mayorup, excers er 2) Sindnimes de tonto gporante™ (Madame Cal ‘Seri de aBarea Lavide Mace. p 30SE * Mendoza, Vicente T “Ongenes del movimento safSaico en Mé- sco em altn dele Orquesta Stafiica de Me va no 4, Meno, 1940, p76 Para comprender el ambito de nuestro estutlio, la musica en el Mexico independiente, es necesario convenir, por principio, en lo arbitrario de las delimitaciones por fechas, pues si bien los cambios historicos afectan en general el proceso de las artes, su repercusion es necesariamente tardia, por més que en las manifestaciones artisticas se encuentren prefiguradas las rutas de su evolucion o de su cambii ‘Asi pues, poco habia variado el panorama musical hacia 1810, aio en que se inicia la Independencia en la Nueva Espana, con respecto al {que se presentaraen el iltimo tercio del siglo xvut, y cuya caracteristica principal parecia consistir en la paulatina secularizacion de la musica. En efecto, tributaria de la pompa y esplendor catedralicios, la mi- sica religiosa habia alcanzado en tiempos de Salazar y de Sumaya un apogeo que declina poco a poco en favor de otras necesidades e inte- reses, pues no habiendo en la Nueva Espafia una aristocracia protec- tora de las artes que, como en Europa, permitiera al talento ejercitarse cen las expresiones mas altas, los musicos encontrarian en el teatro un medio de subsistencia y cultivo artistico a menudo compartido con los menesteres musicales en la iglesia 0 en la escuela.’ Que la balanza se inclinara del lado del teatro suponia la existencia de una clase so- ial media cuyo creciente desarrollo hacia que el especticulo publico ~especticulo al que sin restricciones de castas 0 clases sociales se asis- tia mediante una paga cobrara un inusitado interés y consecuente- mente una funcidn social. No slo eso sino que el teatro permitiria la vida de agrupaciones orquestales, mas 0 menos numerosas, de acuerdo a las posibilidades y vicisitudes econémicas de la empresa. Sabemos, por ejemplo, que para 1786 la orquesta del Coliseo estaba compuesta por 19 miisicos no todos mexicanos, por cierto que en general desempefiaban indistintamente diversos instrumentos. Don Vicente T. Mendoza escribe al respecto: El estilo orquestal debe haber conservado el caracter litirgico para las obras de la iglesia, el profano espafiol para las obras de teatro, y el cortesano de Italia para los bailes chicos y grandes que formaban parte de los espectaculos de! Coliseo. Por lo que res~ pecta al género concierto, es muy probable que no existiera como espectaculo de alta cultura? Comparandolo con el desarrollo que alcanz6 la musica religiosa en el Virreinato, algunos estudiosos han querido ver una suerte de decadencia en este rol ancilar de la musica en el teatro. Encontramos sin embargo que la musica se democratiz6 en el teatro al punto de i » Mealona Veente T ‘Musa cee! Colneo de Menno” Natina Nana ab Vem 26 sequndo mente, Me Mendova, VceoteT Panorama del mane iodo de Ménin Insure fveseqarones Estetcas, UNAM, Menco, 1986 12 presemtar caracteristicas y mances nacionales en una epoca en ques & aoe tudarlo, se estaba muy lejos de alcanzar un pertil propio, Y_¢0 fae be Independencit Lt reafiemacion de una fisonomia? Lat musica (lervesceraten expresiones menores que correrian a todo lo largo del Sialo xix coriquecicndose de savias populares, trasegandose aqui y alli en formas y genetos mas cultivados hasta fijar residencia de cate~ goria, ya entrado el Xx, en I misica de Manuel M. Ponce. Este proceso, lento y subrepticio, se originaria en el Coliseo de México con luvonadilla escénica, yenero que se agostaria una vez prendido el injerto cen tierras americanas y a instancias de otro, ese si mayor, que iluminari ‘con refulgencia sin precedente todo el decimondnico: la opera italiana. La tonadilla escénica fue importada de Espana, donde surgio como reaccion a la musica francesa ¢ italiana introducida por los borbones. ‘Al igual que la opera bufa, procedia de los intermezzi teatrales y de la Opera seria. Su caracteristica principal estribo en su tonica popular, en su trasunto de “bailes y canciones nacionales y regionales, con mayor abundancia andaluces, entre los que figuran preponderantemente las, seguidillas y el fandango, base y pivote de la musica teatral de ese periodo”. Aunque en su forma primitiva fue un interludio cantado 0 tocado entre cada uno de los actos de una obra teatral, la tonadilla fue desarrollandose paulatinamente hasta convertirse en una pieza inde- pendiente, de dimensiones amplias, verdadero mosaico de nuimeros varios Uno de los elementos tipicos de la tonadilla fue 1a inclusion en escena de tipos representativos del pueblo, razon a la cual debié su popularidad no solo en Espaa sino en las colonias donde el género tuvo un éxito sin igual, no obstante que en apariencia no cumplia en ellas ninguna mision social La tonadilla tiene como importancia capital para la musica de México el haber proporcionado un riquisimo tesoro de cantos y bailes espaioles que cuando llegaron fueron imitados y asimilados, produciendo en el transcurso del siglo x1x el nticleo principal de la misica mexicana. Basta considerar todos aquellos cantos, de cual- quier indole, que entre sus textos conservan exclamaciones deriva- das del género conadillesco como: caramba, tirana, cielito, canelo, ‘morena, monona, mi vida, mamd, Cecilia, caray, etcétera, que son las, tres silabas introducidas por los musicos tonadilleros para equili- brar el periodo musical de la seguidilla, con la duplicacion del verso de cinco, quedando emparejados dos versos de diez silabas. Este fendmeno, asi como los riquisimos elementos contenidos en las formas musicales de peteneras, malaguefias, soledades, fandan- 05, olés, caiias, tangos, guajiras, ay ay ays, y los recursos literarios consistentes en estribillos, vueltas, tornadas, intercaladas, repeti- ciones, mulctillas, retintines, retahilas y jaleos, que encerraba la tonadilla espaiola, pasaron a formar toda clase de sones, jarabes, canciones, coplas, trobos, corridos, etcétera. Por lo tanto, puede decirse sin exagerar que la tonadilla es el origen de un 60% de la musica genuinamente mexicana." + Salts, Gabi Maraeo Elza ls canciones de de selene Balin dea Sata Metone de rata y Badia UI 90-3 ayo rune, Meco, 1947 * Otwariay Ferrari, Enrique de Rea hitsnca dl tate en Méscs (1938- PAL Plog de Salvalor Novo, 3a. ed. El Porn, Méneo, 1961 p. 26. ad wp. 199 y 162 dann °C! las tonadas, canciones y marchas que hacia 1813 rue- pire campamentos y vivaques insurgentes, fiestas y bailes de los Partidarios de la causa, parecen remozar con lettas sedicionts la ma sica popularizada a través del teatro. Fue Callejas para Quautla on su ejército marchando 4 las orillasHegé ero a las trincheras jeudndo! Védyanse los gachupines @ noramala que no volverd a saber de ellos La Nueva Espana. Divina Guadalupana: con esos preciosos dedos échale la bendicién al sehor Cura Morelos. Rema indita de mi vida 0 te enseharé a remar que las glorias de Morelos es preciso celebrar. Dicen que soy insurgente de eso no me da cuidado, mds vale ser insurgente que no ser acallejado Soldados valientes del senor Morelos avoquen caitones ¥y bagan prisioneras Soldados valientes del senior Negrete toquen a degiiello yentren a machete.® Si de alguna manera recalcamos la importancia de este fendmeno es no solo por sus repercusiones sociales y musicales sino por su co- nexidn posterior con la masica cult. En cuanto a la opera, el género se importé tempranamente, pues se ha dicho ya que Manuel Sumaya fue autor de las primeras obras de este género esritas en México y aun “raductr de varias italiana .*En 1803 hay constanca de la represenracion de la zarzuelabufa en dos (actos) del célebre Cimaros, El filisfo burldo",y en diciembre de 1806, del “espectaculo mas notable, el estreno en Auestro seasro (el Coliseo Nuevo) de El barero (de Seria) de Paseo" obra muy gustada a jurgar por sus frecuentes reposiciones en un lapso mas 0 menos considerable, La influencia de la 6pera ial, sin embargo, es rolavin escasa en esos afios en que figuran sobre odo ol 13 14 * td 9.19. * thd. » 181 sénero un tanto hibrido, espafolas y aun mexicanas, en medio de bailes, comedias, tonadillas y miscelaneas Para dar una idea de los programas que se Ilevaban a cabo en el Coliseo de México, mencionemos que para el 2 de diciembre de 1805, en el beneficio del “galan de miisica", Victorio Rocamora, se presentaron los sainetes La maja majada, El negro sensible, El soldado Janfarrin, el cerceto del Campanella, la tonadilla La disputa de los ami- jor el baile Diana y Siltio de Juan Medina, autor también de los, bailes Apeles y Campaspe, Adelaide de Guesclin y Dido abandanada, asi como del dio Ritales de amor, obra de Manuel Arenzana, maestro de capilla de la Catedral de Puebla y autor de la opera en dos actos El extranjero, “cantadaen el Coliseo Nuevo o Principal el 25 de noviembre anterior, con mucho aplauso”." : Entre las figuras que llenan esta época -figuras hibridas, mezcla de bailarines, tonadilleros, cantantes y cOmicos de la legua-, citemos al italiano Victorio Rocamora, a los espanoles Andrés Castillo, Dolores Munguia, Luciano Cortés, “favorito del piblico, que de él se enamor6 desde que en la temporada iltima interprets a la perfeccion El barbero de Sevilla de Paisicllo”, e Inés Garcia, mas conocida por la Inesilla, cuya gracia y salero sedujeron nada menos que al flamante virrey Calleja. Convertida en su favorita, la Inesilla supo inclinarlo en su favor y en el de sus colegas en un momento en que la existencia del Coliseo se veia amenazada por las guerras que asolaban al pais. En efecto, las luchas de independencia no solo habian empobre- cido los recursos del Coliseo sino afectado la continuidad de las re- presentaciones. Hacia 1821, por ejemplo, la falta de luz en escena hacia que los personajes no se distinguieran en ella “desde el centro del teatro, y aun mucho mas cerca. Todas las noches, y sea cual fuere el drama que se represente, salen las mismas decoraciones, y siempre estamos en la misma ciudad, en la misma habitacion y en el mismo cuarto” -consignaba un periddico de la época.” Ni qué hablar del repertorio, que seguia el mismo. Solian tocarse en los entreactos de comedias, y aun de zarzuelas y Speras, pequeiios troz0s instrumentales, solos de caracter virtuosistico, bailes, fragmentos vocales arias, diios, tercetos~ acompafados de uno o mas instrumentos, muestras incipientes que en el transcurso se desgajarin de la obra hablada o musicada para constituir por si mis- ‘mos el concierto instrumental. Que la prictica de este género fuera habitual en los salones de las antiguas casonas virreinales e incluso en las de menor alcurnia es un hecho que corroboran las colecciones de piezas de la epoca y los frecuentes anuncios en el Diario de Mexico referentes a la compra- venta de pianofortes, instrument representativo por excelencia de la misica de salén y cuyo uso habia reemplazado a fines del siglo xvilt al de clavicordios, espinetas y virginales. El habito se convirtié en una extendida ¢ inveterada costumbre que define incluso el caracter del género: musica de salén, minusculas cuentas de un rosario musical para recreo social de las familias que por mas de un siglo constituye la Unica musica instrumental apreciada y profusamente imitada en M xico Mayer Serta, Oxo inghtteunt dee mice meocane, Desde pendencahastalsatudnad Colegio de Méxco, FCE, Manco, 1934p. 177 hid, 92171 Con ligeras variantes y en atencidn a la época y a la moda, las formas menores de que se reviste se agrupan en las siguientes catego- rias: la danza (minues, cuadrillas, contradanzas, polonesas, mazurkas, valses, polkas, redowas, schottisch, etcétera), el popurri y fantasias sobre motivos de Operas, la pieza de caracter (romanzas, caprichos, nocturnos, scherzos, etcétera), la pieza de colorido exotico (orienta- les, moriscas, etcétera) y la marcha milicar."” ‘Aunque se conocen pocos ejemplos de miisica de salén que daten de esta época, esto no quiere decir, sin embargo, que la produccién haya sido escasa. Manuel Corral, espafol radicado en México, Manuel Delgado y José Manuel Aldana figuran entre los autores del genero, si bien la produccién de los mexicanos pretende Ser de mayor enverga- dura en el genero religioso que siguié considerindose como la expre- sion musical mas alta, El Diario de México da cuenta asimismo de los instrumentistas mas conspicuos de principios de siglo, como los clavecinistas Horcacitas y Mariano Soto Carrillo “"muerto en plena juventud en mayo de 1804”."? Soto Carrillo y Manuel Corral se distinguieron también en la ensefianza. En cuanto al estilo de la musica, tanto religiosa como profana, refleja de manera inequivoca la influencia de los clasicos vieneses, de Haydn principalmente, compositor muy apreciado en Espafia. Que su miisica era conocida en México desde tiempo atras lo demuestra el hecho de consignarse 18 de sus sinfonias en una factura de libros introducidos por Veracruz, al lado de 12 sinfonias de Boccherini (1743-1805) y obras varias de Giardini (1716-1796) y Pleyel (Ignaz, 1757-1831), discipulo incluso de Hayda."* 15 Ramen puninde Wass Ege: Elicia wei Ar Meco" 1934.2 A partir de la consumaci6n de la Independencia se produce un fenomeno singular: el masico, el artista, toma conciencia de su papel activo en la creacion de instituciones que mantendran latente la ense- fanza y la difusin de la musica culta. Se hace evidente ademés el afan por dar a esos organismos incipientes una consistencia que ga- rantizara su perdurabilidad. Se buscar para ello, aunque no siempre con buena fortuna, el apoyo de la curia oficial, apoyo que el Go- biemno otorgard a titulo de generosa dadiva, no consciente atin de su responsabilidad. Se inicia pues la era de las sociedades filarménicas, verdaderas ‘empresas culturales animadas por aquellos miisicos que en relevo, a lo largo de todo un siglo, sostendran heroicamente la practica de la miisica culta, Si estas asociaciones musicales no prosperaron 0 no tu- vieron una continuidad en si mismas fue culpa de los tiempos y las costumbres: ni la inestabilidad de una nacidn en proceso de integra- cién politica, ni la heterogeneidad de una clase social carente de valo- res y tradiciones, caracteristicas en la cultura de la burguesia europea, lo permitieron. José Mariano Elizaga fue uno de esos misicos. Clavecinista precoz, su prestigio como profesor y como miisico le vali6, durante el efimero imperio de Iturbide, ser nombrado maestro de la capilla im- perial, mérito al que afiadié el de haber organizado una orquesta sin- fonica “de acuerdo con las exigencias musicales que entonces priva- ban en Europa, ya que las existentes en México, incluso la de la Cate- dral, no satisfacian los requisitos”."® Habia sido, es cierto, mentor de dofia Ana Maria Huarte, esposa de Iturbide, durante el tiempo que pas6 en Valladolid dedicado a la ensefianza, pero sus cualidades per- sonales iban mas alla de considerar que se le retribuia por los servi- cios de antiguo adepto. Asi, en 1823, desterrado ya Iturbide, Lucas ‘Alaman, ministro de Relaciones, hombre culto y refinado, si bien de ideas politicas conservadoras a ultranza, protegio € impulsé sus pro- yectos. Estos fueron, cronologicamente, la publicacion de sus Elemen- tos de Misica (1823) y la organizacion de la primera sociedad filasmo- nica (1824), cuya comisin de reglamento, formada entre otros por Lucas Alaman y el propio Elizaga, presento al Ejecutivo de la Nacién las siguientes proposiciones: Organizar, bajo el patrocinio y direccién de la Sociedad Filar- monica, un Coro y una Orquesta Sinfonica, los cuales conjuntos se pondrian al servicio de los conventos, de las catedrales y de las iglesias, a cambio de una pequefia contribucién que se destinaria al 19 thd pe td. 3 20 tus personales y el remanente al sostenimiento Bese ds sonics la 2a. implicaba la realizacion de dos publicaran piezas de clave y guitarra, rondos, duos, cavatinas, con sus correspondientes acompafiamientos de dichos instrumentos, y todo lo mis selecto de canto de los mejores profesores de Europa, interpolindose alguna de mis composiciones en uno y otro ramo”, periddico que, hasta donde sabemos, quedo solamente en buenas in- tenciones. ; En cuanto a la orquesta, su organizacién fue esporadica e inaugur6 Jo que seria el proyecto mas ambicioso de Elizaga: la fundacién de una Academia Filarménica (17 de abril, 1825). La idea venia de tiempo atris. En 1824, a instancias de Alaman, Elizaga habia dirigido la siguiente solicicud Don Mariano Elizaga, profesor de musica, ante la ilustracién de V(uestra) A(lteza) S(erenisima), con el debido respeto digo: que deseoso de ser de alguna utilidad a mi patria, proyecté establecer una escuela de aquella facultad, dando en ella la ilustracion y cono- cimientos capaces de instruir a la juventud en las bellezas y hermo- suras que abunda la musica en la parte especulativa.... dedicando un dia de la semana para la pura practica en que se toquen las mejores piezas de los mas célebres autores de la culta Europa. Para plantear (sic) esta escuela no me induce otro objeto sino que este ramo de la ilustracion, visto hasta ahora con esquivez Y desdén por los que pudieran fomentarlo y como ocupacién meca- nica por algunos que se han dedicado a él, salga de la abyeccion en que ha estado abandonado ora por nuestra suerte politica ora por otras causas cuyo anilisis € inculcacién omito de buena voluntad."® El proyecto, pues, se levaria a cabo mas tarde, bajo los auspicios del presidente Guadalupe Victoria, hecho significativo éste por cuanto su hermano, don Francisco Victoria, fungia como presidente de la nueva directiva de la Sociedad Filarménica. En el conservatorio mexicano fundado por Elizaga -escribe el Dr. Romero- la ensefianza de la missica se impartia de acuerdo con los principios sustentados por Eximeno, y su estudio estaba divi- dido en cuatro cursos: en el primero se explicaban los principios hid, p99. fundamentales de la miisica; en el segundo se aprendia la armonia y la composicion; en el tercero la técnica instrumental y la del canto, y.en el cuarto, la Filosofia de la Musica y perfeccionamiento en la técnica instrumental, Las materias se aprobaban mediante, exime- nes y los alumnos que hubieran concluido el tercero, deberian concurrir a las practicas orquestales. ‘Los alumnos cubririan mensualmente la cuota de $ 3.00, ex- cepto los pobres de solemnidad, y a quienes se destacaran por sus aptitudes artisticas se les estimularia con premios que el presidente de la Sociedad Filarménica les entregaria en acto publico.'® Elizaga ejemplificaria de manera clara la labor que a partir de enton- ces se convertiria en antonomastica del mejor musico mexicano: la accién individual en beneficio de la accién publica, o sea, el impulsor que induce gobiernos para volver conscientes las carencias y necesi- dades en Ia cultura de una sociedad. Tnesperada y misteriosamente ~y en esto nos recuerda a Sumaya: luces que de brillantes se agostan~ en 1827 Elizaga abandona la ciu- dad de México para ocuparse en Guadalajara de la misica de su cate- dral. “;Cual seria la causa por la que Elizaga hubo de partir de la Capital de la Repiiblica?” ~se pregunta el Dr. Romero. “Tengo para mi que fueron la falta de ayuda que su amigo Alaman ya no le podia impartir y los cambios politicos, que hicieron insuficientes sus entra- das como director de la Academia". Lo que es un hecho es que g0- bierno y sociedad respondieron a la generosidad de Elizaga con ingra- titud, que no fue mas que reflejo de su ignorancia. Pero si Elizaga no fuera recordado por sus dotes de organizador, promotor, maestro, pedagogo (en 1835 publicaria sus Principios dela Armonia y la Melodia 0 Fundamentos de la Composiciin Musical) , impulsor de la musica ins- trumental, lo seria acaso por una actividad que le fue antigua, perso- nal e intima y que los versos de esta Oda celebran en un estilo admi- rativo, ya francamente roméntico: Absorto, enbebecido, yen éxtasis divino arrebatado te of, te contemplé, Genio sublime. A los primeros giros de tu mano 1a cuerda suena maestramente herida yl alma conmovida de un modo desusado sacude fuertemente imi fibra descaecida Enes inimitable, hombre divino, eres inimitable. Yo quisiera (job si dable me fuera!) escoger en el mundo a todo aquel que uniera por su dicha suavidad y dulzura, y un ojo filosifico avisado, 21 © Ble 10x, 24 de joo, 186 22 un ojo entendedor: y te viera: estoy seguro de que repitiera sin dudar de su tino, eres inimitable, hombre divino. Agustin Caballero Once ais més tarde, en 1838, Joaquin Beristdin y el presbitero {éustin Caballero continian el camino que iniciara Elizaga con la fan. dacién de una escuela de musica. La muerte prematura de Beristain Friva tlt academia de un brillo social y econdmico mas intenso, pues al parecer era un misico apreciado, al punto queen L86l tele toon, dabs alin como “célebre y estimado maestro mexicano eve canto ccs ‘ribuy6 a generalizar la ensefianza de la miisica en Méxey"'? El nec. ms dadero mérito, sin embargo, corresponde al padre Caballero que sos- tuvo la academia a titulo particular por espacio de 28 afios consecuti- vos. Su labor permanente y silenciosa haria posible la formacién de los misicos y profesores mexicanos de entonces, entre ellos las cantan- tes Maria Jestis Cepeda y Cosio, Eufrasia Amat, Antonia Aduna, el pianista Agustin Balderas y el compositor Melesio Morales. En re- compensa, su academia se refundiria posteriormente en el Conservato- rio de 1866, nuestro actual Conservatorio Nacional, del que fue desig- nado por unanimidad pirmer director. ‘Otro de los seguidores de Elizaga fue José Antonio Gémez, que organizé en ese aio de 1839 la Gran Sociedad Filarménica con su José Antonio Gémez 23 Romero, Jesis C.4p sits pp. 45-146 24 respectivo Conservatorio estructurado sobre el de Madrid, fundado 9 aiios antes, y en el que los conciertos (2 al mes) eran reglamentarios Gémez escribié asimismo una Gramdtica Razonada Musical (1832, reimpresa en 1846), fund6 el primer repertorio de musica que hubo en la ciudad de México ¢ imprimié el Instructor filarménico (1843), cuyo primer tomo contiene un metodo para piano, armonia y bajo cifrado."* Elizaga, Gémez y Beristdin figuran, junto con José Maria Busta- mante entre los compositores de este periodo, y si bien su produc- cion no difiere en cuanto a géneros y estilo de la de sus antecesores, se advierte en ella la influencia decisiva de la musica y el estilo oper tico italianos no s6lo por el mayor énfasis en el dibujo vocal, a me- nudo imicado instrumentalmente, sino por el aliento declamatorio y ampuloso de la frase musical La consumacin de la Independencia propicia mejores perspecti- vas en lo que a la dpera como espectaculo y musica se refiere. En 1822, la ciudad de Mexico cuenta con un nuevo teatro, De los Gallos © Provisional, que rehabilitado en 1825 compite con el Antiguo Coli seo. En él, la compania de Andrés Castillo, por necesidad convertido ahora en empresario y director de la seccion de cantarines, estrena La urraca ladrona (13 de septiembre, 1825), Tancredo (29 de diciembre, 1825), El barbero de Sevilla (23 de febrero, 1826) y Otelo (22 de enero, 1827) de Rossini, que se suman al califa de Bagdad de Boildieu y La italiana en Argel de Rossini, presentados en el Antiguo Coliseo en 1823 y 1824, respectivamente. El Teatro de los Gallos se convierte ademas en sede de la compa- fiia italiana de Manuel Garcia (1775-1832), tenor de origen espafol, famoso por sus interpretaciones de Rossini y por su escuela de canto, cuyos frutos mas acabados fueron sus propias hijas, Pauline Viardot y la legendaria Maria Malibran Garcia lego a Mexico en el aio de 1827 después de una estancia de dos afios en Nueva York donde sus memorables presentaciones se afiadirian a su ya larga carrera por los principales teatros de Europa. Su estancia en México no fue grata. La fallida conspiracion del Padre Arenas habia renovado el odio recalcitrante contra todo lo espaol y Garcia fue una de sus victimas. Asi fue como en 1828 y a instancias del Decreto de expulsion de los peninsulares, la ciudad de México se vio privada de un gran artista. En el transcurso, sin embargo, el fa- moso tenor canto El barbero de Rossini, escribio y estrend en México su opera El Absifar y presento algunas de sus obras primerizas, entre ellas El poeta calculista. Poco aprecid el publico el arte de Garcia, criticado por no cantar las obras en el idioma del pais, amén de repetirlas. Desairado, Garcia prefirio dar a sus presentaciones el sesgo de conciertos en los que, bofetada con guante blanco, alterné con los principales miisicos me- xicanos, Elizaga, Gomez, y los cantantes Andrés Castillo y Rita de Santa Marta, con quienes cant dios, tercetos, y actos varios de El barbero de Sevilla, La urraca ladrona y Otelo, de Rossini Mayor fortuna tuvo la compafia de opera de Filippo Galli Ver Apéadice, aot 1 Olavariay Ferariop. ct, p. 282, * Seconsigna a fecha de strenoo presen tacién on Manic. bid, . 287 (1783-1853), la primera gran compania italiana que vino a México en 1831 para quedarse hasta 1837." “Los periddicos hicieron con ese motivo memorias del gran Manuel Garcia, a cuya obstinaciOn artistica en repetir Operas y cantarlas en italiano se debia que Galli hubiese encontrado al publico bien dispuesto a aceptar una y otra cosa", re~ fiere Olavarria.?” EI repertorio que en el lapso de seis afios consecutivos presento la compaiia consolidé en México la aficién y devocion por la Opera italiana. Su influencia seria de cal manera intensa que constituiria el linico género apreciado sin reservas durante el resto del siglo. Si bien sus repercusiones en la mtisica mexicana no han sido estudiadas, ello ‘no quiere decir que no las hubo y aiin en Ia musica de extraccién popu- Jar. Ocurrié asimismo que las caracteristicas que definen al romanti- cismo fueron conocidas y adquiridas a través de la opera italiana y que el cultivo y prosperidad de la orquesta como instrumento se cir~ cunscribieron lamentablemente al genero. ‘A juzgar por las obras que present6 la compaiia de Galli en Mé- xico, Rossini fue el autor mas popular. Torbaldo y Dorlisca (1831)," La italiana en Argel (1831), Ricardo y Zoraida (1831), Semiramis (1832), Maboma It (1832), Tancredo (1832), Federico I (1833), La urraca la- drona (1833), Moisés en Egipto (1833), La dama del lago (1833), El barbero de Sevilla (1833), El conde Ory (1833), Zelmira (1834), La pie- dra de toque (1836), Guillermo Tell (1836), se dieron innumerables veces, aunque a la lista habra que aiiadir Dota Caritea, reina de Es- pana (1831), Elisa y Claudio (1832) y Los normandos en Paris (1836) de Mercadante, Clotilde (1832) de Coccia, Adelaida y Comingfo (1835) de Pacini, Tebaldo e Isolina (1831) de Morlacchi, Inés (1832) de Paér y EI matrimonio secreto (1831) de Cimarosa. Si como cantante Galli estaba en pleno declive, su inteligencia, habilidad y aciertos como empresario artistico de la compafia dejaron imborrable huella: “Las decoraciones, los trajes, todo ha sido corres- pondiente”, consignaba E/ registro oficial, “y sin duda en la Opera Ita- liana de Paris no se mejoraria el lujo y la propiedad con que se ha montado en México la Semiramis”? En 1836, a invitacion suya, el compositor italiano Lauro Rossi (1810-1885), decepcionado del publico italiano que lo Hevo primero al éxito y luego al fracaso, acepto venit a México para sumarse a la compafia como director de orquesta y maestro. Con ella present sus Gperas La cata deshabitada (1837), compuesta en 1834, Juana Shore (1837) y Doita Sinforosa (1837), estas iltimas al parecer escritas en el ais. Las obras de Rossi no eclipsaron el éxito que la compaiia de Galli habia obtenido nada menos que con Norma (1836), El pirata (1836), Capuletos y Montescos (1836), La extranjera (1836) y Sondmbula (1836) de Bellini, asi como con Ana Bolena (1836) de Donizetti. Ademas de la musica en si misma, la raz6n del éxito residio en los intérpretes -la Albini, la Cesari y la Passi-, inmortalizados incluso en la literatura de la época. La nota de Felipe Teixidor a La rida en México de Madame Calderon de la Barca es por demas ilustrativa a este respecto: 25 Mariecea Albini “Marieta Albini era una alta y robusta mujer, blanca como la leche, de porte majestuoso, de ojos pequefios pero muy negros, y una perfecta nariz romana que le nacia en la frente como a las ¢statuas que se ven en los museos. Albini era una Norma como jamas habia pisado el teatro’. Y anade Payno, después de darnos en fan pocas pinceladas ese vivo recrato de la famosa cantante: “Cuando Marietta canto por primera vez la Norma fue tal la ilusion del publico, que se persuadio de que lo que pasaba en escena era verdad, y no s6lo hubo aplausos frenéticos, sino lagrimas, suspiros, 1 Payno, Manuel La bendidr de Ri Fri, en Teaidor, notes & La vide en Ménee, Madarve Calderon de le Barca p. 2 aprerones de manos, quejidos; hasta los hombres lloraron, y poco falté para que los espectadores saltaran al foro, libertasen a Norma y a sus hijos, se Hevasen a Adalgisa ¢ hicieran crizas a Pancho Vi- vanco y sus coristas, que desempefaban el papel feroz de sacerdo- tes de Irmensul’.?? La Albini llegé a México en 1836 -contimia Teixidor-, y con ella venia otra cantante, Adela Cesari, casada con el empresario catalan Roca. No tardaron en formarse dos partidos, el popular, albinista, dirigido por el conde de Regla, y el aristocratico, cesa- rista, capitaneado por el conde de la Cortina. ‘Hubo bofetadas de un lado y de otro dice el escritor francés De Fossey-, testigo pre- sencial, y M. de Lisle, secretario de la Legacién Francesa, tuvo al salir del teatro un duelo a la luz de las antorchas, en la azotea de la Legacion, con un capitan mexicano llamado Cabrera. Este duelo del mexicano era un acontecimiento hasta entonces inusitado: no se ha repetido después. Felizmente no hubo consecuencias moles- tas. Cabrera tiro primero y fallé; M. de Lisle rehus6 disparar; des- pués los dos adversarios se dieron la mano en sefial de reconcilia- cin. De la azotea se pasd al comedor, en donde se ceno alegre- mente, y Cabrera salié de la Legacién encantado de la cortesia del diplomatico. El ministro de Francia, en vista de las circunstancias, no pudo impedirle a M. de Lisle aceptar el desafio de Cabrera. El mismo fue testigo de su secretario’. En el beneficio a la Albini se Presentaron al final del segundo acto, tres lacayos conduciendo cada uno una talega de mil pesos nuevos, atada con cordones y cintas de color, obsequio del viejo conde de Regla, y en el de la Cesari, el de Cortina le mandé un aderezo de brillantes que valia cinco mil pesos, que dos lacayos le presentaron en una charola de plata. ¥ el viajero Léwenstern, cuyo libro levanté tanta polvareda €n México, y que asistié al beneficio de la Albini en Guadalajara, observa que sus ralentos eran tan agradables como lucrativos, pues ‘al final de la Opera Norma ..., le entregaron una corona de laurel montada, mejor dicho, sobremontada de onzas’. La Albini enloquecia al publico en el segundo acto de Norma, si fino altore estrema, con Adalgisa. Tuvieron que cantarla los potas El melifluo Lafragua le dedica una poesia, Norma, que termina asi Norma fue escrita para ti: t sola, 14 sola, amable Albini, eres del gran Bellini intérprete feliz. Sigue tu vuelo, en tanto que cediendo al entusiasmo que tu acento duleisimo inspira, tu gloria al claro cielo procuro alzar mi destemplada lira Don Fernando Calderon, con una lira casi en las mismas condi- ciones que la de Lafragua, escribe unos versos ditigidos A la sevora Albini, en la ejecucién de la Opera Norma, y, entee otras cosas, le dice 27 he. = ¥ puede al arte 4 tal punto legar?; celeste Albint, el puchlo mexicano te tributa justos aplansos, y en tu noble frente cinen las artes inmortal corona Y no la olvida Guillermo Prieto, con un estro tan desalifado ‘como su propia persona: Alcance mi musa del tiempo memoria, 1» guarde la gloria tu canto inmortal; tu nombre, y el nombre del grande Bellini, job magica Albini!, resuenen en paz. La fama de la Albini influy6 en las modas. Se ponian las sefioras en los bailes de fantasia, unos sombreros introducidos por la can- tante que remedaban los de la Reina Maria de Escocia, y las man- gas abiertas ala Norma hicieron furor. Eran de terciopelo negro, forradas de raso blanco y adornadas con blonda negra en la orilla, con algunos bordados y luengas borlas de oro en sus extremida. des.24 Hasta aqui la nota de Teixidor. Carituto IT LA MUSICA EN MEXICO ENTRE SANTA ANNA Y LA REFORMA PRIMERA PARTE (1840-1850) Olvera y Fret oi, pp 326 thd, p35, © Véae el Apéodic, ota 2 Las dificultades por las que atravesaba el pais —Ia campafia en el Norte se iniciaba con la segregacion de Texas, las reclamaciones de Francia concluian con la “guerra de los pasteles”, mientras en la ciu- dad de México se dirimia a punta de fuego y asonadas el régimen centralista o federalista que adoptaria la nacion~ se dejaban sentir pot los alos 1839 y 1840 en el reflujo de la dpera como especticulo importado. No era favorable el tiempo para diversiones, consigna Olavarria, “la plata habia sido retirada de la circulacién y s6lo abun- daba, signo de la piblica pobreza, la moneda de cobre, causa de re- vueltas y motines gravisimos”.** Pero el gusto por el género parecia germinar entre aficionados y profesionales locales, al punto que en 1830 un grupo de sefioras de sociedad patrocinaba la presentacion de Capuletos y Montescos (3 de marzo) a beneficio del ejército mexicano, derrotado y desabastecido, mientras los alumnos de Caballero hacian sus pininos con Sondmbula (17 de julio). A la escasez de especticulos de los dos afios precedentes ~con- tinda ilustrando Olavarria~ sucedi6 una verdadera abundancia de ellos en 1841, siendo de notarse que acontecia en bien poco propi- ia situaci6n de Ia cosa pitblica, como si los buenos moradores de la capital, cansados ya de tanta revuelta, de tanto desorden, de tanta y fan continua alarma, hubiesen tratado de olvidarse de que aquello no tenia facil remedio. En efecto, a mediados de julio de 1841 la compafia italiana enca- bezada por la primadona Anaide Castellan de Giampietro (1819-?) abrié temporada en el Teatro de los Gallos o Provisio. nal, para concluir sus presentaciones en la Cuaresma de 1843. For- maban parte del elenco*® Adela Cesari, conocida ya a través de la compafia de Galli, el violinista William Wallace, de quien se hablara mis adelante, el tenor Gaetano Zanini, personaje secundario que fie gurari en la historia de la opera en México en un lapso considerable, y nada menos que Pedro Antonio Gualdi, que de escendgrafo de Ia compafia paso a maestro de la Academia de San Carlos para dejasnoe con sus grabados una esplendorosa coleccién de monumentos y pla, zas de la ciudad de México. La temporada dio inicio con Lucéa de Lamermoor de Donizetti (12 de julio) y dejamos a la Marquesa Calderén de la Barca los pormeno- res de la inauguracion. Refiriéndose a los cantantes dice asi: 31 32 Han ido estos artistas tan celebrados y la expectacion del pa- blico se ha excitado de tal manera que nos parecié muy probable que la primera noche fuera, hasta cierto punto, un fiasco. Ademas, el pablico mexicano no tendri quiza mucha experiencia, pero de. cididamente posee buen gusto musical; y ha tenido oportunidad de gozar de buenas temporadas de opera y de haber escuchado a Ma- dame Albini, a la Cesari, a Garcia (padre de la Malibran) y a los beaux restes de Galli, Puede, por lo tanto, hacer comparaciones. La primera noche hizo su presentacion la Castellan en el papel de Lucfa. Tendra unos veinte anos; delgada y de tez muy blanca, el cabello negro, graciosa y con una voz muy dulce, clara, pura y jo- Emilio Giampietro, mardo dela diva 4 Calderon de Ia Barca, Malame Latnduen Mesa Durante una ressdencade dos toy em eve pas. (Tradvceson, prologe 7 tno le Felipe Temdor) ? vol, El Porria Metco, 1989, tomo Ih pp. 4 ven, y muy afinada. El tenor descansa sobre los laureles de su mu- jer.*7 Se ve bien, y no se puede afiadir mucho mas en elogio suyo. Tomasi da algunas buenas notas, y es de porte elegance. De los demas cantantes poco hay que decir. El teatro esta muy bien acon- dicionado: el vestuario, nuevo y fastuoso, y las decoraciones y es- cenario excelentes. El pablico, sin embargo, se sintio defraudado. Esperaba maravillas y no le satisfizo lo que solo fue una buena representacion. Los aplausos fueron escasos y aislados. La Castellan no fue llamada al proscenio, y al dia siguiente habia cundido cierto descontento entre la aristocracia de la capital. ‘A la segunda representacion de la misma épera, las cosas se enmendaron. La voz de la Castellan fue apreciada por la concu- rrencia: los aplausos fueron nutridos y prolongados, y al final de la pera, tanto ella como el director, fueron llamados al proscenio y recibidos con entusiasmo. Todo hace pensar que se va a convertir en Ia favorita del publico. Anoche dieron Romeo y Giulietta, en donde la Ricci y la Cesari hicieron su aparicion: la primera como Giulietta, y la segunda como Romeo. La Ricci es una mujer joven, delgada, con una cara larga y palida, de ojos y cabellos negros, brazos y cuello largos, y anchas las manos; muy bonita, se dice, fuera de las tablas y sin efecto alguno fuera de ellas; pero tanto en el escenario como fuera de él, muy distinguida. Su voz es extensa, mas carece de escuela, y es decididamente una “pava’, y tiene ademas una natural tendencia a desafinar. Su estilo en el vestir estaba en completo desacuerdo con la indole de su belleza. Llevaba un traje blanco ajustado, un corpifio azul entallado con mangas de raso. El publico se mostro indulgente, pero era evidente que se sentia frustrado. La Cesari, que esta muy bien casada, y la cual no ha aparecido en escena durante los tiltimos tres afios, salié de Romeo con tunica y manto, medias blancas de seda, sombrero de plumas, etc. Estaba muy asustada, y en tal estado de zozobra, que se necesitaron todos los aplausos que el publico prodigé a su antigua favorita, para re- cuperar el dominio de si misma. Se veia extraordinariamente bien alta, hermosa, bellamente formada, mas bien palida, con hermosos ojos, negro cabello y moustaches. Su actuacidn, y también su be- lleza, estan muy por encima de todas las demas. Tiene mas tablas, mayores conocimientos, gusto y energia que cualquiera de las otras; pero su voz de contralto ligera, es débil, y resiente la falta de prictica. El teatro, por otra parte, no ofrece buenas condiciones acuisticas, y esto debe tener una perjudicial influencia sobre el tono y el volumen. En consecuencia, es dudoso que pueda prolongarse la temporada. De quedarnos aqui, me gustaria que la sostuvieran, pues con todas sus deficiencias y tropiezos es el mejor especticulo de México. El coup d’oeil era de una gran belleza, pues todos los palcos estaban lenos y las sefioras iban vestidas con sus mejores galas.?* El Apuntador (1841), primer semanario cultural que hubo en Mé- xico, confirmaba lo dicho por Fanny Calderon al recomendar incluso 33 laren y eerie. p. 380. 34 que se encargaran nuevas voces a Italia, “pues las unas estin algo gastadas y demasiado nuevas las otras”.2® Pero si la compaiiia de la Castellan no descoll6 precisamente por la calidad de sus interpretaciones, en cambio dio a conocer en México gran parte de las operas de Donizetti: ademas de Lucia, se estrenaron de este autor Lucrecia Borgia (1841), Belisario (1841), Marino Faliero (1841), Gemma de Vergy (1842), Elixir de amor (1842) y Roberto De- reux (1842), asi como Beatriz de Tenda (1841) de Bellini, Julieta y Romeo (1841) de Vaccai, E/ juramento (1842) de Mercadante, Las car- «cles de Edimburgo (1842) de Federico Ricci, El templario (1842) de Nicolai, Las drabes en las Galias (1842) de Paccini, Una aventura de CA v8 Eufrasia Borghese Maria Jesis Cepeda y Cosio Semtramis (1842) de Luigi Ricci y El condestable de Chester (1841), de autor no identificado. Menos polvareda levant6 ain la Compafiia italiana que en 1845 encabezo Eufrasia Borghese, recordada solamente por haber incluido en sus filas a la cantante mexicana Maria Jestis Cepeda y Cosio, que debuté en el Teatro Nacional con Lucrecia Borgia (20 de septiembre) y al parecer alcanzé mayor éxito con Beatriz de Tenda (noviembre, 1845). Las cualidades de esta cantante no pasaron inadvertidas a la 35 9 Calderon de la Barca op. cit p. 314 > Ver Apéndice, nou 8 36 Marquesa Calderon de la Barca que de ella nos deja el siguiente co- mentario: Cuatro 0 cinco de las jévenes y varias de las sefioras casadas tienen voces soberbias; y la de las que cantaron en el coro ninguna es mala, La mas hermosa que yo haya oido nunca, es la de la sefio- rita Cosio. Si ella puede estudiar en Italia, me atrevo a predecir que ha de rivalizar con la Grisi. Tal profundidad, tanto volumen, extension y dulzura, con tanta riqueza de tono en las notas altas, rara vez se dan juntos. Canto un solo con tales matices, que crei que el publico que se encontraba en la nave de la iglesia no resisti- ria la tentacion de aplaudir. Otras hay, cuyas voces son mucho mas cultivadas y que poseen infinitamente mas escuela; pero al hablar de la sefiorita Cosio me estoy refiriendo a sus facultades natura- les.” Por desgracia ni hubo estudios en Italia, ni las condiciones en que se practicaba la musica en México permitieron el desarrollo deseado al talento de la cantante, de ahi que la Cosio haya quedado como fugaz precursora de la Peralta. A partir de 1846 se abre un paréntesis en la 6pera que coincide logicamente con los desastres que a raiz de la anexion de Texas a la Confederacion de Estados Americanos trajo la guerra con los Estados Unidos. Al ocupar los norteamericanos la ciudad de México en 1847 las actividades se vieron paralizadas y cerrados los teatros a espectacu- los que no fueran diversion ligera para el invasor. Pero no bien se hubo firmado la paz, renacia la solicitud por la musica y en especial por la Opera que, a no dudarlo, se convercia en la manifestacion cultu- ral por excelencia en la sociedad mexicana de entonces En constatacion a Jo anterior, al finalizar 1848 se formaba la pri- mera compania nacional de Opera que hubo en México bajo la direc- cion de Agustin Caballero, de cuya ejemplar escuela egresaron la ma- yor parte de misicos y cantantes con quienes formé elenco y or- questa. En ella figuraron las sopranos Jestis Cepeda y Cosio, Jestis Mosqueira, fuerte rival de la Cosio, y Guadalupe Barrueta, los teno- res Bruno Flores, Juan Zanini y Casimiro Ayala, el baritono Ignacio Solares y ¢l bajo Luis Leonardi, que habiendo venido con la Castellan se rezago en Mexico. La compafia presento y repitio en el lapso que va de septiembre de 1848 a febrero de 1849, Norma, El ptrata y Sondmbula de Bellini, Lucia y Lucrecta Borgia de Donizetti, los com- positores favoritos. Aun siendo los mejores intérpretes locales, es de suponerse que resultaban noveles para sostener una empresa de tal envergadura que no resistio las exigencias de un publico habituado ya al espectaculo importado. La compafia de Caballero quedo pues como el primer intento de configurar una empresa eminentemente nacional Y para terminar este periodo, consignemos que por los afos de 1850 funcioné una compania menor de Opera italiana, formada a ins- tancias del bajo Attilio Valtellina, que llego a México el aio anterior acompafando a la cantante Ana Bishop."" Fungia como director mu- Otaeareiay Fern. op ait. p. SUL © Elude A, 21 de mayo, 1850 sical cl pianista y compositor de origen italiano Antonio Barilli, que fijo residencia temporal en la ciudad de Mexico donde se dedico a la ensefianza, para lo cual “abrid una academia en la segunda calle de San Francisco No. 9, casa del antiguo Correo, bajo la protecciéa de una junta de caballeros y de seforas de lo mas distinguido de la mas alta sociedad de la capital’? Es digno de mencionar que la compafia de Valtellina presento por primera vez una opera de Verdi en el Tea- tro Nacional (18 de mayo, 1850), obra que no debio provocar mucho entusiasmo en el publico a juzgar por las reticencias con que se ¢x- presa el cronista de El sigle xix: La musica moderna ha tomado también la senda que a la litera- tura dieron Dumas y Victor Hugo. Verdi, autor del Hernavi. es un compositor romantico y estrepitoso. El genio muisico ha procla- mado también su independencia, y parece que con muy buen éxito recorren esta senda los de la nueva escuela (...) De hecho, nota- mos en Verdi que siempre deja algo pendiente para el coro, para el duo, para el capitulo siguiente, como lo hacen nuestros novelistas modernos. La imaginacion no st satisface hasta que todo concluye siempre busca algo, algo anhcla; en el final las ilusiones acaban y el espectador no queda pendiente: su corazén se ha satisfecho. (...) Sus notas legan al alma, jamas embargan los sentidos ni arrebatan como sucede a uno con la Norma 0 La sondmbula, operas del ver- dadero género sentimental.** Si la dpera no tuvo en este lapso la excelencia de otras épocas, la misica instrumental fue en cambio notoriamente impulsada por los concertistas europeos que nos visitaron. Con ellos el concierto adqui- rid el rango de espectaculo publico, y lo que es mas importante, a través de ellos la musica popular mexicana cobro un interés que es- taba lejos de tener en una sala de conciertos. Para explicar esta inusitada atencion por la musica popular no debe olvidarse que fue una de las caracteristicas tipicas del romanti cismo. Fuera de lo que la musica de Chopin o de Liszt contenga en si misma de polaca o hungara, estos compositores, prototipos de la era romantica, recrearon la musica nacional en sus mazurkas, polonesas, rapsodias o fancasias hungaras. El primer concertista que visit México fue el violinista, pianista y compositor irlandés William Vincent Wallace (1812-1865), autor de numerosas obras, entre ellas la Opera Maritana. Wallace fue un via- jero incansable que unié al concertismo un singular espiritu de aven- tura, de manera que lo mismo figuro como notable instrumentista en la tertulia de Isidora Zegers en Chile que como cazador de ballenas en Nueva Zelandia, ovejero y agricultor en Australia, Sus narraciones y su vida, que se antojan de un realismo colindante con lo fantastico, ilamaron la atencion de Berlioz que las consigno en su libro Les soinies de lorchestre (1853), Wallace llegé a México en julio de 1840 y en noviembre dio en el Principal un concierto en cuyo programa tocé las Variaciones brillan- wes de Mayseder (1789-1863), las Grandes variaciones para piano so- 37 * Olavarriay Feranp. cit, . 36. Thien 0 Bl gle XIX, 12 de febrero, 38 bre la marcha de Otelo de Herz, la Gran fantasia de Paganini, “ejecu- tada por Wallace sobre una cuenta, quitando las otras a su violin”, y para finalizar, las Variaciones para violin y orquesta sobre el tema Ne! cor piu non mi sento de Paganini. A fines de ese aio alterné con Fanny Calderon en una funcion que para celebrar la Nochebuena se lev a cabo en la Catedral Me- tropolitana, “verdadera solemnidad filarménica, que puso de ma fiesto los adelantos de los profesores y aficionados de México”, co- menta Olavarria.”* Vale la pena copiar integro el programa por su eclecticismo, que fue tipico de los conciertos instrumentales de la época. A la obertura de Fausta de Donizetti, siguieron un aria y un introito cantados por Basilio Guerra; los Kiries, musica de Rossini, os cantaron las senoritas Jestis Cepeda y Cosio, tiple, y Guadalupe Tornel, contralto, La Gloria, musica de Rossini, comenzo por her- mosisimos coros: después la seforica Cepeda ejecuto el aria de Laudamus te; la sefiorita Octavia Anievas un solo coreado con un obligado de violin por el sefor Chavez; a continuacién un trio por las seforitas Anievas, Rosario Marzan y el sefor Birmingan; que también canto un solo de bajo con obligado a clarinete que ejecuté el sefor Villerias, En el Gradual, musica del seior don Manuel Espinosa de los Monteros, ejecut6 un solo la sefiorita Anievas El Credo, composicion del seior Wallace, asi como el resto de la Misa, comenz6 con un brillante coro; el Incarnatus fue cantado a dio por las seforitas Marzin y Anievas; la sefiora dota Fanny Cal- deron de la Barca tocé un obligado de arpa, acompaiada por el seor Wallace, que ejecuto a solo de violin el Cracifixus y el Sanc- 44s, con acompanamiento de coros. Tocé en seguida la orquesta la obertura Emma de Rizburgo, de Mercadante. En el Angus ejecutaron un trio las sefioritas Cepeda, Marzén y Anievas, concluyendo 1a misa con la obertura del Caballo de bronce de Auber.** El coro, compuesto por 26 personas, y la orquesta por 52, fueron dirigidos por Juan Nepomuceno Retes. En 1844, la inauguracion del Gran Teatro de Santa Anna, llamado Posteriormente Teatro Nacional y construido a instancias, incluso €conomicas, de don Francisco Arbeu (1786-1870), coincidié con la estancia en México del cellista aleman Maximiliano Bohrer (1785- 1867) que lo estrend el 10 de febrero con un concierto en el que Participaron el flautista Antonio Aduna y el violinista y director de orquesta José Maria Chavez. Que el concierto instrumental no era mexicano se colige de la gacetilla en que su autor opinaba lo poco acertado que para la inauguracion resulté una funcién de esta indole “Un concierto .. . por brillante que sea deja por lo comin mucho que desear -afiadia. Es un recurso al que se acude en los teatros cuando cl Publico esta cansado de otras diversiones” ."* Bohrer debio resentir el apreciado atin por el publico Exito escaso de su actuacién, puesto que después de su segundo con- cierto (21 de marzo) emprendio la retirada, Sus programas tienen Importancia porque en el primero de ellos se escucho la obertura La palmira, del compositor Manuel Covarrubias, y en ambos la fantasia intitulada E/ carnaval de México sobre sonecitos populares espafoles y mexicanos que Bohrer arreglé y ocd. pe - nando Enos to - res ge Mo- relia ondgun go ~~ wi - moreoto El palomo Lafantasia fue en esta época una forma musical popularizada por Liszt consistente en un arreglo para algun instrumento de aires popu- lares o de melodias de operas en boga que tendia a exhibir el virtuo- sismo del ejecutante. Algunas de estas transcripciones, como Reminis- cencias de Norma o de Don Giovanni del compositor hiingaro, son en verdad notables desde el punto de vista musical, pero es el caso que el talento y la imaginacién de Liszt no eran comunes, de ahi que la fantasia en manos de otros compositores se desvirtuara en el popurri. Fue esto lo que debio haber sido E/ carnaral de México, si bien el criollismo de El palomo, La tusa. El perico, Los enanos, El aforado, El café. enraba por la puerta principal a inaugurar en culta y solemne funcién el Gran Teatro Nacional. ‘Allegrotd-1001 . Es - to-do lo tusirs- - 10 -bosen - ta - - ¢i - tgen unm ~~ Sf wi pl-co-ro del ty ~ Lawsa 39 Allegretto 14.1201 t+sa - bel Hquito me que re tevor a rive, y ie pi-ca pe - r-coy —pi-eos Pisce: pica la ro-mo. ploy = =F pi-co, pl-co pe = ri-co, pi-ea, pi-ca, peggy ng - no oe te Ss = a El perico Menos repercusion tuvieron atin los conciertos que el violinista compositor belga Henry Vieuxtemps (1820-1881) dio con su her- mana Fanny los dias 22 y 24 de febrero de ese mismo ano en el Teatro de Nuevo México, aunque un abismado cronista dijera que el arte de Vieuxtemps ahogara la respiracion “anudandose la garganta ° Oleariay Ferrari ep cit p. 423, como cuando se esta sufriendo un pavor horrible”)? PIANO PIANO El aforado Allo danzo © BLunle cis, 4 de sepuembre, 1809 P El café — Pero ninguno de estos pioneros del concertismo curopeo en Mé- xico desperto en mucho tiempo la atencién y el entusiasmo por el concierto instrumental como el pianista Henri Herz (1803-1888) Precedido de una gran reputagion como compositor y especialmente como pianista, la campafa publicitaria que el propio Herz se hizo en Mexico -insolita por lo demas en esos tiempos lo hacia aparecet como figura de la nobleza ¢ intelectualidad europeas, para quien el arte, la musica, constituia una religion de la que se autonombraba devoto oficiante. El retrato no puede ser mas romantico. En efecto, solia presentarse a sus conciertos elegantemente vestido, salir al esce nario, colocarse frente al piano, arrojar desdeiosamente Tos guantes y dejar caer las manos en el teclado “como para probar su docilidad relata Guillermo Pricto** 4 ta TAPAGA actualmente olvidadas en el repertorio pianistico, eran objeto de burla por parte de Schumann y Mendelssohn. Autor de ocho concier- {0S Para piano y orquesta y de innumerables composiciones para ese instfumento, entre las que figuran estudios y variaciones, escribid también un método completo para la ensefanza del piano. Hacia 1843, a raiz de fracasar su asociacion con un constructor de pianos, decidis establecer una fabrica de su propiedad y para reparat las per. Cnnatines: RELLINL AUSSI DOMZETT 2 ge e Variées,.. Piano halts, fe AVae rete, 2 Slits Marian? € llieee eb = “"S “HENRI HERZ. Wile de Pane | NR Cate de Seems 53 Cone dam Bae ‘Tres Cavatines, para piano, de Henri Herz 43 44 Henri Herz didas y obtener capital se lanz6 a una gira por los Estados Unidos, México y Sudamérica que se inicid en 1845 y termino en 1851. Herz lleg6 a México en julio de 1849. Sus cuatro primeros con- ciertos ~dos en La Lonja (agosto 6 y 9) y dos en el Nacional (agosto 18 y 22), en uno de los cuales participé la cantante Jesus Cepeda y Cosio, tuvieron al parecer escaso éxito, En el quinto (25 de agosto) © La. ity 27 de gos, 189. encontraria la piedra de toque que le abriria las puertas de la popula- idad, pues __ entre 1a musica irlandesa y la francesa ¢ italiana -relata Yo, seu- donimo de Manuel Payno-, introdujo la musica mexicana mas san- dunguera, mas bulliciosa, mas subversiva, e/ Jarabe. {Un jarabe to- cado por Herz! qué profanacion, qué atentado contra el buen gusto, contra la aristrocracia! (..) El efecto que produjo en la concu- rencia fue magnifico. Al principio el publico creyo que era(n) Bel- lini 0 Rossini quienes hablaban en el piano, y guard6 ese respe- tuoso silencio que indica que en todas partes del mundo se tributa al genio una veneracién religiosa; pero apenas fue reconocido el jarabe nacional cuando del cielo del teatro brot6 un torrente de aplausos, una tempestad de alegria que comunicé su electricidad a los palcos y al patio. Los hombres sonaban las manos, las lindas jovenes hacian otra cosa mejor, reian, y sus ojos, su fisonomia toda, expresaban el contento y la sorpresa. {Herz tocando el jarabe, el misico de Viena, el discipulo protegido de Napoleda, cocando un sonecito de los Tapatios y los Poblanos? Este es un acontecimiento notable, digno de mencionarse.*" Guillermo Prieto consigna la sexta presentacion de Herz en el Nacional (29 de agosto) en esta vivida crdnica: a las vibraciones solemnes de la Marcha mexicana, siguieron los risuetios acordes de La pasadita. El piblico los reconocio y quiso prorrumpir en aplausos; pero se contuvo por no perder una sola de aquellas notas magicas; después Los enavos con sus saltitos provocativos y sensuales, picarescos; luego, como columpiandose, la tiltima armonia se reposaba para hacer brotar el carcajeo del butaquito, con sus mil modulaciones incendiarias y festivas, luego la Marsellesa, luego ... no sé, era un manantial de armonia, que todo Jo lenaba; eran nuestras costumbres, eran nuestros afectos popula- res, ardientes como nuestro sol, expresivos como nuestro caracter, pero embellecidos: se cerraban los ojos y se veian las chinas salero- sas con sus piesesitos (sic) breves, con la cintura insurgente, con sus ojos revolucionarios. Al concluir Herz, nunca mas grande que cuando se dejé ver como artista creador, no fue aplauso, fue frenesi la explosion, gol- peaban con los bastones, las tablas de la galeria hacian rajas a gol- pes, todas las manos se abrian para aplaudir, todas las voces excla- maban como si fuese una sola: Bien, jbien! jbravo! job! ob! jbravo! En medio de aquel estrépito descendio una nube de pape- les; dizque con versos (los renglonatos desiguales eran en su linea de malos de primer orden). Todos los brazos se levantaban para recogerlos, s¢ llamo a la escena al Rey de los pianists... Se pre- sento, y una Iluvia de flores, coronas, y de ramos, tapizaron la es- cena, rompio entre los aplausos la musica alegrisima, oblacion caba- Ilerosa de la orquesta: resonaron los vivas, y el Sr. Herz, visibl mente conmovido, recogio los lauros que habia conquistado su ta- lento sublime. (. ..) La noche del sabado fue una alucinacion, fue 45 © Blut SIN, 4 de septembre, 1849. “Los pianists que slternaron con Here fueron: Jouuin Mars Aguiar, Antone Bale ‘as, P. Flutes, Antonio y Aleio Gomer. J.M. {bo, Felipe Larios, J.B. Marin, Pedro Melle, ‘Amaio Michel, JM. Oviedo, Juan Nepors. eno Retes, C-G. Ureda, J. Vlad, Jeronimo Vinguer © lava y Beer op. cit p49. un solo instante, fue una rafaga del aura embalsamada que paso para perderse en el vacio insondable del tiempo. loria a los artistas! jy td noche que soe despierto con una felicidad que no alcanzaré jamas, vive siquiera una hora en esta hoja fragil de papel, que como la Efimera, morira con la luz de un nuevo dia!*” El triunfo obtenido estimuld ain mas el aspecto sensacionalista de Herz que anuncio para el 5 de septiembre un concierto “monstruo”” La monstruosidad consistia en presentar como obra fuerte del pro- grama la obertura de Guillermo Tell de Rossini arreglada por él mismo para ocho pianos y dieciseis pianistas, espectaculo jams visto en Mé- xico y en el que alterno con pianistas de la localidad."” Y la misma modalidad adopt en el siguiente concierto (7 de septiembre) en el que a los dieciseis pianistas agregé una orquesta completa para tocar sus Variaciones brillantes y de bravura sobre la contradanza criolla La tripica, El 11 de septiembre el Teatro Nacional se transfiguré con el es- treno del hermoso alumbrado de gas, asi que el concierto del “rey de Jos pianistas” anunciado para la noche del 12 se revistié de un nuevo interés. El programa fue apotedtico, pues concluyd con una marcha militar mexicana, obra de Herz, interpretada en doce pianos por veinte profesores, doble orquesta, banda militar y coro de hombres. No falt6 en él otra de sus insdlitas contribuciones al malabarismo del espectaculo, que consistié en la improvisacion al piano de temas na- cionales previamente rifados al piblico durante los intermedios. Las actuaciones de Herz en la ciudad de México concluyeron con su participacién en el beneficio de Don Francisco Arbeu, promotor del alumbrado de gas en el Nacional, “pero aquel publico que se habia desvivido por concurrir al beneficio del compositor extranjero pagando las localidades a tres onzas de oro escribe Olvarria-,*® no quiso asistir al de Arbeu y fuese a oir discursos y poesias a la Univer- sidad, con motivo de las fiestas del 15 de septiembre, fecha también del malhadado beneficio” La actividad de Herz se extendid entonces al interior de la Repi- blica. A fines de septiembre inicio su gira por Querétaro, San Juan del Rio, Celaya, San Miguel, Guanajuato, Zacatecas, Durango, San Francisco (California), Tepic y Guadalajara, donde la epidemia del colera le impidi6 realizar todos los conciertos previstos y aun su pro- yecto de regresar a la ciudad de México. De Tepic se despidio Herz de México y partié rumbo a Lima entre junio y julio de 1850. Uno de los resortes publicitarios de que Herz echaria mano a su legada a México y en el que segin Olavarria “vislumbraba pingie negocio” fue la composicién de un himno nacional. A instancias del pianista, la Junta Patriotica de la ciudad pidid a la Academia de Litera- tura del Colegio de San Juan de Letran abrir concurso el 14 de agosto de 1849 y en sesion publica del 4 de septiembre de ese mismo ano se leyo el acta en que el jurado, formado por José Maria Lacunza, Car- pio, Pesado, Quintana Roo y Alejandro Arango y Escandon, otorga- ban su voto a Andrés Davis Bradburn, con la salvedad de que siendo el himno nacional un canto surgido no del arte sino de las Circunstancias y espontaneidad de un pueblo, el jurado se limitaba a calificar una composicion “que a lo mas setia la expresion de pattio- tismo y el testimonio del genio de su autor”. A El himno de Herz no se popularizd como tal; a excepcion del de Nuné y Bocanegra no adquiririan rango de nacionales todos los demas que a ejemplo de Herz se compusieron a lo largo del siglo Xix en que la fiebre de himnos patrios cundid como enfermedad in- fecciosa. Aunque la publicidad que se hizo Herz en México y el éxito que indudablem rente obtuvo opacaron la estancia de otros concertistas —la del violinista Franz Coenen (1826-1904), por ejemplo, que alternd incluso con Herz en sus conciertos-, hay que mencionar la del arpista ¥ compositor Charles Bochsa (1789-1856) y la cantante Ana Bishop (1810-1884), cuya coincidencia con el rey de los pianistas” provoco una rivalidad que dirimirian piblicamente En rigor, la alcurnia artistica de Bochsa no era menor que la de Herz, pues apuntaba una carrera de grandes triunfos en Paris donde habia sido designado arpista de Napoleén y posteriormente de Luis XVIII y del Duque de Berry. Sus operas se habian presentado en la Opéra-Comique de Paris y su Requiem a la memoria de Luis XVI se habia estrenado con gran solemnidad. No obstante, habiéndose des- Cubierto y denunciado numerosos plagios en sus composiciones habia tenido que huir de Francia para nunca volver. En su ausencia fue juzgado y condenado a 12 aios de prisién y a pagar. una multa consi- derable. En Londres sc hizo de un rapido prestigio y sus actividades continuaron. Fue profesor y secretario general de la Royal Academy of Music y director del King’s Theatre. En éste sus programaciones tenian siempre un detalle novedoso y de gran impacto sobre el pi. blico, “no siempre de buen gusto”, puntualiza victorianamente el Grove. Pot ejemplo, en uno de sus conciertos habia incluido la Sinfo- néa Pastoral de Beethoven acompafada de ilustraciones actualizadas. En el arpa estaba siempre a la bii isqueda de efectos sonoros y se le Feconoce como un revolucionario en la técnica de tafer ese instru. mento, De todo ello se colige que Bochsa era un musico de imagine. cién poco apreciada y nada comin, asi como un hombre por encima de los convencionalismo en el arte y en la vida, Lo demostro cuando €n 1839 huyo de Londres con la joven esposa del compo tor inglés, personaje prominente, consagrado (1786-1855). Con su amante, lady Bishop, gira de conciertos que incluia México y lia, donde murié poco después. Bochsa y Ana Bishop precedieron a Herz en México, y para nues- tros propésitos conviene anotar que en su primera presentacion en el Nacional (14 de julio), Bochsa tocé una fantasia con temas diversos entre los que incluyé algunos nacionales cor y direc- , Henry Bishop habia iniciado una larga terminaria en Sydney, Austra- ¥ alos acentos de su arpa -escribe Guillermo Prieto, con- vertido en cronista con el seudénimo de Fidel- correspondieron los signos de la mas viva aprobacién. Sobre que se trataba de un 47 © BLnle SIN. 17 deli, 1869. 1 Clavaria y Ferarip. itp. AB © hid,» 496 hid, 9 45 48 sonecito del pais jel Abwalulco! pero embellecido, estorzado por el gran compositor: todo un fandango tenia yo en la cabeza; la china zalamera, su cuerpecito gentil, el zapateo de su sujeto; todo se me representaba animado, travieso, subversivo; después eran Los purt- tangs, con sus entonaciones fogosas; despues los enavas con todo su ridiculo y chiste musical. Entonces a nos, los del vulgo ignorante, nos hablaba el arpa en su idioma vulgar, picaresco; venia a retozar con los espectaculos que de “ocultis” amamos, como el espafol ama sus bailes de candil y el francés su cancan extremoso. El arpa se nacionalizé; pero tan festiva, tan diestra y can dulce, que parecia ya un piano, ya una flauta, ya los tonos llenos de un organo, ya la bulliciosa jaranita de un fandango.** Bochsa y la Bishop dieron cinco conciertos mas, en uno de los cuales Ana canté la Marsellesa en traje de caricter, “para lo cual se pinto exprofeso una decoracion representando las barricadas de Paris, todo segiin habialo hecho la gran Rachel, primera artista que canto y declamo ese himno sublime”.** A instancias del publico y con la cola- boracién de la cantante mexicana Jesus Mosqueira, Zanini y Attilio Valtellina, la Bishop presento en concierto las operas Norma (4 de agosto) y Lucia (11 de agosto), esta iltima en su beneficio. Acuciados por las insidias de Herz, Bochsa y Ana dejaron la ci dad de México a fines de agosto para hacer conciertos en Puebla, Querétaro y Guadalajara, donde el publico los recibio calurosamente. A principios de 1850 regresaron a la capital para reanudar sus presen- taciones en el Teatro Nacional entre las que deberia figurar el Stabat Mater de Rossini, “pero a las preocupaciones de la poca no parecio bien que esa obra maestra religiosa se cantase en una sala de especti- culos publicos y la artista (la Bishop) hubo de desistir de su propésito y tomar el camino de Veracruz, en cuyo puerto se embarcé el 16 de mayo para los Estados Unidos”. A ejemplo de los concertistas europeos, los nuestros levaron a cabo algunas funciones publicas de caracter instrumental, si bien de manera esporidica: citemos en 1841 la presentacion de la soprano Francisca Avalos con el cornista Felipe Lozada y el violinista y direc~ tor de orquesta José Maria Chavez; en 1844 el concierto que tuvo lugar el 18 de mayo a beneficio de la Junta de Fomento de Artesanos en el que participaron las sopranos Guadalupe Barrueta, Josefa Mi- randa y Antonia Aduna, el violinista Severiano Lépez, el clarinecista Jose Maria Salot y los pianistas Agustin Balderas y Pedro Mellet. A beneficio de los hospitales de sangre se dio un concierto el 26 de abril de 1846 en que colaboraron los pianistas Balderas, Joaquin Aguilar, Amado Michel, José Martinez de Castro, Fernando de Bary Micaela Casa de Flores y la nifia Solares, asi como las sopranos Anto- nia Aduna y Jesus Cepeda y Cosio. En el beneficio de Magdalena Massini (2 de agosto, 1848), contralto de la compania de Galli que ahora “cargada de afos y de pesares, apenas pudo cantar el aria de Romeo de los Capuletos de Bellini”*® intervinieron los mexicanos Guadalupe Barrueta, Balderas, el flautista Aduna y el cornista Blan- chardi; y en el de la Cosio (9 de agosto, 1848), Jess Mosqueira, Bruno Flores y el pianista Sebastiin Ibifiez. En 1849, la Mosqueira, Barrueta y la Cosio dieron un concierto en el que también participa- ron el director José Maria Chavez y el Orfeon Aleman. La masica de opera campea en estos conciertos a través de trans- cripciones, dios, tercetos, arias, etcétera, y aunque hay noticia de que las Variaciones sobre el tema del jarabe mexicano de Jose Antonio Gomez datan de 1841, hay datos escasos para ascgurar que la musica mexi- cana fuera objeto de interés por parte ya no digamos de nuestros compositores, que pusieron siempre la mirada en los temas y esque- mas europeossen su forma mas simplista, sino de nuestros intérpretes Un Concierto de Czerny resulta un hallazgo sorprendente en medio de tanto romanticismo declamatorio, expresion Unica y caracteristica de la misica en esta época. Por otra parte, estos conciertos ponen de manifiesto los prejuicios de la sociedad mexicana con respecto al arte y al artista. En rigor, la mu- sica no ha sido desligada ain de su primitivo oficio ancilar, pues, con- siderada como un esparcimiento, una diversion, ha pasado del ambico reducido de la casa solariega al abierto y publico del teatro, concesion graciosa que se permite s6lo prohijada por esa sociedad, a la que pertenece y sirve, mediante funciones de caridad o beneficencia. Los intérpretes, que a no dudarlo provienen de la clase cultivada, embo- zan una actitud timorata detris del amateurismo que no los expone, ¢s cierto, pero tampoco los redime de su condicién de aficionados. Y si la ensenanza, el atril de orquesta en la Opera y en el teatro, o las breves intervenciones en los conjuntos instrumentales en la iglesia 0 en el salén constituyen el modo de vida del misico en general, no ha Hegado ain la hora para el instrumentista en su calidad de’solisca relevante, como no legaria cabalmente a lo largo del siglo. La abierta preferencia por el espectaculo importado o por el artista europeo que creaba sin duda niveles de calidad aunque muchas veces éstos fueran igualmence mediocres, fue esgrimida tacita 0 expresamente contra el artista mexicano que poco estimulo tuvo de ese publico al que pre- tendia ageadar y del que mas de una vez quiso vivir. A este respecto es reveladora la opinién que encontramos en la gacetilla de El siglo y que dice asi: Por una contradiccién que sin duda no sera milagrosa, los artis- tas mexicanos que a fuerza de constancia y estudio han llegado a hacerse acreedores de los aplausos del publico, lejos de recibir de sus paisanos la acogida que se merecen no obtienen siquiera una sola mirada, y fastidio causan. Anoche hemos tenido la satisfaccin de ver y oir a la seforita Avalos en el Teatro de Santa Anna, Con gusto y maestria ha cantado esta seftorita, cuya voz ha sido cubierta mas de una vez por los aplausos de los muy pocos oyentes que se hallan desparramados y perdidos por el teatro. Si la sefiorita Avalos tuviera ese método, esa escuela que sdlo se puede adquirir con el roce de buenos artistas y bajo la direccion de buenos maestros poco tendria que envidiar a una de las mejores cantarinas que hasta la fecha hemos oido en México. Sea lo que fuere, como lo que le falta no le quita lo que posee, concluiremos diciendo que la esca- 49 © Bail SIN, 3 de mayo, 1844, * Sobre ln infuencia dels precios mo- tales enelare, vale pena cnr el nuncio ae Nap Jesus Cepeda y Cosio en su Benefiio «oe explieny jute ra Jeerminacn de gue ‘ie profeioeaimente en pablo. Liperdida de mis Bienes, en la que yo 20 tuvepare alguna, me condujonecestramence ‘ua sucion bien desgraniadr esto es ator ca Meco, En ales circunstancis, os sefores de nem res de ene teatro, primero por a meiacion ‘Sengunos amigos dei fai» despues port Imamos, se srvieroa hacerme,proposciones putt me resaviseapereneerslacompe fia de Gpers alana en cede pena donna, No ae me podo ocular coan diel era desempedo den cargo tan superior amis deb ler fers, po tenendo mis exuel damit timas condiciones favorables queer cas qbe [odiareunit una peronsafcsonada cane ‘Sia embargo, a persuasion de aqui be ‘nos amiges, de lor seniors de In empress, ‘risque wo, laconfana que me isp wo piblicedusrsdoy bencwol, que en su mayor Dane sabia de mises citeunsancis, me Je- ‘dieroa a servic, esperindlo odo de tio ‘ulgrocia Olean p44) 50 sez de concurrentes al teatro mas bien prueba la injusticia del pa- blico que el poco talento de la sefiorita Avalos.*” Por lo demas, es notable cémo la miisica va poblandose de nom- bres femeninos. Las artes en general formaban parte de una educa- cin que traducia el esmero y la buena cuna de las jovenes mexicanas. Su practica debia ser mero adorno, no una profesidn. La falta de tra- dicién y los esquemas sociales y morales sobre los que nuestra bur- guesia se apoyo, inhibieron toda posibilidad de desarrollo en quienes, hombres o mujeres, poseian el talento.** Captruto TV LA MUSICA EN MEXICO ENTRE SANTA ANNA Y LA REFORMA SEGUNDA PARTE (1851-1856) Bh sinle x1, 13 de octbee, 1853, Los conciertos instrumentales no fueron en este lapso nit mas fre- cuentes ni mas surtidos en repertorio, pero si mas estancados en profu- sion de transcripciones y variaciones sobre temas operisticos. Seguian produciéndose las visitas de concertistas europeos, como el pianista espaol Dionisio Montel (marzo, 1851), la cantante Koska (marzo y abril 1852), el flautisca brasilefio Juan M. Cambeses (agosto 1852), el violinista Coenen, esta vez con el pianista Ernst Libeck (enero y febrero 1854), la violinista Desirée Frery, los pianistas San- tiago Heitz, de origen chileno (junio 1853), y Oscar Pfeiffer, de origen aleman (febrero y marzo, 1856), pero ninguno de ellos, fuera de Li- beck, cuvo alcance y mérito mayor como no fuera el de alternar con profesionales y aficionados mexicanos en programas cuyo abigarra- miento, ya se ha visto, era comin entonces, y el de mantener latente la continuidad del concierto instrumental. ‘Algunos datos aislados fulguran en medio de una opacidad que rompe solamente el especticulo de la pera: un Stabat Mater de Ros- sini dirigido por Antonio Barilli en los salones de La Lonja (5 de agosto, 1852), en que participaron entre otros el baritono Antonio Bal- deras, Charles Laugier y el Orfeén Aleman; la ejecucion por la senora Koska (11 de abril, 1852) de la escena y cavatina de Leonora, com- puesta por Luis Baca; la audicién, probablemente la primera, de una Mazurka y Polonesa brillante de Chopin por Liibeck (21 de enero, 1854) y Ja participacion cada vez mas asidua de Tomas Leén, brillante pianista que influiria notablemente en la evolucién de la musica en México. La vida musical se enriquece sin embargo con el surgimiento de las colonias alemana y francesa cuya aficion ancestral a la misica re teran ahora en su pequefo circulo de emigrados: en el Club Aleman las obras corales se escuchan con el Orfen Aleman, mientras Charles Laugier funda la Sociedad de Santa Cecilia (18 de marzo, 1854) que agrupa a los aficionados franceses residentes en México. Existen ademas otras manifestaciones que merecen consignarse Al Instructor filarminico de Gémez, primer periédico musical de que se tiene noticia, Ie sigue la edicidn del Semanario musical, publicado en 1853," que incluia en cada entrega una pieza de musica. Eran responsables de este periddico Jaime Nuno y Vicente M. Riesgo Por esta misma época aparecerian en Guadalajara y Sinaloa otros periédicos musicales que tienen interés por haberse publicado en ellos curiosos sistemas de notacién musical, obra de mexicanos. En el de Julian Vidales de Culiacan, por ejemplo, se designaban las notas con las letras d(o), r(e), m(i), fla), s(ol), Ita, c(i), dispuestas, 53 % Olavasa y Ferran. ap at. p 687 + Gonsilez Casanova, Pablo Une atop de Amana. El Colegio de Mi sco, FCE, México, 1953, p31 Std. pp 98 54 en una pauta formada por dos lineas paralelas, separadas por un espacio poco mis 0 menos del mismo ancho que el de la paura usual; (Vidales) indicaba el valor de dichas notas por puntos y co- mas, colocados a la derecha de las letras, representando cada punto un tiempo entero, y la mitad cada coma; el warto tiempo no tenia ni coma ni punto, y la letra quedaba aislada; el octara estaba senalado con una raya pequeia encima de la pauta, y el diectsefsavo con una raya igual debajo de la misma; el propio mecanismo sefalaba los tiempos de pausa, reemplazando el signo (-) la letra que indicaba la nota. La posicion del diapasn general estaba regularizada por las letras A y B (Alto y Bajo) y por la colocacion de las notas debajo de la pauta, en tres espacios interiores y encima; las octavas supe- riores se anotaban de esta iiltima manera, pero aumentindose ¢l grueso de la linea superior de la pauta. El sostenido se expresaba asi (j) y el bemol asi (!), el becuadro con una interrogacién (?).5° EI sistema de Florentino Loza, de Guadalajara, era mas elaborado alin. Mezclaba mayuisculas y ntimeros como simbolos de entonacion y duracién respectivamente y se complementaba con lineas verticales y otros signos que deben haber producido verdaderos mapas de jeroglifi- cos. Pero las invenciones de estos autores serian sobrepasadas por las de! ingeniero Juan Nepomuceno Adorno (1807-1880), figura insOlira y funambulesca, “inventor y mecanico, pensador social y autor de uropias”.** Con esa versatilidad “tan propia de inventores y muy ca- racteristica de este hombre dedicado, como muchos de sus contem- porineos, a tan diversas actividades politicas, literarias, cientificas y filosdficas”, Adorno habia pasado de la construccion de una maquina para hacer cigarrillos a la invencién de una diligencia blindada, del arma pacificadora, especie de ametralladora, a la kaleidoscépica, que producia documentos infalsificables, de la macademizadora a su Pro- yecto bidrodindmico, merced al cual se elevarian mecanicamente las aguas de los lagos de Chalco y Xochimilco para regar el Valle de Mexico y hacer posible la navegacion de Chalco a Huehuetoca, sin faltar aquel otro remedio contenido en su Memoria acerca de los terre- motos (1864) y que consistia en la construccion de una urbe donde el hierro fuera el principal elemento, casas de mayor solidez, invulnerables a los incendios, a la hu- medad y a los terremotos; sencillas, ligeras y elegantes... Habria varillas atornilladas y enlazadas unas con otras, hierro en los ci mientos, en los muros y ventanas, en los enlaces y cabezales de las puertas, en las bovedas y en los techos, de tal manera que en cual- quier momento pudieran ser desarmados los edificios y desplaza- dos de un lado a otro. Pero ademas los techos serian bajos y los ladrillos pequefos, las columnas imitarian al papayo ~para dar cierta gracia a los edificios-, sus cornisas serian completadas por la franja de hierro, y los rosetones estarian representados por las tuercas de las bovedas. Con ellos se reuniria utilidad y belleza.’? © Elémnibur, 16 de occubre, 1855. S Olavaria y Ferrari ep. ct p. 633. Entre los portentos surgidos de la imaginacidn de este inventor se encontraba un artilugio en forma de cilindro que se ajustaba a la en- cordadura de un piano de cola y permitia la impresion de las notas que se tocaran en el instrumento en tiras de papel pautado Los que sienten arder en su mente la Ilave del genio -escribia inflamado un comentarista-, los que comprenden a los hombres de superior talento, comprenderin también lo grande y maravi- lloso de esta invencién, comprenderan también las sublimes com- Posiciones, las bellisimas melodias, los tesoros sin precio con que va a enriquecerse a musica. Un artista con el corazon abrasado en medio de su arrobamiento, de su delirio Ver Apéndic, oes % El moniter, 24 de noviembre, 1856. 7 Panarama dels shorts dela 1892. otro sexo comaron en sus manos las velas encendidas, dando al templo un aspecto imponente a la vez que tierno, pues la mayoria no pudo reprimir las lagrimas despertadas por aquellos coros y miisica sublimes y por el recuerdo de la incomparable artista A causa de la epidemia perecerian también el tenor Gaspar Pozz0- lini, el joven maestro de coros Enrico Beretta y el bajo Settimio Rossi, estos tltimos de la empresa de Carvajal La necesidad carece de ley. El final de aquel eragico desenlace fue que, olvidando las diferencias, los que quedaban de uno y otro bando decidieron hacer caso omiso de empresarios y unirse en una sola comparia que concluyé la temporada en octubre de 1854 Nada nuevo en cuanto a repertorio ofrecieron uno y otro grupo. Fuera de Hernani y Atila. rampoco se aventurd mas en las Operas de Verdi que Maretzek habia hecho oir dos anos antes. A partir de la fusion de las companias, sin embargo, se estrenaron Clara de Rosen Ferg (21 de septiembre, 1854) de Luigi Ricci, y el Ly II actos de Nabucco (22 de octubre, 1854) de Verdi. ‘A juzgar por las cronicas, la compafia de Opera que formé y trajo a México el empresario Amilcare Roncari a fines de 1855 10 tuvo la homogeneidad ni la categoria de las precedentes. Su clenco,” for- mado por voces jévenes y problablemente a causa de ello inexpertas, tampoco estuvo respaldado de una buena orquesta. Roncari preten- dio dar brillo a la temporada con el estreno de La vestal (25 de no- viembre, 1855) de Mercadante, Laisa Miller (15 de noviembre, 1855) y El trotador (27 de enero, 1856) de Verdi, pero no solamente la Critica y el piblico se mostraron ajenos a las obras y a la interpreta- cidn de los cantantes sino que acusaron al empresario de mutilar las obras."* La empresa de Roncari funcionaria, pues, escasos tres meses, de noviembre de 1855 a enero de 1856. No fue mejor la compafia que manejé Felicia Vestvali,’” con- tralto que fue de Roncari, salvo por haber estrenado en México Rigo- letto (7 de noviembre, 1856), Nabucco (23 de noviembre, 1856), Los Masnadieri (4 de diciembre, 1856), Trariata (lo. de enero, 1857), Macbeth (10 de enero, 1857) de Verdi y El béroe por fuerza de Luigi Ricci, asi como por haber sobresalido el trabajo que el musico mexi- cano Agustin Balderas realizd con los coros.” La corta temporada que offecio la compania se inicio el 19 de octubre de 1856 con El trovador de Verdi y concluyo a mediados de febrero de 1857. En cuanto a los compositores mexicanos, Luis Baca y Manuel Covarrubias se perfilan como los tinicos de quienes puede hablarse en este lapso de 16 aos, a pesar de que la carencia de sus obras, perdi- das o guardadas celosamente en colecciones particulares, impide valo- rarlos cabalmente. De acuerdo a los periddicos de la epoca, ambos fueron los primeros en abordar el género operistico: Covarrubias es- cribié La sacerdotisa peruana de la que se decia en 184277 que "se ve ahi un talento nada comun, y mas se advierte que el autor carece de los conocimientos del contrapunto y que, a pesar de esta falta, ha instrumentado los tres actos de su opera llena de ideas melancolicas y ™ Gabino F. Busearance (1816-1871), me «i en Queretaro. Medico 7 politic. Gober oedel DF. (17 de mayo a 14 de junio 1870 (Decconaro Portia) 5 de mayo, 1852 ‘ate rt WHLUAM DRLSSLER. Ww di na ita Felicita Vesevali enteramente nuevas”. Orta Velézquez consigna en su Breve bistoria de [a misica en México la existencia en el archivo del maestro José Roca- brunade la 6pera Reinaldo y Edina de este mismo autor, con libreto del Dr. Gabino Bustamante.”* Su obertura La palmira, tocada en el estreno del Teatro Nacional, acusa una pieza de salon, esquematica y pobre, més que una verda- dera obertura. Por lo que se refiere a Luis Baca, los 29 afios que vivid fueron escasos para desarrollar una aficién en ciernes, prodiga no obstante fen musica de salén y en dos Speras, Leonora y Giovanna di Castiglia Ya se dijo que sus composiciones se habian hecho oir en los concie: tos de la senora Koska. De ellas y de su autor escribe el cronista de E/ telégrafo:”. Luis Baca ha vuelto a su pais natal bajo la égida protectora de tun articulo encomiastico y retumbante firmado por el Sr. Bermi- dez de Castro. ¢Cuiles son los titulos que justifican esa especie de usurpacion que ha cometido este joven al intitularse maestro? ¢Cuil 65 es su primera obra clisica? ;Cual de sus composiciones ha pasado por el crisol purificador de la Academia de Santa Cecilia de Roma © los Conservatorios de Paris, Londres, Milin, Berlin o Viena? {Qué servicios eminentes ha prestado al arte para poder engala- narse con el titulo que no se atreven a llevar una multicud de ilus- tres y afamados compositores? El Are Maria es una frase musical ~y nada mas- repetida hasta el fastidio; la Cavatina de Leonora es un cuadro en que se encuentran todos los matices que en sus obras han prodigado profusamente los maestros de la antigua escuela ita- liana; es un tejido de parodias triviales, Podriamos nombraros, sig- nor maestro, a mas de veinte jévenes aficionados que han com- puesto una docena por lo menos de esas piezas fiiriles y sencillas. Lo que para nosotros tiene interés, sin embargo, es que en la produccion de estos autores, el estilo y el género de composicion Parecen vincularse ya al romanticismo a través de la opera italiana cuya influencia es dominante. t * CariruLo V LA MUSICA EN MEXICO DURANTE LA REFORMA (1857-1863) El grupo de liberales que la Revolucion de Ayutla llevo al go- bierno del pais expidio en febrero de 1857 la Constitucion. Se ratifi- caban en ella las leyes llamadas de Juarez y Lerdo por las que cesaban los fueros militares y eclesidsticos en asuntos que no fueran de su ‘competencia, al mismo tiempo que se desamortizaban los bienes de las corporaciones religiosas. Las medidas fueron, como era natural, el balde de agua hirviendo derramado sobre la faccién conservadora que pugné por la defensa de sus intereses, y sila virulencia de la reaccion fue enorme, no lo fue menos la presion con que el gobierno liberal pretendio imponer la Carta Magna. Asi, se obligaba a los empleados piiblicos a jurar su acatamiento so riesgo de perder la fuente de sus- tento, mientras el clero negaba el viatico, la extremauncion y exco- mulgaba desde el pulpito a quien no se retractara publicamente de su adhesin voluntaria o involuntaria. Eran tiempos dificiles. Motines y conspiraciones de la reaccion desataban medidas represivas, hasta que muy pronto, al grito de “re- ligion y fueros", se rego el polvorin de la insurrecion contra el go- bierno liberal en diferentes partes de la recién nacida Repablica. Si- multaneamente, aprovechando Ia actitud conciliatoria del presidente Ignacio Comonfort, elegido poco antes, los conservadores ganaron terreno al lograr que aceptara secundar el Plan de Tacubaya que abo- lia la Constitucion de 57. La debilidad de Comonfort debia costarle la cabeza del gobierno que cayé en manos de los conservadores, mien- tras la tenacidad y firmeza del vicepresidente Juarez sostendrian el de la faccion liberal, que no cesaria en su actividad y ejercicio legislative pese a la trashumancia a que fue obligado. De esta manera, como una Aguila de dos cabezas antag6nicas, el pais se veria dividido y lanzado a tuna guerra civil por cuestiones econémicas y politicas que la reaccion ponia en términos de “defensa de principios religiosos”, sabiendo muy bien que con ello perfeccionaba un agil resorte que respondia al minimo roce. De la mordacidad, acritud ¢ insolencia con que fueron tratados los liberales en ese lapso -intolerancia antes nunca permitida en publicacion alguna, liberal o conservadora- da cuenta el Diario de davisos, periddico clerical de don Vicente Segura Argiielles, escritor cxcelente, cuya intransigencia habria de costarle la vida una vez que Jos liberales recornaron victoriosos a la capital de la Repiblica al cabo de tres anos de cruentos enfrentamientos. Este capitulo de la historia coincide con la actividad de un musico mexicano, el primero tal vez en llamar la atencion en el moroso acon- tecer de la misica en México. Nos referimos a Cenobio Paniagua y su Opera Catalina de Gutsa 69 % Revilla, Manuel G. Obra. vol F"Boprafade arises", Mero, 1908. "Duane deans, 29 de sepvembre, 1859, 70 in 1859 Miguel Miramon, adalid de la fac sidia interinamente el gobierno. El 8 de sept publics el siguiente remitido: on conservadora, pre- mbre el Diario de avisos Con la mis grata satisfaccién hemos sabido que el célebre profe- sor D. Cenobio Paniagua ha compuesto la misica de una opera enteramente nueva titulada Catalina de Guisa la que debera ponerse en escena en el Teatro Nacional la noche del cumpleaios del Exmo. Sr. Presidente, a quien la ha dedicado el autor. EI Sr. Paniagua, dotado de 1a modestia que caracteriza al genio, €s digno de la mas alta consideracion que gozan en los paises civili zados los artistas que como él, arrostrando toda clase de obstacu- los, se consagran al divino arte de Apolo, contribuyendo asia dul- cificar las costumbres y a ennoblecer los sentimientos. La obra del referido sefior es tanto mas recomendable, cuanto que ha sido em- prendida y levada a cabo en una época de disolucién en que a causa de la lucha fratricida que nos consume, falta esa tranquilidad tan necesaria para las grandes empresas. Si hemos de hacer caso a Manuel G. Revilla,” bidgrafo de Pania- gua, el compositor habia dado a conocer los dos primeros actos de su Catalina en 1845 ante un grupo de amigos reunidos en la casa de Agustin Caballero, probablemente una versién para canto y piano que habia mostrado a Paniagua insuficiencias en materia de composi- cion al grado de esperar mas de 10 afos para concluir la obra. En el transcurso y ante la negativa de José Antonio Gémez de convertirse en su preceptor, Paniagua habia buscado ensefanzas mas solidas en el Curso de composicién de Reicha (1770-1836) y en su propia experien- cia, Revilla alude a la posibilidad de que haya acudido en busca de consejo a Bottessini que, como se ha dicho, era compositor ademas de notable contrabajista, suposicion nada remora puesto que el ita- liano habia participado como jurado en la oposicion que, para obte- ner la plaza de primer contrabajo en la Catedral, Paniagua y Sebastian Malpica habian presencado, con mala suerte para nuestro musico pues una recomendacion del Cabildo de Puebla pudo mas que el fallo a su favor otorgado por Botessini, Concluida la pera, el autor se dispuso a estrenarla, consciente de “las innumerables dificultades de una empresa de tanta magnitud, la escasez de elementos y todos los obstaculos consiguientes de una obra de este género” ~advertia Paniagua al publico."* Nuestro compositor se referia en efecto a uno de los problemas medulares de la musica en México. Que habia compositores y aun de 6peras ya lo hemos dicho, pero ¢qué incentive o qué expreriencia podian adquirir si no habja intérpretes para sus composiciones? Las Empresas dificiimence arrieseaban trabajo y dinero en obras de €xico no probado y si fuera el caso de obrenerlo en la localidad no era \dicio de alcanzarlo fuera de ella. Para las empresas la inversion re~ sultaba a todas luces irredituable. Si Paniagua tuvo interpretes es in- dudable que a ello contribuyeron su empeno y circunstancias favors bles. Af ws de 1857 el empresario Amilcare Roncari habia regresado Ver Apendice, nota 9 © Ver Apendice, nous 10, Ver Apendice, nota 1 4 México coi - Cipios de 1858 ac tian compadia de pera que actus hasta prin- diciembre, 18570 en eunes esttenos: Safo de Pacini, Macbeth (10. rontescntees yJuana de Arco de Verdi. Las representaciones fue- nunciarmiamee ne SOncurridas, atento como estaba el publico al pro- Guichen de cok, 08 comservadores contra el gobierno liberal. La ede eats la Sompaiia no se hizo esperar y Roncari fue a prisién de cae el ks mis tarde para militar entre la “chusina', como califi- Tos caneenarie de attso: los soldados consttucionalisas: En cuanto a Sopans Adek ‘. fueron unos y otros resistieron como pudieron, la Soprano Adelaide Cortesi entre ellos, que con los restos de la compa arecantantes que llamé de tala formo una nueva empresa." La Tages krabais en el Nacional a partir de octubre de 1858 a julio de Mp, De Fepertorio conservador, dio no obstante varios estrenos: Medea (10 de octubre, 1858) de Pacini, Poliuto (12 de noviembre, 1858) de Donizetti, Una aventura de Escaramuza (12 de noviembre, 1858) de Luigi Ricci y Marcos Visconti (17 de febrero, 1859) de Petrel- la. Con los rezagos de esta compaiia pudo Paniagua formar el elen- co™ de Catalina de Guisa y estrenarla el 29 de septiembre de 1859. El Diario de avisos ilustra con la cronica siguiente del éxito de Pania- gua: Comenzaremos por decir que el Teatro Nacional estaba ador- nado si no con esplendidez, al menos con decencia, y desde que se penetraba en él podia admirarse a la mas brillante y numerosa concurrencia, dispuesta a poner en contingente el triunfo del ar- tista, porque todos los semblantes estaban animados de regocijo y conmovidos por el entusiasmo. Debimos ese tributo de justicia a Auestros compatriotas: no fueron indiferentes a la gloria que de antemano se auguraba al sefior Paniagua. Cerca de las nueve la misica militar colocada en el vestibulo anuncié la legada del Exmo. Sr. presidente, que segin el pro- grama, debia ser la sefal de comenzar la representacion, y en con- seeuencia, el compositor fue al momento a ocupar su puesto, lo cual visto por el entusiasta publico, rompiendo toda valla, dando ienda suelta a sus simpatias, se exhal6 en aclamaciones, y saludo {on repetidos aplausos al idolo de esa noche, quien conmovide por sGuellas muestras sinceras de aprobacién anticipada, lev6 la mano sae ecorazon y dio modestamente las gracias a sus favorecedores 2 ae orca milicar saludo también con dianas Ia aparicion del auror, mistavia de versos inundd el teatro en toda su extension Y anm os hacer un obsequio a nuestros lectores reproduciendo ee riganos de los que pudimos haber en las manos, y asi lo har aoe para dar una idea del encusiasmo que toco tambien a Ia poe- ft ocasion. Hélos aqui ‘en esta ocasion. Hi sia en etumnos de la Academia de San Carl tista D. Cenobio Paniagua Brindad, bermosas, rwestras bellas flores ror de Catalina, al distinguido autor fue a la vnmortalidad rando caning Je santa inspiracion 4 los fulgores al distinguido ar- 1 72 Del mexicano genio, trovadores, al ribrar euestra citara argentina, jcenid la frente que modesta inclina, e himnos gratos cantad en sus lores! Honra y prez de tu patria desdichada, hoy le das una pagina de gloria con tu gloria magnifica de artista: jsigue tu inspiracién rauda y alada y tan bella serd cwal la memoria de quien, genio cual ti, gloria conquista! J. M. Ramirez Si es la vida de artista un anatema, 954 del genio es patrimonio el llanto, si de la inspiracton el fuego santo flores fecunda y esperanza quema; joven artista, el corazén no tema, que te cubre del genio el rico manto; yal dar al mundo tu divino canto, te da el mundo del Genio la diadema jBardos! Quitad de vuestra lira el oro, La corona de flores conquistada de la Poesia en el divino coro Del artista en las sienes colocada, mds noble la veréis y mds divina . iGloria, gloria, al autor de Catalina! J. M, Ramérez Al Sr. D. Cenobio Paniagua Quien explica y define el sentimiento que arrastra al corazén y lo domina, el eco al escuchar de un blando acento que reproduce una armonia divina? Confuso y aturdido el pensamiento se doblega a la voz que lo fascina; -¥ sumergido en éxtasis profundo alvida los pesares de este mundo. JPG. La orquesta envi6 al aire sus sentidas armonias, y todo aquel fuego que antes habia sido tan estruendoso, tan atronador, convit- tidse en un instante en religioso silencio, para no perder una sola nota, para apreciar justamente el mérito artistico de la obra que reclamaba su atencion. Apenas habia terminado el dio del primer acto, nuevos estrepitosos aplausos y victores al Sr. Paniagua atro- naron el teatro: nueva lluvia de poesias laudatorias: exigencias mul- tiplicadas para la repeticién de algunos trozos; un entusiasmo cre- ciente y jubilo en todos los corazones por el éxito que empezaba tener la pieza. Apenas habia concluido el primer acto, cuando el piblico im- 1 Anon Casto (1816-1863), actor, nw qssen Gualalray mut en la cidad de Me. Se Bho taproteceibe de Manvel Eduario vosuaa te prevent por primera vez ante el fubico el 19 de aposto de 1884 en la comedia Enadara aut #1 papi» Goren haba ‘Capa del francés.” Fue el actor mexicans (Rardnnganlo desu época- (Dactanarie Po. * Merced Moraes (1870) habia, con su talento, man spe aura . caerperaos vendor y loenia Tos laurels del he mencano sembralos por Antonio Castro (Oteatia y Ferran op its p. 803) Duar de avin, Yo. de octubre, 1859. José Maria Bustamante con un Hirano serade Jose T. Collar, Octaviano Valle con une Pet + don panos sobre motor de Trarate, ue imerrets el autor y Tonbo Guerrero, ‘ents os panistas Tomas Leda, Agustin Bal sen, Francisco San Roman y Geronimo Vax Sct, carom una Oertura nueva y Jesus Med Fillauna poeta para clannete(Diamede ie, 7 ectubre, 1858, La vmiedad, 24 de octubre, 1899. Paciente pidié a rio Heno de grat modestia oy6 la gritos la presencia del autor; éste subid al escena- titud por aquellas demostraciones, y con sublime estes {felicitacion de los artistas mexicanos Castro" y Cipal, que parsionados de la compaiiia dramaica del teatro Prin- one Pusieron en su frente una sencilla corona de laurel, mo un tributo de su admiracion. Corona sencilla, jes verdad! Pero jojala fuera empleada millares de veces en adornar a muchos le nuestros compatriotas! El segundo acto fue tan feliz, o mis que el primero, y en cada una lc las piezas que lo componian recibio el Sr. Paniagua nuevas demos- traciones del aprecio que habia conquistado de los mexicanos. Las Poesias seguian inundando el teatro, hasta el extremo que una de las aranas que iluminaban el patio, fue apagada completamente por la multitud de versos que le cayeron encima. Cuando concluyo el acto final, el entusiasmo no conocié limi- tes: fue un completo estrépito de aplausos, y creemos sin exagera- clon, que a ser posible, cada uno de los concurrentes habria estre- chado contra su corazon al que supo darles horas de tanto placer, de tanta felicidad. Muchos lo Ilevaron en triunfo en medio de vivas y de las armonias de las musicas de viento, desde el teatro hasta la casa de su habitacion."? Tan inusitado fue el entusiasmo que desperté la Catalina de Guisa que volvié a darse el 2, 7, 15 de octubre y 13 de noviembre en el Nacional. El 10 de ese ultimo mes se puso en el Teatro Principal junto con el juguete lirico Una ritia de aguadores del propio Paniagua, mientras que en la funcién del 7 de octubre los musicos ofrecieron al compositor una corona de laurel y lo obsequiaron con sus composi- ciones.** El triunfo de Paniagua, sin embargo, se vio empafiado con impu- taciones de plagio que José Gonzilez de la Torre justificé de manera tan torpe* que obligo al compositor a restituir su disminuida imagen: El sefor Gonzalez asienta como fundamento del juicio que hace de Catalina de Guisa que reconoce la dificultad de un trabajo tan arduo, que no lo he emprendido sin grandes estudios y que para calificar lo que se llama genio no puede haber otros jueces sino los mismos autores. : Lejos de mi la necia presuncidn de creerme un genio; me co- nozco lo bastante para no abrigar esa idea; pero no puedo pasar Gesapercibido el cargo que, tal vez sin norarlo, me hace el seaior Gonzalez asegurando que yo, on muy poca malicia be dejado algunas notas que recuerdan trozos de otras 6peras. El doble sentido de la frase tom may poca malicia, indica que el seior Gonzilez tiene la convic- jon de que he obrado asi de intento con el fin de aprovecharme del trabajo de otros autores. : Preseindiendo de que seria carecer de sentido comin que yo pretendiera dar por mios erozos de Operas tan conocidas en esta Pipital, creo que el sefior Gonzdlez y cualquiera otro que conozca cae ca. no juzeara plagios ciertas coincidencias, puesto que en 73 * Duarte de 14 yt, 28 de octubre, 1859. una obra de esta clase no ¢s dificil que se presenten casos en que aunque la armonia tenga igual marcha, la melodia sea distinea, por consiguiente el motivo. Querer que estas coincidencias no ocu- ran, es lo mismo que exigir a quien forma un discurso que jamais use dos o tres palabras iguales bajo la misma forma a la que ottos la han usado. Esta seria una razdn bastante para atenuar la acritud de quien me tacha de plagiario; pero aun expondré otra mis fuerte. La mi- sica de Marco Visconti ha llegado a nosotros a principios del pre- sente afo, y la cavatina, que segiin el sefior Gonzalez es la que ha motivado la calificacién antedicha y a la que por lo mismo me re- fiero, ha sido cantada hace dos afos largos por el sefior Ottaviani en una reunién de confianza. Bastaria ¢50; pero ain afadiré que la relacionada cavatina ha sido escrita por mi el aio de 50, como puede testificarlo el seftor Simedn Olivares, que en esa fecha la copid en limpio y cuya copia reservo original Respecto de las melodiosas cadenas que arrastro demasiado, debo decir que si elegi con preferencia la escuela italiana fue porque la considero mas acomodada al caracter de la dpera. La analogia que existe entre nuestro clima y el de Italia, entre nuestras tendencias y las de aquel pais, en el punto de que se trata, unidos a que la composicion ¢s absolutamente italiana, me hicieron creer que n0 se acomodaba a la profundidad de la escuela alemana y al fuego bélico de la francesa = Concluiré diciendo que es falso que yo, pobre y timido, no haya podido entrar en los circulos filarménicos. Por el contrario, aseguro, en obsequio de la verdad, que sin embargo de mis cir- cunstancias, a que de una manera tan humillante alude el sefior Gonzalez, ha habido personas que con bastante empefio me han invitado a concurrir a las pocas sociedades de esta especie que s han establecido en México, a cuyas instancias no he podido corres- ponder por mis muchas ocupaciones.”® Paniagua compuso Catalina de Guisa basindose en el libreto que con el mismo nombre escribié Félix Romani, libretista nada menos que de Bellini y Donizetti, cuyas éperas mas célebres le habian dado notoriedad. Es dudoso que Paniagua haya comisionado expresamente a Romani la elaboracion del libreto. Es seguro, en cambio, que haya conocido éste a través de la partitura de Carlo Coccia (1782-1873) que compuso la musica para la Catalina de Romani y la estreno en la Scala de Milan en 1833. Aunque cabe también la posibilidad de que. desconociendo la musica, Paniagua obtuviera el texto separadamente, ya que era costumbre imprimirlo para ilustracién del publico asiduo Ante la imposibilidad de hacer un andlisis directo de la musica 0 ¢jemplificar sobre sus lineas principales, hemos de contentarnos con la descripcin que sus contemporineos hicieron de ella: Comenzé la épera con un preludio grave que fue creciendo progresivamente y robusteciendo sus entonaciones, hasta tomar ls primeras cadencias de un coro brillante y rumboso -escribe el ¢ % Id. 5 de octubre, 1899, nista del Diario de avisos."" La escena representa una galeria del Louvre en una noche de mascaras: éstos (ic) forman el coro en la compahia de algunos companeros (sir) de la Liga y damas de la corte. Los partidatios del duque de Guisa hablan con desagrado y encono de la preponderancia del conde de San Megrino en la corte y juran unirse contra él. Después del coro, Catalina de Cleves, mujer de Guisa, atra- viesa la galeria seguida del conde; éste la detiene y le recuerda su antiguo amor, le pide una palabra de consuelo y manifiesta su odio al hombre que le ha arrebatado su mas preciado bien; Catalina, aunque ama al conde, oculta su pasion por el deber (ic). Al reti- rarse, con violencia, deja caer el pafuelo con las armas de Guisa, el conde la ve alejarse y se separa de la escena en el momento que aparece el duque con su séquito Este es el primer duo de la opera y el que da a conocer la indole de la composicién, originalidad de los pensamientos, la ter- nura, la pasion, el sentimiento expresados con cadencias (sic) dulci- simas, con entonaciones de un gusto exquisito y con una instru mentacion de orquesta tratada con la maestria y el aplomo de un compositor experimentado, revelando los mas exactos conocimien- tos del contrapunto y la composicién. El aria del bajo siguiente es de una entonacién enérgica que expresa perfectamente la ira del duque al ver corroboradas sus sospechas, pues levanta el pafiuelo que olvid6 Catalina: ya no tiene duda de su deshonra, y concibe abominables proyectos para ven- garse. El conde de San Megrino se presenta con su séquito y viene @ anunciar que al dia siguiente se verificari el torneo, y convoca a sus amigos a unirse a sus banderas. El duque encuentra ocasion de zaheritlo, y los suyos lo provocan: el conde entonces reta a Guisa a singular combate a campo cerrado y a muerte: el duque prefiere la venganza que ha concebido, y desdena al campedn y lo despreci: el séquito toma parte, y aqui la miisica, con lenos de orquesta magnificos, robusta, violenta y enérgica, expresa perfectamente los contrastes, terminando el acto primero con un final rumboso de muchisimo efecto EI segundo acto comienza con una introducci6n obligada a oboe y que desempeaé el primer violin por falta de profesor de aquel instrumento; este preludio es de la magnifica cavatina del baritono Con la luce con la vita, | el mio cuore amor bevea ... que es una de las piezas mas selectas de la Opera: se reduce a pintar el amor de Arturo a Catalina, prima suya, a quien amaba desde su infancia, cuyo amor habia permanecido oculto en su pecho. Esta cavatina esta Ilena de sentimiento, recuerda la musica de Bellini y Donizetti, y revela todo el genio del autor, ya en la armonia sonora y expresiva, ya en las seguras combinaciones de la orquesta, y so- bre todo, en la expresion de un sentimiento apasionado que hace Jatir el corazon que hace sentir ese encanto inefable del amor, siendo imposible no conmoverse con su arrebatado sentimiento. La duquesa se presenta con sus damas, a quienes refiere haber perdido el paiuelo con las armas de Guisa; las damas la con- 78 76 suelan de esa pérdida a que no dan importancia, y le entregan unos versos amorosos que han traido para ella. Catalina los hace leer a Arturo, y éste dice las estrofas de la composicion con toda la pa- sion de un hombre que guarda su amor y encuentra la ocasion para expresarlo. -EI gran duo siguiente del duque y Catalina es muy impor- tante en su parte dramatica y por su accion de mucho efecto tea- tral. Guisa ha concebido el vil proyecto de hacer escribir a Catalina tuna carta citando al conde; la duquesa se resiste al comprender que compromete su honor; pero su marido la amenaza con la muerte Catalina la prefiere a la deshonra y esa noble accion, interpretada siniestramente por el conde, lo hace exclamar Ileno de rabia Donna iniqua 1¢ tanto Vamiche per lui morir i tu brami? Avivados sus celos, recurre a la fuerza para hacer concluir la carta a Catalina y €sta escribe exclamando: Disfidiar potea la morte | ma il dolor di me é piu forte. El duque dobla el papel y exige todavia a Catalina el sacrificio de remitirlo al conde con Arturo. iPobre Catalina! Ha escrito la sentencia de muerte del conde y no le es dado hacer comparecer la funesta carta, ni enterar a su primo de su agonia, porque el duque esta en acecho. Todo este diio es de una accién interesante y de él pueden sacar inmenso partido artistas eminentes. El tercer acto comienza con una marcha a cuyo compas desfilan las tropas del torneo: la entonacién de la marcha es verdadera- mente marcial (sic), y los coros que pregonan vencedor en la liza al conde de San Magrino, respiran alegria y pureza en el estilo de una misica original y llena de golpes de orquesta ic) perfectamence combinados. La pieza siguiente, el dueto Un segreto in te riposto, de tenor y baritono, es una de las piezas de mas mérito de la opera, y que puede rivalizar sin duda con muchas del mismo género escritas por autores europeos, el andante expresivo y tierno, tiene melodias de una delicadeza exquisita y el alegro es uno de esos pasajes que se graban en el oido y no se olvidan; la musica toda de este dueto hermosisimo, es una de esas inspiraciones felices que hacen eterno el nombre de un artista. El cuarteto final es de mucho efecto y no desdice de la in- dole de toda la composicidn; la orquesta siempre lenando con oportunidad los recitados, emplea sus instrumentos con tino, los latones nunca lastiman el oido, aunque algunos pasajes los sostie- nen solos, los violines trabajan siempre, y son por el ligamento de sus notas los que forman la unidad de la orquesta; los clarinetes ¥ las flautas tienen siempre encomendados las cadencias sentidas, las entonaciones y preludios de las voces, y luego esas reminiscencias que son como ecos perdidos de otras melodias, y los bajos coloca- dos siempre con un tino tal, que no se notan aisladas sus notas, sino que ayudan solamente con sus graves a hacer mas llenos y robustos los sonidos. Si es incontestable el mérito del canto en esta opera, la instru- ‘mentacion es sin disputa digna de los mejores maestros europeos Ta a Un ano mas tarde, si embargo, drante la repeesentaciom de D- Aatonn ae Latte el ‘me lame Olavarra, to que patabs en Para 68 1525, Pana hoy en México, y'como bs ancanos 4e la Comaion, vengo yo 4 supleat a sebor Drestlente Mirumon gue hagn evar lot Imuruos de la pblacom ponte termine ala ‘Apenas habia ayextro hombee abuero Ie tua fue inrerrumpaio for una tempest de situs, gros dscondantesy pataleos Retire 2 rowancas de los atores algunos ehnutos despues era conduc por Lagarde a cael ‘Tonle apoio reflexenar a todas ss anc hasy ‘compara spac la taacioa de la capa con sito de Pavia! Dhar dearaal, 20-de octubre, tm * Duar dr avin, de novembre, 1899 Elempresari erat enor Achill Ean {que con el boo Grovanet Males y rezagos Je Sotnpanias anvereren, do esesas Func No creemos exagerada esta opinion que ¢s solo nuestra, y mas si recordamos algunas partituras aplaudidas, en las cuales sin em- rg0, no campean como en ésta la maestria de conocimientos en ¢l contrapunto. Ya se ve que en mas de cien afos no ha variado el estilo improvi- sado de las cronicas musicales ni su amateurismo. Lo que verdadera- mente importa destacar, sin embargo, es que el asunto de Catalina de Guisa se situaba en un marco historico que guardaba estrechas simili- tudes con los momentos por los que atravesaba el pais entonces, es decir, la accion tenia lugar en Paris en 1578, en tiempos de la Liga Catélica contra los hugonotes ~el duque de Guisa, ya se sabe, fue lider de la Liga, contra San Megrino, que defendia a los calvinistas-. Este dato se hacia constar visiblemente en los anuncios de la opera. ¢Fue una coincidencia fortuita’ No se hace comentario alguno sobre este hecho que pudo ser capital y que termina por pasar inadvertido, al punto que el éxito de la obra parece haber respondido exclusiva. mente a su romanticismo folletinesco.”” Espoleado por el entusiasmo despertado por Paniagua, Antonio Barilli puso el 17 de noviembre en el Nacional su opera comica en dos actos y en verso intitulada Un paseo 4 Santa Anita. El atractivo principal de la pieza fue indudablemente su costumbrismo: el deco- rado reproducia el canal de Santa Anita con el Puente de Jamaica en Ultimo término, mientras a la trama circunstancial se interpolaban ja- rabes y aires nacionales acompafiados de jaranas y bandoneones que ensayo y dirigio Sabis Conla. La orquesta que desempeas la parte musical habia sido formada por Barilli en 1854, orquesta que al pare- cer presentaba una alternativa a la unica existente en México y que debio funcionar, si bien no establemente, tanto para el teatro como para la 6pera.** ‘Asi pues, por una contradiccién digna de anilisis, mientras los mexicanos componian Operas italianas, los italianos incursionaban en el costumbrismo mexicano Pocas noticias hay de Paniagua en el ano 60, salvo que estrena el 7 de enero en el Nacional un Himno con letra de Gonzalez Bocane- gra que dedica a Miramén. Se festejaba el regreso del general que combatia victorioso a las tropas liberales. Su nombre aparece nueva- mente en el Diario de avisos el 5 de marzo en que se anuncia la publi- cacion de un Vals en las entregas de El repertorio. El 22 de noviembre Joaquin G. Laurel le dedica un Soneto en su cumpleaios. Mientras tanto, hacia el 26 de noviembre las fuerzas liberales conquistaban la ciudad de México y el 28 se promulgaban solemne- mente las Leyes de Reforma. La vida musical intentaba recobrarse, primero con los conciertos de Dofa Francisca Sama de Aguirre, E/ ruisehor habanero, uno de los cuales dedicd al presidente Judrez (13 de enero, 1861), y después con las funciones de pera que did en el Nacional una compafia de minimos alcances que habia trabajado en Veracruz y seguido al gobierno liberal a la capital."* Pero sin duda, la visita musical mas importante correspondié a la del empresa- rio Max Maretzek que llegd a Mexico en abril de 1861 con una nueva 7 78 Olan y Fear tp 663 % Ver Apendice, noes 12 compaaia “muy superior a cualquiera de las que nos visitaron en los siete afios precedentes”, comentaba Olavarria,”® “pero incapaz de ser comparada con las grandes companias de 1852 y 1854". Venian con ella las hermanas Nataly, Inés y Fanny, y el bajo Annibale Biacchi, convertido después en empresario La compania de Maretzek"* dio numerosas y excelentes funciones en un lapso de cinco meses. Entre los estrenos que ofrecio se cuenta El profeta (8 de junio, 1861) de Meyerbeer, Marta (11 de junio, 1861) y Alejandro Stradella (27 de julio, 1861) de Flotow. Lo insdlico €s que Maretzek repuso la Catalina de Guisa de Paniagua, que se dio sucesivamente los dias 30 de junio, 2, 3 y 8 de julio, en que fue el beneticio de su autor. Con tal motivo, Francisco Elorriaga, pianista y critico de entonces, se expresa con mayor acierto sobre la obra y su repercusi6n: El martes fue el beneficio del sefor Paniagua, que si bien puede estar agradecido a un corto numero de entusiastas que se esforzaron en aplaudirlo y coronarlo, debe haber adquirido esa no- che la conviccion intima de que en México es imposible que nin- giin artista progrese. En efecto, en la noche de gracia de un com- Positor mexicano que ha dado al publico su primera obra, que se hha formado por si mismo sin salir del pais en que no hay conserva- torio ni grandes maestros, ni aliciente alguno para estudiar, y sa- biendo todo el mundo el contrato poco ventajoso que hizo con la ‘empresa solo por complacer los deseos de sus conciudadanos, era de esperarse que el teatro estuviera completamente leno y que todos y cada uno se hubieran apresurado a tomar con anticipacion sus localidades, cuando por el contrario, de todos los palcos prime- tos y segundos que se enviaron a los abonados, solo tres o cuatro fueron tomados y los demas devueltos, lo que da una tristisima idea del patriotismo, del espiritu publico y del amor al arte de los mexicanos, al menos de los que pueden tener paleo, que obligan las obligaciones que impone el lujo en las sociedades modernas £Qué estimulo, que aliciente puede tener un artista de cual- quier especie en México? (Qué recompensa a sus estudios y a sus fanes? ¢Qué porvenir le espera? La miseria, la envidia y hasta el desprecio. , ¢8 triste, deplorable y hasta vergonzosa la conducta del pi- blico mexicano hacia su compatriota el sefiot Paniagua. Mexico, que ha acogido con entusiasmo a los artistas de gran mérito como la Sontag, Marini, Bortessini y Herz, y que ha sido indulgente con un enjambre de medianias, tenia derecho a esperar mis simpatias cuando produce un maestro de verdadero mérito No debe desanimarse el sefior Paniagua por estas pequeiias mi setias. Su obra, que ain puede ser retocada por él mismo, publi- cada con otra firma ocuparia un lugar ventajoso en el repertorio italiano en el que hay indudablemente obras inferiores a la Cata- lina de Guisa Decimos que esta obra puede ser retocada por su autor, porque os parece que hay en ella esa exuberancia de melodias, de moti: Blunts 14. 12 de yb, L861 * La Compan Menscana Je Panagua do sucessvamente Lats (13 Je enero, 18.9 de Seprembre de octae, 1863), Trarat 2 le mayo, 1 de juno, 1862. 11 de osabre, 1863), Lind de Chama (29d ui, 12) Catalina Guns 18) 25 de novembre, 1962. > 25e ‘tom, 20 de inser T8OX, Jule 9 Ramee cle Meleno Moraes (27 de encro.2.¥ 10 de icbreo, 1861, Put Akon cde Panag de marzo 18 de oceabre, 1803), Trader (16 de Seprembre y 24 de octubre, 1W63)Heruan (14 dle octubre y 28 de nowembre, 1865), Son Jal (30 de’ ctubre, 1863, Lt dor Fasare de Mateo Fores Seraros 4. Je nowembe,1N6, Lona Barge (16 de diciembre. 1863), Lat pentane (25 de seme, 183" Extuw format por las sopranos Maruna Pasig, Pilar BeFenjano, Trond Het la ‘entra Agustina Cervo lon tenors Antonio Moraes, Teodoro Ducoung, Teodoro Montes ‘Jes baritonos Fanesco de Pola Pineda, Ratal Quezala os bos Ignaci Solares y Mi fel Loss, como lon cantante Joe Mangia, AE Sabancera Mariano Arsnasy Maran Gone ke © Elle S18. 15 de enero, 1862 9 Olavasn y Fearne st, p67 "Las wpeanos Soledal Valley, Mansel Gomes, elbano Miguel Loe, guraban entre 10s Incipolos de Bruno Flores que formarvn Ua espa Lan obs que estat arma 2 enoviembee, 1865 naa 20 de ener, 186, Somimbals 29 de fei, INaty La retal 125 de enero y 3 de scr, tm i relat Ud Feber 2 se fa imtts Prvadr thn de mara, 16D 10 Saa de Niguel Meneses 6 Thisaiy Perm a Aragon de Lena Pe lan TH vos buscados, de frases hermosas, que a fucrza de prolongarse y de repetirse, Il desleirse y a desvanecer la grata impresion que Producen al principio. De este defecto, si asi ha de Hamarlo la cri tica severa, adolecen las primeras obras del genio, no solo en 1a misica, sino en la pintura, en la poesia lirica y en todas artes. Hay terrenos virgenes que producen demasiado: el iempo los hace producir menos en cantidad, pero frutos mas sazonados. Se nece- sita alguna meditacion, algun recogimiento, y, sobre todo, alguna experiencia para dar a las obras de arte laconismo, sencillez y pre- cisién, y descuidar los detalles insignificantes Paniagua vivio las carencias de su medio, es cierto, pero ante ellas ©Pt6 por acciones que st bien no tuvieron el apoyo y la continuidad deseados si constituyeron aportes positivos. Al fin, compositor, ade- mas de instrumentisca, Paniagua cuvo la conviccion de que sin un ‘organismo propio y estable de difusion, el aprendizaje y la practica musicales carecian de verdadero propésito. Fuc esto lo que lo im- puls6 a formar con sus discipulos la Compafia Mexicana de Opera’™ cn la que su hija Mariana actué de prima donna Deseando proporcionar un nuevo recurso a la clase pobre y honrada de México para las bellas artes en general y muy especial- mente para el estudio de la musica ~decia, justificandose-, me he determinado a abrir un Conservatorio, en el cual se ensefara ésta gratuitamente, con el objeto de formar artistas que aumenten la Compafia Mexicana que he comenzado a formar y que hoy da la primera muestra de su empeao y aplicacion. Aunque fallido el intento de abrir el Conservatorio, la Compania Mexicana tuvo en cambio, sino el brillo de Las italianas, si la consis- tencia y la disciplina, lo que le permitio ser la primera compania me- xicana de Opera que funcionara establemente a lo largo de 1862, 63 y principios de 64. Su repertorio no fue muy amplio, es verdad, pero intento ser un vehiculo musical de expresion nacional, pues ademas de reponer varias veces la Catalina estreno la segunda Opera de Pa nniagua, Pietro d’Abano, y Los dos Fowari de Mateo Torres Serrato, discipulo de Paniagua, La Compania Mexicana tuvo en Octaviano Valle y Bruno Flores a dos seguidores. Valle s6lo pudo dar con el cuadro que formé con sus alumnos dos unicas funciones en el Nacional, Tratiata (16 de julio, 1863) y su opera Clotilde de Coscenza (19 de julio, 1863), tras lo cual desistio por insolvencia economica.' Por su parte, Flores tuvo me- jor suerte. Su compania abrio funcion en el Nacional con Norma (23 de noviembre, 1863) y prolongo la actividad durante todo el primer semestre de 1864.!"" Estreno Agorante, rey de la Nubia (6 de julio. 1864) de Miguel Meneses v Pirro de Aragén (12 de julio, 1864) de Leonardo Canales. La calidad de las representaciones, sin embargo, se hace patente en la cronica de El pdjaro rerde a proposito de la Gpera de Canales 719 rama» Betanop st 9 8S 1 prt Z Akon ha eco expreamente race! Rano Franc de Paula Pla Lo Soe trancurraenel glo XIV eta sobre ie salase un sab sino qe lespucsse evo Sara hu que se haexcapaio coo su arent ‘hiegalo por beehive, arent y MuEFO por ree El separtd de bea para el 3 de fruvode 186% correspon ala gwen pet hoe Pre races tape baal Ince Solare, ba, Areal abo Ave to Morales, tea de feet Prve Abin. ve stnnoms mpatade por mage France Pr ole turwona, Enver w hye }smavte de Ar aldo MatanaPanagun soprano. Mara madre tas Manet Pagan, conta, Lane di pel de Pere tAkewn, Teodoro Montes Je ‘Gea temo ger, Lancet de ro Regt, Joan Zann, bao barton, estabuntes, follnion, montnesen,ananeas cabberos, fucerens, munsties. Jule, ieee, pueblo, fresco) comparsa Mae a cba anor Cenoleo Panag prmeis Fasebes ‘Beles, dimer de gama, Tuan Zane Reyes Adela Maa, El ate on ane davon Srguade Comey pone verse 0 la nota bee La Compaivs MentcanaSe Panag fron os as ‘epmesentaaies se Prete Shove "ge XIN, 13 de diet, 18656, 80 ‘Todos los concertantes se desgraciaron, por poco empeio de los cantantes, violines hubo a los que se les rompieron cuatro cuentas en la noche, y las trompas deyaban escapar fuera de tiempo agudisimas notas. Canales uvo que ponerse en pie y apostrofar a los miisicos ante el publico.!® indudable que Paniagua fue en esos aiios la personalidad musi cal mas sobresaliente y que su colaboracion fue estimada sobre todo en los afios de 1862 y 63 cuando participo en numerosos conciertos promovidos por una comision de damas que presidia Margarita Maza de Judrez a fin de sostener el sitio de Puebla durante la invasion francesa. En 1863 incluso, y para conmemorar la victoria de los libe rales en Puebla, estrend su Opera Pietro d'Abano,'®? obra que fue aco- ida con marcada reserva por motivos politicos. Grave error el de Paniagua, haber querido mezclar el arte con la politica y en una Epoca tan tomentosa en que los odios de partido nada perdonaban ~comenta Revilla-. La sociedad acaudalada adicta a la Intervencion francesa y que habia sido tan favorable al maestro, volviole esta vez las espaldas, Su opera solo tuvo una representacion,'"* sin que, por lo tanto, se hubiese podido formar cabal concepto de la misma En realidad, Ia sociedad conservadora nunca perdono a Paniagua el cambio de bandera. Por lo demis, el “desentendimiento de las vir- tudes politicas” fue una constante que en mayor © menor grado carac terizd la conducta de nuestros musicos, probablemente porque siendo Ia musica una actividad costosa, tuvieron que acogerse a los auspicios de los gobernantes en turno. Paniagua no fue una excep- cion in estas condiciones y debido a lo poco propicio de la administra: cién imperial aduefada de la ciudad de México, Paniagua acepto las proposiciones de la empresa Duclos y Ortiz para viajar a La Haban con la Compafia Mexicana. Era junio de 1865 y estaba a punto de ‘embarcarse en Veracruz. Por esos contratiempos que suelen cambiar el curso de los acontecimientos, la empresa Duclés y Ortiz no cum plid con el compromiso y las pérdidas obligaron a Paniagua a disolver su Compafia. En Veracruz se quedaria tres afios dedicado a la ens fianza, a la formacién de una orquesta y una Sociedad Filarménica, hasta 1868 en que se mud6 a Cordoba donde su labor fue igualmente intensa, En México, Paniagua fue recordado por muchos aiios. Se dice que su busto ornaba el Teatro Nacional junto a los de los dramacurgos Manuel Gorostiza y Fernando Calderon. A raiz del éxito de Catalina de Guisa su popularidad habia sido tal que sobrepasaba a la del presi- dente Miramén, Su caricatura, como la de los politicos, se festejaba en el periodico La orquesta. En 1866 sus cronicas musicales eran to- davia recordadas como “aquellas que tanto les agradaron (a nuestros lectores) y que supo apreciar el publico aplaudiendo en las represen taciones lo que aquellas sefalaban como digno de aplauso y censu rando lo que el maestro sefalaba de censurable”."" °% Lagacetila de E/npe X1V consigaboe Ld dicembrede Ih62 el steno enel Teno Naconal del him Die «ly ma, let ‘de Pavalecn Tovar y mines de Mara Gach, ‘ompostore de 13 ahow de edad, durane ls Fancon que oreceriata Sociedad Zaragvael 18 dedicembre En 1867, Marta Gara dacipula ‘Sel maser Octavian Valle tates ‘meriana Je todo corn, conbuit fe vos ‘manera muy poderosa a dara expecaeslo wn ‘ataordnaro interes conse magia Marcha Republicans que dings personalmente deste el plc escemco, hatendo com eo una nuevaeraenlos anaes de umuscayabwado al (alent, se cualquiera el sexo del indi, fuvo campo, para que 4 manifest y desaro Me lle Xx, 22 de octabee, 186°) Se concluye que hubo en este periodo un florecimiento de la Creacion musical, ligada como es obvio al género operistico. No se olvide a este respecto que la popularidad de Paniagua habia desper- tado innumerables vocaciones, si bien los talentos fueron quebradi- 20. La mayoria de estos compositores acudieron a Paniagua en busca de ensefanzas y consejos. Algunos encontraron ademas al promotor de sus obras Se ha dicho que Octaviano Valle escribié Clotilde de Coscenza y Mateo Torres Serrato Los dos Foscari y aun otra opera intitulada Fidelio, Leonardo Canales Pirro de Aragin, mientras que Ramén Vega com- puso Adelaida y Comingio, Miguel Planas D. Quijote de la Mancha y Miguel Meneses Agorante, rey de la Nubia, Atala, La reina de las hadas y Lutsa de la Valliere. Otros hubo que cultivaron el genero de salén, como Francisco de Paula Pineda, baritono que fue de la Compania Mexicana de Opera, y entre ellos no escasearon las compositoras mujeres: Maria Masson, Matilde Crowe y Maria Garfias, esta iltima celebrada en los periddicos de la época por su precocidad.'"* ¢Puede hablarse de una escuela mexicana de composicion donde Jas técnicas -italianas principalmente- hubieran echado firmes raices? Los ejemplos que han llegado hasta nosotros muestran, no obstante, que la imitacion de los modelos europeos —de Bellini y Donizetti, sobre todo~ se limitaba a reproducir las lineas mas superficiales de la opera italiana, ya de por si esquematica si la comparamos con la den- sidad de la misica alemana. EI primer cuadro de Agorante, verbigracia, esta planeado con acierto en el contraste de las voces (coro / baritono / coro y baritono / duo de soprano y mezzo / terceto de soprano, mezzo y baritono), pero su realizacién es exigua: el corto preludio de indole introducto- Tia se reduce a la repeticion de unos cuantos acordes en DO menor que modulan a LA bemol mayor: ergo moestose Agorante pretusho, le Miguel Meneses 81 82 Le sigue una marcha encomendada al coro (LA bemol): con su correspondiente seccidn contrastante (RE bemol). El recitativo y cava- tina del baritono (Fa menor/La bemol se imbrica al coro, para terminar en una coda en la que vuelve a oirse el tema de la marcha. La dificultad que presenta al compositor el manejo simultaneo de las voces se exhibe en el dio y terceto siguientes. Estas son tratadas aisladamente 0 movidas en sentido paralelo: Atorante, atcha Es justamente la carencia de fluidez y en general la pobreza ar- monica, la falta de espontaneidad melodica y ritmica lo que confieren 2 esta musica su aspecto plano, sin relieve, sin perspectiva sonora. Agorante sigue de cerca la estructura de Norma, pero tan solo en el Preludio 0 Sinfonia de esta opera, que se inicia con una serie de acordes tonales como en Agorante, es rico en ideas y modulaciones armonicas, en motivos melodicos que expanden con profusion su li- + os tht hes pe pee pepe age as rismo, en tanto que las transiciones, mucho mas elaboradas, homoge Acizan sus diferentes partes. En este sentido, la estructura de Agorante Se percibe episodica, un rosario de piczas de salon sin una idea musi- cal verdaderamente unificadora. Concluyamos con que se estaba lejos no solo de dominar sino de adquitir la técnica y, ya se sabe, sin ella no hay genio ni arte posibles. Es esta la fisura por donde la mayor pare del talento se ha desvane- ido en Méxi Andone is 1 tin— 9 gro Piano Agorante, du 83 Cariruto VI LA MUSICA EN MEXICO DURANTE EL SEGUNDO IMPERIO (1864-1867) El ugle XI, 22 de marzo, 1863. ° Olavarria y Berra, op. cit, p. 672 Brindo, senores. porque alumbre un dia en que diga el francés que nos destroza en el natal de Judrez, Zaragoza quebranté la extranjera tirania, recitaba Guillermo Prieto en el brindis que sus adeptos y amigos Ofrecicron a Juarez aguel 21 de marzo de 1863, y a instancias de Pricto el periodista Vicente Garcia Torres improvisabs: Ya que en apuras me pones en esta lucha de azares mientras son pares 0 nones brindo porque gane Judrez » ierdan los Napoleones. 87 Dos meses mas tarde, las fuerzas liberales capitulaban en Pucbla, después de sostener la plaza por espacio de 62 dias que duré el ul fimo sitio. Allanado el camino, la ocupacién de la ciudad de México fue inmediata. El Teatro Iturbide, bautizado por los soldados inter. vencionistas unas veces como Theatre de I Armée y otras como L’EL. dorado, oftecia vaudevilles y espectaculos francomexicanos que se anunciaban en programas impresos en francés, En él, una orquesta que dirigia José Maria Chavez “tocaba danzas mexicanas y francesas, se brindaba alegremente y se bebian vinos y licores, a real la copa, y se tomaban helados y refrescos”,"" La sociedad mexicana, poco adicta a inquictarse por la politica, se divertia en las tertulias que la Regencia daba en Palacio, con las as- cenciones de don Joaquin de la Cantolla y Rico en el Paseo nuevo (Salud a ti. viajero denodado que te lanzas velox a la ancha esfera, salud a ti, Cantolla, que animado de valor, dejas la tierra.) ¥ acaso con la reposicion que de Norma hizo la Compaiia Mexicana de Bruno Flores en el Nacional para celebrar la aceptacion de Maxi- miliano al trono de México. El pdjaro verde (interpretado como anagrama de “arde, plebe roja") que entonces reproducia las cronicas elogiosas que merecia en Europala cantante mexicana Angela Peralta, dedico el nimero del lo de enero de 1864 a publicar una extensa biografia de Maximiliano que 87 °9 Bl paper verde 14 de julio, 1964, "8 Tidy, Yo. 9 14 de ilo, 1864, 10 Olavacn y Fea. ip. 698. 83 acompafaba de una hermosa licografia, mientras que la edicién del 19 de junio daba cuenta de las canciones populares y poesias que circula. ronen Puebla el dia en que Carlota y Maximiliano entraron alaciudad: Levanta job, Patria! tu frente bella que ya tn estrella se ve brillar; vy sube hermosa ‘por el espacio desde el palacio de Miramar. De horrenda tempestad ya roto el velo majestuoso levdintase en el cielo el iris precursor de la bonanza: cast deshecha la discordia impia, eres, Carlota, en venturoso dia, de México dulcisima esperanza Des afios mis tarde el mismo periddico imprimia los adioses de nuestros poetas a Carlota, cuando atenazada por angustias sin nombre regtesaba a Europa en solicitud de ayuda para el Imperio: gla veis cruzar los mares del buque en la ancha popa 3 la soberbia Europa intrépida marchar? ¥ cuando un dia de mayo de 1867, después de un prolongado silen- cio sobre lo que de cierto ocurria en Querétaro, se echaron subita- mente a repicar las campanas de la Villa, los redactores de El pdjaro verde pretendian no dar crédito al triunfo de la causa liberal Lo efimero del Imperio, sin embargo, no fue dbice para que la gran misica europea llegara a México en el bagaje de una corte que no por fuera de lugar dejo de hacer sentir su abolengo. Asi, a €scasos 30 dias de Megados Maximiliano y Carlota a la ciudad de México, los mejores artistas del pais fueron invitados a ofrecer conciertos en Pa- lacio,'® conciertos que tuvieron visos de ser frecuentes y periddicos, ¥ los miisicos de salon no se quedaron atras con el obsequio de valses y danzas para los bailes que en el Nacional -ahora Imperial en virtud de los tiempos- 0 en Palacio ofrecian sus majestades.""” La administracion del desventurado principe austriaco protegio hasta donde pudo los especticulos publicos, y abrio sus puertes todos los artistas de mérito ~escribe Olavarria—:'!" a Melesio Mora les le facilité Ia suma necesaria para contentar las exigencias dé Biacchi, con motivo de la representacion de la Iidegonda; a los act0- tes de la Compania Dramatica del Principal, los nombro actores Camara, y los llamé a dar una lujosisima represencacion de 8 pri Id,» 658 Eufonicén inglés. Circa 1840, Castillo de Chapultepec. mera parte de Don Juan Tenorio, en un precioso teatro que expre- samente mando levantar en el gran salén de Palacio, A cuantos artistas acudieron a Maximiliano a otros tantos protegio y obsequio con esplendidez. El tren de la corte aparejé asimismo el sostenimiento de una or- questa particular, la Orquesta de S. M. Maximiliano II, con atrilistas mexicanos que alternaron seguramente con belgas y austriacos, y cuyo director, el flautista Emile Palant, habia llegado a México en 1858 en azarosas circunstancias.'"* Esta orquesta tocd por primera vez en México la Gran Marcha de Tannhauser de Wagner —opera que 89 2 thd. 700. 4 ted, p. 692. 19 EL papas sede, 23 de febrero, 1866. 90 el azorado linotipista tradujo como Cann Hauser en el concierto a beneticio de los pobres patrocinado por la emperatriz (10 de octubre, 1864) y mas adelante una sinfonia de Beethoven en el Colegio Impe- rial de Minas (25 de abril, 1865). Eran célebres las bandas de musica que acompafaban el séquito del emperador: la Banda de la Legion Extranjera, dirigida por Sala- bert, la de los Husares Palatinos y, la mas famosa, la de la Legion Austriaca. “Pocas veces se habra oido en México un conjunto tan superior como el de aquella banda militar”, refiere Olavarria.""* Su director, Sawerthal, ofrecié entre 1865 y 1867 serenatas hebdomada- rias en la Plaza de Armas, la Alameda y otros lugares publicos, donde se escucharon numerosas veces las oberturas de La flauta mdgica, Don Juan, Las bodas de Figaro y Titus de Mozart, Fidelio de Beethoven, Oberén y El cazador furtivo de Weber, Fausto de Gounod, Orfeo de Offenbach y fantasias sobre motivos de Wagner. A tal grado prosperd el gusto por las bandas que en el periodo siguiente flerecieron las mexicanas auspiciadas por el gobierno de Juarez, que no quiso que- darse atras en esto de patrocinar lo que con tanto éxito habia reves- tido a la corte de Maximiliano de un brillo inusual, y aunque el reper- torio no igualo jamas al de la austriaca, se enriquecio en cambio con arreglos y piezas corcas de autores mexicanos que tuvieron una solici- tud y practica inmediatas a través de estos populares organismos de difusin musical Se colige que en el breve apogeo del Segundo Imperio fueron austriacos y belgas los instrumentistas que nos visitaron. Ninguno de brillo excepcional, es verdad. Entre ellos, el violinista belga Jehim Prume dio tres conciertos (18 y 27 de diciembre, 1866; 10 de enero, 1867) con la participacion de los mexicanos Tomas Leon, Julio Ituarte, Mariana Paniagua y la contralto Eufrasia Amat, “que reapare- cid con el lucimiento de costumbre”.!!* Mayor interés tiene para nuestra historia el programa efectuado el 26 de agosto de 1865 en el Gran Teatro Imperial donde el “concertante” toc6 la Sonata op. 81 ‘Los adioses” de Beethoven -la primera gran sonata de Beethoven tocada piiblicamente en Mexico, la pardfrasis de Rigoletto y las ilus- traciones a El profeta de Meyerbeer, ambas obras de Liszt. De qué concertista se trata? En el anuncio que El pdjaro verde hace del con- cierto se omite el nombre y slo un poco mas adelante, el 20 de octubre, se consigna que Bernard Boeckelman, de origen segura- mente belga, intervino en el concierto que en Palacio dieron diversos artistas. Fue Boeckelman el intérprete de Liszt y Beethoven? El pia- nista permanecio en México hasta abril de 1866 y atin es probable que pretendiera fijar residencia con el objeto de dedicarse a la ense- fanza, a juzgar por la invitacién que hizo de profesores de musica en febrero de 1866"'° y la frecuencia con que los avisos de apertura de academias particulares solian aparecer en este lapso. Por otra parte, es indudable que la gran musica instrumental cu- ropea, si bien gustada por Ia gente culta solamente, era conocida en Mexico. En Ef libro de mis recuerdos, Garcia Cubas rememora con €s- pecial agrado las reuniones alrededor del pianista Tomas Leén en que se hacia oir el género: Piano de la Emperatriz Carlora. Firmado por Muzio Clementi and Collard, Casuillo de Chapultepec Don Tomas Leén, pianista distinguido, maestro excelente, .. era una personalidad que a las relevantes cualidades enunciadas, aunaba un exquisito trato, gran entusiasmo por el arte que profe- saba y una modestia suma que lo inclinaba siempre a reconocer jcosa rara en los de su profesidn! el mérito de los demas, sin hacer ostentacién del propio. Cuantos artistas legaban a la capital eran acogidos con beneplicito en la casa del habil pianista, quien les proporcionaba idéneos oyentes, y tanto los encomiaba por todas partes que al presentarse aquellos en el teatro, precedidos de la reputacion que les habia formado, eran saludados por el piblico con nutridos aplausos. Tan delirante era Leén por el divino arte, que no desperdiciaba ocasién para recrear su animo, en union de sus amigos que por aquel mostraban igual aficidn, ejecutando en el piano esas sublimes obras de la mtisica clisica, en la que el fino oido percibe inefables melodias, medio veladas por la riqueza de las combinaciones sinfOnicas. Sebastiin Bach, Mozart, Beethoven, 1 92 Plano vel Emperalor Maximiliano. Fabricado por Henri Herz Castillo de Chapultepec Haydn y Mendelssohn eran los maestros favoritos, cuyas obras al- ternaban con las de Rossini, Meyerbeer, Verdi, Gounod, Chopin y otros de relevante mérito. Casi siempre acompafiaba a Leén Ani- ceto Ortega, el gran filarménico por intuicion, el médico habil por sus profundos conocimientos, el literato distinguido por su vasta instruccién y facultad imaginativa, el hombre de sociedad por su fina educacion y, para mi, por su bello caracter, uno de mis mejo- es y mas queridos amigos. Otras veces poniase al piano Melesio Tomas Len Morales para darnos a conocer diversos trozos de su épera Ide- gorda 0 bien el mismo Aniceto nos deleitaba con su Intocaciin a Beethoven, sus nocturnos y sus valses originales, delicados y llenos de gracia. En las composiciones de Aniceto se reflejaban la belleza de su caracter y la elevacién de sus sentimientos, comprobando mas que ningin otro lo de que el estilo es el hombre, y en la ejecucién de aquellas veiase al maestro que obligaba al piano, a fuerza de delicadeza, a dar toda la expresion de que eran suscepti- bles las bellas y conmovedoras frases de sus composiciones. Ani- 93 94 32 gl LU AMISTAD. of Ap sé B. WALS QUB DEDICA 30 amisy TOMAS LON. ~f V5 er La amistad, vals de Tomas Leon ceto, con un ligero movimiento del hombro derecho para apoyar su mano en el teclado, hacia cantar o suspirar al instrumento Los mis asiduos concurrentes a tan agradables tertulias eran Aniceto y el doctor (Francisco) Ortega, Francisco Villalobos, Mele- sio Morales, Julio Ituarce, aventajado discipulo de Leon; don Jose Ignacio Durin, Director de la Escuela de Medicina; don José Ur bano Fonseca, abogado distinguido; don Agustin Silico, el doctor Julio Ievarte Eduardo Liceaga, don Ramén Terreros, don José Duefias y el que esto escribe. ‘Nunca olvidaré los entretenimientos musicales en la casa de Tomas Ledn, y sobre todo, el de una tarde en que la naturaleza, por una feliz coincidencia, asocié a una de las mas hermosas con- cepciones musicales, una de sus manifestaciones mas sublimes. Ejecutibase a cuatro manos la bella Pastoral de Beethoven, esa excelsa sinfonia, en la que las graciosas escenas campestres se desa- rrollan en la florida vega de un arroyo murmurante y son inte- rrumpidas por las primeras rafagas del huracin, precursoras de una tempestad deshecha. Los relimpagos se suceden y los truenos, a veces intermitentes y a veces continuados, arrecian por momentos, 95 Juho Ituare, discipulo predilecto de {ede yen cuyo domi, stusdo en la Aduane de Santo Domingo, pues su pute era el Teso: ero, se haan as andes fests Jel Ce- facto" (Romero, Jesus C, "Historia del Con Servaror™ Nueva Maia, m3, a0, juli, México, 1946. 1 Vee Apéadice, nota 13 hasta que los elementos desencadenados dan lugar a la espantosa tempestad. Ejecutaban Len y Ortega esa sublime parte de la sin- fonia, con el vigor que ella requiere, en los momentos en que la naturaleza se manifiestaba terrible y majestuosa; el agua caia a to- rrentes, azotando con estrépito las vidrieras de las ventanas, y una atronadora descarga eléctrica en el cercano templo de Santo Do- mingo!"* nos hizo estremecer y poder apreciar doblemente las enérgicas frases musicales del gran compositor. La tempestad ver- dadera, a la vez imitativa, fue calmando poco a poco, hasta volver aquélla su completa tranquilidad al tiempo y permitiéndonos ésta escuchar con deleite el canto religioso, tierno y melancélico que, al retirarse los campesinos, elevaban al Ser Supremo, en accion de gracias por haberlos librado de la pasada tormenta. A fines de 1865, este grupo, bautizado con el nombre de Club Filarménico Mexicano, intercedié a favor de uno de sus asiduos, el compositor Melesio Morales, para que el empresario Annibale Biac- chi pusiera con su compania la opera de Morales, I/degonda, que fue estrenada el 27 de enero de 1866. Las gestiones, largas y dificiles por la respuesta elusiva e incluso patridticamente ofensiva del empresa- rio, acicatearon al grupo, que ideé ampliar el mimero de sus miem- bros con el objeto de constituirse legalmente en la Sociedad Filarmé: nica Méxicana'’” y regirse por un Reglamento que traslucia el espi- rita de la Sociedad. Sus fines consistieron en fomentar el cultivo de las ciencias y la practica musicales, asi como en procurar el progreso y adelanto de la misica en México, para lo cual el grupo se arrogé la tarea de sostener la permanencia y continuidad de conciertos y la de abrir un Conservatorio gratuito de misica No fue esto iltimo facil de lograr. Se habia pasado por alto la oposicion abierta o solapada de aquellos misicos cuya subsistencia se fincaba en la paga de la ensefanza que, ya lo hemos dicho, comenzaba a ser un modus rivendi productivo. Con insdlita generosidad, la Socie- dad hizo un llamado franco ¢ inteligente La Comisin de Reglamentos ha llegado a entender que los misicos de profesién, que no comprenden sus intereses, hacen una oposicion sorda a la Sociedad y a sus benéficas instituciones, per- suadidos erréneamente esos opositores de que la ensefianza que se imparta gratuitamente por los maestros que pague la Sociedad Fi- larménica, ha de perjudicarles a los otros maestros actuales, por- que les arrebataria las pocas lecciones que hoy tienen de pags ¥ que les sirve de auxilio para pasar la vida. La Comision cree que este mal se debe y puede evitar; por lo que lejos que sus miras sean las de perjudicar a nadie, las tiene por el contrario de beneficiar a la clase que forman los misicos y si no acierta en los medios, no hay, por esto, motivo para hacerle la gue- rra, sino para indicarle cuales sean los que deben adoptarse, pues para eso estin abiertos los registros de la Sociedad y dispuestos @ recibir a todas las personas que quieran concurrir a esa obra meti- toria; de regenerar una clase util a la sociedad y procurar su bienes- 1" Romero, Jesus C Haron del Consereaono”, Nerina Mu shue tam 3, abo pu, Merc, 1946, 170. Garcia Cubs, Anton El le de ws ares Dae peente Manic! Leon Sanches, Mens, 1934, 9.324 Ver Apendice, nora 195 Garin Cabs, op tp 92H tar y progreso. El mal que se indica aunque tiene mucho de exoismo y descansa en un concepto falso, como el que permanezca estacionado en México el numero de los alumnos de paga aun cuando se generalice el gusto por la musica y las necesidades musi cales, puede facilmente prevenirse y remediarse con no admitirse por la Sociedad FilarmOnica en sus escuclas, a ningun discipulo que Pueda pagar su enscfianza; sino a los que entre otras cualidades tengan la de ser pobres y no puedan costear su aprendizaje La Comision de Reglamentos juzga que fuera de los hijos de los masicos, que serian admitidos en sus aulas, por ese solo titulo, han de exigirse con tal escrupulosidad las condiciones de la recep- cién que no debe temerse que entren los que tengan atributos para recibir por paga la ensefianza, de manera que ese mal es puramente imaginario, como lo serin todos si continuamos, como no lo dudo (ic), estudiando las necesidades del arte y de los artistas para pro- curar su remedio. La Comision se propone seguir desentendién- dose por ahora de la oposicion infundada de que se habla.!"* Finalmente, sin renunciar a sus propdsitos y convencido de que habia que aprovechar la experiencia adquirida, el grupo se acerco al Padre Agustin Caballero, cuyo prestigio era por todos reconocido. El Presbitero... contribuyd a la realizacién de la idea acce- diendo al deseo manifiesto de la Sociedad, de que fuese incorpo- rada al Conservatorio su Academia de Musica, establecida en una casa de la calle del Factor. Desde luego, la Sociedad se ocupé de formar el reglamento del nuevo plantel y en nombrar los profeso- res, cligiendo Director, como un acto conveniente y de justicia, al Padre Caballero. Incorporada, ademas, la Academia de Musica que sostenia el Ayuntamiento y dirigia la Srita. Dofia Luz Oropeza, el Conservatorio adquirié vastas proporciones, que, aumentando las necesidades, hicieron indispensable su traslacion a otro edificio de conveniente amplitud, lo que pudo Hevarse a efecto por la decidida proteccién que el Gobierno del Sr. Juarez impartid al nuevo Esta- blecimiento, concediéndole (el 25 de octubre de 1867) el editicio de la extinguida Universidad.” 10 El Conservatorio abrié sus puertas el 10. de julio de 1866. en su primera época, supo atracr a su seno a distinguidas agra paciones filarménicas, como las orquestas de la Opera, y Santa Ce- Cilia, el Orfedn Aleman, las bandas militares mexicana y austriaca, dirigida aquella por Gavira y ésta por Sawerthal, y a todos los amantes de la musica; el nuevo plantel conquisto a numerosos gru- pos de artesanos que sustituyeron los orfeones Popular y del Aguila Nacional, formados y dirigidos hibilmente por el dist guido pianista Julio Ituarte, con lo que se adquirio el doble resul tado provechoso de dar honesta distraccion a la clase trabajadora de nuestra sociedad y dotar al Conservatorio de grandes masas co- rales, que tan utiles debicran serle en sus futuras y grandiosas fun caones liricas.'? 97 "8 Ver Apéadice, noe 15, 98 Edificio del Conservatorio en la calle de Moneda. No sélo eso sino que, desde su fundacién, la Comisign de Concier- tos de la Sociedad impuls6 éstos ya.en el Teatro, ya en el ambito inti- mo de la Sociedad y el Conservatorio. Adquirido un ritmo permanente en la actividad concertistica, se justificé que en 1873 se hicieran mo- dificaciones en el Aula Magna de la antigua Universidad para conver- tirla en el Teatro del Conservatorio, obra que dirigid Garcia Cubas con fondos privados y fue inaugurada el 28 de febrero de 1874. Este teatro funcioné como tal hasta 1908. Seria optimista, sin embargo, pensar que el repertorio tocado en estos conciertos'** fuera el que solia tocarse en las tertulias de Leon, a pesar de que Alfredo Bablot escribiera entonces: La miisica clisica esta poco cultivada en México; es de deplo- rarse: uno de estos dias, cuando Deus nobis boec otia faciat, algo se °% Olavarriay Ferran opt. p 719. 1 nau istered! Consratori el doctor Romero alu a le posblidad de que el per deo La ermente contuare publiciadore en 16a, eche que desprende del Core de Cala de a Sociedad correspondiente a ese ato. No thy ot evdenei A los compostores de misna La So- edad Flamonice ba publeade a sgeme Convocatorir Sociedad Flarmonics Mexcana ‘Comvocatori pars un concur de componcion ‘musial bajo las sigatentes buses a Loscompor Stores masicos que hayan de concurtr al eu inen trun de don clases. uns Je arte ger, ‘Como walt de concert, octurmo, rondo ‘nanza con palabra o sin elas, marcha etcetera, Freier, y ota de mayor imporancia, que ‘Kade ahora queda fyalo que sera una opera sera.en dos ates cuando menos y palabras en Castellano. 2a AT autor Je la que obtengs cl remo de are gem x le obsequara com 200 ‘lemplares de Inediion clegantey correcta 3 ‘Alautor del dperaque obvenga la mejor cali ‘etn del prado, se premiara com una meal. ono o dos benches, seve la smportanca Ieprcronde obra) despues que a Souda Filrmonica Mexicans a haya pacsto ea excena paresio por sieventa 4a Flyutain de caliice Clon sera compuesto de cine personas ches for suercy hire las veinee que deste ahora ‘uedun insaculaasycuyos nombres, por orden iaberco, se ponen em segunda Aduna Ant tho, Babieas Agua, Cabalero Agestin, Cle tent Juli, Comtreras Francs, Foes Beato Gomes Jou Anton, Haare Jl. Lopez Seve fam, Leon Tomar, Lares Fee, Morales Me Testo) Moran Lan, Menexes Migeel Meller Pes to, Oncps Amico, Pangea Ces, Reyes ‘Charobal Sse Agu: Vale Antonio EL lide NIN 17 de febrero 1868) 18 Quvacriay Ferrari apt. p76 dira aqui sobre este interesante asunto. La comision de conciertos (de la Sociedad Filarmonica), con el laudable objeto de ir familiari- zando a sus consocios con esa clase de musica, ha acordado que cada sibado se ejecute, cuando menos, una pieza de los importan- tes maestros Haendel, Bach, Haydn, Clementi, Mozart, Dussek, Beethoven o Mendelssohn; esta es una prueba mas del constante afan de la Sociedad Filarménica por practicar el precepto de Hora~ al que es la divisa que ha adoptado: reunir lo util en lo agrada- ets Otras tareas se sumarian a las anteriores, entre ellas 1a publicacion de un periddico quincenal titulado La armonia, Organo de la Socie- dad, que daba a conocer sus tendencias, publicaba composiciones de sus miembros, daba cabida a la crOnica musical, a la biografia de mu- sicos mexicanos y a lecciones orales impartidas en el Conservatorio, asi como a todo lo referente a la ensenanza en éste. La armonia aparecio el 1o. de noviembre de 1866 y al parecer concluy6 después de 13 numeros, correspondiendo el dltimo al 1o. de mayo de 1867."* La Sociedad intent6 asimismo estimular la creacion musical entre los jdvenes mediante un concurso de composicion cuya convocatoria aparecio el 17 de febrero de 1868. Los resultados deben haber sido rnulos en vista de que los musicos mas aptos quedaron insaculados como posibles candidatos al jurado. '?* La aportacion mensual de los socios protectores ($2.00 al mes y en 1867 la Sociedad contaba con 200 socios protectores) y la obliga- cion de concribuir con su entrada a los conciertos de paga promovi- dos por la Sociedad, fueron los recursos economicos de que se valié esta para el sostenimiento inicial del Conservatorio. Gestiones enca- ‘minadas a ello hicieron posible, a principios de 1867, que la adminis- tracion del Imperio concediera el beneticio de la Loteria de la Ense- fAanza, Todavia en 1868 Ignacio Manuel Altamirano escribia La Sociedad Filarmonica debe su existencia solamente al gene- roso estuerzo de unos cuantos individuos que, sintiendo en su alma el amor a la gloria, se reunieron en familia y se propusieron hacer todos los sacrificios de la abnegacién y la perseverancia para llevar a cabo su grandiosa idea; el éxito ha coronado sus afanes; el desdén del Poder no ha logrado esterilizarlos, y muy al contrario, la Socie- dad Filarménica, independiente y lena de inteligencia ha tenido cada vez nuevas conquistas, y hoy se presenta vigorosa, magnifica, amada del pueblo y para mayor honra suya, sin el desgraciado as- pecto de un apostolado oficial.'** Nuevas gestiones permitieron que el Congreso decretara una subvencién durante el gobierno de Juarez, pero en 1877 el Ministro de Justicia, que era en ese tiempo Ignacio Ramirez, el Nigromante, aconsej6 a Porfirid Diaz disolver la Sociedad por considerar que al- bergaba en sus filas a fuertes adversarios politicos, partidarios de Igle- sias y Lerdo. Se tomé entonces una medida violenta cuya injusticia para la Sociedad salvaguard6 para siempre la vida del Conservatorio Ja insticucion fue nacionalizada. 99 1 Ver Apendice, nots 16 1 Ver apne, nota 7 1 El pape terde 12 de yo, 1864 8 Ver Apéadie, aot 18 9) Ver Apendie, aot 19 Ver Apéndice, sora 20 100 Con no poca arrogancia, el empresario Domenico Ronzani anun- cio el 25 de julio de 1864 la presentacion de su compania de opera italiana, “después de muchos afios de verse privada la hermosa capital de México de la diversin que le es predilecta’, decia, con lo que borraba de un plumazo el afin de los musicos mexicanos por tomar en sus manos la vida musical de la ciudad. Sin ir mas lejos, ignoraba desdenosamente la puesta en escena de Agorante, rey de la Nubia, que Miguel Meneses habia estrenado en e! Teatro Imperial para celebrar el cumpleafios de Maximiliano el 6 de ese mismo mes,'®? asi como Pirro de Aragén (12 de julio) de Leonardo Canales."** La critica a Meneses habia sido conciliadora: Los que esperaban escuchar una de esas espléndidas particiones ic) de Verdi, que es el autor mimado de la época, deben haberse sentido un poco chasqueados; pero querer que un joven, por pri- mera vez, pueda presentar sus ensayos en comperencia con las feli- ces inspiraciones de maestros consumados, ayudados por otra parte de los elementos del estimulo y buenos modelos que abundan en Europa, sin contar con sus nacionales conservatorios, es querer un imposible'®* Pero tampoco habia raz6n para que Ronzani echara candela al evidente desinterés del publico por el esfuerzo ciudadano. Por su parte, fue mediocre la compafia de Ronzani. A excepcin de las primeras figuras el tenor Francesco Mazzoleni era el mas conspicuo de ellas-, el grueso de los cantantes eran rezagos de com- pafias anteriores.'*" En'la orquesta, compuesta de 36 musicos, sobre~ salia el nombre de Jaime Nuno, radicado desde hacia tiempo en Esta- dos Unidos, que fegresaba ahora eventualmente como director de orquesta. La compaiia inicio la temporada el 29 de julio y concluyo sus presentaciones en diciembre de ese mismo afo. Dio algunas fun- ciones en Puebla y se acredité los estrenos de las operas Baile de madscaras (17 de agosto, 1864), Aroldo (23 de septiembre, 1864) y Vésperas sicilianas (27 de noviembre, 1864) de Verdi, Fausto (12 de octubre, 1864) de Gounod y Betly (12 de noviembre, 1864) de Doni- zetti. Un grupo de cantantes italianos y mexicanos, en el que figuraba Fanny Nataly y Enrique Testa, formaron en 1865 una empresa!" que pretendio hacer opera a precios populares con el objeto de llevar el espectéculo a “la mayor parte de una poblacién apasionada con la cultura de las artes", para lo cual habilité el Circo Chiarini. Entre julio y agosto dio 12 funciones con un estreno, I! Bondelmonte (12 de agosto, 1865) de Pacini, y hubiera continuado por mas tiempo si para septiembre no se hubiera anunciado en el Imperial la formada por Annibale Biacchi en la que brillaba en primer término la cantante mexicana Angela Peralta, que regresaba de Europa para presentarse profesionalmente en su pais.!3* A excepcién de 1a Peralta, no fue la excelencia de los artistas ~reunidos, si, en un cuadro homogéneo-, ni el numero de estrenos que ofrecié -s6lo tres en esta primera época: lone (28 de octubre, El tenor Francesco Mazzolent 1865) de Petrella, Los bugonotes (25 de noviembre, 1865) de Meyer- beer, y la Iddegonda (27 de enero, 1866) de Melesio Morales~ como tampoco la variedad de repertorio, lo que hicieron el prestigio de esta compaiia sino la frecuencia y lo ininterrumpido del trabajo. En cinco meses, un periodo relativamente corto, la empresa habia cubierto cerca de 60 funciones, sin contar los “beneficios” de los artistas, 101 102 SEMANARIO MUSICAL DIRECTORES em YD. RABE WORD “N32 a ‘vagupria MAS Ea So. 7 ry, WExIto. RUEDA ¥ RIESGO, taitores, ELSemanariy Mavs 1 Cuando a fines de noviembre se sumo a ella la Peralta, se habian abierto ya 3 abonos de 12 funciones cada uno El retraso de la Peralta, retenida en Europa por compromisos ad quiridos, habia mantenido al publico en la expectacion. Se recordaba su precocidad, cuando a los 8 afos habia cantado en una distribuciwin de premios la cavatina de Belisario, trozo que repitio anos mas tanie para la Sontag, de quien recibio el conseyo de estudiar en Italia. Su Primera presentacion publica habia sido en El trovador que los disc pulos de Agustin Balderas ~y la Peralta era uno de ellos- dieron en el Nacional ef 18 de julio de 1860. Su actuacion le habia prodigado exce lentes augurios y muchos entusiasmos, como el del cronista y poeta ‘Francesco Lampert 1815-1892) amigo de Rubin y la Pata ale rlanacon bo mas frandescamtantes del pasa. Sys el ‘Bela ea escuela alana de can, y Baa fnseanza en el estudio de la estan, Sat ‘lunes se sigularaatun or seman de to ‘os may purus Grove” Davvero nnd Stourton Chado por Mana y Campos, Armando, Auada Peralte oleccxm Vidas Nencanas, sones Xochit, Mex, 1941, poa8 0 te a? tb p31 9 thd, p62 ys Luis G. Ortiz (1832-1894), que le dedicé entonces las siguientes cuartetas: Bondadoso quiso prodigarte el cielo dones que raros en la tierra extsten cité en tu frente la Piedad su relo yl Genio hermoso y el amor te asisten Virtud y Caridad en dulce anhelo con sus galas lindisimas te visten, te cite la Fama, y lo pregona, de gloria y virtud doble corona. Rumbo a Italia se embarcé en Veracruz a principios de 1861. La acompafiaban su padre y Balderas, su maestro y amigo. Un concierto en Cadiz, escala en el camino, le habia valido el onomastico Ruisenor mexicano. En Milan trabajé con Francesco Lamperti,'™ que la llamaba Angelica di voce e di nome. Tiempo después, en la primavera de 1862, debuté en la Scala. Pompeo Cambiasi en su libro Note Storiche e Stati che'** consigna: 1862-maggio 13-Lucia di Lamermoor-Donizetti-Peralta (donna), Nicolds Saccomanni, Fiorini (womini)-Exsto: mediocre. En Turin y Piacenza canté en agosto de ese afio y en noviembre inauguro el Teatro Zizinia de Alejandria. Esta artista recuerda de manera admirable el bel canto italiano que ha valido a nuestro pais tantos elogios de los extranjeros ~se leia en La Monarchia Nazionale-,'** porque ella siente este canto, lo expresa con notas moduladas frescamente, con respiracion larga y bien sostenida, con voz insinuante que por ello encuentra en quien la escucha el camino del coraz6n (...) Por desgracia este canto va desapareciendo por la intemperancia de una escuela que dejando a un lado el lenguaje simple del coraz6n intenta solo im- presionar la imaginacion (...) La Peralta demostro una sensibilidad exquisita y una inteligencia verdaderamente soberana, Se le escucha sucesivamente en los escenarios de Turin, por se- gunda y tercera vez, Reggio, Pisa -donde alterno en Los puritanos con Binaghi, uno de los famosos baritonos de entonces-, Bergamo, Cre- mona, Lisboa y Bolonia. “La Setora Peralta canté como hoy rara vez se escucha cantar y obtuvo del pablico el verdadero bautismo de la celebridad”, consig- naba La Frastra Teatrale de Bolonia."** Antes de volver a México, dio en Paris un recital EI 19 de noviembre (1865) lleg6 a Veracruz Angela Peralta, a bordo del “paquete” francés acompanada de su padre y del maestro Balderas -relata De Maria y Campos.'*” La mafana del lunes 20 la familia de Angelita recibié un parte telegrifico anunciandole que por la tarde de ese dia llegarian padre ¢ hija. El empresario Biacchi habia preparado bastantes carruajes para que alas 2 de la tarde saliesen en ellos los artistas de la opera. A 103 104 Angela Peralta {as tres salié la familia, y en el resto de la tarde estuvieron saliendo ‘Aumerosas personas a pie, a caballo y en coche hasta la garita de San Antonio Abad. Cerca de la hacienda de Portales hicieron alto mas de cuarenta coches, que llevaban a todos los artistas del Teatro Principal, a los de los otros teatros, coristas de la pera, orquesta del Teatro Imperial y algunos otros cantantes, entre ellos la seiio- rita Vallejo. Mas adelante, en el pueblo de Mexicaltzingo, se encon- traban ya los coches de la seforita Pagliari, del baritono Mariano Padilla y demas artistas de la opera; y en Ixtapalapa esperaban la familia de la sefiorita Peralta, la del maestro Balderas, el empresi- tio Biacchi y su sefiora, funcionarios y personas notables, a caballo. Agustin Balderas Manuelito Peralta Castera, de 15 aos recién cumplidos, re- cordé después, con admirable precision, detalles de aquel entu- siasmo patridtico con que todas las clases sociales recibieron a la compatriota triunfadora: ‘Ese dia costaba un ojo de la cara un co- che, un caballo 0 cualquier clase de vehiculo; todo el mundo queria salir al camino a encontrar a la compatriota y saludarla el primero ‘A medio dia ya no habia nada de que disponer y todos se encon- 105 106 traban en camino para El Pefn y Santa Marca, Toda esta multicud encabezada por mi madre, la sefora Josefa Castera de Peralta, con mi hermana Elena, de cuatro aos de edad, acompanadas de la se- fiora Sultzer, esposa del empresario, y de Isabel Alba, amiga y condiscipula de Angela, en una calesa abierta, tirada por cuatro caballos, y yo a caballo, al estribo, seguido de todos los artistas y de los que a caballo iban. En pos de nosotros venian un sinnumero de carruajes El trayecto era en aquel entonces un poco largo para llegar al Peaon; habia necesidad de salir de México por la calzada de Tlal pan, dando vuelta por la Ermita para llegar a Mexicaltzingo, Santa Maria, Huastahuacan y los Reyes. Al encontrarnos con la diligencia en que venia el Ruisehor Mexicano, el entusiasmo que ardia en todos Ilego al colmo. Vivas, gritos, excétera, etcétera. Unidas ca- rroza y diligencia, madre e hija se tiraron a tierra y se echaron en brazos; entonces, aquellas aclamaciones, aquel entusiasmo enmu- decio y los caballeros se descubrieron. Aquello fue verdadera- ‘mente imponente. La ‘tierna escena familiar’ -continia De Maria y Campos- se desarrollé a las seis de la tarde, a la entrada del pueblo de Ixtapa- Japa. Angela ocups en seguida una carretela tirada por cuatro caba: llos, mientras el pueblo se desbordaba en entusiastas demostracio- nes de delirio patridtico, ganoso de vitorear libremente a México, oprimido por la administracion franco-imperialista y agitado por Jos vientos de su reconquista, proclamada por el partido liberal, que sin haber dejado un solo momento de combatir la empresa intervencionista, venia viendola en aquellos dias proxima a desmo- ronarse, abandonada por Napoledn el Pequefio. En seguida se or- ganizo la comitiva: por delante, a caballo, los empleados de la ad- ministracién del Gran Teatro Imperial; después, en una carretela abierta, tirada por cuatro caballos, la sefirita Peralta y su mama en el asiento de atras, y en el de adelante, el empresario Biacchi y su senora; a los lados del carruaje iban cuatro personas a caballo y tras, de él todos los primeros artistas de la Opera a caballo y dos carrete- las con las familias. Al llegar a Mexicaltzingo la comitiva, se hizo un alto para reci- bir mas y mis felicitaciones. A las siete y media se reanud6 el viaje rumbo a la ciudad; el asiento que el empresario Biacchi habia ocu- pado en la carretela de la senorita Peralta, lo venia ocupando la primadona Isabel de Alba. Al llegar a la garita de San Antonio Abad, hubo otra estacidn. Nueva multitud esperaba a la Peralta, formados en herradura los coches, con sus faroles encendidos Arriba, las estrellas también lucian espléndidas en honor de la diva mexicana. Detiivose la carretela, apeose la artista, y desde una im provisada tribuna se leyeron versos, se pronunciaron discursos; y le fue colocada a la Peralta una corona por los alumnos de la Acade- mia de Bellas Artes de San Carlos, a los acordes del Himno Na- ional, cocado por la Banda del Batallon de Policia, cantadas las estrofas por algunos cantantes mexicanos que se encontraban pre- sentes, y el coro por el pueblo, borracho de patriotism. No falta- 19" lavas Feraiep cit. pp 87-498. on exaltados que pretendieran en su entusiasmo desenganchar los caballos y tirar ellos mismos del carruaje, que ocupo nuevamente, emocionada hasta las lagrimas, Angela Peralta, opiniéndose a que sus compatriotas hicieran de acémilas. Por tercera vez se organizé la comitiva; una descubierta de va- rias personas a caballo; dos hileras de jinetes a los lados de la cal- zada y, en medio, el pueblo con hachones, llevando por delante una farola con los colores nacionales; la miisica, al frente del coche y los oficiales de policia, detras. En seguida varios particulares con hachones, los alumnos de la Academia de San Carlos y otros cole- Bios; luego, la carretela donde iba la Peralta y a un lado, a caballo, los baritonos Mariano Padilla y Sebastian Capelli; seguian numero- sos particulares a caballo, un inmenso gentio y cantidad de carrua~ jes. ¢Era una soberana la que entraba? A las ocho de la noche pasaba el desfile por las calles del Rastro, Puente de Jesis, Porta- celi, Flamencos, Plaza de Armas y Plateros, hasta descender la fes- tejada, lorando de emocion y graticud, en su casa de la calle de Vergara (hoy Bolivar), numero 13. ‘Era aquello el delirio -recuerda don Manuel Peralta y Cas- tera-. Apenas Ilegamos a la casa donde viviamos, Angela se vid obligada a salir al balcOn y presenciar el desfile que duro hasta cerca de las once de la noche, a pesar del enorme cansancio que la invadia a causa de lo penoso de los viajes que entonces se hacian. Mi casa se encontraba invadida de la sala a la cocina’. Todos los balcones y azoteas de las calles que recorrié la comi- tiva, viéronse henchidas de gente que aclamaba a la genial cantante mexicana. La Peralta debuté el 28 de noviembre con Sondmbula de Bellini, que dirigié su maestro Balderas. Cuando se presento en escena -cuenta Olavarria'®*- rompieron los espectadores en frenéticos aplausos, que duraron largo tiempo, mientras que el vasto salon se inundaba con una Iluvia de versos, flores y coronas. Estas demostraciones se repitieron cuando comenzé a cantar, y se renovaron durante toda la representacién cada vez que la Peralta daba alguna prueba de su habilidad artistica en los pasajes mas difi- Giles e interesantes de la hermosa partitura. Los oyentes hacian Comparaciones, que casi siempre eran favorables a nuestra artista, y Gunque era ficil conocer que en tan ardiente entusiasmo entraba por mucho un laudable sentimiento de nacionalidad, los inteligen- Pos decidieron al fin que aquellas demostraciones estaban justifica~ das y que México podia envanecerse de haber dado una verdadera notabilidad al arce filarménico. Seis de las doce funciones del cuarto abono que ella abrié y con- cluyé en diciembre, canto la Peralta: Sondmbula, repetida dos veces mas, Lucia, Marta y Los puritanos. Para enero de 1866 sus actuaciones se intensificaron: sucesivamente figurd en La favorita (2 de enero), 107 2 Mara y Campos p tp. 72 Ss Gémes Haro, Eduardo Husona dd Tears Pomp de Pahl, Poe bia 1902 teeado por Mary Campon opt p79), 6 Mana y Camposep at. p78 Td. pS Peres Verdi. Ls Hotona Parte dl ade dejar Guu alae, 1911 (Gado por Mana y Capos 9p 108 Maria de Rohan (5 de enero), Puritanos (9 de enero), Norma y Purt- tanos (14 de enero, tarde y noche), Traviata (16 de enero) y Semiramis (18 de enero). El 27 estreno I/degonda de Melesio Morales y el 29, en su primer beneficio, canté un potpurri de operas varias. En uno de los intermedios de esta funcién le fue otorgado el titulo de Cantarina de Camara del Imperio y obsequiado un aderezo de diamantes, regalo de Carlota y Maximiliano, acto que Ignacio Altamirano critico di- ciendo que “toda la frescura de los laureles que Angela Peralta habia traido de Europa, se marchitaban tristemente, vergonzosamente, ante la aceptacin de ese nombramiento de una corte bufa y opro- biosa”.139 Particip6 asimismo en Trovador (31 de enero) y en los beneficios de la cantante Matilde Plodowska (2 de febrero), Melesio Morales, nuevamente con la dpera Ildegonda (4 de febrero) y en otro mas 2 beneficio de los pobres de la Parroquia de Santa Maria (8 de febrero) Después salié a Puebla: Gran sensacién causé Ja noticia de que visitaria la angélica ciu- dad Angela Peralta, la cantante mexicana de mayor renombre Asaltado materialmente se veia el expendio de billetes de entrada desde las primeras horas del dia, y la demanda de localidades era tan considerable que entonces aparecieron por primera vez en Puebla los revendedores."*° De regreso a México, en abril, y antes de contraer matrimonio con Eugenio Castera, su primo, intervino en Purttanos (3 de abril), Baile de mascaras (5 de abril) y Lucta (9 de abril). A comienzos de ‘mayo inicid una gira por el interior del pais, “Gira costosisima y mo- lesta por no haber atin via ferrea, y en la que el trayecto se hacia en uayines y diligencias”, escribe De Maria y Campos.'*" En Querétaro fue el objeto de un entusiasmo frenético, princi- palmente en la noche de su beneficio, que se verifico el 5 del actual ~informaba ‘El Corresponsal’ en La orguesta—!"2 €sa noche fue espléndida; hubo luces de bengala tricolores, mil bouquetes con lazos tricolores, lemas patridticos, lluvia de ore } flores. Una nia vestida de blanco y rojo, subio a ofrecer a Ange. lita un magnifico ramillete sobre el cual estaba posado un cisne que sostenia en el pico una tarjeta de oro, magnificamente cincelate, con la siguiente € inscripcion: Al Rwisetor Mexi La Sociedad de Querétara, en la noche del 5 de mayo de 1866, 0" *4 Sttedad de De Querétaro pasé a Guanajuato, y de ahi e . ¥ de ahi a Durango, San Luis Potosi y Zacatecas, donde las recepciones fueron igualmente calidas. En Guadalajara inauguré con Lucia el Teatro Degollado, llamado en: guro Alarcon. La construccién, en relative atraso, s© 8 cia por Maria ¥ Capon) a. op. ct, p83) ot Ramirer, Serafin Hobans aria (en Mai y Campos 0. pone Después de algunas funciones, el 6 de octubre la Peralta cant en su beneficio Los puritanes en medio de una concurrencia que llenaba el vasto edificio hasta los pasillos, y con motivo del duo de las banderas, al oirse entonar ‘gritando libertad’, una parte considerable del publico del patio y las galerias se sintié inflamado y prorrumpi en vivas a la libertad y mueras al Imperio, con lo que se atm6 un serio escandalo por la intervencién de la policia que logr6 al fin calmar los animos ha- ciendo algunas aprehensiones ."* A tal punto fue rotundo el éxito de la gira, que Biacchi aseguro haber ganado limpios de polvo y paja cien mil pesos, lo que alento al empresario a formar un nuevo cuadro de cantantes italianos que de- but en el Imperial de México el 28 de octubre con Traviata y al que se sumé a partir de la tercera funcidn la mayor parte del primer elenco que recién llegaba de la provincia. Con igual intensidad de trabajo se cubrieron las funciones hasta el 23 de diciembre sin otra novedad en el repertorio que el estreno de Crispino y la comadre (22 de noviembre, 1866) de Luigi Ricci y Don Sebastian (6 de diciembre, 1866) de Donizetti. La Peralta, mas parca en sus actuaciones, prepa- raba el retorno a Europa. El dia de su beneficio (21 de diciembre, 1866) estrend unas Variacio- nes sobre El carnaval de Venecia, expresamente compuestas para ella por Octaviano Valle: Jamas hemos oido cantar a nuestro Ruisefior como el viernes ~aseguraba el cronista de El sigl XIX."* Las variaciones que le compuso don Octaviano Valle son de una dificultad extrema, Ha sido un tirano; sin embargo, él estaba seguro de que la habil tiple legaria hasta donde le ordenara la inflexible batuta. Parece increi- ble que pueda esta incomparable mujer lanzar tanta nota sin tomar respiraciOn; para ella son innecesarias las pausas; a veces cree uno que tiene un fuelle en el pulmdn. Trind su deliciosa voz como nunca; subid y bajo escalas cromaticas como jamas lo habia hecho, y entusiasm6 como pocas veces. Llevaba la beneficiada al cuello un ahogador de dos hilos de diamantes con un soberbio pendiente, un gran prendedor al pecho y dos brazaletes, que para nosotros es nuevo todo y de mucho primor; los aretes eran los que trajo de Europa. Ignoramos lo que encerraba una caja que se le presento de obsequio. En Orizaba y Veracruz actué antes de salir para La Habana donde se presento en el Teatro Tacén hacia fines de enero y principios de febrero de 1867 aunque extraordinaria como vocalizadora -registré Serafin Ramirez en Habana artistica-,'"* dejaba mucho que desear no obs- tante como actriz. Su mejor Gpera fue siempre Sondmbula” De La Habana pas6 a los Estados Unidos, actué en Nueva York 109 1 Andrés Cass y Plgar puso enexcena su eauyo dramasco en vera tld La an JosdelaPeala Wer Reyes dels Maa, Lis El ‘nary en Macy durante el Saande Inper. UNAM, Inara de Investigaciones Eee Estas y Faates del Artec Mexico vl Mexico, 1959, 13H, "Maia y Campos. cit, p. 86, 110 contratada por Maretzek y el 10 de octubre dejé definitivamente tie- ras americanas para embarcarse rumbo a Francia. La Peralta fue sin duda una artista que reivindicé viejos afanes, exacerbados en una época en que la intervencidn extranjera los exhi- bia evidentes. No es de extrafiar, pues, la repercusion que tuvo la Peralta en otros ambitos. Si inspire a poetas y musicos, a dramaturgos incluso,'*" también acelero la construccion de teatros ¢ hizo florecer con luminosa presencia la escena Provinciana. Cerremos esta primera estancia en México de la cantante con el soneto que Hilarién Frias y Soto (1831-1905) escribio entonces: No partas, no, para otro continente, a qué verter sobre lejano suelo esos acentos que robara al cielo tw vox de ruiseior pura y daliente? Que se arome para ti el ambiente con las coronas que en tu amante anbelo te arroja un pueblo despreciando el celo con que tu canto oyb la extratia gente que ese pueblo que te nombra bermana te adora, porque en ti mira el emblema de su gloria inmortal y soberana, ¥ su frente de rey noble y suprema, bor doblarla ante 11 feliz se afana Porque te ve del genio la diadema.™** CapituLo VII LA MUSICA EN MEXICO EN LA EPOCA DE JUAREZ, LERDO Y DIAZ (1868-1879) 5 Ateamieano, Ignace Manuel ‘Carussetumentaleserceracartaa Fanny [Nazly El pe NIN, Lt de abe, 1872 Fue sensible en los afios que siguieron al triunfo de la Republica un receso en las artes, en las importadas sobre todo. En 1872 Igna- cio Manuel Altamirano escribia: Nosotros, entre tanto, no podemos divertirnos. Primero por- que la escasez de fondos, consiguiente a la guerra, nos detendria a las puertas de los espectaculos, y segundo, porque los artistas no vie~ nen, espantados por el estado de cosas reinante. Y yo aseguro a usted -continuaba en la Carta sentimental a Fanny Nataly- que cualquiera compafia buena que viniese se arruinaria, porque el puiblico inteligente y mas asiduo a los teatros es el que vive del Presupuesto, y ahora esta haciendo economias forzosas. (...) El arte dramatico muere en México, el canto perseguido por el varia- ble clima del Valle, apenas se conserva raquitico en los salones como una flor debajo de una estufa; el baile cuando no es cancaneo de figon, se va acercando al tipo primitivo y monotono... Ule mamente sé que alguien ha pedido al Congreso una subvencion cuantiosa para traer de Europa una compania lirica... yo tengo para mi que ¢s un desatino conceder subvenciones hoy para com: pafiias de opera, cuando los empleados de la Nacidn se mueren de hambre, cuando los jueces, magistrados y otros funcionarios no reciben’su sueldo hace algunos meses, cuando las viudas de los veteranos muertos en defensa del pais perecen de miseria y cuando se quita el pan al pobre y al acreedor legitimo para dar gorgoritos y cabriolas al ocioso, al rico, al sibarita.”'"* Hubo ademis escasos visitantes solistas en esta década. Entre ellos resulta particularmente interesante la visita del violinista cubano José White (1836-1918), hijo de francés y cubana de raza negra, que ‘actué en el Nacional el 22 y el 30 de mayo de 1875 en conciertos tan desairados que prefirié alternar con los mexicanos en el Teatro del Conservatorio cedido gratuitamente por la Sociedad Filarménica el 2 y 5de junio. Los programa fueron insolitos en verdad: Chacona de Bach para violin solo, Sonata en Do menor de Beethoven para violin y piano, Trios de Mendelssohn y Beethoven, Quintetos de Mozart, etcétera White habia sido en 1856 Primer Premio en el Conservatorio de Paris donde estudié con Delphin Alard (1815-1888) y donde poste- riormente tuvo una catedra. La actividad concertistica, sin embargo, fue en estos lustros conti- nua debido a la calida proteccion de la Sociedad Filarmonica. Sus programas podran tacharse de ensaladas operisticas, pero a través de ellos se ofrecia al profesional y al aficionado un contacto perenne con 113 Ver Apéadice, nota 21 114 la musica y el publico, y a éste un habito necesario en la audicion de conciertos en los que podia encontrarse de vez en cuando obras de mayor envergadura Para celebrar el primer centenario del nacimiento de Beethoven, Por ejemplo, la Sociedad organizo dos magnos conciertos en el Na- ional, “positiva y artistica solemnidad”, en que los programas fueroo dedicados exclusivamente a la gran musica alemana: Haendel, Mo- zart, Haydn, Beethoven, Mendelssohn." Los conciertos debian lle varse a efecto el 29 y el 30 de diciembre de 1870, pero en atencion 4 la enfermedad de la Sra. Maza de Juarez el dltimo se propuso para el 18 de enero del aho siguiente. ° Olavciay Ferra it p-737 Melesio Morales No acabarfa nunca si hubiera de citar uno por uno aquellos Iucidos y brillantisimos conciertos de la Sociedad Filarménica ~re- fiere Olavarria-,"*! .. que hicieron progresar grandemente la mu- sica en México, € hizo sin mas elementos particulares lo que no ha hecho después ni hace alin su sucesor el Conservatorio Nacional, a pesar de que en él se disfrutan al presente sueldos que entonces no Se pagaban, ni nadie pedia, pues todos, 0 casi todos, trabajaban gratis, y con el mas entusiasta empefio, sin embargo. us

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