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Capitulo dos Emocién y sentimiento ‘OTRA VEZ LA EMOCION Sin excepcién, hombres y mujeres de todas las épocas y culturas, de diversos niveles de educacién y diferentes estratos econémicos, ex- Perimentan emociones, perciben emociones ajenas, cultivan pasa- ‘lempos que manipulan sus emociones, y gobiemnan sus vidas en gran ‘medida buscando una emocién, la dicha, y evitando emociones des. agradables. A primera vista, nada hay distintivamente humano en las emociones pues es notorio que abundan en criaturas no huma- nas. Lo peculiar es eémo se conectaron con ideas complejas, valo- Fes, principios y juicios privativos de la familia humana, y en esta conexién reposa nuestra legitima idea de que la emocién humana es especial. La emocién humana no solo implica placeres sexuales © temor a las viboras. También incluye el horror de ver suftiry la satisfacci6n ante la justicia, el gozo por la sontisa sensual de Jeanne Moreau o la densa belleza de las palabras e ideas en los versos de William Shakespeare; la voz cansina de Dietrich Fischer-Dieskau cuando canta Ich habe genug de Bach; los fraseos simultaneamente terrestres y celestiales de Maria Joao Pires cuando toca Mozart 0 Schubert, y la armonia que Einstein buscé en la estructura de una ‘ecuaci6n. De hecho, la misica comercial y los filmes de poco valor también estimulan emociones, cuya porencia nunca debe ser subes- timada. El impacto humano de estos motivos de emocién, refinados 0 no, ¥ de los matices emocionales que inducen, sutiles o no, depende de 51 SSENTIRLO QUE SUCEDE los sentimientos que esas emociones generan. Las emociones, que son pablicas y dirigidas hacia el exterior, empiezan a tener impacto en la mente a través de los sentimientos, que son intimos y dirigidos hacia el interior, pero el impacto entero y duradero de las emociones preci sa de la consciencia, porque el individuo solo logra conocer sus pro pios sentimientos con la llegada de la sensacién de self Algunos lectores se extrafiarén ante la distincién entre “senti- ‘miento” y “saber que tenemos un sentimiento”. ;Acaso el estado de sentit no implica, por necesidad, que el organismo sensible estd cons- ciente de la emocién y el sentimiento que se estan sintiendo? Sugie- ro que no es asf, que cualquier organismo puede representar, en. patrones neurales y mentales, el estado que nosotros ~criaturas cons- cientes~ denominamos sentimiento, sin llegar a saber que lo estd ex- perimentando. Esta separacién es dificil de imaginar, no solo porque el significado tradicional de las palabras ocluye nuestra percepcién, sino porque propendemos a tener consciencia de nuestros sentimien- tos. No existe, empero, evidencia alguna de que tengamos conscien- cia de todos nuestros sentimientos, y mucho tiende a sugerir que no la tenemos. Por ejemplo, en una situacién dada suele ocurrir que nos percatemos stbitamente de que nos sentimos ansiosos o ineémodos, complacidos o relajados, yes innegable que el singular estado de sen- timiento que experimentamos empez6 antes del momento en que co- rnocimos su existencia. Ni el estado de sentimiento ni la emocién que Ilevé a él estuvieron “en la consciencia”, y sin embargo se desplega- ron como procesos biol6gicos. Aunque a primera vista estas distin- ciones pueden parecer artficiales, mi intencién no es complicar algo

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