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POLITIGASCULTURALES EN AMERICA LATINA NESTOR GARCIA CANCLINI, ed. GUILLERMO BONFIL. JOSE JOAQUIN BRUNNER JEAN FRANCO OSCAR LANDI SERGIO MICELI PEL #045130 : * ia 301.2 P758 cultura y sociedad coleccién enlace MEXICO BARCELONA BUENOS AIRES INSTITUTO DE ances oe POLITICAS CULTURALZS EN AMERICA LATINA © 1987, Néstor Garcia Canclini, ed. 1D. R.@1987 por EDITORIAL GRIJALBO, S.A. ‘Gals, San Bartolo Naucalpan nim. 282 "Argentina Poniente 11250 Miguel Hidalgo, México, D.F. i5Se SEGUNDA EDICION Indice Introduccion. Politicas cutturales y crisis de desarrollo: un balance latinoamericano, por Néstor Garcia Canclini .. I. Las transformaciones en el anilisis de las politi- cas culturales . a) De las descripciones burocrdticas @ la con- ceptualigacion critica b) De las cronologtas » discursos ala investiga cién empirica ©) De las politicas gubernamentales a los movi- mientos sociales . * d) De los andiisis nacionales a fa investigacién internacional . e) Dela documentacién sobre el, [pasado a ta is ine vestigaci6n critica y la planificacion IL. Politicas culturales y crisis socioecondmica - . . IIE, Los paradigmas politicos de la accién cultural . a) Elmecenazgo liberal .. b) Eltradicionalismo patrimonialista ¢) Elestatismo populista..... d) Laprivatizacién neoconservadora. e) Lademocratizaci6n cultural. J) Lademocracia participativa. TV. Cuestiones pendientes ... POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. a) La investigacidn de la vida cotidiana y las ne- cesidades populares 34 b) La reorganizaci6n de la cultura bajo et desa- rrollo industrial y tecnoldgico .. ) Politica cultural y creatividad social 59 La politica .aral en Ia época de Reagan, ‘por Jean Franco 68 Nota final... 6 ‘Los pueblos indios, sus culturas y las politicas culturales, por Guillermo Bonfil ...ccccsccsescceeesees 89 {. La dimension cultural y el desarrollo de los pue- blos indios 89 a) Réquiem por el desarrollo integrador 89 8) Se hace camino al andar . 92 } Nuevos retos. 98 II, Cultura propia, grupo étnico e identidad . HL. Consideraciones sobre politicas culturales y al- ternativas TV. Algunas reflexiones finales 114 123 Estado, mercado y necesidades populares: las politicas culturales en Brasil, por Sergio Miceli «127, ‘Campo cultural y democratizacion en Argentina, por Oscar Landi . 145 I, Entre la herencia autoritaria y la pportunidnd demoeratica 2. 145 1. Los dilemas del Plan Nacional de Cultura =. 156 a) Entre los principios y un Estado Jeudati- zado. - 156 INDICE nt 159 161 163 b) Dela oposicién al gobierno . ©). Laperplejidad frente a la television a) Lacultura popular en cuestion. .. e) La planificacion por fuera y por dentro de los conflictos 167 lil, Politicas culturales y culturas politicas........ 169 Bibliografia Politicas culturales y democracia: hacia una teoria de las oportunidades, por José Joaquin Brunner 175, Agentes ¢ instancias organizativas . . Neaturaleca y clasificacién de circuitos cultura- 178 186 187, » 188 a) Politicas que presentan intervenciones en el Circuitos culturales puros . Componentes de todo circuito . Tipos de politicas culturales.. nivel de los agentes . 188 Il. Politicas relativas a los medios de produccion . .. .. 189 I. Politicas relativas a los canales de comunica~ IV, Politicas que tienen que ver con los piiblicos. . 189 V. Politicas que tienen que ver con las instancias institucionales de organizacién de los circuitos culturales Politicas culturales organizativas a) Politicas en y frente al MERCADO ....... 190 n POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA b) Politicas en y frente a la organizacién AD- MINISTRATIVA de procesos ‘culturales . + 193 co) Politicas en y frente a la organizacion co- MUNITARIA dela cultura .. v, 194 Politicas culturales democrdticas: sentido general .: . 196 Politicas culturales democraticas: sentid especificos 200 Bibliografia . Bibliografia general: . Introduccion Politicas culturales:y crisis de desarrollo: un balance latinoamericano Néstor Garcia Canclini Politica y cultura: dos campos’ adversarios para mu- chos politicos, para muchos artistas e intelectuales. Los politicos suelen dar por supuesto que la sociedad tiene problemas mas apremiantes, sobre todo en tiempos de austeridad, de modo que prefieren dejar que las deman- das culturales de sectores tan pequefios, cuyas activida- des interesan a minorias y repercuten poco en los movi mientos det electorado, se:resuelvan en la competencia entre grupos, tendencias y organismos privados. La mayoria de los artistas ¢ intelectuales viven lo poli- tico como un territorio ajéno y amenazante. Ven en los intentos de planificar la cultura conspiraciones contra la espontaneidad creadora, les hacen pensar en seguida en Hitler, Stalin en el despotismo deslustrado de los dic- tadores latinoamericanos. Hasta escritores que argu- mentan én favor del compromiso social de su trabajo encuentran en los partidos, los poderes estatales y las polémicas politicas conjuras enemigas de lo que Vargas Llosa denominé hace poco el “primer deber del intelec- tual: ser libre’’. ‘‘Uno intenta hablar del problema de la libertad de expresién y le preguntan cudnto gana, por B 4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA qué escribe en tal periddico y no en el otro y si sabia quién financié el congreso en el que participo.””! Estas son algurias de las razones por las que las politi- cas culturales constituyen un espacio de existencia du- dosa: ‘De qué politicas culturales vamos a hablar si en mi pais no existen’’, escuchamos decir a socidlogos y escritores de Argentina, Brasil, México, Peri. Esa frase suele referirse a la falta de una coordinacion explicita que dé coherencia a las acciones estatales, como ocurre en Jas politicas econdmicas, de salud o vivienda. El area cultural aparece a menudo como un espacio no estructu- tado, en el que coexistirian arbitrariamente instituciones Y agentes personales muy heterogéneos. La falta de in- terés de los Estados y de los partidos, de derecha e iz- quierda, deja.csta zona de la vida social en manos de di- versos mecenas 9 librada a las iniciativas de instituciones desconectadas.. Para muchos politicos, socidlogos y-eco- nomistas, la politica cultural es un.tema que se discute sin rigor entre artistas y escritores, o que encubre con ar- gumentos formales simples luchas de intereses por la distribucién de fondos piblicos y privados. En verdad, lo que hoy llamamos politica cultural tiene prefiguraciones lejanas, Seria legitimo indagar su origen en los proyectos fundadores de nuestros paises, particu- jarmente en politicos intelectuales, como Sarmiento o ‘Vasconcelos, que desplegaron una estrategia de desarro- Ilo cultural consciente de sus objetivos finales en cada area social y del modo en que debian articularse la edu- cacién, 1a composicion sociocultural de la poblacion y el desenvolvimiento econdmico. Podriamos remontarnos hasta la Colonia, investigar las politicas culturales de di- versos sectores de la Iglesia y obtener explicaciones que necesitamos para entender cémo se construy6, a través de sistemas organicos de acciones culturales, distintos ti- Mario Benedetti y Mario Vargas Llosa, “América Latina, fos intelectuales ye subdesarrolio politico”, Vuelta;ntim. 92, México, julio 1984, p: 49. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. j5 os ‘de hegemonia ‘politica. Pero por 6 voiltiea Suleural aparece tan. redenceaee oo 's en las dos ultimas décadas cuand ic que dicha formula abarca cambian:su ee Bat. cQué ha ocurrido para que muchos Estados y orga- nusmos internacionales: —el' mas notorio la UNESCO— realicen Congresos y estudios sobre politica cultural, para que algunos partidos politicos y Cientificos sociales la considerén junto a los temas econdmicos y politicos a los que tradicionalmente reducian sus Practicas? Co- mienza a encararse en América Latina la creacién de mi- nisterios de cultura, se formulan por primera vez planes nacionales para este campo, los Estados realizan Jo que Sergio Miceli: denomin6, refiriéndose'a Brasil, la “‘cons- truccion institucional del Area cultural’”.2 A Ja vez, se aplican al conocimiento de la cultura metodologias de Investigacion tan rigurosas como a las otras partes de la estructura social, superando asi ia época en que este. campo sdlo mérecta especulaciones filoséficas y.ensayos intuitivos. Las politicas culturales ya no son solainente motivo de debates doctrinarios en revistas literarias: 0 suplementos ‘Periodisticos de fin de semana. Es esta aera anaeen Ja que tratamos de Tecoger y discutir en ie fransformaciones en el andlisis de las ‘poltticas Cuando uno recorre la bibliografia ida baj Cuando uno 1 producida bajo | titulds “politicos cutturales” o “cultura y politica’ en cuentra ante todo la dificultad de constituir y delimitay pp. saitio Miceli (ore), Estado e cultura no Brasil, Sa0 Paulo, trex, 1984, 6 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA el objeto de estudio, asi como de establecer un ametads pertinente de investigacién. Observamos que en las dos filtimas décadas, desde que comenz6 a trabajarse siste- miaticamente en este campo, se efectuaron los siguientes movimientos, que significan un avance en esta tarea: a) De tas descripciones. burocraticas a ta conceptualizacién critica njunto mas extenso sobre politicas culturales en es- Patel e la.coleccién de libros y fasciculos preparados por la UNESCO sobre los paises latinoamericanos: La casi totalidad de esos textos se limita a describir el orga- nigrama burocratico de los. Estados, enumera Jas institu- ciones y sus principales: actividades. Segin. los autores, se da mas énfasis a los aspectos juridico-administrativos. (por ejemplo, el libro de Edwin R. Harvey sobre Argen- tiria),} a la historia: nacional (el de Jorge Eliécer Ruiz acerca de Colombia),‘ 0 a las innovaciones instituciona- les de los ultimos ajios (el de J. Saruski y G. Mosquera sobre Cuba).‘ Es dificil formarse una idea de las contra- dicciones y polémicas que suele implicar el desarrollo de politicas culturales a través de, esos textos demasiado liplomaticos. Tota problema se encentraon muchos documen- tos y ponencias de las conferencias intergubernamentales sobre politicas -culturales organizadas por la UNESCO, desde la primera en Venecia, (1970), hasta la Gltima en México (1982). Es valioso que esas conferencias ‘hayan 3 Edwin R. Harvey, La politica culfural en Argentina, Paris, UNESCO, oT sorge Hiéeer Ruiz, La politica cultural en Colombia, Pars, uNesco: 1976. ae Jaime Saruski y Gerardo Mosquera, La poittiea cultural en Cuba, Patsy enmenn 1570, Se envontrar en a biliogafia final los dems tulos publica ‘dos por la uNEsco sobre otros paises latinoamericanos. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 17 contribuido a-formar un cierto sentido comiin interna- cional acerca de que el crecimiento de los paises no puede evaluarse.sdlo por indices econémicos, y que et desarrollo cultural, concebide como un avance conjunto de toda la sociedad, necesita una politica publica y no puede ser dejado como tarea marginal de élites refinadas 0 librado a la iniciativa empresarial de grandes consor- cios comunicacionales. Otro mérito que debemos reco- nocer a esas reuniones es que temas claves como la trans- nacionalizacion de la cultura, el control imperialista de la informacion y la desigualdad social en la apropiacion del arte hayan dejado de ser discusiones murmuradas s6- jo en. revistas de izquierda. Ademas, la UNESCO viene promoviendo en esas conferencias acuerdos internacio- nales para la defensa del. patrimonio nacional, el acceso de sectores populares a la cultura y la proteccion de los derechos de artistas y trabajadores culturales. Sin em- bargo, desde el punto de. vista del debate. sobre las contradicciones basicas de nuestro desarrollo, estas vonferencias reiteran los limites de las. reuniones intergu- bernamentales. Complejas cuestiones tecnologicas, lin- gilisticas y artisticas ‘son tratadas s6lo por politicos profesionales, en algunos casos ni siquiera elegidos por sus pueblos. Se aconsejan medidas de proteccion a las culturas indigenas y populares, pero sus protagonistas ac participan. La fuerza y el rigor de los discursos que- dan entonces librados al talento y la elocuencia de algu- nos ministros (por ejemplo, Lang y Mercouri en la Con- terencia de México). La mayoria de las intervenciones seducen o disimulan las contradicciones vividas en las ‘ociedades de las que hablan. Por eso, los conflictos y dificultades que acompafan las politicas culturales, los problemas tedricos y metodo- iogicos que implica su estudio, aparecen.—més que en lus grandes conferencias de la UNESCO— en las reu- niones de especialistas que esa institiicién convoca pe- Fiddicamente y en otros debates intelectuales'y estudios 18 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. émicos, Sdlo en los diltimos diez afios comienzan a aeteise ‘andlisis que trascienden el catalogo burocré- tico, que retinen a politicos, cientificos sociales y artistas ‘para examinar las bases conceptuales de las acciones cul- fhurales. Es el caso del simposio que acabamos de citar sobre Estado e Cultura no Brasil, que se efectud en en Sao Paulo, del cual traducimos para este yolumen un texto de Sergio Miceli —coordinador del simposio— so- bre las relaciones entre “Estado, mercado y necesida- des populares”. Otro ejemplo lo tenemos en ellibro Cur turas populares y politica cultural realizado también en 1982 por el Museo ‘Nacionat de Culturas Populares de México, bajo la coordinacion de Guillermo Bonfil, de quien publicamos aqui un texto mas reciente acerca de las grcrucijadas politicas en que se encuentra la cuestion in- digena. b) De las cronologias y discursos « ta investigacion empirica ys voltimenes y articulos que incluyen en su titulo eee sepolitca cultural’ son textos declarativos o apologéticos elaborados por organismos o funcionarios fuego de un. petiodo de accion gubernamental. Estoy pensando en los libros publicados por los gobiernos de Cuiba’ y Nicaragua’ con discursos de sus lideres y docu- mentos oficiales; en el libro de Alfredo ‘Tarre Murzi,? Honde el expresidente del Instituto Nacional de Cultura $ culermo Bont Hala etal Cultures popilares politica cultural, “México, Museo de Culturas Populares / see 1982. “ 7 Politica cultural de la revolucidn cubana, La Habana, Editorial de Cien- as Sociales, 1977. os Hacia una politica cultural de la revolucion popular sandinista, Maint- ‘gua, Ministerio de Cultura, 1982, : 9 Alfeedo Tarce Murai, El Estado y la cultura, La politica cultural en Ve~ equela, Caracas, Monte Avila Editores, 1972. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 19 y Bellas Artes de Venezuela establece la memoria de su trabajo y sitita la problematica cultural de ese pais en una reflexién periodistico-diplomatica sobre las tenden- cias del capitalismo y el socialismo. Hay que reconocer en estos libros el mérito de documentar y buscar cohe- rencia a las acciones desarrolladas por los Estados. Pero para descubrir el sentido global de esas politicas se nece: ta, ademas de la reflexion de los protagoniistas, la investi- gacién empirica que evalite la manera en que las acciones piblicas se vinculan con las necesidades sociales. ©) De las politicas gubernamentales a tos movimientos sociales De acuerdo con esa tendencia prevaieciente de! -pensa- miento moderno que concentré en los Estados el ejerci- cio de la politica —econémica, cultural, sanitaria—, la mayor parte de la bibliografia reduce el tratamiento de este tema a lo que hacen los gobiernos. Sin embargo, la presencia creciente de las transnacionales y de las empre- sas privadas nacionales en el campo cultural, asi como el papel desempeiiado por agrupaciones culturales de base, movimientos eclesidsticos y asociaciones privadas en los procesos de democratizacién latinoamericanos,’ mues- tran la necesidad de extender la problematica de las politicas culturales al conjunto de acciones desarrolladas por los grupos ¢ institticiones que intervienen: en esta rea, El texto de Jean Franco acerca de la politica cultu- ral de Reagan, que inicia este volumen, muestra cémo se estructura desde el neoconservadurismo de la metrépoli su relacion con las necesidades socioculturales y los pro- cesos politicos latinoamericanos. El de José Joaquin Brunner es un intento original de construir una tipologia capaz de articular los diversos circuitos culturales (publi- cos, privados y de asociacién voluntaria) y de repensar las tareas de los movimientos de oposici6n. POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA d) De los andiisis nacionales a la investigacion internacional La dependencia de los trabajos. sobre politicas culturales de una perspectiva estatal determina que.su horizonte tenga, a menudo, los limites de la sociedad nacional. Las conferencias regionales y mundiales de la UNESCO dieron espacio para.cierto intercambio. mas amplio, aunque restringido casi siempre a las esferas gubernamentales. En algunos estudios académicos y en coloquios internaciona- les auspiciados por centros de investigacion, se trascien- den los enfoques locales y comienzan a construirse para- metros tedricos para analizar las politicas transnacionales © los prodlemas comunes en diversos paises." Uno de los encuentros que mejor muestra la fecundidad de estos es- fuerzos internacionales de coproduccién intelectual fue el organizado en marzo de 1985, en Chile, por el Centro de Indagacién-y Expresibn Cultural y Artistica (CENECA) de ese pais, el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) de Argentina y ¢l INTERCOM de Brasil. En la convocatoria se dice que la democratizacion, de los paises del Cono Sur ofrece a los mas diversos “actores politicos, intelectuales y culturales el desafio y la posibi- lidad de desempefiar un rol activo en el disefio de mar- 18 Citemos el simposio organizado por el Consejo Latinoamericano de ‘encias Seciales en 1981 en Santa Marta, Colombia, sobre el tema “ ‘aunicacion y demiocracia’” (publicado en el fibro de Elizabeth Fox et al., Comuicacisn y democracia en. Areérica Latina, Lima, DESco-CLACSO,, 1982); ¢1 que reunig a investigadores. de varios paises latinoamericanos.y de Esta- dos Unidos en la Universidad de Columbia, en abril de 1985, bajo el tema “Cultura popular, resistencia politica y politcas culturales en América Eati- na’; el auspieiado por ef Centro de Estudios sobre Cultura Transnacional, on sede et Lima, y el Centro de Investigacion y Educacion Popular de Bo- iota en esta misma ciudad, en agosto det mismo afio, para ocupairse de fos Nineulos entre “Cultura” tansnacional, cultura popular ¥ politicas ‘culturales”. POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 21 cos orientadores y de politicas: culturales’’; pero. esta oportunidad, semejante a la de la década de los sesenta, se diferencia ahora porque se da luego de largos gobier- nos militares y en un periodo de crisis y “‘replanteamiento en las matrices tedricas y en los andlisis sobre politica, democracia, estado, sociedad y cultura’”. Se sefiala tam- bién que los cambios suscitados por las transforma- ciones tecnolégicas, industriales y comerciales de la comunicacién a nivel mundial y regional exigen tratar conjuntamente la situaci6n de Argentina, Brasil, Chile, Pera y Uruguay. Cabe decir que estos temas, asi como el de la democratizaci6n, no solo requieren la reflexion y el estudio conjunto en los paises que emergen de-dictadu- ras; también’ se vuelven centrales en el debate de otras sociedades, Una de las principales expresiones de la ge- neralizacion de investigaciones en este campo es la crea- cién de un Grupo de Trabajo sobre Politicas Culturales en CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias So- ciales), compuesto por varios autores de este volumen —Brunner, Garcia Canclini, Landi y Miceli, y por Antonio Augusto Arantes, Carlos Catalin y Luis Peira- no. Dicho grupo est4 desarrollando una investigacion comparativa sobre las relaciones entre politica cultural y consumo en Argentina, Brasil, Chile, México y Pera. e) De la documentacién sobre ef pasado @ la investigacién critica y la planificacion Documientar las politicas culturales sigue siendo una ta- rea indispensable para poder hablar de ellas, o sencilla mente para evitar la desmemoria de nuestros pueblos. En varios paises de América Latina es algo que atin debe ser iniciado. Pero para que ese registro alcance cierta ob- jetividad y valor explicativo, niecesita ser hecho no sdlo por los protagonistas o los poderes tesponsables de las acciones, sino mediante un trabajo de investigacién que 2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA evaliie las politicas en relacién con sus resultados, con la recepeion y refuncionalizacién que tales politicas sufren al llegar a sus destinatarios. Quizds otro de los hechos reveladores de la nueva etapa en que estamos sea que la denominaci6n “politica cultural’’ no se coloca ya tinica- mente en los anillisis post facto de los gobernantes; co- mienza a aparecer en los primeros planes nacionales de cultura de algunos gobiernos. Como. un ejemplo de lo que significa esta busqueda a priori de coherencia en las acciones de un Estado y de io que los cientificos sociales pueden hacer respecto de. la fundamentacién de las politicas culturales, presentamos en este volumen un es- tudio critico de Oscar Landi sobre el Plan Nacional de Cultura del gobierno argentino (1984-1989). i. Poltticas cuiturales y crisis socioeconémica 2A qué se deben estos cambios en el i poiiticas eulturales? Una primera explicacion odes encontrarla en la crisis de los modelos productivistas, tanto keynesianos como marxistas, que hasta hace poco regian la planificacién del desarrollo. La incapacidad de Jas soluciones meramente econdmicas o politicas para controlar las contradicciones sociales, las explosiones demograficas y la depredacion ecoldgica ‘han ilevado a cientificos y politicos a preguntarse por las bases cultu- rales de la produccién y del poder. Se acepta que el desarrollo no’es solo una cuestién referida a patrones y niveles materiales, sino también al significado del tra- bbajo y la recreacion, al seritido que las sociedades cons- truyen, junto con su produccién, en las canciones y las imagenes, en el consumo, la educacion y la vida diaria, Luego, para estudiar el desarrollo y su crisis hay que tomar en cuenta tanto lo que declaran las encuestas y las POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO. 23 cifras, como el abierto misterio del arte: esos textos que dicen lo que significa la residencia en Ja tierra, la mala hora, los pasos perdidos. Hasta hace pocos afios la literatura latinoamericana sobre la modernizacién, que entendia este proceso como ja aproximacion a los modelos industriales de las metré. polis, se ocupaba de la cultura —sobre todo de las cultu- ras tradicionales— anicamente como “obstaculo al desa- rrollo’”. Las relaciones de compadrazgo y parentesco, las creencias religiosas y otros valores arcaicos s6lo eran estu- diados para saber mejor como eliminarlos. Sin embargo, Jas evidencias de inviabilidad del modelo metropolitano en nuestros paises, y la crisis de la concepcién unilineal de Ia historia que lo sustenta, abrieron el espacio cientifico a nuevas maneras de ver las funciones sociales y economi- cas de la cultura. Se presta creciente atencion al papel (muchas veces positivo) de las diversidades culturales en. el crecimiento econémico, a la solidaridad étnica o reli- giosa como recurso de cohesion. social, y a las técnicas de produccién y los habitos de consumo tradicionales como base de formas alternativas de desarrollo." ‘Un cuestionamiento semejante aparece en los discursos politicos. Ya es comén que cualquier declaracion de esta- distas y organismos internacionales reconozea los errores a que llevé la concepcién economicista del desarrollo, y que los cambios tecnologicos ¥ sociales deben arraigarse 1 Bntre los trabajos recientes que reconsideran el papel de la cultura en et desarrollo, destacamos los de Lourdes Arizpe, “Plaralésmo cultural y desa frollo social en América Latina: elementos para una discusion’’, y de Rodol- FoStavenhagen, “Notas sobre la cuestién éenica’”, ambos en Estudios Socio“ Togicos, vol. I, nim, 4, enero-abril 1984, pp. 17-28 y 135-167; los de Jorge ‘Ghastarena, ‘“Creacion intelectual, estilos alternativos de desarrollo y futuro (ate chilizacin industrial, y de Celso Furtado, “*Creatividad cultural y de- Sarollo dependiente”, publicados en el libro de Pablo CGonzélez Casanova Gcoord,), Cultura y cfeacién intelectual en América Latina, México, Sislo eeanaveUniversidad de las Naciones Unidas, 1984, pp. 1-24 y 122-128; y de Marlo Margulis, Cultura y desarrolio en México: la reproduccién de las ui- dades doméstioas, México, INAH, en prensa. 2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA en los haditos culturales.2 También en los movimientos de oposicién, en los debates sobre las dictaduras y la de- mocratizacién, comienza a verse el papel especifico de la cultura, sobre todo de las culturas populares. Es curioso que en un continente en el que las masas fueron decisivas en las revoluciones, por lo menos desde la mexicana de 1910, la cultura popular casi nunca Kaya sido un proble- ma central para los estudios politicos. ;Cémo explicar que tantas revoluciones frustradas —la de Bolivia en 1952, los intentos de repetir la experiencia cubana en ése y €m otros paises— no hayan suscitado trabajos cientificos sobre las causas por las que las masas fueron derrotadas 0 no respondieron a los llamados de las vanguardias? Es en esta ultima década cuando se desarrollan estu- dios interesados en entender las bases culturales de los movimientos populistas y revolucionarios, Algunas in- vestigaciones y polémicas sobre las principales revolu- ciones (desde la mexicana a la nicaragilense) y sobre los regimenes dictatoriales han puesto en evidencia el papel de la cultura en la construccién de la hegemonia y el consenso. El interés por conocer los procesos cultura: les esta creciendo también en miovimientos populistas y. de izquierda que reconocen entre las causas de sus derro- tas las falencias de concepciones clientelistas y economi- cistas sobre el desenvolvimiento: ideolégico de. las 12.Un ejeraplo vatioso por su nivel argumentative y porque resulté: del acuerdo entre muchos paises: la “*Conferencia intergubernamental sobre las politicas culturates en América Latina y el Caribe, Problemas y perspectivas”, Bogota, 10-20, enero 1978, Paris, uNesco, 1977. '3 Ademsde los textos citados de Micell y Bonfil Batalla, asi como os refer dos a Cuba y Nicaragua, pueden consultarse los libros de Alberto Ciria, Politica ‘Yeultura popuar: la Argentina peronista (1945-1985), Buenos Aires, Edit. de ia Flor, 1983; Varios, Poltica cultural del Estado mexicano, cee-cere. 1983; Juan Carlos Tedesco et al., El proyecto educative autoritario. Argentina 1976- 1982, Buenos Aires, PLAcsO, 1983; Oscar Landi, “Cultura Politica, siclon democritica’*; en O. Oselak et al., Proceso", crisis y transicién de- ‘mocrdtica, Buenos Aires, cEDAL, 1984; y José Joaquin Brunner, ‘Cultura y ‘crisis de hegeionias”, en J.J. Brunnes-y G. Catalan, Cinco estudios sobre cultura y sociedad, Santiago de Chile, rLacso, 1985. POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 25 masas.'« El agotamiento del foquismo guerrillero-y de la idealizacion del proletariade como Gnica clase revolu- cionaria ha suscitado mayor preocupacion por entender el comportamiento de todos los sectores populares, in- cluso las manifestaciones culturales aparentemente me: nos vinculadas ‘con la movilizaci6n politica inmediata, Pero que condicionan la manera en que las clases piensan y actiian. Coincidentemente, la redefinicion del concepto de cultu- ra ha facilitado su reubicacion en el campo politico. Al de- Jat de designar tnicamente el rincén: de los libros y las bellas artes, al concebir la cultura —en un sentido mas proximo a la acepcién antropologica— como el conjunto de procesos donde se elabora la significacion de las estruc- turas sociales, s¢ la reproduce y transforma mediante ope- raciones simbélicas, es posible verla como parte de la socializacién de las clases y los grupos en la formacion de las concepciones politicas y en ef estilo que la sociedad. adopta.en diferentes lineas de desarrollo.’ Los aspectos simbélicos de la transformacién rural y del reordenamien- to del espacio ‘urbano, que hasta hace poco sélo atraian a antropélogos y semidlogos, hoy son considerados claves para el éxito 0 e! fracaso de las politicas, La funcion de la cultura en problematicas tan diversas (en la campesina y la urbana, en la migratoria y ecolégica, en la forma- cion de la memoria nacional y el consenso politico) ha extendido enormemente su visibilidad social y ha puesto en evidencia la necesidad de desarrollarla con politicas organicas, Se vera a lo largo de este libro que estas causas mas 0 menos estructurales por las que las politicas de la cultura adquieren un lugar central son acentuadas Por la actual 4 Véase, entre otros, los trabajos de Brunner, Citia y Landiya menciona: (ap se Come los textos de E.Laclan, Jordi Borja, H. Bar, J. Coilery E.. Cardoso, en J. Labastida Martin del Carnpo et al., Hegemonia y allernativas politicas en América Latina, México, Siglo xxi, 1985, 26 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. crisis socioeconémica. Por un lado, la crisis de los paradig~ tas de desarrollo y transformacion genera interrogantes culturales, en el sentido mas radical: qué clase de sociedad. queremos, para qué trabajar, de qué sirve aumentar el ni- vel educacional, como articular los intereses individuales con los colectivos. Pero a la vez la crisis presente de Jas so- iedades latinoamericanas, agravada por el modelo neo- conservador con que se pretende sobrellevarla, disminuye las posibilidades de crecimiento cultural. Se reducen los fondos piblicos para la educacién y para investigar y di- fundir los bienes cultiirales, los salarios se empobrecen y estrechan la capacidad dé acceder al conocimiento y el ar- te, En el momento eni due comprendemos mejor el papel que la cultura puede cumplir en la democratizacion de la sociedad estamos en las peores condiciones para desarro- liarla, redistribuirla, fomentar la expresion y el avance de Jos sectores populares. Por esto mismo, si pensamos que el trabajo cultural es necesario. para enfrentar democraticamente Jas contra- dicciones del desarrollo —como recurso para cohesionar a cada nacion o clase en torno de un proyecto compren- dido y compartido, como lugar en el cual se exprese la participacion critica de diversos sectores y se renueve el consenso—, la crisis de la cultura debe tratarse junto con la que se vive en la economia y la politica. No basta en- tonces una politica cultural concebida como administra- cion rutinaria del patrimonio historico, o como ordena- miento burocratico del aparato estatal dedicado al arte y la educacion, o como cronologia de las acciones de cada gobierno. Entenderemos por politicas culturales el con- junto de intervenciones realizadas por el Estado, tas ins- tituciones civiles y los grupos comunitarios organizados. a fin de orientar el desarrollo simbélico, satisfacer las necesidades culturales de la poblacion y obtener consen- so para un tipo de orden o de transformacion social. CUADRO POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 27 Pollticas culturales: paradigmas, agentes y modos de organizacién 3 38_ ig i : g Bee & By 2 agg a is a2 38 gee £8 ae iz sea (2 ai $58 Bae gas ee i eae ig 54 és fag (2 2|2 aE eg us Ba 7 bse 332 jee is 2 Wiha ou u di dg2 |gGhs a8 is ES a. if gel, 8 ae 3 #2. 15 a3 ode (Me | Sete ede Bue Gib) 2. [dees le ay PGf ee) a Gaus Ge EE as bog fig gh ies 4 aoa HOH 28 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. Ill. Los paradigmas politicos de la accién cultural 'A fin de salir de los tratamientos meramente descripti- Vos 0 burocraticos de la politica cultural, hay que enca~ jar el debate sobre ias concepciones y los modelos que la organizan. Vamos 2 intentar un. esquema de clasifica- Gién de los paradigmas en relacion con los agentes s0- ciales que los sustentan, con sus modos de estructurar la Felacin entre politica y cultura, y con su concepcién del desarrollo cultural. Presentaremos las bases doctrinarias de cada una, las situaremos brevemente en sus condi- ciones de aparicién y examinaremos sus consecuencias en la politica cultural. En cada caso, vamos @ dar ejemplos de como relacionan la cultura de élites con la popular y ambas con la masiva, pero el propésito central & analizar los paradigmas ideolégicos y confrontarlas con sus practicas. a) Bl mecenazgo liberal La primera forma de promocién moderna de la cultura, sobre todo en Ja literatura y én las artes, es el mecenaz- ‘go. Si bien su origen se remonta alos encatgos de los pa- bas, reyes y principes, con la acumulacion econdmica ‘burguesa se desarrollan formas més libres de subvencién ‘a los artistas y escritores. El mecenazgo moderno impo- fhe menos indicaciones precisas sobre el contenido y el éstilo del arte porquie la burguesia no exige relaciones de dependencia y fidelidad extremas al modo de los sefiores feudales. Su protectorado sé guia por la estética elitista de las bellas artes, y por eso mismo establece jos vinculos entre mecenas y artistas segin los ideales de gratuidad y libre creacion. Declaran apoyar a los creadores sin mas motivos que su generosidad y sin otro fin que el de im- pulsar ‘‘el desarrollo espiritual””. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. 29 Esta forma de promover la cultura, que en Europa tuvo su auge cuando atin no existia un mercado artistico amplio que organizara la relacién de los creadores con el publi- co, subsiste en EUA y otros paises centrales en los que el Estado no es el impulsor predominante de la produccion cultural. En América Latina, la debilidad del mercado artistico sigue dejando espacio a muchas fundaciones cul- turales promovidas por una persona o una familia, que sostienen algunas actividades mas costosas 0 con menor capacidad de autofinanciamiento {artes plasticas, teatro y pera). Podemos ver como continuadores actuales del me- cenazgo a la Fundacién. Matarazzo que auspicia la Bienal de Sao Paulo; a Jorge. Glusberg, duefio de una de las prin- cipales fabricas de artefactos luminicos argentina (Modu- lot)-y a-la vez director y financiador del Centro de. Arte y Comunicacién de Buenos. Aires; a la Fundacién Cultural Televisa que, asociada a las 47 empresas de TV, radio, publicaciones y discos del consorcio del mismo nombre, auspicia en México instituciones y eventos culturales. En estos casos, la accion mecenal se superpone o se mezcla con el mercado artistico, pero perduran en-la po- litica de esas personas y/o instituciones rasgos clasicos del mecenazgo. Una familia poderosa o un consor- cio controlado por un gran empresario dona periédica- mente altas sumas de dinero para.la creacion artistica, basado en gustos y criterios de seleccion, personales. El desarrollo de Ja cultura no es visto. como una cuestion colectiva, segtn ocurre en las restantes concepciones politicas que luego analizaremos, sino como el resultado de relaciones individuales: es una decision personal la de financiar ciertos gastos culturales y elegir a quién se dar el dinero, y se supone también que la creacién artistica y titeraria es un acto de individuos aislados. Si bien esta promocién del arte toma en cuenta a veces la difusion a un ptblico amplio, subvencionando bienales o publica- ciones, es mas para reubicar la accién mecenal en Ia di- mensi6n masiva de la cultura contempordnea que por un 30 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA real intento de responder a detnandas sociales. Por eso, dichas acciones persiguen siempre un rédito publicitario para quien las financia. La formula mas extendida es construir edificios o auspiciar eventos que, al llevar el nombre del mecénas, ostentan su poder y su riqueza bajo el lenguaje eufemizado de los biénes culturales. Otras veces, el protector —convertido en editor o critico de arte— asocia su nombre al prestigio de los creadores ya la ver controla su produccién y difusion. Hay que decir que esta concepcién mecenal se en- cuentra‘en ocasiones dentro del aparato estatal, sobre todo en paises que atin'no cuentan con estructuras insti- tucionales adecuadas para promover la cultura 0 con or- ganizaciones democraticas que regulen la participacion de los productores. Se encarga entonces a un familiar del’ presidente o a un ‘hombre culto” de confianza la administracién ‘de los fondos para la cultura y el arte, y éste los distribuye a sus amigos 0 a los artistas que admi- ra segin criterios personales. Puede pensarse, desde una concepcién actual de lo que deben ser las politicas culturales, que el mecenazgo no llega a serlo porque no se organiza en relacion con las. niecesidades colectivas. Suele reducirse a Ja alta cultura y no pretende fijar estrategias globales para resolver los problemas del desarrollo cultural. Sin embargo, corisi- deramos al mecenazgo una forma de politica cultural porque ha servido y sirve en varios paises para normar las relaciones en este campo, distribuir fondos impor~ tantes, establecer lineas prioritarias de crecimiento y desestimar otras. ») El tradicionalismo patrimonialista Esta posicién:ha surgido especialmente en los Estados oligarquicos y en los movimientos nacionalistas de derecha. Define a la nacién como un conjunto de indivi- POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO 31 duos unidos por 1azos naturales —el espacio geografico, Ja raza— ¢ irracionales —el amor a una misma tierra, la religion—, sin tomar en cuenta las diferencias sociales entre los miembros de cada nacién. Aunque desprecia los criterios histricos para definir Io nacional y se apoya en componentes biolégicos y teliiricos (rasgo tipico del pen- samiento de derecha), en realidad este nacionalismo con- sagra un modo de relacionar la naturaleza con Ia historia: el orden social impuesto, en una etapa de bajo desarrollo de las fuerzas productivas, por los latifundistas y la Igle- sia. Su rechazo de la historia es, en verdad, un recurso pa- ra apuntalar un periodo historico particular, aquel que se desmorona ante la industrializacion y la urbanizacion, esa herencia dificil de reacomodar en medio de conflictos protagonizados por nuevas fuerzas sociales. Sus medita- ciones metafisicas sobre “el Ser nacional’’ buscan preser- var eri el plano simbélico la identificacion de los intereses nacionales con !os de los patricios y las grandes familias. Disimulan, bajo interpretaciones aristocraticas del pasa- do, la explotacién con que la oligarquia obtuvo sus privi- legios; bajo el respeto a los origenes, la sumisi6n al orden que los beneficié. La dindmica histérica, que ha ido cons- titayendo el concepto. —y el sentimiento— de nacidn, es diluida en la “‘tradicién’’. S¢ olvidan 10s conflictos en me- dio de los cuales se formaron las tradiciones nacionales 0 se los narra legendariamente, como simples tramites ar- caicos para configurar instituciones y relaciones sociales que garantizarian de una vez para siempre la esencia de la Nacién: la Iglesia, el Ejército, la Familia, la Propiedad. Este discurso arcaizante ha encontrado la forma de insertarse en algunos movimientos populares. En Arg tina —quizd donde tuvo mayor difusin y éxito politi- co— fue elaborado originariamente por figuras como Leopoldg'Lugones y Julio Irazusta, pero sectores de de- recha del peronismo retomaron en afios recientes sus principales temas, su. estilo metafisico. de explorar la identidad, la certeza de que los problemas del pais se re- 32 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA solveran’ mediante alianzas entre las instituciones que guardan la herencia: el Ejército, la Iglesia y el Pueblo, entendido como una fuerza mistica-y teliirica. Si bien la oligarquia aristocratica ha sido la principal portadora de este tradicionalismo, muchos de sus rasgos son reasumidos por corrientes populistas que asignan a una version idealizada del pueblo ef nucleo del Ser na- cional. Su politica cultural consiste en la preservacion del patrimonio folclorico, concebido como archivo osi- ficado y apolitico, Este folclor se constituye. a veces en torno de un paquete de esencias prehispanicas, otras mezclando caracteristicas indigenas con algunas forma- das en la Colonia o en las gestas de la Independencia, en otros casos convirtiendo en matriz ahistérica ciertos ras- gos que distinguirian nuestra personalidad nacional de lo Otro: lo foraneo, lo imperialista. Ya sea. como folclor predominantemente rural. o urbano, tales. tendencias coinciden al pretender. encontrar la cultura nacional en algiin origen quimérico de nuestro ser, en la tierra, en la sangre o.cn “‘virtudes”’ del pasado desprendidas de los procesos sociales que. las engendraron y las siguieron transformando. No toman en. cuenta, por lo tanto, las manifestaciones culturales presentes de las clases subal- ‘temas. que se apartan de ese origen idealizado; son inca- paces de iacluir en los proyectos politicos las nuevas prac- ticas con que los sectores populares intentan modificar su dependencia de la cultura hegeménica, o crean e inven- tan lo que el sistema imperante no les da para responder a sus necesidades. En Brasil el tradicionalismo patrimonialista ha servi- do como soporte ideologico para que los sectores hege- ménicos constituyan un “espacio de neutralidad”” en el que se diluyan las contradicciones sociales y diferentes clases puedan encontrarse representadas en la ‘cultura nacional’’. Renato Ortiz expone una linea mas 0 menos recurrente en la historia. brasilefia, que ya desde Silvio Romero en el siglo XIX a Gilberto Freyre en los afios POLITICAS CULTURALES Y CRISIS:‘DE DESARROLLO. 33 treinta, hasta la fundacién Pro-Memoria y el Centro. de Referencia Cultural, dirigidos por Aloisio Magalhas Las categorias de ‘nacional’ y ‘popular’ son relabora- das en funcidn de un discurso que tiende @ ser lo mas globalizante posible. [...] El Estado manipula la categoria de memoria nacional en el interior de un cuadro de racionalizacion de la sociedad. Esta memoria le posibilita, por un lado, establecer un: puente entre el presente y ei pasado, lo que lo legitima en ta historia de tun Brasil sin rupturas ni violencia. Por otro, esa memo- ria s¢ impene com inenvoiia colectiva, es decir, como: mito unificador del Ser y de la sociedad brasilefia.’s En Argentina y Uruguay, paises formados mediante la sustitucién de pobladores indigenas por una mezcla he- ierogénea de inmigrantes, la pretension de absolutizar como propia y exclusiva cualesquicra de las raices desen- tendiéndose de la historia reciente es una empresa irriso- ria, casi extravagante. Pero tampoco resiste ante la in- formacién antropologica mas elemental que sé afirmé el nacionalismo sobre un origen racial puro en los paises andinos 0 mesoamericanos, como fo intentaron algunas corrientes indigenistas. El texto de Bonfil publicado en este volumen enumera los efectos desdichados que esa pretension de pureza y la preocupacién por conservarla intacta han tenido en las prcticas indigenistas. Por un lado, aisla elementos culturales —danzas, indumenta- rias, ritos— y los *‘foicloriza’” en su'sentido mas super- ficial para convertirlos en espectéculo para turistas. Por otro, la ilusién de que seria posible ‘‘dejar libres’” en su estado actual, ‘sin interferencias’’, a pueblos indios que sufrieron cinco siglos de dominacién, equivale'a ocultar lo que se les sustrajo y muchas de sus reivindicaciones 15 Renato Ortiz, Cultura: brasileira & identidade nacional, Sao Paulo, Pitora Brasiliense, 1985, pp. 124-125. : 34 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA historicas. A Ja vez, ‘‘se cancela, de hecho, la posibili- dad de que se actualicen las culturas indias, es decir, de que alcancen su ser contemporaneo que les ha sido nega- do por la dominaci6n colonial’. No se trata de que un gesto benevolente de alguna éli- te —politicos populistas, antropdlogos 0 funcionarios indigenistas— permita repentinamente que los sectores populares sean como son (como los dejé la opresion). El problema, dice Bonfil, reside en desarrollar una politica que garantice la autonomia y el control de esos sectores sobre las estructuras econémicas y culturales, sobre sus proyectos de cambio, su interaccién con la sociedad na- cional y con el desarroilo internacional, alos que ya es- tan vinculados. La politica cultural no puede ser enton- ces como la labor del arquedlogo que quita prolijamente Jo que se fue: sumando: sobre las ruinas, recoge las piedras caidas y reconstruye —fuera de la realidad— la ilusion de otro tiempo. Los procesos culturales no se pa- récen a las vitrinas de los museos ni a los yacimiento: queoldgicos,. sino a la indecisa o aturdida organizacién de nuestras ciudades, Aun en paises donde lo étnico ha Jogrado subsistir con fuerza, en México o Perit, la iden- tidad ha venido relaborandose, segiin lo expresa su ico- nografia pluricultural: formas vegetales y animales pre- cortesianos se mezclan con la. figuracién barroca.y la arquitectura neoclasica, con edificios modernos, auto- miéviles y carteles de ne6n. Defender. nuestra identidad ¢s tener una politica para intervenir en la lucha que esas fuerzas vienen librando en nuestra historia. ¢) El estatismo populista Hay otra conicepcion sustancialista de fa cultura. Para ella la identidad no est4 contenida en la raza, ni en un. paquete de virtudes geograficas, ni en el pasado o la tra- dicién, Se aloja en el Estado, Como consecuencia de POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 35. Procesos de independencia o revolucién, el Estado apa- rece como el lugar en que se condensaron los valores na- cionales, el orden que reine las partes de la sociedad y regula sus conflictos. Una organizacién m4s.o menos corporativa y populista concilia los intereses enfrenta- dos y distribuye entre los sectores mAs diversos la con- fianza de que participan en una totalidad protectora que los abarca. Esta “‘participacién’’ puede estar sostenida magicamente por la figura mitologizada de un lider (Vargas en Brasil, Peron en Argentina) o por una estruc- tura partidario-estatal jerarquicamente cohesionada (el sistema mexicano),!* Decimos que para esta concepeién lo nacional reside en el Estado y no en el pueblo, porque éste ¢s aludido como destinatario de la accién del gobierno, convocado a adherirse a ella, pero no reconocido efectivamente como fuente y justificacién de esos actos al punto de so- meterlos a su libre aprobacin o rectificacion. Por el contrario, se exige a las iniciativas populares que se su- bordinen a “‘los intereses de la nacion’” (fijados por el Es- tado) y se descalifican los intentos de organizacion inde- pendiente de las masas,. También suele recurrirse al origen étnico o al orgullo histrico para reforzar Ja afirmacién nacional, por Io cual esta corriente prolonga en parte Ja anterior; pero el ejercicio y el control de la identidad nacional no se derivan mecdnicamente del pasado sino de la cohesién presente tal como el Estado la representa. La politica cultural de esta tendencia identifica la con- tauidad de lo nacional con la preservacion del Estado. Promueve, entonces, las actividades capaces de cohe- sionar al pueblo y a algunos sectores de la ‘burguesia nacional’’ contra la oligarquia. Esta politica favorecio '6 Pata el anilisis de éste tema en el caso argentino, véase de Juan Carlos Portantiero y Emilio de ipola,‘‘Lo nacional-popular ¥ los populismos real- mente existentes”, en Nueva Soefedad, Caracas, mayo-junio 1981, niim. $4, pp. 7-18. Sobre el proceso mexicano, el articulo de Pablo Gonzalez Casanova “Lal cultura politica en Mexico”, en Nexos, niim. 39. SE 6 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA en el primer gobierno peronista un desarrollo inusitado de la cultura subalterna (por ejemplo, ef auge del tango y la poesia popular), y generé. una industria cultural bajo la proteccién del Estado (politica nacional de ra- diodifusion, creaci6n de estudios de cine) que por pri- ‘mera vez legitimé y divulg6 masivamente muchos temas y personajes populares. En los primeros meses del ul- timo gobierno peronista, en’1973, un proyecto politico ‘semejante, radicalizado ‘fugazmente por la izquierda, impulsé talleres barriales de plastica, misica'y teatro,’ ex- periencias criticas de comunicacién masiva y producci6n cultural del pueblo que trascendian el control estatal. uPor qué tantas veces —no s6lo en Argentina— este crecimiento de la cultura popular se desvanece al poco tiempo 0 es manipulado {0 reprimido) por los Estados. populistas? Hay razonies derivadas de la descomposicion econémica y politica de tales procesos, pero también se debe a'una caracterizacion inadecuada de lo popular, ‘pues el populismo lo entiende como el conjunto de gus- tos, habitos sensibles e intelectuales “‘espontaneos”’ del pueblo, sin discriminar lo que representa sus intereses y Jo que le fue impuesto a las masas a través de la educa- cién escolar y comunicacional. Al no cuestionar las estructuras ideolégicas de la dominacion, los programas, de democratizacién educativa y reivindicacion de ta cul- tura’popular emprendidos por los gobiernos peronistas quedaron a mitad de camino. Su caracterizacion chovi- nista de lo popular y lo nacional, explicable en el primer gobierno de Perén como la ideologia' que acompafiaba la politica de Sustitucion de importaciones, hizo recha- zat en bloque lo extranjero y encumbrar indiferericiada- mente los temas y el lenguaje del pueblo mezclando lo re- accionario y lo progresista, los intereses de los oprimidos y los:de la industria cultural. Rara vez ¢l nacionalismo popullista reconoce que muchos ingredientes confor- mistas o fatalistas del foiclor deben ser reformulados, ni se plantea cOmo usar la cultura de otros pueblos que POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. 37 representa avances del conocimiento o brota de expetien- cias liberadoras. Es util al Estado la cohesion confusa de Sectores sociales internos, la indulgencia con que el fol- clor ensaiza los rasgos nacionales y la atribucion exclusiva de las culpas a adversarios extranjeros omiticos respectode fos cuales el gobierno aparece como paternal defensor. Puesto que no interesa la intervencin transformado- ra del pueblo para redefinir el proyecto nacional, no se auspicia la experimentacién artistica ni la critica intelec- tual. Los artistas innovadores y los-intelectuales inde- pendientes son acusados de desligarse de “los intereses populares y nacionales’’. Muchas veces esto. es cierto, pero el nacionalismo populista no sefiala la verdadera desconexion entre intelectuales y pueblo. Su incompren- sion de los requisitos especificos dela investigacion cienti- ficay artistica le hace despreciar el trabajo tedrico y la au- tonomia parcial necesarios en la produccién cultural; al desconocer la importancia de la evoluci6n critica de las masas, juzgan como extrafios al pueblo aun a los partidos de izquierda que cuestionan la enajenacion generada en jos oprimidos por un sistema desigual de acceso al arte y el saber. El peronismo atenud esta desigualdad al facilitar el ingreso a la educacién media y superior,’a todo tipo de espectaculos ¥ productos culturales masivos. Pero esta expansion cuantitativa, lo mismo que el distribucionismo econdmico, no modificé las causas estructurales de ia de- sigualdad, ni fue acompafiada por una relaboracién criti- ca de los habitos-culturales del pueblo: En varios movimientos populistas latinoamericanos encontramos que su politica cultural trata de reproducir las estructuras ideoldgicas y las relaciones sociales que legitiman la identidad entre Estado y Nacion. Sin em- bargo, no hay que entender esta reproduccién como me- canica y repetitiva. A diferencia de la adhesion declama- toria del racismo a un linaje'ficticio, los componentes tradicionales de la nacionalidad son reformulados por el Estado para adecuarlos a nuevas etapas del desarrollo 38 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA capitalista y a la relaboracion de la alianza de clases re- querida por los cambios socioeconémicos y politicos. d) La privatizacién neoconservadora Si bien la posicién estatista sigue presente en algunos paises, la corriente hegemdnica en la actualidad es la que desarrolla una politica coherente con la reorganizacin monetarista de las sociedades tatinoamericanas. Las ten- dencias que buscaron expandir el papel del Estado en la cultura estuvieron asociadas a regimenes nacionalistas 0 desarrollistas que impulsaron cierto crecimiento auténo- mo ¥ redistribucion de la riqueza: esta constante se ob- serva en paises y procesos'tan dispares como en varios gobiernos mexicanos, los dos primeros del peronismo, el periodo de Velasco en Perit y el de la Unidad Popular en Chile.” La tiltima etapa de fortalecimiento de la accion cultu- ral de los Estados fue durante la década de los sesenta, y en ciertos paises a principios de los setenta, cuando América Latina alcanzé un desarrollo mas sostenido y diversificado, crecieron la produccién y el mercado in- terno, y se amplié el consumo a nuevas capas sociales. Esa incorporacidn de sectores antes excluidos se mani- fest6 también en el campo cultural: el cambio basico fue el acelerado crecimiento en el ingreso a la educacion su- perior (en 1950 habia 250,000 estudiantes; al finalizar la década de los setenta llegan a 5.380,000)." Hubo, asi- mismo, un vertiginoso desarrollo de las ciencias sociales y de las vanguardias artisticas, nuevas tecnologias mo- 7 No incluimos los procesos revolucionartos cubano y nicaragiense, don= dde ocurte [a mayor ampliacién de la acci6n estatal en la cultura,’ porque su ‘oncepcidn, sus condiciones de realizacion y su politica corresponden a otras. estrategias ce cambio. 1 Juan Carlos Tedesco, “5.380000 preguntas al futuro”, Nueva So- ciedad, 76, narzo-abril, 1985, p. 28: POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. 39 dernizaron la produccién y difusién cultural (expansion de la TV, uso de materiales y procedimientos avanzados en el disefio industrial y la creacion artistica). Aunque no fueron eliminadas las desigualdades entre las clases. en el acceso a Ja cultura, se extendid su circulacién y se democratizaron’ sus contenidos. Algunos Estados con- tribuyeron a este proceso creando nuevos organismos para promover el arte y la educacién, ¢ iniciaron una po- litica institucional sistematica en ‘el area cultural, como. ocurrié en Brasil, Peri, Venezuela y Colombia. En va- tios paises —sobre todo en México-y los del area andi na— encontramos una valoracién creciente de las cultu- ras populares: se crearon museos y otras instituciones dedicadas a promover y estudiar él folclor, a rescatar las culturas indigenas y urbanas, se extendié la educa- cién a sectores marginados. Fue también el periodo de. mayor avance de los movimientos populares, y en algu- nas regiones se logré cierta redistribucion de los bienes econdmicos y culturales.. A mediados de los setenta la crisis econémica interna- cional y las dificultades internas de los gobiernos demo- craticos fueron ahogando las expectativas desarrollistas y socializantes. Para enfrentar la crisis, las corrientes neo- conservadoras reorganizan el modelo de acumulaci6n, sliminan las Areas ineficientes del capital (las estatales y las privadas mAs débiles} y buscan una recuperaci6n de la tasa de ganancia mediante la concentracién monopolica de la produccion y su adecuacién al capital financiero transnacional. Son restructurados los procesos de traba- jo, se prescinde de personal, se suprimeri conquistas labo- rales-y se reducen los salarios en relacion con el costo de vida. Simulténeamente, se restringe el gasto pablico en servicios sociales; entre ellos; el financiamiento de pro- gramas educativos y culturales, y las inversiones para in- vestigacion cientifica, sobre todo sino dan resultados in- mediatamente utilizables para el desarrollo tecnologico en las reas priorizadas por Ia politica monetarista. Estos 40 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA programas son atin m4s aféctados en los paises del Cono Sur y en Centroamérica, porque una parte sustantiva del presupucsto estatal se transfiere a los gastos de armamen- to y del aparato represivo. El articulo de Jean Franco describe la manera en que esta tendencia est4 cambiando fa politica cultural en. este pais'y en el gobierno en que nacié: EUA en la era de Rea- gan. Junto con la reduccién del gasto piblico en cultura, educacién y servicios, se quiere regresar a valores tradicio- ales ‘‘americanos”” que apoyen la restructuracién politica y econdmica. Con este fin, mezclan ingredientes variados: ia reivindicacion extrema de! éxito individual, el resta- blecimiento de la ensefianza religiosa en las escuelas, la exaltacién del machismo en Ja politica nacional y exte- tior, la persecucibn del pensamiento critico en universi- dades y medios informativos. En América Latina, el monetarismo continué algunas de esas tendencias, con efectos diversos segiin los paises. Pero asombra la coherencia continental de su orienta- cién -basica, especialmente en los dltimos afios, cuando la gravedad del endeudamiento externo paraliza el desa- rrollo del sector pablico. El objetivo clave de la doctrina neoconservadora én Ja cultura es fundar nuevas rela- ciones ideolégicas entre las clases y un nuevo consenso que ocupe el espacio semivacio que ha provocado la crisis de los- proyectos oligérquicos —que dieron’ origen a la cultura de élites—, de los proyectos populistas —que im- pulsaron: Ja reivindicacién politica de las culturas y los movimientos populares— y de los proyectos socialistas de los afios sesenta y setenta —que intentaron fundar una nueva cultura politica en las luchas revolucionarias. Para lograrlo, los principales recursos son: transferir a las em- presas'privadas la ‘iniciativa cultural, disminuir la del Es- tado y controlar la de los sectores populares. Como evidencia de la extension continental de esta politica, queremos hacer un breve andlisis comparativo de su accion en dos Ambitos muy diferentes: en los POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO . 41 paises del Cono Sur, donde se impuso a través de dicta- duras militares, y en México, donde el monetarismo esta remodelando —dentro de la continuidad institucional— la politica cultural establecida desde la Revolucion. a) México fue el pais latinoamericano que mas tarde lle- g6 a la crisis econémica internacional, 0, por lo menos, el que demoré mas en presentar signos. En parte, por su. estabilidad politica, el control y la cohesién social inter~ nos, y también por las condiciones econdmicas mas fa- vorables que le.dieron las exportaciones petroleras. La crisis se manifiesta dramaticamente a mediados de 1982 cuando se reconoce {a incapacidad de pagar la deuda ex- terna, se reorganiza la politica presupuestaria y comien- za‘a ejercerse una severa austeridad en el gasto publico: Como consecuencia, en los dos tltimos afios se observa en México una restructuracién de los vinculos entre las principales acciones culturales: del Estado, de las empre- sas privadas y. de los sectores populares. La aplicacién de las recetas monetaristas implica, entre otras cosas: re- ducit los fondos estatales para, educacion y cultura, eli- minar el asistencialismo respecto de las necesidades po- pulares basicas y ceder a las empresas privadas espacios tradicionalmente administrados por ef gobierno. En 1985 y 1986 se recorté cuatro veces el presupuesto otorgado, se suprimieron. instituciones estatales (la. distribuidora. del Fondo de Cultura Economica, el Fonagora, el Fondo Na- cional para el Desarrollo de la Danza Popular Mexicana, entre otras) y las que subsisten disminuyen notoriamente su actividad (el Instituto Nacional de Bellas Artes redujo en 1985 el 27% de los actos artisticos y culturales en rela- cién con el mismo periodo de 1984; la Subsecretaria de Cultura, que habia iniciado en 1983 una ofensiva cultural y educativa en television —produjo 2,120 programas.en 1984—, disminuy6 en un 75% su actividad para 1985." | Homero Campa y Manuel Robles, “Por ‘no pricritaria', el resorte pre supuestal arrumba a la cultura”, Proceso, niin. 449, 10-VI-R5, pp. 46-49. a2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA ‘Las formas tradicionales de acceso a la cultura, como son la educacién, la compra de libros y la asistencia a espectacu- los artisticos, también han sido afectadas por el incremen- to de los costos y el empobrecimiento de los salarios. En tanto, la iniciativa’privada ocupa espacios insufi- cientemente atendidos a causa de la reduccién de las i versiones estatales en la educacion y la.cultura. Financia ¥ orienta mas escuelas privadas, expande su influencia a través de los medios masivos (la cadena Televisa) y de museos ¢ instituciones de ‘alta’? cultura. Las empresas privadas también se ocupan, en la televisin, en ‘exposi- ciones y concursos, de las artesanias y tradiciones popu- lares, acentuando su: mercantilizacién y adaptando los contenidos a la visién. pintoresquista y espectacular de Jos entreteniinientos masivos. La iniciativa privadacom- pite con el Estado con el propésito de sustituirlo como. agente constructor de hegemonia; o'sea como organiza- dor de las relaciones culturales y politicas entre las cla- ses, Su accion intenta remplazar una hegemonia basada en la subordinaci6n de las diferentes clases a la unifica- cidn nacionalista del Estado posrevolicionario por otra en que-la iniciativa privada aparezca: a) como benefac- tora y legitimadora de la producci6n cultural de todas las clases; b) como defensora de la libertad de creacion cultural frente a cualquier ‘‘monopolio”? estatal de la in- formacién y la educacién, yc) como enlace entre la cul- tura nacional y la cultura transnacional, presentada como modelo, b) El interés por comparar los efectos de fa politica monetarista en México con los que tiene en Argentina y Chile se: basa en sus sorprendentes coincidencias, pese a tratarse de sociedades muy. distintas. La confrontacion es particularmente interesante respecto del caso argenti- No, porque esta sociedad, qué, a diferencia de la mexica- na, se form6 mediante la: sustitucion de poblacion indigena con migrantes europeos, se caracteriza por un crecimiento demografico mas bajo y por el Proceso. de POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 43 modernizacién mas acelerado de América Latina en la primera mitad del siglo Xx. Pero. la inestabilidad politica, la debilidad del Estado en comparacion con la sociedad civil —rasgos que también diferencian: a Ar- gentina de México— agudizaron en ese pais las dificulta- des estructurales para el crecimiento. propias de las so- ciedades dependientes. Estas causas, unidas al avance de movimientos populares y organizaciones guerrilleras a comienzos de los setenta, hicieron que el reordenamien- to monetarista de mediados de esa década sdlo pudiera cumplirse a través de una violenta dictadura militar. Por eso fueron mas severas que en México medidas semejan- tes (la reducei6n del gasto pibiico cn educaci6n y cultura, la desocupaci6n y el empobrecimiento de los salarios, la desercién’ escolar, el avance de la transnacionalizacion econémica y cultural). Hubo, ademas, y_come en otras sociedades que suftieron dictaduras militares,. cambios muy drasticos en la cultura y la vida cotidiana, debidos a que la reorganizacion econémica se efectué neutralizando buena parte de la resistencia (censura a los productores culturales y su exilio masivo, privatizacién y elitizacion de actividades educativas y. cientificas, restructuracion dela vida diaria con objetos y estilos de consumo de origen transnacional). Los Estados autoritarios —ajenos a las. razones por las que el gobierno mexicano mantiene la difusion cultural en sectores populares, rescata y promueve las tradiciones nacionales— aplican mas enérgicamente la propuesta monetarista de reducir el apoyo estatal a la Promocion publica de la cultura en beneficio de la apropiacién pri- vada. Desinteresados del consenso masivo, y habiendo suspendido o restringido la actividad politica, dejan que la iniciativa privada sustituya al Estado, a los partidos y organizaciones populares en la restructuracién de la identidad cotidiana, de los sistemas de reconocimiento, prestigio y diferenciacion simbélica entre las clases. Al clausurarse los espacios politicos y monetarizarse exten- “4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA sivamente la economia, cambian las formas de interpela- cién ideolégica que constituian a los sujetos sociales: mientras en décadas anteriores la-identidad de ios grupos se formeba desde discursos que apelaban a las personas en tanto “‘ciudadanos’’ o ‘‘compaiieros’’, en el tiltimo decenio el discurso mercantil los interpela como ‘‘con: midores”, “‘ahorristas”; 0 ‘tinversores”’, la represién desactiva los mecanismos de movilizacién y cooperacion colectiva, irata de reducir la participacion social a la in- sercién particular de cada individuo en los berieficios del consumo y dela especulacion financiera.» Otra consecuencia de los regimenes autoritarios, que contribuye a la transnacionalizacion y privatizacion de la cultura, es 1a supresion de la autonomia del campo simb6lico. Cerrado el juego plural en las escuelas y las editoriales, en las prensas y la TV, en todas las instancias de elaboracion ideolégica y mediacién politica, las insti- tuciones nacionales. pierden: la posibilidad de retomar criticamente las’ tradiciones: culturales propias y de representar las demandas sociales. Las universidades, la experimentaci6n artistica, tos programas de opinion en los medios ya no disponen de independencia respecto del Estado y del poder econdmico que hacia posible su ac- cidn renovadora. Se elimina la competencia interna: del campo cultural, “‘el conflicto entre grupos incumbentes y contendientes es regulado’ por la previa exclusién de los sectores disidentes’’, explica Brunner refiriéndose al caso:chileno. La ausencia de confrontaciones. abiertas favorece una “‘tendencia conservadora, que se acompa- fia por formas de movilidad ‘patrocinada’ al interior dei campo’’. Esta reduccién'de los espacios pitblicos de. debate se refuerza con las tendencias privatistas, domi: 3 Encontramos este analisis en textos de autores argentinos y chilenos. Cf. Oscar Landi, ‘*Cultura y politica en la transicidn democritica”, ett 0. ‘Oszlak et al., op. cit., p. 108, y Giselle Munizaga, “Politicas de comunicacién bajo regimenes autoritarios: elcaso de Chile” ,en E.Foxetal., op. cil... 50-52. POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO * 45 nantes en la vida cotidiana, que rearticulan la existencia social en torno al hogar.2' El campo cultural asi despoliti- zado, congelado bajo'el control militar o administrative, cede su espacio a la reorganizacion empresarial. ¢) Al indicar que hoy la tendencia dominante en las poli- ticas culturales es el desplazamiento dela accion estatal ala produccion y apropiacion privada de los bienes simbéli- cos, no querenios decir que los pardidigmas anteriores de- saparecen. Son reordenados en funci6n def nuevo proce- so. Por ejemplo, la intervencién creciente de las empresas en el financiamiento y orientacion de actividades cultura- les leva:a algunas de ellas a canvertirse en “mecenas’? {mencionamos entre las nuevas formas de mecenazgo las de grandes industriales y la det consorcio. Televisa). Por otra parte, si bien esta concepcién predomina en Jas empresas privadas, también se aplica en la admi- nistracion estatal de fa cultura. La reduccién de los fon- dos piiblicos y las exigencias de productividad impuestas Por la tecnocracia monetarista en todas las areas, lleva a los Estados a reducir las acciones ‘tno rentables” y los. eventos que “no sé autofinancien”’ (el teatro, la masica y las artes plasticas, especialmente sus lineas experinien- tales) y concentra la politica cultural en la promocién de grandes espectaculos de interés masivo. Por supuesto, estos cambios no se producen sin con- flictos. Los politicos que:sigueni ‘defendiendo la respon- sabilidad del sector publico, o los que mantienen una concepcion populista, Jogran a veces ‘preservar Areas donde la promocign de la cultura no se subordina al va- lor mercantil. Asimismo, hay que destacar que el reorde~ namiento monetarista interactha con las demandas de: los movimientos populares; depende del grado de orga- nizacién de estos movimientos, de su capacidad de sos- tener las conquistas obtenidas, ef éxito o los limites de la reorganizacion empresarial de a cultura. 31 Jost Joaquin Brunner, Cultura y crisis de hegemonia, op. cit. _ Oi enema POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. €) La democratizacion cultural Este paradigma ‘concibe la politica cultural como. un programa de distribucion y popularizacion del arte, el conocimiento cientifico y las demas formas de “alta cul- tura’’. ‘Su hipotesis basica es que una mejor difusion. corregiré las desigiialdades en el acceso a los bienes sim- bélicos. Encontramios él origen de este modelo en Amé- tica Latina en Ios programas educativos y artisticos desplegados masivamente en México después de la Re- volucién. Una concepcion semejante estuvo presente en casi todos los procesos politicos de transformaci6n vivi- dos a lo largo del sigio en el continente. A veces, se usd el aparato estatal para desarrollar la democratizacién cultural, segiin lo vemos en el peronismo, ei periodo de Velasco en Peri, el de la Unidad Popular en Chile, las revoluciones cubana: y: nicaragiiense. Algunos movi- ‘mientos politicos: democratizadores confluyeron con la reorganizaci6n comunicacional abierta’ por {as in- dustrias culturales: la expansién de la radio, la television y otros medios masivos, asi como la ampliacién del mer- cado de bienes ‘‘cultos’” (libros en kioscos de periddi- os, discos en supermercados), colaboran en la de- mocratizacion al ampliar el conocimierito y el consumo culturales a nuevas capas. En otros casos, este paradig- ma orienté la accion de movimientos de la sociedad civil que no llegaron al poder o lo obtuvieron en breves perio- dos: pienso en los grupos de artistas plasticos, teatrales y musicales que en:los afios sesenta y setenta buscaron nuevos canales de comunicacién con sectores populares (os Centros Populares de Cultura en Brasil, Tucuman Arde y grupos semejantes en Argentina, las Brigadas Ramona Parra en Chile y muchfsimos movimientos de este tipo que atin siguen actuando en los paises latino- americanos). POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. 47 No todos, por supuesto, han manejado el mismo pro- yecto. Una distincién importante debe. hacerse entre quienes trabajan por Ja democratizacin desde las inisti- tuciones del Estado, quienes i¢ hacen. através de orga- nismos independientes y la accion difusionista de las in- dusirias culturales ejercida casi siempre’ bajo una logica empresarial. (Volveremos en el proximo punto sobre esa. diferencia.) Sin embargo, con el fin de analizar es- quematicamente los componentes comunes y el: efecto acumulativo de esta coricepcién muy extendida en la ac- cion cultural, nos parece util tratar en forma conjunta sus diversas vertientes. El éxito de este paradigma ha sido hasta ahora mas re- torico que practico. Se declara en incontables discursos de gobernantes, organismos nacionales e internacionales, que el derecho a la cultura debe ser activamente respeta- do, como uno de los derechos del hombre, desarrollando programas de vasta difusion, facilitando el acceso a las instituciones educativas y artisticas. Las publicaciones y resoluciones de la UNESCO demuestran que esta doctrina fue la base de su tarea durante los afios sesenta y parte de los setenta. Su: repercusién se prolonga. hasta nuestros dias, aunque se ha sofisticado incorporando propuestas renovadoras. Ya no oimos hablar sélo de abaratar el ingre- so a los museos y conciertos, de organizar exposiciones itinerantes y circuitos temporales de espectdcutos por los interiores de cada pais; con una visién mas profunda de los problemas, se sugiere descentralizar permanentemente los servicios culturales, emplear los medios de comunica- cién masiva para difundir el arté y usar recursos didacti- cos y de animacién (visitas guiadas, técnicas de participa- cién, etc.) a fin. de interesar a nuevos piblicos. Hay que reconocer a esta politica también resultados practicos, Quizé sea México el pais.en el que la democra- tizaci6n se viene desarrollando en forma mas proiongada ¢ intensiva a través de una vasta difusion, Es indudable que se ha logrado ampliar el acceso a los bienes culturales | | | 8 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA cuando todos los.aiias los mayores museos de arte, antro~ pologia ¢ historia reciben cada uno entre 700 mil y un mi- llén y medio de visitantes, cuando los organismos estatales promueven unos 50 mil espectaculos artisticos en escuclas yy casas de cultiira dé todas las régiones, y se forman, tam- bién anualmente, alrededor de 2,500 nuevos promotores culturales.# En otros paises latinoamericanos que sufrie- ron dictaduras, la lucha por la democratizacion cultural es una causa decisiva para aminorar la elitizacion de las practicas culturales, reconstruir espacios de informacion y critica, y deshacer las formas cotidianas de autoritaris- mo que colaboraron con la opresion -politica, como lo analizan los articulos de Brunner y Landi. Pero en los-afios recientes se viene cumpliendo en va- rios paises europeos y latinoamericanos un sustancioso debate sobre este paradigma. Dos criticas son las mAs ex- tendidas.* La primera dice que la democratizacién, cuan- do consiste s6lo en divuigar la alta cultura, implica una definicion elitista del patrimonio simbOlico, su valoracion unilateral. por el Estado o los sectores hegemonicos y la imposicién paternalista al resto de la poblacion. (Diga- mos.que en algunos. grupos: responsables de la politica cultural en Argentina, Brasil, Perit y México, existe una’ preblematizacién bastante avanzada acerca de la necesi- dad de que el patrimonio a ser difundido incluya tanto los productos dela cultura popular.como una relaboracion critica de Ja cultura de élites en relacién.con las necesida- des nacionales y populares. Pero en todos estos paises existen fuertes sectores que rechazan esa reformulacion, 2 Agradezco: & Ia: Direoibn de. Museos: det_tnsttuto Nacional de Antropologi «Historia, ya Luis Garza, director de Promocion Cull, ar bos de Métco, ef haberme proparsionado estas datos ¥ otros dorimentos sobre la politica cultural en este pals. 23 Entre los varios lugares donde pueden leerse,: mencionamos el articulo de. José. Vidal-Beneyto, .'“Haciauna. fundamentacion tedrica de la politica ultra”, Res nen 16, 1961, pp. 125-128, y Poles eulturales en Europe, Ministerio de Cultura, Espana’ 1980, pp. 75-88 POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 49 por lo cual este tema es uno de los principales espacios de lucha ideolégica:} La otra objecion se refiere a que el distribucionismo cultural ataca los efectos de la desigualdad entre las cla- ses, pero no cambia radicalmente las formas de produc- cién y consumo de dienes simbélicos. Lo confirma el hecho de que, aun en las ciudades con mayor némero de piblico en los eventos culturales, esas cifras siguen repre- sentando a una minoria procedente de los sectores medios y altos, con educacién superior. Las investigaciones realizadas sobre consumo cultural en Europa, y los estasos estudios existentes eri América Latina demuestran que las-diferencias en la apro- piacién de la cultura tienen su origen en las desigualda- des socioeconémicas y en la diversa formacion de habi- tos y gustos en distintos sectores. Estos habitos, y la consiguiente capacidad de apropiarse -y disfrutar los bienes culturales, no se cambian mediante acciones pun- tuales como campafias publicitarias, o abaratando el ingreso a los especticulos, sino a través de programas sistematicos que intervenigan en las causas estructurales de la desigualdad econémica y cultural. Una politica realmente democratizadora debe comenzar desde la edu- cacién primaria y media, donde se forma la capacidad y la disponibilidad para relacionarse con los bienes cultu- rales, y debe abarcar un conjunto amplio de medios de difusién, critica y anélisis para redistribuir no solo las grandes obras sino los recursos subjetivos necesarios para apreciarlas ¢ incorporarlas. Sabemios que la actual crisis econdmica y las enérgicas restricciones en:los presupuestos piblicos disminuyen los Tecursos para producir cambios estructurales. Las reducciones en los fondos para la accion educativa y 24 La obra mAs consistente, especialmente por su modo de combinar ios datos cualitativos y cuantitativos bajo uns original elaboracion tebrica, esta de Pierre Bourdies, Ea distinction, Paris, Minuit, 1979, 50 POLITICAS CULTURALES EN-AMERICA LATINA cultural vuelven dificil incluso mantener programas or- dinarios de difusién (publicidad de eventos en medios masivos, servicios educativos en museos). También la pérdida del poder adquisitivo de los salarios obstaculiza el acceso a la cultura, aun en sectores habituados a ir al teatro y-a conciertos, a comprar discos y libros. Pero si estamos convencidos de la importancia de los derechos culturales y del papel que la democratizacin de los bienes simb6licos cumple en Ia democratizacién global de la so- ciedad, las demandas en este campo debieran ocupar un puesto central en las luchas politicas para lograr cambios estructurales. Sino lo hacemos, de hecho estamos reinci- diendo en el viejo prejuicio de que Ja cultura es una cues: ti6n suntuaria o secundaria, y colaboramos con quienes pretenden hacer del campo simbélico un simple mercado para la competencia entre empresas. J) La democracia participativa Las criticas a la democratizacién difusionista han leva- do a formular um paradigma alternativo. “Su contenido, afirma Vidal-Beneyto, apunta més a la actividad que a las obras, mas a la participacion en el proceso que al consumo de sus productos.’ A diferencia de las posi- ciones unidimensionales y elitistas que sostienen los pa- radigmas mecenal, tradicionalista, estatal y privatizante, ¢ incluso se infiltran en el modelo democratizador, esta concepcién defiende la coexistencia de miltiples cultu- ras en una misma sociedad, propicia su desarrollo aut6- nomo.y relaciones igualitarias de participacion de cada individuo en cada cultura y de cada cultura respecto de las demas. Puesto que no hay: una sola cultura legitima, la politica cultural no debe dedicarse a difundir s6lo la hegeménica sino a promover el desarrollo de todas fas 3 José Vidal-Beneyto, dp. cits, p28, POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO Si que sean representativas de los grupos que componen una sociedad. Otros dos rasgos que también distinguen a este para- digma del anterior es que no se limita a acciones pun- tuales,. sino que se ocupa de:la accion cultural con un sentido continuo (a través de toda la vida y en todos los espacios sociales), y no reduce la cultura a lo discursivo lo estético, pues busca estimular la accion colectiva a través de una participacién organizada, autogestionaria, reuniendo las iniciativas mas diversas (de todos los gru- pos, en Io politico, to social, lo recreativo, etc.). Ademas de transmitir conocimientos y desarrollar la sensibili- dad, procura mejorar las condiciones sociales para des- envolver la creatividad colectiva. Se intenta que los pro- pios sujetos produzcan el arte y la cultura necesarios para resolver sus problemas y afirmar o renovar su identidad. Bajo los dos postuiados basicos de esta posicion —-plu- ralidad y desarrollo libre de cada cultura— hallamos a sectores heterogéneos. Se adhieren a esta concepcion po-, Iiticos que acttian en instituciones estatales y quieren ra- dicalizar su labor democratizadora, antropdlogos, ¢co- municadores y. artistas que reivindican formas de vida alternativas al sistema hegeménico, movimientos de educaci6n popular y desarrollo comuinitario. Pareceria légico que los partidos de izquierda fueran: los protagonistas de esta postura. Su declarada preocu- pacién por los intereses populares y por impulsar un mo- do mas justo y democratico de relaciones sociales los co- joca en la posicion de representantes “‘naturales’’. De hecho, de algunos: de estos partidos surgieron movi mientos que trabajan por la reorganizacion democr: tica de la cultura. Pero en gran medida esta lucha suele darse fuera de ellos. En parte, porque muchos partidos progresistas participan de las concepciones antide- mocraticas y de las interpretaciones “‘perversas”” de lo popular que antes criticamos: el tradicionalismo tehiri- co, el estatismo (o su variante de oposicion, el. pai 52 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA docratismo) y:la imposicién a las clases subalternas dé concepciones paternalistas de la democtatizacion. Pocos se interesan por las formas comunitarias, locales, de or. sanizacién cultural y satisfaccién de las-necesidades. En los paises que atravesaron por dictaduras, el obligado re- Dliegue de fos militantes a lo privado y a los microcircui- tos barriales de comunicacion'—jusito al fracaso de mu. chos proyectos revolucionarios— hicieron posible que se descubriera ‘el significado 0 la potencialidad politica de las pequelias redes de solidaridad, de ios principios que ri, gen los encuentros y poderes cotidianos. La democracia sdcioculturates, sobre todo, el provec- to de movimientos y grapos alternativos, cuyo creck miento en ios tiltimos afios —bajo dictaduras y tambien én regimenes democraticos— es uno’ dé los signos fueries de renovaci6n’en la escena politica. A veces son organis. mos de extraccién religiosa (las comunidades cristianas de base); otros representan intentos de hacer politica en Contacto directo con sectores populares, atendiendo sus necesidades inmediatas, sin ia inercia burocrdtica y las deformaciones cupulares de‘los grandes partidos: algu. hos son movimientos de trabajo educative o cultural (grupos de teatro, de mitsica, eteétera). Nos parece que estos movimientos han logrado, mas que otras organizaciones, soctalizar la ideologia democrs. lica, antes restringida a tas élites y los sectores medios, entre las clases populdres, y también cierto reconacimien. to general de la sociedad y de los partidos a los derechos de estas clases a tener relaciones democréticas einiciativas Politicas en atéas dé las que siempre fueron excuidos (por ejemplo, la ocupacién y el uso del espacio urbano), Desde principios de tos achenta se vienen haciendo éva- luaciones criticas de este trabajo alternativo. Quizd sea Chile uno de los paises’ donde. estos moyimientos ‘tu vieron mas desarrollo y también donde se viene repen- POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 53 sando mejor sus dificultades y limitaciones. Por una Parte, s¢ sefiala que estos grupos idealizan a los sectores Populares (etnias indigenas, clase obrera, grupos subal- ternos) imaginandolos ajenos a las contradicciones del desarrollo capitalista, como fuerzas enteramenie contes- tarias c impugnadoras.» Tienden a aislar sus condiciones inmediatas de vida, a exagerar su “resistencia a la domina= cion’’ y descuidar.la participacién de las clases populares «1 los procesos estructurales de las sociedades de masas, Por lo mismo, estos movimientos ejercen cierta oposicion en Ambitos restringidos, pero no logan construir alter- nativas culturales, ni menos formular politicas, a cscala de-ia sociedad global, para disputar efectivamente ja hegemonia a los grupos dominantes. Como dice Brun- ner, la corta éficacia de estos movimientos hace depender sti futuro de la manera en que se responda a Algunas pre- guntas: gpuedén encontearse ‘‘formas de ‘central % ion’ que no destruyan su propia base de implantac on dispersa, localista”’, que no reincidan en el buracratis- mo? 2No exige el crecimiento de estos proyectos alterna tivos ‘plantearse ‘politicas de transformacién para jas principales instituciones culturales de! Estado, para el propio Estado, y propuestas de teordenamiento del mer- cado simbélico, como lugar clave de organizaci6n de fa cultura en las sociedades de masas, desde una'perspecti- va popular?" 2 Quiero mencionar, entze los varios trabajos producidos sobre esta cues- tin por ceneca {Centro de Indagacion y Expresién Cuitural y Ariistica), uno aque analiza ersieamente las etapas de esa institucidny de otras cilenas: Bet- harelo Subercaseatr, ““Concepciones operantes de cultura populat”, ponencia Dresentads al Seminario sobte Cultura Popular y Resistencia Politica en AS Hea Latina, Universidad de Columbia, Nueva York, abril de 1985. J.J. Bainner, Pollicas culturales de opesicién en Chile; Santiago de Chile, raced, 1985. 54 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. IV. Cuestiones pendientes No dudamos que este esquema con pretensiosas genera- lizaciones latinoamericanas comete frecuentes injusti- clas. Le falta una vision historica mas compleja sobre la formacién de estos paradigmas y sobre su diversa reali- zacion en paises diferentes. Utilicé mas ejemplos de los dos paises en que vivi —Argentina y México—-, de ma- nera que de algunos de los otros s6lo pude invocar hechos fragmentarios, fuera de contexto y por tanto simplifican- do su sentido, No tenigo més justificacién que la necesi- dad de buscar las tendencias globules, dentro del caos que @ veces unc encuentra en el debate sobre politicas cultura- les, a fin de seguir pensando los problemas. Del repertorio de problemas no tratados, o insuficien- temente analizados en esta introduccién y en este libro, quiero destacar dos para terminar, porque me parecen claves para construir politicas populares en a cultura. 4) La investigacién de la vida cotidiana y las necesidades populares Dijimos antes que un rasgo frecuente en las politicas cul- turales.es el de ser disefiadas y aplicadas sin tomar en cuenta las necesidades efectivas de las clases populares. ‘Tanto las versiones estatales que subordinan lo popular a lo que el Estado establece como tal, como las practicas de los medios masivos que se guian por una concepcion “estadistica’’ de la audiencia (si diez millones de espec- tadores ven una telenovela, suponen que ésta satisface sus necesidades), se despreocupan por conocer cualitativa- mente las. demandas, los procesos: de’ recepcion, ‘las estructuras materiales y simbolicas con las que se vincu- lan de hecho las politicas culturales, Pero gacaso los partidos politicos de izquierda han es- POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO 55 tudiado sistematicamente las necesidades populares:en nombre de las cuates.cumplen su oposicion ¢ impulsan. propuestas de cambio? Hay que preguntarse si el carac~ ter minoritario de la mayoria de estos partidos en el con- tinente no deriva, en parte, de dicho desconocimiento y de la dificultad de vincular las ideas progresistas con los intereses y vivencias de las clases subalternas. La exigua investigacion de apoyo’ a las politicas cultu~ rales en América Latina se refiere principalmente a Jas expresiones muertas del patrimonio hegemdnico: se tra- ta de conocer los sitios arqueolégicos, la arquitectura colonial y los objetos nobles de la antigtiedad para resca- tarlos y restaurarlos. Las clases populares son excluidas, onces, de dos maneras. En primer lugar, porque ¢l patrimonio cultural que se valoriza-es el de los grupos dominantes: los escritos de los campesinos y los obreros no se archivan, las casas autoconstruidas por ellos no son objeto de la preservacion que se dedica a los grandes centros historicos erigidos por la burguesta. Y en:segun- do término, los estudios destinados a rescatar o difuncir los bienes culturaies hegeménicos, rara vez los ubican en. un diagnéstico sobre las necesidades de la poblacion que permita intervenir en la distribucién de los recursos y evaluar la eficacia de los servicios prestados por museos, programas educativos y comunicacionales. No hay mejor evidencia del pobre lugar que las poli- ticas. culturales otorgan a los sectores populares que la falta de investigaciones sobre el publico. que frecuenta las instituciones artisticas y sobre los consumidores de bienes promovidos por los Estados. No. sabemos casi nada de los usos que las clases populares hacen de los mensajes impuestos, como restructuran y renueyan. sus 28 Como ejemplo de una reformulacién de 1a concepcién politica det patrimonio cultural, comando en cuenta los intereses populares, véase el fibro de Antonio Augusto Arantes (organizador), Preduzindo 0 passado,. Sao Paulo, Brasiliense, 1984 (especialmente los textos de A. A. Arantes y Eunice Ribeiro Durham). 56 POLITICAS CULTURALES EN: AMERICA LATINA. prdcticas, las maneras.de emplear los objétos produci- dos por los grupos hegeménicos, de seleccionarios y combinarlos, de apropiarse de los paradigmar culturales y transformarlos, En sintesis, zqué hace la. nte con lo que las politicas hacen de ellos?, zqué hace cada sector popular con el patrimonio tradicional, con la estatiza- ciéa y la’ mercantilizacién de su cultura, con los que quieren democratizarios? 9) La reorganizacién de la cultura bajo el desarrollo industrial » tecnolégico La critica que hicimos al paradigma monetarista y a la concepcién empresarial de la cultura no implica desco. nlocer que esas fuerzas estan alcanzando wn iugar hege- iénico, entre otras razones, porque saben insertarse en la industrializacién del mercado simbolico. Su poder no Se apoya solo en recursos econdmicos, sino en un-habil aprovechamiento de Ia restructuracién que opera en la producci6n, ta’circulacion y el consumo de las nuevas tecnologias. Investigaciones sobre ef consumo cultural familiar realizadas en los BUA, y en algunos paises lati- noamericanos —a las que se refiere Miceli en su texto revelan que la expansién de la TV, el video y otras “ma Quinas culturales”” ha cambiado los habitos estéticos, asi como la estructura del campo cultural: Se’ reducen los gastos familiares en publicaciones y espectaculos teatra. les, musicales y de'cine, mientras crécen los que se desti. nan a fa compra de las mAquinas que llevan la “cultura a domicitio”. Los nuevos medios masivos son producidos y contro- lados, en su mayorfa, por la iniciativa privada. Los Esta~ dos siguen dedic&ndose prioritaria ‘0 exclusivamente a conservar el patrimonio tradicional y sostener las acti dades artisticas cultas y folcléricas cuya baja rentabili- dad en el mercado vuelve dificil su subsistencia (desde la POLITICAS CULTURALES ¥ CRISIS DE DESARROLLO. $7 Opera hasta las danzas tradicionales). Con grandes es- fuerzos se logré ensanchar el concepto elitista de cultura para incluir las formas artesanales del arte popular: ma sica, literatura indigena, etcétera. Pero cuesta extender el area de cornpetericia del poder piiblico hacia las mani festaciones que no son cultas ni tradicionales. ;Por qué los Estados detierien su accién aqui? Existen resistencias tenaces para que intervengan en la comunicacién masi- va, que provienen tanto de las empresas privadas como. de grupos tradicionales y clitistas del propio sector piiblico. Por su lado, ta izquierda tambien se concentro en la divulgacién de la alta cultura y en los.instrumentos mas tradicionales de comunicacién. Durante décadas ha ve- nido promoviendo revistas, periédicos y, en los paises de mayor desarrollo, editoriales que Hevan, publicados mi- les de libros doctrinarios, andlisis politicos y culturales. En suma, mensajes que llegan tinicamente a universita- rios-y militantes. Su accin artistica se limita a las artes tradicionales y.a las actividades cultas de ta vida intelec- tual: conferencias y talleres de teatro o plastica, concier- tos en barrios y pefias folcléricas, poesia combativa y recitales populares. Pocas veces hemos encarado el uso sistematico de los medios de comunicacion miasiya: ni los de tecnologia avanzada como radio, television, vi- deo, ni los tradicionales de gran repercusién. popular, como historietas y fotonoyelas. Aun donde se transita- ton estas vias (en Chile.y Argentina a principios de los setenta), la falta de preparacién técnica de los militantes y de interés de los partidos en estas tareas, el escaso o nulo énfasis que se les dio en Ja estrategia general revela- ron cuan ajenas resultan a las izquierdas. Nos cuesta pen- sar que el guionista'de Tv y-el-dibujante de historietas pueden ser politicamente tan necesarios. como el militan- te enla fabrica 0 én la universidad. Y no solo porque aquéllos sirvan para producir buena propaganda parti- daria en el lenguaje de los medios, sino porque pueden 58 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA contribuir —mediante espectdculos y: entretenimiento masivos— a democratizar y mejorar la vida cotidiana. Salvo emisiones radiales de directo uso politico, que algu- nos movimientos de liberacién sostienen precariamente en Ja clandestinidad (por ejemplo’ en Centroamérica), y ottas experiencias admirables (como las tadios mineras dolivianas y la de Juchitén en México), no utilizamos los medios de mayor repercusion en la vida popular. En va- rios paises el poder de los partidos progresistas y las con- diciones democraticas permitirian crear radios y quizas algiin canal de TV. Pero para ocupar estos espacios con eficacia, de manera adecuada a la logica de los medios y a los cédigos de simbolizacién y babitos de consumo de las clases populares, debemos cambiar los paradigmas culturales de nuestra accion politica. Hay que decir que esta discusién, indispensable en América: Latina por el anacronismo persistente en la mayoria de los Estados y las izquierdas, est resultando ya inactual. La cuestién central va dejando de ser como desarrollar proyectos alternatives a través de una radio oun canal de TV, y pasa a ser cémo intervenir en las ra- mificadas formas de control sociocultural ‘que est desplegando la revolucién comunicacional por la accién combinada de la microelectrénica y la telecomunica- cién. Estamos hablando de transformaciones que ya es t4n ocurriendo al aplicar el video y la computaci6n a los procesos educativos, al uso del tiempo libre, a casi todas las areas productivas y los servicios, La posibilidad de democratizacion pasaré cada vez mas por saber si los paises dependientes quedareiios presos en la restructu- racion de las redes informaticas concebidas como “se- ries de instrucciones jerarquizadas de centros a la perife- ria, con distintos niveles de periferia””, o lograremos crear circuitos horizontales de comunicacion que desafien la programacion unidireccional: de los comportamientos promoviendo relaciones descentralizadas entre los pro- ductores de informacion y cultura, como esta ensayando- POLITICAS CULTURALES Y¥ CRISIS DE DESARROLLO 59 seen algunas metropolis.” ¢) Politica cultural y creatividad social Hablamos al comienzo de esta intfoduccién del riesgo de que las politicas culturales reduzcan la cultura al or- denamiento burocratico, a las cifras de crecimiento exal- tables en los discursos, al consenso ideoldgico que el po- der necesita para reproducirse. Si relacionamos la politica cnitural con las perspectivas de los creadores y los recep- tores, mantendremos viva en ella las experiencias basicas que siempre acompafian, y hacen necesaria, la produc- cidn simbélica. El descubrimiento més 0 menos reciente de las funciones politicas de Ia cultura no puede desen- tenderse de su-sentido estético o simplemente recreativo. ‘Los aspectos lladicos y simbolicos, importantes en toda comunicacién cultural, son ineludibles en una politica que quiera abarcar también los medios masivos. En Cuba; el pais latinoamericano que ha buscado en forma més radical la’redistribucién de los bienes cultu- rales y la reorientacién socialista de la produccién, los funcionarios han tenido que admitir ‘que el pueblo no siente contradictoria su perseverancia de 25 afios de con- vicciones revolucionarias con el’ gusto por peliculas norteamericanas como Tiburdn’y los melodramas mexi- canos: Como parte de esta apertura politico-cultural, re- cientemente Cuba se sum6, con la transmision dela teleno- 29 Vease sobre este punto: Manuel Castells, “Estado, cultura y sociedad: las nuevas tendencias historicas”, en Cultura y sociedad (tna politica de pro- ‘mocién sociocultural), Madrid, Ministerio de Cultura de Espaia, 1985, rp. 34.36; Nuevas teerolog(as en la vida cultural espaftola, Madrid, Ministerio de Cultura de Espafia-runpesco, 1985, y Armand Mattelart et af., La culture ‘contre la démocratie?, Paris, la découverte, 1984, Respecio de muiestro conti ente, Armand Mattelart y Héctor Schmucler, América Latina en la encruci- jada telematica, México, Folios, 1983, y el articulo de Fatima Fernandez CChirstlieb, ““La'democracia en los tiempos de la fibra Gptica", Nexos, 101, mayo de 1986. 5 0 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA’ LATINA. yela Esclava Isaura, a la lista de paises en-los que las series brasifefias tienen una ferviente adhesion masiva.° Ha sido un avarice que las politicas culturales hayan superado la concepeion mecenal y la reduceién de la cul- tura al juego “esponténeo” de los creadores de élite, para planificar su desarrollo de acuerdo con sus funciones sociopoliticas. Hoy reconocemos que los procesos cul- turales sor espacios donde se construyen la unidad simbélica de cada nacién y las diferencias entre las clases, donde cada sociedad organiza la continuidad y. las rupturas entre su memoria y su presente. Pero la cul- tura es ademds el.territorio donde los grupos sociales se proyectan hacia cl. futuro, donde: claboran practica ¢ imaginariamente sus conflictos de identidad y realizan compensatoriamente sus deseos.. Por esto mismo, gran parte de Jo que lamamos cultura no tiene utilidad prac- tica. Como lo viene revelando la antropologia desde ha- ce décadas, todos los pueblos invierten esfuerzo, tiempo y dinero en fiestas y produccién de objetos superfluos, en pintarse,el cuerpo. y decorar su entorno, en muchas actividades que no tienen otro fin que el goce estético y el enriquecimiento de la comunicacién. La mayoria de estas prdcticas son efimeras: no permanecen como monu- mentos, ni producen réditos econémicos acumulables: Importa el gasto que se realiza en ellas por lo que signifi- can como’placer y experiencia. Una buena politica cultural no es la que asume en for- ima exclusiva la organizacién dei desarrollo cultural en relacion con las necesidades utilitarias. elas mayorias condicién indispensable para que sea democratica—, sino que abarca también los movimientos de juego y ex- perimentadn, promueve las bisquedas conceptuales y creativas a través de las cuales cada sociedad se renueva. % Ana Masia Fadul, “Politicas culturais no processo de transigao demo: ‘ratica brasileia”, ponencia presenada al Seminario Intemacional de cewsch- epesuvtencox Santiago de Chile, marzo de 1985, pp. 45. POLITICAS CULTURALES Y CRISIS DE DESARROLLO. 61 La politica cultural debe ser también una politica del placer. Se nos dira que el placer no puede ser objeto de politicas. Es seguro que tienen razon si piensan en la politica como esa telarafia de organigramas, tramites y astucias para conquistar el poder::ésta'¢és la que casi siempre encontramos. Pero quizA se lé pueda pedir pre- cisamente a la politica que se ocupa de la. cultura que se contagie un poco de los individuos y los grupos que la generan y estén interesados en ampliar para todos el ho- tizonte de lo posible. Tal vez dos de los recursos para sa- lir de la crisis de nuestro desarrollo sean profundizar criticamente en nuestra memoria ¢ imaginar nuevas rela- ciones sociales. Uno dé-Jos signos de que vamos hacia una superacion de la crisis podria ser que los que hace- mos cultura, en: vez de tener que protegernos de los politicos, podamos contribuir a inventar otras formas, acordes con el estilo de cada pueblo, de participar y de- cidir en la politica, de comprenderla y cambiarla. La politica cultural en la época de Reagan* Jean’ Franco A pesar de que Reagan goza de una reputacin de an- tiintelectual, su mandato sé ha caracterizado por una politica cultural coherente y agresiva patrocinada por un creciente niimero de intelectuales ‘‘organicos’’, entre los que se encuentran nombres tan conocidos como los de Jea- ne Kirkpatrick, Tom Wolfe, Irving Kristol (editor de. The Public Interest), Norman Podhoretz (editor de. Commen- tary) yel actual ministro de Educacion y expresidente dela National Endownment for the Humanities (Fundacion Nacional para fas. Humanidades), William: Bennett. Lo. que resulta significativo es que un grupo de intelectuales de diferentes instituciones culturales haya disefiado una estra- tegia tan uniforme y exitosa basada en el ataque agresivo al oponente prejuiciado por una ideologia, al mismo tiempo que insinda que su propia posicion se deriva det sentido comiin o de fa lealtad.a principios verdaderos eternos. En este articulo analizaré uno de los documentos. mas importantes que. ilustran esta estrategia, el informe. * Traduccion: Guillermina Cuevas. 1 La expresion “nueva derecha” abarca muchas posiciones, En la obra de Ronald Brownstein ¥ Nina Easton, Reagan's Ruling Class, Nueva. York. Pantheon Books, 1982, aparece una iil lista de los contactos econdrnicos de fa poderosa, desde el punto de vista politico, derecha. 3 4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. sobre las humanidades de. William Bennett. Son muy pocos los campos que no han sido tocados por el surgimiento de Ia inteléctualidad de la derecha re- publicana que, gradualmente, est controlando publica~ ciones. periédicas, disciplinas universitarias, secciones del sistema educativo y medios de comunicacién electré- nicos. Esas diferentes instituciones han recibido una politica coherente y una estrategia que atacan la debili- dad de caracter y el escepticismo, y cualquier critica es vista como un intento de subvertir los valores ‘‘america- nos””. Su ateque se apoya en Ia idea de que ciertos valo- res —disciplina, mucho trabajo, esfuerzo personal— se han desgastado. A primera vista, esta insistencia en en= seflanzas ‘anticuadas y en los viejos valores americanos parece extrafiamente fuera de contexto en una sociedad capitalista desarroliada, notable por su indiferencia ha- cia los criterios éticos en ei lugar de trabajo, la vida diaria 9 la relacién con otras sociedades. Por una parte, vivi- mos eri una sociedad que ha desacralizado. todos Ios a8- pectos de la vida humana, que ha reducido todo a signos y que demuestra muy poca consideracién, o ninguna, por fa vida humana, Por otra parte, la derecha apela constantemente a la verdad y a fa ética..Sin embargo, al analizarlo, ese discurso resulta mas nacionalista que éti- co. Lo tinico bueno-es lo americano, que equivale a una lealtad fuerte, inflexible, disciplinada a los intereses na- cionales tal como los definen los gobiernos republica- nos. Estos valores tienen muy poca relacién con la vida diaria y, de hecho, n0 son mas que fantasmas en una so- ciedad cuya industria se esta desacelerando y cuya ener- 2 Ei documents de Bennet, "La recuperacién de un legado’: Texto del informe sobre las humanidades en fa educacion’, se basO en las investga- clones del srapo de estudio dela Fundacion Nacional para las Mumanidades, sobre el esiado dela ensefanza de las humanidades en la educacion superior, El grupo estuvo formado por 31 académicos vadmninstradores, El texto de Ben at apart en Tre Crone of Higher auction, 18 de noviembre de 1984, PP, LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DEREAGAN | 65 gia de competencia, personificada principaimente por ejércitos de abogados, especuladores y especialistas en comunicaciones, parece, funcionar con cocaina, mas que con ideales puritarios que los republicanos hacen su- yos de manera retérica, No obstante, es precisamente el espectacular. desgaste de los valores “‘tradicionales’’ aunados a la determinacin del Partido Republicano de consolidar su poder convirtiéndose en un bloque verda- deramente hegeménico que le sirva de base ala actual lucha en el campo de la cultura. La campaiia para resti- tuir la educacién religiosa en las escuelas, para evitar.el aborto apoyandose en “‘el derecho a la vida’ y las cam- pafias en contra de la interpretacién libre de las noticias en los medios de comunicacién y la accion afirmativa, constituyen algunos de los puntos clave. También son representativas de una posicion en fa que una formacion discursiva especifica coexiste con todo tipo de discursos. religiosos y politicos disidentes,’ muchos de ellos verda- deramente extrafios. Estos confieren un aire de pluralis- mo alas frecuencias y canales de radio, aunque en gran medida se trata de un pluralismo de derecha. Algunos de estos grupos, como los Fundamentalistas y los Supervi- vencialistas, apoyan a Reagan en cuestiones como la oposicién al aborto (0 pro-vida, como Ja llaman), aun- que slo sean una maleza densa ¢ impredecible en la vida politica conservadora, una especie de cultura popular de derecha que gardntiza constantes batallas locales en contra de libros de texto ‘‘tolerantes’’ y en torno a cues- tiones como la oraci6n en las escuelas. Estos grupos des- gastan constantemente las libertades civiles y ponen a la -defensiva a la intelectualidad liberal, al mismo tiempo que 5 Bs importante subrayar, como lo hacea Ernesto Laclau y Chantal Mouf- fe'en Hegemony and Socialist Strategy. Towards a Radical Democratic Poti ties, London, Verso, 1985, que lo que permite que los discursos sean identifi- cables son clertas regularidades que establecen posiciones diferentes. Una vez dicho esto, es importante hacer una distinciéa entre tos discursos apoyados por le autoridad de instituciones nacionales conto Ia presidencia, y los que son s6lo regionales, es decir, limitados a ciertas iglesias o sectas reigiosas. 6 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA, se libra una verdadera batalla ideoldgica a escala nacional n los medios de comunicacién y en las universidades. Reagan Ilegé al poder merced a un programa de refor- ma fiscal que implicaba la reduccién de los impuestos y del gasto piblico en una amplia variedad de programas instituidos en un periodo de abundancia para distribuir mas equitativamente la riqueza y ayudar a los menos fa- vorecidos. En esencia, el plan de Reagan era acabar con el Estado | benefactor, sobre la base de que fomentaba la burocracie y la dependencia del Estado, y restaurar los antiguos valores americanos fundados en la empresa pri- vada y el esfuerzo personal. Como Margaret Thatcher, apoyaba la “‘dureza’” y el “rigor’” en contra de la politica blanda”” de sus predecesores, quien¢s eran denigrados Por “‘liberales’”. Como las politicas econémicas de Rea- gan parecen derivarse del liberalismo clasico y esto podria parecer confuso, hace mucho tiempo que él tér- mino. ‘“‘liberal”” recibié un nuevo significado: en la ac- tualidad quiere decir ‘gobierno a gran escala’’ y “rela- jamiento”’. Asi por ejemplo, al anunciar su intencién de reducir los préstamos estudiantiles con intereses bajos, el ministro de Educacién, William Bennett, arguy6 que los estudiantes gastan estos préstamos en lujos inmode- tados, y que la reduccién propuesta podria obligar a al- gunos a “despojarse de estéreos, automéviles y va- caciones en la playa’’ « Esta declaracion es una muestra no sdlo del ataque a supuestos excesos (los estudiantes que piden esos préstamos normalmente tienen que ma= tarse trabajando para pagarlos), sino también de la ma: nera én que Reagan y su gabinete se adjudican conti- nuamente un vocabulario “‘progresista’’. “Despojo” es un término clave en las recientes protestas estudianti- les en contra de que las universidades inviertan en com- Pailias que negocian con Sudafrica. La implicacion es New York Te 4 Leon Botsiin, “Secretary Bennet cat mes, 2 de febrero de 1985, nt NO Pet LA POLITICA CULTURAL EN LA BPOCA DE REAGAN 67 que antes de que la universidad se ‘‘despoje’’ de sus in- tereses sudafricanos, los estudiantes deben despren- derse de todos sus lujos. Los discursos de Reagan estan lienos.de ejemplos similares de apropiacion de un yocabu- lario liberal o izquierdista; por ejemplo, los *contras’’ son. descritos como ‘luchadores de la libertad’”. Su director de comunicaciones, Patrick Buchanan, atac6 recientemente el. ““iberalismo reaccionario”” de Cuomo, gobernador del es- tado de Nueva York, queriendo decir que la oposicion del gobernador democrata a la reducci6n fiscal de Reagan era, conservadora, mientras que Ja politica de Reagan represen- taba ef liberalismo progresista. El término.‘‘revoluciona- rio” es utilizado frecuentemente para describir la politica de Reagan. Aparte de esta impresionante adjudicaci6n lingtiisti- ca, los idedlogos conservadores han perfeccionado una estrategia para mantener a la oposicion a la defensiva, lo cual logran inventando un pasado mitico de caos ¢ in- competencia, y, peor, de desgracias nacionales, del que Estados Unidos se librard. s6lo gracias a. un fuerte go- bierno republicano que haré que los americanos. se “mantengan erguidos’’. Esta estrategia explica la retori- ca machista en el escenario internacional y también la re- valuacién de la guerra de Vietnam, que ya no es presen- tada como una derrota para Estados Unidos. Es en este marco general donde tendré que evaluarse el intento de expansion de la hegemonia conservadora sobre los medios de comunicacin y-dentro de.las insti- tuciones.académicas, La. caracteristica: principal de la nueva politica cultural es el retorno a los valores tradi- cionales, desde el restablecimiento de la oracién en las ‘escuelas hasta los ataques a programas y tendencias aca- démicas originados en los afios de la guerra de Vietnam. Los medios de comunicacién, especialmente la radio y la television, son de crucial importancia a este respecto. En la radio, la gran variedad y numero de estaciones, mu- chas de ellas dirigidas por grupos religiosos y de extre- 68 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA ma derecha, hacen dificil estimar el-alcance dela in- fluencia conservadora. ‘Millones de personas formar su opinién a:partir de lo que normalmente oyen en la ra- dio rumbo al trabajo en sus automéviles; o en el trabajo mismo. La televisin, aunque tradicionalmente es domi- nada por las grandes cadenas, ABC, CBS y:NBC, se ha transformado por ‘la introduccién: del cable. Una vez: mis ello ha permitido que la derecha religiosa tenga acce- soa estaciones locales y a canales de acceso piblico. Sir embargo, no ¢s suficiente, Actualmente los conserva~ dores estén haciendo vigorosos intentos por tener ac~ ceso a las redes nacionales y a los canales de transmision publica dominados en gran medida por los.“‘liberales’’, y en este momento la CBS est empefiada en rechazar una adjudicacién ‘‘hostil”’ por parte de Ted Turner, cer- cano asociado del senador Jesse Helms Después de transmitir una serie sobre Vietnam que c1 tuacién de Estados Unidos durante la guerra, la PBS (Public Broadcasting Service) tuvo que hacer frente a una andanada de criticas: provenientes de un instituto Mamado Accuracy in Media (AtM) (Exactitud en los Me- diog de Comunicacién), cuyo cuerpo consultivo incluye a Clare Boothe Luce, Edward Teller y el antiguo mi- nistro del Tesoro; ‘William E.. Simon, Este instituto controla programas de television, especialmente los que son ttansmitidos por estaciones publicas, para detectar sesgos izquierdistas. Accuracy in Media no sdlo sostuvo que la serie sobre Vietnam contenia ‘‘serios errores y dis- torsiones’’, sino que también, por sus criticas, virtual- mente presioné a la’ PBS para’ que transmiitiera una pelicula alternativa, que es una respuesta a la serie origi- nal. Esta pelicula, ‘‘Television’s Vietnam: The Real Story’® (‘El Vietnam de la televisin: le historia real’), 5 Este intento de apropiacién, de fecha 22 de junio de 1985, atm no ha si- do decidido, pero ya produjo una legisiacién especial pare’ que las apro- piaciones “Hostles* sean mas dificiles. Este tegislacién esté en estudio. LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN’ 69 fue financiada en parte por una subvencion especial de. 30,000 délares, concedida por William Bennett, enton- ces presidente de la National Endowment for the Huma- nities. La transmisién: de la pelicula a través de la PBS tuvo un doble propésito: mostrar a la derecha en un me- dio tradicionalmente liberal, y, al mismo tiempo, contri- buir a la reconsideracion de Ja historia de la guerra de Vietnam. De manera caracteristica, en la pelicula se uti: liza'a Charlton Heston como narrador y se discrepa di- rectamente de lo que se considera distorsiones liberales; por ejemplo, !a presentacién favorable de Ho Chi Minh y lo que se califica de ‘‘denigracion”’ de.los soldados norteamericanos y sudvietnamitas.* AIM también pone a los reporteros a la defensiva al calificar.de sesgada la co- bertura de Centroamérica. La intimidacion indirecta proveniente de fuentes que no. son totalmente identificables.con el gobierno de Reagan (p. ej. aim) ha’ sido efectiva. como forma de censura. Sin embargo, la invasion de Granada: introduce un nuevo factor: la exclusion de los medios de comunica- cién de un hecho informativo importante, sobre la ba- se de que podrian haber debilitado el éxito de la opera- cin. Todos los hechos importantes relacionados con las fuerzas armadas y de seguridad son ahora susceptibles de esa especie de represion. Por ejemplo, las cartas ala prensa indican’ que muchas personas hubieran apoyado esa represion durante la reciente crisis de secuestros en. Libano. Las criticas de la prensa y los medios de comu- nicacién han’ sido presentadas, con éxito, como, una amenaza a la seguridad nacional, y, sobre estas Bases, ciertos sectores del publico aceptarian con gusto la opi- nién del gobierno sobre lo que deben saber.” 8 New York Times, 13 de junio de 1985. * Downing, Joba, “‘So much for the Information Society"’. Goverriment Secrecy and the Media in the usa and us, manuscrito que se publicard proxi- ‘mamente en Philip Schlesinger et af. (eds.), Communicating Politics, Leices- ter University Press, 1985. 10 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA La politica de a administracion Reagan en cuanto @ Jos medios de comunicaci6n y Latinoamérica se caracte- riza por dos estrategias principales: silencio cuando se trata de cuestiones irrelevantes para el gobierno de Esta- dos Unidos, y ubicacién de los conilictos latinoamerica- nos en el contexto de las relaciones Este-Oeste, lo cual implica la prohibicion de difundir informacion que su- puestamente amenaza la ‘seguridad nacional”. (En la actualidad, la seguridad “‘nacional’” de Estados Unidos ‘se extiends a todos los paises situados al norte del Canal de Pariama.) ‘Como la definicién de las noticias esta estrechamente segulada por Washington, la prensa y Ia television tien- den a difundir las historias relacionadas con la politica de Washington, de manera que solo un pequefio porcen- taje de las registradas llega a las paginas de los diarios 0 a la pantalla. Un buen ejemplo es la cobertura de los juicios a los militares argentinos. Después de informar sobre 1a iniciacion de los juicios, aparentemente la mayoria de los diarios y programas de television los olvi- daron. La reciente huelga de hambre det Padre Miguel D’Escoto recibié poca difusion. En general, los cuatro asuntos latinoamericanos que cuentan para las noticias son: elecciones (las elecciones dan eredibilidad a la ideologia norteamericana que iden- tifiea la demoeracia con las elecciones “‘libres’”); proble- mas derivados de la deuda; violaciones extraordinarias ide fos derechos humanos, y Centroamérica (las noticas son muy parciales para comprobar que el gobierno san- dinista ‘de Nicaragua esta preparando la invasion de Honduras). Esto deja de lado muchas cosas que general- menté se ignoran, por ejemplo, la pobreza y la injusticia social; sutilezas ‘de la politica nacional; informacion Constante sobre algtin hecho no relacionado con {a cri- sis. Son escasas las notas que Hegan a la prensa sobre mejoras en la educacion y la’calud, 0 sobre la actitud de Latinoamérica en relacién con Estados. Unidos.: Paises LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA.DE REAGAN 71 como Venezuela, Ecuador, Paraguay rara vez se men- cionan. Pero.no es sélo este silencio selectivo lo. que resulta perturbador, sino también la forma en que las criticas del gobierno difundidas por los medios de comunicacion acaban por reflejar la manera en que la administracién Ye. las cosas. Ello se debe a la tendencia de acudir.a los ‘vaceros oficiales” cada vez que algo que afecta a Esta- dos Unidos sucede en el extranjero. Esto quiere decir que periodismo “objetivo”? —la practica de comunicar Jos hechos sin. comentarlos—, con. frecuencia y de hecho, significa. comunicar “‘hechos'* retransmitides por.una fuente oficial. Dan Hallin describe cémo un re- portaje de rutina en television, relacionado con las ma- niobras norteamericanas en Honduras, casualmente se refi io a un “desarrollo militar nicaragitense’’.* Este ‘hecho’’, sin ninguna referencia a la invasién de los “‘contras’’, tacitamente reconoce el punto de vista de la administracion de que Nicaragua era el agresor, aunque aparentemente se.trataba de un reportaje objetivo. Las noticias sobre la violacion de los derechos humanos en Latinoamérica, aun cuando tengan et cardcter de denuncia, tienden a utilizar el enfoque gubermamental de ‘‘tarjeta de registro”, en la cual cualquier disminuci6n en la violencia es. anotada como una victoria para ia democracia. Un articuio publicado por James LeMoyne en The New York.Times sobre.‘‘Nuevas matanzas de los mili- tares eri Guatemala’’ (28 de julio de 1985), en el qué se servia de pruebas reunidas por Ja Iglesia, declaraba, no obstante, que “el nivel de la nueva violencia del que se ha informado es considerablemente inferior a las 500.0 mas muertes reportadas mensualmente en 1982”". Si bien se trataba de un articulo critico bien documentado, algo Poco usual, ei autor ain utilizaba ese enfoque de “‘tarje- * Hallin, Dan, “According to Official Sources”, wact.4. Report Han, Dan, “Actor 3”, on the Americas, vol. x, nam. r, 1983, pp. 7-11. ees 2 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA ta de registro’” que al gobierno le sirve para justificar su politica de ‘vamos a ver qué pasa”” en Sudafrica, Chile ¥ El Salvador, mientras que siempre puede encontrar pruebas para demostrar que, como la situaci6n empeora en Nicaragua, es nécesario “‘actuar’’. Otra practica con- tinua en la administracién Reagan es la “‘siembra’’ de nuc- vas historias. Pensamos por ejempio en las noticias sobre el “peligro” que corrieron los estudiantes de medicina en Granada antes de la invasion de esa isla. ‘Las “acciones que ofrecen apoyo teérico para. Tas politicas del gobierno reciben amplia difusion. El ejem- plo mas reciente es el undnime derroche de elogios que Tecibi6 la obra de Shirley Christian, Nicaragua. Revo- lution in the Family (1985), en-la que se argumenta que {os sandinistas siempre han sido marxistas-leninistas disi- tnulados. El libro confiere credibilidad a la politica de la administracion Reagan de dos maneras. Sostiene que ¢l gobierno de Carter malinterpreté fos iiltimos dias de So- moza y no favorecid a las personas indicadas. Adeimés, apoya la opinion de la administracion en cuanto a que los hombres de negocios son los guardianes de la democracia. ‘En 1983, Dan Hallin escribid un articulo para NACLA ‘Newsletter én el que demostrd que habia divergencias entre la politica dei gobierno de Reagan en cuanto a Centroamérica y la cobertura de los medios de difusion. Es cierto’ que en ese momento grandes sectores de la poblacion se mostraban precavidos respecto de una in- tervencién, y que esta sospecha podria atribuirse en par- te a las criticas difundidas por aquéllos. En 1985, la si- tuacion habia cambiado. Granada sefalaba un punto eritico decisive porque, por primera vez, los medios de difusion serian reprimidos, pues no se permitiria a noti- cieros y reporteros cubrir la invasion. La idea de que la ‘oposicion no debe recibir publicidad és peligrosa en una sociedad que se autocalifica de democratica. Aunque Granade es el ejemplo mas espectacular, cada vez es mas claro que ia prensa y especialmente la television. dan LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN. - 73 0Cd a poco menos cobertura a manifestaci - testa, particulartmente en Centrosmérica, Por ota par te, la visita de Daniel Ortega a Moseti recibié mucha publicidad, y se atribuye al hecho de que la Camara de Representantes haya cambiado su voto para la ayuda a los **contras’’. Pero la visita de Ortega no habria cam- biado por si sola la votacion, a no ser por el lento y pa- ciente debilitamiento de la informacion critica, la repre- sion de las noticas sobre protestas y manifestaciones y la creciente confianza del gobierno de Estados Unidos en que de un éxito nace otro, en que una medida de éxito en contra de las guerrillas de El Salvador 0 Nicaragua nugvamente hari el milagro de Granads "En resumen, ta politica de seguridad nacion sidente Reagan esta acabando con la dence HAE. mo tiempo qe mantiene las apariencias de que la esta En el extremo opuesto del espectro de jienci Sees res ts a ae comparativamente restringido de las revistas y publica- ciones periddicas intelectuales. Sin embargo, a pesar de que la audiencia es diferente, la estrategia agresiva de la intelectuatidad literaria de extrema derecha es muy si Jara la de los criticos de los medios de difusin, En revis tas, en conferencias, en libros, lanzan ataques personales en contra de criticos liberales y marxistas y también de tendencias intelectuales especificas que, a su parecer, de- bilitan tas actitudes nacionales. Los movimientos que son atacados van desde escuelas artisticas como el Modernis- mo de Tom Wolfe, por ejemplo, considerado como de importacién, hasta movimienios como el desconstruc- cionismo, vistos como causantes de una actitud de esce| ticismo frente a la cultura del pasado? _ 3 Tom Wolfe, From Bauhaus Wolfe, From Bauhaus to Our House, Nueva York, Pocket Books, 41981, sostiene que los vetdaderos valores armutectOnicos norteamericanos pitularon ante los arquitectos antiburgueses europeos ¥ como resultado, arruinaron et paisaje urbane. " POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. En el-campo de Ja educacion, la influencia conserva- dora ya es. profunda, y ha provocado cambios en el curriculum, la composicién del alumnado y del cuerpo docente, y en la investigacion. Pero las tacticas difieren un poco de las de la epoca de McCarthy. La derecha tien- de a juzgar y a perseguir a los intelectuales de izquierda sobre bases académicas, mas que politicas. Recientemen- te, por ejempio, un joven historiador marxista, David Abraham, autor de The Collapse of the Weimar Republic (El colapso de Ia repiiblica de Weimar), fue sometido a una campafia de denigracion sin paralelo, por ‘inexacti- tudes” y citas erréneas en su obra, denigracion que fue mucho mis alla de las criticas académicas. La campafia incluyo cartas y telefonemas a las universidades en las que Abraham habia solicitado empleo.” Para los conservadores es inaceptable que la universi- dad sea un foro del pensamiento critico, Mas bien ¢s esencialmente un instrumento para la politica guberna- mental, un lugar para la formacin profesional y, sobre todo, para inculcar “los valores’. Es obvio que hace mucho tiempo que las ciencias se entregaron a los programas gubernamentales. Las cien- cias sociales que generaron gran parte de la critica af go- bierno en la década de los sesenta se han estado trans- formando recientemente. Los criticos conservadores ‘opinan que durante los aftos sesenita los académicos con- sideraban ‘‘la universidad como el vehiculo para revolu- cionar la politica y ef gobierno norteamericanos”’, y que se convirtieron en ‘‘facil objetivo de un estrato de edu- cadores politizados dispuestos a la preparacién de cam- bios. socicecondmicos significativos dé orientacion iz- quierdista en la. politica norteamericana.””"' Segan un articulo publicado en Tab/oid, al final del primer man- dato de la administracion de Reagan: 40 John Weiner, “Footnotes on History", The Nation, 16 de febrero de 1985, W New York Times Magazine, 1! de:junio de 1983. OO LA POLITICA CULTURAL EN LA £POCA DE REAGAN 75 [. : J una creciente orientacién hacia la instrumentacion de politicas y el ‘pragmatismo’ es [,.} une de los cam- bios que estén teniendo lugar en'ciertas disciplinas aca- démicas, especialmente las ciencias sociales |. .| En esos campos hay cada vez més dinero para investigacion con tendencias politicas yun incremento en el apoyo para las ‘ciencias duras’ de estds disciplinas al extremo de que el conocimiento es producido como ‘resultados’ cuantificables, mAs que en las formas ‘blandas’, como la especulacion, contemplacién, impresiones experimentadas y similares, para'no mencionar la teoria que, en casi todos los casos, ¢s equiparable a un peligroso radicalismo. Tal como demuestra mas adelante Tabloid, esto signifi- ca qué “‘se incrémente’ el interés por ciencias como la bioquimica y la neurofisiologia; se prefiera la lingilistica formal a la ‘sociolingiiistica, la antropologia médica, biolégica y social a campos ‘blandos’ como Ja antropoio- gia cultural o simbélica’’2 Ademias de esta profesionali- zacion, ‘se hicieron también intentos para alinear las Ciencias: sociales con las ciencias, de manera que sir- vieran mas directamente alos intereses del gobierno. Ello llevo a una propuesta para consolidar toda la inves- tigacién y los estudios internacionales que se efectuaran en el pais en ‘‘una sola red organizada como una som- btilla’’. El propésito de esta ‘organizacion hubiera sido subvencionar Ja investigacién relacionada con la politi- ca, de manera que los estudiosos podrian ‘‘proteger y promover los intereses nacionales de Estados Unidos.en ja comunidad internacional’’.\). Aunque esta propuesta era inaceptable para muchas universidades, se obten- drian los mismos resultados canalizando los fondos de 2 Tabloid, niim. 8, invierno de 1984. 1 Ibidem, 76 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA manera diferente. Algunas de las principales funda- ciones han redefinido recientemente sus intereses, y al- gunas exigen que la investigacién esté relacionada di- rectamente con cuestiones de seguridad nacional.” Sin embargo, quiza la lucha més significativa se haya librado en las humanidades, campo que parecia a punto de ser redundante porque los estudiantes buscaban cada vez m4s una capacitacion profesional’ para obtener un empleo. Ademas de que el numero de estudiantes dismi- nuia, muchas de las disciplinas humanisticas eran per- turbadas por conflictos ideolégicos causados por la introduccién de nuevas teorias criticas que derrumba- ban los presupuestos de que dependian. La politica con- servadora ‘tespecto a las humanidades fue facilmente aceptada por aquellos académicos que estaban a la de- fensiva frente a las tendencias contemporaneas de la his- toria radical, el feminismo y las criticas a la filosofia y a la cultura. Y la campaiia para que los cursos de civiliza- cién occidental volvieran a ser obligatorios para todos los estudiantes de primer afio de licenciatura, dio a estos académicos conservadores cierta seguridad. El grito de’ batalla de los.afios sesenta habia sido “‘pertinencia’’; los estudiantes exigian cursos que permitieran comprender Ia experiencia contemporénea. La civilizacion occidental reafirma los valores.‘‘intemporales’’ y permite a los con- servadores despolitizar las aulas.'s Al mismo tiempo, se sienten particularmente amenazados por las teorias cri- ticas —-neomarxismo, desconstruccionismo, analisis del discurso— que plantean un reto para las bases en que se apoyan las disciplinas tradicionales para afirmar su de- echo al conocimiento. 1 La fundacion conservadora John M. Olin patrocing una publicacion, trimestral sobre “The National Interest” que publicaria el escritor conserva- dor Irving Kristel. La Fundacién MeArthur inicié un programa de tres afios para fortalecer le investigaci6n y la enseftanza en el campo de a seguridad in- ternacional. Véase Kathleen Teitsch, “Donations Increase to Groups Study- ing Prevention of War'', New York Times, 6 de mayo de 1985. 18 Tabloid, op. elt. Hp: 1GIT. LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 77 Este es el marco en-el que debe leerse el informe de ‘William Bennett sobre las hamanidades en la educaci6n. Fue redactado cuando William Bennett todavia era pre- sidente del. National Endowment for the Humanities, influyente. fundacién que subvenciona la investigacion tanto de académicos como de estudiantes en este campo. Su reciente nombramiento como ministro de Educacion. es significativo porque originalmente la administracion de Reagan pretendié abolir ese departamento para redu- cir la burocracia'y el gobierno “a gran escala”’. La no- minacién de.Bennett, que ha consolidado sus. creden- ciales conservadoras en ¢] National Endowment for the Humanities, sugiere que esta politica ha sido revisada, quiza porque ese departamento se considera ahora como. una institucion importante para la extensién de la hegemonia conservadora.'* El informe sobre las humanidades en la educaci6n lleva por titulo “‘La recuperacion de un legado”’. Las metafo- ras de propiedad, herencia, legado, herederos y derecho dan fuerza a su discurso al sugerir que lo que est4 en juego es la adquisicion de ua capital cultural y su distribu- cién. Los educadores son presentados como ejecutores incompetentes que han dilapidado la herencia, y los es- tudiantes como -victimas ignorantes de su ‘‘legado no reclamado’’, De manera que nos encontramos frente. al material.de un perfecto melodrama del siglo: xix, en el. que un. tutor negligente 0 poco escrupuloso engaiia.al inocente pupilo. Bennett toma su definicibn: de humanidades de Matthew Arnold, Kant y Montaigne. Cada uno de estos autores define las humanidades como ¢l estudio del va- lor y él juicio. A ello Bennett hace un importante agre- gado: hay una cultura comin de la que todos somos “‘accionistas”’, y que consiste en una ‘‘vision duradera”” 16 Fred M. Hechinger, “Far Right Steps up-Effort to. Control Class rooms”, New York Times, 16 de abril de 1985. B POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA y los ideales compartidos més elevados. Segiin él, la cul- tura es un tipo especial de propiedad que no esta sujeto a las devaluaciones ni a los caprichos de Ja oferta y la de- manda. ‘Tras este vocabulario ‘se oculta el anhelo por algo que Ja logica del capitalismo niega. La educacién humanista se asemeja al patron de oro hipotético que puede redimir el papel moneda del intercambio capitalis- ta. ¥ Estados Unidos (pues se trata de ‘“‘nuestro”’ lega- do): aparentemente ‘se ha convertido en el heredero legitimo de esa fortuna. En sus recomendaciones, el in- forme declara abiertamente que ‘‘nuestra sociedad es el producto y nosotros los herederos de la civilizacién occi- dental’. No esta claro.cémo se desarrollé este proceso; al lector se le deja ‘suponer que Estados Unidos hereda ese capital por derecho natural. Para que este capital se entregue intacto se necesitan gtiardianes leales, que son los buenos maestros que aman Jas obras que ensefian. La ensefianza mediocre podria “carecer de vida, ser tendenciosa, mecanica 0 ideologi- ca. Podria faltatle conviecién, Quiz con mayor fre- cuencia ‘no comprenda el significado de lo que aparenta estudiar y ensefiar’’. Peor atin, la ensefianza mediocre podria disfrazarse de buena, como argumenta David Riesman (ano de los miembros del comité que redacté el informe). Esta ensefianza disfrazada invita alos estudiantes a unirse a un club de cinicos sofis- ticados que'son ingeniosos, abrasivos: y a. veces absor- bentes: muchos docentes de las humanidades alardean de sus excentricidades y se glorifican de ellas, y solo desputs de reflexionar a distancia se da uno cuenta de que en rea- lidad estén vacios. Citando a Maynard Mack, Bennett también condena a aquellos que desarrollan intereses limitados y que “se comunican cada vez con miénos porque es mas facil LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 79. parlotear en una jerga que explicar una cuestion compli- cada en la verdadera lengua del hombre’’. (De paso, vale la pena hacer notar la asociaci6n de lo bueno con Jas virtiides “‘masculinas’’ tradicionales de dureza y ti- got, y lo malo con los defectos “‘femeninos”” de debili- dad de carcter e indulgencia.) Asi pues, entre los guardianes incompetentes se incluyen diferentes tipos de personas, desde los ineptos hasta los excéntricos, aunque el documento insiste repetidamente en ° dos tipos de guardianes peligrosos, los izquierdistas y los escépticos —bajo el eufemismo de tendenciosos—, en otras palabras, los desconstruccionistas. Por consiguien: te, el documento escoge a aquellos que utilizan las hu- manidades “como si fueran las sirvientas de’ la ideolo- gia, subordinadas a prejuicios y valores individuales 0 rechazadas a causa de su relacién con cierta actitud so- cial’’, y a aquellos que no creen que las humanidades tienen un significado inherente “porque todo significa- do es subjetivo y relativo en relacién con la propia pers- pectiva’’. El informe contempla con alarma la perspect va de que “pudiera ya‘no haber un acuerdo sobre el va~ lor de los hechos histéricos, la evidencia empirica a la ra- cionalidad misma’’. Aunque parece obvio que muchos estudiantes no to- man cursos humanisticos porque su tiempo esta total- mente ocupado en realizar estudios para obtener un titulo profesional que les permita tener una carrera lucrativa en las leyes 0 la medicina, Bennett se rehtsa a achacar al mercado el desgaste de las humanidades: Por el contra- tio, da a entender que la culpa la tienen los maestros in- competentes y los profesores *‘tendenciosos”’ y escépticos que no logran trasmitir la importancia de comunicarse con los “grandes espiritus’’ del pasado. En contraste, el buen guardian sera el que no despliegue més ideologia que la fidelidad al trasmitir el espiritu del texto. En consecuencia, los maestros, supuestamente, no de- ben ser eriticos; mas bien son distribuidores del capital | i ; t 80 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA cultural, minoristas, si se quiere. Pero son minoristas de un emporio mas bien selectivo, Bennett insiste en que el curriculum de Jas humanidades no debe ser. como una’ “venta de garage’’, una “‘cafeteria de autoservicio”’” 0 un ‘‘bazar’” en el que el estudiante busca ‘‘gangas”’. A diferencia de la teoria del capital cultural de Bourdieu, en la que la adquisicion es desigual a causa de la des- igualdad de los receptores.en la estructura. social,” la idea de Bennet de un capital cultural comin produce desigual- dad y antagonismos. No es sorprendente que una de-las pocas obras de la literatura norteamericana que menciona sea Las aventuras de Huckleberry Finn, pues su.idea de cultura comin se parece a una, balsa en la que blancos y negros juntes pueden. navegar tranquilamente (aunque nunca como iguales) rio abajo. De hecho, hay un segun- do juego de metdforas en torno @ la cartografia y ef paisaje. Ast, por ejemplo, los estudiantes que entran a la ‘universidad corren el riesgo de vagar sin sentido en. una region de la que no existen mapas, a menos que les sean seflalados los ‘“‘hitos de los logros del hombre’’, En este caso e! buen guardién és una especie de navegante y su institucion algo asi como una nave que se dirige en una direccion determinada, eludiendo tanto las aguas poco profundas como aquéllas demasiado hondas (muy poca profundidad, o excesiva, en el curriculum). En qué consiste esa cultura comin que constituye: “nuestro legado’’? A este respecto Bennett vacila consi- derablemente; a veces sugiere que es una comunion con los valores eternos del pasado; otras, revela que estos “valores eternos”” se alcanzan mediante una especie de ‘consenso. De hecho, admite haber hecho su propia en- cuesta informal (con la ayuda del columnista de extrema derecha George Wills) para determinar las obras que se consideran esenciales para los estudiantes de ensefanza media. Las mas populares fueron las de Shakespeare, ‘0 Pierre Bourdieu, La distinction, Op. it LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN. 8 documentos histéricos norteamericanos como la Declara-., cién de Independencia, la Biblia, y por supuesto, Las aventuras de Huckleberry Finn. Para los estudiantes de licenciatura preparé un catélogo de ‘‘grandes obras” que incluye a los griegos (ni Arist6fanes ni Ovidio); en los siglos XIX y XX, a Jane Austen y a Marx, pero ningu- na obra literaria francesa. De la cultura norteamericana incluye documentos histéricos, Martin Luther King (su “Carta desde la carcel de Birmingham’” y el discurso “Suefio. . .”) y a autores como, Hawthorne, Melville, ‘Twain y Faulkner. Es divertido especular sobre como los buenos guardians trasmitiran fos textos de Marx y de Martin Luther King, dado que, citando a uno de sus ase- sores, William Arrowsmith, los maestros ‘‘se han com- prometido a ensefiar lo que han aprendido a amar’. {Hlabrén aprendido a amar a Marx? ¥ sies asf, gno estaran corriendo el riesgo de volverse tendenciosos? Una y otra vez Bennett niega que la decliriacion de las hu- manidades tenga algo que ver con la mentalidad mercanti- lista de las universidades o la creciente profesionalizacion. ‘Mas bien ja atribuye a una declinacién en la enseflanza, pero también al mortal efecto de’ ‘‘una pérdida colectiva de nimo y fe tanto en el personal docente como en los admi- nistradores academicos que se dio en los dltimios afios de la década dé 1960 y los primeros de la de 1970’'. Esta condenacién de los afios seserita es una caracteristica normal def repertorio conservador. Y Bennett aclara perfectamente Ja razon de ello. Durante este periodo, el personal docente renuncié a su autoridad y permitié a los estudiantes que conformaran el “‘programa educati- vo”, de manera que se desorganiz6 la jerarquia natural mediante Ja cual las sociedades reproducen sus valores. ‘Como Bennett no puede apoyarse sustancialmente en su lista de grandes obras, se ve obligado a insistir en la autoridad y el poder como verdadero criterio. Lo que es- 82 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA taba equivocado en el relativismo de los afios sesenta era. que ‘‘el cuerpo docente se mostraba reacio a reconocer la’ supremacia de un hecho sobre otro, y los objetivos de la educacién cambiaron del conocimiento a la ‘investiga- cién’ y del contenido a las ‘habilidades’”’. Para impedir que continde este. deterioro, las universidades deben mostrar una direccién firme, el cuerpo docente huma- nista debe creer en lo que hace y las humanidades deben asumir su posicion central en la reproduccion de la so- ciedad ‘Nuestro afan por hacer valer las virtudes de! pluralismo- no debe permitirnos sacrificar el principio que anterior- mente dio sustancia y continuidad al curriculum, es de- cir; que cada facultad y universidad reconozea y acepte su funcién vital como portador de la sabiduria acumula- da por nuestra civilizacion, El final del informe sobre las humanidades pone muy en claro esta funcién ideoldgica. La civilizacion occidental no es sbio el capital cultural, sino también el “‘adhesivo gue une a nuestra nacidn pluralista””. Negros, asiaticos e hispanos comparten la creencia de que lo que “‘nos une con otras culturas es la tradicin occidental. . . Noesetno- céntrico © chovinista reconocerlo. A ningiin estudiante ciudadano de nuestra civilizacién debe negarsele el acceso alo mejor que ofrece nuestra tradicion’”. Brevemente Ben- nett da su lugar a otras civilizaciones y reconoce que podria ser bueno saber algo de ellas, pero afirma que el miclee del curriculum de la universidad norteamerica- na —su corazon y sui alma— debe ser fa civilizacion occi- dental, fuente de las mas poderosas y penetranies influencias de Estados Unidos y su pueblo [. - .] Sise les oculta su pasado [a los estudiantes] seran extrafios en su propia cultura, extranjeros en.su propio pais. LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN. 83 Hemos llegado finalmente al nicleo del documento. La tinica fuerza de la civilizacion occidental es la universali- zacion de sus valores, y, por ende, la incorporacién de todas las demas culturas lo que fa hace tan atractiva. A su manera puede proporcionar in lenguaje “‘legitimo’” que oculte o “‘margine’’ antagonismos.'* Caracteristico. del documento y de la critica cultural de extrema derecha es el hecho de que en general define claramente a sus enemigos, sin ser nunca capaz de enunciar con exactitud cuales son esos supuestos. valores universa- les. Esto se hace obvio en la serie de preguntas que, a mane- rade recomendaciones, se ofrecen a las universidades al fi- nal del documento. Por ejemplo, ‘*zel curriculum en su universidad garantiza que un estudiante con grado de ba- chiller esté versado en lo mejor que se ha pensado y escrito sobre la condicién humana?” ,Podriamos imaginar a al- gin rector que respondiera ‘‘no” a esta pregunta? 2¥ c6- mo se determina qué es lo mejor? Al negar la importancia de teotias criticas que mostrarian de qué manera se cons- truyen nociones como “‘lo mejor’’, a Bennett no le queda més que un curriculum ineficaz que solo exige de los estu- diantes que comulguen con una tradicion que ha sido pri- vada de todo significado polémico y ético. El programa subyacente del informe de Bennett ¢s ia dignificacion del bazar académico al representarlo como intemporal ¢ iral- terable. El efecto de la politica de Bennett en los estudios lati. noamericanos sera considerable, ya que tradicionalmen- t¢ ha sido un campo en el que la mayoria de Jos estudiantes. desarrolian ideas criticas en el curso de su trabajo. Esto lo sefial6 recientemente John Womack en una entrevista para Nexos al declarar que los estudiantes horteame- ticanos “‘van todos inocentes a Latinoamérica. y ahi, por dentro, los voltea de cabeza la injusticia enorme, a '8 Pierre Bourdieu, Ce que parler veut dire, Paris, Fayard, 1962. a4 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA carcajadas, descarada, rampante y vil que los rodea’?.® La politica del gobierno de Reagan esta afectando di- rectamente a esta masa critica en diversas formas. En primera instancia, grandes cantidades de dinero. estan siendo dedicadas a realizar estudios soviéticos, mientras “que los fondos para los estudios latinoamericanos se redu- cen afio con afio. Algunas grandes fundaciones, como la Doherty, ya no subvencionan estudios sobre Latinoaméri- ca. Fundaciones gubernamentales, como la Interamerican, han cambiado sus criterios y ya no apoyan proyectos que no estén relacionados con cuestiones de seguridad na- cional. Esta seleccion esta cambiando la composicion del cuerpo de estudiantes interesados en Latinoamérica. ‘A aquellos que est4n interesados en la injusticia social Jes cuesta cada vez més trabajo conseguir fondos y termi- nar sus estudios de posgrado. A aquellos que deseen con- vertirse en instrumentadores de la politica gubernamental Jes sera mucho mas facil. Ademas, aunque los fondos para el estudio de lenguas extranjeras parecen haber aumen- tado, el apoyo del gobierno a este respecto es sospechaso. Pasé la época en la que el estudio de las lenguas extranje- ras estaba al arbitrio del entusiasmo de profesores de lite- ratura que, fueran cuales fueran sus problemas, a menudo estaban inmersos en la cultura y Ja politica latinoame- ricana. La ensefianza de las lenguas extranjeras esta cada vez mas profesionalizada. Cada vez con mayor frecuencia el maestro és una maquina. Esto es significativo porque potencialmente saca la en- sefianza de las Ienguas de los programas humanistas que ya. estan muy sesgados, en contra de la cultura latinoameri- cana. Este proyecto tan significative, que da nueva forma al aspecto cultural, marginara atin més la literatura lati- noamericana, al igual que a otras literaturas minoritarias. Es sorprendente la coherencia con que ciertos imperios, '9 Womack, John, “Querer Ia historia”, Nexas, afio vu, vol. 8, nim. 90, Junio de 1985, p. 40. ¢ LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 85 de Carlomagno a la soberania britanica, han visto la nece- sidad de reciclar la tradicion clasica para conferir legitimi- dad a su empresa. Tampoco es sorprendente que el len- giiaje de Bennett invoque con tanta: frecuencia el de Matthew Arnold, pues como Arnold, que afioraba la dul- zura y la luz en la etapa mas agresiva de la opresion del im- perio britanico, considera a las himanidades como una manera de trascender clases sociales, razas ¢intereses parti- culares. No obstante, tal como sefiala Terry Eagleton al esctibir sobre Arnold, la cultura basada en esta premisa de- be ser enteramente negativa, pues ‘‘es la negacion de cual- quier exigencia: particular en aras de la totalidad —to- talidad que por {o tanto esta enteramente vacia, pues ino es mas que la totalizacion de momentos negados”’» La balsa de cuitura comin que permite a Tom Sawyer navegar rio abajo con Huck Finn no es mas que un suefio. Desafor- tunadamente, como muchos otros’ suefios, conduce a la guerra, y esta vez la guerra podria muy bien acabar con la critica académica. 20 Terry Eagleton, The Function of Criticism. From the Spectator t0 Post-Structuralism, London, Verso, 1984. BOLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA Nota final > ‘Hace uiios mesés, cuando empecé este articulo, las activi- dades de dos organizaciones, Accuracy in Media y Accu- racy in Academe, no se habian desplegado. Durante los ialtimos meses, Accuracy in Media y algunos criticos con- servadores, tales como John Corry, del New York Times, han hostigado directamente varios programas del Public Broadcasting Service (PBS). The Afrieuns, programa francamente anti-imperialista, es atacado por “unilateral’’. En cambio uno sobre Ja historia de los conservadores en ‘Estados Unidos, también presentado por PRS, es visto como: la conquista de los medios controlados hasta ahora por Jos liberales, Patrick Buchanan comentaba, por ejemplo: ‘tes asombroso que las redes comerciales, que han dedica- do horas innumerables al movimiento feminista y al movimiento soi-disant de la paz, practicamente no han pre- sentado un programa que comprenda y simpatice con un movimiento que esta formando la politica de esta década”’. La tactica de a derecha ha sido esta: desvincu- larse del Estado para presentarse como victimas del “‘es- tablecimiento” liberal. El grupo de Accuracy in Media tiene una publicacién, Aim Report, que critica las peliculas documentales de PBS, demostrando su prejuicio contra la derecka y organizando campafias de cartas de protesta para demostrar que fa opinién publica esta a fa- vor de los conservadores. En octubre de 1986, su blanco era una pelicula, Cuba— In the Shadow of Doubt, que ofrecia diversas opiniones sobre los aciertos y los fracasos de los cubanos. Segtin Air Report, la pelicula es predomi- nantemente pro-Castro y en ella no se cita debidamente a Valladares. Menciono este ejemplo porque es caracteristico de la politica conservadora, que consiste en poner a la defensi- LA POLITICA CULTURAL EN LA EPOCA DE REAGAN 87 ya toda oposicién, en nombre de una opinion publica que se manifiesta por cartas de protesta. Esta vieja tactica de la izquierda ha sido secuestrada por la derecha, cuyos re- cursos financieros son infinitamente mas grandes. La politica cultural de la época de Reagan no es diferente de su politica econémica y su politica electoral. Su retérica supone la igualdad de cada individuo para expresarse. En la practica, los liberales e izquierdistas tienen cada vez menos recursos pata expresarse, y, si logran pasar una pelicula por la PBS, tienen que mostrar. “‘las opiniones conttarias”. En cambio, los conservadores tienen infini- dad de recursos, y, corno hemos visto en el caso de Tehe- rangate, mucha imaginacion en la manera de emplearios. ea Los pueblos indios, sus culturas y las. politicas culturales Guillermo Bonfil 4, La dimensi6n cultural y el desarrollo de los pueblos indios 4) Réquiem por el desarrollo integrador Aunque todavia existen reductos en el seno del indige- nismo que continiian apegados a las viejas tesis integra~ cionistas, puede considerarse que éstas han sido ya defi- nitivamente superadas: est4n muertas y s6lo nos queda rezar un réquiem en su memoria. Es oportuno, en oca- sién de esos solemnes responsos, pasar revista una vez mas de las implicaciones que tenian las propuestas in- tegracionistas para las culturas de los pueblos indios det continente. Tal vez asi se contribuya a echar las diltimas paladas de tierra sobre los despojos de tan ilustre cada- ver, sobre todo para evitar cualquier intento de algtin fa- natico que pretenda asustar con el petate del muerto. Al repasat aquella historia (fa del integracionismo como orientacin de las tareas indigenistas) saitan a la vista varias cuestiones de interés, que pueden enunciarse de manera resumida en los siguientes términos: —El indigenismo integracionista fue, en su campo, la expresion consecuente de los proyectos desarrollistas y modernizadores en el area de Ja economia y la politica, INSTITUTO. DE ARTES 8 BIBLIOTECA Pir ABD 90. POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. en los que se embarcaron los gobiernos de América Lati- na con la idea de acortar Ia distancia que los separaba cada dia mas de ios paises del Mamado “primer mundo”’. No se entendi6, 0 no se quiso entender, que era precisamente la relacion asimétrica establecida entre los paises avanzados y los que se denominé subdesarro- llados la que hacia posible, en forma simultanea, el de- sarrollo de unos y el subdesarrolio de los otros. Para darle la vuelta a ese problema, prefirié echarse mano de teorias segin las cuales el atraso, el primitivismo, la falta de modernidad (entendida ésta, por supuesto, en los tér~ minos de los paises dominantes) eran la causa de Ja des- igualdad de desarrollo. ¥ al interior de nuestros paises, équiénes podian representar en la mentalidad colonial de las clases dominantes el ejemplo mas pristino de atra- so, de ignorancia y falta de civilizacién? Los indios, na- turalmente. —No estuvieron ausentes las ideas racistas que atri- buian la “‘inferioridad” del indio a factores biolégicos congénitos. Sin embargo, a partir de cierto momento ya resultaba peligroso y de mal gusto expresarias en forma directa y brutal, por lo que los argumentos preferidos se dirigieron contra fa manera de ser social de los pueblos indios, es devir: contra su cultura. Aht estaba, finalmen- ie, la clave yla soluci6n. El indio, en términos genéticos, digamos que si podia ser igual a cualquier otro hombre de cuero més blancuzco; pero, en cambio, no poseia la verdadera cultura, la cultura occidental y cristiana del hombre blanco. Muchos pensaban, en realidad (y toda- via hay quienes lo siguen creyendo), que los pueblos in- dios no tenfan cultura: su lengua era un dialecto, no un verdadero idioma; su religién era paganismo; tenian costumbres, pero no cultura. Los cientificos sociales, fi- nalmente, ganaron una batalla y, al menos en el ambien- te de quienes trabajaban con problemas indigenas, se acept6 (un poco a regafiadientes, cierto) que si habia culturas indias. ‘Hasta les result6 bien, porque al recono- LOS PUEBLOS INDIOS ¥ LAS POLITICAS CULTURALES 91 cer su existencia construyeron, al mismo tiempo, a su muevo y definitivo enemigo, a Ja verdadera causa del subdesarrollo, que no era otra que (joh sorpresa!) la existencia de las culturas indigenas. Contra ellas, pues: la diversidad cultural se vio. entonces como un obstdculo. {al desarrollo, a la construccién nacional, a la moderni- zacion, al anhelado progreso). : —Quedaba claro, asi, cual era la meta y la justifica- cion de la politica indigenista: la de lograr que los indios dejaran de ser indios mediante el sencillo expediente de cambiar su cultura por la cultura domiriante. Se. trataba de desindianizar estos paises, aunque ese térming no s¢ usd y si se adopté, en cambio, el més sofisticado de “aculturar’”, con todos sus derivados..En otros razona- mientos, hasta el lenguaje de raigambre marxista intervi- no: hay que hacer que el indio pase de una situacion de casta a una situacion de clase. La receta es la misma. La. cultura india, concebida desde siempre como inferior, debia ser sustituida por oira cultura, la cultura domi- nante occidental y cristiana (aunque a veces hubiera séparacién entre la Iglesia y el Estado, © los propios teorizantes se declarasen ateos). ae Hubo una concésion al propésito, también cristiana, de algunos indigenistas: habla que ayudar a bien morir al indio, es decir, habia que poner en practica una serie de medidas que hicieran menos brutal la desindianizacion. La sustitucin de la cultura india (el tan manido proceso de aculturacion) debia orientarse cientificamente, a fin de que el transito resultara to menos doloroso posible. “Muchos proyectos que han estado vigentes en paises de ‘América obedecen a ese piadoso propésito; por ejemplo, el reclutamiento de jovenes en las comunidades y aldeas indias para entrenarlos, generalmente en las ciudades criollas, en las tareas de educacién con el fin de que regre- sen después a sus sociedades indias y con la mente blanca introduzcan e impulsen las ideas del progreso, la moder- nizacién y el desarrollo que proclaman las élites dominan- 92 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA tes. “Para que la cufia apriete ha dé ser del mismo palo” —y asi es menos doloroso. O bien, para mencionar slo otro de tantos ejemplos posibles, el caso de los reacomo- dos de poblaciones indias que eran (son) desplazadas de Sus territorios Etnicos y trasladadas a un nicho ecolégico diferente, porque sus tierras originales debian set destina- das a un propésito mejor y mas moderno, como construir una presa, abrir un campo petrolero, o simplemente crear empresas agroindustriales mas redituables que la milpa tradicional. Pero eso si: que te duela menos. ;Cuantas pa- ginas de’informes técnicos, cuaintos inspirados proyectos urbanisticos y arquitectonicos, cudntos programas para el mejoramiento agricola y artesanal, que deberan convertir Ja pérdida de su territorio en una bendicién que el indio de- sindianizado ‘del futuro habra de agradecer finalmente! Es or tu bien, aunque no lo comprendas ahora. Ni lo aceptes. —Vino el remolino y nos alevanté. Se acabé la prome- sa del auge inmediato y para todos. Fracas6 el proyecto ‘desarrollista. Tenemos que aceptar que no es por ahi, pues, Y los indios también pagan los platos rotos, aunque nunca comieron en ellos. Aunque las ideas persisten, los recursos escasean. Si no hay con qué acelerar las tareas de aculturacién/desindianizacién, porque’ ahora son otras las prioridades de quienes deciden, cabe entonces dar pa- so a nuevas ideas y probar soluciones alternativas. bj Se hace camino al andar Pero no fue sélo la quiebra del modelo de desarrollo mo- dernizador lo que ha Ievado a un viraje en el indigenis- mo. Desde hace por lo menos quince afos irrumpieron en ios escenarios nacionales unos nuevos personajes: las organizaciones politicas indias. Representan, en re- sumidas cuentas, una nueva etapa, una ms, de las. luchas de resistencia y reivindicacion que los’ pueblos indios de América sostienen desde hace 500 aiios. Son, LOS PUEBLOS INDIOS ¥ LAS POLITICAS CULTURALES 93 en este sentido, la herencia acumulada y actualizada de Jas rebeliones indigenas que han ocurrido ininterrumpi- ‘damente en este continente desde los albores mismos del siglo x¥i, asi como de las variadas formas de resistencia, aparentemente. pasivas, a las que han recurrido y re- curren las comunidades indigenas para conservar su cul- tura y su identidad propias. Solo que las organizaciones politicas permiten una manera diferente, no excluyente de las otras, de enfrentar el acoso intensificado de Jas so- ciedades nacionales y los intereses trasnacionales. Esta via de accién supone la existencia minima de condi- ciones que hagan posible una organizacion permanente de lucha, que tiende a agrupar varias comunidades y, eventualmente, varios grupos étnicos. Requiere, ade- més, el conocimiento y manejo de las formas de accion politica prevalecientes en el Estado nacional del que se forma parte, entre las cuales est la formulacion de pro- yectos compatibles o alternatives para el sector de pobla- cin que representan las organizaciones politicas indias, ¢¢ incluso para la sociedad mayor en su conjunto. Esto ha permitido que se sistematicen y se hagan explicitas muchas intenciones histéricas de los pueblos indios y ‘que cristalicen en programas concretos, proyectos que ¢s- taban subyacentes en las culturas indigenas. No seria po- sible explicar las nuevas, tendencias del indigenismo sin tomar en cuenta, como germen y sustancia inicial de esas orientaciones actuales, las proposiciones que han surgi- do de las organizaciones politicas indias. El primer gran logro de esta lucha politica ha si que varios gobiernos reconozcan y acepten la legitimi dad del pluralismo étnico en el seno de sus sociedades nacionales. Esto significa mas que la. constatacion de que existe una multiplicidad de pueblos diferentes, cada tino de los cuales es portador de una cultura distintiva. Significa que se aceptan las variadas especificidades cul- turales dentro del proyecto de futuro de la sociedad en su conjunto; que ya-no se ve la pluralidad étnica como. 94 POLITICAS CULTURALES EN AMERICA LATINA. un lastre que debe eliminarse ni como un obstaculo a vencer. Por el contrario: se reconoce, al menos en algu- nos paises, y Ia tendencia va en ese sentido, que la diver- sidad étnica y cultural puede ser un recurso potencial de enorme valia, Jo cual se hace mas patente en etapas de crisis como la que actualmente agobia a nuestras repiibli- cas. Aqui es donde juega ta coyuntura histérica: por una parte, ia manifestacion de las proposiciones indias a tra- vés de sus propias organizaciones politicas; por la otra, la crisis generalizada que borra la ilusion del modelo de desarrollo, seguido hasta Ia fecha, impide incrementar los recursos destinados a consumar el proceso de. desin- dianizacion y obliga, finalmente, 2 buscar nuevas alternati- vas en el interior mismo de la sociedad, y no fuera de ella como era obligado en el modelo desarrollista. Poco a poco se va tomando conciencia de que las culturas indias, las es- tigmatizadas y devaluadas culturas de los indios a quienes se negaba cualquier futuro, son en verdad un vasto reservorio de alternativas y recursos culturales cuyo va- tor, sistematicamente negado hasta hoy, resulta absurdo- seguir ignorando cuando el peso formidable de Ia crisis actual ha desvanecido las antiguas esperanzas y cegado los caminios por los que ilusoriamente se queria seguir ade- lante. Ei nuevo indigenismo no es, entonces, el resultado nobie y generoso de haber reconocido un monstruoso ‘error histérico, sino’ el efecto de la lucha politica de los pueblos indios coincidente con una etapa de crisis aguda y generalizada, (Lo ‘cual, por supuesto, no pretende re- ducir el’ valor positivo que tienen en si mismos estos camibios; s6lo intenta explicarlos.) ‘Una de las modalidades que ha adoptado el nuevo in- digenismo es la politica de participacién, o indigenismo participativo. En resumen se puede formular asi: ya no se trata de una politica para los indios, sino'con los in- dios. Ese es, por ejemplo, ef enunciado que proclama actualmente el: indigenismo. mexicano. Ademas.de los factores de orden general que mencionamos antes, con- LOS PUEBLOS INDIOS Y LAS POLITICAS CULTURALES 95 viene no perder de vista una circunstancia que ayuda a explicar mejor e! surgimiento del indigenismo participa- tivo: el hecho de que en varios paises ha crecido y se ha diversificado un sector indigena formado técnica y profe- sionalmente en las tltimas décadas. Este grupo (maestros, agronomos, técnicos en diversas ramas) ejerce una presion creciente en las instituciones indigenistas (en Jas que muchos de ellos trabajan) y en la vida local de sus propias comunidades, porque se sabe capacitado para intervenir en las decisiones politicas que afectan a sus pueblos, con la veiitaja adicional de revivir Ia experiencia de ser indios. En gran medida, pues, ellos han influide en favor del indige- nismo de participacion. Es dificil evaluar los resultados de esta modalidad indi- genista debido a que su instrumentacion es todavia muy re- ciente. Los propésitos son claros: involucrar ala poblacion indigena en todas ta etapas de Ia accién, desde la identifi- cacién y jerarquizacion de los problemas hasta la decision de las medidas a tomar y Ia ejecuci6n de las mismas. No se trataria simplemente de dar voz a los pueblos indios y escuchar sus opiniones, sino de garantizar que esa voz y esas opiniones tengan el peso que les debe corresponder en la toma de decisiones. Si no hay una participacion in- dia reat en las decisiones; el indigenismo participativo no pasard de ser una engafiosa promesa més; la misma gata, nomas que revolcada. Y es a los pueblos indios y a sus organizaciones politicas a quienes. corresponde vigilar que no les den gato por libre. Un paso més ha'sido la formulacion del concepto de etnodesarrollo, La “Declaracion de San José sobre el et- nocidio y el etnodesarrollo”’, resultado de una reunion técnica internacional a la que convocaron la UNESCO y la FLACSO en diciembre de 1981, definid el etnodesarrollo en. Jos siguientes términos: Entendemos por etnodesarrollo la ampliacion y consolida- cidn de los Ambitos de cultura propia, mediante el fortaleci- + POLITICAS CULTURALES EN AMERICA. LATINA. niiento de la capacidad auténoma de decision de una so- cledad culturalmente diferenciada para guiar su propio de- sarrollo y el ejercicio de la autodeterminacién, cualquiera ‘que sea el nivel que considere, e implican una organizacion equitativa y propia del poder. Esto significa que el grupo &t- nico es la unidad politico-administrativa con autoridad sobre su propio territorio y capacidad de decision en tos Ambitos que constituyen su proyecto de desarrollo dentro de um proceso de creciente autonomia y autogestién.! Algunos conceptos incluidos en esta defini un andlisis mas profundo, que se intentar4 en la segunda parte de este trabajo. Tales ‘son, por ejemplo, las no- ciones de cultura propia, unidad politico-administrativa y sociedad ‘culturaimente diferenciada. En relacion con el etnodesatrollo es conveniente destacar que, a diferen- cia del indigenismo de participacion, ya no se plantea so- Jamente tomar en cuenia la opinion y las aspiraciones de. Ios pueblos indios y admitir su participacién, sino que'se afirma que son ellos mismos —y dnicamente ellos— quienes deben tomar en sus manos las riendas de su pro- pio destino historico. Este derecho se fundamenta en que se les reconoce como sociedades culturalmente dife- renciadas y, en consecuencia, legitimamente capaces de constituir unidades politico-administrativas autonomas dentro de los Estados nacionales de los que forman par- te por causa del devenir histérico. Otro avance Jo constituye el proyecto de autonomia para la Costa Atlantica puesto en marcha por el gobierno de Nicaragua. Esta todavia en su fase de consulta y, por lo tanto, no se conace en detalle cémo se instrumentaré y cuales son sus modalidades y contenidos concretos. Sin ‘embargo, el planteamiento oficial adelanta algunas lineas 1 La “Declaracion de San José” y las ponencias presemtadas en la reunién, en: G, Bonfil, M. Ibarra, 8. Varese, D. Verissimo, J. Tumuri ef al., Arnérica Latina: etnodesarrollo y etriocidio, Edit, v.acso, San Jose, Costa Rica, 1982, 318 pp. LOS PUEBLOS INDIOS ¥ LAS POLITICAS CULTURALES * 97 definitorias. Dentro de la autonomia regional se prevé ja autonomia para cada uno de los seis pueblos indige- nas y comunidades étnicas de la Costa Atlantica, a los que se les reconoce, entre otros,-los derechos a usar su propia Jengua, desarrollar su cultura, explotar los recursos naturales de su territorio, mantener sus formas de gobierno. interno y administrar justicia en: el Ambito de sus nor- mas consuetudinarias. El ejercicio de los derechos de auto- nomia se hard en el marco del Estado nacional nicaragiiense cuya soberania queda a salvo. Sin duda, la voluntad politica plasmada en el proyecto de autonomia es de una enorme trascendencia tanto para Jas propias etnias de la Costa Atlantica como para los movimientos indios y los organismos indigenistas de todo ef continente.. El reconocimiento del piuralismo étnico en el seno de los Estados nacionales, los planteamientos del indigenis- mo de participacion, las tesis mas recientes sobre el etno- desarrollo y el proyecto de autonomia de la Costa Atlan- tica conforman, en sus lineas generales, la orientacién deuna nueva politica indigenista. Pueden entenderse como. momentos de un. moyimiento hacia la misma direccién: primero, admitir la existencia de los pueblos indios co- mo unidades sociales diferenciadas (esta diferencia se da a partir de una historia y una cultura propias, que final- mente se aceptan como legitimas); después, mediante la legitimacién del pluralismo, se: propone la participacién de los propios pueblos indios en el disefio y la instru- mentacién de la politica indigenista, que hasta entonces habia sido definida como una estrategia del sector no in- dio para hacer frente a los problemas que le planteaba la presencia de las sociedades indigenas; mds’ adelante, se admite la-posibilidad de que esas sociedades histéricas, 7 Comision de Autonoinsa: Pricipies ¥ pollicis para et efercicio de fos Alerecios de autonoméa de los pueblos indigenas y comunidades de la Costa “Ailéntica de Nicaragua, Comision Nacional de Autonoma, Managua, 1985. Consultar tambien wans, niin. 2-3 (edicién especial), Centro de investisa- clones. y Documentacion de la Costa Atléntica, Managua, mayo de 1985,

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