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Cos fr Pars (eda, 962) se dein dade hace tempo a emo ved deste In puewa il ast el presente, spend + ronoce Pets de las Ura ins bana» pr de sends expects de {anpo en Catala y en Mexico onde vo cca de desc et {en hon ania cn de de eto he ui esaease ee siguientes ioe ‘mudora Q993). fn isc eendaAnropoiopa e fixor dela Carles Feixa DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS Antropologia de la juventud EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA 46 DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS en un nuevo individualismo, pero también puede cone tare con jvenes de odo el planeta, dndoes a seasacion de pertenecer una comunidad universal. Aunque iat Giones como la familia, ia excuela ol trabaolcontaen siendo importantes en’el proceso socializadon cade ver ‘toss da ean tn papel mario coms med lores para cada una de ean tnstuones, Las porcopco. nes experiencas reales de los adolescents en ena ints tancia esti modeladas en mayor o menor medida pore experiencia cotdiana con tecnologiag Ge ln inforinacion Gomo la televisgn, el tlefono, Ia radio FM, el video, e ordenador ete. Y un joven de Catalutia puede conestarse on ero de México através de Interne Cartruto I DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS De qué tribu eres? Tribus urbanas 0 de la nueva ola, posmedemos 0 vanguardistas, Todos tienen de regalo la gran bolsa Indian Rag gratis, por la compra de uit JEAN LEV! PE esta tienda esta tu bul Street corner boys. La escuela de Chicago {La banda es un grupo intersiil que en origen se ha formado espontineammentey despucs sea ntagrado a tr ‘sco conto Eth coraterzndo por los siguientes pos UE compertamicnto:encusntr cars cor, batallas, mov Iticnto a rves del espacio como st ose wna wnidad,con- Ticiosy plantcaciin El ssitaco de ene comportamiento lective es el desarrollo de una tadlgn, une extractra Interna lleva, expt de corps, solidaridad moral, con foncis de grupo y inca 8 un temitoro loa! (Thrasher, 1963 46). Chicago de principios de siglo era un caso tipico de melting pot, aquella explosiva mezcla de etnias, culturas y Conflictos que simbolizaban la América en expansion. La ‘chidad se habia convertido en un sintoma revelador de ia ‘gran transformacién que se estaba produciendo en Esta dos Unidos, en el marco de un acelerado crecimiento urba: 48 DE JOVENES, ANDAS Y TRIBUS no originado por el desarrollo industrial y por los flujos rigratorios de grandes masas rurales provenientes de la Norteamérica rural y de los paises pobres de Europa (Ita- lis, Irland, Polonia... En 1915, Robert E. Park abandoné su antigua profesién de periodista para integrarse en el Departamento de Sociologia de la Universidad de Chicago, en cuyo seno promoverta una importante renovacién de los estudios urbanos. Temas que hasta entonces no se habfan considerado merecedores de atencion cientifica (como la ‘marginacién social, la delincuencia, la prostitucién y la vida bohemia) se convirtieron en la preacupacion central de la emergence escuela de secologia humana», que s2 hhabia propuesto analizar las formas de conducta especii- ‘cas que surgfan en el nuevo ecosistema urbano. Docenas de jvenes investigadores se distribuyeron por los barrios de Chicago para recoger sobre el terreno la mayor cantidad posible de datos sobre la composicidn social de la ciudad, la interaccién entre Jos diversos grupos, sus formas de vida ¥ su terrtorio, uilizando para ello los métodos de obser: vacion partcipante y entrevistas cualtativas que con tanto &xito habfan servido a la antropologia en otros contextos, La base tecrica del planteamiento de Park se fundamenta- 'sa en los conceptos de «contagio socials y «region moral»: el ambiente de libertad y soledad de las grandes urbes per mitia que los comportamientos desviados, que en las comunidades rurales de origen eran sistematicamente fe primidos, encontraran en la ciudad un terreno favorable para difundirse, mediante un mecanismo de «contagio socials que generaba sregiones morales» donde prevale- fan normas y eriterios «desviados ‘Uno de los efectos mas visibles de este proceso era Je proliferacién de bandas juveniles callejeras (street gangs) fn cierlas zonas de la ciudad, que suseitaban la preoeupa: cin de las instituciones por su apariencia extravagante, sus actividades presuntamente delictivas y su resistencia a | autoridad, El fenémeno de las bandas pronto atrajo el interés de muchos de los autores de la escuela de Chicago, ue fueron los primeras en abordar el tema con eriterios cientilicos. Con anterioridad, habian predominado las aproximaciones moralizantes © psicomédieas. En su libro “ DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS 49 Adolescence (1904), Stanley Hall habia planteado una teo- via dea recapitulacion, segtin la cual algunas tendencias del coshportamiento juvenil, como el sentido de grupo, el sgregarismo, la agresividad y la defensa del terrtorio eran hhereditarios y respondian al desarrollo Hlogenstico de la especie. Algunos psicélogos, como L. Puffer, intentaron aplicar las teorfas de Hall al estudio de las bandas juveni- les, considerindolas como una srecapitulacién» de la con- dlucta primitiva: silos jovenes que se agrupaban en bandas aprendian a sobrevivir mejor en grupo que solos, tenfan un comportamiento depredador, les gustaba tirar piedras, subir a los drboles, explorar Cuevas y vestirse de indios,es0 era «un resultado directo de la herencia de oentenares de generaciones de ancestros primitives: que habia hecho estas cosas durante toda su vidas (Puffer, The Boy and His Gang, 1912: 76; citado en Hardman, 1967: 6). Los planteamientos de les autores de Chicago diferian radicalmente de estas tesis. E] supuesto fundamental de la escuela es que la degeneracién de las bandas juveniles era causada por la sanomiay reinante en clertas «regiones ‘moralese de la gran ciudad, marcadas por In desorganiza- cidn social y la desaparicion de los sistemas tradicionales de control informal. La desviacién juvenil no seria. por tanto un fenémeno patolégico, sino el resultado previsible de un determinado contexto social que era preciso analizar En 1926, Frederick Thrasher publics la investigacion mas ambiciosa en esta direcci6n: The Gang. A Study of 1313 gangs in Chicago. Tras siete afios de investigacién en los slums (suburbios) de Chicago, el autor habia localizado un total de 1.313 gangs —una cifra que se harfa famosa—, ‘cuya composicién y caracteristcas intents comparar. En realidad, su monumental estudio abordaba una gran varie- dad de agrupaciones juveniles, incluyendo grupos de juego, ‘mafias, bandas adultas criminales, grupos farailiares, sin dicatos, fraternidades colegiales y boy scouts; adems, los criteries de la investigacién fueron un tanto aleatorios: los datos de cada una de las 1.313 bandas eran desiguales y hheterogéneos. Pese a todo, constituye el primer intento por Sistematizar el conocimiento de las bandas desde la obser~ vacion empicica 50 DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS Para Thrasher, las bandas no surgian indiscriminada- ‘mente, sino que estaban vinculadas 2 un determinado Ihabitat: as llamadas edreas interstiialess, aquellas zonas de filtro entre dos secciones de la ciudad (por ejemplo, fentre el centro comercial y los barrios obreros), idea suge- ‘ida por Park y que Shaw y McKray (1927) desarrollarfan cn relacién a la delincuencia. A Thrasher se debe también Ja primera definicién analitica de banda juvenil, citada al principio del epigrafe, cuyo valor reside en superar las connotaciones desviacionistas y patoldgicas (predominan- tes en la eriminologia de la época) y subrayar los elemen- tos de solidaridad interna, vineulacién @ un territorio ¥ constitucién de una «tradicions cultural distintva, como jes dela agrupacion en bandas. Sin embargo, en Thrasher predomina todavia un ansia de cuantifcacion que preten- de dar «legitimidads cientifiea al uso de técnicas =perio- disticase (Como la observacién y la entrevista). Por ejem plo, de las 1313 bandas estudiadas, considera que 530 tent- fan un comportamiento delincuente, 609 eran dudosas y sélo las restantes 174 no eran delincuentes, sin que expli- cite claramente los criterios para establecer esta clasifica cién. Por ello, su estudio se centra sobre todo en las cau sas de Ia desviacion juvenil y la distibucién del fenémeno fn el tervitorio urbano, tratando de manera pasajera el entramado cultural que generaban las bandas (redes de sociabilidad, argot, ritos, universos simbelicos). La publicacion de Stree Comer Society (1943), de William Foote Whyte, supuso un importante cambio de perspectiva. En vez de analizar, como sus predecesores, Jas diversas bandas presentes en un Area, se concentré en dos bbandss presentes en el barrio italiano de Boston que llama Comenulle. El contexto histrico habia cambiado: la gran depresion que sigulo al crack de 1929 provocs un masivo desempleo entre la poblacién juvenil: las bandas ya no estaban formadas solamente por adolescentes, sino tam- bign por jovenes de mas de dieciocho afios, lo cual les daba tuna continuidad y una estabilidad mayores. El estudio parte de una intensa observacién participante, basada en la convivencia continuada con una familia de inmigrantes ita- lianos de la cual habta legado a ser un miembro aprecia DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS. 31 do. Los profundos vinculos de amistad establecidos con Doc, el lider de los Norton, la banda de los «muchachos de la esquina», le permitié integrarse en la vida cotidiana de Ja banda y conocer desde dentro su modo de vida y su vision del mundo. En particular, Ia estructura de los street comer boys aflora en contraste con la de otro tipo de banda presente en el barrio: los college boys: ‘La generacién joven ha formado su propia sociedad relativamente independiente de la inftuencia de los mayo Fes, En la filas de los jovenes hay dos principales divsio- res: muchachos de las esquinas y muchachos de colegio. {Los primeros son grupos de hombres que centran Sus act videdes socales en esquinas de ciertas calles, con sus bar berias, fondss, saloncs de billar 0 clubes.- Durante la Depresién la mayorta de ellos estuvieron desempleados 0 tavern dnicamente empleos eventuales, Pocos habian completado sus estudios de segunda ensefanza y muchos de ellos abandonazon la escuela antes de termina el cto rao, Los que asisten al colegio forman yn pequeho grupo fe Jovenes que se han elevade sobre el nivel del muchacho dela esquina, por medio de la educacion superior. Al inte tar abrirse paso por ells mismes, como protesionales, od ‘ia eatin arcendiendo socalmente (Whyte, 1972: 19) Entre los miembros de la banda se habia creado un | estrecho vinculo a partir de un fuerte sentimiento de lea | tad de grupo, fundamentado en la ayuda mutua. Desde su Infancia habian desarrollado profundos vinculos afectivos y de identidad de grupo, el cual era a menudo considerado ome su familia, Las ealles donde habfan crecido eran st cass, se identificaban con sobrenombres y st identidad ependia de su posicién dentro del grupo. Doc habia con- seguido su liderazgo venciendo en combate al antiguo lider e la banda, pero su direccién no se basaba en la fuerza, sino en su capacidad para mantener unido al grupo en base ala amistad, lalealtad y las actividades cotidianas. En cambio, Morelli, el lider de los college boy's, no tenia un | papel esencial en la vida interior de su grupo, pero era el mas apto para representarlo hacia afuera. Las viejas gue- rras entre bandas habjan sido sustituidas por la sivalidad 32 DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS deportiva (boxeo y béisbol). A pesar de que algunos miem- bros de los Norion podian traficar individualmente en circuitos dlegales, Whyte mantenia que la naturaleza del srupo no era prioritariamente delincuencial. En este sent do, el autor crticaba Ia miopia de los asistentes sociales, ‘que interpretaban el rechazo de los street comer boys al ‘hogar juvenily creado por las instituciones municipales (a Siferencia de Jos college boys, que acudfan a menudo) como luna actitud indicadora de su ineapacidad para la convi- veneia normal. Los asistentes sociales etiquetaban como sdesviacién» el Intento por parte de los muchachos de crear subeulturas para regular gran parte de su tiempo Libre, de productr valores y formas de conducta, de dotsr- se de un liderazgo estable. ‘Los autores de la escuela de Chicago han de situarse en la tradicin reformista de los liberales estadounidenses, preocupados en poner remedio a la anomia reinante en los Suburbios mediante medidas resocializadoras e instrumen- tos més eficaces de control socal. A pesar de ello, su apor- tacidn al conocimiento de los estilos de vida urbanos, y de Jos significados que tienen para los actores, es incuestio- rable, y su influencia en paradigmas posteriores (como la nueva criminologia, la teoria del etiquetaje social o el in- teraccionismo simbdlico), decisiva (Cohen, 1955; Becker, 1970; Matza, 1973). El modelo de Ja ecologia urbana ha continuado generando estudios valiosos sobre la juventud ‘afroamericana, hispana, italoamericana, etc. y sus interac- Clones con la juventud blanca y las instituciones dominan- tes. La literatira es inmensa, aunque el predominio de una perspectiva criminol6gica puede explicar una concentra- fidn de las Investigaciones en aquellos periods de crisis social o depresién econémica en que la sociedad estadou- nidense ve en las bandas juveniles una amenaza para su estabilidad (Hardman, 1967; Huff, 1990), College boys. La sociologia estructural-funcionalista La juventud en nuestra sociedad es un periodo de con siderable tension e inseguridad,. Hay razones pare pensar ‘que la cultura joven tene importantes funciones positivas = DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS 33 al faciliar la transicién de la seguridad de la infancia en la familia de orientaciin a os status matrimoniales y ocupa consles adultos Parsons, 1972: 14). ‘ras la segunda guerra mundial, Estados Unidos vive uun periodo de expansin acclerada: en esos aftos se alarga Ja permanencia de los jovenes en instituciones educativas, surge la imagen del sconsumidor adolescentes, y la eu rade masas difunde a escala universal los héroes cinema- togréficos y musicales de la juventud estadounidense (de Elvis Presley a James Dean). Uno de los primeros en sefa- lar que los jovenes estaban creando sus propios patrones culturales, diferentes alos de los adultos, fue el antropélo- {go Ralph Linton (1942). Influido por las investigaciones de Margaret Mead en Samoa, que habfan puesto de relieve la necesidad de defini la javentud como una categoria cultur ral propia de las sociedades occidentales, Linton observé que los adolescentes estadounidenses de aquellos aftos vi ‘ian cada ver més en un mundo «separddo-, con sus pro- plas reglas y valores. Unos afios antes, Robert y Helen Lynd hhablan prestado atencion a la emergencia de una cultura colegial en su clisica etnografia urbana sobre Middletown (1929). En. su estudio de una pequena ciudad del medio este estadounidense, dedicaban todo un apartado a las culturas formales e informales de la high school. Los auto- res empezaban sefalando la creciente relevancia de las dlivisiones generacionales en la cultura estadounidense: el retraso en la insercién profesional, [a creciente importan- cia de la institucién escolar y la emergencia del ocio, esta- ‘ban ampliando la brecha generacional entre jovenes y adul- 108. La high schoo! se habia convertido en centro de la vida social de los muchachos: la escuela no solo ofrecta una cul- {ura académica sino también un espacio de sociabilidad ‘compuesto por deportes, clubes, sororidades y fraternida- des, bailes y fiestas, un mundo con una logica propia que {genera «una ciudad dentro de la ciudad» al uso exclusivo de la joven generacién. En este terreno, la edad es més ‘importante que la clase: los escolares comparten més cosas ‘con sus compafieros que con sus padres (Lynd y Lynd, 1987: 211). Tambien en el otro gran proyecto pionero de 54 DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS antropologia urbana, el propuesto por Lloyd Warner, ef estudio de los sectores wintermedios» dela juventud ocupé tun papel importante, siendo objeto de tina monografia cespecifica por parte de A.B. Hollingshead (Etmtown'’s Youth, 1948). Fue sin embargo Talcott Parsons, el maximo represen- tante de la sociologia estructural-funcionalista, quien legi- tim6 clentficamente el surgimiento de una «cultura juve- nil» en dos articulos clave («Age and sex in the social struc- ture of USA», 1942 y «Youth in the context of American Societys, 1963), Para Parsons, el desarrollo de grupos de edad era la expresién de una nueva conciencia generacio- nal, que cristalizaba en una cultura aut6noma e intercla- sista centrada en el consumo hedoniste. Uno de los efectos de la modernizacin, definida como un proceso uniforme dde cambio de la sociedad agraria hacia la industrial, era la separacion progresiva entre la familia y el mundo institue clonal. Mientras en la primera esfera predominan los valo- res «particularistas» y'solidarios, en la segunda son hege- ménicos los valores euniversalisias» y normatives (Eisen- stadt, 1971). La funcién de los grupos intermedios (sub- cculturas y movimientos juveniles) es precisamente favore- cer la transicién entre las dos esferas, combinando relacio- nes de Solidaridad con valores universales, y resolviendo Jos problemas de la integracién social. La cultura juvenil —analizada como un todo homogéneo— era producida por luna generacin que consumia sin producir, que al perma- never en las instituciones educativas no s6lo se estaba ale- Jando del trabajo, sino incluso de la estructura de clases. El Acceso nominal al «tiempo libre» parecta cancelar las dife- rencias sociales, e incluso engendrar una «nueva clase ‘ociosa» petsonalizada en los jévenes. Eran teorfas que, en el contexto de la Guerra Fria, podian ser utilizadas como brillantes armas ideolégicas (Murdock y McCron, 1983), como hicieron, por ejemplo, las autoridades franquistas del Frente de Juventudes: Los modos de vida y Is florals secilista que dieron ‘origena los movimientos juveniles han deseparecxdo. Ea so Jugar ha nacido una filosofia exstencilista que cambia el antiguo concepto de integracion socal dal individuo en la [ DE JOVENES, BANDAS ¥ TRABUS 55 clase social por un concepto de aversén 2 lo social f.) El ‘concepto de sclasee sociales va perdiendo el valor origina Fo, puesto que los miembros de las antiguas clases pues. tas se van homogeneizando bajo un denominador comin. ‘Asi, los ansigues movimiontos juvenles han originado los {grupos de juventud. El concepts de «nueva ola... todo un fst de vida en bogs entre los jovenes (Trias Mercant, 1967: 75), Resulta obvio que el andlisis parsoniano centraba sit ‘mirada en los muchachos y muchachas de clase media que pasaban su juventud en liceos y escuelas secundarias: los {ollege boys. En los adios cuarenta y cinewenta esos jovenes fueron generando una microcultura propia expresada ‘mediante hermandades, fiestas, bailes, guateques, gradua- ciones, modas, bares y musica. A diferencia de los street ‘comer boys, su identidad se construfa en Ia escuela y no en la calle, y su rebeldta sin causa nunca rebasaba los Iimites Impuestos por los adultos. James Coleman consolid6 estas, tesis en un estudio clasico sobre diez high schools de Ili nois. La segregacién escolar —el hecho de que cada vez ‘mas los adolescentes pasaran la mayor parte de su tiempo con miembros de su propio grupo de edad, separados de los adultos— estaba creando para Coleman una verdadera sociedad adolescente econ sus propios lenguajes, simbolos yy, mas importante todavia, sistemas de valores... diferentes Ge los establecidos en la sociedad més amplis« (Coleman, 1961: 9). Una cultura que tendia a ser uniforme, en la medida en que la vinculacién al mercado juvenil a través el consume convertia en irrelevantes las diferencias socia- les y éinicas de origen. Estos autores no se Ajaban, sin embargo, en el desigual acceso a los recursos, y en las per- sistentes diferencias de gusto entre jévenes de distintos sec tores sociales: zpor qué Elvis Presley, con su imagen rebel: de y proletaria, captaba sus fans sobre todo de la clase obrera, mientras los jovenes de clase media y alta prefe- fan al més erefinado> Pat Boone? A pricipios de los sesen- ta, Parsons habia legado a la conclusién de que st la juven- ud tenia sus quejas, ello provenia mas de las excesivas expectativas por el futuro que de cualquier injusticia passe a: eLa orientacion general de la juventud parece ser un 56 ‘DE JOVENES, BANDAS Y RUBUS fan por aprender, por aceptar sltas responsabilidades y por “adaptarse", no en sentido de una conformidad pasiva, sino en el sentido de su disposicién a trabajar en el inte rior del sistema, més que contra éls (Parsons, 1963: 130). Ilusorias expectativas que la irrupeién de la protesta juve ila mediados de la década —incubada precisamente en las aulas— habrian de contradecir (Mead, 1977). ‘Aunque el paradigma estructural-funcionalista pasara dde mods, los estudios sobre las culturas colegiales han ggenerado una importante tradicién académica en las cien- cias sociales estadounidenses. Una reciente investigacion antropolégica en una high school canadiense insiste en ‘estos mismos postulados, en este caso con jévenes de ori- gen obrero (Amit-Talat y Foley, 1990). Las autoras deser- ben un grupo de adolescentes de la segunda generacion de emigranies (portugueses, griegos, italianos) en Montreal, fen su segundo ano de escuela secundaria. Ademas de est. dias, casi todos trabajaban a tempo parcial, en ocupacion nes de bajo nivel relacionadas eon los servicios, por tanto {enian poco tiempo libre. Las muchachas, ademés, tenian fuertes restricciones para saliz. Todo ello significaba que, mms que las esquinas 0 los clubes nocturnos, fuera la escuela el centro de sus actividades sociales: reunirse en los vvestuarios, furnar en los lavabos, comer juntos, hablar de Iniisica, relacionarse con chicas y asistir a clase eran las ‘actividades que unian a los adolescentes. Cuando iban a $0 ‘casa permanecian en su cuarto estudiando se visitaban entre ellos, pero no se encontraban en la calle ni formaban bandas ‘ervitoriales. En contraste con las descripciones desviacionistas, el grupo era convencional: no manifesta: ‘ban actitudes disidentes y su aspiracién era ascender en la escala social; a pesar de su origen obrero, no eran pesi mistas respecto al futuro. Mas que a caracterfsticas congé- nitas de la juventud escolar, la coineidencia de los andlisis parece responder a contextos histérieos particulares: aque- los momentos y lugares en que la escuela es vista como luna postbilidad de ascenso social. Pero las culturas cole- gales no solo actan como inductoras de consenso, sino también como incubadoras de disidencia, como otros con- textos historicos se han encargado de demostrar: ‘DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS 37 Ragazzi di vita, indiani metropotitani. | Gramsci, De Martino, Pasolini inexpicablemente, como por efecto de wna Tasmada smisteions, grupos de adolescents y jovenes, de quince ‘reinte aos, sin conacerse entre ellos no tenlendo nada en Comin aparte de le edad, forman banda momentanca y fentran en furor destructive (De Martino, 1980: 225). En realidad los ancianos sdirigen» la vida, pero fingen no dirigil, dejando a ls Jovenes la direceiGn; también la “Hct os importante en estas cosas. Los jovenes ven que Jog resultados de sus accionas son contrarios a sus expects tivas,ersen stig (0 lo fingen) y cada vee se moestran nds inguletes y dercomtentos. Lo que empeora la situacién. (gue ae trata de na crisis en Ta quo so imide que los ele- {nentos de reolucion se desarolln con la celeridad nece- Saris quien domina no puede resolver la crisis, pero tiene {Fl podar de Impodir que otros la vesuelvan (Gramsci, 1975: 1718). A principios de los aos cincusnta, Roma era una ci dad de contrastes,en ln que el esplendor de I dice vita en Via Veneto coincdia con i prolferacion de borate (barra en pvr inna pobladan por ptr em es provenientes del sur del pals Ex en e508 aos de Sooguera cuando Per Paolo Pasolini, reien Hegado ala Eludad, se sumerge en este mhundo suburbano Ia conve fentia‘con muchachos, marginadosy prostittasaliment Tsu produccion llerariay cnemstograica posterior. El Drimer futo de esta radical sparticipacion en campos 2 Ernovea apatites (1958). el primer capo, tos protagonist, Ricetoy Marcello, dou adolescentes que abltan en is borgte, se dan vm gatboo por Roma en bsea de cols; roban tapaderasytrozos de tubera del oueduo;sejuegan el dinero con fos compaferos mayo tes plerden lo que habiansacado de sus raterasroban a un ego que pice imosna ante ls haslica de Sen Pablo para ise adver a una barcaza atracada ene! Tiber. Tras tise un chapuzén, observa una golondrina que se deb teen un remoino dl no: eel sibolo de su propia expe 58 DE. JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS riencia en el combate diario por la supervivencia. Adap- tando elementos de la tradicién de Ia novela «picarescar y el cine eneorrealistas —en 1950 Luis Bufluel habia estre nado Los olvidados—, Pasolini consigue crear un «doc ‘mento vividos tanto mds perturbador por presentarse en forma narrativa. Pues en Ragavzt di vita nada se inventa: personajes, ambientes, usos, costumbres, lugares, lenguaje, reviven com la fuerza de lo veal. El escritor acostumbraba a recorrer a pie la periferia romana, sediento de un cono- Cimiento directo de los fendmenos, de una confrontacién sin reserva ante las cosas. En el conglomerado de las nue- vas viviendas baratas, decrépitas a la primera lluvia, entre las barracas de tablones podridos, se levantan los gritos Inumanos que proclaman las exigencias de los instintos ele- Imentales perpetuamente insatislechos. Y son precisamente los adolescentes, crecidos en este nuevo ambiente y que desconocen los pueblos de origen de sus padres, los que en Su convivencia cotidiana crean colectivamente las formas ‘culturales que reflejan mas lacerantemente este ecosistema, En su siguiente novela, Una vita violenta (1958), sin abandonar la descripcién cruda de la periferia, Pasolini esboza el timido e incierto despertar de una eonciencia civil en la mente de un subproletario, El protagonista, ‘Tommaso, aparece al principio como un sérdido expia y sranuja de los bajos fondos, aunque aspira a una normali- dad de bravo ragazzo. El desengatio ante ciertas experien- iss por las que pasa —un amor no correspondido, [a reclusién en la cércel, la estancia en un hespital— le llevan 2 una evolucién por la que atraviesa distintas y contradic- torias etapas: de la agresividad fascista a la ientacién de ssentar la cabeza», para desembocar en el comunismo. Pero precisamente en el momento en que la esperanza asume los contornos precisos de une toma de posicién politica, Tommaso ve sesgada su Vida en un final trégico Son tematicas que el autor relomara en sus primeros fil mes, como Accaione © Mamma Roma, Como el campesi- nado meridional descrito por Carlo Levi en Cristo si ¢ fer~ ‘mato a Eboli (1949), los adolescentes y subproletarios de las borgate nos revelan la imagen de vn mundo sélo apa: rentemente contemporéneo, «més alld del poder y de la DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS 59 historias, con un horizonte moral aparentemente basado ‘en el cédigo del honor de la Italia meridional y un cierto Sestoicismo epicireo> —residuo del mundo romano-—, hrorizonte del cual surge esta zona franca de «barbarie con. tempordnear, que el etndiogo Emesto de Martino habla sefalade como tna caracteristica central de la cultura moderna (De Martino, 1943; Feixa, 1987). Naturalmente, as{ como era preciso atraspasar los confines de Eboli» para poder comprender las relaciones asimétricas que unen @ ‘campesinos meridionales con el Estado y los grupos domi: rnantes, asi también el mundo de los jévenes subproletarios quedaba inexplicado si no se iba mas alla de las borgate para mostrar los vinculos de la miseria con el mas amplio Crecimiento urbano e industrial del pais. Sin embargo, la intencién de Pasolint no era shistori- ‘zars la vida de las clases subalternas, sino més bien resca- tar un testimonio vivo de una cultura en tramites de desa- pparicién: los ragazzi eran para él el iltimo residuo de las sculturas diversas» que estaban siendo ‘aniquiladas por el proceso de homogencizacién linglistica y cultural origina- do por el eambio en el «modo de producciéns, lo que él lamaba sla desaparicion de las luciémnagase (Fantuzzi, 1978). Sera el redescubrimiento que Pasolini hace de Grams: turas son vistas como rifuales de contestacion erepresen- tados» por los j6venes en el ateatro de la hegemonias, que ponen en crisis el mito del consenso: su emergencia esti vineulada a los periodos histéricos en que se pone de ‘manifesto una crisis de la hegemonia cultural. Como en la fescena teatral, el conflicto se expresa a un nivel imagina Ho, aunque refleja contradicciones reales. Otto concepto clave es el de «estilo», que Clarke (1983) proyecta desde un. ‘uso descriptivo clasico a una dimensién analtica mucho ‘més compleja, que integra tanto sus dimensiones materia 16 DE JOVENES, BANDAS Y TRUS Jes como sus dimensiones simbslcas. Este marco teérico se aplica a distntos estudios de caso sobre estos particu, dares. os de los autores més sugerentes del CCCS son Paul Willis Dick Hebdige. A Wills se debe na aiagaiiea Invesgacién sobre lt cura anacedmicas delve nes obreros, fruto de una seve de enteviias Ge Ceaning t0 labor, 1977). El interrogante que se plane ome subtitulo dela obra («gcbmo legan ios enuchachios obreros a desarolartareas de obrero’s) tie una ee mesa parade: i ecila cumple su neon socal a promover el desinterés de los jvenes Ge clave ebrera, que Ja abandonan por la calle y el oct, espacios donde’ se socializan en la masculinidad yladetveea manual, valores gue les preparan para asumir stares propiay de su ase Ademas de sus conclasiones tedriees, einerés de fa obra reside en que ha sido tomada como paredigmaica en el reciente debate sobre la antropologia posmoderna, Gy E Marcus, por ejemplo, entaiza la eovatega oxel de Wills tanto en la parte sctnogrficay en que expone wivisamens Jos genérica de sus ancestros para articular | propuestas altemativas mucho més elaboracar extend | Gas: la desafliacion respecto de la familia insttuciones | Sociales; el flower power frente a la sociedad tecnocratica de consumo; la utopia pastoral frente al industrilismo: la steacion de tna verdadera sociedad alternative con sus propias cooperativas de producsién y consumo, canales de Comunicacion, eriterios etéticos, lenguajes, formas de ali- mentacién y rituales. De nuevo Ia tradieiSa bohemia se combiné de distintas maneras con la tradiciéa radical: la 80 DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS oposicion a le guerra del Vietnam y la protesta estudiantil del 68 fueron los momentos culminantes de este proceso, ‘Todas estas expresiones juveniles tuvieron su reflejo en una serie de interpretaciones te6ricas, que celebraron Ia emer- sgencta de la juventud como una wnieva clase» portadora de Ia misién emancipadora que habia dejado de personifi- car el proletariado. Bajo el estimulo del 68, los te6ricos mds radicals utilzaron planteamientos filomarxistas para analizar en términos de clase las relaciones de produccién (materiales y sobre sodo intelectuales) que los jovenes man fenfan con ios adultos. En este camino se recuperaban vie jos autores olvidados (come Wilhelm Reich) y surgian nue: vos profeias como Herbert Marcuse y Theodore Roszak, quien bautiz6 la opesicién juvenil como un intento cohe- rente de alternativa cultural global a la sociedad industrial, ‘como una verdadera contracultura (Roszak, 1973). Para- éjicamente, la mayor parte de estos autores, como los sociélogos parsonianos, endian a abstraer del anélisis Ia nocion de clase, generalizando sobre la juventud sin darse ‘cuenta que se estaban fijando fundamentalmente en sec tores de clase media y alta. En realidad, Ia mayor parte de estos textos, algunos francamente visionarios, respon dlian a nevesidades politico-ideolégicas coyunturales (Gillis, 1981) No todas las valoraciones del movimiento juvenil fue ron elogiosas. Entre los criticas destacé Pasolini. En 1968, ‘mientras los intelectuales de izquierda ivalizaban en cor. tejar a los estudiantes revolucionarios, Pasolini se descol- 46, en una serie de articulos, con un sarcéstico alegato con- tra «los hijos de papé» escondidos tras las barricadas. La revuelts universitaria para él era una cuestiéa interna de la burguesfa, una slucha intestinay que nada tenia que ver con los intereses reales de los verdaderos explotados. La rebeldia vacua se desvanece en oratoria, demagogia y cari- caturs, en conformismo presentado con cara de indigna- cién, en dogmatismo cerrado a entablar una «relacién dia- léctican con las generaciones precedentes que les permi- fiera adquirir una conciencia historiea: tas un tiempo dd sirresponsabilidads, los hijos de papé volverdn al redil (Con otro tono, reencontramos aqut las observaciones de | \ | | | DEJOVENES, BANDAS Y TRIDUS 81 Gramsci sobre las einterferencias de clases y la necesaria sdialéctica intergeneracional»). Refiiéndose en concreto a Ja moda de las largas cabelleras, apunta Pasolini Las méscarasrepulsvas que los jvenes se han puesto sobre a cara, afedndolos como a viejas putes de una inj ‘a leonografia,reproducen objetivamente en sus fisonomias To que ellos, sélo con palabras, han condenado paca sim pre. Bl aislamienio en que se han enceerado ~como en un ‘mundo apart, en un ghetvoreservado al vented los ha paralizado ante Ia inzoslayable eeaidad historic, yeeto ha Supuesto, fatalmente, una regresién (Pasolinl, «ll discorso al capellin, 1968; citado en Fentursi, 1978: 132) ‘Sin descartar o verdadero de su aserci6n, Pasolini ten- dia a menospreciar la capacidad transformadora del movi- ‘miento (por ejemplo, en la reivindieacién de una mayor paridad entre hombres y mujeres); tampoco explicaba por qué fue tan reprimido (del Quastier Latin a Tlatelolco), ai por qué se dieron en su seno las primeras convergencias entre jovenes estudiantes y sus coetaneos de las clases populares, los cuales a menudo hicieron suyos el estilo y Jos objetivos del mismo. Jean Monod, por ejemplo, compa- 16 la revuelta del 68 con las reacciones ante los blowsson noirs que habfa estudiado aiios antes: El fendmeno de los bloussons noir fue en principio una revuela de jovenestrabajadores, expresad en terminos ‘culturles, Como no se vela qué tenis en comin con la revaoia de los jovenes burgueses, apate de a edad, fe con- Slderada un conflict generacional transmitide por contago. En cambio, la acta revuelta de los jovenes intelectuales ‘expresada en términos politicos Inaugura una serie de con testacionesy luchas més slobales. Los estudiantes revind canal utulo de jovenestrabajadores que ss predecesores 09 ‘supieron aprovechar como arma de lucha. Los que ahora Jnvocan la slidaridade juvenil para explicar ol ensancha- ‘mlonto de [a revuelta son los mismos que invocaba antes cl scontagiow a sociedad institulda ha carabiado de eilos ‘eurallzadores, pero estos cumplen todavia In misma fin- ign. Extendicndose de los sectore juveniles marginales ala ‘masa de las clases medias, la alieaacion ha delado de sor 82 DDE JOVENES, ANDAS Y TRIBUS nacign he dejado de ser padocida individualmente para converse en tna marginalizacin vivida colectivamente (Otonod, 1970: 318) ‘También en este caso los andlisis més coherentes se eben a los autores de la escuela de Birmingham. A pesar el hincapié en las subculturas juveniles de rafz obrers, los autores del CCCS dedicaron su atenci6n a las subculturas. juveniles de clase media, que tienden a denominar con- twaculturas: Las contraculturas consiguieron articular su ‘oposicién a los valores e instituciones dominantes, incluso cuando ésta no tomé la forma de una respuesta politica. Los hippies de finales de los sesenta fueron In mas distin- tiva de las contraculturas de clase media. Las insticuciones alternativas del underground surgieron basicamente de esta matriz, pero la subcultura hippy se fragment6 ripida- mente en diversas ramas: heads, freaks, street people» Hal y Jefferson, 1983: 61), En realidad, la emergencia de las contraculturas refle- Jaba una ruptura en la hegemonia cultural, una crisis en la ética puritanae que habia caracterizado la cultura bur- sguesa desde sus origenes: ya no se requeria trabajo, aho- Fro, sobriedad, gratificaciones pospuestas, —represion semual, etc., sino ocio, consumo, estilo, satisfacciones inmedistas, y permisividad sexual. En la medida en que la ruplura era interna a los grupos dominantes, y sus paten= ciales eran por tanto mayores, los jovenes fueron tomados ‘como cabeza de turco» de esa crisis cultural; aunque sus actitudes reflejaban tendencias profundas de cambio, y lademés sirvieron para ensayar nuevos eaminos que serfan sadaptadose por el sistema (es el caso, por ejemplo, del calte al cuerpo, la comercalizacién de las artesanias hip- pies, la mistica orientalista ola religion ecologista), la rebe- lion de los jévenes fue vista como una ruptura vexterna>, romovida por oscuros intereses. Uno de los mas Iucidos ensayos sobre el movimiento hippy fue el de Stuart Hall (1977). Para Hall, el erecimiento del «underground genera- ional» ha estado trabajando una dialéctica, que puede ser vista como un movimiento entre dos polos: el expresivo y el activista (el eslogan que surgié durante la revolueign de DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS 83 mayo en Parfs también capta estos dos extremos contre dictorios: «La imaginacién al Poder) polo expresivo acentia lo personal, psiguleo,subje- tivo, cultural, privado, estéticoo bohemio —elessentos en el tespeciro de its emaciones y acctudes polticas—. El polo activist en cambio, acentua lo polite, social, colectivo, el ‘omprometerse en la organizacidn —IaFinalidag pablics dl spectro. El smomenton expreivo da Sofas «un elo, evolucionaro; el amomentor activista al desarraio de uns stratepia revolucionaria, El expresivo facta a menudo el lenguaje a través del que se extracel combustible subterr ‘neo, anirquieo, psiquico de la rebelién —las fuerzas del Ello activista facilita la energie social, modeladors, organizadora, conductora (Hal, 1977: 69). Los autores del CCCS tendieron a establecer claras Giferencias entre las subculturas juveniles obreras y las ccontraculturas de los jévenes de clase media: mientras las pprimeras som estructuras colectivas compactas que toman Ja forma de bandas, las segundas son medios difusos mas individualizados; unas surgen de la dicotomia entre el ‘mundo institucional (familia, escuela, trabajo) y el tiempo libre, otras plantean una s{ntesis (cel trabajo es un juego») © bien proponen instituciones alternativas (la cooperativa Ja comuna); unas tienden a ser territoriales (apropiacién dl gueto), otras tlenden a ser universales (éxodo para crear un nuevo gueto: las utopias rurales); en las primeras Ia vivencia precomina sobre el discurso, en las segundas no hay vivencia sin discurso ideolégico justificativo; unas fue- ron vistas como variaciones del tradicional gamberrismo dobrero, otras se analizaron como formas mas articuladas y peligrosas de disidencia politico-moral (Brake, 1983; Hall y Jefferson, 1983). Cabe cuestionar, sin embargo, la radi dad de esta separacién: hay infinidad de agrupaciones juveniles de clase media que adoptan caracteristicas su! Culturales (como las pandillas de wnifios fresa» y las ban- ddas de srebeldes sin causae); y hay subculturas de rafz fobrera. que pueden convertirse en contraculturas. Es el ‘caso del movimiento punk, que tendremos ocasién de ana- lizar més adelante Cartruto II DE CULTURAS, SUBCULTURAS Y ESTILOS Lust because we get around Things they do look awfull cold Hope I die Before I get old This is my generation This is my generation, baby THE Wuo, My generation, El concepto de culturas juveniles En um sentido amplio, las culturas juveniles se refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jovenes son expresadas colectivamente mediante la construcciOn de estilos de vida distintivos,localizados fundamentalmen- te en el tiempo libre, o en espacios intersticales de la vida institucional. En un sentido més restringido, definen la aparicién de «microsociedades juveniles», con grades sig- nificativos de autonomia respacto de las sinstituciones adultase, que se dotan de espacios y tiempos especificos, y «que se configuran histéricamente en los paises occidenta. Jes tras la segunda guerra mundial, coincidiendo con gran es procesos de cambio social en el terreno economico, educativo, Iaboral e ideolégico. Su expresién més visible son un conjunto de estilos juveniles vespectacularese, aun ue sus efectos se dejan sentir en amplias capas de la Juventud, Hablo de culturas (y no de subculturas, que téc- DE CULTURAS, SUBCULTURAS Y ESTILOS 85 camente serfa un coneepto més cometo) para esquiar Jos usos desviclonstas predominanes en tote segundo rmino. Hablo de eltusasjavenles en paral no ce Cal Juvenl en singular, que ese termine mie difundido a literatura) para subrayarlnheterogencidad interna de thismas. Este cambio terminollco implica tamblen un ammbio en la manera de musa» el problema, que Wa jor lénasis de a marginacidn aa ideatidad, Ge as ape. Hencas a las estrategias, de lo expectaclar ala vida cote ana, de la dlincuencia sl oc delat tngencs los {a nodign de cultura veils remite ala ncién de lturas subaleras. En la tadiclgn’gramaciane de 1a atopologia italiana, éstas son consideradas como as cul ura de les sectors domioados, ye caracterzan por 3 recaria Intgracion en la ultra hegemoniea, mee gee oF una volun de oposiciénexplicta,La no ntegacion integractén parcial en ls etastuas produstias 7 eproductivasettnn de las catatertsucas eseucales dei ventud. Los ovens, foclso lox que provencn dels cl es dominates, acotumbrat tener escaso contra sobre fa mayor parte de aspocton decisivosen'su ida, eaten ometdos a Ta Cela (mse 0 menos expica) de Taste. ones adlas Lo que diferencia ala condiioa vl de bien condiciones sosnessubatemas como odo ca a Tan majeesylas moras etics) eo sue e ata fe una condicién transitoria: los jévenes pasan a ser adul- 8 (pero nkievas cohortes yeneracionales los reemplazan), ste caricter transitorio de la juvencud (sina enfermedad {hue se cura con el tiempos) ha sido utilizado @ menudo para menospreciar los discursos culturales de los jovenes, Pesar de ello, en condiciones desiguales de poder y recur: fos, determinados grupos juveniles han sido capaces de mantener niveles de autoafirmacion considerabies (Lutte, 41984; Juliano, 1985). La articulaeion social de las culturas Juveniles puede abordarse desde tes escenarios (Hall yJe® ferson, 1983): 2) La cultura hegeménica refleja la distribucién del oder cultural a escala de la suciedad ms amplia. La rela- 86 DDE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS cidn de los jovenes con la cultura dominante esté mediati- zada por las diversas instancias en las cuales este poder se transite y se negocia: escuela, sistema productivo, ejérci= to, medios de comunicacion, érganos de control social, etc. Frente a estas instancias, los jovenes establecen relaciones. contradictorias le integracién y conflieto, que cambian con el tempo, Las culturas juveniles provenientes de una misma cultura parental pueden negociar de forma diferen- te sus relaciones con la cultura hegem6nica: las culeuras juveniles obreras pueden adoptar soluciones adaptativas (el sbuen estudiantes, el «chico laborioso») o disidentes (el bandolero», el «gamberro») as culturas juveniles de clase media pueden seguir itineraries normatives (esituarse», sshacer carreras) © contestalarios (adesmadrarse», «tebe lanes) 5). Las culturas parentales pueden considerarse como las grandes redes culturales, definidas fundamental- ‘mente por identidades étnicas y de clase, en el seno de las cuales Se desarrollan las culturas juveniles, que constituyen Subconjuntos. Refleren las normas de conducta y valores vigentes en el medio social de origen de los jovenes. Pero no se limita a a relacién directa entre «padres» e «his, sino a un conjunto mas amplio de inceracciones cotidianas enize miembros de generaciones diferentes, en el seno de Ja familia, el vecindario la escuela local, las redes de amis tad, las entidades asociativas, etc. Mediante la socializa- cién primaria, el joven interioriza elementos culturales' Dsicos (uso de la lengua, roles sexusles, formas de socia~ bilidad, comportamiento no verbal, criterios esiéticos, cri- terlos de adscripcion éinica, etc.) que luego utiliza en la tlaboracién de estilos de vida propies. c) Las culturas generacionales, finalmente, refieren| Ja experiencia especitica que los jévenes adquieren en eli seno de espacios institucionales (Ia escuela, el trabajo, los) ‘medios de comunicacion), de espactos parentales (la fami lia, el vecindatio) y sobre todo de espacios de ocio (la calle, l baile, los locales de diversion). En estos ambitos cir- ‘cunseritos el joven se encuentra con otros jévenes y empie-| 22 2 Identificarse con determinados comportamientos y! valores, diferentes a los vigentes en el mundo adulto. | DE CULTURAS, SUBCULTURAS Y ESTILOS| 87 ‘En una perspectiva etnogréfica puede ser til el con- Jcepto de microcultura, que describe el fiuo de significa Jdos y valores manejados por pequeftos grupos de jévenes Jen la vida cotidiana, atendiendo a situaciones locales con- eretas (Wulff, 1988). En este sentido, la banda seria una forma de microcultura emergente en sectores.urbano- Jpopulares. Evitando el uso tradicional, asociado a determi- nadas actividades marginales, el concepto harfa referencia a los grupos informales localizados de jovenes de las clases subalternas, que utilizan el espacio urbano para construir [su identidad social, y que corresponden a agrupaciones Jemergentes en otros seciores sociales (cuadrillas de clase media, fraternidades estudiantles, etc). Cada banda puede Jearacterizarse por un determinado estilo, aunque también puede ser producto de la mezcla sincrética de varios es- llos existentes en su medio social. El término contracul- ftura, finalmente, lo utilizaremos para referirnos a deter- minados momentos historicos en que algunos sectores [juveniles expresan de manera explicita una voluntad mpugnadora de la cultura hegeménica, trabajando subte- rdneamente en la ereacién de instituciones que se preten- den aiternativas (Hall y Jefferson, 1983; Yinger, 1982). Las culturas juveniles no son homogéneas ni estéticas: las fronteras son laxas y os intereambios entre los diversos sstilos, numerosos. Los j6venes no acostumbran a identifi- carse Sieinpre con un mismo estilo, sino que reciben Vinfluencias de varios, y a menudo construyen un estilo pro- | Plo. Todo ello depende de los gustos estéticos y musicales, { pero también de los grupos primarios con los que el joven {se relaciona, A un nivel més operativo, las culturas javeni- Jes pueden analizarse desce dos perspectivas | a) Encl plano de las condiciones sociales, entencl- | das como el conjunto de derechos y obligaciones que deli | nen la identidad del joven en el seno de una estructura social determinada, las culturas juveniles se construyen con materiales provenientes de las identidades generacio- nales, de género, clase, etnia y territorio, 5) Enel plano de las imagenes culturales, entendi- das como el conjunto de atributos ideolégicos y simbslicos 88 DE JOVENES, BANDAS ¥ TRIBUS. asienados yfo apropiados por los jovenes, las culturas juve ‘Mier se aducen en estflon més 6 menos visibles, que iate- gran clemenfow materiales e inmateriaes heterogences, Drovenientes de la moc, la tmisien llenguae, as préct- Eo cltarlesy las actividades fcaies, Estos exis tienen {ins eristenia historica conereta son a menudo etiqueta- dos por los medios de comunicacién de masas y pasan a Straer la stencion publica durante un periodo de tiempo, unque despuee decaigan ¥ desaparezcan Cambién son Corrientes los revival) Culturas juveniles y generacién Las pertonas de a misma edad tienen necesariamente, no recuerdos comunes, por lo menos recuerdos en oma, Toe cules, a differen los uinor de los otros, distin fruen ain més seguramente a quienes pueden referirse alos hhechos recordados que a aquellos que, en el mejor de los cazce, slo tienen de ellos wn eonocimiento Ubresco (Auge, 1987"33) El primer gran factor estructurador de las culturas juveniles es la generacion. La generacién puede conside- Tarse el nexo que une biografias, estructuras e historia. La nocion remite @ la identidad de un grupo de edad sociali- zado en un mismo periodo historico. Al ser Ia juventud un ‘momento clave en el proceso de socializacién, las expe- renclas compartidas perduran en el tiempo, y se traducen cn la biogratia de los actores. ¢Como distinguir una gene- raclén de otra? Por una part, as fronteras generacionales responden a factores historicos y estructarales. En pala- bras de Bourdieu (1979: 530), ves la transformacién del ‘modo de generacién social de los agentes lo que determina la aparicion de generaciones diferentes y de conflictos de {generacioness. Por otra part, las generaciones se identifi ‘can sobre todo por la adscripcion subjetiva de los actores, por un sentimiento de «contemporaneidads expresada pot stecuerdos en comiin» (Augé, 1987: 33), La conciencia que ‘manifiestan los actores de pertenecer a una misma generar ign se refieja en «acontecimientos generacionaless (una DE CULTURAS,SUBCULTURAS Y ESTILOS 89 guerra, un movimiento de protesta), lugares comunes, et [guctas y autocalificaciones. Aunque no se trata de agrupa Jeiones homogéneas, ni afectan de a misma manera a todos los individuos coetdneos, tlenden a convertirse en modelos reisricos perceptibles en las historias de vida, {Las generacionss alo se pusden dvdr sobre la base de un conocimionto dea historia espectica cel campo lnvolucrado. Sole los eambios estructural que afecan al campo poscen el poder de determina’ In preduccion de Sener Artes, rnfermande ls os de gene Facion social des agentes ydoterninando ln ogentecion {elas Boprafias indus su agregeion en clases do biogratas orgustadasy simades segun el mismo tempo Gourdieu, 1919 530, as culturas juveniles miss visibles tienen una clara dentdad generaconal, que sinetiva de manera copectct lar el contestohistrico gue las vio nace, Aunguc en cada momento comviven divesos sestiloes jivenles, normal nents hay uno que se converte en begeinonic,sellande el eri de toda una generacin, Algunos apaseeen etbit- mente-en la eszena publics, te difunten 9 al cabo de un Siempo se apagan se foslzan o son apropiados comercial, mente. Ores perssten,e incluso son Fetamadovreinventa os por genetaclones posteriores revivals). Sin embargo, zoe io gue dcr ce trates a cures juveniles (a diferencia de las cuturas populares, que pe. aca definise como «tcbcldes en defence de a tation las culturas juveniles aparecen a menudo como crebeldes Jen defensa del inovacions), Por ello e pestble analiza ‘las como ua metafore de fos procesos de transicion cul ‘ural la imagen condensada de una sociedad tambiete, en iérminos de sus formas de vida, regimen polico 9 tala: (es asics 7 Juveniles y género La posicin de las muchachas puede no ser marginal, sino estructuralmente diferente. Pueden ser marpinales en las subculturas, no solo porque son expulsadas por la dom 90 DE JOVENES, BANDAS Y TRIBUS nacién de los varones alos maérgenes de cada actividad Social, sino porque esti centralmente stuadas en un con- junio 0 range de actividades diferente, necesarsmente subordinado (Garber y McRobbie, 1983: 221), Las culturas juveniles han tendido a ser vistas como fensmenos exclusivamente masculinos. De hecho, la juven: tud ha sido definida en muchas sociedades como tn pro: cceso de emancipacién de la familia de origen y de articu- Jacion de una identidad propia, expresada normalmente en el mundo publico o laboral. En cambio, para las mucha- chas la juventud ha consistido habitualmente en el tinsi- to de una dependencia familiar a otra, ubicado en la esfe ra privada, La reclusién femenina en el espacio domestica las ha alejado de la calle 0 de los locales de ocia, espacios privilegiados de las culturas juveniles. Por otra parte, las bandas se han visto como un fenémeno de afirmacion de Ja vinlidad, que se refleja tanto en sus actividades violen- tas, como en su estética wduras. En las asociaciones juve- niles, en la misica rock, en Ins actividades de ocio, en el Tadicalismo politico, las muchachas parecen haber sido sinvisibles», Garber y McRobbie (1983) han planteado si esta invi- sibilidad no es un estereotipo cultural generado por inves- tigadores e informantes masculinos. Para estas autoras, 1a Cuesti6n no es tanto la presencia o ausencia de las mujeres en las culturas juveniles definidas en términos androcén trices, sino las formas con que interactdan entre elas ycon ‘otros sectores para negociar un espacio propio, articulan- do formas culturales, respuestas y resistencias especificas. Silas muchachas son «marginales» o

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