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METAMORFOSIS COLECCION Renato Ortiz taquigrafiando lo social : Tala los concepts dele cencias coils es un ate, dice Renato Ortiz ena hermose text que da loa toda ol i Volumen. "No necesarimente ene senda artstico de [a : . talabe, sino en cuanto artesoia, un hace, coma dec 2 Wires. No puaden ser produceas en sec, sean [a P| visi ono frst exnecesaio tomer, ne ao, nsu cesncrasi, on su iteridad."areflenin sobre ese trabajo inlet expecfen Ge sconces scates crea tt hte que tig entre sa los ensayos de Taquigeando to social Estas dcpinas nan tveron et monopole dela =) eplncin de los fensmenorsoilesy su cerec pare hablar con una autoridad propia acerea dels puede ser Siempre ciestonsds, Selo ereneincose cet cscs el evo comin cestaiarzand aque es oma pueden. prose conocinienty para hacerlo fj in lenge. Eltengaje oe la clench soles es conto de a tage fraio, menos exiense, ms abstracto que el lenaiale co Tren, peo exe clap conceptual més sirpleas, tiempe, et qe permiterevelr mar catale ena ma mano. ahora bien ese hace artesanal, prs que tiene tambien a metora domenica dea conura (i resin ivan In eas revel lg inherent al lo social de diferentes viaje: exploracién de a Escuela de Frankf, de la labor fundadora de Emile Durkheim, del audaz esflet pensamiento socolésle que nos ofrece Ortiz no aparece lo en esas tavesias, Se muestra también en su estado las vieistudes de las clencias sociales en et Bras, ef rica reflextn sociolgica que desencadena el saberse sifleado en los Estades Unidos como un reprerentante de los "estodios culturales” en America Latina ve _IIl Siglo veintiuno editores Argentina Siglo veintiuno editores Argentina s. a. OP Mao SSa Bator: Rogen sno" Bip tisivem ~(Meamertons) Portada de Peter Tjebbes (©2004, Renato Orie (©2004, Siglo XX Editors Argentina S.A ISBN 987:1105738 Impreso en Artes Gries Detar Ae, Solir 2450, Avellaneda fn elmes de junio de 2006 Hecho ol dep6sito uve marca I ey 11.788 lnmpreso en Argentina ~ Made in Argentina ‘Taquigraflando Io social ‘La Escuela de Frankfurt y Ia cuestion dela cultura Durkeel 1 arqultecto y héroe fundador Durkheim: un trayectosocioligico [La porosidad de las fronterasen las clencias sociales (propésito de Pierre Bourdiew) [Notas sobre las clencias sociales en ef Brasil studios cultrales, fronteras ytraspasos Homenaje a Octévio Tans indice 2 109 as 167 191 203 Taquigrafiando lo social Las ciencias sociales viven de los conceptos, Tallarios es un, arte. No necesariamente en el sentido artistico de la palabra, sino en cuanto artesania, un hacer, como decfa Wright Mills No pueden ser producidos en serie, segtin la vieja ortodoxia fordista; es necesario tomarlos, uno a uno, en su idiosinerasia, ‘en su integridad, No digo esto de modo nostilgico, como silos tiempos pasados hubiesen sido mejores que los actuales. No to- do lo industrial es malo, ylo inverso también es verdadero, Tie ne poco sentido buscar una edad de oro que nunca existi6 y contraponerla idealmente a una dominacién de la técnica, ya sea meciniea, surgida con la revolucién industrial, ya sea infor- miitica, como en los dias de hoy. Soy de los que tienen nostal~ ia del futuro, no del pasado. Pero si hablo de artesania es por- que el objeto sociologico es un artefacto hecho pieza por pieza, de alli su dimensién de totalidad. Al formularlo, estoy obliga do a redondearlo, pulizlo, a tomar el detalle que contribuye a 2 Renato Ortiz laexplicitaci6n del todo. Cada investigacién plantea cuestiones diferentes de las otras, incluso cuando trata la misma proble- matica, el mismo tema. Esto nos obliga siempre a ‘comenzar de cero”, esto es, a rehacer los pasos iniciales de toda priictiea sociol6gica: investigacion empirica y bibliogritfica, empleo de Jas fuentes primarias, ecturas, notas, eleccin del material que serd utilizado, elaboracién de los conceptos J, por fin, la eseri- ura. Por eso, el esfuerzo metodolégico es continuo, constan- te. Por cierto, el conocimiento anterior, de la tradicién inte- Tectual, del repertorio teérico, es fundamental, pero el planteo de los términos del problema es algo particular, especifico. Los procedimientos metodol6gicos pueden variar: testimonios, do- ‘cumentos, textos periodisticos, entrevistas, otros libros, foto- sgraffas, imagenes, datos estadisticos, tcéeera. No hay que pen- ‘sar que los niimeros son necesariamente “frios", “mecinicos", ‘industriales”, en contraposicién al detalle del trabajo intelee- tual, Aplicadas a los soportes técnicos 0 a los procedimientos analiticos, las dicotomias frfo/caliente, racional/emocional, particularmente exploradas por McLuhan (é1 afirmaba que la radio era "caliente" respecto de la “fraldad” de la televisin), sélo llevan a confundir las cosas. Es como si la cantidad fuese estructuralmente antagénica a la calidad (Hegel decfa que la calidad s6lo puede manifestarse como cantidad). Las técnicas estadisticas no tienen un valor en si, no constituyen una teo- rfa independiente de la mirada analitiea que las emplea; slo tienen sentido como procedimientos metodolégicos. Al igual que otros procedimientos, a pesar de si complejidad matems- tiea, tales téenicas se materializan en un elemento particular: cesta investigacién y no aquella, esta reflexién y no cualquier ‘otra. Los niimeros son téenicas en la construccién del objeto sociolégico. El oficio intelectual puede ser comparado con un tipo es- pecifico de quehacer doméstico: la costura. Coser requiere hhabilidad y cierto conocimiento. Yes slo con la prietiea, act mulada a lo largo de los afios, como se llega a confeccionar, satisfactoriamente, una prenda, una toalla, un adorno. Poner clhifo en la aguja, combinar las elas y efectuar el corte son ope- raciones delieadas que exigen paciencia y concentraci6n. En teste sentido, la expresién “hilvanar las ideas” revela algo inhe- Fente al trabajo intelectual, Se dice que un texto esti “deshilva- ‘nado" de la misma manera que ee sigiere que una prenda est4 mal ajustada, inacabada, Weber, en su critica al desencanta- miento del mundo, decfa que incluso los grandes institutos cientificos tendfan a funcionar como empresas capitalistas, alic- nando al trabajador de los medios de producci6n. Para él, los libros poco a poco dejaban de ser propiedades individuales pa- raacumularse en depésitos colectivos, las grandes bibliotecas. El trabajo individual cedersa asf lugar 21a racionalidad genera- lizada en la sociedad. Creo que su pesimismo era en parte in- fandado. Es cierto que autores como Lazarsfeld sofiaban con institutos de investigacién en los cuales existirfa una gran di sin del trabajo, una organizacion jerarquica, racional y eficaz, luna estandarizacion de los conceptos y de las técnicas. En su au- tobiograffa, él confiesa ser un politico frustrado, ya que, al no tener la posibilidad de dirigir un aparato partidario, two que ‘contentarse con la direccién de institutos de investigacién en Jos Estados Unidos. Sin embargo, la presencia de la téenica y de Ja organizaci6n burocritica tiene limites. La computadora es tun buen ejemplo de esto. Cuando utilizo “cortar y pegar”, sepa- rando un pedazo de mi texto para insertarlo en otra posici6n, retomo las operaciones de corte y costura. Con una ventaja: ahora puedo deshacer la tela innumerables veces y rearmarla de acuerdo con mis inclinaciones, tebricas 0 estéticas. El hacer lrtesanal ve asi sus fronteras ampliadas. A cada momento, ree- dito en la pantalla la pgina escrita, la corto infinitamente, la ‘mutilo, corrigiendo e hilvanando las ideas. Los cientificos socia- les insisten en decir que la construccién del objeto sociolégico cs fundamental en el movimiento de comprensién de la socie- ‘dad. Tienen razén, pero se olvdan a veces de afiadir: ella se rea- liza en el texto, La escritura es el soporte y la concretizacién del 4 Renato Ortiz recorte conceptual. Las mismas informaciones, los mismos da tos, pueden ser cosidos de manera diferente. No hay objeto fue- ra del texto ysu contenido, para existir, debe formalizarse. Buc- na parte de la exposicidn argumentativa es una cuesti6n de ‘composicién. Las informaciones primarias son previamente es- timadas, filtradas, ances de figurar en la pagina en blanco o en Ja pantalla de la computadora. Composicidn, elemento defini- torio de la artesanfa intelectual. Incluso en las realizaciones mis simples, estandarizadas, como ocurre generalmente en los in+ formes de investigaciones. Un texto se elabora con una mara fia de hilos. Es fruto de lecturas anteriores y de la investigacion. Puedo tejer con pocos hilos: mi tela quedara entonces algo em- pobrecida, monocromética. Cuando junto colores y espesores diferentes, altero su granulado, su matiz. Una tela rica pose tonalidades y sombras, su superficie es irregular y rugosa. Los hilos, 0 mejor, su entrelazamiento, hacen el resultado final. Cuando eseribimos, trabajamos con un conjunto de ovillos a nuestra disposicién. Esti claro que siempre existe el riesgo de perderse en la biisqueda de esas referencias textiles. Por es0 se jimpone una seleccién juiciosa, se trabaja con un miimero limi- tado de ovillos. La escritura es el resultado de una costura, de la conjuncién entre la aguja y los hilos, la problemética tebrica ylos datos. ‘Todo pensamiento opera con conceptos, incluso el lengua- je mis simple del dia a dia. Lo que diferencia a las ciencias so- ‘ales es que ellas deben liberarse de las nociones del sentido comin, deben depurarlas para transformarlas en abstraccio- res més complejas, capaces de funcionar como categorias ana- cas del pensamiento, La ruptura con el sentido comin es fundamental para el razonamiento cientifico. Es un paso di cil, pues el lenguaje, al operar con conceptos abstractos, tien- de'a confundirlos, a pesar de sus origenes ¢ intenciones dife- rentes. Con anterioridad al acto de pensar, es necesaria una operacién abstracta preliminar: la definicién y el esclareci- miento de las categorias por medio de las cuales se piensa. Es Taquigrafiando fo socal 6 preciso diferenciarlas, separarlas del sentido usual en el que se las emplea comtinmente. La sociologia no tiene, y nunca two, elmonopolio dela interpretaciin del mundo, Por l contraro, ella nace como un esfuerzo constante de diferenciacion respec: to de otros discursos. Al instituirse como espacio auténomo de conocimiento, la sociologia se separa del periodismo, de laf losoffa, de la politica, dela religién, en fin, de otros textosy del sentido comtin, pero sin anularios. Estos discursos permanecen intactos como formas de conocimiento, vidas yditinasy, mu chas veces, en oposiién al razonamiento sociologico. Todo el problema consiste en saber qué constituye el earacterdiferen- Cial de las ciencias sociales, c6mo se deine. El sentido comin representa el contrapunto necesario en relacin con el cual se labora el pensamiento socioldgico. £1 es su poto negativo, el desaffo que permanentemente se quiere superar. Por un mo- mento, entre el final del siglo XIX y comienzos del XX, los antropélogos pudieron imaginar que su disciplina, de cieta for. ma, escaparia a este dilema que echa sombras sobre la sociolo- sia. Alin de cuentas la Ilamada antropologia clisica se inicio con el estudio de los pueblos indigenas. El antropélogo debia, al desplazarse hacia un territoro dstante, comprender ua res- lidad extra a los ojos del mundo industrial. Los mitos, lor: tualesy las relaciones de parentesco pudieron entonces ser ex- plicados analiticamente sin la competencia ineémoda de ningsin fou tipo de interpretacién. Los indigenas eran consideraclos apenas como informantes, sto es, relataban algo que debia ser decodificado por el especialsta, pero, como pertenecian a una cultura iletrada, difcilmente podrian ser considerados interlo- cutores seriosylegitimos. Correspondia ala comunidad antro- poldgica, ysélo alla, con sus acuerdos y disputas, dar la ti: sma palabra acerca de esas sociedades distantes. El panorama cambié con las guerras de descolonizacién, la alfubetizacion de los ideres indligenas, la conquista de la escritura y, final- rente, el surgimiento de los movimientos politicos, en cuyo interior aparece la figura del intelectual indigena, vinculade 16 Renato Ort onginicamente a la lucha de su comunidad. En este contexto, la palabra oficial de la dseiplina, a antropologia, es contra: puesta a otros dscursos, inluido un sentido comin indigena, ahora orgaénicamente articulado en textos escritos, conferen- ‘as, encuientros internacionales. Antropdlogos y sociélogos se hallan ast ante un problema andlogo: eémo distanciarse de lo inmediatamente dado, de la experiencia comprendida y perc bida por las personas, Por eso, las ciencias sociales son tna ter tativa permanente de distanciamiento de la realidad inmedia- «a. Para ulizar una expresin cara as frankfurianos, son na “alienacién” necesaria al pensamiento, Es esta capacidad alie- nadora, similar a Ja del arte, la que le permite separarse el mundo y aprehenderlo con otros ojos. La mejor metéfora pa raexpresar tal condicién quiaa sea la del viaje. No un viaje real en el que efectivamente se produce un desplazamiento espa- cial de tn lugar a otro Se trata mis bien de un desplazarse ima ginario, en el cual el cientfico socal, sn salir det lugar, cons- truye otra espacialidad,aparte de su stuacién presente. El vaja en esta territorialidad imaginada a través de los conceptos, las, abstracciones quc lo hacen trascender su condicin especifia Para “comprender la realidad”, o mejor para captar as articu- laciones de elementos de la realidad, es necesario alejarse de cla. Sélo asi es posible revelar lo que se encuentra “oculto, “in- consciente”,en fin, lo que permanece mas aca y mas allé de las conciencias individuates. Este es el sustrato al que Durkheim llamaba hecho socal, es decir, algo que envucve ala condue- ta individual pero que se le eseapa en cuanto significado, Silos hombres hacen la historia pero no tienen conciencia de ello, ‘como decia Marx, es porque las explicaciones dadas por Ios ac- tores sociales son insuficientes para comprender los aconteci- mientos, Esto es lo que diferencia a las ciencias sociales del dis- ‘curso politico, religioso © medistico, Ellas consideran a lo inmediatamente dado como algo sospechoso y no como Ia prueba de lo que “realmente pas6”, para usar un término del realismo televisivo. Taquigeatlando lo social ” Las ciencias sociales no viven sélo de abstracciones. Cuan- do asistia a las clases de Roger Bastide, recuerdo que él deci con cierta ironia, que hasta los mismos dioses necesitan la ma- teria para vivir Su ejemplo preferido era el candomblé. Los ne- {gros que llegaban al Brasil traian consigo los trazos de una me- ‘moria colectiva africana. En ella resid la fuerza de su cultura, Pero ninguna memoria es capaz de resistir al tiempo, y en par- ticular a las transformaciones impuestas por una sociedad es- clavista, como pura abstraccién. Para realizarse, en su lucha constante contra el olvido, tuvo que encarnarse en un espacio ‘especifico, en "nichos" de celebraciones, los candomblés. Allf, ‘através de los rituales, los hombres pudieron revivir los gestos, la danza y las costumbres de sus antepasados. Algo semejante ssucede con las disciplinas cientificas. Los conceptos y las teo- fas, por més abstractos que sean, deben encarnarse en insttu- ciones, universidades, centros de investigaci6n, departamentos, pies sin todo ello dificilmente egarfan a realizarse. Dicho de ‘o1r0 modo, Ia autonomia del pensamiento presupone la auto- nomia de las institueiones que le brindan soporte. Bourdieu tiene razén cuando dice que la historia de las ideas no se li ta s6lo a las ideas; es necesario, ademas, comprender cémo son ‘abajadas por Ia comunidad académica, por el “campo” cien- tifico, Este es el nicho en el que se actualizan las abstracciones, Durante el siglo XX, las ciencias sociales se desarrollaron y se cexpandieron de forma excepcional, Su movimiento de autono- mizacin, antes restringido a algunos lugares de Francia, Ale- ‘mania, Inglaterra y los Estados Unidos, se fue generalizando y bared los continentes y paises mas diversos, Pero :qué se en- tiende por ‘autonomizacién”? Ya dije que, para existir como ‘pensamiento original, las ciencias sociales necesitan separarse del sentido comtin y de los otros saberes; deben, por lo tanto, trazar los limites de su competencia. Lo que lamamos institu cionalizacién no es otra cosa que la delimitacién de una terri torialidad en cuyo interior son validas las “reglas del método so- ciolégico". Como los artistas los cientificos sociales, al escribir * Renato Ortiz para sus pares, se encierran dentro de las fronteras de su disci- plina. Esto sélo es posible cuando los conceptos, los procedi- mientos técnicos, el objeto construido, forman parte de una institucién, de una materialidad. Las ciencias sociales han sido ‘capaces de progresar no apenas a causa de las buenas ideas, si no también debido al desarrollo de centros de investigacidn, la ccreaciGn de bibliotecas, la ediciéa de revistas acaclémicas, 10s ‘congresos de especialistas, en fin, a un conjunto de practicas que les dan soporte. “Autonoma” significa, pues, la capacidad de decidir de acuerdo con las reglas del juego sociologico, co- ‘mo caminar en esta o aquella direccién, La universidad y los instieutos de investigaci6n tal vez sean algunos de los pocos Ii sgares de la sociedad actual donde este grado relative de liber- tad puede expresarse. La empresa, el sindicato, el partido, los ‘rganos de gobierno, la prensa exigen de sus miembros una ac- ‘itud prictica dirigida a objetivos precisos. No se puede “per- der tiempo” en otras cosas. La Universidad, al postular como su fundamento el saber cientifico, libera a sus participantes de la presion de los objetivos de corto plazo. Su temporalidad es de ‘otra naturaleza. Sin embargo, incluso alli se hacen sentir ten- siones contradictorias, debidas principalmente a la presencia de una légica mercantil ajena al trabajo académico y a las exi- sgencias del mundo mediatico. En este easo tenemos un conflic. {0 abierto, que pone en cuestion la propia independencia no s6lo de las instituciones, sino también del acto de pensar libre- ‘mente. En realidad, en este comienzo del siglo XXI, las ciencias sociales se encuentran en una posicién bastante diferente de la que ocupaban con anterioridad, en el momento en que con- quistaron su autonomfa. Ya no se trata de separarte de otros si beres, de delimitar un territorio, sino que es la misma logica de algunos saberes, hegeménicos en la sociedad, la que penetra y reestructura el campo académico, alejéndolo de sus raices. La ‘elacién sociologia/periodismo, ciencias sociales/empresa, no constituye simplemente una contraposicién de prictieas distin tas; el texto sociologico se torna muchas veces periodistico, 0 ‘Taquigratiando Io social » tuna mera deseripcién administratva, Pierde asf en compren- sién, en densidad analitica Las ciencias sociales han progresado: investigaciones, mo- nografias, andlisis estadisticos y reflexiones te6ricas han torn do mas denso el horizonte de su conocimiento. Pero st insti- tucionalizacién trajo también problemas. Hubo, primero, un Intenso proceso de fragmentacién. Las especialidiades —socio- logia, antropologia, ciencias politicas—, que en cierto momen- to parecian impulsar una mejor comprensién de los fenéme- ‘nos sociales, se han multiplicado en pedazos desconectados, (Cada subtema se torné una minidisciplina: sindicalismo, par dos, gobierno, cultura popular, arte, rural, urbano, etnia, gé nero, etcétera, De alguna manera, el campo auténomo da la idea de un conjunto heterdclito de pricticas. No creo que el avance del conocimiento sea necesariamente la eausa de todo esto; este argumento revela, en el fondo, una tentativa de at tojustificacion interesada. La razén del estado actual reside mis ‘en las reglas y en los procedimientos institucionales que aca ban privilegiando el corporativismo de pequeios grupos. Se es timulan las redes de investigacién, los intereambios académi- os, y se olvida a menudo el contenido que deberia ser tratado, La forma predomina sobre lo esencial. Un ejemplo: la relacion, ‘cada vez mis dependiente, de la reflexién sociolégica con las fuentes de financiamiento. El problema no reside tanto en los recursos que se movilizan; reside en que el tema de la investi gacién no nace de la maduracién de una problemética ante- rior, sino que es propuesto desde afuera, esto es, desde el Am- Dito de las instituciones financiadoras. La construccién del objeto debe por ello ajustarse alas demandas externas ya la lé- ggica del campo intelectual. Se llega asi a una paradoja, Cuan: do se crearon las ciencias sociales, la intencién primera era ‘comprender la sociedad en su totalidad. De alli la necesidad de autonomizarse, Sin embargo, la hiperespecializacién acaba por contradecir los propésitos anteriores, ya que solo se aproxima, una parcela de aquello que deberfa ser aprehendido, Sucede 20 Renato Ortiz como sila parte sustituyese al todo. Silos acontecimientos son fenémenos sociales totales, como decia Mauss, que articulan diversos niveles —el politico, el econémico, el social, el cults- ral-, el enfoque parcial, parcelado, tiende a empobrecer st comprensién. Buena parte del debate actual sobre el enfoque multi o transdisciplinario tiene que ver con una profunda insa- tisfacci6n ante este cuadro. El fordismo intelectual nos hace perder la perspectiva de una comprensién mas abarcadora de las cosas. Existen ademas problemas de otra naturaleza. Las ‘iencias sociales han constituido una tradicién. Las referencias cexistentes ya no se remontan apenas a los fundadores, Weber ‘© Durkheim. Fllas se multiplican: Parsons, Merton, Mauss, Ma- linowsky, Radcliffe-Brown, Mills, Pritchard, Turner, Geert, Har bermas, Bourdieu, eteétera, En cada lugar en que se desarro- lan, la bibliografia aumenta: Gilberto Freyre, Florestan Fernandes, Costa Pinto, Maria Isaura Pereira de Queiroz, Oc vio Ianni. Junto a este movimiento de regionalizacién —socio- logia brasilena, japonesa, argentina, norteamericana; antropo- logia britinica, rancesa, alemana, mexicana—, las generaciones suman nombres, investigaciones, inclinaciones tebricas. Pero to- da tradicin es ambigua. Por un lado, es fuente de identidad, el suelo al cual pertenecemos; por otro, lasraices, que son de- ‘masiado profundas, impiden que surjan otros movimientos. El campo cientifico, al reproducir las razones de su existenci consagra determinadas maneras de ver y de proceder que, al Iegitimarse, funcionan como obsticulos para cualquier aper- ‘ura hacia fo nuevo. En este sentido, hay mucho conservadu- rismo. La dificultad para innovar es resultado de una estruc- ‘ura que privilegia la fjeza en detrimento del riesgo. Simmel asociaba la prictica sociolégica con la aventura, con el ejerci- ‘io constante de la duda. Los nichos del “candomblé académi- co” actian en la direccién opuesta: como en los rituales reli glosos, se celebra la memoria de lo que se conoce desde tiempo atris. Italo Calvino, en un capitulo de Seis propuestas pa- 1a dl provimo milenio, "Levedad”, decia que la tarea del escritor ‘aquigrafiand lo social a cra luchar contra lo pesado. En el mundo en el que impera la fuerza de gravedad, el lenguaje utilizado para nombrar los ob- Jjetos estd siempre envuelto por el peso de las cosas. Su gang, ‘esiduo mineral, aumenta su densidad material. Escribir seria tuna manera de depurarlos de su condicién natural. Puedo de- cir lo mismo de las ciencias sociales. No s6lo pesa la realidad, sino también los conceptos, que a medida que se sacralizan se tornan cada vex mas arraigados, inméviles. Ellos forman parte ‘de un mobiliario consensuado, de un sentido comtin académi- ‘co, cuya funcién principal es la ritualizacién de las reglas insti- tucionales. Las ciencias sociales son historicas, La afirmacion, en sf, es banal, pero es preciso extraer de ella sus consecuencias. La his toricidad, en un primer momento, significa la restricci6n a cualquier pretensién de universalidad total de la explicacién cientifiea (no tengo dudas de que ellas poseen una universali- dad parcial). Como el objeto sociologico se encuentra hist6ri- ‘camente delimitado, las categorias de interpretacién de lo real ‘no pueden constituirse en leyes genéricas cuya validez seria atemporal. La interpretacion se encuentra asi sujetaa las real dades concretas. Por ejemplo, el concepto de trabajo dificil ‘mente se aplique a la comprensin de las sociedades indigenas, ‘en as cuales la propia nocién, tal como la entendemos, no exis. te, Si Weber fue capaz de interpretar la sociedad occidental en términos de racionalizacién se debe a que ese trazo especifico, que para él se articula eonceptualmente, le permite distinguir tales sociedades de las otras, en las cuales su existencia es pre- caria. Esto no sucede s6lo con relacion al pasado; el presente también viene cargado de historia. De cierta manera, las cien- cias sociales, para utilizar una imagen de Octivio Tanni, son una especie de taquigrafia de lo social. El lenguaje taquigrafico es por cierto menos extenso, mas abstracto que el lenguaje co- rriente, es un cédigo simplificado con un niimero de palabras ‘mas reducido, En este sentido, se aleja de lo real, buscando ci frarlo por medio de sus notaciones més genéricas. Pero su unk 2 Renato Ort ‘versalidad, para dar cuenta de lo que pasa, emite a la situacién, que intenta describir. La taquigrafia es siempre la traduccion de alguna cosa determinada: “esta frase", “aquella sentencin’ El contexto del enunciado nunca desaparece, es una referen- cia obligatoria, sn la cual la propia idea de lenguaje taquigré- fico no prevaleceria. Por eso la historia de las ideas es simulté- neamente historia conceptual y de los contextos en los cuales se producen las categorfas analiticas. Una nocién como la de naci6n no tiene nada de universal, se aplica apenas a un deter- minado tipo de formacién social que surge con la revolucién industrial y los cambios politicos de los siglos XVIII y XIX. El ‘objeto sociol6gico, al ser hist6rico, significa ademas que se transforma en el curso de los procesos sociales. El pensamien- to debe por tanto estar atento a los cambios. Primero, de las tuaciones, de los contextos; segundo, de las categorfas que los aprehenden. El tema de la globalizacién es un buen ejemplo, No se trata de un nuevo paradigma, de una nueva teoria, sino de una situacién que redefine los marcos en los cuales se ma nifiestan los fenémenos sociales. En este sentido, para com- prenderla, es necesario inventar 6 redefinir los elementos teo- | icos tradicionalmente disponibles. La imaginacién sociolégica consiste en percibir los cambios y forjar instrumentos concep- tuales capaces de analizarlos, El presente, en cuanto historia, | desafia al pensamiento, Habfa dicho que la reflexi6n sociol6gica, para comprender la realidad, deberia alejarse de ella. Puedo ahora corregir mi afirmaci6n, pero digo corregir en el sentido de orientarla me- Jor, no de anularla. Las ciencias sociales se alimentan del mun- do, ése es el material de su existencia. El observador, aquel que lo analiza, esta inmerso en los problemas de ese mundo, Su ser sibilidad hist6rica funciona por tanto como un estimulo inte- lectual. La creatividad sociol6gica supone, al mismo tiempo, un corte con el sentido comiin y una elaboracién permanente y | ‘audaz de nuevas hipétesis. Como observa Pierre Ansart, Ige | ‘creaciones de los grandes socidlogos no se reducen “nial grito.| L Tequigrafiande fo 204 2 de la rebelién’ (la simple ideologia), “ni al rigor de las cons- trucciones cientficas". Evidentemente, en el interior de la obra de un autor existe, para usar una expresién de Gurviteh, un grado diversificado de coeficiente ideolégico. El Manifiesta co- munista no posee la misma complejidad que El eapital. De la ‘misma manera, los escritos de Durkheim sobre el divorcio no retoman, con la misma profundidad, Ios temas analizados en El suicidio, Los elementos ideologicos se insintian a todo mo- ‘mento y deben ser controlados mediante una vigilancia episte- ‘molégica permanente. Pero es imposible no reconocer que es justamente ese aspecto el que permite el avance de las ciencias sociales. ,Cémo pensar las obras de Weber sin su pesimismo en. relacién con la racionalidad capitalista,o las de Marx sin su fe revolucionaria? El trabajo intelectual se nutre de una situacién ambivalente (y recuerdo, ambivalencia no es sinénimo de am- bigiedad): el rigor y el control cientifico y una vinculacién vis- ceral con las cosas del mundo. No creo que la categorfa grams ciana del intelectual orginico sea adecuada para describir el artesanado académico. La politica quiebra el aislamiento inte- lectual, pero su ejercicio prolongado nos empuja hacia las ra- zones pragmiticas que le son inherentes. De los Cuadernos de la circel prefiero el pasaje en el que Gramsci nos habla de la acti- vidad intelectual como una ironfa apasionada. La ironia me dis- tancia de la realidad inmediata, y me permite trascenderla; la pasion me recoloca en el mundo. Los textos reunidos en este libro fueron eseritos en momen- 1os distintos y publicados en revistas y obras. Todos tienen en ‘comiin una misma dimensidn: la reflexién sociologica. Fueron revisados y rescritos en su totalidad. La version actual es susta tivamente diferente de las anteriores, pero sin modificarlas en su argumentacién ni en su logica expositiva, Esta mtroduccin {ue escrita especificamente para el presente libro,

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