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Bnet Editors SA. Alvina 2062 Ber Aires Argentina ‘oremececoma Copyright © Cher Sirs 2001 © Bred Edis SA, 2001 de ap: Eade ie fe ep abi Di ‘aon Parade npn Vere Comandante Sur 65, Avene lo 200 rovamente probit, Porritt errr easy ablecidas en as eye oro jp las scones . G rio procaine, onl deca gor cer mao o posi indi a reprograllay el eatanieno informs pore ANCEEINA ae aca eee ead Tz nee nse Una ocupacién voluntaria de Maxi era ayudar a los cartoneros del barrio a transportar sus cargas. De un Sesto casual habia pasado a ser con el correr de los dias un trabajo que se tomaba muy en serio, Empez6 siendo algo tan natural como aliviara un nto, o sane thujer embarazada, de una carga que parecian no pos der soportar (aunque en realidad si podian). Al poco tiempo ya no hacia distinciones, y le daba lo miemo ave fueran chicos 0 grandes, hombres o mujeres: de cualquier modo él era més grande, més fuerte, y ade. is To hacia por gusto, sin que nadie se lo pidiers, ‘Nunca se le ocurrié verlo como una tarea de caridad, 7, olidaridad, o cristianismo, o piedad, olo que fuera, lo hacfa, y basta. Bra esponténeo como un pasatiens po: le habria costado. explicarlo si intetrogaban, con las enormes dificultades de expresin que toniay ane simismo, ni siquiera intentaba justificarlo. Con el po se lo fue tomando en serio, ys dicho una noche, no hubiera podido salir rondas por el barrio, habria sentido agudamente que los artoneros o extrafaban, y se preguntaban “;den, de estara?, por qué no habré venido?, ese habr4 eno- €por qi é 9 jado con nosotros?”. Pero nunca faltaba. No tenia otros compromisos que le impidieran salir a esa hora. Llamarlos “cartoneros” era hacer uso de un eufe~ mismo, que todo el mundo habia adoptado y servia al propésito de entenderse (aunque también se entendia elnombre mas brutal de “cirujas”). En realidad, el car- t6n, o el papel en general, era s6lo una de sus especia~ idades. Otras eran el vidrio, ls latitas, la madera, y de hecho donde hay necesidad no hay especializacién. Salian a rebuscarselas, y no le hacfan ascos a nada, ni siquiera a los restos de comida que encontraban en el fondo de las bolsas. Al fin de cuentas, bien podia ser que esos alimentos marginales o en mal estado fueran el verdadero objetivo de sus trabajos, y todo lo demés, cart6n, vidrio, madera o lata, la excusa honorable. En fin. Maxi no se preguntaba por qué lo hacfan, apartaba discretamente la mirada cuando los vefa re~ volver en la basura, y era como si s6lo le importaran las cargas una vez que las habian hecho, y de ellas no el contenido sino sdlo el peso. Ni siquiera se pregun- taba por qué lo hacia él. Lo hacia porque podia, por- que se le daba la gana, porque le daba un sentido asus caminatas del atardecer. Empez6 en el otofio, en las siniestras medias luces del crepiisculo, y cuando se le hizo un habito la estacién habia avanzado y ya era noche oscura. Los cartoneros salian a esa hora, no porque les gustase, ni por esconderse, sino porque la gente sacaba la basura al final del dia, y a partir de ahi se creaba una urgencia, por ganarle de mano a los ca- miones recolectores que limpiaban con todo. 10 Era la hora mala para Maxi, siempre lo habia si deseo,» hors gue cna en os vein na 2 ia de lo que se llama “ Pero siuna dificultad muy molesta para distinguir Le cosas en la oscuridad o con luz artificial Tonia us sn sircadiano diuno may marcado, quién sabe si con, causa 0 como efecto de este problema, Se desperahs con la primeta luz, inevitablemente, y el derrambe de todos sus sistemas con la caida de la noche era abrenua ysinapelaciones. De chico se habia adaptaclo bien, po que era el ritmo natural de los nos, pero en la adelen, cencia lo habia ido apartando de sus amigos y condise. pale. Todosbusabun consider noche, si libertad que les daba, se hacfan aanzas ello habiaintemado sin xs Ya ete coe clado hac rato; su camino era soitato, s6lo suyo facia los quince afios, cuando ya se desenganchalg progresivamente de los horarios y los consiguicntes iy tereses de sus compaferos, habia empezadorviral sine par Sucueporespondé my ben sas psa a cllado meisculos por tod 2 alo corpulento,habriasido orlode ove mete oy como eran las cosis, la gente quel vets en la calle pen saba: “un patovica”, o “una montafia de aes cerebro”. ¥ no estaban lejos de la verdad - __ En marzo habia dado algunas de las materias pre- a ete colgas del baci yl cue para julio o diciembre. estudio se habia ido extinguiendo. ee a rT dual como definitivo, tanto hacia adelante como hacia atrés: en direcci6n al futuro, tanto él como sus padres se habfan ido convenciendo de que no volverfa a estu- diar nada nunca més: no habia nacido para hacerlo, y era inttil; restrospectivamente, confirmando lo ante~ rior, se habia olvidado de todo lo que habia estudiado cen sus largos aiios de colegio. En la bisagra entre futu- ro y pasado quedaban esas materias, bien Ilamadas “previas”, flotando en una indecisién realmente per- pleja. De modo que cuando empez6 ese otofio no tenfa ocupacién alguna. Se habia pasado el verano preparan- do vagamente los eximenes, y su familia aceptaba que después de darlos siempre se tomaba un largo perfodo de descanso, para recuperarse no tanto del esfuerzo como de la tristeza y el sentimiento de inadecuacién que le producia el estudio. Esta vez, y aunque lo ha- bian bochado en las tres que dio, o inclusive por causa del fracaso, el apartamiento del mundo académico se profundizaba. Pese a que tedricamente debia volver a probar en julio, y segtin el plan dar otras dos poster- gadas (zo eran tres?), no podia ni pensar en el estudio, y nadie se lo recordé. Asi que su tinica actividad fue el gimnasio. El padre, un comerciante acomodado, no lo apuraba a buscar trabajo. Ya habria tiempo para que encontrara su camino. Era un joven déeil, catifioso, ca- sero, hacfa contraste con su tinica hermana, menor que 4, rebelde y voluntariosa. Vivian en un lindo departa- mento moderno cerca de la Plaza Flores. Las caminatas al atardecer habjan empezado a fines del verano por varias causas conjuntas. Una era que a 12 {Ss hors arreciban as discusiones ene la hermanay re, y los gritos llenaban la Tos grit casa. O cuetPo habia adquirdo una necesidad de accion, y « 3 Bors hacia sonar una especie de alarma.Ibaal gin Teigalamatan desde que lo aban hasta ais . Después del almuerzo dormia : c all una siesta, tr ual mieabatlevisin, hacia algunas compras ecb nn la casa... Esas largas horas de inactividal y glenn 2 as de inactividad le pese- , ue se le hacia imperative ; 0 volver a po- Retse en movimiento, Habia tratado de correr eh ol ‘ave Chacabuco, pero era un poco demasiado pe- sado pars ia i Para corres; tenia demasiada musculatura, y su {Coincidia con la hora en que saan los eartoneres esta coincidencia nai todo lo demi ad inn Prolsion de carconer.o rj se habia vendo lo en la sociedad durante lov di : nte los sltimos di Juince aii an quite ao. Asta altar, yanollamaba le stencion abvan hecho invisible, porque semovian con dis. crecién, casi furtivos, de noche (ys , , y slo durante un i rato), ¥ sobre todo porque se abrigaban en un pliegue de aque en general la gente prefiere no ver, Tron ttin ds popalassvills misera dl Bajo de : sy lan a ellas con su botin. Li ia it , 0s habia soi Tos, y i en Hi » ¥ con ésos Maxi nunca se mMetia, o montados en carro con caballo, Pero la mayoria llevabs essren 13 que tiraban ellos mismos, y salian en familia. Si se hu- biera preguntado si aceptarian o no su ayuda, si hu- biera buscado las palabras para ofrecerse, no lo habria hecho nunca. Lo hizo por casualidad, naturalmente, al cruzarse con un nifio o una mujer embarazada (no recordaba cual) sin poder mover casi una enorme bol- sa, que él tom6 de sus manos sin decir nada y levanté como si fuera una pluma y llevé hasta la esquina don- de estaba el carrito. Quizas esa vez le dieron las gra- cias, y se despidicron pensando “qué buen muchacho”. ‘Todo fue romper el hielo. Poco después podia hacerlo con cualquiera, hombres incluidos; le cedian el traba- jo sin mosquearse, le sefialaban el sitio donde habian dejado su carrito, y alliiba. A él nada le pesaba, podria haberlos cargado a ellos también, con el otro brazo. Esa gente enclenque, mal alimentada, consumida por sus largas marchas, era dura y resistente, pero liviant- sima. La tinica precaucién que aprendié a tomar antes de meter la carga en el carrito era mirar adentro, por- que solia haber un bebé. Los niios chicos, de dos afios para arriba, correteaban a la par de sus madres, y cola- boraban a su modo en la busca en las pilas de bolsas de basura, aprendiendo el oficio. Si estaban apurados, y los chicos se demoraban, antes que escuchar sus gri- tos de impaciencia Maxi preferia alzarlos a todos, como se recogen juguetes para hacer orden en un cuarto, y partia rambo al carrito, En realidad siempre estaban apurados, porque corrian una carrera con los camio- nes recolectores, que en algunas calles venfan pisdn- doles os talones. ¥ veian adelante, en la cuadra siguien- 14 fe srandes acumulaiones de bolas muy prometed ras (tenfan un olfato espe ‘ pecial para saber dénde vali : Je valia la en ; pens deters entonces se desesperaban, corria on 0s una vibracién de u: re i Arh rgencia; unos parti eae 10s partian a la {fsparad, por cjemplo el padre con uno dels hijos ¢lpadrecl mas hibilendeshacer los nudos delasbol SY elec adenro, viendo en la oscuridad; a mojer quedaba para tirar del : carrito, porque ia P ara trar del carrito, porque no podian Gatto demasiado lejos... Ahfintervena Max: e desta 'e fuera con su marido, él | fa fu , él es acercaria el vehieul ‘ o,e50 jabiacdmo hacerlo lo oto teniannecesaraments que , hacerlo ells. Tomaba lis dos varas y lo llevaba hacer fuerza, estuvera leno o avi, como unjuces ¥areee estaba lleno hasta desbordarloquele soba eee ; : erza le permita evitar sacudirlo, cosa may eon veniente : ‘ fs hee su eye remendado, las ruedas ‘Precarias comodidad dela eriatura que dormia dentro, n ; deg nel tempo legaronaconoceroodoslos crs as era él quien no los dstingut : stinguia, se le conf vem : gua, se le confun- 1, pero le daba lo mi smo. Algunos | ga 0. Algunos lo esperaban, Jos encontraba mirando hacia una esquin, y cuanda ovefan apuraban el sramit: les ahorraba temper uc era , era lo importante. No hablaban mucho, mis bien coe nado ni siuiea los chicos, que suslen ser tan chasis nes. El los encontraba cas s a asi al salir de su cas sa, a veces balabs hasta el otro ldo de Rivadaviay des vin dl i. a, donde pululaban a hora mas temprana,y des ués los fi 4 " es IS im acompafiando, pasando de una familia a + €n su lento avance hacia el sur, Nunca intentaban 15 retenerlo cuando los dejaba, entretenidos en alguna veta rendidora: era como si reconocieran que otros un poco mis alld lo necesitaban més que ellos. Si habia entre unos y otros un reparto de zonas y puntos productivos, era consuetudinario y técito, qui- 4s instintivo. Maxi nunca los vio pelearse, y ni siquiera superponerse. La tinica relacién que los unia cuando se cruzaban en tna esquina era él; su presencia impo- nente debia bastar para poner orden y garantizar la paz: su cuerpo de titan hacia de enlace solidario para ese pueblo mintisculo y hundido. Marchando hacia ei sur, ban en direcci6n a sus ca sas, ¢s decir a la villa, de la que estaban més cerca a ‘medida que se iban cargando. Pero también seguian la direccién de los horarios de los camiones recolectores. Lacoincidencia era tan conveniente que parecfa hecha a propésito. EI grueso del borin estaba en las inmediaciones de Ia avenida Rivadavia, en las calles transversales y las paralelas, con su alta densidad de edificios altos, co- mercios, restaurantes, verdulerias. Si no encontraban, ahi lo que buscaban, no lo encontraban mas. Cuando Megaban a Directorio, si haban hecho buen tiempo, podian relajarse y rebuscar con més trang los montones de basura, que se espaciaban. Siempre habia algo inesperado, algiin mueble pequefio, un col- chén, un artefacto, ros extrafios cuya ul se adivinaba a simple vista. Si habia lugar, lo metian en el carrito, y si no habia lugar también, los ataban enci: ma con cuerdas que llevaban para ese fin, y parecian 16 estar efectuando una mudan: 235 el voh se Hevaban al fin debja de: ara eee is siones, pero slo eral cosecha de una jornaday su sal bia de ser unas pocas monedas, A Seen aae oscuro, con sus calles en arco entre- : 1i habia mucho menos que bi 4 ; : 3s que buscar, pero no iS 2 eb ane pecs sta vez por llegar cuan- : an las callecitas que los acerca rein, por donde desembocaban en la villa Pero _Rbancansidos,y cargados losnios tropezaban de sue fo, cl carrito zigzaguesba, la marchatomeheel it exodo de guerre ae A Maxi se le cerraban | ; los ojos. Por sux asa comifan tarde, pero él se levantaba ae cer corny mucho Cuando ya estaba con los sus favorecidos, y tenia la segurid. dle susiav sguridad di poe ae slo esperaba la oportunidad de des. tse y volver a su casa, lo que general ' cuando salfan a la calle Bo eee . norino, desde donde ell ae Sc y éltambién en la direccién cae en la esquina de Bonorino i ‘ y Bonifacio), 1, cartonros soln dar algunos odeostodavahawy sy : Pe li del barrio municipal, a zonas mal definidas, He fabricas, depésitos, baldios. Yuna vez alli, en siones eran ellos los que se despedian de , pues wna {ehentina inspiacion oun plan trazado de sntemana (Maxi no podia saberlo: nunca entraban en detalles y 7 cn realidad apenas hablaban), los decidia a quedarse en alguna ruina, en algiin sitio vacio que podia servirles de refugio. Eso lo extrafiaba, y nunca pudo explicarse por qué lo hacian, Era evidente que estaban cansados, pero no tanto como para no hacer el resto del camino, Qui- As era para no tener que compartir la comida que lle- vaban con parientes o vecinos. Quizas no tenfan casa, 0 compartian alguna casilla muy precaria e incémoda, y estaban mejor en uno de estos sitios casuales. En fin: era una de las ventajas de salir todos juntos a hacer su trabajo, en familia; donde se detenfan, ahi estaba su casa. Sea como fuera, mientras seguian en movimiento I postergaba todo lo posible el momento de despe- dirse. En tanto que no se durmiera de pie, podfa hacer tun poco mis por ellos. Se resistia a abandonarlos a su suerte, tan agotados los veia; y a él no le costaba nada, lo hacfa por gusto. Ellos le tenian confianza, y su vi- gor era visible sin necesidad de explicaciones. Un ele- fante tirando de un cochecito de bebé no habria dado tuna impresién més cabal de lo poco que lo exigia, To- dos habjan Ilegado a conocerlo en poco tiempo: aun los que le parecian desconocidos, ya porque fueran nuevos en cl oficio o vinieran de otra zona, © porque Ja casualidad hubiera querido que no se cruzaran (0 bien porque él se confundiera, ya que era poco fisonomista y habia tantos haciendo lo mismo y eran tan parecidos, sin contar con lo mal que vefa de no- che), siempre lo tomaban con naturalidad y le cedian muy agradecidos las varas del carrito. Quizé no ha- ban necesitado verlo antes para saber quién era, por- 18 . ues habia corsdolavor de su existencia entre ellos, om unaleyenda, pero una modest leyenda reais, sa que no asombraba cuando se hacia elidad via nl tame final subia os nits alert, hax bia lugar, y los senta dormirse. Si haba lags ita oman gesto yuna sonia la madre subir también 1ujeres que parecia como si i ‘ sino hubier refdo nunca, respondi i timid, pondian a su sonrisa con i si otra, timida ref 0 5 ¥ Preguntaban puede? zno le pesa demasiado?" por Pus consis, porque ea abvio que sf pod Peto wvechaba la ocasién para n responder que no habi provechab sabia problema, “Por favor! ;Amriba todos! y mitaba a Bede fais, como diigndole “aprovehe” ¥ 5 recito también se trepabs e 2, [a familia entera i sobre ruedas, en ri g eae en rickshaw, sentada soby gobrsruedas en ; sentada sobre su tesoro de . Sélo algtin chico grande se negaba a subi orgullo o por pensar “seria demas Oia ar “seria demasiado” desprecio, no agres co eee sprecio, no agresivos, todo lo contrarior mis der desprcin todo lo contrario: mas identi. el gigante cach Beat: Deo gue leviba als sven, ina mirada de admiracis « , iracién y orgu- Matos grandes misculos que sehinchaban ala ude lana, Eran esis ocasiones, cuando los habia carga, ‘odos, que Maxi realmente cre q , -nte creia que ma: vez se habia dormido caminando. ss “8 - i) call Bonorino, desde que nacia en Rivadavia, sllnabaen los carteles “Avenida” Esteban Bonorino, Z ma sabia por au, porgue ea una eae angota as las demas, Todos pensab, como todas pensaban que era uno "ntes errores burocratik i ess ec ios, una confusion ados fi i luncionarios que habjan mandado 19 pintar loscarteles sin haber pisado jamés el barrio. Pero sucedia que era cierto, aunque de un modo tan secreto que nadie se enteraba. Dieciocho cuadras més allé, pasando una cantidad de monoblocks y depésitos y galpones y baldios, donde parecia que la calle ya se habia terminado, y donde no llegaba ni el més persis- tente caminador, la calle Bonorino se ensanchaba trans- forméndose en la avenida que prometia ser desde el comienzo. Pero no era el comienzo, sino el fin. Seguia apenas cien metros, ¥ no tenia otra salida que un largo camino asfaltado, a uno de cuyos lados se extendia la villa. Maxi nunca habia legado hasta alli, pero se ha- bfa acercado lo suficiente para verla, extrafiamente ilu- minada, en contraste con el tramo oscuro que debian atravesar, casi radiante, coronada de un halo que se dibujaba en la niebla. Era casi como ver visiones, de lejos, y acentuaba esta impresion fantéstica el estado de sus ojos y el suefio que ya lo abrumaba. A la dis- tancia, y a esa hora, podia parecerle un lugar mégico, pero no era tan ignorante de la realidad como para no saber que la suerte de los que vivian alld estaba hecha de sordidez y desesperacién. Quizas era por vergtien- za que los cirujas se despedian de él antes de llegar. Quizas querian que este joven apuesto y bien vestido que tenfa el curioso pasatiempo de ayudarlos siguiera creyendo que vivian en un lugar lejano y misterioso, sin entrar en detalles deprimentes. Eso equivalia a su- ponerles una delicadeza de la que dificilmente podrfan haberlos dotado sus circunstancias. Aunque era igual- mente dificil pensar que no hubieran notado la pureza 20 de Maxi, que resplandect le Maxi, que resplandecia ensu cara A ojos limpidos, su dentadura perfec ee al rape, su ropa siempre ecién lavada y planta a sus reemplazado el desgaste del juego por el del levanns mier aie ce esas y toe Complementaba con el acareo asura. A lo que se sumaba el ritmo di Yolunta 4 el ritmo diur- de oo haateado que le dictaba la aeracisn gu ae de, hipotlame y i Pupilas (la “ceguera noctur. 1 Si esto fuera poco (j 1 eis (pero era {fiimo sistema general), madrugaba mee a ve a0 due debia, en realidad, por un hecho casual, El Enel v paglxerano, cuando alas cinco ya era de diay la el s¢ ‘ Son.el bolso una hora antes, y hacer tiempo con ana iimpata. En esos pases habia descubierto sun mar evidentemente sin casa ni famil ‘ hac, vd asa ni familia, que dorm topista. Era un lu a especie de , ar raro, ic bajo un lugar raro, una especie Fineén de los que babi formato I autopina a ea ente la ciudad. La municipalidad habia heck ¢ tridngulo, que unia dos ancos de ce cll: ay n mento y can- Pero todo se habia destruido de inmediato (no era un si sitio viable para ese fin) y se habia cubierto de 21 je wn paszal asimo Sto ee a Hs, qe os veins debian de sei sand pr i lea orasin dala wel, Fneimacom w Sevan tetera, imera hora de mains, se mets por ay vi a {ste joven sentado conta el paredsn, poniéndose la eee ba, Masse di cuenta de qu habia permctado Alamparo de laanopisay de lo abandonado de pase ese cece cabana mess nos arn auedebian Be aienalasa canta rani bobovenl gue debian de estar sus posesiones. Disk después volvi6 a pasa ala sna hrs yor ver lo io en ten de pari Por lo vito fe er su dormitri: un lgat sl, pr ue no pasaba nadie de noche; y 4 o aban omba ravarel dia Maxiera el nico quelo haba descubie w esr iinray veces que ovis sle(di i impresind Pee leevsebal ta iran pete despa pein cara vit Emoed pnt ue, oe ierto su secreto, no le ass see aht odo lo das ada tansfomaneen un ibio, Yor aloen una pci de cpl angus stranbian una para csv stn pe cto dela os sompaneron qn ei. Qu rasa vero psa pond hfe ots e2,mi aio desconadcon su ora pars Uno nunca se sq pele afeat ls altar, en oem jer menos que éste era poi bie Mas To lamaba Inert”. Quinsabe que cia durante el dfa, de qué se alimentaba, c6mo pi 2 vole Re debia de alejarse mucho, para que pudiera volver a dormir siempre en el mismo lugar: A unos po- Se nesOs antes de salt de ese breve pasaje, el pastoal Sse hacia més alto y tupido, y de é salia un clor feo; ahi dlebia de hacer sus necesidadtes el inyerits, Een de edad indefinida, pero imberbe, ast que no debi de tener mas de diecises 0 diecisiete aos, flaco y Pequetio, de pelo 1, ueBro Pero bastante pilido, con los ojos hundidos ¥ cara de animal asustado. ‘Tenia una especie de traje azul oscuro, sucio y atrugado, De hecho, Maxi no tenia la total seguridad de que el linyerita durmiera ahi siempre lo habia visto des- Pierto, y levantado, salvo aquella primera ver cuando estaba poniéndose las zapatillas, Pero eso no probaba arse un zapato para quitar de él una piedrita que se le ha metido, y después necesaria- sacle che Aue volver a ponérselo, Ademas, como suele pasar con las primeras veces, cuando después la Scasion se repite siempre, esa primera vez se le hire éxtrafa en la memoria, y no podta confiar en ella. Cle {0 gue habja otros indicios, como los diatios exten dos en el suelo, o el mal olor, y el mis importante, la pacsencia del linyerita en su puesto todas las mananae Pero en ese punto habia otra cosa incomprensible. E] Ro calculaba la hora, y esas vueltas matutinas eran inre- Bulares, de modo que pasaba en cualquier momento, ¥sin embargo siempreloencontraba enel misny pun- to: ni estaba durmiendo todavia, ni se habia ide ya. Podia ser simple coincidencia, pero Seguia siendo raro, De modo que empez6 a salir mas temprano, para ver 23 re ia dormi El ovro siempre le ga- ilo sorprendia dormido. Y no. teers levanaraalalbn Con el primer canto del gallo. Pero entonces, eporgué Ioencontraba de pie sobre sus diario, como saaba- rade despertarse? Lo esperaba a él? @Usaria su pao mo la seal de patda? Pod haberosveriguade, GGuizds, pasando mas tarde, aver si realmente lo espe wipe Pevo prefefa seguir la tendencia quelleabaei raba. d Iailusi6n de verlo algs cada vez.mis temprano, con vero din fa profandamente dormido. Y era por eso que se cee vompranisimo, desayunaba de pris y say Uespués pagaba las consecuencias muriéndose de su fio no bien oscurecia. I o sun Con el jerno, la noche se anticipaba cada oe 4s y el proceso terminaba més temprano y I Bear .. Como los camio~ fs cerca de la aban un paso més cerca d rap recoloctores 20 exbiaban su hor i i sta aceleracién, no habia motive para esta aceeraci6n, os Gaus io los hse esr mis pid, obese tan menos, apurados por volver alabrigo desu es a ola gente saara ms tempranolabasrs eng da por la oscuridad. También existia la posibilida 4 que la ayuda que les prestaba Maxi estuviera dando frutos. Su intervencién era individual, casual, artesanal, pero quizés producta un efecto gencral y aliviaha 2 todos los cartoneros. Si era asi era inexplicable, y slo Podia adjudicarse al misterio de la caridad. Lo cierto €$ que si en verano Hlegaban a Directorio a las nueve, ahora llegaban a las ocho, y él avanzaba hacia el en. sanchamiento de Bonorino menos dormido, con mis resto. A lo cual contribuia el hecho de que no se le vantaba tan temprano, porque amanecia mas tarde. Estas ventajas quedaban compensadas con una acen. tuacién de su ritmo diurno, y un adormecimiento mis Pesado y pegajoso; con el frio se gasta mas energfa, y él era un ser eminentemente fisico, Como el caballo fiel que se unciaa todas las cargas sin discriminaci6n, tiraba sin sentir el esfuerzo, cada dia un paso mas adentro del suetio... En el fondo, lo ue pasaba era que nadie se habja puesto a buscar ks utilidad social de Maxi, y él la habia encontrado por sf levado por el azar de la ocupa- ion del tiempo. Si habia quedado librado a sus pro- pias fuerzas era porque la sociedad operaba con clases amplias y groseras, sin la necesaria finura para captar el més y el menos de las propiedades individuales, No era culpa de nadie, por supuesto. ¢Cémo descubrir lo que puede un hombre? No existe una ciencia de la vo. cacién. Cada cual cae en su lugar por azar, y Ia inade~ cuacién es la norma. Si hubiera un procedimiento por el que pudiera decidirse qué debe hacer cada uno se. atin Ia totalidad de sus cualidades, sin olvidar una, se 25 habria expresado cual es el maximo de utilidad que ese individuo podria rendir en beneficio del préjimo y la sociedad. Para un joven como Maxi, que no que- ria estudiar y tenfa un fisico tan impresionante (y tan decorativo, a su modo), la ocupacién cantada era la de portero o custodia en una discoteca. En ese rubro ha- bria conseguido empleo al instante; tomaban a todos Jos que se presentaban, la demanda era insaciable. Pero cen su caso esa seleccisn y ubicacién revelaba hasta qué punto estaba hecha de generalizaciones. En él habia particularidades que la impedian: para empezar, su problema de “ceguera nocturna” lo exclufa de un tra- bajo que se realizaba de noche. Ademés, no tenia el don de la violencia. Lo que le quedaba entonces, se~ grin este sistema de categorizacién general, era el tra~ bajo de instructor en un gimnasio. Pero aqui otras peculiaridades mas recénditas volvian a excluir a Maxi. Era él quien no lo aceptaba, y ni siquiera concebia. Que un gimnasta se volviera profesor de gimnasia le parecia tan monstruoso como un enfermo haciéndose médico. Tenia un rechazo instintivo y profundo a los sistemas que se autoabsorbieran (no habrfa podido explicatlo). Era como sila condicién misma de su fuer- za, y hasta de su belleza, fuera ejercerse fuera de la estructura que los habia producido, en direccién al mundo real. Su “trabajo” con las familias de cartone- ros era una solucién improvisada, espontinea, que él tomaba con toda la liviandad con que se acepta un don divino. No tenia ninguna duda de que llegarfa el mo- mento de encontrar su trabajo de verdad, su vocacién. 26 Y quizi él auizés esto no era solo un ersatz momemtineo cupando el tempo, sino un camino a OS it in 5 ¢arritos de los que tiraba eran siempre distin: variedad si tos Peo iempre eran adecua- $a fin: transportareargas con un mismo doo 30S carritos no se i boi compraban, ‘Seneontaban entrelos deshechos domicilaion Lng ellos mismos, probabl raf fa lemente de deshechos, «i, , Jcja- pas or {que terminaban siendo, Mise seandabacon miramienos etticonen gone, repgttens en esos pero porla gran easaldad ess podia apreciar desde una cercaniz yor que la que dara aba Mis la contemplacién: | oe da : los usaba. Mas Sve eso, Se uncta a ellos. Habia notado emo role, Gin ditinos en altura, capacidad largo, ancho, hon "at i, argo, ancho, hon- baile de las rucdss, material, enfin: tod. Loo apis hechos con tablones, ocon varias, con ea : 1 ; . fastaconalambre tio, con lonas tensadas con see , las siempre eran adaptadas, y de lee sun, ‘en n aptadas, y de las ma Gites Procedencias de icicles, demoto de wie », de cox é, ‘ : a wees debe hasta deauto,Prdenemen , fel carr también cambiah, jem- Pl, ydebia de tener eer Su propia belleza pecul como artesanfa po} i Hg ular. Siempre habia sido ase om asta pop pre habia sido asi en rene at pasbistoriadores de Buenos Aires habian race a historia de los carr > do la his ‘0s y su decoracién: gid hsv d aci6n: las ins. (apsionesingenisss, ls pinzuras que los adornaben be fileteado”), Ahora, era otra cosa, Ne aban legado los novent aaa -nta. Estos carros no tenian ins- 27 cripciones ni pinturas ni nada por el estilo. Eran pura~ mente funcionales, y hechos como estaban de restos censamblados, su belleza era en cierto modo autométi- ca, objetiva, y por ello muy moderna, demasiado mo- ° derna para que ningtin historiador se ocupara de ella. ‘A medida que se iba acercando noche tras noche a la villa la luz que emanaba de ella se iba precisando. Una vez Maxi Ileg6 al fin al punto donde la calle Bonorino se ensanchaba. En esa ocasi6n descubrié que cera realmente una avenida, como decfan los carteles... Pero lo era sdlo all, y alli se terminaba: a un costado habia una hilera de c: , al otro, el co- rraln de un vago depésito. En realidad, la avenida era tan ancha y tan corta que parecia menos una calle que tuna gran playa cuadrada. Al fondo, se continuaba en tun camino asfaltado que se perdia a lo lejos en un arco suave. A un costado de este camino estaba la villa, bri- lando como una gema encendida por dentro, El es- pectéculo era tan extrafio que se quedé inmévil. El padre y la madre cirujas echaron pie a tierra (habfan venido subidos al carrito que él tiraba) y tomaron las vvaras, interpretando su detencién como el fin de sus atenciones por la noche. Obediente, él se las dej, les dio las buenas noches con una sonrisa timida, y em- prendié el regreso. Antes de entrar en el tramo angos- to de la calle se volvi6 a echar una mirada: la forma del carrito se recortaba en negro sobre el resplandor, ale- jéndose. Tenia mucho suefo y le esperaba una larga caminata hasta su casa, pese a lo cual sentfa cierta re- sistencia a volver. Quiza sin saberlo estaba respondien- 28 ilbgico: el atractivo que ejerci sobre ss pupils aera el exceso de an le parecer extrafo que una villa miseria dispusiera de tanta luz artificial, Peto tenia una explicacon oan tamenterazonable. La conexién con aed elétia era gatos sbian que ls villas se “colgaban” de lard ¥ tenianelectricidad gratis. Al no pagarla, podian dene, ha si problemas: Una “ajuda” dun able de da n és Facil de hacer no obstante, ha : stant, hay que h see enh a iasen eo il abundabn electicias, como indaban todos os oficios, al menos on és Case poi decir que todos a miceeel Sales bios” de todos los pores debian avers Con asco, no tenn ms emetio. Nol tenia al tricidad, como los burgess, y de hecho no tenfan or gus hacerlo, Lo mis eurioso era que adeno de la sills que Mas pod ver apenas agement por tuna puerta abierta o una ventana, ey ; eran ds dis cretosenclusodelizsencontaseconclaben tonne, los iteriores se vefan en penumbra, a ass ttones habia cred que los crs no To legar hasta sus moradas por un sem ga timienn elicadeza, por liberarlo antes, a1 adormecido. De modo ey : que se propuso estarlo m para lo cual extendi las siestas ean, como eso no alean. Zab, porque la noche ea inexorable con simul. pudo acercarse més y més, y al fin, en urs noche 29 histérica para él, leg6 a franquear los limites de la vi- Ila, a entrar, unos pasos nada més aquella primera vez, en ese reino encantado donde no se escatimaba la luz. Las calles interiores eran muy angostas, a duras penas podia pasar un auto, y cuando habia uno, vieji- simo, oxidado, a veces sin ruedas o sin vidrios o sin puertas, las obstruia por completo. Lo mas extraiio era la disposicién de estas calles: no partfan perpendi- culares al borde de la villa sino en un éngulo pronun- ciado, de casi cuarenta y cinco grados. También era extrafio que corrieran en linea bastante recta, a pesar de lo informal de las construcciones. El borde de la villa se curvaba suavemente, sugiriendo que la forma general era un enorme circulo. Era muy populosa. ¢Cuadnta gente podia vivir ahi? Decenas de miles. Las calles se introducian, a intervalos mas o menos regula~ res, pero todas las hacfan en idéntico angulo. Por alli entré, y volvié a entrar en las noches siguientes, por una o por otra segtin el domicilio de sus ocasionales auxiliados, que no eran nunca los mismos. El resplandor general se explicaba por la cantidad de bombitas que colgaban en las callejuelas. El fluido para ellos era gratis, :por qué las iban a escatimar? Eran bombitas comunes y corrientes, de cien watts, colga- das de cables que hacian una marafia en el aire. Parecia una iluminacién de feria: una guirnalda con diez foquitos, un racimo de media docena, un circulo de quince 0 veinte, o bien filas, de a uno, de a dos, de a tres, o dos foquitos y untercero arriba haciendo trién- gulo... En fin, todas las combinaciones posibles, sin 30 mét ie ‘odo, en un despliegue de creatividad caprichosa d nto natural, como si en este nivel erecin , este nivel sec elms bajo la tecnologia se reabsorbiera emf a. Conel correr de los di : os dias Maxi se empenda {hr cuemts de que la cantdad y disposiign te los poauitos no se repers: cada calle tenia su dibujs ‘amie bropio, toque debi de hacer ls vce de = mas fécil habria sido numerar q villa era realmente eae ee irculae, como le pareci, , enton ‘umerat las calles no habsia tenido ninguna rfid Porque no habria fin ni principio. : ontando ents por esas calejucas en ngul,y pass Ber dbajo de los ramos de foquits, lo invadis oa iento de maravilla que ya no | Ssptimieno de maravila que ya no lo abandons en Se creia un privilegiado, y no sab é no era ningtin privilegio entrar py coos tar por ese lab loliente de casi aca illas de lata, donde se haci » donde se hacinaban los mn pobres entre los pobre ore . Pero justamente, él : él no er Pobre, y siollevaban hastaalliera una prucha decane a necidos del colegio, del yimnasio, del barrio, o amin tes de sus padres o parienes,habian entrado nunca 'a villa, ni entrarian. ;Y est taban tan cereal x rian cerca! Ala vuela dk su casa, podria decitse. De modo que no era gran 08a, i ss pero ala vez silo era. No entraba nadie que ne Berteneiera por un solo motivo que cubria todos log demas: por miedo. Es cierto que, ademis, no habrisg {erie ningin moto, sinerament, pats in Peo exo parte del miedo, Ahi e. we de lo . Ahi estaba la lave d oe : lave de los lugares, os Iugares sociales y también de todos los ores, 3t incluidos los imaginarios. El miedo era la matriz. de los lugares, lo que hacia que hubiera lugares y uno pudiera moverse por ellos. Estar 0 no estar en uno dependia de un complejo sistema de acciones, y ya se sabe que el miedo nace y prospera en la accién. Ade- més, no era tan poca cosa: habia ofdo decir que ni la fa se atrevia a entrar en las villas. En este sentimiento de maravilla hubo una radi inversién de una creencia previa. Habja dado por sen- tado que no lo dejaban acercarse ala villa pot pudor, y que se lo habjan permitido sélo cuando entraron en confianza y consideraron que ya no valfa la pena ocul- tarle nada. Pero ese razonamiento sélo se habria sos- tenido sobre la base de un acostumbramiento, de un sinceramiento, de una entrada en confianza, en fin de cualquier proceso psicolégico equivalente; y para que se diera este proceso se habria necesitado un sujeto constante, es decir que los cartoneros con los que en- traba en contacto fueran siempre los mismos. Y resul- taba que eran siempre distintos. No. Se trataba de otra cosa. Empez6 a pensar que cera justo lo contrario. No era por vergtienza 0 pudor (ge5mo iban a tener vergiienza de sus casas, después de haberse exhibido ante él hurgando en la basura y jevandosela para comerla? Era una estiipida interpolaci6n pequefioburguesa) sino, al revés, por no considerarlo digno, por bien vestido, por clase media, por sefiorito. Y habia debido arrastrar carritos duran- te meses, hacérseles stil de mil modos con su fuerza, con su amabilidad, para que lo encontraran merece- 32 dor de hola sus reins, Fue como una revel a ly lehizo ver las cosas bajo una Sptice digneen las cosas bajo una éptica di ae 6 Bromo adi, quecra tan a 5 que no habia calles transversal E 5 dor les (si podia la calles” a esos pasadizos). Todas iban hacia eae no las cortaban o | tras. Que a-una call decir que se forme una ee 74s no 9 necesario, y slo responde a una oo Ee sind de 'a pobreza dentro de la ciudad p. deopenn ats PrOpiss Leyes. Lo que si, prec un ;Pacio, en contraste con el ahorro furioso del mismo elem tod 5 i in dems Elhacinamsoto raver en ee stumbre. esto era com ri contra iprensible, y al arecer sucedia lo mismo en todas las villas: se leva taban en sitios limi {aban ensitislmitads, que no pon estendersey 5 poblacién aumentaba sin cesar, por elerecmien, 0 raesatve descontoldo y por ls migraciones dl paises imitrofes, De h ne : . De hecho, era tanta ricia, h wcalee”, ts cee {ue Sorprendia qu hubira “ales” un las como habfan quedado. P : nse. Jo. Pero una pla. ics racional ahorra espacio multipleande’ he «ales no suprimiéndols. Una pruchaesaba shi cere part i] “ 4 Spegbamle Municipal o “de as casitas, que aa. gar ala villa. En él & Ei is Manzanas tenia {esta metros de ancho nada mis, de modo que as Gaede cade lado tuveran razonables quince metos lo. En las manzanas convencionales dee, 33 metros de ado queda fonds ines de rae illa las calles estaban én. Ahora bien, en la vi i - ds por unt int mo ys cil i odia suponerse, daban a ellas tenian, como podfa supone Beni aernts emeros ie ome disponil zi ™ = de materiales las hacia pequefias por neceidad) eave habia emonces entree fondo de una casi y el del rndiente de la calle siguiente? La respuesta nc ino: mas casillas. Ahi adentro debian de vi- moradas por unos angostos pasadizos entre ls casi- daban a las calles. : ane sombre qos tenga a. cosumbre de comin por una ciudad se hace ideas sobre lo que hay detrés dels casas, y en las rari vero (fondo de un pill largo cuya puerta ha queda abiena por caualdad,o desis el conta treme de un efi ato) nues queda desisiono i i lado corto: I contrario, ve que se habia quedad eae celaeeey superior esimulo par imaginar espacios més extratios y exéticos, moc ins dsconoidos, ll hay parques, muy eidados o h ied bosques esponténeos, fuentes, es Se ation a eneunea conrecones, lpn de , feve:ifitioslevannadbepon ies eee decionss de cals ocmedale on Se a ania mee aaa tn los dealles, acumulados y wabsjados con el amor dele y el dempo,y gu aan como prismas de perspectiva general, que es lo que falta por definicis et en esos “corazones de manzana”. ‘Todas esas fantasias auedaban descartadas en la villa. Aunque por el heche Imismo de ser descartadas tomaban otra dimensiGn, a menos en la mente de Maxi, Todas las “fantasias de fae chada” partfan de la sospecha de la existencia de orn ‘iqueza oculta, que podta esconderse aun bajo Ia mec completa mediocridad. Era absurdo sostenerlas en une villa miseri, de acuerdo, pero en el fondo de la pobre, za,ena radical supresién de dinero, se esbozaban otras formas de tiqueza: por ejemplo de habilidades Ye i manipulacién de la electricidad sefialaba en esa direc- cién. Y nadie sabia qué habilidades creativas Podia te- her gente que provenia de lugares muy distances del snunclo y que las més de las veces no tenia trabaj disponia de mucho tiempo libre. Fabia otra cosa que tambin se apartaba dela geo- metria racional, y era el ngulo que tenian las call Is forma general de la villa era circulan entonves i falles deberian haber estado trazadas en perpendicu lar al borde, de modo de ser “r radios”; y desembocar todas en el centro. Pero mo: partian en ingulosde se Fenta cinco grados, todas en la misma direccidn, (vi tas desde afuera, hacia la derecha). Eso sign icaba que ninguna llegaba al centro, y que ninguna tenia salle, #Adénde terminaban? Eso Maxi nunca lo supo, Sus Propias “entradas” no eran muy profundas; nunea fac {pas alléde los cien metros hacia dentro, hastael punto donde estaba la casa de la familia que ocasionalmente acompafiaba, que podia estar més o menos adentra Pero nunca tanto como para perder de vista la entra, io fijo y 35 da. Y como no habia calles transversales, por donde habfa entrado tenia que salir. De modo que el centro, si habia centro, sigui6 en el misterio para él. La hora a la que llegaba alli, y su timidez, le impidieron preguntar. Por algin motivo, la iluminacién, tan prédiga en la pe- riferia, se hacia escasa a medida que se introducfan, y mis al centro la villa parecia estar a oscuras. Se la habia dicho en forma de anillo, pero no era crecia en lugar de disminuir, as callecitas se hacfan mas estrechas y las casillas mas apretadas. Tampoco podia vyer mucho hacia el fondo. Ni siquiera alguien con buena ién nocturna habria visto, porque esas calles no eran exactamente rectas. Medio dormido, més ciego que nunca (porque el pasaje bajo la corona de luz. lo dejaba destumbrado), Maxi alzaba la vista hacia el interior con insistencia, y ya fuera ilusin, ya confusién, le parecia fpulas, casillos fantasmagéricos, murallas, pirimides, arboledas. tra cosa que habia observado: la proliferacién de perros de toda clase, en general bastante grandes, fla- cos y ariscos. Por suerte no era de los que les tenfan miedo a los perros. A pesar de la hora, estaban en movimiento; iban y venian, se metian en todas partes, hasta entre sus piernas y entre las ruedas del carrito, rara vez solos y a veces en bandas numerosas. Debian de andar buscando comida, y el dia y la noche eran lo ‘mismo para ellos, con lo poco que debian de conse- guir. Nadie les Hlevaba el apunte; ni notaban su exis- tencia. Pero estaban todos sobre el borde: afuera del 36 circulo, 0 en los adentro se hacian raros, niendo desde las profun Primeros metros de las callecitas. Més Y nunca vio uno yendo ni vi- idades delcentro, Porsun instante), quilamente. Nad podria haberlo hecho a un lado tran. Helo vio nunca. Pudo deberse en par. | que a veces toma el camino de la le a través de las mil no, estaba la Comisaria Treinta y ocho, i l inspector Cabezas, asignado ah; Jos dereestructuracisn subsiguientesa ¢ la comisaria un afio atras, yen sala intervencién y la baja de todo su per- 37 sonal superior (una jueza habia irrumpido una noche, al frente de un grupo de elite de la policia judicial, y habfa encontrado pruebas de que se torturaba a los detenidos). El trabajo de Cabezas habia terminado hacia unos meses, pero seguia teniendo por cuartel central personal a la comisarfa ya normalizada. Una noche vio a Maxi tirando de un carrito de cartonero, y lo reconocié. Lo habia visto muchas veces saliendo del edificio de la esquina de la comisaria, y le habi llamado la atencién por su fisico. No es que esto tl ‘mo fuera necesario para que lo reconociera, porque era muy fisonomista y tenia una memoria de clefante. Intrigado e interesado, empez6 a observarlo. Como, no tenfa que rendir cuenta de sus horarios, salia al ano- checer en su auto, y no le costaba mucho trabajo loca- lizarlo. Lo estudiaba de lejos, a veces estacionando un ‘momento, sin bajar del auto, a veces dando vueltas a la manzana, siguiendo el recortido que hacfa el joven patovica con los cirujas. Al poco tiempo tenfa mas 0 ‘menos en claro su rutina. La primera vez habia crefdo que ayudaba a una familia determinada, pero no tardé cen ver que no se trataba de eso, y su interés crecié. En varias ocasiones lo siguié hasta el final, hasta que ya muy adentro del Bajo de Flores se despedia y volvia a su casa. Un par de veces esperé sentado en el auto a que saliera de la casa, a tiltima hora de la tarde, y lo siguid, a la distancia ¢ Ie, todo el trayecto hasta que tres 0 cuatro horas después. No se preocupaba por el tiempo que le insumia. No lo hacia todos los dias; en general se limitaba a echarle una mirada de 38 ‘5 ba con reconocerlo y ver que se 2 Pa Pasar dias, semanas aan sin ira vochaee ea pel Asifue constatando sus propre Tapert ut Ya en invierno, lo esperabaa veces en Teams el banorno hasta vel legs mba dala oa puiornd ye tesigo desu ingreso : bres aaa oalmsimo suimerésenel sumo andi separa @ Maxi del inspector Cabezas, la Fide Primer lugar Uno estaba al comienzo de su fa qué iba a hacer con ella y reaccionaba incertidumbre; el otro, pasados sabia perfecta- ido esencial, que tendria gra- ferencia se manifestaba en el as empresas, por mas que é- a de Maxi era line: ves consecuencias. La formato de sus respectiv tas se superpusieran. L: ver i, ps aa ae Maxi, éstas Constituian en su mente ans at dete que nada debia queda inexplicado,y sn n debia engancharse con otras, hasta fen in complejo, el cual a su vez debia articularse con 39 los otros, hasta que toda la sociedad quedara cubierta. No era una cuestién puramente intelectual. De he- cho, el inspector Cabezas estaba muy lejos de ser un intelectual. Donde faltaba una explicacién (porque era dificil encontrarla, o él no tenia ganas de buscar), la creaba. De hecho, eso estaba més en su cardcter: era tun hombre de acci6n, no de especulacién. gY cémo se “crea” una explicacién? Avanzando, improvisando. Ahi el método de Cabezas coincidia con el de Maxi, pero en otro nivel y con otros fines. El “caso del gigante benefactor” se le present6 como algo completamente inexplicable, !o que le dio un campo méximo a la ac- cién correspondiente. Podria decirse que tuvo que crearlo todo. La estructura emergia de un hecho de la realidad: el foco de violencia que se habia generado a la puerta de esa villa circular, a la que en la jerga de la pol llamaban “la calesita”. Ese punto estaba ubicado pre- cisamente donde se ensanchaba la calle Bon Ta que ademas, mucho antes, estaba la comisaria. fugio clisico de maleantes y fugitivos, el au: drogas habia multiplicado la violencia en las primer lugar porque era un negocio que movilizaba ‘mucho mas dinero; en segundo, por efecto de los tras- tornos de conciencia que producia la droga en los con- sumidores. Esta villa en particular era un caso espe- cialmente virulento. Y por supuesto (aqui se aplicaba el procedimiento de Cabezas) no era “un” caso sino ‘un complejo innumerable de casos relacionados. Por lo pronto, el foco de violencia que preocupaba al ba- 40 Trio no est if taba en la villa propiamente dicha, en cuyo interior nadie podia asegurar qu: adie podia asegur: sab ‘gurar qué pasaba, sino afuera, cae ia carta de lectores que decia lo siguiente: “Lo a de lectores. vecinos de Bonorino al fs una mafia que tiene deemergencia. Las armas ¥ las drogas se han vuelto una presencia cot, diana en lo de rego que hasta hace poco era un tranquilo barrio indore, con shicos jugando en las veredas, ices os ncertados, dedi y de noche, rehenes ET 15 de gine criminalidad que no tiene controle, estado deplorable de cose se cope cos 8 d 16 una victima fatal: i daparo a arma de guerra terminé con la wine look da ite aos. Esa nia, excelente alumna y heen A vida de sus padees, era mi hija, Todavia ng gues 9, eibido ninguna expliacisn, los culpabes st. acs pes, sembrando el error en el vecindaro, caper mila ha quedado destrozaday s6lo podemos scars ors enfosar eos is cara diarios, estaba firmada, con Bonorn ala cade) eee Bae -ntos) y el mimero de re Ea fmbpector Cabezas tenia el recorte en la bil Coen te Por el contenido dela carta, que al fin de tants eng oat M4, sino porque el apelido dl fe suyo, “Cabezas”. Ni siquiera eso 41 habria bastado para que la recortara y guardara, sino que el nombre, “Ignacio”, también coincidia con el suyo. Era una casualidad verdaderamente asombrosa, sobre todo porque ni el nombre ni el apellido eran tan comunes. Se habria sorprendido muchisimo de ente- rarse de que existia otro Ignacio Cabezas; pero que encima ese homénimo viviera en el Bajo de Flores, en ‘su radio de accién, y que se diera a conocer publica- mente de este modo, superaba toda previsién, y bast6 para que le sugiriera la presencia de un mecanismo en el que él podia jugar un papel, no sabia cual todavia. Previsor, habia llevado el recorte en la billetera duran- te meses, sin mostrarselo a nadie. No habfa hecho nada para conocer al otro Ignacio Cabezas, ni se habfa molestado en revisar el expediente de aquel asesinato, porque sabia a qué atenerse. Lo que Ie interesaba estaba un poco mds allé, en la villa, que si habia estudiado, aunque sin éxito. Todos sabfan que ahi se vendian drogas en gran cantidad, pero nadie sabia cémo entraban y cémo salian. Podia ser de mil modos. Largas vigilias, a las que estaba acostumbrado, le ha~ bian ensefiado que los compradores venfan a las horas mis insdlitas del dia o la noche, siempre en auto. Se detenfan un momento, preguntaban algo (zqué?), retomaban la marcha, y podian llegar a dar hasta diez vueltas a la villa, haciendo honor al circulo que la ro- deaba. Se hacia dificilisimo seguirlos sin ser notado, sobre todo de noche, cuando no habia nadie y nada en el circuito, por lo demas violentamente iluminado por la luz. que sala de la villa. Y las compras parecian efec~ 42 tuarse de noche; las visitas diurnas seguramente eran exploratorias. Cabezas no era el tinico en haberlo no. tados algunos de sus colegas habian hecho observa ciones tan diserets como Ta ys, y de ah habia sur lo el “ 7 i: sido el nombre de “I eles, tn propia y eo Ahora al fin vio llegar el momento de darle un uso al recorte, Sabia que el patovica al que habja estado vi gilando tenia una hermana, porque habia visto a toda la familia saliendo junta del edifcio en la esquina de la comisaria. ¥ sabia que esta jovencita andaba en malas juntas del barrio (jqué no sabia la policfal) de hecho la tenia mejor estudiada quea su hermano, el cual, de més esti decrlo, paral era una completa inedgnita. Ast que la siguio un dia, a pie y esperd para abordarla a que estuviera a cierta distancia de su casa, en la mitad dew cuadra desierta. La llamé por su nombre, y ella se die vuelta alarmada, Era un rubiecita linda pero con gesto agrio, Estaba la posibilidad de que ella lo reconociers, podia haberlo visto entrar o salir de la comisaria, Pere corrid el riesgo porque sabia lo distraidos que son los jsvenes, lo encerrados que estén en su propio mundo sams lero amenararte —empers diiéndole— labia pensado hablar con tus padres, pero pensé que podrfamos entendernos directamente, No quiero da les un disgusto si no es necesarios yo también soy pas dre, y sé lo que es, Ellos no tienen por qué enteraree de nada, si cooperis. “ie —@Yo? zEn qué? :Usted quién es? Le saliala serpiente de adentro, pero no podia ocul- 4B tar que estaba nerviosa y asustada. “Yo te voy a dar, putita”, pens6.Cabezas. —(Tenés un minuto? —No. Estoy apurada. —Tomi, leé esto —le dijo dindole el recorte. A clla el tramite le resulté tan extrafio e inesperado que paradéjicamente la tranquiliz6. El gesto en silo cono- cia de memoria: era el de esa multitud de desocupados que llenaban las calles repartiendo volantes. Salvo que esta vez no se trataba de un volante sino de un pedazo de diario. Lo mir6 por los dos lados y se puso a leer. ‘Aunque mantuvo la expresién impasible, Cabezas, que no le sacaba los ojos de encima, nots que sabia de qué se trataba y que su pequefio cerebro retorcido se po- nia a trabajar. Cuando calculé que llegaba al final, le sefiald con un dedo la firma, y le tendié con la otra ‘mano su cédula de identidad. Ella pudo leer dos veces el mismo nombre. —En efecto —dijo él guardando el recorte y la cédu- laenel bolsillo—, yo soy el padre. Hace meses que estoy investigando por mi cuenta, porque si voy a esperar a que la policia haga algo, estoy listo. Son unos incom- petentes y unos corruptos —agregé entre paréntesis para dar un toque folkl6rico, con el que ella podria identificarse por poco que mirara televisién. Y para cubrirse por si en el futuro ella lo vefa entrar en la co- misaria: —Voy todos los dias a la Treinta y ocho, a ver si hay novedades, pero no hacen nada. Yo, en cambio, averiguando por mi cuenta, he llegado a saber muchas cosas. —Aqui hizo una pausa y la miré fijo. Adiviné 44 aque ella queria decir “ZY yo qué tengo que ver?” pero Podia, porque el miedo le habia paralizade los labine os aie estabas en contacto con esos vaguitos del “omercial Nueve que iban a comprar proxidine «| villa Pero no te preocupes,no tevoy a denuncian yate $e gue no quiero darks un disgust ats pada —A mi hermana? Por qué / a que los amigos de ella vienen aqui a «orf estaba peplj,y no atnaba a pensar de 6 fa er za. Al cir nada, con la confusién que tenfa en la cab i velba pandeja de mierda! :Pero ser posible que jas hermanas den tantos problemas? ;Pero...! [La puta tal blemas? j madre...! —Al fin se le ocurrié algo que preguntar: POnEnes : tortor dice que esel padre de la chica que mata on Synchia. Si, Era compafiera de mi hermana. \... Ya veo. 5 . = Mme quizis haya mentido. Para mf que es policia. . Ayah i suspiré hondo y dij / wo tne woy a ocupat, Vos no te hagas problemas. een para haberme visto tiene que ser policia, El resto de la gente no se fija, {Si se fija! Yo misma lo veo... TD —iA mi? ;Adénde? a Seftor, siempre! Cuando se levanta ala mafiana, cuando se acuesta a dormir la siesta... 78 No siguié hablando porque la emocién le cerré la Serganta, Maxi, que tomé sus palabras por una especie dle metéfora, la tranquiliz6 con su mejor sontisa Nix Supo qué decir: Ella murmur algo y se ale, Maxi emprendis el regreso, muerto de suewo ycan- sancio. Tenia demasiado que pensar, y todo se le men, convenido hacerlas, si es que él la conocfa realmente Pero si podria haberle preguntado por esa ropa que ¢Acaso habia tintorerias en el medio de la villa? Sus sospechas més descabelladas podian hacerse realidad No era tan grave: cuando la volviera a ver le preguntaria. De pronto se detuvo como si le hubiera exido un rayo en la cabeza. Ya recordaba de dénde la conocia! Y sin embargo, era ella... El pecuerdo le habia venido al pensar en sus iltimas pala- bras: “cuando se levanta a la maiana..” Fl la hebas visto, la veia todos los dias, en el espejo que tenia on ls ared frente a la cama. Una figurita negea que hacia Pequetios movimientos sin sentido, y de ver en cusy. do volvia la vista hacia 6l. La veta solamente desde Ik cama desde cierto éngulo, y siempre habia supuesto auc era una especie de abertaci6n del cristal del espe. Jo. que por casualidad parecfa una silueta humana’ de tres centimetros de alto, ;Pero no! jEra lla! La dltyms persona que habria esperado encontrar en la realidad Y no estaba sofiando. Le habia hablado, la habia toon, 79 rf in la no la habia tocado. Pero no era u aN Elle habia salido del espejo, para hacerle una i ia protegerlo... ; vertencia. Queria prot ; . “ “Aun cuendo fuera un ser maravilloso, la sensaci6 dered quel aba dao era may ines, Adi de ser un duende del espe, em uma cea de carne hues ua chia pobre no muy ind sgsramens una sven (6: abi ablado de sus patrons) Se hizo firme propio de hace algo or ll en mea de us pose Le demon au via quedaba gente buena. No ; ° fein he peneaia bien, cra Ce se i ia d a ne a a algo bien pensado, no im- provisado. Era el nico modo de devolverle el favor. Bre hecho, algo se le habia ocurrido ya. VI Laden se habia esbozado en forma muy wags ens 6: i wisat fell propésito de no improvise do tiem- Peete rcadorarn: Asique'pasaron unos meses Pas todo invierno, que fue uno delos periodos mas fe! tes en la vida de Maxi. No habria podido decir por ee Quizas porque se sentia sin deudas, sin proyec: 80 tos, s6lo con una esperanza, y no sabia qué se prepa- raba en el corazén de esa esperanza. A veces, al despertarse a la mafiana, veia evolucio- nando en el espejo frente a la cama a la mujercita de “negro. Ahora que se habian conocido, que le habia hablado, le encantaba verla, le iluminaba el dia, Creta ver hasta los rasgos de su cara de uno o dos milime. tos, y cuando se volvia hacia él la saludaba con una mano. Hasta le parecia ver, casi en suefios, que ella le dirigia una sonrisa, una *sonrisa seria”, aunque en se. mejante miniatura era dificil decirlo. Después, en el curso del dia, cuando se acordaba se acercaba al espe- jo-a mirar, pero no la vefa, aunque metiera la nariz en el vidrio. “A esta hora esta trabajando”, se decfa, “o habré vuelto a su casa en la villa”. ;Dénde estaria? ;Qué estaria haciendo? Por ms que escudrifiaba no vets mnés. ue su propia cara de nitio grande, sus ojos limpios y vacios. Afuera del espejo, no habia vuelto a verla, ‘Una matiana, se desperté mucho més temprano que de costumbre, Todavia estaba oscuro. Por la ventana entraba la luz de los focos de la calle, y se ofan las vo ces de los policias cambiando de turno. De pronto es- taba completamente despierto, y con un sentimiento extraiio. Se pregunté si habria estado sofando. Ha, bria sido una excepcién énica, porque munca sofiaba, © nunca recordaba lo que sofiaba. Sea como fuera, en este caso no recordaba nada. Mir el espejo, y por su. Puesto no habfa nadie. Era demasiado temprano, y su amiga era un efecto de la luz del dia. Lo cierto es que tuvo la idea de aprovechar el ma- 81 drugén para ganarle al fin al linyerita y encontrarlo dormido. Porque la carrera inmévil que corrian habia seguido todos esos meses sin cambios: Maxi nunca habia legado lo bastante temprano para verlo dormi- do, y en realidad segufan sin hablarse ni saludarse. Slo se miraban cuando él pasaba. Ese invierno habia sido muy frio, y Maxi se preguntaba alarmado cémo podia pasar las noches al aire libre ese pobre muchacho. Trata~ ba de entenderlo atisbando con discrecién las sefiales que hubiera dejado la noche. Habia diarios en abun- dancia; seguramente se envolvia con ellos; segiin decfan, eran un buen aislante. ;Pero aun asi... Nunca vi y la ropa que tenia puesta era siempre la misma. Por suerte no habia llovido. ‘Al empezar los frios se hizo el propésito de pararse a charlar con él alguna mafiana, con cualquier excusa, sin excusa. Habria bastado con decirle “Hola, siempre te veo aqui, zno tenés casa? Tengo una ropa vieja que te podria venir bien, cte la traigo mafiana?” Porque su propésito era ése: darle ropa, por ejemplo unas me- dias de lana. Después podria ayudarlo de otro modo, quizas a salir de ese desamparo. ‘Todo estaba en romper el hielo, pero siempre lo dejaba para el dia siguiente, por timidez, por miedo a ofenderlo o asustarlo, quién sabe por qué. Habia terminado prometiéndose que lo haria cuando lo viera dormido, no antes. Ahora se daba cuenta de que era inatil, como una carrera contra el in- finito, porque el inyerita debia de dormir muy poco, y lfrio de la madrugada debia de despertarlo. Y Maxi, por temprano que se despertara, siempre se demoraba 82 mirando a a estauilla animada del espejo. Ella ental culpade que nunca legaraatiempo. Esta matiana el espejo estaba vacio, y todavia era de noche, de tan temprano, Salto de la cams Per asociacién de ideas, de la que era soporte la hora dex, acostumbrada, pensé que quizs habia sotiado reel, mente, y que todo era un sueio, No lo fue el deseya no que trag6 de prisa, ni el equipo de gimnasia | toalla que meti6 en el bolso. Ya estaba en el ascemmon y después en la calle. Emprendis la marche direcne hacia la autopista, de prisa y muy concentrado, Pere al llegar a la esquina y esperar a que pasara un aute mira su alrededor y se dio cuenta de una cosa cura. sa: por temprano que tno saliera ala calle, siempre oe encontraba con otros que habian salido antes “Ada. mis, no era tan temprano como habia creido. Lo ue Pasaba era que estaba muy nublado, y las nubes te hfan un color gris oscuro que proyectaba sus sombra sobre el mundo. ar Apenas hubo cruzado, casi tropezé con su joven amiga del espejo, que venia de prisa, toda de none como siempre, con los ojos entreeerrados y expres indescifrable. Maxi se paralizé de la sorpresa y abst Inds presa y abris —jHola! —Seiior, buenos dias.. fant 20 no eat Shersino poi ser ow. Vs ntexto,no 1ocia. No tenia ningtin ras- 80 propio. :Pero cual era su contexto? gE espejo? E demasiado fantastico, y en él aparecia pequerie coma 83 tuna mosca, La villa? Alli la habia visto una sola vez, hhacfa meses, y de noche. De todos modos, se habia de- tenido frente a él, quizas porque no la dejaba pasar. —No te reconocia —le dijo. Ese dia nocturno era lo peor que le podia suceder a su vista. No por vos —se apresuré a aclararle—, sino por mis ojos. —Seiior, no se ve nada. —{Cémo? ;Vos tampoco...? —Seiior, yo lo reconoci por lo alto que es, no por Ja cara. Un mundo nuevo se abria en la perplejidad de Maxi. Mis adelante ese mismo dia, se ocuparia de elaborar esa idea, y Megara a la conclusién de que quizés, hipotéticamente (pero era una hipétesis muy rica en posibilidades) no sélo él sino todo el mundo viera me~ jor cuanto més luz habia. Después de todo, era lo légi- co, y no entendia por qué no se le habia ocurrido antes. —Hoy me levanté mas temprano... —Sefior, si, ya veo. Iba a decirle: “Hoy no me vas a ver desde el espejo de mi pieza”, pero no se atrevi6. Lo hizo mas ambiguo. yué temprano vas a trabajar! —Seiior, qué se le va a hacer. La conversacién no daba para més, y con el mas minimo esbozo de sonrisa ella amagé con seguir su marcha, como si él fa estuviera retrasando y fuera a Hegar tarde. Lo que le hizo acordar que él también se estaba atrasando, y pensé en el linyerita. Fue ahi que cristalizé la idea que habia venido acariciando tanto 84 EE tiempo, y en un i id tiempo, impulso decidié qui i ie era L ideal para ponerla en prictica, ar pegiet pee estés por ira meterte en el espejo! Quiero decirte una cosa. zA qué hora volvés 2 ta * casa? —Seiior, a las siete y media. —Mm...Esun : .. Esun poco temprano, és ants prano. A las nueve. Tends Seftor, no. capa monees,escuchame, Esta noche a ls nueve esperame en Bonorino al mil ochocientos, en la cos? ‘a ancha, gla ubieds? a —Sefior, si. And ahi, sin falta. Ni i, . No te vi vi i to presentarte a alguien, anna Ps gu wri RON! 3 seu su march con un sonoro - Se fue a toda velocidad, casi cont “at luego locidad, casi corrien= >. No queria llegar tarde, ahor aj és » ahora que se habia jugado, dela Preetpado y concentra que no are cto, Se daba cuenta de ’ ; que no podiafallar. Si lo encontraba despierto, le hablaria igual. Lo que og le pass siquiera por la cabeza fue que no esttvien ¥s ue No estaba! Se que- 6 tavado sin dar crédito asus ojos, que tenis Hos gn-el pared6n, en el sitio donde dia diase le apareca su tikes esmirriada en cl trajecito azul. Nopodts creer en la mala suerte, Todos los dias estaba, todos los dia fnte meses. ;¥ hoy no! Justamente hoy! 20 a SUE It cuiosidad lo movie a hacer lo que a hecho munca, que fue meterse en ese esparie 85 “privado”, el “dormitorio” del linyerita, pasando por encima del pastizal. Lo hizo casi como si se identifica- racon él, en el fondo de su desilusién, como si fuera a ocupar su lugar y hacerlo “estar” a pesar de que se hubiera ido. Pero result6 que estaba. Por poco lo pis6. En parte su error lo habia provocado la expectativa de verlo de pie, como lo veia siempre, por lo cual no miré siquiera en el suelo. Pero en parte también porque es- taba muy disimulado, cosa que deberfa haber espera- do, en un desnivel del piso que hacfa una especie de nicho, y ademas envuelto en diarios, hasta la cabeza. Habia que estar muy sobre aviso para no confundirlo con un montén casual de papeles. ‘Maxi suspiré aliviado, como si todos sus proble- mas hubieran terminado. “jQué suerte!” pensaba. Y Jo encontraba un pensamiento congruente, porque sin decirselo con esas palabras, desde que habia tomado la costumbre de pasar por ahi habia pensado que el linyerita le traia suerte, y por eso era tan puntual. Lo que le habria resultado més dificil de decir era para qué necesitaba suerte. No lo tenia todo, acaso? Los que necesitaban suerte eran los otros, los cartoneros por ejemplo, o la gente de la villa, o este mismo mu- chacho sin casa. ¢Pero él? Para qué? Y sin embargo, cera asi. En realidad todo lo que hacfa, todos sus ritos extraiios e inttiles, los hacia “para que le dieran suer- te”. ¥ en cierto modo, se la daban. En el reflujo del alivio, fue como si el tiempo se hubiera detenido, o como siél hubiera venido corrien- do tras el tiempo durante una verdadera eternidad, y 86 | Sesents encima, junto al dormid i! lo le veia la cara, a pero tenia él intencior dite : imeocione de despertatlo. Que durmicns nen » pobreci 2 é as , ito. ¢Para qué iba'a madrugar, si no ent, . 4 nia la i: eatalrugads, y quiesstambicn el miedo de gre Scherer. Si hoy no se habs desperado, ped riereg gue torments habia hecho subi — i de hecho, Maxi, que habia n b estaba cubiero de sudos Serrated a apurado, grabacabieno inmévil, sin hacer en hacerlo, EI podia crudo invierno en esas conde geod ini ‘ondiciones, noche tras no cs ue en Ya se terminaba. Era ee Fein tte babia pasado, pensécasicomo en une doensando una escon dja user a otra, bape raat tiempo, quecl espectalr deberepons con rearanacion, Peo en ete caso habia silo verope rade pet baba hecho trem, con nent aint NEe enor, Max se sins orgllons de SG atitd Porgue lo ideniticaba con su propa soore 12eé tliene eral No conocia a nadie que se huieg tanto, ¥ que lo hubieralevado a cabos 7 87 encima tan en silencio, con tanta humildad. Por mu- cho menos, otros posaban de héroes. Era una prueba para pocos, quiza para uno solo en el mundo. Apoys suavemente una mano en los diarios, y sintié la tibie- za que provenia de adentro. Tendria que conformarse con eso porque, después de todo, no lo veria dormi- do. Salvo que con la mayor precaucién levantara la punta de algunas hojas y espiara por un instante. ¢Y por qué no? Se froté las manos y flexioné los dedos, como un ladrén que se preparara a abrir una caja fuer- te, oun tahir a punto de hacer su jugada més arriesga- da. Después se incliné sigilosamente. Las hojas de diario eran de un Clarin viejo, 0 de dos 0 tres, porque habia muchisimas. Buscando un borde por donde empezar a levantar, su mirada se de- tuvo en una palabra impresa que conocia: “Bonorino”. Mas que eso: una vez. que se hubo fijado en la palabra Je encontré algo mas de conocido, y era lo que seguia: ‘Bonorino al mil ochocientos”. Era algo que él mismo habia dicho minutos antes; en el desconcierto no atin6 arecordar dénde o a propésito de qué lo habia dicho, pero todavia le sonaba en los ofdos. Era una coinci- dencia, o era magia? Tan intrigado estaba que se puso aleer. No tenia el habito de hacerlo, y después de dar en julio las tiltimas previas habia creido que nunca en su vida volveria a leer nada. De hecho, ya se estaba olvidando, como pudo comprobar ahora al hacer la prueba. Avanzé lentisimo, descifrando palabra por palabra, No era del todo culpa suya, porque el papel estaba sucio ¥ desteftido, y ademés las lineas se torcian 88 | figulende la superficie dl “apull, y Maxi debi ‘odar todo el tiempo la cabera. a No obstamte, entendi de qué se take Free a es. pecie de carta escri ir ‘aque ha~ ¢ ita por el padre de la chi “i de la chic: bfan matado en el barrio tiempo atrés, el otofio. Sabia del caso Porque esa cl has circunstanci icunstancias del pre Is cic presente. Por lo prone sabido que Cynthia viviera precisanen Bonorino , ¥ que hubiera muere an eebit ts cose, Cynthia Caberas abaside , una “negrita” (seg na chic pobre sgn su hermana; él ‘no la habia conocido) la clase de chica que noronl, ‘mente trabjadesirvienta yno vaal colegio. Y mucho enos al exclusivo y cari A a re exlsvoy arsine colegio dels Mis cordia ecada, y habia sido“ , abide been sido “la mosca en la leche” xcepeién, Sino le habian hecho el vac ee? grupo de Feubs desu herman, ela primera, ean unas sno ce Maxi habia nota Ia satisfaccién con que co, Prentaban las notas mediocres de Cynthia, y el lism had {icfmo en el fondo celebratorio con que salads in. El crimen er: " f zs ‘@ una venganza obj s origenes, que no perdonaben nunca Sea com¢ : do, pengom furs, esamuerts, que nse haba alan Co. proyectslargassombras, y ahora Masi revordsh 7. . pe Scena que habia tenido con Vanessa por ese me Fee mo- 89 tivo, cuando ella se crefa perseguida por el padre de Cynthia... Este sefior, Ignacio Cabezas, que era el au- tor de la carta, habia encabezado un movimiento en contra de los pastores evangelistas que hacian trabajos de captacién en las villas. En eso lo habia apoyado desde bambalinas la Iglesia, y habia sido el motivo de que las monjas de la Misericordia becaran a su hija. Pero después del crimen corrié el rumor de que en realidad trabajaba para una de las sectas protestantes rivales, las cuales a su vez se acusaban mutuamente de ser fachadas de organizaciones “narcos”. Lo que més le extrafié a Maxi después de la lectura fue la oportun dad. gPor qué enviaba su carta “ahora”? se preguntaba. Nise le ocurrié que el diario podia ser viejo, de seis meses atras. No sabia siquiera que los diarios tenfan escrita la fecha en la parte superior de cada pagina, asi que no se le ocurrié buscarla, Para él, que en su vida habia leido un diario, el diario era siempre “de hoy”. De esta reflexién salié con una duda. Sabia de qué trataba la carta y quién la habia escrito, pero no le que- daba claro a quién estaba dirigida y qué objeto perse- guia. Pens6 que se habfa salteado alguna parte y quiso releerla, pero cuando volvié a bajar Ia vista encontré que donde habia estado la carta ahora habia un par de ojos que lo miraban. Se pegé un susto que casi lo hace caer de espaldas. No fue para tanto pero se eché precipitadamente ha- cia atrés, levanté una mano (con la que no tenia nada que hacer, asi que opté por rascarse una oreja,) y esti- 16 los labios en una sonrisa de disculpas, todo eso sin 90 i! °° —_ apartar los ojos de los del lin jido de papeles y la crisdlida dos lados al mismo tiempo, verita. Hubo un gran cru blanca se deshizo por to- —¢Te asusté?—dijo Maxi te despertaras. : Estabaesperando que dificil prueba del invierno, Sucio, tenso, el pelo hecho i A cies iedad, Por suerte era ij 786 que por una vez, habia llegado juston eee ‘or eso mis is i nis caplet ir drectamentealgrane licaciones. Ademés, era preferil < seeamaons referible empezar con €t0, ¥ no poner: Poraue no habriasabido que deci, * COMve*AS las nueve, andé a un ly, ‘0 a tiempo, Bar que te 61 seguir. do. Maxi se queds en blanco, sin saber cémo segul rando sen —Sefior, a quélugar? an a octet —Solt6 una risita. Qué sabe oi Fang . i 6 —Mir6as ‘Te digo que vays note digo nde. “Miss Irededor tratando de orienarse, lo ae no ses is “ . ee i ~ te, Alfn seen ua mato rar—A Ia alle Bonorino al mil ochocientos. Es aes se hace més ancha. Hay un corralén, y una —Seiior, si, ya sé. ; ae Dah dha las nueve. ¢Querés que te dj “st Iinyerita ech6 una mirada al Rolex de Maxi, y negé enérgicamente con la cabeza. "—Sefior, no, yo pregunto. —Bueno, entonces. = Sefior, ¢ trabajo? Seftor, ges por un Sate La pregunta lo tomé por sorpresa. Salié del p: con una evasiva, / i. Is aver. . —Algo asi. Mejor. Ya vas 7 ico Y ie Se dej6 llevar por su sistema automaticg ; sia hecho. rambo al gimnasio, pnsando en lo que habia hecho, YY también en lo que no habia hecho, por. ) ip! oa taml lodarle unos pesos para que comiera, 0 de 5 algo mis pro de que no falta jor para asegurarse i i ee fabia qué podia haberle dicho; avinds Pero no aia) £ ao ne jor quedarse en lo minimo; a agen tan despa ae ir él mist - : con lo minimo. Y él 0 debia bastarle con ae es uy en claro lo que iba a pasar. Loe presen a Tinyer i los mejore: i ica del espejo, sus jinyerita y la chica Se ; ». Sentia que estaban hechos uno para el otfo,p gos. 92 | dlian complementarse, entrar juntos en la vida. Cada tino tenia To que le faltaba al otro. Ella tenia trabajo, tenia casa, podia llevarlo a vivir bajo techo, Y él tent, el valor y la experiencia para que ella pudiera salir fe |as aguas inmateriales del espejo, y del corazén oscuro de la villa hacia la realidad, M&S all no podia prever ué pasaria, pero ellos podian enamorarse, gpor qué no? Todo podia pasar, Giminaba ciego y sordo a lo que lo rodeaba, muy ‘pido, completamente abstraido, No llamaba le stern, cidn porque toda la gente con la que se cruz6 tambien iba rapido, para llegar adonde fueran antes de que se descargara la tormenta, que parecia inminente, Iba euférico. No podia creet que hubiera resulta- do tan facil; no se detenia a pensar que en realidad t davia no habja resultado nada. Pero los resultados eng Jo de menos. La obra maestra estaba antes Después de todo, después de tanto pensarlo (ono pensarle que cra lo mismo) la maniobra se habia realizado sala un ue él tuviera que hacer casi nada. Después de tanto pensarlo, de tanto prometerse que no lo haria al avae del impulso o las circunstancias, habia sido una ine Provisacién del momento. Por eso habia sido ci, por €s0 parecfa haberse hecho solo, Y 2 la vez, sentia que era un fruto maduro de su is lenta y cuidadosa deliberaci6n. Y también lo ha bia improvisado, O era contradictorio, o habia que redefinir el tér- mino “improvisacién”, Siempre se piensa que impro- Wsar es actuar sin pensar. Pero si uno hace una cosa 9% por un impulso, o porque le da la gana, o directamen- te sin saber por qué, de todas maneras es uno el que la hace, y uno tiene una historia que lo ha llevado a ese punto de su vida; y entonces, lejos de no haber pensa- do ese acto, no podria haberlo pensado més: lo ha es- tado pensando cada minuto desde que nacié. vir Ya fuera por la hora, de la que habia perdido nocién con tantas alternancias de “temprano” y “tarde”, ya por la tormenta, en el gimnasio no habia nadie cuando lleg6. No le sorprendia, porque solia ser el primero. Los “socios” empezaban a caer pasadas las ocho y me- dia, y los instructores y recepcionistas a las nueve. El que abria era Saturno, el sefior del bar, y esta vez. tam- poco él estaba. Sin embargo, debia de haber estado antes, porque habia abierto y prendido las huces; su- puso que habia salido, como siempre, a hacer las com- pras: frutas para los jugos, leche, medialunas... Este hombre debia de ser muy madrugador, pensaba Maxi, porque él nunca se le habia adelantado. En ese senti- do, el gimnasio tenfa otro pequeiio gran misterio, que Maxi no podia explicarse: cuando llegaba, ya habjan hecho la limpieza, todo estaba barrido, lavado, orde- 4 Porque ef ha los mod i io modos I perplejidad le duraba poco, Panga A minutos estaba cambiado y emer cn le ejercici ‘m entrd, tomd el : out’ camino del vestuari Pasaba frente al bar algo le hizo miar ane, atras de Ia pequesi Pequeha barra curva, Ali estaba Savurne bién recordé que esas instruc nes se. : 6 S i cio} Tidos en accidentes, y éste arecia ser el caso, De » ¥ éste no i Parecia ser el ¢ todos modos, tenia que llamar a ung ambulancia, i ¥10 que los movimientos eran en BF 05 Vi entos eran Tenis oY S€ le ocurrié que debia de e ar hablando. Tenia los ojos cerrados. Seine ino y seguia sin ofr nada, imuentos nerviosos, temblores. Aun bea, hasta cja le qued6 casi pegada lo. Entoncessfoy6 algo, unas patna ieee es ak Patecian muy claras y distintas pero ‘an bajas que ue se habria necesi ji cesitado un superoido para entenderlac A ¥y por més que mete las orejas adentro de los parlantes, no oye. Por suerte el gimnasio estaba sumido en el ms completo silencio, de otro modo el experimento habria fracasado de entrada, Se concentré al maximo. Al fin reconocié 0 creyé reconocer una palabra: —..Maxi. Se ech atrés y lo miré asombrado. La cara seguia inerte, salvo la agitacisn de los labios. Volvié a aplicar la oreja, y rehizo el trabajo de la concentracién. —...No te asustes, no es nada. El corazén otra vez. Sentame. —{ Qué? —Quiso murmurar, pero le salié un gri- to, porque no dominaba su vozarrén. —{Sos sordo o te hacés? Que me sientes. Maxi estaba tan aturdido que no podia reaccionar. Sentia como si un didlogo fuera posible, pero un dig- logo con un muerto, con la voz separada del cuerpo. La indole de la orden contribuia a esta impresi6n, por- que el verbo “sentarse” él siempre lo habia ofdo referido a uno mismo: “yo me siento”, “ti te sientas”, “él se sienta”; y ahora, “sentame” le sonaba como un cruce imposible de personas. A pesar de lo cual pocia en- tenderlo. Pero para entenderlo tenia que imaginar- se muerto al que lo decias y a la vez, reaccionar como si estuviera vivo. Recordé algo que pasaba con fre- cuencia en su casa: cuando sus padres miraban pro- gramas de televisién a los que asistian invitados del mundo del espectaculo, dos por tres exclamaban, al ver a algtin viejo actor: jyo crefa que estaba muerto! iyo también! jhabria jurado que estaba muerto hacia 96 | se enganchaba de buen habia erminad acostumbréndong on PE ¥ era Bult con la oreja pegada ala boca des tanto que no se hubierg ate Lospies le quedaron colgens FR ne tena espa evo gu ind et Ia apactmesiestviers hecho odo depom marae sobre el mostrador, en posiciinde pia éLlamo a la ambulancig> Volvié a api : ; plicar | hacfa mis dificil," *!* Poets To que ahora se ¥ comoademés el tabu Ja puerta se dio vuelta para echarle una tiltima mirada. ‘Ahi seguia, inmévil, con los ojos cerrados. Se lo veta muy frigil, en lo alto del taburete, y Maxi tuvo que reconocer que existia la posibilidad de que se viniera abajo en cualquier momento. Era un hombre mayor. No viejo, porque no debia de llegar alos sesenta afios, pero si gastado, corroido por un trabajo rutinario y tun cardcter pesimista. No habia sido feliz. El coraz6n, sediento de amor, se rebelaba contra su duefio. ;A cusintos les pasaria lo mismo! pensé Maxi. La vida se alimentaba de vida, y no tenfa otro recurso. La vida quemaba vida en la caldera: y no vida en general sino la propia, la nica y particularfsima, y cuando ya no le quedaba nada que echar a las llamas, el fuego se apa~ gaba. Y sin embargo... Uno no era el tinico. Habja ‘otros, muchisimos més, viviendo cada cual su vida, y eso seguia. Esa vocecita que habia ofdo, tan lejana, 0 mis bien... tan pequefia: una voz en miniatura, como la de una casa de muiiecas, para mirar con el micros~ copio, esa vocecita trafa un mensaje de otra dimensién. Un éco, miniaturizado por la distancia, pero una dis- tancia que no se encontraba ni en el espacio ni en el tiempo. Y sin embargo esa distancia en miniatura podia establecer la mayor diferencia posible, como cuando por un minuto no se produce un encuentro que cam- biaria toda una vida... En realidad, pensé Maxi, bastaba tun desplazamiento de un minuto, o de un segundo (0 de un centimetro) respecto del tiempo 0 el espacio de los demés, para vivir una realidad distinta, en la que fueran posibles todas las magias. 98 a indo ent enc vesuari, siempre ver el 1 : el piso reeig auedé completamente lesen mayor, también lo tirado, la extratieza que le n lavado y himedo cor hacia adelante. Se i ny ala que le habia dado que cuando volvié hacia la madera le dio contra ©” que retumbs en todo el astante fuerte como para de vaivér un fuerte empujén: de modo élno se acordé de detenerla, segunda vez, Lo que habia vi shee Fac ei tame sepishexxemene deempezaba a formarse um ches 8 emt done Cuando estuvo sobre ella ly reony tna de las “socias” mis conse, las mis madrugadoras, aunoue extraiié no haberla recey todos los dias. Pe el reconocimient reconocié: era Jessica, res de la matiana, y de aunque no tanto como éi. Le ES conacido antes, siendo que la veia ro, pens el contexto Joes toda en as personas, ya Jessica siempre 99 Ja veia con su malla de gimnasia, montada en algdin aparato, charlando y riéndose. Esta figura exénime no se le parecia en nada, aunque era ella. Lo primero que se Ie ocurrié fue que habia resba~ Jado en el piso htimedo. Aunque no se veian huellas era casi como si hubieran lavado a su alrededor. Mir6 atrés, y vio que sus propias pisadas sf habfan quedado marcadas, Se arrodillé a su lado para examinarla, con un gesto aque ya se le estaba haciendo habitual. Jessica respiraba profunda y suavemente, como dormida. Le mir6 los labios: entreabiertos, sonrosados, no se movian. Con ella habria sido mas agradable la maniobra de ofr, y lo hizo softar de pronto, imaginarse lo que le diria, como sonaria su “voz pequefia”. Era hermosa... Era de veras hermosa, un suefio hecho realidad... Qué raro que no Jo hubiera notado antes, siendo que la vefa todos los dias. Pero seguramente eso también dependia del con- texto; al fin de cuentas, el suefio y la vigilia conformaban el par de contextos del que derivaban todos los demas. Le vinieron unas palabras ala mente: “Ia bella durmien- te”. Quizas esta chica era de las que cuando estin des- piertas estin en tensi6n, y sélo al dormir se relajan y dejan florecer su belleza. La desnudez. rosa de los par- pados, de los labios, se prolongaba entre los pliegues de la dnica prenda que llevaba puesta, una camiseta blanca de tela liviana. Los pechos se vislumbraban, blancos y esas. No llevaba ropa interior: el accidente debia de haberla sorprendido mientras se estaba cambiando. Pero al pensar esto Maxi mir6 a su alrededor, y no vio 100 ropa, ni bolso ni é far ribol nnd denis, eral vestuarode mbres, yell no podia haber vendo acambiarse set = ae fe jmstrcciones, se decidis a hacer algo, Ror ciemplo acostarla sobre uno de los bancos large si ara qe sigur en ps fy mug do Lo un poco (con la justifica, sin de hac bien) pare dsfra momaeeeid Sine. ts Brazos, y euando eta sbreel hance is one anes pero reiendo sin ear a el Seer eratura aumen- 4 dda hora, Ia temp. ia mas oscuro a cac aed inv laiieee pond mas demasWAl crpisul, cua STs dessa da orate ppo fa sea a sauna Sead nongeeae eae tea sus case. 3 Rp egencdtnts moments larga a llover —le dijo la madre, que tra aba en Seed oet nie hess tnmeroa tp csorade eee Sea eee eee ateeercen ms lie i i say tor eer dae renrastniin fe hate stray com i = aero lindo, Qué ex? —Lo dio vuelta y se re ecm lumero. ismo: Un hongo. Un plu lid a si mismo: —Un n = pom a abunice jo mle En vealdad era m" ville d le a su Vi lee de abanicos con un solo mango, qu ra 110 se abriaen otro ramilleteinvertido, —Un abanico que se abanica a si mismo, Zits le hacés fabricar a tus alumnas? dijo Maxi examinando intrigado el atefacta, —Es manualidad avanzada, carlo”. Si no, las bocho, Seles debe de hacer dificil —ijo Mai, con ironia: —Pero hacés fenderse en la vida, La madre se limité a sonref batian a menudo, el de la utili ensefiaba. El abria y cerraba 1 Papirola, divertido, —iEs lindo! {Me gustat Mejor dejalo, Maxi, o me lo vas a romper. Un movimiento mal hecho, y lo toreés para siempre. Es- £28 cosas no tienen arreglo, {Lo puso sobre la mesa, con la sospecha bien fun- dada de que ya lo habia estropeado, éNo te los sabés de memoria? Siempre estoy inventando cosas nuevas, ni yo misma sé lo que va a resulta, 5 iCusintos papeles habrés doblado en tu vida, deden Miltgr0 que:no se tehayan hecho calles los Pero si tienen que “sa- Yagregs bien, asi tienen algo para de- Era un tema que de- lad de la materia que los acordeones de la A veces Con eso se marché. Enfilé hacia Rivadavia, y mas alli, como todos los dias. El clima dat miedo, y la disracais atthe. En dos o tres ocasionessalié de distraccién creyendo que se habia largado allover, pero i eran falsas alarmas. “Si se larga, vuelvo a casa cuando estéa la altura de Bonifacio”, pensd, antes de recordar que habia hecho una cita, 0 mejor dicho dos. Cuando se acordé, sacudié la cabeza sonriendo con indulgen- cia hacia si mismo: “No hay nada que hacerle. Estoy en la Luna.” Pero después se dio cuenta del inconve~ niente, La lluvia podia echarlo todo a perder. Se enco- gid de hombros. ; {Qué importaba! Lo que habia planeado estaba mas alld de esas contingencias. Ademés, la lluvia no lo asus~ taba... 0 si? De pronto, no podia recordarlo. No re- cordaba ninguna ocasién en que hubiera llovido. Es cierto que estaba distraido y tironeado por distintas preocupaciones, pero aun asi le result6 curioso que ho pudiera evocar ninguna lluvia en su vida. Y sin sabia perfectamente lo que era la lluvia. “Y ams Tenia sino lo sé, esta noche voy a saberlo”, se di como excusa el hecho cierto de que hacia meses que no ovia en Buenos Aires. Y uno tiende a perder la nocidn de los climas que no se efectiian. En los baldios de la via encontré alguien que nece- sitaba su ayuda. De hecho, tan atipico era el dia que estuvo a punto de pasar de largo, perdido en sus pen~ samientos. Era una mujer, con una nifia de dos o tres aiios, revisando en la basura y empujando un carrito de supermercado. Frené en seco cuando ya las habia dejado atras, y se volvi6. Por lo general no le ofrec su ayuda a mujeres solas, para evitar malas interpreta~ ciones, Pero su fama debia de haberse extendido entre Jos cartoneros del barrio, porque las malas interpre~ m2 taciones parecian haber quedado atrés, Si habfa fama tenia que basarse en un malentendido, pero no hay nady mas universal que el malentendido. De todos modes ésta era una mujer muy masculina, sin formas visible: de mujer bajolaviejacampera denylon demasiado grande Para ella; era menuda y nerviosa, segurament: mal alimentada, con un gorro de lana sobre el pelo desgre- fado. Maxi se hizo cargo del carro, y ela aproveché para acclerar sus investigaciones, casi olvidandose de la nia, que correteaba de aqui para allé haste que Maxi la metié en el carro. Avanzaron un rato hacia el oeste hasta la altura de ta Plaza, y all la mujer se meti6 por la puerta de sere cio de un restaurante, después de darle de baja » a ‘caballo de tro”, com el que no habia intercambiada mas que unos monostlabos incomprensibles, apurada, nerviosa, lo que podia deberse al cline, In tnismo dos hombrecitos con un carro extragrande, los que ayudé Maxi a continuacién, y una familia en tera con la que siguis, ya cruzando Rivadavia de veal, ta, Los hombrecitos eran especialistas en cartén, y ha. ban acopiado una cantidad enorme; a Maxi le gustaba sentir un peso realmente grande en el carro; era nego. cio para ello, era plata “salvaban el dia", aunque ne se iban a hacer ricos. Le encantaba sentir la transforms. ci6n de algo tan liviano como el carton en algo pesado, cuando cartén con cartén iban formando uns meen, __ No sabia que a partir de cierto punto dos pares de ojos lo vigilaban. Eran dos chicas, una de elles su hen ‘mana Vanessa, con su inseparable amiga Jessica, que 1B no lo perdian de vista, a media cuadra de distancia. Habjan planeado cuidadosamente esta persecucién, y no la habian suspendido a pesar de la tormenta. Esta~ ban decididas a seguirlo hasta el final, y salir de dudas; de hecho, la maniobra terminarfa con una confronta- cién en la que pondrian todas las cartas sobre Ja mesa. Ya no podian, 0 no querian, seguir postergando el momento de poner a Maxi de su lado en el combate con las fuerzas oscuras que las amenazaban. Claro que debian poner en la tarea una paciencia sobrehumana. El avance de su presa era lentisimo y su- jeto a toda clase de detenciones. Disimulaban mirando vidrieras, o metiéndose en zaguanes, o inclusive dando pequefios paseos hasta la esqutina anterior, ida y vuelta, tomadas del brazo. No temian que Maxi las descubrie- ra, porque sabian lo distraido que era, y lo lejos que estaba de sospechar que lo seguian. Pero tampoco po- dian perderlo de vista o alejarse demasiado: ya habian comprobado qué caprichoso era el itinerario, y cémo pasaba de un ciryja a otro, sin aviso ni despedida. Para entretenerse, charlaban. Eso no era ninguna novedad entre ellas, porque su amistad estaba hecha de una conversaci6n incesante: ni ellas habrian podi- do decir de dénde sacaban temas, pero nunca les falta- ban. Era uno de los motivos por los que volvian a amigarse después de cada una de sus frecuentes pe~ leas: la lengua se les adormecia en la boca, y con sus otras amigas no establecian el mismo chorro. En reali- dad, uno de los temas o complejos de temas més pro- ductivos era lo que les pasaba en los intervalos en los 4 g.nes sian a palabra. Eso hacia que los inter pa Proliferaran,y ya casino ncesitaban peleare tlos: les bastaba un in : : sta acumular informacion, ena aad En esta ocasiéi n "asiOn no era tema lo la excitacién del plan cuy. soluble ee leexcincind arealizacién habian empren. ido, es habia Guedado relatos importantsimes en SiLinteroyy ahora as demoras de Maxi y sus bene Has les daban la ocasin de ponerse al dis. Esta mafiana —decfa Jessica e nel gimmasio,y medi cuenta de una a poder fa ‘.Foder cree como no podia yo, pero tu hermane ne do cuenta de que yo soy yo. Es un manny ENo sabe que vos...3 No entiendo a No se ha dado cuenta de . conoce del gimnasio es la misina hermana, Para él son, distintas. ~iNo puede ser! Es com..ple..ta —Va qued6 balbuceando, con la mirada perdida, av i quien le dan un dato as me lo encontré cosa. No lo vas “Jessica” amiga de su es decir “somos”, dos personas de él, soy una voz en el teléfono, “Jessica”, la amiga de su hermana: te llama y se olvida. El nombre seria lo ‘iltimo que le daria una pista, porque Jessicas hay mu- chas. Para él, el gimnasio debe de ser un mundo aparte, que no relaciona con lo demés, y menos con vos. —2Y vos nunca se lo dijiste? —En realidad, nunca habiamos hablado mucho. El se enchufa con los aparatos, no le da bola a nadie. Hoy fue la primera vez. que hablamos, y eso por un acci- dente que me pasd. —2Y se lo dijiste? Jessica vacilé un instante: “—Miré, te va aparecer ridiculo, pero la verdad es que yo misma me di cuenta después, reflexionando. Y no sé si se lo habria dicho: es demasiado divertido, zno? Es como tener una personalidad secreta, sin ha- berse molestado en decir una sola mentira. Hicieron unos pasos en silencio. El carrito de Maxi habia dado vuelta la esquina; cruzaron a la vereda de cenfrente para tomar distancia y no tropezar con él, en caso de que se hubiera quedado detenido cerca. Pero no: estaba a unos treinta metros, inmévil, y unos chi- cos zaparrastrosos se afanaban desatando a toda velo- cidad bolsas de basura. A Vanessa le habia quedado ‘una duda, y la expres6 mientras simulaban mirar una vidriera dé peluquerta: —;Por qué decfs que vas poco a casa? ;Si estamos todo el dia juntas! —jPorque es cierto! No te has dado cuenta de lo 116 poco que vamos a nuestras casa? Yo creo que es por que vivimos demasiado cerca. —2Y cuando te quedas a dormir en casa? —Bueno, si... Es bastante increible, pero asi es tu hermano. —Y cuando te metiste en el cuarto de él? Jessica se ri6. Habia sido un episodio que las hizo reir toda la noche, una mezcla de sonambulismo y alu- cinacién. —Esa ver estaba dormido, y no se desperts. ‘Por suertet Volvieron a reirse. Jessica no habia recordado an- tes aquel incidente, y ahora no hacia més que acentuar la magia de todo el equivoco. Le hacfa ver qué cerca, habia estado de Maxi, qué intimidad habjan compar- tido, y cémo habia podido seguir siendo una desco- nocida para él. Los pensamientos de Vanessa habian ido en otra direccién: {No te estarfa tomando el pelo? —No, justamente porque no hablamos de eso. jEs- toy segura, Vaness: {Se lo vas a decir? —iEh? {Se lo vas a decir, matiana, o pasado, en el gim- nasio? Jessica tardé un momento en comprender. Y cuan- do comprendié, siguié extrafiada. {Decirle? Que yo soy yo? No sé... No sé si hay algo que decir... Pero ademas, hoy vamos a encararlo, gno habiamos quedado asi? 117 —Si, cierto, Se va a dar cuenta, cuando te vea. O capaz que no. Jessica se sobresalt6 al recordar algo: —jPero no vaa haber més gimnasio, Vanessa! {No te conté? El Chin Fu cerré, definitivamente. —;Si? —dijo su amiga con afectada indiferencia, que ademés era bastante real. Por reaccién contra su hermano, y quizés también por una conviccién au- téntica, encontraba ridicula y malsana la costumbre de ir al gimnasio: una pérdida de tiempo. Meses atrés, cuando Jessica se anot6, le habia expuesto sus argu- ‘mentos en contra, y hasta habjan tenido un momenténeo distanciamiento por ese motivo. Y después se habia hecho un deber de no preguntarle nunca cémo le iba con los eercicios, y cuando la otra sacaba el tema, hacia oidos sordos o hablaba de otra cosa. Ahora mismo, miré en direccién a donde Maxi habia retomado la marcha, y coment6 con distraccién: —Mejor asi, a ver sise dedican a algo mas productiv. —jPero Vanessa, que cierren el gimnasio no quie- re decir que cierren todos los gimnasios de Buenos Aires! Hay millones... —Ut. —Aunque... Para decir Ia verdad, no es el tinico que cierra. De eso también tendriamos que hablar con Maxi hoy. — {Por qué? ¢Qué tiene que ver? —No sé bien cémo ha sido, pero es otro de los efectos lejanos de la muerte de Cynthia. :Te acordas que el padre estaba metido en el negocio de las iglesias 118 evangél és ir Bélicas? Después del crimen, que esa secta supo tipo que la financia empezd a Y Se puso a transform, letoe6 al Chin Fé quested es ban en el barrio, {Como es que supi Cyne Re pieton aprovecharla mere de —iSi la han hecho una santa favores..! {No sabias? —2En serio? ;Como a Gilda? ilgual! jEstén locos! Se mieron. Pero Vanessa tenia una Habfan seguido caminando, ahora estabana a mitad de w versaci6n era asi, en templos. Ahora uiltimos que queda- rezan, le piden © duda atrasada, siempre atrés de Maxi, y mit de una cuadra oscura.Lacon- or el movimiento y las alt ra ash. tern: dela atencién, iban quedando puntos sin los que volvian en cualquier momento: =e Qué accidente? Eh? ingavllste que hoy habias hablado con Maxi en el Birmasio por un accidente. ¢Cudl fue? 2Se te voreis una mufiec: 6 i" ing muieca, © te quedé una pesa colgada del ombli. 80? —propuso con veneno. La itonfa qued6 desperdiciada, acordarse, empez6 a contar con en —iNo sabés lo que me pasd! ;Casi me muero, la i ui puta que lo paris! Viste que iti ¢Viste que tiltimamente | comprando la proxidiana aSuturno, el hombre dal| Ep lancias esolver, a Porque Jessica, al tusiasmo, 119 Con el asunto del cierre del gimnasio, se habfa puesto dificil, y me pidi6 que fuera a primera hora, cuando no hubiera nadie. Asf que hoy fui temprantsim podés creer que el muy hijo de puta me dio proxidina mala..! ‘Vanessa hizo un gesto de horror y fruncié la cara. —zCémo mala? ¢Falsa? —iQué sé yo! Ojalé hubiera sido solamente falsa. Tuvo un efecto opuesto... no sé... empecé a sentir que todo se alejaba, en lugar de acercarse... Era como el fin del mundo, como si me cayera por un pozo. Me des- mayé, y al despertarme ahi estaba tu hermano. —Queé cagada. {Qué le dijiste? —Nada. Que me habia bajado la presién. Pero Saturno no tenfa la culpa, a él también se la habian vendido cambiada. Lo sé porque tomé, y le hizo el mismo efecto, o peor, porque le afecté el coraz6n. Debe de ser algo relacionado con estos cambios: el que se la vende a él es el soplén de la misma secta que se va a instalar ahi, el Pastor. Después me la cambié por otra buena que tenfa de antes. El interés de Vanessa, que habja estado bastante bajo durante los diltimos minutos, se reavivé. —Tenés aqui? —Por supuesto. —Eché mano al bolsillo. —iEs de la buena? :Seguro? —No te preocupes. Esta la probé. Miraron en direccién a Maxi para asegurarse de que no se les escapara, y como lo vieron detenido se me- tieron en un zaguan. 120 “Ahora se dro i gan, las turritas”, sedi la oscuridad de aoe ae seu su auto, desde el i fb auto, je no les perdi ‘Movimiento. No quiso ser menos, ect date Sy Brewis provisin deproxiiana. Lateniaen wg lot es enone i , SINO una temper: t en a temperatura real: le hy corbange duel sustancs,enlasolucién de geleaen 0 de eristal, producia una contigtidad ia una aguja de cinco milimetro a < 8. Sela ch ‘I ak Oreja funciendo apenas la A a , ca rr ba° Gei6 abi unos segundos, mientras laden, Pa ga ¢netraba. M: ‘oincidencia, en ese mo- Penetraba. Por una curiosa coincide, ia, ex de un extremo al otro del parabri fielotografiara la cara abotagada del poles, eek AE STUPOR y el cristal en la oreja come, erst Sesto fuego fostérico, : Feta lo envolvis todo por dentro. Necesta . Necesitaba ba sobre él él, acumulando pre : ebas y d 6 sabre Pruebas y documentacis aan ai dudar que el asalto final erainminene be, lantaria...Y lo hart grac, eS ; fa gracias dee ke acestos adoles. ® instrumentos s6lo a medias ino oe maquiavelismo, ae Allos is A Incomes Cineuenta ais, destruido porelfracaso, po nacién lentay corrosiva del crimen, pero) 121 divorcio, por el cansancio, cuando ya todo parecia ter- minado... descubria que todavia tenia tiempo, poco 0 ‘mucho (daba lo mismo), tenia tiempo para hacer mu- cho. Pero no “mucho” en general; justamente eso era Jo que se terminaba, o ya se habfa terminado: la posi- bilidad general, abierta, libre. A él sdlo le quedaba un camino, ¥ nada més que uno: el Mal. Ahi era donde se abria la renovacién y la accién, Habia descubierto que no era demasiado viejo para eso. Cuando todo se ce- rraba frente a él, cuando todo se clausuraba para siem- pre... se abria el camino contrario, el camino tenebro- so del mal, como una segunda vida. Y en este rumbo ninguna ambicién o esperanza era excesiva, porque realmente podia hacer el mal en enormes cantidades, desmesuradamente, hist6ricamente, como un mons- truo sobrehumano. Era una consecuencia de la edad, no de una dispo- sicidn psicolégica o una inclinacién. Sélo de la edad, y de la vida y experiencia acumuladas en ella. Por un instante habia acariciado otra alternativa: el amor. Pero después de pensarlo un poco, llegé a la conclusdn de que era imposible. Para el amor, en cualquiera de sus formas, se necesitaba otro, y descubria que los otros ya habian quedado atras, Esto debia hacerlo solo. Se elevaba a alturas nunca holladas, a la cima del cosmos habitada por las grandes fuerzas que lo mo- vian todo, més alla de la vida. ¢Quién habia dicho que era un mero policia corrupto? Y silo era, ¢qué? Aun persistiendo en la mas mezquina de las formas, aun siendo apenas un manojo extraviado de atomos de 122 °, una nueva ciudad para él serial ey y digg, sirshan {i luce enlogueci- ia en fuegos hel escapar sus rugosa ges dg talaban Ios cielos, as, el gas divino se ence AO terminar nunca, Terando. Al fin emp inicipal, siempre por las callecitas la. Los perseguidores ve A Fes Veian su Perfil sudado cuando pasaba bajo los faroles de las es. quinas. Iba eee pea boca abierta, seguramente jadean , lo que ni w ir6 hacia doy sn ina sola vez mir pass to doe fs luna suerte porque el frecuente ‘a 123, de las dos chicas, que iban media cuadra atras y en ese sector ya no tenian dénde esconderse. Ellas a su vez estaban tan preocupadas porque él no las descubriera que no volvieron la vista en ningdit momento y no vieron el auto que cerraba la marcha, en primera y fre- nando en cada esquina, Por lo demés la calle estaba desierta, y cuando cesaban los relampagos la tiniebla se espesaba. Se habia alzado un viento sélido, en todas direcciones, desordenado. Las plantas de los jardinci- tos se agitaban como locas y soltaban hojas y pimpo- los como los dados de un jugador frenético De pronto, en un paroxismo de truenos y rayos, se largé el aguacero. Millones de litros de agua cayeron juntos, en marejadas negras que arrastraba el viento y chocaban con sonoros bofetazos. Vanessa y Jessica que- daron espantadas viendo que el carro alld adelante se lanzaba a la carrera. Se les escapaba, y ellas quedaban a la intemperie. No tenian dénde refugiarse... O eso creian. En ese momento la luz de dos faras las cubrié, y oyeron un rugido, distinto al de la tormenta, acercarse a ellas casi hasta tocarlas: era la acelerada rabiosa de un auto, y luego el chirrido de los frenos. Jessica dio un salto para evitar el golpe de una portezuela que se abria. —jSuban! —gritaba una voz urgente desde adentro. Las dos chicas chillaban como poseidas, y sus notas agudisimas se enroscaban y confundian en los torrentes, aunque cada una lo hacia por distinto motivo: Jessica porque la tormenta, aunque tan anunciada, la habia puesto positivamente histérica, Vanessa porque la luz 124 verdosa de Tos cuadrantes del tablero desde aba- ssiespetado le resultaba, y ala vez tan eg, gue todo su se i pts Se contra mmepaano de terror, y lo veia como aun coer i de potrdlan ponand® #! cuello pedregoso de-un lags Cio dea Roche del fin del mundo. A la renee ton. ie Sus gritos tespondia el : aad ciones de ra rae < uuban, la pu men aité: © las cago atiros! —Y como si rwveee ee ienteintenciones de hacerlo emperé 2 dave es en el pecho, a la altar Se wend geen ue del sobaco, pero la ner. alrededor la Iluvia pareefa hacerse més liquida, 0 por miedo a la ira de ese loco, o porque realmente no te- nian dénde meterse y se estaban empapando, las chi- cas subieron, Tanto las habian venido previniendo, durante todas sus vidas, contra la tentacidn de subir al auto de un desconocido, que resultaba de una impru- dencia injustificable que lo hicieran ahora. Pero es bas- tante frecuente que uno haga justamente lo que no debia hacer, descartando con un automatismo infali- ble todas las opciones razonables 0 convenientes. Ade- mis, y aqui estaba lo realmente curioso del caso, éste no era un desconocido. Quiso la mala suerte que Vanessa quedara en el medio, apretada entre el policia y su amiga, detalle que después les servirfa para repro- charse mutuamente Ia mala idea de subir al auto: Vanessa diria que habia subido “empujada” por Jessica, quien con toda inocencia jurarfa que ella s6lo habia subido imitando a Vanessa, siguiéndola. Lo cierto es que Cabezas pasé el brazo por delante de las dos, ce- 176 la portezucla de un golpe, al tiempo que pisaba a fondo el acelerador y soltaba el embrague. El auto arrancé de un salto. —;Te acordas de mi? Vanessa buscé la voz en el fondo de la garganta, y alfin la encontré: —Si. Sos el padre de Cynthia. Que lo tuteara no tenia nada de extraiio: eran los modales tipicos de alumna de colegio de monja. La cara de Jessica, en la oscuridad, se desfigur6 en tuna mueca de asombro. Ella habja conocido al Ignacio 126 de Cynthia, y no era éste, equivocado. Pero al oir que é nessa se it que él decia: sera rae a pss de inmediatoque debia re de otra Cynthia, y como sucedis is tna condiscpola en el colegio, distinta de Ir macnn ® aries Hevaba ese nombre, supuso quese wath Je Om fuera, se tranquilizé de que fuera un conocido, y casi se da, sentimiento que iba > Se sinti6 como Crey6 que Tehdinde iban, con esta tormenta? —Volviamos a casa —dijo Vanessa —iNo mi ¢Te creés que me chupo el dedo? ientan! ¢Te ‘ reés qi hupo el —iNo jures en vano, Buiendo atu hermano. Intervino Jessica, como porque no le g conversaciones: “os Zienamos curiosidad por ver qué hacia inde iba con los cartoneros, , ~ Justo esta noche? ¢Con la lluvia? ce, i Bg fhamos a adivinar que se ibaa largar! uena respuesta, dlenc puesta, y se quedaron en silencio un mor fi rae ato corria sobre un mar agtado (las mosca muerta! Estaban si- no tanto por ayudar a su amiga ustaba quedar al margen de les o hasta bos curvados de ; agua a los lad seguridad doblando en las equine, como si estuviera en el Au —¢Adénde vamos? Lo conducia con esquinas, a toda ve tédromo, ee 17 do No se preocupen: lo vamos a estar esperan =i i sé add: va. cuando legue. Porque yo si sé adénde orque yo — Lo conocés a Maxi? " Spates as eet renee Tenet pseae a : dospalabrascondl amen reales tua todo seexpiaba sxsfactoriameny Slo guts espera ao contin. Li ‘ wa ereaalbitas Varta del ideo grucsas mass dag fi eae crar niocio la iniGe/Al Cer hdode es : jan y borraban todo tie orra irculos que se hacian y b pols a apy a ae igs dare fanaa orl wrbein general oreo as dos ise inten necjsecon ee i do, desemboos en iempre acelerando, parca Secs sherey vison aiciinceca eee 7 rier manecer que subia hasta ls nubes, Se sn onceea Risse isyarenls manne Toxt joo Braun creo de Ie arasrl aves baat uae Ccpols besa de pro e ‘ ; nosturo ened, en el qui miloes puntos méviles formaban una textura dorada, de m rofundidad. : i —{Qué es eso? —gritaron. —Es a villa —ijo Caberas. —Son bjs? —pregunté Vanesa, No, bola! “ej Jessica Som as gots, Cuando bajaron la vista de ese Prodi, a jue ecb en una anima aveni ams EBs Seater date era fonorino donde vivian) etramentinundada Eau ago tangular, con la superficie arremolinada por 128 boxe qeulereada por la lluvia. Por supuesto, se habia borradoladiterenciaentrecalley verata noe cubierto Por igual por el agua De todos modos, daha impre- Sin de que ala derecha no habia vereda sine una an- cha explanada para camiones porque de exe lado no habia casas sino sélo un larguisino paredén. Y en medio de ese espacio desolado, bajo lain, one Bura inmovil. La vieron los tres al mismo tiempo, y sau la vieron oseura y borrosa al otro lado de fn, Vidrios cubiertos de una espesa capa de agua, los tres creyeron reconocerlo, inhi esti! —grité Cabezas girando el manubrio ceutoda la fuerza de los brazos—. Qué les die! iQue rapido lleg6, el desgraciado! Tero ahora que iban en su dreccién y lo ilumina- ban los faros le vieron algo raro, y hasta Cabezas tuvo Gut reconocer que era imposible que les Inubiens ga endo a pie. Fue Vanessa la que lo reconocis —iEs el Pastor! Al mismo tiempo Jessica, en una recuperacién de Su histeria no apagada del todo, grits. 7 iCuidado! {No lo vaya a atropellar! [88 dos exclamaciones entearon simultaneamente én Is conciencia de Cabezas, y tuvieron la vient de Fonerlo pensativo. Ademiés, solté el aceleraden ¥ pis6 el freno, y al ver que el auto no respondia ve bien Gone lo hubiera hecho en suelo seco, gird el voles de un manotazo. Terminé deteniéndess justo al lado del individuo, que estaba hecho sopa, evidentemente resignado a mojarse; era joven, regordere, muy oscuro 129 de piel, con rasgos de colla. Trataba de ver quién venia ten el auto, pero se lo impedian los vidrios polatizados y el deslumbramiento que le habian producido los fa- ros, y en la incertidumbre mantenia una actitud de cor- tés expectativa. Por lo visto habia estado esperando a alguien, y debiade sospechar que no venta en este auto. Asi que éste es el famoso Pastor —dijo Cabe- zas—. El que les vende drogas a todos ustedes. jCon raz6n te dio tanto miedo que fuera a pisarlot —jNo! —exclamé Jessica. Yo To dije por huma- nidad només. jE la primera vez que lo veo! —2Y vos? To conozco de vista només. Va siempre a la co- isaria de la cuadra demi casa... jNunca le compré nada! La mente de Cabezas funcionaba a toda maquina, como si hubiera tomado la posta del motor del auto- mévil, ahora que éste se habia detenido. Era como si se hubiera sacado el premio mayor de la loteria, con este hallazgo casual. Pero también descubria cuanto ignoraba, {De modo que sus colegas policfas estaban entratos con el Pastor? Buen momento para enterar- ‘se! Con la excusa de usarlo de espia se estarfan me- tiendo en el negocio, a espaldas de Cabezas, a quien habfan simulado cederle tacitamente ese terreno, s6lo - imitilmente, sin encontrar las para que se embarrar Claves, y poder usarlo, llegado el momento, como chi- za, ala que vo expiatorio. A espaldas de él... y del habfan lanzado tras sus pasos, sabiendo que no con~ ducfan a ninguna parte. Pero ahora un golpe de suerte, el més inesperado y 130 Fantstico lo pons justo donde nadie lo queria niso Recharf que poi lear por ss propios medion en 1 de la accién. Porque adivinaba q : ' adivin est sspanapsars no estaba aqui Spine sualdad. La tormenta debia desea sel cue Eee estado sperando Tos bolivianos para la gran opera cisa. © auizé no. Quid ae tataba de cualquier otra os — 0 ne importaba: a fuerza de accion él po- : scircunstancias se acom. : odarana cual- Quiet formato. Slo tenia que cobrar Ia ae or desis iunfante de ser malo, ode a au le quedara de vida como un liquid oeypa in ad iente es decir con el hiperplistco del mal _ Abrié la portezuela y bajé. Estaba jugado, Moj. se era lo de menos. a —iViva Jesucristo! —grits 6 hacerse oft sobre los tuenos y elesalide de ie rs sbr ls y elestallido dela lavia, abige o 4? EI Pastor lo miraba con la boca {bles como era mis Bajo» debi mira hacia a : a Ia cara de baldaz 4 do, dénde esta! ;Que nos vienen ce ay a Pero a vos quién te manda? aa ie (ass cosas verosiies que podria haber ho, as prefiri6 lo nico concreto y visi tenia a mano, Por casualidad acento con io hares engafiarlo: tl 7 Ey pals me tajeron —y sets adeno del aut, se incliné un poco y vio a la luz de los re. Timpagos la s dos caras palidas f nocié a Vanessa, P: que lo miraban. Reco- t6 con lo justo para 131 a 4 presentar batalla al crimen en su propio campo, loctora Plaza, algunos lib ‘tra a } algunos liberales recaleieeantes *Feprochaban, en voz baja y dentro dediscrenn ne no fue asi. Asomé una pierna. Era una pierna de mu- jer: gorda, corta, pero muy bien formada. Media de reflejo perlado, zapato de cuero rojo, con un taco aguja de quince centimetros por lo menos. De todos los otros autos asomaron piernas, una por puerta: pero de hom- bre, con pantalén azul reglamentario, bota negra lus- tradisima, Igual que la primera, todas quedaron vaci- lando un instante en el are, casi horizontales, como si dijeran, suponiendo que un pie pueda decir algo: “me meto en el agua?”. De cualquier modo, todas queda- ron empapadas al instante; més que mojadas: amasa~ das, estrujadas, por la lluvia. Pero el zapatito rojo se hundié, y le siguié el otro, a impe presentable menos sintonizada con los instntos ms \guinarios de la plebe. Ey En realidad, tent : vo muy bueno par (quel aeaean ° aceptarla, y era que ella escons infaliblemente su (carabus ee IS presas en el corazsn mi masa que la habia en Tena cumbrado. Y podi . ¥ podia confars que con ellos seria sal 7 cs 8 salvaje como un gat é w e gato montés, in- tente,rencorosa, malisims, No se le excapaba on £1 publico aplaudia, y pedia mas, Es curios que a y de pronto, en un solo movimiento fluido (todo ha- nninguno de esos ciucadan A bia sucedido en dos o tres segundos, lo que no le sentados frente al televisor ale soe Sts hazatias quitaba cierta majestuosidad coreogréfica) habia una Temotamente, que podia llegar le wee Mune a mujer de pie junto al auto. Fra la Jueza implacable y jueza lo persiguieraaéh Alii loca non a awe fa temida, la doctora Plaza. La Iluvia, una vez mds, se vida moderna de las grandes cidade een conta encamizé con ella. De cada uno de los autos habfan en una postura sospechoss y ly fran pu’ auedar ealiiofee!ciaexytad aeimiraban [otqueminba elias uese molestan en buscar prick ei 2o £4 de las respetuosamente. / 0 dar garancias ella destruia,anioah aa ‘estigos Era una mujer muy pero muy baja, obesa, de entre Partir dela menor suspicacia, del rumen oe cuarenta y cincuenta afios, tefida de rubio pero oscu- Pero nadie la temta, Fso podia debono rn Comes ra de nacimiento, con rasgos de india, 0 quizas de de personaje meditco. Los villanmenee eo mulata. Muy segura de si, bien plantada, autoritaria, habian sido “mediatizados” tania eee 8 decidida. Se habia ganado su fama en buena ley. Metfa elmomento en que ellaintervenia yates nn ese 7 » y toda la operacién miedo. Su personaje era un favorito del periodismo quedaba en el rei reino de las imé; ane PaaS igenes. ¢Cémo se iba a sensacionalista, y a través de él de un vasto puiblico que reclamaba una justicia dura, activa, libre de las res- tricciones de la toga y el infolio y que saliera ala calle a llamar realm, lente de un pro; grama de Premios y | yle 134 an adar millones, o autos, 0 viajes al Caribe. Y nadie espera que eso vaya a pasarle. Se dice que la television ha afectado la vida dela gente, pero la verdad es que la vida ha logrado mantener su autonomi Estaba con el agua casi hasta las rodillas, que en su caso estaban més cerca del suelo que en el comtin de Jos mortales. Avanz6. Sus hombres se movieron en bloque hacia clla. El cuerpo de la Policia Judicial a sus Grdenes era un grupo de elite: hombres experimenta- dos, intocables, cimentados en una mistica de samurais, ciegos en su obediencia a la Jueza, que les habia paga- do su lealtad equipandolos con el armamento mas moderno y sofisticado, y dandoles una libertad de ac- cin de la que ellos sabian sacar provecho. La leyenda queria que cada uno de los hombres de la Jueza tuvie- ra mil revélveres. El cadaver flotaba en el vértice de la atencién ge- neral la de la Jueza y la de todos los demés en conse- cuencia. Era més que atenci6n. Sus hombres nunca la habfan visto asi—aunque no la miraban. El punto flo- tante en el agua oscura lo reflejaba todo. Una de las declaraciones més famosas de la Jueza, y de las peor entendidas, habia sido que su tinica in- tencidn era dejar el mundo, al fin de su breve estada en 4, enriquecido con algo que el mundo no hubiera te- nido antes. Parecfa una tonterfa, una de esas cosas que se dicen para salir del paso, pero tenia su complica- cién, Por un lado, poner algo nuevo en el mundo no es tan facil: seria como traer una piedra de la Luna, 136 salvo que tal como esti las cosas, la Luna ya estd en que tal como estén la laLu tdenel mundo. Y ella no se referia tanto a una combinatoria A la no se refers una ci te mueva de elementos ya presentes, o un cambio de lugar de una sony Sino @ algo de veras nuevo, un elemern Y que ahi est la esencia deg muevo es mis propio del are Lede seer alo ' cambio anadie podia extran Ia brevdad delve Bosna hablar de an jurada, yen es0s casos toda eas. En ese instante tremends lnda, cada uno de sus hombres “Van a tener iba y absjo con furs, y sobre ella coma ballot, im ane €N Cortocircuito, el cadaver i aba, se revoleah, Imido con horrible pesaila, M0 UP dor “Irsedel mundo, tras un ° do, tras un breve pasaje, dejando al s¥ho nuevo y disinto, que eniguecees og 137 Jos que vinieran atrés...". Si, zpero para eso no era ne- cesatio morirse? zY la muerte no era la destruccién de todo, tanto lo nuevo como lo viejo? El deseo de la Jueza ponta lo viejo del lado de lo individual, y le de~ jaba como legado a la especie lo nuevo, recuperando para la muerte, cuando llegara, el signo positivo. ero en este caso, nadie sabia bien cémo, la muerte se habia adelantado... Justamente porque no entendian, su- pieron que era inminente una revelaci6n. En ese momento desembarcé la televisién, y ls “noteras”, seguidas de los camarégrafos, se precipitaron chapoteando hacia donde Ia Jueza habia empezado a avanzar, tesa ¢ hipnotizada, rambo al cadaver. Cuando la improvisada comitiva leg6 a los pies del cuerpo, por uno de esos milagros de la comunica~ ci6n, el hecho ya habia sido “descifrado”, y en las pan- tallas de los televisores donde se estaba transmitiendo en vivo aparecian textos sobreimpresos en gruesos ca~ racteres rojos fosforescentes: ASESINAN TiJO DE LA JUEZA PLAZA 0 HijO DE LA JUEZA ASESINADO, 0 cosas parecidas. Era una noticia de verdad, de las asombrosas ¢ inespe- radas, sobre todo porque hasta ese instante nadie ha- bia sospechado siquiera que la Jueza tuviera un hijo, 0 que hubiera estado casada. De hecho, se la habia erei- do una mujer sin familia ni amigos, sin vida privada; dormia en un sofé en una oficina de su juzgado, no tenia dias de descanso ni se tomaba vacaciones, no se Ja concebia sujeta a emociones burguesas ni a vinculos convencionales. Y de pronto... Lo asombroso de esta vuelta de tuerca confirmaba su poder sobrehumano 138 de generar noticias, yo acisen un “eros al cora revelindose madre, y mad 5 to de perderasu nico hor SAMCE SUPE a3 BOtes” le metan los microns en la boc satan Preguntas apenas aude sobre estruen- rmenta. La lhuvia, que cafa i , mds tupid: ane, rebotaba n as grandes bochas ners de imiréfonos y le bafabs Ia cara, blanca come la eal i camartmfs Ja apuntaban alternativamente alla cadaver, y la luz intensa de los focos inn hacia balers sombra sobre aguas re ilauie ser doxado de un mimo de comezace- rebral habriapodido deducr I meena interna del grimen. Pero con las “noteras” as ose funcionaban ro modo. No es que fueran tan ii su trabajo la verdad, rdebia enerecr : , para ser verdad, debia ¢ trabajsamente del fondo del error Adem, ea logic fe debian equivocars en todo para hacer aes més, y su funcién se justifi jor. Asi que le Blais n se justifcara mejor. Asi que le {Su hijo el Pastor tenfa verd / adera vocacion reli giosa, 0 la usaba ico de deo. fe como fachada para el trifico de dro. —¢Por qué i} 6 éPor qué su hijo En qué ‘ect ijo cayé tan bajo? ¢En qué fall6, Usted sabiad i ¢Usted sabia de las actividades ie 5 ened ilegales desu hijo? jibe ann sospecha, doctors? ail abst om indcado para hacerla hablar: Cuando abri6 I boca, see lené de agua, ant er a violene! ¢ la Iluvia. Pero escupié con fuerza, y grité: = 139 a jo era un Pastor! h ¥ hubo un desplazamiento de sombras en la escena, capiateas” tetiraron los micréfonos, porque tod a dicho, y sabjan que i a dicho, en hs pantallass sobreimprimiendo los t aa los titulares: Pouicta c DRE DE CHICA /ASESIN/ pa CA ASISINADA, RUTA INFERNAL GANZA, MORIRAN TODOS, aan —iNo era un narcotraficante! iNo era nada de eso! jEra mi hijo! Estaba colaborando conmigo en la investigacién, a pesar del peligro. Era valiente, arriesgado, y supo dar la vida por la seguridad piiblica. Fue el primero en caer, porque estaba en la pri- mera fila, —zAlcanz6 a informarle lo que habia averiguado, doctora? —jTodo! Me lo dijo todo. Ahora va a tener que ma- tarme a mi, ;Pero no le va a resultar tan facil! Desde este momento tomamos la iniciativa, y va a ser él el que vaa los méviles que os canales tenfan dispersos por la ciu- los la " : Plastico transparente, milimet ara medir el ni~ » milimetrado, para medi , dir el ni: ‘ : —{Quién, doctora? Sabe quién fue el responsable? La Jueza tuvo una casi imperceptible vacilacién, pero u ‘i : J poor Pe ina hora, las medidas habjan entrado en terreno sin Ja super6 de inmediato y su voz se hizo més gutural: — Fue un policia corrupto, que conocemos bit subinspector Cabezas, de la Seccional Treinta y ocho. jPor sus manos pasa todo, y lo tenemos vigilado hace rato! Hasta ahora lo respeté, porque él también es padre. Desde que murié su hija supe que la herida no le daria trogua, y tarde o temprano le haria dar un paso en falso. ‘Ahora ha cometido un error sin retorno, y caera esta ; misma noche, antes de que deje de llover: Esta acorralado. —4Es peligroso? Es peligrosisimo? ;Va a seguir El Tuanente en un rincén de la pantalla un diagrame de matando? Es una fiera acosada, y tiene de rehenes a dos ineidenct ena a a Goincidencia estaba en que la Naturaleza se peony jovenes inocentes! : istriajstocnlacooenei eae En ese momento la Jueza se quebré, y un llanto que se estaba haciendo esta historia en parteaiee en particular, ¥ habfa sangre en el agua. Sangre de hijo. Una sola incontenible le hizo inclinar la cabeza. Los camar6- gota de sangre, como en los remedios homeopiticos grafos retrocedieron un paso para tomar el conjunto, 140 141 és activos, una gota, bastaba para cambiar la compo- sicién quimica y filoséfica de la Estigia nocturna; el agua tomaba un tenebroso matiz rosado, sélo visible con los ojos de la mente en el negro generalizado. ‘Algunos planos casuales de la escena provocaron otras reflexiones, si bien incoascientes o subl en los espectadores. Eran los que mostrabana la Jueza inmévil bajo la , sin paraguas. Nadie se queda asi bajo la Muvia; un rasgo intrinseco del ser humano lo obliga a cubrirse. Luego, ella no era jo bajo un agua- cero, una nueva vuelta de tuerca. En los canales Ia actividad era frené encontrado fotos de Cabezas en sus ar zados, las estaban intercalando en la emisi6n en. Era una cara horriblemente deformada por la electrénica, una cara sin explicacién. Cada segundo que permanecia cn la pantalla se deformaba mas. Seguramente porque en el apuro no habian encontrado una foto de él, y se las habian arreglado con un retrato hablado. ¥ los ar- chivos seguian mandando imagenes: una foto carnet de Cynthia Cabezas, escenas de su funeral, con las alumnas de la Misericordia, y sus padres lorando. Y de inmediato: viejas fotos de Cabezas y la jueza Plaza, en un local nocturno, jévenes, con sendas copas de champagne en las manos, el Pastor predicando en una asamblea, la Jueza con su hijo de pocos meses de vida ‘en brazos, Cynthia nifia en una playa con sus papas... Y la lluvia nocturna, la ciudad vista desde los helicsp- 142 teros que habfan enviado todos los canales de confusién, sobre el a tecei un océano que volvia a dibujarse, espec- sido el Pastor en la Era otra ver el tema ido de las imagenes. teleespectadores en rbaci6n de la brevedad de ergaléctico que desembarcara en © in proteccidn alguna (qué pro- npodia tener), y en ese mundo ls eooticiony ambientales hicieran. imposible la vida: estaba condenado, evidentemente, moriri podia tanto estaba vivo, en unas décimas de se; : -gundo, decirse que ya estaba muerto... Pero mientray estaba desembarcando en el mundo, en la realidad horrenda del mundo. Y ese “mientras tanto” A todo ido muy lejos. El borde d estaba demas ae la vida, era todo, XI esto, Cabezas con sus dos pasajeras no habjan al fin de cuent nm ras, lo apartado, era inaccesible dent tro de ¥ en realidad, pasado el primer momento de 143 pénico, no se habia propuesto llegar a él. Dio la vuelta por atras del Cementerio, y del Hospital Pifieyro, y toms hacia el este por la avenida del Trabajo. El terre- no bajaba precipitacamente hacia lo que bien se llama “el Bajo” de Flores, y cuando el agua subié por enci- ma de las ruedas descubrié que, al no poder avanzar a toda velocidad, se desvanecian sus ganas de seguir avanzando; le daba lo mismo detenerse. Quizas, pen- 6, le convenfa tomar una decisién antes de alejarse mucho. O quizés era menos racional que eso: algo le impedia, todavia, salir del circulo en el que estaban pasando las cosas. Habia mucho sin resolver todavia, y tenia menos probabilidades de resolverlo lejos que cerca, De modo que frené en la esquina de Carabobo y les sefialé a las chicas la pequefia pizzeria: —Vamos a tomar un café y tranquilizarnos —Ies dijo como si hubieran salido a dar un paseo. Como las vio demasiado paralizadas para reaccionar, improvis6 un detalle verosimil: —De aca pueden volver a sus ca- sas a pie, cuando pare. Nada parecia més lejano que el fin de la lluvia, pero sonaba plausible. Bajaron corriendo y se metieron. El local estaba vacio, salvo una parejita tomada de las manos que hablaba en susurros y miraba alternativa- mente las ventanas y el televisor colgado sobre la puer- ta, Se sentaron a una mesa y clavaron la vista en la pan- talla. La funcién estaba empezando. Lo vieron todo. Tan embobado estaba Cabezas con Jo que pasaba en la televisisn, y con sus propios pen- samientos, que las chicas habrian podido irse sin que 144 lo notara, pero de pronto era como sino tuvieran nin- atin apuro. Seguia loviendo con tanta fuerrs cong antes, ¥ no se querian mojary en el estado en que ce encontraban, una consideracién tan banal cons fn tenia mis peso que la idea de estar en manos de an criminal cuya peligrosidad les confirmaba la television Y ademis,justamente, no querianirse para no perdema nada de los apasionantes sucesos que estaben senda Cuando la Jueza lo nombr6, Caberas, aunque ve lo esperaba, no pudo reprimir un susurro: “Gee Buacha!”. Pero lo que siguis fue mis asombrosc, ta evidente que lo confundian en serio con el padve de Cynthia Cabezas, y que se habian hecho toda aus novela a partir de ese dato falso. Desde hacia sien, 4o perseguia la vieja idea tan comin en los persenn, dos, de que “lo tomaban por otro”. Al ofr ae aces ver las imagenes de archivo que empez6.a descrren ct canal, esa idea tomé proporciones inonstruosse ya tmeramente grandes, sino deformadas. Porque no ce trataba de que lo tomaran por otro y dejaran de Lek su verdadera identidad, sino que lo tomaban por cars 2 41 mismo, bien identificado. Si hubiera tenido ma espiritu deportivo habria podido decir que se lo tent merecido, porque él mismo habia puesto en marcha Ly confusién. Pero no estaba pata esse fimaras, ‘A medida que se sucedian ls imagenes veiaimpo- tente cémo el error se consolidaba y se extondia, ez6 a preguntarse hasta dénde podia llegar. sPodia Hegar a dar toda la vuckta, hasta morderse la cole da verdad que iba dejando cada vez mis atrés? Pava he 145 cerlo cesar en su expansién, habria que obligar al mun- do entero a hacer silencio... Y la humanidad no iba a dejar de hablar. No valia la pena intentar una rectifica- cién, Una ver emitido, el malentendido no admitia el retroceso. Habia que apechugar y seguir adelante im- provisando. De un modo u otro, las cosas terminaban arreglndose, en una especie de misterio. Aun asi, sentia un gran desaliento, en el que participaba la insistencia feroz de la Iluvia, en la pantalla del televisor y al otro lado de las vidrieras de la pizzeria. El agua seguia su- biendo. Era el mar del error: el mundo. Y él quedaba obligado a ir mas alld, cargado con todos los solipsis- ‘mos de un pensamiento sin rigor, de una acumulacién de datos puramente televisivos, casual como la suce- sin de episodios de un suefio, obligado a huir hacia adelante, zhasta dénde? Quéibaa ser de él? ;Seria un eterno fugitivo, sin poder mirar nunca més hacia atrés? Su desmoralizacién crecia y tomaba un sesgo de fata- lidad mineral. Esa linea de razonamiento lo llev6 a pensar que lo suyo era irremediable: s6lo lo humano tenia remedio... Mientras tanto en la explanada los acontecimien- tos volvian a tomar impulso, después de la pausa im- puesta por el respeto al dolor de la madre. Las edma- ras volvian a enfocarla, y ella retomaba su cardcter guerrero. Se iniciaba la caza del hombre: Ia Jueza y todos sus hombres desaparecieron dentro de los au- tos, en uno de los cuales metieron el cadaver, y todos particron creando furiosos oleajes por el gran lago agitado que era la avenida. Los comentarios jadeantes 146 de las “noteras”, lel + que los seguia i ey segufan en los camiones de los i explicaban que el objet, ‘ jetivo eral Siriaas ave guia coronada por la gran edpula de lor Seatin la televisisn, que munca se equivocaba poraug Selbscin misma la Jueca habla dado ents» os ais de rodear la Villa en todo su mesg murals de rode su perimetr misma se disponia a entrar abriendo lamarcha coger cuando el cerco se hubiera completado, armada hasta loc di ientes, eta % como si no existiera, cl lava era el puente sobre el que se deslizaba el eecenaio de emt: Porque Hovia tanto sobre s hechos como sobre las ¢: > \ asas di Fee pciuian I tansmisién, golpeaba los techos y i: edes, se insinuaba por aba jo de las zas hizo un movimi ala ieee a iento en la silla y nots Pisando agua. El suelo de la pizzerin tab feet Afuera las calles eran un mar: Uncorte: tomaban la posta los helicépteros, que ya legado al lugar y sobrevolaban la Villa. La vista .0sa, por la altura, el movimiento y la fo una hazafia, y los locutores no dejaban de ponerlo en evidencia, llegar por el aire con semejante clima, desafiando Ia Iluvia, los vientos encon- trados y las descargas eléctricas. Las aspas giraban en tuna masa de agua casi sélida. Los cabeceos incontrola- veian planos de ciudad nocturna ver dos, a veces puestos de cabeza... Tam| otros helicépteros empefiados en la podia apreciarse todo lo que la tormenta hacia con ellos. MISION SUICIDA PARA INFORMAR, decian los carteles sobreimpresos, que no dejaban nada librado a Ja imagi- nacién, ‘Aun asi, las cémaras montadas en los aparatos volantes apuntaban con insistencia hacia abajo, y pudieron, dar vistas cenitales de la Villa, desde unos doscientos ‘metros de altura en perpendicular asu centro. Alliestaba todo el circulo dibujado en las famosas luces supera- bundantes, cada foquito una sefial parpadeante y fija ena tiniebla saturada de Mis alla de lo especial de la situacién, el especticulo tenia un interés intelectual o estético. Nadie habia visto antes la Villa desde ese punto de vista, es decir, en su forma integra. Era un anillo de luz, con radios muy ‘marcados en una inclinacién de cuarenta y cinco grados respecto del perimetro, ninguno de los cuales apuntaba al centro, y el centro quedaba oscuro, como un vacio. Esas tomas “geométricas” duraban poco, por las sa~ 148 nn ES Susidas de os helcdpteros, yadems ls inerclaban ransmisign desde tierra, donde los patrulleros s 0s por los camiones de exte pee anibios, poscionsndose alrededor dela Ville una se precisaban més, La b. i anillo no era homogénea, sino formadade ng 'génea, sino formada d i frets en una profusion de pegs glen abria neces as ti ic Sica habria necestado méstiempo ytranquildad pos Y entonces, de i onees, de pronto, un gemido at6 de los lal eae de los labios de Caberas. Haba tnido, ‘escapé 2s. Habi Y munca tan huminacién” repentina, y el enigma fa, entero prestado la las corres- Por supuesto. Y un toma desde arriba, el “mapa eléctrico” Pondientes sinapsis en su cerebro, H Poco ambin habia conteibuido l transmision que es lor el estilo de los canales de notici A sponding ala encom hacer la redundancia lo mis com. osible. Yuna vez completado elewadic lo obvio que era todo, lo imposible que one ne ces Prendetlo. Cuando uno se poniaen esasintonia de onda, case iG, Siso el eartel que se encendis en la concienciade Cabe- LAS FIGURAS DE LUCES SIRVEN PARA IDENTIFICaR que habjan venido usando los narcos, a la vista de todo cel mundo, para guiar a los compradores. Una consigna facil de retener (“el cuadrado”, “el triéngulo”, “las pa- ralelas”, “la cabellera”), que se cambiaba todas las noches, © varias veces por noche, y se transmitia por el celular cuando el auto ya estaba dando vueltas a la Villa, y no habfa modo de equivocarse. Era asi como habian sacado la proxidina, bajo las narices mismas de la policia, y habian burlado todo intento de interceptar el tréfico. Habja tenido que verlo desde el aire, desde donde no lo veia nadie nunca, como los dibujos de Nazca, para darse cuenta. No era imposible que los narcos villeros, en su mayoria bolivianos y peruanos, se hu- bieran inspirado en aquella forma artistica precolom- bina, electrificada para ponerla a tono con la época, © que la hubieran traido como técnica de comunicacién ancestral cuyo secreto no habfan perdido nunca. Y no sélo se le revelaba el sistema en general, en su. abstraccién, sino que gracias al error del Pastor, el error que le habia costado la vida, Cabezas sabia dénde es- taba Ia proxidina esta noche. “La diecisiete del pati- to”... El “patito” obviamente era una configuracién de focos a la entrada de una calle, y el “diecisiete” in- dicaba la casilla; sabia que las casillas estaban numera- das, con rudimentarias cifras a pincel, y hasta erefa re~ cordar, en algiin lugar del circulo, un racimo de luces en forma de un pato de perfil. De cualquier modo no seria dificil encontrarlo. Y el Pastor no habia tenido tiempo de decirle a nadie que Cabezas estaba en pose- 150 si6t ston dela clave, De modo gue la prosidina debia de Lo que llevs a su mente por una pendiente natural hacia el recuerdo de la droga magica, de cuyos bench cios tanto habia gozado. Ah fue que todo dl romren bezas se armé, y no fue slo cuestidn de exchon, emo no me di cuenta antes!” respecto dela seal n cin de las calles, sino ahora también *;cmo pude a vidarme de la proxidinal”.Sejustiicaba una ver mised método en el que habia basado su carrera de police empo, Era el dnico modo de resolver los casos 3 "sta vez habia flaqueado por un momento, con lo siguiente desmoralizacién, tenia la excuse de lannan ion especialisima en la que se encontraba,jugindose al destino a una sola carta. En realidad, ni sgquers se bia olvidado del todo de la proxidina, pre la habia we nido presente slo en su valor de cambio. Ahora, al a cordar lo que valaen si, comprendia que ah esaba I clave alin de cuentas, Porque el efecto tan elebeate !a proxidina, que era acercarlo todo, se dabs en wigs lugar entre los datos de un problema: alhacerloscerern, Comtguos entre los aproximaba alasolucién, do ensues i proxidna ZF qu habia ests do Pensando? ¥ de pronto la tena al alcance de a mano... Aungue no sera tan fi. Fuera como fucsa que ira buscarla. Adivinaba oscuramenee ¥ez no era la provision comin de las noches dea Bra Por algo se habfan lanzado al salto final, a poor cla luvia, él mismo, laJueza, estas dos mocosas,y el 151 Pastor... Unos lo habian hecho tras las huellas de otros (él atrés de las dos chicas, por ejemplo), pero no era un circulo vicioso. El Pastor no se habria quedado es- perando bajo el agua en Ia explanada si no fuera una ‘ocasién especial. Y la Jueza, para llegar a la escena dos minutos después de la muerte de su hijo, tenfa que haber salido bastante antes, y lo habia hecho con to- dos sus hombres, armados como para una guerra. El Pastor debfa de estar esperéndola, para informarle de la ubicacién del cargamento —y se lo habfa dicho a Cabezas. Hasta los de la television debian de haberse Ianzado por oler algo... Ellos tenfan sus propios infor- ‘mantes, sin contar con que eran grandes compradores (tiempo atras se habia impugnado el slogan de uno de Tos canales, “esta siempre junto a la noticia”, como propaganda subliminal de la proxidina). Un gran cargamento... O algo mejor: la madre de la droga. Cabezas habia ofdo hablar de la “proxidina en su maximo grado de pureza”, lo que era un lugar comtin muy repetido, pero nunca se habia puesto a pensar en serio en lo que podia ser. Quizds porque era imposible pensarlo. La expresién misma era hiperre~ dundante. Pero la cosa que nombraban estas palabras imposibles era su talisman, lo tnico que, a esta altura, podia librarlo del abrazo mortal de la Jueza. Claro esté que significaba ir a meterse en la boca del lobo. Aunque él contaba con la ventaja de que sa- bia exactamente adénde tenia que ir, y en la confusin que, encima de la lluvia, estaria produciendo la requi- sa, las posibilidades de pasar desapercibido eran casi ideales, parad6jicamente. 152 Su decisién estaba tomada. Se puso de pie, y enton- ces vio a las dos chicas sentadas todavia a su ado, No se habian escapado todavia, esas dos imbéciles? Ma podian serle titles como maniobra de diversiGn, el teléfono celular del bolsillo y lo puso sobre l —Escuchen bien. Cuando pare la lave, sus casas. Pero antes, ahora mism : ido, llamen a la Jueza y diganle que no son mais rehee nes, que estén libres, y que yo me fui al Paraguay y aque me agarre si puede. —Hiizo una pasa y agree: El niimero secreto del celular de la Jueza ve marca slo, apretando el cero, Salié chapoteando, En la vereda la correntada era tan fuerte que casio volte6. Pero llego al auto, se mes 116, lo puso en marcha, y partié apartando las aeuse 2 fuerza de pistén, como un nuevo Moisés, Mejor, Sesacé la mesaz vayanse a 10, no bien yo me haya XU No bien el policia asesino se hubo marchado, Vaness Provocéndole la mayor sorpresa de su amiga que ys abria la boca para empezar a hacer el comentario de log hechos, le pidis silencio con un gesto somero y se vol. vis hacia la mesa donde estaba la parcjta oscuna, toda, i toda- via tomados de la mano, x y silenciosos como dos cosas. 153 —Hoda —dijo, y se corrigié con una mueca, pero sin mas éxito, al contrario: —Godga... logla... —Y al fin le salié: —jHola! —Se disculpé con una sonrisa: los nervios le habian entumecido la lengua. —No te saludé antes para no delatarte a ese loco. :Sabés quién era? gLo ofste? —Seiiora, si —dijo Adelita, pues era ella. Jessica habia dado vuelta la cabeza y habia puesto ungesto de horror escandalizado, como diciendo: “No puedo soportar una sola complicacién mas de la intri- ga”. Quizés estaba expresando un temor justificado. Asi como hay apicultores a los que una sola picadura més de abeja puede matarlos, por la acumulacién de toxinas.en su organismo, aunque una picadura en sé sea casi inofensiva, del mismo modo la mente puede ener un limite de tolerancia a los interrogantes acu- mulados. Vanessa, que por su parte no pedia otra cosa que explicarse, ahora que habia recuperado el uso de la palabra, la sacé de la incertidumbre de inmediato: —Ella trabaja en el tercer piso de tu edificio. Fue ala primera a la que recurri cuando empez6 todo, zno te acordas? ;Site lo conté! La amiga del Pastor... A prop6- sito —agreg6 volviéndos vivamente hacia Adelita—. Te enteraste de que murié? Lo maté ese tipo que estaba con nosotras. Fuimos testigos. —Seitora, si. Lo vi en la television —dijo sefialan- do ala pantalla—. Pero no era amigo mio, Usted me vio una vez caminando con él, pero fue la tinica vez. en mi vida que le hablé. AY qué te dijo? 154 —Sefiora, que er is reyera en Jestis y no sé qué mé Pero no le hice caso, ae Fina wie Ue hiss. Era todo falso, Por suerte al final la verdad siempre sale a luy, Empezar ahablar a habia envalentonado, y queria recuperar el protagnismo perdido a expensis de I \clevisén, Fuca sentarsea a mesa de la par, sepui a de Jessica. Hubo un conato de presentaciones adult tsesiea:mi mejoramiga. Nos vimosaras- tradas las dos en esta aventura, por pura casuslidad —Hola, —Hola —dijo Jessica. —Hola—le dijeronal : al muchacho, que era feticho ay 7 iS insignificante, y no habia abierto la boca, —Eles Alfredo, mi novio. —yAhait, aes ¢Ahsi? Son novios? —dijo Vanessa, en un tono tun tanto paternalista, pensando: “Tal pars cual” —Seiiora,estuvimos un tiempo separados, y volvi- ™mos a encontrarnos esta noche gracias asu hereanee —iMaxil? zL0 conocés? —Seiiora, si Es un santo, maakt" santo —repité al Imad Alfredo, con iccién enmohecida, como si hub a ; como si hubiera pa sin hablar. oem —iLas cosas de Maxi! —

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