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FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEL ESTADO MODERNO Esteban SaRASA SANCHEZ, Universidad de Zaragoza Debo iniciar mi exposici6n advirtiendo previamente de la conciencia y convic- cién de manejar con el titulo anunciado una serie de conceptos que se han conver- tido en categorias histéricas y hasta filoséfico-culturales: fundamentos (medieva- les), Estado y Moderno. Lo primero, fundamentos, eludiendo -para evitar com- promiso alguno- lo que en ocasiones se ha tomado como “orfgenes”, ideas ambas, a mi juicio, distintas, pues fundamentos puede equivaler, y asf lo pretendo ahora, a “precedentes”, 0 proto-actuaciones, mientras que “origenes” nos lleva, en cam- bio, a pre-hechos anteriores a los hechos en s{'. Lo segundo, Estado, admitiendo y "slo que sucede, por ejemplo, con el libro de Joseph R. STRAYER, On the Medieval Origins of the Modern State (Princeton University Press 1970. Traduccién al espaiiol por Editorial Ariel: Sobre los origenes det Estado Moderno, Barcelona, 1981), donde el autor, clésico ya en esta cuestién, aclara al principio que pretende “explicar el modo en que los Estados europeos desa- rrollaron algunas de las instituciones que los convirtieron en tan poderosos instrumentos para organizar y gobernar a una enorme cantidad de hombres”, lo cual podrfa aplicarse a casi todas las épocas y momentos de la historia europea y aun extracuropea, pues se utiliza la expresion cen plural que tiene una connotacién més dispersa y diversa que el singular Estado. O también lo que ocurre con el libro de H. MitTeIs, The State in the Middle Ages (North- Holland/American Elsevier, Amsterdam, Oxford, New York, 975), cuyo subtitulo es A com- parative Constiucional History of Feudal Europe, en el que se aborda una simple historia de los reinos y monarquias feudales del continente. Aunque en ambos casos se utiliza el término Estado en su concepcidn de organizacién politica en sus diversas formas. 487 ESTEBAN SARASA SANCHEZ terciando en la polémica entre los historiadores del derecho, que lo niegan para antes del Estado liberal del siglo XIX, y buena parte, por no decir mayoria, de los historiadores al uso, que utilizan la expresién Estado conscientes de su convencio- nalismo y versatilidad, pero también de su practicidad, al igual que hacen con otros términos aceptados por lo comtin sin rigurosa critica depuradora?. En cuanto a lo de Moderno, aqui las dudas y discrepancias pueden parecer mayores, porque es un concepto fragil, acomodaticio y voluble, y convence més en el anilisis de la cultura que en otras realidades humanas’; aunque en este caso no se entrar en discusién, hablandose de Moderno en relacién con el tiempo his- t6rico inmediatamente posterior, sin solucién de continuidad, al que denomina- mos, también convencionalmente, Edad Media: academicismo tan rotundo como el de Edad Moderna, a la vez que ambos tan huecos y vacfos, en principio, como expresivos después de una catalogacién de hechos y logros propios de cada etapa hist6rica‘. Por otro lado se tiende cada vez més a considerar las continuidades y secuen- cias, y no tanto las rupturas y discontinuidades, porque, en general, las “fracturas” son inviables e incomprensibles, pues se reducirfa la historia a una “paleohistoria” continuada y ciclica, sin contraste ni referencia temporal’. Ello se ve, sobre todo, Plantedndose en primer lugar si el Estado moderno es una categoria historiografica y en segun- do si la organizacién politica de las sociedades bajomedievales desde el siglo XIII, y sobre todo en el XV, implica una “forma de Estado”: teniendo en cuenta que en el siglo XV se da un pre- dominio de la sociedad politica, después de sucesivas etapas precedentes de consistencia de la sociedad militar primero (ss. X-XII) y de emergencia de la sociedad civil después (ss. XIII- XIV) al irse liberando de las dependencias y secuestros de sts derechos por los feudales. En el caso concreto de Espafia el uso del sustantivo Estado para finales del XIV y el siglo XV se aso- cia con et cambio de ta estructura politica en cl marco de la “revolucién trastémara”. Asf, en la baja Edad Media predominars poco a poco la conciencia de pertenecer a un reino por encima de los lazos feudo-vasallsticos, con firmeza en las fronteras politicas y econémicas, en los inte- reses proteccionistas y el desarrollo de las instituciones representativas y participativas. Con lo ‘cual, se justifica el uso del término Estado en los reinos peninsulares hispénicos bajomedieva- les aludiendo al aparato centralizado, la comunidad politica y la idea de soberania, + Jean-Philippe GENET, “L’Etat Moderne: un mod2le opératoire?” (en Genése de I'Etat moder- ‘ne, Bilans et perspectives, Parfs, 1988, Editions du CNRS, Paris 1990, pp. 261-281), parte al res- pecto de una hipétesis inicial: el Estado nace entre 1280 y 1360, cuando enfrentados a guerras incesantes, los reyes y los principes de Occidente pudicron y quisieron llamar la atencién a ‘cuantos residfan en sus tierras para que contribuyeran con sus personas y sus bienes a Ia defen- Ia proteccién de 1a comunidad (p. 261). Para luego incidir en los aspectos conformantes del Estado moderno pero ya desde la Edad Media: el Estado, la guerra y el impuesto, Estado y sociedad, Estado y cultura, y la legitimidad det poder del Estado. tras adjetivaciones homologables pueden ser: preliberal, preindustrial, preestadistico, preca- pitalista, Antiguo Régimen, etc, Arrancando en todos los casos de los siglos bajomedievales. Piénsese en el incierto titulo del libro de Harry A. MiskiMiN, Tie Economy of Early Renaissance Europe, 1300-1460 (Cambridge University Press, 1975, con traduccién espa La economia de Europa en el Alto Renacimiento, 1300 a 1460, Cétedra, Madrid, 1980), que se refiere en realidad en sus contenidos a los siglos que convencionalmente denominamos como baja Edad Media. Pero dicho autor también alude indirectamente a la idea de Estado, aunque sin nombrarla, cuando escribe que: “las crisis econémicas y demogrificas (de la baja Edad Media) permitieron y requirieron una mayor implicacién de los gobiernos en todos los aspec- tos de la vida econdmica, y, simulténeamente, debilitaron a los sectores de Ia sociedad medie- 488 FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEL ESTADO MODERNO en las dos transiciones o traslaciones que afectan al comienzo y final de la Edad Media académica: la de la Antigiedad al Medievo (Romanidad tardfa, Alta Edad Media, transicién del esclavismo al feudalismo, etc.)* y la de éste a la etapa Moderna (crisis del feudalismo, transicién del feudalismo al capitalismo, del auto- ritarismo al absolutismo, Alta Modernidad 0 incluso, entrando de lleno en los siglos XVI y XVII, Antiguo Régimen, etapa pre-estadistica, preindustrial, etc.)’. Por ello quizés la solucién adoptada sea la menos comprometida, y familiar- mente admitida por los medievalistas: ver en los iiltimos siglos, XIV y XV, medie- vales, de grandes transformaciones, alteraciones y cambios, “esos” fundamentos que justificarén después plenamente la idea de un Estado como construccién poli- tico-juridica a partir de una época, la Edad Media, y sin olvidar, por otra parte, que, por ejemplo, el infante castellano don Juan Manuel, en su Libro de los esta- dos, escrito en la primera mitad del siglo XIV (muere su autor en 1348), no se ‘val que habfan limitado la actuacién arbitraria de los principes” (p. 170 de la edicién espaftol Aceste respecto puede verse los capftulos titulados “La otra Edad Media 0 los nuevos tiempos” y “{Baja Edad Media o alta modernidad?” del libro de Esteban Sarasa, Las claves de las cri- sis en la baja Edad Media, 1300-1450 (Planeta, Barcelona, 1991), donde se plantean las diversas interpretaciones y controversias al respecto. * Algunos titulos clarificadores de esta concepcién y de los debates consiguientes son, por ejem- plo: Origins of the medieval world (Stanford University Press, Stanford, California, 1958; tra- duccién por Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1972), de William Caroll Bark; The World of Late Antiquity (Thames and Hudson Ltd., Londres, 1971; trad. El mundo en la Antigtiedad tardia. De Marco Aurelio a Mahoma, Taurus, Madrid, 1989), de Peter BRowN; La transici6n del escla- vismo al feudalismo (Akal Editor, 1975, Madrid), de Marc BLOCH y otros autores, con prélogo de Alberto Manuel Prieto Arciniega; o més recientemente La mutation de Yan mil (Fayard, Parts, 1989; trad. La revolucién del aito mil, Ed, Critica, Barcelona, 1991), de Guy Bots, autor que advierte al principio los tres objetivos que pretende: 1. “La problemdtica adoptada se enfrenta radicalmente a las probleméticas dominantes. No se opone a ninguna concepcin par- ticular en concreto, sino a un proceder de conjunto y a sus conceptos bésicos. Rechaza la nocién de Edad Media y no se ve en Ia de sociedad feudal ningén logro cientifico, sino un obje- to que todavia esta por identificar. En fin, nuestra problemética quiere vincular los problemas de dindmica social a esta voluntad de identificacién. 2. La investigaci6n gira en torno a la géne- sis de la sociedad feudal, con la esperanza de que el examen del proceso arroje alguna luz sobre las estructuras de dicha sociedad. El proyecto se ha enfocado deliberadamente sobre el siglo X, para situarnos asf en la vispera de unas transformaciones decisivas cuyo aleance y sig nificacién debemos sopesar. 3. El método escogido responde a una apuesta: la de la microhis- toria, Dado que habja que diagnosticar el estado de un tejido social, era imperativamente necesario evar la investigacién lo mas lejos posible, y por consiguiente reducir al maximo el campo de observacién... Si se produjeron cambios esenciales entre las épocas antigua y feudal. {No conviene buscarlos ante todo a ras de aldea? (pp. 16-17 de Ia ed. espafola). > Otro tanto sucede con titulos como: Europa 1400. Die krise des Spétminelalters (Ernst Klett Verlage GmbH u. Co. KG, Stuttgart, 1984; trad. Europa 1400, La crisis de la baja Edad Media, Critica, Barcelona, 1993), de Ferdinand Seip y Winfried EDERHARD, editores; Automne due Moyen Age ou printemps des temps nouveaux? (Aubier, Paris, 1986), de Philippe WoLFF: The transition from feudalism to capitalism (Science and Society, New York, 1967; trad. por Artiach Ed., Madrid, 1972, en tercera edicién), de Maurice Dons y otros autores; Class conflict and the crisis of feudalism (The Hambledon Press, Londres, 1985; trad. Conflicto de clases y crisis del feudalismo, Critica, Barcelona, 1988), de Rodney Hivtow; 0 Las claves de las crisis en la baja Edad Media, 1300-1450 (Planeta, Barcelona, 1991), de Esteban SARASA 0 el libro de MiskIMIN ya citado, como el anterior, en la nota 5. 489 ESTEBAN SARASA SANCHEZ refiere a lo que luego se entenderd como realidades politico-juridicas, sino a las categorias sociales (estados) propias de su tiempo". Lo cual despeja, creo yo, cual- quier incégnita y recelo al respecto, pues, ademés, sobre la idea de Estado se ha escrito mucho y controvertidamente, y ello me lleva a recomendar algunos titulos sefialados’. Al igual que hago respecto a las obras recientes que utilizan, sin amba- ge ni empacho alguno, la categorfa unificada de Estado Moderno; remontandose, eso si, a realidades, situaciones y estructuras desde la Edad Media”. Sin insistir, pues, en el deslizante terreno de las categorias hist6ricas ¢ histo- riograficas, que por lo general encorsetan innecesariamente, vamos directamente a escudrifiar en los siglos XIV y XV aquellos rasgos que definirdn, en su mayor desarrollo, el Estado de las monarqufas absolutas, o de los principes absolutos en sus diversos rangos, de los siglos posteriores"; recordando con reservas que para * Edicion de Tan R. MACPHERSON y Robert B. TATE (Clasicos Castalia 192, Madris libro compuso don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel, Adelantado Mayor de la frontera et del regno de Murcia et fabla de las leyes et de los estados en que biven los omnes, et a (tiene) nonbre el Libro del infante 0 el Libro de los estados, et es puesto en dos libros: el primero libro fabla de los legos et el segundo fabla de los estados de los clérigos”. Los editores mencionados, en ta expresién estados anotan a pie de pagina: “estados: la condiciOn, clase 0 funcién social de una persona, su profesiGn o su oficio. Comp. status hominem tanto quiere decir en romance como el estado, la condicién, o la manera en que los homes viven o estén” (Partidas, 1V, tt. 23, ley 1). En efecto. Aparte de los mencionados en la nota 1, cabe citar también los siguientes: El Estado en la Edad Media, de René Fépou (Edaf, Madrid, 1977; ed. francesa original por P.U.F.): L’Etat moderne: genese, editado por Jean-Philippe GeNer, Editions de CNRS, Paris, 1990; Evat et Eglise dans la genese de L’Etat Moderne, obra preparada por GENET y Bernard VINCENT, Bibliotheque de la Casa de Velézquez, Madrid, 1986; L"Erat Moderne: le droit, espace et les formes de Etat, por Genet y Noél CouLet, CNRS, Paris, 1990; La ville, la bourgeoisie et la sgenése de l’Etat moderne (VII-XVII siécles), por GENET y Neithard BuLst, CNRS, Paris, 1988; © Représentation, pouvoir et royauté @ la fin du Moyen Aye, edicién de Jéel BLANCHARD, Picard, Paris, 1995. Obras todas ellas colectivas con aportaciones de varios autores. Asimismo cabe afadir otras dos obras colectivas recientes: Prosopographie et genese de Etat Moderne, Collection de I'Ecole Normale Supérieure de Jeunes Filles, ntimero 30, Paris, 1986; y Les princes et le pouvoir au Moyen Age, Société des Historiens Médiévistes de I'énseignement Suptrieur Public, Publications de la Sorbonne, Parfs, 1993. También es destacable el libro coordinado por Nilda GuGLieLM! y Adeline Rucouor, El dis- curso politico en la Edad Media, Programa de Investigaciones Medievales, Conicit y CNRS, Buenos Aires-Paris, 1995. Y para el caso especifico de Espafta aportamos estos tres titulos: Le premier age de l’Etat en Espagne, 1450-1700, coordinado por Christian HERMANN, CNRS, Paris, 1989; y dirigidos por Adeline Rucquot, Realidades e imagenes del poder. Espana a fines de la Edad Media y Genése médiévale de Etat Moderne: ta Castille et la Navarre, 1250-1370 (editorial Ambito, Valladolid, 1988 y 1987, respectivamente).. Por ejemplo: “Al término de la Edad Media predomina en Occidente una determinada forma de estructura politica que hoy, en general, se suele considerar como originaria del denominado Estado moderno. ,Hasta qué punto ese Estado moderno vino definido por aportaciones de origen eclesiéstico? {Hasta qué punto una componente de esc Estado moderno consistié en configurar un cierto tipo de Iglesia?” (José Manuel Nieto Sorta, “Iglesia y origenes del Estado moderno en la Castilla Trastémara”, en Espacio, Tiempo y Forma, s. Ill, Historia Medieval, t. 4, 1991, pp. 137-160). “Es preciso, ante todo, poner en relacién la dinémica bajomedieval del poder monérquico con las transformaciones fiseales, admitiendo la hipdtesis de que entre Alfonso X y los Reyes 490 FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEL ESTADO MODERNO una autoridad como la de Strayer, el “Estado Moderno” serfa, en todo caso, una de las formas estatales dentro de una Historia de los Estados en la cual encontra- ramos otro u otros “Estados Medievales” (Carolingio, Ot6nida, Imperial, Feudal, etc.) que serian los origenes, en el caso de dicho autor, del Estado Moderno". Y considerando, sin embargo, que precisamente ~como apunta Salustiano de Dios- “la pugna entre el Papado y el Imperio durante los siglos de la plenitud medieval (X-XIID, reflejada en la ensefianza del “ius commune” en las Universidades, suministr6 buenos materiales para la justificacién de la creacién de los reinos con independencia de ambas potestades’ EI paso del predominio de los Imperios 0 potestades universales, como el Germénico y el Pontificio (también el Bizantino o romano-oriental), a los “Estados principescos” (monarquias, ducados, sefiorfas, etc.) se dio precisamente a partir del siglo XIII, cuando aquellos, los Imperios, declinaron en su proteccién, direccién y encabezamiento universal, y éstos (los “Estados principescos”) fueron transformandose de monarquias feudales en monarquias nacionales"; en un paso inverso al de la América Hispana, por ejemplo, donde se pas6 a través de la con- quista, colonizacién e independencia, primero de los Imperios a los estados y des- pués de éstos a los nacionales o naciones"; cuando en Europa, comunidades dife- rentes en cuanto a la lengua, la religin o la historia, pugnaron por la creacién del Estado-nacién correspondiente". Cat6licos hay un tiempo hist6rico homogéneo durante el que se han puesto las bases y se han desarrollado los elementos doctrinales ¢ institucionales de un poder politico regio que hoy lla- mariamos estatal -considerando al Estado como forma politica no de una manera fija, 0 tal ‘como hoy es, sino como un proceso de construccién a lo largo de varios siglos-, y se ha produ- cido una relacién de fuerzas entre monarquia y sociedad politica que favorecié y permitis tanto el desarrollo del absolutismo regio como la consolidacién del poder social -y de la participa- ‘in politica de Ia alta nobleza seftorial y de la pequefia aristocracia urbana que se renuevan y desarrollan ampliamente durante la baja Edad Media” (Miguel Angel Ladero, “Fiscalidad regia y génesis del Estado en la Corona de Castilla, 1252-1504", en Espacio, Tiempo y Forma, ibfdem, pp. 95-135). © Siendo la siltima fase de la evolucién el Estado soberano: “En 1300 era evidente que la forma Politica dominante en Ia Europa occidental iba a ser el Estado soberano. El Imperio universal ‘nunca habfa pasado de ser un sueio; la Iglesia universal debia admitir que la defensa del Estado individual tenfa precedencia sobre las libertades eclesiésticas o los reclamos de la comunidad cristiana, La lealtad al Estado era mds fuerte que ninguna otra, y para unos pocos (en su mayo- ria funcionarios del gobierno) iba adquiriendo algunos de los rasgos del patriotismo” (recoge STRAYER en la p. 79 de su libro en edicién castellana Sobre los origenes medievales del Estado ‘modero, ya mencionado, y citando a Kantorowick en sus Dos cuerpos del rey). “EI Estado moderno, ;un cadaver historiogrifico?” (en Realidad e imagenes del poder, citado en la nota 9, p. 395). “ Méximo Diaco, El Imperio en ta Europa Medieval, Cuadernos de Historia Arco/Libros, S. L. Madrid. 1996, Antonio ANNINO, Luis CastRo Letva y Frangois-Xavier Guerra, De los Imperios a las Naciones: Iberoamérica, Iercaja, Obra Cultural, Zaragoza, 1994. * Bernard GuENGE, L'occident aux XIV et XV siécles, Les Etats, P.U.F., col. Nouvel Clio, t. 22, Paris, 1971 (traduccién en Labor, Barcelona, 1972). 491 ESTEBAN SARASA SANCHEZ Sin rechazar, por tanto, las opiniones de quienes insisten en la inconveniencia de aplicar el término Estado a las realidades politicas, sociales y econdmicas pre- capitalistas, y recordando a este propésito que también se habla de “capitalismo mercantil” para la etapa medieval, “financiero” para la moderna e “industrial” para la contemporénea”, apunto, a continuacién, la versién de Miguel Angel Ladero al respecto sobre la idea de J. A. Maravall: “el Estado, esa organizacién juridicamente establecida, objetiva y duradera, con un poder supremo indepen- diente en su esfera de cualquier otro, ejerciéndose sobre un grupo humano deter- minado y diferenciado de los demés para la consecucién de unos fines de orden natural”; 0, en frase de Strayer, “un espacio auténomo y diferenciado, dotado de una legitimidad propia frente a otras formas de poder”. Porque, para Ladero, “la monarquia fue la institucién creadora del Estado” (lo que sucedié en Espafia desde el siglo XIII), y, a lo largo del siglo XV, “se habfa consolidado un doble proceso: por una parte, el paso paulatino de la supre- macfa personal-dindstica a la soberania publica, ejercidas una y otra por el rey; por otra, la conversién de otros poderes, antafio superiores, aut6nomos o subordi- nados -Iglesia, aristocracia sefiorial, concejos, respectivamente- en poderes con- cordados 0 integrados en el edificio politico de la monarquia, que no era s6lo una forma de gobierno, sino también una forma de Estado en cuyo seno se ordenaban y jerarquizaban todos los poderes, tanto institucionales como fécticos, y se ali- mentaba la conciencia de identidad patria, con interpretaciones del pasado y pro- yectos del presente, asi como su proyeccién comtin hacia el resto de la cristiandad europea y hacia los mundos exteriores a ella”. Una forma de Estado, la monarqufa, se puede afiadir. Pero hay otras formas de Estado que encontramos en los siglos bajomedievales. De ahi la necesidad de reconstruir una “archeologia medievale della parola Stato”, como hace Tenenti®. En efecto, si, como escribe Ladero, “las formas de acceso a la organizacién politica estatal han sido diversas, y a veces lejanas en el tiempo, para los diversos pueblos y territorios europeos, y que, en realidad, nos hallamos ante procesos que duran siglos més que ante actos fundacionales de una vez por todas”, Tenenti reconoce como punto de partida que en la Edad Media la palabra Estado es extrafia en la lengua corriente®, para lo cual recuerda a Egidio Forcellini, quien * 0, por ejemplo, lo sugerido por Peter Kriepre en su libro Spaifeudalismus und handelskapital, Grundlinien der Europaischen wirtschaftsgeschichte vom 16. bis zum ausgang des 18. Jahrhunderis, Gottingen, 1980 (traduccién castellana, Feudalismo tardio y capital mercantil, Critica, Barcelona, 1982). ™ Fernando If de Aragén, el Rey Catélico. “El Estado” (en Fernando II de Aragon. El Rey Catolico, presentacién y coordinacién por Esteban SARASA, Institucin Fernando el Catélico, Zaragoza, 1996), p. 12. ” Thfdem. biden. » Alberto TeNeNTI, Siato: un‘idea, una logica. Dal comune italiano all'assolutismo francese, Mulino, Bologna, 1987. ® Fernando HI de Aragén, el Rey Catdlico. El Estado, p. 11. » “Archeologia medievale della parola Stato”, en la obra citada en la nota 21, p. 15. 492 FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEI ESTADO MODERNO en Totius latinitatis lexicon enuncia el término como “Status frequentissime poni- tur pro modo, quo quaeque res aut persona, stat, conditione, qualitate fortunae, loco, ordine”™, recordando a Cicerén, Séneca, Ovidio o Tito Livio. Cuando esa res de Forcellini se refiere a una civitas aparece ya un significado politico, al menos en sentido lato*. Asi el término Estado (Status) se identifica con res publica desde la latinidad clasica hasta el siglo XIIF*, y luego perdura en el bajo medievo, con una frecuencia cada vez mayor en su uso, adjetivandolo: salu- bre, magnifico, seguro, sélido, perpetuo”... Por lo que hay, pues, una idea pre 0 para-politica del Estado (“estado del mundo, estados de la cristiandad, etc.”)™, ast como una aparici6n del “estado” en el interior de los grupos, no a modo de adjeti- vo, sino como un valor propio”. Ahora bien, desde la perspectiva juridica, el Estado se trata también como persona juridica y centro imputador de normas (tal y como en 1776 lo postulé el Congreso de Filadelfia, cuando las colonias libres se unfan por derecho en un Estado), de suerte que anteriormente al Estado liberal se trataba de personas fisi- cas que gobernaron por herencia con dinastias o casas (de Austria, Borgofia, Valois, etc.); a veces combinando el cardcter universalista de la monarquia hisp nica, por ejemplo, del XVI, con la heterogeneidad de administraciones en el nacionalismo aragonés, catalén o castellano”. Afiadamos a estas reflexiones precedentes la consideracién del Estado como una parte importante del legado de la Edad Media desde el punto de vista politi- co, puesto que las ideas e instituciones politicas de la Europa de la actualidad no se pueden entender si prescindimos de sus origenes medievales, como suscribe Julio Valdeén™. Y sin presuponer una sucesi6n lineal que partiendo del Medievo desemboque en la contemporaneidad, hay que reconocer que !a propia % Tercera edici6n a cargo de G. Furlanetto, Prato, 1871, 1. V,n. 627. Tener, obra citada, p. 15. Ibidem. p. 16. > Ibidem, p. 23. Ibfdem, p. 24. Ib{dem, p. 25. * Ver en esta linea el trabajo de Jestis Lat ‘Depuracién hist6rica del concepto de Estado” (en El Estado Espanol en su dimensién histérica, PPU, Barcelona, 1984. pp. 17-58). y en el que bajo el epigrafe a utilizacién indiscriminada del término Estado, advierte que: “a lo largo de su obra, ha eludido aplicar el término Estado a cualquier otra estructura politica que no sea la de los siglos XIX y XX. Ello se refleja en sus Manuales de Historia del Derecho espaiiol, en los ie6 de reinos y condados a las estructuras politicas medievales; Monarquia Universal a la de los Austrias y Monarquia absoluta a la de los Borbones del siglo XVIII, reservando la de Estado liberal para la denominada edad contemporinea”. Recordando a este propésito que un autor como Bartolomé Clavero (en “Institucién, politica y Derecho: acerca del concept histo- riogrifico de Estado moderno”, Revista de Estudios Politicos, nim. 19, Madrid, 1981), afirma que en el caso del Estado moderno habia existide una aplicacién retroactiva interesada, en el sentido de aplicar el concepto a estructuras anteriores al momento de utilizacion adecuada del mismo. * “BI legado de la Edad Media desde el punto de vista politico: ideas ¢ instituciones” (en Legados del mundo medieval, Institucién Fernando el Catdlico, Zaragoza. 1987. pp. 11-19). 493 ESTEBAN SARASA SANCHEZ Comunidad europea ha vuelto su mirada, impropiamente sin embargo, hasta los tiempos carolingios. Coincidiendo en parte con la préctica juridica del Estado, a la que nos referfa- mos anteriormente, Valdeén recoge que “el instrumento del Estado era la Ley, la cual, en Aristételes, se definfa como la voluntad articulada de la naturaleza expre- sada por todos los ciudadanos. El ciudadano tenfa, por tanto, el derecho a partici- par en la formulacién de la Ley, 0 lo que es lo mismo, en el gobierno del Estado”®. Con la recuperacién del Aristotelismo en la plena Edad Media (siglos XII- XIII) se erigié la defensa argumental de la teoria ascendente del poder, sanciona- da por Marsilio de Padua en su Defensor Pacis de 1324. Y “el mundo medieval habfa generado, desde el punto de vista de las ideas politicas, una concepcién revolucionaria, que vefa en el pueblo la base del poder y que estaba arropada con la idea de representacién para quienes detentaban cargos de gobierno. Siendo sorprendente que dicha teoria hubiese nacido como desarrollo previsible de po: tulados que figuraban en el tomismo, es decir, la filosoffa por excelencia del cri tianismo”™. Pero, en esta defensa argumental, observamos no obstante que la génesis del Estado moderno, visible en las monarquias del occidente de Europa -advierte el autor indicado- era igualmente el preémbulo del absolutismo regio del continen- te europeo post-medieval, contradiciendo la teoria del poder ascendente*. Ese proceso de construccién del Estado moderno desde la Edad Media se reforzé en los siglos XIV y XV, cuando los estados nacionales salieron airosos de las calamidades y crisis del XIV y de la politizacién de la sociedad y de la econo- mia entre el XV y el XVI, entre el proteccionismo mercantilista y el sistema eco- nomia-mundo de la apertura atléntica y americana, a partir del XVI". Pero acudamos ahora a algunos especialistas de la ciencia politica de la Edad Media, y entre ellos al mencionado en un principio, J. R. Strayer, para quien el Estado moderno surge en la Europa de los siglos XII al XVII, cuando se dieron las condiciones para la construccién de los estados modernos, puesto que fueron apareciendo entidades politicas estables en lo espacial y en lo temporal, se forma- ron instituciones impersonales y permanentes en lo financiero, lo administrativo y judicial. Todo ello sobre algo que fue cambiando progresivamente: la sustitucién de la idea de lealtad a la familia, a la comunidad o a la Iglesia por la lealtad hacia los soberanos y el Estado que encarnaban™. Asf, los estados politico-territoriales formados en la Edad Media europea (Francia, Inglaterra, Castilla, Arag6n, Portugal, etc.) trasladaron el modelo euro- * Ibidem, p. 13. * Tbidem, p. 15, * Tbidem, p. 17, Immanuel WALLERSTEIN, The modern World-System. Capitalist agriculture and the origins of the European world-economy in the sixteenth century (Academic Press, Inc., New York; trad. El moderno sistema mundial, Siglo XI de Espaiia Editores, Madrid, 1979). * Como apunta Valderén, obra citada, p. 16. 494 FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEL ESTADO MODERNO peo al resto del mundo. Pero fue en la Edad Media cuando Tomas de Aquino empez6 a diferenciar con claridad el régimen politico basado en la plenitud de los poderes del soberano, o “regimen regale”, y el sistema justificado por la sujecién de los poderes del gobernante a las leyes del Estado, o “regimen politicum””. Confirmando lo que W. Ullmann habia defendido sobre el hecho de que las ideas gubernamentales y politicas dominantes en la época medieval habrian dado lugar al modelo politico posterior; en un proceso diferente al producido en otros mun- dos més orientales, incluido el islamico™. De cualquier forma no se trata de un juego de palabras ni de una mera refle~ xi6n tedrica para justificar o validar la etapa medieval europea en todo su valor; aunque no cabe la menor duda que las continuidades histéricas han prevalecido, en muchas ocasiones, sobre las rupturas, tal y como sucede entre lo que académi- ca y convencionalmente llamamos Edad Media y Edad Moderna, o al menos entre los siglos XIV y XVIII. Por ello parece que resulta més correcto hablar de “fundamentos medievales del Estado moderno” que de “origenes medievales de! Estado modern”, pues los fundamentos del nuevo Estado se encuentran en los precedentes medievales a modo de proto-Estado y no tanto de pre-Estado. Analicemos entonces esos rasgos o fundamentos medievales de dicho Estado moderno a través de algunas realidades constatables en el espacio y en el tiempo como sujetos de andlisis y objetos de atencién y reflexién préctica que compense el acaso excesivo y diletante juego dialéctico sobre la cuestion. ‘Anotemos en principio que ~como escribe Alberto Tenenti- “en el transcurso del siglo XV, y de manera més acusada que en el X1V, las monarquias (y también estados como Florencia, Venecia o Milén) tuvieron que afrontar tareas cada vez més gravosas desde los puntos de vista tanto militar como financiero, estrecha- mente relacionados entre sf. Las guerras originaron crecientes dispendios, pero no existia prcticamente ningiin freno que impidiera su continuo sucederse. También faltaban instrumentos adecuados para calcular los ingresos y los gastos; a finales de la Edad Media, la potencia de un soberano seguia dependiendo de la impor- tancia de su dominio directo. Existia ya el recurso al crédito piblico, pero al norte de los Alpes se trataba exclusivamente de préstamos a corto plazo, reembolsables a los pocos meses 0, todo lo ms, al afio 0 a los dos afios™”. Esas son dos realidades constatables en el espacio y en el tiempo que definen algunos fundamentos medievales del Estado moderno, porque las guerras casi permanentes (de conquista, hegemonia o imperialismo) requirieron una financia- » Tidem, p. 14. “Walter ULLMANN, A History of Political Thought. The Middle Ages (Penguin Books, England, 1965; trad. Historia del pensamiento politico en la Edad Media, Ariel, Barcelona, 1983): ¥ Bernard Lewis, The Political Language of Islam (The University of Chicago, Mlinois, 1988; trad. Taurus Humanidades, Madrid, 1990). » Alberto TENENTI, La formazione del mondo moderno, XIX-XVII secolo (Societa editrice il Mulino, Bolonia, 1980; trad. La formacién del mundo moderno, Critica, Barcelona, 1985), p. 125 de la edicién castellana. 495 ESTEBAN SARASA SANCHEZ ci6n continuada a través de una fiscalidad organizada y resueltamente eficaz; y un ejército permanente, una administracién responsable y una fiscalidad rentable son tres puntales del Estado moderno en Europa. Sobre estos presupuestos, Miguel Angel Ladero formula su planteamiento peninsular ibérico al desarrollar en un reciente trabajo la génesis del Estado en los reinos hispanicos medievales entre 1250 y 1450°, iniciando su argumentacién recordando que “la crisis social y cultural que sacudié a Europa desde el tiltimo cuarto del siglo XIII hasta mediados del XV corresponde a grandes rasgos, en el plano politico a la constitucién del Estado de los érdenes (Estado estamental) y, en algunas regiones, a los primeros desarrollos del Estado moderno, segiin una terminologfa que, por tradicional que sea, no deja de tener su valor. En toda Europa occidental el poder politico encuentra su céracter puiblico y su autonomfa frente a otras formas de poder. En las monarquias fue asumido en lo esencial por la Corona, bien en provecho del soberano o bien en el de los érganos politicos donde se combinaban las aspiraciones de aquél y de los grupos sociales dominan- tes, que controlaban, desde fuera de él, algunas parcelas de poder institucional. El ejercicio del poder toms pues, segiin los casos, formas autoritarias, absolutistas 0 pactistas, y todas concurrieron eficazmente a la restauracidn y la renovacién del sistema social en conjunto, pero ofreciendo posibilidades diferentes al despliegue de formas modernas de un Estado en el que la politica vendria a ser, cada vez més. netamente, un espacio auténomo y diferenciado, dotado de una legitimidad pro- (segiin Strayer). Parece que fueron las soluciones autoritarias del tipo francés las que abrieron las mayores perspectivas en este dominio a lo largo de los siglos. siguientes, pero no hay que olvidar que Inglaterra, de predominio pactista, desemboe6, con mayor fuerza que Francia, en formas modernas del Estado. No s6lo estuvo en juego la politica, sino que también el pasado histérico y la evolu- cién social de ambos reinos concurrieron también en la explicacién del hecho”. El ejemplo ibérico peninsular e hispdnico ofrece mayor diversidad, pues si, como apunta Ladero, la Corona de Castilla se encaminé hacia una férmula en la que el poder monarquico era més fuerte, segiin su particular herencia histérica, en la Corona de Aragén y en Navarra se establecieron modelos pactistas. Si bien en ambos casos los procesos de creacién y maduracién de las instituciones de gobier- no es comparable y en ambos se presenta el mismo problema: el de la articulacién del poder real con los poderes eclesidsticos, locales y sefioriales en el interior de las nuevas formas estatales*. Asi, tras un seguimiento de las diversas etapas hispdnicas en la evolucién poli- tica (transicién, 1275-1325; maduracién, 1325-1390, y las convergencias del XV), y la consideracién de los fundamentos del orden politico (la organizacién politica de la sociedad, la Corona, el sistema juridico)", se pasa a considerar las “institu- © “La gentse de Etat dans les royaumes hispaniques médiévaux, 1250-1450" (en Le premier age de I Etat en Espagne, 1450-1700, CNRS, Paris, 1989, pags. 9-65). “Obra citada. p. 9. © Bbidem. p. 10. * bfdem, pp. 11-32. 496 FUNDAMENTOS MEDIEVALES DEL ESTADO MODERNO ciones y los instrumentos de gobierno™: la Casa real y la corte, el Consejo real, la administracin real a nivel local; y, después, coincidiendo con lo anotado por Tenenti, las finanzas reales, sus recursos y gestion de los mismos, y la capacidad militar. Soportes estos dltimos del Estado moderno pero encontrados ya en Europa desde la Edad Media; al menos en la Europa de los reinos nacionales y de los estados mondrquicos. Sélo faltaria el complemento de las formas parlamentarias, Cortes y Estados Nacionales para diseminar las capacidades de gobierno y administracién del Estado en la Edad Media y de los fundamentos del Estado moderno en dicha poca europea, pero dicha cuestiGn abriria en el debate otra linea de andlisis que no es la de ahora, con toda su importancia y repercusiones posteriores. Por tanto, y para finalizar, recogemos algunas de las conclusiones de Ladero a su génesis del Estado en los reinos hispénicos medievales:“ no se entiende el Estado moderno en Espafia a partir de los Reyes Catélicos sin los precedentes medievales que fueron construyendo los elementos de una teoria de la Corona, una imagen del rey, una concepcién del reino como comunidad natural, bajo la forma juridica y legislativa correspondiente en cada caso, con perduracion hasta el final del Antiguo Régimen. Lo que justifica, en definitiva, la coincidencia de teéricos y practicos del Estado medieval europeo o hispdnico en la apreciacién de formas, formulas, ins- trumentos y mentalidades encontradas en los siglos bajomedievales y que susten- tardn después la materialidad y eficacia del Estado moderno por encima de con- creciones y diferencias entre unos estados y otros. Lo cual nos Hlevaria a la postre a la pregunta que se hace Francoise Autrand y que resuelve afirmativamente con todas las consecuencias, si bien quedéndose todavia en la superficie del problema: {Es posible una prosopograffa del Estado medieval?“ Y afiadirfamos recordando otra pregunta lanzada casi simulténea- mente por Salustiano de Dios: El Estado moderno, jes un cadaver historiografi- c0?”. O, parafraseando otra vez mas a Strayer, ,el Estado moderno serfa una de las formas estatales de la historia de los Estados?*, Pues bien, el mismo Salustiano de Dios afirma a este propésito que: “a su entender, pero lejos de encontrarse en una postura cerrada, ante la potencia de los argumentos en contra, cree que en Castilla se dieron las condiciones suficien- tes para poder hablar de Estado a partir de las tiltimas décadas del siglo XV, sin abusos del lenguaje ni proyecciones historiogréficas deformantes de ningun tipo. Habiendo mediado un cambio de estructuras politicas, que no exactamente soci les, desde una situacién de prevalentes relaciones feudovasalliticas a otra de cen- “~ Ibidem, pp. 32-46. “ Tbidem. pp. 64-65, * En Prosopographie et genése de 'Etat Moderne, Collection de I'Ecole Normale Supérieure de Jeunes Filles, n. 30, Paris, 1986, pp. 13-18. © En Realidad e imdgenes del poder. Espaita a fines de la Edad Media (Coordinacién por Adeline Rucouor), Ambito, Valladolid, 1988, pp. 389-408. “Sobre los origenes medievales del Estado moderno, trad. en Ariel, Barcelona, 1981. 497 ESTEBAN SARASA SANCHEZ tralizacién absolutista mas desarrollada. Siempre dentro del mismo orden social feudo-sefiorial, generado en la crisis del mundo antiguo esclavista y abolido con el triunfo de la revolucién burguesa””. Quizés se trate, después de lo visto hasta ahora, de un deslizamiento prosopogré- fico o de una visi6n historicista y hasta economicista de los largos procesos histéricos entre transiciones o transformaciones. Porque, como escribe asimismo Salustiano de Dios més adelante, “Ia existencia de una fuerte centralizacién cortesana, con la crea- ci6n de un conjunto de instituciones de gobierno y justicia, capaz de aplicar el nuevo derecho, tan distinto del antiguo de la tierra”, nos lleva directamente a lo manifes- tado por Ladero en el mismo sentido, como se ha visto anteriormente. Pero acaso nos encontremos con la excepcién de un historiador del derecho que se rebela contra las opiniones diversas de otros historiadores", también del derecho®, que rechazan la legitimidad del uso del término Estado para las formas politicas medievales y protomodernas, por lo que se aproxima a las “permisiones” y “licencias” adoptadas sin trauma por los historiadores propiamente dichos que aplican el vocablo a cuantas “realidades politicas organizadas y responsables” se dieron en el periodo medieval, especialmente en los siglos XIII al XV. Pues, tal y como suscribe el historiador de! derecho antedicho, “parece que todavia seria posible, y conveniente cientificamente, continuar llamando Estado a las organiza- ciones politicas que se desenvolvieron en la iiltima y larga etapa de la sociedad feudal..., siendo preferible por sus connotaciones juridico-politicas la denomina- cién de Estado absoluto, o absolutista, a la de Estado moderno™®. Pero me temo que con ello abririamos otros frentes de polémica sobre la base de resolver una doble cuestién, que ahora no se pretende, desde luego: ;Cudndo acaba la sociedad feudal? ;Qué es el Estado absoluto y el absolutismo?*. © Salustiano DE Dios, obra citada, p. 393. * Tbidem, p. 394. * Como P. Ferndndez Albaladejo, que ~recoge De Dios- “piensa que fue la sacralidad eclesial lo que impidié que la Monarqufa Catélica Hispana pudiese evolucionar hacia un auténtico Estado” (“Iglesia y configuracién del poder en la monarquia catélica, siglos XV-XVII", en Etat ct Eglise dans la genése de I'Etat Moderne, Casa de Velézque2, Madrid, 1986, pp. 209-216). “Clavero se niega a admitir conceptos como el de Estado o monarqufa absoluta aplicados a la sociedad sefiorial desarrollada de los siglos XVI a XVIII. Desde el primero, por el peligro que pudiera entrafiar para el conocimiento hist6rico si con semejantes términos se pretende indicar la existencia de dos perfodos cronoldgicos sucesivos y sustancialmente diferenciados; uno ante- rior y otto posterior a los términos que niega. Muy sagazmente trafdo a colacién por Clavero, ante Ia frecuente representacién del Estado moderno como la nueva forma de organizacién polftica que corresponderfa a una no menos nueva clase social: la burguesia 0 capital desde caracteres propios del Estado liberal, asf los de racionalidad, legalidad o gener: (Salustiano De Dios, obra citada, pp. 399-400). © Obra citada, p. 402. Entre la numerosa bibliograffa al respecto, seftalamos para el primer caso el libro conjunto La abolicién del feudalismo en el mundo occidental (Siglo XX1, Madrid, 1979, con prélogo de Govecuor; trad. de la edicién original francesa de 1971); y para el segundo el de Perry ANDERSON, El estado absoluista (Siglo XXI, Madrid, 1989; trad. de la edicin original inglesa de 1987). 498

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