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MARIO A. LOPEZ OSORNIO TRENZAS GAUCHAS SEGUIDO DE: EL CUARTO DE LASSOGAS y AL TRANCO Titulo: TRENZAS GAUCHAS, seguido de EL CUARTO DE LAS SOGAS y AL TRANCO Autor: MARIO.A. LOPEZ OSORNIO © Editorial Hemisferio Sur $.A. en coedicin con LIBROS DE HISPANOAMERICA 2009, 28. Reimpresién Reservados todos los derechos de la presente edicién para todos los paises. Este libro no se podra reproducir total-o parcialmente por ningtin método grafico, electrénico, mecdnico o cualquier otro, incluyendo los sistemas de fotocopia y fotoduplicacién, registro magnetofénico o de alimentacién de datos, sin expreso consentimiento de la Editorial. IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA Hecho el depésito que prevé la ley 11.723 EDITORIAL HEMISFERIO SUR S.A. Pasteur 743 - 1028 Buenos Aires - Argentina Telefax: (54-11) 4952-8454 informe@hemisferiosur.com.ar www.hemisferiosur.com.ar ISBN 978-950-504-355-2 - Editorial Hemisferio Sur S.A. MARIO A. LOPEZ OSORNIO LIBROS DE __ HISPANOAMERICA TRENZAS GAUCHAS SEGUIDO DE EL CUARTO DE LAS SOGAS Y AL TRANCO Wemisrenio sua HEMISFERIO SUR 1934 . 1935. 1987 « . Al Tranco. Premio Regional de la Comisién Nacio- 1938 1939 . 1939 . 1941 . 1941. 1942 . 1942 . . Teatro de Titeres (Optisculo con dramas histéricos 1942 1942 . 1942 . 1944. 1945 . 1946 . . Cuentos de ayer. 1950 . 1950 . 1949 Obras de Mario A. Lépez Osornio Trenzas Gauchas. Premio Regional de la Comisién Nacional de Cultura, 1936. El cuarto de las sogas. Premio Regional de la Comisién Nacional de Cultura. Albardones. Cuentos. nal de Cultura. Un poblador de Monsalvo (Biografia novelada). Monografia sobre el Lazo. Premio Regional de la Comisién Nacional de Cultura, 1940. Las boleadoras (Monografia). Mamaita (Drama histérico). Paraderos Querandies. Fundacién del Pueblo de General Lamadrid (Folleto). en miniatura). Esgrima Criolla. Viviendas en La Pampa. Oro Nativo (Tradiciones bonaerenses, poesia popu- lar y antologia del payador en la pampa). Habla gauchesca. Punta de rieles (Novela costumbrista). Amansados (Novela costumbrista). Don Clemente Lépez (Vida del abuelo de Rosas). INTRODUCCION —Y, como V’iba diciendo, exclamé el viejo Jacinto Nieves, dende los catorce afios que gtiérfano risulté por causa de un malén de los indios y su finadito agiielo (Dios tenga en su santa gloria), me recogié, hasta el presiente, he estao al servicio de su familia. Primero como cebador de mates p’al patrén y endespués como peon de campo me yevaron una punta’e afios, sin mas aspiraciones que cumplir con mi deber y pasar los ratos de ocio repartidos por partes iguales, entre mis dos afi- ciones predilectas, la de tocar la guitarra que sacaba del juicio a las chinitas de mi tiempo, y la de adornar con primorosos trenzados las pilchas ’e mi recao, qu’eran el constante asombro (modestia aparte) del paisanaje entero. Al pisar los trainta y cinco u cuarent’afios, época en que murid su pobre agiielito, su padre, siendo un mocito enttuavia, me nombro capataz de la estancia re- cién heredada. Ocho o diez afios pasaron y yo era cuasi s’unico duefio. Mientras él estaba en | capital, yo hacia y deshacia a mi antojo. Preparaba: tropas y ordenaba selecciones en el vacaje. Disponia de ventas y calcu- laba compras a mi albedrio y el dia llegd, en que él vino a hacerse cargo de todo. Encontré de tal manera cuidados sus intereses que, llenandome de felicitaciones 42 — me dejé en sus dominios como si juera su propia som- bra. Un afio mas tarde nacié usted, nifio, y jquién lo creyera! que en estos vainte afios ultimos cambiaran tanto las cosas! Se trabaja de forma tan diferente que muchas veces pienso que los gauchos, ya estan de mas en esta tierra. Ya han desaparecido los dias venturo- sos, en que el paisanaje feliz acudiera a las yer ahora sélo cuatro extranjis, atendiendo los bretes des- empefian la tarea de veinte paisanos de mi tiempo! Claro esté que se lidiaba con hacienda muy distinta a la de aura, la una chicara, cimarrona y bravia y la otra mansita como lecheras. —Y bueno, viejo, contesté el actual duefio de la es- tancia, justo es que las cosas cambien con el trans- curso de los afios, la constante renovacion de los seres significa la renovacién de los gustos, de los oficios y por consiguiente, de la indole de los trabajos. Antes un estanciero poseia miles de hectareas para su apro- vechamiento, sus descendientes que por lo general eran muchos, al recibir por herencia lo dejado por aquel, infinitamente dividido, cada uno con cada porcién correspondiente, debe hacer en igual forma que su an- tecesor frente a la vida y con el agravante de mayores necesidades por el adelanto de la civilizacion. Solo us- ted viejo, por un privilegio de Dios, conserva su exts tencia y puede con ello hacer Jo que no todos podremos observar: tres generaciones, mi abuelo, mi padre y yo. y cumplir dentro de ese ciclo la vida completa de un gaucho. Con uno se inicié como cebador de mates y peon, con el otro .capataz y hombre de confianza y conmigo que soy el tltimo, relegado al término de trenzador. aS, —13— —jTrenzador! ; Vaya un trabajo! exclamo el viejo, francamente le diré que yo hago al revés de los paisa- nos, pues con sdlo trabajar los domingos tengo de sobra para mantener mi obligacién cumplida. En mi tiempo, y con la estancia que usted tiene, trabajando todos los dias del afio, no daria a basto para tener en orden el cuarto de las sogas. —Sin embargo, bastante trabajo tiene para su mere- cido descanso. —Descanso... Mire que buscar descanso yo, yo que soy mas pobre que las ratas y dura que no sirvo ni pa’ladrar cuando viene gente, como decia el loco Ve- nancio. Nosotros, los que hemos nacido gauchos, te- nemos el mesmo destino que el caballo ladero: hemos de morir con las cuartas pegadas a los costillares. —No, viejo, no, ya vé usted que a pesar de ser an- ciano y decir que sus dedos estan inutiles en las manos como guasca vieja, tiene usted una habilidad digna del mejor hombre. Ya vé, sus trenzaditos son la envidia de mis amigos. ; Y tan luego ahora, después que hemos convenido en hacerlos conocer! jAjah! — exclamé don Jacinto, componiendo su pe- cho y entornando los ojillos con picardia, brillantes de sincero orgullo, propio del hombre de campo que se sabe suficiente. Ajah, repitid y agregando: ; De manera que usted cree, patroncito, que tales zonceras podran interesar a la gente de estudio? — Si podran interesar? ; Qué pregunta la suya! jsi en la actualidad corre como una ola de gauchismo! Buenos Aires entera, y por no decirle todas las ciuda- des de importancia o sin ella, de toda la Republica, se creen con derecho de defender al hijo de las pampas —m— y a revivir en los teatros, libros, diarios y revistas, la epopeya heroica de los émulos de Martin Fierro y San- tos Vega. Le han perdonado sus crimenes, su falta de constancia, porque lo vieron solo y desamparado al azar de su destino, sin mas justicia que la de su propio pufial. —Sin embargo, no sé qué importancia podran tener las habilidades que usted dice que no fueron otra cosa que el fruto de sus horas ociosas y de la paciencia que Dios le did. —zQue no tendran importancia? Imaginese que no conozco ningtin libro que trate de todo eso y que ni siquiera los diccionarios lo mencionan. —Los disionarios, dijo? Y gqué es eso, pues? —Los diccionarios son unos libros grandotes, Ilenos de las palabras que se usan en un idioma y que dan la explicacién de cada una de ellas. —jAjah! Y usted tiene uno de esos? —Y cémo no. En la Biblioteca, en el escritorio, agre- gO para ampliar la explicacion. — Aqui en la estancia? —Aqui en la estancia. —Y por qué no me lo amuestra? —pidid el viejo paisano con un dejo de extrafia inocencia. Y el iniciado estanciero por toda réplica tom6 el som- brero que habia dejado sobre el burdo camastro de tientos, apenas cubierto con una matra pampa. El gaucho comprendié la muda invitacién y, al seguirlo encendié el pucho apagado y ennegrecido por el tabaco y la nicotina. Al salir del pequefio cuarto, el sol ra- diante, puso una estrella de fuego en sus pupilas que los enceguecié, favoreciendo por consiguiente, al anu- is — lar las sensaciones fisicas, el desarrollo libre del pen- samiento en el campo intelectual. Callados marchaban hacia la biblioteca, el uno cal- culando en la ayuda que habia de encontrar en sus libros y el otro, imbuido de astucia gaucha, mascu- Haba ideas que habian de ponerlo en duro aprieto al hombre ilustrado. Jacinto Nieves, al penetrar en la amplia alcoba cru- zada de anaqueles atestados de libros, dijo, frotando sus toscas manos: —Muy bien, vamos a ver. Usted sabe que para ha- cer un trenzado, lo primero que se necesita, son los tientos. Muy bien: zqué dice ahi sobre los tientos? —Tiento, leyé el estanciero— Ejercicio del sentido del tacto, tiento, pulso, seguridad o firmeza en la mano para ejecutar una accién con acierto. —jAjah! Qué mas? —Nada mas, —exclamé el estudioso con enfado. —Pero, scdmo? Nada mas? :Y usted dice que es una cosa buena y que estan todas las palabras de un habla? —Y sostengo lo dicho, a pesar de ser el diccionario Enciclopédico. —Que ciclopédico ni que nada, si lo que hay, patrén, es que todo lo que sea gaucho no tiene valor. El decir gaucho es lo mesmo que decir cuatrero, entretenido y vicioso, y al decir esto, nada mas que la justicia son los tinicos que los nuembran y se acuerdan de ellos. —No hombre, no, ya hemos de encontrar algo. Es- pérese, vamos a buscar otras palabras. Trenzas, por ejemplo, exclamé el joven, ansioso de encontrar alguna explicacién satisfactoria a sus deseos. Aqui esta, ¢ve? Iai a. Trenza (del latin, cosas que se enredan). Enlace o union de tres o mas ramales entretejidos. ‘I'renza: toda clase de fibras pueden trenzarse, es decir, entrelazarse, formando un tejido especial para constituir una tren- za: los cabellos suficientemente largos, la crin de los animales, el esparto, lino, cdfiamo, abaca, yute, ramio, etc., pueden emplearse para hacer una trenza. —jAjah! Y al cuero no lo nuembra? —Tenga paciencia. Todavia no he terminado: la trenza se puede hacer de varias hebras o grupos de ellas, formando ramales 0 cadenas y el niimero de estos es el que da el nombre a la trenza. —jAjah! Eso esta bien. Aqui sucede lo mesmo en ja mayoria de los casos, el nimero de tientos da el nombre de la trenza, aunque hay algunas que tienen sus nombres propios, como ser: la del nudo de espue- las, la redonda, la chata, caracol, la patria, pero, eso sera para diferenciarlas de otras del mesmo nttmero © para indicar un tipo o especie de las mesmas. En lo que no estoy es en eso de “enlace de tres u mas rama- les” al explicar las trenzas. gQué queda entonces pa’las hechas de una y dos hebras como nosotros Ilamamos ? Y sin embargo, son trenzas también... —Vamos a ver en ese otro diccionario, en el de “Espasa” si hay alguna cosa que nos interese. ; Ve? Aca dice: En el estilo romantico, se hallan toros fre- cuentemente adornados con trenzas y sobre todo en los monumentos de la Edad Media... —jAjah! Interrumpié Don Jacinto, aca el tnico adorno que le metemos a los toros, es el lazo, pa cor- tarles lo que les sobra si no es de giiena raza o pa me- terle cuchillo si-la necesidad lo obliga a uno. —-V— —Callese, Don Jacinto, no haga chistes, que ya en- contraremos el queso, como usted dice. Sigamos leyen- do: Los primeros de quienes se tiene noticia de que emplearan el cuero o sea la piel curtida, fueron los fenicios. Mas tarde, en Grecia, la industria del cuero did origen a varios oficios, guarnicioneros, construc- tores de corazas. Los romanos hicieron lo mismo. —iLos romanos, dijo, patroncito? ; Ah! ;Qué van a hacer hombre! Si los romanos esos eran tres herma- nos que vivian contra la pulmeria de “Tome y Traiga” y no sabian hacer nada. Ellos si decian que de todo sabian y hasta trenzados que hacian pasar como de ellos y eran comprados. ;Si lo sabré yo! —i No hombre, no! —exclamé riendo el interlocutor — los romanos a que me refiero es un pueblo que vivid cientos y cientos de afios antes que nosotros ynoa los Romano, a que usted hace referencia. —jAaaah! —exclamé Don Jacinto, azorado y bo- quiabierto—. Dispénseme la interrupci6n y siga nomas. El joven estanciero comenz6 a hojear libros y a pasar de un tono a otro en el inutil afin de encontrar lo que deseaba. Buscé la palabra tejido y le leyé al pobre pai- sano lo siguiente: ‘Tejido: los hilos de una tela pueden entrelazarse de mil mancras diferentes, pero general- mente y cualquiera que sea la que se siga para el cru- zamiento, este es en sentido perpendicular, entre la trama y la urdimbre, formando dos series, una longi- tudinal, que constituye la urdimbre y otra transversal (a la tela) que forma la trama... —Muy bien, dijole Don Jacinto... es el mesmo fraile con distinto habito. Aca le Ilamamos armadura y rete- jido, y Aura que me acuerdo, quiero que me dé la raz6n ie de por qué varios tientos reunidos en forma de tren- zado tienen una resistencia infinitamente superior a la que podrian tener sin trenzarse. —La explicacién, Don Jacinto, acabo de leerla, y aunque es para otra clase de materiales, puede muy bien servirnos para los nuestros y, cuando la lei, no lo hice fuerte pensando enturbiarle las ideas, y ya que usted me la pide, se la daré. La razon esta en el deter- minado nimero de vueltas que cada tiento da sobre el imaginario eje central de la trenza, de manera que cada uno de ellos, atin estando el trabajo trenzado terminado y en tensién, cada uno de ellos, le repito, se mantiene enrollado como una espiral. Una traccion moderada tiende a estirar dicha espiral, como si fuese un resorte, dandole por consiguiente, una especie de elasticidad que impide que el conjunto estalle. —Francamente, objeté Don Jacinto, no le entiendo mucho, pero algo alcanzo a comprenderle. —Por aca, interrumpié el estudioso, veo que dice que las trenzas de ntimero par siempre son redondas. —Y yo le contesto, dijo Don Jacinto, que sobre eso es dificil hacer una clasificacién, porque con nimero par se hacen redondas y chatas, y con nimero impar, se hacen chatas y redondas y a veces se pueden hacer las combinaciones de unas y otras. Ahora quiero ha- cerle otra pregunta, continué el viejo. Quiero que me busque la palabra lonja y soga. A ver qué expli- cacién nos da. —F diccionario Espasa comienza diciendo que es un americanismo y nos las explica bien. —Quiere decir entonces, objeté Don Jacinto, que si comicnzan confesando que son americanismos, lo acep- te tan como cosas nuestras, es decir, de esta tierra argen- tina que tanto queremos. —Tal vez tenga usted razén, sin embargo hay cosas que me hacen sospechar Ja neta procedencia espafiola, como nos lo comprueba la aplicacién justa y exacta de palabras perfectamente castizas en trabajos, elementos, maniobras, etc., en el arte del trenzado que sdlo por expertos conocedores de idiomas pudieron ser Ilama- das, por ejemplo, tiento, desvirar, hebra y otras. —Pero usted se me olvida, patroncito, que hay tra- bajos en trenzados que Ievan el nombre de una region, de una raza o simplemente una voz india, ahi esta el botén oriental, est el botén pampa que en su sencillez esta diciendo de la haraganeria y despreocupacién de un pueblo. Ahi esta el estribo chalay (chanay,.chaney © chanais, 0 chalais, como algunos le llaman) y que ha de proceder de los indios quichuas, porque no sé si usté sabe que chala, en indio, es la envoltura de la espiga del maiz y el estribo chalay no es mas que un trenzado, que, como la chala, envuelve el corrién de la estribera. —Muy bien, Don Jacinto, se est contagiando de las lecturas y me esta resultando un discipulo mag- nifico. —j Oh! {Qué se cree, patron! Seré ignorante pero no dormido, replicé el viejo paisano, un tanto amos- cado. —No se ofenda, Don Jacinto, y atienda otras razones que voy a darla. Ein este libro “El Cacique Blanco” de Filiberto de Oliveira Cézar, al hablar de los indios que marchaban a la pelea, dice: “Llevando cuanto puede necesitar, que se limita generalmente a su lanza, —20— su cuchillo y un pedazo de carne de yegua, colgada en el fiador de su caballo (1). —Y como usted comprendera, Don Jacinto, algiin motivo habra tenido para afirmar tal cosa. En este otro libro famoso, “‘Facundo”; de Don Domingo Faus- tino Sarmiento, en una nota de la edicién de 1850, dice, textualmente: “No es fuera de propésito recor- dar aqui las semejanzas notables que representan los argentinos con los arabes. En Argel, en Oran, en Mas- cara, y en los aduares del desierto, vi siempre arabes reunidos en cafés, por estarles completamente prohibido el uso de los licores, apifiados en derredor del cantor, generalmente dos, que se acompafian de la vihuela a dio, recitando canciones nacionales plafiideras, como nuestros tristes. La rienda de los drabes es tejida de cuero y con azoteras como las nuestras; el freno que usamos es el freno arabe, y muchas de nuestras cos- tumbres revelan el contacto de nuestros padres con los moros de Andalucia...” —jAjah!, exclamé Don Jacinto, no se puede poner en duda la palabra de un hombre tan famoso como usté dice, pero, sin embargo, yo le diré, como cuento nomas que le he preguntao a mas de una veintena de arabes, que tuitos los dias nos visitan vendiendo bara- tijas, “‘cémo son los aperos que aya usan” y tuitos me han dicho que son monturas y los trenzaos tuitos son de cerda como los que aqui hacen los presos. ; Hasta los lazos dicen que primero hacen con manojos de cri- nes y el todo lo forran con un tejido de cerda y con punto de medio bozal! Y dicen que son durisimos, (1) Fiador: especie de collar de origen arabe. — 2k — fieros pa’las manos que las quema lo mesmo que yesca si uno se descuida, pero juertes como nada p’aguantar el tirén mas recio del toro mas bravo. —Ah si? no sabia. Estaba pensando, Don Jacinto que podia acercarse a la cocina y. ver si hay algun des- ocupado que nos alcance un mate, que con tanta lec- tura y tanta conversacién la garganta se nos esta se- cando que da gusto. —Y claro, pues, y si tuviéramos un traguito de gifiebra p’asentarlo y p’aclarar ideas... Que es tan giiena. Se atrevié a decir el gaucho, y, valido de su vejez y por el hecho también de creerse imprescindible en la tarea comenzada. Mientras el paisano fuése a cumplir el cometido, el patron continud leyendo, y con asombro observé que no era poco Io que tenia marcado con pequefias sefiales en los libros, para cuando Ilegase el caso de precisar citas de autores reconocidos. Ahi, por ejemplo, don Martiniano Leguizamén en “Cepa Criolla”, dice: “Es un hecho comprobado que el cuero de las vacas y yeguarizos importados por los conquistadores, fué la materia prima empleada por los pobladores del Rio de la Plata, en los usos mas diversos, desde la rtstica tienda hasta esas miltiples aplicaciones de la industria casera, que Sarmiento denominé “La civilizacién del Cuero”; y...”. —Sabe, patrén, le interrumpié Don Jacinto, zqué se me ha ocurrido otra pregunta? No habiendo perdido la mafia de su juventud, a pesar de los afios y recor- dando los .contrapuntos y guitarreos que habianle hecho desplegar toda su astucia gaucha en la mocedad y cuando estaba de payadas. a —:Por qué todos los trenzadores son criollos, y los tinicos extranjis que trabajan como tales, han apren- dido su oficio en esta tierra? —La explicacién es muy sencilla. La gente venida de allende los mares, eran soldados o simplemente tra- bajadores, que para nada necesitaban del oficio que nos ocupa. —Su raz6n es muy pobre, patrén. La verdad habra sido que alli no sabian trabajar gran cosa, por no decirle nada. —Sin embargo, acd habran podido aprender poco, porque en verdad, el gaucho en eso era poco explicito y casi le diria egoista. —z¥ cémo quiere que no sea egoista, patron? Si usté bien sabe que el gaucho a pesar de estar en su tierra, era echado como bicho malo y tratado peor que sabandija, obligandolo a hacerse justicia por si mismo. Y al eliminarlo de la sociedad y quitarle poco a poco sus medios de vida lo obligaban a vivir alzao, y a tratar de conservar para si, lo que podia darle alguna utilidad. Ademis, evitando que su habilidad o arte, como usté dice entrase en el terreno de la vulgaridad, y que cada uno pudiera hacerse lo que necesitaba en sus pilchas, perdia por lo tanto, interés y mérito y hasta la almi- racién que bien se la merecia como premio a sus obras, hijas de la paciencia y del sobrado tiempo que tenia para efectuarlas, exclamé Don Jacinto entusiasmado. —jOh, si!, exclamé el joven estanciero, no se me va quedando atras para contestar. Lo que es ahora, seré yo quien pregunte. Siguiendo con los libros, por aqui leo en uno de Emilio P. Corbiere, lo siguiente: “Copid el nativo, de —e— los andaluces, los adornos con que enjaezd su caballo y el apero de plata fué la alcancia de sus ahorros...” —Y, que tal vez tenga razén nomas, patroncito, pero, lo que es, yo, los gauchos que he conocido con chapeao eran gauchos ricos o no eran gauchos de verdad, y, los que son ricos, no hacen ahorros, dandose el gusto. En cambio, el pobre, cuanto mas lujoso deseaba su recao, mas trenzaos le ponia o los hacia o buscaba raros a veces y pocos conocidos, con el inocente afan de ha- cerse almirar. —Asi debe ser, nomads, Don Jacinto, pues recuerdo que en un libro de Eduardo Gutiérrez, de Leyendas Gauchas, al presentarlo a Santos Vega, decia: “El apero era tan sencillo como el traje de su duefio. No se veia en todo él la mas pequefia chapita de plata, siendo su prenda mds valiosa un maneador y riendas trenzadas con botones gauchamente colocadas de tre- cho en trecho...” —Y es curioso, continué el joven estanciero, mas que dirigiéndose al viejo trenzador, a si mismo, como si estuviera contestandose a sus propias preguntas. Es curioso, repitid, (si es que origen pudiera llamarse a las causas productoras del arte que me ocupa), pensar que se deba en gran parte, a la extremada presuncién del gaucho. Sabido es que estos, al tener facilmente resuelta su vida vegetativa, gracias a las riquezas naturales del suelo donde moraba, no pensase jamas en el ahorro, y lo poco que dispusiera fuese de inmediato destinado para la adquisicién de las prendas de su vestuario. Aun siendo miserable, no le falté el buen poncho, la ma- yoria de las veces de vicuiia, los amplios chiripas y ohn los pafiuelos de seda con primorosos bordados, fueron el constante adorno de sus cuellos retostados por el sol. El agua florida fué tan comtin en los jévenes como el nauseabundo olor a ginebra en los viejos, de los que ya tenian penas para ahogar... El pufial con cabo de plata labrada y la rastra, no pocas veces fueron prendas de empefio en las reuniones de las pulperias, después de las carreras de los fletes y buscando el des- quite con la “baraja...” Y pensar que todo este afin, este deseo de adornarse personalmente (rayano en la coqueteria si no fuese en hombres, y bien varoniles por cierto), pasase mas tarde a la “especie de prolongacién de si mismo” que era el caballo. El noble bruto habia pasado a ocupar dentro de la vida del gaucho, el puesto que no ocupéd ni su mujer ni sus hijos. Los unos significaban cargas de constante preocupacién, y en cambio los otros le prestaban patas que eran como alas para ponerse a salvo en caso de aprieto. Sin contar que en el lomo de su compafiero, cruzaba enormes distancias, era ademas elemento de trabajo y también por él obtenia sus alimentos y con ¢1 hacia sus diversiones predilectas, boleadas, corridas, juegos y de la misma forma que le sirvid para marchar a la guerra, se aproveché para Nevar en sus ancas la prenda de sus amores... Siendo todo esto el caballo para el gaucho y ocu- pando por lo tanto un lugar tan importante en su vida diaria, justo es que echase sus ojos sobre él y fuese objeto de tantas atenciones y tantos cuidados, como los que dispensaba a su propia persona. De ahi que no sdlo emplease las horas del dia libres de andar por los campos, en atenderlo como no atendia a sus padres y en preparar los elementos para dominar el bruto, como buscar la comodidad y lujo dentro de sus aperos. Fl confeccionar un botén o hacer una trenza para su recado, era como peinar su airosa melena y prender la vincha que su china le bordé, o calzar tras la oreja, un rojo clavel. —Muy bien. Tiene sobrada razén, exclamé Don Jacinto, encantado de oir de boca de su actual patron una apologia al gaucho, por no decir a él mismo. Sabe usted, patron, agregé que cuando un caballo se enrieda me gusta desatarlo en el acto y lo mesmo me gustaria que me hiciese una explicacién resumida de lo que ha leido y dicho, pa ver claro como a la mafiana y poder entonces emprincipiar mis lesiones como usté dice, teniendo por lo menos, un pie ande apoyarme. —Tiene raz6n, Don Jacinto. Voy a hacerle a gran- des rasgos lo que usted me pide. Los primeros habi- tantes del globo “de quienes se tiene noticia de que emplearan el cuero, o sea la piel curtida, fueron los fenicios” (1). Estos invadieron el norte africano, pro- bablemente hacia el afio 1600 A. J., transmitiendo su arte a los moros. En algunas tumbas antiquisimas del Egipto se han encontrado momias (2), envueltas en una especie de trencilla, que no es mas que el arte primitivo que nos ocupa. Mas tarde, los arabes atacaron Europa y a princi- pios del siglo VIII franquearon el estrecho de Gibral- tar y penetraron en Espafia, Ilevando a las regiones conquistadas un periodo de brillante civilizacién. En (1) Enciclopedia Espasa. A. Malet. J. Isaac. (2) Enciclopédico Hispano-Americano. X. Seignobos. oe Cérdoba, que era la capital de uno de sus cuatro im- perios y en Grecia, la industria del cuero did origen a varios oficios, y entre ellos estaban el de guarnicionero. Del siglo IX al XIII se produjo la reconquista cris- tiana, y al ser desalojados los arabes de Europa, esta se aprovechdé y beneficié de la portentosa civilizacién dejada por aquellas, guardando para si no sdlo las obras de arte abandonadas, sino también la técnica para efec- tuarla. De ahi, entonces que los espafioles en el afio 1536, al traer con Don Pedro de Mendoza los primeros ani- males a América, pocos lustros atras descubierta por Col6n, trajese con ellos a hombres capaces de amaes- trarlos y conocedores de la industria del cuero. Pocos afios bastaron para que las praderas ameri- canas se poblaran de innumerables manadas salvajes, que los criollos, es decir, los hijos de Ja soldadesca espafiola con las indias, habrian de aprovecharlos. Y lo que al principio fué una ensefianza rudimen- taria, con el transcurso de los afios, la aficién al noble bruto, la paciencia para atenderlo, el raro afecto nacido al calor del agradecimiento hacia el compafiero inigua- lable y el sobrado tiempo para dedicarse a los trabajos industriales del cuero, dieron comienzo al complicado y dificil arte de los gauchos. —:De manera, entonces, exclamé Don Jacinto, que lo nuestro no es nuestro. —Si, viejo, es nuestro y bien nuestro. Se lo com- pruebo con sélo repetirle las palabras de don Leopoldo Lugones, que en su libro “El Payador” (tomo 1°, pa- ginas5O y 51 de la edicién de 1916), dice: “Las correas hallabanse sustituidas también por trenzados cilindricos Ji de cuero crudo, lo cual era mas sdlido y elegante a la vez. De ahi saliéd toda una industria local, como debia suceder dadas la abundancia de la materia prima y la importancia del caballo”. Y le insisto Don Jacinto, afirmé nuevamente el joven estanciero, que las trenzas usadas por nuestros gau- chos, aunque hayan tenido su origen en otras partes del mundo, la verdadera “‘Civilizacién del cuero” crudo, como dijo Sarmiento, y que marca por consiguiente una época, ha sido propulsada en Sudamérica, y con esto le doy la palabra a Ud. para que comience las lecciones prometidas con el sano propésito de divul- garlas. PRIMERA LECCION TRENZAS ¥ bien, exclamé Don Jacinto Nieves, “emprincipiaremos la primera lisién”, como Ud. dice, haciendo unas pequefias observa- ciones sobre la manera de preparar el cuero crudo. Este cuero crudo como Ud, sabe, puede uno transformarlo en sogas o en lonjas. Sogas es cuando apenas desollado y dejado orear, extendido a la sombra un par de horas, se comienza a trabajarle, Se em- pieza por “desgarrarlo”, es decir, cortar el cuero correspondiente a la cabeza y extremidades, de manera de dejarlo lo mis re- dondeado posible. Hecho esto se contintia “sacando sogas”, vale decir, cortar en todo el perimetro el cuero como una especie de espiral. Puede uno d’esa manera obtener una soga del largo re- querido. No olvidando que al cortar la soga hay que hacerlo en una tercera parte mas ancha de la deseada, puesto que al secarse estirada se habra encogido otro tanto. Se humedece y se le quita el pelo a filo de cuchillo, para luego extenderla de palo a palo, a manera de maroma, bien tensa, hasta que se haya secado. Con s6lo sobarla estara lista para entrar en uso. Y, entendemos por lonja, cuando dejamos secar a la sombra el cuero, previamente estaqueado y, hecho esto, se le fracciona generalmente en tres partes, Una central que abarca el cogote, lomo y anca y, otras dos laterales (los flancos del animal), costi- Mares, verija y parte inferior del anca. Se les coloca dentro del agua para ablandarlo bien durante cuatro o seis dias y se esta- quean de nuevo, que cuando se hayan secado, con un palo y con cenizas, se les quitard el pelo raspando con atencién (1). (1) Actualmente preparan una lechada de cal en proporcién de 1 kilo- gramo de cal viva y apagada en 15 6 18 de agua. Se sumergen los trozos elie La lonja quedara asi en condiciones de prestarse para cual- quier trabajo. Claro esti que esto que acabo de explicarle, es para cueros que no han sido quitados de exprofeso para lonjas y como gene- ralmente se procede con los animales de consumo o epidemia, Pero, cuando dispone sacrificarlos exclusivamente para aprove- char en debida forma el cuero, se empieza por marcar, aunque mis no sea en la imaginacién, el lugar por donde pasara el filoso cuchillo, inmediatamente de muerto. Estas lineas serdn cortes 0 tajos hechos uno a cada costado y a 3 6 4 centimetros del centro del animal y en todo el largo y sobre las costillas, quedando asi, libre, lo que Iamamos “corrién”. Otro corte a cada costado y por debajo de las costillas nos habran dado 3 lonjas, 2 costillares con sus respectivas ancas y una inferior o barriga. De esta manera habremos obtenido lonjas que conservaran un mismo espesor mas 0 menos. Desearia también que no echara en saco roto un consejo que voy a darle, para que el cuero resulte bueno si le toca “cuerear de noche” o la noche lo agarra sin tener tiempo para estaquearlo; nunca lo deje colgado en el alambre de Ja ranchada atravesado a Jo ancho, sino a lo largo para que conserve la debida resistencia. La causa no sabria explicirsela, pero la experiencia asi me lo ha ensefiado, Quiero también patrén, decirle dos palabras sobre la manera de aprovechar el cuero, aunque es dificil hacerlo con exactitud, debido a que éste se corta, segiin el trabajo que se desea hacer. Por ejemplo, para sacar tientos para lazos se emplean los costillares solamente de las vacas no muy viejas y algunos los de cuero y se mantienen durante 5 6 6 dias, al cabo de los cuales se estaquean tal como salen del recipiente, Este procedimiento tiene 1a virtud de favorecer la répida depilacion del cuero con suma facilidad y con slo emplear un pequefio frote, efec~ tuado con 1a extremidad de un palo, ademds de desinfectarlo perfecta- mente, aunque nunca he oido de algim gaucho, que haya muerto de alguna infeccién por tal causa, =i uusan de potro, aunque no es tan fuerte y se extraen en redondo, cosa de que no tenga “ingeriduras”, es decir, uniones como Ud. bien sabe. De la linea central que parte de la frente del animal y pasando por los costados del testuz, lomo y dividiendo en dos las caderas hasta Ia cola, se sacan los lindisimos corriones. De las ancas las fuertes encimeras y de la cola los revestidos para los cabos de los rebenques. EJ gartén de las patas servia admirablemente de talén para la antigua confeccién de botas y también se prestaba para el retobe de las boleadoras pampeanas. EI cogote de los toros sacado en bolsa, es el indicado para quitar en redondo los fuertes atadores, capaces de aguantar el cimbronazo més bravo del potro mas salvaje. Y la fina piel de los potrillos, sirve para sacar tientos para costuras generales y para algunos trabajos de tejidos que, mas adelante no faltar ocasién de enseflarle y por tltimo la crin, aunque esto no viene al caso, la aprovechaba el gaucho para-re- tejidos, que si Dios le ha dado paciencia, también aprendera, como el cuajo, que fué empleado para retobar los mates que uno les tomé carifio, por ser algin “ricuerdo” que la torpeza de un chiquilin los rompid. . Y para “emprincipiar” creo que ya Je he dicho bastante, dijo Don Jacinto, al menos todo lo que yo sé-y aura paso a explicarle las trenzas que una vez aprendidas por Ud., encontrard Ja manera de expresarse y de que le entiendan los que lean su libro. Fic No 1 =~ TRENZAS DE UNO Aunque este trabajo no es en realidad una trenza, es al menos un elemento de ellas en infinidad de prendas del apero gaucho, EI tiento debe estar bien preparado y a cu- chillo darle un mismo espesor. Se humedece ¥ comienza a torcerse en un movimiento de rotacién, teniendo un extremo fijo y ajustando cada tres 0 cuatro espiras con pequefias trac- ciones. El encarne va hacia adentro, ae La cola (a) o sea una extremidad de la hebra, quedaré en su sitio y nos servird de guia para el retejido; (b) sera la extremidad que teje. Al subir, la TRENZA DE UNO © TRENZA DE ALEZNA vemos en la fig. n° 3, va completando la trama. Al bajar, después de abrazar la argolla, encauza en el surco dejado en la anterior vuelta (entre M y N) de las figs. n® 3 y 4, y pasando por arriba de uno y debajo de otro, es decir, separando las dos retorcidas de la fig. n°2, va descendiendo hasta la argolla inferior. Allllegar a ésta, la aprisiona y vuelve el tiento a subir, a la derecha y ala par de la cola (a) que nos servird de guia. Sigue bajo uno y sobre otro. Dificilmente nos podremos equivocar si consideramos que, al tapar uno siempre seri una puntada larga (Z, J) y al pasar bajo de otro siempre ser una puntada corta (R). Todo esto resulta més dificil el explicarlo con texto o con ilustraciones que cl ponerse a hacerlo pues hecho el primer paso, los demés lo indican la sola orientacién natural adoptada por la hebra. Este trenzado se emplea en la confeccién de bozales especialmente. Sirve para unir la argolla del anillo con la argolla de la hociquera. Se puede retejer y con dos vueltas mas de la hebra que teje, es decir con siete en total, nos ofrece una trenza igual a la de ocho redonda. Para retejer, sdlo nos bastaré acompaftar una vez ala guia en todas sus pasadas y,al volver, venir separindolas y pasar por debajo, donde el par pasa por arriba y viceversa, Como su nom- bre lo indica, es- ta trenza, se con- fecciona ‘con una sola hebra, aun que al quedar ter- minada, el mismo tiento ha ido y vuelto entre una argolla y otra cinco veces. Es redonda y presen- ta el aspecto ex- terno similar a la de cuatro tientos. Se comienza por retorcerlo hacia la izquierda co- mo lo indica la figura No 2, Fic, Ne 4 Fic, Ne 2 eaggees TRENZAS DE DOS La trenza de dos es corrientemente usada en los «maneadores», puesto que ‘ocupan muy poco espacio y la larga extensién de aquellos queda reducida a un corto trenzado, bien aprovechable, por cierto, desde que se le emplea para hacer grupay en el recado. Se comienza por tomar por la mitad el maneador. Se hace un medio bozal como el dela figura n° 6 y las dos colas (a) y (b) iguales serén las que constituirén el trenzado, Ahora (a) en la fig. n° 7 pasa por el nudo y deja una enlazada. Haciendo otra enlazada con (b) la haremos penetrar en la anterior, como vemos en la figura n® 8, Se ajusta (a) de la misma figura y con la misma cola se procede a una tercera enlazada que se introducira dentro de (b), se ajusta la cola (b) y asi sucesivamente, obtendremos el trenzado. * La figura n° 9 muestra las dos ultimas pasadas explicadas anteriormente. Fic. Ne 6 Fic, Ne 7 Fic. No 10 Fig, Ne 9 En el grabado de la izquier- da podra usted ver una trenza de dos terminada y ajustada convenientemente, Resulta_chata, ¢ le hace con un tiento redondo sale absolutamente re- donda, is de facil desate. Con sdto pisar (a) y tirar de (b) en un segundo queda deshecha. —— 2GES TRENZA DE DOS (de tiento ojalado) Se preparan dos tientos, como el de la figura (a) y hacen incisiones 0 tajos longitu- dinales, de un largo muy po- co mayor que el ancho de aquéllos y se- parados ‘muy débilmente en- TRENZA DE TRES, CHATA, O TRENZA DE PELO, CRIZNEJA No la explico porque no habré uno que no la conozca, Fig. 13, tre si, Se co- Fic. Ne 12 mienza por Fie. Ne 13 pasar uno dene No olvidando que tro de otro, cuando un tiento pa- use como vemo. .¥ 5 Pe oe ees peri TRENZA DE TRES, CUADRADA (o trenza de tientor hendidos) Los tientos se pre- paran como en la de dos, ya explicada, no olvidando la particu- laridad que tiento que pasa por dentro de otro, al cruzarse con ef tercera tender ‘que abarcarlo, La fi- gura(b) muestra claramente tas. pasa- das y los tajos se allan muy separa dos para poder indi- car la trama. Claro est que al hacerla, Fra. No 17 las incisiones del estar tnuy juntas No 12, hasta pasada el otro pasa- dejarla termi- ri dentro de él, nada, Fic. Ne 11 TRENZA DE DOS RETORCIDA Esta trenza se hace retorciendo un tiento, y manteniéndolo tenso y fijo en sus extremos, se toma por la mitad y se dobla, Sosteniendo con una mano los cabos primitivos, se deja al aire el nuevo, y en un movi nto de rotacién sobre si mismo, en un instante se confecciona sola, Esta trenza es harto f4cil; se emplea en la presilla de los lazos. En riendas y boleado- ras, y mis adelante la veremos usada en re- vestidos de rebenques y arreadores, Aspecto & ofrece la mise Fic. No 18 ma trenza a Trenea de tres, os costados. de tiento ojala: do, terminada. y Vista de frente ¥ parte poste: ior, que ‘es el Fic, No 14 esq benque, fija a la presente m: Fic, Ne 20 se van retorciendo los tientos, pero cada cinco vueltas se enderezan y se pueden peinar como si recién se comenzase esta bonita labor, em- pleadas en las manijas de rebenques y arreado- res y no pocas veces en las frenteras de las cabezadas. TRENZA DE TRES SIN PUNTAS Un pequefio trenzado que atraviesa cl mango del re~ con dos botoncitos en sus extremos, por a y b, dejando libre por consiguiente en toda su extensin, a dicha trenza, que los ojos pro- fanos, no se explican la manera de como fué hecha. ‘Al ‘mirar el presente grabado, se puede observar que, mientras la mano izquierda sostiene la labor efectuada, (la vulgar trenza de tres), la mano derecha va impri- miendo movimientos al resto del trenzado, que se traducen en vueltas por los espacios indicados por la hebra que te- je. A medida que avanza el trabajo, la parte superior del mismo aparece per- fecto_y en cambio la inferior, a pesar de seguir los movi- mientos, como he dicho con la diestra, ‘TRENZA DE CUATRO DE TIENTO OJALADO En (a) vemos cla- ramente cémo van dispuestos los tientos que, debidamente ajustados, constitui- ran la trenza ya ter- minada mostrada en Ia figura (b). Fic, Ne 22 TRENZA DE CUATRO, CUADRADA Dibujo de tren- za de 4 termina- Hecho el nudo de espuelas, el tiento da. Puede efec- tuirsela de cual- quicr mimero de tientos. rubierto, ‘e dobla yor si mismo. y Gb), que’ a. si ver hae racion espace de enlazatlo. (c)_apet ato) f2) a. 2gue tara foto. 4 fo tm), qiie forma (3) al 4 De esta manera se va haciendo fun nudo de espuelas, arriba de otro has. Wa terminar fa trenea. Figs 25. Fic, No 23 , ges TRENZA DE CUATRO REDONDA (a) Manera de colocar fos tientos para empezar la trenza, Para efec- tuarla, éstos se moverdn de la siguiente forma: EI Ne 1, yendo por detras de la trenza, da la vuelta y pasando entre el 4y el 3 cubre a este iiltimo, para quedar al centro. El ctiatro hace aah f Fic, No 26 tay | Fic. No 25 Jo mismo pero en sentido contrario. Pasa entre el 2 y el 1 en su nueva Posicién, que lo tapa y asi, sucesivamente, hasta concluirla, (b) Como va quedando la trenza antes de ajustar debidamente, aL TRENZA DE CINCO, CHATA La cola (a) va al centro (c), por arriba, es decir, pasa sobre dos tientos. Con (b), que ¢s la orilla opuesta, se procede de igual manera, Quiere Fic, D Trenza de § tientos terminada, Fic, No 28 decir que del costado que hay tres tientos, el de 1a orilla, se va volcando al centro, por sobre de dos, una vez de la izquierda y otra de la derecha hasta dejarla terminada. = TRENZA DE SEIS, REDONDA El tiento (a), da la vuelta por detras de la trenza y dejando un tiento (el de Ja orilla opuesta), monta sobre (b) y pasa debajo de (c) para quedar en el centro, M, hace el mismo recorrido pero, hacia el lado contrario, Esta trenza se usa en la confeccién de lazos. Fis, Ne 30 Trenza terminada, Es susceptible de llevar en su interior relleno o “tripa”, para aumentar su resistencia. Mas adelante veremos como se procede, puesto que es lo mismo que en la trenza de ocho. aaa TRENZA DE SEIS CHATA Se peinan los tientos, unidos de una misma lonja, Se separan de tres en tres. Unos van a la mano derecha y los otros a la izquierda. En ef caso de Ja figura adjunta vemos que (a) pasa baio 2 tientos Fic, Ne 31. (Armadura) ‘Trenza de 6 chata, terminada, Fic. No 32 y queda en el medio We la trenza (b) de la orilla opuesta, tapa 2 y cae bajo (a) que al cruzarse forman alli la traba de la trenza. EI movimiento de los tientos es siempre igual, es decir, por la derecha, las orillas van cubriendo siempre dos para ser tapadas por uno. Y en la izquierda, los tientos que van quedando en la orilla, pasan siempre bajo dos y sobre uno, hasta terminarla, —8— TRENZA DE SEIS, DE DOS CARAS O TRENZA DE DOS TRENZA DE SIETE TIENTOS, CHATA Y UNA, LLAMADA GENERALMENTE De un lado se sostie- nen tres tientos y del otro, cuatro. De este iltimo es del lado que se va haciendo la tren- za, volcando el de la orilla hacia abajo y pa- sando por uno y uno hasta Iegar al centro de Ia trenza y quedar por consiguiente cuatro en Para continuar esta tren- za es necesario pasar el tiento (a) de a figura No 34 y del lado izquierdo por detris de aquélla, hacia el lado derecho, tapando dos (b) y (c) y bajo Fic, No 33. — Cara posterior, chata. Fic, Ne 35 La siguiente pasa~ da corresponderd. a {a orilla opuesta (b) (Fig. Ne 34, y efec- tuard un trayecto se- mejante al anterior, es decir, dando ta vuelta por detras de Ia trenza al subir, tapard dos tientos y pasar bajo 1 y asi sucesivamente, & 4 Fic. Ne 34, — Cara anterior, redondeada. el lado opuesto. Se vuelve a hacer la misma operacién pero, a la inversa, es decir, de derecha a izquierda, puesto que, det lado que van quedando cuatro es de donde se procede para confeccionar la trenza y, asi, hasta terminarla, No sélo de siete tientos puede efec- tuarse, pues de cinco tientos hasta el néimero que se desea puede hacerse, de- pende s6lo de la anchura que se le quie- ra dar. Es usada en cintos, pretales, etc. Fic, No 36, — Trenza de 7 tientos concluida. —50— TRENZA DE OCHO, CUADRADA figura N° 37 muestra la forma de iniciar la trenza que me ocupa. He _numerado los tientos para su mejor comprensién. El tiento 2 va por detris del trenzado y cubre el tiento 4 yel3. E17 da Ja vuelta y cubre el 6 y el 2, El 1 cubre el 3 y el 2. EL 8, el 2y el 1. El 5 el 7 y el 8. Y, de esta ma- nera queda armado el “arranque” de la trenza y en condiciones de poderla continuar como podremos ver en Ja figura ta, el tiento (a), yendo por de- tras’ de Ia trenza 'y wubrir vel re- leno (si es que se le ha puesto) aparece separando los dos centra- Jes del lado. opuesto, es decir, entre (b) y (c); “debajo de dos y sobre dos tientos”, para ir a colocarse a la par del grupo de cuatro tientos al cual pertenece y solo abandoné por un instante. (D) hace ta mmis- ma vuelta por detriis y sale entre (e (D),cubriendo a timo y a (a) su nueva _pposicién, que ya esti‘a la par de (4). Fic, No 38 NOTA: La parte posterior de este trensado, ‘presenta el mismo -aspecto. que gl Gente, "sus costados de igual” manera, pera. con. la ‘diferencia Ge ofrecer 1a cclocasn de'aus tentos, fe (del irene, verti fate trensado, se" usa" en’ lazon, aunque’ poco, por set muy “brava” y quemar Jas manos cuando se trahaja con’ ella, " sa : es Sl TRENZA DE OCHO (de cuatro caras) Esta trenza de ocho, usada en la confeccién de bozales, presenta la caracteristica de ser absolutamente cuadrada, con sus aristas bien agudas. Para que esto resulte, una ver terminada, se abren los costados y se “machetea”, ofreciendo asi, su lindo aspecto de cordén uniforme en todas sus caras, ae se SiS ae Fic, No 39 ¥, oy 4 7 Trenza terminada. Sélo tejen Jos tientos que van quedando en las oriflas. En este caso, el No 8 pasa bajo tres y, en el centro espera el del lado opuesto que, pasando sobre tres viene a quedar debajo del 8, En Ja siguiente pasada el tiento Ne 7 pasard sobre tres y el dos bajo tres y sobre el Ne 7. Como se we, en este trenzado, en cada orilla; uma vee bajo tres y otra sobre tres y ‘busca la traba en el del Iado opuesto, como lo demuestra la figura adjunta, =o TRENZA DE OCHO, REDONDA Esta trenza de ocho es hueca, circunstancia que se aprovecha para poner en su interior un tiento redondeado (actualmente una piola de céfiamo), para mantenerla perfectamente armada y evitar su achatamicnto, ofre- ciéndole a, su vez, mayor resistencia. Tomado el trozo de lonja, cuya anchura permite separar de ella los ‘ocho tientos necesarios para confeccionarla, se comienza el trenzado pei- Fra. Ne 41 (a) Vista de frente y lista para empezarla a tejer. nindolos, es decir, separar los que van a Ia mano derecha y los que van a Ja izquierda, Asi por ejemplo, en el grabado adjunto, he dejado tres para 1a mano siniestra, el 3, 5 y 7, suponiendo que los hubiera definido de izquierda a derecha por orden numérico. El 2, 4 y 6 para la diestra, cruzindose todos, pasando por arriba y abajo sin permitir dos que no estén alternados. i Quedan por consiguiente el 1 y 8 libres. Este iiltimo pasa por detris del tejido, cubriendo el relleno, como lo muestra la figura siguiente y, alojndose encima del 3 debajo del 5 y arriba del 7, pasando a pertenecer al grupo sostenido con la mano derecha. Vista de atrés y mostrando cémo va quedando envuelto el relleno o “tripa”. Fro, Ne43 ‘Trenza de ocho redonda con relleno de piola. El tiento Ne 1 pasa como el anterior, por debajo del conjunto y aparece entre el 6 y el 4, es decir, cubriendo éste dltimo y seguir por debajo del 2 y encima del 8, que ya pertenece a ese grupo (por su anterior movimiento) ¢ ir a morir a la par del 7. De esta manera se procede con todos, lievando siempre uno de un lado y otro del otro, hasta terminarla, que queda asi. Fig. 43. — 4 TRENZA DE NUEVE TIENTOS (llamada caracol) Esta trenza es de una simplicidad tal, que no precisa mayor explicacién, observando la figura. El tiento (@) del lado derecho, después de pasar por encima de uno ¥ bajo de otro, Iega al extremo opuesto y allf queda solo, aistado det Testo de elementos que constituyen 1a trenza, hasta que (b), que ha hecho la operacién igual que él, se le pone a la par. Entonces (a), pasando Por detrés de (b) y torciéndose, toma la direccién de (c), es decir, de Ia totalidad de los tientos. De idéntica manera se van comportando tedos hasta dejarla terminada, Esta trenza es chata y poco uso tiene y puede también hacérsele del niimero de tientos que uno dese. ) 0 frenza Mamada “Patria” TRENZA DE NUEVE (chat fi rel i za, tendrlamos que empezar por i quisigramos continuar esta trenza, ten¢ ae i ic ey ‘cinco tientos, es decir, el izquierdo, Y debe pasar po viente: bajo 2, sobre 2. bajo 2, sobre 2. aval jo 2 y asi sucesi- Yd o vuelve el costado izquierdo, sobre 2, bajo 2 y asi sucesi- Y de nuevo vuelve vamente. a Como se ve, el tiento que pasa por encima de 2, Ja siguiente vex ‘ara bajo 2 y lo, mismo ocurriré en un lado como en otro. pasar bajo 2 y lo, ae TRENZA DE DIEZ Mano izquierda, Fic, No 46 EXPLICACION: Anudados por sus extremos cinco tientos largos y fijos de éstos, a un soporte cualquiera, ubtendremos cinco enlazadas y que se dispondran segin figura adjunta, es decir, “tres” para la mano izquierda (una en el indice, otra en et dedo mayor y la iiltima en el anular), Y, “dos” para la mano derecha (una enlazada sostenida por los dedos indice y mayor y otra por el anular), Ahora bien, para efectuar el trenzado, se acercan las dos manos, el indice derecho toma por abajo la enlazada del anular de la mano izquierda ¥ se la quita, pasindola por dentro, con un movimiento rapido, de la enlazada que 4 sostenia junto con el mayor. La Meva hacia arriba y se queda con ella, desembarazdndose de la anterior, que se 1a abandona al dedo medio. Por consiguiente, 1a enlazada del anular izquierdo, pasada por dentro de Ja primera enlazada de 1a mano derecha, toma posicién en el indice derecho. El mayor de la misma mano, se queda con la que a tenia junto con el indice y el anular diestro con la suya, Hecho esto, se efectiia exactamente la misma operacién con la mano izquierda y asi sucesivamente hasta terminar la trenza. Se ajusta, abriendo los brazos. Fis, No 47 ‘Trenza de diez terminada, pero sin ajustar y vista por la parte superior. Usada en tas confecciones de “bocados” para 1a doma de potros. Fro, No 48 Esta trenza podriamos Mamarla triangular, puesto que el frente ofrece casi dos caras y la inferior © base es completamente chata, da Grectea” desrdics deat segiin veremos en la figura ni s6lo. ocho tlentos pueden mero 47. verse del total, puesto que Jos dos restantes son los que forman ta cadena del frente. Base 0 cara posterior de Esta trenza_generalmente se hizo con hebras de Jana hilada Porque su uso fué exclusivo en los bocados como antes dije. —8— TRENZA DE ONCE, CHATA Peinados los tientos, con una mano, se sostienen seis y con la otra cinco. Se da “puntada” siempre con la de mayor némero, En ésta que nos sirve de ejemplo, ¥ remos el movimiento de unidades para constituirlas, é ‘ Fic. No 49 1 EI uno pasa encima de dos (el 2 y el 3) y bajo de tres (el 4, 5 y 6). Por el lado derecho se hace io mismo, 2 decir ail, cubre 10 yet 9 ¥ Levanta’ el 8, 7 y el 1 en su nueva posicion. Y de esta manera se procede con ef resto de la trenza, Es decir, repitiendo, los de tw orilla van bajando ‘al centro, cubriendo 2 fentos.y levan tando tres. Fic. Ne 50 Trozo de trenza terminado. TRENZA DE DOCE Trozo de trenza de doce tientos. Es redonda y hueca por consiguiente, necesita alma o relleno de cuero. Para confeccionarla se comienza por peinar las hebras y hacer dos lotes de 6 cada uno. El de Ja orilla externa del lado izquierdo, por ejemplo, da la vuelta por detras de la trenza y pasa por debajo de los dos primeros tientos del lado derecho, sobre dos y bajo dos. La siguiente pasada corresponderi al de la derecha y se comportard de igual manera que el que se acaba de explicar, no olvidando que siempre es sobre dos, bajo dos y sobre dos. mos TRENZA DE TRECE TIENTOS, CHATA Para confeccionar esta trenza de 13 tientos, chata, es necesario hacer dos grupos de los mismos. Uno de iete y otro de seis, El tiento de fa el trenzado. Se dirige al centro pasando encima de tres, bajo de dos y sobre uno. Del lado ‘opuesto, se efectiia 1a misma opera- cién y asi sucesivamente hasta ter- minarla, Fic, No 53 Pedazo de trenza de 13 tientos. =a TRENZA DE TRECE TIENTOS, CUADRILONGA EI tiento Ne 1, ubica- do a la izquierda, debe pasar al grupo de seis, opuesto. Para hacerlo, tapa tres (el 5, 6,7) y, levanta otros tres (9, 11 y 13) EI tiento Ne 12 va debajo de tres (el 10, 8 y 4). ¥ cubre tres (el 3,2y1). Volviendo ala izquier- da, ha quedado en la orilla el Ne 5, que al pasar levanta tres y ta- pa tres, El de ta derecha es el Ne 10, que quedd afuera y pasa al centro, tapando tres y levan- tando tres. Como se habré podido ver: se teje del lado que van quedando 7 tientos. Va de tres en tres. Cuando levanta tres, tapa_ otros tres. Y una vez que va por arriba, la siguiente sera por abajo por cada lado. No olvidando que de fos dos fados se va procediendo lo mismo mientras avan- za el trenzado, No olvidar que cuando la izquierda, es decir que el tiento, va sobre tres y bajo tres; de- recha sera sobre tres y bajo 3 y, en la segunda pasada empezara bajo tres y. sobre tres, para los dos tientos de la orilla (izquier- da y derecha) y asi suce- sivamente. Al terminar la trenza, su perfil es una especie’ de cordén hendido en su cen- tro, Hay que abrirlo y dar- Fic, No 55 Te pequefios golpes de ma- ‘Trozo de trenza de 13 tientos 4 ‘ara que resulte como Fic. No56 terminada, el det grabado adjunto, Perfil =o TRENZA DE DIECISIETE TIENTOS, CHATA Dispuestos los tientos como en la presente figura y numerados para facilitar 1a explicacién, empezaremos cl trenzado. Ay GY will 4 y) E19 tapa 3 tientos (8, 7 y 6), levanta 3 (5, 4, 3) y pasa por encima de dos el (2 y el 1) Ahora con el tiento su- perior de ta orilla con- traria, es decir, el 10. Por abajo de 3 (11, 12, 13) por arriba de 3 (14, 15, 16) y por abajo de dos el 17 y el 9, en su nueva posicién, Ahora se repite 1a operacién pero a la inversa, donde era abajo es arriba y Fic, Ne $8 viceversa. ‘Trozo de trenza concluida. -@— TRENZA DE DIECINUEVE TIENTOS La confeccién de la tren- za de 19 tientos, es suma mente facil, s6lo se requie- re dividir a aquellos en dos lotes. Uno de 9 y otro de 10. Con este iiltimo se co- mienza, puesto que el tiento de la orilla (a), cruza por encima de tres (b,c y 4) y continiia bajo tres para volver a pasar sobre tres. Del lado opuesto se hace de la. misma forma. No ol- ido que en todo el te- lo lo hacen los tien- tos que van quedando a lla crilla_y del lado que ‘hay diez € invarialilemente es: sobre tres, bajo tres y so- bre tres, tanto para un lado como para otro, Fic. Ne 60 ‘Trozo de trenza de 19 tientos, — 6 — TRENZA DE VEINTIUN TIENTOS Fic, No 61 El tiento va al centro de ta trenza y lo-hace por arriba de cinco y abajo ide cinco. Este tiento (a), como podri verse, es el primero de ‘dos lotes de tientos, uno de 11 y otro de 10. Ahora Te corresponde moverse al de la ila opuesta y este es el (b) que empezar al revés, es decir, por abajo de cinco y arriba de cinco con (a) en su nueva ubicacién. Hecho esto, se vuelve a la izquierda, es decir al (c), que tendré que pasar bajo cinco ¥ cubrir cinco, Luego (d)_correra en- cima de cinco y debajo de cinco, ‘Como se por’ comprender, todo se reduce a cubrir 0 pasar bajo cinco y siempre alternadamente y en todo ‘sentido, Fro, Ne 62 ‘Trozo de trenza de 21 tientos, mth COMBINACIONES Y APLICADOS Fic. No 63 Combinacién efectuada con trenzas iguales a fa anterior figura, con la di- ferencia que la trenza de cuatro (a, b), corre formando “eses”. Combinacién de trenzas empleada en frenteras de bozales, bozalejos, pehuales, pretales, etc., confecciona- da con tres de trece tientos, (ab dye §), y dos en zig-zag de cuatro tien- tos, uniéndose unas con otras por medio de simples costuras perdidas por la parte posterior, Fig. No 64 ype Vistosa combinacién de trenzas, empleada en la confeccién de cin- chones, Las laterales son de trece tientos y las “eses” y las barras separatrices de éstas, de cuatro. Se fijan por la parte posterior por medio de simples enlazadas, he- chas lo més ocultamente posible. Fic. No 65 Una trenza de trece al frente-y otra de tres en zig-zag por la parte posterior, ofrecen a la vista este bonito combinado o “embuti- do”, como solian llamarle antigua- mente y que fué usado como retén de la hociquera al anillo en los bozales. En la siguiente figura veremos como se prepara la presente labor. Preparada Ja trenza de tres, 1a aplicaremos en forma de va y viene sobre el borde o festén de la de trece tientos, teniendo en ‘cuenta que marcharé siempre pun- tada de por medio, Asi por ejem- plo, en Ia figura Ne 67, va hacia adentro por (B) y saldré por (D) para volver por (F), sepa- rados convenientemente con la alezna y salteando, como se ha- bré podido observar, las punta- das (A, C y E). Fic, No 67 Fic, No 69 AR Vedat ty Trenza de 13, donde las aan columnas centrales son cu- biertas por tejido “pluma”, En la figura siguiente ex- plico ta forma de hacerlo, Usada fué en tas hoci- queras de los bozales. A, B, es el ancho de Ia trenza y (1, 2, 3, 4, 5, 6,7 y 8) los tientos que correran a lo largo de 1a misma y que han de dar otra tanta cantidad de puntadas de “tejido labor”, sobre la trenza de trece tientos. Se opera como se podré ver en la presente figura y, la unién del tejido con aquella se hace aprovechando las puntadas de cualquiera de las cadenas longitu- dinales, como son (M, N) y (O, P) de un lado y otro. Fic. Ne 70 Bozal confeccionado con una bonita combinacién de trenzas y aderezos, corrientemente usados y que ponen en evidencia 1a influencia espafiola hasta en las mis pequeiias cosas, como Ia podemos observar, en los ador- nos de la frentera, especie de modillones o nudos empleados, en el orna- mento de las rejas de las ventanas coloniales y que el gaucho pudo apreciar y copiar para lucirlos en sus aperos. SEGUNDA LECCION BOTONES AS BOTON REDONDO Fic. Ne 72 EI presente botén de cuatro tientos, qite me sirve de ejemplo, puede lo mis- mo hacerse de 6 u 8. Sélo depende det tamafio puesto que su confeccién es la misma, En la figura Ne 72, vemos la primer Pasada o nudo de espuelas, hecho hacia abajo, Fic. No 71 En esta figura No 74 vemos la primera y se- gunda maniobra ajusta- das y, la tercera sin ajustar. Observando 1a tercer pasada, es un nudo de espuelas hacia arriba. El grabado Ne 73 nos muestra la pasada anterior o sea la primera y la segunda sin ajustar que en realidad no son mas que nudos de espuelas hacia abajo. En la quinta pa- sada, la alezna le abre’ paso al tiento (a), en la esquina que’le sigue al mis- mo, penetrando con suavidad y movien- dola de un lado a otro para no lasti- mar los tientos del centro del botén y venir a aparecer en- tre la armadura cua- drada de Ja primer @ pasada y el tejido exterior (que es co- mo una trenza de tres doble), Fic. Ne 76 Fic. No 75 Y asi como fa alezna marca el trayecto a cubrir de (a), se procedera con los tres res- tantes. Al iniciar ta sexta pasada, los tientos se encuentran en la parte inferior del botén y hay que llevarlos hacia arriba, para esto, el tiento No 1 ‘pasa sobre el No 2 y se introduce en el dngulo formado por el No 2 y 3 y sale al centro del botén en la parte superior, es deci en el primer nudo de espue- as de la primera pasada. El 2 penetra entre el 3 y el 4 E13 entre el 4 y el 1. Y el 4 entre el 1 y el 2. Los tientos en esta iiltima pasada se van dejando tan flojos como floja se ve la pasada del Nv 1 enel grabado ni- mero 77, Deben quedar eruzados con sus inmediatos. Una vez que los cua- tro han atrav do el botén, se procede a ajustar tuno por uno, has- ta hacer saltar cl cuadrito del cen- tro mismo del botén en ta parte superior. Fic. No 78 Botén terminado, a BOTON CUADRADO En el presente grabado se observan dos pasadas Tanto en uno como en otro, las pasadas son hacia abajo, Este botén puede hacerse de seis u ocho tientos te- niendo por consigniente tan- tas caras como mimero de ellos, pero resultan extre- madamente voluminosos, Ne 80 En Ia tercera maniobra. — EI tiento (M), vuelve hacia la izquierda y pasa por el dngulo 0 codo dejado al pasar en cf tiento anterior y en la anterior maniobra. Va hacia abajo, Asi como éste, los tres restantes, § comportan de idéntica manera. El tiento (M) yendo ha- cia atrés o sea hacia la derecha, busca el tajo de separacién hecho en Ta ton- ja, cuando se separaron los cuatro cabos para confec- cionar el botén y pasando por él, lo atraviesa integro para aparecer en el centro mismo, es decir, en el cua- dradito del primer nudo de cespuelas. Fic, No 81 Fic, No 82 Botén cuadrado terminado. De igual manera se procede con Jos tres extremos restantes, —7— BOTON PAMPA PARA CABESTROS Fic, No 86 d Botén pampa terminado. La cola (0) del botén, en la figura (b), se introduce en M, y una vez asada, ajustada y dejado un trozo libre que serviré de sostén al mismo, penetra en (1) de la figura (c) y dando vuelta por la parte posterior, sale por el agujero No 2 y volviendo a salir por 3, deberd aparecer” or ‘iltimo por el agujero N° 1, para seguir corriendo a la par del tient que mantiene el botén. Al iegar a éste, lo cruzard totalmente, hasta aparecer en su parte superior y de alli hacer una pequefia enlazada y perderse en su interior, como vemos en la figura (d) en el punto (x). —B— BOTONES REVESTIDOS Una clase de botones que fué muy usada hasta el aio 1890, es la que presento a conti- nuacién. Sencilla ‘pero muy vistosa, requiere como todos estos trabajos una paciencia ex- traordinaria, Se comienza por colocar sobre un bot6n comin (generalmente redondo), una serie de ti ‘omo muestra la figura No 87, con una separacién de 3.6 4 mm, entre si, considerando elementos delgados y, se efect ligaduras (a y b) para mantenerlos fijos en sus respec- tivos lugares, mien- tras se maniobra, <7 Se continiia con enlazadas hacia abajo, del nudo de espuclas, co- mo muestra la fig. No 8, Fic. Noss / La tercer figura nos ensefia el arranque del tejido que, no es mis que una vuelta de cada hebra (siempre en la misma di- reecién), sobre los tientos que se hayan atados por abajo con la ligadura (b). Al hacer esta pasada y terminarla, se debera quitar la ligadura (a) con extremo cui- dado y, enderezar los tientos ajustindolos suavemente, El resto del tejido se continuaré siempre igual, de manera que al ter- minar la dltima pasada, conserven los tientos la direccién iniciada, Se efectéia una ligadura fuerte- mente hecha por el borde interno de la ligadura (b de ta figura Ne 87), Se quita ésta y sobre aquella se hace una sortija simple de una pa- sada, teniendo cuidado de ir traban- do los tientos 0, se introducen en el centro del botén y se les hace apa- recer (habiéndofo atravesado) en la envergadura del mismo. Se recortan los sobrantes y con esto queda ter- minado, como podri verse en fa gura Ne 91, Fic. Ne 90 En Ia confeccién de “Bombas”, vere- mos otra manera de revestir botones, Nota: He visto que algunos sogue- ros, hacen éste botén al revés de lo explicado, es decir, que lo comienzan por la parte superior (b, de la figura 87) y lo terminan en la envergadura (a, de la figura 87), pasando los so- brantes por el centro del botén, hacia el exterior, donde se cortarén. Fic, Ne 91 TERCERA LECCION — 83 — NUDO DE CORREON Este nudo mantiene la unién entre la ba- rriguera con la encimera en el punto deseado, Es de facil desate, como podra observarse en Ja figura No 92, NUDO POTREADOR, (con rosa Para poderlo desatar facilmente) Al ajustarse el nudo no puede correrse y evita, por consiguiente, que el animal pu- diera ahorcarse, figura Ne 93, NUDO DE PALEN- QUE DE FACIL DESATE La linea punteada (a) indica el recorrido del ‘extremo de la soga con mofio rosa, en la par- te posterior del palo. Es suficiente una pequefia traccién en dicha cola para deshacer el mudo, figura Ne 94, Fic, Ne 94 NUDO DE ESPUELAS Armadura: ¢ y d se anudaban en el soporte de las rodajas en Jas es- puelas, y A, B, atados en el empeine del pie, Ievantaban el conjunto a yo- Yuntad. Actualmente se usan estos nudos para mantener uni- das las _colas de las riendas para frente- as de bozales y para la con- feccién de ‘trenzas. — 85 — NUDO FRENTERO: ARMADURA Fie, No 97 Nudo usado en la frentera del bozal, donde (a) y (b) van a terminar al anillo del mismo y (c) y (d) a la hociquera, En el presente grabado, podemos ver ta armadura del nudo frentero mas simple, Esta armadura también fué usada para retejer sobre ella, ef nudo del alza prima de las espuelas, que ya veremos més adelante, NUDO FRENTERO DE DOS PASADAS Primera manio- bra: el extremo de abajo (4), pa- sa hacia arriba. — Segunda ma- niobra: el de arri- ba (a), pasa ha- cia abajo. Ajus- tandolo puede usarse asi, o de Jo contrario. ha- ciedo mover los extremos ¢ y b, tendremos el de Ja figura néme- ro 100. NUDO FRENTERO DE CUATRO PASADAS Donde podre- mos observar que los cuatro extre- ‘mos se han mo- vido y cada uno ocupa el de su cabo diagonal- mente apuesto— Advertencia: Se Te puede dar las CUARTA LECCION REVESTIDOS REVESTIDO, A CUADRITOS ALTERNADOS Este revestido se emplea generalmente como forro de tos cabos de rebenques, fustas, arreadores, etc. Primera maniobra: Sobre el cabo se colocan tantos tientos sean nece- sarios para cubrir todo el perimetro del mismo, dejando una separacién Fic. Ne 101 a entre uno y otro, igual a la anchura de los primeros. Se van sujetando con un tiento lo bastante largo como para que alcance a cubrir el cabo, enrollindose en él y se le fija de un extremo a un objeto inmévil. Segunda maniobra: Efectuado aquello, con un Ieve movimiento de rotacin, sobre el’ cabo ido el tiento transversal y a su paso todos los longitudinales van haciendo una pasada de “medio bozal” hacia adelante, como lo indica el grabado (b). Nora: Esta labor fa emplean los penados, en Ia confeccién de lapiceros, etc. Usando hilos de seda 0 cerda. Si la enlazada se hace al revés, Jas Tineas transversales que se van formando, vuelven hacia el lado contrario, Terminado el trabajo, se nos muestra en la forma que indica la figura 103, Nora: Se presta mucho para confeccionarlo con un tiento negro y otro blanco, alternados. Fic, Ne 102 b Se colocan los tientos unos al lado de otros, tocdndose y lon- gitudinalmente al cabo. En senti- do transversal se comienza a en- rollar uno de mucho mayor exten- sién y fijo en una extremidad. Fic, Ne 104 a Fic, No 105 b Cémo van quedando los tientos. A su paso se deja un tiento bajo de él y otro por encima, Se ajusta con el inmediato anterior, que pasa por debajo y presionando hacia arriba, Fic. Ne 106 ¢ ‘Terminado. — 93: REVESTIDO EN ZIG-ZAG Este revestido se puede hacer como el “a cuadritos alternados” pero, también puede hacerse, enrollando previamente un tiento, aunque bastante flojo, al cabo a forrar en forma de espiral. No sélo debe estar flojo sino que antes de comenzar el trabajo, débesele enjabonar bien, Fic. No 107 Fic, Ne 108 Se comienza pasando el primer tiento, dando vueltas sobre ta armadura, como lo muestra la seccién m, en B, es decir, en yueltas hacia Ia derecha. Liegado al punto (b) en la figura A, el tiento pasa hacia {a izquierda, formando asi lineas quebradas de muy buen gusto. —-4— REVESTIDOS, CON NUDO DE ESPUELAS El presente revestido combina espléndidamente con el anterior y sobre todo se presta por la disposicién de los tientos al final, que es alternado. Se hacen enlazadas como las del nudo de espuelas, hacia la derecha hasta Fic, Ne 109 a Fic, Ne 110 b Fic. Ne llc Ejemplo de dos pasadas. circunscribir el cabo por completo. Hecho ésto, se procede a la inversa, es decir, hacia la izquierda y asi sucesivamente. ‘Algunos Ie Haman tejido pluma al presente trabajo. Nota: Para ajustarse es necesario ligar dos tientos vecinos. Hecho to, se comienza la siguiente vuelta. ‘La parte superior fué empleado el revestido en zig-zag, y la inferior “con nudo de espuclas” anteriormente explicado, fig. Ne 111. REVESTIDO, DE et ona] ENVOLTURA Laborado con una trenza de dos retorcida y un tiento redondeado del mismo grosor que la anterior. Se envuelve en movimiento de rotacién, bien tenso. Fic, No 112 Se colocan dos filas de tientos, tuna encima de otra y con incli- nacién sesgueada, completamente contraria, cosa de que Ia trayec- toria de cada tiento sea una espiral que se envuelve en el cabo y que se vayan cortando en puntos opuestos y alternados. Dispuestos asi los tientos, en un punto cualquiera se cruzan, pasando los de abajo a arriba y, haciendo una enlazada grande que Fic, Ne M13 a, cireunscriba el cabo (1) de la fig. b y, atando sus extremidades, nos servira de guia y de retén o ar- madura, puesto que, los tientos que vienen de la derecha iran a morir debajo de dicha enlazada y a la izquierda y viceversa con los ‘opuestos. Los tientos iin cruzindose siempre y pasando por arriba y abajo, arriba y abajo, conservando siempre su orden exacto de ubi- cacién primitiva. Fic. Ne 114 b, Este trabajo se hace mis facil por medio de Ja “trenza de alezna” que en otra parte explicaré. Fie, Ne 115. — Terminado. REVESTIDO A MEDIO BOZAL Fic, Ne 117 b. Primeras vueltas donde se aprecia el tejido muy suelto para Ja ficil Fic. No 116 a. comprensién, NOTA: Este trenzado fué preferentemente usado en Ia confeccién de revestidos de pelo, para cadenas de reloj, anillos, etc, Actualmente los Penados, Jo emplean en trabajos de cerda. Algunas veces suelen hacer juegos muy bonitos, de cabezadas, riendas, etc, con algodén trenzado o “pabilo”, cuyos remates, pasadores, bombas y botones son hechos con hilos de seda de diferentes colores y empleando para ello, el presente revestido, QUINTA LECCION —9— EXPLICACION PREVIA Como es dificil la explicacién de la confeccién de las sortijas, bombas, pasadores, etc, por el hecho de ser especies de anillos y que, al verse cl frente resultaba imposible ver 1a parte posterior, he creado un manguito construido con un viejo palo de escoba y al cual, en su parte superior le he labrado un dado con cuatro caras numeradas (del 1 al 4). Fie, Ne 118 De las aristas de cada una de estas caras, he tirado hacia abajo lineas punteadas que vienen a dividirme el mango en cuatro superticies iguales (a, bc y d). De manera que cada movimiento del tiento que teje, puedo yo consignarlo en cada una de ellas y dibujarlo por consiguiente. Una vuelta que dé alrededor del palo, significa para mf, cuatro anotaciones por orden numérico, con varias de éstas he Iegado a la confeccién com- pleta de tos elementos del recado gaucho. ARMADURA DE SORTIJA Fic. Ne 121 (a) cola inicial del iento o guia, (B) resto del tiento que avanza hacia Ia izquierda siempre (Fig. 119). Con 1a mano izquierda hacemos girar hacia la derecha el manguito y vemos como quedé en la Parte posterior (Fig. 120). Con el mismo movimiento Megaremos hasta pasar el tiento por debajo de 1a guia, quedando por lo tanto, arriba de uno y abajo de otro tiento en su nuevo recorrido (Fig. 121), All dirigirse hacia arriba pasa por encima de uno ¥ vuelve levantando otro (Fig. 122). Pasando la alezna por debajo de la pasada M M’ se toma la pasada inferior O P y’se lleva hacia arriba Para ser levantada por la extremidad del tiento que va formando el tejido, segiin indica la flecha (Fig. ‘No 123). Pasando por consiguiente por arriba de un tiento, Por abajo de otro y arriba de un tercero, Fic, Ne 125 Sortija_termina- da (Con sus ex- tremos perdidos). — 101 — guia En el grabado (Fig. Ne 124) se observa que, Ja cola N, pasa por debajo de la guia, y tanto tno como otro se mantienen encimados en su trayectoria, si es que la sortija no se ha de seguir. Ahora si a ésta la hemos de continuar, el tiento N, debe pasar por delante de la guia, para poder seguir retejiéndola. — 102 — guia Fic. Ne 126 Fic, No 127 Fic, No 128 El tiento que arranca delante de Ta guia, va hacia arriba cubriendo dos y baja levantando uno (Fig. 126), Bajando cruza dos y subiendo le- vanta uno (Fig. 127), Pasa por arriba de dos y levanta otros dos, saliendo delante de la guia (Fig. 128), Baja sobre dos y al subir lo hace levantando dos, separando un par que habian comenzado a correr juntos (Figura 129), = 103 — Pasa sobre dos y separa otros. dos al _levantarlos (Fig. 130). Cubre dos y levanta tres, contando la guia que debe quedar atrés, si se va a continuar el tejido (Fig. No 131) Usada generalmente en bozales que ofrezcan resis- tencia a la tensién, o a la humedad de 1a baba del animal, donde otro trabajo de tiento fino no podria aguantar, Fig, Ne 132 Sortija de una pasada termi- nada, — 104 — SORTIJA DE DOS PASADAS Fic, No 135 Fic. No 134 Yendo hacia arriba cubre tres tientos y baja levantando dos, saliendo para correr a la par del tiento guia y por delante del mismo (Fi- gura 133), Sobre tres y bajo dos, junto y delante del tien- to guia (Fig. 134). Cruza tres y levanta tres, separando los pa- res (Fig. 135). — 105 — Fic, Ne 137 Cruza tres y levanta tres, separindolos (Fig. 136). Sobre tres y bajo tres, se~ parando un par (Fig. 137). Antes de hacer la iltima pasada se quita Ia guia y se pasa por debajo de tres para ir al encuentro del tiento del tejido, wna vez alli, se corta el sobrante. EI tiento M, en su iiltima pasada cruza sobre tres de arriba a abajo y sube pe- netrando por donde salié 1a guia y, de esa forma queda, la sortija terminada y con sus dos extremos. escondi- dos (Fig. 138). SEXTA LECCION ARMADURA DEL PASADOR DE VUELTA Y MEDIA. Manera de comenzar Ja armadura del pasa- dor de vuelta y media (Fig. 139). Yendo de abajo a arriba, eruza sobre 2 y dando a vuelta por’ de- tris, aparece por debajo de uno, sigue sobre 1 y bajo uno (Fig. 140). Sigue pasando sobre 1, y al girar hacia arri- ba, forma borde para luego: cruzar bajo uno (Fig. 141). * Fie, No 143 Al dirigirse de abajo hacia arriba, la brida, tapa 1 y le- vanta 1 y en el borde superior tapa 1 y da la vuelta por la parte posterior del manguito y aparece levantando uno, al se- guir avanzando cubre 2 y vuel- Ye a levantar otro, casi al inferior (Fig. 142) Al efectuar esta pasa- da no es suficiente mirar cl grabado, hay que leer para evitar confusiones, por la for- ma en que la desarrollo. En la figura 143 se observa que la brida pasa sobre 2, for- mando el borde inferior’ y al subir bajo tno (a la derecha de la guia), Sobre 2, bajo 1 (Fig. 144) Fic, Ne 145, Sigue sobre 1 y hajo 1, formando tno de los Angulos superiores (Fi- gura 145) Sobre 1, bajo 1, sobre 1 y bajo 1 (Fig, 146), Sobre 1, bajo 1, sobre 1 y bajo 2 (delante de la guia) (Fig. 147). Con el solo hecho de pasar delante de la guia, se indica que ya comien- za ct retejido y queda terminada por consi- guiente, “la armadura”. Esta armadura puede emplearse como remate de trenzas de 1 y 1 Fis, Ne 146 Fic. No 147 PRINCIPIO DEL RETEJIDO DEL PASADOR DE Fic, No 148, Fic. No 149 Sobre 1, bajo 1, sobre 1, bajo 3. (en Ja esquina) (Fig, 151) Viniendo de 1a esquina y de abajo de 3, tapa uno y pasa bajo de otro, Cu- bre uno, al seguir avan- Viniendo de cru- zar 2 y pasando por delante de ta guia, bajo 1, tapa 1, pasa bajo 1, cubre 1 y bajo 1 (Fig. 148), Sobre 1, bajo 1, sobre 1, bajo 2 en la esquina (en los dn- gulos opuestos de la eruz que hallamos al avanzar) (Fig. 149), zando y cruza bajo de 2 (Fig. 152). Sobre 1, bajo 1, sobre 1, bajo 3, en ta esquina y formando parte del borde superior (Fig. 153). Sobre 1, bajo 1, sobre 1, bajo 2 (Fi- gura 150). Fic, Ne 153 Frc. Ne 150 Fic, No 154 Sobre 1 al bajar de la esquina, bajo 1, sobre 2, bajo de 2, sobre 1 y bajo 1 (Fig. 154). Sobre 2, bajo 3 (en la esquina), Sobre 1 y bajo de 1 (Fig. 155). Pasa sobre 2, bajo 2, so- bre 1 y bajo 1 (Fig. 156). Fic, No 156 Fic, Ne 159 Fig, Ne 158 Sobre 2, bajo 3 (en el borde superior). Sobre 1, bajo 2 (Fig. 157). Sobre dos, bajo 2, sobre 1, bajo 2 (Fig. 158). Arriba de 2, bajo 3 (en a esquina inferior). Sobre 1y a la derecha de la guia). Bajo 2 (Fig. 159). Fic, Ne 160 Arriba de 2, abajo de 2, arriba Sobre 2, bajo 3 (en el bord Fic, No 162 Fic. Ne 161 Arriba de 2, abajo de 2, arr ba de 2, abajo de 2 (Fig. 162). Arriba de 2, ¥,abajo de 4, con s6lo esconder los cabos después de ajustarlo, queda terminado el pa- sador (Fig. 168), a on a ow Ke CMRI ESS f SS ea ir b SST aa de 1, abajo de 2 (Fig. 160) le superior), sobre 2 y bajo 2 (Fig. 161), Fic. No 163 SEPTIMA LECCION LUIJO CAMPERO —119— ESTRIBO CHALAI Se preparan tientos de 60 a 80 centimetros (segin el fargo de envoltura del correén y trenza deseados) y se colocan doblados por la mitad, como indica la figura Ne 164 y se mantienen con dos ataduras (b y c). Se co- mienza el tejido conforme se observa en dicha figura, haciendo pasadas que no son mis que nudos de espuelas de adentro hacia afuera, Se continda con una o dos pasadas, de uno y uno para dar resistencia y seguridad al tejido en total y después se puede seguir con pasadas in- dividuales de cada tiento de dos y dos, tres y tres 0 com- binar unos y otfos de manera de formar un tejido de esteri- Ma, Conviene sin embargo, dar uniformidad 0 fondo, es de- cir, hacer prevalecer una este- rilla para efectuar lo 10 al bifurcarse y transformarse de tejido de envoltura (en el correén), en dos trenzas que, abrazardn 1a parte superior del estribo. Maniobrando hasta 1a figura Ne 165, yo he continuado la labor con una esterilla de dos y dos, es decir, cada uno de los tientos libres de ata- dura, tapa dos y pasa debajo de dos tientos, de los que se hayan reunidos con una ligadura transversal. (Esta ligadura se va corriendo hacia abajo a medida que avanza el tejido). — 120 — Dicho tejido se hace de 12 a 14 centi- metros de largo de su arranque hasta la parte superior del estribo y, al llegar a este limite, se procede. a efectuar dos Jotes del total de los tientos para con- feccionar con ellos, dos trenzas iguales e independientes, donde cada una de las cuales envolveré un costado del mismo. Un lote se mantiene atado, mientras el otro del lado opuesto se trenza. Al comenzar dicho tren- zado hay que “peinar” los tientos, \\¢s decir, ordenar su perfecta ubi- Fic, Ne 166 cacién y dar las pasadas necesarias de uno y otro para que no haya variacién (ver el tridngulo a, b, c) de la figura 166), entre el tejido de envoltura del correén y las trenzas del estribo en lo referente a la trama, Es imprescindible conservar fa orientacién que van Tlevando los tientos, para no tener “erradas” y buscar con paciencia el sitio correspondiente de cada tiento en el mo- mento de bifurcarse el trenzado para obte- ner una pieza perfecta. _ Estos estribos se hacen de 14, 16, 20, 28 tientos, segiin el grosor de los mismos y es siempre preferible buscar un niimero de ellos ue divididos por 2 resulten impares para poder confeccionar mejor las trenzas ter- minales, La manera de hacer estas trenzas ter- minales que son chatas, las explicaré al cons- truir las Hamadas “Trenzas de esterilla”. Fic. No 167 —Sélo nos resta, dijo el joven estanciero, levantando la vista del grueso manuscrito y mirando al viejo trenzador, Don Jacinto Nieves, entregarlo a la imprenta. Ya vé, jla labor de un afio reunida en este montén de paginas! Y lo peor de todo es que temo al darlo a publicidad, ser juzgado como dibujante y no como el fiel intérprete, de las lecciones sobre trenzas gauchas que Ud. me ha dado. Y por otra parte, tampoco quedo satisfecho porque mucho, muchisimo trabajo terminado se me queda sin agregar a esta coleccién presenta- da hoy. —ii¥ las bombas, remates, ingeriduras, boleadoras, costuras y, qué sé yo cudntas cosas que tiene debidamente anotadas, no las piensa dar a conocer 4ura!?, preguntd sorprendido el paisano. —iAsi es!, contestéle pensativo el mozo. Pero le prometo para dentro de poco una segunda parte, que habra de dejarlo contento y ya sabe que mi palabra es como plata... —...que siempre vale, gnu es verdad, patrén?, y ademas, yo tendré tiempo para ir refrescando la memoria y acordarme de tanta cosa linda qu’el gaucho dendenantes sabia hacer... Y al terminar su dltima palabra el pobre viejo, tomé su raido sombrero de sobre una silla del escritorio y salié, dejando tras si, al joven hacendado, intimamente feliz, con el sano gozo que da el trabajo terminado, mis todavia, con la alegria indecible de ofrecer un libro itil mientras él, “rumbeaba p'al cuartito ¢ las sogas” a continuar su tarea diaria: Trenzar tientos y penas. .. LIBRO SEGUNDO EL CUARTO DE LAS SOGAS PREFACIO Si bien es verdad que el cuarto de las sogas era una de las dependencias mas aisladas de la poblacién de las estancias, no por ello fué de las menos concurridas. Simples razones motivaron tal causa: la primera y mas importante era que ese humilde rinconcito guar- daba en si, los enseres y utiles usados diariamente por sus moradores, y, la segunda, la de estar atendida por lo comun por sélo una persona, y esa persona ser el viejo trenzador. El pobre paisano estaba la mayoria de las veces imposibilitado para otras obligaciones que no fuese la mansa tarea de trenzar, por hallarse ma- terialmente deshecho por los rudos afios de trabajo en el campo y los naturales achaques de la vejez. Esta final reclusién en el cuartito de las sogas era consi- derada por los patrones como un premio a su adhesién, creyéndolo bien remunerado con pequefias cantidades de tabaco. El viejo soguero ejercia sobre el resto de los compafieros de faenas, la autoridad propia del ar- tista, creador de primorosas filigranas en cuero, aparte de la experiencia acabada de los que ruedan la pen- diente de la vida, y regalandoles la palabra perfumada de sus narraciones picarescas, o la flor sangrante de las penas... — 126 — i EI cuarto de las sogas! Al pensar en él, evoco ris- ticas arcas, sencillos cofres que no por ello dejaban de ser celosos guardianes de la riqueza artistica escon- dida en su vientre. Sus paredes y su pajiza techumbre cobijaron el mas regio galardén del ingenio gaucho al atesorar, motivos del arte del trenzado que tanto des- arrollo tuvo, en nuestro pueblo de antaiio. De uno de sus muros pendian lazos, boleadoras, hozales, todos engrasados debidamente, y aguardando, sobadus y suaves, su hora oportuna en las “yerras”, el trabajo trocado en fiesta de los paisanos de aquella ¢poca. Estas prendas, (reliquias actualmente) eran en aquel entonces, el producto de un dulce pasatiempo. Del otro lado colgaban iguales cosas pero reventadas, rotas, cortadas por la inexperiencia de algiin mozo o la brutal sacudida de los animales bravios. Algun angulo sostenia los “fierros” de las tradicio- nales marcadas, y otro, el infaltable cajoncito con los trebejos del trenzador. Las agudas aleznas en las respectivas vainas de cuero crudo y los cuchillos eternamente gastados pero de noble acero y amolado filo, semejante a las tranchetes, capaces de “cortar un pelo al aire” como decian los gauchos en su jerga pintoresca. Y los rollos de lonja de varias especies, al amparo de los elementos atmosféricos, gruesas y delgadas, de un color o de otro pero, siempre en condiciones de prestarse a la habilidad prodigiosa de quien las em- pleare. Y era de ver a esos viejecitos enjutos, de manos temblorosas, sujetar del alero o de un clavo a Ja puerta del rancho la materia prima y adquirir como por en- — 127 — canto en un instante, la firmeza de pulso y la pasmosa seguridad en la diestra para empufiar el cuchillo y de un tajo exacto, desprender un tiento de la lonja madre, tan delgado que se enrrollaba en el aire en mil contor- siones y formando espirales en continuos temblequeos como resortes; poco mas gruesos que hilos de seda v no mas cortos que dos brazadas. Y la mayor parte de las veces siguiendo la conver- sacién con quien se le acercase, sin abandonar el deli- cado trabajo, 0, lo que es peor, girar la cabeza al lado opuesto al que efectuaba la maravillosa tarea en la que habia puesto su portentoso tacto, sin la menor vacila- cién en el pufio ni el mas insignificante desvio, que pudiese perjudicar en lo mas minimo, el elemento pri- mordial de los trenzados. Sabido es que el potentado de antafio —me atrevo a decirlo— tenia una doble personalidad. En las tem- poradas libres de las rudas tareas campesinas, era siempre el patrén y su prestigio sentaba en la firmeza de su voluntad, en la seriedad de sus procederes, aparte de la superioridad inherente a sus pecunios que de por si, bastaba para establecer jerarquias, pero, en las épo- cas de fatigosas faenas, jornadas en que el barbaro quehacer tendia un manto de absoluta democracia, el estanciero dejaba de ser el amo para ingresar jubiloso al montén de trabajadores. Entonces se convertia en uno de ellos, estrechando esta unién el mate absorbido de tanto en tanto a la vera de los fogones, siendo de esta manera el puente de castas, y el lazo de camara- deria, al mismo tiempo que su compaiiera inseparable, la limeta de cafia, corriendo de boca en boca los enca- denaba en besos fraternales como si fuese la teta ma- — 128 — terna, para tanto hijo disperso que el destino reunia en una misma labor. El cuarto de las sogas fué, ademas, un simbolo de esa igualdad, ya que sus muros de adobe guardaron en franco consorcio los primorosos aperos, de pilchas suaves y muelles del patrén con el duro recadito “do- minguero” de sus peones. Y, como estos trabajos mios, reunidos en libros no son mas que una simple exposicién de manualidades criollas, una rapida revista a las paredes de la legen- daria pieza donde se guardaron las prendas de paseo y los elementos de faena, nos daran una impresién de su arte, y, al evocarla, he querido perpetuar su nombre en lo posible a mi esfuerzo, denominando a esta se- gunda serie de trenzados gauchos: “EL CUARTO DE LAS SOGAS” PRIMERA LECCION MANA GAUCHA — 121 — EI presente grabado, recuerda 20 animales machos marcados y operados y 4 hembras, Lo sabemos por el No de agujeros atravesados por los tientos laterales sueltos y, por la ubicacién adoptada. Fic, No 168 Fig. Ne 168, — TARJA. Usada para contar los animales marcados, en las hierras. — 132 — BOTON PAMPA Fic. Ne 169 Es el botén primitive y fué usado para estribar calzindolo entre el dedo gordo y el mayor del pie. ENLAZADA DE CORAZON (Para frenteras de bozales) En un trozo de tonja de una anchura no menor de 2 centimetros, se hacen ta- jos que la abren en varios ramales. Quedando de la manera indicada en la fi- gura Ne 170, En la mitad del espacio comprendido entre las bi- furcaciones M y N se efec- tia una incisién en el es- pesor del ramal, tal sea x. Lo mismo se hace en ef lado opuesto (x'), y por filtimo en el brazo derecho, una tercera (conservando la misma distancia, mis o menos), marcada con la tetra x”, Se incurvan los cabos y se hacen pasar como lo in- dica la figura Ne 171 y con esto queda terminada la en- lazada corazén, (Los ra- males superiores yan al co- Mar y los tres inferiores a Ja hociquera). — 133 — Fic. No 171 — 134 — MANEA PAMPA = Fic. Ww ee ~\ ic. Nv 173 Cuando el gaucho se vio en la necesidad de montar un potro sin la ayuda Personal de algin compafiero, us6 de la manea pampa para mantenerlo amarrado, mientras acomodaba el recado y subja sobre él y luego desmanearlo sin apearse, con s6lo hacer una pequefiatraccién sobre el cabo (M), que habia mantenide en Su mano izquierda junto con las riendas (Fig. n° 173), — 135 -— ALZA-PRIMA Fra, No 174 Se toma por la mitad un tiento que correspondera ala (x) et ra No 174, Se efectiia la armadura como en dicho grabado y m parte superior se mantiene fija entre el pulgar y el indice, Ia enlazada cada con la mencionada (x), se trataré de tenerla abierta con el mefique para que al final del trabajo nos sirva de retén en la espuela. El extremo (b) doblan- do hacia abajo y pasando sobre uno, bajo uno, etc, hasta aparecer en cl lado ‘puesto. ei Fic. No 175 — 136 — — 137 — Mientras que (a) cruza sobre (b), se dirige hasta (a’) de la figura Ne 176 y volviendo sobre su trayecto aparece a la par de (b). Fic. No 176 Fis. Ne 177 Forma en que el gaucho calzé cl alza-prima de as espuelas, sirvién- (b) yendo hacia arriba y tapando a (a), doblaré hacia a derecha dole para cubrir el talon de 1a bota de potro (figura Ne 177) a la vez Pasando bajo uno y sobre uno, etc, hasta llegar a (a') de la figura que de nivelador de las mismas, Al anudar (a con b) por delante, a ta Ne 176 y quedar por consiguiente, construida el alza-prima que sélo nos par de las pihuclas y sobre ef empeine del pie, ajustado o flojo, levantaba restaré ajustar debidamente (figura N° 177). © bajaba a voluntad a aquiéllas.

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