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El rey Sahrivar, su hermano Sah Zamén y Sahrazad, Ia hija del visir ‘mundo, en una edad remota, hubo un gran rey que gobernaba sobre todas las tierras de Arabia y de Persia, ycuyo imperio se extendia incluso hasta las costas de la India. Cuando muri, el reno pas a sus hijos, Sabri yar y Sah Zaméin, dos hermanos que estaban tan unidos co- so lo esta la nuer con su céseara, y que dividieron la heren- cia a partes iguales: Sahriyar fue nombrado rey de las tic- ras occidentales e instalé su palacio en Bagdad,’ mientras ‘que Sah Zamén se convirtié en monarca de las tierras orien- tales, que tenian su capital en Samarcanda. Por espacio de veinte afios los dos hermanos gobernaron con justicia y misericordia, hasta que un dia Sahriyar sintio nostalgia y quiso ver de nuevo a Sah Zamén, de manera que Namé a su visir’y le ordené que preparase una magnifica caravana com la que debia dirgirse al reino de su hermano, Decenas de camellos y caballos cargarian con valiosos regs: los, resplandecientes jovas y lujosas sedas, y un enjambre de esclavor negros y blancos acarrearia riquisimos ungien: tos y lor dulces mis exquisitos; con todos ellos viajaria el vi iE nel transcurso de To més antiguo de la historia del got nv ir Elon ry a lips ada pro toy urate glo sonttays no 8 ‘Snes alco coaioe mae morta Sm Sr isitact alata emetiodon oda stan apo goberacor Se ‘narap, 4 rasan rena sctes sir, quien Sahriyar entreg6 una misiva con acendradas' ex: presiones de afecto, en Ia que invitaba a su hermano a vol vera Bagdad y a disfrutar de su hospitalidad, ‘Todo sucedi6 sogtin los deseos de Sabriyar. Encaberada por el visir la vistosa caravana llegé a su destino con la car ta para Sah Zamén y, al cabo de una semana de festejos ¥ Danquetes, el monarea de Samarcanda preparé una expedi- ‘ign similar para trasladarse al palacio de su hermano. Car- tgada con cuantiosos regalos de oro y marl, bellas alfom- bras y cortinajes de brocado, Ia caravana de Sah Zaman atravesé la puerta de la ciudad y se puso en camino entre las aclamaciones del pueblo. Y aquella primera noche insta- Iron el campamento sin haber perdido ain de vista las al- tas murallas de Samareanda, Sucedié, sin embargo, que, cuando mayor era la oscur dad de la noche, Sah Zamén desperts en su tienda y records ‘que habfa olvidado en su cémara palaciega un gran rubi? {que deseaba regalar a su hermano. De modo que se levant6 sin despertar a nadie, regresé a la ciudad, entr6 en el pal cio a través de una puerta secreta y subié hasta su cémara ppor una esealera oculta. Pero cusl no seria su asombro y su olor cuando, al penetrar en Ta estancia, descubrié que su cesposa yacia en el lecho conyugal abrazada a un gigantesco esclavo negro. El rey sintié que el mundo se le venta abajo, ysse dijo a si mismo: ‘««Dins todopoderoso! Cémo puede suceder una cosa ast cevando desde Ia caravana se divisan ada las murallas de la ciudad? ¥, si esto ocurre ahora, jqué no habré de suceder durante el tiempo que pase en la corte de mi hermano!» Un instante después, dominado por la furia ye! dolor, Sah Zaman desenvaind su espada y de wn solo tajo partis, por la mitad a los amantes dormidos.* Recogié luego el rubi Scciodades do Grant, ta vengeta dl mado angnado t propane £8 ‘SEsSatvace thy cunts anv Seb pray coto odo. amram smnaso sa 2046 RZD 5 colvidado y rogresé al campamento tan en secreto como hi fa salido de Con la ilusin del reencuentro con el hermano y Ja nos- talgia del pasado, Sah Zamén reemprendi el viaje. La cara- vana dejé atras montaas y desiertos,y al cabo de un tiem- po llegé a Bagdad, donde fue recibida con la misma alegria por los nobles y por el pueblo, EI mismo Sabriyar salié a abrir las puertas de la ciudad para que entrara su hermano, a quien condujo con los maximos honores hasta el palacio imperial Pero Sah Zaman no logré sobreponerse a su abati= rmiento durante las jornadas del viaje, ni tampoco tras la ci lida y emocionada bienvenida que Sahriyar le tributd, pues se mostraba incapaz de pensar en otra cosa que no fuera la ‘muerte del amor y la infidelidad del género humano. Su hermano organiaé grandes festojos en st honor y lo alojé en sun ala del palacio con amplias estancias adornadas de ricos tapices y alfombras, desde donde podia contemplar el jar «din de reereo de Sahriyar. Pero ni las fiestas ni los placeres de Ios sentidos consiguieron alegrar a Sah Zaman: sus ojos habian perdido el brillo y su piel se habia vuelto palida a ‘causa del dolor, sin que nada de lo que su hermano Sahiyar Inacfa lograse reanimarbo. “—Bstoy cansado después de tan largo viaje —era todo lo ue salia de sus labios cuando su hermano lo interrogabs. ‘Un dia Sahriyar preparé una gran expedicién de caza, con la experanza de que tal esparcimiento distrajera a Sah ‘Zaman de sus preocupaciones. Pero Sah Zamén rechazé la {nvitaciéa, pidiendo tinicamente que se le permitiera des: cansar; de manera que el rey y sus eazadores se marcharon, fsunque no sin dejar el encargo de que se prestaran al regio Inuésped todas las atenciones posibles, “Mientras deambulaba* melancélicamente de habitacion fen habitacién, he aqu que Sah Zamsin eneontré una venta- nita con celosia? que daba a un retirado claro en el jardin de reereo de Sahrivar. Al mirar por ella vio a la hellisima es: pposa de su hermano caminando entre los dirboles y rodeada Por una veintena de esclavas envueltas en mantos y eapu- ‘has. Cuando el grupo aleanas la fuente situada en el centro del claro, las eneapuchadas se despojaron de sus mantos y entonces el rey pudo comprobar, pasmado, que algunas de ellas no eran muchachas, sino jévenes esclaves de curtide rostro, De repente, la esposa del re grit: —iMasud, ven conmigo! Y entonces el capitan de los esclaves salté desde un r- bol cercano, abrazé a la reina y unié su cuerpo al de ella. AL instante, Ios otros esclavos se acercaron a las doncellas, a ‘quienes no dejaron de besar y abrazar hasta el amanecer. Sah Zaman contemplé asombrado los secretos placeres de la veina y de sus esclavas. «Verdaderamenten, se di, ‘ila infidelidad y depravacién’ del género humano legan © depron deperaraci, l. cu nnrsumnin somes eruirr sin z incluso hasta Bagdad! Ahora sé que, comparada con la de ‘mi hermano, mi desgracia es pequetia» Desde aguel momento, Sah Zaman empez6 a recuperar los énimos perdidos. Volvieron a brillaele Tos ojos, emper6 a ‘caminar con nuevo vigor ya beber y comer con apetito, Cua- ddo Sahriyar regresé de la eaceria y advitié la mejoria de su hermano, su sorpresa y satisfaccién fueron inmensas. —jAlabado sea Dios! exclamé—; euando me fui la flor se marchitaba, pero, al volver, florece. ;Cul es el significa- do de este acertio? Sah Zamén guard silencio, pues no deseaba que su het ‘mana se hundiera en la misma desesperacién que él habi ‘conocido. Pero a medida que pasaban Ios dias, la curiosidad de Sahriyar iba en aumento. Una y otra ver insistié en que su hermano le confesara la razin de su repentina mejoria, y.@ Ja larga, Sah Zaman acabé por ceder y lo cont6 todo: a ingi- delidad de su propia esposa, la muerte de los culpables y el escubrimiento de que también la esposa de Sahriyar era infiel a su marido, ‘—iDios del cielo! —exclamé Sabriyar—, Eso que dices es muy grave. Sélo podré crcerlo cuando lo vea con mis pro- pies ojos. ‘Tras una breve reflexién, Sah Zamén respondié: —Si asi lo deseas... Finge que vas de caza y escéndete ‘en mi habitacién. Ast podras ver lo que yo misma he presen- iado y comprobaras que no te engafio, TInmediatamente, Sahriyar ordené preparar una caceria, en Ta que, esta vez, participarsan Ios dos hermanos. Al dia siguiente la partida de caza abandon6 el palacio, Después de instalar el primer campamento, Sahriyar y Sah Zaman encargaron a sus visires que vigilaran sus tiendas, con orden de no dejar entrar a nadie bajo pena de muerte, ¥ytegresaron en secreto a la capital del reino. Al dia siguien- fe, se instalaron junto a la ventana con celosia y vieron mo, una vez mas, la esposa de Sabriyar y el capitan de la juardia, asi como los esclavos y las dencellas, se entregaban al amor en el jardin de recreo. —A decir verdad, hermano mfo—exclamé Sahiyar con indignacién—, no existe la fidelidad en el género humano. Alejémonos de este lugar de perversin y reeorramos el ‘mundo como pobres peregrinos; nunca regresaremos a no ser {que encontremos a alguien que hava reeibido wn trato mis cruel atin que el que nos han dispensado nuestras esposas. De manera que los dos hermanos abandonaron el pala cio por una puerta secreta. A To largo de toda la noche y de rante buena parte del dia caminaron sin detenerse hasta al: canzar la orlla del mar, donde descansaron a la sombra de un érbol muy alto y junto a un riachuelo que desembocaba ‘en el océano, Mientras permanecian alli sentados advirtieron que el mar se alborotaba y que una gran nube negra se dibujaba sobre el horizonte. Antes de que pasara mucho tiempo la ube tomé la forma de un genio oscura y corpulento que se acereé a ellos como un torbelline, acompafiado por el es trvendo de mil huracanes.” Atertorizados, los hermanos te paron por el tranea del érbol a cuya sombra se habian sen: tado, y desde su copa eontemplaron cémo la espantable cria tura avaneaba por la playa acarreando wn bau de cristal. El zonio se detuvo al pie del arbol, bajo los dos reyes, y sacé ddl bail ua cofre cerrado con siete candados, que procedis ‘abrir con una llave de acero. Del cofre sali enseguida una joven tan bella como la una.” —Amor de mi vida —dijo el genio—, voy a dormir La muchacha se arrodill6 sobre la arenosa orilla, el ge nio apoyé la cabeza en su regazo y al instante cayé en un profunde sue, ‘Cuando la joven se asaguré de que el genio estaba bien Adormido,alz6 Ios ojos yal ver a los dos reyes subidos al bol, les ordené que descendieran 10 assay au socins —iBajad, no tengéis miedo del genio! —Ies dijo. Ten compasién, por Ald! —respondieron los dos reyes aun tiempo, —iBajad enseguida o, de lo contrario, despertaré al ge iio para que os mate a los dost Asustados por la amenaza, los dos reyes descendieron {del schol. Entonces, la muchacha les dijo con desparpajo: —Clayadme vuestra espada como el esposo lo hace con. Ta esposa, Los dos reyes se echaron a temblar. Sahriyar le dijo a su hermano: Haz lo que te ordena, Sah Zaman, ero Sah Zaman le respondié: No haré lo que me pide sir no lo haces primero, Eres el mayor, asf que es tu deber darme ejemplo. ‘Sin ponerse de acuerdo, cada uno le guifiaba el ojo al otro para que le diese a la muchacha lo que pedia. ZA que vienen esos guidlos? —dijo la joven—. Si no ha bis de inmediate lo que os he ordenado despertaré al genio 1 sufriréis sa ira Los dos hermanos tenfan tanto miedo del genio que fi- ‘nalmente hicieron lo que la joven les mandaba. Cuando que- 16 satisfecha, la muchacha sacé de su cofre un cordel en el {que estaban ensartados” quinientos setenta anillos. Acto se- uldo, exigié alos dos reyes que le entregaran la sortija que evaban puesta, —Debsis saber —Ies dijo, afadiendo sus dos anil alos ‘demas— que este genio me rapté la noche en que iba a ea ssarme y me encorré en una caja y metié la eaja en un arcén ¥y carré el arcén con siete candados y lo arrojé al fondo del ‘mar. Crey6 que de esa manera impediria que otros hombres dlisirutaran de mi. Sin embargo, y gracias « mi astucia, lo he traicionado no menos de quinientas setenta veces; ahora ‘uinientas setenta y dos, y aqui guardo la prucba. Pero se: {uid ya vuestro camino, poderosos sefiores, antes de que es ta criatura despierte y acabe con los tes. re aersuimrin sommsvo sar ace samsci u De manera que Sahriyar y Sah Zamén abandonaron al ggonio y a su dama junto ala orilla del mar, y el mayor de los hhermanos dijo: —2No es ese genio més desgraciado que nosotros? Pues: to que su poder es mayor, también Io es la humillacion que sufre a manos de esa joven maliciosa. Regresemos al pala- cio y tomemos justa venganza Volvieron primero al campamento y desde alll, con todo su séquito, se dirigieron al palacio. Nada mas Megar, Sahri> yar ordené que se ejecutara a su infiel esposa. A continua: dn, juré solemnemente que todas las noches se desposaria con una joven virgen y, ala mafiana siguiente, le cortara la cabeza. De esa manera pretendia vengarse de la infidelidad de las mujeres. Durante tres afos, Sahriyar obré sein Io previsto. Todas Jas noches yacia con una muchacha en el lecho aupcial y a Ja mafana siguiente reclamaba la presencia del visir para que la condujera al lugar de la ejecucién. El pueblo no tar 46 en clamar contra tan grande crueldad, Los padres escon- dana sus hijas 0 se las levaban al otro lado del mar oa tie- ras lejanas, por temor a que Hegaran a ser esposas de Sah- riya, A la larga, el visi no enconeré muchacha alguna que Tevarle al sultan.” Las tinicas que quedaban en toda la clu: dad eran sus dos hijas, Sahrazad y Dunyazad. Sabrazad, la mayor, era una joven de ingenio muy des pierto que habia leido todos los euentos, las fébulas y poe ‘mas de Arabia y conocia a la perfeccién la obra de los f16s0- {os, asi como las leyendas de los reyes antiguos y la historia de los pueblos que aquellos manareas gobernaron. Sahrazad ‘componia hermosos versos y,con el auxilio de su prodigiosa ‘memoria, explicaba eventos con un encanto tal qe cautiva- baa su auditorio. Poseia, ademas, una rara belleza y una ge- nerosidad sin limites; por eso, cuando se percaté del abati: ‘miento de su padre y supo que temia perder la vida porque ‘yalno encontraba esposa alguna para el rey le dijo: 1 sau: mins ysriors que scompotin en ey 00 wn noble 2 sau scams —Por el amor de Dios, padre mio, no sufras, y enviame ‘como compaiiera a Sahriyar. Si consigo sobrevivi,libraré a las mujeres de las gatras del sultén, y si muero, siempre se 6 para ti motivo de orgullo. 'Y cuanto mas le suplicaba su padre que no cometiera se- ‘mojante locura, mas decidida se mostraba Sahrazad a levar 2 cabo su propésito Sumamente desconsolado, el visir se dirigié al salén del trono, se arroj6 a los pies de su sefiory le revel el props to de su hija ‘—iMaravilla de maravilas! —exclamé Sahriyar—, zc6m0 €s posible? Conozco a Ia hermosa Sahrazad desde hace mt cho tiempo, y no desearia imponerie el duro castigo que he destinado a tantas jOvenes de esta ciudad. Bl visir se echo a llorar y dio: Nada lograra disuadir a mi hija. 86 que esté decidida casarse con el rey ya morir como las demas mujeres. Sahriyar,lleno de admiracin por la bellezay el valor de la joven Suhrazad, orden6 a sus criados que preparasen el Danquete de bodas y a su verdugo que buscase el hacha mis afilada, de manera que, al amanecer, la muerte de Sahrazad fuese lo més rapida e indolora posible. ‘Antes de abandonar su easa, Sahrazad, a quien no entris- tecia su destino, lamé a su hermana menor, Dunvazad, para decitle —Escucha bien, hermana mia. Esta noche voy a ser-no- via y esposa del sultan, Pero, después de que me lleve alle cho nupeial, mandaré que vayan a busearte para que me ha. 28 compaiia, porque al alba seré decapitada, y ti habras de decirme: «Cuéntame, hermana, dado que la noche es la. za el suetio no nos cierra los ojos, alguna historia que nos fayude a pasar las horas hasta ese amanecer tan triste», y fentonces contaré un eusnto que, si Dios lo permite, sera nuestra salvacidn. ‘Ast lo haré —respondié Dunyazad, ¥ asf, sucedié que el vsirHevé a Sahrazad al rey, y el rey se cas6 con la joven y, en medio de una gran alegria, la con- dujo al lecho nupcial, donde, tras los abrazos y los besos y el su curs sve eur sau suecan B placer que compartieron, los dos quedaron dormidos. Pero a fedianoche Suhrarad desperts y llamé al rey, diciendo ‘Mi seitor, el miedo a que legue ese nuevo dia en el ‘que voy perdet la vida me impide dormir. Permite que man- dde lamar a Dunyazad, mi hermana, para que me haga com- iaen este duro trance. Sairiyar dio su permiso y, al llegar, Dunyazad dijo —Cuéntame, hermana, puesto que la noche es larga y el suelo no nos cierra los ojos, alguna historia que nos ayude a pasar las hores hasta ese amanecer tan ti “Asi lo haré, si mi Seior lo permite —respondlié Sabra ad. Eley, que gustaba mucho de un buen euento, acepté de buen grado, y as fue edmo Sahrazad empez6 la historia de:

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