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Rafael Aguirre Del movimiento de Jestis a la Iglesia cristiana Ensayo de exégesis sociolégica del cristianismo primitivo Fx: 948 55 45.06 wow-verbodivina.es NA 885-2009 169-927-2 Introduccién. Creo que este libro se colé «en la escapada buena», como dicen ionados al ciclismo, o wagarr6 la ola buena» en el lenguaje de los surfiscas; es decir, abordé un tema que estaba llamado a ir ganando en actualidad y usé una metodologia que ha ido en auge durante estos Gilimos afios. El caso es que desde hace mas de veinte afios se sigue reimprimiendo y ahora se presenta una tercera edicién revisada y actualizada con algunas pequefias aniadiduras. Hemos asistido a una avalancha espectacular de obras sobre Jesis de Nazaret y es totalmente normal que se plancee la pregunta por lo que vino después de él, por el movimiento que reivindica su nombre y por la insticucién que se considera legitimada como con- tinuadora de su causa. ;Qué razones historicas y sociales explican tras la muerte de Jess en una cruz, su memoria acabase cua- jando en un movimiento que se excendié con gran rapidez y dio pie una insticucién muy notable? Este desarrollo insta no des- virwia el mensaje radical y sencillo de Jesus? Qué relacién guarda con él? ;Cabe una interpretacién teolégica si entramos a fondo en los factores sociales, econémicos y politicos que influyeron en este proceso? {Ao largo de estos afios, el tema del libro ha ido ganando en actualidad, Algo semejante se puede decir de la metodologia. Hace veinte afios esta obra resulté pionera en el mundo biblico hispano al recurrir a las ciencias sociales como complemento de los mécodos cen la exegesis, Los textos, y los fenémenos de los queen cs de ser vistos desde la perspec- tiva de los Factores sociales que los influyen y de las funciones socia~ les que desempefian; se pueden descubrir analogias en la historia, en 4 veces problemas - tra vision del c a interpretaciones inge- uals. Para esta taea, la sociologia es una hers: a vas alos textos y pro- porciona categorias propias para interpretarlos. Pero tambien hay ie recurtir a la antropologia c que nos ayuda a situarnos en el mundo social de los escritores y de los lectores del Nuevo Testa- mento, lo que es imprescindible para evitar el etnocentrismo y el anacronismo. El paso del tiempo ha. cias sociales. El documento de la Ponti interpret dar carta de pardgrafo I la exégesis cat cado estos afos las investi gciones biblicas que recurren a las sociales, y en Espasia, particularmente, hay una generacién de biblistas, colegas y amigos muy queridos que han hecho aportaciones muy valiosas en este campo y que han alcanzado un reconocimiento int ica Latina este libro haya suscitado obras que se suele hablar, més técnica- ), algunas de las cuales acabo de interés y creo que se debe a que en te Cup, ie a cae, Verba open: toe flor ‘movio de ‘cjem- ineraopuccion 7 Latinoamérica la Lectura de la Biblia esc especialmente extendida y, , por otra parte, son profundamente creyentes. Una lea las dimensiones sociales de los textos, que loss ida real de sus comu jos de suponer disolucién de su sentido espi real alos vi tos, de modo que pueden confrontarse con elas, y en una dialéctica de escuchar y preguntar -es decir, de lectura~ encuentran luz, no recetas, para su propia vida cristiana. He descubierto en mis viajes a Latinoamérica que esta metodologia, que se sirve de los modclos de las ciencias sociales, responde, en un plano académico, ses, preguntas y sensibilidad de much{simos cristianos del cont en el que mis se lee y vitalmente ms se aprecia la Biblia. Ha llegado el momento de que en el mundo de la exégesis biblica, colonizado icionalmente por los escudios procedentes de los mbitos germa- nos y anglosajones, se haga presente la aportacién hispana, que ha aleanzado una madurez notable, que tiene muchas expresiones, entre las que destaca por su es lad y también, me atrevo a decitlo, por su calidad, la que algin modo, la metodologfa socio- entifca. Y in académica. Las tradi ciones acadé culturales y cristianas. Simplemente que la lectura cteyente, situada socialmente, que toma la Biblia en sus ‘manos porque sintoniza con la situacién social de las comunidades marginales que se reconocian en el Nuevo Testamento y con lo mis profundo y vital que late en sus paginas, debe traducirse exegética- mente y hacerse presente también en los ambitos académicos. Pucstos a explicar la pervivencia de este libro, creo que otro fac- tor es que se acerté con el punto de partida adoptado para estudiar algo tan complejo como es el proceso de institucionalizacién del cristianismo de los orfgenes: su relacién con la casa-familia, que era la estructura bisica de aquella sociedad. La investigacién de estos aos, de la que también doy cumplida referencia bibliogréfica, no ha hecho mas que confirmar esta intuicién. Yo mismo he pasado de estudiar fa casa a estudiar fa mesa?, que es el centro de la casa, y que se revela como un tema clave en los textos neotestamentarios y en la vvida misma de la Iglesia a. * Lamesa eompare, Enis del Noev Teter dee “eae, Samander 194. 8 eum De este libro se han hecho varias reimpresiones y ahora se presenta la tercera edicién. Se han corregido erratas e introducido pequefias iduras. En el capitulo 1, dedicado a In metodologia, terrcno en permanente movimiento, he procurado explicar mejor en qué con- siste el recurso a la sociologia y a la ancropologia cultural, sus seme- janzas y diferencias. En el capitulo V he introducido un aparcado en el que la evolucidn de las comunidades fase pone con las aporraciones de la arqueologia. En este ulo V; he aftadido un apéndice sobre la dimension poli- i6n doméstica de Pablo. La investiga ‘mos afios (Crossan, Horsley, Carter, etc.) ha situado el mensaje de Jess y de Pablo sobre el trasfondo dle la teologia imperial, que di zaba al emperador y legitimaba como sagrada la spax romana. esta forma aparece con claridad, evitando todo anacronismo, ica de Jestis y de Pablo. En este libro subrayo con énfa- sis que las iglesias domésticas de Pablo ~en cuya importancia me firmo- tenian una pretensidn politica latente, porque la casa, en el mundo meditertinco del siglo i, como ya he dicho, era la estructura biisica del Estado, Pero me ha parecido oporcuno hacer un apunte sobre la dimensién directamente politica que tenia el evangelio pau ino y que, de hecho, hizo que los romanos se sintieran directamente cos necesican incratextual y literario y aceptar la confrontacién con las ciencias hhumanas. La pretension de este libro es muy necesaria en una Ig sia tentada por el repliegue institucional y en una sociedad que se empobrece cuando desconoce sus tradiciones culturales y evita las grandes cuestiones humanas que movian a quienes escribieron los textos biblicos. RAFAEL AGUIRRE MONASTERIO| 1 Ensayo de exégesis sociolégica del cristianismo primitivo 1. Introduccién 4Cémo lo que empezd como un movimiento carismstico en el seno del judaismo, pero sin ningtin papel institucional en ser relativamente pronto una potente insticucién reli noma? ¢Cémo lo que empez6 como un alcernativa radical a su sociedad se convirtié con rapidez en la logia legitimadora del Imperio? ;Cémo aquel movimiento rural de Palestina, que expresaba con el simbolo del Reino de Dios las espe- ranzas de las masas pobres, se convirtié en una religién bien insta Tada en las grandes ciudades del Imperio romano? Me propongo en este libro iluminar la evolucién del cristianismo durant el decsvo primer siglo y medio de su historia, Penso qu, con frecuencia, los avances imporcantes en el conocimiento de la his toria no se realizan tanto por fa acumulacién de més datos, sino por cede las categorias interpretativas adecuadas, 1, como en coda otra disciplina historica, mayor obsticulo radica en la perspectiva ideolégica y no en fa falta de datosn'. Este es precisamente mi intento: leer la evol Amiga ae eligiones com clas humanas, en ls ismo con unas categorias histéricas y socioldgicas que iluminan decisivamente el proceso y lo hacen significativo para el presente, No pretendo hacer apologética, como si la historia sirviese para justificar teolégicamente una determinada forma de cristianismo. Pero tampoco tengo el propésito contrario: deslegitimar la Iglesia actual como tergiversacién de los origenes de Jesis. Estos contra- puestos propésitos animan y perjudican muy frecuentemente los estudios del cristianismo primitivo. El estudio del proceso histérico no deja de plantear muchas ies, que irén aflorando en las paginas que siguen, y que no pretendo ni agotar ni siquiera sistematizar en un tratamiento aparte. El creyente podri y debera hacer una lecrura teol6gica de este pro- ceso, descubriendo la experiencia y los valores luces y sombras, en él se Bi tima ni valida la fe, peto si descubre la relatividad de sus expresiones tanto conceptuales como organizativas~ y nos hace ver posibilida- des latentes del pasado, muchas veces sofocadas, que pueden enri- quecer nuestro fururo. A un cristiano, el estudio riguroso de la his- toria de su propia tradicién debe servirle no de confirmacién, sino de conversi6 Al estudiar el proceso histérico del cristianismo pretendo descu brir su légica y el porqué del éxito de determinadas opciones. Tengo que hacer una doble advertencia para que no se malinterprete mi propésito. Descubrir un proceso hist6rico ¢s mds que describir una sucesién de acontecimiencos e mostrar los Factores sociales que lo mueven y por los que prevalece. Pero esto no quiere decir que se le considete inevitable ni que, por tanto, se sacralicen sus resul- tados. “Toda victoria encubre muchas miserias y la buena historia debe darlas a conocer. Sin embargo, también seria necio que el rechazo de sus frutos, o de parte de ellos, Hevase a desconocer las razones del proceso y a quedarse con la descripcién superficial de los aconteci- Imientos. Hablese, si se prefiere, no de razones de la victoria sino de los factores de la derrora, pero sin su conocimi no ensefta nada y ni se extraerin sus posibilidades inéditas ni se sabré evitar los viejos extores. ENSAYO DE EXEGESI SOCIOLOCICA DEL CRISTANISMO FRIMITIVO i El ctistianismo primitivo es enormemente complejo y ser sorio describir su evolucién de forma lineal y esquem embargo, es no sélo legitimo, sino necesario dar razén, a la luz de la historia, de la socioiogia y de la teologia, de la configuracién que el cristianismo aleanzé en la cuenca del Mediterrdneo para ‘mediados del siglo 11 y que condicioné la historia posterior hasta nuestros dias. Son estas comunidades de Asia Menor, Grecia y Roma las que van a ocupar preferentemente nuestra atencién, como son cllas las que han marcado el cristianismo ortodoxo y nuestra propia historia, sin que esto signifique desconocer la difu- sidn del cristianismo por otras regiones (seftaladamente Siria y Egipto) ni sus diversidades doctrinales y organizativas. Como dice tun famoso estudioso de los origenes del cristianismo, «el hilo con- ductor para toda historia del cristianismo ble expansién de la fe cristiana en la regidn del Mediterraneo durante los primeros 120 afios». Mi propésito no es hacer una histo- tia completa, sino comprender un proceso histérico que nos sigue involucrando. Una serie de observaciones previas servirin de preparacién metodolégica para el camino posterior y, espero, también como reflexién preliminar sobre el sentido que tiene el acercamiento a los origenes del fenémeno cristiano para el historiador y para el logo. 2. El mito de los origenes cristianos Los movimientos sociales suelen tender a idealizar sus inicios, a crear el mito de sus propios origenes. Es tienewna-psofunda funcida simbélica con repercusiones asy.sociales, Es clave para la configuracién de la identidad tanto personal como grupal. EL. guupoen cusstién se weprssenta-el fususa bacia.el que tiende como Taeecuperacidin.de ese pasado idealizada, Asi, un cierto marxismo hhabla del comunismo primitivo como la primera forma de convi- vencia entre los hombres; los nacionalismos suelen representarse en tuna edad de oro del propio pucblo en el pasado corrompida por influjo de factores externos, El primer historiador de los origenes crist Cesarea, citando a Hegesipo, dice que ehasta aquellas fechas la Igle- {OVIMIENTO DE JESDS A LA IGLESIA CRISTIAN virgen, pura e incorrupta» (H.E. pero tras la muerte del tltimo apéstol se introdujo «la conf del ertor», y la corrupcién de «vanas tradiciones». Una joven es vir- gen hasta que deja de serlo y asf también la pureza ideal de la Igle sia es algo del pasado e irrepetible. Este mito de los origenes cristianos se encuentea ya en los Hechos de los Apéstoles® cuando se describe la vida dela iglesia mitiva. Sobre todo en «los sumariosr de los Hechos hay una visién idealizada de la caridad y de la fraternidad de la primera comunidad de Jerusalén, Asimismo, responde a una idealizacién el papel de los Doce y la atménica supeditacién de todos a ellos. Lucas presenta «sta vedad de oro» como norma para la Iglesia de todos los tiempos, Pero hay una serie de deralles en el texto mismo que permiten pen- sar que las cosas fueron bastante diferentes: la ruprura entre los hebreos y los helenistas en Jerusalén (6,1-6), el fraude de Ananias y Safira (5,1-11), la versi6n paulina del contflicto entre Pedro y Pablo (Gal 2,1-14), que Lucas disimula, No pretendo discutir ahora el mito de los orfgenes y su funcién simbélica, pero es claro que cuando se pretende hacer historia cs imprescindible someterla al tribunal de la critica hist6rica Este mito de los orfgenes escé profundamente arraigado en la vision popular de la historia del cristianismo. Es ya un t6pico escu- char que con Constantino se introduce una ruptura y la Iglesia abdica de su pureza y radicalidad primitiva para aceptar uncirse al Estado y acomodarse al mundo. Es ésta una simplificacién que me parece no sélo falsa sino también de efectos concraproducentes. En efecto, cuando las cosas se plantean asi se ve la historia como un ‘mero proceso de corrupcién y degeneracién, de modo que lo pro- cedente es la recuperacién de la pureza primitiva saltando por encima de codo el entretiempo. Obviamente se produce de esca forma una actitud muy voluncarista que acaba en la frustracién ante lo imposible o en la agresividad con la institucién 0 con uno mismo (es decir, en la exacerbacién ascética o moralista). Frustra- °R Willen, The Mp of Cri Gigy 1971; ReCameron, sAlernate Beh Or ng Hinory pac on el ih" Diferent Ends Exscivs, Standharsinges, Rel iment Wald: Esays Honoring D. Georgi, Leide . CUSTIANISHD ENSAvO DEENEGESS 13, cidn y ageesividad, por cierto, bien irrelevantes ¢ ineficaces hist6ri- camente, Pero la historia real del cristianismo primitivo nos descubre una én cnormemente plural, dindmica y atravesada por graves conflictos. En mi opinién, la visién cabal de los origenes propicia comportamientos mis sensatos y maduros en el presente, qui eviten tanto la resignacién fatalisea, hija de la frustracién, como la quimera imposible, que es una Seiialo unas observaciones que deben tenerse presentes al leer las paginas que siguen: 1. Al estudiar otras épocas de la historia en la Iglesia nos encon- tramos un objeto socialmente preciso y teolégicamente reflejo. La sicuacién de los origenes es mas difusa y compleja. No existe ain el sujeto «cristianismo» claramente definido ni conceptual ni organi- zativamente. El cristianismo surge con un gran empuje histérico, ‘muy creativo, evolucionando con gran rapidez. Por eso el estudio de sus inicios reviste una especial dificultad. riguroso de los origenes del cristianismo lleva a replantear la visién convencional de qué es «lo ortodoxo». El impor- tante libro de W. Bauer? demostré que la historia del cristianismo primitivo no puede entenderse como el desgajamiento a partir de un tronco primigenio y claro ~el cristianismo ortodoxo— de una serie de ramas mis o menos marginales, desviadas y heréticas. En efecto, la convencién comin es conceder la prioridad tempo- ala ortodoxia y pensar que «la herejia ¢s una novedad y un ataque contta la tradicién existente»‘. Es lo Padres de la Iglesia: «EI Nuevo Testamento, el ¢s considerado como una realidad cerrada en sf misma arménica, como “el tiempo de Cristo y de los apéstoles”, en el cual no haba ninguna herejfa»’ pita J, Blank, 6p. cit, p. 147. 14 ‘DEL MOVIMIENTO DE JESDS A LA IGLISIA CRISTIANA. Pero, en realidad, las cosas no fueron asi. W. Bauer pensaba, ais bien, que lo que mas tarde iba a ser calificado de herejia tet histéricamente la procedencia. En cualquier caso, parece que se puede afirmar que el cristianismo ortodoxo es el resultado de un complejo y conflictivo proceso en el que la li prevalecer se consticuyé como la ortod tampoco quiere decir que la consideremos resultante exclusivo de tun mero proceso de correlacién de fuerzas. Es también absoluta- mente correcto y necesario na, la legitimidad y autenticidad, de las diversas lineas, escuelas y tra ciones en juego y, a veces, en lucha en este tiempo primitivo. El estudio historico leva a descubrr la logica cristina de lo que llegé a ser mo ortodoxo ~y, por tanto, su legitimidad-, pero cam itaciones y relatividad, asi como la légica cristiana —quizd mds insuficiente, pero seguramente con valo- res sofocados y con posibilidades inéditas- de otras lineas que no prosperaron y que, a veces, hasta fueron desechadas como heré- ticas. 3. Las fuentes escritas para nuestro estudio son, ante todo y como es obvio, los documentos del Nuevo Testamento. El esta- blecimiento canon fue una decisién explicable y necesaria mente, por la cual la Iglesia se reconacta en unos determinados escritos y se dejaba interpelar normativamente por ellos. Fue una decisién muy instructiva por su amplitud, ya que, rencia de los cdnones sectarios, siempre mas exclusivistas, en afiadir que la reconstruccién del proceso del cris- tianismo primitivo no puede limitarse al canon. Seria una acota- cidn empequefiecedora de lo que fue la realidad. Hay que contar con los primeros escritos ct ' inés Padres Apostdlicos y Apologe- tas particularmente— y con la literatura apécrifa, Seguir el rastro de traliione teotamentara en Is tetas castes nied mente posterior permite ver la evolucién del cristianismo primitivo ysa veces, la diversficacién de corrientes que se dan en su seno. En los capitulos V y VII encontramos ejemplos muy instructivos. Por ‘otra parte, en la literatura apécrifa se conservan, a veces, tradicio- nes cristianas muy antiguas, que nos ayudan a situar la corriente ENSAYO DE EXEGESS SOC! Anlso PRN u oficial -la canonizada- y, sobre todo, nos ensefian otras posibilidades doctrinales y organizativas que existieron en el cristianismo primitivo. Al principio del tiltimo capitulo amplfo un. poco estas reflexiones sobre el interés de las tradiciones cristianas disidentes. 3. Ensayo de exégesis socioldgica Este libro se sitia ~como indica su subtitulo~ en lo que po- driamos denominar, de una manera amplia, exégesis soci Se requiere una explicacién, Hoy esta muy en auge la a de métodos provenientes de las ciencias sociales en la exégesis biblica. Existen realizaciones muy diversas y es, sobre todo, en se trabaja en esta linea. Hace ya algu- 1nos afios escribi un articulo, al que puede recur el lector intere~ sado, en que sitio los antecedentes de la actual exégesis sociolé- gica, presento sus diferentes lineas con amplia bibliografia y hago tuna valoracidn de elas y de sus repercusiones*. Los trabajos infor- mativos sobre la exegesis sociolégica se han multiplicado estos mos afios No es exagerado afirmar que los estudios biblicos estin siendo cl lugar preferente de encuentro y didlogo de la fe con la cultura de la modernidad. En efecto, durante el ultimo siglo una serie de métodos cientificos provenientes de las ciencias profanas han sid ntroducidos en los estudios logla, arqueologia, a sis literarios de diferentes naturalezas, critica de las tradiciones, resistencias y hasta condenas en algunos sectores, mientras que no ratas veces sus defensores lo absolutizaban hasta negar validez.a los ds. Pienso que la experiencia histérica ~prédiga en sufti tos iniitiles en la Iglesia debe pertrecharnos de apertura de es y de lucidez ericica para asumir los nuevos métodos de las ciencias sociales, Alo largo del libro sefialo que la utilizacién de estos métodos debe evitar un sociologismo reductor que no deja espacio para una 331 16 consideracién teologica y rel ismo ingenuo que, en aras de la validez del examen de lo: 10s y de las unciones sociales que ejercen. Sin- ceramente creo que lo que hoy se presenta como exégesis sociologica es consciente de los limites de su tarea y no pretende dar una exp cacién reductora de toda la realidad biblica o cristiana. Mas bien en el mundo exegético predomina una hermenéutica normalmente acritica, inconsciente de sus propios presupuestos, individualista y espiritualista. Por eso, pienso que la expresion «exégesis macerialistay es desaforcunada, porque su pretensin es provocar a un mundo exe- sgético idealisca e ingenuo, pero da pie a equivocos y suscita reaccio- nes contrarias a su propésit. En esencia, la exégesis sociologica pretende descubrir y explicar la interaccidn dialéctica de expresién literarin teol6gica y experiencia social, analizar la correlaciOn entre tealidades sociales y simbolizacio- igiosas. Se trata de superar el uso impreciso de términos tales como «social» o wsociolégicar o el quedarse en meras descr sociales para, utiliaando una perspectiva y metodologia socio analizar la interrelacion de la literatura biblica y su. mundo soci factores que condicionaron la produccién y circulaci ‘mentos y la funcidn especifica socio-religiosa que dese exégesis soc supone un momento fundamental de la confrontacién de la fe rel giosa con la razén de la modernidad. La pregunta en ella es no sél ca del texto, sino por los Factores, intereses y ‘a cuya luz hay que entender. Dentro del complejo mundo de las obras que se encuadran en lo que se llama la exégesis sociolégica, se pueden distinguir dos orien- taciones fundamentales. 1, Bxégesssociohistriea: politicos, ete., que obr Ni ‘a i boge, Eel Home for the Homeles. A Sociologia! Exegesis of 1 Peter .3 lead eps Un hoger par ls gu po, y se encuentra muy movida por 0 simplemente sociales! paciones sociolégicas sociocientifica: en el sentido estricto de la palabra, es , modelos y técnicas de las ciencias socia- rension eoldgica. iglo pasado, Ia escuela de a del Nuevo Tes por estudiosos norteameri iva del mencionado grupo se de Medina del Campo, el Primer C sobre el Nuevo Testamento y la Ci Algunos investigadores curopeos, y eni io po. de trabajo, que supone una novedad jento de la tradicién acad se suclen format los biblistas catdlicos del sur de Eu zada, probablemente de forma unilateral, por el acercamiento a los ca y la lingtista mod importance y un enti den de las ciencias sociales, gpero qué diferencia existe entre ambi B. J. Malina’, que empezé reivindicando el acercamiento sociol’- 18 [DLL MOVIMIENTO DE JES05 ALA IGLE giico, ahora desecha esta rerminologta ~y la ciencia a la que corres- ponde— y se ha convertido, como ya he dicho, en paladin del acer- camiento antropolégico. Las dos disci ylaantro- pologia cultural, responden a tradiciones cientficas y a metodolo- fas diferentes, pero tambin es verdad que son ciencias sociales con importantes puntos de contacto y que, en mi opinién, deben verse ‘como complementarias. La sociologia y la antropologia se diferencian por el ni tracién en que ae ueven ¥ por el punto de vista desde ol que abo dan los fenémenos sociales". La antropologia cultural subraya necesidad de partir del punto de vista nativo si queremos respetar el sentido de fendmenos que nos resultan ajenos y distances. A la hora de interpretar un texto antiguo antes de ver qué significa para noso- ificaba para su autor y para sus ha contra el etnocenttismo y el anacronismo, ¢ intenta meterse dentro del mundo social, de los valores y de los simbolos de otras culturas y de otros pueblos. Técni- camente hablando —me permiro una ci i cutir todos los problemas subyacentes-, la ancropologia fundamental- ‘mente usa una perspectiva emic; es decir, adopra el punto de vista y las, categorias del grupo estudiado. Por eso se ha dicho que llegar a ser antropélogo exige pasar por tin auténtico srito de iniciacién», experi mentar un verdadero proceso de muerte y resurreccién, un exilio de mundo y de la cultura de proveniencia para entrar a fondo y otra cultura que resultaba originalmente muy lejana". La antropolo- fa cultural evidentemente usa modelos para interpretar las experien- "6 Gere ie ee eprint cae pegado 4 la experince (xperene-ncer cope) xh que ua persona in ple, de forme acral y i eran, warps defini o que do sux compat Ysa grand ine del experiencia (experience dn) es non ‘eendgrafo, un ning, en P Rabin trpreat reader, Berkeley 1979, pp. 225-24 fen p. 227. Tambien de C. Geerer, The Interpretation of Cultures Selected Estaye, Nuc Vor 1973. ede verse el interesance y sugerene article de J Aranzadi, E cobra de Liv Strauss, Arcbipidlage, Cuadernos de erie del ul ENSAYO DE EXPGESS SOIOLOGICA DEL CRISTIANSMO PRIMITINO 19 cias, pero son modelos basados en datos ¢ investigaciones pertene- cientes al émbito geogrifico, social y culeural que se trata de estudiar; en el caso de las comunidades biblicas, se laboran modelos basados en datos del area mediterrénea y del Prdximo Oriente antiguo. No hay duda de que modelos procedentes de los valores culturales y d relaciones sociales del mundo mediterrineo del siglo 1, tales como apatrSn-clientes, shonor-vergtienza», «telaciones de parentesco», etc se estin mostrando de gran fecundidad para una mejor comprensién de los textos biblicos La sociologia y la psicologia social se acercan a los textos de otra forma. Parten de modelos sobre las relaciones humanas, sobre los comportamientos y sobre el funcionamiento de los grupos a partir de las sociedades actuales, pero consideran que esos modelos tienen un valor eranscultural y, por tanto, son aplicables para conocer socie- dades del pasado. Los modelos de la sociologfa y la psicologia social son mis abstractos que los de la antropologia cultural y adoptan una perspectiva etic, es decir plantean unas preguntas y usan esquemas ‘mentales propios del investigador, ajenos a la conciencia explicita de los autores y destinatarias de los textos. La ade jada atencién a las investigaciones de la antropologia cultural es imprescindible para que la sociologia ~nacida a partir de |a industralizacién y, en principio, en funcién de los fenémenos producidos por ella no incurra en etnocentrismo y en anacronis- mos. La antropologia no se limita a registrar datos y tiene ya una pretensin interpreativa, peo a sociloys puede aumentar nota~ inten- Los modelos que usa la sociologi tan, en general, explicar las la religion y la culeura; por ejemplo, modelos que expliquen ion existente entre las actitudes que un grupo adopta ante los de cal y final dsolucion del subje pm obra Lat copper, Eun del Nae Te 20 DEL MOVINAIENTO DE JESUS 4A IGLESEA CRISTIANA fuera y el control que ejerce con los de dentro, modelos que den cuenta de la naturaleza del grupo, etc. Cito, a modo de ejem; cologia social que se han utilizado en la exégesis biblica y han con- tribuido a una mejor comprensién. El modelo de la auzoestigmatizacién ha sido wtilizado por Theissen westigadores'®. Quien se encuentra en una situacién de estig- in social puede reaccionar de diversas maneras; una de ellas fy asumir su condicién de estigmatizado 0 marginado y a partir de ella elaborar una alternativa critica, de superior calidad soctal yy moral, respecto a los valores socialmente hegeménicos. Proporciona ‘una luz valiosa para comprender el funcionamiento social del mensaje de Jestisy el anuncio paulino de la cruz. El modelo de la ditonancia cognitiva. Los sociélogos constatan que el incumplimiento de las expectativas elevadas e inminentes de Igunos grupos no suele producir la disolucién del mismo, sino, al revés, suscita un renovado afin proselitista, quiz como recurso compensatorio. Puede ser un factor que contribuya a explicar com- portamientos de algunas comunidades cristianas primitivas". La conocida diferencia sociolégica entre movimiento, secta, cul- to ¢ iglesia puede ayudar a comprender el proceso formativo del ris- tianismo. En psicologla social se establece una relacién entre la identidad social de un grupo y la forma de claborar la memoria colectiva. Este modelo contribuye a entender mejor aspectos claves de algunos tex- lananea 2005; C. J Gil Ari fe sobre ls utocstgnaticacon on ef hae M,N. Eber. Das i Tia dle deonancia coo, Coo de Eaidhos Const gina de 1937. EXEGESIS SOCIOLOGICA DEL 2 tos, concretamente al descubrir su relacién cor identitarias de las comunidades que los producen ”. preocupaciones Dejando las realizaciones de la exégesis sociocientifica, quiero reiterar, en un esfuerzo de sintesis yclaridad, que las ciencias sociales nos ayuidan a establecer un didlogo con el pasado. La antropologia cultural sirve, ante todo, para escuchar a los aurores y destinatarios de los textos del pasado, nos mete en el mundo social de los prime- ros cristianos, nos ensefia a adoptar sus propias perspectivas (pers ‘pectiva emic). La sociologia y la psicologia social plantean nuestras preguntas a nuestros ancestfos pasados, proporcionan categorfas para comprender sus actitudes, relaciones, procesos; obtendremos respuestas y, por tanto mayor comprensién, en la medida en que contemos con datos del pasado (perspectiva etic). Pero, en principio, ¢ legitimo que nos acerquemos con modelos de estas ciencias socia- les modernas porque corresponden a los comportamientos humanos y a los funcionamientos sociales. Es muy importante que el exégeta acierte, entre las diversas teo- que offecen las ciencias sociales, con la més adecuada a la natu- raleza de fenémeno que estudia. Normalmente lo mis correcto parece un cierto eclecticismo en la utilizacién de estos recursos. Es el consejo de V. Turner cuando habla del uso de sistemas logicos por tun ancropélogo: ‘corias para nuesto propio car felevantesen la medida en que conecta, es lo que tiende a sobrevivir en el campo de la experiencia. La exégesis sociocientifica no busca, en principio, una mayor informacidn, sino una mejor comprensién de un texto determi- do, de una comunidad concreta, de unos conflictos (por ejem Sct ra York 1974, p. 23 Worl of the Apr Pa 2 [DEL MOVIMIENTO DE JESDS A LA GLESIACHISTIANA, relaciones de autoridad). La historia proporciona el material con que se construyen las teorias sociolégicas y estas iluminan los dacos Fistdrcou coneretos. Como dice Gotewal, parafaseando a Kant, ogi n sociologia es ciega»” ’or eso, cuando se acepra el ico, necesariamente se deben aceprar las cuestiones soci tropoldgicas. Pretender recoger los hechos del pasado sin utilizar ninguna teorias interpreta tiva ~pensando, quias, ser asi mas objetivo es el modo mis seguro de sucumbir a la propia subjetividad. Lo que se llama el sentido comin que, a veces, no es tan comiin, sino muy diferenciado— no deja de ser un producto cultural. La ventaja de explicitar refleja~ mente los modelos sociales con que nos acercamos al estudio de los textos es que pueden usarse criticamence y sometetse a validacién. El proceso humano de percibir y de entender implica necesaria- mente la utilizacién de modelos, que funcionan al modo de lentes o guias a través de las cuales percibimos, filtramos y organizamos la gran masa de datos que llegan a nuestros sentidos"’. No esté en ‘huestra mano optar por la utilizacién de modelos. «Nuestra tinica cleccién ~observa Carney es, mas bien, usarlos de manera cons- ciente o de manera inconscienten”. Los modelos de la ciencias sociales tienen que usarse con mi cautela. Habri que comprobar su validez ala luz de los datos; eve tualmente el contacto con estos datos obligard a modificar el modelo ©, quizé, a desecharlo, El peligro es imponer a los texcos modelos cul- nt inadecuados 0 que socialmente no cuenten con base sufi- te. Peto los modelos procedentes de la sociologia y de la psicolo- como de la antropologia tienen una triple funcién posi- tiva: 1) tna funcién heuristica porque ensefian a hacer preguntas hivevs ya descubrit aspects dela realidad Fecuentementeocultos 2) una funcién explicativa: permiten comprender mejor textos, pro- esos sociales, recursos retéricos, conflictos, problemas y caracteristi- cas de las diversas comunidades del cristianismo primicivos 3) una funcién predictiva: también puede suceder que los modelos de las ciencias sociales permitan obtener ~por induccién, por las leyes del conocimiento humano, por analogias histéricas~ conocimientos y The ites of Yall A Serie ofthe Re bce, Ne 8p of Liberted the Pats Models and Anigui, Lawrence 1975, pp. 9-11 23 también especialmente hipotética, y debe realizarse con scrias caute- las, porque se trata del estudio de sociedades del pasado sobre las que no cabe verificaciones y pruebas. En mi opinién, el acercamiento a los textos biblicos a partir de Jas ciencias sociales est introduciendo aire fresco en un mundo exe- gético muy fragmentado en disciplinas distintas, frecuentemente enzarzado en discusiones académicas endogimicas y tan preocupado por los anzlisis de deralles que se relega y hasta se olvida de la com- prensién del conjunto. ‘Alo largo de este trabajo hago un uso diversificado y creo que bastante sobrio de los recursos antropolégicos y sociolégicos para la exégesis del cristianismo primitivo. Sobre la marcha voy realizando tellexiones metodolégicas y teolégicas. En efecto, mi_ modesto ineento de utilizar las adquisiciones de la exégesis sociolgica se ins- cribe, en diltima instancia, en un proyecto dle comprensiOn teol6- . Ahora bien, tienen que quedar muy claros no s6lo los limices de la competencia de la exegesis sociol6gica, sino también la parcia- lidad de la éptica que he elegido para este trabajo. Se podria ele ‘otro punto de vista, se podrfan formular a los textos otras pregui tas, Lo que sostengo, simplemente, ¢s la legitimidad y la fecundidad de mi perspectiva y de mis preguntas para comprender el cristia~ rismo primitivo, coneretamente su proceso de insticucionalizacién, le que una con se propone en estas péginas tiene repercusiones hetmenéuticas que no pueden dejar de importar al tedlogo. Queda patente la historicidad de la revelacién. El mensaje religioso, la revelacién divina para el cre- yente, no se da en estado puro y abstracto, sino situado histérica- ‘mente, condicionado y lis es testimonio de la revel cién en Ia medida en que da testimonio de ella através de la fe pre~ sente en la confesién y vida de diversas comunidades. Sdlo en estas wasijas de barror tenemos la revelacién salvifica. «El mensaje cris- 10 primitivo no existe como un kerigma que se puede abstraet deteis de los textos, sino sélo en diferentes plasmaciones histéricas»™, °K. Berger, eWistnasoniologie und Exegese des Neuen Testaments, Kars 19 arn a7 “eee 24 ort MovIMENTO: Para el creyente es la experiencia del Deus semper maior, que desborda toda formulacion y fou inseucibn, hase is que son tendas por es experiencia reflejada en el verso de Unamuno: #Fe /-que no duda, / la que encadena a Dios a nuestra ver la experiencia de la humanidad de Dios, de su comunicacién real en historia y precisamente en su det el ilkimo capitulo, insisto en que no hay estudio histérico que sea aséptico y neutral. Siempre incerviene la subjetividad del histor dor y mis en Ia medida en que se trata de estudiar realidades inter- pelantes y de honda significacién posterior. Tada labor historiogrifica liza siempre desde una perspectiva determinada y sia los datos, cn un horizonte de comprensién concreto. El ideal de histrico es una quimera, justamente desprestigiada en la actualidad. De hecho, es muy ficilmente perceptible en los estudios sobre el cris tianismo primitivo las preocupaciones presentes que mueven a quie- r haciendo histo cristiana en la actualidad, Pero esto no da a mi trabajo en absolut tinte apologético, al menos en el sentido habitual de esta expresién.. Me preocupa aqui més la naruraleza de la fe cristiana y recuperar su autenticidad que justificar su verdad. Quizi por mi conviccién de 4que, también en este campo, vale aquello de que luchar contra los idolos es el primer y mejor servicio que puede hacérsele a la fe José Montserrat Torrents ha intezpretado las palabras del parrafo que precede como la tipica representacién del relago-historiador, que impone a priori una determinada visién de la historia, lo que le obliga a forzar los datos 0, en todo caso, le impide tener la misma capacidad de acepracién de los nuevos datos y descubrimientos de que puede hacer gala el escéprico”. Agradezco mucho a J. Montse- dislogo critico que ha entablado conmigo sobre un punto de gran importancia y que, con frecuencia, est{ rodeado de confusi6n en los trabajos realizados por creyentes y tedlogos. El autor mencionado hace una primera objecién que no me parece en absolute justificada y que, por tanto, no considero impor- tante, No es cierto que el historiador creyente cristiano parta meto- dolégicamente, en su trabajo como historiador, de «la inspiracién de Tos libros canénicos. Si esto fuese verdad dejaria de ser historiado. a. Eg 5 del 25 El historiador, como tal, ni puede limitarse a los escritos candnicos ni considera a étos como inspirados, sino en funcién de su valor como fuentes histéricas. La segunda objecién es mucho mas seria y es claro que no todos los tedlogos responderian como yo lo voy a hacer. En mi opinién, contra lo que dice J. Montserrat, la fe crs. tiana no eerige una constelacién de afirmaciones ficticas que deter minan el cuadro en el que debera moverse la indagacidn histérica» La fe no puede distorsionar el rigor de la ciencia histérica ni puede conferir a una afirmacién historica mas peso del que resulte de los dacos histéricos que la avalan, La fe supone una determinada inter- pretacién de la historia -teologica la podriamos denominar-, pero respetando escrupulosamence los datos que el historiador con sus meérodos cientificos puede descubrit. Y, por supuesto, el creyente debe escar atenco y receptivo alo que el historiador descubre ya sea sobre el Jestis terreno, sobre ef origen de la Iglesia o sobre el origen de la fe pascual, por citar los temas mis sensibles para la fe cristiana El estaruto de las ciencias naturales ha hecho que la teologfa replan- ‘ce en profundidad su visién del mundo y de sus origenes. Pensemos en la creacién, en el origen del ser humano y en los primeros capt- in duda, el estatuto de las ciencias hise la fe cristiana. Por poner un ejemp! investigacién histérica nos obliga a plantear la relacién Iglesia de una forma muy diferente a como sno muchos af resente que mueve al estudio hist6rico, no significa que se recurta al cristianismo primicivo para encontrar soluciones a los problemas actuales de la fe y de la Telesia, Quizé resulte, por el contrario, que cl estudio del pasido nos {quite las soluciones con que ereiamos poder contar. Lo que st hace tuna lucida comprensién del pasado es liberar a a inteligencia, como hace siempre la biisqueda de la verdad, pero también enriquece La mea compara, ial, Santander 1994, pp. 203-220. Quiero subraya ‘de i verdades parce de las cence cy aya 8 6 DEL MOVIIBNTO DE JESUS ALA IGLESIA CRISTIAN ante todo la pluralidad de las exp: evolucidn, las diferentes formas de aftontar los confl ido crecinde y deraclland lo preocupaciones intelectuales y posi mo que la vida impone y dosifica, Dos cursos de Ia Facultad de Teologia de la Unive par dr una forma mis comple icas creo que han sido fa fundamentalmente en otra parte: de la prictica dificil de tantos creyentes que a ‘mente su camino como comunidades eclesiales y del hecho de que para muchos contemporineos innegablemence la Iglesia resulta, al ia, mas un obsticulo que una ayuda para la aper jos. Seria importante que lo que se llama «pas con un término que no me gusta, porque lo veo como repre sentante genuiino de la subcultura cle tuviese capacidad de remontarse de que la absorben cotidianamente se plantease en los problemas que alientan detris de estas paginas. nso que mi reflexién invita a entrar en un camino no ficil, por- aque se aleja del voluntarismo de quienes se acercan al tema de la Iglesia salténdose las instancias histéricas elementals -y que pueden arribar a ingenuos proyectos de renovacién, a ver en el moralismo la raiz de la n de todos los problemas eclesiales, o al simple ideal de un cris- jismo, otra forma de des- IL Sociologia del movimiento de Jestis 1. Introduccion 1.1. Del Jesis histbrico al movimiento de Jest Probablemente ninguna figura del pasado ha suscitado debates psicologia profunda, etc. Pero han sidi de los dos jcacién de la obra de Reimarus (1774-1778) son ya de trabajos enormes sobre la vida de Jesis que importante que jamés emprendi e hizo la auto- sa». Todo este debate fue impulsado pot siglo XIX conocié un empefo singul: critica del Jestis manipulacién dogmitica de apologético que pensaban que de la fe. El denominador comin era una confianza enorme en las ides de la razén y de la c ia balance de toda esta vest ico y confesaba el callején sin ng Tabi 28 lida a que habla llegado: «Cada revs ; bria en Jestis sus propias ideas y no podia imaginarselo de otro modo. ¥ no sélo seefljaban on ls dishrtas Epocan cud individu interpretaba segtin su propia personalidad. No hay ninguna tarea rica mis personal que escribir una vida de Jestis»®. Cuando pos- teriormente se ha reemprendido la investigacién con métodos mis precisos y con otros presupuestos hermer han sido mucho més satisfactorios. J. Jeremias confiesa que slos racionalistas describen a Jesiis como el predicador moral; los huma- nistas, como la quintaesencia del humanism; los estetas lo ensalzan como el amigo de los pobres y el reformador social, y los innume- rables pseudocientificos hacen de él una figura de novela judio y enemigo de los judios de autores alemanes del tiempo del nazismo. Creo que, en buena medida, la confusion y el por estudiosos con jo muy corsiente un idaismo del tiempo y de las condi- lo 1. Ademas, la preocupacién teolégica, que dominaba el estudio, intentaba ante todo caprar lo especifico de Ja. persona de Jestis, aquello que podia justificar lo que sobre él 1 la fe posterior de la Iglesia. De esta manera la investigacién rentado hacer de la conciencia de Jestis un objeto inmediaco y directo del estudio histérico. Es obvio que este intento estaba con- denado al fracaso. A la persona de Jesis sélo se puede acceder de forma indirecta, a través de sus actitudes fundamentales, de los ava- tarcs y conflictos de su vida. conocimient ciones de Palest aban directamente la concien- legar a sus ipsisima verba, a sus Estudiosos més erfticos no cia de Jestis, sino que pretendiai “ Bh thko ti pas de las provenientes de Pero la verdad es que tambiei erba Jest in entre los especi que preguntarse icamente equivocado centrar la investigacién histérica, de una forma tan unilateral y aislada, en las palabras de Jesis. Incluso en el caso de personalidades hist qué certeza puede alcanzarse sobre la auten- es realmente esto tan impor- cept dio del Jest io de desemejanzav. Segiin este cri rio se considera aquello que no se puede explicar por influjo de su ambien ni como proyeccién de la comunidad crst Es obvio que, si , se desprende una imagen de Jesiis sin vinculaciones con su pueblo y en ruptura total con sus ulos. La originalidad de este Jesis es el fruto de una considera- 30 DEL MOVIMIENTO DE: JESUS ALAGLESIA CRISTIANA desemejanzay. En toro al afio 1980 se puede situar una forma nueva de realizar esta investigacién que se caracteriza por su preo- cupacién por enraizar a Jesis en el judaismo y por la utilizacién de los recursos de las ciencias sociales", Si he comenzado hablando del problema del Jests histérico y de las deficiencias de su planteamiento habitual es porque se trata de algo muy conocido en teologia, de manera que a su luz podemos hacer una breve presentadién sobre en qué consiste y qué aporta la sociologta del movimiento de Jestis. 1.2, Qué pretende la sociologia del movimiento de Jess? Los métodos sociolégicos, que se estin aplicando de diversas maneras a toda la Biblia, de los que he hablado en el capitulo pri- ‘mero, pueden proporcionar una perspectiva nueva para comprender a Jestis, pero sobre todo ayudan a plantear més correctamente st estudio. Lo que encontramos en primer lugar en la documentacién hi térica es un fenémeno social, un grupo de personas que se dice! vinculadas a Jestis, con unos comportamientos y con unas funciones sociales determinadas, y que posce su propia identificacién colec- tiva, Pues bien, lo que persigue el estudio sociolégico es detectar los rasgos genéricos de este grupo, que son, obviamente, precisables con ‘mucha mayor garancia que los rasgos tipicos e individuales de Jess, la persona que esta en su origen. Para realizar el estudio sociol6gico del movimiento de Jestis se requiezen informaciones histéricas previas. Hay que conocer la sociedad en que se mueve y una serie de datos sobre los primeros cristianos, sobre sus comportamientos y creencias. A partir de ellos nos preguntamos sobre los Factores sociales que condicionaron a este grupo y sobre las funciones sociales que ejerce. Buscaremos grupos en su contexto histérico ante todo, pero también alejados, en el tiempo y el esp: aclarar la naturaleza de este movimiento, la dindmiea social que los recore, la relacion SOCIOLOGIA DLL MOVIMIENTO DE SUS 31 intentaremos inter- pretar los datos que poseemos con categorias sociolgicas. No bus- camos més informaciones, sino una mejor compren: La interpretacién socic ica de un movimiento o grupo social ¢s.una compreasia global, pero oo exhaustiva. Es una comprentin global porque rclaciona estructuralmente a ese grupo con el con- junto de la sociedad, nos hace ver a qué impulsos sociales se debe ‘cémo reacciona ante ellos, qué le caracteriza, en qué centra su iden tidad. Pero no es una explicacién exhaustiva que pretende negar |: ez de otras interpretaciones. Serfa un sociologismo reductor y, en el fondo, un materalismo el que pretendiese da una explicacién tora de un movimiento religioso reducigndolo a los factores socia- les que lo condicionan y negando la auronomia de la dimensién ceo légica, Pero también seria un idealismo no menos reducror el que pretendiese que la trascendencia de los movimientos religiosos es que los hace inmunes a los factores sociales y, por tanto, inasequible a los mérodos sociolégicos. Hay que evitar un macerialismo reduccionista que considera la religién como mero reflejo de unas condiciones socioeconémicas desquiciadas © mera proyeccién : tambien hay que evitar otro peligro mucho més Frecuente, si en trabajos teol6gicos: el idealismo ingenuo que desconoce los con- dicionamientos de su propio discurso sobre Dios, que ignora tanto los Factores sociales que hacen posible una determinada experiencia ca conctet, Se a dicho, muy acertadamente en mi opiniOn: que la sociedad influye condicionando las creencias religiosas. Se cree no lo que se quiere y como se quiere, sino lo que se puede y te per- mite una determinada estructura social 0 condiciones sociales de plausibilidads Teologicamente hay que decir que, si Dios se revela histérica- ‘mente y comunitariamente, lo hard respetando las leyes y normas de la comunicacién y del comportamiento colectivo y, por es0, con la misma necesidad que se admiten los estudios lingtifsticos en la Biblia hay que admitir los sociolégicos sobre Israel, sobre el movimiento de Jestis y sobre las primeras comunidades cristianas. JM. Mardones, Sociedad moderna y criaianismo, Bilbao 1985, p. 13 32 ‘DEL MOVIMIENTO DE JESDS A LA IGLESIA CH 2. Factores sociales del movimiento de Jestis into de ese fendmeno Jo que llamamos movi- {Que factores sociales explican el surgi social del pueblo judo en la Palestina del si into de Jestis? No hay un tinico factor que explique toda la histor son varios, de divetsa importancia y en recfproca interrl que [a condicionan permanentemente. Individuar unos factores sociales es tipificar a partir de los datos histéricos de una dererm nada sieuacién, Por tanto, dos observaciones deben tencrse presen tes desde el inicio de este apartado: 1. Supongo toda una serie de datos histéricos que no es posible presentar en este momento y tampoco voy a hacer referencias a la bibliograffa, que es inmensa, sobre la situacién de Palestina y del pucblo judio en tiempo de Jestis. Los estudios histéricos y arqueo- lgicos se multiplican en la accualidad y tienen un gran interés para situar adecuadamente a Jestis. Quiero subrayar la import estudios sobre Galilea, que aparece, cada vez con més claridad, ‘como una regién diferenciada y con personalidad propia. En los tra- bajos citados en la nota 4 de este capitulo doy una amplia informa- ign bibliogréfica sobre estas cuestiones 2. Tipificar supone una tarea de abstraccién, pero espero que también conlleve un momento de comprensi6n y de introduccién de sentido. 2.1. Factor geografico 0 ecolégico Su importancia ¢s indudable, pero lamentablemente muy poco atendida por los escudios biblicos y teoldgicos. *Desco de dos autores que han tabsjado lea del empo ls que m Nuco “Hitory, Valley Forge 1996; SV Freyne, «Archaeology an tebe (ed). Archaclogy and Biblia Gal ni: Soc Nia York 1995: pp. 2346 02101 0¢{4 pel MOVIMLENTO DE 80s 33 E! movimiento de Jestis surge en el Préximo Oriente, en Pales- tina, un pais ~como siempre se suele recordar pequefio y pobre. Pero un pafs ~y eso ya no se suele tener presente- en absoluto irre- levante, anénimo o aislado, Ocupa un lugar geogrifico estratégico y sntes (Europa, Africa y Asia) y balcén clave sobre el Medier sntal. Por eso ha sido y es una tierra can disputada, paso de civilizaciones, y que ha cono- ido ocupaciones tan diversas. Es un lugar de confrontacién de pue- blos y de fecundacién de culturas. Aqui se han encontrado siempre los pueblos del desierto (Sinai y Transjordania) con los del mar Mediterrinco (filisteos, fenicios, griegos y romanos) y con los de la ‘montatia central (cananeos, hebreos mis tarde). Se trata de un espa- do de una enorme y singular creatividad religiosa. de vital importancia en el cruce de tres €01 No es posible presentar ahora las particularidades de G: ue, sin embargo, son importantes para comprender el movi de Jestis y a las que me acabo de referir. Basta menciona ‘Tiberiades, lugar privilegiado de su ministerio, con sus riberas que, ppor una parte, estin pobladas y son frtiles y que, por otra, estin recorridas por una importance via de comunicacién que une Tito y Sidén con la Decapolis, es decir, que abre el judaismo al contacto con el mundo pagan. Todo esto, dicho de forma concentrada y a modo de sugeren debe tenerse muy presente, porque la tierra de Jess ~entendid geogrifico y como espacio humano~ es una con: lad en que se apoya la revelacién de Dios. Es decir, la cin peculiar de la historia humana que sucede en Palestina hace posible el florecimiento de la historia de la revelacién espe de Dios. 2.2, Factor émnico Este factor siempre ha sido més considerado y en la actualidad acrae la atencidn con fuerza especial debido, sobre todo, a los nume- 1050s trabajos de estudiosos judios, que se esfuerzan por vincular a Jestis con la historia de su pueblo. Es evidente que Jestis es un judio josa de Israel. La pri naci6s giosa en el judafsmo y, si ha sido tam! ra Jests ‘Asiste a la sinagoga, lee y reconoce la Biblia, ora con ella, Ha sido 34 DEL MOvIMIENTO DE ISDS ALA IGLESIA CR NA formado en la Bet-Hamidras, escuela anexa a cn Nazaret. Escucha la traduecién aramea de la Biblia, el cargum, gue, junto al texto sagrado, comunica la interpretacién mis exten- dida y popular, sinagoga que existe Israel se ha encontrado con un Dios que se revela en fa hist yaa través dela historia y que establece relaciones personales con El iplemente el Dios de la experiencia mistic sorprendente manifescacién en es, sin duda, \biente de esta tradicié: sa de Jestis, hha ido Fraguando la experiencia te 23. Factor politico Si hasta ahora he hablado de factores estructurales, ahora voy a concretar y me fijo en Factores més coyunturales El tiempo de Jesis conoce una aguda cris ica. Tras ef triunfo breve de la sublevacién macabea contra el poder helenista, los judios habjan vuelto a perder Ia independencia nacional someti- dos ahora por los romanos. Se vivia una época de continua inesta- bilidad consticucional. Herodes el Grande habfa sido un rey vasallo de Roma (40-4 a.C.) con poder sobre todo el territorio habitado por los judfos, tanto sobre el norte de Galilea como el sur de Judea. A su muerte el reino se dividié entre sus hijos y pronto (6 d.C.) Judea ppasd a ser provincia romana bajo el control directo de un prefect. El territorio histérico de Palestina estaba muy dividido y cada zona tenia una situacién juridica diversa, aunque todas sometidas a los romanos (provincia, reino vasallo, tetrarquia, dominio privado del rey, ciudades auténomas...). Todo el territorio pasé a ser provincia romana el afio 44, tras el efimero reinado unificado de Herodes Agripa (41-44). Las diferencias geogrificas, hist6ricas y religiosas, que siempre han existido entre el norte de Galileay al sur de Judea, estaban muy acentuadas y parece que la reunificacién administrativa del ano 44 fue factor suplementario de desestabilizacién. Sin embargo, no parece correcta la imagen tan extendida de una situacién prerrevolucionaria en la Palestina del tiempo de Jestis. Ni parece que pueda hablarse, para este momento, de la existencia de lNTO DE ESOS 35 un movimiento armado de resistencia antirromana, hubiera exis- tido ininterrumpidamente desde el afio 6 d.C. hasta el estallido final de la guerra judia. Tal fenémeno surge después de la muerte de Jesis. Los movimientos de disidencia y desarraigo que provocaba una situacién politica tan delicada, durante los primeres anos del siglo 1, evieron otras expresiones a las que después me referiré bre- vemente, La mayoria del pueblo obviamence no se identificaba con unas tituciones tan poco arraigadas y que se vefan como algo im- puesto Sélo una minoria judia, aristocra- cia lai . como «Reino de Dios, tenga una fuerza evocadora ima en aquellas circunstancias. 24, Factor econimico Herodes impuso unos impuestos fortisimos para costear su poli- de obras ingentes. A esto hay que sumar los tributos de caricter teligioso que ya grababan sobre los judios. Resultaba una situacién delicadtsima, especialmente pata los agricultores, que eran la inmensa mayorfa de la poblacién. Con frecuencia, imposibilitados de pagar, debian vender su pequefia propiedad familiar y quedarse como jor- naleros 0, incluso, tenian que venderse como esclavos. Simultinea- mente se daba una concentracién del dinero y de la propiedad en ‘manos de la aristocracia sacerdotal y laical. Sin exageracién puede decirse que el subsistir cotidiano era un auténtico problema para la mayoria de la poblacién y la pobreza consticuia un fendmeno gene- rado de masas, 25. Factor culsural-religioso El factor religioso no es nunca adecuadamente aislable de los demds. ¥ menos atin en una sociedad teocritica como la judia del en la que, por definicién, la rligién impregna incluso la vida Pero puestos a realizar una clasificacién sociol6gica, es quiza en el nivel cultural donde conviene situar el papel del factor (que, insisto, interfiere en codos los dems niveles). 36 uno De Js0S a LAIGLESIA CR Desde el punto de visca 1 pueblo judo estaba sumido cn una grave crisis de identidad debido al auge del helenismo. El problema no sdlo afectaba a la numerosa didspora judia extendida por toda la cuenca del Mediterrineo, sino también a la poblacién de Ja misma Palestina. En efecto, la penetracién del idioma griego ‘muy importante, hasta el punto de que se piensa que Jessy los cipulos lo conocerian; los libros de los Macabeos nos informan di existencia de gimnasios griegos; parece que en el mismo Jer al norte de a ciudad, habla un importance lugar de eulto helen dedicado al Dios Asclepio-Esculapio, Lahelenizacién era inseparable de lo que se urbana», el auge de las ciudades como forma politica y que tambi se implantaron en Palestina, concretamente en la z0na costera, siempre abierta a los influjos del Mediterrineo, en algunas de las cuales existieron notables escuelas filosdficas. La civilizacién urbana penecraba también en Galilea, Sefors, la capital hasta el afio 18 d.C., esta a 5 kilémetros de Nazaret y era una importante ciudad romana, Antipas construyé Tiberias, adonde trasladé la capital, y que se encuentra a poca distancia de Cafarnatin, localidad con la que Jess mantuvo una estrecha relacidn. La pene- tracién de la civilizacién urbana era vista por los sectores rurales galileos como una amenaza a su forma tradicional de existencia. inmensa mayoria) - élite aristocrética; romano y colaboradores judtos - pueblo sometido. 3. ¢Cémo se caracteriza sociolégicamente el movimiento de Jestis? 3.1. Reacciones ante la criss en el pueblo judio distincas reacciones en la sociedad judia del siglo lugar para estudiar los diversos grupos existences en el judaismo del tiempo de Jesis, que hay que verlos no ‘como meras escuelas o tendencias teolégicas, sino preferentemente ENTO DE ESOS 37 como respuestas distintas a la problematica sociopolitica, sin negar por ello Ia auronomia relativa de sus propias elaboraciones teoldgicas. ‘Ante todo se daban fenémenos de desarraigo, que pueden con- siderarse también de disgregacién social, en la medida en que no eran alternativa ance la crisis. Hay que mencionar, en primer lugar, la migracién al interior de Palestina y, sobre todo, fuera de ella, que produjo la impresionante dispersi6n judia de la cuenca del Medite- rrinco. Un segundo fenémeno de desarraigo y disgregacién era el bandidismo, que fue permanente y_progresivo en la romana’. Hoy esté muy bien estudiado socioldgicamente el fend- meno del bandidismo en las sociedades primitivas, que no es en ‘modo alguno fortuito sino que responde a causas sociales, tiene una naturaleza prepolitica y prerrevolucionaria y suele ser de origen rural y encuentra eco en sectores amplios de esta naturaleza. Este bandi- dismo catalizé politicamente cuando estallé Ia guerra contra los romanos el afio 66, pero es un fendmeno especifico y no debe iden- tificarse ni con los celotes (que no aparecen hasta el momento de la guerra) ni con los sicarios (cuya primera mencién es posterior al ano 424.C) En una sociedad teocrética, en la que la religién era la ideologia como tenian que producirse los ensayos de alrernativa social. Encontramos en el judaismo de este tiempo dos grupos religiosos principales, oficial y piblicamente reconocidos, pero netamente diferenciados. Los saduceos, que representaban los intereses de la con una aceptacién exclusiva e inflexible de la sola Ley escrita. Los {fariteos, que representaban los intereses de los nacientes sectores uurbanos y capas medias, abiertos a esperanzas de transformacién furura (creian en la resurreccidn y esperaban al Mesfas) y que acep- taban una compleja ley oral, que no era sino un intento de flexi at la escrita acomodndola alas nuevas situaciones sociales. Mien- 3s alos fariseos se les debe considerar un movimiento de renov: sta del judaismo, los saduceos son un grupo muy con 1 Romes, AD. NTO DEUS ALA 38 tana servador en lo ideolégico y religioso, pero que claudicaban roral- mente del judaismo en la vida prictica por la aceptacién del estilo hiclenista y pagano de vida. _La oposicién de saduceos y fariseos, que recorre todo el siglo 1 yel 1d.C. hasta el ano 70, es expresién no sélo de diferencias josas sino también socioeconémicas y culturales. De todos modos ambas ideologias, con vaivenes que no son del caso explicar y de formas diferentes, desempentaron el papel de socialmente hege- ménicas. En general, se puede decir que el fariseismo esta en ascenso durante todo este periodo, en detrimento del saduceismo, que, si embargo, controla el poder. El afo 70 —fin del Templo y, por tanto, del saduce smo el farisefsmo se convirtié en la doctrina of ial tinica. n en los mérgenes y en los s6tanos del donde derecramos otros tipos de fend- ‘menos religiosos mas parecidos al movimiento de Jess. Desgracia- ddamente tenemos un conocimiento bastante fragmencario de ellos, porque habicualmente la historia s6lo nos transmite informaciones sobre una pequefa élite de cada época. Me refiero a la existencia de uunos movimientos populares que se remontan y empalman con tra- diciones biblicas importantes, que permanecian vivas ria del pueblo. Estos movimientos populares no nos han dejado ratura escrita y tenemos que conformarnos con referencias fragmen- tarias dispersas en la obra de Flavio Josef. Por razones de estricto rigor perfodo que nos ocupa, entre movi movimientos populares. profé érico hay que distinguir, en el ntos populares mesiénicos y Tanto entre teblogos como jzaci6n de la palabra mesidnico con un sentido demasiado amplio e impreciso, lo que se convierte en fuente de oscuridad y cont caracterizan por tener actividad militar, sus territorio o aspiran a serlo. R.A. Horley Messianic Movements around the Time of Jess 46 (198 lr opiate Moments he Timo Features and Soak ine [SN ‘of Jesu CBC lessianic Episode am 1985)93058 CA Bena “His Concemporrics, Leiden 1995. socrovocta DEL 39 la cleccién o uncién popular de reyes, desde Sail y David hasta Jero- bboam y Jehti (1 Sm 11,14-15; 2 Sm'2,4; 5,3; 1 Re 12,16-20; 2 Re 9,1-13). Movimientos mesidnicos son los de Judas, hijo de Ezequias, \én y Athronges el aio 4 a.C. a la muerte de Herodes, y los de Judas y Simén Bar Giora en tiempos de la primera guerra judia’; por supuesto, de esta naturaleza fue el movimiento eneabezado por Bar Kochba, que fue reconocide como Mesias por Rabi Aquiba (132- 135 d.C). Todos estos movimientos mesiinicos provocaron tna reaccién militar del poder romano, que logré aplastarlos. Los movimientos populares profétices responden también a la situacién de css generalzada de fa sociedad judia del nen semejanzas con los movimientos anteriormence expuestos, pero también se pueden distinguir de ellos. Con muchos autores y por razones de claridad reservo la designacin «Mesiasr y «mesidnico» a los pretendientes ala realeza y a los movimientos que generan. Antes de dar informaciones concretas sobre los diversos m proféticos, sefialo sus caracterfsticas comunes: son expr esperanzas de sal ‘entender la salvacién como una transform: del mundo, por obra de la intervencién divina (a diferencia de los 3s, excluyen una actividad directa politica y n directamente religiosos) rofeta 0 lider ico; la salvacién es entendida como la renovacién de un pasado ideal (a diferencia de los mo ss de Ia realeza, sino a las del éxodo); estos movimientos son vistos como peligrosos por las auto- ridades politicas hasta el punto de que eliminan al lider carismético para aniquilar el movimiento. Son ya evidentes las analogias con el movimiento de Jests, pero antes de explicitarlas es necesario pre- sentar brevemente los diversos movimientos proféticos que nos son conocidos a través de los escritos de Flavio Josefo. Y conviene recordar que un recurso esencial de la sociologfa para conocer un grupo es la comparacién con grupos andlogos, tanto contemporineos como de otras épocas y lugares. Ast se hace posible Ja capracién de los rasgos genéricos del grupo objeto de estudio y, por tanto, su definicidn sociolégica, a la Vex que se pueden también percibir con rigor sus rasgos tipicos . BY 2, 55-60: AJ 17, 272.285, 40 ‘DEL MOVIMIENTO DE JESUS A LAIGLISIA CRISTIANA 3.2. Movimientos prtticos populares contemporiineos del movimiento de Jess" = En torno al afto 33 un samaritano conquisté las simpatias del pueblo y le persuadié para subir con él al monte Garizim, donde prometia encontrar los vasos enterrados por Moisés (AJ XVIII, 85s5). Esto era algo que se esperaba del Taleb o Mesias sama En efecto, el pueblo se reunié con armas, pero el prefecco ervino y sus soldados mataron a muchos € hicieron huir a los demas. Posteriormente Pilato tiene que ira Roma para defenderse porque los samaritanos recurren ante el legado Vitelio afirmando ‘que jams fue su intencién rebelarse contra los romanos. — En ciempo de Fado (44-48 d.C.) aparece un ral Teudas Flavio Josefo califica de «impostor» o #falso profeta»', que persuadié 4 una masa importance del pueblo a abandonarlo todo y seguirle al Jordin. Decia que era un profera y que a su mando el rio se abriria para que pudiesen pasar (AJ XX, 97ss). Es obvia la referencia a la repeticién de los hechos del Exodo (cf. Jos 3). Dice Flavio Josefo que engafié a muchos. Fado intervino ocasionando muchos heridos muertos, entre ellos el mismo Teudas. La analogia entre el mo miento de ‘Teudas y el movimiento de Jestis se establece en los Hechos de los Apdstoles. Gamaliel dice: «lsraelitas, mirad bien lo que no alargarme prescindo del caso de Judas G les proba cron ue han tance una Judas Paocen expec Se discutest ese teem de queens 5K. 97, que profes ck. Spee. Le. Jn quiere desir wflso profies yes lo contratio de SOCIOLOGIA DELMOVIMIENTO DE ESDS 4 vais a hacer con estos hombres. (Se refiere a los apéstoles, que han sido decenidos.) Porque en estos tiltimos dias se levanté Teudas, que precendia ser alguien y que reunié a su alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le segufan se disgregaron y que- daron en nada... Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hom- bres y dejadlos en paz. Porque si esta idea 0 esta obra es de los, hombres, se destruird; pero si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os enconcreis luchando contra Dios» (5,35-39). = Flavio Josefo describe el clima existente poco después (52-60 4.C) de la siguiente manera: eLos impostores (goétes) y los hombres ‘mentirosos persuadian a la multitud para que les siguieran al de- sierto. Decfan que alli les mostrarian signos y sefiales que sdlo pue- den producirse por obra y providencia de Dios. Muchos que les cre- yeron suftieron los castigos que merecieron por su locura, pues Félix les hizo ejecutar cuando le fueron entregados» (AJ XX 1675). En esta sieuacién se entiende la advercencia del evangelio: «Entonces si 1s dice: Mirad el Mesias esté aqui o alli, no lo credis. Porque proferas y flsos mesfas... Ast que si se os dice: “Esti en el desierto”, no sali.» (Mt 24,23s.26). En este contexco, surgié un egipcio, probablemente judio", que decia ser profera, que atrasté a una multitud al Monte de los vos afirmando que desde alli verian caer los muros de la ciudad y abrirse un camino para entrar en ella, Es clara la al la conquista de la cierra por Josué (cf Jos 6). Tam el Monte de los Olivos es uno de los escenarios mesidnicos mis comunes en el judaismo. Pero intervino el procurador Félix con su tropa, 1, 161-163). El egipcio consiguié huir y es probable que el pueblo creyese que se trataba de una salvacién milagrosa y esperase su A.los ojos de los romanos parece que no habia demasiada dife rencia entreel movimiento cristiano y estos surgimientos proféticos ‘Tras la detencién de Pablo en el ‘Templo de Jerusalét tribuno le pregunta: «;No eres tii entonces amarinado y Hevado al desierto a los cuatro mil terroristas?» (Hich 21,38), ° CEM, Hengel, Die Zloten, Leiden 1976, pp. 236-238. © D-Bill, are ci, p. 148, 42 DEL MOVINIENTO DE JESUS A LA IGLESIA CRISTIANA — Conocemos otro caso un poco mis tardio y de fuera de Pales- a. En Citene, en torno a los afios 73-74 d.C., aparecié un tejedor io de nombre Jonatin, que influencié a elementos, a los que Fla vio Josefo, enemigo declarado de estos movimientos porque co dera que han lIlevado a su pueblo a la catistrofe del afto 70, designa ‘més miserable del populacho» (BJ VII, 458) y los Ilevé en miento al desierto con la promesa de prodigios y aparicio- nes. El gobernador Citulo envié a su tropa, que maté a muchos y detuvo a ottos. Tras una serie de vicisitudes, también Jonatin fue ajusticiado (BJ VIII, 450). — Probablemente el movimiento de Jess tiene su mejor anal en Juan Bautista y en el movimiento por él desencadenado". Ya Flavio Josefo relaciona al Bautista con los profetas escatolégicos (AJ XVIII, 117s), Se dice contra dl que stiene demonio» (Me 11,18), acusacién normal para desacreditar a un profeta (cf. Or Sib 4,815) y que también se dirige contra Jesus (Me 3,20; Jn 7,20; 8,48-52; 10,20). Pero es interesante leer el relato que hace Flavio Josefo de su muerte y de las razones que le movieron a Herodes: «Hombres de todas partes se habjan reunido con él, pues se entusiasmaban al ofrle hablar. Sin embargo Herodes, temeroso de que su gran aucoridad indujera a los sibditos a rebelarse, pues el pueblo parecia dispuesto a seguir sus consejos, consideré mas seguro, antes de que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quiza tendria que arrepentirse mds tarde, si se produjera alguna conspis Debido a estas sospechas de Herodes fue encarcelado y envi fortaleza de Maquero, de la que hemos hablado antes, y al muerto» (AJ XVIII, 117-119) *, Segiin este texto, la autoridad p contra Juan, porque el eco popular que suscita le con- smativa la semejanza con la reac- in de las autoridades sacerdotales contra Jestis en el evangelio de Juan": «Si le dejamos que siga asi, todos creerdn en él; vendrén los nder 1981, pp. 34-57 i von Nozareh Neakirhen 1972. Ta cueston, pero la forms ala verdad histoniea. CEE Brace 0 43 romanos y destruirin nuestro Lugar Santo y nuestra nacién. Pero uuno de ellos, llamado Caifis, que era el Sumo Sacerdote de aquel afio, les dijo: "Vosotros no sabgis nada, ni caéis en cuenta que es mejor que muera uno solo por el pueblo y no perezca roda la . Desde este dia, decidieron darle muerte. 14-16 y 8,28 parece sugerirse, in sobre la resurreccién de Juan Bautista, 6, = Por tiltimo, hay que mencionar a los esenios de Qumran y a Se han estudiado las pro- fandas analogias de ésce con Juan Bautista y se ha afirmado que ambos pertenecen a un mismo tipo profético". Pero también se ha presentado al movimiento esenio de Qumrin como un movimiento mmilenarista"® con analogias profundas con el movimiento de Jest La comunidad de Qumrin fue fundada el siglo ti a.C., en un tiempo muy turbulento politica y religiosamente, por sectores socia- les marginados, concretamente del bajo clero, especialmente humi- Ilado y explotado por la aristocracia sacerdoral urbana y helenizada. Mantienen un actitud critica respecto al Templo y al sistema cultual, ran invalidados y corrompidos. Tambien se oponen a la vigente de la Tors, que sustituyen por una peculiar il, que aplica los textos biblicos al presente de su iad. El movimiento de Qumran ests promovido por tuna figura profética o lider carismatico, el Maestro de Justicia, con- siderado intérprete inspirado de la revelacién e investido de singular aucoridad™. Proclaman un mensaje de cambio y esperan un nuevo ‘orden social, que describen con categorias apocalipticas. No es casual que el movimiento se retirase al desierto e interpretase la sal- vvacién fucura como un nuevo éxodo, es decir, como la rehabilitacién idealizada del pasado del pueblo. Son evidentes las diferencias teolégicas entre los esenios de Qumein y Jestis y sus discfpulos. Esti toralmence trasnochado el explicar el surgimiento del cristianismo a partir de Qumran 0 equi- "J, Becker, 6p. cits SR. lenberg, si 26.46 ™), Becker, 6p. cit, p. 58 32 reco-Roman 4h (DEL MOVIMIERTO DEJESOS ALA GLB CRISTIANA parar histéricamente a Jests con el Maestro de Justicia, En algunos puntos mantienen posturas antagénicas, por ejemplo respecto a las hnormas de pureza y respecto a la actitud que se ha de adoprar con los considerados pecadores, pero también existen innegables analo- sfas histéricas entre ambos movimientos. Al fin y al cabo ambos sur- gee aproximadamenteen un mismo tiempo y lugar y esponden 3 fos mismos Factores sociales Es indudable la existencia de inceresantes analogias ence el movimiento de Jess y los que acabo de presentar; tambien el movi- rmiento de Jestis es catalizado por la figura de un profeta, realmente ‘muy singular, que agrupé a sectores marginados y subordinados en sociedad; mantuvo una actitud critica respecto al sistema «erpretaciones doctrinales vigentes; abrié perspecti- vas de un cambio radical que probablemence se esperaba cereano y obra de Dios (el Reino de Dios); en un momento determinado con- ‘gregé a buena parte de sus seguidores en Jerusalén en un ambiente de expectacién mesidnica y las autoridades vieron en tod pelig que aterm con frre deco han el ajuiclamiento de 3.3. El movimiento de Jesis como movimiento milenarista® Estamos ya en condiciones de realizar una caracteriaacién socio- légica del movimiento de Jess. El primer paso es precisar el sentido del término que venimos empleando, cin tora del mentaje de ests, que nos de estos estudiosos emparentan + Jess com los safos elnicos del radecit lo que ¥oy 3 expl doy. por ‘érico que ba dominado. ‘mencionados, también hay que reprocharles que presetan vn Jest jo empareneado con el pr go ¥ desconociendo le de Is epoes, Enere quienes "The Historea fs. The yo julio, mindo de ve s0c0106 ests 45 {Qué entendemos por movimiento de Jestis? Hablamos de un grupo intrajudio de renovacién, que se redine en Palestina en torno a Jesis y que contintia hasta el aiio 70. Es legitimo situar un tope cronolégico en esta fecha, porque la guerra judia y la destruccién del ‘Templo supusieron una ruprura en el judaismo en general y en el grupo cristiano en particular. A partir de entonces cambia decidida- mente el centro de gravedad del cristianismo, su telacién con el judaismo y su misma funcién soci Desde un punto de vista sociolégico, existe una continuidad fundamental entre el grupo palestino de seguidores de Jestis ances y después de su muerte y de los sucesos pascusles. A veces, desde con- sideraciones teoldgicas, se ha subrayado mucho —probablemence demasiado la rupcura pascual. Pero sociolégicamente se constata la continuidad de un mismo grupo, que se refiere a un mi con una organizacién similar, con una tradicién que cor rmarse antes de Pascua. ‘Aceste grupo no le denominamos ain Iglesia, sin perjuicio de que teol6gicamente lo sea. Le llamamos movimiento de Jestis. Es una ter- minologia sociolégica precisa. Un movimiento es un grupo caris- trddior que surge al uargen de clones esablecasy Fe- cuentemente en contraposicién con ellas, que mantiene comporta- ientos no habituales, sobre todo en el campo econdmico, que se encuentra polarizado por objetivas inmediatos. Propiamente un movimiento es una fase por la que pasan procesos sociales diferentes, ejemplo los revolucionarios, la formacién de sectas, los naciona- Fismes, etc. Un movimiento dura poco como cl movimiento: pronto 0 se insticucionaliza, es decir, se da una organizacién duradera, o se desincegra. Concretamente, el movimiento de Jests experiment6 un proceso de institucionalizacién, llegando a ser la Iglesia cristiana, Ahora bien, un movimiento puede ser de diferente naturaleza zCémo habra que caracterizar el movimiento de Jestis? Nos puede 1987: (Christ andthe Cie: Jus and Otber Radical Preachers in Firs Century T= ii iid 1988, En codo aso debe quedar claro que: is sino una caractrizacinsocil6gica del movi iad tridente que en este movimiento a jue la tendencia principal fue de Jes G DEL MOVIMIENTO DE JESDS A LA GLISIA ayudar un tipo social que los socidlogos detectan no sélo en el pasado, sino también en sociedades actuales, sobre todo tercermun- distas y coloniales, y que denominan «movimientos milenariscas». De ningiin modo se quiere aludir a un reino de mil afos, como pudiera deducirse de su relacién con la palabra movimientos mesiénicos, cultos de crisis, et milenaristas se han estudiado mucho" y ya ha habido quienes han utilizado esta categoria para interprerar el cristianismo naciente Los movimientos milenaristas se caracterizan por una serie de rasgos {que encontramos también en el movimiento de Jests. 1. Surgen en situaciones de crisis, frecuentemente de acelerado cambio social, y expresan anhelos e intereses de grupos que se sien ten marginados. En los paises del Tercer Mundo los movimientos milenaristas a. Es esencial que estos sectores marginados {1 oprimidos sean consciences desu sittaciOn. Sin toma de concien cia no hay movimiento milenarista. La marginacién puede expre- sarse de formas diversas: puede ser carencia de bienes de primera ines Europeonee hicago 1967. S. Thrupp (ed), Mf ‘Revolutionary Rebgions Movement, Nea York lye Now w Barth, Nueva York 1969. PW A Siudy of Care ns pos del Milenio, Madrid 1981 (la ‘Magic aed the Millenium. Heineman riones ian se desarclla cl necesidad como el alimento 0 el vestido, puede ser opresién y social, etc. La opresion es un concepto relativo. Los sociélogos hablan de «relative deprivation»: se mide la condicién presente por relacién a otras de culturas similares o vecinas, o se compara la situa- cin actual con un pasado, que frecuentemente se idealiza. En cual- quiet caso, se da un desequilibrio notable entre las expectativas sociales y los medios a mano para satisfacerlas. Una profunda crisis reinaba en la Palestina del siglo 1. Una crisis econémica que repercucia pesadamente sobre la inmensa mayoria de |a poblacién. Una crisis constitucional casi permanente: tras la desin- tegracién del reino de Herodes el Grande, Judea y Galilea conocie- ron continuos cambios de su situacién politica. El poder romano no dio con una forma satisfactoria y estable del gobierno sobre los dios. La penetracién de la cultura helenista y el proceso de urba- izacion, que afectaba a coda la cuenca del Mediterraneo, cuest Dentro del mismo pueblo clase sacerdotal hegeménica era enorme. La mante. En este caldo de cultivo se entiende la pr mientos judios de protesta y desarraigo. Conocemos el surgimiento de varios grupos proféticos en este tiempo. Asi se entiende el auge de eracura apocalipcica, que no es sino expresidn de los grupos que sociolégicamente denominamos milenaristas. 2. Los movimientos milenaristas son movimientos de protesta contra el orden consticuido y buscan un cambio para un futuro préximo. El rechazo del orden vigente y el anhelo de un nuevo orden social son dos caras de la misma moneda. Con frecuencia el cambio futuro se entiende como recuperacién del pasado, por lo menos, se cerpreta utilizando categorias del pasado. Es muy frecuente que la cibn de los pueblos colonizados consista en el intento de revita- 10 perpetuar elementos de su cultura étnica amenazados por las jevas formas de civilizacién, Es lo que se llaman los movimientos nativistas, que vienen a ser una modalidad de los movimientos mile- and Other 23), pp, 209 BER Wilton, en rewald (ed), p. 219, 48 DEL MovIMIENTO DE JE naristas. De hecho, los profetas que surgen en Palestina en este cmp enienden a sahacin como la renovacion de signs de Exodo y, por eso, Hevan a sus huestes al desierto, o esperan la sepa- racién de las aguas del Jordin, 0 el derrumbe de las murallas de Jeru- salén. Tambien en la Biblia, los profetas expresan la esperanza furura con categorias tales como una nueva ereacién o un nuevo éxodo. Un movimiento milenaristainvierte el orden social: «Los iltimos serin primeros y los primeros, los tiltimos» (Mt 20,16). Anulan las jerarquias: «Si uno quiere ser el primero, sea el tilkimo de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35); «Sabéis que los que son tenidos por jefes de las naciones, las gobiernan como sefiores absolutos y los sgrandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser asf entre voso- tos, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, seri esclavo de todos...» (Me 10,42-44). Critica el orden econémico: «Dichosos los pobres porque vuestro es el Reino de Dios» (Le 6,20). individuales de las per- ido gradualmente la realidad; ni es una secta eso- térica, que se considera a si misma como la comunidad perfecta y se separa del mundo corrompido. Jestis actia y anuncia el Reino de Dios, expresién simbélica de un futuro cu: jente nuevo y pprdximo, transformacién radical de la realidad y que tendré como fruto una humanidad plenamente buena y feliz. El movimiento imilenarista de Jesis cree que esta transformacién del mundo, obra de Dios, esté ya en marcha. El movimiento de Jess vo una actitud critica ante la validez © interpretacién de la Ley, con lo que cuestionaba la autoridad doctr nal de los doctores judios. No ha sido hecho el hombre para el sibado, sino el sibado para el hombre» (Mc 2,27). «Nada hay fuera del hombre que entrando en él pueda hacerle impuro...» (Mc 7,15). [No menos dura es su polémica con las autoridades sacerdotales y con cl Templo. «No quedara aqut piedra sobre piedra que no sea des- truida» (Me 24,2). «av smada. casa de oracién. ;Pero vosotros estiis haciendo de (Me 21,13); le acusan de haber dicho: «Yo puedo desttuir el Santuario de Dios y en tres dias levantarlo» (Me R. Linton, Nai Moverentss, AA 45 (1943) 230-240, SOCIOLOGIA BFL MOWIMAENTO DE JEsOS 49 26,61). Sabemos que la actitud critica con el Templo fue también caracteristica de dos grupos del tiempo, que surgieron con afanes renovadores: los esenios y los celotes. Los esenios, de origen sacerdo- , rompieron con el sacerdocio oficial, que consideraban corrom- pido, y se retiraron al desierto. Los celotes, lo primero que hicieron tras el éxito efimero de su sublev: elegir un nuevo sumo sacerdote no corrompido y de fami Al cucstionar la autoridad doctrinal y la sacerdoral, el movi imiento de Jestis estaba cuestionando la columna vertebral del sis judio del siglo 1. Son estos dos precisamente los cargos de acusacidn contra Esteban, el primer marti cristiano: «Este hom- bre no para de hablar contra el Lugar Santo y contra la Ley; pues le hemos ido decir que Jestis, ese Nazareno, destruiria este Lugar y cambiaria las costumbres que Moisés nos ha transmitido» (Hh 613-14). 3, Para la existencia de un movimiento milenarista es funda- mental la existencia de un profeta que catalice la situacién, inter- prete la conciencia de los sectores marginados y abra la perspec dde un estado cualitativamente diferente de la realidad. Sin la © tencia de cl profeta pueden darse elementos milenaristas, pero no surge tun movimiento propiamente dicho. La actuacién personal del profera tiene una influencia real y decisiva, pero alcanza también tuna funcién simbélica, que normalmente contintia después de su muerte y puede, incluso, crecer y desarrollarse. Este fenémeno socioldgico se manifesta en multiud de movimientos. Desde un (0 de vista puramente sociolégico, prescindiendo de considera- iones teoldgicas y creyentes, eras su muerte, Jestis no s6lo pervivié simbélicamente, sino que aumenté su funcién social y su Fuerza izadora de un movimiento. Sociolégicamente un profeta pose una autoridad que no ¢s tra- dicional (p. cj, hereditaria, como era la autoridad sacerdotal en racional-legal (basada en normas del ordenamiento social como la autoridad de los escribas judios), sino carismética, es decir, basada en sus cualidades personales, que son reconocidas y encuen- tran eco en un grupo de personas. No hay grupo carismético sin lider carismatico y, viceversa, no hay lider carismatico si no hay grupo carismdtico. Jestis basa su actitud y sus palabras en su propia autoridad. «Habéis oido que se os ha dicho, pero yo os digo...»; «en verdad, en verdad os digo...». Pretende estar en contacto con la 50 fuente de la revelacién. No busca otra legitimacién y se considera por encima de las autoridades tradicionales y racion: sociedad. Un profeta carismitico abre nuevas perspectivas y realiza cn si mismo el hombre nuevo que anuncia, 4, Un movimiento wueva identidad y les abre lh esperanza de un protagonismo histérico, Es la experiencia de | conversién, el hacerse hombres nuevos. La misma conciencia y expe- riencia de un mundo hostil refuerza los vinculos internos del grupo. Normalmente se desatan grandes energias emocionales y el movi- miento debe consticuirse como comunidad muy afectiva. El mo- vimiento es una fase muy creativa religiosamente. Eso es perfectamente constatable en el movimiento de Jestis. La pertenencia a él era el principio de una nueva identidad personal y grupal. «Quin es mi madre y quines son, mis hermanos? ¥ exten- diendo su mano hacia sus discipulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celes- tial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 12,48-50) En su interior se fraguaban relaciones internas alternativas a las vigentes en Ia sociedad. «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mi y por el Evangelio, quedard sin recibir el ciento por uno: ahora, al pre sente, casas, hermanos, hetmanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el iempo venidero, vida eterna» (Mc 10,2931) La insistencia en la unidad de la comunidad, tan perceptible en los escritos del Nuevo Testamento, en un primer momento, antes que expresion de autodefensa de una insticucién es afirmacién de la idencidad frdgil y entusiasta de un movimiento que nace enfrentado con una sociedad hostil En un movimiento priman las actitudes vitales sobre la reflexin te6rica, En el movimiento de Jestis no tiene tanta imporeancia la boracién teoldgica cuanto una ética radical, propia de sectores mat- ginados, y alternativa al statu quo. A medida que se va insticuciona- izando, el cristianismo iri dando mas importancia a la ortodoxia ¢ id asumiendo la ética socialmente hegeménica y vigente. Es decir, el cristianismo iré dejando de ser un movimiento milenarista, enfrentado y critico con el orden establecido, para convertirse en tuna institucién religiosa, cada vez més legitimadora de ést. 31 Todo esto se constata tambien en las comunidades de Pablo. La experiencia del Espiritu le lleva a proclamar Ia supetacién de todas las divisiones simbdlicas y convenciones sociales: «Todos los bauti- zados en Cristo os habeis revestido de Cristo: ya no hay judio ni griego: ni esclavo ni libre; ni varén ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jestis» (Gal 3,27-28). Es impensable una pro- clama mis subversiva ni un mayor encusiasmo milenarista, Parece {que esto produjo problemas muy serios en las comunidades pauli- nas yen las relaciones de éstas con el mundo. Por eso Pablo mismo repite mis tarde esta proclama, pero reduciendo su alcance: «En un solo Espiritu hemos sido todos bautizados, para no formar ms que tun cuctpo, judios y griegos, esclavos y libres» (I Cor 12,135 ef. Col 3,11). Ha climinado un elemento fundamental. Ya no dice: «En Cristo no hay hombre ni mujer». La superacién de la diferencia de sexos, como el mito del andrégino presente en tantos movimientos naristas, es la maxima subversién social y se tradujo en el cts inclu- so, negacién de sexual. La tradicién paulina posterior, preocupada por reconciliar al Cristianismo con la sociedad, subraya la validez. de las relaciones que 1 encusasmo milenarista trataba de hacer saltar: «Mujeres, sed su- ‘misas a vuestros maridos, como conviene en el Sefior... Hijos, obe- deced en todo a vuestros padres... Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos de este mundo...» (Col 3,18-22). Incluso se interpola en los escritos de Pablo una recomendacién que difici con su pensamiento genuino: «Las mujeres {que o'le est permitido tomar la palabra: anes bien, estén su sas como también la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregiin- cenloa sts propios maridos en casav (1 Cor 14,34-35). 5, La ultima caracterfstica de un movimiento milenarista ya esi descrita on lo que antecede: su corta duracién. Ya he sefialado que, propiamente, un movimiento es una fase por la que pasan una scric de fenémenos sociales de naturaleza diferente. ‘Movimientos milenaristas han surgido continuamente a lo largo ‘especialmente en situaciones de crisis social. Podria- mos ver repetirse el tipo sociolégico que hemos presenciado en la lo 1. También estos fenémenos posteriotes nos pre- sentarian analogias interesantes con el movimiento de Jestis. Un autor moderno afirma que «la sucesién de proferas milenaristas, que 52 jucho a la serie de pro- surgen cé ia y Africa durante el dominio curopeo» ianismo es interpre- tado como un movimiento milenarista no se le esté relegando a un anaquel perdido de un museo saciolégico. Esti contrastado con movimientos que aparecerin lares de los periddicos de diferentes partes di Un movimiento puede desaparecer pi - Hemos dad fue la que 3s del de Jesis. én puede transformarse por medio de un proceso € institucionalizacién, como sucedié al movimiento de Jestis, En este caso, el movimiento como tal también desaparece. Qué pensar de esta transformaci este proceso?, :no Se pierde asi la fuerza innovadora del Evangelio? Cuestiones mu importantes, por cierto, pero en las que no podemos entrar ak Pero si hay que afirmar que sélo el conos sociales y el andlisis sociolégico pen cuado, realista y no voluntarista de estas into de los procesos tun planteamiento ade- nes teolégicas. 4. Reflexion teolégica sobre la sociologia del movimiento de Jesis segiin espero~ se irin poniendo de mani- fiesto a largo de este libro. Pero ya desde ahora quiero hacer unas breves sugerencias de esta indole. icamente interesa sobre la persona de Jes hay que seialar que el e que se entendia referido a Jest lantearse adecuadamente la pregunta por la pregunta por el punto focal de este movi 0, por lo quecons t 6p cit ‘rods LOGIA DEI MOVIMIENTO DE JESUS 53 inente de referencia. Es una pregunta ineludi- sma existenci plantea la pregunta histérica — y que es, al mismo tiempo, camino necesario para poder responder. Lo que tan- tas veces se ha dicho de la inseparabilidad de Jess y de su comuni- dad, metodolégicamente significa que no se puede preguntar por el Jestis hi decisivo de su de explicar el movimiento q surgié en sti nombre a busca lo especifico y rio de desemejanza». El historia de Jes senta un Jess Iejano e insélito, a quien se puede implorar, pero al {que no se puede seguir. Es un peligro conscante pretender afirmar la divinidad a costa de la humanidad, que es siempre conereta y li ada. Pero la encarnaci dolégicamence. Es necesa y en su pueblo, relacionarle con los Factores soc podré caprarse lo propio de la funcién soci del movimiento de personas (tatea de 3. Hemos visto que la esperanza y el anuncio del Reino de Dios unos portadores sociales secrores subal y responde a sus expectativas. En otras palabras, én de la sociologia del conocimiento teol6gico. La sociologia del movimiento de Je: indica el lugar social donde surge su peculiar experiencia re ‘Cuestién bien imporcante por cierto, hasta el punto de que quien se josa» a Jestis tendri que Jestis y su reacién con la realidad social de su tiempo. 54 ‘BEL MOVIMIENTO DE JESDS ALA GLESIA CRISTIANA decir, qué Funcion soc! Pero hay otra pregunta irrefrenable: ;Es valida la respuesta de verdad su pretensién? A esto no puede responder el socié- logo. Estas preguntas plantean la cuestién de la fe y dan enceada al tcogo: Como di Max Wee, a sociologla no rata se la sen- comunitariay” Pero el creyente y el tedlogo no deben prescindir del socidlogo. Deben contar con él. La fe produce comportamicntos sociales que el sociélogo puede registrar y crticar, El andlsis sociolégico constata que el movimiento de Jestis es un movimiento de sectores subalte y marginados, con fucuro cu: nuevo, que se espera como intervencién de Dios, que tiene una virtualidad desveladora de la padora, El socidlogo no ahoga funciones sociales coherences lad cristiana, por- decis vosotros que soy yo?» no tiene que ser sélo ortodoxa, sino también ~y primeramente— ortoprictica 5. Apéndice sobre la obra de G. Theissen de aludir a la importante obra de G. Theissen, ento de Jess (Santander 1979), metodol 1 de sugerencias sobre el tema de est iano desde la muerte de J los factores sociales, que explican funcién social, es decir, su respuesta SOCIOLOGIA DEL MOVIMIENTO DE JESUS 55 el peligro de imponer cate- ‘os. Se le puede criticar a Theissen: ron un papel estable en Jerusalén durante bastante tiempo (cf. , Kirchwerdung im Urchristentum», Kairos XXIV [1982] 17-30). 2, Su forma de relacionar a estos carismaticos ambulantes con los simpatizantes locales (cf. W. Schottroff - W. Stegemann, Der Gott der kleinen Leute, Band 2. Neues Testament, Miinich 1979, pp. 94- Schortroff - W. Stegemann, Jestis de Nazaret, esperanza de los Salamanca 198 tianos sedentarios. jo, como es claro e pobreza de los seguidores de Jestis es una critica a los cristianos y a la sociedad en su conjunto, Pero entonces no se trata ya del movimi Esta critica a Theissen es importante porque lo q idades y ex cialmente critica con una restringida élite, pero apareceria funda- mentalmente como una esperan: la mayoria y, desde luego, para quienes se vinculaban con el se puede caracterizar de milenarista el movi esquemas sociolégicos, que me parect suponen una importante aport rnismo primitivo. Pero creo que no podria aceptar la catego tral que yo propongo en este trabajo. De esta forma se le escapa algo que es fundamental a la hora de ver el sentido actual del «volver a ‘como la respuesta de ui ambulantes) que abraza voluntariamente unas exigencias radicales, wo JESUS ALA GLIA CRISTHNA 56 sino como la expresién vida real de amplias masas, josa de un fendmeno social que era la En la actualidad hay varios autore expresa, de forma religiosa y muy pect necesidades reales de ampl mente resultaba muy cracia, Sin énimo de ser exhaustivo quiero mencionar a los ya cita dos R.A. Horsley y S. Freyne. Otros autores también aceptan esta funcién social critica, pero no la ven tanto como expresién de necesidades reales de determina dos sectores, porque en su imagen de Jesis tiene mis peso la impreg- nacién de la filosofia cinica que las raices judias. Estos estudios, alos que ya me he referido, desescatologizan a Jesis y lo ven muy influido por una filosofia helenistica popular. Recordemos los nom: bres, ya citados, de Crossan, Mack y Downing Finalmente, hay también quienes hacen estudios histéricos, pero prescinden de la definicién sociolégica en que se desenvuelve su actuacién, Normalmente presentan 2 Jests sobre el trasfondo de las iosasr del judafsmo y pricticamente se despreocu- pan de relacionarle seriamente con la situacién social. Citemos las ‘obras de dos autores muy importantes: Sanders y Meier. I El Dios de Jestis y la realidad social de su pueblo ulo anterior por los Factores sociales que posibilitan y configuran la experiencia religiosa de Jess. En efecto, la experiencia de Dios de Jestis surge en ef seno de una realidad social que la hace posible y la configura. No es aceptable tuna consideracién de Jestis desarraigada, poco realista, que no atiende al mundo en que vive y que es el chumus» de su lenguaje, de su experiencia y de su proyecto. Pero, como se ha dicho muy acertadamente, «las dindmicas sociales pueden crear la situacién, pero no determinar la respuesta a nw, La experiencia religiosa de Jestis esta condicionada y les, pero no viene determinada por su propia auronomia, que, a su vez, repercute y ejerce tuna influencia sobre la realidad social. Ya en el capitulo precedente he hablado de la funcién social del movimiento de Jestis, pero ahora voy a profundizar en ella destacando un elemento especifico sin el cual resulta inexplicable: la peculiar experiencia de Dios que Jestis promueve. Cuando se crata de fendmenos del pasado, el socidlogo inevitablemente trabaja sobre datos que le proporciona el historia- 1 ofthe New Testament: the Present = heen, Bibel ah te Eola sa causa (l misma stuacién social) 58. DEL MOVIMIENTO DE JESOS A LA IGLESIA CRISTIAN dor. En la medida en que se intenta penetrar lo especifico de la res- puesta de Jestis, cl protagonismo del historiador es mis patente, aunque no deba perder de vista las cuestiones y los factores sobre los, que el socidlogo alerta No es ahora el momento ni de explicar ni de encomiar las cau- telas criticas y la sobriedad que deben caracterizar la tarea del histo: riador que se acerca ala figura de Jess. Sencillamence las considero conocidas y las doy por supuestas. El titulo del capieulo circunscribe mi objetivo. Estudio la expe- riencia de Jess ala luz de las relaciones con la realidad social que le to¢6 vivir. No explicito todos los aspectos de la experiencia religiosa de Jesis. Pero creo que la 6ptica de mi estudio nos lleva al corazén de lh experiencia y del proyecto de Jesis y, por eso 1) Jests no usa concepros ni, menos atin, dogmas con los que pretenda definir a Dios; usa, més bien, un lenguaje sugerente y poético, con cuya luz. se descubren perspectivas y profundidades nuevas de la realidad. 2) Para Jestis Dios no es una Ja que habla, sino una experiencia que transparenta no sélo en palabras y que le mueve permanentemente. 1. El Dios del Reino un simbolo, que es clave para entender su mensaje, su én y la repercusién que alcanz6: Reino de Dios. Es decir, no habla primordialmente ~como tantos otros en el judaismo~ de la Ley, de su propia persona, ni tan siquiera de Dios en si mismo. Es indiscutible que la expresion «Reino de Dios» se remonta a Jestis. Aparece frecuentemente en sus labios” y no puede explicarse como proyeccién de la Iglesia posterior, que la usa de forma muy ido de los paraelos, ‘omunes a Mey Le 9; en textos vo his a bein SOCIAL De SU PUEBLO 59 escasa'. Pero tampoco esta en continuidad con un uso judi aunque la realeza y soberania de Yahveh tiene hondas raices, la expresién «Reino de Dios» apenas aparece en la literatura del tiempo de Jestis'. Ademés, una serie de expresiones suyas sobre el Reino no encuentran ningtin paralelo contemporineo («arrebatar no de los cielos», «se acerca el Reino de Dios», wentrar en el 1 de Dios», wel Reino preparado», wel més pequefio en el Reino», laves del Reino»...)°. Por otra parte, los términos que en la tra- dicién biblica y judia designaban habitualmente la salvacién estén ausentes 0 son muy raros en Ia predicacién de Jestis* Este hecho suscica muchas cuestiones: Qué supone el que Jesis haga del Reino de Dio su simbolo religioso central? Que funciones sociales desarrolla este simbolo? EI Reino de Dios es un simbolo profundamente ambiguo. Lo vemos con claridad en nuestros dias. El Reino de Dios sirve para jus- tificar actitudes espiritualistas preocupadas en exclusiva por mado reino de la gracia en las almas; cambién da pie a proyectos teo- criticos que pretenden imponer, por la fuerza si es necesario, una rece 2 veces Hebreos. | fs dicen Serif bug 1984 ces lb 808 f sna woe e oe tangs los profes en implemcnee «Dion. Cia como fextor tagicos anguor Saal 2 3 245 409; 357. Condon por tanto, sin vale pra acarar ede /.7yM BCE Regn 198) 261-270, Sirengt, ens Announcemens ofthe Kigdo 79, Este aor defiende Jess se ingpird en el Tg de leas. Su aporticién es muy importante, pero no puede perderse de vita ol contrste entre los pocos textos arghmicos yl abundancia de I> Expresion en boca de Jess. La bibliografa sobre el Reino de Diss en lp 3 citar un estudio muy bien informado'y ik J.P in del fis tea Tomo Tl 1 parce Joan 9 91-592 ‘de estar expresiones en J. Jeremias, Tele del Nuevo Teste. PP. Ale pp. 190-217, 60 piLNow lENTO DE ESOS supuesta civilizacién cristiana; otras veces Reino de Dios tiene una funcionalidad politica totalmente distinta, por ejemplo en la teolo- gia de la liberacién, donde estimula el compromiso con los pobres y no busca la hegemonia nt ideolégica ni institucional de la Iglesia Esta ambigiiedad del Reino de Dios es constatable en el mismo Antiguo Tescamento. Probablemente Israel asume, reelabordndolas desde su fe pecu- liar, tradiciones cultuales ya existentes en Silo y en Jerusalén que proclamaban la soberania y la realeza de Dios’. Asi salmos muy antiguos cantan la realeza de Dios sobre todos los dioses, sobre la creacién encera y lo que es una aportacién propia de la fe israe~ lita~ sobre toda nomento en que Judé ha perdido jioso experimenta tuna transformacidn. El Deutero-Isaias, dirigiéndose al pueblo en el exilio, proclama el Reino de Dios como un acontecimiento his- trico futuro que debe llenarles de esperanza (Is 52,57); es decir, este profeta desconocido saca la soberania regia de Yahveh del culto y lo incorpora a la historia, como esperanza concreta (libera- cién de Jerusalén y regreso de los exilados) que esti a punto de irrumpir. La obra del Cronista, escrita después del exilio y proce dente de circulos leviticos, usa el simbolo Reino de Dios para legi- timar y exaltar el antiguo reino de David. Afirma que este reino de David fue el Reino de Dios sobre la tierra (1 Cor 17,14 compa- rado con 2 Sm 7,16; 2 Cor 9,8 comparado con I Re 10,9). 1 judia del retorno, la de Zorobabel y Nehemias, se aproxima a este ideal (Neh 12,44-47). FI simbolo Reino de Dios sirve para ide zar el pasado del pueblo y recrear su identidad tras la catastrofe del » mientras que en el Deurero-Isaias desarrolla una funcién de y esperanza hacia el fururo, En la pregunta final de los cuando vas a testablecer ef Reino de Isracl2» (Hch 1,6)~ resuena la ambigtiedad del Reino de Dios. El lector del Nuevo Testamento conoce de sobra para este momento que los discipulos tienen un concepto de Reino de Dios que no corresponde en absoluro al que Jestis quiere enseftar (Mc 8,29-33 par. 10,35-40 par.). HJ. Kraus, lls salma, Salamanca 1985, pp. 295s ELDIOS DE LAUSY LA SOCIAL DE SU PUEBLO 61 Parece que Jestis mismo experimenté la ambigiiedad del simbolo Reino de Dios. Ahi radica probablemente una clave decisiva de su ministerio e, incluso, de su propia evolucién personal. Jestis tavo que it descubriendo y aceprando que el Reino de Dios no venfa por Ia conversién de Israel, ni su irrupcién era tan cercana, sino que pasaba por su muerte y por el fracaso de la cruz. Aceptar el misterio de Dios fue para Jestis aceptar los caminos misteriosos de su Reino. Frecuentemente en la Biblia el lugar de la maxima cercania a Dios es in el de la mds fuerte tentacién. De ahi hk ambigie: dad biblica del desierto (lugar de purificacién y de idolatria), de la oracién (lugar de encuentro con Dios, pero también de hipocre: autoengafio), del otro (lugar del amor y del odio). De forma seme- jance, el Reino de Dios es un simbolo que puede expresar la acepta cidn dela soberania de Dios sobre la historia y la vida personal, pero también puede servir para legitimar una situacién y para vehicular deseos de poder o de revancha. {Cémo entiende Jestis el Reino de Dios?, gqué funcién social desarrolla este simbolo religioso? 2. Elsimbolo «Reino de Dios» de Jests y su funcién social Ante todo una consideracién sobre el concepto de Dios. Las palabras caste y eteinado» son am {es y no permicen distinguir con claridad entre el ejercicio de la sobe- rana («un rey reina») y el territorio o personas sobre las que se ejerce esa soberania («el reino de Espafiay). Otros idiomas tienen vocablos discincos para significar ambos aspectos (wregne»-sroyaumen; «Herr- schaftv-eReich), Cuando en los evangelios se habla del Reino de Dios se esté designando, ante todo, al ejercicio de la soberanta de Dios, a esa so- berania que busca ser aceptada por los hombres y pugna con la sobe- ranfa de Satin. En este sentido dice Jestis que el Reino de Dios esta Hlegando (Me 1,15), que el poder de Dios se esta haciendo visible (Mc 12,28). Pero, evidentems asi una esfera 0 4 {que se reconoce esta soberania de Dios. De modo que Reino de Dios connota siempre un pueblo concreto a quien va destinado y que esti llamado a aceprarlo y hacerlo visible. Deben evirarse dos errores, en que Frecuentemente se incurre: o la interpretacién indi- e DEL MOVIMIENTO DF JESUS LA IGLESIA CU vidualista, para la cual el Reino de Dios es la llamada a individuos concretos y cuyas exigencias se quedan normalmente recluidas en el Ambito de lo privado, o la interpretacién precipitada y genérica- mente universalista, para la cual el Reino de Dios tiene ina dimen- sidn social, que afecta a coda la humanidad y que se traduce en algo asi como la fraternidad universal El pensamiento biblico es histérico y concreto y ve las cosas de otro modo. Tiene presente a un pueblo determinado, cuya misién es aceptar la soberania de Dios, vivir segiin los valores que conlleva y anunciarlo a todos los demas. Es ésce el sentido tiltimo de la elec- cién de un pueblo, tema espinoso para nuestra mencalidad, pero que, en indisolublemente vinculado ‘al ca- ricter hist6rico de la revelacién biblica. Si Dios interviene en la historia con un proyecto para la humanidad, por algdin punto con- creto del tiempo y del espacio tiene que comenzar esta transfor- macién, El Reino de Dios no se identifica simplemente con nin- rn el Nuevo Testamento es aceprar el ar la transformacién humanizante que supone la aceptacién de esta soberania de Dios. De esta forma, cl Reinado de Dios se convierte, en nuestro mundo, en anuncio de la esperanza de toda la realidad y en denuncia de su injusticia y desquiciamiento actual. La proclamacidn de que el Reino de Dios, es decir, Dios mismo se acerca ala pugna por abrirse camino, parte de la conciencia viva in e inhumanidad existentes y de la necesidad de cambio El simbolo Reino de Dios, lejos de ser el discurso de las clases dirigentes que pretenden ar su situacién teocratizindola, es “en boca de Jesis~ expresion del anhelo por una stuacion profan damente alternativa. Fl Dios del Reino es el Dios de la convers es decir, del cambio. Sin duda, la religién de Jestis responde a la situacién y esperanza de sectores subalternos. Por eso es tan critico ‘ologia y la religion dominante. Si antes veiamos que soci yente hay que encuadrar a Jess en la categoria de los profetas, ahora podemos afirmar que histérica- mente su predicacién del Reino de Dios se encuentra en esta misma mo 63 linea, No es sostenible la derivacién fundamentalmente apocaliptica del Reino de Dios jesuano. La predicacién de Jesis retoma y aplica a sus circunstancias temas y hasta vocablos del Deutero-Isalas, que anun- ciaba el Reino de Dios como liberacién histérica cercana y que co} deraba este anuncio como buena noticia, como sevangelio»’,disigién- dose a un pueblo oprimido en el exilio de Babilonia. B. D. Chilron ha cestudiado la expresién «Reino de Dios» en el rargum de Isafas y piensa ‘que es ésta la fuente inmediata en que se inspird Jest 10 Testamento como Jess proclaman un xevangeli porque se dirigen a gente realmente oprimida y el Reino de Dios es la expresion religiosa de sus esperanzas reales. ios del Reino relativiza la Ley y el ‘Templo, q Imente su funcidn central como medios de salva ierden sus- in, El intento de algunos autores ju toda conflictividad religiosae intrajudia,circunseribiéndolo al marco del fariseismo abierto de la escuela de 10 slo tiene que forzar mucho los textos, sino que, ademas, se contrapone a lo que sociolé- gicamente cabe esperar de un movimiento de disidencia serio en aquellas circunstancias, actuales por eliminar en Jess De los profetas contemporineos, que desencadenaron_movi- mientos anilogos al suyo, sabemos mucho menos que de Jestis y, concretamente, ignoramos el grado de con! Justicia, lider de los sectarios de Qumrin, si sabemos que su con- Actividad con las aucoridades sacerdorales, también en corno a la Ley y al Templo, fue tan fuerte que el Sumo Sacerdote preten matarle. Sin embargo, Jestis, entre otras diferencias con el Maestro de Justicia, no separa a un pequefio grupo, a modo de élite religiosa, y no deja nunca de dirigirse a todo Israel buscando su conversién y ia de Dios a todo tipo de personas e incluso cabria decir que dirigiéndose preferentemente a los excluidos por el sistema de pureza legitimado por la religién dominance. + Esta opinidn ha sido muy comin desde el conocide cxulio de A. Se Gachichne der Leben Jeu Forsch, Tbinga 1972. "Is 52,7: Que hermosos son sobre los montes las pies dd mens ia (emngelitsomency) la paz, que vae buenas noticias (eng State fea tu Don, Cl Shoe Le Rig se Dien de ice fo, Pe "CE nota 4 INTO DE JESOS LA (GL 64 ELM Jestis dio expresién religiosa a la situacién real de la inmensa mayoria del pueblo judio en la Palestina del siglo 1. El Dios del Reino expresa la esperanza real de un pueblo en grandes dificultades materiales, sumido cn una crisis de identdad cultural y politica, Por eso Jestis suscité un indudable eco popular a lo largo de todo su ministerio y no sélo ~como a veces se dice~ durante la primera fase en Galilea, De hecho su entrada en Jerusalén tiene lugar entre Ja alegrfa de la gente (Mc 11,8-10). Durante las discusiones de la uiltima semana en el Templo, las autoridades quieren detenerle, pero el pueblo le apoya y es su mejor proreccién (Le 12,12; 14,2). En un. texto de singular importancia histérica, referido al final del ministe- tio de Jestis, se afirma que es precisamente el eco popular que Jestis scita lo que le convierte en peligroso porque puede dar pie a | intervencién de los romanos (Jn 11,47-54). La detencién se reali zari aprovechando la noche y la oportunidad de encontrar a Jest, sélo gracias a la traicién de uno de los suyos (Me 14,43-50 par.) 3. El Dios de las victimas Pero hay que decir atin més: el Dios del Reino es el Dios de los pobres. «Bienaventurado los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios»: los pobres, los hambrientos, todos los desgraciados estais, de enhorabuena porque el Reino de Dios, su misericordia y su poder comienzan a hacerse 1 . ante todo, sobre ial de la proclamacién de las bienaventuranzas no es sino una explicitacién del anuncio del Reino de Dios. Bien entendido que no se trata de premiar los méritos y las vir- tudes de los pobres. La perspectiva es otra: el Reino de Dios es mise- ia y justicia y, por eso, atiende ante todo a los que ms sufren, y estin en mayor necesidad. Las bienaventuranzas nos hablan de cémo es el Dios de Jesiis que se acerca a los hombres y no presentan, primariamente una exhortacién moral. Es asi como hay que entender tambien la cercania de Jest a vlos pecadores», es decir, a esa serie de personas que portaban el estigma els snipe, Brite de hin y ed Tainay Epated Bio inane 1981, pp 259282 {ALIDAD SOCALDE SU 65 religiosa, que en aquella sociedad suponia dis- in social, 0 por su conducta personal 0 por st trabajo 0 in, que transgredia los tabties religiosos del judaésmo oficial. Jest acepta la cercania de la pecadora piiblica, va a casa de Zaqueo, come con pecadores y publicanos, toca al leproso impuro. La Ley establecia un complicado sistema de pureza como recurso para salvaguardar a los hombres religiosos y ponerlos al abrigo de los pecadores y de lo que éstos pueden contaminar, El templo de Jerusalén igioso de la discriminacién: del attio de los paganos sélo los los defectos fisicos impedfan su entrada incluso a ésc exclusiva a los sacerdores; al Santo de los Santos sélo p el Sumo Sacerdore. Ya he seftalado antes que el Reino de Dios es la relativizacién social de la Ley y del Templo como instrumentos de salvacién, El Dios el Reino se hace més cercano a los menos considerados por ;nante, a los discriminados por ella. En la en que la religién era el nivel ideoldgico de ex- is necesidades sociales, el Dios del Reino anun- que conmover las bases del edificio social, a iba profundas energias en los sectores sub: la vex que mor ternos. Para Jesis la soberania de Dios es misericordia con los débiles, aridad con ellos, recuperacién amorosa y privilegiada de las vic- timas, de fos que quedan a leccién de las especi que ve siempre a los fucrtes victoriosos en Ia lucha despiadada de la evolucién biolégica y de la misma historia humana. Por es0, en la medida en que la soberania de Dios se ejerce se da la novedad radi- ido, por altos y subversivos que sean sus suefios, no es jams condenado a muerte. "Sobre el sistema de purezay su si La mein compartida: Etudios del Nuevo 1994) 66 DEL MOVINIENTO DE ISDS A LA GLESIA CRS Sin duda, hay una analogia funcional entre quienes crucificaron a Jestis en el siglo 1 y quienes descalifican la presentacién de Jesis como buena noticia para los pobres de nuestro tiempo. Se trata siempre de bloquear la repercusin real y la capacidad de moviliza cidn histérica de la novedad del Dios del Reino. 4. El Reino de Dios como simbolo del inicio intrahistérico de la salvacién En la linea de la cradicin biblica, Jestis habla del Dios que se sta en la historia y a través de ella. Jestis no se limita a recordar la porque es el tnico, el creador, el que dirige la historia y vela por su pucblo. El culto israelia habia confesado siempre este reinado de Dios. Su mensaje es anuncio porque proclama que, con su ministe- fio y su persona, la soberanfa de Dios irrumpe, como misericordia, de una forma nueva en la historia. El Reinado de Dios es una reali- dad ya presente, pero que acabari manifesténdose plenamente en un futuro cercano. Es como un grano de trigo que artojado en tierra no se ve y pasa desapercibido, pero es una realidad que pronto se mani festari como espiga espléndida. La predicacién de Jesis proclama el Reino de Dios como ya presente y, a la vez, como algo que hay que esperar para un futuro préximo, y ambas dimensiones, leis de opo- nerse, se relacionan mutuamente. wSi el presente tiene ya la misma calidad que el facuro, la articulacién entre estos dos polos de la esca- tologia de Jestis se explica. Dios mismo ha comenzado a actuar a tra- ves de suenviadoy leva también ea obra fin La experiencia del Reino presence garantiza su venida futura, la realizaciOn actual intensifica la espera de la plenitud futura. En efecto, por importante que sea el riempo, y por real que sea la presencia del Reino, esto no es mas que el inicio, y este inicio exige la continuacién, Hay lugar también para un fucuro del Reino, fadir, para un futuro ja verdad de que Dios es Rey ‘onviene aia préximo. Lejos de relacivizar la realidad de la espera préxima, la insistencia de Jestis en el valor escatologico del presente intensifica espera. Es ldgico ver en el presente el primer interven- cidn escatologica de Dios y, por tanto; la garantia de la inminencia de los cambios que esta intervencién debe produciry J. Schlosser, dp. cit, p. 677 CUAL DES PLEA 6 I del simbolo «Reino de Dios» es que establece una relacion entre la situacién historica y la plenitud defi- n. La salvacién de Dios tiene signos intrahistori- cos que le pertenecen intrinsecamence. Por eso Jestis no hablar de la salvacién dl simbolo «mundo fueuron (ha ica de la apocaliprica, porque supone Ia sucesion de cones (el «mundo fucurov sucede absolutamente al «mundo estes) y no cexpresa su interpenetracién. Jesis afirma, por el contrario, que la soberania definitiva de Dios comienza en nuestra historia, est en marcha y pugna por ser reconoc Como sefiala G. Theissen, aqui radica una de las diferencias fun- ”. E] misterio es lo que hace que Dios sea Dios y purifica la expe- creyente de imsgenes idolitricas a nuestra medida. La con- de toda persona es esencialmence dinimica y Jestis conocié nde su relacién con Dios y una penetracién progres al principio leno de entusiasmo, sllega el Reino de Dios», que cuando al final, en ta angustia de Getsemant, exclama dre, hdgase cu voluntads. En la oscuridad del suftimiento legs Jestis a ser Hijo perfecto del Padre (Heb 5,8-9). En la noche de Get- ‘semani se funde plenamente con la voluntad de Dios. En el silencio de un Dios que calla descubre Jess lo que supone la alteridad radi- cal de lo divino, su grandeza incognoscible, su amor enigmstico* Jestis purifica su experi ricos. Jess se ve ten se le convierte en incégnita cuando la oposicién crece acaba de manifestarse; Dios es escindalo cuando se no en el fracaso y en la oscuridad, lo que quiza eran quelando en esperanza madura. Aceptar el miste Jestis aceprar los caminos misteriosos de su Re \cla de Dios al siones se van tro- Jesiis tuvo que dejar a Dios ser Dios. wJestis aina la confianza en l Padre con la obediencia a Dios. El Padre sigue siendo Dios y Jestis le deja ser Dios». Dios es misterio santo e inmanipulable, que supera inuestras iglesias. A Dios le barruntamos, perseguimos s Ia historia, pero no le poseemos. Jestis polemiza con q dian tener a Dios encerrado en sus tradiciones y nos enseiia a vivir ante el misterio de Dios con actitud reverente, abiertos siempre a descubrir su voluntad en la vida y @ aceptar suis caminos tantas veces insospechados. ® sDis, en Conceptos Fundamentaler de Patra (ed. C. Fleitan ‘Madeid 1983, p. 252. Burtt de Teloga VM: 2 Bars, Eee >| Sobrin J Sobrino, 78 DEL Mow lENTO DE JESDS A LA IGLISIA CRISTIANA, tuna presencia misteriosa y parpadeante que social de su pueblo desde una esperanza més grande, desde una espe- ranza que la realidad lleva ya escondida en su seno, y que juzga a lo cxistente desde los pequetios y desde los tiltimos. El Dios de Jest abre a un horizonte donde el amor es mas hondo que el mis’ que, sin embargo, no deja de ser misterio. 10. El lenguaje poético de Jestis para hablar de Dios He hecho alguna alusién a la ambivalencia del lenguaje sobre Dios. Pues bien, la poesfa aprovecha la ambivalencia del lenguaje para cxplorar nuevas profundidades y crear sugerencias. El lenguaje de Jesis sobre Dios no pretende formular concepros ni, menos ain, dog mas. Es un lenguaje poético todo mecifora y sugerencia. Su propésito no es definir la realidad, sino proyectar luz para enriquecer nuestras perspectivas de Voy a acabar este capitulo con un breve apunte que pretende reformular el valor antropolégico y social del anuuncio que Jesis hace de Dios como Rey y como Padre. Consciente de que la ambivalen. cia acompafia a estas expresiones, y con el desco de ahondar en esa vinculacién entre Dios y la realidad social, que es el titulo del pre sente capitulo. 10.1. zEs el Reino de Dios una proyeccién quimeérica de suefios humanos? Sin duda, puede serlo. He hablado de la ambigiiedad de la expresién «Reino de Dios» y de las distintas funciones que ha ejer- cido en historia, Proyectos tan contrapuestos como la violencia apo- caliptica, el espiritualismo desencarnado o la teocracia incegrisea se han pretendido legitimar como realizaciones del Reino de Dios. Pero qué funcidn ejerce en el proyecto de Jestis? Para Jestis el Reino de Dios es, ante todo, una perspectiva de cambio de la realidad y de solidaridad con los débiles. Y ambos aspectos son inseparables y, en el fondo, coincidentes. Me explic. El cambio pasa por la mutacién de la seleccin de los fuertes en s daridad con los débiles. Es decir, en el momento en que la evolt EL DIOS DE JSUS¥LA REALIDAD SOCIAL DE SU FUESLO 79 llega al umbral de lo humano, la cultura puede modificar Ia ley que la ha regido cuando era pura biologia. En la nueva fase del Reino de Dios lo que era antes disfuncional ~nifios, pobres, reprobados, ex- tranjeros...- son los llamados a ocupar los primeros puestos. Lainten ima de las categorias apocalipticas era expresar la esperanza cercana en algo radicalmente nuevo. El viejo mundo pasa yy el nuevo va a llegar. El reino del ehombre» susticuye y reemplaza al reino de las bestias. Pues bien, Jestis dice ~y esto le diferencia de la apocaliptica~ que cl nuevo mundo esté comenzando ya, que llega el reino del «hom- bre», que vivimos en el umbral del tiempo decisive. Estamos atin profundamence enraizados en el viejo mundo con nuestros arca mos fisicos y atavismos sociales. Todos nosotros vivimos kata sarka, pero estamos llamados a vivir kata pnewma, de acuerdo con los modelos de conducta de este nuevo mundo". Dios es rey poten- ciando el reino de la libertad. El Reino le Dios se hace realidad en 1a victoria del amor gratuito sobre la actitud interesada, del amor al enemigo sobre el deseo de revancha. Es lo més divino, la plena aceptacién de su soberani lz historia, coincidiri con la plenitud humana, con la fraternidad realizada 10.2.

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