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uré como pretexto el texto"de La colonia penitenciaria para algunos sentidos del praescribere: escribir ala cabeza.o como ‘ordenar y, en latin més tardfo, trazar de antemano, bosquejar. olvidar el sentido del bajo latin praescripr imitacién, en el se inserta la preser i francés, que nombra to tiempo y bajo gue la instruccién, Vorschrifi, el decreto, Verordnung, la disposi- | Anordnung, y la Verjhrung, que es la perencién de un derecho un deber por finalizar su tiempo d La violencia y la claridad simple del texto de Kafka no req) no de costumbre, ningti de engranajes, llamada el dibujante, la rastra con agujas de igadas de agua. La miquina escribe la sentencia sobre el ‘cuerpo del condenado, anverso y reverso. La talla en su cuerpo, més bien, hasta que muera exangte, El golpe de gracia se lo asesta una larga aguja de aceto (la tnica le traspasa la frente Después de lo cual, la cama arroja el cuerpo martirizado a una fosa, a los, se es su destinatario o su dirigido [adressé|,” sn deberes. En la medida en que se puede someter a los otros Imdquina es ciega, no porque no sabe leer, sir mas que las prescripciones eseritas en el ‘mandante, Digamos para ir répido, demasi ‘ciones de la antigua ley. El oficial a autiua ley y porque Inteligencia art ; . : dicho que las praescripta tenfan una débil y otra fuerte, La dé tiguo comandante debe ser transcrita desde las palabras que la com- gv ly Sed tain en lineas que se imponen al dibujante. Aqui habria que medi- Macnee i de la letra con el dibujo, Nada asegura, si se razados, el zada en la colonia peni- icamente en el trazo regulador, el fa antigua ley se traduce ceriptum, que la maquina va a seguir para ejecutar la que la prescripeién del ttazadas por el antiguo iene en el © ; ejecuta del término, El latin dice también, para esto, ove significa hacer perecer, es porque significa sentiry de querer, através de una mortficacién. La estética exigida es la ‘liminacién de lo que nosotros lamamos estética, el aflujo preocupante ‘0: paga con su vida la autori © ‘autoridad de la prescripcisn olvidada, viola- * Una nota relevante do todo el captso s ol juego del p yar destination / adresse, y Recupero ast el sentido ial de praescribey escribir a la cabeza, cas rear ibere Y Praescriptio: ular, y ordenar. El mandamiento del a Lecturas de infancia de lo sensible, Pero la via abierta por Ia escritura-dibujo no es la sigue Kafka, asf que la dejo. 3 Larazén fuerte y, esta vez, pertinente de llamar estético al trabajo fe la maquina, es que su apuesta es hacer pasar la formulacin verbal " : transcripcién de las representaciones de palabra en representaciones de cosa. Peto (én, incluso de cosa. En suma, es e ima, € otra ‘cosa que representacién. Otra cosa que alucinacién, suefio, fobia, etc. De tener que hurgar en el catflogo freudiano de los sintomas, hallarfamos el acting-ou, el pasaje al acto como aproximacién razo- de la ley a su impresién corporal. Freud dirfa aqui es més que represent nable a lo que padece el condenado. El cuerpo efecta la ley, en el presente, in actu, sobre si mismo. ‘Como la mufieca agarrotada de la histérica, o como el contracrse del pliegue nasolabial, o como sangra la cicatriz en el hueco de las pal- mas. Freud sefiala en algdin lugar el ccripeién del inconsciente. Un privi ~apero qué se dice con las pal 10 solamente a expresar la ccumplimiento del deseo, sino a pagarla con su sufrimie den extremo es la muerte, Repaso aqut la cadena de estas razones apasionadas: el sintoma histérico se encuentra en todas las neurosis, y la somatizacién también; la hipocondria es ‘ ‘melancolfa, a una pérdida de objeto de amor jamés relevada; el cuer- po se acusa de esta pérdida, asume al menos su acusacién, redimir la culpa de la pérdida mediante su sufrimiento, mediante la recordacién de su ser perecedero. legio del cuerpo en Ia ins- iempre asociada a la {Por qué llamar a este tejido de motivos, a ese memento mori, 10 de un algo que toca antes de todo concepto ¢ incluso de toda representaci6n. Evidentemente, no conocemos ese antes, porque esté allf antes de que lo esté uno mismo. Es como el nacimiento y la infancia, que estén allf antes de que lo esté uno. ELallfen cuestién se llama cuerpo..No soy yo quien nazco, quien soy alumbrado [enfanté]. Yo mismo naceré después, con el len- guaje, al salir de la infancia [enfance], precisamente. Mis asuntos Prescripcién rn sido tratados, decididos, antes de que yo pueda responder ‘ellos. Y esto de una vez para siempre, y esa infancia, ese euer- ese inconsciente se quedarin ahi durante toda mi vida. Cuan- Ime viene la ley, con el yo y el lenguaje, ya es demasiado tarde. cosas ya habréin tomado cierto giro. Y el giro de Ia ley no aré a borrar el primer giro. Ese primer toque. La estética con- 1¢ a ese toque primero que me tocé cuando yo no estaba. No fo gran arte, toda eseritura, y no hace mas que revelarse a plena ‘con ¢l arte y Ia literatura modemnos. Su obligacién, su pres- iva es pagar el toque insensible con los medios Fse togue es necesariamente una culpa en cuanto a la ley. Tiene “ugar y momento en un espacio y un tiempo salvaje 0 peregrinos: “extrafios ala ley. Y, por lo mismo que se mantiene, persiste, confor- te ese espacio-tiempo inmemorial, el salvajismo 0 peregrinaciOn ‘culpable esté siempre ahi, como potencia del cuerpo. Si Ia Jey debe ‘no solamente enunciarse sino hacerse obedecer, debe vencer la resis- tencia de esa culpa o de esa potencia de culpa constituida de naci- tmiento. Quiero decir: debida a que se naci6, sencillamente, antes de rracer ala ley. Para la ley, el cuerpo esti de més. La estética, incluso Taestética negativa a que aludo, no basta para pagar la culpa quees el ‘everpo como espacio-ticmpo del toque. En un sentido, al contrario, ella agrava la culpa, Al menos, repite el salvajismo de Ia infancia- nacimiento. Es culpa del arte, esa fidelidad. Sin embargo. por es Sila ley debe €j también, como un toque. BI cuerpo del que hablo no tiene mada que ofr de la ley, no oye nada, no estando en el orden de la direccién, de la destinacién de D segiin los deberes y los derechos. Deberd set toca do, segiin su estética cruel. Debers ser mellado [entamé]. Bs decir, corta- doy tallado, La raiz del muy tardo intaminare es tangere, el tocar, un tocar hacia y adentro, Serd preciso que, a lamanera de un toque salvaje, 1a eseritura, la santa escritura, sea inscrita sobre el cuerpo que no le perienece. Este cuerpo no serd samtificado sino por esta inseripcién preserita de la prescripciGn, Esta inscripein debe suprimirlo como Lecturas de Infancia salvajismo fuera de la ley. S6lo su muerte puede redimirlo, rescatarlo, La redencién exige la perencién. Decimos: deuda de sangre. Pero hay sangre y sangre, sanguis y sangre de la vidaen las arterias y venas y la sangre derrama- a mute la carne, Le da su azulado, su rosado, su palidez, ‘su cetrino; su frescura de rocfo, su infinito de matices yuxtapuestos que enfurece al pintor al filésofo. Una materia inmaterial. En cuanto a la ley, esa inocencia de came es criminal. Debe ser expiada. La ‘sangre que corre se llamacruor. La expiaciénes la crueldad,crudelitas contra fidelitas. El teatro de la crueldad es la maquina de La colonia penitencia~ ria. La estética de la sangre derramada que exige la ley ética cuan- do se ejecuta. Entre el primer toque y el segundo y tiltimo, el de la rastra incisiva 0 de la ley, la estética cambia de sentido, Hela aqui ahora, sobre y en el cuerpo torturado del condenado, puesta al ser- vicio de la antigua ley. “No conoce su propia sentencia [sein eigenes Urteil}? - No, repite Y aqui, Kafka inserta esta indicaci6n de puesta en esce- oficial, detenigndose un instante como a la espe- ra de que el viajero fundamentase mejor su pregunta” (16-17; 150- 151). Bl ejecutor de la ley sabe que el cuetpo nifio no sabe nada y no puede saber nada, en el sentido de conocer, de la ley si ellano le es tallada hasta la sangre. Lo que puede saber, no lo puede sino en el sentido en que sapere es saborear, ser pasil tocado. El oficial aiiade, en efecto, después de ese indi hacérsela saber (la sentencia] puesto que va a aprenderla so- bre su cuerpo [Es weire nutzlos, es thm zu verkiinden. Er erfihrt es ja auf seinem (7; 151). El viaje “Pero sabe que fue condenado [Daf er uberhaupt verurteilt wurde, das weifter doch?]? -Tampoco, dice el oficial al viajero, como si esperara todavia de él otras singulares pre- gunta El viajero, el Occidental, recordemos que es occi- dental, persiste: “zIgnora, pues, también lo que se hizo con su defen- sa [Verteidigung]?” Respuesta del oficial: “No ha tenido ocasién Prescripeion [Gelegenheit| de defenderse.” ¥ aqui, de nuevo, una indicacién de {juego escénico o de tono: “Como sil oficial se hablase a s{ mismo y al viajero exponiéndole cosas naturales [dieser El oficial sabe que su ofi- de que la ley melle ne razones no quisiera hus ihm selbst verstandlichen Dinge! cio, eloficio de la maquina, es deci ‘al cuerpo a muerte, de que lo ejecute para ejecutarse, gue son inasequibles para el Occidental. Porque el Occidental ha ‘olvidado ta sangre. Porque cree haber redimido ya el cuerpo por al- ‘guna encamacién, de una vez para siempre. Por una ley que se ha hecho carne al precio de una sangre vertida, de un cruor, pero dena ‘vez para siempre (Jests, Luis XVI). Esa ligereza del Occidente con Talley, su ausencia ala crueldad. Todo lo que quiere saber, de lacruel- dad, es poco mas © menos fa receta del cocinero: para hacer una cial, impacientado al final por el desconocimiento argo él conoce y reconoce, el desconocimiento del crimen que es el ‘cuerpo inocente, el desconocimiento de lo que, a causa de este cuer- po, el sujeto del derecho y del deber, el sujeto D, nunca obtuvo, - el ficial, pues, toma al viajero del brazo, le sefala al condenado, quien se pone firme, en perfecta complicidad con su jefe, y éste, por titi- fnjero: “Pese a mi juventud, soy el encargado de ha- ich bin hier zum Richter bestellt] en esta colonia, Por- {que siempre cotaboré con el comandante en todas las cuestiones de ‘mejor conoce la méqui- na, El principio segiinel pre indiscutible [die Schuld ist immer zw De buena gana la tomaria yo por una " bbra del inicio. La culpa es indiscutible, de que fuimos tocados “an- tes” de que nos tocara la ley. La ley no puede sino retocamos. El retoque no retoca més que si es perentorio, Es decir, si pone fin al iferendo del “antes” que es el cuerpo con el “después” que es la ley. Digo: el diferendo. No hay tribunal que se haga cargo de este conflic- to entre Ta estética y la ética, y que decida. Una disputatio seria aqut ‘mentira, El cuerpo no argumenta: “Si yo hubiera empezado por hacer Lecturas de Infancia comparecer al hombre e interrogarlo, dice el oficial, no habria resul- tado mds que confusién. El habria menti yo hubiese logrado refutar sus mentiras, habrfa inventado otras y aside seguido, en cam- bio, ahora lo tengo y no lo suelto més [halte ich thn und lasse ihn erpo y la ley, e! diferendo es inconvertible en ‘Solo el sactificio del cuerpo mantiene la santidad de la ley. La ejecu- cién sacrificial deberé repetirse cada vez que advenga el nacimiento i in debate ni juicio fundado, automdticamente. La crueldad seri maquinal. El condenado no se salva en otro mundo, es arrojado, ‘muerto, ala fosa comin, Se afirma asf Ia ley, y en el mundo. Si Ia ley debe ejecutarse, ella decidird, pues, en el cuerpo, con los medios del ‘cuerpo, pero contra ellos. Con la sangre, pero para que corra y escape. Loque el oficial cemueldad para con la inocencia. Esta es indlise porque no sabe nada del bien y del mal. No esta jenseits, més alld, sino de este lado, diesseits. La ley prescribe, pero no en el sentido de que se inscribe como encabezado 0 como titulo. El thu! viene primero, no es el mandato, sino el nacimiento 0 cuerpo estético. Esté tan inscrito de antemano, de este lado, diesseits, que la Jey misma no puede inscribirse més que reiterando sobre el cuerpo y en ef cuerpo una inscripcién andloga a Ia que lo instituy6. La ley es siempre una not prélogo que es el sang sangre que corre a muerte. Lo contrario de una transubstanciacién, ‘Vuelvo a los praescripta, a los croquis trazados sobre la hoja del antiguo comandante, que el oficial tiene en su bolsillo y que Jo gufan para disponer los engranajes del dibujante de modo que ‘muevan la rastra a fin de que ésta grabe finalmente las palabras de la ley sobre el cuerpo. No se trata solamente de hacer correr la sangre, como moral. Es preciso que la crueldad se exponga. Fiste es su teatro, su estética. El cuerpo se aprehende aquf espacialmente como la superficie donde cenuelmente se tallan las letras de la ley. Pero el tiempo del cuerpo también debe ser capturado y tocado por el retoque de] mandato, La Jey exige la muerte de una inocencia culpable, pero exige también un ‘tiempo de muerte, y que la inocencia agonice. Eloficial muestra al viajero las hojas que llevan los praescripta, Jos grificos reguladores trazados por el antiguo comandante que sirven para programar los movimientos de la rastra, “El viajero hu- “biera querido decir unas palabras de fel , pero sélo vefa un Jaberinto de lineas entrecruzadas que cul papel en tan gran- de nfimero que sélo con esfuerzo podian en blanco” (22; 156-157). El no es caligraffa para escola- No es una escritura para leer, para que la lea el que debe apren- der a leer. El nifio no puede descifrarla con los ojos. Con todo, esta "ser nunca, sino un trazado para sentir, un trazo de sufrimiento. BI ‘embrollo, la maraiia del trazo para los ojos cumple la funcién de hacer durar la dura prueba del cuerpo expuesto al tallado. EI oficial explica: “Naturalmente, no se puede usar una escritura simple, pues ida [Es darf natirlich keine einfache Schrift Sein; sie soll ja nicht so fort toren), sino, término medio, en un lapso de doce hor quedaré dibujada a la sexta hora. La escritura propiament i acompafiada, pues, de un ‘montn de aderezos [Zierater S6lo con una estrecha faj ‘omamentaciones [Verzierungen Elarticulo de la antigua ley que se ha de grabar sobre el condenado durante la ejecucién a Ta que asiste el viajero (y el lector de Kafka), dice, en efecto, brevemente: “Honra a tu superior [Ehre deinen Vorgesetzten)” (16; 150). tarse aeste texto, el euerpo quedaria ‘répidamente envuelto en su incisin. ;Morirfade ello, acaso? Cabe irna- ginarlo, Nuestras ejecuciones capitales, las de nosotros, los Occidenta- Jes, son, en principio, asf de expeditivas, La ey antigua, porel contrario, ‘exige un tiempo, doce horas. {Qué espera de este post-scriptum? ;Qué Lecturas de Infancia raz6n hay para esta demora en inseribirse, por qué motivo los adomos recargan el texto de la ley hasta dejarlo indescifrable? La ley exige y espera otro desciframiento. El oficial describe la agonfa de los condenados: "Qué tranquilo se pone a la sexta hora! Hasta al més estipido se le abre el caletre [Versiand geht em Blédesten auf]. Esto empieza en torno a los ojos, después irradia y se expande. Un especticulo que a cualquiera tentarfa de ponerse también bajo la rastra, Por lo demés, ya tio pasa nada [Es geshiecht ja weiter nichts], el hombre comienza solamente a descifrar Ia inscripeién, france los labios como Ha visto usted que no es fécil leer esa eseritu- ues bien, el hombre la descifra con Es mucho trabajo (Es istallerdings necesita seis horas para terminar” (24-25; Jo cual, ta rastra Jo “ensarta por completo” y lo arroja en la fosa. Segtin el cdlculo del Evangelio de Marcos, Jestis es crucificado a Ja tercera hora, las tinieblas se propagan a partir de la sexta y Jestis expira a la novena, Seis horas para que las lagas descifren la ley, durante las cuales, dice el of ial, “ya no pasa nada”. La agonfa propiamente dicha, el combate del cuerpo contra la ley cesa a la sexta hora, y si después ya no pasa nada es porque el re-toque del mandato, su re-marca, ha bo- rrado la marca 0 el toque memorial donde el cuerpo inocente abreva su iaacusacién, atodo Juicio, queda, por decirlo asf, red imeras horas se ‘consagran, se pierden tal vez, en re feroz, digamos, fordstica, extraiia, cuya fuerza es tomada p i por estar an= tes de ella, diesseits, Tortura impuesta por lo que llamamos, buena~ mente, educacién moral. En cuanto a educacién sentimental, no la hay. El sentimiento est, 0 mal educado, 0 muerto. Ese plazo requerido por la ley para su desciframiento, se dirfa que quien lo necesita no es la ley sino el cuerpo, porque éste sigue siendo el rehén de un toque ciego a toda justicia, El derecho llama prescrip- ci6n extintiva a una “forma de liberacién de las obligaciones”, Esta forma se determina por dos tipos de condiciones: “las con fijadas por la ley”, aqut inscritas en las hojas dejadas al oficial por el Prescripcién antiguo comandante; pero la prescripcién es también, en los térmi- nos de D, lo he dicho, un “medio de adquitir o liberarse por el paso de cierto tiempo”. La prescripcién es una frase D que se fundamenta cen la duracién, Una posesién ininterrumpida (de treinta afios) redun- {da en propiedad cuando se trata de adquirir. Y, para la extincién de tuna deuda, un servicio ininterrumpido (supongo, digo servicio a fal- tade un término mejor), un sojuzgamiento espont: ininterrumpidos redundan en pago de la culpa. Est prescripcién, que el alemén expresa por Verjahinung, ion del crimen por el tiempo, puede incluso aplicarse al castigo del crimen. Decimos cominmente que hay prescripei6n cuando ha transcurride ‘un plazo que hace caducar el crimen y toma inaplicable el castigo. En la colonia penitenciaria, al menos tal como la pretende el ofi- cial, nunca hay nada de esta titima prescrip {ible en todos los casos. O sea que es aplicable si le porque certifica siempre la pre-inscripcién de una ‘de agonia para pagar la culpa indubitable, que es no haber nacido pri- | mero a la ley, sino primero a la aisthesis y por ella. Los ornamentos son, en el programa de inscripcién maquinalizado, la prescripeién de esta prescripcién, la imposicién de ese plazo. @Por qué la antigua ley prescribe que su ejecucién, su incision sobre el cuerpo culpable se dilate? ;Por qué no la muerte, ‘mente? Porque la muerte esté celosa del nacimiento. O, si se quiere: ‘cuerpo tuvo su tiempo anterior ala ley, donde no tiene que responder, al no ser diri- gido. También se debe pagar este tiempo primario. Ast se eliminaré ‘el handicap de la ley. Bs preciso que la ley sea una demasia de muer- te para el cuerpo porque el cuerpo tiene la ventaja de una demasia de ‘acimiento sobre la ley. La incisién del cuerpo por la ley debe ser tal aque retarde la decisién. Bl intervalo entre la decisin y la incisién repi- ‘ey anula el intervalo entre el nacimiento estético y el nacimiento ético Lo repite porque mantiene al cuerpo en la estética por el sufrimiento Lecturas de Infancia de sus heridas, lo anula porque esa estética de la erueldad no tieng lugar y tiempo sino a titulo de ética. En las thimas seis horas, la ley habré pasado primera, no s6lo ‘como ella pretende, sino como el cuerpo la entiende. El no puede descife ‘era en que la ley es descifrable, Para los ojos del espiritu incorporal, del viajero o del nuevo comandante, sigue siendo indescifrable, como los inextricables trazos sobre los papeles del antiguo comandante, En cuanto al oficial que sabe leer estos papeles y que atiende la mé- 4quina, también sabe que esta lectura no es nada, que no tiene ningxin valor en lo que atafie a la ley. Serd preciso, serfa preciso que su cuer- ‘Po fuese desollado por Ios dientes de Ia rastea para que cesara de ser el demasiado celoso servidor de la ley y de su maquina, a fin de ‘convertirse en la victima de ésta, o mejor: en su agente. No es justo ser el oficiante de Ia ley, hay que ser su suftiente, Por eso, como se sabe, ird a acostarse bajo la rastra después de regular el dibujante segtin el programa que corresponde al articulo de la ley que él infrin- geal servir # la ley. Y ese articulo dice, simplemente: “Sé justo.” Debe concederse, pues, que la ley tiene necesidad del cuerpo, y de su demora sobre el cuerpo, y de la resistencia del cuerpo, para poder inscribirse, es decir, ejecutarse, Y que no puede ser justa sin ser cruel, Sino hace correr la sangre, la ley no es descifrable y por lo tanto no es en absoluto, no tiene existencia. Y esa crueldad, necesa- tigen si misma, es también e! homenaje que la ley rinde al cuerpo, su ‘manera de reconocer una pre-inscripcidn més antigua que su inscrip- i6n, su manera, en fin, de ser justa con la aisthesis que no nacié de in celosa, que es justa por celar. EL latin Hama praemium a la parte del botin que pertenece al dios © al general vietorioso antes de que los vencedores se lo repartan. Una parte exceptuada del reparto, La infancia estética de la que ha- blo es una parte que no pertenece al reparto del bien y del mal. Esté cexceptuada de la direcci6n D. La ejecucién de la ley, al sajar_ esa Parte reservada, la tapona con el titulo, con el praescriptum, del re- arto. Asfel cuerpo, exceptuado por su pre-inscripcién, es en princi- pio reubicado bajo la prescripcién de Ia ley, obliterado y prosctito. Praemium, no estaba destinado a D. El vencedor 0 el dios a quien y sino al precio de la sangre vertida, Y éstaes la nica mae _a su inscripcién necesariament Prescripcién quien fue reservado, es la el demonio. rrepartible, era intratable a la prescripcién de justicia, Sobre esta lificultad, con este dafio que padece este cuerpo, se eleva la cuestién Ja comunidad y de lo politico. No se ve cOmo salir de la aporfa, El antiguo comandante y su ‘ficial-oficiante cstablecen lo que he llamado la condicién absoluta _de la moral, en tal forma que la reinscripcién de lo intratable bajo el éxito fracasando. El go. Pues admite que la Aitulo (el praescriptum) de la justicia sé jorturante, dejéndose intimidar por ‘un cierto Habeas corpus, la justicia, piensa él, sencillamente no ten- ‘dria lugar. Y serfa entonces injusta frente a esa prescripeién que es la ley. La ley no prescribe solamente lo que debe hacerse, prescribe que ‘eso se haga. Las frases D que ella escribe a titulo de juriscriptio, ‘exigen ser actadas {actées] en el sentido de una scriptio in actu. El ‘acto difiere del c6digo porel soporte de inscripcisn. La ley se escri- Y loreales necesariamente lo cial de Kafka expresa esta condi ‘mente aporética de la moral. La ejecucién de la justicia, por princi- pio destinada a borrar un delito, debe autométicamente causar un datio, un dafio mortal. Este dafio no es ocasional, es constitutive de la esencia de la moral en cuanto ésta se acttia, ¥ este dafio no compete ala ley. Ella no puede tratarlo o repararlo, por cuanto se instala sobre n, en el sentido en que se dice in y, también, condicién hue Esta aporfa encuentra, asimismo, su expresién en un orden cuya pertinencia ¢ importancia he procurado poner de manifiesto, el or- den del tiempo. He dicho que el tiempo de agonia era requerido como ‘una compensacién al tiempo de inocencia, es decir, del goce del ‘praemium “antes” y fuera de la ley del reparto. Pero, como se trata de Lecturas de Infancia actar la ley porel cuerpo, este acto que es una contradiceién, la de Ta Justicia como dafio, debe manifestarse en el orden del tiempo, que es, junto con el espacio, el orden del acto, pero de manera temporal- ‘mente aporética, en una torsién imposible de los tiempos. Reenvio gut, sin més, a la tercera Antinomia kantiana de la primera Critica, aun admitiendo que no se eleva exactamente sobre el mismo basa- ‘mento contradictorio que la de Kafka. El momento en que la justicia ‘como actual iin de la ley se inscribe sobre el cuerpo al que el dafia y hasta tortura, no puede ser situado, Ese momento consiste, en efecto, en el encuentro del tiempo de un fin y de un comienzo, porun Jado, y, por el otro, aquel que jamas comenz6 ni termin6, ia pone: fin a una inj Je pagar esta culpa, ella lo lava de Io hecho, lo prepara para una accién que, de aqui en més, estara liberada de ese pasado. Lo eman- cipa, en suma, Hannah Arendt comenté muchas veces este aspecto de comienzo, de novedad, de nacimiento incluso, eseribe, que com- porta la accisn libre, y en particular la Hibertad de juicio. ero ese tiempo de renuevo encuentra en la problematica de Kaf- Frente a la razén reflexiva, el cuerpo pre-moral, a-moral, esté, por el contrario, some- jo al régimen de una heteronomia irremediable, debido a que se tuye por haber sido rocaco antes incluso de ser advertido de ello, de poder dar respuesta a ese toque y de responsabilizarse por él. YY cuando digo: haber sido tocado, ni siquiera soy fiel al cardeter temporal de esa pasibilidad, que se ditfa mas bien intemporal, al me- 1nos si se confundiera temporalidad y cronologfa. Digamos mejor que cuerpo, que la rasa de la justicia retoca, no entien- denada de la sucesién de las causas y los efectos, y tampoco nada de la ‘temporalidad improvisada en la que surge una causalidad sin causa (es decir, que noes el efecto de nada) propia de la libertad. La heteronomt- ‘adel cuerpo no entiende nada del tiempo fisico ni del tiempo ético, Prescripcin sentido de ta ni descencadenada-encadenante (en el sentido de Ia responsabilidad). La paradoja del tiempo del cuerpo segtin que esté constituido por su no-pertenencia a sf mismo, por su desasimiento primario, la paradoja de ese tiempo esté en no ser del orden de ninguna cadena. Esto es, pienso, lo que quiso decir Freud cuando escribi6, en la Metapsicologia: “Los procesos del sistema es son intemporales”. Pienso también que lo dijo mal, Son intemporales en el sentido de que el tiempo es cadena y encadenamiento. Pero el tiempo es también Del cuerpo pr yy pre-moral decimos que ha sido toca- do, y lo vuelvo a de indo el prefijo pre-, el atin decir con prae-mium, una pre-compra, una hipoteca ante quier reparto. En verdad, esta preordenacién a la aist ordinacién estética, y no es pasible de ninguna alteracién por la du- racién, es imprescriptible. Yo no dirfa ni siquiera que es permanente. 1Ni tampoco primaria, puesto que no se inscribe en ninguna sucesién donde lo secundario viniera después de ella. Asumamos su paradoja: 1 lugar, no hay todavia tiempo de encadenamiento. ‘Ala sexta hora, la justia pasa sobre o dentro del cuerpo torturado, Encuentro redencién y del nuevo comienzo con el ia de lo intratable. El oficial describe la descripcién) lo que fueron las grandes fiestas de la ‘ejecncién en la 6poca del antiguo comandante. Toda la poblacién de la ‘colonia se hallaba reunida como en un anfiteatro sobre las dunas que fodean la maquina, el silencio reinaba, el interés entasiasta obligaba al oficial y su guardia a alejar a los que querian ver de cerca pasar la justicia sobre el cuerpo del condenado, “Todo el mundo sabia [dice el Oficial]: en ese momento, la justicia se cumple [Alle wuften: Jetzt geschicht Gerechtigkeit!” (30; 165). Pero los nifios gozaban, por la ‘sabia orden del comandante, legio de poder acercarse. El ofi- cial describe Ia escena al viajero: “Me hubiese visto a menudo arrodi- lado ahf, con dos nifios pequefios en los brazos, uno en el derecho, el ‘tro en el izquierdo. ;Qué sentimientos no experimentabamos cuando ‘el arrebato venta a transfigurar ese rostro torturado [den Ausdruck der Verklarung von dem gemarteten Gesichi]! (Como nos gustaba baiiar ‘mestras mejillas en el rayo de esa justicia por fin alcanzada y ya ida [in cuando Lecturas de Infancia den Schein dieser endlich erreichten und schon vergebenden les concede: infuncia de la libertad, in- (0 bifrons. giado que les otorga fancia del cuerpo. Y el Ese arrebato al que tienen el acceso pri Ja antigua ley, ese arrebato es ex-actamente, es decir, en acto, el ‘momento en que se confunden las dos infancias. De ese encuentro ‘emana un rayo, y este rayo es la justicia misma. La ley se escribe en una escritura que el cuerpo puede descifrar: en lagas sangrantes. Justicia “por fin aleanzada” porque, en ese momento, el re-toque del cuerpo por los estiletes de ta ley oblitera el toque instante 0 ue ese Te-foque es mortal tant ia andlogo, el grabado de lo que ella toca, cuando es ese toque el que consti- toca? El cuerpo estético no era un soporte de ins- cripcién para el toque, lo es para el re-toque, y esto basta para pros- cribirlo. Por eso la justicia no se cumple sino pasando, Ella se pres- cribe en los tres sentidos de Ia palabra: es imperativa, previamente por sus ambages en escritura del cuerpo, y se inscribe demasiado tarde para ser ejecutable, Peto al menos la méquina, cuando tenfa buena fama, en la ant He dicho que ésta no es situable. En el paraje d pobladas por la comunidad que aguarda su ley, la justicie no puede encarnarse, no puede habitar. La justicia es un fugitivo destello que pasa sobre el rostro del maririzado, justficado por fin y casi ya muerte Sobreviene entonces la politica, es decir, el nuevo comandante. Lapolitica aborrece la méquina y Ia crueldad. EI nuevo comandan- te celebra consejo piiblicamente, La politica delibera, la nueva jus- ticia da materia a disputatio, a queja y defensa, a tribunal, al respeto de los derechos del hombre incluso en Ia condena y en la aplicacién de la pena. La nueva autoridad convierte al viajero curioso que visita ppafses extranjeros, en un experto intemacional invitado a examinar Prescripeion os procedimientos juridicos y penales de la costumbre colonial y fa dar su parecer, que no puede ser sino harto desfavorable. El vviajero habla Ia lengua en Ia que los derechos del hombre fueron escritos. Las mujeres, tan absolutamente ausentes del teatro de la cerueldad, son admi ppaiiuclos reemplazan el algodén pe: mascar el agonizante después de cien otros. Con estos pafiuelos, ellas lavan toda alusién, ahogan toda sospecha de adhesién a la crueldad, Al morir, el antiguo comandante no tiene derecho a una inhumacién consagrada, Su tumba queda oculta bajo una mesa, en tuna taberna pomposamente llamada (por las mujeres, me imagino) “sal6n de té", que frecuentan los obreros del puerto, “pobres gentes be Kafka (48; 185). El epitafio de la Idpida pro- ido: “Creed y es- igua ley “no tienen ya derecho de llevar un nombre" (5 Otros tanto signos 1s paso por alto, cada uno sera digno de andlisis-, otros tantos signos de que ya el nuevo comandante, el politico, ha triunfado, reduciendo al antiguo al estinidad, al scudénimo y a Ia espera. Signos por esto mismo de ‘que la comunidad ha sido reducida, la comunidad que se reunfa para el paso cruel de la justicia en torno de la méquina, De ahora en somunidad se asocia de otra manera, en la deliberaciGn y la . Signos también de que la rastra carece ahora de empleo, Jo mismo que los papeles cubiertos de adornos, indescifrables para el hombre nuevo. Todo esto el oficial lo sabe, lo describe. R bargo, en virtad de su resistencia de cuerpo. Pide al curra a las deliberaciones del nuevo consejo y no oftezca, al respon- der las preguntas que le hagan, ninguna ocasién al nuevo comandan- te para condenar oficialmente el antiguo procedimiento de justicia. Le pide incluso que su“ineonmo- vible opinién” (37; 173) de que el procedimiento es justo. ‘No puedo entrar aqui en el examen detallado de esta doble de- ‘manda cuyos episodios e oficial pone en escena con una anticipacién alucinada, Serfa fundamental, empere, seguir paso a paso la l6gica todavia, sin em- sjero que con Lecturas de Infancia Preseripeiin Serfa, pues, verdad que el cuerpo es olvidado por la ley, verdad {que la justicia no habré sido demostrada, verdad que la ley nueva ha triunfado ya, que no tiene ninguna necesidad del aparato de la cruel- dad para actuarse, Adomo diré: verdad que la muerte mismna ha muerto, Pero esto es concluir demasiado répido. Terminaré mejor con la interrogacién de la que queda suspendido el cuerpo del oficial. :Es verdad que la politica, como la actuaron y repitieron los griegos y romanos en la antigiiedad, los norteamericanos y franceses hace dos siglos, se instituye al precio de olvidar la condicién absoluta de la ‘moral, la crueldad? {Es verdad que si Ia ley omite lo que le es abso- smé el cuerpo de Ta aisthesis yen otra la condicién de su trascendencia y contradictoria, para no decir esquizofrénica, que rige su estrategia de persuasién hacia el viajero, Esti harto claro que el oficial no quiere ‘saber nada de lo que es aquél a quien se dirige, aunque lo sepa per- fectamente. Hay, en el delirio de estos discursos, més todavia que en la melancolia de las descripciones, el motivo de una insanfa, pero sobre todo de tna inanidad espantosa. La del cuerpo que pretende ser olvidado para siempre por la ley. Embargado por a angustia de esta preseripeién, en el sentido aqui de una perencién debida al tiempo (al tiempo nuevo, al tiempo mo- demo), el oficial se instala sobre el lecho de justicia tras desalojar de condenado. Antes, habré ajustado el dibujante para que la rastra fos, la pres- cripei6n de todas las prescripciones, la ley misma: “Sé justo [Sei anula el soporte gerechi}” (42; 177). Solo de esta manera, en efecto, la ley, al ser {O bien foe actuada, se revela al fin, mediante una tautologéa perfecta. nario, digdmoslo (nos lo han dicho): fas Para efectuar la prescripcidn de ser justo, ¢s preciso que el no es, por el contrario, como lo entiende el comar _grabe en el cuerpo, como todo articulo de la ley. Pero “Sé justo” es que se inscriba sobre el papel a titulo (prae: Tutamente extraiio, que aq antimodemo, reaccio- fa? ;La verdad de la ley fe moderno, de axioma de 5 lades 4 tuna prescripeién universalmente vélida, No conviene para castigar reparto en el que habréin convenido, previa deliberaci ‘una culpa singular, En cambio, conviene a todas las otras culpas hhablantes sujetas a deberes y depositarias de derechos? {No con- & por cuanto se aplica a su esencia de culpa, ala “culpa indi: siste Ia justicia entera en este meta-principio segtin el cual el repar- aque es haber “nacido antes” de la ley, fuera de la ley. El ofic to lo afecta todo y debe ser lo menos malo para cada uno y para le. Al some- jos? ,Segxin el cual, también, cada uno y todos son sus tinicos jjueces? Y lo bueno y Io malo, ,no deben entenderse como lo que conviene y disconviene a los intereses y expectativas de cada uno y porque él mismo es ejemplar. Aquf esta la tautol de todos? ,No son esto bueno y esto malo, por sf solos, todo lo que sobre sf, puro inocente, la prescripcién de justicia, demostraré la sé en juego cn el tema de la justicia? jjusticia de la prescripcién. Porque el mandato y la sanci6n se apli- {0 bien, por tiltimo, hay que uir la justicia del antiguo } ‘can precisamente a la inocencia, ‘comandante y la del nuevo y conservar lus dos, pero separadas? ( El oficial cesa, pues, de oficiar, se somete a la estética cruel de la gLa una, buena para la moral y su es de la crueldad, la otra | ley éica. La méquina, evidentemente, comprende todo esto, ella hace Dara la polftica y su estética de la representaciGn? Pero entonces, ; Jo que debe sponte sua. Después, como es sabido, se desarregla, la {evil serd la rel entre estas dos ju :? ySerd, noes ya, la caja de engranajes eyecta sus piezas. El oficial serd privado de la relacién de lo penitenciario con lo civico? Esta relacién misma, ‘agonfa que su cuerpo falible debe a la ley. Privado también del ins- {e6mo puede ser ju tante fugitivo en que la pura santidad debia irradiar desde sus ojos. La aguja de acero atraviesa y mata el erfneo, la rastra estropeada ‘mantiene en suspenso, por encima de la fosa, un cuerpo ensartado.

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