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Leonard Tivey EL ESTADO NACION Traduccién de. Marco-Aurelio Galmarini ediciones peninsula® ‘Titulo original inglés: The Nation State, the formation of modern polities. © Leonard Tivey, 1981/ First published in 198f by Martin Robertson Oxford | Basil Black. well Oxford. Prefacio Bae ais Ss estes its mincires de Dope Gece ctiecas Poltas fee Unelia? de Bele Se re Benge shies sa mires ted Eid el Ton ae acon esos en 18 conten de 158, Meee Sa te pen odedends Ts bors ese nna i aforelad ae enon i es Se Te anectes aetna tie et Se Ba torn eras andi ys eon fe ey Besar na stun tro tot Saeco ox soncplon roti cies, Sas ene SiS el Ha SO aR ae el eS gue ab uence er clos hie sds imposible ear este volamen sn adsinebie ela del ble ts tcc Se ae No se permite Ia reproduccién total 0 parcial de este libro, ni su inclue Sién ea un sistoma hnformético, nila transmision en sualguier forma @ en cualquier medio, ya sea electronico, mecénico, por folocopia, por re iistro 0 por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los {itulares el copyright de la casa'editora Cubierta de Loni Geest y Tone Hoverstad. Impreso en Nova-Grafik, Pi Deposito Logal: B. 12.0121987 ISBN: 84297-25873. serda 127, 08019-Barcelona, 5 |. Los origenes del Estado Nacién Cornelia Navari Se sucle definir el Estado Nacién como una organizacién politica de poblacion homogénea que comparte la cultura y la Jengua, gobernada por individuos que pertenecen a dicha po- biacion ¥ que sirven a los intereses de ésta. Si preguntamos cudndo se hizo realidad este estado de cosas, podriamos decir {que nunca. No hay en el mundo ningan pueblo con esa homo- geneldad, sin difcrencias regionales 0 culturales, en el que fodos hablan la misma lengua 0 compartan los mismos usos lingiiisticos y en el que los gobernantes no se distingan de los, gobernados ni en rango, ni en riqueza ni en educacién. Los Estados Naciones en Ja actualidad, antes que reflejar un tipo ideal, se aproximan a él, y eso en grados muy diferentes. Y si preguntamos cudndo comenzaron a darse esas apro- ximaciones, probablemente deberiamos responder que hacia finales del siglo xvi. En esa época, Tocqueville sefialaba a Francia como «el pais donde los hombres mds se parecen en: tre sf». En Gran Bretafia, los ingleses habjan comenzado a pparecerse unos a otros ya en el siglo xvi, pero semejante si fuacién no pudo presentarse en general en el pais antes de comienzos del siglo XIX. Estos eran paises «avanzados». En ‘Alemania, es probable que el pueblo aleman no haya alcan. zado el verdadero co-culturalismo antes del siglo xx, mientras que en gran parte de Asia y Africa, los pueblos que viven den- tro de organizaciones politicas tinicas, slo ahora comienzan a parecerse entre sf y subsisten atin tales diferencias cultura Jes en su seno, que, dada la definicién comin, estas organiza- clones politicas no deberian calificarse en absoluto como Es- tados Naciones. Si cambiéramos ligeramente el fundamento de la definicién y preguntéramos en qué periodo hizo su aparicién el concepto ide que los gobiernos debian servir a entidades mas o menos ficticias llamadas enaciones» y cudndo comenzaron los polit cos a considerar esas entidades como base de sus aspiraciones fa gobernar, entonces nos encontrarfamos en terreno mas fir= me. La nocién de que el Estado debe servir a la nacién se de- sarrollé a lo largo del siglo x1x. En el Congreso de Viena en 2B 1815 fue donde una cierta burguesia de Europa central plan te6 por primera vez la novedosa afirmacién (para Ia época) de que la forma de los Estados debia estar determinada por ra- zones étnicas, En 1821, Grecia fue el primer pafs en gozar de ese don, Las revoluciones de 1830 y de 1848 fueron les prime- ras que se emprendieron, de principio a fin, en nombre de gru- os étnicos; y s6lo en 1918 Ia condicién de Estado Nacién se Convirtié en criterio basico de legitimacién politica y requisito indispensable de sus relaciones con otros gobiernos.! EL ANTIGUO REGIMEN El Estado anterior al siglo x1x no servia a las naciones; no servia ni siquiera a las «comunidades». Servia a Dios, el Man- dato Divino, la Ley de Al4; servia a los gobernantes heredi- tarios, los monareas y las dinastias que se presentaban como vicarios de Dios y cuya misién era cumplir ese mandato. Ser- via a un conjunto de leyes e instituciones consuettdinarias, de siglos de antigiiedad, que —segiin se creia— representaban el orden divino en Ja tierra. La lengua que hablaran los stb: ditos del monarca era absolutamente indiferente para la men. cionada misién, y las culturas particulares de su pueblo solo interesaban en la medida en que obstaculizaran el curplimien- to del mandato. Estos mandatos estaban destinados a preser- var Ins civilizaciones; Ia pedestre cuestida de las cultures uv era de su incumbencia, En Occidente, la tinica excepcién —y sélo parcial— a esta regla general entre los grandes ordenamientos politicas civili zados de Europa y Asia, ha sido el Sacro Imperio Romano Germénico. Alli, ei mandato de Dios se habia dividido entre el papado y cierta cantidad de monarcas y principes regiona- les; el primero tenfa autoridad sobre la observancia religiosa, mientras que Ios otros la tenfan sobre las cuestiones seculares, No habia monarcas absolutos al estilo concebido posterior. 1. Estados Unidos puso esta condicién. En efecto, fue uto de los Catorce puntos del presidente Woodrow Wilson para el establecimiento de la paz, después de 1918. La Revoluciéa Francesa se hizo en nombre 4s los «derechos del hombre ¥ del ciudadanos, derechos abstractos que no sélo correspondian a los trancoses ya su condicién de franceses, fino a todos los hombres. El nacionalismo fue! legado de un univer. Sallemo frustrado, 26 mente, sino monarcas feudatarios que servian como slugarte- Mente, La politica era marcadamente populista y no se dis: Thpuia claremente entre cultura, asuntos del Estado y vida tees, La politica medieval estaba impregnada de cultura iets, sagas y practic enraizadas en modos de vida particu- Bite liegaron a considerarse como fuentes legitimas tanto de In'pretica polftica como de la religiosa. Entonces, a cultura ra importante y constituia tna fuente de reivindicactones tne las autoridades poiticas y religiosas, Pero se trato de una excepcién de muy corta vida, La no eign de soberania y la teoria del derecho dvino de los reyes se Combinaron. para terminar con todo quello, Ta soberanta Sisto es, la idea de que en toda comunidad deberia haber tnt unica fuente de suoridad— se opuso a todas las sutort Gades compartidas del Sacro Tmperio Romano, y dej6 al mo- area como. Ia fuente exclusiva de derechos ¥ exigencias, fniontras que la teorfa del derecho divino representabs ai Tnomarea como el directo y sacralizado elegido de Dios, res Ponsabletnieamente ante a ytnica autoridad habilitada para Fiterpretar sa voluntad, En otras palabras, sc juzg6 que su fuera autoridad descendia directarente de Dios al soberano, Snninguna intervencion «cultural» ni popular. Esta teoria de fobierno no sitvi para acercar a reyes y pueblo: por el con- fraro, los alej6 mucho mas. Es un hecho el aumento en Ta sa cralidad de los monarcas en los sglos 3vr y XVII Tespectg Ia correspondiente a los monarcas de los siglos xtr y xr1t] No 5 causal que la chinoferie haya atraido a la sociedad cortesa fa del siglo xv. En ninguna otra época las monargufas oc Giientales se asemnejaron tanto al gran imperio del Este con Su gobernante dindstico como nico mediador del Mandato Di tino, ue en ese proceso interpreta la ley de Dios y Ia sirve Lejos de ampliar las bases de Ia organizacicn politica, como ayes se ha apuntado, la fccion legal de soberanis, sostenida por a nocion del derecho divino en los silos xvit'y xvnt, las Fecorts y produjo una vision limitada del poder del Estado en Eerrope fil rey personiticabe ol Estado; su sdministracin era Su corte. Esta administracion servia a los intereses del rey. Tas diputas legales del Estado y sus reclamaciones terrtoria les eran las dsputas legalesy las reclamaciones territoriales Gel rey, reclamaciones que derivaban ce privilegios de heen Gia y piraban en tomo 2 arboles genealgicos. La recaudacién Ge impuestos solo tenia dos finalidades: la financiacion de la guerra en defensa de esas reclamaciones ¥ el apoyo a la casa a real. Los revoluckunarios del siglo xix proclamaron con cierta, raz6n que el absolutismo habia sido un paso atrés en compa racién con la mayor autenticidad del populismo en los tiem pos medievales. En los siglos xvrr y xviir hubo presiones a favor d2 la ame pliacién de esta base. Algunos de los burécratas de los reyes europeos reclamaron tareas para mejorar «el bien de la co- munidad». En Alemania, en el siglo xvi, estos grupos recibie- ron la denominacién de cameralistas; en el siglo xviii, fueron los fisiécratas y los mercantilistas. Por su consejo y en dife- rentes grados, diversos gobernantes absolutistas euroreos em: prendieron programas de mejoras, sobre todo en Francia, Construyeron carreteras, abrieron canales, impusieron contro: les al comercio exterior en nombre de la comunidad 0 de sus, intereses mercantiles. A este tipo de apoyo y proteccién a la burocracia del Estado/corte se le llamé mercantilismo, mien- tras que a los monarcas que la Ilevaron a cabo se los conocid como «déspotas ilustradoss. Pero tal como emanaba de la corte, esa proteccién y esos proyectos de mejoras solfan ser limitados. No pasaron de unas cuantas cédulas reales, dos iniciativas de bancos estatales y algunas obras piblicas. La casa reinante en Espafia y muchas de Alemania ignoraron por completo este consejo, y en ningu- na parte se considerd el hecho como apoyo necesario del acto de gobernar. Luis XIV no tuvo inconveniente en sacrificar a oscuras aspiraciones legales dindsticas los proyectos de refor ma de sus consejeros, mientras que al menos dos gexeracio. nes de hannoverianos consideraron que los intereses de Han. nover, en los que ellos tenfan titulos hereditarios, eran més importantes que los de Gran Bretafia, donde eran sinrpes in vitados, Si bien es cierto que los monareas absolutos no srvieron a las «naciones», no debemos concluir por ello que fueran re misos a hacerlo. Pero si lo hubiesen intentado, habrian tenido grandes problemas. Las sociedades de su época esteban di- vididas en distintos grupos corporativos: de campesinos, de terratenientes, de burgueses y de aristécratas. Estos colect vos se distinguian por sus finalidades econdmicas, sus modos de vida, su vestimenta, sus hdbitos y su moral, asi camo por diferentes formas de observancia religiosa. Campesinos y se- flores se reunfan en agrupamientos de provincias; los burgue- ses, en ciudades a modo de islas esparcidas entre aquéllos. Cada uno perseguia sus propios intereses, su comunidales, sus 28 costumbres, sus tradiciones, sus «libertades» e incluso sus hombres. De Tocqueville, uno de los observadores mas agudos, habla de aquella época en que «las provincias y ciudades cons- tituian otras tantas naciones diferentes en el seno de su pais comin»? El uso lingiifstico difiere de regién en regién, de aldea en ‘aldea, y muy marcadamente entre los distintos érdenes.\En Francia —el pais mds centralizado—, se usaban diversas va riantes de la langue doc allende el Loira, el bretén en el oeste y en el norte, el alemén en el este, mientras que en tle de France la Jengua popular era el francés antiguo, bastante dife rente del francés de la corte (efrancés moderno») propio de {a aristocracia. El inglés era un polfglota de dialectos regiona- Jes desarrollados; y en todas partes el inglés afrancesado de Jos salones corria paralelo al mds rudo inglés anglosajén de la cocina. Mas de la mitad de la poblacién del Imperio Ruso no hablaba ruso; y su nobleza, de variado origen —polaco, ruso, slemAn y caucasico— hablaba francés, y luego aleman, En tie ras austriacas, el alemdn era la lengua cotidiana de la no bleza, la alta burocracia y los cuerpos de oficiales, con inde- pendencia de sus orfgenes étnicos, mientras que el latin era Ta lengua de los edictos en el siglo xix. Estas diversidades no eran atributos accidentales del Anti: guo Régimen, sino producto de sus hdbitos de gobierno y de sus {nstituciones, En los antiguos reinos, el mantenimienio de la Jey y el orden, la administracién de justicia, la dotacién de bienestar y el apoyo econémico —todo lo que hoy en dia espe- ramos del Estado— era de incumbencia de los grupos corpora tivos locales. Las ciudades eran unidades de produccién mate rial y de comercio, tenian sus corporaciones y sus parlements, aque dictaban leyes y juzgaban los asuntos de la ciudad. Cada ciudad tenia sus gremios, que establecian los términos de pro. uceién, asi como los deberes de caliber gee i ere ‘eracia cortesano/estatal la fomentara. mientas, rotacién de cosechas, grandes extensiones, diferentes Bis ce bacbecno, en consccurnca, un campesaado mas Gey crratonicctcs mis compromtidos, Adcméatoce Mi cocesngrcclasdeonabns que cunlguiere pudiers comet SU pare comer y vendor ia sects, ant Gon de-Sea 5. Al Discurso sobre los origenes de ta desigualdad, de Rovsseav el afo 1785, deberia asignarse la misma categoria de gran transforma. or que al Contrato Social, del mismo autor y del afio 1782. La nocion Ge au Ia desigualdad era en gran medida no naturel, una creacion so- ial, chocaba mucho mas al pensamiento el siglo xvn1t que las ideas fde contrato, pues con ésias podia coexistir el privilegio. Es indudable ‘que Rousseau no era racionalista en sentido estrcto, ¥ que tenia gra tes dudas acerca del progreso y la clilizcign, Pero cus escritos poll 08 fundamentales intentaron arrancar de un punto de partida comple- famente nuevo, con ignorancia ‘0 condena de lo que existe realmente 37 dad en el impuesto por la tierra, no por el fundo o el status, a fin de equilibrar la carga impositiva, No pedian nada més ni nada menos que la total abolicion de toda forma de servidum- bre, de derechos de tenencia de la tierra, de todas las costum- bres que se habian desarrollado a lo largo de siglos como parte de la regulacién de las relaciones entre el sefior y su arrendatario, Las calurosas recomendaciones de los renovadores agrice- Jas implicaban en realidad algo més. Puesto que el campesino era s6lo una parte de un complejo del cual a aristocracia te- rrateniente era la otra mitad, Ia abolicién de tocas las cos tumbres feudales acarreaba la abolicién de la aristocracia ‘como casta y la transformacién del aristécrata en mero propie- tario rural, siempre que tuviera realmente tierras. De esta manera, Ia revolucién agricola se alié al ataque contra el pri- vilegio y le presté su apoyo desde un Angulo diferente, am pliando asf la base del ataque, mientras ambas corrientes tra- taban de destruir todas las estructuras en las que vivia la inmensa mayoria de la poblacién. la itima parte del siglo xvii, los racionalistas ha- ‘unscrito al campo sus ataques al gobierno y a las ins- tituciones colaterales. Las costumbres de vida urbana queda- ron pricticamente intactas; las estructuras, costumbres y deberes de los gremios les parecieron asuntos ajenos a su mi- sién, Pero en 1776 se publicé la epopeya racionalista, que ha- ria de unificar la ciudad y el campo en una tinica estructura homogenea de pensamleniv, una y otro obedectan a las mis mas leyes y requerian las’ mismias estructuras. Nos referi- mos a La rigueza de fas naciones, de Adam Smith, Entonces, el particular grupo de pensamiento qte aqui ope- raba se Ilamé de econom{a politica. Sus preceptos fundamen- tales son bien conocidos. De acuerdo con su principal parti- dario, la vida econémica de un pais en general, en todas sus partes, se autorregula. Tiene sus leyes, que son las leyes de la oferta y Ia demanda, cuyo precio esté determinado por la in teraccién de ambos factores. No necesita un fals> apoyo ni proteccién. En realidad, interferirlas paralizaria el funcio- 6, Muchos aristécratas obtenfan su ingreso integramente de Ia pres taciin de servicios, como, por ejemplo, de los derechos de molienda 0 {de los derechos de paso. Para esos gripos, las ideas ractonalistas eran fSbsolutamente contrarias a la tics, mientras que, en cambio, resultan ‘8 menudo bien recibidas por los que tenian derechos sobre grandes fextensiones de terra, 38 pamiento natural de Ia mano invisible, Lo que querian los fconomistas politicos era la méxima libertad, tanto de esta- ‘blecimiento como de precios, y el fin de las tarifas protecto- pas, aduaneras y aranceles, que impidieran ese movimiento.) El principal objetivo de los ataques de estos escritos era Ja politica mercantilista que habian adoptado los déspotas ilustrados, es decir, Ia interferencia del Estado en el funcione- miento de la cconomia y la legislacién arancelaria. Efectiva mente, habia quienes habfan visto en La riqueza de las nacio- yes una referencia particular al despotismo, al hacer del «li- beralismo» econdmico el aliado del liberalismo politico en todos los terrenos. ‘Sin embargo, el mercantilismo oficial no era la més res- trictiva de las practicas del Antiguo Régimen, ni eran las ta rifas nacionales las tinicas tarifas. Lo que se hallaba en el blanco de los ataques eran todos los privilegios pequefios y ppricticas reguladoras de la ciudad, las regiones y los gremios ‘con sus miiltiples autorizaciones, establecimiento de precios y obstaculizacién de la libre circulacién de bienes. Los econo- mistas politicos exigian que se pusiera término a todo eso, y Ja exigencia de laissez faire, como se le Hlamé, fue una de las cexigencias mas destructivas que se plantearon al Antiguo Ré- gimen. Estos ataques a la corte y a las miiltiples estructuras de la vida urbana y campesina se vieron acompafiados de las exigen- cias de que las leyes acostumbradas sobre plazas se racion: Hiawsan co cédigos comunes: una feria en Nemingen inspird ‘més de una docena de esquemas racionalistas diferentes para su mejor administracién. El conjunto se coronaba con viru: Jentos ataques a la religion —pieza clave de estos regimenes antiguos— que anticipaban el tono del escepticismo del si- glo xix y cortaban el tinico vinculo que mantenia unidas a todas sus estructuras. ‘Tomadas en conjunto, estas ideas presentaban en general Ja tendencia a recomendar el desmantelamiento, Cuando se atacaba al Antiguo Régimen, quienquiera que lo hiciese per- saba casi invariablemente en limpiar sus instituciones, no en reformarlas. Pocas eran las exposiciones que aparecian en Ia literatura racionalista acerca de nuevas instituciones o de nue- vvas formas institucionales. En la medida en que las ideas ra- Cionalistas influyeron sobre Ia legislacién del Estado o la in- terpretacién de Ia costumbre, las leyes tendian a levantar las restricciones. Esta tendencia era inherente al pensamiento ra- 39 cionalista; y en gran parte, era explicita. En efecto, al partir de la creencia en las leyes naturales autosuficientes del com- portamiento del hombre, estaban convencidos de que cada vez serian necesarias estructuras més simples y en menor cantidad para dar forma a ese comportamiento, Los instintos naturales del hombre y los saludables aspectos autorreguladores de su naturaleza lienarian esponténeamente el espacio vacio. Los pensadores que proponian estas ideas comenzaron a reunirse en cafés alrededor de los afios treinta del siglo xvi1t, Hacia los sesenta formaban ya una escuela de pensamiento y habfan comenzado a circular por la sociedad de los salo- nes, donde sus ideas ganaban una notoriedad indiscutible, En. su lenguaje y programas reformistas, Ia Revolucién France- sa fue una creacién puramente racionalista; y, a pesar de la restauracin de la monarquia borb6nica de derecho divino, las ideas racionalistas fueron objeto de acepcién cada vez més extendida como sabiduria comin, En Inglate-ra, en la época de 1a derogacién de las leyes de navegacién, en 1849, se hhabian vuelto sentido comiin. Los reformadores imperiales e incluso los misioneros las levaron a todo el mundo durante el siglo xix Hasta el zar se vio obligado a adoptar algunos programas racionalistas después de la revolucién abortada de 4905. Tan influyente Hegé a ser el racionalismo, que cuando se preguntaba cuales eran las fuerzas que provocaron el hundi- miento del Antiguo Régimen y su reemplazo por un nuevo orden, la respuesta que se obtenfa casi siempre era: el «ilumi- nismo» o la «francmasoneria» (en referencia a la sociedad se- creta que proponia ideas racionalistas), Se lleg6 a ver en el racionalismo la fuerza principal, incluso la tinica, qu2 trabaja- ba contra las antiguas formaciones sociales, Pero para que los racionalistas hicieran su aparicién, era necesario algin des- gaste previo; y para que el desmantelamiento Iegara a poner sea la orden del dia, era necesario que las antiguas formacio- nes, objeto de desmantelamiento, hubieran perdido ya por lo menos algunas de sus funciones vitales. Capitatismo EI capitalismo supone la satisfacclén de las necesidades a través del dinero. Y supone también un tipo de sociedad en Ja cual el dinero es el modo de intercambio principal, la me- 40 da del valor, e1 medio de satisfaccién de las necesidades. En fibcicdad feudal la base del ntercambio era la reciprocidad, sce definia por juramento o promesa. Ambos sistemas son ei egticos. Efectivamente, al donde el dinero se usa exter- Mihnente, alli donde es facil ganarlo, el juramento y la prome- Sfesultan innecesarios; el dinero dard a cierlos hombres la Mbilidad de volver a pensar sus promesas, de cambiar de PeSidenela, de buscar en otro sitio proteccién y justicia. El ero crear hombres sin amo ni sefior, capaces de floar Ii Bremente en los intersticios de Ia sociedad. Alli donde el dine- Po.penctra un sistema construido sobre la base del trueque y fp promesa, termina por disolverlo. Es por esto por lo que tan mnenuldo el dinero ha sido objeto de regulacién stricta y de sancion religiosa Debido a st influencia destructora y a los controles socia- Jes estrictos sobre su uso, el dinero era provisto, tanto en Europa como en otros sitios, por aquellos que vivian mar hides de la sociedad: judfos, armentos, griegos y chinos ex franjeros,o bien eagentes de’ tierra» 0 comisionistas que cul {uralmente no formaran perte de la sociedad en la que opera- ban. Concentrar el uso del dinero en manos de quienes evan fulluralmente diferentes servia para lmitar sus efectos per- fudiciales sobre la socledad en su conjunto, De aqut se der aba tambien Ia persccuclén que, en nombre de la protec- Gion de la sociedad tradicional, sufrfan periédicamente esos PET capitalise Jesorgantea In soctedad tradicional, ea cler to; pero también crea, en aquellos que en ¢l se apoyan, una faructeristica peculiar’ la de asemejarse mis 0 menos entre si. E1 dinero tlene sus propias reglas y vuelve semejantes en iniereses, perspectivas y modos de pensamiento a quienes de- Penden de él. Estos ya no se distinguen por todas las peculia Fidades presentes en la sociedad tradicional. Por el contrario, Slo se diferencian en que unos pueden tener més dinero y biros menos, no en sus atributes, nombres ni costumbres. No 5 casual que los holandeses fueran los mas homogéncos, 1os mis parecidos a To que seria una nacién en el siglo xvi, pues Holanda fue la snaeién» mas dominada por los valores mer canties. Antes de los grandes descubrimientos de oro en el Nuevo Mundo, cuando la provisién de dinero en Europa era limita: ds, s6lo era manejado por eirculos de la banca y familias de Ibangueros que tenfan un monopolio més o menos efectivo so 4 bre su control y circulacién. La técnica bancaria se extendié de Italia a Flandes en el siglo xr, pero los grandes bancos lombardos mantuvieron su preeminencia y dominaron el sec- tor hasta bien entrado el siglo xv. Durante esta fase primitiva del capitalismo, el capital existfa integrado en el seno de la so- ciedad tradicional sin mds efecto que el de limar sus aristas, En realidad, el capitalismo quedé incorporado a ella y prée. ticamente feudalizado. Quienes lo administraban se convirtie. on en una «casta» especial que operaba en el marco de reglas fijas al servicio de las casas reales y aseguraba el dinero con fines comerciales a las pequefias industrias y a los comercian- tes que, a su vez, constitufan asociaciones particulares casi feudales. Sin embargo, atin entonces, particularmente en los paises maritimos del litoral atlantico y en los Estados-ciudades del norte de Italia, comenz6 a afectar las estructuras sociales, y si bien las formas particularmente extremas de la estructura feudal —como la servidumbre— eran practicamente descono- cidas en esas regiones con posterioridad al siglo xnr, ello se debié en gran parte a que eran los puntos de acceso de la pro- visi6n de dinero y del comercio, Después del siglo xvr, la provisién de dinero en Europa se vio draméticamente incrementada, de tal modo que el dinero. ya no era s6lo objeto de manipulacién por parte de los ban- ‘cos, sino también de grupos de compafiias comerciales a ma- yor escala y con buenas perepectivas de desarrollo, El comer io se convirtié en un objetivo importante del capital. La cir- culacién de dinero se expandié muchisimo y tenfe lugar en grandes cantidades entre los drdenes superiores, En esta eta a no quebré el sistema de castas; en realidad, més bien sir- vié para consolidarlo, No obstante, en el interior de aquellas castas produjo cambios de distintos tipos, En Inglaterra, don- de el mercantilismo estaba relativamente avanzado, la riqueza se convirtié en un escalén importante hacia el pader y el pres- tigio, y, en el siglo xvrr, los nuevos soberanos de tocas parte a fin de asegurarse las Iealtades de la aristocracia y recursos propios de los que tenfan gran necesidad, comenzaron a ven: der cargos por dinero y no ya por servicios, para Ic cual des. defiaron los vinculos hereditarios y crearon nuevos cargos. En Francia se desarrollaron en la nobleza dos nuevas castas que habfan comprado sus titulos, castas en las que era ficil entrar Y que compartian muchos valores y caracteristicas de Ia clase R urguesa o de la mercantil, por mucho que sus miembros tra fanaa de evitar Ia contaminacion : Desde ia ditima década del siglo xvrt hasta la de os afios 17401730, Ios comerciantes, afin de maximizar sus beneficios, {eihenzaron a importar materias primas para hacer de ellas fienes terminados en el pais. Es ésta la fase manufacturera Ubsmictiada del capitatismo. Durante este periodo el dinero co- $erizé @ circular mucho mas extensamente en amplias regio- pes rales de toda Europa y in magnitad de su efecto era oporeional a las estructuras rurales correspondientes. Cada Pre fueron mas los campesinos que, habiendo tomado el cami- No del trabajo, comenzaron a satisfacer sus obligaciones feu- Tates con dinero, y no ya en especie ni en prestaciones perso- ales. Ademés, comenzaron a requerir Ia total liberacion de {is obligaciones por medio de grandes pagos, que los doja- Han en total libertad respecto del sefiorio,en calidad de epro- Plctarioss de sus tierras,al mismo tiempo que los grandes se- Fores comenzaban a pagar a los trabajadores por el servicio fn suse fundos, con nitida inversién de las antiguas relacio- nes feudales. ‘All donde se impusteron estas précticas, la antigua const tucién, asi como toda la estructura de derechos y deberes se io gravemente perturbada: las vicjas_costumbres.parecfan Jnsdecudas, anticuadas y obsoletas, ¢En la jurisdiccién de quia se situaba al hombre de propiedad? Para Ia aristocra a, estas précticas encerraban tina declinacién de sus obliga ones reales y la dejaban con la mera exhibicion de! privile fio 0 los titulas, pero sin responsabllidades reales. De aqut, en parte, Ia efcacia del etaque racionalista, Hacia el final del siglo xvrm, el antiguo régimen habla co- menzado a cambiar alli donde ‘estos procesos habian tenido Igar desde abajo y desde adentro, pero ain podia asimilar estos cambios gracias a la elaboracién de sus estructuras, sin hecesidad de alterarlas radicalmente, Bajo los antiguos bla Sones lograban preponderancia nuevos grupos; cl espectéculo Exterior habia evolucionado y su esencia intima se habia ero- Sionado, pero aun se podia reconocer su forma y conservaba intacta su retdrica. Si el antiguo régimen se acomiodé al ca- pital este dtimo tambign se adapt6 al antiguo regimen, El ca Pitalismo anterior al siglo xix operd fundamentalmente en Ios Interstcios de In sociedad tradicional. La «gran transforma: tiéns, como la ha llamado Karl Polanyi, fue realizada por el tapltalismo industrial de capital intensivo A diferencia de las formas anteriores de capitalismo, el capitalismo industrial —segin Polanyi— necesitaba condicio- nes especiales para sus operaciones. Estas condiciones proce- dian del coste de la planta industrial; para sufragar esos cos- tes y para pagar las operaciones industriales, los protoindus- triales necesitaban una oferta de trabajo estable y fiable, una oferta también estable y fiables de materias primas y un mer- cado suficiente como para absorber el producto en grandes cantidades!’ Eric Hobsbawm ha colocado en primer lugar a este ultimo, y ha sefialado Ia posesién de un imperio de ule tramar como una precondicién esencial de la indastrializa. cin de Inglaterra En resumen, la industrializacién requeria Precisamente el tipo de movimientos que las leyes consuetudi- narias y los privilegios corporativos y urbanos de Ia sociedad tradicional hacian imposibles, All{ donde se dieron estas libertades, dichos mozimientos se Utilizaron para sacar la gente de la tierra y Hevarla a las fabricas. Donde no se dieron, se crearon las condiciones ne. cesarias con la climinacién de la servidumbre. Estos cambios destruyeron al campesino en tanto campesino. Lo convirtie- ron en un trabajador de pago, en un hombre no aiado a la tierra ni a localidad alguna. Si el mercantilismo y a sistema de manufactura domiciliada habian creado grupos esporddi- cos de hombres sin amo, el industralismo cred masas de Al comienzo, los artesanos urbanos intentaron competir con la produccién mecanizada mediante ruinosas reducciones de precios; luego, o bien fueron absorbidos o bien, somo los tejedores de telares manuales ingleses, lisa y lanamente des- truidos. Adoptaron en la industria ciertas précticas propias de la guilda. Los primeros talleres de acero de la firma Krupp, en 1830, tenian veintisiete grupos diferentes de artesanos so- bre un fotal de un centenar escaso de trabajadores. Pero a me- dida que el artesano se convertia en un trabajador fabril, el gremio como tal desaparecia, En Inglaterra fue reemplazada por la Friendly Society, que era una cooperativa de trabajado- res que protezia al trabajador con medios completamente dis- tintos de los que utilizaba la guilda para proteger al artesano. 7. argumento se encuentra detalladamente desarrollado por K. Po: Lar, The Origins of Our Time: The Great Transformation, Londres, Gollance, 195, é 8. En su Industry and Empire, Londres, Weidenfeld and son, 1968, que es un iotento de relacionar ambas circunstancias, 4 I nuevo sistema necesitaba mercados para verse libre de sos sestrcciones feudales; as chudades suprimieron sus tibu 02S duanas, Necesitaba también transportes para trasladar 59 oetoe mereados; a partir de la década de 1860-1870 sc bijajo en Estados Unidos un trasado de grandes poblacio- area cge el Este hacia el Oeste, que fue posible gracias al Be cimiento de transporte francoy terra barata; dela misma ofgera que mas tarde se utlizaria el ferrocarnil para el Plansporte de bienes. Juntos, estos desarrollos_ transforma Kornigs relaciones de jas ciudades, tendiéndolas —tal como Sprervara un aufor— a modo de cuentas en tn hilo para col er alrededor del cucllo de una gran ciudad en auge, que ogo. ssumia tos servicios que. con anterioridad ofreciera {aids una de esas localidades? Por este camino, o bien de fauin o bien alteraba signficativamente Ia nocién de localidad Jia de particularidad que con ella habian florecido Estas practicas tuvieron lugar toda vez que hubiera mate- rias primes en espera de explotacion o ferrocarziles por cons- fruir'y, donde quiera que esto sucediera, encontramos Tas fhismas transformaciones, Si Ludlow abolié sus privilegos, lo tuismo hizo Oudh, Sila «propiedads se expandié gradvalmen {een el interior y las tierras comunes se dividieron, éste mis tho proceso y por las mismas razones se impuso también en Tlenerior, al antiguo sistema de tenencia de la tierra en la In di, a las tierras tribales allende la frontera norteamericana Ya las tierrastribales de Africa. Sies cleo que en Inglaterra Erhujo de bienes de produccion masivadestruyo al tejedor del {elar manual, un flujo semejante de los mismos bienes destru ya los tejedores indios. ¥ si es clerto que la sociedad tradi Bonal se habia quebrado en el pais debido a la introduccién ds a mineria, esa misma tineria quebro también las estruc fur tribals del exterior, en Africa, América det Sur y Ame flea Central Tnternamente, este proceso recibié el nombre de indus trilizacion; en el exterior, se le liam imperiaismo. En cie tos sentidos, las diferencias eran pequefias. El abuso de nati os y la destruccin de las cominidades, estructuras y_mo- dos de vida tradicionales en el extranjero tena su paralelo 9, Henry V. Bruows (ministro neoyorquine), «The townward ten. dency», en The City, 1872, p. 38, ctado por Thomas Bexper, Commun ty and Social Change in America, New Brunswick, Rutgers University Press, 197%, p. i10 45 fen el mismo abuso de nativos y en la misma destruceién de sus comunidades y modos de vida tradicionales en el interior. Lo diferente fuc la manera en que se trat6 de aliviar la situa cién: mientras los trabajadores ingleses lucharon per la «re Presentaciéns, los indios, mas tarde, se unieron para luchar por la liberacién de la India de la «dominacién extranjera ‘A medida que la nueva clase se formaba y exteadia sus actividades, a medida que sus miembros aumentatan y su Tiqueza crecia de forma espectacular, su organizacién, sus deseos y sus ideas comenzaron a adoptar formas politicas concretas. El lenguaje de sus reformas era casi siempre ra: nalista y sus concepciones estaban inspiradas en concep- clones racionalistas. Lo que Locke, Adam Smith y Arnold Thaer sostenian apoyados en Ia raz6n, el capital lo sostenia apoyado en cl interés, Io que dio origen a la sospecha —nada sorprendente— de que el uno no era mds que el epifendme. no, una nube de vapor exhalada por el otro, Bajo esta presién se comenzé a reformar las antiguas cons- tituciones politicas. A partir de finales del siglo xvi y a lo largo del siglo xrx, la monarquia de derecho divino retrocedid, en las organizaciones politicas europeas, tna tras otra. Fuera por revolucién, o por evolucién, se vio alterada para dar paso ‘a nuevas formas pactadas 0 constitucionales. El privilegio y la jerarquia cedieron para dar paso a una jerarquia diferente, bbasada en la riqueza, rangos ocupados por individuos con va lores ¢ intereses diferentes, mientras que, por debajo, las abultadas filas de hombres sin amo, libres de Tas comunidades tradicionales, dirigian sus intereses y lealtades politicas en ‘uevos sentidos, més adaptados a sus nuevas circunstancias, Las Friendly Societies dieron paso a los sindicatos, a los bai cos de ahorro y los almacenes cooperativos. Los agricultores norteamericanos fundaron el Grange; mientras que sus com: patriotas del sur fundaron el KuKlux-Klan, y todos comen- zaron a disputarse la representacién en la maquinaria del Estado, la cual se mostraba cada vez mas como el recurso mis eficaz de intervencién en beneficio propio. Particular interés presenta al respecto la Compafita de las Indias Orientales, una de las grandes sociedades de privile gio de 1a era mercantil. En 1833 se le retird el monopalio so bre el comercio de la India, por lo cual, a fin de preservar su posicién en las nuevas circunstancias, decidié ejercer una re- novada influencia sobre el gobierno, Comenz6 a intzresarse de un modo hostil por la condicién moral de los principes de 46 j, su eficacia como gobernadores y el bienestar de sus siib- Te Uno a uno, se requirid a estos principes que aceptaran fnejoras en su gobierno; a mediados de siglo eran destituidos la Compania retomaba sus administraciones. Era, en verdad, ina extrafia parodia de lo que ocurria en Gran Bretafa Pero si bien es cierto que el racionalismo y el capitalismo ‘eran aliados poderosos en la transformacién del antiguo régi- men, también lo es que no operaban solos. Ya fuera que cada tino trabajara en su propia esfera o que lo hicieran de consu- ho, en general tenfan como objetivo el aparato del Estado para fomentar sus intereses o apoyar sus concepciones. Ya fuera que cada uno trabajara desigual o esporédicamente, a menu do el soberano generalizaba aquellas tendencias desiguales en ormas generales para el conjunto de la sociedad. Pero el Es- ado no era un mero agente de estas tendencias, como a veces se ha sefalado. Hace ya mucho tiempo, de Tocqueville mostré ‘que, aun antes de que las tendencias racionalistas sacudieran Francia, y aun antes del florecimiento del capitalismo —que por entonces no era todavia nombre genérico—, el Estado so- Serano ya habia comenzado a incidir sobre las estructuras de Jn sociedad tradicional." En realidad, si el racionalismo y el capitalismo penetraron mas profundamente en el Estado so- berano, ello se debié en parte a que el Estado habia preparado el camino. EL ESTADO SOBERANO La influencia destructiva del Estado soberano sobre as rmiiltiples autoridades de la sociedad tradicional descansaba fen su afirmacién —cuando tal pretension existia— como fuen- te tinica de autoridad. La simple idea de fuente tinica se opo- nia a aquellas como su antitesis y su mera existencia desafiaba las costumbres y derechos tradicionales. En Europa oriental, donde més se habfan conservado las caracterfsticas medievales de delegacién de la institucién real y donde la idea de sobe- ranfa no tenfa gran influencia, y en los imperios del Este, don- de el Mandato Divino se consideraba reflejado tanto en la 10, De Tocovevns, The Ancien Régime and the French Revolution, Londres, Fontans, 1966 (Ia, ed., 1856). El estudio de De Tocqueville se fencuentca entre los primeros que cucstionaron la nocldn de que el ra Glonalismo habia socavade por si solo el Ancien Régime 7 sociedad como en las dinastfas celestes, el principio monérqui co subsistfa junto con las estructuras aristocraticas, feudales y religiosas sin perjuicio alguno para éstas. Ciertamente, Ia ausencia de la nocién de soberania era Io que explicaba en parte la persistencia de tales estructuras en Oriente. En Ocei dente, especialmente en Francia, la idea de monarquia, al tar sélidamente unida a la nocién de soberanta, requirié ca de inmediato la subordinaci6n, la reduccién de derechos y privilegios y el sometimiento de la Iglesia, Cuando el stats princip comenz6 a influir en la sociedad tradicional, y los soberanos a fundamentar su aspiracion a go- bernar sobre Ja idea de que sélo debia haber un principio de autoridad, el objetivo que se proponian era el de domefiar tan sélo aquellos elementos que més adversos les eran; la inde- pendencia aristocratica y la interferencia papal. Sobre la pri mera, el Estado actuaba a veces por la fuerza de las armas, y regularmente mediante el recurso menos arriesgado de inter- cambiar el privilegio de indole honorifica o financiera por el privilegio de gobierno independiente y tareas administrativas, De este modo, los soberanos concedieron el favor y al privile- gio de la corte a cambio de una limitacién de los amplios dere- cchos feudales en todo el pais. Otorgaron honores que debian obtenerse en la corte, con el propésito de mantener alli a los aristécratas, y extendieron sus propios esfuerzos a la justicia, 1 alivio de ios pobres y la defensa, con el fin de anular el peso de los aristécratas en el pais bajo su soberanie, Fue asi como Ja aristocracia comenzé a ganar jerarquia y foctuna sin ninguno de los riesgos, deberes o taréas que por doquier se tenian como su Jégico concomitante, mientras que las cortes sefioriales, posesiones rurales y ciudades condales, privadas de personajes locales importantes que les dieran vida, no pudieron luchar contra el olvido y se adaptaron, cuando era menester, a las nuevas funciones, La religién se determinaba en Ia corte y, al principio, la homogeneidad religiosa se impuso para evitar disidencias. De abf que la religin pudiera cambiar con el monarca. En 1685, Luis XIV revocé el Edicto de Nantes, con lo que logré Ia uuniformidad religiosa. Para asegurar el cumplimiento de los edictos reales, el soberano se enfrenté a las ciudades para limitar los derechos de autodefensa de éstas, Esta circunstan- cia revestia una importancia particular debido a que a menudo Jas ciudades eran un espacio de disidencia religiosa. En las ciudades en las que habia habido cuerpos electos 48 de corps de ville y asambleas generales, el derecho de designa- ign de estas tiltimas se proclamé como el derecho de desig- pracién real y fue objeto de donacién o venta a los notables lo- Gales a modo de privilegio real. En 1692 se abolié en Francia fl derecho a convocar elecciones municipales y, en adelante, Jos cargos municipales se venderian. Su objetivo no era tanto cl de recortar las «libertades» de las ciudades, pues éstas po- fan recuperarlas con la compra, como el de contribuir a la politica de financiamiento de Ia corte. Lo cierto es que socavé Ja independencia de las cludades y erosiond sus estructuras, por no hablar de su prosperidad. En Francia, donde los tribu- hnales ordinarios, los parlements, eran libres @ independientes de la autoridad real, los reyes echaban mano al recurso de Jas cortes de justicia «excepcionales», destinadas a promover juicios en los que se veian implicados la autoridad y el inte- és del rey. Estos juicios excepcionales se extendieron hasta cubrir cuestiones del dominio ptiblico y, lo que tesricamente fra una excepcién, se convirtié en regia fija, Cuando declina- ron los derechos de los tribunales tradicionales, también de- cliné el derecho consuetudinario, que se vio erosionado y final- mente reemplazado por leyes positivas y normalizadas. Ali donde el rey declind sus obligaciones 0 se dedicé a pricticas de tal tipo que esas obligaciones declinaron, 0 bien quedaron sin cumplir en absoluto o bien tuvo que hacerse cargo de ellas una agencia central, una burocracia, El creci- miento del poder burocratico sigue pari passu al crecimiento del poder estatal o real; 1a extension y profundidad de uno igualara siempre la extensidn y profundidad del otro, En Fran- cia, bajo Richelieu, el sistema fue el de un Consejo Real y una treintena de intendentes provinciales que manejaban toda la administracién ordinaria de las provincias, En 1704, John Law, controlador general escocés que Luis XIV se trajo para esta: Dblecer un banco real francés, se declaraba asombrado al em- contrarse con que todo el reino era gobernado por treinta hombres y de que evuestros parlamentos, grupos sociales in fluyentes y gobernadores no pintan absolutamente nada en todo esto». Las funciones de los intendentes se fueron am- indo de modo sostenido durante el siglo xvrit, a medida gue la villa y el campo se iban vaciando. A medida que aumentaba Ja influencia del edicto real en el gobierno del pafs, en detrimento del derecho consuetudina- tio local y discreto, este Gltimo iba muriendo, En 1806, el Estado francés eliminé hasta los iiltimos vestigios del antiguo 49 derecho de la sociedad posfeudal por medio de la :mposicién le un cédigo legal absolutamente novedoso que racionalizaba los edictos reales del pasado en un sistema completamente organizado y coherente, el Cédigo napolednico. Era el sueno de Bentham convertido en realidad. Cuanto més se erosionaban las costumbres, las peculiari- dades locales y las instituciones independientes, que perdian fo veian desgastadas sus prerrogativas, tanto mds anémalas y peligrosas parecian las que ain quedaban. Cuanto més go- bernaba el soberano, mds eran las excepciones a esa regla que se presentaban como inadmisibles centros de resistencia po tencial 0 real. Al gobierno inglés del siglo xvm le bastaron simples compromisos con los escoceses para mantener su so- berania. Pero hacia 1707 encontré que un parlamento auté- nome era alli inaceptable, y consiguié eliminarlo. A mediados del siglo xviir, las tierras montafosas de Escocis, que esta accién habia dejado més al descubierto, fueron objeto de operaciones de limpieza, y se encarcelé o masacré a sus ha Ditantes, Lo que en el siglo xvi1 era aceptable se habia vuelto intolerable en el xvi La erosién de los dialectos locales y la diversidad de len guas era en todas partes resultado de edictos rea‘es y de la accién burocrdtica. En 1539, mediante el Edicto de Villiers: Collerets, Francisco I convirtié a la langue d'oil en lengua del Estado, y Richeliew fundé la Académie Francaise para mol dear y controlar el uso de la lengua. En 1790, José IT intenté ‘extender el aleman a Hungria, En 1879, 1a Ley de Educacion Heingara hizo obligatoria la ensefianza del magiar en todas las escuelas primarias, En 1887, la burocracia rusa impaso el ruso como lengua de ensefianza en las escuelas del Estado. Fue el Estado francés, dinamizado por la revolucién, el que abolié por completo el régimen feudal con sus decretos del 4 de agosto de 1789. En 1790 abolié el régimen de aranceles interiores, Bajo la denominacién de eyes anticombinacién, de 1791, disolvié los gremios y las compaiiias de mercaderes, En 1793 catalog6 los pesos y las medidas, En 1795 dio a los franceses un sistema uniforme de impuestos. Carcelé todas las leyes de primogenitura y herencia, con lo cual destruy6 los tiltimos vestigios del sistema feudal en materia de jerarquia y privilegio. Los ejércitos napoleénicos llevaron est2 estilo de centralizacién burocrética, nivelacién y reglamentacién a Europa central y los nuevos regimenes que establecié Napo- leén en Ia regién del Rhin abolieron, de acuerdo con cl mo- 50 elo francés, la servidumbre, las aduanas interiores y los fgremios. Todo el conjunto del antiguo derecho consuetudina- Ho fue eliminado por la imposicién de variantes del Cédigo hhapolesnico. Cuando Hegel insistia en que fue el Estado el ‘que creé la nacién, no estaba mirando hacia adelante en la fiistoria de Alemania, sino hacia atrés en Ia historia de Fran- cia. ‘Cuando, en 1870, Alemania fue unificada «desde arribax yy se formé el Reich, Ia mayorfa de los alemanes no vieron en ste procedimiento nada diferente de la experiencia de sus ve tinos occidentales, esto es, la sustitucidn del «crecimiento forgénicor de Francia e Inglaterra por la Union epor la fuer za», Parecia una repeticién de la misma, aunque menos cruen. ta. Aqui, lo mismo que all, el Estado se extendia sobre los restos feudales del antiguo régimen para disolverlos y hacer que todo obedeciera a la misma ley. En las décadas de los afios sesenta, setenta y ochenta del siglo x1x, los aparatos estatales de Hungria y Rusia comen- zaron a adoptar estas autoconcepciones y formas de operar Comenzaron a orientarse contra las comunidades tradiciona- Jes de sus reinos. En Rusia, la servidumbre se aboli6 en 1861. La administracion htingara, bajo el nombre de magiarizaciGn, impuso a los hiingaros una lengua comin. En 1889, los rusos climinaron los privilegios escolares y universitarios de los ar- menios y los alemanes del Baltico, Suelen distinguirse las nuevas naciones de Asia y Africa ac- tuales de las «viejas» naciones de Europa sobre la base de que sus naciones son creaciones artificiales a partir de di- versos grupos tribales y culturales. Recordemos la ley héngara de nacionalidades, promulgada en 1868, que proclamaba: «To- dios los ciudadanos de Hungria forman una sola nacién —la indivisible y unitaria nacién magiar— a la que todos los ciu- dadanos del pais pertenecen cualquiera sea su nacionalidad.» LAS NUEVAS CREACIONES El progreso del Estado Nacién moderno no consistié sim- plemente en el desplazamiento de las viejas instituciones, Las AL. Citado por F. H. Kinsey en Nationalism and the International System, Londres, Hodder and: Stoughton, 1973, p. 3S 51 fuerzas que destruyeron el Antiguo Régimen dejeron a su paso nuevas creaciones —nuevas instituciones y nuevos tipos de relaciones sociales— que volvieron a tejer una trama so- cial completamente nueva. El racionalismo creé la idea del «ciudadano», esto es, del individuo que reconoce el Estado como su ambito legal. Creé la idea de un sistema de derecho uniforme en todo el pais. Creé también la idea de igualdad legal, segtin la cual todos Jos ciudadanos tienen la misma categoria ante el sistema de derecho. Creé la idea de que el Estado existe para servir a los ciudadanos. Creé Ia idea de lealtad a un grupo social mas amplio que el clan o la casta, El capitalismo creé la «masa» es decir, los hombres sin amo y en libertad para vender six fuerza de trabajo— y, por ende, las condiciones materiales de Ja ciudadania moderna, Cre6 las condiciones de la comunica: cién masiva entre ellos. Creé, sin lugar a duda, las clases y las istinciones de clase, pero al mismo tiempo vinculs entre si esas clases mediante una intrincada divisiOn del trabajo. Pro- yecté esa divisién del trabajo sobre vastos territorios y puso en relaciones funcionales inmediatas a regiones hasta enton- ces distantes ¢ incomunicadas mutuamente; los productores occidentales de grano de Estados Unidos Iegaron a depender de las finanzas del Este, de los mercados del Este y del trans. porte del Este, Creé, por tltimo, la necesidad de cantrol con- tinuo de todas esas complejas interdependencias, El Estado creé también lenguas comunes y sistemas de edueacién comunes, al mismo tiempo que impusc sistemas legales comunes en el marco de limites estatales dlaramente establecidos. Creé tarifas aduaneras estatales en sus fronte ras, deudas estatales y bancos estatales que administraban los fondos en todo el Estado. Y creé burocracias nacioncles y ejér- citos nacionales que socializaron sectores de potlacién de diferentes regiones y clases sociales. Tistos son los rasgos caracteristicos del Estado moderno; son precisamente los rasgos que constituyen su modernidad. Pero también son los rasgos caracteristicos del Estado Na- cidn; fueron ellos los que crearon el Estado Nacién. El Estado modermo y el Estado Nacién son fenémenos coextensivos. En el proceso de desarrollo, Ia modernizacién y la construccién de la nacién implican el mismo programa. Sin embargo, no todos los Estados que se proclaman E: tados Naciones presentan estas caracteristicas. Asi, la India tiene atin regiones de pueblos diferentes; los malasios siguen 52 ablando lenguas diferentes; los africanos conservan atin cier- arrehd ala tribu, Pero sus dirigentes y muchos de sus ciu- anos desean aproximarse a. aquellas caracteristicas. De daieijesarollar burocracias c inversiones de capital, Descaa FRlusollar sistemas de educacién comunes y sistemas comu decaf impuestos. Descan desarrollar un pueblo comin con Pes Jengua comn. En estas circunstancias, la proclamacion $B Estado Nacion es el enunciado de una meta por conse- iy el resumen de un programa politico; y los lamamientos Sub Jeslizan a sus naciones, todavia fictilas, son amamicn- eee ia puesta en préctica de este programa. ¥ se convertiraa {G stados Naciones precisamente en la medida en que ese programa pueda cumplrse. LECTURAS COMPLEMENTARIAS Para una exposicién general del desarrollo del Estado Nacién, vvéase Hans Koux, Nationalism, its meaning and history, Prince: fon, NI, Van Nostrand, 1955; para aspectos espeefficas de ese de- fartollo, Charles Tily,'ed,, The Formation of National States in Western Europe, Londres, Princeton University Press, 1975. Para tina comperacidn sociologica de las diferentes formas de Estado feccidental que se han dado a lo largo de su evolucién, véase Gian- Franco Pocet, The Development of the Modern State, Londres, Hutchinson, 1978. ‘Sobre el desarrollo del Estado, véase el cldsico de A. ve Tuc uBViLe, L’Ancien Régime et fa Révolution, de 1856. ‘Una buena introduccién es J, R. STRAYER, On the Medieval Ori gins of the Modern State, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1970, Véase tambien J. H. Suewvay, The Origins of the Mo- ddern European State 1450-1725, Londres, Hutchinson, 1974, y Ernest Banus, The Development of Public Services in Western Europe, 1660-1930, Londres, Oxford University Press, 1944. La obra de Seton Watsox, Nations and States, Londres, Methuen, 1977 abarca la his- foria fuera de Buropa; y dado que en las revisiones generales se sucle descuidar a Estados Unidos, vale la pena citar A. ScuLesiN: Gre, Political and Social Growth of the American People, 1865 1944, Nueva York, Macmillan, 1941, ‘Sobre capitalismo, véase Karl PoLanvs, Origins of Our Time: The Great Transformation, Londres, Gollancz, 1945, que deberia leerse junto con S, Pollard y C. Holmes (eds.), Documents of Eu ropean Economic History, vol. 1, The Process of Industrialisation, 1750-1870, Londres, Edward Arnold, 1968. Para estudios més deta- Hados, véanse, sobre la industria del algodon en Lancashire, Neil 33 ‘Swaisen, articulo incluido en Social Change in the Indastrial Re- volution, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1962, y Martin Kireux, The Political Economy of Germany, 1815-1914 Londres, Croom Helm, 1978, Referente a por qué podria haberse derivado el naclonatismo fa partir de estos cambios, véase Ernest Guxmr, «Nationalism», en su Thought and Change, Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1964, Sobre el cambio rural, véase Jerome Buum, The Eud of the Old Order in Rural Europe, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1978, y Fugen Wasie, Peasants ‘into’ Frenchmen, Londres, Chatto and’ Windus, 1977 ‘Sobre racionalismo, W, E, H, Lecxy, History of the Rise and Influence of Rationalism in Europe, 1a. ed, 1865, que sigue siendo uma de las exposiciones més completas. Exposiciones mis moder- nas son las de Carl Becker, The Heavenly City of 18ta Century Philosophers, New Haven, Conn., Yale University Press, 1932, para tuna revisién’ general de las ideas de la Ilustracién, y R, BENDIX. Kings or People: Power and the Mandate to Rule, Lomsires, Unk versity of California Press, 1978, para ideas politicas renovadoras. Il, Variedades de nacionalismo A. W. Orridge 1s Ie Antes que nada hemos de explorar la naturaleza y mites de este tema a través del examen de dos afirmaciones: fa de que el nacionalismo es distintivamente moderno y Ia de jue esta muy extendido. No cabe duda de que donde quiera que se hayan regis trado actividades humanas, se encuentran sentimientos de apoyo a instituciones politicas y de apego a una cultura o a tuna regién. Los ciudadanos de Atenas experimentaron un sen: ido patristico por su ciudad, los romanos por su ciudad y su imperio, los germanos y los judfos de Ia antigitedad por lis grupos culturales a los que pertenectan. Donde quiera que se construyeran imperios por conquista, los pueblos conquis- tados resistieron y sintieron hostilidad hacia los invasores. ‘A menudo aprovecharon todas las oportunidades posibles para expulsar a los gobernantes extranjeros, incluso después Ge muchos afios de dominacién imperial. En todos los pe- todos y en todos los sitios, los hombres han experimentado ffecto por el pueblo, las costumbres y el medio fisico en el {que crecieron. Sin embargo, se trata de algo diferente del na. Gionalismo moderno. En efecto, puede que el afecto a los hi bitos, los vecinos y el escenario de la nifiez sea practicamente universal, pero nadie tiene un auténtico sentimiento de afecto yy vecindad respecto a todos los habitantes de un pais del ta- nafio de Inglaterra, o ni siquiera de naciones més pequefias, Como Dinamarca, ni tiene un conocimiento fntimo de las cos- fumbres y los escenarios de estos paises en su totalidad. A ve- ces, hasta hace algiin tiempo, semejanzas culturales mas am- plias atrajeron un cierto tipo de devocién patristica, pero esto raramente se reflejé en estructuras politicas. Los griegos y los germanos de la Antigiiedad eran conscientes de su dife Tencia respecto a otros pueblos, pero sus respectivas unidades ppoliticas eran ciudades y tribus, a menudo en agrio conflicto Teciproco, y Unicamente la amenaza exterior producia una tinidad temporal. Antes de los titimos dos siglos, en cualquier época y lugar, habria resultado sin duda muy extrafla, y muy alejada de la realidad politica, una conexién intima entre, 55

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