You are on page 1of 51
ofturmog mes ‘91145 ap ofeaueg zeq rede op ug1rensny] aLINsY OBIE orensTwi0y [q Aguirre, Sergio E] hormiguero. - 1a ed. - Buenos Aires : Grupo Editorial Norma, 2008, 104 p. ; 11,6 x 20 cm. (Torre de papel) ISBN 978-987-545-481-1 1. Literatura Infantil y Juvenil Argentina. 1. Titulo CDD A863.928 2 Copyright © Sergio Aguirre, 2008 Copyright de la edicion en espafiol © Editorial Norma SA, 2008, para Estados Unidos, México, Guatemala, Puerto Rico, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, San Salvador, Repiblica Dominicana, Panamé, Colombia, Venezuela, Ecuador, Per, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile AA. 53550, Bogoté, Colombia Reservados todos los derechos. Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra, sin permiso escrito de la Editorial. Impreso en la Argentina ~ Printed in Argentina Primera edicién: enero de 2008 Carta reimpresin: abril de 2012 Edicién: Constanza Penacini Diagramacién y armado: Daniela Coduro ISBN 978987-545-481-1 CC 28000392 Contenido Capitulo 1 Capitulo 2 Capitulo 3 Capitulo 4 Capitulo 5 Capitulo 6 Capitulo 7 Capitulo 8 Capitulo 9 Capitulo 10 Gi lo UL Capitulo 12 Capitulo 13 Capitulo 14 say 15 19 23 27 31 35 41 45 47 51 55 59 aipod nu op ouowaw vpuanb yy 66 16 £6 68 $8 18 LL €L IL L9 €9 Sz ojmardeg, 7 ormaideg €7 o[mideg 7 oqnaydeg, Tz ommadeg, 07 orden 61 oynadeg gt omnadeg LL opmdes, 91 omnadeg, gt omadeg “Una hormiga sola no podria considerarse que tiene algo especifico en su mente. Varias hormigas juntas, rodeando una presa, parecerian tener una idea en comin. Pero recién cuando se ve la sombra de miles de hormigas cubriendo el suelo del bosque, es cuando se puede percibir a la Bestia, Lewis Thomas E, dia que Omar se fue de vacaciones @ la casa de su tia Poli, en el campo, amanecié lloviendo. La terminal de émnibus estaba repleta de gente y la madre de Omar un poco angustiada. Era la primera vez que su hijo se iba de la casa por muchos dias. Subieron juntos al micro y, después de encontrar la butaca, lo abrazé, lo bes6 una vez mas y le dijo: —Si extraiids, te volvés. Eso era exactamente lo que el padre de Omar no queria que ella’dijera. Cuando su madre'se bajé, Omar comenz6 a buscarla entre la gente que habia rodeado el -asrednooaid anb zyua} ou onb opuesuad ‘oueut e] ua ByPOUE F] os ‘aid ap Jeuruzay ¥] wa Opanb as 1eU1E) “sayjeo se] ua arpeu eiqey osodurey, “eueUeW eso ap kIANT] e] ap seunse] seungje ueyuay A e118 ap wera sayyeo se] ouRIaA ap b1seIs esa Ua OIIDTSap ‘so]OqIY ap Opeapor o1Bayoo un 4 seseo seungye uejaa as sruoayug ‘sooueg sop 4 epeypar eysayed eun exo ofary odsiqo ap yeurwiay vy ‘gouene snqruwg 1 -arpeu eIqey ou FIP o19g ~equiadsa 9] Hog eR ns anb eyuodns ag -sopel sopor eEeY oMTUT A snqTuU9 Jap ofeq as re O peu ajzesed apand on, saypou vljenbe oypip exqey suped ns anb eso wun gpzodaa ‘snqruui9 Ja wo ‘eIOYE “oprensowep osmnb ou o1ag -osoinuau 000d un oy ond RIGBY O] 059 OPO] “op0s ‘soUOTDeDEA ap “eseD hs ap asil |e orex epuas as 1G UpIquIEL -reypnose v ozueope ou anb sesoo seno uoreliq “olqepnpes ‘yemnaeu o8je eis anb 4 ‘ofange ns ap odureo yo ua sepezoduraa eqesed [2 pepo eso v anb esis [g -opos asony anb eapr eusng eun ei ou anb epep ell aa -~lany oppnosip ueyqey saypou seungye vide] "einas eqeisa Ou arpew ng “UTP woo suoWEDeA sns sesed wIpod offy ns anb uN 9] 98 IMIG ap axped TY “eoYP wsseY ‘opeusta wiqey e] eypurey ns ap aIpeN “eqop199) 8 gsaufax opuend opesduzoo eqey anb odure> un uo ‘ofery odsiqQ wa eyata Hog en ey esta ns ap 1aredvsap sa{nur esa A vqen13 eA sng jwuIg [p o1ad ‘tepnyes exed oueUL ey gTEAT] [nce wradures eun euay upiquies zfnur esa anbiod ‘euzew ns exe anb gpared 27 ‘oxfe ua oze1q Jo 09 somes equaad uaingpe anb oa zewig ‘eunzoyereyd e] ap eqelore 2s 4 oyuaTuTAoUL ua osnd 2s opuENd up1DIY sngruwo Jap ead ¥] uoTeLIE>, jopneur egey as apugpy? ope] uNBuru rod Boa yy ou orad ‘uepzed anb so] v opuepnyes oxs1ui Arriba el cielo se habia despejado en parte, pero unas nubes poderosas amenazaban mds Tluvia. iAlgo habia salido mal? ;Por qué su tia no estaba ahi? Decidi6 tranquilizarse, pensar en otra cosa, en la tia, que vendria de un momento a otro, A la tia Poli la habia visto una sola vez, cuando era chico, en el velorio del abuelo. La recordaba linda, con el pelo largo, mas joven que su mamé y las otras tias, y distinta. Esa tarde lo habia abrazado y le habia dicho que se podia llevar adentro a los que queremos. Que lo tinico que hacian los muertos era dejar de estar afuera, Su mamé, en cambio, le dijo que el abuelo se habia ido al cielo, y que tenia que ser fuerte. La madre de Omar nunca se habia Ilevado muy bien con la tia Poli. Aunque eran herma- nas, eran totalmente diferentes. Omar habia escuchado que cuando la tia era joven se hizo hippie, Entonces decia que todos estaban equivocados, que la vida tenia que vivirse de otra manera, y un dia se fue de la casa. Su madre le contd que el abuelo llamo ala policia y la trajeron, pero que a los dos dias se fue de nuevo, y ya no volvié. Con los afios se supo que habia vivido en una colonia de indios mapuches, en el sur, que habia aprendido a fabricar instrumentos musicales, y que habia trabajado para una fundacién que protegia las ballenas. “Y vino para enterrarse en ese campo, més sola que un perro”, dijo su mama una vez. En ese momento vio que se acercaba un sulky tirado por un caballo marrén. Arriba venia una mujer. Omar se quedé quieto. Habian pasado afios desde que la habia visto, pero esta mujer no se parecia a su tia Poli. Sin embargo, el sulky era lo tinico que se movia a esa hora en Obispo Trejo, en direccién a él, y ella estaba sonriéndole: —jOmar! Como llevaba un sombrero, atado con un pafiuelo, Omar no veia bien su rostro. Pero esa mujer era gorda, y estaba seguro de que su tia era delgada. El caballo se detuvo y resoplé. —{Disculpame la demora! Espero no haberte preocupado... —exclamé ella mientras se bajaba del sulky con dificultad. Entonces se acercd y después de mirarlo un instante, dijo: —iMirA que estas grande..! Y lo abrazé. No era como la recordaba, pero era ella. “—so}oea sosany ap souore ap epd wun eqefeq, sexual og ef e] Of|p— oueqoy s° [gq “opury gpared aj reuig & oad ‘oay arueaseg ‘ose yy ouad un vig “e[02 Be] Opuarsour orS0u ond un gparede ‘Qyns jap uoreleq as opuend sosadsa aquow ap epeapoz ‘eyeny ep ouren o8ze] un eseaene anb viqey, Bse9 B] eIseY UPesUa ap UOMOd Je apseq, OVATYPY 1a, 7 EL op [P UPIqUEL, + soomeg SOT, “,epeasag] eT, ‘,cmpoqeny 1d, *2qQuIou un weyUAI sopor { soyperquies ela sodures sox soq ‘aitiow Ja opearasuod, eigey onb euoz e] ua oonm ye ‘odures un ap ompaun [> ua eqease Hog en | ap ese at Vive conmigo desde el afio pasado. Lo deja- ron tirado en el medio de la ruta. Gente desaprensiva... El perro llamado Roberto comenzé a olfa- tear a Omar, que pensaba en esa palabra que nunca habia escuchado: desaprensiva. —jNovedades durante mi ausencia, Roberto? El perro la miré y corrié a su lado mientras ella caminaba hacia la casa. La tia caminaba raro, como en puntas de pie. La casa era muy sencilla, y Omar se quedé mirando el techo. Parecia de tierra. Incluso vio que algunas plantas nacian de é —{Tia, el techo es de tierra? —De adobe —aclaré la tia— Toda la casa es de adobe. Y mira al norte, como la del hornero —dijo en tono de broma.— Tiene sala y tiene alcoba... —y se eché a reir. Aun costado habia dos construcciones, mas pequefias, y un galponcito que parecia la casi- ta del caballo. También vio un aljibe, Arboles frutales y, més alla, el gallinero y una huerta rodeada por tejido. Del otro lado se veia un gran algarrobo, y debajo un horno de barto y una mesa de madera. Omar escuchaba un bramido, un sonido de motor, en algin lado: —iQueé es ese ruido? —Es el generador —dijo ella sefialando a un costado de la huerta. Pero alli Omar no veia nada.— Esta en un pozo, adentro de un cajén, para que no moleste. {Qué le parece la visita, Roberto? —le pre- gunts la tia al perro mientras abria la puerta— jSe van a hacer amigos? ‘A Omar le gustaba la voz de su tia, la forma que tenia de hablar. Le parecia graciosa. No tonta, graciosa. Entraron a la casa. Un rico aroma a comida sorprendié a Omar. También le Ilamé la atencién la cantidad de cuadros y adornos que habia. Vio dos objetos de madera y tardé en darse cuenta de que eran lamparas. Nunca habia visto lamparas con esas formas. —Veni, vamos a la cocina —dijo ella. La cocina era bastante grande. Una hilera de cacharros y utensilios pendia sobre una mesada de piedra. Y en lugar de una pileta habia un fuentén de lata. Algo hervia en una olla negra. Estoy preparando una cena especial para esta noche, como bienvenida —dijo la tia, y mencioné el nombre de una comida total- mente desconocida para Omar. —jAh! {Qué cansada...! Veni, charlemos un ratito —ella se desplomé sobre una silla. Omar no sabia de qué hablar con la tia, pero no hizo falta, porque ella empezé a contarle que una vez conocié a un indio que cuando estaba cansado se sentaba sobre una piedra un rato largo, y al levantarse decia que ahora era la.piedra la que estaba cansa- da, no él. + BJs sapuayap apand as ou anb aqua’, exed ‘eqeuzey sey ,serouadip, ‘saruren seoey ap equdnoo as upiquren ogend ya uq -seredury] se] ap uotoeoragey vf e A seUTTTes sey “ezNY eT ‘espa e] Jopuare & LquoIpap a8 SLIP SOMO so] “sorsua.EUNTE SOT B SOAaTYY JOpuaa eI Og EN e[ 2p epla ap sorpaur soy ap ou ‘orauTTpes ns ap Bio2a1 anb soaany so] ap ouzedar > BIey en e] apuop ‘o[gand pe eq! as sopeqys A sajoo -agnu ‘seuny soy “erp Jap uerpuadap A sepentea ela anb ‘sopeplanoe se[ wendas a] spndsoq] ‘ounkesop Jo uoo ‘eueuEUt E ap OYDO see Eq -eZUDWOD EIP J? HOg EH BI 9p wsed BI | “ommyosqe ud uIouaIe ¥] OWLET a ON “UO!DUATE ¥] OUT] 3] 0 TeUIQ ¥ OILEWIOUT aso UD org “oprpred asaigny as 1s OWLOD ‘epUDA A VAI “BIOS BqEISY -“vBfm0Yy euN ofA ssoUOI “soy|pe] ap er2 osid Ja onb eq -220U UPHIY “UOHENGeY FJ Oarasqo A vUILD | ud o7URS 98 JULI) “eUPDOD k] k OLAJOA EP LY e1s3jOur B eA 92 oTpeu YOY “OAM sa IeBN] aasq— “UIC Osuad ‘quaUTEMBes sorput soy sod oprfay ‘epraa 4 ofor opeypjooe un eyuei vures e7 “ouanbad ex o7end ng “ep ey gaungezd a[— joizens ma re20u09 sprangy; -epeu ered TeUCHXS v Eq! OU aNd) “ese Ns seULLIXe & vq} ou enb osuad sew oyawow aso ug jeprersnd aa? ‘seaanu seunsoy reyuosur ‘seapr scungje rep sezpod aur yor seiso anb woyy ‘seu -stur sey azdurays 1asey ap eizey horse o1ag— Teudeo vj uo weypuaa as anb erapew ap sexed AUP] BqeDTIqEZ anb g1UOd a] eTI> spndsoq “ep &] ap estz ey] 10d © o1pur Jp tod 1s eyqes ON “UpIquIED “osopudt2 grpuardios 9 ew “est epuy] vun BUD ee] ~epefeozes vun gzuR] A ‘ofrp— jo00] orpuy!— Aunque a veces el trabajo era mucho, Omar percibia que la tia Poli no se quejaba, siempre hacia las cosas con ganas. Desde el primer dia lo incluyé en los queha- ceres diarios, las cosas més simples, al princi- pio: tender las camas, barrer el piso de la casa, sacat agua del aljibe para mantener Ileno el fuentén en la cocina, el bebedero del caballo y la lata del perro Roberto. Aunque en su casa Omar protestaba cuan- do le pedian que hiciera cualquier cosa, ayudar a la tia Poli lo entretenia, le gustaba. Un momento especial del dia era cuando hacia de comer. A la verdura la cortaban fresca, de la huerta, y al pan lo amasaba ella misma una vez a la semana. Y mientras el pan estaba en el horno, seguia amasando para hacer talla- rines, que después secaba al sol. La tia Poli ponia mucho énfasis en la comida Mientras su mamé se preocupaba por estar delgada, a la tia no le importaba para nada ser gorda. La tarde del segundo dia conversaban en la cocina mientras la tia molia maiz en un mor- terito. Omar estaba sentado al lado de la ven- tana. Desde alli podia ver, a pocos metros, un Arbol seco, “muerto de viejo”, dijo la tia. Pero Omar la miraba a ella, que le contaba de un episodio en el sur, cuando vivia en un pueblito ycon sus habitantes armaron un cordén huma- no para proteger el bosque. Una empresa lo queria talar. Hubo gritos y amenazas hasta que en un momento se dio la orden de que las méquinas avanzaran, seguros de que ellos se iban a correr antes de ser aplastados. Pero no lo hicieron. Aunque ya tenian las maquinas encima, se quedaron quietos, pegados uno junto al otro. Y las maquinas, finalmente, se detuvieron cuando estaban a sdlo diez centi- metros de sus cuerpos. Diez centimetros. En ese momento del relato, Omar percibié un movimiento, afuera. El arbol, que antes esta- ba muerto, parecia Ileno de hojas agitandose. En menos de cinco minutos se habia llenado de pajaros. —iMiré, tia! La tia se asomé, y dijo: —Ya son las seis. Entonces toms el mortero con sus dos manos ysalié. Comenz6 a esparcir el maiz en la tierra y con un breve alboroto los pajaros bajaron a comer cubriendo ahora el suelo y dejando el 4rbol nuevamente desnudo. —jAparecieron todos juntos! dijo Omar a través de la ventana. —Saben que es la hora. —jCémo saben? —Sera por la luz, un reloj interno... no sé. Y alli estaban todos esos pajaros de diferen- tes tamafios y colores, comiendo, uno junto al otro sin molestarse. ‘anbeqe ap ugroisod ue zaa eno vyAfoa He apsap 4 o1surTes [ap Opuoy [a eDeY OHI09 anb ‘qeumrur ye guuedsa ugyres un Wo A EU 4 OTe Jp aus osnduazur as 1og Bp e] Ores UN aq “Wp eioey squDWZOF~A ERZUEAR OTe 1 :9pze ere ouad ‘ep ey oRmape a— zisng 3] ou anbiod oypnur spzrur oy ON “sofure soood ap exes woo ‘operop zejdurafa un ‘ores ye uoTouaLe eq 2eisoid o]9s rewiG o1ad ‘ounguru oasand eyqey ou anb euryed eun argos of esac] “eqeIw09 so semuamu sojiegoner 8 ozuatOS wp By A UoFenUg, -orourypes [e eq eW anb zaa wound vy eg, “soaany so] 1eosnq ¥ UOIaTY AT]es ap SOIT “O]q, and Je a1 anb eqey ‘opeqys e19 my “equi oxted 1g. “guadsep o| o8fe ‘epesnapeu euayd ua ‘prea seyy “opmuop 9penb as anbrod ‘osa anb spur oysnur osuad ON "e0BY op zedeo ea ep BT anb o] wa ‘Ms J9 UD vasozoid vso ua ‘sozelpd so] ua gsuad ostru0p ap saiuy ‘seyfans ap oxigno opeto J eqea aso IEW ‘euEIUAA v] ap spAeN Y “eso1DUATIS squaure[qjoz9Ur via odures Ja ua aypou e] «BzapeMIU k] ap vO] eT, 29a vun ‘oxpeul hs OYpIp eIqey anb of oprosa upiquier j. “eza[BINYeU FI WO O19eIUOD, rasey ¥so oupip eiqey yded ns ‘saxped sns op ugisnostp 2] us enb oprosay “ezayemaeu ey] YO o1P1U09 ua BAIA Up ET anb ore] equaso TWICE BIE “serogia $2] 2p welpuassep onb oypnose anb apsop uequasng 2] ou soretyd soy “oyes ou EWE Mejor sali —dijo la tia. A Omar nunca le habia pasado algo ast con un animal. El gallo, la situacién, lo habian impresionado. Pero traté de que su tia no se diera cuenta. Por otra parte, le habia gustado que ella lo defendiera Después de todo, él era el sobrino. Si la tia ho tenia hijos, pensaba Omar, él era una especie de hijo. La tia até el caballo al sulky y partieron. Cuando entraban al pueblo, Omar vio que ella hacfa mala cara al pasar por una casa. —iQué pasa, tia? —Nada, ver esos arboles podades... Omar vio que la casa tenia sus dos arboles Podados casi hasta el tronco y que de la punta aparecian apenas unos brotes verdes. =No entiendo de dénde saca la gente que podar asi es bueno —agreg6 la tia. Cada invierno, el padre de Omar podaba los Arboles de la vereda, por eso se mantuvo callado, No solamente quedan espantosos —ella continud-—, sino que es totalmente innece- sario... Ah, para qué voy a hablar hizo un gesto de fastidio— Me pregunto si a la gente que poda le gustaria que todos los afios la cor. taran un poquito —dijo, y de pronto rio, con su tisa linda. “Gente desaprensiva”, pensé Omar. Dejaton el sulky frente a la plaza. —Primero vamos a hablarle a tu mama, des- pués tengo que ir a los almacenes y al juez de paz. Vos hacé lo que quieras... —dijo la tia. Fueron a las cabinas telefonicas, que esta- ban en la vereda del correo, cruzando la calle. La tia aguard6 afuera mientras él hablaba por teléfono. Atendié la madre, ansiosa, esperando su llamada. “jEsta todo bien?”, le preguntaba, y él respondia que si. Le conté que esa tarde iba a bafiarse en una represa que habia en el campo de la tia, que se estaba divir- tiendo. Ella le pidié, otra vez, que se cuidara, que estuviese atento. Omar recordaba que en la discusién de aquella noche, le habia dicho a su padre: “No me deja nada tranquila que estén alli solos, aislados de todo, en el medio de ese monte’ Con la tia quedaron en encontrarse en la plaza, al mediodia. Omar fue a dar una vuelta por el pueblo. Era pequefio y en menos de una hora ya lo habia recorrido. Le gustaba Obispo Trejo, no sabia si porque le gustaba o porque estaba en un lugar distinto a su casa, ‘Not6 que lo miraban. Pero era légico, pensé, porque era un forastero. También advirtié que no habia sulkys. Habia bicicletas, autos, camionetas y una que otra moto. La tia Poli-era la tmica que andaba en sulky. “g[opupisn3 uoreutuay souojueD seunaTe Seyp $0] ap 11100 Jp UoD oxed ‘ep z] ap eoisnUT B] ‘ROIS ese OpeypMass Fqey eoUNU eMC) “o10 ap weIaTY Is WO eqepmD EN anb sou soosip ap ugiuour un { ofsta soosipeso2 un oJg “orper Tu woIstAayaa eIqGEY] OU eseD EU, “ef Oftp ay ‘ojos Ata ap sauoraTpucr ‘ua eqeise ‘eyranb 1s ‘eoye ored ‘opunut ono yep epen “o[gand ye ueqi opuens sepuats se] TeAaT] & AQjNs ye OT]eqzd Jo rere v ‘eAquias & gIpuarde upIquie], ‘Jog eR e] Opeuasua eyqey a] anb vo -ju991 BUN WOd “eya] 121109 A oTeUT IeqaD ‘OTE, ap ousoy [> ua Ofany 1a9ef] “sesOD seNIO OI suede rug woraIniiis anb seyp sO] “7 “umd un anb sa1oad sesoo Aepy— so1puarduios ou WO anb esiiuos pun ‘estiuos eun 920999 eg ep eund ‘un woo s2zeUO.Us oper oIp ay voUNU A?— “epeu eqepanb ou ose ap spndsep and) ‘opepmby ‘spur o ‘operew sap eanb eaqeyed vse enb outseur rewg ‘oppuzaiq “opeuizarp wey so] sazopeze> soy A vpea ey anu ‘uapanb anb ais oN— gpoe 30d seumd Aepy?— sequngaid gtam20 91 9g “soaBifad soy ua equsuag “axpeU ns WOD TOTD -es19at409 B| ap OpsOI" as TeUIG ‘osoxBor aC, “OUAAIA “Pap anb ses eure seng] 4 ox8au edeyp ap [21289 [2 uoD Oo} -ofau janbe o1a zeuiQ anb oased aso uo ang Ella ponia discos después de la cena. Y tenia la costumbre de tomar café mientras armaba su cigarrillo para fumar. Decia que a los compra- dos les ponian muchos quimicos, mucha por- queria. Y charlaban, de lo que habia pasado en el dia, o de cualquier éema. La tia siempre decia cosas, cosas que a él le parecian importantes. Hablaba de la vida, de la supervivencia, de las dificultades del plane- ta, del amor. Hablaba de una manera que Omar no habia escuchado en su casa. De una manera que no conocia. Con Roberto jugaba casi todas las siestas, y si hacia mucho calor iban a la represa. Roberto sabia nadar. La tia decia que todos los perros saben nadar. Sin embargo, Roberto sabia hacer tuna cosa diferente a los otros: abrir la puerta de la cocina. Del picaporte, como una persona. No era muy obediente. Omar pensaba que no entendia, Segiin la tia Poli, Roberto si enten- dia, pero sélo hacia lo que le interesaba. Su cucha estaba al lado del gallinero, “por los zorros”, decia la tia. Pero a Roberto le gus- taba dormir en el trapo para limpiarse los pies, bajo la puerta de la cocina, afuera, en la galeria, Una tarde la tia volvié del gallinero con todos los cartones de huevos vacios: —Las ponedoras estin vagas, no sé qué les pasa —dijo.—Y yo también. Asi que vamos a dar un paseo por el monte. {Te parece? A Omar le resultaba incémodo caminar en el monte, entre la maleza y las ramas de los espini- Ilos, tan bajas. De pronto, algo le cubrié la cara. —jAhhhg..! Era una tela de arafia. Después de despegr- sela del rostto, Omar comenzé a destruirla, Bueno, no hace falta destruir todo...! dijo la tia Poli.—Es la casa de la arafia. Ella no que- ria molestarte. No sé cudl es la razén para romperla asi, ensafiarse... Por el tono en que la tia dijo es0 Omar no se sintio retado, pero se dio cuenta, se dio cuenta perfectamente, de que el asunto era serio. Mis adelante percibieron un olor. Un olor fuerte y desagradable. Provenia de atras de unos matorrales. —Es un animal muerto —dijo la tia. Dieron unos pasos hasta que pudieron verlo. Adentro estaba todo comido. Se alcanzaban a ver algunas costillas, y habia una nube de mos- cas, zumbando alrededor. Por los dientes, a Omar le parecié un conejo. —Una liebre —dijo la tia —jSe lo comieron todo! —exclamé Omar.— jQuién pudo hacer esto? No sé.. —Pobrecito... —dijo Omar y la miré. Ella se encogié de hombros, en un gesto que él entendié como: “Asi es la naturaleza”. vraigny ou ep ey anb ofje ‘e2unsip ‘euz0y euang eun renuooua orsondord eqey ag “eapr eun aua8ns eypod a ‘eurer eun ap eunoy v] ‘oy -aseosng anb 4 ayuour ye asary anb gfasuose 2} B]]2 089 10g “seso> seyPNUT Op"NsO Ue;qey a] 98 ou Jp y “eSorUa Eun EyTAI sep sod0d ug “seaanu seapr eianb anb ‘ep e woo sex -eduryy se] ap ueqeiqey Jorayue aypou ey “soueure} so] sopor ap ‘sow! > we eIqey anb sourures ap pep -nuvo e] armeuorsardun wig -glasap as spndsap o1ad ‘e}0u09 anb o1apuas ja 10d guioy, “ojos ‘aquow |p U2 OMaUt as WIG wIsaIs BU aq queyens soxiad so] anb seqes oN? peyppesed eup— “uppesad vun opruaa paqey— jen ‘eqesed af pnb spqes oN?— wtp -eured e] apsap gYPNIsa Oo] IG— jousqoy?— “reUIG UEWOI— opuerOT] equise ouzad J anb o1ared eur oypou eno ey]— “epesour | ap Ope] Je 9y>e as A sanaa sop [09 e] o1aour o1saqoy oLred |g. “ep By oyunserd 2[— jsesoo sns opuarsepy? oueqoy ‘oanpue epuop r0g!— sounqoy erg “eizond yf worerge os9 ug, “e1apepred UOIeSUES BUN BIa A “UDI -esuas vse vyuan |g “eIdes Js anbiog “eiqes ou anb ey niairy as anb ‘eyqus ou anb exaftp enb vqeisns 2] org “soaue opesed wiqey aT “oq ep ns 2pap osinb anb orpuarua ou UG “98 ou “-eutz9} | prENUODUE ET]a aNb UD oyuog “ezapemieu ey 10d rem3 sourefogq— jen zoey apand as anb x2— “ezaqed B] Opuetaour ETA Offp— *-ayuap}soe asa iod opursed yisa waued Je eaepoy— vosed ns 8 vqexsuooue anb 0] por opueuauaaua ‘auauTuos ja 10d ozeyd Sep P] OUST [9 OUND J ‘sour soUPNUE BA UDEY ‘esnr pepnis eun ap opedesse egey as anb vpusuien aqnu eun ‘eorKo1 agnu eun ap oyu09 3] PP ] A “UoTeUTMETOD PF ap uequIqeH eu 4909 Bf Us are OpuEUIOL UNqeise apIEI EY visto antes. Queria sorprenderla, dejarla con la boca abierta. Caminaba observando las ramas secas en los arboles, y también en el suelo, las que ya habian caido. Por eso vio la huella. Parecia de una bicicleta, pero eso no podia ser. Alli no habia ninguna bicicleta. jLa huella de una vibora? Tampoco. La huella de una vibora tendria curvas y esta era recta, totalmente recta. Hacia un rato que estaba en el monte y ya se daba cuenta de que no era tan facil hallar una rama interesante, algo que pudiera servir para una limpara. En eso pensaba cuando le parecié ver, en los relieves de la corteza de un Atbol, un paisaje. Arriba se formaban dos montaiias, y debajo otras figuras. Primero vio una casa. Después, un hombre y una mujer. La mujer no era exacta- mente una mujer. Era una mujer, pero estaba deformada. La casa tampoco podia distinguirse bien. Y al hombre le faltaba un brazo. Corrian. Parecfan huir de la casa, aterrorizados. ‘No era una linda forma para una lampara, pensé. A la tia no le iba a gustar. Ella tampo- co trabajaba con partes vivas de los Arboles. Y ese Arbol estaba totalmente vivo. Ademas, no queria que su tia pensara que él veia cosas. Al dia siguiente fueron al pueblo. Omar acompaiié a la tia a un almacén, y pasaron. frente a la iglesia. La iglesia de Obispo Trejo era enorme. De ladrillos rojos y un campanario a la izquierda. Cuando cruzaban por el frente, Omar se persig- 1nd, pero la tia Poli pasé como si nada. La tia Poli no creia en Dios. Creia, decia, en la naturaleza. Ante esto, Omar pensaba que la tia no pensaba que alguien tendria que haber creado la naturaleza. Pero no dijo nada. A dife- rencia de su made, con quien tenia discusiones, nunca se le habria ocurrido contradecir a la tia Poli. No porque le tuviera miedo. Ella no parecia de las que pudieran enojarse. O al menos no se lo imaginaba. A la vuelta iban despacio, porque hacia calor. La tia Poli decia que no hacia falta esfor- zar al animal con esa temperatura. Faltaba poco para llegar cuando Omar vio, acierta distancia, una linea negra que cruzaba el camino de tierra. No dijo nada hasta que estuvieron més cerca. Pero atin no podia dis tinguir qué era eso. Necesité estar casi encima para darse cuenta. Entonces sefialé esa linea recta, viviente, y dijo: —iMira tia, hormigas. a] and “eye anb seur exeysng 9] Yog ep ye] anb 2p oper efua: gureut ns anb eqeypodsog ‘ys enbiod ‘oreurp ordord ns uos ‘czaueul vise ap eI]9 ¥ OfeBax uN oYpay BIqrY 2] vounu |g “2upetu ns ¥ OfasiyIuOD ou gUYDIg : “2 2p opeBay, “uypuef ns e893 Hog ep ey anb ered so10y uep anb semueyg “eso osq “urpref equa ow ep ey “soufpre{ so] ‘sexo se] Uequitesud soj sep seno sns & A purer ns y “ezapeamaeu yap o3,y janb ozag? “oypnur vreysn8 2] enb esoo eUP “en Be O[eSar UN >] -asoey eypod anb grzm90 aj as 1eU1G) Vv gustara, no que la quisiera. Pensaba que su mam debia estar celosa. ;Creia que él hubie- se querido que ella fuese como la tia Poli, que no lo controlaba? {Eso creia? En el pueblo, después de hablar por teléfo- no con su madre, fue al vivero. Desde la vere- da, Omar vio una hilera de plantas debajo de un cartel que decia “Rosales”. Las rosas eran las favoritas de las mujeres. No se podia equi- vocar. Las plantas eran muy pequefias. Con el dinero que tenia le alcanzaba para comprar quince. Un jardin entero. Entrd. Un hombre de bigotes, en el fondo del negocio, estaba agachado sobre un cajén de tierra. Omar saluds pero el hombre no respon- did. Recién después de un momento se levant y se acercé a él, —Buenos dias —saluds otra vez Omar.— Estoy buscando plantas de rosas, para un regalo. Quince, de distintos colores. El hombre lo miré sin decir una palabra. Fue hasta la fila de plantas y separé quince. Omar se pregunté cémo sabia de qué color era cada una, si atin no habian florecido, pero decidié callarse. Después sacé el dinero para pagar. ~iY como vas a Hevar esto? —la voz del hombre era aspera, desagradable. Omar no habia pensado en eso: No sé... El hombre caminé hasta el fondo y desde alli volvié con un cajén de madera que dejé en el suelo. —Ponélas ahi ~dijo, y volvié a lo que estaba haciendo. Omar acomods las plantas, se puso la mochi- la al hombro, tomé el cajén con las dos manos y salié. Estaba contento, pensaba en la cara que pondria la tia cuando las viese. Esper6 en el sulky poco mas de media hora cuando la vio venir, caminando a su estilo, entre la gente. Habia mucha gente a esa hora en la calle. Al lado de las otras mujeres del pueblo, Omar se daba cuenta, la tia era ara. —Bueno, listo... —dijo ella cuando subié al sulky. iMiré tia, te compré un regalo!, ;te gustan? La tfa miré el cajén con las plantas y sonrié apenas. Omar tuvo la impresion de que no estaba muy contenta: —iNo estds contenta, tia? Claro que si... —ella le pasé una mano por el pelo. ~Ahora son chiquitas, pero van a crecer. —Por supuesto. —jLas plantamos cuando leguemos? Ella mité el cielo: —Me parece que esta noche Ilueve. Es mejor majiana, con la tierra hameda. “epreurel] OW 98 ON— soypnosa ofsuas aaaaq un 2p spndsop oxod ‘o13s01 ns saa eypod ou row) anb 0] aod ‘squowr Ja e1oey eqeara vlfg jen ‘seise edeye pnb ua eioye x7 se & “-20vaduaeig) ap edeze rar serpy ap edezo mur ‘ezoquid ap edera rm ‘vonsyur edeie Tu aana Ig— jeonsyu edeya nyp?— “-eonstur edeze ru op sopransay— :e18Je1s0u ap aire woo ‘g1TUOs eI, ~aafnur esa e ofry [2 apres ap ‘Bqesnoe o] ‘sous8 so] ¥ ‘en ey “efaao E] ap Weg -eouor soquie sexuatur 4 “Bala vuNLABz] eB ERI 0] eIpUr eT ‘opeusiput ‘erpur ey ap esed eI B ary odureo Jap Ouanp |g “WorsTIqnosap sey ‘ouraNU offy ns ap ugreureouaar By ero v{940 vso anb 2p eppusauoo eqease sza{nu vq “efeAo eu yeqor e eIpur eun e opepnde eqey zaa bun anb gquos 9] eII> ‘eypou vse op yey eT UG ofour o1req ea Is & ‘sesor soy zejued pow spur sas e eq! epaumY eZION YI Woo “uozeI EFUA) eM e] anb eqsuad 2eWO, ’SLd U] OP VOID sO|THS soy asreypNosa ueypod 19s A owyes opor eqeise une o1ag “eqeura -2av 98 anb TUauLIO FY ap soSeduiypos soy WEIN as ‘oqures eped ‘eqUOZIIOY Ja UY “euopeS eI v se1es -odai se] uoreaeg "esounyeD ayPOU kUN ary wy “oso]ftavzeur 19s 8 EqI “sax0]09 so] sopor ap sesox U0d “weraIDOI0J A uBIET|OIIeSap 98 OP aueno “uezaqe19 aun soy opuens o1ag “sou -onbad Anur wera une so[esor so] anbiod epeut -seismqus eqeise ou ep Ee] anb eqeuidg “o8a1 se] A ene goes ‘aqilfe [ap operso> je seauejd sey osndsip zewg ‘eseo BI & UoIeSaq] opueNnd ce: Omar desperté a la mafiana siguiente, se asomé por la ventana y vio que la tierra estaba seca, igual que el dia anterior. La tormenta habia sido s6lo una amenaza. “No importa”, pens6. Iba a regar todo lo que hiciera falta para plantar esos rosales, como si hubiera llovido. La tia no estaba. Habia salido temprano a despachar las limparas. Omar decidié no espe- rarla, Iba a hacer todo el trabajo solo, para darle la sorpresa. Tomé la pala y fue hacia el aljibe. Allllegar, se detuvo de golpe. No lo podia creer. Miraba una y otra vez lo que habia Ie ~-psuad of— operquies eyqey zon ng “soormnb uenua ou ese vaso ug— :Oflp 2] opuens owew ns ua 0 ]quI oral] un giqisued ew 4 ‘oruoid ap ‘izes oasand eiqry ag “reypnosa ap eqeqeoe onb of sea19 warpnd OU Is OWOD ‘oamap 28 EA EY oupa so] A auexawres ordui09 spzanb 1¢— olip 2] ‘orajoa eyJa opuens “ore spur Jas 4 osanu ap IeIqeYy oIplseap ssoUoIg, “ou Un o Js UN Bra Is eIpuaIU ON “eA Ns aT -ipep opyenb eqey anb grpuaqus ou Teu {Bjonuod a1 ugmb? ‘soa e J— :olip a] ‘enge wod apyeq O10 e9sNq ¥ ATes ap savuE ‘A OH “os ‘oqueasur Un O[opuRIU opanb as ey ap awaednoo opand of spianb 1g “Ig— pejonug?— rene woo uoiuery [> sud] e opezadura wquy en vy iseB1wz0y se ap Puro [> 3] -onuod anb eizqey anb avared 93 ou? “ey — somndis ef reuG, “eur909 ee nua 4 re9ey ered epeu wiqey ou optreno axpeut hs ejoey anb oyses owrstur [9 ory eA eT TU grungaid af je10Ye sourssey gn J? “ese v] & Oquins eajanA eIpSUL Op & ‘oltp— sespuzoy se] ap sors0ey soy uos S[P802 soy “-sesed e eqi oasa anb eiqes of— :ondsng ‘soynajanbse eounb wer “vfoy bun Tu WeyUAI ON ‘aNsEsap Jo OIL A ‘S9], -es01 so] UeqEISI apUOp BIDeY ary Hog BA eT jrepeu worefep on! ~YO- “SOpor B UOIETWIOD so] a8 ‘SaTBSOI sOT!— jesed angy— SOAS So] sod wpewseye “Ay[ns Jap ofeq yog ep eT ie sepg}oar e Opua1ss09 oes EUQ “ePPorpaUt Jap wa129 upIDeN O8dT] UP e] “seBquz0y se] eeu ay ‘oranBruns0y Ja TenUODUA OWOD E}IKRS PLL “wh ye re1edsa onb orpourar seu eye? ON, “eqeztur 0] o[[e8 [2 ‘onuape apsaq, “oypnur o21a98 as ou orad ‘orsu aye Te ououde as eponbsnq ns ug “rye 0d ueqease ou sozanarwi0Y so] 1aered Py “spe seyoqze so] ofeq ovodurey “epeu onuosua ou orad ‘oqiffe [ep 1opaparpe seasnq e gZUaLIOD) “SeUPTEW “seSreaz0Y se] Opruzo weFqeY SO] ‘epnp eunsuru yyuay oN “seSruLIOY se] ue, sopyjad aquawypi02 upgnise ‘2oumb so} ‘seppso4 so] eI0]] B eq! ab OR curs ojuaWOW 289 Ue A ‘oyPaz Ns ap Opepanb Omar sintié, por primera vez, que ella lo miraba como si fuera un enemigo: —iVos te volviste loco? 10 A final la tia Poli era tan ecolégica, tan defensora de la naturaleza, pero los rosales que alle habia regalado, que también eran de la naturaleza, no le importaron para nada. Si por él fuera, todas las hormigas podian morirse. Si por él fuera, las mataria. -vjauepd a ered soayguaq so1aja soysnut uauan seS1u0y se] ‘eszared ou anbuny— “soRnusoy sy ap opunut 1g epap epeuod ey ua 4 ‘oferta orgy un erg “seBrurs0Y se] 21908 sea] anb ered o1sa oftuay ~oltp a[— em— soaqy] un woo ofsarede ep e] ‘989 Jp alaras ap spndsoq] ‘equand eIDIp as OU ET anb ap o1en orag ‘ourstur [2 wUES a8 OU 1g -ardwiays ap euistut | via eA vuad ¥ ap e10Y ¥| ¥ Oleg “opuefeq -en ‘ouosayyea Jp Ue g1aueULed ep Bf EIS9IS F] ap sondsap & ‘orouayis ua sean LE ~ella comenzé a decir, pero de repente se callé, tomé la mano de Omar entre las suyas, y le dijo: —Lamento mucho el modo en que te hablé hoy. Esa noche, en la cama, Omar hojeé el libro. Primero miré los dibujos. Tenia sélo tres, hechos en tinta, con muchos detalles: ‘Vio un ejemplar de hormiga cuya cabeza era cuatro veces mas grande que el cuerpo. Y lo mas grande de la cabeza eran las mandibulas. Vio otro ejemplar con alas. Era una reina, y estaba volando. La boca semejaba un pico enorme. Y en sus patas Ilevaba otras hormigas, pequeiias, “obreras’ Vio una casa dibujada y debajo un hormi- guero del triple de su tamafio. Mostraba la proporci6n antes de que la casa quedara ente- rrada en el hormiguero, después de una Iluvia de nueve dias, en 1907, en China. Todos sus habitantes habian muerto. Después de ver los dibujos, Omar buscé en el indice. Leyé: Introduccion 5 Historia de las hormigns.nn. 2 Hormigas €l ofro mundo. 25 Bl homiguero concn “ 3 Hormigas y medio ambiente 52 Hlormigssinvasoras. a Especies peligross. 81 Relacién con otras especieb nn 101 memeaea En ningin lado decia cmo matarlas. Pero no importaba. El as iba a buscar y las iba a encontrar. “epmwiod ¥| Bares ele senuaru eqearasqo ¥] LUI “opManp BIETY Is OWOD C “ojnospur exatoared 9] oso 1s OwOD ‘ou ep EY jsourep 4nby] weyrpod ‘eouasyazut ey wexotma 1s “wer -aismb Js aonb x? jsouewny sexes anb opunut [P Us seBrumzoy spur dey onb seyqus A?— “esau 2] e aquEaUMY sqUANY e] UOo eqeADT] seNUATUL vy]? vuaw0S— ~-sepezruesi0 sa1adsq— oppsasaruy eqeasa anb ‘orgy ]2 B91 Jp anb asaidns ep ey anb eran -euao ye] ua 2BUIC) pTIEWIOD— sedstae se] A sefaqe se] ap od oust Jap wos anb ugiqurey aorp XK a La tia se refa, pero en el libro él habia leido cosas de las hormigas que no eran para reir, El dia siguiente era dia de amasar, y Omar fue a buscar lefia al monte, encendié el fuego en el horno y ayud6 a la tia a estirar la masa, por- que ella habia amanecido con dolor de espalda. Después se oftecié para remover la tierra de la huerta y recoger hojarasca y palitos para el pozo de humus. Habia empezado a buscar el hormiguero. El libro explicaba que habia de muchos tipos. Algunos estaban hechos de hojitas y pali- tos, pero otros, los més dificiles de hallar, eran apenas una grieta, un huequito perdido en la tierra. Y por dentro podian ser colosales. Cuando al otro dia hablé por telefono, stu madre se dio cuenta de que le pasaba algo. Pero él decidi6 no contarle nada. Ni del regalo ni de nada. No habia planeado ir al vivero, pero cuando salié de las cabinas fue directamente hacia all Entr6. El hombre estaba detras del mostra. dor. Omar saludé y dijo: —iSabe qué pasé? Las hormigas se comieron todos los rosales que llevé el otro dia. El hombre permanecié en silencio. —Queria preguntarle si hay alguna forma natural de combatirlas. Algo natural -remarcé. —jNatural? ~a Omar le parecié que el hom- bre habia sonreido al decir esa palabra. Entonces abrié un armario de madera medio destartalado. Sacé una bolsa de nylon llena de un polvo rojo y se acerca Omar. Le tomé el brazo, le puso la bolsa en la palma de la mano, y le dijo en voz baja: —Esto. En el viaje de regreso la tia Poli le contaba del proyecto nuevo para hacer conservas, y del anterior, que habfa fallado. Le decia que esta vez iba a empezar por los pimientos. Pero Omar iba en silencio, con la vista en el camino. No podia mirarla. En su cabeza sélo daba vueltas el veneno, la bolsa de polvo rojo sin marca ni nada que Ilevaba en la mochila y la conversa- cién que habia tenido en el vivero: Pero esto es... quimico habia dicho Omar con la bolsa en sus manos. Como tinica respuesta, el hombre tomé un jabén y dio unos pasos en direccién a un grifo que estaba entre las plantas. {Después de tocar ese veneno habia que lavarse las manos? jEso le queria decir? =Mi tia cree que esté mal matar a otros seres vivientes... —continué Omar. El hombre no lo dejé terminar: —iA las hormigas? Las hormigas, si pudieran, te comerian. seyuand vyiep 98 Tu ep e] “epTeryUa as ou ep eT ~erpaid wun rasou exed owoo sauzaTy wea uueza ou sesru0y sey Tes weppod ou yse ‘eur -pua expard eun re20]09 eapr eueng wun ea spwape anb opis eiqey a] as TEU W -ajqisod pep anues rodeut e] anzua anb ered ‘020d & 020d ‘ouauaa ap opreuay] A opremuosug -senreyd sey ‘somurures soy opuraroajodse odwan a 1pied ON “aIqMIOY ]> OYDIP BIqey ‘,sTuOUTEIDaNTP ‘oranStuz0y [2 rede1e anb qe ” €T —iEn qué estis pensando? —escuché la voz de ella, a su lado. —En las conservas, en lo que vos decias... Omar estaba pensando en dejar la mochila en su cuarto hasta que ella se acostara a dor- mir. Entonces elegirfa el mejor lugar para escon- der el veneno. Un lugar seguro. ~jSeguro? —Si, pensaba que vas a necesitar muchos frascos para guardar los pimientos... —se le ocurrio decir a Omar. —Para eso tengo una idea —dijo la tia y comen- 26 a contirsela. Estaban Ilegando a la entrada de “El Refugio”. Acsa hora el monte se veia todo del mismo color, algo destefiido por el sol del mediodia. Una bandada de palomas cruz6 el cielo. Guardar el veneno presentaba un proble- ma: necesitaba un lugar seco, protegido de la Iluvia. Pero no podia guardarlo en la casa, Tampoco en el tallercito ni en Ia piecita de las herramientas. La tia andaba por alli. Tenia que encontrar otro lugar... Bajé del sulky con la mochila bien sujeta a su cuerpo. La tia caminaba hacia la casa, pre- guntindole cosas a Roberto. Omar observaba alrededor. Veta el aljibe, el gallinero, el pozo de humus, la lefera... el horno. Aiin faltaban cinco dias para que se abriera el horno. —Bueno, me voy a acostar un ratito —dijo finalmente la tia, después del almuerzo. Omar esperé en la cocina. Sin hacer ruido, atravesé el pasillo hasta su dormitorio. Vio que la puerta del cuarto de la tia estaba entre- abierta. Se asomé. Dormia. Fue a su cuarto, sacé la mochila de debajo de Ia cama y sal de la casa. El homo era de barro, con la forma de un ighi. Al frente tenia dos puertas de chapa, cerradas con un pasador, Corrié el pasador, las abrié y sacé la bolsa de veneno de la mochila con mucho cuidado. La sentia en sus manos, blandita. Y le dio miedo de que pudiera rom- perse. Ese nylon parecia muy delgado. La dejé bien en el fondo. Cerré las puertas, y antes de correr el pasa dor, sintié que no estaba solo. Alli habia alguien mas. Y giré la cabeza hacia donde percibia esa presencia. Roberto lo estaba mirando. jefwoyoo ns reuz10} eure 2] OpIppap wqey ‘en ej ap esed ¥] ap soresiny s0] $0po2 ap ‘reSny arb us? :ex0 eaunsezd e] ~-sexoperojdxa ‘gerozzon ‘sexo1qo seSnus0y key “pepeos bun ue eurI0jsuEN as eU0]09 eueNbad vse ‘od. aura Jp WOE “PIUOIOD Ns TeULIO} & A SOAaNY SO] youod v ezustui0d JIpy “op!Sei04d ‘spqpu0fu0s ‘onidad re8ny UE) “TeBN] UN TeNLOTe eIGeP urea vy yerodnw opana fo arueanp anb 949] -sesoo seungye eqs BA ‘od auafo rod ‘opis] eigey anb oj wg ‘oxenspwI0y, Jp zeNUODUA B oprepnie & Eq! OIqT] aq +1 Una pequefa fisura en el suelo, el leve intersticio que separa una piedra de la tierra, podia ser la boca del hormiguero. La entrada del hormiguero se llamaba boca. Primero habia que encontrar una boca activa. Una boca activa, segtin el libro, perte- nece a un hormiguero habitado y se reconoce porque alrededor la tierra esté ligeramente removida. Buscé cerca del aljibe, de la casa, levanté piedras, revisé debajo de los arbustos. Iba de aqui para alld con la esperanza de tener suerte y encontrarlo de un momento a otro. Pero eso no ocurrié. Continué buscando, hasta que en un momento se dio cuenta de que se fijaba en los mismos lugares, una y otra vez. Estaba per- diendo el tiempo. Necesitaba organizarse. Si continuaba asi, no iba a terminar nunca. Esa tarde la tia le pregunts si tenia ganas de ayudarla con las limparas nuevas. Fueron al tallercito. Estaba leno de herramientas, pintu- ras, maderas... A Omar le dio un poco de pena ver el esfuerzo que hacia la tia para sentarse y acomodar su cuerpo entre todos esos trastos. —Esto me ha quedado chico... -comenté ella antes de mostrarle una rama que estaba sobre la mesa: —iNo parecen los cuernos de un ciervo? ~dijo, y le conté la historia de un hombre que habia conocido en el sur. Un cazador de cier- vos, por lo tanto alguien no querido por la tia. Después de una denuncia, ese hombre comenz6 a molestarla. La habia apodado “la Verde”, y, cada vez que se la cruzaba en el pueblo, disi- muladamente le hacia alguna burla. Una amiga de la tia, que era fotografa, no podia soportar esa situacién y un dia deci- dié hacer algo. Sin que él se diera cuenta, Je tom6 unas fotos, las amplio, y a cada una le trucé unos cuernos de ciervo que la tia habia hecho en madera. Al otro dia a la mafiana, el pueblo amanecié con las fotografias de ese hombre en cada poste de la calle principal. En todas sonrefa, con sus cuernos, y abajo podia leerse: “Temporada de Caza”. La tia lanzé una carcajada que estreme- cié a Omar, que comenzé también a reir. Y por un rato, ninguno de los dos pudo seguir hablando. —iDespués nos dio miedo de que nos metieran presas...! —dijo la tia, cuando se recuperé.— A los dias supe que intenté ir a mi casa, en el bosque. Para pelearme, supon- go. Pero nunca Ileg6. Al parecer, en el camino tuvo un accidente. Un enjambre de avispas lo habia atacado. Los que lo vieron dicen que cuando pudo salir del bosque ya era una bola de carne. Omar traté de imaginarlo. -eor99 ‘resny UNE Ua Ofer un ofec ‘oureg we zea eno asipraau09 uE;pod aqope ap soypar so] Is owungaid ag -oypas [> ONY "efaa UN grpuddUa A oIURAgT 9s TLIC) -ajqepur exrany Bun uO EFEO ENge [> A “UEpPaUaNse as sapared se] ‘adjo# epeo y ‘auesi8 un ap sosed so] owoo ‘ueqeosa9e as anb sousnn so] ap optuos fa ‘spndsagq “eseo ¥] ap seuvuaa sey sepon sen199 v opesy|go ueqey so] ‘sezz2Ty SUL Zan Epes ‘OVUATA Jap seBeyy sey ‘orouTY ~uereysooe as anb ap sajue oiesap as eyuaU0 T ST “apseasoiu0d e eqi oxad P anb ‘ze8ny Anw oruewow un ‘ommourow un tod osared 2] reg & x “omen ¥ onsaqoy, gousaqoy ‘Topejos Jo asnd apuop o1a on?— soqungaid ‘Bary [ep ETJO e] eqeoes semUATU { reUTI09 ap eqeurutiaa yog en ey “euI909 e| ue any “oypou eso outdo auapout UA, ~engod ‘Ig— La tierra tembl6. Elcielo parecia romperse en pedazos, y Omar tuvo miedo de que la casa pudiera venirse abajo. Se acosté nuevamente, y comenzé a rezar hasta que se durmis, A la mafiana siguiente, se asomé por la ven- tana y vio el paisaje, después de la tormenta. La tia Poli no estaba en la galeria. La escuchaba por el gallinero, martillando algo. Cuando salié de la casa, observé las ramas de los Arbo- les arrancadas por la tormenta. La tierra, en artes, era un lodazal. Esperaba que los cami- nos de las hormigas no se hubieran borrado. —Ojala esto no sea un temporal... —dijo la tia, que estaba en el gallinero, reforzando unas maderas. ~{Un temporal? Si, que empiece a llover asi todos los dias. Pasaron el resto de la mafiana arreglando los desmanes que habia provocado la tormenta, cocinaron y, antes de sentarse ala mesa, comen- 26 a lover de nuevo. ~Anda a dormir si querés, tia. Yo me encargo de los platos —le dijo Omar después del almuerzo. —Ah, como te voy a extrafiar cuando te vayas... ~ella le pasé la mano por el pelo y fue asu dormitorio. Mientras lavaba los platos, Omar se pre- guntaba si el veneno se habria mojado. No, eso no podia ser. Un buen horno debia estar perfectamente cerrado, habia dicho la tia. Eso no era un problema. El problema ahora era que sélo le queda. ban tres siestas para hallar el hormiguero y estaba lloviendo. Fue a su cuarto y toms el libro. En el capitulo sobre tipos de hormigueros decia que la mayorfa se hallaba bajo la tierra. Pero que algunas especies habian aprendido a ocultarse mejor. A perfeccionar el sitio adon- de lo construian. Habia capaces de hacerlo adentro de un. Arbol, por ejemplo. Aprovechaban sus cavida- des naturales cuidando de no dafar la circula- cin de savia. Porque sdlo estando vivo, el arbol les proveia de las condiciones de temperatura y humedad que necesitaban. Una vez la tia habia mencionado algo sobre “colaboracién entre las especies”. Las especies que se ayudan entre si. El hormiguero, leyd, debia mantener una temperatura constante. Eran casi las cinco de la tarde y la tia no se levantaba. La Iluvia habia parado, y Omar apro- veché para ver el veneno en el horno. Estaba por abrir las puertas cuando escuché que se acercaba Roberto. Y no le sacaba los ojos de encima. iQué queria? {Queria jugar? —Ahora no, Roberto. ooms un exg ‘opeiou erqey oJ ou A ‘ye 10d s20aa ap ugIUOU UN opesed eqETT “eHIOTeS ¥] ap sone soun e ‘opeiadse sousur 3e8n] [P ue o}orede sesrw0y se] ap ourmes 1g “eULIO} eNO 19Uay, “opey mb Jpn ue 3389 wpod osanSrws0Y Je ‘Oxgy] [2 ungag “e219 e] Ua Tearasqo anb eIGEY OTs ON -eaanu up}euLiopur eun ap euodsip woyy -ajgisod saaue of o1an3 {U1 [9 TeNUODUe 4 osopepmd ras anb euay, -ouroy Jap seazand se] 91199 © oT 0]0 JP uo opesuad vigey oN : owloy Jap Uyfes SEXO v Jo]O ansaNy UP “epredso ns out “P01 OM un A ‘seuIaNd se] o1ge seouOTUG | escondido entre el césped y que nacia de repente, de la nada. Lo habian hecho las hormigas, sin dudas. Aunque alli no veia ni una hormiga. Eso Podia significar dos cosas: que no habian sali- do por la Iluvia o que se trataba de una especie nocturna, Lo siguié. A veces desaparecia entre los pastizales, y aparecia un poco més adelante. El agua no lo habia dafiado. Era un surco firme, compacto. Y se dirigia hacia el monte. En eso vio que Roberto se acercaba, olfate- ando el camino. Omar se acordé de esos cua- dros donde aparece un cazador con su perro. @Podian los perros oler las hormigas? ;Qué queria Roberto? —Volvé a la casa. La tia ya se-va a levantar... Roberto se detuvo, gird sobre si mismo dos veces y se sentd. No volvié a la casa. Desde alli siguié a Omar con la mirada, hasta que lo vio entrar al monte. Adentro el camino se hacia mas profundo, més grande. En tramos permanecia escondide entre la vegetacién, y mas adelante asomaba otra vez. Asi, hasta que se perdié bajo la espesa hojarasca de un bosque de espinillos. Y desaparecié. Omar comenzé a buscarlo en el suelo remo- viendo las hojas, por todas partes. Pero no habia mas rastros del camino. Y mientras lo buscaba encontr6, a pocos metros, el segundo cuerpo. ‘Al principio creyé que era un pedazo de tela mojado en el suelo. Pero después le vio los hue- sos, y después la cabeza, los dientes. Pertenecia a la familia de los ratones, pero este era enor me. Sélo le quedaba el cuero y algunos vestigios de carne. No estaba podrido, estaba fresco. Esa noche, en su cuarto, Omar escuché un ruido en el monte, un grto. Era el grito de un animal. “Sonidos que vienen del monte”, habia dicho la tia, alguna vez. ‘Ahora los escuchaba. No queria apagar la vela. Tomé el libro de la mesita, lo abrié en cualquier pagina y leyé: “La picadura de muchisimas puede matar. Ys uno permanece quieto, lo devoran vivo. “Son pequentas, de un negro brillante, y viajan en rios apretadisimos. Parecen una serpiente, aur- que de dia no se las puede ver. Sélo salen a cazar “ "Al ieie ana casa se despareaman por todas partes, como enloquecidas de hambre, buscando un ser vivo que devorar. No hay hueco, agujero ni ren- dija, por angosta que sea, donde las hormigas car nivoras no se precipiten. ne] ap dures yo ero asreySnyar exed 2eBnq ostun Tq “aqUOW fe Ue 1eIS9 aN UEFA} so!9ads9 se] spor ‘sonbsoq so] pepe weiqey eu0z es9 Ua Ig je[Os equaso ep vy A off wpDar -edv ‘quow Jp apsop ‘sypou wun 1s XK LT 18 A otro dia amanecié con un sol bri- ante. La tia habia ido al gallinero a recoger los huevos mientras Omar terminaba el desa- yuno, en la galeria. Se levanté para dejar la taza y vio una manchita oscura, en el piso. La manchita se movia. Se agaché para verla. Eran hormigas. Muy pequefiitas. Se desplazaban rapidamen- te, caminando y girando de una manera extrafia. Trasladaban, como en un cortejo fiine- bre, el enorme cuerpo de un cascarudo, que se resistia. Omar miraba la escena. No eran ellas. ““oIpeu e reqeut ea ou odure> Jap exIIn ap ounbod un ewig ‘ores eae} 298 ON— ofp 2 eye “equae| ey senuaru ‘ ‘mony, 2] 9p vanprea vy] Operz09 eIqeY LeUID ‘epefesua bun worezioue Bp ase ‘“ZoTeD BIIeY OWIO>) “se1udIayIp sourjany zea eunspy— 2183501009 ua OIOWAp PIL TeUIQ QUNBard— j10q?— Is- jserueyd se] oypusa oa [g?— soqunBaad Yog ep ky] ‘oper ug "pues jap ope] [e ‘ssod un ue opedode vqeisa axquioy Td “Olena ye quay uosesed exona vy “arquioy un sa ex— sqUDTNEWAIE OALasqo Oo] vULDUE eY “optianb oursgos yy ~orquioy Ja 10d ozexq, un 2opugsed “ep vy oftp~ seUQ se [g— “02a anb oj 10d ‘epeuedusoe epuy— ftp 4 oaqur o] saouonug “eura) asa ap IeIqQeY, uyenb ou anb gnered aj ewig e 4 ‘rofnur B a atowrepidyz offp— ~sesoo seso ap adnoo as anb ‘paisn ows aiua8 edey anb a229ns eum sq— ~seulny ze1unf anb Avy oso vexed anb aarp 1g “sauorae8 ‘Tumy sv] 2p ounse Ja 10d zanf [9 Uo oaenu 2P Fq2H —ou0r ap opueiqures ‘ofase x. “O1A So] Opuend ep v] oftp— ~-s1uaWTROY— “sosouiz9y uyisy “opre3 v] B rade UOTeZoTT— salage urs equise lune nb wofes un opeuas { onuos 3] zofnuar e] “-soruapu ad so] zeasnq v o8ue, jeiua01, euog!— aid ap zeis9 eroqpnd anb orpusidios 9] rw) & anb ‘eu epue ued ‘euePue wun eIpuare o| opo#U TY “oltp 2‘ coseyy [> U2 saz0]09 son so] soput, tepanb & ue, ‘exzany ey wo operquias eiqey ou soso ap onbiod ‘soyjzeure somrorund ap wofes un opeaivoue wiqepy “erompian ye ereuedwone yy anb orprd 2 ep ey Ye ap uororyes opuency ‘Jewx0U o] ap wiory epeN “epeu anb ofp ay— eppap eye anb reqnase & ozuea[e soouoqg “eUIged ee O:NUA OASNU 9p 4 equiow.ap as ep ¥] anb orared a o1ed ‘od aun oypnur opesed eqey ony ‘orainbur enuas ag “ezeld e] enn v ‘u9pio> [> wa ons ag “epazea ®L © OFfes A ene] e OUOSRIan Ja osed a sgndsaqq P O2ly 0] oreung “el tod re|qey eLZONb anb Uap eaqey 2] yureur ns zea eum ey “en Bf OD nun seurqeo se] v nue eMC ‘o[gand ja ug “ST 1se9 Aorsg ;AoYINs Je OT, 2qRd [2 2e2e ap Josey [> seUEY ow? IMI — ‘sonany ap saucure So] woD eqeaz998 as UN ET “aypou vy 10d uapes anb seq “seo se] ours ‘opednooaid anb uejuas anb sey exp ap uses anb seSruzoy se] wera ou ‘ougyy Jo unag Omar desvié la vista hacia la ventana. Afuera, el sol del mediodia caia perpendicular sobre el horno. —iNo le parece, Roberto? ~continué la tia. Roberto acababa de entrar a la cocina con a lengua afuera. Se lo veia acalorado, y fue a echarse en el rincdn que le parecié més fresco. —iTiene la lata lena? Cuando la tia pregunté eso, Omar la miré Y noté que en el cuello tenia un lunar. No le habja visto ese lunar antes. ~Ya me fijo, tia -Omar salié a la galeria. La lata de Roberto estaba hasta la mitad. —Todavia tiene —dijo cuando entré, yal ver de nuevo a la tia, el lunar ya no estaba. Los lunares no se mueven. {Y si eso no era un lunar? Records a las hormigas exploradoras. Las que andan solas, decia el libro, encargadas de buscar lo que pueda servir de alimento para el hormiguero y dar el aviso. | | | | 19 oo! se metié en el monte. Avanz6 hasta llegar a la zona donde se perdia el camino. Recomenz6 la busqueda. Era un trabajo para hacer con rastrillo, se daba cuenta. O con una pala. Se acordé de que el libro decia que si se encontraban dos bocas activas se podia, con una pala, trasladar hormigas de un hormi- guero a otro. Entonces los dos bandos pelea- tian y se acabarian entre ellas. Lo imaginaba como una batalla de la época de los romanos, una cruzada violenta aden- tro de los tiineles del hormiguero, un caos que terminaria diezmandolas a ellas mismas. -aoored aur ‘opeiseurap spsuad so,— soucul ¥] woD ezaqe> ¥] OLDHTEDe a] EN BT aurednooaid gnb 10d suai ON “ofeur epeu gsed aur vounU X —onu -tuod eT]9~ “-FJos Oplata ay aiduzers oX— somuape Je 1Iqhs eypod orupns vasey, ‘emezaduray vf U9 equsuag “Jos Jap sodes soy ofeq ouzoy Ja Baa TEMG OYUSWIO asa Ug jauuresed vpod anb x7 :gMuOs ep e] “reUIC o8a13e— ofje zesed epand a anb ap oparu “9s oN— -easandsoz e] uo epipuardios grazed ey, “ejos zeponb e sea 21 eAea ut Opueno anb opuesuad equisq— softp anb easey ‘ejopuraru opanb ag “tersaruos anb vyqes ou 1eUIG jo8[e vseg? “opednooard oxou ay— zoftp a] A e328 2 ua uoreqas ag ‘ofary ye enge Je osnd vy “saqeu SOUN TeWIO} B SOUTRA ‘JUaA— sepeauaur o8fe ‘gurus of ea &] -aquare ‘eperojoo eyuiod a] as viva ey anb NUTS o1Dg “pep v oInsaide as— ep ‘epeu “oN ‘aquawrepides eajana orp as reWQ) “P 9p SEMEP ‘Toy ep EL ap zoa e] LIQ, jo8Te syosng? — ‘sjoypeut 9 renee op ound v equisa A ser augqureiay se] ap enoaid Ee] e NUA TeUIC “opepmo sauay aonb wqey, oxanBiUI0Y 9 BO VSO es Ig “I9A A seloY se] geno anb eyuay, “2a v0 UBL | HOD OfTEDCI © Pq! ON “ereMUTeAQ] 28 ENV] anb ap same J2A]0A A ayaypeur Ja zeosnq epod eqeinde as 1g {080 B19 png? “oper ep zefap urs ‘tapsdonar & ozua0S) Tye ap oueur ®] goes azusuepide x -sefoy seun ouredy “ouwur eun 92129 “wxopeparua ¥] ap sued eun opurouenze via omuape viqey anb 3A 9p BULIOJ vOIUN eT JOpapazfe guTUTE ‘opuesS Anu vig, jorensrw0y [2 B32 1s 2 -osoppineo.r9s g1uyoid o1ad ‘ops0003 & eq] jose B19 9nO? “PuLseur Eup, “seloy ap odiano up sex9p -eparue ap enaiqno aruourerapduios equassy “epeUopuege ezoyp eun wore] “s9]Oqz¥ SO] ap sosU0N so} anu ‘uprouare ns ouIey] OFfe auelape sepy “onsour 0] 88 opuens oypip eyqey ay ‘,voreo Anu uEISo anbiod aa uapand as ou anb svsoo Aepy, “seuolae so] apsap sepewor sexyes3010} ap O1q)] un eyus) asped ng -,vaige wisia, vup) “ouaLa P opueazasqo sosed soun eqep 4 aid ap epuod 28 opeypese zeaso ap eqesuea as opuency Recién ahora se daba cuenta. La tia nunca habia tenido miedo. Ella no percibia el peli gro. Se acordé de las maquinas a diez centime- tros de su cuerpo. iCémo sabe uno si esta en peligro? 20 OL leyé otra vez el capitulo sobre hormigueros. Buscaba una descripcién seme- jante a lo que estaba en el monte. Pero no la encontré. El libro sélo decfa que muchos hor- migueros podian tomar cualquier forma. Y él pensaba que habia vida alli adentro. Si era el hormiguero, con ese tamafio podia tener muchas bocas. Tal vez necesitara mas dosis. La tia le estaba ensefiando a Omar a pelar tunas, al dia siguiente en la cocina, cuando Roberto abrié la puerta y entré. Se lo veia inquieto. Iba de aca para alla, y si se echaba en jouqoy, ‘aygou vse gsvd gnb? ‘ayseuos ou 18 A— aquowiessnu omungoid 9] 4 sofo so] e oxur o| ‘souwus sns anus 021904 J2 QUO 9} ‘oUDEEE 28 Ie jaaseuog!— -ejoo 2] opuawow ‘oprexu exed ou8 & ‘upiqurer oxsed 1q “oamop 98 20UQ) : “-seqioy] anb a pou vy jouaqoy ‘sypou vse gsed andy’ oo aungord a] ‘aauadan aq “ex1an ap oxpuas e ue sepeorew ‘upbas ‘fp ap anueppp vg! anb ‘ousqoy ap saned se] ap seyfony se] equann reWO “ornsiU0Y Jap euoz e] P ug!soaNIp Ua ‘aqUOU [> 10d UEg! eK ~ansepzea ow ‘tpy!— olip 2] anb ‘TeUQ ap ezeqeo ¥] oparede opuend ‘zaa eum 10d orsta AGEL O] PUOP zeAN] e opueSay] equrs> EA eiqey o] apuop aes oruaut0> 4 ene pe ozue] as ‘oyuawyeuy ‘anb ‘asey vsaxdar e] ap 10paparye seyana sep & za eno A Tuia8 e ozueuIOD ‘opparedesap wqey CUO apuope UPHAM Ua OpuRArasqo aTUEISUT un oamep ag ‘opezaaye ‘wsoadaz vy ap 10pop Sy INO v ozuaWIOD “Ende Jp Ua eIpUNY 96 FEUIQ OUIg? OVA sefa10 sey gnurRAD] cxIOqOy J o80ye ow ‘oxsogoy!— ‘9un8 ‘peanut ¥] & O89] opuens “opeu 4 Une [9 ue nour as ‘seypedez se] goes as “esaxdar *L 9p PHO wun ua a12ypeW J9 Ofep reUC) “onaqoy, 2P OuPUIe? Jep e419 seBfUOY ses> oplwoD weIqey anb o] opor wsoye easepy -opsepmns, eieueur euNTe 9p seeooscid & wrony Ow onb ‘uaiq vreuiod as anb z99ey anb vjuay “woPeeydusoo eun 39 oxzaqoy wos ze1sq “oron3runsoy [9 124 & a1 sgndsap x “opesoye Pe 2Enf v ‘esordox vy v oxounzd 11 vio z0loyy jousegoy ‘oruszued vaso royy?— “FEUO Offp— vapr euang eun so Ig— “onumuos ea— fou? ‘esaxdau oe 21 wepod r07e9 189 Yo — “twunoid eso vqeisdso ou 2eUO) jeisols FT v zoDey e RA angr— nungaid onuozd 9P 4 “O1s1998 un ExeWOD 2] 18 OuI0D ‘efaxo BUD Ses09 oanunnUH 2 4 091904 Jap OWO3 Oo BH EY “*I0> ¥] opustaou eTfa & garo98 28 onaqoy oyeo auarp— “osomndau eqeiso anb oypip exaiqny zeHC) "BR F] SuunBexd— joxz9qoy “esed 9] angy? — “sope] sopoa ua opourgsut "pared “equiueaa] 2s epmBasue zeSn] undye 21 Cron del hormiguero, aminoraron la marcha. Omar le dijo a Roberto que se queda- ra detras de él. Aunque fuese de dia y no hubiera peligro, queria tomar precauciones. Fijarse por dénde pisaban. Se detuvo frente al hormiguero. Ahora le parecia mas grande, una especie de monstruo. Un monstruo dormido. Tmaginé a todas las hormigas ahi adentro, como en una ciudad. Y aunque no pudieran verlo, pens6, tal vez ya sabian que él estaba alli, en ese preciso momento. Habia leido que la vista de las hormigas era muy pobre, porque perciben el ambiente “oumy [9 o1A saouorag, “ese Bf & UOeNP ue or oso sod zaa yey, “sorefed so] sopor a vee cone v a1s9]99 ‘O[aID [9 Ol A vista eT CatIEADT “osued « sias se] Jas uaqaq,, sewopeg? “waqeo ns ap vores Anu ‘opuejoa uorezny9 sorefed soq “sajoquy Soy ap seaye seur sefoy se] Texmsns wSey anb ‘oweta ap oo0d un operueaa] eigey eg ~Jesexor op o7ueII09 epared ‘e[o9 B] wAour oMaqoy eajna eV “ouaqoy ‘soure,— ese B] ap eaIa0 oxStjod as@ WO? opuaralA TInes eJpod ou ep eT “ouauaa ap opeu al] A 220g eB] oprenuooua Yeaed “oypeY waIq ofeqeis un z0ey exed pped e] woo ayuad v eq] “opiBaioid ‘o1qe110JU0d ‘omias se8n] un enuOOUe Opiges weqe}] “ep wiqey ou ‘soquarayuy Anu UBIO sesTUAIOY se] "e191 ¥] ap olngap sod ueqenug e904 P| 9[1e3[Nd0 perso] weIqey ows X “oransrwz0y Je seB9]] ap sare vD01 -edesap ourures Jo nb sod zeo1|dxo wjpod og “s9[PUNL, “e17EN ofeq sourwes sng ueMNsUOD ‘upiquiea seSju20y se] anb oprosax ssoucng 1290) se] OudtIAA Jo onb sMBasuo9 ‘ouDUEA [a 2890[09 ajqisodunt 19s 8 eqr eo0q ey eqenuOSUa ow Ig Tenue uoserpnd apuop 10d ovany un ‘ropeur e] ua emsy wun ‘sestULI0Y se] ap on sex ungpe eqeosng “sefoy opuez0s gingig {,88}Dadso sey enue up}seioqrio5, eqeuEy wn y] oso y? “wapeanaeu ey 2p 20119 un ‘oxpuasus un ud wa woYY “op!D -enbojus ey anb sopeienbedura un ap ofeqen J? e197y Ts OWOd ‘Zan eNO 4 vuN ‘seUISTUE Is v as “opupuewr 4 ojopugzreure uorenunuos synd 2p A “Ojensuenss wisey opezerqe weyqey o] Souurea so] Sopon ap sootex ap wsoquiose pep “hur eun ‘reoored Ty ‘Joquy un opis BIqeE “exo gnb rapuarduio us gxourap A ‘se offe onsta exqey vou zeUIG “oursiqnosap [eB opuepanb ary ofeqap eqease onb of ‘ov0d v o20g -sefoy sexaumtad se] gaz09 A siaypeut [> 9wio3 opepmnd oy LO) “opiaa epg eIDeY so] OU seTD “so10]0 8032919 ap uns ¥ znSunsip uapand seBruz0y seq “sefnuz01, Se] ered ot O12q “o1gy JP ¥D

e] Ue oper eIqeY anb ay -aypeur fp o18ooor ‘en e] ap opmosep un ug, -epypour ey] uo oprens vy 4 ‘au1ary opnu un od ou199 anb eaan sjoq e] Ue osnd oF ‘ousUAA [> GrUEAaT LU -ejuaa v] ap spavn v £ ‘oureno nse any spndsoq] -esona8 seut vun “es[oq BNO IeDes A eUTIOD eye 1 ered oquauow Ja oypeacide re) -“sequatumers9y se] ap epard ey e ered vy aeosng ¥ eq} 2s A soxOJO9 san ap seIEIY| U9 sop -euapio ‘soyuarund so] uoo efapueg ey esa Bl argos opelap eyqey eA ep 7] “ond fe O1jOA, ~uojoenqey ns ap BuIA FI Ofeq ‘OpepmMs OYPNUT Od Op~Ns Ja UE ousodep ke] eign eqeise esjoq By ‘odueno [ap sofa] ‘seprpuaixe sourwl sop se] Woo eqEAeT] PT "B88 F] ap Ope] ono J wIDeY O12300 4 esjoq, ¥] owior ‘ouzoY [> ouge zeUIQ ‘er:INd Fe oI ~esedsen seuady “eingas ¥] o1zaqoy “aserua eIP anb guedsa rewg -eurs09 ey e wIDeY any “vreoenq ® 40a so] —*predse vj asopuys0 ‘en ey offp— opueieur yas9 ou euuInpoD ¥] anbrod erenuEoue apy (apnte a anb sprongy?— ‘are UETRO & equzudUIOD anb ‘ousoy Jop sopozed se] ap eun epey seur IL $e] equindurs omsara Jo oury9 won eM “sosoiqes seu uepanb eypiazed ey v anb 9ysnosq —Offp— ~-soruarund soy zese 10d Aoasgq— 2BWO ep eunusdar ugrouede vy tod epipuaidios osod un ‘onposome: 1g n ‘opustoey se3s0 andy! jer !— srpypnose & vq! o| UPIquIED vj anb ofa anb ‘uony ue ene] une uozez09 ng “901908 a8 ze “oWIOY J2 OprpuDous eIqeY Ou SOIC B seIseIg “oULOY [2 ¥Ia ON “seIpE EID SoHE IL Se A uatg oprpuasd vigery o8ony p> ‘senoq] “ope ns v eqease ¥4 onsqoy “wepeur ap esou B] opueiduny ‘ears ‘en B] vary O14 anb oxsumtad 0] 9897] opens “asia ns ap ugiquren opuar “eredesop vse2 ¥] equapos vA 4 anueaseq opelape FIgey 9s cueqoy “ezoquo vl ue sjopuzquimar uoz “#109 ns epiuas eqeunrxoade as onb epipau y ““opuazinso eqease anb 0] 2p epeu ‘ouroy ye tu ‘oned pe tu ‘epan e eqezuespe ou uny jee] equase apuopy? iLa tia Poli nunca habia tenido novio? De Pronto se acordé del hombre del vivero. ;Qué habia pasado entre ellos? (Qué eran diferencias? 23 Je la noche a la tia se le habia pasado por completo el dolor de espalda y estaba de buen humor. Después de comer puso uno de sus discos y lo invito a baila —Te voy a ensefiar un paso de mi época. ‘Tomaron el café y un licor de menta que la tia habia preparado y que se servia frio. Como en los primeros dias, se rieron de cual- quier cosa. Antes de acostarse, ella le pidié que apaga- ra el generador. Omar salié y caminé en direccién al pozo del motor. El pasto ya estaba levemente hime- do por el rocio, y apenas estuvo con los pies jumd! onuape rye X— Jaros auquoY asa 8 “Za4 ¥OTUN 10d “OYA TeUIG) SSDUOIUD { “~euiseo vB] B URART] O] 98 SEIOS SEIT A— ‘sozefed vied oroune eared ome py ~omururea Jo uo spuod oq ‘Jonazue e anb epesad spur ero 4 vareur URL “salnze seder Uo ‘eoueyg vsjoq Bun ery “eqULOUE sa] orsy— ‘ofanua e] as 4 esjoq eno 9288 opensou je ofeq ouvw e| onow auquoy P seoucrug epuodsax anb odns ou zewo, uaye equioy ja— opuenuosue reunuze3 & sea sey onbiog— IEW oftp— 9s oN ge10ye z99eY B sea gMb JI “oprens vy A oueunse ye any “9tqIDa1 eT “oprpusidios wrarqny of ou os9 8 owlo9 ‘ised unsuyy oz1y ou arquioy 4g “OrDAIA Jap axquioy e esjoq vy ajop “upfonua “opres spur reWG offp— orangjuioy P onuanoue ou anbiod osjonasp of ag— “ordjounzd Ja opsop Opera eur expeut ng -oparw esuea aupeur Rg “upod ou wija exoye anb oftp 21 Jp orad ‘en PI Yoo osanu ap re/qey Bang -uaIq eqeiss 8 $9994 oouTD outoD gnungaxd 2] epednooazd PqESY “SUpeUE Ns UOD g]GEY A seUIgeD se] v ory TMS ‘euEUEUT eEpouE v ‘o[qand jo ug “open expe} Dey sa] ou sea ese) Bb & Iesatfon vied osed Pp 9inde 4 sor0wi Ja oBede ‘ozod ye O89] “seSrw40y se] ua sesuad © 9ta]oa “Ban2s0 aypou eT ua “es30n | argos 6 24 OF examiné el camino para decidir en qué tramo pondria el veneno nuevo. El cebo eta seguro. El hombre habia dicho que liberaba sus gases s6lo adentro del hormiguero. Lo demas no corria peligro. Cuando Ilegé a la zona de los espinillos, observé que el camino de las hormigas se abria en dos. No habia reparado en eso antes. iCémo podia ser que no lo hubiera visto? ;O era nuevo? Lo siguié un poco, desorientado. El cami- no parecia tomar otra direccién. {Iba o venia? No importaba. ouungoid 9[— jen & a 4 4 opueng? 2A E| son “eAWA dU OA OPI a “wuond e ap oden 19g0y ‘ope] ns B eqease 02. oS -yeradsa A asrez “ eqn aymbuen anb ejuan eroyy “oisond ops nae vA uduaa [gq “TezuaWOD ered seasT] 0 ‘9 “ow ‘opuefeqen reisa uelqap svsyw0y 1 2 Jap vUOZ Ef A ‘OTUOW J> BDCY BLA = seprape3 + 0: 2] Ue oWeI UN Opanb as reUIG “9Jed [9 FeUIOI 7 aywusop B ary as A epestes epared yog w a9 aypoU vs bp vy ‘oursduiay uoreus9 24 St *,2389 @puop gxs9 “erise2 Ns v easy] & uea of as sepos seyyg, sgsuag “eqerzodury Svoduren ‘orenByu0y Jo 29 Ou 960 1s 4 “epyfes urs 4 ane uts ‘ousuaa ap o32/da2 ‘omaso ‘onuape NE ‘sxpou vs seSrm0y se] & oursemy “se20q sns biseq eqefs]] anb ‘exon ofeg ‘outures fo vy 2puop rod equrungard ag ‘orangrunz0y Jo o8i94 “ipod ‘soneur zap ap spur ou e ‘ype apsac, “#20 D ugt aypou wsq “opprewe ‘opey 2 |P Opor odng “eqeomnyig as spuop 'unf oq[pouze ag “oron3qun0y je ou “SuoA [9 UexeAaT] a8 4 uEzesed andy -antrerzodu O19 OS TYR tod uegesed sesjuus0Y sey ‘TueiB erg -oBre] 0] & opruszuo: “nsip 4 aronbed jp ongy sured 2 ua ‘ours fe on 100 Antes de irse a dormir, buscé la linterna en la cocina para ir al pozo del motor. Esa noche el cielo estaba cubierto de estrellas. Cuando pas6 al lado del aljibe, ilumino el lugar donde aquella tarde habia acomodado los tosales, Lleg6 al pozo y apagé el interruptor. - La casa quedé a oscuras. De regreso, iluminé nuevamente el aljibe. Si el hormiguero estaba en el monte, jedmo habian hecho las hormigas para descubrir los rosales, tan rapido? Entré a la cocina y cerré la puerta. Roberto no se habia movido de ahi. Dejé la linterna sobre la mesada y fue a su habitacion, No podia dormirse. Hacia varios dias que no estaba tranquilo, se daba cuenta, Su mam hubiera dicho: “un poco nervioso”. No dejaba de pensar en las hormigas, en el jardin de la tia, en el camino, tan cerca de la casa. Hasta que se quedé dormido, {Oy6 que Roberto loraba? Omar se incorpors, sobresaltado. Nose veia nada. Se mantuvo quieto, atento al ienor tuido. Encendié la vela. Bajé de la cama, y se asomé por la ventana. Alcanzé a distinguir, bajo la puerta de Ia galeria, algo més oscuro, una sombra negra. (Roberto? Decidio ir a buscar la linterna a la cocina, “Ver donde estaba Roberto, qué estaba pasando. Abrié la puerta de su cuarto y salié. La luz de la vela, en lugar de iluminar, Ilenaba de sombras el corredor. Sombras que se movian al compas de sus pasos. Llegé a la cocina, tomé la linterna con las dos manos y la encendid. Recién entonces las pudo ver. Entraban por la puerta de la galeria, que estaba entreabierta. Cruzaban como una vibo- ta, enorme, brillante, el piso de la cocina. Tban hacia los dormitorios. iQuién abrié la puerta? i Omar traté de llamar a la tia, gritar, pero de la boca no le salia ningtin sonido. iY Roberto? {Donde estaba Roberto? Tuminé hacia la puerta. Alcanz6 a ver un pedazo del trapo, vacio. Roberto no estaba alli. En su lugar, sdlo veia el cuerpo de esa bes- tia. Entonces percibié las dos direcciones, por el color. Una negra, que salia. La otra, de regreso, adornada con una guarda amarilla. El veneno. Lo traian. Entonces oy6 el gemido, asu derecha, abajo. Era Roberto. (Qué le estaban haciendo? Lo vio, guarecido bajo la mesada, inmévil, dis- tinto. Sélo las miraba pasar, como si no pudiera hacer nada, 0 no hubiera nada para hacer. Bl tenia que ir al cuarto de la tia, salvarla. Se pegé a la pared, por el costado izquierdo del pasillo. Eso se movia contra la pared opues- ta. Las sieui6 con la linterna. 101 -vanoe aqusureyajduzoo ‘ezaige A exau eo0q ey] vpuay veya A ‘opuefeq -8n vgeise oran3tu0Y Ja aypoU e] ap BIOY ese ‘YY 2eIqrY EIPod ou oqUSWOU aso UD O1ag “ISe asaza v] Jp nb opranb ezaiqny vounu ep Is wrod “Joop ap ‘vay eperur eUN erg “UOTE o] ‘sozeiqe weqease anb ‘sofo sns anb eisey ‘equaso |p spuop eDeY ezaqeo ey en v equz auswio9 aquaUAEIUET ANY “e|AOUK as EP ey anb OIA seouozug oper Jap eyueared x] eqeder 2] o8fe ‘opnd ou ored sey8 osmb sew, BE] ap waqea EY “ezoqed v] & “epeyourfe B 10d ‘seueqgs se] 10d ‘egy ‘sesoqaiou ‘seprdpz ‘eure vy] v ueIgns se aw0y se enb o1a X “pared x] visey wajana ez -oqed P| UOD EpeIsooe eqeyse anb “en ¥] ap oad PP oMBunsiq “spur ood un ezond eI oUGY “peprinaso y] ua exprad as sandsap 4 wzaid B] ap orpour Jp sod opuezysap eqi as u9psos [q ‘ostd [Pp wfuey eun ourump zny ap opnoz} 1g, “eh | ap WoTengey ef e UEqenUg zor

You might also like